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Bratvá (MM B: 109195)


Juliens
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Al tomar la mano de Valeskya enseguida notó que estaba fría como el hielo, cosa que le pareció un poco extraña. Tratando de hacer memoria, Arcanus se dió cuenta de que no conocía a aquella joven. Nunca la había visto por el lugar y eso que él, en sus tiempos, conocía a medio mundo. Parecía simpática a primera vista y eso hacía que el joven se interesara en conocerla. Luego de presentarse ella tomó por sorpresa a Arcanus diciendo que en verdad quería conquistar el mundo.

 

- Supongo que conquistar el mundo es algo que muchos quieren ¿No? Imagina las posibilidades... Tendrías helado ilimitado y podrías ir al cine sin hacer fila, entre otras cosas tan geniales. - Dijo sonriente y recordó que hacía mucho tiempo él lo había intentado. Si bien no logró conquistar el mundo, podría decirse que las calles de Ottery y el Callejón Diagon estuvieron un tiempo bajo su control. Aprovechó para calentarse un poco bebiendo el Whisky de fuego recién servido, mientras escuchaba a su interlocutora.

 

- ¿Oro? ¿Acaso tienes problemas de liquidez? - Eso le pareció extraño al joven. Casi todos los magos y brujas que vivían allí contaban con suculentas sumas de dinero heredadas por generaciones. Nunca había conocido a alguien que tuviera problemas monetarios. - Lo lamento pero soy demasiado malo con las finanzas. Con decirte que tengo bastantes negocios abandonados... Además realmente no me importa demasiado el dinero. - Arcanus sonrió como disculpándose por no poder darle un buen consejo. Su cuerpo ya había entrado en calor, realmente el Bratvá seguía siendo tan acogedor como siempre.

 

- A decir verdad, entré para refugiarme de la lluvia. Pero me llamaron la atención tus ojos ¿Acaso es una nueva forma de hipnotizar a la gente? - Sonrió a la par que levantaba su vaso y lo hacía chocar suavemente con el de Valeskya. - Brindo por ti. Es raro encontrar a alguien tan buena onda. - Terminó el contenido del vaso de un trago y carraspeó un poco al hacerlo. Hacía mucho que no tomaba y ya había perdido su toque. El joven se acomodó en la silla ante la pregunta de Valeskya. Realmente no le gustaba demasiado hablar de él, pero haría una excepción.

 

- Bueno verás... En mi pasado he hecho cosas de las que me arrepiento. Pertenecía a una organización un tanto malévola... Que se dedicaba a destruír mansiones, entre otras cosas. - Hablaba en voz baja solo para que ella lo escuchara. Hablaba pausadamente intentando utilizar palabras suaves y así no espantar a Valeskya. - En fin, esa época quedó atrás. Pertenecía a una familia que apoyaba las ideas de esa organización pero fui borrado del árbol genealógico cuando me retiré. Luego otra familia me adoptó - Sonrió - Pasé muchos años exiliado, viajando de aquí a allá. Pero hace poco decidí volver a Ottery, aunque me siento un poco extraño. Las cosas cambiaron mucho desde que me fui y muchos de los que conocía ya no están. Pero bueno, por suerte también hay gente simpática como tu que escucha el pasado de un solitario como yo. - Terminó su corto monólogo y se quedó mirándola.

- ¿Y tu? ¿Qué tienes para contarme? - Se acomodó para escuchar a Valeskya.

Editado por Arcanus
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Alessandra pestañeo sorprendida al escuchar al muchacho frente a ella "padres muertos", en ese momento se maldijo por no prestar atención a lo que tenían del local aunque claro esa parte no recordaba que estuviera, sin duda debían actualizar la informacion de los locales.

 

- Lo siento mucho- se disculpó la Rambaldi sonrojada.

 

Le mandó una mirada de reojo a sus compañeros que parecían analizar el lugar pero dejó que ellos hicieran eso mientras que ella se encargaba de averiguar lo que necesitaban.

 

Fruncio el ceño mientras veía cómo entraban personas al lugar - Somos de Control de Comercio, nos encargamos de reportes de irregularidades en los negocios y esto...- tocio un poco aclarando su vos - nos han llegado un par de avisos sobre que el local maneja magia oscura- le avisó.

 

- Es por eso que estamos aquí- miró al muchacho por unos segundos.

 

No le sonaba de nada y lamentaba que sus padres no estuvieran en ese mundo.

 

- Por cierto no me he presentado- se disculpó apenada la Delacour - Alessandra Rambaldi, Jefa de Control de Comercio y ellos son Kassandra Weasley y Garry Ollivander Fiscales- presentó a sus compañeros.

 

-¿Usted es?-

 

 

 

 

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No sabía si había sido un acierto o un desatino el hecho de que hubiera mencionado lo del problema económico. Aunque la realidad era que la familia era la que estaba en ese tipo de apuro, pues por alguna situación extraña (?), habían quedado al punto de la quiebra y se trataba de que entre todos los familiares salieran adelante. Igual agradeció que el joven de cabello castaño no hiciera más mención al respecto más que añadir que el dinero no fuera algo que le preocupaba; su sonrisa de disculpa tranquilizó a la joven, daba por hecho que era un tema que ya no vendría a discusión.


Agradeció que su condición no le permitiera que su rostro mostrara el momento en el que se sonrojó por el brindis; a pesar de que solo hubiera dicho que era buena onda, contrario a lo que muchos pudieran pensar, la bruja no estaba acostumbrada a ese tipo de comentarios. Se removió un poco de su asiento al tiempo que bebía otro pequeño trago; no pudo dejar de notar que su acompañante también parecía tener un poco de problemas para acostumbrarse al fuerte sabor. Tenía que reconocer que estaba pasando un rato muy agradable.


Valeskya pudo notar que su pregunta había incomodado notablemente a Arcanus. A veces las cosas solían ser así: las preguntas más simples, podían remover hasta lo más profundo de los secretos de una persona. Tuvo que inclinarse un poco hacia él para poder escucharlo mejor, pues el tono de su voz había bajado considerablemente. A medida que escuchaba, la mirada de la Granger era de confusión ¿Destruir mansiones? De repente recordó las épocas en la que la mansión de su familia había pasado por algo así.


”¿Cómo puede hablar de eso tan tranquilamente?” Fue lo único en que pudo pensar la joven, no era algo de todos los días tropezar con alguien que confesara tal cosa. En otras épocas, quizás esas palabras que estaba escuchando, hubieran provocado su total repudio hacia esa persona; pensó amargamente en que sus épocas de fenixiana entregada, hacía mucho tiempo que habían quedado atrás. El rostro de la pelinegra se mostraba tranquilo en ese momento, aunque en su mente comenzaban a formarse muchas preguntas que quería hacer.


Cuando el joven de ojos marrones terminó de contarle su historia, la ojivioleta le sonrió en complicidad. Sin duda había pasado por un proceso muy difícil y pudo darse cuenta que era alguien bastante solitario y eso le hizo sentir un poco de pena; no porque estuviera solo, sino porque de una u otra forma, ella en algún momento de su vida llegó a sentirse de la misma manera. En algún instante de su vida, la bruja había considerado unirse a esa “organización”; lo suyo no era querer imponerse al mundo perjudicándolo, simplemente quería estar tranquila y por eso ahora procuraba mantenerse al margen de esa guerra silenciosa y eterna entre buenos y malos.


- Wow… - Suspiró la pelinegra, notablemente sorprendida. - Fascinante historia ¿no pensaste en que pude haber salido corriendo mientras me contabas? – Bromeó la joven, para intentar aligerar un poco la tensión. - Creo que lo que tengo que contarte, es la nada misma en comparación. – Giraba su vaso constantemente, pensando las palabras adecuadas y no sonar tan aburrida.


- ¿Sabes? Yo tengo poco tiempo de haber vuelto a Ottery, también con la misma sensación de que las cosas han cambiado mucho. Pero bueno, tampoco podía estar viajando por todos lados, porque no había ni un solo momento en que no pensara en mi familia. No sé si me quedaré para siempre, pero al menos, quiero disfrutar el tiempo en el que estaré aquí… al final de cuentas, los muggles nunca son tan interesantes como los magos ¿No lo crees? – Bebió un trago de whisky, al tiempo que notaba que ya no quedaba nada en su vaso. Se inclinó levemente para acercarse a él, mientras levantaba el vaso, ahora vacío y lo observaba a través del cristal.


- Y yo que creía que había encontrado a alguien que me guiara por el callejón… al final estaremos perdidos. – Sonrió y se quedó pensativa. - ¿Me permites? – Dijo, tras un breve silencio, mientras dejaba el vaso y tomaba con suavidad la mano izquierda del fenixiano. La ojivioleta tocó con su dedo índice la palma de su mano. - Nuestras manos delatan el pasado y el futuro de una persona, como aquí. – Señaló una línea, al tiempo que se daba cuenta de la calidez de sus manos. - Dice que tienes un corazón tan grande, que tiene lugar casi para tanta gente, como la que puede vivir en Hogwarts. – Y empezó a reír. - Disculpa, es broma, no pude evitarlo. –


- Hablando con seriedad… Esto muestra que tienes una fuerte personalidad, eres cauteloso con tus relaciones y…. – Levantó la mirada. - Creo que ya no debo continuar, debí preguntarte si querías... Me gusta todo lo que tiene que ver con adivinación y mi curiosidad aumenta cuando encuentro a personas como tú... – La realidad es que podía ver en la mirada de Arcanus, cierto pesar, pero tenía temor de preguntar y que se molestara. La Granger tenía esa sensación de querer hacer que se sintiera mejor, pero no sabía cómo hacerlo.

Editado por Valeskya Granger

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Una de las cosas que más le gustan de salir con Mel, es que es excepcionalmente buena para encontrar razones para comer. Si bien las tardes frías y nubladas no son nada extraño en Inglaterra, su prima no tardó en encontrar una excusa. «¿Sabes qué nos caería bien con éste clima? Unos perritos calientes...». Un par de cuadras antes de llegar al Caldero Chorreante, el pub que sirve de entrada al Callejón Diagón, se detuvieron frente a un carrito de comida y compraron un par de hot dogs; por fortuna, entre ambas tenían algo de dinero muggle y lograron obtener no sólo dos bocadillos, sino un par de refrescos.

 

—En la tienda, debo tener algunos dulces guardados —le comenta a su prima, luego de apurar lo que tiene en la boca con un trago de su refresco de cola. Ya que habían estado paseando por el Londres muggle, en lugar de usar sus típicas túnicas, Ellie viste un mullido suéter gris y una falda negra; por supuesto, la constante son sus botas de charol, junto a gruesos y altos calcetines grises, para protegerse del frío—. Hoy me iba a tomar el día, pero podemos pasar buscándolos y luego...

 

En ese momento, están caminando ya por el Callejón Diagón, Mel mirando a los lados luego de devorar su perrito caliente en un par de mordidas y Ellie con el suyo todavía por la mitad. Sin embargo, cuando caminan frente al bar que parece apartado de los demás negocios, deja la frase en el aire a la vez que aminora sus pasos. Hace un par de noches, estuvo allí, luego de salir de la tienda. Se encontró con Hobbamock y terminaron tomando unas copas, aunque lo cierto es que sus recuerdos sobre la plática que tuvieron son difusos. Lo último que recuerda es el mago con un aspecto abatido; luego de eso, simplemente despertó en casa, con una resaca terrible y los bolsillos vacíos.

 

—O mejor... —no es que Ellie sea una bebedora empedernida; en realidad, es consciente de que es un poco "malacopa", cuando se descuida. Por primera vez en aquellos días, se alegra de que ninguna haya tenido éxito en las lecciones de legeremancia, pues entonces sería muy difícil mentirle a su prima y a sí misma; internamente, sabe que es sólo una excusa— ¿una negra? —sugiere.

 

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Editado por Eileen Moody

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sins don't end with tears, you have to carry the pain forever

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—Eh...

 

Lo cierto es que ni los dulces ni las cervezas parecen convencerla. Intenta que no se note, pues las personas suelen encasillarla debido a su glotonería, creando la falsa concepción de que es adicta a consumirlo todo, cosa que no es cierta. Es verdad que sabe lo suficiente de cerveza y le gusta tomarla pero ese lugar parece más bien especializarse en vodka y a Mel no le agradan las bebidas de olor tan penetrante. Sin embargo, de vez en cuando resulta útil que las personas lo crean así, así que no la saca de su error. En su lugar, asiente sin más y se adentran juntas al local que Ellie señalara al inicio.

 

Mel se fija enseguida en la comida disponible, decidiendo que llegado el momento pedirá unos cuantos encurtidos y embutidos como aperitivo antes de buscar el lugar donde pueda consumir la carta de platillos rusos. De hecho, toma asiento en uno de los conjuntos de muebles disponibles.

 

A pesar de que son sólo ella y Ellie, los muebles parecen estar dispuestos para darles privacidad, así que decide sentarse de una vez, preguntándose si deberá pedirle lo que desea al menú para que aparezca mágicamente ante ella como en otros establecimientos o si es que habrá encargados o algún otro tipo de novedoso sistema. Cuando habla, lo hace sin cuidarse de bajar la voz, ya que nadie parece oírlas.

 

—Entonces... —Mel mira de lado a Ellie preguntándose si no será rudo soltar eso que quiere decir, de zopetón. Bueno, no es como si Ellie no notase sus intenciones de seguro, así que quizá sea mejor decirlo de todas formas— ¿por qué renunciaste a misterios?

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Demisit lacrimas dulcique adfatus amore est 

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El joven estaba cómodo con Valeskya. Las cosas transcurrían de una manera amena y fluida. Era raro que Arcanus se quedara hablando tanto tiempo con una persona extraña, aunque las pocas veces que lo había hecho, esas personas se habían convertido en grandes amigos. A decir verdad, encontraba a Valeskya interesante y quería saber más sobre ella, sobre todo por el hecho de que no lo juzgaba por cosas de su pasado.

 

- La verdad que no pensé en que saldrías corriendo. A menos que quiseras empaparte - Dijo señalando con la cabeza hacia la ventana. Las pequeñas gotas que comenzaron a caer minutos atrás, ahora se habían transformado en una lluvia torrencial. Sonrió al escuchar a Valeskya.

 

- Las cosas cambian y nosotros tenemos que adaptarnos. - Exclamó al tiempo que pensaba en las nuevas generaciones de magos que habían ido apareciendo a lo largo del tiempo. Sin duda, prefería el pasado en todas sus formas. Aunque sabía que era algo malo aferrarse a esa nostalgia, porque le impedía vivir el momento y seguir avanzando. - En cuanto a los muggles, estoy de acuerdo contigo. Digamos que entre magos hay más aventuras y diversión. - Sonrió.

 

De pronto Valeskya tomó la mano de Arcanus. El joven se percató de algo que no había notado antes. Llevaban tiempo ahí adentro y el lugar estaba bastante cálido, por lo que le sorprendió que las manos de ella se encontraran heladas como el hielo. No le llevó mucho tiempo darse cuenta de por qué era. Al parecer ella era aficionada a la Adivinación y según recordaba el joven, la lectura de las manos, se trataba de quiromancia. El Legionario se mantuvo en silencio mientras Valeskya leía su mano. A decir verdad, era bastante escéptico en cuanto a temas que tenían que ver con predecir el futuro pero se limitó a guardar silencio. Fue entonces cuando Valeskya se disculpó por haber tomado su mano.

 

- Tranquila, no pasa nada. Siendo sincero, no creo demasiado en esas cosas, pero es interesante escucharlas. - Dijo Arcanus con suavidad, esperando que Valeskya no tomara a mal su sinceridad. - Pero bueno, ahora es mi turno - El joven tomó la mano de la chica y entrecerrando los ojos y poniendo un tono de voz misterioso comenzó con su lectura de manos.

 

- Sabes... Al tomar tu mano sentí que estaba demasiado fría. ¿Estoy equivocado si digo que también te molesta la luz del sol y comer ajo? - Se le escapó una sonrisa. En el mundo mágico, había que estar acostumbrados a tratar con diferentes seres, pero al joven siempre le parecía interesante cuando se topaba con alguien que no era humano. - También noté que, si estás tan preocupada por el dinero, es porque tienes a alguien a cargo ¿Eso quiere decir que tal vez seas matriarca de alguna familia? - Volvió a sonreír - Oye... Si que tienes cosas interesantes que contar. - Exclamó con un tono de voz divertido y de reproche.

 

- Creo que sería un buen profesor de Adivinación ¿Cierto? - Preguntó seriamente, aunque no aguantó mucho con ese semblante y enseguida lanzó una pequeña carcajada. Todo había sido producto de conjeturas que había sacado. Se detuvo a pensar un momento. No podía adivinarlo, pero presentía que se llevaría genial con aquella chica tan amable y divertida.

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Tras sentarse en el mueble, Ellie vuelve la vista hacia la barra, esperando interceptar la mirada del barman para hacer su pedido. Según su experiencia allí, así es la forma de lograr que te atiendan, o eso supone. Sin embargo, la repentina pregunta de Mel hace que se acomode en su asiento, pues le sorprende. Su prima no suele ser ese tipo de persona, que se preocupa por lo que hay tras las acciones. Por eso, había asumido que con informarles lo que había hecho, sería suficiente. Con Richard, le parece, fue así. Pero Mel...

 

Ellie sonríe levemente, pues no quiere hacer de aquello un gran fenómeno. Sí, amaba ese empleo y todavía lo hace. La labor del Departamento de Misterios es importantísima y, sobre todo, cool. «Pero las personas somos todo un caso, ¿no es cierto?».

 

—Es que... —probablemente, llevar aquella conversación sería más fácil con una cerveza encima— Nunca esperé que me aceptaran como Maestra de Pociones, ¿sabes? ¡Casi pierdo la cabeza! Y... tu sabes que del Departamento de Misterios es muy importante para mi. Es por ése trabajo que vine a Inglaterra. —suspira— P-ero eso no significa que me voy a ir —se apresura a aclarar. Ellie siente que, últimamente, ha aprendido mucho y ha crecido mucho, quizás más de lo que podría viviendo definitivamente entre muggles—. Sólo me gustaría hacer otras cosas. Mi prioridad, es ser una profesora decente. Pero también le dedicaré más tiempo a la tienda, a un trabajillo que tengo en un parque natural... y a hacer cosas por mi cuenta. Estudio e investigaciones. Y, claro, a mi vida social —añade, sonriendo—. Por eso estoy aquí.

 

Le gusta salir con Mel, más que en escapadas del trabajo, y espera que su prima sienta lo mismo. Sin embargo, si está allí, es también por algo además de su prima, sólo que todavía no lo ve... éso la hace sentir extrañamente desanimada. Internamente, se siente avergonzada de su propio actuar, que es más el de una adolescente tonta que el de una mujer adulta.

 

—Y no me dijiste por qué te postulaste a otro departamento —añade Ellie—. Ni por qué renunciaste de... de eso-que-ya-sabes.

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Se balanceaba sobre sus pies, talón, punta, talón, mientras terminaba su tercer cigarrillo de la hora, es quizá demasiado temprano para la cantidad de nicotina que ahora tiene en su cuerpo, pero con el frio que amenaza esta tarde, él cree que es solo lo justo para soportarlo.

 

Ha estado pacientemente esperando por sus compañeras del centro de comercio universal, hoy tocaba alguna especie de inspección a un local de entre una larga lista de nombres de negocios en Diagon que habían estado acusados de mercar objetos oscuros entre la comunidad mágica. Lo han estado hablando en el CCU, y a Garry lo más sospechoso le sigue pareciendo las cartas con las direcciones de los locales.

 

Tocaba averiguar.

 

Después de unos minutos más por fin vio señales de Alessandra, y con tranquilidad se anima a cruzar la avenida que lo separa del local de la visita, saludándola apenas con un ademan. A Ollivander le pinta una larga sonrisa la primera de las instrucciones de la mujer, y luego de recibir un par más de sugerencias en grupo han entrado al local. El sitio no es como algo que no hubiera visto antes, pero no deja de ser sumamente atractivo de ver.

 

Camina tan solo un par de pasos más atrás de la jefa del C.C.U. distraído entre los comensales y la ornamentación del sitio, pues espera, quien sabe, encontrar alguna clase de patrón entre los locales que visitarían durante un tiempo para saber si de verdad existe algo entre la variedad de negocios que han sido mencionados entre las misivas sin nombre que han llegado hasta la oficina de Rambaldi. Aunque si es sincero, aquello último que la jefa de la dependencia les ha advertido, sobre “ser compañeros” de los dueños de estos lugares, resulta también bastante extraño.

 

No se fija y cuando se da cuenta, Alessandra ya está en conversación con un muchacho del otro lado de la barra. Ollivander se encoge de hombros, despreocupado tras el vistazo que Rambaldi les echa encima después de hablar sobre los padres muertos del muchacho, posteriormente se ha puesto a buscar entre el papeleo que se carga algún acta de defunción que se hubiera traspapelado, pero no encuentra nada, seguramente había aun algún trámite pendiente o quizá habría quedado entre el montón de pergaminos junto al papeleo correspondiente de cada local. Que fastidio.

 

Después de las presentaciones, él apenas saluda con un gesto al muchacho cuando se le menciona, y no dice nada mientras lo escudriña con la mirada, en espera de su nombre y con el registro en mano. Siendo esta su primera visita de este tipo, Garry deja que la jefa se encargue de todo, por ahora él está ahí como un fiel asistente, atento y observador.

 

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Un trueno hizo que los ventanales vibraran por unos instantes ¿De dónde había salido tanta lluvia? A decir verdad, era algo que a Valeskya no le importaba mucho, más porque algo muy en su interior deseaba que la lluvia no se acabara nunca, así el joven de cabello castaño no podría tener un pretexto para irse; se sentía tranquila y cómoda hablando con él, incluso un poco sorprendida al notar lo agradable y gracioso que era. Tal y como ella lo había esperado, él era uno de tantos escépticos con respecto al tema de la adivinación; aunque contrario a lo que él pensara, no le molestaba en lo absoluto, le resultaba de lo más normal.

 

No pudo evitar reírse cuando tomó su mano e intentó leerla de forma similar a lo que ella había hecho. Aguardó pacientemente y no dijo nada cuando lo escuchó hablar de su condición vampírica; era algo que ella siempre evitaba mencionar, aunque era inevitable no darse cuenta, más cuando tocaban su piel. Sonrió ante la comparación de la luz del sol y algo relacionado con ajo; no pudo evitar arquear una ceja de forma divertida: los mitos y realidades siempre daban de qué hablar, como alguna vez que alguien le había mencionado algo sobre la piel que brillaba cuando le daba el sol. Ese comentario todavía seguía causándole gracia.

 

- Deberías dejar de ser tan escéptico Dijo la joven riendo. - Tienes mucho talento Añadió al tiempo que, con su dedo índice, tocaba suavemente la frente del fenixiano. - Abrir tu mente y tu ojo interior, te dejará ver que esta matriarca de familia pronto conquistará al mundo y tendrá todo el helado que un mortal pueda desear Bromeó.

 

El elfo doméstico se había llevado el vaso y la copa de vino, había vuelto con otra ronda de whisky de fuego; la ojivioleta se preguntó con cuántos vasos bastarían para dejarla inconsciente y finalmente decidió que no intentaría averiguarlo. Una vergüenza para la familia, pensó la bruja al tiempo que agradecía al elfo y se ponía a girar el vaso de forma distraída. No sabía hasta dónde tenía permitido preguntarle cosas al joven sin que se molestara; la curiosidad era parte de su forma de ser, pero muchas veces terminaba por incomodar a sus interlocutores con tantas preguntas.

 

- Arcanus ¿y cómo te va con las chicas? El semblante de la Granger se tornó expectante; era el tipo de pregunta más incómoda que le resultaba hacer siempre, porque siempre solía llevarse grandes sorpresas. O al menos así se sentía ella cada vez que le preguntaban algo así, aunque eso no ocurría muy a menudo. - Ehmm si no quieres responder está bien ¿eh? Titubeó un poco al decir eso.

 

Todo mal, pensó la pelinegra inmediatamente. Era una pregunta que había surgido así sin más y en su mente comenzó a rezar a los dioses para que la conversación no se tornara extraña. No sabía si era igual para otras personas, pero al menos para ella, hablar de situaciones amorosas la hacían sentirse un poco incómoda y lo único que pensó en ese momento, como maniobra de distracción, fue hacer otra pregunta:

 

- Por cierto hay otra cosa que también quiero preguntar Se inclinó un poco hacia el joven de ojos marrones y bajó la voz. - Me contaste que en el pasado sembrabas el terror por las calles he de suponer que eres buen duelista. ¿Das clases particulares? La verdad es que soy PÉ-SI-MA Dijo algo divertida y apenada, no le gustaba mucho aceptar eso último, aunque no le gustaban los duelos en absoluto, no le vendría mal un poco de entrenamiento; pero era confiar en que Arcanus tuviera una paciencia como para educar a alguien con mentalidad de preescolar en cuanto a hechizos.

 

Al final se había arrepentido de hacer ambas preguntas: era algo que le solía pasar a menudo. No tenía un filtro para decir las cosas sin tener que ser tan directa, aunque se esforzaba en no ser tan brusca, pocas veces le salía bien. Bebió un largo trago, comenzaba a ponerse un poco nerviosa y tenía que hacer en que no se notara mucho; seguro su hermano se burlaría ante ese comportamiento que estaba demostrando en esos momentos y agradeció internamente el hecho de que no anduviera por allí para fastidiarla. Su mirada se encontró con la del fenixiano y aguardó su respuesta.

Editado por Valeskya Granger

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Todo estaba transcurriendo de maravilla y el joven ya había perdido la noción del tiempo. Realmente disfrutaba de una buena conversación, sobretodo cuando se daba en un lugar tan ameno y tranquilo como en Bratva. El lugar y la compañía eran demasiado agradables. La lluvia seguia cayendo sin cesar y el joven se sintió aliviado de tomar la decisión de entrar. Arcanus escuchaba con atención todo lo que Valeskya le decía, como si no quisiera perderse detalle de lo que ella pudiera contar. De vez en cuando una sonrisa quería escapar de sus labios.

 

- La verdad que me cuesta bastante creer en cosas... Hay veces que no creo ni en mi mismo - Se sinceró sin dejar de sonreír. El escepticismo era algo que llevaba muy dentro y era algo que le costaba muchísimo cambiar. - Pero bueno, tampoco me disgusta escuchar las creencias de los demás. De hecho es algo que encuentro interesante. - Añadió.

 

De pronto Valeskya comenzó a preguntar cosas, pero al terminar de formular las preguntas se la notaba como arrepentida. Quizás creyese que alguna de sus preguntas podía molestar o incomodar al joven, pero la verdad es que él se la estaba pasando de maravilla charlando. Arcanus sonrió y tras dar un pequeño trago al vaso de Whisky que el elfo habría traído, decidió responder.

 

- No me molestan las preguntas, así que no te sientas incómoda de hacerlas. Hace bastante que no estoy con alguien. Digamos que no he encontrado una chica que me interese por ahora. Si bien tengo mi reputación... Por cierto, no creas ningún rumor que puedas escuchar de mi, hay personas que no me estiman demasiado y suelen decir que soy mujeriego, entre otras cosas peores. - Sonrió tímidamente. Si bien tenía un historial de ex parejas bastante extenso, no era alguien que engañara a otras personas. Decidió que lo mejor era comentarle lo que pensaba, para evitar sorpresas.

 

Acto seguido, sus ojos se iluminaron por la pregunta que Valeskya le había hecho. Hablar sobre duelos con Arcanus era como hablar de lujos con un millonario. Los duelos eran su pasión. Lo que más le divertía en la vida y amaba practicar. Recordaba todos y cada unos de sus duelos. Demasiadas victorias y algunas derrotas cargaba en sus espaldas. Miles de batallas, algunas demasiado épicas y otras ridículas pero las añoraba todas por igual. A decir verdad, distintas situaciones desde su regreso, habían hecho que su pasión por los duelos disminuyera un poco, como si hubiera perdido la chispa. Sin embargo, nunca le había dicho que no a alguien que quería aprender el noble arte de los duelos. De hecho sonrió al recordar cuando siendo miembro de la Marca Tenebrosa le enseñaba duelos a miembros de la Orden del Fénix.

 

- Lo más importante en los duelos es que te gusten. No importa que tan mala seas, si haces algo con pasión, siempre podrás mejorar. Por supuesto que puedo ayudarte. De hecho, me encantaría hacerlo. Sería una excusa para volver a verte y pasar más tiempo contigo. - Inmediatamente se sonrojó al darse cuenta de lo que había dicho. Su mente lo había traicionado y dijo algo que estaba pensando. Rápidamente bebió un sorbo y decidió preguntar él también.

 

- ¿Y qué tal tu? Seguro tienes una fila de pretendientes cual princesa de cuentos de hadas. ¿Quién no querría despertar cada mañana y ver esos ojazos? - A decir verdad, el joven comenzó a pensar que una mujer bella y simpática como ella, tendría algún compañero. El joven se limitó a contener la respiración esperando la respuesta de la ojivioleta.

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