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En el castillo..


Jank Dayne
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Aaron Augustine Black Yaxley

 

Me encogí de hombros ante la mirada de Macnair, ¿qué más podría hacer?, quizás media sonrisa se habrá dibujado en mi semblante con un tinte de rebeldía, ¿no había sido mi culpa o sí?, tal vez sí. Entrecerré la mirada al mantener aquella curvatura, como si intentase romper el hielo, y es que a veces, en momentos como éste, solía caer en la inmadurez de todo varón, comportarme como un niño. Sin embargo, la seriedad me reformó por completo para mentalizarme en como llegar a las mazmorras junto con Juv, a quién reflejé en la gélida mirada gris que me precedía digno de los Black. Y es que observar a Malfoy con una sonrisa en tremendo enredo no era lo mejor, pues la bruja tenía marcada la seriedad que de una u otra manera también había traspasado a mí en los meses que estuve bajo su cuidado al ingresar a la casta mortífaga.

 

-Tú dirás rubia, llevo años sin pisar éste lugar. Te sigo...- sostuve a la mortífaga en cuanto me acerqué a la puerta que nos había indicado Arya, abriéndola lentamente para fijarme que no hubiesen miradas curiosas; los chicos volvían a sus clases- ...salgo después de ti.

 

A lo que hubo salido la bruja, me detuve en el umbral pensando en cómo podría ayudar a que Arya inventase una excusa para que nos siguiese más pronto que tarde. Al cabo de chistar un par de veces para que voltease a mirarme, le dije que quizás lo mejor sería informar que habría una charla de Inquisidores y tan solo necesitaba contacto con uno que otro docente del castillo.

 

- ¿Feria estudiantil?...- le dije para luego perder de vista la estancia y seguir a Juv por entre los pasillos más recónditos de Hogwarts.

 

@@Arya Macnair @

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Pasillo.

Rumbo a las mazmorras.

 

Captó las últimas palabras de Aaron antes de verlo perderse junto a Juv por una puerta lateral. Pronto volvería a verlos pero primero debía solucionar el lío en que el hombre por poco los mete a todos, asentía repitiendo lo que éste mismo le hubo dicho y sonrió ampliamente al primer Profesor que la increpó una vez la mentira estuvo creada en su mente. Explicó con total credibilidad que el departamento de Inquisidores había decidido dar una charla de orientación laboral para los alumnos de último año de la que ella misma había ofrecido hacerse cargo y por ello nadie más había estado enterado sobre la visita del mago prófugo, incluso se tomó el atrevimiento de regañarlos un poco debido a "dejarla mal ante un Inquisidor" por tratarlo de peligroso para la seguridad de Hogwarts.

 

―Aclarado ésto, con su permiso me retiro.

 

Les dio la espalda y apresuró el paso alejándose cuanto pudo mientras la patraña se deshacía en su boca. Ya no sonreía, estaba nerviosa, entre parpadeos tenía visiones extrañas de alguien que no era ella, sentía que el corazón le pesaba y la respiración le faltaba. Dobló una esquina rumbo a las escaleras cambiantes, apoyó una rodilla en los escalones de piedra y se sostuvo del pasamanos tratando de recomponerse rápidamente antes de acabar en un piso que no era el deseado pero no lo consiguió. Desde niña odiaba aquellas escaleras bipolares y el sentimiento no había mutado con los años.

 

Miró a un lado y luego al otro, miró hacia atrás y descubrió que no tenía idea de dónde estaba. Caminó en silencio oyendo resonar el taconeo de sus zapatos y el susurro de su túnica docente captando algo más, un murmullo que la llamaba, el eco de un corazón haciendo mella en sus oídos ¿qué diablos estaba sucediendo? la sangre le hervía en las venas y tenía la boca abierta, se sentía ahogada, el aire le quemaba los pulmones y su cerebro gritaba que no era suficiente oxígeno a medida que se acercaba al núcleo de los latidos.

 

―¿Hola?― Exclamó desenvainando la varita. Un segundo después la dejó caer al suelo, ésta rodó hasta lo que parecía un sarcófago de cristal.

 

Sus ojos se abrieron de par en par, a media luz en una habitación que no parecía propia del colegio, vislumbró un cuerpo inerte en posición horizontal. La piel pálida, el cabello castaño, las manos entrelazadas reposando a la altura de la boca del estómago y los párpados pesados como rocas. El labio superior le comenzó a temblar y por un momento sintió que vomitaría, se acercó dando trompicones sin saber exactamente qué hacer; en medio del pecho de Juliette una daga ¿cómo era posible? no hacía mucho había tenido un encuentro con su hermana en el Herbolario más por el sello del cristal dicha magia del sueño tenía meses intacta.

 

Posó ambas manos sobre la superficie translúcida, sollozó sin poder evitarlo y una a una las imágenes se fueron sucediendo en su cabeza.

 

"Todos van a morir. Morirán por ti"

 

Hacía casi un año desde la incursión al castillo fantasma, podía recordar que junto a Castalia y Aaron las hermanas Macnair ingresaron para buscar la fuente de un poder antiguo y más tarde como si se tratase de un mal sueño despertó en su cama al igual que Black. Castalia había desaparecido, también la más joven de la familia pero ésta resurgió entre los callejones semanas atrás ¿podría ser una proyección? Arya sabía que algunos demonios tenían la cualidad de conectarse directamente con determinadas personas, por ejemplo ella misma conseguía una conexión de aquella índole con Oniria pero era por amor.

 

―Jullie, Jullie despierta. Lo siento, lo siento mucho, por favor despierta― Balbuceó dando suaves golpes con las palmas en el cristal ―¡¡Aaron, Juv!!

 

No sabía dónde estaban, tenía la voz quebrada, no podía moverse. Los necesitaba.

 

@ @ @@Juliette Macnair

 

#3

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~Sala de Profesores rumbo a las mazmorras

 

El descaro de Black era demasiado evidente, al grado de causarle una sensación extraña que derivaría en romperle la cara de un sólo puñetazo. Al parecer, no había aprendido nada más que rebeldía mientras estuvo bajo la tutela de Malfoy, quizás no lo torturo lo suficiente y las cicatrices eran prueba evidente de ello. Cada una de las marcas debió calar profundo en su ser, pero no fue de ese modo—No me resulta para nada gracioso tu comentario, si que te has tomado tu tiempo para aparecer y dar la cara ante todo el desaguisado que desataste—la sonrisa en sus labios se desvaneció como lo hacen las nubes al verse amenazadas por el astro rey. Un día soleado en medio de una penumbra que azoraba los pasos de los mortifagos, curiosa la forma en que el destino siempre les colocaba en la cuerda floja.
—Tu dichosa piedra, no es más que el inicio del final de los tiempos. Pero los tiempos que te quedan por vivir, no dejaré que tu inmadurez me fastidie la existencia. Ya tuve suficiente de ti por años, tolerarte con tus lloriqueos por un par de malnacidos que te dieron la vida y de la nada te dejaron botado como un costal de huesos inservible—la dureza en sus palabras era apabullante. Ya no estaba delante del pupilo que debía defender a toda costa, indudablemente dejaba de reconocerle como tal y era lo mejor para ambos. La rivalidad entre esos dos seres se intensifico con el paso de los años, el recelo de Malfoy ante los constantes rechazos de Black y viceversa, no hizo más que atizar el fuego que se inicio cuando le dio la primera de sus lecciones.
—Este libro dice todo lo que puede pasar o dejar de pasar, pero eso poco debe importante—le recriminaba avanzando delante del hombre—No pienso volver a meter las manos al fuego por ti o por nadie. La lección que me dio el Inframundo, ha sido bastante educativa y me enseñó a ver las cosas desde una perspectiva un poco mas egoísta y calculadora. Se trata de ti, ya lo se Black. Pero, ¿qué ganó yo con todo esto?—lanzaba esa duda con una frialdad que sería capaz de congelar al hombre de pies a cabeza. Sus orbes lapislázulis arañaron el rostro gallardo de su acompañante, no de una forma afable o cordial, sino tal vez buscando causar un daño que le dejará una marca que sería imposible de borrar—Arya y yo, entramos a ese maldito cuarto con este libro endemoniado a cuestas y tu apareces como toda una diva. Vaya forma de ganarte mi desprecio, bueno de aumentarlo en gran medida—poniendo los ojos en blanco continuaba con su andar volviendo a darle la espalda.
Percibía muy cerca a Macnair, jamás dudo de las habilidades de la demonio para sacarse a los guardias de encima. A diferencia de Black, ella si sabía como moverse dentro de un terreno escabroso y no entrar corriendo como un pequeño muggle, suplicando que sus padres le salven el pellejo a toda costa. Pero las mortifagas, no iban dando tumbos por cuestiones tan insignificantes como esas, ya que siempre se habían manejado por la vía del peligro y las situaciones extremas. La rubia era experta en sacarse de encima a los que deseaban obstaculizar sus planes, aquel libro permanecía unido a su costado izquierdo y su varita sujeta por su diestra, esperando el momento justo para esparcir su maldad dentro de esa zona. Las mazmorras estaban cada vez más cerca, jalando a Aaron contra ella le cubrió de ser descubierto por un guardia que husmeaba por ahí.
—Entra ahí—quedando dentro de una de las mazmorras deslizaba con suavidad la punta de su varita sobre su marca tenebrosa. Arya sentiría el ardor y conduciría sus pasos por la senda correcta, topándose con el escondite improvisado del par de magos tenebrosos. Llevando su dedo indice hacia sus labios, le indicaba con ese gesto que se mantuviera con la boca cerrada pasará lo que pasará. Pegando su cuerpo a la puerta, intentaba servir como tranca, no dejaría que nadie entrará ahí a menos que se tratará de la pelirroja. Sólo deseaba que las cosas salieran a su favor y salir de ahí lo más pronto posible.
1 oct
@@Arya Macnair, @, @[Juliette Macnair
Editado por Juv Malfoy Croft

Cuando eres tan grandiosa como yo, es difícil ser humilde

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Básicamente ya eres la mitad de una maldición

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  • 2 semanas más tarde...

LAS MAZMORRAS: EL INFIERNO.

Horas, minutos, segundos.
Horas, minutos, segundos.

Horas minutos, segundos...

Meses habían transcurrido desde la última vez que Juliette Macnair logró ver la luz del día o la luz de la luna en la mitad de la noche. Una agonía constante le carcomía el alma, llevándola al borde del límite, ese dolor que se siente poco antes de congelarse y saber que morirás. Un viaje completamente trivial, una búsqueda del poder que toda bruja o mago desearía obtener, poder que le costaría la vida a la más joven de los Macnair por dejarse llevar por esa energía tan seductora que era inducida por una pequeña e inocente piedra a la vista. No habían recuerdos, ni siquiera sus sombras se habían percatado del peligro en el que la bruja se había sometido aquel día o, quizá si sabían, pero su lealtad una vez que todos esos seres pisaron los suelos de un Castillo que ocultaba misterio, tortura y muerte, había cambiado rotundamente. La lealtad de una sombra, de muchas o de pocas. Esa lealtad estaba completamente ligada a la piedra que con recelo se ocultaba en los interiores de esa edificación, piedra sometida a un ser maligno, psicópata, destructor y sobre todo manipulador.

Sin tan sólo le hubiesen advertido de quien se trataba, quien era la dueña y ama de todos esos juegos, tal vez y sólo tal vez, la castaña podría haberse escapado. Todo había pasado tan rápido, el grupo se había dividido ante los constantes peligros experimentados en su interior y ella fue arrastrada por el ser que tanto decía protegerla. Aaron Black. Pasillos y escaleras tomaron, entraban y salían de habitaciones que no tenían sentido alguno, pero cuando la energía les hubo tocado las venas, todo tuvo explicación. Siguieron ese halo de luz invisible y aunque se dudada un poco su procedencia, el peor error que cometieron no fue toparse frente a frente con aquella piedra, si no, haber tentado al destino. Ella fue débil, se dejó llevar por el poder que se decía tenía, la fémina veía en ella esperanza. La castaña quería volver a su naturaleza humana y la ambición le terminó robando más.

Agarró la piedra, Aaron su mano

y todo hizo explosión.

✱ ✱ ✱

El aire circundante parecía mohoso mientras mi nebulizada visión se intentaba ajustar a los fuertes rayos de luz entrando como espadas por las paredes, no podía recordar dónde estaba o como era que había llegado hasta allí y lo último que recordaba, a penas, era correr entre los árboles y luego caer. Me miré rápidamente, notando como mi vestido se encontraba rasgado y mi piel parecía teñirse con un líquido espeso y rojizo. Algo dentro de mi sabía que había sucedido realmente, pero no quería recordar. Estaba demasiado asustada. Comencé a levantarme, mis piernas se encontraban un poco débiles y las rodillas me dolían como si la caída hubiese sido sobre piedras puntiagudas, pero eso no me detuvo, pues los gritos horribles de un joven sumado a millones de vidrios rompiéndose en el exterior me mantenían con la adrenalina a flor de piel, y me acerqué a una de las paredes. Deslicé mis dedos por la madera buscando una salida y sólo encontré más madera. No había salida y me encontraba desprotegida, necesitaba buscar la forma de escapar, así que seguí ejerciendo presión con mis dedos hasta lograr romper de a poco una de las planchas más percudidas por la humedad y así, logré salir.

Una multitud de seres encapuchados rodeaban al hombre que gritaba, como un halcón a su presa y a pesar de mi libertad, me seguía sintiendo encerrada y asfixiada por ellos. Intenté acercarme con disimulo, mi corazón latía con fuerza en cada paso que daba y una vez mis ojos visualizaron a la persona tirada en el piso, mi corazón pareció hundirse en mi pecho. Sin pensarlo dos veces corrí hacia esos seres malignos, éstos arrastraban al mago por la tierra mientras el gritaba clemencia y sin piedad alguna lo lanzaron al lago. Él era solo un joven. Un joven asustado ante la idea de que el agua llenara sus pulmones. Jadee, casi como agarrando el aire por él.

Mi cuerpo bombeó con una adrenalina que nunca antes había sentido, y de repente me abalancé, derribando a todos esos seres sin rostro sin importarme en el peligro que pudiera estar corriendo. Mi torso golpeó el borde de la hierba mientras extendía todo lo que podía mi brazo en dirección al agua, buscando encontrar su mano, "¡Alcanza!" grité con pánico. La culpa y el dolor me llenaron mientras lo miraba intentar aferrarse. Lo amaba y estaba siendo lamentable. Enseguida negué con la cabeza en una loca carrera, incapaz de alcanzarlo e incapaz de soportar el hecho de que no podía. Sin embargo, sin una advertencia, fue derribado, tan lejos que ni siquiera podía verlo más. Mis ojos se agrandaron, y miré hacia el agua, viendo nada más como hilos de sangre emergían a la superficie...esto era demasiado familiar, como si ya lo hubiese vivido antes, como si la sangre existente en mis prendas y piel, fuesen la misma que ahora veía flotar en las aguas.

Ahora lo sabía, con la fría expresión de la cara de los muertos que él estaba muriendo.

✱ ✱ ✱

Inducida a un profundo y casi eterno sueño, en el que viviría todo el tiempo el mismo infierno. Para todo ser en la tierra era diferente e incluso existían niveles dentro de aquel reino oscuro, los limbos lo eran todos y ellos, los encargados de hacer sufrir a sus víctimas, pues aquel indefenso ser aún se encontraba luchando por volver a agarrar aire y levantarse, mientras era arrastrado por sus mayores miedos. Habían momentos en que Juliette parecía soñar que despertaba y escapaba, pero sólo era eso. Un sueño y nada más. La ojiverde estaba totalmente consciente de donde estaba, incluso estaba consciente de que los demás ya estaban haciendo sus vidas con total normalidad mientras ella luchaba por sobrevivir. Nadie venía por ella, nadie notaba su ausencia y eso la estaba matando más y más. Ella moría, gritaba auxilio pero nada ni nadie lograba escucharla o salvarla.

A simple vista parecía un ángel caído del mismo cielo, su cuerpo parecía haber sido acomodado de tal forma como en aquellos cuentos en el que la princesa espera a su príncipe para recibir el beso, despertarse y así vivir felices por siempre. En esta ocasión no había caballero que la salvara, solo una fuerza necesaria que le quitara la daga del pecho sin matarla en el transcurso. Su piel había perdido la totalidad de su color, era tan pálida que se asemejaba mucho a la nieve y no había contraste de color más que el opaco café de las hebras onduladas de su cabello. La daga reposaba en su pecho como la espada del Rey Arturo. Y todo su ser, estaba recubierto por el cristal irrompible. Parecía no haber forma de sacarla de ahí y parecía, porque nada en esta vida es imposible.

Y a lo lejos...

✱ ✱ ✱

Enseguida me apoderé del borde de la hierba y la determinación llenó mi mirada. No tenía nada que perder. Y como quise decir eso. Pensar en su vida solo me hacía querer saltar al agua y entonces me lancé. Balanceé mis piernas rápidamente, extendiendo la mano lo más posible, sumida en lo más profundo del lago. Mis ojos estaban llenos de determinación. Casi no podía ver nada más que el rocío turbio que quemaba a mis pupilas viciosamente, pero no me molestaba. Ninguna cantidad de dolor o miedo podía vencer la adrenalina y la resolución que me bombeaban. Tenía la boca apretada mientras mantenía el último aire dentro de mis pulmones. Debía luchar, darme unos momentos más antes de que jadeara por respirar, aunque llegara al borde de mi propia vida jamás lo iría a abandonar. Mis piernas siguieron moviéndose, buscándolo entre toda la oscuridad del lago, rogando por tenerlo al fin conmigo...

Y nuestras manos se tocaron...se tocaron, y lo agarré esperando llevarlo a la superficie, esperando lograr la dicha de salvarlo, de sacarlo de la agonía antes que yo pudiera salir. Lo vi. El joven de piel pálida que podría encender el agua si mirabas lo suficiente. Nuestras manos y dedos se abrazaron con pánico, lo suficientemente fuerte como para dejar moretones si no se hubieran aflojado. Sus pies se balanceaban y pateaban, el intentaba luchar por su vida, intentaba levantarse más y más por encima del agua, y yo lo empujaba ahora por las piernas. Pero de un momento a otro, sentí como dejaba de luchar, su cuerpo se comenzó a volver más pesado, lo podía sentir en mis manos y estoy segura que las lágrimas caían por mis ojos..."¡No, no puedes detenerte, lucha!", mi mente gritó con la esperanza de que de alguna manera pudiera escuchar mis palabras pero él, mi amado, se desvanecía frente a mis ojos y ya no tenía fuerzas para sostenerlo. Y yo, era jalada por una fuerza sobrenatural a la superficie mientras gritaba su nombre. Una y otra vez.

¡No, por favor!

¡Lucha, lucha, lucha!

¡No puedes dejarme sola, sálvame!

✱ ✱ ✱

 

"Jullie, Jullie despierta..."

 

¿Acaso su audición no fallaba? ¿Entre tanto sufrimiento había una esperanza? Parecía escuchar esa melodiosa voz a lo lejos, esa voz que traspasaba las fronteras de su mente y sus pesadillas, como si viniera desde la boca del cielo que se alzaba con majestuosidad sobre su cabeza. Intentó mover sus dedos, sus párpados e incluso sus labios. Pero aunque ella creía que lo hacía, aunque ella creía que hablaba y gritaba que estaba ahí todavía. Nada se visualizaba ni se escuchaba al exterior, ni siquiera su pecho parecía subir y bajar con adrenalina. Nada.

 

Un cadáver, eso era a simple vista.

Quizá ya estaba muerta, quizá ya era tarde...

 

 

 

@ @@Arya Macnair @

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Mazmorras

 

―Volveré por ti. Prometió

 

Sorbía por la nariz y todo el cuerpo le temblaba, no importaba cuántos conocimientos acerca de medicina, herbología y pociones tuviese, aquello parecía más obra de magia antigua demoníaca y primigenia al punto tal que sería incapaz de hacer nada sola. El sello en el mango de la daga le resultaba familiar pero en el desespero no fue capaz de recordar que se trataba de la misma marca que se extendía desde la palma hasta el resto del brazo derecho de Black, el guardián de la roca, el protector de su hermana Juliette. Trataba de limpiar sus lágrimas para verla mejor, de cuerpo entero, realmente parecía dormitar, más allá de la herida del pecho parecía estar perfectamente bien. Se estaba rompiendo en pedazos.

 

Le dio la espalda sintiendo que cientos de flechas se clavaban en sus costillas pero continuó, no sabía exactamente dónde estaban sus compañeros pero necesitaba encontrarlos con suma urgencia. Corría, doblaba pasillos, se chocaba las paredes con los hombros notando de vez en vez que su piel se marcaba bajo la ropa pero no siendo capaz de replicar el dolor que le hubo causado ver a la bruja en aquel estado de profundo sueño inducido. La marca en el antebrazo ardió dándole la pauta de dónde encontraría a Malfoy quien debería estar junto al mago pero se vio obligada a esconderse en una habitación o aula contigua debido a una presencia poco grata.

 

Aquellas parecían sombras corpóreas que merodeaban la puerta que mantenía oculto a los Mortífagos, murmuraban entre sí, quería al guardián, no podían permitir que éste despertase a la castaña puesto que con aquella prueba de valía el legado que llevaba dormido en la sangre vería la luz del alba, sería el poseedor de una de las cinco rocas primigenias y ellos la querían para sí; el cónclave de los siete no era el único ancestral grupo demoníaco que se encargaba de balancear o desbalancear el orden natural de las cosas.

 

Giró sobre sus talones desapareciendo entre la oscuridad que el hubo albergado para reaparecer a metros más de Juv y Aaron. Tenía el rostro desencajado, los ojos hinchados, la mirada perdida y la punta de la nariz enrojecida por el repentino ataque de llanto. Aun temblaba y cuando intentó hablarles para informar lo que acababa de descubrir comenzó a llorar volviendo sus palabras jeroglíficos. Balbuceaba, se trababa, confundía palabras y no era capaz de hilar una frase con otra para darle sentido, ambos personajes la miraron extrañada hasta que solo pudo inspirar, contener el aire y al exhalar decir una única cosa:

 

―Juliette está aquí.

 

Y volvía a llorar escondiendo el rostro entre sus manos, Malfoy jamás la habría visto tan vulnerable.

 

@@Juliette Macnair @ @

 

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Aaron Augustine Black Yaxley

 

Y fue así, como años atrás, cuando Malfoy caminaba junto con un joven Aaron por los jardines de Hogwarts platicando sobre las artes oscuras y la primacía de una marca impuesta por el sangre sucia de Tom Riddle, sin embargo, indicio perfecto para mantener vivo el ideal de la sangre pura, que fuimos recorriendo el castillo de Hogwarts. De hecho, casi olvidaba los sermones que la bruja dictaba cuando no encontraba el provecho de las cosas, mas ¿qué provecho podría tener?, yo estaba ahí sin saber que demonios pasaba conmigo, no entendía nada de la cicatriz en el dorso de mi mano y solo recordaba aquella excursión maldita al castillo olvidado donde encontramos la piedra, aquél artefacto primigenio que escondía los secretos íntimos de la vida mágica. Al igual que ella, no entendía mucho.

 

-Piensas mucho en voz alta, Malfoy...-sostuve ante la bruja a medida que nos encaminábamos quizás dónde. Era un cariño particular y muy temperamental en lo que a nuestros apellidos respectaba- ...¿alguna vez caminaste en silencio?- cuestioné sabiendo y conociendo la respuesta de la rubia- Costal de huesos, padres malnacidos, aumentar el desprecio que me tienes. Al parecer sí le temes al final de los tiempos, sino, ¿cómo tanto descargo?- repliqué con una ligera sonrisa, indiferente. Ya conocía los tratos de madame Malfoy, pero ya no tenía dieciséis para temerle- Si no quieres salvar el pellejo, ni quieres comentar qué dice el libro sobre la cicatriz, ¿qué buscas?. No tratemos de mirarnos la suerte entre magos... buscas el poder ¡igual que yo!-chisté entre dientes al cabo que me detenía frente a ella para detenerle el paso; casi de perfil con perfil, la mirada gélida y gris en mi semblante fue inquisitiva ante sus ojos.

 

En eso la bruja me retuvo contra la pared, pegando su torso al mío, incomodando la situación, recalcando un gesto por el cuál yo debía guardar silencio- habían guardias rondado las mazmorras, siempre los hubo luego de la segunda guerra mágica-. Dándonos espacio, la rubia insistió que entrásemos a una habitación donde supuse, nos encontraríamos con Arya, pues y ya dentro, con un elegante movimiento desenvainó su varita para posarla en el antebrazo....

 

>>¡¡M*erda!!<<

 

La marca no había dolido, de hecho fue lo primero que pensé en cuanto Juv hacía el llamado, sin embargo el ardor de la noble casta no era tan intenso como lo que estaba sintiendo, ¡era el sello en el dorso de mi mano izquierda!, parpadeaba, encendiéndose y apagándose en una cálida luz color calipso bajo la piel. ¡Cómo ardía!

 

-Yo...necesito...yo...-comencé a sudar helado, era evidente, tenía mi orgullo pero en ese instante me sentía muy débil ¡Odiaba sentirme débil, odiaba que los demás me viesen en un estado como ese, odiaba estar en tales condiciones frente a Juv!- agua...necesito agua...- proseguí, buscando un lugar donde tomar asiento.

 

Al mismo tiempo que Arya tenía aquella extraña visión- la cuál desconocía completamente en ese instante- yo me debilitaba o tal vez aún no podía controlar el sello grabado en mi mano. Tambaleando en la habitación, logré echarme sobre una vieja silla de madera, botando todo lo que se encontraba en la mesa frente a la misma. ¿Qué pasaba conmigo?, visiones del castillo iban y venían como un millón de fotografías ante mis ojos. Veía la piedra, su aura púrpura y azulada, una nebulosa que le protegía y de pronto todo se volvió negro. Mis ojos destellaban una luz idéntica a la de la cicatriz, y en mi demencia solo busqué arremeter contra lo primero que viese, fue en ese mismo instante que observé a Juv, mirándome desde la puerta cerrada a sus espaldas.

 

-¿Quién eres?...

 

No era yo, la voz no era mía, la figura de Juv delante de mi cuerpo no era apreciada por mi cordura. La pregunta era en un tono grabe, mi postura era imperativa, irguiéndome en fracciones de espacio tiempo que me harían ver como un canon humano que aparecía y desparecía repetidas veces en su camino hasta llegar frente a Malfoy, elevando mi mano para deslizar el dorso de los dedos por la mejilla de la bruja.

 

-¿Eres hija de la magia?....eres....eres...

 

En eso, los destellos de luz comenzaron a parpadear nuevamente, y yo, luchando contra la energía que me envolvía, intentaba volver a retomar el control de mi cuerpo. Regocijé mi torso con los brazos aferrados a mi abdomen y de pronto me vi de rodillas al suelo.

 

-¿Juv?, yo...¿qué pasó?- pregunté ya de pie, buscando la silla nuevamente. Arya aparecía por el umbral, también parecía haber cierto cambio en ella. "Juliette está aquí"- ¿qué?

 

#5

 

@ @@Arya Macnair @@Juliette Macnair

Editado por Aaron Black Lestrange

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Mazmorras

 

Tomó al mago por los hombros. En ese momento olvidó los celos enfermizos que le tenía respecto a su hermana, olvidó lo mal que le caía por haberla tratado desde un principio de traidora y cualquier otro sentimiento que no fuese el desespero y la angustia fue eliminado de su sistema. Lo miró a los ojos como una niña pero muy debajo de aquellas lágrimas se escondía un Alto Rango que enardecía debido a lo que acababa de ver, quien fuese el responsable pagaría por haber colocado a Juliette en tan indefensa situación.

 

―Está aquí, no entiendo cómo pasó, no sé qué hace en éste sitio pero por favor Aaron... Por favor― Sollozaba, balbuceaba ―Hay que sacarla de ahí.

 

No terminaba de explicar cómo la había encontrado, Black desconocía la historia completa y posiblemente Juv no comprendería de lo que estaban hablando o siquiera que se trataba de su hermana pero se vio obligada a actuar. Los tomó a ambos de las manos cerrando los ojos y con aguijonazos en el corazón trayendo a su mente la imagen dormida de la joven Macnair en aquel ataúd de cristal con la daga en el pecho para desaparecer del cuarto que les protegía de las sombras y resurgir entre lenguas de fuego heladas a metros más de la vívida imagen.

 

La castaña seguía exactamente en la misma posición en donde la hubo encontrado. Los párpados cerrados, aquella expresión de tranquilidad imperturbable. Arya corrió hasta ella, intentó romper el cristal eufórica, pidió ayuda a sus compañeros más nada parecía poder con él, estaba sellado mediante magia. Entonces reparó en la daga, había evitado verla pero deteniendo su accionar fue que descubrió las marcas en el mango. Lentamente volteó en dirección a sus compañeros y musitó en voz queda

 

―Aaron. La daga... tu brazo

 

@ @ @@Juliette Macnair

 

#11

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Aaron Augustine Black Yaxley

 

Arya se apresuró a tomarme por los hombros y yo, debilitado por el último acontecimiento, no tuve ni tampoco quería tener la intención de rebeldía que solía mantener con ella luego del encuentro en la biblioteca hacía ya un tiempo atrás. Su mirada denotaba preocupación y yo no sabía como ayudar en una situación como tal, sintiendo algo de impotencia pues no quería que nada malo le pasare a Juliette. Opté por tomar sus hombros para intentar calmarle, todo estaría bien o al menos eso esperaba. Les di la espalda para dar un par de pasos pensando en qué hacer.

 

>>...Hay que sacarla de aquí...<< Dijo en cuanto me voltee nuevamente hacia el par de brujas. Arya tomó de mi antebrazo y con la otra mano agarró a Juv, lo siguiente fue como un viaje astral. Sentía como mi alma era desligada del plano banal en el que vivíamos, casi idéntica a la experiencia en el bosque, la misma que me había retrasado para juntarme con ellas y volví a sentir mi cuerpo una vez que reaparecimos en una cámara iluminada con una tenue luz calipso... el ardor en el dorso de mi mano se acentuó y ésta vez, quizás porqué motivos, solo uno de mis ojos expidió una luz turquesa, del mismo color que la marca que se enraizaba en mi brazo izquierdo.

 

-Han profanado el templo de ésta piedra...- otra vez sentía como si algo hablase por mí, o al menos por la mitad de mi cuerpo, pues la mitad derecha se encontraba dormida, con el brazo caído y el ojo ensueño. Levitaba-... ustedes no son dignos del poder que contiene y ella ha pagado el preci- Arya se aquietaba luego de intentar quebrar el cristal con el puño- ¿Qué me darías a cambio de salvar a la muchacha? y aún así ella no podrá estar a salvo jamás, pues su alma ha sido corrompida al igual que la tuya...- sostuve en una mueca de sincera melancolía- el cónclave desea el poder de una piedra que les ha dado su poder ¡cómo osan profanar el elixir genuino de sus vidas!...

 

>>Control, Aaron. Control<<... intentaba repetir en algún espacio vacío de mi mente.

 

-¿Sabes dónde estás situada, demonio?- pregunté a Macnair- ¿siquiera conoces el poder de aquél artefacto?, los destruiría a todos antes que pudiesen alcanzar a tocarlo, se los advertí una vez en aquél castillo, ¿qué pretenden?...- la luminosidad que afectaba a la mitad de mi cuerpo comenzó a parpadear- Control, Aaron...control- empecé a pensar en voz alta. Vi a Julieta dentro de aquél Crystal, deshidratada, disecada por la daga en su pecho y como si un campo de fuerza me lo impidiese intenté avanzar para tratar de alcanzar aquél artefacto que le mantenía dormida.

 

>>Acepta tu destino...<<

 

-Maldi...tos...des...ti...nos- tomé la daga y tras un violento ataque de adrenalina, la arranqué del pecho de la bruja para luego caer de rodillas al piso emitiendo vapor por todo mi cuerpo, como si hubiera hervido sin quemarme; no sabía si podría decir lo mismo de las demás. Me apoyé con ambas manos al suelo, observando como las gotas de sudor caían en un solo punto a mi vista; respiraba agitado- ¿qué demonios fue eso?...¿qué demonios fue...¡eso!

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—¿De qué va todo este juego?—preguntaba al ver a una mujer tumbada en el suelo—De esto estaba hablando, no te das cuenta—mirada con desdén a Black—Todo es tu culpa, siempre lo será. No puedes evitar dañar a los que te rodean, ahora tu hermana es la pagana en todo esto. Mereces purgar con creces una pena, no hay castigo que ese para un ser como tu, ahora entiendo porque tus padres te dejaron fuera de sus vidas—la dureza era evidente. Pero así era ella, desprovista de toda emoción o sentimiento benévolo, justamente por eso no le afectaba en lo más mínimo perder a las personas que le rodeaban. Salvo aquellas que formaban parte de su familia y ellos eran los mortifagos, nadie más que ellos serían un dolor intenso e irreparable en la vida de Malfoy.
—Todo lo que sientas, vivas o experimentes, no tiene nada que ver con tu pasado. Sino con tu necedad, ¿quién demonios te dijo que podías tomar esa piedra o la daga?. No posees los conocimientos necesarios para ello, no lo entenderás jamás y lo sabes. Todo esta regido por el poder en nuestro mundo, dentro de nuestra sociedad, pero de igual modo todo debe tener un limite y cuando este se sobre pasa, aquí las consecuencias—Macnair los llevo hasta ahí. No sabía con que fin, pero no esperaba que le pidieran su ayuda como Nigromante. El traer un alma del otro mundo, no le resultaba para nada complicado, pero el hacerlo requería una entera disposición de la persona que dominaba dicha habilidad.
—La muerte es el inicio de algo mucho más grande e imposible de entender del todo, pero ella es sabia en su forma de actuar—siseó sujetando el libro con fuerza—Espero una explicación por parte de ambos—miró primero a Arya y después a Aaron, alternándola mirada por un breve instante hacia Juliette. Esa chica estaba pasándola muy mal sin duda alguna, pero ante los ojos de Malfoy, no existía ni la más mínima pizca de pesar por su estado actual. Ahí delante de ella una prueba fehaciente de la crueldad de la ignorancia, al verse tentada por jóvenes que poco o nada conocían de los objetos que desde siempre debieron permanecer lejos de las manos de cualquier mago o bruja que habitara dentro de Londres.

—Es tu hermana, tu decidirás como salvarla. Podrías arder en llamas y simplemente dejar que se vapor que emana de tu cuerpo te cocine lentamente, expulsión de algo que está dentro de ti. Pero ha sido sólo en parte, dudó mucho que el ente te deje ir así como así, estoy al tanto de está clase de seres y créeme que esto sólo es el comienzo, ya que aún no estás ni remotamente cerca de la punta del iceberg—ladeando la cabeza esperaba la intervención de alguno de sus compañeros. Ella solamente se limitaría a observar y analizar cada detalle y suceso, dejándose para ella la posible solución para todo ese dramita orquestado por los hermanos.

Four

@ @@Arya Macnair @@Juliette Macnair

Editado por Juv Malfoy Croft

Cuando eres tan grandiosa como yo, es difícil ser humilde

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Básicamente ya eres la mitad de una maldición

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Mazmorras.

 

Oía a Black murmurar tras su espalda pero las palabras que decía no tenían sentido alguno, casi parecía no ser él. Evitaba voltear, seguía golpeando el cristal con ambos puños cerrados formando pequeños charcos de lágrimas sobre la superficie que nublaban la imagen que tenía de su hermana. Juliette parecía no ser consciente de todo lo que sucedía a su alrededor y tras tres segundos lo agradeció. Aaron la nombró, habló con ella de una forma hiriente, se giró sobre sus talones colérica y deshizo la distancia entre ambos pero lo que encontró allí la detuvo a medio metro.

 

El hombre que les hubo acompañado no se parecía en nada al que ahora veía. Con la mitad del cuerpo dormido, el siseo gutural que escapaba de unos labios casi derretidos eran emitidos por alguien más. La pelirroja desvió la mirada en dirección a Juv pensando que quizás ella sabría qué sucedía o en qué momento fue que algo aparentemente le hubo poseído. Observó la marca, intentó tocarlo más una corriente eléctrica los separó. Apartó las manos, éstas le cosquilleaban, las lágrimas escurrían por sus mejillas. Apretó la mandíbula.

 

―Te daré... mi vida a cambio― Respondió entre dientes, pero el guardián no fue capaz de contestar, Black recobraba la consciencia.

 

No alcanzó a decir nada más, el mago pasó junto a su perfil empujándola en el proceso, contagiado por la rabia que momentos atrás ella sintió, rumbo a su hermana. El cristal se había esfumado con el espíritu del guardián de la roca y la castaña quedaba a merced de Aaron quien increíblemente fue capaz de arrancar la daga de su pecho sin derramar una gota de sangre. Lo que Arya no sabía era que aquel artefacto punzante no le había herido sino más bien conservado como en un sueño aletargado. Y una vez en manos del hombre, se evaporó dejando en su lugar una pequeña roca negra.

 

―¡¡Jullie!!

 

Corrió hacia su hermana, su mente y corazón se partieron en tres. Sintió náuseas. Quería abrazar a la joven que permanecía dormida aun, acunarla contra su pecho, protegerla y decirle que todo estaría bien. Los ojos de Juv fijos en su nuca le exigían una explicación racional que no podía dar en presencia de Aaron y su raza le demandaba se hiciera con la piedra ¿Entonces cómo actuar?. A centímetros de Juliette, el hombre, Arya lo miró con pesar, se mordió la lengua por lo que haría a continuación y de un movimiento brusco le arrebató el objeto antiguo sin siquiera darle tiempo a reaccionar, aferrándose a la muñeca de su hermana y desapareciendo frente a la presencia de dos de sus compañeros de bando.

 

En la cabeza de Aaron resonarían sus disculpas como un quejido. En el antebrazo de Juv un escozor clave, la necesitaba.

 

@ @

 

#14

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