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Libro de la Fortaleza (#3)


Mael Blackfyre
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Me encontraba a unos quince metros en el cielo. Iba manipulando una escoba que me ayudaba a poder ver todo desde un mejor ángulo. Con una mano me sostenía e iba virando en diferentes direcciones o alturas. Con la otra, iba lanzando encantamientos diferentes. Todos eran para la clase pero claramente que era una sorpresa. Mi compañera Agatha, se encargaba de ayudarme desde el nivel del suelo o de la zona que la rodeaba. No tardaríamos demasiado en terminar. Desde allí podía ver todo.

Situaríamos a los chicos en aquel lugar. Exactamente a las doce del mediodía, donde el sol llegaba a su punto más alto. De ésa manera, en la estructura enorme de piedra no habría sombras que interfirieran con nuestra tarea. Todo el mundo pensaría que de todas maneras, el día avanzaría y no podríamos llevar la clase pero no, en ése sitio, por aquel momento, parecía que el tiempo se hubiera detenido. Era una magia complicada pero no imposible. Nadie sospecharía de nosotros, pensarían que el tiempo simplemente pasaba demasiado lento.

Eché un último vistazo. Agatha se encontraba dentro en un circulo de piedra de unos cincuenta metros de diámetro. Las paredes eran tres veces más altas que una persona promedio. En el interior, el césped era tan verde como el árbol que había en el centro. Sobre la roca de las paredes, había seis puertas de roble, tan gruesas como el tronco del árbol. Tres a la derecha y tres a la izquierda. No tenían números ni runas. Solamente una aldaba de oro redonda. En el punto norte se encontraba una puerta de un azul verdoso. Por allí entrarían los alumnos. En el punto sur había una puerta de madera rojiza anaranjada. No tenía aldabas. Solamente un pequeño agujero. Entraba un puño cerrado.

Cuando descendí, me bajé de la escoba y la hice desaparecer. Miré alrededor y pude ver que había algunos objetos más dentro de aquella Sala Circular. había pilares de piedra. Algunos llegaban a mis rodillas, por lo que podíamos usarlos de asiento. Otros eran tan alto como yo. Y el doble de ancho. Y los que se encontraban más cerca de las puertas, sobrepasaban los muros. En la punta, había figuras de piedra, animales muggles y mágicos. Y algunos que jamás habíamos visto. Hasta la figura de un mago y una bruja enlazados.

Creo que está todo listo, Agatha. ¿Le avisaste a los chicos?

¡Claro que si, Gryffindor! ¿Por qué estaría en ése sitio contigo sino?

Era imposible llevarme bien dos segundos con aquella demonio. Ni siquiera quería preguntarle si había podido encargarse de las seis habitaciones que estaban detrás de aquellas puertas de roble. Su impaciencia me decía que incluso había terminado el trabajo antes que yo, pero eso no le permitía que me hablara así. Solamente esperaba que pudiéramos compartir un buen momento con los chicos, porque no quería tener que empezar un enfrenamiento a la vista de todos.

Por eso me dediqué a recordar. Los chicos debían realizar una especie de entrenamiento. En la carta, habían sido avisados que sus libros mostraría los poderes. ¡Hasta podían practicarlos! No estaba seguro si a alguno le habría salido pero no eran tan difíciles. Para eso estábamos allí, para enseñarles. Cada habitación les esperaba diferentes pruebas que tenían que enfrentar, pero priorizando las magias guerreras. Claramente que los Uzza nos estaban vigilando cualquier movimiento.

De a poco empezaron a llegar.


ALUMNOS
Sherlyn Stark
Bodrik
Cissy Macnair
Aysha S. Potter Black T
Mia Black Lestrange
Evarela Black Haughton
Goderic Slithering
Emily Cartwright

Editado por Axel Rexdemort

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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Claro, le había tocado la parte más difícil ¿cómo no? Maldecía en silencio mientras realizaba el recorrido que pronto sus alumnos harían, claro que lo hacía con mucha menos dificultad, pues apenas estaba poniendo allí los obstáculos que estos se encontrarían. Sobre su cabeza, el diurno cielo se mostraba luminoso, lo cual solo aumentaba su molestia pues el Gryffindor de seguro estaría cruzándolo sin mucho por hacer.


No le había llevado demasiado tiempo hacer el recorrido, pues lo conocía más que bien. Habían planeado todo durante mucho tiempo, y ahora allí estaban, a punto de darle inicio. No había sido fácil hallar una idea en común con ese sujeto, ella prefería imponer muchos más riesgos mientras el Gryffindor era mucho más comprensivo. Si fuese por Agatha, no le importaba que ninguno aprobase, pues debían ser dignos de la magia que estaban por empezar a experimentar.


Aunque sí, estuvieron de acuerdo en que deberían mostrarse dignos si querían llegar al final del recorrido y utilizar los poderes concedidos por los Uzza. En eso estuvieron de acuerdo.


Finalmente se encontró en el perfecto círculo de piedra. Las seis puertas habían sido cerradas tras su paso. Ellas serían opciones para los próximos aventureros. El sol estaba en lo alto y allí se quedaría hasta que la clase finalice. No habría oscuridad en el recorrido, con lo preparado era más que suficiente. Deberían tener los ojos bien abiertos si querían lograrlo.


El desprecio que se despertaba cada vez que llegaba a sus oídos la voz de Elvis la invadió nuevamente apenas este descendió de los cielos. ¿Por qué no habían pautado seguir las pruebas desde distintos niveles? Eso podría haber evitado los inminentes choques que podrían surgir. Pero no, se tendrían que mantener juntos. El solo pensarlo oprimía su estómago.


Se esforzó por no responderle de muy mala manera y dio el diálogo por finalizado. Deseaba que los estudiantes no demorasen demasiado en llegar, pues las cosas podrían ponerse muy feas entre ambos si lo hacían.


Por fortuna, pronto no estuvieron solos. Miró los rostros de cada quien que llegaba casi agradeciéndoles por estar allí. Esperó el mejor momento para dar inicio, cuando la mayoría ya estuvo allí y se adelantó un par de pasos.


-Bienvenidos. Esto no será fácil, así que quienes esperaban una sala cómoda y lanzar tranquilamente lucecitas con la varita se pueden retirar. Aquí deben demostrar que son dignos de aquellos poderes que aspiran a obtener- estaba seria y a la vez ilusionada. De verdad le gustaba que todos aquellos quisiesen superarse – Las puertas que ven frente a ustedes son pruebas por superar. Tras ellas otra los esperará y luego otra… no les diremos cuándo puede finalizar, solo que habrá diferentes “peligros”… buena suerte- finalizó con una risita y se hizo a un lado.


Había llegado el momento… todo estaba en marcha.

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Sentía que había pasado tanto tiempo desde que tenía al menos un par de días libres, que esbozó una media sonrisa y se tumbó sobre un sofá y cerró los ojos, disfrutando de la brisa matutina sobre los jardínes de la casona Black Lestrange. El sentarse y sumergirse en sus pensamientos, era una de las actividades que más disfrutaba desde su retornó a Londres, por eso en cuanto una de sus elfinas personales la interrumpió sus ojos se abrieron y la miraron con furia.

 

—Ama, su clase del Libro de la Fortaleza inicia al medio día —hizo una reverencia la criatura y la dejó nuevamente sola—.. La misiva decía que se presentará lo antes posible.

 

Se levantó con una mueca de fastidió y se adentró a su habitación, para colocarse una sencilla túnica negra como vestimenta, a juego con unas botas y una capa de viaje, era el atuendo más ordinario que había vestido en mucho tiempo, pero estaba segura que era lo mejor que podía vestir por el momento, porque no sabía frente a que obstácul.os se íban a enfrentar durante esa clase.

 

Tras ver que todo estaba en orden, dio un medio giro para desaparecer envuelta en una voluta de humo negro y segundos después, reapareció a las afueras de la universidad. Caminando con pasos lentos, ingresó a la edificación y negó lentamente, ¿cuánto tenía que no se paraba por ese sitio? demasiado, pero esperaba que de ahora en adelante, ese pequeño inconveniente se solucionará prontamente.

 

Molesta al no saber, exactamente a donde se dirigía, continuó divagando por todo el campus, hasta que su sentido de la orientación la guió hasta un páramo no muy lejano que se encontraba a las afueras del complejo y que estaba rodeado de muchísimas piedras con figuras extrañas que demostraban que no estaban ahí porque sí, sino que buscaban crear ese efecto extraño pero fascinante a la vez, asimismo había seis puertas no muy lejos, ¿qué tenían en mente para ellos?

 

La pregunta salió sin querer en su mente, pero no pudo meditarlo tanto porque a escasos metros visualizó a Elvis y a una mujer, Agatha, con la que compartía bando esperando a que se acercarán todos los que iban llegando lentamente al lugar, por lo que hizo lo que se esperaban e ingresó al claro de unos 45 metros rodeado por las piedras.

 

—Mia Black Lestrange, jamás me iría sin probar los peligros que por tus palabras enfrentaremos para aprender y demostrar que somos dignos de los conocimientos de los Guerreros Uzza. —respondió con una sonrisa divertida y negando lentamente, eso sin duda, sería divertido, le gustaba el peligro y la adrenalina.

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Miré hacia el cielo mientras me acercaba al lugar donde comenzaría mi enseñanza del Libro de la Fortaleza. Agatha y yo habíamos cruzado algunas palabras cuando había finalizado de realizar un listado de los nuevos alumnos de los cuales era Tutora, indicándome que nos encontraríamos fuera del complejo de la Universidad donde daría comienzo la clase. Coloqué una mano sobre mi frente para tapar el sol, usándola de visera. Era ya mediodía y a pesar de que nos encontrábamos en Marzo, sentía tanto calor en las inmediaciones de la Universidad que me preguntaba si la Viceministra había colocado algún hechizo de Verano permanente.

 

Suspiré. Había tardado mucho en decidirme a tomar la clase. No se me daban bien los duelos y sinceramente le temía a los enfrentamientos... o eso era lo que me gustaba mostrar al resto. No solía acompañar a mis compañeros cuando daban sus "paseos" por las mansiones más que nada porque no tenía tiempo, pero si podía hacer algo para mejorar y ayudarlos, lo haría. Precisamente éste último pensamiento me había llevado a estar caminando, en aquel momento, hacia un grupo de monolitos muy llamativos que me hicieron recordar a Stonehenge.

 

Al llegar, pude apreciar que las piedras estaban dispuestas en círculo y que, en su centro, había un enorme árbol. Además, sobre los laterales, tres puertas sobre izquierda y tres sobre la derecha me daban la pauta de la inminente prueba que tendría por delante. Había, también, una puerta azul verdoso y otra más anaranjada, parecida al color terracota. ¿Qué íbamos a tener que hacer? No tenía idea, pero sentía que mis manos pedían a gritos encontrarse con la varita para sentirme completa.

 

-Buenos días- dije, arrugando los ojos, pues el sol parecía brillar con mayor intensidad dentro del círculo en el que nos encontrábamos. Junto a mi, Mía había arribado unos pasos por delante de mi-. ¿Y tendremos que cruzar todas las puertas o simplemente entrar a una?- pregunté, mirando alternativamente a Elvis y luego a Agatha.

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¡¿Qué crees que soy?! ¿¡tu niñero!?— exclamó enojado.

Goderic no pudo decir nada, después de todo James tenía razón. No había venido a Londres para cuidar de sus hijos sino para acercarse al conocimiento de los Guerreros Uzza. Sin embargo, por diversos motivos había terminado siempre a cargo de los gemelos hijos del Weasley mientras que éste se encargaba de integrarse a la Universidad en distintos cursos como, por ejemplo, de Conocimiento de Maldiciones.

No, tienes el día libre puedes ir donde quieras los elfos cuidarán a mis hijos.— respondió calmado.

Sin más por decir desapareció dando un giro sencillo sobre su propio eje. La misiva enviada por los profesores la llevaba en el bolsillo interior de su capa de viaje, mismo lugar donde llevaba su monedero de piel de Moke siempre útil para cualquiera tipo de aventura debido a los diferentes objetos, pociones y libros que llevaba allí dentro.

Los muros eran conformados de piedra y eran de gran tamaño, le recordaba a una antigua fortaleza impenetrable lo cual le hizo sentido ya que el libro llevaba ese nombre: <<fortaleza>>. No había tenido muchas oportunidad de leer el libro de aprendiz ni de practicar su magia menos había intentado leer éste, no se había dado el tiempo de utilizar aquellos hechizos tan poderosos pero sí conocía bien a éstos y no dudaría en usarlos en caso de algún peligro dentro de aquella aventura y, conociendo la Universidad, probablemente habrían muchos peligros.

Mantuvo su varita en su mano izquierda, aunque fuera principalmente diestro, para poder dar la mano como saludo si fuera necesario. De todas formas no le afectaba mucho luego de tantos años en batallas donde sus muñecas solían ser partidas en dos, ya se había acostumbrado a realizar hechizos con ambas manos sin que ésto afecte de alguna forma a su puntería o a su capacidad general.

Observó cómo seis puertas se mantenían imponentes frente a él, sin duda aquel lugar no sólo era misterioso y peligroso sino que tenía una gran presencia, casi mística. Ingresó algo tímido al gran claro ¿que era rodeado por las grandes paredes? Pudo ver como allí se encontraban sus profesores, Elvis y Agatha.

Ahm... supongo que debo presentarme. Pueden llamarme Goderic o Gode y, obviamente, vine por conocimientos y sé que entre más fuertes sean éstos más peligros los resguardan— comentó luego de que respondieran a Cissy, a la cual reconoció aunque ésta no se presentara. La reconoció por ser la Directora de la Logia Eligentium.— Gracias por la suerte— agregó.

Goderic utilizaba en muchas de sus aventuras y viaje a la suerte, tanto con el felix felicis que llevaba o con el dado de la suerte. Por ello agradeció los deseos de Agatha aunque su risa diera a entender que ese no era su objetivo. Miró a su alrededor y vio rostros conocidos como también divisó a personas que no parecía haber visto nunca en su vida. <<Nunca es tarde para conocer gente nueva>> pensó mientras se encogió de hombros, aunque prefería conocerla en un lugar menos riesgoso como esos donde se necesitaba el apoyo y confianza mutua, cosa difícil de conseguir con completos desconocidos.

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El medio día es la peor hora para salir , los rayos del sol la molestan al ver hacia el horizonte, pero son cosas banales que atormentan a Emily, cuando debería haber estudiado con ahínco el libro de hechizos que adquirió hace poco. Son dos y ambos los lleva en un pequeño bolso cruzado que tiene por debajo de la capa de viaje y encima de la túnica. Goderic le había recomendado practicar los hechizos y no solo leerlos, pero ella, necia, se negó rotundamente, reacia a pasar vergüenza antes de tiempo No sabe bien cómo usarlos, pero en una pequeña bolsa tiene los anillos y demás que venían junto a los libros.

 

La universidad siempre luce igual ante sus ojos, grande, majestuosa y llena de gente que va ahí solo a usar trasladores. mayoritariamente. Esta vez, sigue las indicaciones de una carta en donde le piden que se dirija a cierta parte que ella no conoce. Tiene algo de miedo y un vacío en el estómago que amenaza con permanecer molestándola, atribuibles al nerviosismo propio de enfrentarse a lo desconocido. Entonces, a lo lejos divisa una especie de edificación hecho únicamente de piedra y obviamente llama su atención.

 

Más por curiosidad que por intuición se acerca con sigilo y comprueba, aliviada, que es a donde debe entrar. Se siente minúscula rodeada de tantos muros gigantes y se arrepiente de no usar tacones, aunque sabe que eso no hará una gran diferencia considerando la muralla que los rodeaba. Alza uno de sus brazos y lo usa como vicera, intentando cubrir sus ojos del resplandor que tanto la molesta.

 

Camina silenciosamente hasta que ve a los directores de la Universidad y a una bruja a la que no recuerda haber visto antes; a Cissy, que alguna vez le enseñó adivinación y al mismo Goderic,que no fue capaz de esperarla para llegar a la clase. Aun así,está sorprendida con la poca gente y no hace más que permanecer en silencio hasta que los demas expresan lo que tienen que decir.

 

-Pues hola, mi nombre es Emily -dice, no muy segura de que deba presentarse, no obstante imita al resto de sus compañeros. Probablemente sea más fácil comunicarse entre ellos si al menos saben los nombres, si es que deben hacerlo. De repente se le ocurre preguntar aquello que acaba de ocurrírsele -Estas pruebas que debemos superar ¿son individuales o en equipo? -quiere asegurarse; la unión hace la fuerza decían por ahí.

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La demonio comenzó a sentir como su elfo doméstico a despertarla de su hermoso y placentero sueño lleno de amoríos rotos y llenos de problemas, drama y sobre todo muchas lágrimas. Tras unos minutos la joven movió la ceja para indicar a su elfo que estaba despierta y que pronto comenzaría sus labores como todos los días. Ir al banco y hacer tramites todos los días.

 

--Tiene una carta señorita Aysha--

 

Dijo el elfo dándole una bandeja con una carta que al parecer parecía algo de la universidad mágica. Con pocos casi nulos ánimos, Aysha tomo la carta y abriendo solamente un solo ojo leyó entre líneas.

 

Perfecto, tenía que ir a la universidad a tomar las clases del libro de la fortaleza que tanto había esperado, con mucho menos ánimos se puso de pie y comenzó a prepararse para tomar el baño de pétalos de rosas que era su costumbre.

 

Al terminar de arreglarse, se colocó un par de jeans color negro muy ajustado dejando ver por completo su figura perfecta, unas botas de tacón muy alto y una camiseta corta del mismo color que toda su vestimenta negra. Su cabello sujeto con una cola para dejar caer su cabello en ondas suaves y muy largas dejando poco ver la espalda descotada.

 

--Estoy lista, iré a una clase en un círculo algo lejos de aquí… creo que iré con la aparición porque no tengo ni ganas ni tiempo de hacerlo de otra manera, la escoba dejara mi hermoso cabello todo desarreglado así que la aparición es mi mejor opción…--

 

Tras decir esto, la demonio tomo un respiro y desapareció de la mansión Potter Black para aparecer pocos segundos luego en un círculo de piedras de un gran diámetro que la verdad no cálculo con números exactos, sonriendo un poco ya que así era su personalidad.

 

--Disculpen la tardanza, la cama no quería dejarme partir… Mi nombre es Aysha Sarina Potter Black Triviani…--

 

Aysha suspiro luego de su presentación y se quedó esperando cuál era su primera lección ya que le habían comentado que era algo difícil las pruebas y exámenes que daban allí.

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Los chicos fueron llegando de a uno, y podía ver que en su rostro había tanto nervios como ansiedad. Yo me sentía así también, no por el motivo de enseñar, porque con eso estaba acostumbrado, sino que me producía adrenalina ver que las personas supieran manejar aquellos poderes. Les daría más libertad, más poder y por ende, me brindaría dignos enemigos o amigos con los que poder enfrentarme. Mia se mostró predispuesta a enfrentarse cualquier cosa. El resto se fue presentando, pero ponía atención a sus preguntas.

Señorita Macnair, es una buena pregunta. Podemos decir que éste sitio es medio impredecible. Podemos encontrarnos con todos los retos en una sola puerta o en todas ellas. Creo que dependen de la fortaleza de cada uno —no quería sonar muy enigmático, pero mi compañera así había resultado. Les había comentado sobre la prueba, pero ninguno parecía saber como arrancar. Si yo estuviera en su lugar, haría media docena de preguntas como mínimo—. Y Emily, es masomenos la misma respuesta. Aunque si tengo algo en claro y quiero que lo entiendan: Cuando nos referimos a fortaleza, hablamos tanto de las pruebas individuales y grupales, asi que serían ambas.

No estaba seguro si podían estar entendiendo, pero si podía estar seguro de que teníamos pocos minutos para que aquello empezara a moverse por si solo. Claramente que a la vista, se encontraban aquellas seis puertas. No era una puerta por alumno, sino que cada vez que cerraban la puerta, y la volvían a abrir, aparecía algo nuevo. ¿Necesariamente tenían que entrar? Eso estaba tan claro como el agua, tal vez debían buscar un simple objeto o saldría una bestia enfurecida en aquella especie de claro, rodeados por la piedra. A eso me refería con enfrentamientos. Si un Basilisco o algo asi peligroso salía al claro, debíamos enfrentarlos todos como grupo.

¿Que les parece si frenamos ésto un segundo? —no miré a mi compañera Agatha. Sabía que la bruja era más impaciente y quería mandar a la horca a los chicos. Yo pensaba que lo mejor era prepararse, al menos quería escuchar como mínimo que uno había leído el título de los poderes—. ¿Alguno pudo leer el libro y reconocer todos los misterios que contiene? ¿Les surgieron dudas? ¿Alguno se animo a probar algún poder? —los miré ansioso, con una gran sonrisa. Realmente quería escuchar una respuesta afirmativa.

El suelo se movió como si fuera un terremoto. Pero al segundo que empezó, terminó. Y de la puerta del medio, que estaba del lado derecho, brilló una luz blanca. No salió hacia donde estábamos nosotros, pero se había podido ver por los bordes que limitaban la madera. La aldaba de oro se movió apenas y entonces me emocioné. Estaba seguro que los chicos no se empezaría a desenvolver hasta que no estuvieran en una situación. Podíamos decir que la clase empezaba con algo grupal, desde donde estábamos, podíamos ver a cada uno.

Quiero ver como se desenvuelven con algún poder. Hagan algo. Usen algo —comenté, mientras con algunas zancadas llegaba hacia ésa puerta. Me aferré a la aldaba dorada y golpeé tres veces. Parecía como si dentro hubiera mucho ruido y pasos, la puerta se abrió y con ella, me corrí hacia un costado. Había media docena de cada tipo de criatura. Del umbral de la puerta, empezaron a salir Crup, Streeler, Gorros Rojos, Doxy, Billywig, Duendecillos de Cornualles, Cangrejo de Fuego, Gnomo e Hipogrifo—. ¿Por qué no empezamos con regresar a todos éstos animales dentro de la puerta otra vez?

Tres cuartos de aquellos animales empezaría a revolotear alrededor para hacer travesuras. Algunos no harían absolutamente nada. Y otros, seguramente ya estarían molestos, asi que no me sorprendía si empezaban a atacar a alguno de los alumnos y éstos, tuvieran que defenderse. No tendrían problema alguno de utilizar el anillo, aquello te daba un mejor entendimiento. Pero estaba seguro que empezarían a usar la varita también. Era más sorpresa de lo que podía pasar.

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Me resultaba raro que Elvis me llamara "señoria Macnair" cuando en mi propia mansión me había gritado por mi nombre de pila. Y sí, me había gritado. Aunque lo tratara con aquella falsa cordialidad no iba a olvidarme lo que había ocurrido en mi casa, porque no estaba en mí olvidar o perdonar ninguna injuria cometida contra mi persona. Aún así, le sonreí con amabilidad cuando respondió a mi duda, aunque resultaba bastante enigmático.

 

-Yo tengo otra duda- dije, levantando la mano en el aire como si tuviera once años y fuera mi primera clase en Hogwarts-. Estuve leyendo el libro y me encontré con que no sé cómo funciona el Anillo Detector de Enemigos. ¿Te avisa hacia qué familiar será llevado a cabo el ataque o simplemente sabes que será contra un familiar y listo?- pues el libro no aclaraba el dato.

 

Y luego de que mi pregunta fuera respondida, el suelo se movió por un momento y me aferré a mi varita. Luego, una de las puertas que estaba sobre el lado derecho emitió un brillo blanco que podría haber resultado cegador si no hubiera estado cerrada y, más tarde, pareció como que algo se movía detrás. Me quedé mirando hacia allí mientras Elvis salvaba la distancia y ponía una mano sobre la aldaba dorada, inquiriendo que quería que hiciéramos algo, aunque sólo fuera lanzar algún hechizo. ¿Pero a qué? No tardé mucho en responderme la pregunta que había formulado en mi mente. Animales, criaturas mágicas, comenzaron a asomarse una vez que el mago abrió la puerta.

 

-Demonios- susurré.

 

Por suerte era una persona que actuaba rápido y, por suerte, llevaba conmigo los Anillos del Libro del Aprendiz de Brujo que había adquirido en el Mall. De inmediato, mi anillo de amistad con las bestias comenzó a brillar y me di cuenta de que podría utilizarlo para defenderme o, al menos, saber cómo iban a atacar aquellas criaturas como los Duendecillos, a los que les gustaba hacer travesuras o los Cangrejos de Fuego, que podrían quemarme si me quedaba muy cerca de ellos o al alcance de sus "colas".

 

<<Orbis Bestiarum>> pensé, mientras apuntaba con mi varita hacia uno de los Hipogrifos, que nos miraba más curioso que enojado. Un anillo dorado lo envolvió y de inmediato sentí que me conectaba con él. Al menos durante lo que el hechizo durase, podría utilizarlo para controlar al resto de los hipogrifos, que sólo querían irse de allí en vez de atacarnos.

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Si le habían enviado una lechuza es probable que esta se perdiera o sufriera algún tipo de accidente pues a sus manos jamás llego el aviso correspondiente de su nueva clase sobre el Libro de la fortaleza, de no haber sido por que la preocupación de haber comenzado el mes sin recibir sus primera clase, ella jamás se habría enterado que en dan solo 15 minutos daría comienzo dicha clase. Por fortuna contaba con la ayuda de su fiel amigo Martelac quien en menos de dos minutos le había traído el Libro desde el castillo Lockhart, la joven bruja había tenido un desagradable primer día.

 

Siguiendo algunas indicaciones que uno de los conserjes de la institución, y gracias a la suerte que seguramente Merlín le bridaba a los magos y brujas desamparados, la joven pelinegra consiguió dar con el sitio de reunión y a la hora apropiada, pues según decía el listado que encontró pegado en el tablero informativo, la reunión se llevaría a plenas dice del día; la hora más calurosa del día y la más fastidiosa por decirlo de alguna manera.

 

El grupo de compañeros estaba por ingresar por una puerta de color azul verdoso. Algunos de ellos sostenían sus libros y estaba con ellos abiertos, por lo que Bodrik decidió imitarlos y dar un rápido vistazo ya que no lo había ahecho con anterioridad y temía que le hicieran alguna pregunta. De inmediato le llamo la atención el amuleto de curación y los diferentes usos curativos que le otorgaría ese libro en particular, eso la había emocionado.

 

Cuando logro traspasar la puerta pudo ver los interiores del círculo, Un hermoso y gran árbol en el centro, paredes de roca con seis puertas de roble, grandísimos y gruesos como si no pudiese penetrar en ellas. Tres a la derecha y tres a la izquierda. Sin ninguna inscripción en ellas. Al otro lado de la sala había una puerta de madera rojiza anaranjada. No tenía aldabas. Solamente un pequeño agujero.

 

De inmediato su maestra comenzó a dar algunas señales sobre lo peligroso de las pruebas y la fortaleza que necesitarían para permanecer en el curso y adquirir la sabiduría del libro. – Algunos de ustedes ya me conocen mi nombre es Bodrik y mi deseo es llegar conocer los poderes curativos que nos otorga el aprendizaje de este libro- Por supuesto sabía que Gode, Elvis, Emily y cissy la conocían de antemano unos por el bando y otros por ser compañeras de jefatura y de conocimientos en la universidad.

 

Al mirar el interior del círculo pese a lo complicado que es ver con aquella intensa luz encegueciéndoles < porque habrán elegido esta hora tan molesta> pensó. Se notaba pude ver que había algunos objetos más dentro de aquella Sala Circular. Había pilares de piedra de diferentes tamaños. Unos llegaban a mucho más arriba de sus muslos, pero se veían como buenos asientos aunque ella terminaría con los pies colgando de seguro. Los demás eran bastante altos .En la punta de los pilares, había figuras de piedra, animales muggles y mágicos. Unos comunes y otros extravagantes y Bodrik no recordaba haber visto a la mayoría.

 

Uno a uno comenzaron a hacer preguntas, Cissy estaba hablando de un anillo, cosa que intereso a la joven Lockhart. También todo lo referente a cuantas puertas usaría cada uno y lo de las acciones en grupo e individuales, pero lo que a ella le inquietaba era. – ¿Cómo funciona exactamente lo de la Salvaguarda Mágica?- lo acaba de leer y no entendía muy bien el concepto.

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