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Astronomía III


Mei Black Delacour
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Profesora Suplente: Mei Black Delacour

 

 

Aspiró el aire del crepúsculo que podía apreciarse desde las ventanas que rodeaban la sala circular en la que se hallaba. Los últimos rayos de sol iban extinguiéndose a medida que pasaban los minutos, y ella no se perdía espectáculo alguno mientras esperaba. Aunque aún era demasiado temprano para que los alumnos llegaran, Mei se había tomado el trabajo de llegar a la torre más alta destinada a Astronomía en la Universidad para poder familiarizarse con el ambiente.

 

Le encantaba la astronomía, siempre le habían gustado los cuerpos celestes, y el hecho de que cuando era pequeña viajara de un lugar a otro, hacía que su curiosidad ante el cielo estrellado aumentara. Siempre veía formas distintas cuando cambiaba de paraje, un lugar nunca poseía las mismas vistas, era como si cada lugar tuviese un espacio celeste propio e inigualable, marcándolo de forma especial. Ahora tendría la oportunidad de ver el de aquel lugar.

 

Bajó la mirada por un momento, comprobando los papeles que tenía en sus manos. El temario que había tenido que ver y organizar ella misma en esas horas previas en las que había arribado a la Universidad; nunca había hecho una suplencia, ni siquiera era profesora de algún conocimiento, pero Elvis la había contactado a falta de una profesora y alguien más que pudiese suplantarla; no lo había dudado en ningún momento, aunque no le respondió de forma inmediata, necesitaba ver sus disponibilidades horarias. ¿Tendría tiempo para lograrlo?

 

En sus labios se vio una sonrisa al ver que los alumnos de las distintas clases iban llegando, y de seguro, los suyos propios. Ahora sacó la lista de los pupilos que le había tocado.

 

Oh, Uther – susurró, sorprendida ante los nombres que leía. Su suerte era tal, que incluso le tocaría dar clases a unas personas particularmente hiperactivas, una de ellas sobre todo, e internamente rogó que no se le saliera demasiado de las manos, la seguridad de sus pupilos era lo primero y estaban jugando con magia experimental desde un inicio.

 

Sacudió la cabeza, despejándola. No, ella podía, haría todo lo posible, siempre era así.

 

Se giró para ahora mirar el interior del aula. A diferencia de las otras de la Universidad, al ser esta una clase tan especial, los pupitres y bancos no se hallaban colocados en fila frente al escritorio del profesor, sino que se hallaban frente a las ventanas, junto a varios instrumentos curiosos que luego se encargaría de enseñar a usar. En el centro de la sala, un objeto único en su clase: se trataba de un planetario a escala que se movía por sí mismo, hecho de metal y de dimensiones pequeñas. Fácilmente podría observarse el movimiento de los planetas con sólo agachar un poco la vista, pero eso no era lo que lo hacía único.

 

Toc, toc

 

La puerta sonó, o tal vez sería el chirrido de las escaleras viejas, cualquiera fuera el motivo, sólo anunciaba algo, los alumnos estaban llegando, y ella, nerviosa ya estaba, irguiéndose y aspirando hondo para evitar exteriorizarlo.

 

 

Alumnos

Mackenzie Malfoy
Sagitas E. Potter Blue
Matt Blackner
Xell Vladimir

 

 

*El skin se ve preferentemente en fondo oscuro xD

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Sonó el despertador y miré con desgana hacia la ventana. Le di un manotazo y me tapé la cara con la almohada.

 

-- Pero si no amaneció siquiera... ¿Para qué puse el despertador tan temprano?

 

Ni me acordaba ni me interesaba acordarme, a seguir durmiendo que estaba falta de sueño. Algo saltó encima de mí y caminó sobre unas patitas puntiagudas y empezó a darme golpes en la cabeza.

 

-- ¡Demonios! -- grité, intentando quitarme de encima aquel maldito despertador muggle "ligeramente" modificado para despertar a dormilones.

 

-- ¡Hora de Astronomía! ¡Hora de Astronomía! -- chillaba, mientras me daba pisotones para que me levantara, con una voz chillona y aguda.

 

¿Astronomía?

 

¡¡Astronomía!!

 

-- Vale, vale, ya estoy despiertaaaa...

 

El malévolo aparato se calmó de repente y se quedó quietecito. ¡Maldita sea! ¿Por qué había decidido apuntarme a aquella asignatura? ¿Es que no supuse que sería nocturna? Y mañana entraba a las ocho en la Quinta Planta. Tal vez, al ser Directora, podría hacer campana... Aggggg, con lo poco que me gusta salir de noche...

 

Abrigo, bufanda y guantes que no pensaba quitarme para nada, al fin y al cabo, para tomar notas ya tenía mi vuela pluma verde, no iba a pasar frío en medio de un campo de la Universidad. Me puse, además, varios jerseys y unos leotardos bajo los pantalones tejanos. Casi no podía ni andar, embotada como iba entre tanta ropa. Para cuando llegué a la Universidad, chorreaba sudor por todas partes y ansiaba quitarme hasta los calcetines. Pero a la noche cerrada seguro que tenía frío. Recordaba la Torre de Astronomía de la antigua Academia y siempre me quedaba helada. Eso no me pasaría hoy.

 

Para mi sorpresa, la clase no era al aire libre sino en la torre, pero en una habitación cerrada frente a grandes ventanales. Casi parecía un faro.

 

-- ¡Oh, por todos los Dioses del Olimpo! -- exclamé, sin presentarme si quiera. No es que sea maleducada, es que no podía más con el calor que llevaba encima. -- Buenas noches, profa. No estoy loca, no... Es que sigo una dieta para limpiar el cuerpo de los excesos de las fiestas y el sudar ayuda. Todo lo malo sale por los poros...

 

¿Esa bendita excusa se me ocurría? Pues ahora tendría que elegir entre liberarme de ropa o seguir sudando y apestar la Torre de Astronomía.

 

-- ¿En qué pupitre me siento? ¿Puedo dormitar un rato mientras llegan mis compañeros? No suelo levantarme tan tarde, digo tan temprano... Bueno, usted ya me entiende...

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Mackenzie cerró la puerta de su despacho y echó a andar hasta un punto en que pudiera desaparecerse camino de la Universidad. El sol estaba ya muy bajo en el horizonte y se despedía con un inusitado despliegue de colores que teñía el firmamento de tonalidades naranjas, doradas, violetas y púrpuras. A la derecha, una pequeña franja lunar asomaba ya en el cielo de la tarde y, junto a ella, venus, el lucero vespertino, titilaba con la emoción de quien se sabe admirado.

 

A la Malfoy le gustaba la clase de Astronomía. Quizás, de todos los conocimientos cuyos registros se habían perdido y había tenido que volver a cursar, Astronomía era el único que no le molestaba repetir. En la Mansión Malfoy tenían un enorme observatorio celeste en la Biblioteca y aquel había sido uno de sus lugares preferidos de la casa, desde que era pequeña. Su padre, que compartía con ella la misma curiosidad por los cuerpos celeste, siempre había tratado de traer un centauro a la Mansión, pero el Ministerio se ponía muy rígido con el tema de los seres y espíritus.

 

Se apareció cerca de la torre más alta de la Univesidad, donde iba a tener lugar la clase. Al llegar a lo más alto, el sol se había ocultado por completo, dando paso a la noche y un sin fin de estrellas adornaban el firmamento.

 

Era una sala circular de amplios ventanales, en la que los pupitres y bancos no se hallaban colocados en fila frente al escritorio del profesor, sino que se hallaban frente a las ventanas. Por todas partes había curiosos instrumentos y Mackenzie se dio cuenta de que no sabía para qué servían muchos de ellos. También se percató de la presencia de Mei que, según lo que explicaba la lechuza, daría la clase ante la indisposición de la anterior profesora. La conocía bien, pues era nada más y nada menos que la directora de su oficina. Además, estaba Sagitas, a la que también conocía de largo.

 

- Buenas noches queridas. Veo que ésta va a ser una noche interesante, así que no te duermas, Sagitas.

 

El comentario era porque a la pelivioleta se la veía un tanto somnolienta. Era normal, teniendo en cuenta que en aquella época abundaban las fiestas y celebraciones y además había que ir a trabajar al Ministerio todos los días, pues éste no había dado vacaciones por Navidad. La verdad que Mackenzie reconocía que era un poco explotador, pero venía bien para las arcas del país.

 

- ¿Queréis champagne para celebrar el año nuevo? Una copita tampoco nos hará perdernos de las clases, ¿no?

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Di un bote al sentir la voz amable de Mackenzie. ¿Por qué ella siempre lucía tan elegante mientras yo parecía una zarapastrosa?

 

-- ¡Hola, Mack! Pues tendrá que ser muy interesante o me dormiré sobre ese... eso... esto redondo que hay ahí en medio. Estoy muerta de sueño. -- Después caí en el cargo que ostentaba mi amiga y tragué saliva. -- Es que estuve muy ocupada en... esto... en tareas ministeriales internacionales.

 

¡Toma ya, mentir con tal descaro a la Viceministra cuando en realidad había estado toda la tarde ocupada durmiendo y descansando los excesos del año nuevo!

 

-- ¡Huy, champagne! Yo me apunto, sólo espero que no me afecte para ver planetas dobles y estrellas cuadriplicadas por el efecto etílico. A mí me sube enseguida el alcohol.

 

Solté una sonrisilla al recordar ciertas situaciones extrañas provocadas por el exceso de alcohol. Pero después carraspeé. Al fin y al cabo, la directora Mei era (para mi sorpresa) la profa de la clase de Astronomía y le debíamos un respeto para ingerir delante de ella.

 

-- ¿Quieres tú también, Mei? Mientras llegan -- así de sencillo: las culpas compartidas no son culpas y, como mucho, ella era la responsable si destrozábamos algo por beodismo.

 

Saqué unos cuantos vasos de mi capa antes de quitármela. Una lleva siempre vasos encima cuando tiene un hijo que se le antoja comer en todas partes. Después empecé a quitarme ropa porque sudaba a mares.

 

-- Cuidado por ahí, que voy a quitarme la ropa... Streptease gratuito y antes de beber nadaaaaa...

 

Y me quité la bufanda, el abrigo, un par de jerseys y las botas. Sí, tal vez no sea muy decoroso ir descalza por la clase, pero aquellas botas para caminar sobre nieve me estaban achicharrando los pies.

 

-- ¡Ay, qué gustitoooo! Estaba ya medio escaldada. Por cierto, ¿os he comentado que tengo un amigo centauro que cree que Marte está en una posición peleona o algo así? No me entero de nada de lo que dice, pero me gusta ir a verle algún día al Bosque Prohibido. Tienen unos dulces hechos con miel pura extraída de los panales que hay en los árboles más recónditos, que saben a gloria.

Editado por Sagitas E. Potter Blue

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- ¿Marte en una posición peleona? Pero si está tan mono, ahí tan rojito él. Míralo allá, justo allí. ¿Ves?

 

Mackenzie agarraba la copa de champagne con una mano y con la otra había tomado un pequeño telescopio que ahora le pasaba a Sagitas, mientras continuaba señalando la dirección en la que debía observar el firmamento.

 

- Mei, yo tenía una vieja elfina que siempre decía que los filtros de amor había que prepararlos cuando venus y mercurio estuviesen bien juntitos. ¿Qué hay de cierto en eso?

 

Si sacaba algo en limpio de aquella afirmación de la vieja elfina, ya habría servido de mucho la clase. El último filtro de amor que había preparado le había servido lo mismo que si hubiera mezclado agua con bicarbonato. Mucho subir, subir, subir.... y luego nada. Na de na.

 

- ¡Vamos! ¡Vamos! Otra copita, que aún no llega el resto -las animó llenando sus copas-. Es champagne francés y del mejor. Se lo he pillado al señor Ministro, que lo tenía abandonado en el bolsillo de una de sus túnicas de viaje, desde que se lo regaló el Primer Ministro Francés.

 

- ¿Y qué tal esas tareas internacionales, Sagis? Parece que te tienen un poco cansada.

 

Se preguntó cuánto tardarían en llegar sus compañeros, aunque la verdad que tampoco le preocupaba, el champagne estaba rico y la charla animada.

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-- ¿Ese rojo es Marte? -- apreté bien fuerte el catalejo, no, no llevaba ese nombre, el parato que me había dado Mack para que contemplara el planeta. -- Caray, desde aquí parece que tiene puntitos verde oscuros, como si tuviera viruela de dragón.

 

Tal vez era mejor que me callara por si, en realidad, era el cristal sucio o peor, que se me subían las burbujitas del champagne al cerebro. Carraspeé un poco, divertida porque... leñes, porque era champagne "extraído furtivamente" del bolsillo del Primer Ministro. Me parecía una anécdota maravillosa que sólo a Mack se le ocurriría cometer.

 

-- Internacional es genial. Tengo ganas de aprender todo, aunque... He de reconocer que de momento sólo estoy tanteando el terreno. Me estoy apoyando mucho en Nicole y en Katherine, que son las que más tiempo llevan en el departamento y, por tanto, saben más como funciona la burocracia. Aún no me han invitado a ninguna fiesta de gala... Supongo que tendremos que esperar a que venga algún magnate del petroleo americano o un millonario de algún país extranjero para que me inviten al consulado.

 

Suspiré y seguí mirando. Juro que las estrellas se movían, como en una coreografía animada. Si hasta una estrella tenía ojos y pestañas y se movía hacia los lados.

 

-- ¿Y eso no es una leyenda urbana? Venus y Mercurio juntos debe de ocurrir muy de tarde en tarde. Si eso es cierto, las pociones de Filtro de Amor deben de valer una fortuna.

 

Ahora entendía lo que yo había pagado por ella en el estraperlo.

 

-- Bueno, yo sé que según la posición de la luna, como con luna llena, algunas plantas crecen con más vigorosidad o tienen una potencia mayor por lo que hay que usarla en dosis más pequeñas de las habituales en otro día del mes. También doy Herbología como suplente en la Universidad, ¿lo sabías? Y las Flores Paraguas adquieren un color cada vez más claro a medida que la luna es más redonda, si florecen en luna menguante son más oscuras. Pero mis conocimientos no llegan más allá de la Luna. Espero aprender más sobre los planetas y eso que llaman cuadrantes y... ¿Crees en el horóscopo, Mack? -- cambié abruptamente de tema. El champagne me estaba haciendo cosquillas en la nariz y desordenaba mis pensamientos.

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Y quien primero atravesó la puerta fue ni más ni menos que Sagitas, trayendo encima un particular guardarropa. Y sí, guardarropa porque traía consigo una cantidad bastante considerable de prendas de vestir que, a juzgar por su rostro, la estaban matando de calor gracias a que las ventanas estaban cerradas por el momento debido al frío invernal que azotaba afuera.

 

Buenas noches – respondió al saludo, sonriendo levemente y notando que rápidamente se excusaba ante la cantidad de ropa que traía, pero omitiendo comentario al respecto, la oyó seguir hablando –. Por el momento no será necesario sentarse… – se interrumpió momentáneamente al ver que la puerta se abría, notando la presencia de, ni más ni menos que Mackenzie Malfoy – la primera parte de la clase será algo más práctica como para que se estén quietos.

 

Nuevamente saludó, esta vez a la recién llegada para luego oír y sorprenderse ante la propuesta que acababa de hacer la propia viceministra. Abrió la boca para contestar, no muy segura de lo que debía decir, pero Sagitas fue más rápida y ya había sacado dos copas, las cuales se fueron llenando antes de que ella pudiese hacer algo. Sus reflejos y su propio raciocinio estaban evidentemente aletargados debido al sueño y cansando que tenía sobre su cuerpo, lo cual no la había hecho reaccionar a tiempo, y ya era un poco tarde para hacerlo…

 

Ah… Sagitas, te recomiendo que no dejes muy lejos tu vestimenta, mas tarde saldremos a hacer una excursión especial – comentó, para luego distraerse con la pregunta que Mackenzie le hacía – ¿Mercurio y Venus? No, no, es una muy mala combinación.

 

Fue en ese momento donde su cerebro reaccionó al hablar directamente del tema que les apañaba en aquella ocasión, negó con la cabeza mientras tomaba una de las copas y le daba un buen sorbo en un intento de proporcionarle algo de calor a su cuerpo. Y lo logró, el alcohol quemó levemente su garganta, produciéndole un placer que sólo el champagne podía darle. Sí, era su debilidad.

 

Mercurio se relaciona directamente con el dios romano del mismo nombre, el cual estaba vinculado al comercio en general, nadie quiere tener un filtro de amor en el que los negocios intervengan, ya saben, al final el efecto terminaría rompiéndose al mínimo conflicto financiero – movió una mano, como queriendo ahuyentar una mosca especialmente molesta –. La mejor combinación astral sería cuando Venus esté próxima a Saturno, ya que el último posee el nombre del dios romano que, entre otras cosas, se le concedía la fertilidad. Si les han vendido pociones alegando haber sido producidas en alguna proximidad de Mercurio y Venus, lamento anunciarles que las han estafado.

 

Y terminando su discurso se bebió de un solo sorbo lo que quedaba en su copa, satisfecha con ella misma, ¿o sería que el alcohol ya empezaba a hacer efecto? Por lo menos valor le estaba otorgando para llevar la clase, eso era bueno hasta cierto punto. Mejor y no seguía tomando, no quería terminar diciendo incoherencias al cabo de unos minutos.

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Sé que llegaba tarde. Había estado practicando ballet toda la tarde, después me sumergí en una ducha relajante y casi me había dormido. No me daba tiempo de cenar pero mami Reena no me dejó salir de casa hasta que engullí un plato de sopa y un trozo de pollo asado. La manzana me la llevé en el bolsillo de la capa, con la promesa que la comería por el camino. Pero no me dio tiempo pues llegaba muy tarde. El Ateneo no estaba lejos pero por la noche no hay tantos medios de transporte. El Autobús Noctámbulo tardó en llegar y yo no confiaba tanto en mi habilidad para Aparecerme de noche en aquel lugar que, seguro, tendría hechizos de protección.

 

Además, estaba la soledad del Campus a aquella hora de la noche. No había nadie, sólo las hojas de los árboles se movían con la brisa fría del otoño. No me gustaba caminar a horas intempestivas. Sabía que era una timorata y el ruido de mis pasos que resonaban en aquel suelo duro despertaban mis miedos más ocultos de bestias devoradoras de sacerdotisas.

 

En cuanto vi el perfil iluminado de la torre de Astronomía, corrí hacia la entrada, temiendo que de cualquier rincón surgiera un peligro inesperado. Cuando llegué a la zona más alta, iba sin respiración y con la lengua fuera. Llamé a la puerta, pues sentía voces, pero no parecieron oírme. Por ello y por el miedo que algún monstruo mutante apareciera en la escalera, abrí la puerta, con cuidado, asomando mi pelo rubio por el mínimo hueco.

 

Estaba sorprendida. La tía Sagitas alzaba una copa y la Viceministra tenía una botella en la mano. Le acompañaba una tercera mujer a la que reconocí como la Directora de Lisa. ¿Era una reunión de altos cargos ministeriales en las que se bebía alcohol? Cerré la puerta, rezando a la Diosa Gea para que no me hubieran visto. Pero el cartelito mostraba que aquella era la clase de Astronomía. Así que me atrevía a abrirla porque un ruido sospechoso parecía llegar de muy abajo, ascendiendo, no quería estar a solas en aquel descansillo. Toqué con los nudillos.

 

- Ho... Hola... ¿Interrumpo...? Soy estudiante de Astronomía y no... sí... ¿Esto es la clase?

 

Tenía que serlo, pupitres en círculos con telescopios mirando hacia el cielo, un enorme planetarium en el centro... Entonces... ¿Qué hacía la tía y sus amigas bebiendo? Entré, algo más calmada ahora que veía a la tía y sabía que mis miedos a criaturas de la noche habían sido infundados.

 

- ¿Aún no llegó el profesor? Menos mal, porque llego tarde.

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-- ¿Salir de excursión? -- Fruncí al ceño y miré mis pies encalcetinados. -- Ahora que había entrado en calor...

 

Aunque tal vez el calor se debiera al champagne que estábamos tomando de forma abundante. Me serví otro vaso. Hipé un momento y disimulé, no quería que pensaran que me hacía efecto tan rápido.

 

-- Pues yo quiero que Mercurio me favorezca en mis negocios. Desde que estuve fuera del pueblo un tiempo, que noto que hay menos visitantes, tal vez porque la tienda del Mall abrió y nos hace la competencia. Y prefiero a Saturno bien lejos de mí, yo creo que ya he tenido bastantes hijos por ahora.

 

El ruido de la puerta al abrirse interrumpió nuestra cháchara. Era Xell. Me sorprendió un poco, ¿qué hacía en la Academia a esas horas de la noche? ¿Ya le había dejado Reena salir de casa? Con lo protectora que era... El misterio quedó explicado pronto cuando dijo que era alumna de Astronomía. Sonreí, con una mueca algo divertida y jocosa en mi rostro.

 

-- Pasa, Xell, pasa, la profa no ha venido aún y estamos tomando una copita mientras esperando y hablando del Dios Romano de la Fertilidad. ¿Quieres tener hijos? Pues has de beber una pócima especial cuando Saturno esté cerca. Parece que obra milagros.

 

Y le guiñé un ojo a Mack mientras tomaba otro sorbo de champagne.

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Tan entretenida había estado hablando y bebiendo, que no se había percatado de que, del otro lado de la puerta, alguien se había asomado. Se había distraído escuchando a Sagitas hablar para cuando la puerta del aula se abrió por fin, dejándose ver en el marco y algo insegura de pasar a Xell Vladimir. Si, la conocía, claro que la conocía, ¿qué clase de amiga seria si no conociera a la pareja de su mejor amiga?

 

La saludo con un gesto de su mano y una sonrisita, pero en cuanto oyó su pregunta, sintió que se ponía blanca y hasta que le bajaba la presión, ¡cierto! No sabían que ella seria la profesora en aquella ocasión y más que parecer una, mas se asemejaba a una alumna más. Ahora, el efecto rebote, sintiendo que la sangre se le agolpaba en las mejillas, sin saber dónde meterse. Si había querido parecer una profesora capacitada para dar aquella clase, pues estaba lejos de lograrlo. Carraspeó fuertemente, incomoda ante la mentira de Sagitas, de seguro para jugarle una broma a la otra.

 

Ehm… – fingió aclararse la garganta y, dejando la copa a un lado, se irguió lo mas que su baja estatura le permitió y miro a Xell, aun abochornada ante lo sucedido – Yo soy la profesora. Estábamos haciendo un poco de tiempo hasta que llegaran los demás, pero ya casi estamos completos, y los minutos vuelan – agregó, mirando su reloj de pulsera –. Creo que podemos dar comienzo antes de que la noche se nos vaya.

 

Se giro, quedando de espalda a las presentes para dirigirse hasta donde se hallaba el planetario a escala, aprovechando para intentar que la temperatura de sus mejillas regresara a una normal. Una vez rodeo el objeto para poder ver a las mujeres a los ojos, sacó su varita, tocando con la punta la representación del sistema solar y logrando que comenzara a moverse, imitando la rotación y traslación de cada planeta.

 

Bienvenidas a la clase de Astronomía, – dijo, esta vez con mas énfasis y entusiasmo – esta noche yo seré la profesora a cargo de enseñarles tanto de nuestro sistema solar, como de historia de la Astronomía, estrellas, mapas celestes y algo mas – comentó, sin entrar en demasiados detalles con lo ultimo –. Lo primero será nuestro sistema solar. Como sabrán -o tal vez no-, nos hallamos en la Galaxia Vía Láctea, en el Brazo de Orión a unos veintiocho mil años luz del centro de la galaxia. Y éste es el Sol, una estrella mediana que nos proporciona luz y vida.

 

Hablaba de forma orgullosa y esmerada, tratando de transmitir la pasión de sus palabras la mente de las mujeres, y aprovechando ello, volvió a alzar la varita, esta vez de forma que todas vieran aquel gesto.

 

He aquí la primera parte de la clase.

 

Y sin más, volvió a tocar el planetario con la varita, justo sobre la esfera de mayor tamaño. De inmediato, la sala entera de dimensiones considerables se convirtió en una representación del sistema solar en tres dimensiones, con un sol brillando en el medio, muy próximo donde se hallaba Mei y el resto de planetas moviéndose en orbitas a su alrededor entre Mackenzie, Xell y Sagitas. La luz de la sala se había extinguido y ahora el Sol era lo único que iluminaba los alrededores, aunque mucho más allá, el fondo era negro con algún brillo visible emitente de las estrellas más cercanas.

 

Esta no es cualquier representación en tres dimensiones, esto va más allá de lo visto en algún lugar. No solo podrán apreciar el movimiento real de cada objeto celeste, sino que podrán interactuar con cualquiera de ellos, pero para ello deberán saber bien dónde se meten – les previno –. Estoy segura que sabrán identificar a cada planeta. Mercurio, Venus, la Tierra y Marte como planetas interiores. Mas allá del cinturón de asteroides, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno y, aquel chiquitín de orbita bastante más inclinada que el resto, Plutón. La primera actividad será la de curiosear un poco, quiero que me digan lo más que puedan y sepan respecto a todos los planetas, curiosidades, hechos, teorías, como a su vez, pregunten toda duda que tengan al respecto. Como por ejemplo, aquella mancha roja que se ve girar constantemente en Júpiter, ¿alguna sabría decirme qué es? Quien lo haga recibirá una recompensa – agregó de forma misteriosa, aunque algo maliciosa.

 

Quien supiera decirle eso y sabiendo que dejaría que, gracias a la magia del planetario, se encogiera y pudiese ingresar a la atmosfera del planeta y mas allá, no estaría especialmente entusiasmada con todo ello.

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