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| • El pozo de Amarna • |


Rory Despard
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Cuando alza la varita para iluminar lo que está sobre sus cabezas, los engranajes de aquella complicada ingeniería quedan expuestos ante sus ojos. Ellie sonríe al ver aquel complejo sistema y pensar que prácticamente ningún mago, incluyéndose a sí misma, podría entender cómo funciona. No está segura ni siquiera de la función que tiene para los muggles aquella estructura, pero lo más lógico es suponer que se trata de alguna herramienta para mejorar y automatizar algún quehacer. Lamentablemente, no hay algún balcón o por lo menos una ventana para observar el paisaje desde allí: a pesar de que sólo puede guiarse por sus imaginaciones, está segura de que es algo que valdría mucho la pena ver.

 

—Siempre he vivido en Gran Bretaña —le responde al muchacho, que parece haber olvidado que Escocia es parte de Gran Bretaña, junto a Inglaterra y Gales—. Pero Inglaterra tiene una de las comunidades mágicas más grandes e importantes del mundo. Aquí tengo mucha más libertad de ser una bruja. No es que pretenda derrocar el Estatuto del Secreto —se apresura a decir, pues es consciente de que el tema es delicado—, pero es incómodo y pesado, en muchas ocasiones. Además, aquí también tengo mucha más posibilidades. Ya conseguí un trabajo en el Ministerio de Magia, tengo un pequeño negocio, un hogar alejado de los muggles para no preocuparme por las leyes... Y hay lugares mucho más interesantes para visitar —añade, colocando una mano sobre la viga central del molino, que conecta la plantaba baja con el mecanismo que hay sobre ella.

 

Mientras Ollivander habla, Ellie ilumina el suelo en busca de algo interesante Hay algunos sacos vacíos y cajones de madera selladas en el suelo de la planta, y algunas herramientas muggles que no puede imaginarse cómo se utilizan. A medida que descubre pequeños detalles en el lugar, no puede evitar preguntarse si aquella fantasía de lugar será una imitación de algún lugar del mundo. O si es posible que aquel lugar sea real, y el pozo sea el portal a través del espacio. «Incluso, podríamos estar en el pasado... ¡o en el futuro!». Pero aquella idea es tan descabellada que no se atreve a comentarla en voz alta.

 

—Así que no soy la única a la que le gustan las afueras —musita, suponiendo que si la casa familiar de la que habla el muchacho está en un bosque a las afueras de Ottery St. Catchpole, no puede estar muy lejos de su humilde cabaña—. Supongo que puedo pasar un día a tomar el té y a conversar, como lo hacen los ingleses —suelta con una carcajada. La idea de ella sentada con aquel muchacho y su seguramente igual de joven esposa, como si él fuese normal y ella también luego de haberse casado con él, le resulta hilarante. No puede ni imaginarse a quien haya accedido a ser la compañera de vida de él... Tampoco se imagina que, de hecho, conoce a esa esposa y que han coincidido en algunas ocasiones, ni tampoco que los Moody parecen ser tan cercanos a ellos que Mel y Richard asistieron a la boda.

 

»Vine a la Universidad a anotarme en un curso avanzado de Runas replica —sin embargo, luego de hablar, se da cuenta de que posiblemente él le estuviese preguntando por su presencia cercana al pozo. Recapitulando, recuerda haber estado sentada en un banco cercano, sólo porque el lugar le pareció interesante de observar. Pero, si se acercó, fue por la voz de Ollivander preguntando "quién estaba allí"... — ¿Guardabosques? —pregunta, frunciendo el ceño al no entenderlo— ¿Por eso fue que preguntaste quién estaba allí? —pero está segura de no haber percibido miedo en su voz, en aquel momento.

Editado por Eileen Moody

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  • 2 semanas más tarde...

― ¿Ehhh? ¿De verdad? -, realmente, aunque no puede verse su rostro en esa oscuridad, suena sorprendido. ―El mundo esta tan en palmado, y aun así yo no sabría nunca donde es que se encuentra cada lugar en él…-, esta es como aquella vez que Bel le explicaba al mago que existía un universo con varios más planetas y cuerpos celestes que solo la tierra. La sanadora parecía tan divertida con él en esa ocasión que incluso había hecho toda una elaborada proyección sobre planetas en todo el salón para dar una tediosa e innecesaria explicación -" y que nadie le pidió"-. Por supuesto que ahora saber en qué lugar se encuentra cada parte del mundo es algo tan poco relevante para el mago, como el saber que la tierra gira alrededor del sol. ― ¿Qué otros sitios hay en la Gran Bretaña? -, pregunta más como si tratara de hacer un memo para investigar después.

 

No dice ni piensa más en aquello, la mujer entonces cuenta algo que le resulta interesante, después de escucharla él no piensa aun diferente que antes, a pesar de todas esas cosas buenas que la chica tiene ahora, él no, simplemente no se puede explicar el porqué, pero no podría quedarse en un solo sitio por tanto tiempo. Sin embargo, no se ha dado cuenta que es posible que sea esta una de sus más prolongadas estancias en el Ottery, y que bueno, el no siente ahora ganas de irse a otro lugar lejos de lo que tiene ahora. Entonces, esta vez es sincero cuando asiente comprensivamente, incluso puede decir que siente empatía por la muchacha y el hecho de que las cosas le vayan bien.

 

De pronto no sabe cómo es que ha llegado hasta el otro lado de aquel ático sin luz alguna, desde donde esta puede ver a que distancia se encuentra de la mujer, pero no distingue muy bien el camino de regreso a ella, o lo que hay a su alrededor, se pregunta entonces si la muchacha puede verlo a él escondido entre aquella penumbra, así que atientas, y sin muchas ganas, tantea los bolsillos de su abrigo en busca de su varita hasta dar con ella, pero es el gesto que hace de pronto la muchacha lo que interrumpe al mago invocar su propia iluminación.

 

Es una larga línea con la que esta vez le sonríe, es la primera vez que la ve y escucha reír, aunque le está costando entender por qué lo hace, y de pronto se da cuenta de que todo este tiempo ha estado pensando en que ella no hace ese tipo de cosas por nada del mundo, porque tiene esa fachada que casi puede decir que lo intimida, a pesar de su corta estatura.

 

―Pues…-, por primera vez debe detenerse a pensar lo que está por contestar, no es que se sienta afectado ahora, pero no quiere otro puñado de maldiciones por parte de knockturn. ―Solo me di cuenta de que había alguien más ahí, aunque no sabía de quien se trataba-, se encoge de hombros, finalmente no se siente creativo para mentir ahora. ―El guardabosques es muy ruidoso cuando merodea, se escuchaba venir incluso cuando caíste descuidadamente al pozo-, con su varita hace un par de florituras que solo hacen que de la punta de su varita broten pequeñas luces como chispas que se apagan pronto.

 

―¡Eh! knockturn! Si puedes lanzarme un hechizo y dar en el blanco, por supuesto que sin luz…-, se apresura a decir antes de que ella tuviera la intención de encontrarlo. ―Pagare los kartoshka saliendo de aquí-, desde esa distancia lanza un puñado de chispas que desaparecen frente a los pies de Eileen.

 

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  • 4 semanas más tarde...

Ellie frunce el ceño, preguntándose si Ollivander no estará burlándose de ella.

 

―Pues Gran Bretaña está formado por Inglaterra, Gales y Escocia... ―termina diciendo en algo que es casi un murmullo. Cuando conoce la respuesta a una pregunta, es incapaz de quedarse callada. Sin embargo, como era de esperar, el mago no le presta mucha atención a aquella valiosa información, a lo cual Ellie masculla una maldición sin una gota de magia, sacudiendo la cabeza con resignación. A pesar de que conoce muy poco a aquel muchacho, y ni siquiera está segura de si son amigos o sólo están juntos por accidentes, siente que lo conoce lo suficiente como para decirse a sí misma «¿para qué molestarse con eso?».

 

Sin haber hecho un descubrimiento interesante, Ellie sacude la varita para apagar la débil luz, quedando oculta en las tinieblas. Puede escuchar la voz del mago con claridad pero, con la acústica de aquel lugar, es muy difícil decir de dónde viene. No es que le preocupe mucho verlo o no, de todas maneras. Poco a poco, sus ojos se adaptan a la oscuridad, aunque apenas es capaz de distinguir la superficie de ciertos objetos. Así, sin distracciones visuales, es más consciente del frío de aquel lugar y del olor a humedad y encierro. Sorprendentemente, se siente cómoda, como si lo tétrico del lugar la hubiese cautivado.

 

Lo que no logra cautivarla, sin embargo, es lo tétrico que hay con Ollivander.

 

―¿Quién rayos es ese guardabosques? ―susurra, frunciendo el ceño en la oscuridad― ¿Es una persona real, o...? ―de repente, aprieta los labios. No cree que sea muy agradable sugerir en voz alta que quizás el mago esté imaginando cosas, pues Ellie sabe muy bien que, si lo dice, lo dice MUY en serio, no sólo para fastidiarlo― Bueno, no sé, una criatura o algo así ―murmura, pues sería sospechoso dejar la frase en el aire.

 

Sin preocuparse por el polvo del lugar, ha tomado asiento en la mitad del suelo, sin pensar además que, si Ollivander anda caminando por allí, podría tropezarse con ella.

 

―¿Y qué rayos es un kata... kato.. katakosha? ―aquella palabra es muy rara, no suena a inglés. Ellie cierne sus dedos en torno a la varita mágica, aunque lo cierto es que la idea de "jugar" de Ollivander no le emociona mucho. No porque no pueda llegar a ser divertido (cuando hay peligro, todo es un poco más divertido y emocionante), sino porque, aún sin intentarlo, sabe que apestará. Ella no es nada buena en duelos mágicos― De verdad, tú no puedes quedarte tranquilo... ―resopla Ellie, sacudiendo la cabeza, cuando ve unas chispas de luz aterrizar frente a ella, casi alzando sus botas y el borde de su túnica.

 

Ella misma se sorprende cuando alza la varita y la agita hacia donde, cree, vino el hechizo que casi la toca. Chispas de varios colores salen de su varita, energéticas. Y, unos instantes después, puede escuchar el sonido del cristal rompiéndose; entonces, un olor extraño llega a sus fosas nasales.

 

―Ay, rayos...

 

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  • 3 semanas más tarde...

―Estaremos lo suficientemente tranquilos cuando estemos muertos-, murmura en aquella oscuridad que, a pesar de lo muy bueno que puede ser el licántropo para adaptarse a esos cambios de luz, le cuesta trabajo dar con algún rastro de Knockturn. ― ¿Para qué limitarse ahora?-, no puede, sin embargo, perder más tiempo en tratar de averiguar de dónde es que ha salido aquel ataque, las luces de colores le han pasado justo por un lado de su cabeza y lo consiguen encandilar, Garry quiere asegurarse, antes de dar con la mujer, de que aquel olor extraño que de pronto golpea su nariz no se trata de su propio cabello en llamas, no es como que no lo hubiera incendiado antes, pero la verdad es que hoy no se cargaba ni un quinto para pagar su apuesta.

 

―Buen tiro-, felicita a la muchacha con aire divertido, aun sabiendo que ella no puede verlo al rostro ahora. ―Igual eso contará como que has perdido-, energéticamente agita su varita para formar una esfera de luz lo suficientemente grande para delatar su propia ubicación en la habitación. ― ¿Qué es lo que has roto? -, murmura siguiendo el rastro de cristales rotos y el aroma, una mezcla de humedad y hiervas (o esos lo que él cree que es).

 

Finalmente, moviendo una especie de tarima o mueble que no es capaz de identificar, llega hasta una ventana baja, lo que él cree que funciona como la boca de un shunt para alejar la humedad en lugares como estos, posiblemente aquel molino en sus primeros tiempos, lejos de ser una guarida para estudiantes, había sido fabricado por motivos un tanto más industriales, quien sabe. Sin embargo, lo que fuera que la mujer hubiera roto con su ataque no fue el marco del vano, de igual forma el brujo no evitó dar un vistazo curioso por la ventana. Desde ahí podía verse una parte del exterior, una vista empañada por suciedad de lluvias y tierra.

 

Maldición-, habla bajo apretando con fuerza los dientes. A lo lejos lo ha visto, ¡ese maldito guardabosques lo ha seguido hasta ahí!, todo por culpa de esas tontas mandrágoras adolescentes.

 

Aquel del que Ollivander escapa es un hombre alto, no lo ha tenido tan cerca y Garry puede imaginárselo unas cuantas pulgadas más alto que él. Es de una tez pálida amoratada y verdosa, con ojeras profundas que hunden sus ojos en las cuencas y una “barba de medio día” que lo hace ver desagradable con toda esa piel de más que le cuelga sobre la cara. Aquel hombre se encorva cuando camina y arrastra con él una especie de arma que Ollivander puede reconocer que sirve más para neutralizar a alguna criatura feroz que para otra cosa. Aunque es delgado, sus pies hacen un fuerte ruido de hundir el piso bajo ellos cuando camina.

 

Tenemos que irnos de aquí-, rápidamente gira sobre sus talones, apuntando en todas direcciones con su varita para poder encontrar a Knockturn, y solo cuando lo hace, con un ademán brusco apaga la luz de su varita y con largos pasos llega hasta la mujer. ―Él está ahí afuera, no hagas ruido-, parecía que hablaba enserio, pero en su voz y el gesto existía una sílaba divertida que hacía difícil tomarlo tan enserio. ―Vámonos-, a tientas tomó a Knockturn de la muñeca de su brazo halando de ella escaleras abajo.

 

Habrá sido solo cuestión de magia no haberse accidentado en aquel vertiginoso escape por la escalera. Con forme más lejos estaban de aquel ático, era más sencillo ver el camino, el mago respiraba difícilmente mientras poco parecía preocuparse por la mujer tras él. Una vez en el primer nivel finalmente soltó el agarre de la muchacha, si ella hubiera dicho algo todo este tiempo, por supuesto que no la habría escuchado. Garry giraba en todas direcciones casi frenético, en busca de alguna salida, que no fuera la principal, y que los llevara lejos de aquel molino. Sus movimientos fueron ruidosos todo este tiempo, y solo se detuvieron bruscamente cuando escuchó, sobre los primeros peldaños, las pesadas pisadas del guardabosque.

 

Pero que mala suerte, pensé que tendríamos más tiempo-, reteniendo una sonrisa divertida le dedica una larga mirada a la muchacha, ¿Qué estaría pensando Knockturn ahora de él?

 

Quién sabe, pero no parecía momento para preocuparse por ello. Tirando nuevamente de ella, camina con rápidos pasos hasta alcanzar una puerta que los lleva a un estrecho armario, por suerte Eileen es demasiado pequeña y el demasiado delgado para que ambos puedan guardarse ahí dentro, primero la empuja a ella al interior y de tras de él, cierra con mucho cuidado la puerta al mismo tiempo que ruidosamente se ha abierto la de la entrada principal. Con la ayuda de su varita el mago conjura apenas un hechizo sobre el picaporte del armario.

 

¿Que tan rápida eres para correr, Knockturn? -, él le está dando la espalda mientras recarga sobre la madera vieja su oreja, como si tratara de escuchar a quien este del otro lado, sabe que no puede verlo y aun asi se imagina que ella puede ver el rostro divertido del mago.

 

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De pie tras el mago, no puede ver lo que ve Ollivander a través de la ventana, que está casi al nivel del suelo. Lo cierto es que, en un principio, no le presta atención; está más preocupada por aquel extraño olor, desatado luego de su hechizo quebrara algo de cristal. Sólo cuando él se levanta de golpe y se vuelve hacia ella, es que deja de pensar en lo que puede ser aquel aroma.

 

―¡Qué demonios, Ollivander! ―susurra Ellie "para no hacer ruido, pues él está afuera" sólo para seguidamente darse cuenta de su actuar: le está haciendo caso a un lunático. El mago, sin embargo, no le presta la más mínima atención; con firmeza, mantiene el agarre en su brazo y la hace seguirlo escaleras abajo.

 

No sabe cómo es que logra salir ilesa de aquella carrera vertiginosa. Está segura de que fue más que suerte, probablemente magia inconsciente, que acomodó los escalones bajo sus pies. Cuando están en la planta baja y él la libera de su agarre (Ellie siente un dolor palpitante en la muñeca, pero decide no comentar nada al respecto, para restarle importancia al asunto), ella suspira, pensando que por fin tendrá un segundo de paz para asimilar lo que dijo Ollivander; pero, por supuesto, no es así. El mago luce agitado, buscando algo de un lado a otro. ¿Quizás una salida? ¿Un escondite? No entiende por qué actúa así: fácilmente, podrían aparecerse en lugar seguro, incluso ella podría hacer un portal.

 

Mientras piensa en ello, nuevamente se le ocurre aquella idea, cada vez más una certeza, de que Ollivander no está muy bien de la cabeza. Ella no vio a través de la ventana, así que no le consta que están huyendo de algo. Él está agitado, alterado, moviéndose ruidosamente de un lado a otro; cuando por fin se detiene, Ellie cree escuchar algo, pero ¿y si es sólo algún sonido de la mecánica del molino? ¿Y si es un temblor de aquella antigua estructura? ¿Y si en realidad no hubo ningún sonido, sino que está permitiendo que él la sugestione? Preocupada, busca su mirada y encuentra en el rostro del mago una sonrisa divertida. «Shite. Definitivamente, este sujeto está mal de la cabeza».

 

Tiene una idea fugaz de irse, dejarlo con sus locuras, pero de un instante a otro está atrapada. Él la empuja a un estrecho armario y luego entra también, como si aquello fuese "siete minutos en el paraíso". Se siente confundida por la rapidez de los sucesos y además la ligereza y confianza con la que Ollivander la mueve de aquí para allá; sin embargo, aún así se asegura de aplastarse contra la pared opuesta a la que está el mago, para mantener en la mayor medida posible el espacio personal... todo lo que se pueda en un armario tan estrecho como aquel. Lo primero que piensa es que se meterá en graves problemas con la esposa de aquel mago.

 

―¡N-no puedo correr! ―susurra Ellie, más angustiada por la confusión que por el temor al fulano "guardabosques". Ella es ágil sobre una escoba voladora, sí; pero, por otro lado, su condición física no es la mejor y tiene dos pies izquierdos― Mira, mira... podemos simplemente desaparecer, regresar a la Universidad, ¡y listo! ―habla, con la voz muy baja― ¡Nos olvidamos de ese sujeto!

 

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Editado por Eileen Moody

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― ¿Uh?-, ahora lo recuerda, “ahh sí, Knockturn está aquí”, es como si todo este tiempo hubiera estado olvidando la presencia de la pequeña bruja a sus espaldas, ¿Qué estaba haciendo ella ahí?, Bueno, lo que fuera, Garry no tenía tiempo de preguntárselo ahora. ―Claro si, pudiéramos, pero…-, concentrado en tratar de escuchar algún ruido que le indique el paradero del guardabosques apenas se da cuenta que habla con voz muy baja, no está seguro si ella puede escucharlo, pero por la estreches del lugar seguro no debe costarle mucho trabajo, “estaríamos más cómodos quizá si ella no trajera consigo esa molesta escoba…”. ―Pero si lo hacemos así…-, los pasos afuera se detuvieron, por el rechinar del piso Ollivander calcula a un par de metros de distancia, quizá el guardabosque ya sospecha.

 

Tratando de ser silencioso, se gira sobre sí mismo dentro del armario, es complicado hacerlo sin tocarle ni un pelo a la pobre mujer, aunque Garry solo se disculpa con un gesto forzado que está seguro ella sabrá interpretar. Cuando está frente a ella le lanza una mirada escudriñadora, por lo poco que alcanza a ver solo distingue como la mujer se repele completamente a él. Ladea la cabeza, extrañado, ¿Tendrá él una araña en el cabello? No está seguro, la manera en que ella se mantiene apartada de él, le recuerda a las personas que hace mucho tiempo le temían a un pequeño licántropo, aunque en definitiva, el gesto de Moody es diferente, ella parece estar más nerviosa-tensa que asustada.

 

Respira profundamente, no importa que tenga en la mente ahora, lo que trate de hacer ahora implica rotundamente arrastrar a la hechicera consigo, de lo que ya no se siente capaz es tal vez de poder cargar con ella halándola como hace un momento. Ese último tirón de ella al interior había sido suficiente para cansarlo demasiado (si, él no es un hombre fuerte) y la resistencia que quizá inconscientemente la muchacha ponía, hacía las cosas mucho más difíciles. Por lo tanto, no le quedan muchas más opciones por atinar a decir que ella sabrá que hacer a continuación.

 

―Si lo hacemos como tú dices…-, explica lentamente, en voz muy baja. ―Entonces ¿Cómo voy a recuperar las páginas del libro que me faltan? -, se encogió de hombros como si aquello resultara ser de lo más lógico. ―Por cierto ¿Averiguaste que fue lo que rompiste allá arriba? Creo que nos ha dejado apestosos-, después de largo segundo Garry puede escuchar unas rápidas pisadas cada vez más cerca. Niega con la cabeza, pero que malo se está haciendo para cuantificar el tiempo. ―No hay que perder más el tiempo ¡Vamos! -, antes de que la mujer pudiera decir cualquier cosa, el mago recargo toda su fuerza (vale no es mucho, pero la licantropía puede ayudar algunas veces(?) en un rápido movimiento contra la puerta a sus espaldas. ―Tsss, lo siento, no te vi-,

 

Lo que pasó a continuación había sido todo muy rápido, al parecer no importa que tan bajo hubieran estado charlando aquellos dos el guardabosques parecía ya conocer su ubicación, el fuerte portazo que recibió justo en la cara lo había hecho retroceder un par de pasos hacia atrás tumbándolo de bruces y finalmente, perdiendo el equilibrio, terminando completamente en el suelo llevándose ambas manos a la nariz, lugar donde seguramente el golpe se sintió más fuerte. El viejo guardabosques es muy ruidoso cuando cae al suelo, retorciéndose y quejándose por el dolor que incluso le ha hecho soltar un par de lágrimas.

 

Grelliam por otro lado, no ha perdido mucho su tiempo, y mientras él se retuerce se ha lanzado sobre el alto hombre para rebuscar entre los bolsillos del guardabosques. Es difícil mientras está sobre el hombre que se queja y se retuerce, y de vez en vez también intenta cachar a quien le ha hecho esta mala pasada, Garry quisiera lanzarle algún encantamiento para dejarlo quieto, inmóvil, pero está seguro de que ya se ha metido en suficientes líos por ahora. No importa lo que diga, en definitiva, para él, Bel Evans es la causante de todo esto.

 

―Si tu fueras una bruja amargada ¿Dónde esconderías las páginas de un libro de herbología? -, habla con cierta monotonía en sus palabras, no muy seguro de si ella ya ha corrido a la salida o, como lo ha dicho antes, se ha desaparecido. ―Ah, aquí están, vámonos.

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Editado por Sain M. Ollivander

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  • 2 semanas más tarde...

Ellie es una mujer de carácter tranquilo. Se considera paciente y empática... pero, vaya, Ollivander la está sacando de sus casillas. Como una est****a, intenta razonar en las palabras del mago. «Si nos vamos, no recuperaremos las páginas». ¿Cuál condenado libro es ese? ¿Se refiere al libro que le compró o a otro? ¿Y por qué el condenado guardabosques va a tener las páginas de cualquier libro que posea él? Sí, sabe que es una estupidez intentar comprender el razonamiento de Ollivander, ¡y aún así pierde su tiempo en ello! Quizás, de actuar antes de pensar, habría logrado escapar; quizás habría tenido tiempo de desaparecer con el mago, aunque él no estuviera contento con eso. Estarían a salvo del guardabosques, por lo menos (un momento, ¿en qué momento comenzó a temer del guardabosques?).

 

Cuando Ollivander empuja la puerta del armario (no está segura de entender el plan, si es que hay uno), escucha el golpe y entonces el sonido de algo muy pesado cayendo en el suelo de madera. Todo el molino se estremece. Ellie se queda inmóvil al escuchar cómo el mago se disculpa con el guardabosques, para entonces abalanzarse sobre él. ¿Se supone que debe ayudar? ¿Darle ánimos? De todas formas, el forcejeo termina rápidamente y ya es hora de irse.

 

Sin atreverse a mirar si el guardabosques intenta ponerse de pie, es ahora Ellie quien se echa a correr y tira del brazo a Ollivander, con la mano que no le duele. Cuando están fuera, descubre que el sol todavía está muy arriba, lo cual es muy extraño; adentro, tenía la sensación de que era de noche. Pero, claro, no es momento para pensar en ello. De alguna forma, siente que deben irse inmediatamente de allí pero ¿es aquella su propia percepción o piensa así por influencia de Ollivander? Nah, tampoco es momento para pensar en ello.

 

―Okey, ya tienes tus páginas, nos vamos pitando de aquí ―dice, desatanco la escoba de las correas. Sin embargo, cuando va a sostener la escoba con ambas manos para ponerse en posición de arranque, se da cuenta de algo terrible: su muñeca izquierda, de la que el mago ha tirado para hacerla bajar por las escaleras, está lastimada. Un dolor punzante recorre su brazo cuando intenta mover la mano, incluso los dedos. Así no puede manejar, ni siquiera con una Maestría de Escobas y ¿son pasos los que escucha?―. ¡Escucha! ―con la mano buena, toma la escoba y hace que el muchacho la sostenga― ¡Sube ahí y yo me monto atrás! ¿Sabes volar en escoba... VERDAD QUE SÍ?

 

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Editado por Eileen Moody

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Se tambalea cuando se pone de pie con su puño de hojas en mano, haciendo un gesto de disgusto al no poder reconocer las que tiene en un principio, “ah, pero que mal”, por lo tanto, tranquilamente se ha puesto a buscar entre el pequeño grupo las dos o tres páginas que pertenecen al libro que la sanadora le había prestado para clase de herbología, bueno “tomar prestado”, “ser tomado sin su permiso”, ¿Cuál era la diferencia? El hombre bajo sus pies se quejó, dispuesto pronto a ponerse nuevamente de pie, claro, la diferencia eran aquellas dos páginas que la intrigosa, aunque no muy buena observadora, de su mujer, lo notaría.

 

La voz de repente inesperada de Knockturn, lo hace olvidarse entonces de eso, de su posible castigo con Evans, del hombre bajo sus pies o de que las hojas en su mano no corresponden a su libro. Para su mala fortuna, no alcanza a decir nada más y con un inesperado tirón, Eileen es quien se encarga de sacarlos del alcance del guardabosques a quien con un gesto de “de verdad lo siento”, le devuelve las hojas soltándolas en el camino.

 

―Resulta que él no las tenía-, apenas puede hablar a Moody cuando está tirando de su brazo hacia afuera del molino. Lentamente frena su camino cuando ve que la muchacha se prepara en su escoba para partir, que extraño, había pensado que justo después de abrir la puerta del armario la muchacha habría desaparecido. Ollivander se encoge de hombros cuando ella le habla de nuevo. ―Ah sí, ehh claro que se cómo hacerlo-, ¿de verdad?, ―Si, si claro, sostente como puedas-, con algo de torpeza el mago se apresuró a montarse sobre la escoba.

 

Apenas sintió en sus ropas el agarre de la mujer, el mago despegó en la escoba velozmente volando muy muy alto, y casi donde el aire apenas entra a sus pulmones es que se deja caer. El regreso es rápido, básicamente deja que la gravedad haga lo suyo, ayudando solo a redireccionar el rumbo que lleva la escoba que cae en picada a una velocidad alarmante.

 

¿Sabes cómo regresar de Amarna? -, Ollivander casi gritó, con el aire golpeando fuertemente sus oídos ni siquiera espera una respuesta de Knockturn, pues si la obtiene, está seguro de que no podrá escucharla. ―Espero que ese folleto tenga razón…-, apenas murmuró, dirigiéndose a toda velocidad al estanque sereno.

 

Apenas cruzaron el estanque y volvían a los terrenos de la universidad, el Ollivander perdió el control de la escoba y después de algún forcejeo en vano, se estrellaron en alguna loma que sobresalía apenas metro y medio del suelo.

 

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Por primera vez en muchos años, Ellie se encuentra temiéndole a las alturas. En aquella situación, le importa un rábano el espacio personal o el enojo de la esposa de OIlivander; lo único en lo que puede pensar, es en mantenerse sobre la escoba... o, en caso de caer, que él también sufra las consecuencias. Está gritando; sin embargo, con la terriblemente imprudente velocidad con la que están descendiendo, ni siquiera es capaz de escucharse a sí misma. Entonces, en medio del terror, se da cuenta de que no sabe a dónde rayos están yendo. ¿A dónde están bajando? Tiene los ojos cerrados, prácticamente desde que ascendieron. Piensa que quizás sea mejor así... pero, finalmente, abre un poco los ojos.

 

Frente a ellos, el agua se acerca drásticamente. ¡Ollivander definitivamente quiere matarlos!

 

Justo antes de impactar, lo único que alcanza a hacer es cerrar los ojos con fuerza y aguantar la respiración. El golpe es doloroso y el agua horriblemente fría. Sin embargo, luego de un momento, ya no siente agua a su alrededor, sino otro soplo de brisa. Entonces, viene otro golpe.

 

―Ow...

 

Ellie, mareada y agitada, consigue sentarse sobre la arena. Abre los ojos, deseando que todo haya sido un sueño, pero no es así. Ollivander está echado sobre la arena y la Saeta de Fuego...

 

―Ay, no, no...

 

... está fracturada en dos partes.

 

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―Ah…am n-no, no quiero más té, Evans, e-e-estoy, yo no, estoy muy lleno Bel-, balbucea inconscientemente mientras se remueve incomodo en el suelo, rodando por el montículo donde ha aterrizado de mal modo y llenándose de arena hasta las orejas.

 

No es Garry una persona de sueños profundos, suele despertarse con facilidad y descansar pocas horas en largo tiempo por lo que de alguna maneta es consciente de lo irreal que es aquel sueño, donde parece estar de picnik con Bel. Aun bajo su espalda puede sentir la incomodad de algo incrustado en sus costillas, no importa que tan lejos cree haber rodado, por lo que después de renegar un poco más entre balbuceos no le queda más que, de mala gana, incorporarse salpicando ruidosamente de arena por todas partes.

 

―Ella decía que el té era de amaranto…-, murmura como ensoñado apenas se encuentra con el distorsionado rostro de Moody. ―A mí ni siquiera me gusta el amaranto-, se quejó sacudiendo la arena de su cabeza.

 

Entonces, después de una larga pausa lo recordó. El guardabosques. Difícilmente se puso de pie, dejando a un lado a Knockturn y lo que fuera que estuviera la mujer haciendo. Con largos pasos consigue llegar hasta la orilla del estanque por donde han salido tratando de ver en aquella fría superficie alguna señal del viejo hombre.

 

―Tenemos que irnos-, se gira nuevamente hacia la muchacha que sigue, hasta ahora, en el mismo lugar donde la encontró al despertar. ―Él pudiera conocer otro camino-, se apresura para volver hasta donde se encuentra la mujer. ―Eh… ¿Me estas escuchado? -, para su sorpresa, se encuentra al volver, un gesto poco identificable en Moody, a pesar de que ya la ha visto furiosa maldiciéndole, y una escoba partida a la mitad. ―Ah…-, por primera vez con ella, se ha quedado sin que decir. ―T-te…te lo compensaré…-, apenas puede hablar no muy convencido de poder soportar un puñado más de maldiciones por parte de ella.

 

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