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Cuidado de Criaturas Mágicas III


Sherlyn Stark
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Primera Clase.

Aquel día, dentro de la Universidad Mágica, se lograba visualizar un auténtico panorama invernal. Con esa nieve a los alrededores sería imposible dictar la clase en los terrenos exteriores del establecimiento, de tal manera que debería improvisar dentro del aula. Haría lo posible para que el plano fuera entretenido para los alumnos que, en esa ocasión, decidieron aprender más sobre el cuidado de las criaturas. De vez en cuando solían ser personas expertas en el mundo mágico, pero no lo sabía en ese momento ya que su elfa había sido la encargada de mandar las cartas informativas.

Dejó caer sus parpados paulatinamente, para luego respirar profundo y seguir con su caminata—. Todo saldrá de maravilla —murmuró en voz baja para incrementar sus expectativas y animarse a sí misma. Hacía meses que no impartía esa clase, ni tampoco se inscribían. Salvó el mes que había pasado, cuando el familiar de un excelente mago cuyo nombre había olvidado, la suplantó en esa tarea. Según recordaba, era la primera vez que tomaba suplencia en la docencia y procuraría que no volviera a suceder; luego sentía como se derrumba esa muralla interna e imaginativa de la responsabilidad.

El espacio donde sería dictada la clase de Cuidado de Criaturas Mágicas estaba perfectamente renovado. Las ventanas eran amplias y cuando eran corridas las cortinas se dejaba visualizar el encantador paisaje que la naturaleza exhibía y, asimismo, dejar que los débiles rayos de sol iluminaran el interior para brindar la calidez que necesitaban. La mayoría del amueblado de allí estaba hecho de piedra, no sólo para dar un aspecto más natural al tallado, sino que para cuidar el medio ambiente de la forestación. Muchas criaturas estaban sufriendo por ese cambio tan devastador y sería irónico dictar una clase del tema sin tener conciencia de lo que sucedía más allá.

Al aproximarse al escritorio se encontró con el pergamino que contenía los nombres de los alumnos que no tardarían en llegar a las inmediaciones. Sólo ellos y, como había imaginado, no habría alumnos oyentes. Aunque, le había llegado la información de que podría aparecer alguno de sorpresa, pero no estaba al tanto del tema. Deslizó su dedo índice sobre el papel mientras leía y memorizaba sus nombres. Conocía a Leah, era una mujer muy bonita e inteligente, y una de las mejores profesoras de conocimiento que había existido. Esperaba que los tres aportaran muchos conocimientos sobre el tema, además de adquirirlos legalmente.

Pik Macnair
Goshi Malfoy
Leah A. Ivashkov

Repasó el plan de estudios que estaba debajo del primer pergamino. No era necesario preguntarles las expectativas ni el propósito, ya que no iba al tema. A medida que fuera avanzando la clase, se enteraría de los ánimos que tenía cada uno, además de que no debería ser de su interés algo personal. Curvó sus labios en reacción del nerviosismo que comenzaba a crecer en su interior porque faltaban muy poco tiempo para que arribaran los alumnos.

— Bienvenidos a la clase de Cuidado de Criaturas Mágicas —saludó la bruja, una vez que se ubicaran en sus lugares—. Mi nombre es Kirara Rosier y en esta ocasión será mi deber enseñarles, o mejor dicho, recordarles sobre los cuidados que estos seres requieren —su atención se centró únicamente en el fondo blanco de una pared lisa que utilizaría como pizarra para que fueran tomando apuntes, por si lo necesitaban.

— En esta primera clase sólo les pediré que se presenten y presten atención al primer tema para exhibir sus opiniones —dijo la bruja, indicándole a su vuelapluma lo que debía escribir—. Muchos conocemos la definición de criaturas mágicas, pero pocos reflexionan sobre la diferencia que tienen éstas con los animales del mundo mágico —añadió la bruja, para luego señalar con su varita la pizarra—. Así que, empezamos con la primera actividad.

«¿Por qué se suele confundir a los animales con criaturas mágicas?» Era la única pregunta hasta en esos momentos. Próximamente, trasladó unos frascos que contenía dos clases diferentes de arañas, una de ellas era descendiente de Acromántulas, pero su tamaño había sido reducido, mientras que la otra se trataba de una muy común en el mundo muggle. Siempre se había preguntado qué pasaría si se juntaban, probablemente se pelearan por el territorio o mantenían una actitud pacífica y se dividían el terreno; pero, no sería ella quién se atrevería a descubrirlo. En el tercer frasco, que era más grueso a diferencia de los otros, contenía un sapo adulto.

— Necesito que me den sus opiniones sobre por qué estas arañas, a pesar de ser de la misma especie, se las separa, o por qué se dice que los sapos son criaturas mágicas aunque viven en ambos mundos —no existían buenas ni malas respuestas, con su opinión y predisposición en la clase le bastaba para ponerles una buena calificación en la primera tarea.

 

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Llevó las pupilas a las manecillas de su reloj de pulsera y asintió para sí misma, respondiendo una pregunta silenciosa que había rondado su cabeza. Y sí, estaba a tiempo. Siempre se le hacía algo complicado el recorrer aquellas instalaciones. Diferentes, nuevas, ajenas a lo que conocía. Así que era inevitable que diera muchas vueltas sin sentido —jamás admitiría que se había extraviado en el mismo lugar en repetidas ocasiones—, tratando de familiarizarse con el entorno. No obstante, logró dar con el sitio indicado mucho más rápido que otras veces y tuvo que darse una palmadita mental en el hombro, se sentía orgullosa de la forma en la que empezaba a ajustar su brújula interna.

 

Estudió con cierta fascinación de los asientos de piedra, como si jamás hubiera visto uno igual en sus largos años de vida y le lanzó una mirada curiosa a la profesora. Ah, Kirara. Le dedicó una sonrisa sinceras, esas que pocas veces le dedicaba a las personas y se dirigió a su asiento, uno que había elegido incluso antes de acabar de admirar su estructura. Lo encontró cómodo, a pesar de su material, quizás porque el entorno la ayudaba a ello. Alisó el vestido blanco y cruzó las piernas con tranquilidad, esperando. Odiaba las presentaciones, le causaban cierta urticaria, sobre todo cuando conocía a las personas que estaban con ella.

 

Pero el protocolo siempre había sido importante en las clases y ella lo sabía muy bien. Escuchó con atención sus palabras, procesando la información a medida que consideraba las posibles respuestas lógicas que podía dar a la pequeña problemática que había planteado. Para cuando había acabado de dar instrucciones, estaba más o menos conforme con lo que había podido sacar de sus pequeños archiveros intelectuales y podría decirse que estaba lista para expresarlas. Así que fue eso lo que la llevó a erguirse, renuente a abandonar su asiento, antes de tomar la palabra.

 

Mi nombre es Leah Atkins, un gusto verla de nuevo, señorita Rosier —le guiñó un ojo a la muchacha, cual cómplice y retomó de forma automática una postura seria, profesional—. Los humanos tienen la costumbre de encasillar todo de una forma básica, casi primitiva. Todo lo que no sea nuestro igual puede ser tanto inferior como superior y, si no se nos parece, lo clasifican como animal. Por lo tanto, la confusión de los animales con las criaturas mágicas es una clara ignorancia con respecto a su diferencia más obvia: la magia. Y, claro está, el rango de "Criatura Mágica" es mucho más amplio de lo que puede ofrecernos el reino animal, desde un pequeño Micropuff hasta un inteligente Centauro.

 

Una pequeña arruga cruzó su frente mientras pensaba en la siguiente respuesta y se mantuvo allí mientras respondía.

 

Puede que las arañas sean diferentes, más allá de la magia, porque una es más peligrosa de una forma bastante elevada con respecto a la otra. Quiero decir, las arañas comunes nunca llegarán al tamaño máximo que puede tener una Acromántula y su veneno es mucho más letal. O por la inteligencia, tal vez. He leído sobre bestias que han llegado a hablar, incluso, aunque ésto nos llevaría de nuevo al punto de la magia —desvió los ojos al sapo y alzó una ceja—. Y sobre el pobre sapo, supongo que porque siguen siendo usados para experimentos incluso de éste lado; poseen ciertas cualidades útiles para algunas pociones. Una lástima, los chicos los encuentran interesantes como mascotas.

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La nieve descendía lenta, danzarina, tiñendo todo de un blanco puro. Eran los últimos copos de la pequeña nevada matutina y el Macnair la disfrutó como de costumbre. Lo llenaba de paz ese elemento y le transmitía una sensación de tranquilidad infinita. Se limpio el traje antes de ingresas el recinto y se encaminó hacia el interior, intentando descubrir donde seria el salón esa oportunidad.

 

Ese mes tomaría dos clases y sentía que afin estaba volviendo a ser él mismo. Cuando ingresó al liderato del bando una lluvia de trabajo le cayó encima y esto lo impidió hacer cosas que disfrutaba, como asistir a esas clases especiales que dictaba la Universidad y que estaban tan bien vistas por los magos en Ottery. Debía aumentar su conocimiento y había decidido que era momento de volver, los meses pasaron volando y ya se sentía con energía, dispuesto a volver a una rutina más tranquila.

 

De una vuelta por aquí, un largo pasillo por allá y tras girar en varias esquinas, llegó al salón donde seria la clase. Entró y se sintió en paz al instante, aunque había mucha luz para su gusto. Cruzo una mirada con quien seria su tutora y le regaló una sonrisa, tenía pinta de buena persona. Alzó una ceja cuando se dirigía a los asientos y se encontró de nuevo con la Ivashkov.

 

—¿Me estás persiguiendo en todas las clases, Leah? —le preguntó de mala gana, aunque no pudo ocultar una sincera sonrisa hacia su compañera.

 

Se quitó la parte superior del traje y la dejó encima de una silla vacía, quedándose en una sencilla camisa negra. Se sentó al lado de Leah y escuchó con atención las palabras de Kirara. Hace mucho tiempo el Malfoy fue profesor de Artes Oscuras y le agradaba el método de enseña de la Universidad, era entretenida y salía de lo corriente. Antes de que pudiera presentarse y responder la primera parte de la clase, la Nigromante se adelantó y dio una larga charla.

 

—Buen día —saludó antes de comenzar—. Mi nombre es Pik Macnair, un gusto —con un gesto de mano la saludó y prosiguió—. Como dice Leah, para diferenciar ambos tipos de animales hay una palabra clave y es por lo que estamos acá, la magia. He leído en varios libros que los animales mágicos incluso aparecieron antes que los propios magos, antes lo llamaban animales ancestrales o un nombre similar. Su diferencia, omitiendo la magia, era su sabiduría, la cantidad de años que podian sobrevivir y la capacidad de hablar que poseían —hizo una pequeña pausa y prosiguió— como es natural, para los muggles esto debió ser una catástrofe y un hecho antinatural, un desastre, un error que no podía suceder y no me sorprendería que hace muchos siglos buscaron exterminar a todos estos animales que poseían magia dentro de ellos. Es por esto que en el mundo muggle no existen ciertos animales mágicos, debido a que no existe su versión “normal” para ellos.

 

>>Los sapos, ranas y animales comunes para los muggles tienen su versión mágica. Supongo que esto nació cuando los animales mágicos intentaban sobrevivir y adaptarse al mundo, algunos decidieron conversar su magia y otros decidieron no usarla o pasar desapercibido en el mundo muggle. Los animales se adaptan, sean mágicos o no, y por eso es que han sobrevivo hasta el día de hoy —terminó su charla con un gesto, pero la retomó luego de un momento de lucidez—. Y respecto a los sapos, existen algunos que son mágicos, cierto. Esto puede ser debido a que una malvada hechicera convirtió a su esposo en un sapo para humillarlo luego de serle infiel… o para esperar que una princesa lo busque y le de un beso de verdadero amor —con una sonrisa tonta y un cuento de hadas que pasaba por su cabeza, el Macnair terminó de hablar.

Editado por Pik Macnair

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Los minutos y segundos corrían para la Malfoy que volaba con su moto lo más rápido que podía para llegar a tiempo. Los copos de nieve que caían en abundancia le impedían ver con claridad, sin embargo ya conocía el camino que la llevaba a la Universidad. Casi que lo hacía de memoria.

 

Llegó a estacionarla con ciertas complicaciones a causa del empedrado resbaladizo, pero sin ningún tipo de accidente, y se encaminó hacia el salón que le había tocado.

 

La última vez que Goshi había estado en una clase data de hace muchos años, cuando era una adolescente que estaba a punto de recibirse de Hogwarts. No recordaba lo que era estar sentada en un pupitre, ni mucho menos del esfuerzo que implicaba resolver una tarea o prestar atención al profesor. Volver a los estudios implicaba para ella un nuevo desafío, y esperaba que aquella clase fuera lo suficientemente atractiva como para captar su entusiasmo por volver a los libros.

 

Cuando ingresó al aula respiró aliviada. La clase aún no había comenzado. Sus dos compañeros de clase estaban ya presentes, cada uno en el asiento que había elegido, y la profesora sentada en el escritorio, revisando algunos papeles. Se movió sigilosa y ágil hacia una de las filas de asientos que se encontraban en la parte delantera. Al pasar junto a ellos, saludó con la mano a Pik y a Leah, ocultando el nerviosismo detrás de una amplia sonrisa, y luego agachó la cabeza a modo de saludo hacia la profesora, tomando asiento finalmente lo más cerca que se animaba de sus compañeros.

 

Acomodó el morral a su lado, sacó de allí un cuaderno de pergaminos que había encontrado entre sus tantos libros y la vuelapluma que quedó suspendida en el aire mientras aguardaba a que la profesora iniciara la jornada.

 

Frunció los labios. Nunca había tenido una profesora cuyo inicio de clase fuera tan interesante como aquel. La pregunta que realizó despertó sin lugar a dudas su apetito intelectual, buscando respuesta en lo más profundo de su mente. Escuchó atenta las respuestas de sus compañeros. Ambas eran muy llamativas, y decían mucho de la personalidad de cada uno.

 

Cuando llegó su turno, las mejillas de la Malfoy cobraron un tono rojizo notable. Titubeó un poco, pero apenas largó las primeras palabras, el resto fueron saliendo solas de su boca.

 

- Buenos días. - Hizo una pausa, recorriendo con la mirada a los presentes.- Mi nombre es Goshi Malfoy y también es un gusto estar aquí y compartir esta clase con ustedes.

 

Puso las manos por encima del pupitre entrelazando los dedos.

 

- Coincido con mis dos compañeros. Dentro de lo poco que recuerdo de lo que estudié en el colegio, existe una clara diferencia entre los animales mágicos y no mágicos, que como su terminología lo indica, es la magia. - Tragó saliva.- Sin embargo yo creo que también se agrega a ello el factor del control que se puede tener sobre estos animales según su nivel de peligrosidad. Hay criaturas que sólo pueden ser controladas por los magos, mientras que el cuidado de los animales no mágicos pueden llegar al alcance de cualquier muggle que no posea dichos conocimientos. Los magos poseemos un poder que los muggles no tienen, y esto nos ayuda a poder controlar este tipo de criaturas que son de extrema peligrosidad para el mundo muggle.

 

Buscó aprobación en la mirada de la profesora, y ante su gesto neutral prosiguió con la otra pregunta.

 

- En cuanto a los sapos, yo viví varios años en el mundo muggle y uno de mis tantos trabajos ha sido cuidar niños. Sé que las historias que cuentan los padres a sus hijos incluyen formas animales que no existen en su mundo, como así son los sapos que se convierten en príncipes, los ratones que hablan, los zorros que caminan en dos patas... Sé que la piel de los sapos es muy particular y sus diferentes especies tienen distintas propiedades, pero desconozco el poder mágico que pueden llegar a tener, más que aquel que le propician las historias y que quizás en algún momento histórico hayan sido realidad.

 

Quedó en silencio y sonrió a sus compañeros antes de soltar una risa nerviosa por la tontera que había respondido.

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— Estupendo —respondió la bruja ante las hipótesis de ellos. Comenzaba a preguntarse si sólo eran simples creencias luego de conclusiones tras leer diversos libros. Al fin de cuentas no había una respuesta certera, ya que para ello debían investigar profundamente todas las teorías e investigaciones pasadas. Aun así, uniendo todas respuestas obtenía un resultado excelente, pero sentía que faltaban varios puntos cubiertos que ni se lo imaginaba, quizás, en algún futuro tendrían la oportunidad para descubrirlo. O, existía la posibilidad de que sólo fuera una sensación más personal. Debía agradecer que pudieran recolectar esa información, era la magia de debatir con magos que poseían una gran inteligencia.

— Se habla mucho sobre sucesos de la antigüedad en enciclopedias —añadió la bruja, atreviéndose a mirarlos, dando alusión a la mayoría de las palabras dichas anteriormente— pero, lamentablemente no podemos concretarlo —«Aunque, ¿qué tal si lo vivía?». Era imposible retroceder el tiempo, a menos que tuvieran la capacidad para utilizar un giratiempo, sin embargo, la magia jamás dejaba de sorprender. En esas instalaciones tenían un mecanismo más flexible para hacer que las actividades fueran más extremas, por ende, los alumnos aprenderían en piel propia lo que le explicaban. Sin embargo, aún no habían aprendido la cantidad de temas suficientes para realizar la actividad práctica.

— El siguiente tema es la Clasificación de Criaturas Mágicas en el mundo mágico, asignado por el Ministerio de la Magia —sonrió conteniendo una tímida sonrisa. « ¿Se atrevería a enseñarle aquello a personas que ya tenían un amplio conocimiento sobre el mundo mágico?» Aun así, el pensamiento no impidió darle las instrucciones a su vuelapluma para que realizara su trabajo—. Supongo que este tema ya debe estar más que claro dentro de sus pensamientos —dijo, mientras acomodaba sus ideas.

» Por el bienestar de la comunidad mágica, el Ministerio de la Magia asignó a cada una de las criaturas cierto rango y cada mago puede adquirirlo según el nivel y poder de magia que poseen.

» Clasificación de Criaturas Mágicas:
• X: son criaturas “inofensivas”, pueden ser tanto criaturas mágicas o muggles. Pueden adquirirlas los magos a partir del rango de aprendices.
• XX: se debe poseer un nivel mágico superior a Unicornios de Oro.
• XXX: para poder adquirirlas es necesario superar el nivel Dragones de Plata, o éste inclusive.
• XXXX: estás criaturas generalmente son complicadas de manejar, por lo tanto, se requiere el nivel Orden de la Cruz Dorada para adquirirlas.
• XXXXX: únicamente pueden poseerla aquellos magos que estén o superan el rango Órden de Grial.

— Sin embargo, al correr de los años se ha decretado que ciertas criaturas mágicas no pueden ser poseídas por alguien ya que se consideran como seres independientes —contó la bruja, mientras daba un vistazo si su vuelaplumas había finalizado la tabla en la pizarra. — ¿Alguien sabe de qué estamos hablando? —indagó la castaña. De repente, todo el amueblado comenzó a apartarse de la pared dejando que ésta captara la atención de todos. El encantamiento estaba completado, justo a tiempo.

— Debemos cruzar la pared —dijo la bruja sin apartar su vista de ella—. Allí se encuentra el primer reto —sentenció y luego se dedicó a cruzar el umbral; no sin antes indicarle a su vuelaplumas que escribiera lo siguiente:

» Fueron quitadas de la clasificación de Criaturas Mágicas por el simple hecho de que ningún mago puede adueñarse de ellas.

» Seres, Bestias y Espíritus:
• Bestias: son incapaces de aprenderse las Leyes Mágicas y de controlar sus impulsos de brutalidad.
• Seres: Puede llamarse de esta forma a las Sirenas y Centauros. Creyeron injusto que los magos lo dominaran, por lo tanto son independientes de sí mismos,
• Espíritus: a pesar de que existen registros para alistarlos, ningún humano puede adueñarse de ellos, ya que son personas que dejaron la vida físicamente, pero no su presencia.

*****

 

Primer reto: Montaña de diversidades.

Ella se encontraba en la cima de una de las más grandes montañas encantadas y creadas por su imaginación. Sólo era una habitación y todo lo que estaba a su alrededor no era más que fantasía. Sin embargo, parecía tan real que hasta permitía que las sensaciones así lo fueran. De esa manera podía estar atenta a todos los movimientos que los alumnos realizaban, citar a muchas criaturas sin que fueran verdaderas y, sobre todo, no las lastimaría ni modificaría la naturaleza. En una clase de conocimiento debía tener las prevenciones y protecciones requeridas para que nada resultara fatal.

La montaña era demasiado amplia y llena de cuevas que se conectaban con otras formando un complicado laberinto. Cada uno de los extremos poseían diversos ambientes, algunos estaban cubiertos de hielo, otros tenían las mismas características que una montaña común y corriente y, por último, había olvidado de qué trataban las demás. Las criaturas estaban repartidas aleatoriamente para que en el camino los alumnos se enfrenten a ellas o, si lograban ganar su amistad, podían recolectar información. De esa manera podían aprender a cómo tratarlas delicadamente, en el caso de que ellos no lo supieran.

En el punto de partida los alumnos se encontrarían en la superficie de la montaña, esperando instrucciones. El número de personas que cabían en un túnel no tenía un límite, así que podían realizar la actividad en grupo o, si se sentían mejor, de forma individual. De todas maneras, había muchísimos túneles y existía la posibilidad de que allí dentro se encontraran.

— Su deber será subir hasta la mitad de la montaña a través de los túneles —dijo la voz gruesa e impotente, como si la montaña misma estuviera hablándoles—. En el camino podrán encontrarse con un millón de obstáculos que deberán superarlos, al mismo tiempo deberán encontrar la manera de recolectar información de las criaturas: clasificarlos por especies, si son mágicas o no, su nivel de peligrosidad, si se tratan de Seres, Bestias o Espíritus, y cuál es su habitad natural.

» Advertencia: no se asusten si alguno de las criaturas les habla o si tienen poderes que nunca antes te hubieras imaginado.

Editado por Kirara Rosier

 

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Tras terminar el pequeño intercambio de opiniones sobre la araña y el sapo quedó complicado, eran opiniones distintas que, al final, formaban una base solida y con un punto en concreto. Nunca pensó que el tema sobre el cuidado de animales seria interesante, siempre pensó que solo eran… animales, aunque lo eran, pero no llegó a pensar que podía ir mucho más allá y lo rodeara tanta información importante que muchos magos desconocían. Escuchó atentamente a Kirara y se adelantó a su pregunta, la sabía.

 

—¿A las sirenas, cierto? —más que una pregunta, fue una afirmación entre sus dudas—. A pesar de ser una criatura, no se considera una criatura domesticable. Ellos piensan, interactuar y son como una persona más, por eso se considera que son más seres que criaturas… Aunque me viene una duda, había cierta acromántula en la segunda guerra mágica que podía llegar a hablar y pensar, ¿esto no lo convierte en un ser? aunque está como una criatura con clasificación XXXXX.

 

El Macnair se levantó del asiento de golpe tras sentir la vibración en una de las paredes, estaba listo para sacar su arma y empezar a lanzar maldiciones, pero la tutora se adelantó y empezó a explicar que era lo que estaba sucediendo. Pik dibujó una pequeña sonrisa repleta de satisfacción ante lo que escuchaba, al fin la clase estaba por poner interesante. Siguió a Kirara tras lo que mostraba tras la pared y se preparó a lo que venía.

 

Parecía que al salir, la gran montaña que se alzó frente a ellos poseía y vida explico lo que deberían hacer. Era una aventura peligrosa, pero el Ángel Caído había pasado por muchos terrores como para que esto lo aterrara, era tan solo otro reto.

 

—Nos vemos en la mitad de la montaña —se despidió de sus compañeras y se encaminó hacia la montaña, ingresado por uno de los tantos túneles que tenía.

 

Eligió el túnel con decisión, más que por decisión, fue por sentir ciertas presencias que lo lo llamaron. <<No hay ninguno demonio, Macnair, solo un par de espíritus vagando>> colocó los ojos en blanco e intentó aplacar a Reshi, el molesto demonio que vivía en su interior. Sabía que vivan espirituosa por ese túnel y por eso fue, quizás fuera interesante charlar con ellos, aunque ese pasillo de algún momento a otro cambió en su totalidad.

 

De por las paredes empezaron a surgir ramas secas que, tras cada paso, empezaron a mostrarse menos muerta, un poco más vivas y hasta que ¡sorpresa! una rama con un par de hojas. Luego enredaderas cubriendo los túneles hasta quedar en una oscuridad total. Sacó su arma del bolsillo y susurró Lumos.

 

—¡Lumos, humano! ¡LUUUUUMOOOOOOS! Con certeza, con poder, con dedicación esas palabras, como si quisieras alumbrar la oscuridad de la noche como si te tratas del único alba ante de la noche más oscura.

 

Pik se echó para atrás de golpe y casi tropezó con una piedra con lo que tenía tras él, luchó para no perder el control ante un par de movimientos rápidos con los brazos.

 

—¿Sorprendido, mortal? Como si nunca antes hubieras visto el fantasma de un centauro. Claro, los magos si pueden ser un fantasma y rondar por todos lados, pero ¿creen que son los únicos con problemas en sus vidas y que les cuesta atravesar el túnel de la oscuridad hacia la luz del sol y dejarse llevar por los Dioses de cuatro patas? Ese túnel luz no me aparece todavía, mortal, y por eso que ando en este bosque terrenal, cabalgando en las sombras de la noche.

 

Con los ojos abiertos y aun sin hablar, el Macnair miró con extrañeza el ente que se alzaba ante él. Era un fantasma, sí, pero de un centauro. Nunca antes había algo como eso, de hecho, desconocía de su existencia y le pareció tonto pensarlo, ¿cómo nunca antes pensó que no podían existir fantasmas de criaturas inteligentes? Ellos estaban en la misma posición que los humanos.

 

—¿Qué hace un ser tan sabio por en un túnel tan oscuro? Lo más normal es que un centauro esté un bosque y sí, es cierto que este es uno —cortó con un movimiento de mano cuando el centauro iba a hablar, sabía que no le daría mucho tiempo de habla— pero un bosque dentro de una montaña.

 

—Porque este bosque es más grande de lo que piensas, ¿crees que por estar en una cueva es pequeño? No, no, señor, fíjese que no —. Empezó a rodear al Macnair, interesado en él— Alsace se siente honrado ante su visita… Alsace, para aclarar, soy yo —tras una carcajada empezó a adentrarse al bosque— caminemos, estás acá por algún motivo y deberas decirme, soy una persona muy curiosa y con una imaginación infinita, así que nunca podré llegar a una conclusión por la cual un joven mago se encuentra en estos desolados terrenos.

 

—Sí, me encuentro…

 

—¿Cómo te llamas, joven? —interrumpió le fantasma, muy acostumbrado a no dejar a la gente hablar.

 

—Mi nombre es Pik —dijo, un poco molesto—. Y me encuentro acá por….

 

—Porque la señorita Kirara así lo quiso. Una señorita inteligente, sí, claro que sí —se le notaba el orgullo al hablar de ella, mientras empezaban a pasar cerca de un lago en aquel extraño bosque—. Le gusta mandar gente para acá, quizás se apiade de mi soledad y me mande alguien para hablar ¡que considerada es! le tengo mucho aprecio. Hace poco vino y hablamos un rato largo, aunque se sentía tímida y no habló mucho, quizás la intimidé, aunque no seria la primera vez que hablaba con ella.

 

—Sí, bueno, ella nos mandó para acá para…

 

—¡Para conocerme! como no.

 

Pik tomó un gran suspiro y los ojos el brillaron de odio, que ser tan insoportable. Sabía que los fantasmas que les gustaba hablar y echar anécdotas de su vida, de sus aventuras y por todo lo que pasaron. Eran sin duda interesante más viniendo de un centauro, omitiendo la parte de que hablaban el doble que un fantasma de un humano.

 

—Sí, para conocer tu pasado, tus origines y más de un ser tan extraordinario como tu, nunca pensé encontrarme con un fantasma de centauro.

 

—Nadie piensa encontrarme por acá, y es que soy el único —explicó, mientras miraba su reflejo en el lago, ahora con seriedad en su rostro. Soy el único centauro… bueno, medio centauro de este bosque. Hay otras criaturas peligrosas, pero todas me respetan a mi y al bosque. Soy muy viejo, Pik, aunque parezco un cabrito de tan solo treinta y pico de años, me sé conservar en este manto de juventud.

 

>>Hace muchos años mi familia eran los protectores de este bosque, vivía junto a mi esposa y dos de mis hijas. Eramos los defensores, nos llamaban los proyectores del Bosque Viejo. Sí, el bosque que vio nacer a los centauros y a un par de especies mas, como el caballo con la piedra alargada en la frente —hizo una pausa para observar a Pik, con la boca abierta y cautivado por la historia—. Sí, evidentemente mi familia murió y yo me quedé acá, con el propósito de proteger de cualquier mal o peligro.

 

Pik se quedó en silencio, sin saber que decir. Hace rato que su varita había dejado de brillar. El lago desprendía cierta esplendor y algunas flores entre el pasto soltaban pequeños brillos, como luciérnagas que se encontraba para alejar a las sombras de su alrededor. Era un lugar mágico y repleto de secretos, y en esa posición, fue la que comprendió la soledad por la que pasaba.

 

—Lo siento —dijo el Malfoy luego de una larga pausa, mirando al espíritu— debe ser difícil estar aquí solo, sin nadie que hablar… —no sabia que decir, no tenia ni idea de por lo que pasaba Alsace.

 

—No tienes porque preocuparte, estoy acostumbrado a esto, joven —con un movimiento hizo que el Macnair lo acompañara por un trayecto sin hablar, solo pareciendo el camino—. Deberías saber que en este bosque el tiempo pasa mas lento que afuera… así que para los demás debes tener un buen tiempo perdido, deberías marchar y contar lo que has aprendido hoy del buen Alsace.

 

—Lo haré, seguro será un buen cuento —muchos lo envidiarían, no tenía la menor duda—. Gracias por tu historia, Alsace. Le diré a Kirara que te visite más seguido.

 

El centauro lo despidió con un gesto en la mano y empezó a cabalgar entre sus pasos fantasmales hacia el bosque, era todo un espécimen digno de estudio. Pik siguió el túnel al que Alsace lo había, el cual su indicación, lo llevaría hasta la mitad de la montaña.

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—O los Centauros —agregó al comentario de Pik, quien respondía a Kirara justo cuando ella pretendía hacerlo—. Como bien dice Malfoy, resultan criaturas tan avanzadas que es imposible darle una clasificación como a las criaturas mágicas comunes, resultaría ofensivo para ellos. Los Centauros han dado ciertos problemas al Ministerio de Magia durante años, el reclamo de territorio y derechos como híbridos ha dado de qué hablar entre los departamentos por más tiempo del que les gustaría.

 

Hizo una pausa y frunció el ceño, pensando en la criatura a la que su compañero de bando se refería.

 

—Creo que son casos sumamente raros, mi amor. En el caso de las Sirenas, su inteligencia es superior desde el nacimiento y poseen incluso un lenguaje único. Pero la profesora lo aclarará mejor que yo...

 

Sólo que cuando pretendía reformular la pregunta, la sala empezó a cambiar y Pik dio un salto dispuesto a destruir a cualquier cosa que se interpusiera entre el bienestar de su peinado y la puerta. Ahogó una risilla con el dorso de la mano y se puso del pie a tiempo para seguir a la Stark junto a Goshi y el castaño, escuchando sus instrucciones con cierta fascinación. La clase estaba resultando un debate constante, una mezcla de conocimientos que acababan por encender todas sus neuronas, pero también estaba llena de sorpresas. Interesantes sorpresas. Alzó la esmeralda mirada hacia la montaña, asintió y le lanzó una cómplice mirara a su profesora, haciéndole ver que iba a disfrutarlo.

 

Tardó más de lo debido en atravesar el túnel, quizás porque había perdido la mayor parte del tiempo en decidir cuál elegir. La punta de su varita producía una pequeña cantidad de luz que iluminaba un par de metros de su camino, lo suficiente como para que pudiera avanzar sin caerse. Por un par de minutos pensó incluso que la Stark le había tendido una trampa y que en realidad no iba a conseguir nada más emocionante que la humedad en las paredes de piedra, hasta que un sonido despertó su curiosidad. Nada desconocido, por supuesto, pero raro. Una pequeña corriente de agua corría por la izquierda y la atrajo como un imán hasta que verificó, sin tener que hacer mucho esfuerzo, que se trataba de una pequeña laguna.

 

—Lumos Máxima.

 

Una esfera de luz salió de su varita, ascendiendo hacia el techo del túnel, haciendo que todo brillara con un especial toque blanquecino e iluminó un par de manos que salían del agua y la tomaban de la túnica, metiéndola al agua sin que pudiera hacer nada más que gritar.

 

Casco-Burbuja, pensó, justo después de tragar una buena cantidad de agua que le había entrado tanto por la boca como por la nariz.

 

Se aferraba al conjunto de almendro y dragón que canalizaba su magia con la vida entera, con los ojos muy abiertos mientras trataba de no entrar en pánico por estar en una desventaja clara ante la criatura que tenía delante. Con la piel cetrina y los largos cabellos verdes ondeando a los lados de una cabeza que resultaba impresionante, la Sirena la miraba con atención sin inmutarse. La Atkins flotaba más que todo por el hecho de estar sostenida por sus fuertes dedos, enredados en la elegante túnica, mientras que ella movía su cola sin preocupaciones y la apuntaba con la mano libre con un tridente difícil de ignorar, puesto que dos de las tres puntas presionaban su garganta.

 

—Bajo el agua nos encontramos y las corrientes dominamos, los magos sabios hacen estragos pero con nosotros no lo han logrado.

 

Pestañeó ante el canto, desorientada. Era un sonido hermoso, sí, pero no estaba comprendiendo demasiado qué tenía que ver una cosa con la otra.

 

—¿Perdón?

 

—Bajo el agua nos...

 

Cortó el canto reanudado con un carraspeo.

 

—Sí bueno, esa parte la he entendido. Pero, ¿qué estrago es el que estoy haciendo exactamente?

 

Desconocía si las Sirenas podían hablar, además de cantar, en el idioma común de los humanos. Sabía que sus sonidos fuera del agua eran horrorosos y había sido testigo de la potencia de su voz en la laguna, una melodía que ni el mejor soprano podría haber imitado. No obstante, no estaba dispuesta a que le cantaran durante toda la charla. Pestañeó una, dos veces y sin poder evitarlo, enarcó una ceja frente al silencio de la criatura. Tampoco estaba dispuesta a ser sometida por una bestia, aunque no pretendía decírselo mientras la estuviera apuntando con esa cosa. La Sirena parecía pensar algo similar, pues relajó su postura un poco antes de responderle en perfecto inglés y en un tono más o menos normal.

 

—Has perturbado mi sueño, bruja. ¿Por qué invades mi territorio? —ladeó la cabeza y presionó un poco más su tridente contra la garganta de la rubia, quien soltó un gruñido amenazante que la desconcertó ligeramente—. Oh, una bruja que no es humana, casos curiosos de su especie.

 

—Esperaba encontrarte, aún sin saber qué era lo que buscaba. No usaría el término "Invadir", tan sólo soy una visitante que busca respuestas. Has sido tú quien ha tenido la amabilidad de meterme a tu casa por un poco de luz. Y no, no soy humana, soy un demonio... —movió los ojos hacia el tridente—. ¿Te importaría?

 

Hubo un espacio de tiempo bastante largo donde ambas se miraron directamente. Una pensando en las posibilidades que tenía de matar a la Sirena sin que Kirara perdiera la cabeza y la otra pensando en qué era más prudente, si atravesarla ahí o quizás un poco más abajo hacia el corazón. Sin embargo, la Sirena la dejó ir y bajó el tridente, sin demostrar en ningún momento una pizca de debildiad. La mortífaga por su parte estiró una mano para poder sostenerse de las piedras que estaban confinadas a estar bajo el agua, sintiendo una pequeña capa de musgo bajo la yema de los dedos. Lo pensó un segundo y bajó la cabeza.

 

—Lamento haber irrumpido en tu territorio. La profesora Stark ha tenido la idea de que, quizás, podría saber más de ustedes si hablaba con uno en persona —mentía, por supuesto, jamás se le habría pasado por la cabeza terminar en una piscina natural con una Sirena, pero lo hacía parecer real—. ¿Podrías ayudarme?

 

—Disculpas aceptadas, bruja —honorable, la criatura le regresó la reverencia y asintió—. Una buena chica ella. ¿Qué quisieras saber?

 

Meditó un poco antes de responder.

 

—¿Hace cuánto la gente del agua se manifestó como un grupo superior?

 

La palabra parecía gustarle a la Sirena, pues se irguió en su movimiento de cola como si le hubieran estirado la espina dorsal.

 

—Siglos. La gente del agua ha estado ahí casi desde el inicio de los tiempos, en esa época donde nadie se preocupaba por tener registros históricos, tan antiguos como la misma magia. Porque la magia vive también en nosotros y aprendimos a manifestarla de una forma diferente a los humanos. Somos una especie tan potente como la suya, sólo que con el espacio algo más reducido.

 

—Una especie... claro —asintió, comprobando la teoría que le plantearía luego a su profesora y le dedicó una sonrisa tras la pequeña membrana ondeante que cubría su boca—. Muchas gracias. ¿Puedo salir ahora?

 

—Por supuesto. Hasta luego, invasora de territorios.

 

La bruja se alzó por la piedra, trepando un poco más de lo que había esperado y sintió un alivio extraño en cuanto el casco-burbuja abandonó su cara para dejarla respirar el aire al que estaba acostumbrada. Estaba helando y lo vivió durante su camino hasta la mitad de la montaña, pero iba perdida en sus pensamientos y secando gradualmente su ropa a medida que enlazaba ciertas ideas con otras. Definitivamente la clase estaba resultando de su agrado.

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- ¿En cuanto a Bestias te refieres por ejemplo a los Hombres Lobo?

 

Tragó saliva luego de interrumpir a sus compañeros. Esperaba que no hubiera ningún hombre o mujer loba en la sala, o se armaría una buena trifulca ante su comentario. Siempre le había tenido cierto temor hacia aquellas criaturas, quizás por el hecho de que Goshi era una vampiresa y había leído en cientos de libros sobre la eterna rivalidad entre hombres lobo y los vampiros.

 

- Es una duda que tengo al respecto, porque he leído en un estudio realizado por un antiguo profesor que se trata de humanos, magos o muggles, que han sido convertidos por mordedura, sólo que pierden el control de sus propias decisiones al momento de convertirse bajo la luna llena y por eso se los considera bestias. ¿Cuál es la verdadera definición? - Interpeló a la profesora.

 

La profesora no llegó a responder a la consulta de ninguno de los alumnos que la sala completa comenzó a tranformarse. Un temblor hizo que se aferrara al asiento, fijando la vista en una pared que empezaba a correrse hasta dejar en su lugar la entrada a lo que parecía ser un extenso laberinto. Apenas acabó el temblor la Malfoy se levantó de la silla, acercándose a la profesora y dejando olvidado el cuaderno sobre el asiento.

 

La explicación de la Stark hizo que los ojos de la Malfoy se iluminaran al igual que los de sus compañeros.

 

Cuando se anotó a la clase esperaba un dictado aburrido de características de criaturas con sus respectivas referencias y no más que ello. No esperaba una aventura, ni mucho menos una especie de expedición, por lo que estaba realmente sorprendida. Metió la mano en el bolsillo de su pantalón y sacó de allí su varita, mientras veía cómo el Macnair se aventuraba por sí solo por uno de los túneles, al cual despidió con entusiasmo.

 

Acto seguido, Goshi le sonrió a Leah y luego a la profesora.

 

- Creo que yo tomaré un camino distinto. Mucha suerte Leah, nos veremos del otro lado.

 

Sujetó la varita con fuerza y se dirigió por la izquierda, a paso lento y seguro, procurando no pisar en falso o tropezar con ninguna rama. Cuando se hubo alejado lo suficiente del salón, levantó la varita en alto y exclamó con decisión.

 

- Lumos!

 

Un resplandor se desprendió de su varita, reflejándose en lo extenso del pasillo que iniciaba donde ella se encontraba y terminaba en el infinito, con decenas de caminos alternativos que tomar a sus costados. Caminó con cautela, notando como la noche se iba acentuando cada vez más a medida que avanzaba por encima de su cabeza.

 

De repente, una sombra fugaz se cruzó de un lado a otro del pasillo, llamando la atención de la Malfoy y haciendo que los pelos se le colocaran de punta. Estaba segura de que se trataba de una criatura, por lo que corrió hacia donde había desaparecido, haciendo el menor ruido posible más que el de sus pasos.

 

Giró nuevamente hacia la izquierda y no encontró nada. Escuchó un crujido a la derecha, por lo que tomó otro camino.

 

Nuevamente nada.

 

Cuando giró sobre sus propios pies, una figura de estatura mediana se presentó ante ella. Lo apuntó con su varita, iluminando su rostro.

 

- ¿Qué haces aquí?

 

La voz del sujeto la dejó boquiabierta. Se trataba de un hombre, de cabellos oscuros y ojos pardos. No esperaba ver un hombre, sino un animal, por lo que se sintió un poco frustrada pero trató de no mostrarlo en sus gestos. Llevaba un pantalón oscuro muy gastado y el torso al descubierto repleto de cicatrices. Las uñas de las manos estaban marrones de la suciedad. No llevaba zapatos y estaba tan despeinado que parecía estar abandonado allí hacía muchos años.

 

- ¿Qué quieres? - Replicó.

 

- Lo siento, pero... ¿tú eres también de la clase de Criaturas? - Le preguntó la Malfoy un poco intrigada. Estaba empezando a pensar de que aquel laberinto era una trampa, si la respuesta de aquel hombre fuera afirmativa.

 

El hombre aflojó su rostro y desvió la mirada.

 

- Conque a ti también te envía Kirara... Pues no, no soy de la clase, y le he advertido a esa mujer que dejara de enviar estudiantes a este lugar. Es... -Hizo una pausa y la miró a Goshi a los ojos con cierto aire de tristeza.- Es peligroso.

 

- ¿Peligroso? - Le respondió Goshi consternada.

 

- Es necesario que salgas de aquí, aléjate lo antes posible.

 

- Pero...

 

- Que te alejes...

 

- ¿Quién eres?

 

- No quieres saberlo.

 

- Pero necesito saberlo. -Insistió.- Al menos antes de volver.

 

- Está bien.

 

El sujeto resignado se acercó a la Malfoy, manteniendo sin embargo una distancia considerable.

 

- Mi nombre es Finn Molleghar. Hace más de diez años que habito en esta especie de laberinto, consumiéndome en mi propia miseria. - Resopló. - Personas como yo estamos destinadas a vivir en la soledad, a aislarnos de la sociedad y somos discriminados por el resto de los mortales por nuestra poca capacidad de control sobre nosotros mismos.

 

Ella no podía dejar de mirarlo, fascinada por su relato. Pero cada palabra que emitía le sembraba en ella más dudas. No estaba siendo del todo claro.

 

- El Ministerio de Magia ha decidido encerrarme aquí, sin varita, luego de los tantos crímenes que he cometido. Aquí al menos los profesores y arcanos de la Universidad me brindan alimentos, y puedo disponer de la privacidad que tanto anhelaba, salvo cuando Kirara organiza sus lecciones...

 

- ¿Eres un asesino?

 

- No lo soy. - Replicó Finn un tanto molesto.- No de manera consciente, pero no he podido evitar matar a cientos de personas y a condenar a varios a la misma miseria en la que me han inmerso a mí cuando era pequeño.

 

Goshi iba a hacer una nueva pregunta pero el viento interrumpió su diálogo. El hombrecillo se quedó helado, mirando el cielo. La Malfoy intentó acercarse a Finn, pero él no hacía más que retrotraerse y alejarse lo más que podía. Sin darse cuenta iba desviando a Goshi por el laberinto sin que ella tuviera conciencia de por dónde caminaba por prestarle su entera atención a lo que decía.

 

- Vete. - Finn interrumpió el bache de silencio que se había formado.- Vete antes de que...

 

Quedó boquiabierto y las pupilas se le dilataron de repente. El viento se convirtió en una tormenta y a lo alto del cielo las nubes comenzaron a correr con mayor velocidad.

 

- ¿Antes de qué...?

 

Cuando giró supo lo que estaba pasando. A medida de que las nubes se corrían, una luz resplandeciente se asomaba entre las sombras, iluminando el predio por completo. Con el cuerpo entumecido por el miedo, giró sobre sus talones, y empezó a alejarse. La figura de aquel sujeto se había empezado a retorcer sobre sí mismo, reemplazando su voz gruesa por gruñidos y aumentando tres veces su tamaño.

 

Goshi empezó a caminar hacia atrás cada vez más ligero, hasta tomar una distancia considerable para comenzar a correr. En la lejanía escuchó un aullido que logró confirmar sus sospechas. Alzó la mirada. La luna había iluminado a lo lejos su destino.

 

Sus ojos derramaban lágrimas de miedo, sin embargo ella no paraba de correr. No estaba lista para matar a ese hombre si fuera necesario, pero Finn era un hombre lobo y si no se apresuraba a salir de allí para llegar a la montaña, ella iba a ser su próxima presa.

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Allí, en la mitad de la montaña era donde se unían todos los túneles que venían desde la parte inferior. Era un lugar silencioso, circular, con piedras de diversos tamaños y humedad. No podían decir que era una cueva puesto que en ningún extremo se visualizaba una salida. Llegó hasta allí para recibir a los alumnos que habían terminado con la tarea.

— ¿Dónde está? —preguntó en voz baja al no sentir a Goshi junto con sus dos compañeros en la mitad de la montaña. La bruja podría haber sufrido algunas consecuencias por no cumplir con las indicaciones del Hombre Lobo. « ¿Y cómo cumplirlas si las peticiones de Licántropos solitarios solían ser desconcertantes? » Curvó sus labios en señal de preocupación. Si tan solo se hubiera tomado la dedicación de responder la duda de ella nada de aquello estaría sucediendo en ese momento. «Cualquier Licántropo en su transformación se considera una Bestia».

— No tardará en llegar —tratándose de una bruja con un gran potencial intelectual no debía temer por ella, sabría cómo actuar ante cualquier circunstancia. Luego, dedicó su atención a Pik y Leah, ambos había tenido una experiencia exhaustivas pero habrían sabido cómo superarlas hablando con los seres y espíritus con los que se encontraron. Era inusual encontrar un espíritu de centauros pero, existían, al igual que las bellas sirenas con actitud acechadora. Sólo debían saber dónde encontrarlos.

— Estuvieron excelente —admiró la bruja sin dejar de mirar las expresiones de su rostro en busca de un gesto positivo—. Todos lo estuvieron —añadió para que los tres supieran que hicieron un gran trabajo en ese primer reto. Aún faltaban varios temas por delante y obstáculos que debían superar. — ¿Algún descubrimiento novedoso? —indagó mirando hacía Ivashkov—. ¿Alguna duda que ha quedado pendiente? Las sirenas y los centauros son quienes suelen hablar sin parar y sin cuidar sus lenguas.

— En todo caso lo debatiremos al final de éste segundo desafío —no quedaba mucho tiempo para que la jornada finalizara, así que debía actualizar y apresurar los temas que planeaba tocar en esa clase—. Pueden expresar sus dudas en un pergamino y luego las responderé al final de la clase —de esa manera sabría las inquietudes de ellos y se retiraban sin nada pendiente.

— Como sabemos el Ministerio de la Magia decretó diversos métodos de Legislación de las Criaturas Mágicas para que estuvieran resguardadas y no corrieran ninguna clase de peligro —comenzó a hablar la bruja. Su vuelapluma había quedado descansando en el aula por lo que su única herramienta sería su propia voz—. Será bastante resumido para que les quede mejor y lo tengan cuenta para lo que vendrá a continuación. Luego lo profundaremos si alguno de ustedes desea aportar algo o abrir un debate.

» Estatuto del Secreto de los Magos: Se encargan de ocultar las criaturas mágicas de la vista de los muggles. Quienes están a cargo son empleados del Ministerio de la Magia.

» Declaración del Snidget como especie protegida: La Confederación Internacional de Magos declaró está especie de criaturas como especie protegida debido a que son sobre utilizados en los partidos de Quidditch.

» Prohibición de la reproducción experimental: Como sabemos, algunas criaturas sufren mutaciones a causa de una descontrolada reproducción que seres malvados provocan para experimentos. La ley fue creada para un mayor cumplimiento con la ley del Estatuto del Secreto de los Magos por parte de Newt Scamander en 1965.

» Se necesita licencia para la posesión de algunas criaturas: Por último se encuentra ésta, donde dicta que se necesita licencia por parte de la división de Bestias en el Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas para adquirir criaturas que el Ministerio considere peligrosas.

— Ustedes se preguntarán cuál es el fin de la explicación —dijo la bruja mientras sentía un golpe seco detrás de ella. El producto del ruido fueron tres amplias jaulas de metal del tamaño de una casa. Aquello les respondía. Se decía que quienes entraban allí perdían la noción del tiempo al mismo tiempo que entraban a una realidad alternativa. Ella aún no se había atrevido a utilizarla ya que debía estar en supervisión de alguien más, quien debía permaneces fuera, y le costaba encontrar a algún profesor con ese interés evitando que éste no dejara descuidados los temas laborales por su culpa.

Haciendo caso omiso de lo que se encontraba detrás de ella siguió con su discurso. — Los mecanismos de defensa son fundamentales para las criaturas, de esa forma pueden protegerse del mal que abunda en el exterior.

» Invisibilidad / Cripsis: Como deben suponer, las criaturas como los Demiguise, al sentir peligro se vuelve indetectable al sentido de la vista de cualquier ser vivo. En cambio, la cripsis, hace que la criatura pase desapercibida a los sentidos de algunas criaturas.

» Encogimiento: La criaturas encoge su tamaño en voluntad propia.

» Desaparición: Como los magos, bajo su propia voluntad tienen la capacidad de transladarse de un lugar a otro cuando se encuentra en algún peligro. Un claro ejemplo son los elfos domésticos.

*****

Cuando finalizó, las gruesas puertas de la jaula se abrieron de a par para que los alumnos pudieran entrar, pero antes debían escuchar las instrucciones de la bruja para no perderse en el espacio-tiempo. Esperaba no tener que avisar a los directivos sobre un desperfecto en esas instalaciones recientes—. ¡Aguarden! —exclamó para que ninguno diera un paso hacia adelante.

— Su deber será entrar a cualquiera de las tres jaulas, ésta será utilizada como un translador que los llevará a un mundo maravillo e irreal donde se transformarán en cualquiera de las criaturas o algún Ser, Bestia o Espíritu, dichas anteriormente. Allí el mundo mágico está en crisis porque el Ministerio de la Magia desapareció al igual que todas las leyes. Su único propósito será sobrevivir.

Sólo sería un sueño profundo, una fantasía, que no podría ocasionar daños físicos, sólo psicológicos. Era una de las formas para que vieran la importancia de tantos decretos mágicos y cuál era la regulación por parte del ministerio. No podía estar segura de lo que encontrarían allí dentro ya que sería producto de la imaginación del alumno. Podrían actuar protegiendo al resto de las criaturas o sólo a sí mismo. Les daría una hora para que hicieran su trabajo y, luego, todos aparecerían en la cima de esa gran montaña.

 

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Alzó una ceja y miró con incredulidad a su profesora, ¿aquello era legal? Lo de las jaulas le parecía una idea estupenda, peligrosa, pero una maravillosa experiencia que estaba por ocurrir. Escuchó con atención todos los detalles y punto que daba Kirara para poder sobrevivir, datos curiosos y estatus para estar al corriente de lo sucedido respeto al Ministerio de Magia y las criaturas mágicas. Pik asintió y caminó hacia una de las puertas, decidido.

 

Antes de entrar miró hacia atrás y aun Goshi no aparecía, le parecía extraño que la Malfoy no volvería de su aventura. Se sentía preocupado, pero no debería hacerlo, era una hechicera capacitada y con mucha experiencia. Intentó alejar esos pensamientos y se concentró en la jaula, no debía distraerse con nada. Suspiró y miró a Kirara.

 

—Espero que ninguna cazador intente matarme cuando entre a esa jaula… o algo peor.

 

Traspasó la puerta y fue sintió frío al entrar, luego una sensación en el estomago y la oscuridad lo absolvió.

 

 

Veía todo, de forma extraña, pero veía todo. Cada movimiento, cada persona y todo olor. Si que podía oler. Mugre, metal y agua, unas gotas de sangre corría por el liquido y trozos de menta… ¿pasta dental? Siguió olfateando y podía sentir como el mundo se expandía por su nariz, cada aroma tomaba una forma, hablaban para él de esa manera. El mundo era infinito, aunque se encontraba en un pasillo largo y extenso, húmedo y baboso. Recordaba que esa textura le daba asco, pero extrañamente se sentía bien, cómodo, como si fuera su hogar.

 

Empezó a andar, lento al comienzo, pero agarró velocidad con rapidez. Todo era pequeño, minúsculo, insignificante ante él. Sus movimientos eran largos y flexibles, aunque todavía no sabía que animal era. Su cuerpo era extraño, pero se sentía cómodo. Se sentía full y aun tenía un sabor salado en la boca, sangre seguramente. Siguió el camino entre las sombras sin saber donde se encontraba, todo era de metal y estaba totalmente húmedo.

 

Se encontraba en una especie de laberinto, cruzaba de un lado a otro y sabía que ese era el camino correcto, sentía que alguien lo estaba llamado y sabía cada esquina que debía cruzar, por donde tenía que descender y luego subir. Había hecho esa exploración varias veces y se encontraba cerca, recordaba la sensación y el aroma de aire de esos lados, era más puro y más… humano, mortal. Sanguíneo, apetitoso. Saboreó el aire y siseó, entusiasmado.

 

—Sal de ahí.

 

La voz del humano se escuchaba lejos, pero podía sentir su voz dentro de su cabeza. Empezó a moverse con rapidez, dejando una estela de agua tras sus largos movimientos. Cruzó a la derecha y empezó a subir, impulsado por su gran fuerza. La luz se encontraba cerca y por ahí debía salir, aunque no salió con la misma velocidad que iba, estaba en contra de su naturaleza. Salió en silencio, alerta, ante todo movimiento. Miraba al humano de las alturas en una habitación grande, llena de agua y estatuas. Ladeó la cabeza y olisqueó el aire, percatándose del aroma del humano.

 

Una sensación de terror y respeto lo invadió, aunque el mago no era ni un cuarto de su altura. Bajó la cabeza y se acercó a él, examinándolo. El mago hizo un movimiento brusco con la mano y el Macnair se hecho hacia atrás a la defensiva, enseñando el par de colmillos. El mago empezó a hablarle y no entendía que le decía, todo sonaba como un susurro… aunque antes lo había entendido. Se concentró y prestó atención, intentando ser más el animal que el humano que en algún momento fue.

 

Empezó a escucharlo y sintió que todo lo que decía lo había escuchado antes, no sabía de donde, pero conocía. Hablaba sobre muerte y la cámara de los secretos, del colegio y de la sangre sucia. Era una historia antigua y claro que sabía de quien era y quien estaba frente a él, aunque sus intenciones eran distintas. Quería exterminarlo, robarle la vida y lanzó un siseó casi como si fuera una risa. Negó con la cabeza y el mago sacó su arma, empezando a lanzar hechizos.

 

A pesar de su tamaño era rápido y podía evadir los rayos, aunque el hechicero era fuerte y sus hechizos potentes, demoledores. Uno impactó en alguna de su cuerpo y soltó un rugido que nació desde el interior de su cuerpo, ronco y lleno de furia. El aire vibró y las estaturas se movieron, moviendo el agua de la habitación. Pik atacó, rápido y mortal, traspasando con una de sus colmillos el pecho del mago. Sintió los huesos romperse con sus dientes, era casi tan frágil como un trozo bueno de carne. Lo lanzó al aire y se lo comió, había sido fácil. Demasiado fácil.

 

Pensaba que ya había terminado todo, pero escuchó un grito y desde el otro costado de la habitación volaron tres hechizos contra el basilisco, esquivó dos y el tercero le dio en el costado de la cabeza. Soltó un rugido y más rayos empezaron a volar, no estaba solo. Sabía que no podría contra tantos y la cantidad de hechizos, era un animal con un gran poder mágico, pero contra tantos magos al mismo tiempo no podría. Empezó a deslizarse hacia una tubería, sabía donde estaba y era por instinto, en verdad no estaba seguro que fuera por ahí.

 

Se deslizo con rapidez, sintiendo como los hechizos pasaban a sus lados y uno que otro impactaban en él. Deseó con todas sus fuerzas desaparecer y se metió hacia la oscuridad de la tuberia.

 

Sintió un fuerte golpe en el costado y respiraba con dificultad, volvía a ver normalmente. Se sentó como pudo y se alejó de la celda, con la varita en mano.

 

—Reducto —el rayó cruzó el espacio que lo separaba de la celda y explotó en mil pedazos. Pik se cubrió el rostro y siguió con la respiración como si hubiera recorrido una maraton.

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