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La Isla de los Condenados


Ellie Moody
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La Isla de los Condenados
- Misión de Noviembre/Diciembre -

A pesar de que tiene un par de horas de haber despertado de un sueño de más de catorce horas seguidas, cuando se sienta en la cocina del número doce de Grimmauld Place sigue sintiendo todo el peso de su cansancio en los hombros. Siente cada músculo del cuerpo agarrotado, por tantas misiones en días seguidos, y las ojeras delatan la falta de descanso que ha tenido esa semana; aún así, sin embargo, Madeleine hace su mejor esfuerzo para concentrarse en lo que Ellie le está explicando mientras traza líneas brillantes con el extremo de su varita mágica en el mapa extendido en la mesa.

—... un fenómeno muy extraño, todavía me siento bastabte perpleja al respecto —habla Ellie, sin darse cuenta de la mirada perdida de Madeleine—. Con vigilancia aérea, hemos comprobado que, en efecto, hay un crecimiento anormal de dementores en esta isla. Bueno, técnicamente es un archipiélago... pero en Staithes, el poblado más cercano, le llaman Isla.

—¿Isla? ¿Sin más? —Madeleine se acomoda en su asiento, esforzándose en disimular su distracción y diciéndose que se enfoque en este asunto.

Ellie se da la vuelta y Madeleine ve que está jugueteando con sus dedos, aunque no comprende muy bien su actitud.

—Je, bueno, ellos tienen un nombre bastante pintoresco para esa isla... —explica, con una risa forzada que suena nerviosa— Le dicen "La Isla de los Condenados". Pero ya sabes, sólo es cuento. Solía ser un poblado mágico y tenía un encantamiento para repeler a las personas no-mágicas; supongo que asumirían que era una especie de isla maldita e inventaron alguna historia para darle sentido, y así se quedó... La cuestión es que, luego de la Segunda Guerra, quedó deshabitada, pero la historia persiste.

»Sin embargo, ahora hay unos extraños fenómenos meterológicos que quizá, tan sólo quizá podrían ser resultado de la gran cantidad de dementores salvajes en el lugar. No hay forma de comprobarlo, claro, pues... no deberían haber dementores salvajes, para comenzar...

Madeleine cruza los brazos sobre el pecho, analizando la preocupación tras las palabras de Ellie. No es para menos. Es cierto que los dementores son seres que desde hace mucho tiempo son controladas por el Ministerio de Magia, a cambio de tener víctimas de las cuales alimentarse. El origen de los dementores y su naturaleza es uno de los mayores misterios del mundo mágico y, considerando que Ellie está perpleja por aquella situación —siento ella la directora del Departamento de Misterios—, es evidente que ella tampoco tiene mucha más información. Aún así, hay muchas suposiciones que pueden hacerse, pero sabe que es una pérdida de tiempo hacerlas desde ahí.

—Entonces, quieres que vaya, ¿no es así? —suelta Madeleine, poniendo los ojos en blanco.

—Ya hemos elegido un equipo, serás parte de el —se apresura a decir Ellie, mostrándole un pergamino—. Se encontrarán esta noche en el puerto de Staithes. No tendrán problemas con las personas del pueblo, ellas están agradecidas por la intervención, ya que obviamente han notado las alteraciones de la isla y están preocupados de que estas puedan llegar al pueblo. Ustedes decidirán la mejor forma de llegar a la isla, pero lamentablemente les pediremos que la investiguen y consigan cualquier información que pueda ayudar a entender la situación.

»Y, hay algo más...

—¿Hmm? —murmura Madeleine, por primera vez alzando la mirada hacia Ellie.

Ella extiende una mano y, al abrirla, hay dos pequeños pendientes que parecen hechos de ónice.

—Quizás... quizás eso sea de ayuda... —dice por lo bajo, con un prematuro tono de disculpa.

◈ ◈ ◈

Cn esta ocasión atrasamos la misión para que no chocara con la gala de Halloween y a su vez evitaremos que se extienda hasta fechas navideñas. La misión tendrá duración de un mes, es decir que estará activa hasta el 20 de diciembre.

Recuerden que este rol tiene un máster o guía, pero el desarrollo de la trama depende de ustedes. Les animo a que integren elementos interesantes, a que exploren situaciones que crean que pueden ayudarles a indagar en el perfil de su personaje. Son libres de añadir detalles que no estén especifitados (y esperamos que lo hagan), siempre recordando que deben leer y respetar los roles de sus compañeros, y entre todos debemos esforzarnos en unificar todos los aportes para que todos estemos en la misma página.

Recuerden echarle un ojo a los lineamientos acerca de las Misiones de Clanes, que dejaré al final de este post.

Importante: La participación, interés, dedicación e iniciativa en esta actividad en rol son fundamentales para la obtención del conocimiento de bando al que estén optando. 

CONOCIMIENTO DE BANDO II

Paladines • Intelecto Sagrado

@ Syrius McGonagall

Oscuros • Control de Energía Psíquica

@ Ky.

CONOCIMIENTO DE BANDO III

Paladines • Magia Sagrada

@ Dennis Delacour

Oscuros • Conocimiento de las Sombras

@ Noeline Malfoy McFarlan

Sarcerdotes • Conexión Natural

@ Ela Karoline

+Ver más sobre los Clanes de la Orden del Fénix
+Ver más sobre las Misiones de Clanes

Editado por Hobb Graves
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Hobb recuerda las viejas historias que fueron transmitidas por escribas usando pergaminos. Pero también recuerda las historias no tan viejas, aquellas que sucedieron hace unas pocas décadas. Esas están conservadas en libros, aunque son los suficientemente recientes como para vivir en el saber oral de personas que aún viven o que tienen familiares directos que vivieron en esos años.

Tras la caída de Tom Riddle, Kingsley Shacklebolt se encargó personalmente (con la ayuda de gente de confianza) a terminar con la tiranía del Ministerio de Magia que durante años hizo uso de dementores para castigar a los criminales. El problema real de los dementores no radicaba en lo que podían hacer, sino en que eran seres sintientes, seres que amaban la desesperación, criaturas carentes de escrúpulos o de compasión. Eran también fáciles de manipular, solo debían ofrecerles desesperación.

Las acciones del Ministro fueron eficaces durante muchos años, hasta que dejaron de serlo. Con Ministros como Crazy Malfoy, Aaron Black o Sagitas Potter Black (todos mortífagos confesos o sospechosos) varios dementores lograron escapar de su prisión y actualmente existen ¿manadas? ¿colonias? de ellos en algunos lugares del mundo. El problema es que cuesta mucho encontrarlos, las pistas no suelen ser lo suficientemente buenas. Hasta el día de hoy, finalmente luego de mucho investigar logran encontrar material que les permite trabajar.

Camina por Staithes mucho antes de la hora en que deben encontrarse. Viste al estilo nomaj, pues intenta pasar desapercibido. Camina despacio con un bastón en dónde va oculta su varita mágica. Los pendientes que obtuvo en el MACUSA están ocultos en un compartimiento del brazo de acero sagrado. Ha recorrido la zona muchas veces, por lo que pronto alguien podría sospechar. Decide sentarse en una banca -cerca del puerto- a esperar. Desactiva el camuflaje de su mano, parece una prótesis común y corriente. Solamente un paladín podría identificar el acero sagrado.

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La lluvia se cierne sobre las calles del callejón Diagon con un poco más de fuerza justo cuando alcanza el umbral de su negocio, sacude las gotas de su abrigo al entrar, a pesar de que la magia le permite aparecerse o evitar aquellos inconvenientes climáticos que padecen los muggles, a veces disfruta el andar bajo la lluvia para despejar un poco su mente. Saluda a la recepcionista del museo  y enfila sus pasos hacia la oficina que esta en el segundo piso y que le pertenece por ser la propietaria.  Abre la puerta y al enfocar la mirada sobre todos los pergaminos que se encuentran en el escritorio recuerda lo mucho que ha dejado de lado la administración del lugar por andar cumpliendo su labor al interior de la orden en los últimos meses. Definitivamente necesita conseguir un encargado para atender todos los pendientes.

 

Pero la presencia de la ojiazul ese día en el local no tiene nada que ver con cuestiones administrativas sino con lo que se encuentra en la biblioteca de su oficina. Se le había asignado una nueva misión, debía reunirse con el grupo que había sido elegido para investigar una extraña situación en una isla esa misma noche, pero había recordado que entre los documentos y libros que albergaba en su oficina había unos cuantos que hacían referencia a ciertas islas embrujadas según la perspectiva muggle y nombraban en uno de ellos una que quedaba muy cerca al puerto donde debían encontrarse así que creyó conveniente buscar aquella información.

Encontró el pergamino que buscaba en el hablaban sobre una isla que representaba solo maldiciones y muerte, se le atribuían varios nombres, entre ellos la isla de los condenados, según aquel documento quienes entraban a la isla no volvían a ser vistos, entonces como sabían que se debía a la isla en si. Mencionaban a un mago que logro escapar pero a las horas de haber sido encontrado flotando en el mar en medio de la deshidratación había muerto, lo único que había dicho eran frases ininteligibles y repetido las palabras muerte e infierno en medio de sus delirios, no había más información al respecto. Guardo el pergamino en su abrigo y empuñando su varita pronuncio - Fulgura Nox- el portal le permitió llegar al puerto de Staithes. Ya comenzaba a oscurecer, camino por los muelles, vestía un pantalón negro, con converse a juego, hoodie gris y sobre la misma un gabán negro. La brisa costera empezaba a hacer sentir un poco frio el ambiente, sus pasos recorrieron el lugar hasta que sus ojos azules se posaron en una silueta familiar sobre todo en el brillo de aquel acero sagrado. La energía de los paladines se hizo más fuerte y sabía que el mago sabría de su llegada incluso antes que sus ojos la vieran, esa era la conexión de su clan. 

 

 

 

 

 

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Matt Ironwood.

 

El aire impregnado de sal llenó los pulmones del castaño mientras daba una gran última bocanada manteniendo el pequeño ritual que siempre hacía antes de partir a una misión. Abrió los ojos y el reflejo del sol brillando sobre el océano Pacífico lo cegó por un momento, hasta que su vista se acostumbró al cambio de luz. 

 

El mediodía había pasado hacía poco tiempo por lo que el astro rey castigaba a pleno la playa pero la brisa marina que siempre recorría aquel trecho de blanca arena aplacaba las temperaturas. Matt fijó su atención en las olas turquesas que rompían sobre la costa y dejó que su musicalidad le infundiera la seguridad que buscaba. A lo lejos, a varios kilometros a su izquierda el sol arrancaba destellos de los rascacielos de Honolulu, que vivía el ajetreo de la hora pico, pero allí, en aquel rinconcito oculto por las palmeras y unas prominentes salientes basálticas reinaba la paz. 

 

El ojiazul era un Ironwood, siempre buscaría la energía del océano antes de la batalla, todas las decisiones importantes las tomaría con el arena bajo sus pies y la brisa salada en sus pulmones, aquel era su verdadero hogar, donde siempre se sentía en casa. Sintiendo que su silencioso ritual se había terminado, giró sobre sus pies percibiendo los suaves y cálidos granos de cuarzo entre sus dedos y se encaminó hacia la mochila que dejó sobre una roca donde la sombra de una palmera daba cierto respiro a la inclemencia del sol. 

 

Matt tomó la gorra que descansaba sobre la mochila y la colocó en su cabeza, sabía que las posibilidades de encontrarse sol en la costa oriental inglesa en noviembre eran muy escasas, pero se acostumbró tanto a usar una gorra que salir sin ella le resultaba muy extraño. Se calzó la pesada mochila sobre los hombros y se ajustó un poco su chaqueta estilo hiking, porque lo que seguramente podría afirmar era que haría frío y mucha humedad.

 

El portal se abrió frente a él en el momento indicado y sin pensarlo el mago cruzó el mismo para que la fría y húmeda costa inglesa le diera la bienvenida al otro lado. El pueblo de Staithes era un pintoresco pueblo pesquero en North Yorkshire sobre el Mar del Norte, su población no llegaba a pasar la barrera de los mil habitantes. Por lo que eso más sumado a que la noche se encontraba por caer, Matt encontró las calles empedradas que discurrían por entre las casas sumamente tranquilas. 

 

Una fría niebla comenzaba a envolver las edificaciones y el Ironwood inevitablemente pensó a lo que se enfrentarían durante aquella misión, los dementores. Posiblemente de las criaturas mas oscuras y siniestras que se arrastraban por sobre la tierra, entendía a la perfección porque debían encargarse de aquel asunto pero eso no lo volvía mas amenos. Sacudiendo de su cabeza los ominosos pensamientos sobre los dementores el castaño se subió un poco el cuello de su chaqueta y continúo su caminata hacia el punto de encuentro establecido.

 

Se encontrarían en el puerto donde una embarcación los transportaría a la Isla donde la misión se llevaría a cabo.A medida que se acercaba a la costa Matt percibía como la niebla se volvía  mas espesa y fría. Por suerte las luces de la calle iluminaban con un aura dorada y empañada el pueblo e impedían que la oscuridad fuera casi completa.

 

Encontró tres rostros conocidos en una escollera del solitario puerto, alegre de por fin dar con sus compañeros les sonrió - Hobb, Dennis, Madelaine - llamó su atención alzando su diestra mientras se acercaba hacia ellos -¿Como estan chicos? Vaya niebla ¿eh?, espero no haber escatimado en abrigo - bromeó mientras extendía su mano para estrechar la de Dennis que se encontraba mas próxima. 


 

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Luego del baile de Halloween la pelinegra pasaba gran parte de sus tardes o mañanas entrenando en la Fortaleza Oscura. Con sus vacaciones indefinidas en el Simposio, su esposo que aún no se dignaba a regresar del lugar en donde estaba y su hijo Sammael en varios cursos de estimulación temprana, entre ellos natación, le quedaba algo de tiempo libre, así que decidió sacar todo el mal genio, la ira y la creciente frustración que su matrimonio le estaba causando, entrenando.

Aunque ese no había sido el itinerario de ese día, en realidad habían pasado con Ellie y Hobb terminando de ultimar detalles para una misión que consiste en investigar y de ser posible controlar el crecimiento alarmante de dementores en la Isla de los Condenados. Hobb iría con un grupo, pero ella tenía otra misión, un poco peligrosa, pero confiaban en que podían obtener el suficiente tiempo como para entrar sin ser detectados.

Sentada en las escaleras que daban a la entrada de la Fortaleza, la pelinegra esperaba con paciencia a que Lukyan apareciera. Había coincido en varios entrenamientos y luego de platicarle sobre la misión había aceptado participar y mejor aún, ser parte de la carnada. Mientras revisaba el monedo de piel de moke en el que había guardado una colección de cosas que probablemente le servirían, sintió que algo dentro del bolsillo de su túnica negra le vibraba.  

«Sammael casi ahoga al instructor, fue divertido. Como premio estamos comiendo helado. Ten cuidado con los dementores.» Un mensaje de texto de Connor Karkarov llego a un pequeño dispositivo. Un invento del departamento de Tecnomagia que estaba dirigido por Ellie, mismo que había manipulado exitosamente aquel básico pero útil medio de comunicación, era más rápido que un patronus y eso era lo que más le encantaba. Podía saber exactamente que estaba haciendo su hijo en todo momento.

 «Yo no le hubiera dado helado, ahora se pondrá más hiperactivo. Llévalo a algún parque para que saque las energías y los deje dormir. Tendremos cuidado, saludos a Ben y al bebé» Le respondió, sin molestarse en preguntarle como sabía de los dementores pues era obvio que Hobb se lo había contado.

Miró su reloj, ya casi era tiempo de partir hacia la isla. Si todo marchaba como estaba previsto el resto del grupo ya estaría en Staithes de camino a la isla, ahora dependia de ellos hacer su trabajo de carnada y facilitar un poco el acceso «¿Dónde estás? Ya casi es hora» envió el mensaje esta vez a Lukyan a quien convenció de probar el dispositivo de Ellie.

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¿Qué es lo que estaba haciendo? No terminaba de entender su accionar. Acaso buscaba limpiar el nombre de su familia, o intentaba restablecer los lazos que se habían fisurados por los últimos sucesos. No tenía claros los motivos pero la decisión estaba tomada. El líder de la Orden había dicho hace poco y ante todo el mundo que la figura de su padre no era grata, pero los Malfoy seguían siendo parte de ellos, y aún no se habían pronunciado de manera personal al respecto. Los próximos hechos tal vez reavivarían más ese avispero y podían llevar el barco hacia aguas más interesantes.

La pelirroja sabía que aquel día un grupo de voluntarios se acercaría al pueblo de Staithes para ir a brindar ayuda a aquel pueblo. Los dementores parecían ser los causantes de sus males más recientes. ¿Qué sería mejor? Llegar de primera y tener al menos la puntualidad a su favor. O por el contrario esperar que todos se reunieran y cuando el tiempo se hubiera acortado tendrían más interés en iniciar el viaje hacia la Isla y dejarían de lado las rencillas personales que pudieran tener. Había optado por lo segundo y desde la lejanía observaba como empezaban a llegar los miembros de la Orden que habían sido convocados.

A medida que las horas de la tarde avanzaban dándole paso a la noche y a la oscuridad que acompañaba a esta, la niebla comenzó a bajar hacia la costa. Desde donde se había asentado lograba ver todo el puerto, aquel era el lugar acordado para reunirse. Todos llevaban vestimentas muggles incluida la pelirroja. Había bastado volver a Europa para dejarse llevar por esa nueva moda, cosa por la cual se reprendía a menudo. Los que habían llegado hasta el momento eran personas con las que no había tratado mucho o prácticamente nunca. Desde que su padrastro dejara el liderato y en vista de la elección de su padre se había alejado de aquel grupo, sin quererlo.

Ya habían algunos cuando decidió dejar su posición. Se notaban animados cuando llegó hasta ellos. Y con un saludos quedó a la espera de ver si la temperatura del ambiente bajaba aún más.

Draco&Draco
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Hay varias embarcaciones atracadas en el puerto, meciéndose suavemente al vaivén de las olas. Madeleine camina nerviosamente sobre el piso de tablones, mientras revisa constantemente la hora en el reloj de su muñeca, prometiéndose que no esperará por encima de la hora pactada para trasladar al grupo hacia la isla. La noche ya ha caído y las tinieblas se extienden sin piedad por todo el lugar, lo cual hace que se le hiele el corazón. No pensó que la situación sería tan grave, pero el escenario que está observando es peor que el que imaginó, algo que rara vez suele suceder. Debajo de su grueso abrigo negro, se estremece, mas intenta no distraerse. Por lo menos, allí lo único que parece fuera de lo normal es el extraño frío y la visión escasa a causa de la neblina; sin embargo, no hay que ser un genio para intuir que a medida que se acerquen a la isla, el efecto de los dementores en sus espíritus será peor. Madeleine, por inercia, usa la oclumancia para ocultar algunos recuerdos y pensamientos sombríos de sí misma, intentando prevenir que causen un daño severo más adelante. Pero, en el fondo, una vocecilla le susurra que es inútil...

Al bajar la mirada al reloj, han pasado ya cinco minutos luego de la hora acordada. Fue demasiado amable, no hay excusas. Se echa a caminar hasta donde están Dennis y Graves frente al agua, sólo un poco antes de que Ironwood se una al grupo. Madeleine rueda los ojos, no muy alegre al recordar su último encuentro con el mago, pero no quiere mencionar nada de juegos acuáticos en una misión seria como aquella.

Enseguida se les une también una bruja pelirroja, a la que luego de un vistazo reconoce como la hija de Ludwig Malfoy. Siente que las uñas se le clavan en la palma de la mano cuando estas se vuelven puños apretados, pero muy a su pesar se dice que es mejor mantener la calma. No arruinará una misión tan delicada... por lo menos, no una de la cual ella no es la principal responsable. Sólo está cumpliendo con la responsabilidad que Ellie le delegó o no quiere arruinar su trabajo. Además, si ella planea ser de ayuda, entonces quizás es mejor que la deje ser.

—En efecto, la niebla es peor de lo que pronosticamos —musita Madeleine, respondiendo al comentario de Matt—. Había un barco preparado para viajar, pero en estas condiciones es mejor no arriesgarnos más de la cuenta. Abriré un portal en las coordenadas seguras que Ellie me proporcionó —indica Madeleine. Ese es el motivo por el cual fueron convocados fuera de la isla; pues la mayor parte del terrritorio es hostil, y es mejor llegar juntos allá que aparecer dispersos.

Madeleine saca del bolsillo de sus pantalones cargo negros su varita de ébano y, con firmeza, dibuja una línea en el aire frente a ella que comienza a iluminarse con un resplandor rojizo. Poco a poco, la línea se abre hasta formar un portal que flota suspendido frente a ellos, una ruptura en el tiempo y espacio a través del cual llegarán a la Isla de los Condenados. Ellie le explicó que esas son las coordenadas de una casa abandonada, en la cual a la distancia no detectaron señales de dementores ni de vida alguna; sin embargo, Madeleine razona que puede haber una pequeña probabilidad de que el estudio de Ellie pudiera tener un margen de error, pero es un riesgo que tienen que correr.

—Antes de entrar, coman uno de estos —dice, descolgándose un momento la mochila para hundir el brazo en esta y sacar un puñado de bombones de chocolate. Está segura de que Ellie le empacó muchos más de los necesarios, pero en lo personal a Madeleine le cuesta sentirse harta del chocolate, así que decidió no hacer ningún comentario al respecto—. Aquí hay bastantes, así que pueden tomar los que quieran. Necesitamos toda la serotonina y dopamina que podamos producir...

Luego de meterse un bombón entero en la boca, Madeleine se adentra en el portal, con la varita mágica en la mano. Incluso antes de que meta el primer pie, puede sentir el frío gélido abrazar su corazón. Ni siquiera la dulzura del chocolate es suficiente para no hacerla sentir desesperanzada. Sin embargo, repitiéndose que los pensamientos sólo vienen de los dementores, sigue adelante.

@ Hobb Graves  @ Kaori M.  @ Syrius McGonagall  @ Noeline Malfoy McFarlan  @ Ky.  @ Dennis Delacour  @ Ela Karoline

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Días previos a la Misión. 

 

—Kaori, ¿podemos entrenar juntos? Quiero que mis poderes del clan se hagan más fuertes. 

 

Fueron las palabras que Lukyan había utilizado para seguir viendo a Kaori, luego de lo sucedido en la fiesta de Halloween en el Macusa, aquello que habían vivido le hizo saber que lo que él sentía también era correspondido hasta cierto punto, lo único malo era el esposo de la morena pero con tanta ausencia por parte del rubio era una ventaja para seguir enamorando a Kaori. 

 

—Claro, –respondió ella con una sonrisa —es necesario volvernos más fuertes, le he dicho a Ellie y a Hobbamock que podríamos servir de carnada para la misión de exploración en una isla que producto a un efecto extraño a quedado abandonado... 

 

La pelinegra siguió explicándole a detalle lo que iban a hacer en la nueva misión por parte de la Orden del fénix, ya que eso significaba pasar más tiempo con la más joven acepto sin dudarlo, sin pedir explicación del por qué  siempre elegía ponerse en peligro y lo en desacuerdo qué iba a estar Aries. 

 

Aquel mismo día, acepto hacer uso de un artefacto mágico a invención de Ellie, el cual según Kaori, Ellie decía que era tres veces mas eficiente y seguro que un patronus, sobre todo en esta era moderna donde los magos y brujas interactuaban más con los muggles. 

 

Fue gracias a ese aparato que la comunicación entre ambos fluyó, Lukyan siempre le enviaba mensajes de 《Bonito día》《Descansa, dulces sueños》 al principio, luego se convirtieron en un intercambio de mensajes todos los días que no paraban hasta las altas horas de la noche y que solo se detenían mientras estaban entrenando para la misión 

 

 

DIA 0. 

 

《Ya estoy llegando, estamos a tiempo, presiento que lo que sucede es que me extrañas.》Teclea lo último y se lo envía a Kaori, estaba por textearle un nuevo mensaje preguntándole a Kaori que tal había funcionado la vigilancia aérea a la zona a la que iban a llegar, pero mejor lo hizo a viva voz cuando la vio a escaso un metro de distancia. 

 

—Hola, creo que nos podemos ir, la vigilancia aérea arrojo muy buenos datos, ¿no crees eso? —Se acercó a la morena y como lo había venido haciendo desde hace un par de días y sin que la morena se opusiera, le dejó un beso rozando la comisura de sus labios como si solo esperace un accidente o algo para volver a besarle en los labios.

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La respuesta llegó casi de inmediato y no pudo evitar sonreír con la respuesta, estaba empezando a escribir pero se detuvo cuando escucho los pasos del mago al acercarse, sorprendiéndose por el hecho de que en realidad tenía razón, lo había estado extrañando. Su traicionero corazón latió más rápido ante la emoción de verlo, algo un poco ilógico pues solo habían pasado un día sin verse. Se saludaron un beso que como últimamente sucedía iba a pasar demasiado cerca de sus labios o demasiado lejos, todo dependía del punto de vista.

—Llegas tarde, vamos con el tiempo justo y no nos podemos confiar —Lo regaño. Ya estaba de pie con un par de escobas flotando cerca de ella —Tu lo viste, hay demasiados. Así que debemos que alejar a la mayor cantidad posible para que Madeleine pueda abrir el portal en las coordenadas de la cabaña y acceder a la isla. —Le entregó una de las escobas, un par de chocolates y empezó a abrir el portal. —Así que sigamos con el plan. Hacemos que nos sigan la mayor cantidad posible y luego nos reunimos con los demás en la cabaña.—añadió repitiendo el plan más para sí misma que para Lukyan.

Frente a ellos se materializo un portal del cual salía un aire frio, que estaba segura y nada tenía que ver con el clima en la isla, esas bajas temperaturas y la bruja eran sin duda alguna causados por esas criaturas salidas de las peores pesadillas y que por alguna razón habían encontrado en la Isla de los Condenados el lugar ideal para reproducirse. Dio un suspiro y cerró por un momento los ojos para comprobar que sus muros creados con Oclumancia estuvieran firmes.

—Bien… aquí vamos…ten cuidado por favor. —Dijo mientras subía a la escoba y atravesaba el portal.

 El frio golpeo su rostro y cada parte de su cuerpo. Como en reconocimientos anteriores la niebla que se alzaba sobre la isla era espesa, antinatural, parecía calarse en los huesos de tal manera que ni siquiera los hechizos que había puesto en su ropa con el fin de mantener una temperatura cómoda, parecían funcionar. Miró a su izquierda y el pelinegro tras un asentimiento empezó a llamar la atención de los dementores, ella empezó a hacer lo propio pero con los que estaban a su derecha.

 Haciendo uso del Phantom, empezó a volar con gran agilidad, acercándose lo suficiente a las criaturas como para llamar su atención y luego alejándose en busca de una más. Todo estaba funcionando a la perfección hasta ese momento, una gran cantidad de esos seres amortales estaban detrás de ellos, dejando el camino libre, al menos de momento, para que la cabaña se considere segura. Un nuevo giro y entonces algo en el horizonte llamo su atención ¿Fue una luz? No, seguramente se lo había imaginado.

Kaori disminuyo la velocidad un poco en un intento de dar con el punto de luz, pero aquello fue un error de su parte, los dementores aprovecharon esa leve distracción para acercarse peligrosamente a su posición y desde que llegaron, hace varios minutos ya, no había sentido tanto la influencia de las criaturas, uno a uno estaba intentando alimentarse de sus recuerdos. Miró por encima de su hombro y aunque hubiera querido contarlos no podría, eran una masa negra de capas ondeantes y manos huesudas grises.

«Hora de retirarse» pensó considerando que ya los habían alejado lo suficiente de la cabaña. Un nuevo portal apareció en el aire al cual atravesó sin dudar, este la llevaría justo fuera de la cabaña. Apenas se había bajado de la escoba cuando otro portal se abría  y de él emergía Lukyan. Suspiro aliviada de verlo sano y salvo.

Tal y como lo había previsto Ellie y Hobb en las simulaciones que hicieron, llegaron casi al mismo tiempo que el resto del grupo. Aunque faltaba Ela, la única sacerdotisa del grupo.

 —Hola a todos…—Dice saludando a los presentes, reconoce a Matt de otras misiones, a su prima Dennis y a la pelirroja hija de Ludwig. No puede evitar sentir un poco de resentimiento hacia esta última, pero es consciente que no es momento para ese tipo de actitudes, estaban en una misión y debían concentrarse en eso.

—Hay más de los que vimos la última vez y juro que vi una luz… creo que por el centro de la isla, no estoy muy segura, fue un destello, pero creo que no somos los únicos aquí —Dice, para luego sacar un chocolate del bolsillo lo parte por la mitad y se lo da a Lukyan, olvidando por completo que él tenía los propios.

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Conforme el tiempo transcurre es imposible no notar como -poco a poco- los dementores están afectando al poblado. Hobb desde el principio supuso que aquella criaturas eran las responsables de lo que sucedía. La Isla está los suficientemente lejos como para que sea seguro, pero también está tan cerca que parte de la magia de la desesperación puede llegar a afectar a los habitantes del puerto. De forma esporádica y por apenas unos segundos la mirada de algunas personas se siente perdida, se puede ver la desesperación que alberga sus almas.

Deja atrás sus pensamientos y regresa a la realidad, aunque nunca se fue del todo. Durante todo ese tiempo fue el intelecto sagrado quién se hizo cargo de la situación; así le era más fácil perderse en sus pensamientos y al mismo tiempo estar al pendiente de todo lo que sucede a su alrededor. Siente a Dennis incluso antes de que sus ojos sean capaz de verla. Realmente no siente a Dennis como tal, sino más bien que es capaz de identificar su energía que está conectada con el Templo. Y siente otra energía que aún no conoce pero que está también conectada con el Templo.

Llegado ese momento el pequeño grupo está congregado escuchando las palabras de Madeleine. Un poco antes de eso observa a Matt y es capaz de tener una referencia de él. Claramente conoce a Matt, sabe quién, conoce muchas cosas sobre su vida y sobre su pasado; al igual que conoce sobre la vida y el pasado de muchos magos y brujas de la Orden, no puede permitirse otra desagradable sorpresa como la sucedida con Ludwig Malfoy.

¿Es una buena señal que la hija del Ministro de Magia haya acudido al llamado? No está seguro, pero decide darle el beneficio de la duda. Su misión personal, además de la grupal, es no perder de vista a la bruja. Tampoco puede simplemente dejarse llevar por lo que realmente piensa: ningún Malfoy es de fiar. Porque además de ser el Guardián de los Secretos más antiguos de la Orden, se convirtió en una especie de guía para Dennis en el sinuoso camino que el Templo Blanco construye para quienes logran conectar con él. En este punto de la conversación, la ronda de saludos pasó hace ya varios minutos.

—Aprendí a confiar en Ellie y en sus predicciones, sin embargo siempre es una buena idea tener un plan de respaldo. Y de momento el plan de respaldo somos Madeleine y yo...

Es interrumpido por la repentina llegada de Kaori y su pareja.

—... y Kaori; también ella es parte del plan de respaldo.

Es el segundo en atravesar el portal, solamente detrás de Madeleine. Apenas pone un pie en la isla puede asegurar que -de momento- el plan de respaldo no será necesario. Aún así utiliza la magia paladín para invocar un Anzus que tiene la forma de un tigre de bengala, invisible para todos. Su energía es en cierta medida muy parecida a la de los patronus; aunque tiene una ventaja: solamente Hobb es capaz de verlo, lo que hace más fácil que puedan mantenerse ocultos.

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