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Astronomía III


Mei Black Delacour
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Sintió un atisbo de culpa cuando Xell confundió a Mei con una alumna. Entre el cambio de profesora de última hora y la presencia extraña del champagne en la clase era normal que Xell hubiera llegado a una conclusión equivocada. La saludó y la alivió comprobar que Sagitas deshacía el equívoco con naturalidad.

 

Mei empezó la clase y presentó con gracia tanto a sí misma como a la asignatura. Cuando la sala se convirtió en una representación en tres dimensiones del sistema solar, Mackenzie pensó que había bebido mucho champagne. Aún así, el efecto era tan impresionante que no pudo evitar dejar escapar un suspiro de asombro.

 

La luz de la sala había quedado muy disminuida. Su única fuente ahora era un sol lejano, aunque conforme se movían hacia él, la luz aumentaba. No mucho, pues Mackenzie sabía bien que, en el espacio, sin una atmósfera que refleje, disperse y refracte la luz, la oscuridad era basta y extensa. Y tal era la sensación que la Malfoy en medio de aquel planetario. De pronto, sentía que estaba en medio del espacio, contemplando el sistema solar, sus órbitas girando alrededor del sol, la mayoría de ellas, en el sentido contrario a las agujas del reloj, aunque Venus lo hacía en sentido diferente y el eje de rotación de Urano parecía estar inclinado hasta quedar casi perpendicular a su plano orbital.

 

Había visto el sistema solar muchas veces desde el gran observatorio que la Mansión Malfoy poseía en su biblioteca, pero nada era comparable a la sensación de estar en medio de él, contemplándolo desde el espacio, con un sensación de ingravidez que Mackenzie no podía decir si era real o tan sólo obedecía a un efecto reflejo de su mente, por la perspectiva de observación. Más aún, aquella representación en tres dimensiones también parecía emular el sonido de las estrellas y de los cuerpos celestes que sólo puede oírse desde el espacio exterior. La joven sólo lo había escuchado en un par de ocasiones y ambas fueron dentro de un sueño. Por más que había tratado de recordar aquel sonido en tiempo de vigilia, nunca lo había conseguido. Sólo le quedaba la sensación de lo soñado, la intensa paz, la cadencia de la más hermosa melodía.

 

- La Gran Mancha Roja de Jupiter es el vórtice de una enorme tormenta. Se sabe que lleva muchos años activa y que gira en el mismo sentido que las agujas del reloj, al igual que el planeta. No obstante, en su centro, los movimientos son mucho más atípicos y variables. Los vientos pueden llegar a alcanzar los 400 km/h y es díficil saber las extrañas condiciones de presión, temperatura, electromagnetismo y dinámica que puedan regir en el interior de esa tormenta. Más aún cuando Jupiter, al igual que Saturno, es un gigante gaseoso. Algunos magos han tratado de investigar y hace unos diez años se patrocinó una misión a Jupiter de 12 inefables. Pero ninguno regresó.

 

De pronto se tapó la boca con las manos. ¿Cómo había sido tan idi***? Movida por el entusiasmo de la explicación y la bella visión de cuanto estaban contemplando, había hablado de una misión clasificada y altamente secreta que además había sido uno de los mayores fiascos ministeriales.

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-- ¡Anda ya! -- protesté ante Mei. -- ¡Aguafiestas!

 

Normalmente no suelo ser malcarada con los profesores, pero es que a Mei la conocía como Directora y nuestras relaciones siempre habían sido afables, así que me atreví a poner morritos y cruzarme los brazos por haber cortado tan pronto la diversión que prometía el burlarme de Xell. Pero en cuanto el adorno del centro empezó a moverse, me embobé mirando aquel planetarium en movimiento.

 

-- ¡Ay váaaaaaa!

 

Sí, mis expresiones son muy limitadas pero mi admiración por aquel juguetito fue real. Me acerqué paso a paso, lentamente, extendiendo la mano para rozar aquella maravilla, mientras la profesora hablaba del Sistema Solar y no sé qué más. No prestaba mucha atención, sólo quería tocar aquello, pasando de Orión y del sol y de todo lo que contaba.

 

- ¡Qué maravilla! ¡Y se mueve!

 

Justo cuando iba a meter la mano, todo cambió con el toque de varita de Mei, quien hizo que apareciera el Sistema Solar. Era tan real que hasta sentí el calor del Sol en la cara. Retrocedí la mano.

 

-- ¡Demonios! No me quemaré los dedos, ¿verdad?

 

En aquel momento, eché de menos mis guantes de dragón y, aún así, no me creía que fuera lo suficientemente fuertes para resistir aquel calor que irradiaba el Astro Sol.

 

-- Sí, claro, claro, identifico a todo los planetas -- dije, en un tono que dejaba mucha duda sobre si recordaba los nombres de ellos. Es que yo soy más de Tierra, no tanto de estrellas. -- La gran mancha roja... de Júpiter... pues...

 

Mackenzie dio toda una explicación lógica sobre ella y, además, se le escapó algún dato que seguro no se le hubiera ido de la boca si no hubiera tomado un trago de más. Solté una risilla.

 

-- Eso... Lo que iba a decir yo. Una enorme tormenta... Y lo de los inefables, una lástima, en serio. Qué pena lo del Apolo XIII...

 

¡Anda ya! Si el Apollo XIII fue en la luna, pero vamos, que yo no podía quedarme al margen de una conversación aunque no tuviera ni idea de lo que trataba. Carraspeé, para no dar tiempo a que nadie contestara que aquello era una majadería, con lo que seguí hablando de forma atropellada.

 

-- Pero Plutón ya no es considerado un planeta. Un enorme error, si puedo opinar en contra de los miembros de la Unión Astronómica Internacional. En realidad, todo ha sido para no meter en la lista de Planetas a Caronte y a Ceres, ya que...

 

Bajé la voz para hacerme la interesante y guiñé un ojo a Mackenzie.

 

-- Ya sabéis, secreto Ministerial sellado en un cofre de esos gordotes en la planta de Misterios. Pero todo el mundo experto rumorea que han encontrado restos de vida, turbulencias en el espacio-tiempo y bucles de paradojas temporales inexplicables si no es con giratiempos antiguos y.... Mejor no sigo, la Viceministra puede aconsejarme una visita a un desmemorizador y no quiero, que se equivocan y me hacen olvidar hasta los años que tengo.

 

Les di la espalda, mientras observaba aquel planetario, escondiendo una sonrisa penosa hacia mí misma. A veces tengo más morro que espalda.

 

-- Hey, Mei... Si meto la cabeza en uno de estos planetas, ¿me moriré de axfisia por falta de oxígeno? Creo que es Júpiter el planeta de las nubes de amoniaco, ¿verdad?

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¿La tía Sagitas estaba beoda? ¿Qué decía sobre Fertilidad? ¿Estaba loca?

 

- Yo... Yo no quiero tener hijos todavía, tía Sagis. ¿Saturno está cerca?

 

No entendía lo que quería decirme. Si llegaba a casa con un bebé en los brazos, no podría decirle a mi madre Reena que todo había sido culpa de la proximidad de Saturno. Mei acudió en mi ayuda, aunque la noticia de que ella era nuestra profesora me hizo ponerme roja y murmurar alguna excusilla por mi retraso.

 

Me iba a sentar en uno de los pupitres, pero la profesora se situó en el centro de la clase redonda. Aquel Planetarium tomó vida y Mei nos invitó a explorarlo. Tenía mucha belleza, así que me junté a las dos alumnas presentes y contemplé las órbitas de los planetas.

 

- Sí. Estos son los planetas del Sistema Solar, llamado así porque gira alrededor del Sol, en órbitas elípticas. Los cuatro primeros planetas son los llamados planetas terrestres, que son pequeños en cuanto a tamaño: Mercurio, Venus, Tierra y Marte. Los otro cuatro planetas son los llamados gigantes gaseosos, Júpiter y Saturno por un lado y Uranos y Neptuno por el otro. Los últimos se llaman gigantes helados, ya que están más alejados del Sol y apenas reciben su luz. Después están los planetas enanos, en el que se incluyen a Plutón, Haumea Makemake y Eris.. El primero era considerado planeta hasta el año 2006, que descendió a su actual denominación tras un mandado de la Sociedad...

 

Sagitas interrumpió mi versión académica sobre el Sistema Solar con una versión más ligera e idealizada de lo sucedido. Se oponía a la versión impuesta por la Sociedad astronómica Internacional con una leyenda sobre bucles espacio-temporales inexistentes. Esperaba que Mei la frenara o pronto habría un complot mágico interestelar para ocultar la verdad a los muggles y magos del mundo. Tampoco ayudó la historia que contó la Viceministra sobre lo ocurrido con los inefables.

 

Eso me hizo dudar. ¿Y si la tía tenía razón en sus desvaríos?

 

- Yo no... no sabía nada de lo que dices, tía. ¿Seguro que no te lo has inventado? Eso no sale en los libros.

 

Me aclaré la garganta y continué la versión académica:

 

- Además del Sol y los ocho planetas más los planetas enanos, el Sistema Solar cuenta con satélites, como la Luna en la Tierra o Ganímenes de Júpiter, también Titán en Saaturnos. Hay asteroides o cuerpos astrológicos menores que se sitúan entre Marte y Júpìter, de escasa masa. También hay objetos helados en el cinturón de Kuiper y los cometas. Entre todos, se encuentra el polvo interestelar

 

Tomé aire. Había soltado todo de golpe, sin casi pararme para respirar.

 

- Estudié un poco antes de venir a la clase - me disculpé ante Mei, por si había dicho demasiado.

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¡La madre que le trajo! ¿Estudiar antes de venir a clase? Pero qué vergüenza... Yo no me preparaba ni mis clases como para prepararme las de otros... La miré de reojo y le saqué la lengua, cuando la profa no miraba.

 

-- ¡Sabiondilla! -- le dije por lo bajo. Puse cara de enfadada y elevé la barbilla, en un claro gesto de que me sentía ofendida. -- Yo no me invento nada, sólo repito lo que se dice por ahí. Si es verdad o mentira o un engaño para que nos lo creamos, es obra de otros.

 

Permanecí así un rato, mientras escuchaba que el sistema Solar tenía cinturones y que había cometas por allá volando entre el polvo cósmico. Me pregunté si las cometas serían de colores y cómo se moverían en el vacío sideral, pero no iba a comentar mi mú, para que no me acusaran de sabotear la clase.

 

Pero no me duró mucho; al mencionar los asteroides recordé algo muy curioso y casi salté sobre mis pies, para llamar la atención.

 

-- ¡Guauuuu, síiiii! Hale, otra base para la teoría de la conspiración. Se dice -- puse cara de secretismo y que estaba diciendo algo que nadie más debiera conocer -- que entre Marte y Júpiter había un planeta habitado y que estalló por algo. Unos dicen que fueron ellos mismos en una guerra supermegadestructiva. Pero otros aluden a la destrucción del planeta por naves extraterrestres y...

 

Me puse las dos manos en la boca, como si hubiera hablado demasiado; después las separé y puse dramatismo en mis palabras.

 

-- ¿No serían los inefables por algún motivo, que destruyeron la base y toda la vida del lugar para impedir la expansión de alguna epidemia o algo así? Lo vi en un capítulo del Doctor Who, que dicen que en realidad es un brujo con giratiempos incorporado que se mete en muchas aventuras basadas en hechos reales.

 

Y moví la mano derecha en un gesto universal de "ayvá de lo que me he enteradooooo"...

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La clase!

 

Me había llegado la nota del inicio de las clases de astronomía y de no ser por Fenrir, que me la había traido hasta los jardines del ateneo, se me habría pasado totalmente por completo. Eché a correr, recorriendo pasillos, corredores y subiendo escaleras hasta la torre de astronomía.

 

La noche era oscura, genial para una clase de aquellas características. Pero conforme subía me iban llegando voces conocidas: Xell, que parecía algo apurada, Sagitas, qeu por su tono...estaba achispada? en serio? aquello tenía que verlo. Y Mack. Recordaba la voz de la que había sido mi primera alumna de transformaciones.

 

Entonces sentí el gruñido de Fenrir, qeu trotaba detrás de mi en el ascenso, y recordé la sensación tan rara que había tenido durante mi clase. Se repetiría?

 

- Siento llegar tan tarde. - dije, resoplando.

 

Me encontraba frente a una maqueta en tres dimensiones del sistema solar, del qeu parecían teorizar mi madre y xell.

- Pues yo escuché que ese cinturón de asteroides tras Marte es un planeta que por culpa de la gravedad o algún tipo de fuerza no pudo llegar a formarse. - agregué mientras reía al ver la cara que ponía Sagitas. Me recordaba un montón a Ithilion cuando hacía una trastada.

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Abrió muy grande los ojos ante lo que Mackenzie había dicho, no porque ella supiera algo al respecto, sino más bien todo lo contrario, no estaba enterada de aquella misión, y supuso que se debía a que pocos tenían conocimiento sobre ella, o tal vez había sido mucho antes de que ella llegase a ser directora de la Oficina del Ministro. Internamente se pregunto que mas habría que no sabía, pero se vio distraída rápidamente por Xell y luego Sagitas.

 

Vaya, veo que están muy bien preparadas – comentó, sonriendo de satisfacción, a fin de cuentas, le gustaba ver el interés que tenían sobre el tema.

 

De pronto, la puerta del aula se abrió y vio que el último alumno al fin había llegado. Matt, si no mal recordaba, y justo a tiempo, antes de que la clase estuviese ya demasiado avanzada para unirse. Le sonrió a forma de bienvenida y aprobación ante su comentario respecto a lo último que su madre había dicho.

 

Ciertamente los muggles tienen teorías al respecto; – el tema se estaba tornando más interesante de lo que había pensado en un principio, y sin darse cuenta, se había unido a las suposiciones – la principal es que, desde la época de la nebulosa protosolar, en ésa área no pudo llegar a concretarse la formación de un planeta debido a las fuertes perturbaciones gravitatorias que Júpiter ocasionaba, lanzando gran parte del material fuera del sistema solar, donde se cree que se halla en la Nube de Oort en los confines del sistema. Si ésta teoría fuera cierta, no han logrado comprobarlo aun, y nosotros desde el departamento de Misterios, bueno, creo que la Viceministra es la única calificada para responder eso.

 

Dejó escapar una risita baja, evidentemente nada de eso volvería a escaparse de sus labios, o por lo menos intentaría que no.

 

Bien, creo que todos merecen obtener una recompensa: esta representación del sistema solar tiene una particularidad. No solo imita el movimiento de rotación y traslación, sino que también simula la composición de cada planeta según lo que tanto muggles como magos han descubierto hasta el momento. Entonces, si deseara saber las condiciones de atmosfera y superficie de la Tierra, – dijo, acercándose a la misma y apuntándola con un dedo – sencillamente deberé tocarla y… bueno, pueden comprobarlo por ustedes mismos, no les arruinare la sorpresa; ¿algún curioso que quiera inspeccionar más de cerca?

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Aunque estaba emocionada con el supuesto "descubrimiento" sobre el planeta desaparecido, el sonido de unas patas y el aliento entrecortado de una bestia me hizo saltar sobre mis pies. Le tengo miedo a los lobos, no a los basiliscos, los dragones o los hipogrifos, no. A los lobos. Hasta que no me di cuenta que era Fenrir, mi corazón batió de forma tan salvaje que pensé que media universidad se enteraría de que estaba allá.

 

-- ¡Demonios, hijo! ¿Qué haces aquí? ¿Me buscabas?

 

Yo la importante. Matt enseguida habló de la asignatura y supe que era normal, todo el día soñando con estrellas, ¿cómo no iba a dar esta asignatura? Acaricié a Fenrir y le murmuré otro "sabihondo" al oído, sabiendo que Matt iba a oírlo también, porque aquel lobo y él eran como uña y carne y sentían lo que se les decía tanto al uno como al otro.

 

-- ¿Hay que aprenderse esos nombres? Protosolar, Nube de Oort, pufff... Ya podrían llamarse García o González, que son más fáciles de recordar...

 

Mi protesta era infundada, ya que eran fáciles para mí, que era española, pero vamos, que yo no estoy callada ni bajo el agua, cuando me siento a gusto con la compañía. Arrastré un taburete hacia el centro aquel, ya que veía que íbamos a estar mucho tiempo allá y mis pies ya estaban protestando. Mei me hizo sonreír. ¿Esa era la recompensa?

 

-- Oh, no, paso... ¿Recompensa ver como es la atmósfera de la tierra? Pero si ya me la conozco, polución por nuestra aportación indiscriminada. Pero sí quiero ver la Luna y sus cráteres del otro lado. ¿Es cierto que tienen un enlace con el Triángulo de las Bermudas? Siempre me han gustado esas teorías.

 

Y ni corta ni perezosa, morphoseé mi ropaje en un traje muggle de astronauta y metí la mano enguantada en aquel artefacto mágico, tocando la superficie de la luna. Al instante, mis pies se elevaron por la diferencia de gravedad.

 

-- ¡uuuuuuuh!-- grité, divertida, al ver que flotaba sin magia; bueno, al menos sin usar un Levicorpus. Fenrir se puso a ladrar y le insté a que saltara hacia mis brazos. Me lo llevaría de paseo por el suelo lunar. ¿Podría coger piedras lunares? Se vendían muy bien en el mercado ilegal, aunque... estando delante Mackenzie, a ver donde las guardaba, si es que podría robar alguna.

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Afortunadamente, la astronomía era un tema que se prestaba a la especulación. Por ello, el pequeño descuido de Mackenzie apenas tuvo consecuencias, puesto que todos se pusieran a divagar sobre los misterios que rodean a nuestro sistema solar. La suerte se alió con ella, cuando la conversación comenzó a centrarse en torno al planeta desaparecido.

 

- ¿Los Inefables algo que ver con la teoría del planeta desaparecido? No, claro que no, eso ocurrió hace muchos milenios y por entonces no existía el Ministerio de Magia. Ni siquiera se han puesto a investigar sobre la existencia de posibles restos de aquella explosión. ¡Los muy necios! Si lo hubieran hecho, tal vez no estarían tan ofuscados con esa puerta que nunca se abre. Conocerían mucho más de la naturaleza de la magia antigua, que al principio de los tiempos era mucho más potente que ahora.

 

¡El Champagne! ¿Se le había subido a la cabeza? Antes metía la pata hablando más de la cuenta sobre proyectos clasificados del Ministerio y ahora se le iba la lengua con una teoría de arqueomagia también clasificada y secreta. Menos mal que en aquel preciso momento llegó Matt, Fenrir gruñó y la atención volvió a desviarse.

 

- Hola Matt, me alegro de verte. Hola Fenrir, lobito guapo -Mackenzie les sonrió a ambos.

 

Iba a decir algo más pero Mei continuó con la clase y tras una breve explicación les instó a que tocaran la esfera que representaba la Tierra y comprobaran sus condiciones de atmósfera y superficie. Mackenzie tenía curiosidad. Quería ver cómo funcionaba aquel planetario y la Tierra era una esfera que ofrecía confianza. Se acercó despacioy lentamente acercó la mano al planeta, deslizando un dedo muy suavemente hasta tocar la esfera.

 

Al momento, Mackenzie tuvo la sensación de encontrarse en las capas altas de la atmósfera terrestre, aunque era consciente de que no estaba allí, sino en el interior del planetario.

 

- Buff, como cuesta respirar aquí arriba -con un encantamiento casco burbuja, se atrevió a adentrar toda su mano en la esfera, hasta tocar la superficie del planeta en una zona dónde sólo había mar, en muchas millas a la redonda.

 

Mackenzie tenía la sensación de estar allí, en medio del mar, pero a la vez era consciente de que estaba en el planetario. Parecía fácil y seguro. Un buen método de exploración planetaria.

 

Cuando dejó de estar en contacto con la esfera que representaba la Tierra, regresó al planetario y vio a Sagitas curiosear la Luna.

 

- Mei, esto es seguro, ¿verdad? Parece que podremos volver sin problemas.

 

No esperó contestación y, volviendo a realizar el encantamiento casco-burbuja, tocó a la esfera que representaba la Luna y se adentró en ella.

 

- Esto es divertido, Sagitas. Mira cómo saltamos. Aquí de un salto te plantas al otro lado. ¿Vamos excursión a aquellos cráteres? ¿Tu crees que habrá extraterrestres? Sería genial ver alguno.

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La llegada de Matt se hizo notar. Para mi alivio, a él también le tocó el nombre de "sabihondo" que antes me había dedicado mi tía. Le di una palmada en la espalda porque le entendía muy bien.

 

- Creo que tu madre disfruta más con las teorías escandalosas que con las reconocidas académicamente - le dije a mi primo, - por muy locas que parezcan.

 

Mei soportaba las palabras de mi tía porque, supongo, a los alumnos no se les puede dar un zape, pero ella insistía en teorías de la conspiración y en poner en aprieto a la pobre viceministra, apremiándola para que confesara algo sobre los inefables. La clase se animó con el movimiento de aquellas esferas que representaban el Sistema Solar.

 

- Es muy bonito... Yo quiero tocar...

 

Pero, como siempre, la tía Sagis llegó antes, menospreciando la Tierra y eligiendo la Luna.. Alejé la mala suerte que podía acarrear con una pequeña oración dedicada a Gea, la Madre Tierra, para que no la tuviera en cuenta. Estoy segura que la Diosa sabe lo loca y algo descuidada que es la tía con sus palabras, pero también que es una buena sacerdotisa cuando la necesidad lo requiere.

 

- ¿A dónde vas, tía? ¡Matt! Tu madre se pierde... ¿Es posible perderse en el espacio de este artilugio, Mei?

 

Si no era posible, seguro que Sagitas lo haría posible y se iría volando entre el espacio sideral del planetarium de la clase. Me puse a reír, sin embargo; su risa era contagiosa. Siempre hacía lo mismo, lo más raro le parecía divertido.

 

- ¡No, Fenrir! Lobo malo, lobo malo... No sigas a la tía, que seguro que te pierde entre las estrellas.

 

Retuve la mascota de Matt porque ya le veía meterse de cabeza entre los planetas y tendríamos que ir a buscarlos vete a saber por cuál asteroide. Ahora Mackenzie entraba en la Luna. Ay, vaya par...

 

- Voy a buscarlas. No quería decírtelo, Matt, pero las he pillado bebiendo champagne cuando entré, creo que no están en condiciones de... conducir. - Entrecerré un poco los ojos. - Las tres bebían, sólo espero que sólo fuera un sorbo.

 

Levanté el dedo y toqué la Luna. Enseguida, una sensación de succión me empujó hacia la superfície lunar cuando recordé que allá no había atmósfera respirable. Aguanté la respiración e hice un Casco Burbuja. Respiré con alivio.

 

- ¿Esto será seguro? ¿Pero a dónde vais, locas?

 

¡Ay, por la Diosa! Acababa de llamar loca a la Viceministra. Seguro que me despedía de mi cargo recién conseguido en el Ministerio.

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Saltar, saltar... Era maravilloso estar allá y parecer una bailarina, sí, tal vez con poca gracia, pero flotaba a cada impulso que daba. Me puse a reír al ver una bandera azul y roja, llena de estrellas. Lo curioso es que me recordaba a algún país. Vaya, que la directora de Internacional tuviera que recurrir a un manual para saberse las banderas... Lo mío no era el estudio, ya me daba cuenta. Me picó la curiosidad y vi que no estaba sola. Mack me acompañaba y la saludé a cámara lenta con la mano.

 

-- ¿Tienes cámara de fotos, Mack? Yo quiero una foto con la bandera de... -- ¿De...? -- de este país tan mono, seguro que queda bien en el despacho de Cooperación Internacional. Cómo van a alucinar mis funcionarios cuando vean que visité la Luna.

 

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Sentí que alguien pronunciaba la palabra "locas" y me puse a reír.

 

-- ¡Hola, Xell! ¿Te unes a la foto? Mira que podemos hacer historia si aparece en la prensa muggle. Eso daría trabajo a Amya, para inventarse una buena excusa para explicar porque una rubia, una castaña, una pelivioleta, un perro y un pelirrojo estaban dándose un garbeo por la luna...

 

Sonreí para que alguien hiciera la foto. Vamos... ¿Es que nadie había pensado en traer una cámara? No se puede ir al "extranjero" sin llevarse un carrete y una buena cámara con la que retratar los eventos más importantes.

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