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Encantamientos ~Septiembre


Ky.
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La suave brisa matutina de los jardines de la Universidad, humectaba el rostro de la fémina malhumorada que caminaba arrastrando los pies rumbo a su aula de clase. En su mano derecha sostenía una taza de barro pintado de blanco con el contenido de un líquido en color negro humeante, del cual desprendía un exquisito aroma claro eso dirían las personas a las que su paladar les hacía disfrutar una buena taza de café, pero para la Mago Oscuro, aquel liquido solo servía para mantenerla despierta mientras trataba de planear una clase.

 

Shalyit detestaba despertar tan temprano, aquello no era parte de la naturaleza de la rubia y mucho menos si la noche anterior había estado atendiendo su bar, le gustaba mucho trasnochar, su mejor momento era cuando el sol se había ocultado y no cuando recién los rayos de este golpeaban su cara.

 

Para cuando la Karkarov termino su recorrido por los jardines y llego hasta el aula de clase, dejo la taza de barro sobre una mesa de madera aun con el líquido intacto, tomo asiento sobre la misma mesa mientras movía su varita haciendo que la tiza que se encontraba al filo del pizarrón empezará a garabatear. En aquel pizarrón verde se podía leer perfectamente: Filius Flitwick, profesor de Encantamientos, ahora solo quedaba esperar a sus pupilos.

 

Si bien, esta era la segunda clase de la Karkarov como profesora, frente a ellos no iba a ser la chica de cabellera rubia y ojiazul, en su lugar, se encontrarían con un pequeño hombre no mayor a un metro y cuarenta centímetros, de aspecto mayor, con algunas arrugas en el rostro y el cabello blanquecino.

 

En sus años mozos, lucía una cabellera café, con un traje muy parecido al que llevaba hoy en día, el cual era un pantalón sastre negro, con una camisa blanca, aun que para esta ocasión no usaba la característica capa negra con el logo de Ravenclaw. La Karkarov siendo Filius Flitwick miraba con cierto interés hacia la puerta, había dejado solo dos pupitres en todo el salón y sobre la mesa de cada uno de los miembros de clase, había dejado una pluma blanca con detalles en azul.

 

Al ver entrar al primer joven le dedico una sonrisa, sus dientes eran amarillos por culpa de los años.

 

Bienvenido joven, tome asiento, esperemos que su compañero ve presente en clase, ¿Me podría decir su nombre? —se inclinó hacía el joven y trastabillo un poco haciendo como que se caía de la mesa donde estaba sentado. —Disculpe, ¿me puede repetir su nombre? —preguntó de nuevo haciéndose el sordo, aquella clase iba a ser un reto para los dos hombres que iban a tomar la clase.

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Keaton en definitiva estaba loco. Se había apuntado a tres cursos en la Universidad y en verdad no tenía muy claro cómo era que le iba a hacer para poder terminar satisfactoriamente los tres. En Animagia iba un poco atrasado, su habilidad y su conexión con la pantera parecía estar pendiendo de un hilo, y estaba temeroso a que Suluk Akku le dijera que no iba a poder acreditarse con esa habilidad. Por otro lado, tenía el curso para aprender los Conocimientos del Libros de la Sangre, el cual estaba a nada de empezar y, según tenía entendido por la misiva del profesor, la clase se tendría lugar en Roma. Finalmente tenía la clase para certificarse en Encantamientos, la cual, hasta donde tenía entendido, la impartiría Xalit, aquella pequeña comadreja que era su hija más que nada por aquella mordida, cosa que le daba muchísima curiosidad, ¿qué tal sería como profesora?

 

Para la clase de Encantamientos, el Ravenclaw no tenía muy en claro con qué vestirse, estaba indeciso básicamente porque conocía las locuras de Xalit y no quería que lo agarraran desprevenido, sin embargo, al final, decidió que unos jeans y una playera gris de manga corta, así como sus zapatillas deportivas de color azul, serían los atavíos indicados. Altaria estaba donde siempre, detrás de su oreja izquierda lista para ser empleada en el momento idóneo, por lo que al cabo de unos minutos esta listo para partir. El sol estaba en el cielo refulgente, cosa que el Karkarov francamente no agradecía, detestaba los días soleados. Ansiaba ya con ganas la llegada del Otoño, estación en la cual la bruma y los cielos nublados imperaban en Inglaterra.

 

Desapareció de los terrenos de la familia Ravenclaw y apareció al instante en el Ateneo de Conocimientos de la Universidad. Aquel lugar era ya conocidísimo por el vampiro, pues a parte de tomar clases allí, él mismo daba clases también. El chico caminó por los pasillos del Ateneo hasta el Aula de Encantamientos, lugar donde, al abrir la puerta, se topó con un mago que conocía bastante bien, y que no era a quien esperaba. Filius Flitwick estaba en el medio del Aula esperando a sus estudiantes. EL profesor indicó al vampiro que tomara asiento, y Keaton así lo hizo, y al hacerlo, pudo observar que en su pupitre, había una pluma de color blanco con decorados azules, lo cual le gustó, pero no la tocó por temor a que estuviera encantada. Escuchó las siguientes del Flitwick.

 

—Mi nombre es Keaton... —Pero en ese momento el profesor trastabilló y estuvo a punto de caer, por lo que volvió a preguntarle al Ravenclaw su nombre —Si claro, mi nombre es Keaton Ravenclaw. Pensé que la profesora Xalit sería la que dictaminara la clase, profesor Flitwick, me alegra verlo de nueva cuenta, ¿cómo están sus hijos? —Inquirió y esperó su respuesta junto con el inicio de la clase.

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Una nueva cátedra estaba por comenzar en las dependencias de la Universidad Mágica de Gran Bretaña; clase que el Gryffindor se había apuntado con el propósito de mejorar su actual manejo con la varita y la pronunciación de una serie de hechizos que se le dificultaban a la hora de convocarlos en un duelo o en la vida diaria que comúnmente sobrellevaba el joven adolescente inserto en los terrenos de Ottery. Aquella mañana era una más de las típicas jornadas de verano, tanto por la suave brisa que mecía los pastizales a las afueras de la morada de sus padres, como también por la ola de calor que sofocaba al legilimago; mismos rayos de sol que pasaron por las cortinas de sus ventanales y le incentivaron a levantarse temprano para alcanzar a hacer todo lo que debía antes de acudir al aula donde le estaría esperando su profesora. <<Nathaly Macnair Karkarov... Creo que jamás la he visto>> cavilaba el pelirrojo, pues ser el hijo del Director de dicha institución académica tenía ciertos privilegios como el conocer el nombre de su docente antes de posar sus pies en la estancia. Fue así que el muchacho lanzó hacia abajo las sábanas de su cama, y se deslizó rápidamente hacia el cuarto de baño con tal de tomar una refrescante ducha que le permitiera barrer el sudor nocturno que su cuerpo poseía. Tras secar sus partes nobles con una delicada toalla de algodón nívea, el fenixiano empezó a vestirse con: una sudadera sin mangas de tonalidades azules, una bermuda de jeans desgastada, y un par de deportivas blancas que gustaba mucho de utilizar en las tardes cuando salía a trotar por los alrededores de su residencia. -Con un par de libros... y toda la batahola Uzza-Arcana que tengo a estas alturas del partido... me iré con la bolsa llena de objetos... ¡Desagradable idea, Elros!- refunfuñaba en voz alta mientras empacaba lo necesario; apurándose para bajar a comer el desayuno que los elfos le habían preparado en la cocina. Zumo de naranjas con miel, tostadas con dulce de leche y un postre de papayas con crema; eran las delicias que la elfina Rhaenya le tenía sobre la mesa del comedor; tentaciones que iluminaron las esmeraldas del veinteañero, el cual se devoró con ansia todo.


-Mis padres saben que estaré afuera por un período. Cualquier cosa que suceda... ellos me avisarán ¿Vale? Que estén muy bien... y muchas gracias por el alimento- manifestó el vidente a los sirvientes, con una sonrisa a flor de labios; al mismo tiempo que cogía una manzana roja del canasto de frutas y la guardaba entre sus ropas antes de dirigir su brújula física y mental hacia la fachada de la casa de los leones de Londres. Luego de sumergirse en aquella desagradable sensación que inducía la aparición; el organismo fornido del extrovertido inglés se materializó en las proximidades de la facultad de estudios mágicos, encaminándose con agilidad hasta la sala que se rotulaba con la cátedra de "Encantamientos". Posterior a unos prudentes toques sobre la madera de la puerta, optó por cruzar el umbral de la cámara; encontrándose de frente con la figura de baja estatura de un ¿hombre o duende? de cabellos tan claros como la leche, junto a un conocido a quien saludó con una fugaz alzada de su mano derecha. -Buenos días, Keaton... y señor ¿Yo a usted lo conozco de alguna parte?- cuestionó el patriarca de los Granger; tratando de ubicar con sus orbes a la mujer que debía estar presente al interior de la sala de clases. Sin lugar a dudas, aquel hechicero era Filius Flitwick, el legendario profesor del colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, jefe de la casa de Ravenclaw en los tiempos de Harry Potter; pero ¿qué era lo que él hacía ahí? Era la interrogante que Thomas no lograba resolver por más que reflexionara; actitud pensativa que lo envolvió absolutamente a la espera de poder conocer las verdaderas intenciones de su nueva, y también ausente, maestra.

Editado por Thomas E. Gryffindor
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La demonio estaba lo bastante divertida por el momento que se había suscitado, se puso de pie aun siendo Fillius Flitwick y sobre su escritorio apareció una pluma con detalles en gris, le dedico una sonrisa al joven que aparecía por el aula, movió la mano llamándolo y cuando este se acercó le señalo la banca vacía.

 

Bienvenido joven, por favor tome asiento. —pidió mientras avanzaba hasta quedar atrás de su escritorio, su caminar era lento tratando de que ninguno de los dos jóvenes que tenía al frente se dieran cuanta que no era el profesor Fillius Flitwick, al encontrarse con el escritorio enfrente, comenzó a escalar sobre un par de libros para que tanto Keaton y Thomas pudieran verlo. —Soy Fillius Flitwick, jefe de casa de Ravenclaw y a petición de la titular de la clase, seré yo quien los evalué. —hizo una pausa miro al techo y volvió a fingir demencia senil —¿Ustedes son?

 

Para ese momento la metamorfomaga estaba que se quería reír, estaba casi segura que ambos jóvenes se iban a volver locos si mientras el mago que tenían enfrente parecía lucido en unos minutos, en otros olvidaba lo que estaba enseñando o como era que se llamaban ellos.

 

Bueno, estoy seguro que pronto recordaré sus nombres—dijo mientras miraba la pluma en su escritorio —¿les parecería comenzar por el hechizo más fácil y sencillo? A algunos principiantes les cuesta mucho trabajo, por que olvidan que la pronunciación es primordial. —la mago oscuro aun siendo aquel hombre de baja estatura descendiente de enanos saco su varita y tras pronunciar el hechizo y realizar un ligero movimiento de varita hizo levitar su pluma gris.

 

Les toca a ustedes, vaya usted primero joven… —señalo al joven Granger mientras les sonreía, esperaba que al menos uno de ellos les dijera que debían hacer algo más divertido y propusieran alguna forma diferente de enseñarle al mago que tenían los conocimientos de Encantamientos para que de esa forma pudieran aprobar el conocimiento.

Editado por Shalyit Malfoy Karkarov

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-Muchas gracias por su amabilidad, señor- respondió el fenixiano con el ceño fruncido ante la intriga de toda la situación que estaba viviendo al interior del aula; acercándose hasta donde se encontraba el docente, con tal de tomar asiento en la única banca vacía que estaba junto al pupitre de Keaton. -¿Filius Flitwick? Ehh... claro que su fisonomía es idéntica a la del viejo y reconocido maestro de Encantamientos de Hogwarts, pero sé que... o sea, creo que debería ser usted un fantasma, señor. A menos que las bondades de su raza mixta aún le permitan vivir como en los años dorados de su existencia... Pero bueno, no cuestionaré la decisión que la titular de la cátedra tomó con su reincorporación a las salas de clases. Razones de sobra tendrá la señorita Macnair para mandar a buscar a una eminencia en este conocimiento- expresó el adolescente, estando consternado con todo lo que sus orbes esmeraldas veían y su cerebro no creía. -A todo esto... perdone mi falta de cortesía evidente, caballero. Soy Thomas Elros Gryffindor, mucho gusto profesor Flitwick- agregó el muchacho sonriendo luego de coger con su diestra una curiosa pluma nívea con detalles en azul que yacía sobre la cubierta de la mesa de su escritorio y el de su compañero de habilidad en Animagia.


Todo lo que estaba ocurriendo ahí adentro era muy peculiar, desde la figura diminuta e "inusual" del mago que impartiría la sapiencia, hasta la pila de libros tras su propio mostrador que le colaboraban con esos centímetros de falta que necesitaba para asomarse con normalidad por el mueble y así quedar en completa exposición ante las ojeadas incrédulas de los dos estudiantes universitarios de Gran Bretaña. <<Jamás pensé que me encontraría con uno de los mitológicos de aquella época de Voldemort>> reflexionó maravillado, memorando el dato relatado por su padre acerca de que ese sujeto de ascendencia no humana había derrotado a Antonin Dolohov, el mortífago que asesinó a sangre fría al añorado Remus Lupin en duelo en pleno colegio.


<<¿Recordar nuestros nombres? ¿Es que acaso este veterano tiene Demencia Senil o Alzheimer?>> caviló el chico mientras extraía de su bolsa dos ejemplares que le colaborarían con el aprendizaje. Uno era el "Libro estándar de hechizos" escrito por Miranda Goshawk, y el otro se trataba de "La búsqueda de la quintaesencia"; tomos que su madre le había comprado en su última edición la semana pasada en una librería del callejón Diagón. -¡Claro! Hay que empezar desde lo básico hacia lo complejo. Es una buena forma de evolucionar- platicó el pelirrojo, analizando la postura de la varita en mano del maestro en conjunto con la pronunciación del hechizo que hizo levitar el objeto liviano con bordes grisáceos que Filius poseía. -Wingardium Leviosa- masculló sin dificultad el paladín de La Orden del Fénix, pero esta vez apuntando directamente a otra ruma de libros que no eran los que sostenían los pies del Flitwick. Posteriormente le correspondía el turno a Keaton, por lo que Thomas pensó en una inesperada "Maldición" hacia el Ravenclaw para que éste pronunciara de mal forma su encantamiento, la cual mutaría a una versión ridícula de la original que, probablemente, causaría algún estrago (o explosión) como los acostumbrados por parte del reconocido Seamus Finnigan.

Editado por Thomas E. Gryffindor
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Keaton sentía algo raro respecto al profesor Flitwick, sin embargo, aquello no le iba a impedir aprobar el curso de Encantamientos, por lo que decidió que le daba reverendamente igual lo que pasara mientras lo aprobaran. Estaba bastante cansado ya de lidiar con tantos cursos en la Universidad, que no quería ponerse a pelear, sin embargo, con Tjomas allí, le daban unas ganas horrendes de lánzarsele encima y agarrarlo a sectusempras. Sabía que era un miembro de la Orden del Fénix, y él los odiaba con odio jarocho (?), por lo que estaba decidido a causarle todos los daños posibles mientras durara la clase, aquello se iba a volver Troya, y ni Filius Flitwick lo podría impedir. Keaton se iba a divertir así fuera echando a perder una clase.

 

Aquel fenixiano realizó su primer hechizo con mucha facilidad, pero vamos. ¿acaso aquello no eran cursos de posgrado? Un Wingardium Leviosa lo podía hacer cualquiera que hubiera aprobado Hogwarts, por lo que por lo bajo el Karkarov se rió de la forma tan educada con la cual Thoma se dirigía al profesor <<Lamebotas>>, pensó el ojiverde mirando de soslayo al Gryffindor con cierto desdén. En ese momento, el chico se decidió a hacer algo. <<Zancadilla>>, pensó el Karkarov agitando a Altaria por debajo de su pupitre para que nadie lo viera en pos del Gryffindor. De inmediato, unas finas cuerdas invisibles se apoderaron de los tobillos de Thomas y este cayó de bruces. Keaton se echó a reír.

 

—¿Estos son los que se hacen llamar miembros de La Orden del Fénix? ¡Vaya porquería! —Dijo riendo aún con fuerza —Y vamos, señor Gryffindor, no alague demasiado al profesor o empezaremos a pensar que usted trata de ganarse las notas por ser un lamebotas —Añadió ya en un tono serio, seco y bastante despectivo —Y vamos, un Wingardium Leviosa, ¿en serio profesor Flitwick? Ya no somos unos pequeñajos, pónganos a hacer algo más avanzado, hacer volar una pluma es para noobs —Añadió negándose a hacer aquel hechizo.

 

No sabía de dónde diantres el ojiverde estaba sacando aquel ser tan descortés, por lo general sabía que a los profesores se les debía respeto ya que él mismo estaba como dicente de Historia de la Magia, pero de verdad le molestara que subestimaran sus capacidades. Era un Ravenclaw, un descendiente directo de la más grande de Hogwarts, aquello era un insulto a su intelecto. El chico se tiró en su pupitre y se cruzó de brazos mirando con recelo a Thomas. Tal vez él era el causante de su mal humor. Cuando lo había tenido como alumno en Historia de la Magia, se había podido controlar, ¿qué había cambiado desde entonces?

Editado por Keaton Ravenclaw

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Luego de dejar de hacer levitar el conjunto de libros próximos a la figura del profesor Flitwick; el fenixiano miró de reojo y casualidad a los ovalados y aceitunados orbes del Ravenclaw, haciendo uso de la habilidad de la "Legilimancia" para adentrarse en su mente, justo en el preciso momento que la palabra "Lamebotas" brotó en los pensamientos del vampiro que aparentaba alrededor de treinta años. -¿Qué has dicho?- vociferó el adolescente de cabellos rojizos revueltos con cierta incomodidad; intentando ponerse de pie tras golpear con fuerza de puño la cubierta del pupitre que, segundos más tarde, fue el soporte que le ayudó a no golpearse en el mentón ante el hechizo "Zancadilla" que le había atado unas cuerdas a los tobillos como a un rehén. -Vaya, vaya, vaya... Hasta que el "chupa-sangre" sacó a relucir su verdadera personalidad... ¡Qué lástima, Keaton! Tenía una imagen muy diferente de ti al haber cursado uno de mis conocimientos siendo tu alumno. ¡Qué decepción!- comenzó diciendo el legionario con sinceridad, oyendo a continuación aquella palabra que anteriormente casi le hace perder su templanza en medio de la clase de Encantamientos. -¿Lamebotas? ¡Eres un maleducado, Karkarov! ¿Eso es lo que tus padres te han inculcado, eh? Ser un grosero, antipático y falta de respeto con los demás. No dejas de sorprenderme, Keaton. Será mejor que mantengas tu enorme boca cerrada si no quieres que te la llene de todo el excremento de dragón de mi taller mecánico- arremetió con ímpetu el vidente; no olvidando pensar en un efectivo "Evanesco" que hizo desaparecer aquello que le impedía mover sus pies con libertad, lo que le ayudó para volver a recuperar la postura bípeda con tal de sentarse, una vez más, en la silla frente al escritorio del docente diminuto.


-Profesor Filius. Pasando por alto las tonterías del Ravenclaw, aquí presente... quisiera hacerle una pregunta que me tiene confundido luego de haber leído una definición en el libro de Miranda Goshawk. ¿Qué es, en término teórico, un encantamiento? Me refiero a qué es lo que le distingue de un hechizo ordinario. ¿Será un movimiento de varita más puntual? ¿O una pronunciación mucho más acabada? ¿O simplemente el efecto que tienen?- fue lo que consultó el patriarca de los Granger, observando con miedo al catedrático y su actitud silenciosa que no paraba de perturbarlo; tanto así que estaba dispuesto a usar su destreza mental para saber qué era lo que reflexionaba el veterano mago que estaba supliendo a la maestra titular de la sapiencia de post-grado. También reconocía lo que el Ravenclaw había expresado con molestia; aquello sobre que ambos eran avanzados en la materia; pero eso no le hacía partidario de la manera en que el pelinegro tenía para manifestarse frente a una autoridad erudita en el tema en cuestión.

Editado por Thomas E. Gryffindor
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Muy bien jóvenes, basta de hacer magia atacándose, en mi clase. —dijo mientras pensaba la respuesta a la pregunta del pelirrojo. Por unos momentos había olvidado la edad que debía fingir y se acerco al Ravenclaw con cierto desenvolvimiento que no iba de acuerdo a la edad que profesaba.Justo cuando se encontraba frente a él, tomo su propia varita y le dio un golpe fuerte. —Eso, joven Ravenclaw le enseñará a respetarme y hacer lo que yo le pida... —se giro para ver al chico Thomas y volvió a ver a Keaton.

 

Responda la pregunta de su compañero, señor yo lo se todo y no necesito hacer magia de principiante. —aunque todo el asunto de los ataques y mas le había parecido gracioso, ella no estaba ahi para desatar un guerra entre ellos, por lo que esperó a que el Ravenclaw respondiera a la pregunta del Granger en lo que pensaba que podía hacer para que les costará trabajo pasar.

 

En eso recordó que Fillius era un experto en crear pantanos, y que sus alumnos que fueran igual de buenos deberían saber armar y desarmar un pantano, así que eso era lo que les iba a pedir a continuación, juntos como equipo debían crear un pantano en todo el aula y justo antes de terminar el curso este mismo debía regresar a la normalidad y encontrarse en perfecto estado.

 

Como veo que les cuesta llevar una sana convivencia, y eso a mi me da exactamente lo mismo... Los invito a que hagan su mejor pantano ayudado con los encantamientos que maneja, les evaluaré desempeño, creatividad, pero sobre todo trabajo en equipo. No pierdan su tiempo matándose, que si alguno muere en mi clase ambos estarán reprobados. —tras aquellas palabras el anciano salio del salón dejando a los dos chicos dentro.

Editado por Shalyit Malfoy Karkarov

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Una sonrisa chancera se dibujó en el rostro jovial de Thomas cuando el profesor Flitwick encaró a Keaton por su falta de educación y escasa colaboración con la clase que el cuestionado docente estaba efectuando serenamente en el aula universitaria, utilizando la propia varita mágica del vampiro con tal de propinarle un fuerte golpe que resonó con el eco de la sala de estudios. -Muy bien, señorito Ravenclaw... soy todo oídos para escuchar la excelente respuesta que le dará a mi pregunta- incitó con malicia el Gryffindor, no despegando sus orbes verdes de la mirada ofuscante que su ex-maestro de Historia de la Magia le brindó de forma directa y algo intimidante, sin tener un mínimo de complacencia frente a la imagen de un veterano ya mayor de edad. Fue así que, mientras esperaba a que su compañero contestara su duda; el fenixiano aprovechó ese instante para lanzar una fugaz y repentina ojeada al tomo de "La búsqueda de la quintaesencia", con el propósito certero de indagar aún más en el mundo de los Encantamientos más elaborados y complicados de efectuar; especialmente aquellos que no eran parte del temario común y corriente de los estudiantes de pre-grado en Hogwarts. <<No es muy alentadora toda la información que trae el libro... aunque hay conjuros muy extraños que jamás he pronunciado>> cavilaba el chico de cabellos rojizos; logrando alzar la vista justo cuando Filius entregó las siguientes indicaciones para el desarrollo de su doctrina, llamándole bastante la atención el pedido extravagante que solicitó con eso de la creación de un pantano como los que solían hacer los gemelos Weasley y que tantos berrinches provocaron en la malnacida de Umbridge. -Por mi parte, no se preocupe profesor Flitwick. No están en mis ideales el estar dando muerte a los demás... El vil acto de asesinar es inherente a los miembros de La Marca Tenebrosa- manifestó el patriarca de los Granger, haciendo hincapié en su gran sentimiento de repudio en contra de los mortífagos y de los adeptos a dichas prácticas oscuras.


Ya con la misión encargada y con las manecillas del reloj corriendo en su contra; Elros desenvainó su maderosa de pirul y, mientras lo hacía, trataba de pensar en una buena alternativa que le favoreciera en la construcción de una ciénaga que pudiese ser revertida sin muchos inconvenientes en un breve lapso temporal cuando el docente regresara una vez más al aula para verificar el esfuerzo de sus pupilos. -¿Tienes algo que aportar, Karkarov? Obviamente si es una crítica constructiva al plan... y no una pesadez de ésas que has estado haciendo el día de hoy a la orden del consumidor, eh. No recordaba que fueses así- platicó el veinteañero, al mismo tiempo que su arma apuntó con cautela al piso que estaba a unos metros de distancia de sus pies y los del empleado del Magic Mall. -¡Deprimo!- exclamó con astucia, causando un agujero en el suelo que perforó lo necesario como para no pasar al nivel inferior de la institución británica universitaria. -¡Ups! Casi toco fondo- agregó, rascándose la nuca con insistencia; señal que el legilimago únicamente hacía cuando estaba estresado o nervioso por alguna cosa de la cual no estaba cien por ciento seguro.

Editado por Thomas E. Gryffindor
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Keaton escuchó las palabras de Thomas con sorna y no pudo evitar sonreír antes ellas. La verdad le daba exactamente igual lo que el Gryffindor pensara de él. Si, él había sido su profesor de Historia de la Magia, pero allá debía de mantener las apariencias debido a que era docente, pero en aquella ocasión no, él era un estudiante y podía ser todo lo pedante, déspota y engreído que quisiera. El Profesor Flitwick entonces se acercó y con su varita le propinó un golpe en la cabeza a modo de regaño. Sin embargo, al Ravenclaw aquello le causó más risa, un enano pegándole a un gigante fue lo que se imaginó, pero al profesor, de momento, le guardaría un poco de respeto. En ese momento Thomas volvió a tomar la palabra haciendo una serie de preguntas de las cuales Keato no pudo evitar reírse por lo bajo, el profesor, que pareció darse cuenta, le pidió al Ravenclaw que respondiera las preguntas.

 

—Parece que el Nivel de Magia no lo es todo. Mira que no saber ni de cerca la definición de un Encantamiento a estas alturas... —Dijo Keaton pero volteó de inmediato a ver al Flitwick —Un encantamiento se diferencia del resto de los hechizos porque solo actúa sobre aquellos objetos sobre los que se aplica sin transformar ni alterar sus condiciones físicas o químicas, como lo haría un hechizo de transformación, o de lastimarlo, como lo haría una maldición o hechizo de repulsión —Explicó el vampiro —¡Y claro que un movimiento mucho más puntual y una pronunciación más exacta ayudan a su funcionamiento! Porque por ejemplo, si empleamos el encantamiento bauleo, para armar una valija, el movimiento de la varita determinará qué tan ordenadas quedarán nuestra pertenencias dentro de ésta, y en cuanto a la pronunciación, está más que ejemplificado el Wingardium Leviosa, que si no se dice correctamente, no funcionará o creará un hechizo erróneo y causará catástrofes —Añadió.

 

Le tenía sin cuidado si no había acertado a lo que pensaba con exactitud el profesor, aquella era la definición que venía ya en varios libros de texto y muchas de esas definiciones él mismo las había dado cuando era profesor de Conocimiento de Maldiciones. En ese momento, Filius les dijo a ambos estudiantes que debían trabajar en equipo para convertir el salón de clases en un pantano. Keaton miró de reojo al Flitwick, pues aquello sí era magia avanzada, sin embargo, Keaton ahora estaba confundido. La creación de objetos de la nada mediante magia, pertenecía más al ramo de las transformaciones, debido a que se alteraban composiciones físicas y químicas del aire para la aparición de elementos en la realidad. Pero bueno, eran órdenes del profesor y Keaton no quería ya más problemas con él.

 

—Ni modo, Gryffindor, parece que nuestra varitas tendrán que jugar juntas para esta tarea. Veamos si tu poco coeficiente intelectual te lo permite —Dijo el Ravenclaw en son de burla y alzó a Altaria por encima de su cabeza —¡Aguamenti! —Dijo el Karkarov provocando que la tierra que se había quedado allí mediante el Deprimo de Thomas se convirtiera el lodo —¡Orchideus! —Dijo para su segundo hechizo y en lodo aparecieron varios lirios acuáticos —Me dices si voy muy rápido para tu nivel de magia, Thomas —Dijo en son de burla el Ravenclaw hacia su compañero.

 

Keaton, olímpicamente, se había pasado las últimas frases del Gryffindor por el arco del triunfo, le daba igual lo que pensara. Quería pasar aquella clase lo más rápido que pudiera y poder salir a la caza de Thomas fuera de la Universidad.

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