Jump to content

Prueba de Oclumancia #3


Aailyah Sauda
 Compartir

Publicaciones recomendadas

Esperaba que Sauda no estuviera demasiado ofendida por su actuación, después de todo Tauro nunca tuvo la intención de dañar a ninguna criatura real, pero tratándose de un trol... bueno, las cosas podían cambiar ya que no eran seres incomprendidos y no comprendían de razones ni mucho menos; era imposible tratar con ellos. Suspiró.

 

Las tres ingresaron a la sala donde se encontraba el portal de las siete puertas, una ola de recuerdos vinieron de golpe a la mente de la peli-azul, quién recordaba con poco cariño al Arcano Nigromante y más por todas las difíciles pruebas por las que la hizo pasar. Esta vez sería más difícil, estaba segura, luchar contra la mente se podía considerar toda una hazaña y mucho más dominarla. Respiró hondo, tenía que controlarse y ahí estaba el secreto de todo, en el control de sus emociones, tal como siempre lo había hecho.

 

Tomó el anillo que la Arcana le entregaba y se lo colocó justo al lado del otro, le dirigió una última mirada a Leah pues sabía que allí se separarían y cerró los ojos para despejar su mente, abriéndolos tras un par de minutos.

 

— Sí, estoy segura —respondió al unísono con su novia. Tras eso, avanzó hacia la puerta dispuesta a cruzarla.

UASDi2b.gif
HakOva6.png
XzWZp5H.gif

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Se mantuvo tranquila mientras escuchaba a la anciana, sin mover la expresión en ningún momento. No se arrepentía de haber matado al Trol, ni de haber sido cruel con él. La bestia la había lanzado hacia atrás como poco menos que un saco de papas y por ella no había dico nada, cosa que era entendible viniendo de una mujer mayor, pero ella no necesitaba su comprensión sino que la llevara a la prueba. El asunto del Trol debía olvidarse y fue por ello que agradeció cuando Sauda dejó el tema de una vez por todas, esbozando una ligera sonrisa al ver el anillo que usarían en la prueba final.

 

—Estoy lista.

 

Había un aro junto al anillo de compromiso que poseía un único color y una piedra preciosa que reflejaba la luz como un tornasol, fue ahí donde agreó el anillo de Oclumancia; meses atrás, cuando habían empezado a cursar los libros de hechizos, había unificado todos sus anillos en uno solo mediante un encantamiento complicado y justo encima, más delicado, estaba el anillo de Hablantes de Parsel. Con las dos habilidades juntas, sería más fácil asumir lo cerca que estaba de terminar con la clase. Compartió la última mirada con Tau, así como una sonrisa y avanzó hacia el portal, perdéndose en un pequeño remolino de colores.

 

 

Abrir los ojos fue una mala idea, tomando en cuenta la cantidad de luz blanca que había y cómo esta atravesaba su delicada retina como si quisiera hacer lo miso con su cabeza. Tuvo que pestañear varias veces hasta que por fin logró mantener los ojos entreabiertos, centrados en un punto más blanco. Al girar la cabeza, todo lo que podía ver era blanco de aquí a allá, sin nada más relevante que lo vacío del ambiente. ¿Estaba de pie? Al mover la mano, comprobó que en realidad estaba tendida en el suelo y se puso en pie con mucha dificultad, como si estuviera metida en un bote de crema.

 

Un músculo era más pesado que otro, así que cuando intentó caminar, no avanzó mucho más que un paso a medio camino. La prueba no podía ser esa, a menos que Sauda encontrara divertida su limitación. No obstante, pronto volvió caer de espaldas al suelo y el golpe en la cabeza la dejó desorientada. La habían movido como a un muñeco y habían logrado que quedara pegada a la superficie blanca como un sticker muggle. Apretó los dientes en cuanto pudo enlazar dos ideas similares para formar un pensamiento decente y trató de ponerse en pie...

 

¿De verdad estaba tratando?

 

Recordaba la movilidad de su cuerpo complicada al despertar, pero no imposible como en ese momento. Lo único que parecía responderle eran los ojos, que se movieron lentamente hasta enfocar su mano derecha, donde empezó a poner toda su fuerza de voluntad en mover el índice. Nada. Una y otra vez, por los minutos más desesperantes que había pasado en mucho tiempo, trató de mover el dedo y no pudo hacerlo, presa de lazos invisibles que la mantenían sujeta a la nada. Pestañeó ante esa idea y fue entonces cuando recordo qué era lo que estaba haciendo ahí.

 

Con la misma aparente parsimonia, llevó los ojos a la mano contraria y comprobó que el anillo seguía ahí, justo abajo del anillo de la habilidad que ya poseía. Como un recuerdo presente en lo más profundo de su dolorosa inmovilidad, las palabras de Sauda llegaron a su cabeza como un remolino de esperanza "Protege tu mente". Cerró los párpados y empezó a hacer una especie de auto-reconocimiento corporal, donde estudió su anatomía de principio a fin hasta detectar cuál era el problema. Ella creía estarse moviendo pero la verdad era que no, no había intentado moverse. Porque alguien o algo en sí, le hacía creer que se movía cuando en realidad la orden era que se mantuviera quieta en el suelo.

 

Oclumens.

 

Primero lo murmuró, muy lo bajo y después, recordando que no era necesario, simplemente alzó el muro que había aprendido en clase. Fue mucho más sencllo que antes por la ayuda del anillo y por sencillo, fue que no funcionó del todo bien. El índice se movió al fin y luego se pegó otra vez al suelo, puesto que había sido muy débil para la fuerza mental que ejercía sobre ella.

 

—Sólo un poco más —logró decir, sintiendo una gota de sudor bajar por su sienes.

 

En cuanto lo hizo, la tarea empezó a tornarse más complicada. Ya no era sólo su cuerpo el que se veía afectado, sino su mente en sí. De pronto imágenes que la distraerían empezaron a aparecer ante sus ojos. Su primer encuentro con Tauro, la última batalla que había tenido, una montaña iluminada por el sol de la tarde. Recuerdos. Alzó el muro otra vez dentro de su cabeza y se empeñó en mantenerlo, olvidando momentáneamente cuál era su tarea principal: levantarse.

"%20alt=YwwEbg4.gif


"%20alt=


"%20alt=hQEsmVo.gif3lqIQgZ.gif

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

A diferencia de otras veces en que había atravesado un portal, no hubo torbellinos de colores ni la molesta sensación de mareo. Solo hubo silencio, oscuridad y un par de ojos abiertos que no enfocaban nada en absoluto. Después de unos minutos de incertidumbre, se atrevió a mover las piernas para andar, comprobando que estaba de pie. Con un movimiento de varita, encendió la punta de ésta y trató de iluminar su camino, logrando ver únicamente los zapatos moviéndose en un piso uniforme sin un destino fijo.

Había algo extraño en el ambiente, un viento helado que acariciaba su figura como una advertencia. Al estremecerse, sus alarmas se encendieron. ¿Desde cuándo un demonio sentía frío? Miró alrededor, a la expectativa y no se encontró con nada más novedoso que el azabache que la había abrazado desde que había cruzado el portal. Avanzó tan solo un par de minutos más, notando que cada paso la hacía sentir peor, con más frío en los huesos y los vellos de la nuca erizados por un presentimiento peligroso.

Según ella no se estaba acercando a nadie, puesto que la varita no lograba mostrar nada en su camino pero por algún motivo, se sentía más cerca de algo. ¿O de alguien? Ese pensamiento la desencajó por un segundo, haciendo que perdiera el hilo de su concentración y se sintiera apresada por primera vez desde que había abierto los ojos, razón por la que se giró de pronto sin saber por qué. Y cuando lo hizo, sintió una necesidad enorme de regresar el tiempo atrás.

Ante ella, un par de pupilas la tenían en la mira justo en el centro de dos irises escarlata llenos de maldad, odio y una ira que ella no comprendía, pero que temía de igual forma. Estaban tan cerca que pudo ver los pequeños detalles que había en el color de los ojos, cómo las pequeñas venas se brotaban tan sólo al ver su cara y cómo lentamente un rostro empezaba a formarse a raíz de aquello. Apretó los párpados, rechazando la imagen tan pronto vino a su cabeza y recordó lo que había aprendido en clase.

—Oclumens.

La muralla mental titubeó al inicio por su temor y una gota de sudor helado descendió por su frente al notar que no había funcionado, sino que había sido un mínimo destello de lo que había hecho con Sauda y Leah en el bosque. Estaba aterrada y el hecho de recordar el rostro del demonio que había estado persiguiéndola en ciertas ocasiones, como en los Boggart que había tenido que enfrentar en la clase de Defensa Contra las Artes Oscuras y Oclumancia, la hacía titubear incluso aún más.

Al abrir los ojos, pudo jurar que vislumbró por un instante una sonrisa tétrica y luego no pudo ver nada más, porque se alejó de los ojos al trote, intentando organizar sus ideas.

UASDi2b.gif
HakOva6.png
XzWZp5H.gif

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Nunca había querido comparar las habilidades en primer lugar pero algún lugar recóndito de su mente, donde no estaba luchando con todas sus fuerzas para no perder la batalla, sabía que Oclumancia se le estaba resistiendo más que Parsel. Quizás porque con esta no había nacido en primer lugar. El sudor había dejado de ser pequeñas gotas para cubrir su cuerpo como una capa fina y en aumento que bañaba su piel entera, sobre todo en el rostro contraído por el esfuerzo.

 

Los recuerdos seguían apareciendo, no con tanta constancia como lo habían hecho en un principio, pero sí con cierto intervalo continuo que no podía detener. Porque estaba agotada y no podía combatir con lo que fuera que quería hurgar en su memoria, descubriendo cosas sobre ella que nadie más debía saber. Había visto momentos con su gemela, los días en que había sido poco más que una niña pequeña aprendiendo de la magia y su mayor temor, las alturas, que había superado sólo una vez en compañía de su prometida.

 

Lentamente el peso de la fuerza legilimántica que estaba sobre ella la iba aplastando, adhiriéndola más al suelo sin que lo notara siquiera. Su misión era esa, ponerse en pie, y no lo hacía porque se rehusaba a que alguien leyera su mente. Enfada, con la situación, consigo misma, incluso con la Arcana, soltó un grito de frustración que por un momento parecía haber bajado el escudo mental en el que había estado trabajando pero pronto éste se hizo más sólido.

 

Oclumens —gruñó, de mala gana.

 

¿Se iba a dejar vencer con algo que había superado en clase? No.

 

¡Oclumens!

 

El muro se alzó más y más, hasta que dejó de sentirlo como tal, sino como una burbuja protectora. Los recuerdos que habían intentado salir dejaron de presionar a su corteza cerebral, causando dolor, por lo que tuvo un respiro. Ya nada la acosaba. O quizás sí, pero el muro era demasiado firme ahora. Abrió los ojos después de un par de largos minutos donde se dedicó únicamente a respirar, recobrando las fuerzas, fijando la dolorida vista en el techo infinito de un blanco cegador.

 

Ahora tenía que levantarse.

"%20alt=YwwEbg4.gif


"%20alt=


"%20alt=hQEsmVo.gif3lqIQgZ.gif

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Estaba huyendo y sabía que era uno de los peores fallos que podía tener en primer lugar, porque debía enfrentar la prueba, no alejarse. Se detuvo de golpe tan sólo con un par de metros recorridos y se giró una vez más, sintiendo una oleada nueva de terror en cuanto miró a los ojos en el mismo lugar, como si la hubiera seguido a la misma velocidad y mirándola incluso con más ira que antes. Se tambaleó ligeramente cuando notó que de verdad había una pequeña sombra de una sonrisa horrible en la parte sur de su rostro invisible.

Tauro nunca había temido a la oscuridad ni lo haría jamás, tomando en cuenta el alto puesto que tenía en la Marca Tenebrosa y cuántas cosas había enfrentado hasta el momento, llenas de magia oscura y momentos llenos de horrores. Pero debía admitir que le daba pánico apagar la varita para hacer algún hechizo contra la cara flotante o siquiera enfrentarlo. En ese momento, la endeble silueta de más facciones empezaron a marcarse en las sombras negras apenas visibles en la oscuridad y se decidió, de una vez por todas, a protegerse.

—Oclumens.

A diferencia de antes, no se tambaleó ni perdió la concentración por el miedo, sino que se apoyó en él para formar un muro mucho más poderoso que el anterior. Este tenía forma dentro de su cabeza, como una capa de protección fina similar a lo que habría sido un Detritus en el caso de ser físico y por primera vez desde que lo había visto, la expresión del demonio oculto cambió hasta parecer casi contrariado con su accionar. Los ojos se alejaron y con él, todas las pequeñas facciones que había empezado a ver.

Entonces esa era la prueba. Su miedo estaba en aquél ser desconocido y tenía que alejarlo, hacer que desapareciera. Y sería difícil. El solo alejarlo un par de metros le había costado gran parte de su vitalidad, logrando que se quedara cansada mirando cómo la expresión volvía a endurecerse y empezaba a empujar hacia adelante, tratando de alcanzarla. Cuadró los hombros como hacía cada vez que sabía que necesitaba fortaleza en los músculos, se plantó bien en el piso y se centró en el muro que había logrado.

—Oclumens.

Una vez más, una onda de poder recubrió la muralla inicial y ésta se hizo más fuerte, echando hacia atrás la cara del hombre y entendió que ahora era ella quien tenía que enfrentarlo. Dando un paso al frente, volvió a pensar en el hechizo que formaba el muro mental y miró con satisfacción cómo la cara se echaba mucho más atrás, lo que la impulsó a caminar más. No había a perder su habilidad por un recuerdo difuso, perder no estaba en su lista.

UASDi2b.gif
HakOva6.png
XzWZp5H.gif

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Con la mente libre de la molestia de sus recuerdos siendo invadidos, era mucho más fácil concentrarse en lo que quería lograr. Tenía que ponerse en pie y para ello debía impulsarse hacia arriba, usando brazos y piernas con un par de movimientos certeros. Nunca había pensado tanto en levantarse. La jaqueca se había reducido considerablemente en los últimos minutos pero había una pequeña punzada a la altura de su sien que estaba matándola, a la par en que intentaba mover una vez más el índice. Curiosamente, lo logró a la primera sin mucho esfuerzo. Probó tres veces más y las tres veces apuntó hacia arriba, sin ningún tipo de inconveniente. Su cerebro empezó a trabajar.

 

Había roto el poder que tenía el entorno sobre su dedo antes de que esta respondiera con la intromisión en su memoria y había roto el lazo, de modo que ahora podía mover el dedo con normalidad. Vale. Cerró los ojos, tratando de mantenerse lo más serena posible en aquél lugar infernal y empezó a concentrarse. Esta vez quería mover el brazo entero y eso le costaría mucho más que antes, a lo que recibiría posiblemente una respuesta por parte de la sala extraña donde estaba atrapada. Cada inhalación iba acompañada de un Oclumens y con ella la punzada se hacía más fuerte, pero lo ignoró hasta el final.

 

Lentamente, fue alzando el brazo del frío suelo hasta que el hombro por fin giró, dejándola libre. La punzada se hizo insoportable y fue ahí cuando pensó en el nuevo Oclumens, esta vez centrada en el anterior muro que había construido para impedir que se metiera en su cabeza. Funcionó. La punzada se detuvo y con ella, una sonrisa apareció de pronto en el rostro de la rubia, el cual aprovechó de limpiar con la manga de la túnica.

 

Si se ponía a pensar... ¿Cuántos muros había alzado en pocos minutos?

 

Aumentó la apuesta sin detenerse a pensar en si podía o no, olvidándose del dolor de cabeza y simplemente pensando en la meta, que era ponerse de pie, queriendo mover no sólo los brazos sino el torso entero. Apoyó la palma bajo su control en el suelo y empezó a empujarse hacia arriba, poniendo todo su empeño en la orden que tenía que seguir su cuerpo. Supo que había ganado en cuanto la nuca empezó a despegarse del suelo y ahí apretó un poco más, ésta vez sintiendo más dolor en lo que era la zona frontal de la cabeza. Oclumens. Uno solo, para ambas exigencias del entorno y logró estabilizarse, sentándose.

 

—Arriba, Ivashkov, no te detengas ni por un segundo.

 

Agarró todo el aire que había, abriendo los ojos ésta vez para tener la meta fija en sus piernas, que era lo único que le faltaba y se preparó.

 

—Ahora —gruñó, dispuesta a no caer en la prueba. En ese momento, juraría que el anillo de oclumante brilló ligeramente.

"%20alt=YwwEbg4.gif


"%20alt=


"%20alt=hQEsmVo.gif3lqIQgZ.gif

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Parecía fácil lo que estaba haciendo y lo cierto es que no lo era. Cada paso necesitaba una gran cantidad de concentración, así como fuerza. Sentía el cuerpo tenso ante tanta presión y tenía la cabeza tan ocupada en rechazar a los ojos que estaban ante ella que casi no notó cómo éstos luchaban para regresar, motivo por el que cada vez se le hacía más complicado. Lo que sí pasó por alto fue la forma en que estaba combatiendo, sin necesidad de repetir constantemente el hechizo que la anciana les había enseñado. No necesitaba nada más que avanzar, confiando en que podía lograrlo a medida que fortalecía el muro mental.

Los ojos por su parte tenían una expresión cada vez peor, que podía ver incluso a los largos metros que había logrado separarlos. Tensos, coléricos, empujaban hacia delante con violencia pero ya no eran tan fuertes como antes. Era un recuerdo, algo que estaban intentando hacer que viera a la fuerza y ella se negaba a hacerlo, por lo que desesperadamente se iba hacia al frente para saltar hacia ella y volver a causar temor. Pero no lo haría. Ésta vez, la mujer pensó en un Oclumens para liberar un poco la tensión y la barrera se hizo más rígida, impenetrable, al tiempo en que lanzaba mucho más atrás a los ojos.

Poco a poco la tensión se fue liberando de sus hombros, la espalda y las piernas. Dejó de sentir los latidos del corazón en la sienes, donde había tenido gran presión hasta el momento y la respiración se hizo más suave, lineal. No estaba haciendo esfuerzo para caminar. Ahora el que estaba poniendo todas sus ganas en mantenerse en su sitio era el recuerdo de aquél hombre que desconocía, que trataba de resistir en su lugar para no perder. La sonrisa de la líder Mortífaga iluminó el entorno oscuro.

Ya no había necesidad de hacer nada más.

Relajó la postura y dio los últimos pasos hacia adelante, ya casi sin poder ver los ojos debido a la distancia y de pronto, desaparecieron. En su dedo algo brilló intensamente, con mucho más poder que la luz de su varita que había sido prácticamente inútil en toda la contienda y ella se quedo mirando con admiración cómo lo hacía, diciendo algo que no podía entender pero que podía interpretar como una gran victoria. Tomó aire con ganas, suspirando como si acabara de correr un maratón entero y se dejó llevar por una fuerza más amena, conocida, que la llevaba hacia atrás.

El remolino de colores la recibió en ese momento, cuando tuvo que volver a atravesar el portal y pronto todo acabó, dejándola otra vez en presencia de la anciana. Estaba cansada y curiosamente en paz consigo misma cuando sus pies estuvieron en tierra firme, rodeada de cosas que podía ver con claridad. Sonrió a la mujer, apagando la varita que seguía encendida y mirando hacia su anillo para comprobar que todo había salido bien. Había pasado la prueba. Soltó una risita y buscó con los ojos a Leah, dejando de sonreír gradualmente.

Su novia aún no regresaba.

—Seguro no tarda —se dijo a sí misma, frunciendo el ceño con los ojos puestos en el lugar donde la mujer había desaparecido y luego llevando las pupilas a Sauda—. Es todo... ¿acabó ya?

UASDi2b.gif
HakOva6.png
XzWZp5H.gif

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Esta vez no necesitó recitar el hechizo de Oclumancia como había estado haciendo, sino que centró todo su poder mental en las piernas rígidas y el objetivo: separarse del suelo. Soltó el aire de un sólo golpe y rodó sobre sí misma en una especie de vuelta canela involuntaria, la cual terminó en ella arrodillada y agotada con la cara apuntando hacia el suelo. Pero se había movido. Sonrió como señal de victoria final y logró ponerse en pie, sin dolor de cabeza ni necesidad de enfocar su mente en cada movimiento corporal. No obstante, lo que fuera que la había pegado al suelo en primer lugar dio un golpe en su pecho —o así lo sintió—, tratando de lanzarla hacia atrás.

 

No había acabado.

 

Confió en la fortaleza corporal que había adquirido con los años, por el entrenamiento constante que mantenía en el bando y estiró las piernas, usando los brazos para impulsarse hacia arriba. Una vez estabilizada, inclinó el cuerpo hacia delante y empezó a correr en contra de la fuerza que quería frenarla, usando la misma táctica de antes. Ya no necesitaba repetir una y otra vez el hechizo, sólo necesitaba saber lo que quería lograr mientras algo casi tan natural como su respiración protegía su mente. Eso era todo. Paso tras otro, se empujó cada vez con menos dificultad hacia adelante.

 

Ya no estaba luchando, sino que parecía estar venciendo a lo que sea que la mantenía allí. Apretó el paso, dando pisadas firmes y cuando menos lo esperaba, algo se la tragó. En este caso, el anillo se había accionado para bien y la estaba sacando de la tortura en plena carrera. Y tanta había sido su determinación que nunca había dejado de correr, ni siquiera mientras atravesaba el portal, por lo que a diferencia de Tau ella no llegó en pie como se suponía que debía haber hecho sino que rodó sobre sí misma tres veces en el duro suelo del templo. Maldijo por lo bajo, llena de tierra y se puso en pie, con las piernas raspadas ligeramente.

 

—He estado tanto tiempo en el suelo que estoy segura de que soy un azulejo más —gruñó de mala gana, ladeando el cuello hasta conseguir que crujiera. Cruzó una mirada con la anciana, más calmada y luego se fijó en su prometida—. ¿Estás bien, mi amor?

 

Olvidando sus propias heridas superficiales y el dolor de las articulaciones, se acercó a la peli-azul y la revisó con cuidado, viendo que estaba bien. Perfecto. Como había hecho la mujer antes, miró el anillo y luego regreso la atención a la Arcana.

 

—Hemos pasado la prueba... ¿no? —tocó el anillo con la mano contraria, esperando haberlo conseguido de una vez.

"%20alt=YwwEbg4.gif


"%20alt=


"%20alt=hQEsmVo.gif3lqIQgZ.gif

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Las dos jóvenes no tardaron en internarse en los misterios que encerraba en sí aquel místico Portal, donde cada aspirante debía probarse a sí mismo para obtener aquel conocimiento que tanto esfuerzo les costaba. Sauda recordaba vivamente sus propias pruebas, las que tuvo que pasar para convertirse en arcana: no conseguiría olvidar aquello jamás. Ni tampoco tenía intención de ello, pues había supuesto el punto culminante de una vida llena de aprendizaje y sacrificios que había tenido que afrontar con toda la entereza que le había proporcionado su corazón.

 

Ahora disfrutaba adiestrando en la habilidad de oclumancia a jóvenes sedientos de saber como aquella pareja de chicas que ahora se enfrentaban a sus pruebas por separado. Las vio flaquear, dudar, esforzarse... y enseguida supo que no tendrían problemas en superar al Portal. «Vamos, solo un poco más... », las animaba desde el salón circular donde las esperaba, al lado de la puerta que habían atravesado hacía ya un buen rato. Su anillo de habilidad estaba conectado a los de sus alumnos, oclumantes y aspirantes como era el caso de Leah y Tauro. Era una forma de que Sauda estuviera conectada a ellos siempre, más allá del vínculo que los unía cuando estaban en las clases.

 

El remolino de colores de repente brilló y la arcana vio cómo una figura emergía del mismo. Enseguida comprobó que se trataba de la chica Crouchs, que le sonrió y apagó su varita. Luego vio cómo sus ojos se deslizaban hasta su anillo, ahora de habilidad, el cual le daba la prueba de que ahora era una auténtica oclumante. Saka no pudo evitar sonreír con amplitud.

 

No, no tardará —apostilló ante las palabras de ésta. Luego esperó un poco sin responder a la pregunta de la joven, pues sentía que Leah estaba a punto de llegar. ¿Iría todo bien? Como una respuesta a su muda pregunta, la Ivashkov irrumpió en la habitación rodando sobre sí misma por el suelo. La anciana se sobresaltó y dio un paso atrás, aunque enseguida se inclinó sobre ella para preocuparse por su estado—. ¿Estás bien? Déjame ver... —y apoyó su mano libre, en la que no contenía su vara de cristal, en el brazo de la mujer. Lentamente, sus heridas se sanaron cicatrizando al instante—. Mejor así. Sí, habéis terminado... echad un ojo a vuestros anillos, queridas. Ahora son los anillos de habilidad, los que os confirman como oclumantes en toda regla. Sólo me queda felicitaros por vuestro esfuerzo, así como aconsejaros que seáis cautas con vuestro poder. Usadlo bien. Por mi parte, no tengo mucho más que deciros. Y no olvidéis que si alguna vez necesitáis algo de mí, ya sabéis dónde y cómo encontrarme.

 

Dicho aquello, Sauda les sonrió una última vez y se dirigió hacia la salida de la Pirámide sin volverlas a mirar.

ug3n3nQ.png

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Cuando por fin vio a Leah, se calmó de inmediato, dedicándole su sonrisa más grande al darse cuenta de que estaba con vida y antes de que pudiera hacer algo por sus heridas, la Arcana Oclumante se le adelantó. Tauro le agradeció en silencio y en cuanto escuchó lo que la anciana les decía acerca de sus anillos, abrió los ojos de par en par emocionada. ¡Por fin lo habían conseguido! Esta vez, sin importarle mucho lo que su guía podría pensar, se lanzó a los brazos de la Ivashkov para darle un fuerte abrazo.

 

—¡Lo hemos conseguido!

 

Su emoción era desbordante, se sentía más orgullosa de haber conseguido esa habilidad que la anterior. Su mente y su cuerpo estaban exhaustos y aun así tenía las energías suficientes para apretar la mano de Leah con fuerza.

 

— Muchas gracias Arcana Sauda, para mí ha sido un verdadero placer estar ante su presencia. Espero seguir aprendiendo por mi cuenta y algún día llegar a ser tan buena como usted.

 

Dicho esto tanto la Arcana como las alumnas, desaparecieron, dando así por finalizada su prueba y listas para la siguiente gran aventura.

UASDi2b.gif
HakOva6.png
XzWZp5H.gif

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Guest
Esta discusión está cerrada a nuevas respuestas.
 Compartir

Sobre nosotros:

Harrylatino.org es una comunidad de fans del mundo mágico creado por JK Rowling, amantes de la fantasía y del rol. Nuestros inicios se remontan al año 2001 y nuestros más de 40.000 usuarios pertenecen a todos los países de habla hispana.

Nos gustan los mundos de fantasía y somos apasionados del rol, por lo que, si alguna vez quisiste vivir y sentirte como un mago, éste es tu lugar.

¡Vive la Magia!

×
×
  • Crear nuevo...

Información importante

We have placed cookies on your device to help make this website better. You can adjust your cookie settings, otherwise we'll assume you're okay to continue. Al continuar navegando aceptas nuestros Términos de uso, Normas y Política de privacidad.