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Elviris Pub (MM B: 103956)


Anne Gaunt M.
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Otto sacaba su reloj de bolsillo mirando como se movian las agujas del reloj, no pudo evitar no sonreir un poco por que habia llegado demasiado temprano, suponia que su esposa andaba terminado los ultimos informes de la oficina. El podia hacerlo pero Jessie queria terminarlo ella misma, hecharle una ultima ojeada antes de terminar todo para archivalos y listo fin , pero bueno era su deber era la jefa de la planta y tenia que acatar las ordenes que le daba.




El Black ahora tomaba un poco de su bebida, mirando de un lado hacia otro, viendo la personas para luego mirar su trago, tomando un poco de este sintiendo como el liquido refrescaba su garganta para cerrar los ojso y disfrutar el sabor fuerte de esta. Ahora miraba su anillo de casado sonriendo por los recuerdos de su boda pero tambien, de su luna de miel la verdad hermoso momentos que no los cambiaria por nada del mundo, hasta que luego cambio la mirada hacia la entrada esperando que apareciera cierta bruja de 1. 65 metros de altura con cara de cansada pero que queria pasar un buen tiempo con el.


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  • 6 meses más tarde...

Por la mañana temprano había tenido que ir a hacer unas cosas al Banco Mágico de Gringotts. Tenía que comprobar cuánto dinero tenía en su bóveda, se avecinaban muchos gastos y tenía que asegurarse de que podía pagarlo todo. Poseía dinero, pero quizá no el suficiente para todo aquello que ansiaba y deseaba. La única solución era ponerse a trabajar, algo que no había hecho en los últimos meses en los que se había dedicado única y exclusivamente a disfrutar de la vida. Pero si pretendía ascender en el escalafón social, no podía permitirse vaguear.

 

Ahora nos encontramos en el atardecer. Aquella visita al banco le había hecho encontrarse con un negocio que le había llamado la atención, pero en su momento no tenía mucho tiempo para parar a tomar algo y tampoco muchas ganas. Pero ahora que el día estaba finalizando, decidió que era un buen momento para salir a tomar un trago. Se dirigió a una zona muy cercana a la que había visitado horas atrás y se acercó al lugar nombrado "Elviris Pub". El nombre le gustaba, pero faltaba por comprobar si el interior también.

 

Tuvo la intuición de que debía tocar aquellas letras y cuando lo hizo se dibujó la puerta que daba acceso al interior. Ataviado con una elegante túnica oscura, entró, soltando un sonido de admiración cuando sus pies estaban dentro y pudo ver aquella moto que utilizaban los muggles para desplazarse por la carretera. Avanzó, clara señal de que el sitio le gustaba porque de lo contrario se hubiese dado media vuelta y hubiese abandonado el local, no era la primera vez que lo hacía. Recorrió una especie de pasillo hasta lo que parecía, ya por fin, el negocio.

 

Miró a su alrededor, en esos momentos no había mucha gente, pero eso no le preocupaba. Lo cierto es que era mejor así, porque con el silencio que provocaba la ausencia de clientes podía escuchar mucho mejor la música que sonaba y que le hizo tararear. Buscó un lugar libre que le llamase la atención y fue a sentarse en uno de esos sofás de tres plazas. Se sentó en un sitio apartado, pero desde el que podía observar todo. Se acomodó y esperó que alguien fuera a atenderle.Tenía ganas de un buen trago.

 

 

@@Laura H. de Ryddleturn

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¿Cuántas veces había pasado frente a ese lugar? Muchas, seguramente. La realidad era que nunca le había llamado la atención, pues ¿qué podía tener de interesante un grande portón de madera?. Sin embargo, esa tarde en particular, Lilith creyó que sería un buen sitio para acomodar sus pensamientos pues seguramente habría menos gente que en los típicos pubs y bares del Callejón.

Ataviada con un vestido ajustado, completamente negro y cubierta con una capa con capucha azabache que ocultaba su rostro, la atractiva mujer se encaminó hacia el letrero en el que se leía “Elviris Pub”, y tocó ambas iniciales. Automáticamente atravesó la puerta que se mostró en el acto y entró.

 

-Vaya gustos extraños”- murmuró con desprecio al encontrarse con la motocicleta que le daba la bienvenida, y es que, por muchos motivos, a Lilith le desagradaba todo aquello que fuera invención muggle. Aceleró su paso avanzando por el largo pasillo, hasta que llegó frente a una cortina negra que dejó al descubierto el interior de un lugar lo bastante solitario como para decidir quedarse esa tarde… o quizás el resto de la noche. Era bastante sencillo perder la noción del tiempo desde que no tenía quién la esperase al volver a casa. Y era mejor así.

 

Tras echar un vistazo alrededor, la mortífaga se quitó la capucha y la dejó colgada en una percha que encontró por ahí. En otros tiempos no se hubiera atrevido a hacerlo, pues el vestido que llevaba ese día dejaba al descubierto sus brazos y en uno de ellos, el izquierdo, podía observarse lo que ahora se había convertido en su motor de vida: el tatuaje de la Marca Tenebrosa. Pero qué bah, estaba en el presente, y desde un tiempo atrás ya nadie se preocupaba por perseguir a los mortífagos. Amaba no tener que ocultarse.

 

Finalmente, la semiveela se acercó a la barra y se sentó con aire distraído, deseando que alguien le atendiese pronto y le sirviera un buen trago.

 

 

 

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Tamborileaba con sus dedos sobre la mesa de manera distraída mientras esperaba que alguien fuera a atenderle. Estaba pensando qué optaría por tomar, había muchas opciones y eso a veces le provocaba indecisión. Hacía mucho tiempo que no salía a tomar un par de copas, tiempo atrás solía decantarse siempre por el whisky de fuego, pero no era la clase de persona que cerrase su paladar a nuevos sabores. Era posible que se decantase por alguna bebida que no estuviese acostumbrado a beber, lo mejor solía ser no pensar y actuar sin más.

 

No pudo evitar pasar por alto la llegada de una nueva persona, una chica que llamó su atención. Parecía ir sola, así que no dudó en levantarse y acercarse. Lo cierto es que cuando veía a una persona le costaba no acercarse para mantener una conversación, aunque muchas veces más que mantener diálogos acababa discutiendo. Todas sus últimas visitas al Callejón Diagon habían acabado de la misma manera, pero esperaba que por una vez fuese diferente. Por desgracia, a veces sus impulsos de molestar se volvían imparables. Tenía gran capacidad para sacar de quicio.

 

No dudó en sentarse a su lado mientras la miraba con sus ojos azules a su rostro. No le importaba mucho si su compañía no era bien recibida, por lo general no solía importarle lo que pensasen los demás de él. Su seguridad en sí mismo le hacían que las críticas o los insultos le resbalasen olímpicamente. No era de esa clase de personas que se molestaba y se ofendía por cualquier cosa. No, él era todo lo contrario. Como solía decirse, no ofende quien quiere sino quien puede.

 

¿Espera a alguien? —preguntó sin quitarle los ojos de encima. —Bueno, da igual, donde caben dos caben tres, ¿verdad? —cuestionó sonriendo, dejando claro que aunque aquella mujer hubiese quedado con alguien él no esperaba moverse de allí, pensaba unirse. Su egocentrismo le hacían pensar que nunca molestaba en ningún lado, aunque muchas veces sí que lo hiciese, demasiado...

 

¿Qué vas a querer tomar? —quiso saber. Se ofrecería a pedir la bebida por ella e incluso no descartaba invitarla, se sentía generoso. Además era todo un caballero, aunque no con cualquiera. Cuando supiese lo que querría tomar lo más seguro es que la imitase y pidiese lo mismo, así se ahorraba decidir por sí mismo la bebida. Sí, aún seguía indeciso.

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Movida por su instinto, la diestra de Lilith automáticamente se posó sobre su varita, la cual se hallaba sujeta a su cintura. No le gustaba para nada que se acercasen a ella de esa manera, y mucho menos que se tomaran el atrevimiento de invitarse solos a una reunión, que por cierto no iba a suceder. Había llegado hasta ese lugar buscando un poco de paz, pero todo parecía indicar que esa noche no iba a ser posible.

 

Más por curiosidad que por cortesía, la mortífaga volvió su rostro para escudriñar a aquél osado que tomó asiento a su lado. Oh sí, se trataba del típico seductor, o eso le pareció a ella que, debido a su sangre de veela, estaba más que acostumbrada a ser abordada por toda clase de hombres. Normalmente los rechazaba en el acto y seguía con sus cosas, pero había ocasiones en las que estaba de humor para divertirse un rato… y esa era una ellas.

 

-Donde caben dos, caben tres- repitió al tiempo en que relajaba su mano y se giraba de cuerpo entero para quedar frente a su acompañante- Interesante argumento para acercarse a una mujer-agregó en tono un tanto burlón. Sus ojos marrones se posaron en los azules que le buscaban el rostro descaradamente. El hombre era bastante atractivo, y bien podía servir para pasar una buena velada. –Debo decirte, sin embargo, que esta noche la única compañía que esperaba era la de una buena bebida… la tuya fue realmente sorpresa, aunque no puedo decir aún si fue grata.

 

-¿Qué te parece si me sorprendes y eliges por mí? Así sabré si tienes buenos gustos. Aunque creo que los tienes, ya que de otra manera, no estarías aquí hablando conmigo- Sí, a veces Lilith podía ser bastante soberbia.- Pero debo decirte que mi paladar es un tanto… exigente.

 

 

En ese punto de la conversación, Lilith tenía clavados sus ojos en los de aquél hombre que parecía bastante seguro de sí mismo y lo escudriñaba de pies a cabeza buscando algo que pudiera indicar intenciones hostiles y de paso, ¿por qué no?, si el cuerpo del sujeto valía la pena. - ¿Puedo saber el nombre de quien esta noche ha decidido hacerme compañía?- preguntó finalmente con una voz aterciopelada muy característica suya. Dicho eso, colocó su codo en la barra y descansó su mejilla sobre su mano, sin dejar de examinar a su interlocutor.

Editado por Laura H. de Ryddleturn

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Percibió el tono burlón en su voz, pero eso le hizo sonreír. Usar esa clase de tonos era algo a lo que el ex-alumno de Gryffindor acostumbraba, así que no se molestaba cuando lo usaban con él. De hecho, le daba la sensación de que el tiempo que estuviese acompañando a esa mujer le resultaría divertido. Por supuesto, no pensaba quedarse atrás y en el momento en el que tuviese la más mínima oportunidad emplearía esa misma arma. Esa clase de enfrentamientos dialécticos era una de las cosas que más le gustaban, casi tanto como los duelos con varita mágica.

 

Excepto que seas una gran mentirosa, acabarás diciendo que mi compañía es grata —comentó con toda la seguridad del mundo. Estaba convencido de que así sería. Para algunos, su compañía casi debería considerarse como una especie de regalo.

 

Su estrategia de imitarla y pedir lo que ella desease había fracasado. Al parecer ella tampoco tenía muy claro qué quería tomar y prefería que la sorprendiera. Apoyó su brazo sobre la barra mientras pensaba. Pensó que tardaría más en decidirse, pero lo cierto es que muy pronto se le ocurrió qué podían tomar: Vino de elfo. Era un producto hecho por elfos domésticos que todo el mundo catalogaba como muy bueno. Además, le gustaba promover cualquier cosa hecha por esa clase de seres. Cuando uno de los empleados se acercó, le pidió una copa de aquel vino para cada uno.

 

Estaba aburrido, hubiese hablado contigo aunque fueses una acromántula... —dijo con calma mientras la miraba. Aquella mujer tenía el ego por las nubes, así que de momento era mejor que no colaborase a que se le subiera aún más, no por el momento. La noche era muy larga y podía cambiar de estrategia. De todas formas, era innegable de que aquella mujer era atractiva, tenía algo que hacía que fuese agradable mirarla.

 

Al observarla más detenidamente no pudo dejar pasar por alto un tatuaje que tenía en su brazo, pero por el momento no le daría más importancia. Era posible que no compartiesen ideología, pero a día de hoy, era imposible de saber. Se había encontrado con personas que llevaban esa marca y que eran aficionadas a la lectura muggle o querían a sus elfos más que a su familia... Desde hacía mucho tiempo atrás juzgaba por los actos y no por las apariencias. El mundo estaba loco.

 

El empleado por fin colocó las copas en la barra. El joven se acercó una para sí mismo y le acercó la otra a la mujer, para que la probase.

 

Veamos que opina tu exquisito paladar de este vino —comentó con tranquilidad mientras fijaba sus ojos en los suyos. Tenía cosas que le atraían y cosas que le hacían querer irse, la noche iba a ser interesante. Habría que ver que tendría más peso a la hora de la verdad.

 

Ahora llegaba su momento de demostrar su soberbia de la misma forma en la que ella lo había hecho anteriormente. Puede que todo acabase volviéndose una lucha de egos.

 

Aún no he decidido si me pareces lo suficientemente interesante como para que quiera acompañarte mucho rato —habló con una leve sonrisa en los labios. —Pero soy David... ¿tú eres?

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Hacía mucho tiempo que no se reía, pero ese hombre tan curioso la hizo soltar una sincera carcajada cuando escuchó lo de la Acromántula.

 

- ¿Y qué te hace pensar que no soy una acromántula disfrazada?... O quizás algo peor- el humor de ese sujeto empezaba a gustarle, y eso era muy extraño. No sabía nada de él, pero era claro que se trataba de alguien muy seguro de sí mismo, aunque también existía la posibilidad de que estuviera aterrado y sólo aparentara para no ver lastimado su ego masculino. De todos modos, era poco común, pues la mayoría de los hombres con los que se había encontrado salían despavoridos, intimidados por su actitud.

 

Durante una fracción de segundo, los ojos de su acompañante se posaron en el tatuaje que portaba en su antebrazo izquierdo. Amaba llevar consigo esa marca, le hacía sentirse orgullosa que la gente la notara, pues representaba una lucha constante y el éxito en su camino para dejar atrás su pasado y abrirse paso en un mundo en el que si no demostrabas tu valía, cualquiera podría pisotearte.

 

-Vino de Elfo. Nunca había escuchado sobre él- tomó la copa que acababa de ser servida y la examinó con desconfianza- ¿Esto es hecho por elfos o está hecho de elfos? Porque si es lo segundo, creo que es bastante repulsivo- podría parecer una pregunta ingenua, pero en ese momento todo podía ser posible, y ya se había visto de todo en el mundo mágico. De todos modos acercó la copa a su nariz para percibir el aroma del líquido rojo que lucía bastante sospechoso, aún renuente a probarlo.

 

-Te aseguro que no querrás separarte de mí en toda la noche, a menos que seas un cobarde como todos y te intimide estar ante una mujer como yo. En ese caso, sí creo que decidas marcharte muy pronto- aseguró, aunque en el fondo deseaba que David, como dijo llamarse, se quedara un rato más para poder seguirse divirtiendo.

 

- Lilith- mencionó sin más, al tiempo que tendía su diestra para darle un apretón de manos- ¿Y dime, David, qué hace un mago como tú en un lugar como este?- preguntó al tiempo en que acercaba más su banco al del ojiazul, de modo que ahora estaba lo bastante cerca como para que su pierna rozara con las del atractivo espécimen masculino que tenía frente a si- Si lo deseas podemos ir a otro sitio, más privado.

 

Y ese era el punto en el que los hombres salían corriendo. Lilith era consciente de ello y en ese instante se estaba divirtiendo bastante poniendo a prueba a David.

Editado por Laura H. de Ryddleturn

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¿Qué hay peor que una acromántula? —preguntó riendo, sin poder imaginarse nada que fuese más horrible. No tenía miedo a las arañas, pero evidentemente nunca le gustaría cruzarse con una que fuese gigante. Difícilmente podía imaginarse una muerte peor que acabar atrapado en la telaraña de una acromántula mientras se es comido lentamente, saboreado poco a poco. Sólo de pensarlo se le ponía la piel de gallina. No, desde luego que no había muchas cosas peores que esa criatura.

 

Entrecerró los ojos pensativo. Buena pregunta, nunca se había parado a pensar si además de ser hecho por elfos, estaba hecho de elfos. Debería preguntárselo a un elfo doméstico la próxima vez que se encontrase con uno. ¿Considerarían digno ser bebida de humanos una vez que estuviesen muertos? Lo dudaba. Así que en caso de que estuviera hecho de elfo, lucharía para que dejase de hacerse.

 

Hecho por elfos... —hizo una breve pausa. —Lo otro... pues no lo sé, pero no creo, no sonaría demasiado apetecible.

 

Su pregunta no le sorprendía. A fin de cuentas cada vez se veían y se hacían cosas más raras y más extrañas, pocas cosas podían sorprenderle ya. De todas formas, pensar que unos elfos pudieran usar a otros para hacerlos bebida era demasiado perverso. Mejor no pensar en algo así y, por el momento, limitarse a probar el vino que seguro que estaba delicioso. Su color rojo así lo hacía pensar.

 

Sonrió. Podían acusarle de muchas cosas, pero no de cobarde. Si se alejaba de ella esa noche sería por algún otro motivo, pero nunca por falta de valentía. De eso podía estar completamente segura. De hecho, todo aquello que pudiese suponer un riesgo o un reto era más atractivo para el hombre.

 

Estás hablando con un Gryffindor, no sé ni qué significa la cobardía...—comentó con orgullo. Ese tono de orgullo era el que siempre le salía cuando hablaba de la casa para la que había sido seleccionado en su época de estudiante de Hogwarts. Había sido, era y sería por siempre un orgulloso miembro de aquella fantástica casa.

 

Debía reconocer que Lilith, tal y como había dicho que se llamaba, cada vez le caía mejor y no era para nada sencillo que todo fuese tan bien cuando él estaba presente. Le estrechó la mano con educación como forma de saludo mientras comenzaba a contestar.

 

Pues vine por la mañana al Callejón Diagon, vi el sitio y me dije que estaría bien venir ahora a tomar algo. La verdad es que no tenía grandes planes era esto o quedarme en casa... —dijo. No estaba muy seguro de que hubiese estado bien que dijese la palabra casa, pues al fin y al cabo no tenía ninguna. Desde hacía tiempo dormía en hostales, en tiendas de campaña o donde veía, hacía mucho, pero que mucho tiempo que no dormía en Ottery. —¿Y tú? Seguro que me viste entrar y quisiste seguirme... Pero no te culpo por ello, es normal —bromeó con una leve sonrisa.

 

Le sorprendió la cercanía de la mujer que incluso rozaba su pierna con la suya, pero no le molestaba, todo lo contrario. ¿Quién se separaría su una mujer atractiva se le acercaba? Si esperaba que se separase no iba a hacerlo. Soltó una carcajada mientras la miraba primero a ella y luego a su alrededor.

 

¿Acaso hay mucha gente aquí para ti? —preguntó riendo, volviendo a mirar a su alrededor. Literalmente no veía a nadie más, no sabía donde se había metido el empleado que antes les había atendido. —Pero bueno, vale... ¿a dónde propones ir? —preguntó mirándola con interés dejando claro que no iba a echarse a atrás, ni saldría corriendo ni nada parecido.

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-Un Gryffindor, ¿eh?. Siempre he pensado que la gente de esa casa está sobrevaluada- respondió con total seriedad- He conocido a muchos que portaban sus colores con orgullo, e incluso a muchos que se jactaban de pertenecer a la Orden de Fénix, y que acabaron delatando a sus compañeros cuando los tort…- en ese momento se dio cuenta de que podría estar hablando de más y apuró la copa de vino que aún no había probado. -Como sea- continuó- No estamos aquí ni tú ni yo para hablar de nuestros ideales, sino para pasar una linda velada, ¿o no?.

 

-Ja,ja,ja,ja,ja- de nuevo una carcajada- Eres muy gracioso, ¿sabes?. En verdad nunca había conocido a un hombre que me hiciera reír tanto- y era verdad, Lilith no era de las que se reían frecuentemente- Me parece que alguien te ha elevado mucho el ego, mi buen David- agregó dándole una palmadita en la pierna a modo de jugueteo- Por supuesto que no te vi entrar, es más, no te había notado hasta que te acercaste hace un momento.

 

<<In-cre-í-ble>> esa palabra sonó sílaba a sílaba en la mente de la mujer al notar que David conservó la cercanía. ¿Acaso se encontraba frente a un espécimen distinto de hombre? Tal valor lo había encontrado sólo en… ¿Se trataría de otro mortífago?. <<Nooo, ¿cómo va a ser?>> se convenció a sí misma un poco avergonzada; si hace un momento le había dicho que era Gryffindor. Qué locura, probablemente el vino de elfo se le estaba subiendo rápidamente.

 

-No, pero en cualquier momento puede entrar alguien más o el cantinero volver- respondió con una sonrisa pícara, y en seguida se acercó para hablarle al oído- Te diría que a mi casa, pero hace poco que volví de un largo viaje y aún no me establezco, ¿qué te parece a la tuya? Creo que nos vendría bien un poco privacidad “real”- añadió finalmente.

 

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La escuchó atentamente. Su prejuicio acerca de los Gryffindor no le decía nada. En el pasado había tenido discusiones con miembros de otras casas solamente por pertenecer a Gryffindor. Siempre había sentido que los demás le envidiaban. Todo el mundo quería ser un león, pero pocos lo eran en realidad. Lo sorprendente era que sus discusiones no se habían limitado a miembros de Slytherin, personas de las dos otras casas parecían que tampoco lo veían con buenos ojos, eso le había resultado muy desconcertante en el pasado. Ahora, como bien se ha dicho, nada le sorprendía. Por ese motivo, no estaba seguro de cuál sería su casa, pero ya se enteraría.

 

Estaba claro que ella no empatizaba con la Orden del Fénix. El tatuaje había sido una primera clara señal, pero escucharla hablar de algún modo lo confirmaba. Llevaba poco tiempo perteneciendo a ese grupo de magos y su pasado estaba manchando de artes oscuras, así que no sabía gran cosa del pasado de ese grupo. De todas formas, no se sentía inseguro con ella al lado. No la veía como un peligro y su seguridad en sus capacidades mágicas era muy alta. Además, siempre guardaba una apariencia neutral y no pensaba cambiar. Ya tendría tiempo para debatir con ella de esos temas de un modo u otro.

 

Pues la risa es muy importante, ¿sabes? —preguntó con una sonrisa. Siempre había tenido un gran sentido del humor, pero a veces no era muy comprendido por la gente. Le parecía que ella era una chica que se reía con facilidad, pero al parecer no era así, que hoy estaba siendo una excepción. Y la verdad es que le gustaba hacerla reír, se sentía bien. —No hace falta que disimules, estoy acostumbrado a que me sigan —bromeó. Sí, era mentira. Y sí, tenía el ego muy alto.

 

Debería querer estar alejándose de ella, pero lo cierto es que no hacía otra cosa que sentirse atraído. Su cercanía le seguía resultando cómoda, no se sentía para nada intimidado, no era la clase de persona que se intimidaba con facilidad. Quizá su seguridad y sus habilidades para defenderse le hacían ser demasiado confiado, a veces demasiado. No era la primera vez que su ciega confianza le hacían verse en un problema mayor, o en la enfermería.

 

Él no había tenido oportunidad de probar el vino hasta ese momento que dio un sorbo al líquido. El sabor le encantó, aunque no pudo pensar mucho en ello porque el tener tan cerca de su oído a la mujer le hizo olvidarse de todo lo demás. De nuevo, no pudo evitar reír pero como antes, tenía motivos para hacerlo.

 

Si tu... ¿estrategia de coqueteo? —hizo una breve pausa, la pregunta era retórica. —Es porque necesitas un lugar donde pasar la noche... ¡Te has ido a encontrar con la única persona que no tiene casa!

 

No pudo evitar seguir riéndose después de eso, esperaba que su estrategia no fuese únicamente para encontrar un sitio donde dormir, de lo contrario se podía decir que era una de las mujeres con peor suerte del mundo.

 

Yo me muevo... me acomodo en casas abandonadas que reparo con magia, duermo en tiendas de campaña... Que por cierto, debo comprar una nueva —se acordó de ello. Su vida no era para nada rutinaria. Colocó una mano sobre su pierna para ver como reaccionaba, al fin de cuentas ella había sido la primera en acercarse. —¿No te dará miedo a ti quedarte a solas conmigo? —preguntó con tono burlón.

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