Estudios Muggles

[Sagitas E. Potter Blue]

-- ¡Claro que debes entrar! No me fío de lo que pudiera pasar si no te tengo a ojo -- le contesté al muchacho. En realidad, me importaba si entraban o no en aquella excursión al resto más antiguo de Herrería de la Península Ibérica. Para mí, lo que pretendía con la clase ya lo había conseguido: que sintieran respeto por los muggles y sus logros, que supieran que ellos habían tenido que avanzar a marchas forzadas logrando grandes cosas que parecían insignificantes sólo porque nosotros teníamos varitas y sabíamos usar la magia que ellos parecían haber olvidado. También habían aprendido, más o menos, a pasar desapercibidos entre ellos y pasar como uno más entre la población muggle.

 

Para mí, ellos estaban más que aprobados.

 

-- Era broma, podéis esperar fuera, si queréis, pero yo no me pierdo las mil fotos que estos turistas van a hacerles y aparecer en ellas. Soy muy fotogénica. Además, el conductor aún sigue durmiendo, así que alguien tiene que hacerse cargo del grupito para que no se pierdan. Los muggles, a veces, son tan lerdos que no saben leer ni sus propias brújulas y se perderían en una calle contigua.

 

Vamos, sí... Cómo que yo sabía dónde estaba el norte o el sur, con o sin brújula, pero vamos, algo negativo también tenía que decir de los pobres muggleosos...

 

-- Podéis esperar fuera o donde queráis. En una hora en el bus o nos marcharemos sin vosotros. Y no quiero recibir broncas de la Dirección de la Universidad por haberos perdido y no haberos ayudado a regresar a Londres sanos y salvos como me corresponde por ser vuestra profa.

 

Me acerqué al grupo y les llamé. Como borreguitos, me siguieron al interior de la forja. Antes, asomé la cabeza por la puerta.

 

-- ¡No hagáis trastadas por ahí! Quien lo rompe, lo paga, y no sé si trajísteis dinerillo muggle -- le amenacé, antes de desaparecer por la puerta con los turistas.