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Prueba del Libro de las Auras - Octubre 2022 [Eobard Thawne]


Runihura
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La noche era un poema indescifrable, plagado de misterios que poco a poco se irían develando dentro del duelo. La Aurora Boreal con su colorida estela, danzaba como una bailarina de ballet, vaticinando la sonata que daría paso a la inminente caída del Black Lestrange. Tal y como se lo prometió en su último encuentro, no le daría espacio para una tregua y mucho menos un margen para atacarla con la libertad que él había estado buscando desde su primer encontronazo.

Los fantasmas que rondaban los límites del pueblo Uzza, deambulaban como testigos silenciosos de lo que se estaba cocinando dentro de la cabecita de Runihura, ponerle el último clavo al ataúd que preservaría los restos mortales del único alumno que le tomo un verdadero sabor a eso de morir en sus manos. Empeñándose en demostrar que era más resistente su terquedad que su instinto de preservación— Ya aprenderá o eso espero. Aún le queda un libro por cursar y no dudaré en darle esa clase. Para finalmente dejarle en claro que es mejor quedarse muerto y no pedir que lo revivan, para purgar la misma pena una y otra vez—sujetando con firmeza su varita, no dudo en invocar la primera de la Auras que le vino a la mente.

—Aura de Confusión—la tenue neblina surgió de la punta de su varita aturdiendo y confundiendo al Black Lestrange. Acto seguido la elección del hechizo le resulto demasiado sencilla a la Uzza y este fue uno que sí que le causaría un severo dolor de cabeza a su alumno—Flechas de Fuego—el lastimarse a sí mismo sería una faena digna de admirar. El tener el sartén por el mango, dando el primer golpe de muchos que irían mermando poco a poco física y mentalmente al castaño.

— Como usted lo dijo en su momento, puede que la tercera ser la vencida. Pero prefiero apostar por una cuarta o quizás una quinta. No he olvidado el doloroso golpe de amor que le dio aquel Troll con su porra y lo que debió sentir al entrar en San Mungo, siendo una estampilla que bien pudo ser enviada fuera de Londres en una carta sin remitente o destinatario—clavando su mirada en el hombre espero paciente su reacción.

CONDICIONES

  • No existen los límites de tiempo entre respuesta y respuesta. Por tanto, la regla de hechizos impactados desaparece.
  • Duración del duelo: Del 21 al 30 de Octubre.
  • Nos guiaremos por las Reglas Nuevas de Duelos existentes.
  • Lista de Hechizos (Especial énfasis en el Libro de las Auras)
  • Están prohibidos los Off y las ediciones. Consultas, dudas o sugerencias, al topic del Libro de las Auras
  • En esta única ocasión se acondicionará una parte del a regla No.8  que dice: Un mago o bruja sólo podrá convocar un aura durante un asalto/redada o duelo. Pudiendo hacer uso de más de un aura para este duelo.

 

Editado por Runihura
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En su experiencia, no existía tal cosa como la suerte. Todo era cuestión de decisiones, y ni siquiera estas podían clasificarse en buenas o malas; era meramente el desempeño y actuar de uno mismo lo que determinaba los resultados a futuro. Durante una fracción de segundo, el castaño creyó que Runihura le daría una oportunidad, pero tal como en las otras ocasiones, erró considerablemente, y tuvo que pagar el precio de ello. 

⎯⎯Tengo entendido que el Libro de Hermes Trimegisto es toda una travesía emocionante, cual montaña rusa, así que, por el bien del conocimiento, la estaré esperando ⎯ respondió, sumamente emocionado por la expectativa de compartir la clase con la guerrera Uzza. 

Aunque, para ello, primero tenía que sobrevivir a la prueba final que en esos momentos tendría lugar a campo abierto, donde solo las luciérnagas y los espectros serían testigos. Previo al combate había recibido un duro golpe gracias a un Sectusempra, que había curado con un par de Episkeys, pero sin duda el dolor más grande era en su orgullo. Tres batallas seguidas debían significar que estaba progresando, pero en todas su destino había sido sellado por Runihura. Quedaba ver, si los viejos y nuevos dioses eran benevolentes con el primogénito de Hivolt Thawne.

Ella jugó su mano, y le tocaba a él hacer lo mismo. La neblina le causó conflicto, no por ser ajeno a esta, pues su mentora le había mostrado el funcionamiento unos momentos atrás, sino por el efecto que esta le producía. Era una artimaña para obligarlo a gastar uno de sus valiosos movimientos en realizar un hechizo que seleccionara. Eobard temió lo peor, pero encontró un respiro al escuchar de cuál se trataba. 

⎯⎯Fortificum. 

Su varita realizó la invocación de un muro de mármol de casi dos metros de altura, lo suficientemente alto, y ancho, de hecho, para cubrir a su persona, causando que los proyectiles no dieran en su objetivo. No tenía muchas ganas de ser incinerado, por lo que evitaría a toda costa cualquier ataque que se planteara en hacerlo perder valiosas acciones para curarse. Era su momento de poner en práctica lo enseñado por la docente, y tenía en mente la primera Aura que quería utilizar. 

Quería seguir el juego de la Uzza, al menos una vez, por lo que se preparó para sacrificar una de sus acciones en pos del efecto que había causado el Aura de Confusión. 

⎯⎯¡Flechas de Fuego, vamos! Una elección curiosa, debo decir, me habría esperado la Arena del Hechicero. 

Una andanada de filamentos en llamas salió disparada de su varita, con la intención de atacarla. De impactar, ocasionarían serias heridas sangrantes en la piel, por decir lo menos, además de la sensación de quemazón que producían. Un hechizo, que el castaño no solía usar a menudo por su idea de que era un sufrimiento demasiado rápido.

⎯⎯San Mungo tal vez me reciba una última vez, no podemos sacar conclusiones adelantadas, pero podría apostar a que así será ⎯ reflexionó el castaño, recordando lo que Runihura le había contado acerca de la muerte ⎯. Digo, tal vez me lleven al ala psiquiátrica por mi tendencia autodestructiva. Pero no puedo negar, que la muerte y su naturaleza son un campo que recientemente me ha atraído.

 

⎯⎯Aura de Poder ⎯ recitó con tranquilidad, ocasionando que apareciera otra lluvia de estrellas de blanco resplandor en el firmamento. Aquello le daría la capacidad de emplear hechizos de un rango superior al que ostentaba, aunque tendría que esperar para hacerlo, pues aquello tendría lugar hasta el siguiente turno.

Estaba consciente de que aquello no consumía acción, por lo que su estrategia aún era vigente.

 

@ Runihura

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— La muerte suele ser caprichosa, aunque creo que con usted ha sido demasiado condescendiente—expresaba notando como se defendía como gato boca arriba. Se conocían a la perfección o eso le hacía creer al Black Lestrange, porque jamás se podía saber que treta estaba fraguando en contra de sus contendientes la más joven de los guerreros Uzza. Las Auras resplandecían en el firmamento cada una de ellas danzaba al son que tocaba la madre naturaleza, orquestando una tonada que dentro de poco arrullaría al caballero y lo llevaría de plácemes hasta los brazos de la muerte que le aguardaba impaciente.

— Salvaguarda Mágica—pensaba con suma tranquilidad la joven, volviéndose intangible traspasándole sin problema las flechas que su alumno lanzará contra ella. Debía ser un poco más cuidadoso y no tan impulsivo, porque esa clase de detalles, solían jugarle en contra poniéndolo al borde de una abismo que lo conducía sin remedio hacia San Mungo. Asintió ante la invocación del Aura de poder, pero eso no le permitiría acceder a poder más elevado hasta transcurrido un lapso de tiempo considerable.

Dando un latigazo con su varita, no perdió de vista al caballero delante de ella. Detectando en sus ojos una locura poco común y bastante preocupante, jamás vio algo similar en alguno de sus alumnos y eso le generaba un poco de curiosidad— Morirá, no importa el tiempo que eso me tome. Nunca a salido de una sola pieza, esta vez no será la excepción—la amenaza era una sentencia que se cumpliría muy a pesar de su rival. Al parecer, no aprendió que era insensato y descabezado retar a una mujer como ella y ponerle en contra de las cuerdas o al menos intentarlo.

— Vara de Cristal—soltaba como si se tratará de un canto vaticinando la caída de una loza pesada contra las espaldas del castaño. Transformando su varita en una de cristal irrompible, flotando dentro de ella algunas lunas de color plateado. Siempre le daba un aspecto diferente su arma, empleando ese artilugio como un despiste que le daba increíbles dividendos a su favor— Sectusempra—no salió ningún rayo de su varita, sino que el efecto fue inmediato sobre el cuerpo del Thawne.

Un grupo de heridas se abrieron en la zona de su pecho y abdomen, causándole un dolor semejante al que provocará en  él, el porrazo que le diera el Trol dentro del Libro del Caos. Las enseñanzas de la vida muchas veces eran más dolorosas de lo que se esperaban, causando severos daños que iban más allá de simples magulladuras físicas y que calaban profundo en la mente de quienes las recibían.

— Tal y como se lo prometí, siempre que nos encontremos dentro o fuera de un campo de batalla. Se irá de ese sitio en pedazos o al menos con secuelas que le harán recordar el poder que ahora ostenta y el que desea obtener. Aquel que le costará más caro que los anteriores—la mirada de Runihura era indescifrable, poco o nada se podía adivinar de lo que estaba por venir en contra del Black Lestrange.

@ Eobard Thawne

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⎯⎯Puede que haya encontrado en mí el espécimen perfecto para realizar toda clase de pruebas ⎯ respondió el Black Lestrange con humor, pensando en su recientemente mala suerte desde que el Señor del Caos decidiera que estaba destinado a fallar ⎯. O tal vez es que la he tentado demasiadas veces seguidas. 

Observó con cierta calma que Runihura se defendía de las flechas de fuego que ella misma había causado a él que lanzara a perpetuidad, al menos, hasta que Eobard conjuró el Aura de Poder, quedando aquello en un lejano recuerdo. Tocaba volver al ruedo, y sabía que la Uzza no se detendría ante nada para hacerlo caer nuevamente. Era algo que estaba, prácticamente, escrito desde el momento que lo recibió en el Libro del Caos. 

Malos recuerdos vinieron a su mente cuando su mentora invocó la Vara de Cristal, pues sabía lo que se venía, y no tenía muchas alternativas para detenerlo. Su piel se abrió como lo hiciera en la prueba del anterior libro, causándole un dolor indescriptible. Mordiéndose el labio, pensó en un Episkey no verbal, para curar de emergencia los cortes que la Uzza le había infligido en el pecho y el abdomen. Al menos, de momento, el flujo de sangre se había detenido, pero quedaba recobrar su fortaleza al máximo.

Estaba débil, pero vivo, por lo que de presentarse la oportunidad de curarse totalmente, no la desperdiciaría. 

⎯⎯¿Y no es más fuerte el diamante forjado a la fuerza, o la escultura tallada por erosión en aras de un propósito mayor? Aunque cabe mencionar que, en cada muerte que me ha dado, el escape no ha cruzado mi mente. 

El Aura de Poder entraba en funcionamiento, por lo que ya no estaba obligado a lanzarle la andanada de filamentos en llamas a su instructora. Aprovechando esa Aura, que momentos antes había ocasionado una lluvia de estrellas, conjuró el maleficio Levicorpus de forma no verbal, un encantamiento que, de no ser por el Aura que tenía, habría sido imposible de realizar debido a que era de mayor rango del que ostentaba el castaño. Así, Runihura sería levantada de los tobillos, como si una mano invisible del Troll del Libro del Caos hubiese decidido ponerse en contra suya. 

Aquello le daría un cierto tiempo de ventaja al castaño, mientras ella se liberaba a través del contramaleficio. Sabiendo lo que seguramente le esperaría, pensó en un Curación sin tener que mover los labios, restableciendo los remanentes de las heridas del Sectusempra, y curándose en su totalidad sin consumir una valiosa acción en ello. 

⎯⎯No hay precio que no esté dispuesto a pagar en mi búsqueda por el conocimiento. Si la muerte es uno de ellos, con gusto aceptaré el sacrificio, sólo así uno es capaz de trascender ⎯ respondió, una vez más reafirmando su idea de visitar a Báleyr una vez que todo eso terminara ⎯. Parece que estamos destinados a hacer esto, hasta que logre evadir al Desconocido. 

Una clara referencia a aquella entidad con la que solía asociarse la muerte, en forma de una persona con capucha sin rostro aparente, y que solía cargar con una guadaña o algún arma filosa; también existía la posibilidad de que su propia versión de la muerte fuera la mismísima Runihura. 

 

@ Runihura

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