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Elviris Pub (MM B: 103956)


Anne Gaunt M.
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Estaba teniendo un mal momento para lidiar con los botones de la capa. Consideró incluso sacar su varita y hacerlos saltar por los aires, pero hasta eso se habría visto exagerado para su gusto. Agradeció con una cabezada la llegada del recipiente con la bebida, la cual se anunció con un ligero golpe sobre la barra de madera. Pensaba que pasaría desapercibido, aunque una voz le llamó la atención. Tanto, que casi se lleva el vodka en el proceso.

 

-¿Qué...ah? -balbuceó, sosteniendo el vaso de cristal con una mano, y el ocho negro con otra. -Oh, lo siento, esta cosa siempre me hace sentir como un pescado frito en lugares cerrados.

 

Sabiendo que daría la impresión de que estaba haciendo un par de malabares, dejó levitando la bola de billar sobre la barra, con un toque de su varita, y siguió sosteniendo su bebida. Al final, logró desabotonar la capa, por lo lució su playera polo de manga larga, de una tonalidad azul como el cielo estrellado mismo. Escuchó algo sobre repetición, por lo que dedujó que habría otra ronda. A considerar, porque la última vez que había consumido tanto alcohol en una sola ocasión, había terminado haciendo una pésima guardia en Borgin & Burke.

 

-Me parece que no. ¿O sí? Digo, no es como que sea alguien muy ubicado en Londres. Mi nombre es Aldrich Black Lestrange.

 

Ladeó la cabeza ante la pregunta, pues no se la esperaba para nada. Notó que había mirado su antebrazo durante el forcejeo con la capa, pero no le preocupó el hecho de que hubiera alcanzado a ver su piel. El tatuaje lo había conjurado para que sólo los miembros de la Marca Tenebrosa pudieran verlo. ¿Acaso era una de sus compañeras de bando?

 

-¿Salud? -inclinó su vaso en torno a su interlocutora, acomodando sus gafas sobre la nariz para poder observarle.

 

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TAC

 

El ruido sordo de sus zapatos sobre la piedra fue lo unico que delato la aparicion de la bruja en el callejon. Para suerte de Evedhiel su espalda decidio posarse sobre la pared al mismo tiempo que sus gelidos ojos buscaban entre la multitud, apresurados, como si aun no estuviese segura de que no la seguian.

 

Cuánto tiempo había pasado? meses? años?.... La última vez en Londres fue justo antes de embarcar hacia America. Aberforth le había prometido una aventura, y ella, ajena a todo el mal del mundo lo siguió pensando que no había nada peor en la faz de la tierra que aquellos que se escondían bajo mascaras.

Poco sabía de su ingenuidad entonces.

 

El intenso olor a te del viejo continente mezclado con el espesor vacío de las miradas inquisidoras de aquellos que pasaban a su lado la hizo volver de su ensimismamiento. Su ropa.

Su apresurada marcha rumbo de vuelta a... casa? casi parecía una redada mas que una marcha voluntaria. Se acicaló el pelo como pudo en una coleta alta, dejando sueltos varios cabellos dorados alrededor de sus mejillas. Con un gesto de Nïnde, su varita, arreglo su falda negra de tubo y procuró que su capa de viaje envolviese las maletas que acarreaba.

 

Necesitaba pensar. que año era?

 

-oh.. come on! Evedhiel, sabes que año es...- se dijo a si misma mientras se mezclaba andando entres la multitud.

 

Quién era el ministro de Magia? Tanto tiempo involucrada con MACUSA casi la habían hecho olvidar sus orígenes Y la orden...? seguiría en pie?... y los mortífagos?

 

Hacia tanto tiempo que se fue que aun le resultaba raro el pensarse de vuelta. Caminaba casi sin rumbo hasta que se dio de bruces con el letrero frente a ella.

 

Elviris Pub-leyó en su mente. Genial... música alta y bebida justo lo que necesitaba para...- La visión de un ejemplar de "El profeta" a través de una de las ventanas cortó los pensamientos de la joven y antes de darse cuenta ya estaba dentro de la sala inundada de sonidos tintados de Rock.

 

A la izquierda, dos figuras se sentaban en la barra, un hombre y una mujer. Evedhiel se sintió incomoda con la idea de que ni siquiera habiía saludado por educación

 

-Quién eres tú y que has hecho con mi hija?- casi podía oir la voz de Sally en su cabeza quejándose por sus modales.

 

Sus ojos solo veían un titulo.

 

Se dejó caer sobre una de las sillas de la barra, hipnotizada por la lectura de aquel esclarecedor momento. Por supuesto no esperaba encontrar noticias de bandos en el profeta, pero necesitaba situarse.

 

No separó sus ojos del periódico hasta que había deborado cada sílaba de aquello que la hiciese situarse en el tiempo. Cuando volvió en si, casi pálida, bajo su capucha y se dirigió al camarero.

 

-Un whiski de fuego, por favor.- Se silenció como dudando:Jamás había bebido. Ni sabía si quiera si le gustaba el whiski. Pero después de leer aquello, lo necesitaba.

 

-Doble- añadió

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El chico parecía algo desubicado, aunque su rostro seguía resultándole familiar, así que la Gaunt se mantuvo a su lado sin perder detalle alguno de sus movimientos. Por fin se despojó de la capa tras hacer una referencia al pescado frito que hizo que se le escapase una casi imperceptible sonrisa y luego se presentó. El apellido sí le era conocido.

 

Black Lestrange... conozco tu familia, aunque no tanto a ti. No me suena tu nombre, si te soy sincera, y conozco mucha gente por aquí. ¿Eres nuevo en Londres, Aldrich? —inquirió. Además, hizo una pausa en la que aprovechó para beber un trago de gintonic algo más abundante de lo que había calculado en un principio. Después soltó nuevamente la copa y decidió tranquilizar al joven aunque fuera parcialmente, pues notaba una sensación extraña en él que bien podía ser incomodidad—. Tu familia me acogió cuando me mudé aquí, a Londres, hace ya muchos años. ¿Qué tal está Mía? Salúdala de mi parte cuando la veas por la mansión, hace mucho que no sé nada sobre ella. Claro, que la que ha estado viajando hasta hace poco soy yo —añadió, más para sí misma que para el joven.

 

El sonido de la puerta seguido por una ráfaga de aire fresco la hizo girarse para observar al recién llegado. Se trataba de una mujer que, en principio, no parecía llamar la atención más de lo necesario. Pero Anne se fijó momentáneamente en sus ojos y, cuando vio que se sentaba en la barra algo alejada de donde estaban ellos y fijaba su vista en un ejemplar de El Profeta, se dio cuenta de que parecía buscar alguna información. O quizás no, era difícil de saber desde su posición. Estuvo tentada de acercarse pero decidió respetar su momento de lectura, así como no dejar colgado al joven Black Lestrange, al que enseguida devolvió la atención.

 

Le sonrió al ver cómo levantaba su bebida. Tomó la suya e imitó su gesto.

 

Salud, joven —le respondió. Luego bebió y volvió a soltar la copa, ya peligrosamente menguada en contenido—. Y cuéntame, ¿vienes mucho por el pub? Es un antro bastante aceptable, si me permites la opinión —comentó, en un intento de animar al chico a hablar un poco más con ella. Hacía tanto que no se relacionaba con alguien por temas distintos a los laborales que no estaba segura de si había perdido su habilidad social. Si es que la había tenido alguna vez. Aquel pensamiento casi la hizo soltar una carcajada, pero aguantó el tipo y mantuvo un gesto neutral, aunque sus ojos grises sí brillaban con un toque divertido. El gintonic empezaba a hacer sus efectos.

 

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Mientras tanto...

 

***********

Zeta se percató casi inmediatamente de que había entrado una nueva clienta. Lo primero que hizo fue sentarse en la barra y ponerse a leer, así que esperó un poco antes de presentarse ante ella para preguntarle si quería tomar algo. En su lugar, se dirigió a una esquina del local para recoger algunas copas vacías que habían dejado sobre una mesa. Podía hacerlo mágicamente, por supuesto, pero le resultaba más cómodo caminar de vez en cuando para evitar estar siempre en el mismo sitio.

 

Al cabo de un rato, cuando ya había regresado y las copas desfilaban una tras otra colocándose en una estantería bajo la barra después de que él las hubiese limpiado, escuchó una voz que le pedía un whisky de fuego. Era la mujer recién llegada.

 

Marchando —exclamó para indicarle que la había oído. Un giro de varita bastó para que un vaso se llenara con el pedido. Lo tomó y se lo colocó enfrente, dedicándole una de sus encantadoras sonrisas—. Aquí tiene, guapa.

 

Guardó silencio durante unos segundos, debatiéndose entre si debía alejarse o permanecer allí un poco más. El local estaba tranquilo, parecía que nadie reclamaba su servicio. Así que tras mirar que Anne estuviera entretenida, posó sus ojos oscuros en la mujer.

 

No te había visto antes por el pub, ¿es la primera vez que vienes por aquí? De ser así, a ese trago invito yo.

 

@Evedhiel

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-Se podría decir, me considero un Black Lestrange un tanto extranjero. Y estuve fuera por un par de años; mantener un bajo perfil es más difícil en Norteamérica que aquí, me temo.

 

Aquello, era cierto. Había llegado a Londres hacia, ¿nueve años? Procuró no situarse bajo radares de interés en la búsqueda de su familia, la cual finalmente lo llevó a aparecerse en la mítica casona. Las palabras de la joven evitaron que cayera en la divagación e hicieron que olvidara la situación relativa a la capa. Le llamó la atención el hecho de que ella también hubiese llevado el apellido en cierto momento, así como la mención de Mía.

 

-Oh, ella está bien, creo. No le veo mucho, por sus obligaciones en Gringotts. Y es mi madre, a todo eso, ¿qué loco, no? -inquirió, emitiendo una ligera risa nerviosa. -Viajar siempre ayuda a uno para despejarse, reponer energías.

 

Giró la cabeza como la mayoría de los comensales cada que entraba un cliente al local. Se trataba de una mujer que al parecer no quería hacer mucho revuelo, pues al poco tiempo ya se encontraba sentada leyendo lo que suponía era un periódico. Al escuchar la respuesta a la invitación para consumir de sus bebidas, le dio un trago al vodka. Sintió la quemazón en su garganta, teniendo que masajearla con suavidad durante unos minutos, pero a cambio, se olvidó de que estaba resfriado. Aclaró su voz.

 

-La verdad, el lugar me agrada bastante, porque me recuerda un poquito a Nueva Orleans, ¿lo has visitado? Aunque, la última vez que estuve aquí, las cosas se salieron de control, lo evité por miedo a otra situación.

 

Encogió los hombros, sin molestarse a recordar del todo el incidente. Se había suscitado hacía meses, por lo que ya era cosa del año pasado. Aspiró un poco la esencia del licor ruso, depositando el vaso sobre la barra para darle un poco de descanso. Si continuaba así, en breve tendría las mejillas y el borde de los ojos tan colorados como un camarón.

 

-¿Puedo preguntar, ¿cuál es tu nombre? -inquirió, apoyando el codo derecho sobre la superficie de ¿roble? Quizá había excedido un poco la confianza al preguntar, aunque siempre era un tanto curioso al conocer a otras personas. Más aún, si habían formado parte de su familia sanguínea.

 

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La copa apenas rozo sus labios y casi se habia arrepentido de su opinion. El olor a especias mezclado con inconfundible alcohol añejo de mandragora la recordo a la mansion Dumbledore y su epoca como profesora de Hogwarts.

 

No te había visto antes por el pub, ¿es la primera vez que vienes por aquí? De ser así, a ese trago invito yo.- Dijo el encrgado de la barra. Su sonrisa amable y gesto coqueto sacoó a Evedhiel del retazo de la memoria.

 

-Así es.- Mintió mientras se sonrojaba- Pero debe de ser un error por mi parte si siempre se saluda de esta manera tan amigable- dijo mientras le daba el primer sorbo al whiski.- Gracias, añadió guiñando un ojo con gesto divertido.

 

Puaj- Pensó la chica intentando disimular su gesto mientras el licor amargo bajaba por su garganta y ardía.

 

Quizás y estaba equivocada. Quién sabe? el último local que recordaba frente a Gringotts ardía en su mente bajo la sombra de la marca Tenebrosa.

 

-Vas a pensar que estoy un poco loca pero, digamos que... llevo años sumergida en mi propio pensadero, y acabo de regresar y estoy intentando ponerme un poco al dia- la chica señalo al periodico frente a ella-. Quizás podrías aclararme quien es ministro de magia?- pregunto mientras jugueteaba con sus dedos y posaba su mirada distraida en la copa en su mano

 

-Un sorbo y ya estas preguntando demasiado Evedhiel!, será mejor que dejes la copa a un lado. pensó

 

La música sonaba de fondo. Al otro lado de la mesa el mago y la bruja que Evedhiel había notado antes seguían sumergidos en su conversación.

 

La maleta oculta por el encantamiento bajo su capa pesaba en su hombro. Necesitaba ir a casa... si supiese a qué exactamente llamarle casa.

 

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Había algo en la respuesta de Aldrich que la inquietaba, pero decidió mantenerse firme en su determinación de no usar la Legilimancia a la ligera. Rosália había sido muy tajante en ese aspecto, y en cierto modo la intimidaba la idea de que la arcana supiera que aprovechaba sus conocimientos para aprovecharse de los demás y tomara cartas en el asunto. Aquellos ancianos la hacían sentir un respeto mayor que cualquier otra cosa en el mundo. Así que decidió dejarlo estar, ya tendría tiempo de investigar un poco más sobre aquel muchacho.

 

Las referencias que hizo sobre Mía la alegraron, y se sorprendió al saber que era su madre. Rió y sacudió la cabeza.

 

Qué loco, tienes razón. A mí me acogió... una de sus hermanas, creo que era. Pero dejó Ottery hace muchos años, así que muy posiblemente no sepas nada sobre ella —recordar a Litah le hizo sentir una especie de cálida sensación en el pecho, había querido mucho a aquella mujer—. ¿Nueva Orleans? No, no he tenido el gusto. Yo viajé hace poco a Egipto... aquello sí que es una locura. Aunque claro, depende del lugar al que vayas... concretamente al que yo fui, no sé cómo conseguí salir —le respondió, encogiéndose de hombros. Y así había sido. Su intento por perfeccionar el arte de creación de varitas la había llevado hasta aquel país en busca de una madera que, según había leído, tenía propiedades mágicas de lo más extraordinarias. Pero claro, la búsqueda la había hecho adentrarse en una pirámide más protegida de la cuenta que la había llevado a tomar decisiones que la habían terminado llevando hasta el Ministerio egipcio de magia. Y habían terminado en términos poco amistosos.

 

Bebió un sorbo más de gintonic y el tintineo del hielo en el vaso le indicó que acababa de terminarse la segunda ronda. Frunció el ceño, mirándolo fijamente.

 

¿Las cosas se salieron de control aquí? No me extraña, más de una vez he venido y no nos quedaba ni un taburete con todas las patas en su sitio. En ocasiones, el alcohol hace más magia que nuestras varitas —bromeó, soltando una risita entre dientes. Luego miró al chico, que ahora le preguntaba por su nombre. Asintió con la cabeza sin perder la suave sonrisa que había dibujado en sus labios un poco antes—. Claro que puedes preguntar, yo lo he hecho primero. Me llamo Anne Gaunt, y es un placer conocerte, Aldrich —se presentó, estirando la mano izquierda hacia él con la idea de estrechársela—. Una vez sabemos quiénes somos cada cual dime, ¿a qué te dedicas? ¿Trabajas en el Ministerio? ¿O te buscas la vida por tu cuenta?

 

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**********

Zeta sonrió ampliamente a la mujer al ver su guiño de ojo cuando alguien alzó la voz para llamarle la atención. La miró fijamente durante unos instantes.

 

Tardo un minuto en volver.

 

Y así fue. Se acercó al extremo de la barra desde el que lo había llamado y sirvió las copas que le pedían. Luego regresó junto a la mujer, que no parecía tenerlas todas consigo respecto al whisky. O quizás simplemente se lo había imaginado, por lo que dejó pasar aquella impresión.

 

¿Que... que quién es el Ministro de Magia? —repitió él, un poco confuso. Cuando le había dicho que pensaría que estaba loca no se imaginaba que le seguiría una pregunta de ese tipo. Sin embargo, recobró la compostura inmediatamente y volvió a sonreír—. Oh sí, es Crazy Malfoy.

 

Dejó que pasaran unos segundos para que la mujer pudiera pensar en su respuesta, si es que había algo en qué pensar. Desde luego, él se había quedado descolocado con aquella cuestión, aunque no llevaba tanto tiempo en Londres como para imaginar porqué alguien no debía reconocer aquel dato. Miró de reojo a Anne, que seguía inmersa en una conversación con un muchacho. Posiblemente viera a aquella mujer desde una perspectiva distinta a la que veía él. Volvió a prestarle atención a la joven.

 

Cuando hablas de haber estado inmersa en tu propio pensadero... ¿a qué te refieres? ¿Cuánto tiempo has estado ausente de... por aquí?

 

@Evedhiel

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¿Que... que quién es el Ministro de Magia? . Oh sí, es Crazy Malfoy.

 

La chica respiró aliviada. Aberforth y ella no habían jugueteado tanto con el pasado a pesar de todo.

 

Le dió otro sorbo al whiski de fuego. Esta vez casi de celebración.

 

 

Cuando hablas de haber estado inmersa en tu propio pensadero... ¿a qué te refieres? ¿Cuánto tiempo has estado ausente de... por aquí?

 

Definitivamente el alcohol había entorpecido la capacidad de la bruja para decidir que contar y que no. Eso o que en aquel momento sonaba " Do I wanna know" de los artics Monsters. El resultado fue que tuvo que seleccionar imagenes y montarlas en su cabeza para no dar demasiado que pensar"

 

-Já!- dijo riendo- dos tragos de whiski y una mirada coqueta y ya quieres descubrir los secretos de mi pensadero!?- al menos esperaba una cena... invitación formal a conocer tu linaje familiar y la mitad de tu bóveda- dijo la chica en tono de burla.

 

Sonrió de manera amistosa al chico y añadió

 

-La ultima vez que mis pies tocaron el callejon Diagon fue hace 7 años Mi abuelo Aberforth solía inmiscuirse en todo y nada relacionado con el ministerio la magia y... y bueno yo le seguía como fiel admiradora.- se sonrió recordandose- En aquella ocasion teníamos la inocente idea de que sabíamos el paradero exacto del "desaparecido" Albus Dumbledore y bueno...- la chica se paró en seco.- Hace muchísimo tiempo de aquello. Desaparecimos en un armario. Y desde entonces... digamos que a MACUSA no le hizo mucha gracia que andasemos metidos en muebles.-

 

já pensó para si misma. Visto así la cosa no parecía tan grave.

 

Sabía que había contado demasiado, asi que intento retomar el rumbo de la conversacioón hasta un lugar seguro.

 

-Estoy buscando familia adoptiva. Alguna recomendación?-

 

La chica pasó la mirada de nuevo sobre la portada de "El Profeta" y se sorprendió al leer Ishaya como director del mismo. Algunas cosas nunca cambian. Sonrió

 

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Al escuchar sobre una de sus posibles tías y la posibilidad de que la conociera, negó con la cabeza; su árbol genealógico estaba enredado a más no poder, y del grupo que conocía, una diminuta cantidad lo había querido exterminar en el primer intento. Vaya familia tan peculiar, pensó, intentando relajar su expresión para no aparentar que ocultaba algo.

 

-Wow, Egipto...siempre lo he querido visitar. -esbozó una media sonrisa ante la idea de dirigirse a un paraje más peligroso a comparación de lo que estaba acostumbrado. -Imagino que siguen dando excursiones a algunas pirámides. Aunque, si hay plagas de escarabajos, no dudaría que la situación se salió de las manos.

 

El que encogiera los hombros y después procediera a tomarse su bebida hasta el fondo, le pareció un tanto peculiar. Aunque uno necesitaba darle tantas vueltas; los egipcios eran de los hechiceros más poderosos jamás conocidos, aunque dudaba qué tanto rivalizaran con los llamados Uzza o los Arcanos, de los cuales no tenía mucha idea. Detuvo sus conjeturas al escuchar su reacción respecto a los incidentes en el pub. Se esperaba que fuera vetado, pero no fue así.

 

-El placer es mío, Anne. -tendió su mano izquierda para estrechar la de la Gaunt. -Debo admitir, no había escuchado tu apellido en un largo tiempo, además de que no conocía a ningún miembro de tu familia hasta este momento.

 

Rumores, desde luego. Durante su juventud en Norteamérica, llegó a sus oídos esa creencia de que algunos miembros de la familia de Morfin habían arribado al Nuevo Mundo a probar suerte, mientras sus raíces en Reino Unido preferían evitar llamar demasiado la atención. Sacudió la cabeza al escuchar que entraban al tema de los empleos; su cambio aún era reciente.

 

-Tengo un pequeño negocio de mensajería en conjunto con alguien más. De igual forma, soy empleado en el Departamento de Cooperación Mágica Internacional, recién transferido desde Criaturas. ¿Qué hay de ti? Si puedo saber, desde luego.

 

Y sin una pizca de conocimiento en Leyes Mágicas, prefiero seguir lidiando con dragones. Esbozó una de esas sonrisas que uno hace cuando quiere hacerse el gracioso en el momento en el que le toman la foto.

 

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  • 2 semanas más tarde...

Zeta sirvió un par de bebidas más mientras esperaba una respuesta de aquella misteriosa mujer. No se molestó en desplazarse de la barra, sino que las envió por el aire mágicamente hasta el lugar en el que estaban los clientes.

 

Soltó una carcajada con la respuesta de ella, muy ocurrente. Se encogió de hombros fingiendo inocencia.

 

Ni mi linaje ni mi bóveda te iban a interesar, te lo garantizo —le respondió él con sencillez—. Lo de la cena sí podemos estudiarlo, fíjate, aunque tengo horarios complicados aquí en el pub —añadió. No acostumbraba a comportarse así con los clientes, menos cuando Anne rondaba por la zona. Pero había algo interesante en aquella mujer.

 

Guardó entonces silencio para escuchar lo que siguió explicándole. En realidad, no podía ubicar mucho de lo que le decía, pero igualmente la escuchó con atención. Sí se sorprendió al saber que había estado involucrada con el MACUSA, así como al saber que habían entrado por un armario. Sonaba a historia épica... y también a que escondía muchos detalles que no podía o no debía contar. Aún así, se permitió soltar una carcajada y sacudir la cabeza.

 

Suenan a siete años muy intensos, la verdad. Me recuerda a las veces que mi jefa se mete en líos... hace no mucho, según me contó, tuvo algunos conflictos con el Ministerio de Magia egipcio, ni más ni menos. Admiro a mujeres como vosotras, que no teméis andar de aquí para allá investigando y... bueno, a saber qué más hacéis.

 

Limpió algunos vasos vacíos de la barra y luego regresó con su improvisada acompañante. Meditó unos segundos sobre su última pregunta y, sin vacilar, le respondió.

 

Si te digo la verdad, llevo poco más de cuatro años aquí, en Londres. Sin embargo, no me relaciono apenas con nadie que no entre al pub, mi vivienda está aquí —señaló con la cabeza el techo, indicándole que había un apartamento superior que él ocupaba—. Cuando no quiero estar aquí solo, voy a casa de mi jefa. Es... ella —señaló a Anne, que estaba inmersa en una conversación con otro chico en el otro extremo de la barra—. No es la mujer más sociable del mundo, para qué te voy a engañar. Pero sí sé que permite a los forasteros que le inspiran confianza vivir en su castillo cuando no tienen adónde ir. Si quieres ayuda al respecto para buscar alojamiento o familia... te recomiendo que hables con ella. Seguro que os lleváis bien —añadió, aunque realmente no estaba del todo seguro de ello. Anne era tan rara como un perro verde, pero siempre se mostraba educada. No tenía porqué hacer la excepción con aquella chica.

 

@Evedhiel

 

 

 

*****

Sonrió a Aldrich con sinceridad, sobre todo cuando escuchó que no había oído hablar de su apellido desde hacía mucho tiempo. Lo imaginaba, eran una familia antigua y ancestral, pero no especialmente prolífica, por lo que no eran muchos en Ottery. Aunque aquella cuestión nunca la había preocupado.

 

Tienes razón, no somos muchos. Aunque creo que tenemos parientes fuera del país... no te lo puedo asegurar, conocí mis raíces Gaunt hace poco menos de cuatro años. Mi padre no era precisamente un modelo paternal, de hecho apenas le conocí salvo para heredar de él la familia. Así que tengo un castillo y un apellido con una gran tradición histórica que me esfuerzo a diario por comprender —le explicó. No estaba segura de porqué lo hacía, no le conocía como para contarle nada sobre ella, pero había algo en él que le inspiraba confianza.

 

Aldrich le habló entonces sobre sus ocupaciones. Tenía un negocio, según le explicó, y trabajaba en Cooperación Mágica Internacional. Ella asintió conforme le iba contando y, con aquel último detalle, sonrió ampliamente.

 

Es un buen departamento, si los egipcios me fastidian mucho la vida te avisaré para que me eches una mano —le dijo en tono burlón—. Al margen de eso lo conozco bastante bien, mi hija fue directora del departamento hasta hace relativamente poco. Y una buena amiga lo fue antes que ella... así que lo he visitado a menudo. Pero nunca he trabajado allí, en realidad. ¿Por qué pediste el traslado desde Criaturas? ¿No estabas cómodo allí? —añadió, interesándose por el cambio. Luego recordó lo que le había dicho sobre el negocio—. Así que tienes una sociedad, vaya. ¿Y dónde queda el negocio? ¿Está aquí, en el callejón Diagon?

 

Tal y como había imaginado, le tocaba responder a ella. Sopesó lo que debía contar y lo que no era necesario referir.

 

Claro, es lícito que sepas sobre mí del mismo modo en que yo pregunto por ti —le dijo. Alzó ambas manos ligeramente durante unos segundos y las dejó caer sobre sus piernas, palmeándose sonoramente al apoyarlas—. Bueno, yo también soy empresaria, tengo tres negocios aquí, en el Diagon, todos dedicados a la hostelería. Bueno, éste es un pub... tú me entiendes —rectificó, señalando el Elviris con un gesto de cabeza—. Además, me dedico sobre todo a estudiar sobre todo lo posible, en eso invierto la mayor parte de mi tiempo y me valió un puesto en el Consejo de Warlocks del Ministerio de Magia, que es mi trabajo principal —explicó finalmente, sin entrar en detalles. Bebió un sorbo más de gintonic y se dirigió hacia el billar mágico—. ¿Juegas?

 

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Si te digo la verdad, llevo poco más de cuatro años aquí, en Londres. Sin embargo, no me relaciono apenas con nadie que no entre al pub, mi vivienda está aquí —dijo el chico señalando su hogar—. Cuando no quiero estar aquí solo, voy a casa de mi jefa. Es... ella . No es la mujer más sociable del mundo, para qué te voy a engañar. Pero sí sé que permite a los forasteros que le inspiran confianza vivir en su castillo cuando no tienen adónde ir. Si quieres ayuda al respecto para buscar alojamiento o familia... te recomiendo que hables con ella. Seguro que os lleváis bien —añadió el chico.

 

- Tu jefa suena a mujer de armas tomar- Evedhiel sonrió agradecida por la respuesta de Zeta.- Si es así seguro que si que nos llevaríamos bien.

 

Desde luego el chico no había elegido mejor su profesión. Inspiraba confianza e imaginó que en sus años como camarero había lidiado con diferentes tipos de personalidades. Algunas menos agradables que otras. Y aún así no lo veía el tipo de persona que juzgase a sus clientes por la manera en la que se le acercasen.

 

El hecho de que reconociese faltas en su jefa y fuese capaz de reconocerlo de la misma manera que sus virtudes indicaba confianza entres ellos, y por la manera idolatrada que el chico parecía mirarla de tiempo en tiempo quizás vestigios de algo más.

 

Evedhiel suspiró con añoranza. Y sacó de su bolsillo un reloj de mano algo desgastado y con unas inscripciones en el.

 

-Gracias por el trago. Me temo que si bebo más voy a acabar desvelandote todos mis defectos.- Evedhiel adecentoó su tunica mientras se levantaba del taburete y dejaba el periodico en la barra.- Y entonces, qué vamos a dejar para esa cena?- dijo guiñándole un ojo.-

 

-Ha sido un placer conocerte Zeta. Sin duda nos vemos pronto. Espero que para entonces me tengas alguna que otra historia interesante que haya pasado aquí y algún whiski algo menos fuerte que este- dijo la chica mientras se cubría la cabeza con la capucha.

 

Le dedicó una última sonrisa y alzó un saludo al aire antes de salir del local.

 

Empezaba a nevar en el callejó y tenía algo que hacer. Llevaba tiempo postponiendolo. Mejor ahora que el whiski aún estaba en su cabeza que más tarde cuando se arrepintiese de haberle guiñado un ojo a modo de coqueteo a Zeta.

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