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D.C.A.O - Defensa Contra las Artes Oscuras


Kahlan Blackthorn
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─De Artes Oscuras a la defensa de contra estas…─terciando una media sonrisa en sus labios continuaba guardando todos sus utensilios de magia oscura. En esta ocasión no usaría el diario de Voldemort o el beber de la desesperación, simplemente tendría que limitarse a emplear la defensa contra la magia tenebrosa. Era un reto salirse de su zona de confort enfrentándose a una faceta “benevolente” , si como si se tratará de una persona inocente y sin malicia alguna en sus genes─Claro, claro…─rodeaba sus ojos recorriendo con la mirada el libro de tapas azuladas que le invitaba a tomarlo.

 

Rellenando varios frascos con brebajes de diversas tonalidades, no necesitaba tener contacto con ellos, solo necesitaba dar una orden mental que se acataba en el acto. Sus posesiones más queridas estaban dentro de una valija rumbo a Dinamarca, sitio ideal para impartir tan peculiar y entretenido cursito─Veamos que tal les va…─chasqueando la lengua una horda de elfos terminaban de cerrar las jaulas─Todo está ahí, ¿verdad?...─inquirió clavando sus orbes lapislázulis en los sirvientes, moviendo la cabeza como el badajo de una campana asintió el más viejo de ellos.

 

Echando un último vistazo a su recinto privado, desapareció en medio de una estela verde oscuro. Una fuerte ventisca le daba la bienvenida, acompañada por un nutrido grupo de arboles y vegetación variada, meciéndose en delgadas lianas un grupo de monos gritaban desaforados, parecía que las visitas no eran de su total agrado─Bah…─mordiendo su labio inferior, dando un golpecito ligero sobre su pantalón de mezclilla invoco su varita─¡¡¡ Silencius !!!...─parafraseó desafiante dejando mudo al primate. No necesitaba señales de alerta, no si buscaba sorprender a sus alumnos y de qué forma les daría la bienvenida.

 

Varios lazos del diablo de extendían por el camino, contrastados con doxys y duendecillos, si que estaba colocando màs de un presente para Evarela y Edmund. Era el sitio ideal, perfecto para defenderse de esos y todo lo que les esperaba, no solo serian criaturas pequeñas, sino que lo mejor estaba por venir y las jaulas tenían un papel protagónico en todo ese asuntillo. Oh si, tal vez se ganaría una reprimenda por parte de los directores, pero ellos conocían los métodos empleados por la Angell Caido y el ser el jaque mate dentro de cada una de las clases era su especialidad sin duda alguna.

Cuando eres tan grandiosa como yo, es difícil ser humilde

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Básicamente ya eres la mitad de una maldición

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Un torbellino fugaz anunció la llegada del mago sin producir sonido alguno. Edmund apareció en medio de un bosque de Dinamarca a tempranas horas de una tarde de verano. La espesa y diversa vegetación impedía que los rayos del rol pudiesen tocarle pero a su alrededor se mantenía todo muy iluminado. Lo peor de todo era el calor. La camisa blanca que Browsler vestía bajo su túnica negra se adhirió a su espalda a causa del mismo. Edmund se quitó la túnica y la guardó en su monedero de piel de moke. Había sido un mal día para vestir elegantemente, sus zapatos italianos de color negro y su pantalón del mismo color no eran oportunos en aquella ocasión. ¿Es que acaso nunca tendría una clase tranquila en la universidad?


Se encontraba nada más y nada menos que en Gribskov, el cuarto bosque más grande del país. Este albergaba una gran cantidad de especies de plantas todavía sin clasificar, miles de especies de aves, innumerables anfibios y millones de insectos. Los insectos… Edmund los recordó y decidió colocarse en sus dedos todos los anillos que había comprado junto a sus libros de hechizos. Una vez que se colocó en anillo de plagas en el dedo anular, este brilló unos instantes en señal de advertencia. Ddraig Goch se materializó en su mano derecha al tiempo que Browsler se habría paso con el encantamiento diffindo.


¡Doxys! Cómo lamentaba no haber comprado aquel doxycida en el Magic Mall cuando había tenido la oportunidad. Las bestias de alas gruesas, convexas y brillantes, muy parecidas a las de un escarabajo, avanzaban hacia él. Browsler sabía que estas mostraban predilección a morder y que eran altamente venenosas. Mejor evitarlas a toda costa. Accionó su anillo de amistad con bestias, ubicado en su dedo índice, al girarlo tres veces en el mismo. El poder del anillo le permitió entender perfectamente a aquellas hadas mordedoras y hasta controlarlas, deteniéndolas justo a tiempo. El grupo numeroso de doxys desapareció de su vista por orden suya.


Edmund no entendía la razón por la cual las doxys estarían allí. Ellas preferían los ambientes fríos. Definitivamente alguien las había enviado. Mientras avanzaba, el mago se limpiaba la fina película de sudor que se formaba en su frente cada tres minutos. Era increíble el calor que hacía.


Un grupo de monos se ubicaba en las lianas de lo alto de un árbol. Estos se movían alocadamente y articulaban palabras que Edmund no alcanzaba a escuchar, como si hubiesen perdido el habla. Tal vez el mago estaba siendo paranoico, pero aquella situación era atípica, alguien tenía que haber silenciado a aquellos primates para que estos no profirieran sonido alguno. El mago se encogió de hombros y continuó su camino. Todavía no había dado con su profesor o profesora ni con sus demás compañeros de clase. ¿Se habría equivocado de traslador? Decidió descansar, sentándose en las grandes ramas de un árbol que formaban un asiento, mientras sacaba una botellita de agua de su monedero sin pensar en otra cosa que no fuese el calor.


En ese mismo momento una de las ramas de aquel árbol comenzaba a cobrar vida, sigilosamente, enroscándose en una de sus piernas sin que él se diera cuenta.
Editado por Edmund Browsler

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Un fuerte viento dio la bienvenida a la bruja, haciendo que soltara un bufido mientras ponía los ojos en blanco. El aire jugó con su larga melena castaña que había decidido dejar suelta, sin duda algo poco apropiado para aquel lugar. Se cercioró de que llevaba la túnica bien sujeta al cuello y miró a su alrededor, en busca de alguna persona pero no tuvo mucho éxito en el primer vistazo. Un frondoso y peculiar bosque la rodeaba allí a donde dirigiera la mirada y no parecía haber rastro de algún ser humano. Frunció el ceño mientras su varita aparecía en la mano diestra. Si allí iba a tener lugar una clase, sin duda la necesitaría.

 

Comenzó a caminar, sin saber muy bien a donde dirigirse. Sus ojos verdes recorrían el camino y los imponentes árboles que a penas dejaban traspasar el sol. El viento continuaba soplando con fuerza, haciendo que la túnica negra bailara sin control. Con cada movimiento dejaba a la vista el vestido de falda larga verde, con adornos plateados en mangas y busto, algo que tampoco parecia ser muy apropiado para aquella ocasión. También se arrepintió de haber elegido unos tacones a juego con la costura de distinto color. A partir de aquel día vestiría ropa que le permitiera moverse mejor cuando tuviese que ir a la Universidad.

 

Entonces un ser volador se interpuso en su campo de visión, haciendo que dejara aquellos pensamientos a un lado. Se detuvo y buscó la criatura que había captado su atención. La sorpresa se vio reflejada en su rostro cuando comprobó que se trataba de una doxy y, sin perder tiempo, siguió a la criatura, que la condujo a un camino cubierto por una extraña planta. Se detuvo al inicio del mismo, dudando en si poner un pie sobre aquellos tentáculos marrones. Antes de que pudiera reaccionar, una nube de doxys y duendecillos aparecieron a su alrededor. Evarela agarró con más fuerza la varita esperando el ataque de aquellos seres en cualquier momento.

 

- Esto va a ser interesante - comentó haciendo un cálculo aproximado de las criaturas que la rodeaban.

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— ¡Paff!

 

Edmund no tuvo tiempo para reaccionar ante aquel súbito ataque . Unos tentáculos potentes se enroscaron alrededor de su pierna y el mago pensó que se trataría de alguna serpiente, pero no, estaba equivocado, unos lazos del diablo lo habían atrapado. El impacto de aquel ataque provocó que Ddraig goch saliese volando de su mano y que Browsler estampara su rostro contra el suelo.

 

Era imposible no caer en desesperación ante aquella situación. Los tentáculos lo envolvían cada vez más y comenzaban a llegarle hasta la cintura. Edmund se sujetaba con fuerza de la tierra mientras intentaba zafarse o por lo menos alcanzar su varita mágica. Ambas opciones tenían el mismo grado de dificultad.

 

«Proyección mágica» pensó.

 

Aquel hechizo empujó su varita mágica un par de metros hasta llegar cerca de su posición. El mago tomó nuevamente a Ddraig Goch y apuntó hacia una de las plantas que intentaban asesinarlo.

 

— ¡Lumos!

 

El hechizo hizo retroceder a una de ellas, pero eran muchas. Edmund tuvo que repetir un par de veces aquel hechizo para quedar libre. La luz que salía de su varita hacía retroceder a los lazos del diablo unos segundos, pero luego estas plantas recobraban la fuerza. Browsler no recordaba cómo había llegado hasta aquella zona oscura y húmeda del Gribskov, pero tenía que salir de allí a como diera lugar.

 

Al incorporarse, el mago enarboló su varita para abrirse paso en medio de aquella planta.

 

— ¡LUMOS SOLEM!

 

Pareció una explosión aunque no lo fuese. El encantamiento proyectó una réplica de la luz solar para acabar con el lazo del diablo. O eso creía. Tenía pocos conocimientos en herbología por lo que no estaba seguro si aquel hechizo acababa con aquella planta mágica o si sólo la detenía por un tiempo más. Efectivamente, Edmund no se quedaría allí para descubrirlo. El mago recogió sus cosas y salió corriendo de aquella zona lo más rápido que pudo. De vez en cuando lanzaba miradas hacia atrás para cerciorarse que el lazo del diablo se había quedado allá.

 

Y una de esas tantas veces en las que corría mirando hacia atrás, chocó contra una bruja joven y ambos cayeron al suelo con un golpe seco. Edmund dirigió su mano izquierda a su frente mostrando una mueca de dolor, la cual se transformó en una expresión de sorpresa.

 

— ¿Evarela?

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Y antes de que pudiera pronunciar algún hechizo, dos de los duendecillos de Cornualles se habían lanzado hacia su pelo, estiando como si quisieran llevárselo de recuerdo. Evarela apartó a uno de un manotazo mientras al otro lo lanzaba lejos tras pronunciar el hechizo expulso. Aquella defensa pareció ser lo que estaban esperando el resto de criaturas, pues segundos después de lanzaron hacia ella con uñas y dientes. Por suerte la banshee fue mucho más rápida y desapareción, llevándose con ella un par de doxys. Cuando sus pies tocaron de nuevo tierra firme, a unos cuantos metros del camino, sintió que una de esas criaturas la mordía en la mano izquierda.

 

- ¡Maldito bicho! - exclamó dándole un manotazo - ¡Incendio! ¡Incendio!

 

Dos llamaradas acabaron con aquellas dos hadas mordedoras. La Black no perdió tiempo y buscó con la mirada al resto de criaturas, que se aproximaban a ella a una velocidad vertiginosa. Al parecer, el hecho de que hubiese quemado a dos de ellas no les había sentado demasiado bien. Mientras levantaba la mano derecha con la que sujetaba la varita no pudo evitar hacer una mueca debido al dolor que sentía en la otra mano, debido al mordisco. Sin embargo, se centro en la nube de seres que se le echaban encima.

 

- Petrificus totalus - el rayo salió de la punta del arma e impactó en casi todos los duendes y doxys, que quedaron suspendidos en el aire. Volvió a repetir el mismo hechizo con el fin de dejarlos a todos totalmente innmóviles, algo que consiguió unos segundos después.

 

Fue entonces cuando se miró la mano. La herida que le había provocado el hada mordedora se habia tornado negra y parecía bombear aquel color hacia su brazo. Se maldijo en silencio por no haber previsto algo tan simple como aquello. Estaba claro que en una clase como aquella se podían enfrentar a todo tipo de criaturas, era probable que necesitase un antídoto o un bezoar. La próxima vez no olvidaría aquel pequeño detalle. Oyó el grunido proveniente de uno de los duendes y decidió que era mejor quitarlos del medio antes de que volviesen a su estado normal. Tras unos cuantos incendiso y sectusempras, el suelo quedó decorado con cadáveres y sangre de doxys y duendecillos de cornualles.

 

Entonces optó por desaparecer y buscar algo para detener el veneno pues sabía de buena mano que debía tomar un antídoto cuanto antes. Y, cuando se disponía a marcharse, algo la derribó.

 

- ¿Pero qué demonios...? - fue lo único que pudo decir antes de golpearse contra el suelo.

 

Quizá fuese parte de una prueba que el profesor que impartí aquel conocimiento había decidido poner, o simplemente se había topado con algo más grande. Entonces escuchó su nombre pronunciado por una voz familiar. Parpadeó un par de veces y se incorporó, quedándose sentada en el suelo. A su lado se encontraba Edmund, el origen de su caída. No pudo evitar sonreír al verlo allí, sintiéndose un poco aliviada.

 

- No tendrás un antídoto por ahí ¿no? aunque un bezoar también me vale - agregó levantándose - He tenido un pequeño problema con unas cuantas doxys... por suerte solo me mordió una - comentó mostrándole la mano para después desviar la mirada hacia el suelo, donde yacían los cuerpos sin vida.

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Sí, era Evarela.

 

Edmund no pudo evitar sonreír al verla. Suponía que estaba allí por la misma razón que él, no creía que la Black estuviese allí por casualidad, es decir, ¿quién iría a un bosque en Dinamarca sólo para enfrentarse a duendecillos y doxys? Estaba seguro que Evarela no, la bruja tenía muchas más cosas que hacer. Ya habían pasado dos horas desde que había puesto un pie en el Gribskov y no se había topado con más nadie allí. Estaban solos tomado aquel curso de Defensa contra las Artes Oscuras. Aunque hasta ese momento no había visto tales "artes oscuras" de las cuales defenderse. Salvo, tal vez, su inusual encuentro con aquellos lazos del diablo.

 

— ¿Estás bien?

 

— No tendrás un antídoto por ahí ¿no? aunque un bezoar también me vale. He tenido un pequeño problema con unas cuantas doxys... por suerte solo me mordió una.

 

— No tengo —respondió Edmund incorporándose. Había olvidado meter antídotos en su monedero de piel de moke—. Pero no habrá problema, ¡morphos!

 

Una piedra diminuta brilló un breve instante. A simple vista nada había sucedido, pero ambos magos sabían que aquella pequeña piedra ya no era sólo una piedra, se trataba de un bezoar. El mago extendió su mano para entregarle aquel antídoto a Evarela. La bruja lo tomó y tragó en el acto. Tuvieron que esperar un par de minutos antes de que la banshee pudiese emprender el camino nuevamente.

 

— Toma un poco de esto —indicó Edmund acercándole la poción herbovitalizante.

 

Caminaron una media hora sin dar con nada más. Ni siquiera con su profesor o profesora. ¿Cómo se suponía que aprenderían algo si no se aparecía a enseñarles? Bueno, Edmund conocía bastante sobre el tema gracias a la Orden del Fénix, pero aún así esperaba aprender algo nuevo en aquel bosque. Hasta ese momento sólo se había topado con doxys y lazos del diablo, mientras que Evarela sólo había tenido un encuentro con doxys y duendecillos de Cornualles, y esas criaturas las recordaba de su tercer curso en Hogwarts. Esperaba que aquella clase de la universidad se diferenciara un poco. De lo contrario no tendría sentido.

 

— ¿Qué es eso?

 

La pregunta de Evarela lo tomó por sorpresa. Una caja de cristal estaba suspendida en el aire a unos cuantos pasos pasos de aquel sendero. Edmund se acercó hasta ella con suspicacia. Era posible que su profesor o profesora se intentara comunicar con ellos. La caja accedió a un simple encantamiento y se abrió en el acto. Una melodía sombría llenó el ambiente. Edmund sintió miedo, y seguramente Evarela también. Los pensamientos de ambos se fueron nublando, no pudieron avanzar más, no pudieron detener aquella melodía, no podían dejar de escucharla aunque intentaran taparse los oídos. Aquella música despertaba los terrores que habitaban en lo más profundo de sus corazones. Todo se tornó oscuro.

 

Cuando Edmund logró abrir los ojos sólo pudo sentir su cuerpo ser arrastrado por el suelo. Evarela estaba a su lado y también era presa de aquella figura que los llevaba.

 

No podía moverse. No tenía su varita en sus manos.

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La respuesta fue negativa, ambos habían olvidado algo tan esencial como un antídoto. Evarela sabía que si una doxy te mordía debías tomar cuanto antes algo para frenar el avance del veneno. Por suerte, Edmund no tardó en reaccionar y convirtió una piedra cercana en un bezoar y se la tendió. La banshee lo miró durante unos segundos, dedicándole una sonrisa de agradecimiento, y lo agarró para tragárselo segundos después. El dolor se detuvo un instante después. Observó la herida de su mano, que comenzó a cerrarse poco a poco a la par que la piel recuperaba su tono normal.

 

Unos minutos después, se sentía como si no hubiera ocurrido nada. El mago le dio brindó un poco de poción hervitalizante. Mientras tomaba el tarro para darle un pequeño sorbo le asaltó la duda de si realmente estaba preocupado por ella o simplemente se limitaba a ser amable. Una vez que le devolvió la poción, emprendieron la marcha. Caminaron durante un buen rato sin cruzarse con nadie, cosa que resultaba algo inquietante al tratarse de una clase de la Universidad. ¿A caso le habría pasado algo a su profesor? De repente se detuvo en seco.

 

- ¿Qué es eso?

 

A unos cuantos metros delante de ellos había una caja de cristal suspendida en el aire. El Browsler no perdió tiempo y se acercó a ella. Evarela alargó el brazo para deterlo pero no fue lo suficientemente rápida, el mago ya estaba lejos de su alcane. Ella se había quedado en el mismo sitio, pues había algo que le decía que no debían acercarse demasiado. Aunque, viéndolo desde un lado más lógico, aquello debía de ser una prueba del profesor. Se acercó tras Edmund cuando la caja se abrió.

 

Una melodía extraña comenzó sonar con fuerza. Algo se removió en el interior de la banshee, algo que solo había experimentado bajo los efectos de un poderoso hechizo. El miedo comenzó a recorrerla, paralizándola en el acto. Había una parte de ella que sabía que aquello no era real pero una reacción automática que no podía controlar. Comenzó a marearse, su mente parecía no reaccionar a nada que no fuese aquella aterradora música. Y, de repente, lo vio todo oscuro. No supo cuanto tiempo después se desmayó.

 

Parpadeó unas cuantas veces antes de abrir por completo los ojos. Notaba que se movía sin esfuerzo alguno. Se tanteó la ropa pero no había rastro de su varita. Estuvo a punto de hablar pero un gruiñido la hizo cambiar de opinión. Miró a su lado y se percató de que Edmund estaba despierto. Alguien o algo, los arrastraba hacia las profundidades del bosque. El sol había comenzado a descender hacia el horizonte pero todavía hbía la claridad suficiente como para vislumbrar el camino por el que estaban siendo llevados.

 

- ¿Estás bien? - inquirió en un tono tan bajito que dudó que el mago la hubiese oído. Sus cuerpos producían el ruido suficiente como para acallar su susurro.

 

Y, sin embargo, el Browsler pareció leerle los labios pues asintió. Antes de poder hacer cualquier otra cosa el ser que los llevaba se detuvo de repente. La Black miró hacia delante y comprobó que se trataba de un trol. Sus grandes ojos verdes se abrieron como platos. La criatura ni si quiera se había molestado en atarlos, al menos podrían correr de ser necesario pero no podían hacerlo sin las varitas. Se incorporó un poco y comenzó a moverse hacia atrás, lentamente. Entonces la criatura se giró hacia ellos.

 

Debía medir al menos dos metros y medio. Su piel era de un tono verde pálido. Tenía algo de pelo, verde también, fino y desgreñado. Por suerte para todos, vestía lo que podía definirse como una falda hecha con pieles de animales. Su pecho estaba desnudo y mostraba varios símbolos que Evarela desconocía. Lo peor de toda aquelal escena era ver que aquel ser sujetaba ambas varitas. Desvió por unos segundos la mirada hacia Edmund pero no lo vio. ¿Dónde se había metido?

 

- Eh, tú, estú.pido, devuélveme las varitas y no te haré daño.

 

- ¿Eh? - preguntó el trol, claramente confuso ante la cantidad de palabras.

 

Evarela puso los ojos en blanco tras ponerse en pie, sin dejar de mirar al animal. Aquel nivel de idiotez no creía poder aguantarlo.

 

- Los palitos de madera, dámelos - no sabía muy bien qué hacía pero estaba segura de que Edmund estaría cerca y tendría un plan. Siempre tenía un as en la manga.

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¿Estaba bien? Edmund lo pensó un par de veces. No sentía dolor alguno en su cuerpo, sólo cansancio, así podía afirmar que por lo menos no se encontraba herido. El mago asintió ante la pregunta de Evarela y giró su rostro para observar a lo que se enfrentaban. Se trataba de un trol.

 

La criatura los había arrastrado hasta lo que debía ser su guarida. Los ojos del mago aprovecharon los últimos rayos de luz que le proporcionaba el sol para vislumbrar el lugar en el que se encontraban. Las ramas de los árboles y las enredaderas formaban una especie de cueva a su alrededor, como si estuviesen entretejidas unas con otras. No parecía haber más salida que por donde entraron pero no pudo confirmarlo ya que la oscuridad los consumió en el acto. El trol se entretuvo un poco prendiendo la fogata y luego giró su enormidad hacia sus víctimas. Piel verde pálida, ojos del mismo color, cabello fino y desgreñado... Se trataba de un trol de bosque.

 

Edmund suspiró aliviado. Los troles de bosque eran fuertes, sí, pero también est****os. A diferencia de los troles de montaña, quiénes eran malignos, más grandes y temibles. Podrían detenerlo.

 

Entonces recordó que no tenían varita, ¿y cómo se suponía que iban a enfrentar a aquellas criaturas sin magia alguna? A Browsler se le ocurrió una idea en el acto y corrió. Al trol se le había olvidado atarlos, evidenciando su estupidez. Edmund subió por el tronco de un árbol, ayudándose con las ramas y las enredaderas, hasta poder ascender unos cuatro metros. Evarela había iniciado una conversación frustrada con el trol, le pedía sus varitas. Edmund lo creía poco viable, pero no dijo nada al respecto puesto que aquello le servía de distracción ya que la criatura intentaba descifrar las palabras de la banshee sin éxito alguno.

 

Browsler saltó lo más alto que pudo y cayó sobre el cuello del trol. Se sujetaba con su brazo izquierdo mientras con el derecho intentaba tantear las varitas que tenía el trol en su mano derecha al tiempo que evitaba la porra del mismo, la cual estaba en su mano izquierda. El trol forcejeó con toda su fuerza y el mago salió volando por los aires. Un árbol detuvo su raudo vuelo con un golpe seco. Al caer el suelo tuvo que respirar profundamente para recobrar el aliente, el golpe había sido tan fuerte que había sentido que su médula espinal se había partido en dos, aunque no hubiese ocurrido así. Edmund frunció el ceño y se levantó.

 

— ¡Electroshock! —exclamó.

 

Una esfera de energía eléctrica se formó en su mano izquierda. Edmund esperó a que estuviera lo suficientemente cargada antes de expulsarla contra el trol. La esfera evitó el contacto con cualquiera cosa que se interpusiera en su camino, como la porra del trol y le impactó, desvaneciéndose en el acto. El mago no pudo ocultar su expresión. ¿qué había pasado? ¿Por qué no había funcionado? No tenía ni la menor idea de que la piel de los troles repelían hasta los hechizos más poderosos. «Más me vale estudiar pronto las criaturas mágica o acabaré muerto»

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Evarela bufó frustrada a la par que ponía los ojos en blanco. Intentar razonar con un ser como aquel era como darse cabezados contra una pared, sólo podías conseguir un fuerte dolor de cabeza. Por suerte el trol estaba demasiado ocupado intentando entender lo que la bruja quería decirle como para percatarse de que uno de sus prisioneros ni si quiera estaba delante de él, sino subido a un árbol cercano. La banshee intentaba no mirar hacia Edmund pues el factor sorpresa parecía darles cierta ventaja sobre aquella criatura, por lo que mantenía su vista fija en ella.

 

Antes de que pudiera continuar hablando, el mago saltó sobre el animal, cayendo sobre su cuello. El trol no tardó en intentar quitárselo, dejando caer ambas varitas al suelo. Evarela corrió hacia sus pies y las agarró, pero antes de que pudiera hacer cualquier otra cosa reibió una patada que la hizo volar unos cuantos metros. Su cuerpo produjo un golpe seco al aterrizar con brusquedad sobre el suelo de la cueva pero sabía que no había tiempo que perder. Todavía un poco desorientada, se incorporó justo a tiempo de ver como el Browsler atacaba a la criatura con un hechizo que muy pocos magos usaban: electroshock. El rostro de la banshee se volvió sombrío. No, Edmund no podía pertenecer a la Orden del fénix.

 

Aquella esfera de electricidad no parecío surtir efecto, sino todo lo contrario, a penas hizo que el trol se inmutara. Mientras corría hacia el mago había jurado que hasta se había reído al recibir aquella descargar que habría dejado fuera de combate a cualquier persona. Agarró a Edmund del brazo y, un segundo después, ambos desaparecieron. La primera imagen que se le había venido a la mente había sido el mismo lugar donde había aparecido por primera vez en aquel lugar, solo que en aquella ocasión estaba todo sumido en una profunda oscuridad.

 

Antes de que Edmund pudiera pronunciar palabra alguna clavó una de las varitas en su cuello con cierta fuerza, alejándose unos centímetros de él.

 

- Dime que es mentira - murmuró con tono extraño, una mezcla de odio y súplica.

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Mi gran dia comensaba de pasitos pequeños esta ves me encontraba en la universidad con mi vestimenta de falda larga color verde botella y camisa manga corta blanca

Con mis zapatos escolares entre y me presente , como acostumbro aserlo , hola soy pandora dyonel tonks malfoy

Me acabo de graduar

 

 

Mire aquel chico en el piso y su compañera casi llorando

Ahh querida no esta muerto , esta inconciente

Pues mira ven toca su muñeca tiene pulso ves ,

De esa forma extraña pero cierta me presente bueno mas extraña que las anteriores ... y bien , retomaba algo de mi presentacion con quienes serian mis compañeros nuevos

 

Ufff esperemos que este bien , a ver , (saca de su mochila algodon y lo moja con colodion ) a ver que pasa ,

 

El que sea malfoy no significa que tenga habilidades medicas ok yo si tengo un poco de corazon ejjjj eso creo

Bueno dejemos la risa trabajo con los inquisidores y ... por ahora quiero optener los suficientes conocimientos

Eso estodo por ahora :)

 

Me levantaba a ver como reacionaba el compañero inconciente mmm veamos si funciono , siempre funciona

Es muy efectivo

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u.u nunca mas un juntos para siempre

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