Idiomas V

[Nate Weasley]

Interrumpió su zapateo de inmediato. Hasta entonces había logrado evitar prestar atención en aquel armario en el fondo del salón al cual habían hecho referencia antes, que temblaba y se sacudía con violencia más parecía estar cerrado cuan herméticamente posible. No obstante, sus esfuerzos se vieron diezmados cuando finalmente la puerta de este se abrió de par en par, con el ruido de las bisagras rechinar agudamente erizando los vellos de su nuca. Por unos segundos se preguntó si de ese armario no saldría algún ser que buscara enseñarles su lenguaje... ¿un duende quizás? ¡No, no tolerarían el encierro y su odio a los magos aumentaría aun más! Pero... ¿Quién sabía que clase de mago era su profesor? Todo era posible.

 

Sopesó la posibilidad de que fuese un elfo también, aquello cuadraría mejor que los duendes dado que eran más dóciles y proclives a encerrarse en un armario si esa era la voluntad de su dueño, no obstante un elfo no podía haber hecho tanto ruido. ¡Ya sé!, pensó subitamente, y por unos segundos esperó ver una sirena salir de allí, furibunda ante la obligación de estar encerrada en un lugar tan lejano a su hábitat natural. Se inclinó levemente en el asiento y comenzó a hamacarse en el mismo, haciendo que la silla se balanceara sobre sus cuartos traseros. Su corazón comenzó a latir más rápidamente ante la expectativa de qué era lo que estaba por salir de allí.

 

> pensó.

 

En cuanto vio al ocupante del armario presentarse en el salón, fue tal su sorpresa que ejerció la fuerza indebida sobre sus pies y terminó tumbando la silla para atrás. Golpeó su cabeza contra el suelo con tal fuerza que pensó que se había quebrado algún hueso del cráneo; más rápidamente profirió una serie de insultos a nadie en particular. Estaba a punto de levantarse, más no podía dejar de contemplar a la recién llegada.

 

> opinó al ver la apariencia física de la mujer, quien rápidamente comenzó a hablar en un dialecto desconocido para el Weasley, y a juzgar por el rostro de los demás, para ellos también > tal mal humor y prejuicio era raro de Nathan, quien se tragó sus palabras al ver el desconcierto en el rostro de... ¿Mackenzie había dicho? O era esa una palabra en aquel idioma que tan mal sonaba.

 

- Oiga! - dijo, más fuerte de lo que debería más la caída había afectado su audición, estaba gritando - ¿Qué no habla inglés? - agregó sobremodulando las palabras - Est-ce que vous parlez le français? - agregó desconcertado, al ver que no había reacción alguna de parte de ella. Estaba a punto de preguntarle si hablaba italiano cuando se dió cuenta de algo - ¡EY! ¿Qué no es nuestra viceministra? - sus palabras fueron finalmente dirigidas al resto de la clase.

 

Se levantó y acomodó la silla a su posición original, tratando de pasar por alto el hecho de que se había ridiculizado frente a todos.

[Mistify Malfoy]

Mistify se puso de pie. En su rostro sin expresiones fue raro ver la sorpresa dibujado en ella. ¿Qué hacía Mackenzie encerrada en ese lugar y porqué traía esa fachas? Y lo que era más importante ¿Porqué hablaba de esa manera? ¿Estaría borracha? No, no podía ser, ella no hacía ese tipo de cosas. Aunque su apariencia dejaba mucho que decir.

 

 

- ¿Qué te ha pasado? - el tono de voz dejaba entrever claramente su preocupación - ¿Estás bien? - se acercó olvidándose del resto, incluso del joven mago que se había caído hacia atrás en cuanto la vio aparecer. - ¿Y porqué hablas de esa manera? - Sacó su pañuelo blanco de entre los pliegues de la túnica para limpiar con él la sangre reseca que cubría un lado de la cara de su hija, mientras que con la otra le retiraba el cabello hacia atrás como si la Viceministra de Magia fuera una niña pequeña.

 

 

Quizá fuera el golpe en la cabeza lo que hacía que se expresara de aquella manera. ¿O acaso se había ido de nuevo con su padre a unas de esas expediciones en las que arriesgaban la vida por un objeto legendario o un antiguo papiro repleto de conjuros de magia primigenia? Frunció los labios. Si Crazy Malfoy se había atrevido a poner la vida de su hija en peligro por enésima vez se las iba a ver con ella.

 

Notó que todos miraban la escena y se apartó. El rubor que apareció en su rostro bien podría haber sido por la vergüenza de que la viesen actuar de esa manera o por el enfado que crecía dentro de ella con toda la situación.

 

Se volvió hacia Spectum. Decidió que el mago de pelo violeta seguro tenía la culpa, después de todo se suponía que estaba a cargo de la clase, fuera o no profesor titular.

 

- No habías dicho que no ibamos a utilizar el armario? - los brazos en jarra, por muy adulto que fuera seguía siendo su sobrino. Bueno, no su sobrino sino su... ¿Nieto postizo? ¿El hijo de su amiga? ¿De su amiga que era como su hija? ¿Que no era su hija pero era hermana de sus hijos? Sacudió la cabeza, los líos familiares de la Malfoy eran el cotilleo de los domingos por la tarde de las brujas más ancianas del pueblo. - ¿Qué es lo que le ha pasado a mi hija y porqué la tenías encerrada allí dentro? - seguía sin entender absolutamente nada de lo que Mackenzie intentaba decir o explicar.

 

El armario había quedado abierto y se escuchaban voces provenientes de su interior. Ninguna conocida para la Malfoy ¿o quizás si? Se le antojaban familiares, pero sin embargo no lograba comprender su significado por mucho que lo intentara.

[Mica Gryffindor]

 

El día había comenzado, mas ella no quería comenzar con el día. Apenas los rayos de sol cruzaron la ventana de su habitación, Agatha corrió las pesadas cortinas para impedirles el paso. Quería solo dedicarse a dormir hasta que el cuerpo le doliese de tanto hacerlo, despertar con el cuerpo entumecido y darse una ducha que lo relaje para deshacerse de todo el cansancio que aquellos días le estaban proporcionando.

Pero, para variar, sus planes se vieron frustrados. Sintió de repente la sacudida de una mano pequeña y temerosa. Intentó ignorar el llamado pero se volvió insistente, y no solo eso, también lo acompañó una voz aguda y molesta.

-Lo mismo siempre, ama- dijo el elfo con indignación, quitándole de un jalón la almohada y desconcertándola- Su clase ya debe haber empezado, ¿qué nunca recordará esas obligaciones?- inquirió y abrió ambas manos haciendo que las cortinas volvieran a moverse hacia su posición habitual. -Vamos, en marcha- agregó en forma autoritaria y dio media vuelta camino a la puerta, desde donde le lanzó la almohada al rostro.

Había estado hasta tarde reunida en la Universidad y le parecía demasiado pronto para regresar a la misma. No obstante estaba cada vez más segura de que se estaba haciendo tarde. Suspiró recordando la lista de estudiantes que habría en su clase de Idiomas y solo le dio ánimos para levantarse el hecho de que estaría acompañada de gente de lo más interesante.

Se preparó y emprendió el viaje diario hacia la Universidad que orgullosamente dirigía. Su atuendo era formal como su cargo exigía, pero lo suficientemente cómodo como para estar lista para la aventura que fuere. Había escogido unos pantalones amplios y una blusa cerrada hasta el cuello, todo de una preciosa seda azul marino. Calzaba sandalias sin tacón y bien ajustadas a sus pies, y el cabello iba peinado en una perfecta trenza. Por su atuendo, nadie adivinaría las pocas horas de sueño que había gozado.

Llegó a la majestuosa edificación y encaminó sus pasos hacia el aula de Idiomas casi en forma automática, pero a mitad de camino recordó que allí no sería la clase, pues el profesor asignado era Spectum y había preferido su propios salón.

A pocos pasos, prefirió aminorar la marcha y llegar en forma sigilosa. No pretendía entrar si la clase parecía aburrida, pues estaba segura de que si así era terminaría poniéndose de pie y abandonando el lugar. Cuando vio a todos sentados y leyendo sus pergaminos suspiró con indignación. ¿Cómo a eso llamaban “clase”? Esperaba una aventura... una incursión a sitios desconocidos... pero no, estaban todos allí.

Estuvo a punto de emprender el camino hacia su despacho cuando algo inesperado pasó, el armario que todos hasta el momento ignoraban se abrió y de allí salió la Viceministra. ¿Acaso allí se había escondido tras una noche apasionada con Spectum? Sonrió de solo pensarlo, lucía el mismo atuendo que en la reunión de la noche pasada... olía a escándalo así que no pudo marcharse.

Reconoció a Nathan dirigiéndose a ella, su hijo había crecido mucho desde la última vez que lo había visto. Sintió nostalgia pero sabía que no podía acercarse en forma familiar...

-Viceministra...- dijo solo para hacerse notar y con una reverencia hacia ella se dirigió hacia un asiento. -¿Acaso no ha dormido en casa?- agregó con ironía, esperando conocer el chisme completo.

[Tauro M.]

El ritmo de la clase no parecía mejorar y los presentes, incluyéndose ella misma, se movían con la corriente -a excepción de Mistify que se había enfrentado al Crouchs- esperando a que pronto todo llegara a su fin y pudieran marcharse con un simple papel firmado. Lo primero que atrajo la atención de Tauro fue la presencia de Agatha, ambas eran hijas de la misma madre, pero desconocía cuál era el padre de esta. Para cuando Beltis le contó de la existencia de su nueva hermana, Tauro la odió con todas sus esfuerzas y desde entonces evitaba tener que cruzarsela, a pesar de pertenecer al mismo bando y no conforme parecía que la estuviera persiguiendo incluso en la Universidad. ¿Sería una estrategia de la Malfoy para lograr una proximidad entre ellas dos? No lo sabía, pero sospechaba que algo había de su madre detrás de tantas coincidencias.

Estuvo a punto de acercarse con disimulo a Agatha, pero en eso la puerta de un armario en el que no había puesto mucha atención se abrió de golpe revelando la figura de quién menos se imaginó. ¡¿Qué estaba haciendo allí Mackenzie Malfoy?! y además hablando en una lengua completamente desconocida para ella, lo que la hizo sentirse muy ignorante. Y por si fuera poco, Mistify ya se encontraba haciendo acusaciones sobre un posible secuestro de su hija, lo que extrañamente hizo que Tauro recordara cierto episodio del pasado cuando siendo la esposa de Crazy Malfoy, la mujer perdió la cabeza por completo y varias personas habían logrado verla desnuda paseándose por el Ministerio de Magia; la Directora de la Universidad por el contrario encontraba muy divertida la situación, atreviéndose a jugar con fuego.

— Mis disculpas por no haberla escuchado antes, pensamos que aquello era un cacharro viejo como todo lo que suele haber aquí dentro de estas instalaciones —bueno, quizás su disculpa no había salido tan bien como pensó — Y me alegro que esté bien —agregó un tanto insegura —, pero siento curiosidad por lo que vio allí adentro, porque con todo el respeto que se merece, no tiene buena pinta y parece que nos vomitará encima en cualquier momento —en ese momento Tauro dio varios pasos lejos de Mackenzie.

¿Acaso el armario escondería los secretos para aprender toda clase de idiomas? De todos modos Mackenzie había salido de allí hablando tantas lenguas al tiempo que no estaba segura si ya las sabía de antes o si por el contrario ni ella misma sabía lo que decía.

[Kahlan Blackthorn]

—Volvemos a lo mismo… —terció una media sonrisa en sus labios —Cero y van dos… —avanzando con paso firme hacia el sitio donde estaba desarrollándose la clase de idiomas, decidió que era momento de aparecerse y aprender lo que les ofrecía su profesor. Dejando de lado los malos modales, recorrió con la mirada todo lo que le rodeaba, oh sí que le causaba interés conocer cada uno de los idiomas que se hablaban o empleaban como forma de escritura dentro del mundo mágico. La falta de modales de su profesor le trastoco un poco, aunque no lo haría evidente y mucho menos expresaría molestia ante dicho suceso.

 

—Malfoy… —se presentó lacónicamente ante los presentes —Solo Malfoy… —prefería guardarse su nombre. Pero no era necesario, ya que al ser a hija del Ministro de Magia Crazy Malfoy, tendrían que conocerla y si no, pues ella no les daría el placer de saber de ella en ningún aspecto. No le asombraba toparse de nuevo con su hermana Mack dentro de una clase, ya le había tomado el gusto de tener contacto con ella en otras partes de la Universidad Mágica. Su atención se vio captada por las palabras de Crouchs, reconociendo que los idiomas eran mucho más complejos de lo que ella se podía imaginar.

 

—Puedo aprender todos los idiomas disponibles, no siento interés especial por alguno en particular…—cruzando sus piernas se sentó con elegancia centrando su atención en cada cosas que sucedía a su alrededor. Aunque no podía negar que estaba perdida en muchos aspectos, ya se tomaría el tiempo de hilar todo con calma y tratar de meterse dentro de la clase a como diera lugar. Esperaba el momento gusto para sacarse el tedio que se apodero de ella, admiraba la entereza de Misty para plantarle cara Spectum, no le quedaba la menor duda de que la Malfoy seguía siendo la misma mujer dura y dominante que conocía hace años.

[Spectum Crouchs]

- Al parecer sabes todo Mistify, si es así entonces ¿Para que vienes a tomar la clase con alguien que según tu pensar no sabe mas que tu? El ego de los Malfoy te ciega, deberías aprender a escuchar... -

 

Spectum se estaba aburriendo de la clase pero estaba mas aburrido de la actitud de las personas que habían venido a tomar el conocimiento, todos esos egos mortífagos y de familias importantes del mundo mágico, algo que ya había pronosticado para la clase cuando le preguntaron si deseaba dar la suplencia. Entendía muy bien a Veronica al no querer dar la clase porque mantener a raya a todos estas celebridades en una clase aburrida y tediosa no era trabajo de cualquiera.

 

-... Aprende a escuchar y encontrarás tu misma las respuestas a todo, no todas las cosas las podemos obtener con solo chistar los dedos. Algunas cosas y mas los idiomas necesitan tiempo, dedicación y algunas otras cosas para dominarlo por completo y como bien has dicho saber un nombre te da poder de esas cosas pero no es saber su nombre así como así es... -

 

En ese momento fue interrumpido por la líder mortífaga, Spectum no era un conocido por ser un mago paciente y controlado mas cuando estaba en un lugar en donde él era el que llevaba la batuta del baile sin pensarlo se giró hacia Tauro y le habló con desprecio en la voz.

 

- El hecho que tú no lo hagas no quiere decir que no puedan muchos otros el poder que tienes tú es inútil en esta clase lo se, pero no tienes que reflejar tu frustración en mi ya que ser lo que eres no te hace ser un ser omnipotente dentro de esta clase eres igual que todos así que si no vas a tener nada inteligente que decir no digas nada y si no te gusta la clase eres libre de levantarte y largarte de aquí porque estorbas -

 

Había perdido la paciencia aunque como todos no tenía mucha cuando de repente el armario se abrió y el miedo recorrió el cuerpo del Crouchs. <<No es posible que se haya abierto en este momento sin que yo lo haya invocado>> Su único ojo miró la puerta del armario abierta de par en par, todo lo que había reunido en sus viajes se encontraba ahí dentro si seguía abierto algunas cosas por las cuales temió por su vida se escaparían pero lo mas importante era ese objeto que tan preciado era para el Crouchs.

 

Cerró la puerta del armario con un movimiento de la mano sin percatarse que dentro de este había estado Mackenzie atrapada toda la noche atrapada, se acercó a ella cuando Mistify había recurrido a ella en su ayuda. Su madre se acercó al Crouchs culpándolo de haber encerrado a su hija en el lugar y al Crouchs solo se le ocurrió decir algo en su defensa.

 

- Si ella quería pasar la noche conmigo no tenía porque encerrarse en un armario con venir a mi casa tenía - Miró a Mackenzie - No suelo pasar la noche en la universidad, si me disculpas déjame sanarte esas heridas... Episkey, episkey -

 

Las heridas de la vice-ministra comenzaron a sanar. El sueño que le había creado estar en la clase se le había pasado incluso la molestia que Tauro y Mistify habían hecho sobre el mago ya se le había desaparecido por completo, Spectum no pudo no reírse después de pensar todo lo que había pasado MAck en la noche dentro del armario y con voz graciosa le habló en el idioma que ella había citado antes.

 

- Mack... yh fwy Mack? fwrero che fyw fwws ahdt sshewfrr -

Editado 12 de Febrero del 2016 por Spectum Crouchs

[Mackenzie Malfoy]

Evidentemente, se estaban relamiendo de gusto a su costa. Nada como ver a un poderoso en apuros, sobre todo si, para mayor humillación, se ve obligado a vestir como cualquier desarrapado y a lucir jirones y manchurrones en igual medida. El orgullo de Mackenzie estaba muy por encima de todo aquello. Se había visto en situaciones peores. Alzó la cabeza aún más y prestó atención a las palabras de su madre, la única que verdaderamente le importaba de toda aquella pandilla de don nadies.

 

- Lau nâ qwerf serweg -que traducido pretendía ser una respuesta a la pregunta de su madre. Desde luego que no estaba bien. ¿Cómo explicarle lo que le había sucedido?

 

Se encontraba pensando qué idioma común utilizar, ya que por lo visto seguía sin poder hablar inglés, pero el verdadero problema no era que no pudiera hablar en su propio idioma, sino que los sonidos que trataban de expresar sus pensamientos salían de su boca convertidos en cualquier idioma aleatorio. La mayoría conocidos por Mackenzie, pero en cualquier caso, no tenía medio de controlar el idioma en el sus cuerdas vocales decidían por su propia cuenta expresarse.

 

No iba a mostrarse humillada, eso lo tenía claro. Así que decidió saludar con la cabeza, respondiendo al saludo de Nathan, Agatha y Tauro. También al del profesor, aunque lo fulminó con la mirada cuando se puso a hacer insinuaciones sobre lo sucedido aquella noche. Al menos había tenido la decencia de curarla. Sus heridas sanaron en el acto, tras los dos espiskeys y Mackenzie aprovechó para arreglarse el cabello y alisarse la túnica. Poco podía hacer por adecentarla más si los conjuros se le escapaban de su boca.

 

- Naill fwfordd neu'r lflalrl, yr Athro, beth a wnaawn i dowarri'r hyn sillafu? -Contestó a las palabras del profesor y supuso que las entendería, pues por lo visto, su garganta tenía predilección por aquella derivación del antiguo celta cuando hablaba con el profesor. Tarde o pronto, ya le daba igual a Mackenzie, lo que quería era deshacer aquel encantamiento y mucho se temía que tenía algo que ver con alguno de los objetos que el profesor guardaba en el armario. Lamentablemente, él ya se había encargado de vlverlo a cerrar, seguramente temeroso de que sus alumnos descubrieran alguna cosa inoportuna.

[Kahlan Blackthorn]

Su gusto por los diversos idiomas comenzaba a desdibujarse poco a poco, no le agradaba el rumbo que estaba tomando la clase. Ella solo se limitaría a mirar y escuchar atentamente, tal vez en algún momento podría emplear el lenguaje rúnico que sabía a la perfección—Algunas cosas simplemente no cambiaran jamás…—siseó para sus adentros. Tomando en cuenta que era una alumna dentro de ese sitio, aunque no le gustara la forma en que el profesor se manejaba, simplemente se limitaría a cumplir con las tareas que este les delegara buscando con eso aprobar la asignatura y salir de eso lo más pronto posible.

 

—Aprender es lo que cuenta…—acercándose para mirar en qué estado se encontraba su hermana Mack, no podía pasar por alto la presencia de la madre de esta. Misty era la persona que le crio parte de su vida dentro de la Malfoy, no recordaba una figura materna ajena a ella y no deseaba hacerlo, ya que le debía demasiado en ese aspecto a la ojiverde—¿Estará bien?... —preguntó externando su preocupación. No tenía mucho contacto con la viceministra, pero eso no le restaba importancia a que ambas eran hijas de Crazy Malfoy y era bien sabido que entre los miembros de ese linaje se daban la mano en todo momento o situación.

 

Le resultaba extraño estar rodeaba por tantos objetos de diversos tipos, posiblemente muchos de ellos estaban hechizados con magia oscura o encantamientos peligrosos sin lugar a dudas. La lengua que estaba hablando Mack le descoloco un poco a la Ángel Caído, no recordaba haberla escuchado jamás y eso era lo que la invitaba a empaparse con ella y aventurarse a descubrir cual era—No cabe duda…—sonrió abiertamente—Uno aprende cosas nuevas cada día y sin esperárselo siquiera…—el poder que corría por las venas de la Malfoy le atemorizaba un poco, obligándola a mantenerse alejada de su hermana. Era la clase de personas que sabia más de lo que demostraba ante los demás, no por nada en otros tiempos había sido miembro del Wizengamont.

[Nate Weasley]

Se pasó la mano por detrás de la cabeza, a la altura de la prominencia occipital externa, sobándose el moretón que empezaba a dismiularse allí... agradeció que al menos aquella herida no sangraba, si no quizás terminaba como la recién llegada y... bueno, digamos que no tenía demasiadas ganas de verse así. La llegada de aquella mujer pareció causar un escueto revuelo entre sus compañeros, quienes en medio del ajetreo ignoraron completamente al Weasley, lo cual sobrevoló un poco su mal humor. Volvió a tomar asiento, y se cruzó de brazos.

 

- ¿Entonces aprenderemos algo hoy o no? Pensé que ibamos a hablar Sirenio o Duendigonza, no sentarnos aquí a debatir sobre una piedra.

 

Soltó aquella línea quizás un poco más fuerte de lo que debería haber hecho, más ya le era imposible ocultar la consternación que sentía al respecto. Ya había pasado más de una hora y media desde el comienzo de la clase, y si esto seguía de la misma manera, dudaba que pudiese llevar demasiados conocimientos a casa... es más, lo único que se llevaría sería un trozo de papel firmado por los directores y nada más. El solo pensamiento de ello le causaba mal humor.

 

Se dedicó entonces a contemplar la totalidad de la escena, las relaciones entre las personas que había allí le indicaban que todos ellos eran familiares. No obstante, no había casi parecido físico entre ellos, más el trato que se dedicaban era sumamente delatador.

[Mackenzie Malfoy]

La joven agradeció el interés de su hermana Juve y le correspondió con una sonrisa. Poco más podía hacer, teniendo en cuenta que sólo salían de su garganta palabras incomprensibles para la mayoría, farfulladas cada vez en una lengua distinta. Sin embargo, los minutos pasaban y allí nadie se preocupaba por hacer algo que acabara con aquel fastidioso encantamiento. Una cosa era saber idiomas y otra cosa perder por completo la voluntad de cuándo utilizarlo y cuándo no hacerlo. El profesor permanecía sin inmutarse demasiado y sus compañeros tampoco es que estuvieran muy alterados.

 

- ¡Vamos! Resulta que la Viceministra de Magia de Gran Bretaña sale de un armario cubierta de mugre y llena de arañazos y golpes, hablando toda suerte de idiomas extraños sin poderlo controlar y .....¡¡¡¿¿¿nadie hace nada????!!! Pues va a resultar que soy la persona más afortunada del mundo porque al menos alguien se dignó a curarme.

 

Aquella perorata había salido en una suerte de duendigonza mezclado con sirenio. Pero a Mackenzie ya le daba igual si la entendían o no. La rabia se había apoderado de su rostro y lo teñía con un rubor natural a medida que seguía hablando y sus palabras se cargaban más y más de ira.

 

- Habría esperado al cuerpo de seguridad entero dispuesto a desmontar la clase y a registrarla palmo por palmo, a los inquisidores haciendo preguntas hasta a las tizas y los borradores, al departamento auror con todas sus defensas contra las artes oscuras, a los accidentosos cubriendo cualquier contingencia, al departamento de Misterios, por supuesto, investigando y confiscando el dichoso armario y, por supuesto, hasta habría esperado que la plana mayor de San Mungo se presentara a ver si su Ministra se encontraba sana y salva. Y en lugar de eso, ¿qué me encuentro? ¡Indiferencia y un par de episkeys!

 

También aquellas palabras eran una suerte de discurso en algún tipo de idioma que, para variar, Mackenzie no conocía, pero debía ser el perfecto para para aquel tipo de oratoria prepotente, desdeñosa y cargada de reclamos y de ira, porque sonaban a las mil maravillas.

 

Sin poderse contener más, se acercó hacia el armario que todavía tenía la puerta cerrada, tomó una silla de la clase y la estampó con todas sus fuerzas contra la puerta del armario.

 

- ¡Al diablo con todo!

 

No supo en qué idioma había dicho tales palabras , pero se dio cuenta como su varita se activaba al momento y alguna suerte de conjuro golpeó en el armario con fuerza aún mayor que la propia silla. Al momento, todo estaba por el suelo, la silla y las puertas del armario, echas un amasijo de maderas desparramadas, y el contenido del armario, disperso entre el montón de escombros. Algo brillaba en medio de aquel caos.