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Libro de los Druidas


Badru
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La vampiro alzó una ceja observando a aquel personaje y dejó escapar un suspiro de pesadez, como si fuera a tomar paciencia y sus párpados cayeron a la mitad de los ojos

Magnífico

Aquel ser era calado probablemente del mismo tipo del mago que había intentado enseñarle acerca del Libro de la Fortaleza y se olvidó de la persona que estaba con ella (ahora entendiendo que eran "compañeras" de curso según lo que decía el otro ser) y se contuvo de pasarse una mano por el rostro.

Nada más contrariante que el pasar del Libro del Equilibrio, uno que había empujado su naturaleza a explorar todo lo contrario de lo que solía ser la vampiro... a lo que ahora se veía, como lo que iba a ser un largo trayecto pesado.

Pero bueno, así como en aquel entonces... escalón era escalón

Lástima que no le serviría el truco de planear en el aire como le había enseñado su anterior maestro para pasar de un día a otro. Tenía la impresión de que si no se terminaban matando el uno al otro en ese lugar, podría considerarse alguna clase de victoria...

Qué tenían los maestros de los libros que siempre tenían que dejar escapar esa aura agresiva contra todo?

O al menos, una buena parte...

-No creo que esto se considere baratija, cierto?

Dijo esta vez cambiando su tono de voz por uno más frío y algo sonriente, mientras que movía la varita entre los dedos. No recordaba que hubiera clases sin esta a la mano, a menos que se contara a las de Umbridge...

-No puedo responder por mi actual compañera pero yo vine por lo obvio -hizo una pequeña mueca y ladeó la cabeza antes de sacar el libro y moverlo un poco de lado -es lo que sigue. No tengo respuestas profundas o filosóficas y lo que más recuerdo de los druidas en la hoz y las gracias que se pueden hacer cuando se usa en el momento apropiado... aparte de eso, mi interés son las aplicaciones en pociones así que...

Volvió a ver el libro un segundo antes de guardárselo de nueva cuenta bajo la capa, moviendo la cabeza hacia Mackenzie para darle lugar a esta

Era obvio que la Snape y el Uzza no se iban a llevar bien de ahí hasta el final

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- Perdón, no le entendí bien, ¿arcoqué? No sé muy bien de qué habla.

 

No era del todo mentira, realmente no sabía muy bien de lo que hablaba el Guerrero Uzza. Naturalmente, sí había entendido la palabra arqueomaga, pero se había quedado tan pasmada que realmente le costaba comprender. La arqueomagia era una ciencia secreta y más aún los que la profesaban. No recordaba haber tenido nunca un desliz que le llevara a hablar de arqueomagia o a reconocerse ella misma como arqueomaga ante nadie que no fuera uno de los suyos. Además, que Badru lo hubiera comentado con tal desenfado y naturalidad, como si decir que alguien es un arqueomago fuera igual que decir que alguien tiene un comercio en el Callejón Diagón, la llenaba de preocupación.

 

No eran gratuitos ni baladís los motivos por los que la arqueomagia es una ciencia secreta. Muchos investigan la magia antigua, pero ser Arqueomago es más amplio que ser un investigador de magia antigua. El misterio es innato a la magia antigua y no todo el mundo comprende bien los misterios arcanos. La dualidad es necesaria, no se puede cortar su parte oscura, sin romper con ello, lo que hay de bueno y luminoso en ella. Pero no todo el mundo es capaz de comprender la dualidad de las cosas como hacen los arqueomagos y muchos abogarían por suprimir cualquier vestigio de magia oscura con el que la magia antigua pudiera estar relacionada. Pero además, la arqueomagia no sólo es un conocimiento, es también una habilidad. El conocimiento que aporta permite disponer de capacidades que los demás magos no tienen y, a la vez, la habilidad se manifiesta en la comprensión de las fuerzas de la sincronicidad. Si los Arqueomagos trataran de explicar su habilidad a aquellos que no lo son, serían malinterpretados y perseguidos. Al margen de que -aunque a Mackenzie no le gustara reconocerlo- les quitaría capacidad de maniobra política.

 

En definitiva, que si ya de por sí era desconcertarte y decepcionante que Badru la hubiera reconocido con el aspecto tan cambiado que lucía, resultaba en extremo preocupante que la identificara como arqueomaga o siquiera que Badru pudiera alguna vez haber oído algo de Arqueomagia. Por muy versado que fuera Bardru en las artes guerreras, estaba claro a muchas leguas que capacidades arqueomagas no poseía ninguna.

 

- El propósito que me trae a este Oasis es aprender con un Guerrero Uzza el conocimiento del Libro del Druida -respondió Mackenzie a la pregunta de Badru.

 

Realmente era la verdad y no había otro motivo. A Mackenzie le interesaba aprender los hechizos del libro y el rollo de las vinculaciones impedía que pudiera leerlo y estudiarlo por su cuenta. Además, aunque la mayoría de las veces los Uzzas resultaran insufribles, aprenderlo con uno de ellos, sin duda alguna, sería un plus.

 

Cuando Badru les indicó que dejaran atrás todas las baratijas que no tuvieran que ver con el libro en cuestión, observó que éste se había visibilizado y podía ya leerlo. ¡Por fin! Hizo un atillo con el resto de cosas que no correspondían al libro y no le fue difícil abrir un portal al pasado, - bastante minúsculo, pues era el primer portal que abría con un Fulgura Nox -, donde dejó a buen recaudo y en lugar conocido y seguro, el resto de cosas.

 

Cumplidas las primeras condiciones del Uzza, esperó a escuchar las siguientes indicaciones.

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Badru esbozó una sonrisa de ironía, oportunamente cubierta por el velo en su rostro, mientras se llevó la mano al pendiente en forma de aro anodino, que solía llevar desde las más cruentas batallas libradas años atrás, y que ahora eran tristes recuerdos. Llamó su atención el primer intento por parte de la ex viceministra de la Malfoy para abrir un portal. Fulgura Nox no era cualquier disparate, y a la vez, la mayoría de sus estudiantes lo tenía un muy alta estima. Razón por la cual, era el hechizo que se dejaba al final, sin tentaciones.

 

Con todo, era normal, dado el poder mágico que podía concentrar la ex viceministra, que hubiese tenido éxito. Le complació saber que fue honesta con su propósito, muy en contraste con el comentario de la Snape. Era una situación muy similar a dos estudiantes que había tenido en el pasado, cada quién con su propia percepción, y sin mucho interés en ahondar en sus propósitos.

 

¡Se ha revelado el poder! Enhorabuena. concedió, dando vueltas alrededor de sus dos pupilas, para después situarse a sus espaldas, a un metro y medio de distancia, cual guía discreto. De inicio se podrá ver que es muy breve. Muchos se van sólo por el Haz de la Noche, y es una pena. Confío en que no será el caso.

 

Retomó sus andares, ahora acercándose al Árbol del Fuego, elegante y altivo aún ante el inminente abandono. Pasó una mano por el tronco, rozando la madera por una última vez. ¡Cómo extrañaría esa plaza! Hayame no había abierto el libro, y lo veía como un trámite. No la podía culpar, tenía un sinfín de estudiantes así antes de ella. Sería flexible con eso, sin mucha expectativa.

 

Si ha venido por un interés en Pociones, bueno, lamento decepcionarle con el poco contenido que encontrará. No obstante, el Lirio de Fuego, una planta que crece en lugares peculiares, tiene una aplicación en la creación de una plasta muy adhesiva. Claro que, no a muchos les gusta untarse algo en la piel y luego andar exhibiéndose como un híbrido de araña.

 

Dio un largo suspiro, dirigiendo la mirada hacia la arena que rodeaba sus pies desnudos. Acto seguido, señaló el vasto desierto que se extendía fuera del Oasis Uzza, un paraje inhóspito para la mayoría de criaturas y seres mortales. Sus pisadas lo hicieron situarse a la par de sus dos estudiantes, como una triada de expedicionarios.

 

Ustedes son las últimas estudiantes que pisarán estos terrenos, por lo que veo. señaló lo ya obvio. Vamos a tener una pequeña caminata hacia el volcán que queda más allá del desierto, por el recuerdo. Bien podría abrir un portal, llevarlas a la cima y asunto arreglado, pero creo que no vinieron a eso. ¿O sí?

 

Gracias a sus habilidades con las transformaciones, hizo mutar las ropas que vestía, dejando la túnica hecha por duendes en el olvido, y dando paso al peto que cubría gran parte de su pecho y hombros, las grebas que resonaban a cada paso que daba, y el pantalón corto que completaba el conjunto. Para ese tipo de paseos, optaba por vestir más ligero.

 

Así, les dio tiempo de que se prepararan y dieran hojeada al libro, con opción a negarse, desde luego, y emprendió la marcha con la premisa de cuestionarles sobre lo que habían leído.

 

En el libro, habrán visto hechizos que están íntimamente relacionados con el manejo del fuego, o con las variedades de este elemento, por así decirlo. ¡Va Badru de nuevo con preguntas vanas! ¿Qué es para ustedes? El fuego, me refiero. En todos estos años, me han dado variopintas respuestas, dos más no harán daño.

 

Estarían caminando por las dunas un buen rato, así que había bastante tiempo para poder escuchar que podían aportar al respecto.

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Alzó una ceja y esta vez, no pudo reprimir una sonrisa

Finalmente algo que la emocionaba sobremanera! Mas que la caminata hasta el volcán que le hacía recordar esas piedras ígneas que había tenido que atravesar con su antiguo profesor, era lo que les había dicho de último.

Tenía la impresión de que el Uzza la estaba subestimando un poco pero casi todos lo hacían, por el aspecto joven que presentaba. Si supiera que probablemente era más vieja que él, si no es que de la misma edad!! (pensando que a veces, esos tipos de maestros tenían miles de años encima)...

-El fuego es espíritu

Dijo con un brillo extasiado en los ojos, temblando levemente de emoción

-Puede matar, puede hacerte vivir, puede transformar el agua dos veces, puede ser maleable pero intocable al mismo tiempo y a final de cuentas, todos empezamos como fuego

Se quedó pensando unos cuantos momentos y alzó la vista dentro de lo que podía, pensativa

Las palabras del Uzza se le hicieron levemente tristes de alguna manera, como si estuvieran viendo el final de tiempos que intentaban todavía aferrarse a ellos; Hayame ya había visto eso con los años y aunque algunas cosas le encantaban con la novedad, otras continuaban arañando en la memoria y se lamentaba en parte no ser capaz de detener ciertos instantes.

Suponía que eso era parte de las crueldades del tiempo

Bajo la mirada a la arena, nuevamente pensativa en lo que les habían preguntado y solo unos momentos después cuando el aire caliente hacía sacudir sus rojos cabellos, volvió a hablar

-Pensé que los druidas estaban más relacionados a lo verde y a la naturaleza de la vegetación que a lo indomable del fuego -comentó, esta vez mirando con interés y seriedad al Uzza que tenía a un lado con ellas -qué tiene que ver el nombre del libro con lo que viene en su interior?... porque si, si lo estudié, siempre veo mis libros antes de venir a clases y por eso estaba interesada en los usos para las pócimas. Cualquier cosa que pueda usarse, mucho o poco, es útil para mi

Explicó con un suspiro lento volviendo a ver hacia el frente

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A Mackenzie le extrañaba que el interés de la Snape fueran sólo las pociones, pero lo dejó estar. Probablemente estaría a la defensiva, aquel era un efecto que los Uzza producían con mucha frecuencia, al contrario que la mayoría de los Arcanos. Los Uzzas y sus costumbres ponían nervioso a cualquiera.

 

A medida que Badru hablaba, la Malfoy notó como el libro que tenía en sus manos ganaba "consistencia". Era como si, de pronto, pesara más. Aunque tampoco podría decirse que su peso hubiera cambiado, era sólo que, en su mente, la bruja lo notaba más pesado, más consistente... Sospechando que Badru había realizado algún tipo de encantamiento especial, Mackenzie abrió el libro y ojeó sus distintas páginas. ¡Podía leerlo entero! ¡Y con claridad! No sólo podía leerlo, sino que cosas que en la primera batida a las páginas del libro que había realizado minutos antes, recién llegado el Uzza, le habían parecido confusas o se leían borrosas, ahora su mente las captaba en todo su esplendor y con la mayor claridad. Mackenzie no pudo evitar una sonrisa sincera de satisfacción, de gozo, ante el descubrimiento de todo aquel conocimiento.

 

Caminaba plácidamente por aquel paraje desértico, disfrutando la belleza de la simplicidad, deleitándose con cada una de las ondulaciones sinuosas que marcaban las pequeñas dunas en la arena, cuando las palabras de Badru, terminaron por confirmarle lo que ya sabía.

 

- Así que se van -comentó Mackenzie sin poner mayor énfasis a sus palabra. ¿Y por qué se va el Pueblo Uzza? Si es que puedo preguntar. -Temiendo recibir una respuesta de trámite añadió- ya no soy viceministra y carezco por completo de cualquier poder político, así que puedes hablar con sinceridad, Badru. ¿Cuáles son vuestros motivos?

 

Aunque conocía la respuesta, o eso creía, necesitaba saber sus propios motivos, explicados con su propia lógica y sus propias palabras. A menudo, las cosas eran como un prisma con miles de caras y aristas. Necesitaba saber cuál era la propia perspectiva de los Uzza.

 

Badru no contestó inmediatamente. En su lugar, les hizo una pregunta que captó la atención de Mackenzie por completo. ¿Qué era el fuego? ¡Curiosa pregunta! Y Mackenzie no estaba segura de cómo contestar. Después del recibimiento de Badru y de su alusión a la arqueomagia, seguramente era mejor evitar cualquier respuesta que oliera a magia antigua, por más que aquella fuera una cuestión que hubiera preocupado a los arqueomagos desde el principio de los tiempos. ¿Era el fuego una fuerza elemental? ¿Eran las fuerzas elementales anteriores a las espirituales o era a la inversa? ¿Eran autónomas las fuerzas elementales o fuego, agua, aire y tierra estaban estréchamente interconectadas? De pronto, cayó en la cuenta de dos hechizos que acaba de leer, Ignea y Cantar de Eléboro. ¡Qué increible coincidencia! Fuerzas elementales y espirituales conectadas en un mismo libro.

 

Iba a responder a Badru, pero Hayame se le adelantó. El fuego es espíritu.

 

Mackenzie abrió los ojos como si el aguijón de un aletargado conocimiento acabara de despertar y estuviera pinchándola por detrás. También Hayame acaba de conectar ambos tipos de fuerzas, elementales y espirituales. ¡Curioso! Aquel libro era en verdad interesante. Hayame siguió hablando y Mackenzie puso especial atención a lo que decía.

 

- ¿Lo estudiaste? -Mackenzie enarcó una ceja, tenía que preguntarle luego en privado a la Snape cómo había podido leer el libro. A ella sólo se le había visibilizado una vez que el Uzza apareció, pero desde luego no había sido hasta hacía apenas unos instantes cuando el libro se le había revelado, con todo su conocimiento.

 

- En la Tierra de Uzza, hace ya muchos años, me contaron la historia de este libro. No, no me revelaron su conocimiento -añadió Mackenzie viendo las miradas de extrañeza del Uzza y la Snape- simplemente me contaron su historia, aunque no se perdieron en muchos detalles respecto al Contrato realizado por los Guerreros Uzza para su adquisición. Me dijeron que se consiguió en Escocia, durante una contienda entre ingleses y escoces. ¿La revuelta jacobita del Siglo XVIII, Badru? ¿La batalla de Culloden, quizás? ¿En qué bando luchastéis, Badru? ¿Erais parte de la turba jacobita o, por el contrario, apoyasteis al potente y vencedor ejército inglés?

 

Mackenzie tenía la sospecha de que habían apoyado a los jacobitas. Sólo los druidas escoceses eran capaces de realizar las conexiones que implicaba aquel libro.

 

- Sí, Hayame, coincido en que los druidas están muy relacionados a la verde naturaleza y, sin embargo, los antiguos celtas escoceses eran bien conocidos por sus altas hogueras y sus fuegos. Se decía que la música unida al fuego abría portales a otros mundos.

 

Tenía pleno sentido. Música y fuego. Cantar de Eléboro e Ignea. Fuerzas del espíritu y fuerzas elementales. Aquel conocimiento era sin duda el conocimiento de los antiguos druidas escoceses. ¿Qué había llevado al Pueblo Uzza a apoyar a la turba jacobita? Probablemente, tan sólo la obtención de aquel conocimiento. Aquello valía su peso en oro. Por no decir que aquellos druidas escoceses de antaño, junto con los galeses, de los que procedía Merlin, fueron probablemente los magos más poderosos de la antigüedad, al menos en el mundo occidental.

 

- El fuego es una de las cuatro fuerzas elementales - respondió Mackenzie a la pregunta de Badru. No es más poderosa que el aire, la tierra o el agua, las otras cuatro fuerzas elementales, pero todas ellas tienen tanta capacidad creadora como destructiva.

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La bruja observó de reojo a quien acababa de hablar y asintió un par de veces a su compañera mientras que continuaban caminando y su gesto se volvía pensativo, meditando en lo que la mujer había dicho acerca de las hogueras y cómo se ligaban también a los druidas

Bueno, ella los había visto trabajar en sus marmitas y a veces, quemando algunas esencias pero no les había visto manipulando tanto el poder de las llamas como el del resto de la naturaleza, así que al menos, esa era la mejor experiencia que tenía; o quizás se debía a que los druidas también tenían sus regiones y zonas de trabajo y los que la vampiro había observado, se delimitaban a un solo uso según su propio clan, realmente no lo sabía y nunca había sentido la inclinación a preguntarles acerca de si había alguna diferencia de gran peso entre unos y otros

Al menos si había notado que según la zona, algo en sus ropas cambiaba, a veces el color del cordón aldededor de sus caderas, la forma de la hoz que,aunque siempre tenía apariencia lunar en algunas ocasiones era más o menos alargada o gruesa o los cánticos que utilizaban para llevar a cabo sus trabajos

Y hablando de cánticos...

Sacó su pesado libro nuevamente de las profundidades de su capa y lo abrió, aún sin dejar de caminar (porque dudaba que su actual maestro fuese a ser muy amable con ella si se detenía en medio del camino, tan solo por algo como aquello)

-El cantar del eléboro...

Dijo señalando con uno de los dedos uno de los encantamientos que venía directamente en el libro, con las indicacciones a realizarlo y el momento en el que el mago que aprendiese de su poder, tendría que utilizarlo; la bruja siempre había admitido que aunque era muy fiera en las peleas, al menos con la varita no eran lo mejor que se le daba

-Exactamente en qué idioma es? -inquirió moviendo sus ojos rojos en dirección de su intructor, con auténtica curiosidad -qué dicen sus palabras en nuestro lenguaje?

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Bufó con ligera ironía, y un toque de melancolía, cuando el interés por parte de la Malfoy la llevó a preguntarle por qué se marchaban. Pero era natural que quisiera saber cómo se sentía su pueblo, ella también había pagado un costo por el inminente conflicto que se cocinaba en el mundo mágico. Uno como tantos que habrían visto los Uzza con el correr del tiempo.

 

La historia habla por sí sola, me temo, señorita Malfoy. respondió, hundiendo ligeramente los pies en la cálida arena. Le reconfortaba la sensación de invadir cada poro de su piel con aquellos granulos. Llega la época en la que los gobiernos mortales se desmoronan entre sí, y a nuestro pueblo, sólo le queda el inevitable éxodo. En su conflicto, somos observadores, y a pesar de ello, se nos ha tachado de traidores... Hay que seguir.

 

Estuvo complacido con las dos respuestas de sus alumnas respecto al fuego. Estudiantes pasados lo habían visto como algo terrenal, mundano, pero ignoraban muchas de sus bondades. No era el caso, ambas parecían estar conscientes de que no era sólo un adorno. De como el ser humano había descubierto semejante chispa, que potenció los motores de cambio que llevaron a lo que más tarde se conocería como historia. Y también, de cómo emulaba la materia existente alrededor de cada persona.

 

Fuego. Principio y fin. Creador, y destructor. Como el ave fénix que muere en llamas, y renace de las cenizas propias. Curioso que mencione los árboles, señorita Snape... Complementando lo que ya ha dicho su compañera, creían en la reencarnación en forma de árbol. ¡Quién diría, que la tierra, dónde todo inicia y todo llega a su fin, comparte tanto con el fuego!

 

Avanzó un poco más rápido, de forma inconsciente, gracias a su fisiología Uzza que le permitía andar y andar sin cansarse. Pero no dejó atrás a sus alumnas, sino que apenas y les adelantó un metro. Las palabras de Mackenzie le habían hecho recordar tiempos de guerra. Pelean guerras de mortales, por el único tesoro que valía la pena: conocimiento. Se giró hacia sus estudiantes, caminando de espaldas, confiado, pues en ese mismo desierto había entrenado cuando niño, regresando con el dominio del Fulgura Nox como resultado.

 

Los jacobitas recibieron mi apoyo en tal masacre. admitió Badru, asintiendo con pesadez, como si los recuerdos del conflicto le trajeran pesadillas. Si bien, lo lógico hubiese sido que apoyaran a quien llevara la ventaja, él era conocido entre los suyos como un traidor a sus tradiciones. Efectivamente, el libro provino de Escocia. Se creía, que entre los "rebeldes" había algunos descendientes de los primeros druidas que poblaron Bretaña, aunque nunca se confirmó.

 

Se inclinó unos momentos para tomar un puñado de arena, y dejarlo ir, como los pétalos de un lirio ante una corriente de aire.

 

Fue también ahí, dónde las gaitas, míticos objetos musicales, fueron considerados ilegales. Diría que el cantar tiene raíces latinas, como muchas de las lenguas que hablamos actualmente. No ahondaría tanto en la letra, sino en la melodía... Es una melodía, y si uno presta oído, puede encontrar cierto parecido con el sonar de una gaita.

 

La adición del eleboro al nombre era bastante rara, si se estaba hablando de una canción. Casi como hablar de la muerte en un cuento que las madres les leían a sus hijos antes de dormir.

 

En cuanto al eleboro, según entiendo, puede utilizarse como un veneno, ¿no? dirigió su mirada a Hayame por unos instantes, quien al mostrar interés en las pócimas, seguro debía conocer de las plantas mágicas. Hubo quién disparó flechas impregnadas con su esencia. Envenena los sentidos, bajo circunstancias normales... Pero no a los druidas. Ése es el legado del cantar.

 

Comenzaron a descender por una de las dunas con pendiente inclinada, una de las más importantes y que indicaba que iban por buen camino. Badru comenzó a tantear el terreno con más cautela, pues conocía de las alimañas que poblaban bajo la arena. Sosteniendo su varita en mano, se giró para ir haciendo florituras, a la par que susurraba hechizos en su lengua materna. Él cruzó sin problema alguno, pero sus estudiantes pronto se encontrarían con una pared invisible. Podían intentar quebrarla si se lo proponían, pero era magia Uzza, no iba a ser tan fácil.

 

Las guerras a nadie engrandecen. Después de Culloden, a los jacobitas que no mataron, los apresaron. Prisiones de metal y roca, que tampoco a la comunidad mágica son ajenas. La verdadera pregunta es, ¿cómo escapa uno de la prisión que, más allá de retener tu ente físico, retiene tu esencia?

 

Había que dejar el pasado atrás. Él de antemano, conocía de la existencia de prisiones mágicas, como Azkaban o Nurmengard, dónde se recluía a inocentes y culpables. Si bien, aquel rectángulo hecho aparentemente de nada no era tan imponente, seguía siendo una prisión. Y debían salir de ahí, como primera prueba, antesala a lo que más tarde sería su enfrentamiento final. La barrera se extendía más allá de sus pies, por lo que tampoco podrían cavar para salir de ahí.

 

Para hacer las cosas más interesantes, estaban justo sobre un nido de ashwinders, que al sentir las pisadas bajo tierra, interrumpieron su eterno descanso. Allí, debido al abrasador sol durante el día, tenían una fuente inagotable de calor, por lo que se sentían cómodas enterrándose en la arena. Y no les gustaba para nada las visitas, por lo que se mostrarían hóstiles con Mackenzie y Hayame.

 

Badru se cruzó de brazos, del otro lado del cristal, a la espera de que ambas emergieran sobrevivientes.

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La bruja había continuado su camino al lado de aquel hombre y de su compañra, volviendo a guardar el libro mientras pensaba en las palabras que le había estado diciendo y lo que les contaba acerca de su pueblo y los cánticos que usaban para los hechizos que se empleaban en el libro; había una especie de cariño impreso en la voz de aquel hombre que le hacía pensar en muchas cosas, más acerca del pasado que del presente y una racha de nostalgia le golpeó el pecho de forma pesada.

Dejó escapar un suave suspiro sin querer decir nada más, preguntándose cómo serían las clases y cómo les enseñaría a utilizar las cosas del libro.

Generalmente, los maestros que había tenido hasta ese momento le iban indicando para que servía cada cosa y les daba una oportunidad de utilizarlas, con el último que había estado habían intentado un duelo al final cosa que no se había concretado debido a las últimas emergencias del Ministerio que los había hecho correr de vuelta a sus trabajos, para atender las emergencias que habían surgido

Pero...

Se cruzó de brazos, entornando levemente los ojos cuando se dió de frente con algo que no había podido ver

Dió un respingo, abriendo mucho los ojos al ver al maestro del otro lado y luego, como si quisiera comprobar lo que acababa de suceder, alzó una mano para presionar en el aire donde pudo percibir esa fuerza invisible y dura que le impedía dar cualquier otro paso; frunció el ceño y se alejo hacia un lado, con las yemas de los dedos algo extendidas y nuevamente PUM. Otra barrera. Y otra.

Y otra.

Emitió un gruñido y sus ojos rojizos destellaron con fastidio al verse encerrada, detestaba hacerlo y algo le decía que si trataba de salir por la parte superior (ya que les habían dejado claro que ni de broma cavando saldrían), se daría un buen golpe en la testa.

-Qué no se supone que las ashwinder solo salen para poner huevos?

Preguntó bastante irritada, recordando que ella misma tenía una por mascota, justo comprada hacia poco en el Mall Mágico

Comenzó a levantar los pies con cuidado, maldiciendo el hecho de que el otro mago les hubiera hecho dejar todo lo referente a los demás libros de forma que no pudieran usarlos en aquellos momentos; si por ella fuera, hubiera congelado a todas las viboras de una buena vez y se ahorraría el tener que pensar en cómo salir de ahí y que no la quemaran esos pequeños animales

Como se les diera por comenzar a poner huevos ahí mismo...

-Igena!

Sisseó molesta la bruja para protegerse de cualquiera de esas viborillas que tratara de poner huevos cerca de sus zapatos y convertirlas en pequeñas hogueras andantes

-Disculpe la molestia, pero estas definitivamente no son ashwinders -gruñó entornando los ojos mientras intentaba ver cuál era el truco ahí -a menos que me diga que estamos andando sobre un fuego mágico que no haya visto... tampoco van a vivir mucho a estas alturas -suspiró, podía tratar de aguantar un poco más de una hora en lo que averiguaba como quitar esa barrera sin gastar energía, sabía de sobra que usar el amuleto que la sacaría en un pis-pasle drenaría lo suficiente como para dejarla sin mucho que hacer en las siguientes pruebas que les pusiesen

Tenía que haber alguna otra manera, algo que no hubiera visto...

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Era una buscadora innata de conocimiento. Había recorrido el mundo de este a oeste y de norte a sur para investigar objetos de arqueomagia o estudiar las fuentes primordiales, hablado con los más prominentes sabios del mundo, caminado las sendas de Buda y las de Tao, estudiado dos años en un Templo Shaolin, experimentado el poder de los chamanes americanos, escalado las montañas más altas del planeta y no sólo en busca de entrenamiento físico... Mackenzie había hecho muchas cosas y conocido a múltiples eruditos y, sin embargo, durante aquella caminata a través de las arenas de un desierto creado para la ocasión, mientras escuchaba a Badru, se sentía tan atraída hacia las palabras del Guerrero Uzza, como pocas veces lo había estado ante las de nadie. La profundidad de sus comentarios, unida a la poca afectación que les daba, estaban provocando en Mackenzie un efecto hipnótico, apenas podía dejar de escucharle y cuánto el Uzza más contaba acerca de aquel libro, más ansiaba saber. Era la primera vez que estudiaba un libro con un Guerrero Uzza y, sin duda alguna, la experiencia estaba resultando incluso más interesante de lo que había previsto.

 

Se sintió secretamente satisfecha de que el Uzza confirmara sus sospechas acerca de las guerras jacobitas y la participación del Pueblo Uzza en las mismas, del lado de los escoceses. Y tuvo que reprimir un salto de puro alborozo cuando Badru explicó sus sospechas de que entre aquellos escoceses rebeldes hubiera descendientes de los primeros druidas. Aquello fue casi tan interesante como la revelación de la conexión del Cantar de Eléboro con el sonido de las gaitas.

 

Tan embelesada estaba con las palabras de Badru que no vio venir el peligro. Habían comenzado a descender por la empinada pendiente de una duna y Badru se movía con más cautela. Mackenzie no supo sumar dos y dos, tan solo esperaba que el Uzza continuara hablando. Apenas prestó atención a los hechizos susurrantes en la inconfundible lengua del Pueblo Uzza. Ansiaba más palabras, más conocimiento...

 

- Las guerras a nadie engrandecen. Después de Culloden, a los jacobitas que no mataron, los apresaron. Prisiones de metal y roca, que tampoco a la comunidad mágica son ajenas. La verdadera pregunta es, ¿cómo escapa uno de la prisión que, más allá de retener tu ente físico, retiene tu esencia?

 

Mackenzie abrió desmesuradamente los ojos. Aquella pregunta hubiera sido digna del Maestro Lien Ji del Templo Shaolin, en el que había entrenado la Malfoy.

 

- No es posible -susurró Mackenzie, en voz muy baja, casi para sí misma, parada en el lugar donde estaba, sin atreverse a dar un paso ante la maravillosa sabiduría que estaba contemplando. - Mutabilidad y cambio, las leyes que gobiernan la transmutación. Sólo abandonando la propia esencia sería posible escapar, mutándola, transformándola... sacrificar lo que somos, por lo que podríamos llegar a ser.

 

Hablaba casi para sí misma, tratando de comprender hasta dónde llegaban los conocimientos del Uzza. Empezaba a dejar de resultarle extraño que la hubiera reconocido como Arqueomaga al comenzar la clase.

 

El Uzza la miraba con una expresión que Mackenzie no supo desentrañar, pero, por algún motivo, el momento de trance filosófico pasó y, de pronto, al intentar avanzar, Mackenzie se tropezó con una pared invisible. Palpó a su alrededor y comprendió, a su pesar, que el Uzza no había estado disertando sobre filosofía -¿o quizás sí?- sino que sus palabras hacían referencia a una prisión real y palpable, pero no visible, que la atrapaba en un escaso rectángulo de tierra arenosa. Si hubiera estado en el Templo Shaolin, Mackenzie habría aplicado de inmediato las leyes de cambio y mutabilidad o, al menos, eso es lo que el Maestro Lien Ji hubiera esperado de ella. Pero no estaba en Templo Shaolin, sino tratando de aprender la magia de un antiguo y poderoso Libro que apenas acaba de leer por primera vez. No eran esas leyes las que seguramente Badru querría que aplicara.

 

- Supongo que si tuviera el resto de ingredientes y, con un poco de práctica, podría hacer una pomada adherente con este Polen de Lirios de Fuego, pero hasta dónde tendría que trepar y cuánto tardaría en hacer esa pomada, son preguntas que ahora mismo no puedo responder y su referencia anterior a las prisiones que retienen la propia esencia, no me hace ser muy optimisma -comentó Mackenzie mientras exploraba el terreno a su alrededor. - Además, es evidente que cavar es una mala idea, a juzgar por este nido de ashwinders que justo tengo bajo mis pies y que, inexorablemente, se ha tenido que producir por algún fuego mágico. A saber lo que puede haber bajo esta tierra y estas paredes invisibles -añadió la Malfoy.

 

Lo lógico hubiera sido congelar los huevos de inmediato y luego ocuparse de los reptiles, pero la lógica le decía a Mackenzie que debía utilizar el poder del Libro del Druida. Fue por ello que tomó el frasquito con el Polen de los Lirios de Fuego, que llevaba en el bolsillo de sus tejanos y esparció un poco de aquel polvo sobre su piel. De esa forma, aunque los huevos provocaran un incendio a su alrededor, el fuego no le haría daño alguno.

 

Se percató de que su compañera, que también estaba encerrada junto a ella en aquella peculiar prisión, estaba intentando, al igual que ella, protegerse de algún inminente incendio que la nidada pudiera provocar.

 

No obstante, el fuego no era el único peligro, las propias Ashwinder lo eran también.

 

- Obsistens -pensó, invocando al instante un cerco de materia luminosa indestructible de color violeta.

 

No pudo haberlo hecho más a tiempo. Efectivamente, tal y como había supuesto, las Ashwinder las atacaron, pero el escudo luminoso funcionó a la perfección y las criaturas fueron absorbidas por el cerco de luz, desapareciendo por completo en un instante.

 

Era el momento de escapar de la prisión. Había una forma muy simple de hacerlo, pero se preguntó si era prudente consumir aquel poder tan pronto. El libro decía que tardaría una luna completa en reponer su poder. Suspiró, resignada e hizo girar el aro dorado que colgaba de su cuello, activando el Amuleto contra defensas carcelarias. Y la prisión a su alrededor desapareció.

 

- Espero que no tengamos que vérnoslas con otra prisión, porque me temo que este Amuleto va a estar aletargado durante un mes -sonrió Mackenzie, alcanzando al Guerrero Uzza, al otro lado de la prisión invisible que acababa de salvar.

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Come, my friends,
Tis not too late to seek a newer world.
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-Gracias

La bruja había agradecido a su compañera que había invocado un escudo para protegerlas de las ashwinders pero...

Frunció el ceño pensativa

No había un motivo para que las serpientes las hubieran atacado a menos que estuviesen muy sensibles por las vibraciones de sus zapatos; lo otro que se le venía a la mente, era...

Le dirigió una mirada de desconfianza a aquel maestro, ahora comenzaba a sentir que quizás aquellas serpientes no eran tales y quizás, las había creado el propio Uzza con la intención de entrenar a las brujas y ligarlas con el libro; la Snape emitió un gruñido bajo, siempre era divertido cuando los profesores les ponían pruebas pero cuando utilizaban aquel tipo de trampas, era cuando las alarmas de la vampiro se disparaban en todas direcciones

Aunque gracias al movimiento de Mackenzie, ahora podía concentrarse mejor en pensar en cómo salir de aquella prisión...

La cuál había sido atravesada con el uso de ese amuleto, momentos después por su compañera.

Claro, ella había utilizado el mismo artilugio que la Snape no había querido utilizar por el momento, justamente por el período de agotamiento que iba a tener este. Y dado que aún tenían unas cuantas pruebas por delante, la pelirroja no pensaba gastarse esa bala tan pronto cuando si algo le había enseñado la experiencia con los demás libros era justamente, que usar sus objetos cuando parecía más adecuado podía ponerla en aprietos después

Aunque por el hecho de que tal parecía que la otra bruja y el Uzza se llevaban bastante bien, pues...

"Si, me van a tocar a mi las lluvias con piedras... aleluya! empezaba a sentirme relegada"

Pensó alzando la mirada para finalmente, sacar la varita y hacerla girar de la punta en el aire, a una altura prudente

-Fulgura Nox

El libro no decía si era no verbal, hablado o solo deseado pero no pensaba gastar tiempo en algo como eso. Prefirió concentrarse en lo que quería, a la altura que lo quería para dejar ver un pequeño portal redondo... por el cuál, obviamente no podría pasar parada ni de chiste. Tenía un buen nivel pero no tanto como para hacer aquello de forma cómoda aún

-Claro... como podría ser de otra manera...

Volvió a refunfuñar para si misma, agradeciendo para una vez el tener un cuerpo esbelto. No iba a ser un pase bonito ni agradable y era una fortuna que no se tratara de algo inquebrantable o quizás, aquella magia hubiera fallado miserablemente; pero de todas maneras hizo su esfuerzo para inclinarse a través de aquel portal y apretar el cuerpo para poder asomar del otro lado. Dado que no era tan diestra, obviamente no querría aparecer del otro lado del planeta pero si a unos pocos metros... aunque en este caso, ahora lucía como un topo que estaba saliendo de la arena

Sacudió la cabeza y se estiró lo mejor que pudo para arrastrarse y sentarse sobre la arena del otro lado de la barrera (algo lejos de su compañera y maestro) al menos, hasta que su poder tambaleó... y terminó con un pie atorado todavía del otro lado del portal

-OH, POR FAVOR!!

Espetó molesta con su propia magia, dando varios tirones a su pie sin éxito hasta que terminó por retirarse la bota para poder sacar el pie desnudo de esta

Unos momentos después, la bota que había quedado se dividía, quedando la parte del pie del zapato aún dentro de la carcel y el resto de la manga de muslo, en la arena al lado de una Hayame con un pie destapado al completo

-Fantástico... y eran mis botas favoritas!

Se lamentó y giró la varita para alargar lo que quedaba de su bota, de manera que pudiese formarse una bota nueva y calársela otra vez. Odiaba que su magia no fuera tan rimbombante como la de su compañera pero al menos, siempre se las ingeniaba para salir al paso de los problemas que se le presentaban

Al menos recordaba, que había sido una de esas ideas extrañas la que había hecho reir a su maestro del Libro del Equilibrio

Sonrió agradablemente a aquel recuerdo y se acercó renqueando a los otros dos magos

-Muy simpática la jaula de víboras -dijo sonriendo mientras evidenciaba que no lo encontraba divertido -me gustan las serpientes... pero de preferencia cuando yo no voy a ser su almuerzo -añadió frotándose la nuca adolorida

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