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Tutoría con Mael... S.O.S. me va a patear el trasero u.u


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Se detuvo a pensar, caminaba por el pasillo, deseando que hubiera una habitación como la sala de menesteres de Hogwarts. Pero no lo había allí ¿o sí? A la tercera pasada lo supo, allí estaba la doble puerta y cuando se acercó a ella y las abrió se sorprendió, aquel era el lugar ideal para llevar a cabo el duelo que Elvis le había indicado.

Al entrar las puertas se cerraron tras ella y supo que el pequeño traslador que había creado llegaría a manos de su compañero de bando para llevarlo a aquel lugar elegido a medias por ella e inspirada quizás por sus deseos de tener un buen lugar en el cual practicar sin por ello dejar que las cosas fueran ni tan simples ni tan complejas. Claro que Mael no iba a entender nada de qué era aquel lugar.

Darla caminó despacio, hasta situarse en el centro de un anfiteatro redondo de unos veinte metros de diámetro. De aquel anfiteatro partían dos largos caminos de lozas blancas, como las que conformaban el suelo del lugar en que se había ubicado, a cinco metros del camino que llevaba hacia una construcción de mármol blanco por la que se ascendía por una escalinata y de cuyo interior llegaba el sonido de una fuente. Justo enfrente de ella estaba el otro camino, que llevaba hacia un bosque, cuyos altos árboles desprendían una mezcla de aromas de pinos y robles entre otras especies nativas. A diferencia del camino de quince metros tras ella, donde había solo tres bancas de dos metros a cada lado, dispuestas simétricamente también de mármol blanco, en el camino al bosque lo que podía apreciarse eran varias estatuas de tamaño natural de hombres y mujeres con ropajes de distintas épocas, pero todos con la varita en la mano. ¿Cuántas estatuas había antes de llegar al bosque? Quince a cada lado.

Mientras observaba el tercer camino, que provenía de la derecha de la pelirroja y estaba conformado exclusivamente de grava, el sonido de unas aves y una tropilla de centauros llegó hasta ella desde el bosque que en realidad cubría en semicírculo el frente y la izquierda del parque. Aunque Darla sabía que en el lugar había más vida de la que se hacía visible o audible en ese momento.

Con gesto calmo alisó su blusa negra, la cual se había ubicado sobre el corsé que utilizaba a veces en sus duelos. Sacudió con suavidad las botas, para quitarse algo de la grava que había quedado enganchada en la suela mientras llegaba al centro del lugar. Debió haber ido por el césped que rodeaba todo el lugar, pensaba mientras quitaba la varita del bolsillo lateral de su jean negro, justo en el momento en que un sonido le indicaba que a diez metros frente a ella Mael acaba de llegar gracias al traslador.

 

@ Mael Blackfyre

—Bienvenido, espero no te moleste que eligiera este lugar, al menos no hace calor ya que el sol aún no se eleva, las ventajas de las salas de menesteres, te dan todo a tu gusto y piaccere… —y tras hacer una inclinación de cabeza la Potter Black le apuntó con Edelweiss haciendo una floritura y pronunciando —cinaede —, consciente de que el gas comenzaría a inundar el sistema respiratorio de Mael y si no se ocupaba de curarse lo más rápido posible afectaría el resto de sus sistemas, el nervioso y el circulatorio al correr por su sangre.

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Apreté entre mis dedos aquel traslador en el momento que emitió un destello azulado, arrastrándome desde la mismísima Fortaleza Oscura. Me llevó como si se tratara de un gancho desde mi ombligo, girando en el medio de la oscuridad. Cuando caí al suelo, de rodillas, el traslador rodó y se perdió por allí, en el medio del césped. ¿Dónde estaba? Se sentía una extraña energía, buena, pero extraña. Demasiada tranquilidad quizás. Me levanté con mi varita ya dispuesta en la mano, observando la estructura que tenía enfrente.

Estaba rodeado de árboles, muchos. El césped actuaba de almohadón mullido ante cada paso que daba, hasta que pisé grava. El sonido era muy agradable, dejando atrás los provenientes de la naturaleza. No podía distraerme bajo ninguna circunstancia, ya que el objetivo allí era el aprendizaje junto a mi pupila. Una pupila un poco especial, porque era rival de Goldor, aunque no supiera de mi pseudónimo. Pisé las baldosas blancas y allí vi a la bruja pelirroja, en medio del anfiteatro. Ya me estaba esperando.

¿Molestar? Calla, mujer. Es magnífico. Me quedaría a vivir aquí, de ser necesario —no sé por qué estaba abriéndome ante aquella mujer pero a fin de cuentas, lo único que buscaba era ésa tranquilidad que mostraba ése sitio, ya que era la única manera de ser libre

Y empezó. Darla era una mujer de empezar con la acción rápidamente. Su voz fue clara como sus intenciones y los gases del Cinaede ascendieron sin piedad alguna envolviéndome por completo. Lo que tal vez no sabía mi rival, era que disfrutaba demasiado de la adrenalina y a cada paso que daríamos en ése encuentro, potenciaría ésa sensación sin dudarlo. Mi varita actuó casi sin moverse pensando en un Anapneo, porque lo que necesitaba era no morirme ahogado por mi propia sangre. Escupí al suelo y volví a respirar rápidamente. ¿Quería adrenalina? Eso le daría. Si lograba vencerme no me molestaría pero al menos le daría una buena batalla. Por eso que quería ver que hacía mientras curaba mis heridas internas con una Curación. Ella no se daría ni cuenta.

Vaya vaya… una bruja ruda. Sin preámbulos. Veamos de lo que estas hecha, Potter Black.

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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Escuchar la voz de su tutor la hizo sonreír, no conocía para nada al joven mago, más allá de la breve discusión que habían tenido cuando habían “secuestrado” a Sagitas. Le causaba enorme curiosidad ya que no había esperado encontrarlo frente a frente en las tutorías de la Marca Tenebrosa, pero hasta ahora, lo poco que había conocido de él le resultaba… interesante…

Observó su figura, los cabellos revueltos, sus finos rasgos, la oscuridad de su mirada que cuando le dijo que el lugar le encantaba se había ¿iluminado? Quizás fuera la imaginación de ella.

—¿Preámbulos? Me enseñaron a saludar educadamente e iniciar mi duelo, en la Marca aprendí que no se puede ser condescendiente pero igual, podría invitarte a que luego recorramos el lugar… si salimos vivos…  el bosque es uno de mis favoritos —notó como el mago había utilizado ya algún hechizo no verbalizado para evitar el envenenamiento, las ventajas de que el anapneo se volviera no verbal… lo otro que había aprendido es que cuando un hechizo no consume acción, esa acción se vuelve acción ¿contradictorio? Muy, muchos pensaban en robar intercalaciones de esa manera pero algún listillo de la magia había generado ese pequeño detalle que no solía ser muy utilizado ¿discusiones? Muchas había tenido al respecto en su momento pero quizás lo mejor era jugar de la forma tradicional.

Pero más allá de los hechizos, miró al mago, ¿sería aquella su ropa habitual? Daba igual, podría haber venido desnudo y no hubiera creído que solo quería mostrarle sus tatuajes no sus dotes. En verdad se sentía extraña parecía newby ante un mago tan joven y misterioso para ella que se preguntaba qué le podía enseñar… no, mentira… ella sabía bien que no podía ni debía subestimar al mortífago frente a ella, extendió levemente su mano libre mientras invocaba la Daga del Sacrificio.

—No soy ruda pero ¿para qué esperar?… immolo oppugnare… —pronunció mientras cortaba los tendones de la mano con que ambos sostenían la varita para inmediatamente pensar en un curación para sanar su propio corte antes de agregar —estoy hecha de lo que están hechos los sueños porque soy hija de una de ellos…

Los ojos de Darla se posaron en la mano de @ Mael Blackfyre  que sangraba por unos muy breves segundos, haciéndola desear probar de ese líquido con el brillo de los rubíes y el sabor del metal virgen… porque Mael era salvaje a sus ojos pero totalmente puro ante sus instintos.

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PP 15

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Me gustaría. Quien pierde se paga las cervezas —comenté tras la invitación de la pelirroja para recorrer aquel lugar. Me agradaba su actitud ante aquel encuentro, no dejando ningún margen para que pudiera hacerlo algo. Pero siempre se puede hacer y más cuando uno pensaba las cosas mientras todo ocurría. Lo importante se encontraba en observar los detalles. Mire y pude ver sus facciones, tenebrosas. Aquella bruja disfrutaba de la sangre, compartíamos ese ingrediente por igual—. No, no podrás ¡Fuego Compacto!

Me había preparado para lo peor. Darla Potter Black había organizado un plan de utilizar la daga del sacrificio para destrozarse la mano y proyectar el mismo daño en mí. Y eso estaba ocurriendo cuando lancé aquel poder. Un haz de fuego iluminó absolutamente todo, tanto aquel anfiteatro, como los caminos, las estatuas y los árboles. Algunos animales se alejaron rápidamente de aquel duelo. El Fuego Compacto anuló su acción, como si no existiera. Y se anuló a si misma.

Absorvere —apunté como si nada de lo que había pasado no ocurrió. Apunté al mismo objetivo que ella, con la diferencia que a Darla solamente se le romperían los huesos de su muñeca la cual, portaba su varita. Si no se curaba pronto provocaría que se gangrenara. Debía curarse si quería salir ilesa de eso. Aún así, me mantuve atento a todo lo que estaba pasando.

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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La idea de las cervezas le había arrancado una media sonrisa divertida, la idea no era mala, se imaginó caminando por la réplica del bosque del cuerno perdido con una botella de cerveza en la mano, observando los árboles y viendo correr en la lejanía a los centauros. Se preguntó si aquel viejo amigo que ella había tenido entre ellos estaría vivo y si aparecería en esa réplica del mundo mágico que aquella sala de los menesteres había creado. 

Pero era inútil soñar más cuando el siguiente movimiento no se lo había esperado, Mael había perdido un punto poder al utilizar aquel rayo que iluminó todo, pero al menos no la mató, solo anuló todas sus acciones con la daga del sacrificio. Frunció el ceño, chico listo, más loco que ella o casi tanto como ella. Los siguientes dos hechizos que pasaron por su mente la hicieron pensar en una acción “desesperada” a ver si tomaba la decisión correcta.

—Anular Absorvere —sí, era una jugada muy peligrosa y podía tener mmm… ¿qué porcentaje? De posibilidades de éxito pero lo siguiente que ocurrió la hizo lanzar un bufido de alivio. Efectivamente Mael intentó efectuarle una quebradura… sin éxito… respiró profundo, viéndolo a los ojos, y tras que pronunciara o al menos intentara pronunciar el inefectivo hechizo la pelirroja pensó en una Maldición aquel efecto siempre le resultaba curioso, porque hasta en la mente el mago pronunciara mal su siguiente hechizo y lo que intentara realizar sería una versión ridícula de lo que había intentado lanzar en realidad.

—Me gusta como actúas, me recuerdas a alguien pero no estoy muy segura a quién —comentó la vampiresa mientras respiraba profundo, el aroma del bosque se mezcló con la esencia del mago y un estremecimiento corrió por la columna vertebral de Darla. Miró el rostro lampiño del joven frente a ella y se preguntó cuántos años tendría, la curiosidad la inundaba juntamente con una extrañar sensación que no lograba definir.

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La joven era audaz y tenía buen ojo para el duelo. Algo me decía que le faltaba práctica porque los detalles en los duelos eran muy buenos. Aunque le había neutralizado casi todo su movimiento para herirme, podía notar como en sus ojos iban más allá de lo que quería hacer yo. De hecho pude darme cuenta que anulaba mi gran amigo confiable Absorvere que habría roto varios de sus huesos de la mano. Negué con la cabeza con una sonrisa, pensando en que había arruinado la diversión.

A veces estar maldito puede resultar todo lo contrario. Expelliarmus —exclamé sabiendo que dijera lo que dijera, o pensara lo que pensara, nada podría salir de mi varita al menos por ése momento. Había apuntado a la bruja, como acto de todo lo que estábamos haciendo. En vez de salir el rayo no salió nada, ya que la maldición provocaba que se desvirtuara todo lo que uno tenía intención de hacer. Aunque sabía que Darla podría sacar ventaja, continué como si nada—. ¡Sectusempra!

El rayo verdoso estalló desde la punta de mi varita directamente contra el pecho de mi rival con la intención que le diera de lleno y provocara que heridas desbordara sangre y disiparan las energías de mi rival, para que básicamente se muriera desangrada. Sabía que Darla iba a defenderse sin problema pero mi táctica ahora consistía en ver cuándo Darla dejara un hueco para que pudiera entrar e hiciera destrozos.

 

Off: Perdon por la demora T.T @ Darla Potter Black

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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Las palabras del mago le arrancaron una sonrisa, mientras un suave estremecimiento recorrió su espalda, aunque sabía que no causaría nada sobre su varita, sostuvo con más fuerza a Edelweiss, aunque alguna vez hubiera escapado de sus manos siempre había regresado a ella y desde que se habían elegido para ser compañeras en la vida mágica pocas veces había estado alejada de su varita. Sin dudarlo y quizás solo para tomarse la revancha, hizo una grácil floritura con la misma y repitió las palabras de Mael.

—Expelliarmus —intercalando el rayo al siguiente hechizo que éste iba a lanzar, su siguiente grito le provocó un revoltijo en el estómago, rayo versus rayo, el rojo rayo que desarmaría a Mael enviando a unos cuatro metros su varita impactaría tal cual el rayo verde que venía hacia ella buscando causarle heridas tan profundas que serían críticas. Rápidamente su mente proceso en breves segundos toda la información y opciones que tenía: el impacto la obligaría a aplicarse un episkey de emergencia y uno nuevo si quería curar por completo, claro que podía también pensar en un vulnera sanentum y no necesitaría más nada… y sin embargo… por Merlín, pensó e hizo un complejo movimiento con su varita mientras exclamaba el siguiente hechizo esperando hacerlo bien:

—¡Expavescerent!  —el efecto fue inmediato, una pequeña chispa surgió de la varita que anuló el efecto del hechizo que acababa de pronunciar Mael, no había heridas en el cuerpo de Darla pero ambos habían perdido a partir de ahora la posibilidad de volver a utilizar el sectusempra… un costo no tan alto para un duelo tan interesante… o eso esperaba.

—Sí que vienes con todo cariño, ¿te acuerdas de un pequeño detalle? —preguntó la pelirroja y elevó su varita al cielo mientras pronunciaba —morsmordre —la marca tenebrosa se ciñó sobre ellos en medio de los jardines de aquella réplica del Templo Blanco, la última vez que había sido invocada en aquel lugar ella había tenido que defender ante el líder Alexandre a su amigo Darwind, un hijo casi adoptivo de su padre, ufff… cuán lejanos parecían aquellos días… al ver la serpiente en el cielo la vampiresa se preguntó cuánto tiempo de vida le quedaría a alguien que no se curaba por completo de un cinaede… curioso… muy curioso…

 

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off: @ Mael Blackfyre  no te disculpes que yo vengo tanto o más atrasada que tú >.<

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Abrí la boca y los ojos al ver que la varita salía volando un par de metros de mis manos. ¡Maldita Darla! La joven se había adelantado a poder desarmarme gracias a ésa pequeña ventaja que llevaba. Apreté los puños y sonreí al ver que la pelirroja había logrado desarmarme ¿Pero a qué costo? Mi rayo impactó donde lo había dirigido, en su pecho, y ahora su piel se cortaba en heridas que sangraban manchando toda su ropa. Tenía idea de que a veces había que tener en cuenta el daño recibido más que el que uno podía hacer.

Apunté ambas manos hacia adelante, con los dedos como si fueran garras, moviéndose como pulpos mientras pensaba en uno de mis hechizos favoritos: las Necrohands. Ambas emergieron del suelo alrededor de Darla, como si fueran enredaderas que crecían de un segundo para otro. Ambas manos se enfrascaron en todo el cuerpo de Darla, aprisionándola por completo, con los brazos contra su torso, por lo que la obligaban a quedarse atrapada en su lugar, con la varita apuntando al suelo.

Estuviste muy bien. Pero siempre mantén un plan B —le dije mientras avanzaba unos cuantos pasos, los necesarios para dirigirme hacia mi varita, agacharme y tomarla del suelo. Me había encaminado un poco más al costado, notando que aún Darla estaba encerrada en mis manos espectrales mientras todo sucedía. Ahora era mi turno de atacar y de ver cómo vencer a mi pupila.

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GOLDOR ♦ DEMONIUM MERIDIANUM

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La sensación había sido aterradora, no porque ella no hubiera recibido antes heridas de sectusempra, que muchas le habían desgarrado la piel en catorce años de estar integrada al mundo mágico. Entonces ¿por qué tuvo esa sensación si apenas herida había anulado por completo los efectos del hechizo sobre su piel? No había sangre, no había heridas, no había daños, no había más consecuencias que la varita de Mael volando lejos… pero notó que extendía sus manos y de inmediato por su mente pasó un Confundus... sí, una vez más, sin saberlo, recurría al hecho de que un efecto se adelantara a la invocación que intentaba realizar el mago y que por su confusión no saldría.

Pero vamos, la pelirroja no quería darle oportunidad a utilizar alguno de los dos hechizos sin varitas que pudieran pasar por su mente. Le vió mover los dedos, mientras su mirada se ponía en blanco por unos breves segundos, perdida en un punto de su imaginación. No le interesaba saber qué pudiera haber pasado o no por su cabeza, lo que fuere se perdió segundos antes de que lo invocara si eran necrohands o le expulsara tirándole algún objeto con la proyección mágica, no lo sabría nunca.

Mael pareció no notar que había perdido la oportunidad porque mientras buscaba su varita le dio la espalda sin ningún temor, es verdad que se trataba de un duelo de práctica y ella no lo mataría, pero era demasiado confiado o, por sus palabras posteriores, aún seguía bajo los efectos finales del confundus.

—Siempre tengo un plan B cariño —el movimiento de la mano de la pelirroja fue rápido mientras su varita apuntaba hacia la figura del mago ahora a un lado de ella mientras susurraba —avis —una docena de cuervos no más grandes que una paloma adulta voló hacia él atravesando la distancia que les separaba listo para arrancarle los ojos o al menos impedir que su visión pudiera ser entorpecida lo suficiente —pero por lo pronto es solo molestarte @ Mael Blackfyre

La mirada castaña se posó en los finos rasgos del mago, esperaba que las aves no le efectuaran demasiados daños en su rostro u ojos, darles aquella orden fue una nimiedad. Sabía que él podría defenderse muy bien des eso, estaba segura de ella, no por nada estaba en el lugar que estaba.

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