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Prueba de Videncia - Mael Backfyre Septiembre 2021


Sajag
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El antiguo ministerio de Magia había caído de forma inminente, colapsando severamente a la sociedad mágica. Aquello que se conocía como control de las masas o gobierno, ya no funcionaba de la forma adecuada para todos los habitantes de Londres, encontronazos entre jefes políticos de diversos países derivaron en la perdida de la confianza en las leyes actuales que regían de forma desigual a los bloques sociales.

Sajag nunca había presenciado visiones tan reveladoras y determinantes, el cambio estaba solo a un par de pestañazos. Uno de sus alumnos se destacó de forma brillante dentro de su enseñanza, alterando todos los parámetros empleados por el Arcano, aquella clase de talento era poseído solo por unos cuantos que fácilmente se contaban con los dedos de la mano.

Espero que no se haya precipitado en su respuesta—expresaba el Vidente. Recorriendo con paso decidido el camino que conducía hacia la pirámide, diferentes sendas conducían al mismo objetivo. Pero para Mael las cosas no serían tan sencillas, justo antes de cruzar el primer paraje, debía detenerse a controlar el desastre causado por un ataque perpetrado por parte de la Ministra. Iniciaba su mandato haciendo de las suyas, dando un golpe certero contra la vida de los que infructuosamente se oponían a que ascendiera al poder. 

Vea lo que su tercer ojo tiene para mostrarle, no sirve de nada emplear sus ojos físicos. Recuerde que las visiones, no puede ser apreciadas por esos que no poseen el poder de vislumbrar el destino que marcará su llegada a la pirámide—el Arcano le hablaba desde la lejanía—Deberá enfrentar cuatro hitos, antes de poder acceder a la pirámide y cruzar el portal, donde dará inicio su verdadero examen de vinculación con la habilidad de Videncia—agregaba sentándose cerca de la entrada de la imponente edificación. 

El primer hito es descubrir, ¿Quién mató a los detractores de la actual Ministra de Magia?. Vea y aprenda a descifrar hasta el más mínimo detalle—le aconsejaba quedando en silencio. Nada se escuchaba dentro de ese terreno, todo estaba sumido en una calma relativamente apacible. Pero nada podía darse por sentado, no cuando se trataba de la Videncia.

 

@ Mael Blackfyre

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Me sentía demasiado pequeño al lado de Sagaj y todo por diferentes motivos: Y ya el primero era que me provocaba cuestionarme muchas cosas que jamás me hubiera pensado. Me hacía dudar incluso de mis ideales, siendo que era una de las primeras personas que me estaba acompañando porque quería. Ése gesto paternal, donde nadie lo buscaría, me hacía sentir raro. Los sucesos en mi vida me habían obligado a retraerme y endurecer todo mi entorno como si eso fuera lo único que podía hacer para protegerme. Pero allí, además de todo eso, estaba consiguiendo algo por mi cuenta y me sentía aún más raro.

Claro que si, Arcano. ¿Cree que soy estú.pid0 como el resto? —bueno. Tenía que admitir que no podía cambiar de la noche para la mañana y lo único que lograba la gente a la que podía confiar, es que viera a un Mael tal vez más tranquilo pero sin filtros. Ni siquiera lo miré porque no le estaba faltando el respeto a él, al contrario. Si otro mago me hubiera dicho eso capaz que le rajaba la cara pero a Sajag no. ¿Aceptaría ir a tomar un café o eso quizás sería demasiado? Mente en blanco. Eso. Me dediqué a poner mi mente en blanco.

Escuché cada una de sus palabras. ¿4 hitos? Estaba loco. Cada Arcano que me había presentado, me había hecho entrar a la pirámide de manera diferente y tal vez había subestimado ésta. ¿Cómo iba a llegar de manera física? Negué con la cabeza y notando que el Arcano se detenía a situarnos en la primera barrera. “¿Quién mató a los detractores de la actual Ministra de Magia?”. Era un incognito. Si no resolvía aquella prueba lo antes posible, no podía ir a asegurarme que eso pasara. Era hoy mismo y el tiempo corría demasiado rápido.

Lo haré —mi mente ya se había puesto en blanco. Respiré y controlé mi aire para no entrar en pánico. Había un pequeño detalle que me ayudaba a dejarme llevar por las visiones, a dejarlas pasar y a abrir mi ojo interior. Y era ubicarme mentalmente en aquel risco solitario y alto. Y saltar al vacío y dejarme caer. La anterior vez había funcionado y ésta vez ocurría. Sentía un pequeño latir al costado del ojo derecho. Mis ojos se cerraron y ése cosquilleo se movió hasta mi tercer ojo—. Hay algo más. Eso no estaba antes.

La ventaja de todo aquello es que el Arcano no necesitaba escucharlo porque podía verlo sincronizadamente como yo. Habíamos regresado a aquellas imágenes donde veíamos el 5 de Septiembre como el día que comenzaría el Nuevo Orden Mágico. La llegada de la Inquisidora al Ministerio de Magia inglés era acompañado por sus dos grupos allegados: las Abominaciones y Redentis, personas muggles alteradas para volverse mágicas.

Pero eso no era el hito que debía resolver, eso ya sabíamos que iba a pasar. Sajag quería observar los detalles, quería que fuera un poco más allá y eso hice. Un destello de confianza hizo que calmara un golpe de tensión que acababa de ver: No tenía que mirar con mis ojos físicos, estaba observando todo con ellos, como entraban por las chimeneas, como asestaban golpes contra las personas y como derribaban al Toloveus, el Guardián de los Votos. Volví a cerrar mis ojos y a respirar. Y a dejarme caer por el risco.

¿Qué había sido lo que había permitido todo eso? Aquella pequeña forma gaseosa, de color plata, me indicó donde ver. Parecía como si las visiones se volvieran más espesas, más lentas. Me enfoqué en ése segundo plano y pude darme cuenta que además de la Inquisidora, había alguien más que movía hilos, había alguien más que le gustaba meterse en la vida de casi todos, alguien ajeno quizás. El Titiritero, había escuchado que lo llamaban. Su magia era fuerte, era oscura, era poderosa. Pero más que nada usaba a su grupo (que no importaba como se llamaba) a su antojo. Y las visiones me ayudaron a ver algo detrás, si, la Inquisidora no había podido entrar sin la ayuda de éste: había llegado unos segundo antes para derribar las defensas del Ministerio. Era un mago de orígenes egipcios y sus ojos eran amarillentos. Ya sabía de quién se trataba.

Azrael. Él fue el culpable de dar el primer golpe. Gracias a él y su cambio de bando por la Inquisidora, provocó sus muertes —lo había visto. Había trabajado durante mucho tiempo con “El Inquisidor”. Alguien que muy cobardemente había dado la espalda a su comunidad mágica. ¿Para qué? No había recurrido a la Videncia para saber que no iba a terminar bien junto a la Usurpadora.

No quise decir en voz alta lo que había visto también allí: los cuerpos de algunos magos y brujas conocidos, entre ellos Mica y  su novio rubio Illidan. Tambien estaba otros guerreros que no conocía pero mantenían un aura mucho más limpia que yo, de eso seguro. Mi compañero de equipo Cillian y varios más. Azrael llevaba la sangre en sus manos de todos ellos.

Miré a Sajag. ¿Eso respondía su duda? Yo mismo me encargaría de ir contra el desgraciado cuando termináramos todo eso. Con más motivos tenía que hacer la prueba bien y rápido.

@ Sajag

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Se reconocer aún Vidente nato—siseó enviando ese mensaje mentalmente a Mael. Sorprendiéndolo tras aparecer en el dedo corazón de su aprendiz, aquella alianza que lo vinculará con la habilidad de Videncia. Esto si cumplía con los tres hitos que restaban, al menos el primero ya estaba siendo efectuado con éxito por el Blackfyre— Cada detalle por más elemental que sea, puede marcar una senda incorrecta—le advertía cerrando sus ojos. El mismo estaba siendo abordado por visiones, imágenes que le revelaban como la Ministra jugaba con la mente de los que no le apoyaban.

Algunos fragmentos suelen proyectarse en dos versiones distintas, elija la correcta—su voz sonaba perdida en medio de una bruma espesa. Estaba ahí para acompañarlo en cada paso que daba, pero no estaba permitido que le diera más información de la debida. Esa era la prueba de Mael, aventurarse era la única vía para dar con el verdadero culpable. El nombre de un mago escapaba de los labios de su alumno, Azrael era el otro joven que estaba cursando.

¿Cómo era posible que el asesino de esos inocentes, estuviera libre a sus anchas?. Sajag no era un hombre violento, pero empleaba otra clase de armas, para castigar esa clase de faltas. Posiblemente la negativa del Lycan estuviera conectada con su nula relación con la Videncia— La culpa no lo deja ver sus verdaderos crímenes y los esconde detrás de una vida recta y sin remordimientos—soltaba el anciano. El segundo hito se hizo presente ante el Blackfyre, encontrar la forma de limitar el dominio del asesino enviado por la Ministra.

La siguiente misión era hacerlo caer delante de la comunidad mágica y neutralizar sus fuerzas por el medio que fuera necesario— El segundo hito es debilitar las alianzas que este hombre adquirió con las naciones que le apoyan, busque en el fondo de sus recuerdos. Escarbe hasta que las visiones emerjan de la tierra, imagine que son raíces que darán un fruto que alimentará los conocimientos que adquiera—volvía hablarle. Extrañado por estar viendo cosas que solo debían aparecer en la mente del mortifago, dándole luz verde para que procediera de la forma que considerará más apta. 

Quedándose en silencio, se perdía una vez en ese mar de visiones confusas y por momento erráticas. Era un as bajo la manga de todo aquel Vidente nato, pocos sabían emplear con inteligencia la ayuda que inesperadamente les llegaba de quien menos lo esperaban. 

@ Mael Blackfyre

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El segundo hito es debilitar las alianzas que este hombre adquirió con las naciones que le apoyan, busque en el fondo de sus recuerdos. Escarbe hasta que las visiones emerjan de la tierra, imagine que son raíces que darán un fruto que alimentará los conocimientos que adquiera

La voz del Arcanos Sagaj se escuchó como un susurro, parecía que estaba al lado mío o que provenía de mi dedo o que provenía de mi mente. En todas y en ninguna a la vez. Miré de reojo para ver si estaba presencialmente a mi lado pero me encontré la nada misma. Aún así, me concentré en lo que tenía que hacer porque el camino era duro hasta llegar a la pirámide. Pero aquella situación era extraña porque estábamos allí sin estar allí.

¿Cómo lograr lo que Sagaj esperaba de mí?

Tenía que admitir estaba empezando a ciegas. No era una persona que conocía todas sus opciones de antemano pero si me agradaba demasiado improvisar, de ésa manera sentía que llevaba una mente más despejada. Lo único que me concentré era en lo que el maestro me recitaba, que podía haber dos versiones, que tenía que observar con mi ojo interior. Y allí entendí una pequeña posibilidad: mi habilidad de legeremante, el don que tenía que leer mentes e incluso depositar pequeños recuerdos falsos en la mente de los demás…

¿Había sido eso? La posibilidad de que alguien estuviera cerrado a una rama de la magia como lo era la videncia, podía ser que me sirviera para aprovecharme de ésa situación, como lo había hecho con cada oportunidad que se me había presentado. Y Laura Nielsen, que era una persona que había sido muggle toda su vida, no iba a sospechar jamás que las “visiones” que había tenido eran realmente producto de mi ingenio. Tal vez muchas personas se lo adjudicaban como intuiciones o corazonadas. Pero su plena confianza en alguien como el mago de egipcio no eran más que algo totalmente errático, que la llevarían a la quiebra misma, ya que Azrael la abandonaría en cuanto tuviera oportunidad.

Había sido algo complicado, un trabajo muy sutil pero certero. La visión era lo único que me había llevado a lograrlo. Tenerlas era como si se tratara de un pasillo enorme, infinitamente largo con muchas puertas a los costados. Y donde decidías doblar en una de ellas y adentrarte, continuabas por otro pasillo igual de largo con más puertas. Uno sabía y tenía que decidir qué visiones eran las correctas, llevándome como guía con mi ojo interior. ¿Llegarían aquellas visiones ante la Inquisidora? Esperaba que si porque todo lo indicaba. Poner la confianza sobre un “mago todo poderoso” la haría caer en medio de su perdición y sería recíproco, porque el joven solamente tendría como fuerzas a él mismo, engañado por su soberbia que podía con todo él solo.

— Un reino dirigido para él solo. En su cabeza.

@ Sajag

Editado por Mael Blackfyre

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  • 2 semanas más tarde...

La mente es más poderosa de lo que crees, Mael—la voz de Sajag era un vago eco en la cabeza de su alumno. Estaba dando pasos certeros y seguros hacia su vinculación con la alianza de Videncia, no se esperaba el tirón que le diera el portal y lo engullera dentro de su centro cargado de energía. El tiempo apremiaba y los dos hitos restantes iban de la mano, sujetando con firmeza su anillo de Videncia le trasmitía el poder para unirse al que llevaba en su mano el Blackfyre. 

Dando fuertes zancadas sobre el suelo, Sajag se veía así mismo afectado por el daño que la Inquisidora causará en su persona. Aunque ella no contaba con la habilidad que poseía en anciano, bloquear toda clase de pensamiento por medio de la habilidad de Oclumancia. Oclumens movió los labios pero nada salió de ellos, no deseaba echar a perder el factor sorpresa, la barrera se elevó sin problemas, protegiendo los pensamientos que le podrían servir a Azrael contra Mael. 

Nada de juegos sucios, el se había negado a darle una oportunidad a la Videncia. Ahora parecía que ese conocimiento poseía vida y no le daba acceso al mismo—Algunos aprenden de los errores, otros siguen tropezando con la misma piedra—ladeaba la cabeza anunciando los dos últimos hitos—Mata a la inquisidora, al menos dentro de una de tus visiones. Una vez que hayas concretado esa tarea, deshazte de todo lo que conoces sobre ella—le aconsejaba frotándose la frente de forma frenética. 

El quinto hito es borrar la mente de todos los seguidores de esa mujer y destrozar tu nexo apócrifo con el Señor Lican. El te conoce y vos a el, pero al romper ese lazo, no perderás nada que no vayas a echar en falta—siseaba— Recuerda que las piezas que hemos dejado caer al suelo, ya no forman parte de nuestra vida. Conoces los medios para cumplir con lo que te he pedido, no falles. Estás a un paso de salir de ese sitio como todo un Vidente—perdiéndose en una nueva oleada de visiones. Espejos de diversos tamaños rodeaban a su alumno y a el mismo.

Eran las proyecciones de lo que ambos dejaban como prenda, ya que al entrar dentro de los terrenos de la pirámide. La misma podía reclamar lo que le viniera en gana, todo quedaba en manos del joven que de un momento a uno se ganó el respeto y admiración de Sajag. Algunos pasaban por sus manos sin pena, ni gloria. Pero otros se iban de ahí con algo más que una simple alianza en su dedo y eso lo dejaba más que satisfecho., tras ver como su alumno quedaría vinculado con éxito a la Habilidad que el impartía.

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Miré el anillo que decoraba mi dedo. Se veía bien, se veía poderoso. Había aterrizado ante aquel camino de la Videncia un poco incrédulo, un poco pensando que no iba a utilizarla demasiado. Pero con todo lo que había aprendido de Sagaj y lo que aún me faltaba, me daba cierta señal que iba a recurrir a ella mucho más de lo que creía. Escuché lo que tenía para decirme. El Arcano era conciso y profundo. Todo lo que necesitaba.

Matar. Parecía una orden simple pero tenía que usar cada una de mis neuronas y estaba segurísimo de algo y era que no podía dejarme llevar. Tenía que mantener cada centímetro de mi cuerpo y mente ante la situación. Controlar las visiones era como un paso siguiente, parecía como si mezclara todas mis habilidades. Pero no tenía miedo, sino que estaba incentivado a poder lograrlo. Respiré, porque era algo fundamental.

Lo espero de otro lado, Arcano —comente con una sonrisa, intentando no demostrar demasiada soberbia pero no podía disimularlo demasiado. Mi confianza me daba la seguridad de hacer todo lo que tenía que hacer: la respiración, la mente en blanco, aquella imagen de mí lanzándome al vacío para dejar abrir mi tercer ojo. Aquellas visiones llegaron todas juntas y fue la primera vez que pude elegir cuál quería ver. No podía bloquearlas pero si usar una especie de filtro. Me concentré en la Inquisidora, Laura Nielsen.

Y había algo fundamental, concentrarme en acciones que podría llegar a hacer para lograr que ésa visión se cumpliera.

Me encontraba en el Atrio. Casi todo era como lo conocíamos hoy en día. Y no sabía por qué pero haría ambos hitos a la vez. Ambas tareas a la vez, porque ambas me ayudarían a cumplirse por su complementariedad. Sabía de antemano lo que había hecho Azrael para provocar la entrada de la Inquisidora en el Ministerio, así que eso debía hacer. Abrí el portal Uzza delante de mis narices y lo atravesé, llegando a aquella calle interna del barrio de Londres. Y para mi sorpresa, me encontré con ése jovencito. Que para su sorpresa, no esperaba que nadie lo encontrara.

¡Imperio! —la maldición imperdonable chocó contra el joven. Mi rango dentro de la Marca Tenebrosa me daba un poder mucho mayor que cualquier otra persona dentro del bando, salvo por Arya Macnair y tal vez mi camarada Ericen. Pero no me interesaban ellas en ése momento—. Vete a tu casa, Lycan. De paso borra tus pensamientos. Nunca existí para ti. Haz magia o date la cabeza contra la pared, me da igual—le ordené. Si, la maldición lo obligaba a seguir mis órdenes. Y no solo eso, sino que las haría. Pude ver como desaparecía.

Mi habilidad de metamorfomago era fundamental en aquel paso. Mis ojos negros como la noche se transformaron en dos rendijas en el centro de unos ojos amarillos. Aquel pelo largo y claro. Cualquiera que me viera, sabría que me trataba de Azrael. La misma altura y vestimenta. Pero la única, pero enorme y gran diferencia, era mi varita. Y mi inteligencia. Aquella llegada tan cobarde de la Inquisidora. ¿Por qué cobarde? Porque nadie se había enterado de todo aquello hasta el último momento. Porque todo el tiempo se había mantenido oculta. Y porque negaba su naturaleza, como despreciable muggle que era.

Las Abominaciones y Redentis llegaban. ¿Por medio de trasladores? La Inquisidora había conseguido obtener magia. Pero carecía de magia, de conocimientos y de contactos. Solo había conseguido que alguien le consiguiera aquel medio de transporte. Y querían entrar por la puerta grande. No lo iba a permitir. Mi varita estaba a punto de soltar chispas pero me contuve. Pude ver la figura de Laura Nielsen acercarse a mí. Sin gente que la protegiera, sin protecciones, ni nada que garantizara su seguridad. Su confianza (como la del cambiacapas del extranjero de las arenas) los llevaría a su muerte.

— ¿Está todo listo?

Lo más fructífero de toda aquella escena fueron cómo sus ojos se abrieron de par en par, sin varita a modo de defensa y como se volvían blancos. Había levantado mi varita contra ella y había pronunciado las palabras mágicas, con todo el deseo de verla muerta. Bien muerta.

— ¡Avada Kedavra!

El rayo verde esmeralda recorrió tan rápido la distancia que nos separaba, que esos cuatro o cinco metros fueron demasiado cortos. El impacto del maleficio imperdonable la empujó hacia atrás y en lo que sus vasallos lograban reaccionar, los pocos que habían entendido su reacción de lo que estaba pasando, no llegaron a alcanzarme con ningún hechizo gracias a mis defensas como lo era un Detritus o varios Obsistens. El resto fue historia. No tardé en llevarme algunas almas más antes de poder alejarme de allí, lejos de Ministerio de Magia y la ventaja de usar portales para escapar.

Miré a Sajag. Y luego a mi anillo. ¿Había superado sus expectativas?

@ Sajag

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