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Douce Tentation & Straripante Passione (MM B: 90090)


Kahlan Blackthorn
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No te atreverías a hacerlo —respondió con una sonrisa, agradecido por haber recibido su beso. Posiblemente sí que se atreviese a hechizarlo, pero confiaba en que no lo hiciese. Por el momento no tenía motivos para hacerlo. Bien es cierto que no necesariamente todos los hechizos que podían emplearse contra otro eran malos. Lo genial de la magia era la cantidad de cosas diferentes que podían realizarse y que uno nunca dejaba de aprender. Siempre había un secreto oculto que descubrir.

 

Se agarró a la mano de la rubia con firmeza, sintiendo el agradable tacto de esa mano que tantos sentimientos le transmitía. No perdió detalle de lo que realizaba con los espejos, no dejaba de sorprenderle con sus habilidades mágicas. Como no, sus conocimientos en diferentes ramas de la magia la hacían ser más atractiva a los ojos del australiano. Claro que, ser tan cercano a una persona con tanto poder podía llegar a ser peligroso. Por fortuna el mortífago tenía adicción por lo considerado peligroso.

 

Sí, dado que ella podía ser descrita como peligrosa no había problema en reconocer que comenzaba a ser adicto a Hasani.

 

Algún que otro secreto sí que me gustaría tener contigo —dijo con tono serio. Un tono nada habitual cuando estaba con la compañía que tenía en esos momentos. Pero nada era lo que parecía... —¿Cómo voy a conseguir sorprenderte si lo acabas sabiendo todo de mí? Dime, ¿cómo? —preguntó en tono jocoso mientras miraba a sus ojos esperando que le diera una solución. Pero no era realmente así, sabía que tenía muchas capacidades para lograrla sorprender. Muchas más de la que pudiera esperarse, ya verían.

 

Dejó su espejo al lado del que acababa de regalarle esperando que con lo bonito del momento y su capacidad para distraerlo con tanta facilidad no se lo acabase olvidando allí.

 

Preciosa —era una forma perfecta para describirla y para llamarla. —¿Vas a convertir en costumbre romperme la ropa para ver el tatuaje? Mis prendas de vestir pueden usarse de un día para otro, no necesariamente tienen que ir para la basura... —seguramente podía arreglarse con magia, pero no le quedaba exactamente igual que antes. No era un experto en esas cosas. Hay que aclarar que no era una queja, solo una forma divertida de recordarle que si se lo pedía el australiano sabía quitarse las prendas sin falta de hacer desaparecer un trozo.

 

Aquel recordatorio que la Nigromante le hizo no se le olvidaría, nunca. Era todo un placer saber que allí donde fuese ella podía encontrarle, de hecho deseaba que lo hiciese si en algún momento lo necesitaba. Ambos tenían muchas maneras para saber dónde estaba el otro y con el espejo más formas de estar en contacto. Esperaba con todas sus fuerzas que no llegase el momento en el que todo aquello le pareciese demasiado y la acabase agobiando, pues agobiarla era la última de sus intenciones. Solamente quería hacerla ver que estaba allí, a su lado, hasta que quisiera...

 

Estuvo a punto de tumbarse a su lado pero antes de que le diera tiempo a reaccionar ella se había puesto de nuevo para arriba.

 

¿Me estás diciendo que puedo pasar todo el tiempo que quiera aquí, en este paraíso? —miró a su alrededor. El lugar era magnífico, pero no tardó en volver sus ojos azules a lo que más le gustaba del mundo. —¿Para ayudarte y pasar tiempo contigo? —seguía repitiendo para asegurarse de que había entendido bien. ¿Estaba de broma? No se lo tenía ni que pensar. Si estaba tardando en contestar era solamente para darle emoción, pero ambos sabían cuál sería la respuesta de antemano. —Me encantaría...

 

Pasar tiempo en uno de los lugares más bonitos que había visto, no solo en el Callejón Diagon, sino en cualquier otro lugar que conocía y hacerlo junto a la persona más bonita que se había encontrado a lo largo de su vida. ¿Qué loco se negaría a eso?

 

Luego tendrás que hacerme un tour por este magnífico lugar —pidió mientras acariciaba las manos de la mujer, demasiado contento como para ocultar sus sentimientos. Su sonrisa era amplía, no podía ocultar su felicidad y tampoco quería hacerlo. Nunca esperó encontrarse en una situación similar, tan cómodo al lado de otra persona y tan feliz de estar a su lado. No esperaba que el vínculo entre los dos se volviese tan fuerte en un periodo tan corto de tiempo, pero solo tenía palabras de agradecimiento para el destino.

 

Le había hecho una buena pregunta. Se quedó pensando durante unos instantes mientras miraba ambos tatuajes. Y mientras pensaba se dio cuenta de que era una tontería seguir con la camiseta puesta, estaba rota y estaban en la playa. Dejó a la vista su cuerpo bien entrenado, el cuerpo de una persona fuerte y deportista que siempre estaba en continúo movimiento tras quitarse la prenda blanca que hasta entonces había portado. La apartó a un lado.

 

Es cosa del amor, de estar enamorados

 

Había sido un atrevimiento muy grande por su parte decir algo así, pero estaba comprobado que el cuerpo de las personas enamoradas aumentaba de temperatura, tenía sentido lo que acababa de decir. ¿Qué otra cosa podría ser? El tatuaje desprendía calor cuando estaban cerca, cuando las pulsaciones y la respiración se aceleraba por la cercanía de un ser amado. Tenía que ser eso.

 

La rodeó con sus brazos para abrazarla y acercó su rostro al suyo lo suficiente como para que después de su beso en la nariz, las frentes de ambos estuviesen pegadas la una con la otra. Era la primera vez que estaban tan pegados durante tanto tiempo, pues permaneció en la misma posición sin decir nada durante unos segundos. El mundo se había parado alrededor de ellos.

 

No quiero que el destino nos vuelva a poner en el mismo camino, quiero que el destino no vuelva a separar nuestros caminos. ¿Me prometes que si el destino nos trata de separar tú no se lo pondrás sencillo? —quiso saber. Era una buena forma de descubrir si lucharía por aquello que comenzaba en caso de que el futuro les pusiese piedras en el camino.

 

 

 

@@Juv Macnair Hasani

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— Sin duda ambos estamos hechizados, pero no creo que la magia tenga nada que ver en esto—respondía mirándolo fijamente a los ojos. No era necesario recurrir a la magia, para estar cerca de la persona amada. No cuando existía una conexión como la que ambos compartían, el sentirse cómodo el uno con el otro, atraídos por algo más que una simple ilusión. Ambos habían sido seducidos por el sentimiento del amor, confabulado con el destino y el travieso de cupido que lanzó dos flechas justo en el centro del pecho de par de mortifagos.


El tacto con la mano de James, siempre despertaba miles de sensaciones inexplicables en Hasani. Desde una sonrisa inesperada hasta sentir un agradable calor acariciar su pecho, acompañado por un latido fuerte que le indicaba que su pareja estaba cerca de ella o la tenía presente en sus pensamientos todo el tiempo. El peligro brotaba por los poros de la piel de ella, secuestrando por in breve instante los sentidos de él, sumiéndolo en una aventura que le hacía creer que tenerla cerca era rodo un reto y en determinado momento podría causarle alguna clase de daño.


Jamás seria capaz de usar todo el poder que poseía en contra del mortifago, no sin tomar en cuenta que ella también resultaría dañada de perpetrar dicha acción contra el hombre que tenía la mirada que atrapaba la suya. Esos ojos azules que eran un mar en calma, contrastados con la fuerza de sus brazos y la calidez de esos labios llenos de halagos para con la fémina. Sin duda alguna se estaba volviendo adicta al Australiano, no soportaba la idea de tenerlo lejos demasiado tiempo y era mejor disfrutar cada instante a su lado al máximo.


— Puedes tener los secretos que quieras conmigo, pero no me hago responsable de las consecuencias que estos puedan acarrear—le seguía la broma para mantener el ambiente jocoso entre ambos— Tú me sorprendes con cualquier detalle, no creo que te sea complicado darme una que otra sorpresa sin que yo me lo espere—contestó a su pregunta. El era capaz de volcar el mundo de la vidente, poniéndolo de cabeza sin demasiado esfuerzo. Increíblemente tenía la capacidad de meterse en sus pensamientos y no salir de ellos por mucho que la rubia se esmerará en no pasar todo el rato pensando en cuando lo vería o si estaba pensando en ella.


Se aseguraría de que el espejo volviera con su dueño a casa, no permitiría que ese conducto de comunicación se viera intervenido de ningún modo.


— Encantador—respondía a su halago— No seas tan dramático con respecto a la ropa, te espera todo un nuevo guardarropa en tu habitación. Espero que no lo consideres una intromisión de mi parte. Pero ya que vas a vivir aquí, considero que es bueno que tengas todo lo necesario—le miraba con una sonrisa en los labios— No, no creas que va a ser una costumbre, pero es tu culpa por venir con una camisa a la playa. ¿Cómo se te ocurre no pensar que esa prenda estaba demás?—acariciaba el tatuaje del Australiano dejando su tacto sobre la piel, sabiendo a la perfección que esa sensación permanecería intacta en su cuerpo.


Tenían más de una forma de comunicarse, entre el espejo, el tatuaje y la conexión que los unió desde la gala de Halloween. Era como nacer con un hilo rojo del destino insertado en el cuerpo, aquel que soltaba una hebra que iba a parar al sitio donde yacía tu alma gemela. Justo eso les paso dejarse atrapar por el destino y por la leyenda que solía tener demasiado de verdad en ella.


— Si deseo que estés aquí conmigo, podemos considerarlo nuestro paraíso personal—la emoción los embargaba a ambos. Era el sitio ideal para pasar momentos mágicos e increíbles, vivencias que harían mucho más especial lo que estaban iniciando y lo transformarían en algo duradero y que les colmaría de una felicidad indescriptible— Claro, te enseñaré cada sitio especial. Además de los que me han servido para pasar momentos inolvidables, pero que nunca quise compartir con nadie—confesó con total sinceridad—Los estaba guardando para ti, quería que fueran una muestra viva de lo feliz que me haces y me harás siempre. No los conoce nadie, tú serás el único que sepa de ellos aparte de mi, obviamente—sintiendo la brisa acariciar su cuerpo se estremeció sin poder evitarlo.


Admirando su anatomía, no perdió detalle de la confesión de James. ¿Amor?, realmente esa palabra había salido de sus labios. Su tatuaje le quemaba con una agradable sensación, abrazando cada poro de su piel, reaccionando a la cercanía de su pareja con ella, sintiendo su frente unida a la suya—Es amor, claro que eso es estar enamorados—mirándole a los ojos no dudo en expresar sin temor lo que sentía. Su abrazo era una muestra clara de todo, no existía ninguna clase de barrera que les impidiera experimentar esas agradables sensaciones el uno por el otro.


Se perdía de nueva cuenta en su voz, aquella voz que se había vuelto su tonada favorita. Era como un remanso de paz, acompañado por el calor que le dedicaba con sus brazos rodeando su cadera— No tengo que prometerte algo así, no pienso dejar que el destino o alguien ajeno a nosotros dañe lo que tenemos. James por ti mataría de ser preciso, no pienso perderte por nada del mundo—acariciando su rostro con ambas manos lo acunaba con ternura entre ellas— Pelearé por ti contra el destino y contra quien sea—la sinceridad en sus palabras era real y se lo demostraría con hechos sin dudarlo.


Lo amaba en verdad y no permitiría que nadie lo sacará de su vida— Estar enamorados es permanecer uno cerca del otro y eso es lo que haremos de ahora en adelante—dejando otro beso en su nariz mantenía unida su frente y su cuerpo al del Australiano, deseando jamás separarse de él.



Cuando eres tan grandiosa como yo, es difícil ser humilde

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Básicamente ya eres la mitad de una maldición

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¿Estás segura? No lo sé... —tenía facilidad para ponerse reflexivo. Cada tema de conversación podía ser mirado desde muchos puntos de vista. Como político era obligatorio que pudiera tener una respuesta para todo y ser hábil en soltar muchas palabras por su boca. Si se quedaba en blanco sus enemigos electorales podían aprovecharlo.

 

No podía estar tan seguro al afirmar que el amor no era parte de la magia. Si lo extrapolamos a las maldiciones imperdonables vemos que el amor tiene la misma fuerza que ellas. Por un ser amado haríamos cualquier cosa que nos pidiese como si estuviéramos bajo los efectos de la Maldición Imperius. Cuando se ama y la otra persona no te corresponde o te hace sufrir, puede llegar a ser una tortura tan dolorosa como la más potente de la Maldición Cruciatus. Y tal vez el dolor te lleve hasta tal locura que te haga querer ser impactado por un rayo verde.

 

Aún no conozco tu gusto para la ropa, ¿debería fiarme? —preguntó arqueando la ceja, mostrando que no estaba muy seguro. Sólo le tomaba el pelo, sonrió. Por horrible que fuese aquella ropa que hubiese seleccionado se la pondría para no hacerle el feo. No quería dañar sus sentimientos en ningún momento. Tenía seres queridos a los que no quería que le sucediese nada malo, pero la única persona que verdaderamente le importaba y por la que haría lo que fuese necesario era esa con la que estaba en una playa tan bonita.

 

Se encogió de hombros antes de responder mientras con la yema de sus dedos recorría el contorno del tatuaje tan especial de la mortífaga.

 

Tenía intención de quitármela en unos minutos —admitió. Desconocía su gusto para el vestuario masculino, pero un nuevo vistazo a la ropa que portaba le hacía comprobar al australiano que en cuanto a su vestuario personal sí que lo tenía. Era realmente complicado no comérsela con los ojos, pero también no hacerlo literalmente. No podía quejarse de nada, le gustaba tanto por su físico como por su personalidad, además se sentía muy cómodo con ella. Ya sabía lo que sentían los piratas cuando encontraban un cofre lleno de oro.

 

Miró de nuevo a su alrededor tratando de buscarle fallos al lugar. Se moría de por ganas de descubrir cada rincón oculto, cada lugar especial.

 

No descarto mudarme aquí. En serio, me gustaría despertar todos los días con estas vistas. —confesó guiñándole un ojo. Si se refería al paisaje o a la mortífaga no se lo contaría, dejaría que lo adivinase por sí misma. La verdad era que se estaba refiriendo a ambas cosas, no podía pretender encontrarse a Hasani por allí todos los días pues se imaginaba que tendría otros asuntos y otras responsabilidades que atender, pero cuando la agenda de ambos estuviese libre confiaba en que pudiesen encontrarse todo lo posible.

 

Cuando las palabras salieron de su boca no se dio cuenta de la magnitud de lo que había dicho, pero cuando habían salido de esos labios que tanto llamaban la atención a sus ojos se dio cuenta de la importancia de las mismas. Enamorados... vaya. ¿De verdad ambos estaban enamorados ya? No podía asegurarlo, nunca antes había sentido esa clase de sentimientos. El tatuaje les hacía ver que la conexión era única y especial. Seguramente no sería capaz de describir lo que sentía por ella, pero aquellas palabras que antes le salieron de forma impulsiva podían ser muy ciertas.

 

Sí, sin duda lo que sentía era amor. No había otro nombre que pudiera encajar tan bien con los sentimientos que tenía respecto a ella.

 

Se separó unos centímetros para poder ver al completo su rostro. Era perfecto. Comenzó a acariciar una de sus mejillas de nuevo, pero su cabeza por primera vez no estaba pensando en la belleza de la mujer, sino en las palabras que esta le había dedicado. Se le quedó grabado que mataría por él. El australiano nunca había matado por mero entretenimiento, siempre había una razón detrás para hacerlo. Sea porque se interpusieron en su camino, sea porque había algo que le hacía despreciarlos... pero nunca simplemente como parte de un juego. ¿Era hora de estrenarse?

 

Quiero que lo hagas, quiero verlo. Quiero comprobar que matarías por mí, porque te lo pido. —¿Se podía considerar una prueba de amor? No estaba seguro, pero su adrenalina había aumentado. Se miró el tatuaje que tenía en su antebrazo izquierdo, quería ver qué se sentía al cometer un crimen solamente porque dos enamorados querían. Tal vez le gustase y quisiese hacerlo más a menudo. O tal vez siguiese pensando que con la muerte no se jugaba y que sólo había que hacerlo cuando había detrás una razón importante. Estaba en un momento de su vida en el que o se radicalizaba o quizá debería volver atrás... —¿Te atreves?

 

Se separó hasta ponerse de pie. La miró y murmuró una palabra que resultó ser 'Krex'. Al instante un elfo doméstico viejo, feo, pero que era capaz de mantener una porte elegante y digna para lo que era habitual para un simple esclavo apareció allí haciendo una breve reverencia a los dos magos. La situación hasta ese momento estaba siendo bonita y romántica, pero había muchos ratos para seguir así, para estar cerca, para decirse los sentimientos mutuos que se tenían el uno y el otro. Solo esperaba que no pensase que la víctima debía ser el elfo.

 

Por si acaso, no tardó en explicárselo. No era sencillo encontrar sirvientes de confianza y eficaces.

 

Lo he llamado para que cuando tú quieras vaya a buscar a un ser humano para ver la veracidad de tus palabras y para que posteriormente se deshaga de los restos, pues no me gustaría que un cadáver estropeara tan bonito paisaje. No tiene que ser ahora, no tiene que ser hoy pero indudablemente te he tomado la palabra. —hizo una breve pausa antes de terminar, había un detalle que aclarar. —Y sí, yo también lo haría por ti.

 

 

@@Juv Macnair Hasani

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-Todo eso esta muy bien y me alegro por ti, pero es mi hija y no pienso consentirlo....


-¡Basta Ron! Vas a aceptar al chico hasta que lo conozcas personalmente y yo voy a encargarme de ello.


- Pe-pero Hermy....


-Ni peros ni nada. Ademas, si no me haces caso, se acabaron los "encuentros especiales"


- ¡Eso es un golpe bajo!


- Hablo en serio Ron.


- De acuerdo Hermy, tu ganas --- dijo Ron a regañadientes.


- Hermy, ¿Que son los "encuentros especiales"? --- dijo Harry, intrigado.


- Ah, eso. Veras Harry cuando estamos peleados y queremos reconciliarnos tomamos juntos baños de burbujas y espuma y luego, ya sabes.


- jajaja ¿en serio?, pues debo plantearmelo con Ginny.


- Entre nosotros, Hugo fue concebido en mitad de uno de esos "encuentros", ---dijo con sonrisa traviesa--- pero no me interpretes mal, nuestros hijos han sido deseados pero ese fue mas "deseado" jajaja.

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— No poseo la certeza universal en mis manos—respondía con frialdad— Pero pocas veces por no decir nunca mis predicciones son erradas—quedaba en el creerlo o no. Ella no era nadie para emplear su poder de coaccionar a las personas, buscando que estás aceptarán sus palabras o las dieran por sentado. Sus años dentro de la politica, si que le enseñaron a ser de lo más directa y frontal, evitando a toda costa vender gato por liebre a sus aliados o enemigos dentro de la elite mundial.
Para la Nigromante, el amor no tenía una forma determinada o una definición exacta, no podía negar que tuvo la oportunidad de vivir y experimentar sus claroscuros. Aprendiendo a diferenciar entre una ilusión pasajera y el amor real, la primera se desvanecería ante tus ojos como lo hace el espejismo de un oasis en medio del desierto. Pero la segunda era más lacerante y dolorosa que los cortes que te proporciona una katana recién afilada por las manos de un habilidoso artesano. Justamente por eso era sensato e inteligente, aprender a diferenciar entre ambas y no dejarse engatusar tana fácilmente.
—Estás en la libertad de deshacerte de la ropa, no hay necesidad de que la uses. Mi única intención era halagarte, pero...—le miraba a los ojos fijamente sonriendo despreocupada. Ella igual podía jugar el mismo juego, logrando que su humor se mantuviera sereno en todo momento. Pocas cosas la hacían explotar de verdad, transformándola en una persona nada racional y si totalmente visceral. Era atractivo tener una tanda de bromas, quizás eso los ayudaría a conocerse un poco mejor y detectar con lujo de detalles que les agradaba o no del otro. Sabía que las personas solían verse afectadas por las acciones de los seres que les rodeaban, pero también era maduro tomar las cosas como eran y no hacer una tormenta en un vaso de agua.
Si el lograba lastimarla de algún modo, no le alcanzaría la vida para intentar enmendar el error o al menos aspirar a que la rubia le otorgará una insignificante muestra de misericordia. Pero algo le decía que la intención de causarle alguna clase de daño, no le había cruzado por la cabeza ni por error. Igualmente ella jamás buscaría causarle ninguna clase de dolor o lastimarlo, porque su único fin era hacerlo feliz la mayor parte del tiempo, por no decir siempre.
— Parece que me adelante—siseó escaneando el torso desnudo del Australiano, no podía negar que tenerlo delante era una delirante tentación. Ella era fanática de la anatomía masculina, no por nada siempre optaba por admirar a los caballeros que sabían como mantener una excepcional condición física. Y el hombre delante de ella, no era la excepción a la regla, aunque también, le atraía sobremanera su sentido del humor y ese porte plagado de valentía y gargo. Elegancia pura era lo que destilaban los poros de su cuerpo, realmente la fortuna le sonrió a la hora de elegirlo como su pareja.
El paraíso estaba plagado de misterios y esa playa lo ejemplificaba a la perfección. Ya le enseñaría cada uno de los rincones que le interesará conocer, dejando los más especiales y misteriosos para el final.
— Aquí podrías sentirte como en casa, ya la invitación esta hecha por mi parte. Sólo resta que la tomes y te decidas—comentó comprendiendo las intenciones de James,. No le quedaba la menor duda de que el paraje por las mañanas seria encantador, pero no tanto si no se contaba con una agradable compañía que engalanarla con su presencia el amanecer. Las múltiples ocupaciones de la Neozelandesa, le mantenían la mayor parte del tiempo apartada de ese complejo hotelero, pero si se lo proponía con gusto empataría su agenda con la del caballero para coincidir más de una vez dentro de esa playa.
No era una mujer que se destacará por ser impulsiva, porque siempre se manejaba con la cabeza fría. Demostrando sus sentimientos solo ,a aquellos que creía merecedores de tal honor, sabia que lo dicho por ella calo profundo en el castaño. Le estaba dejando en claro lo que sentía por el, posiblemente de ese modo poco a poco, si existían dudas o inseguridades se dispararían sin remedio. Pero algo le decía que todo entre ellos era transparente como el océano que les acompañaba dentro de esa playa, las olas del mar le daba un toque apacible a todo ese momento.
Acariciando el pecho del Australiano, confirmaba con esa acción su sentir. Era amor como ella lo asumió, no quedaba espacio para ponerlo en tela de juicio y sabía que el sentía lo mismo. Ambos eran demasiado analíticos como para decirlo, tal y como era, pero el sentimiento estaba presente en el interior del par de mortifagos.
Hasani cumplió su cometido sin problemas, tras decirle que mataría por el. James reaccionó como ella lo esperaba, matar era un deleite para la Vidente, pero no consideraba que todos compartieran su apreciación de privar de la vida a cualquier ser viviente. Ella mataría sin pestañear a quien se le cruzará en el camino, ya fuera por mero placer o simplemente para probar la crueldad que le corría por las venas. La lista de decesos era interminable, mujeres, niños, ancianos y hombres. Cada uno de ellos sucumbió ante el yugo de la vampiro, quedando como un cuadro en tonos sepia dentro de su bitácora como asesina.
— No tienes la autoridad para pedirme eso, no se te olvide que si mató es porque se me antoja. Jamás nadie me ha dicho a quien matar o que vida debo perdonar, no te equivoques—indicó clavando sus ojos en el rostro del hombre adoptando una postura impasible, pero no molesta por su petición sino divertida. Matar por amor era una acción bastante fuerte, aquella que sobrepasaba los limites entre la razón y la locura. No quedaba nada de humanidad en la mortifaga, no le molestaba lanzarse contra un indefenso muggle, atacándolo con uno que otro hechizo pero antes de eso torturarlo sin piedad— Si es un reto, no has ido por la senda correcta. Yo me atrevo a lo que sea, no me lo pienso dos veces. Esta demás tu pregunta—parecía que su acompañante, no tenia del todo claro cuando era sensato matar por placer o diversión.
La vida era algo valioso para los que la apreciaban, pero ¿Qué pasaba cuando unos pocos no eran dignos de estar dentro de ese mundo?. Si el Australiano, no estaba convencido de seguir la senda de la oscuridad, no era demasiado tarde para dar un paso al costado y meditar sobre su decisión de unirse a las filas de la marca. Macnair nació con la maldad corriendole por las venas, sumida en una oscuridad que jamás se vería afectada o quebrantada de algún modo. Esperaba que lo mismo ocurriera con el mortifago, porque el defender algo que no tiene más valor que la muerte misma, no tiene razón de ser.
— Puede ir por un muggle que sea indigente o tal vez un alto mandatario. No sé por cual decantarme, creo que la sed de ver caer a un empoderado, que cree que es igual a nosotros me ha seducido—sus palabras eran una sentencia de muerte dictada. Deseaba verla en su faceta de asesina despiadada, pues bien no había mejor oportunidad que esa para que la hidra que tenia tatuaje en su espalda despertará al verse tentada por un poco de sangre fresca—Trae al primer muggle que se cruce en tu camino, no importa genero o edad. Solo recuerda que debe ser una persona poderosa—terciando una lóbrega sonrisa en sus labios, no tardó demasiado en ver cristalizada su petición.
Delante del par de magos un hombre de unos veintitantos, quedó anonadado ante la belleza que le rodeaba. No daba cuenta de que se encontraba muy lejos de su hogar y de un sitio seguro a donde poder correr, mirándolo de arriba a bajo, no experimento ninguna clase de pesar por el desdichado—Va la mía y luego la tuya, no lo olvides corazón—deslizando su lengua por sus labios con parsimonia aparecía una daga en su surda. No era la del sacrificio, no se atrevería a manchar esa arma con una sangre tan impura—Ahora bien, tu y yo vamos a jugar a las adivinanzas. Si aciertas el tipo de muerte que deseo darte, prometo dejarte ir sano y salvo—sentenció tomándole por el cuello— Tienes solo dos opciones, la primera es cortándote la yugular y la segunda es apuñalarte, para luego dejar que te ahogues con tu sangre—el hombre levantó un dedo para dar su respuesta.
La mala suerte estaba de su lado, porque la elección de la hidra había sido clavar esa afilada hoja en su abdomen hasta provocar que sus órganos quedaran reducidos a un puñado de sangre y tripas, despejándolo de su inservible vida—Mala suerte—lanzando un golpe contra otro, abría un hueco en su cavidad abdominal. Los gritos que brotaban de su boca eran capaces de captar la atención del resto de los huéspedes, pero tras encontrarse en la zona más privada de la playa, ni una sola alma iría en su auxilio— ¿Estás satisfecho?—mirando al Australiano fijamente esperaba su respuesta, dejando caer el cuerpo disfrutaba de ver como la luz escapaba de los ojos de ese sujeto— Porque si eso no es suficiente para ti, no habrá nada más por hoy—quedando en silencio no perdía detalle del asesinato que acababa de cometer.

 

@@David James Dumbledore

Editado por Juv Macnair Hasani

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"Mansion Malfoy, 6 de Septiembre del 2017,


Querido Hijo:


Tu padre y yo estamos muy orgullosos de que sigas nuestros pasos, nos alegra de que te encuentres a gusto y que ya tengas amigos.


Respecto a tus amigos, creemos que es muy pronto para opinar sobre ellos pero si tu te encuentras bien en su compañia es que deben ser muy buenos chicos.


Queremos lo mejor para ti y tambien te echamos de menos.


Besos de nosotros y de tus abuelos"



Jardines de Hogwarts, un dia despues.


- Pues se lo han tomado mejor de lo que creia.


- ¿Y que pensabas, que te iban a lanzar una maldicion imperdonable jajaja?


- Pues no se Albus pero al saber vuestros apellidos, quizas...


- Yo espero todavia la carta de mis padres pero creo que no se lo tomaran mal.


- En cambio yo no lo se ---dijo, pensativa, Rose--- a mi madre no creo que le importe pero mi padre...


- ¿Que pasa con el?


- Pues que le tiene mania al tuyo y no quiero que, por mi culpa, lleguen a las manos.


- Os olvidais de algo ---intervino Albus--- en nuestra familia las mujeres siempre llevan las de ganar, asi que creo que tu madre encontrara la manera de dominar a tu padre


- No se, no estoy muy convencida...


- Vamos prima, se optimista y cruza los dedos, nuestras lechuzas no deben tardar ya.


- Esperemos a ver que pasa pero yo no quiero romper nuestra amistad.


- ¿Juntos por siempre?


- Si ---respondieron Rose y Scorpius--- pase lo que pase

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No pudo evitar soltar una carcajada ante las afirmaciones de la rubia. Aseguraba no tener la certeza universal, pero presumía de decir que sus predicciones casi nunca estaban erradas. Con el paso del tiempo comprobaría si sus palabras eran ciertas, pero había un tema concreto en el que el australiano no pensaba ceder. Tenía muchos fallos, muchas cosas que le hacían no ser la mejor persona del mundo, pero cuando se trataba de amor se transformaba en un ser más bondadoso.


Te haré ver que el amor y la magia van de la mano, que pueden ser uno —comentó haciendo una breve pausa. —No hablo de pociones u objetos que simulan enamoramiento, pues eso no puede ser considerado amor. Hablo de otras cosas. —el ejemplo más claro era el tatuaje que ambos compartían. Había sido cosa de la magia y gracias al amor. Con ella sacaría ese lado oculto que llevaba dentro de si mismo. Le trataría de demostrar que en esa ocasión era la mortífaga la que se equivocaba.


Había despertado su curiosidad por descubrir la ropa que le había comprado para, según ella, halagarle. Lo primero que haría cuando fuese a sus aposentos sería abrir el armario para comprobar cada una de las prendas y sí, por supuesto que la próxima vez que se encontrarían se aseguraría de llevar una de las prendas que había tenido el detalle de adquirir para el australiano. Incluso, tal vez, en algún momento ambos tenían la oportunidad de salir a comprar juntos ese tipo de productos.


La he aceptado, la acepto y la aceptaré. —sí, iba a pasar mucho tiempo en aquel negocio. Un rápido vistazo al lugar le hacía ver un montón de actividades que le gustaría hacer en su día a día. Correr por la playa para mantener su forma física, volar con escoba sobre el mar donde también podría nadar y darse todos los baños que necesitase... Incluso se le había ocurrido la idea de interesarse por la construcción mágica y hacer un barco con el que poder navegar y sentirse como un pirata.


Pensando en todas las cosas que podían hacerse allí se le habían ocurrido ideas, no solamente para sus actividades de ocio, sino también ideas decorativas que podrían estar la mar de interesantes. De hecho, había una rondando en su cabeza que no iba a poder quitarse de encima hasta que la compartiese con la mujer. Sabía que seguramente sería muy precipitado pedir algo así, pero debía de hacerlo ahora porque sino corría el riesgo de que se le acabase pasando y lo olvidase.


Un día podríamos tratar de construir una especie de estatua, en algún lugar de este negocio que quede bonita. Una estatua de un dragón que nos simbolice. —esperad, por su cabeza no paraban de viajar ideas y más ideas. —O dos estatuas, estatuas cercanas que lanzaran fuego por su boca haciendo una especie de corazón. —¿Era posible? No tenía ni idea. ¿Le gustaría? Tampoco lo sabía. Lo único de lo que estaba seguro es que esas cosas en su cabeza se veían geniales, dignas de admirar.


No pudo evitar soltar una sonrisa ante las palabras de la Hasani. Realmente, tenía mucha razón. El australiano no tenía ningún tipo de autoridad para pedirle nada. No era nadie para hacerlo, no era nadie para exigirle qué debía realizar en cada momento. Pedir que le quitara una vida a un ser vivo porque sí, no era fácil de digerir para todo el mundo. Sin embargo, como solía pasar en la mayoría de las ocasiones, el mago tenía varios motivos para hacer lo que había hecho.


Después de mí, posiblemente nadie vuelva a pedirte algo similar. —nadie lo había hecho en el pasado y tal vez nadie lo hiciese en el futuro, sobre cosas del futuro ya había quedado claro que el ex-jugador de Quidditch no tenía mucha idea, pero le estaba poniendo solución a eso. —De todas formas, parece ser que aún no te has dado cuenta de que soy diferente a todas las personas con las que te has cruzado a lo largo de tu vida. Lo que hayan hecho o dejado de hacer, no me interesa. —finalizó con una sonrisa.


Le daba igual sus relaciones sociales del pasado, las presentes y las futuras. Lo único que le preocupaba era la relación que ambos mantenían y que no era de simple amistad, iba mucho más lejos de eso. Seguramente no sería la última vez que el mago le pidiese algo que nunca nadie antes se hubiese atrevido, pero de nuevo había que dejar claro que no pensaba ser una más en la vida de la Nigromante, confiaba en ser la persona más especial que conociera jamás.


Casi, has estado cerca. —pero no era exactamente un reto. —Esta vez es una prueba porque sabía de sobra que te atreverías. Es una prueba para conocerte mejor, para saber cosas de ti que no podría descubrir de ninguna otra manera. —ni se imaginaba la de cosas que podría descubrir de ella si cumplía aquella petición. Sabía de sobra que había matado en el pasado -o eso se imaginaba- pero verlo en primera persona sería mucho más diferente. Sería incluso raro.


Se alegraba de que finalmente no pidiera traer al elfo doméstico un alto mandatario. Esas muertes nunca pasaban desapercibidas, había que hacerlas de una forma mucho más fría. Si de algo se caracterizaba el ex-miembro de la casa Gryffindor es de no dejar rastro en ninguna de las cosas que hacía hecho. No quería que en un futuro le pudiesen acusar de crímenes por mucho que los hubiera cometido. Claro que, esa forma de pensar podría cambiar y volverse menos prudente.


A pesar de no ser un alto mandatario o miembro político de alto nivel en el mundo de los muggles, el elfo doméstico llevó a la playa a un hombre desconocido, muggle y poderoso. No tenía ni idea de quién era, pero a ninguno de los allí presentes le importaba. Visualizó cada uno de los movimientos que realizó Hasani, la miró, vio como se comportaba, como jugaba de algún modo con su víctima e incluso se divirtió. Cuando su pareja terminó, le dedicó un breve aplauso a modo de celebración.


Hizo un rápido gesto a su siervo para que limpiara la escena, no quería que la sangre pudiese manchar la sangre más de lo necesario y no quería que un cadáver insignificante rompiese con la belleza del lugar. De un instante a otro, todo había vuelvo a como antes. Allí solamente se encontraban los dos magos y el esclavo por si su amo, o su pareja, tenían alguna orden más que darle. La escena se había quedado grabada en su mente, no necesitaba verla.


Satisfecho. —la agarró de la mano y se la llevó de allí para acercarse a la orilla, le había apetecido dar un paseo por la orilla mientras charlaban de un par de cosas que le habían quedado claro tras su asesinato. —¿Por qué lo has hecho? Porque yo te lo he pedido, por amor. ¿Te das cuenta de la poderosa magia que tiene el amor, capaz de hacernos realizar acciones que en esos momentos no teníamos pensadas? —volvía al tema del principio, poco a poco iría convenciéndola.


Pero eso no era lo más importante de todo. Lo que había presenciado había sido interesante, extrañamente divertido.


No es la primera vez que matan por mí —había que recordar su organización de mercenarios. El australiano había asesinado, pero la verdad es que el prefería dar las órdenes y quedarse en su despacho esperando que otros se manchasen las manos. En la Marca Tenebrosa eso cambiaría porque él estaba bajo las órdenes de un líder y de otros miembros con un escalafón por encima del suyo. —Me he dado cuenta de que tenemos formas de hacerlo muy diferentes. Eso me gusta, al ser diferentes juntos haríamos un equipo más completo, cada uno con su propio estilo...


Sus pies por fin estaban tocando el agua del mar, pero en vez de continuar andando se paró mirando al horizonte, agarrado de la mano a la mujer que tanto le gustaba.


¿Prefieres matar así antes que usando la varita? —quiso saber por mera curiosidad.




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La razón reinaba por encima de todo en la vida de la Vidente, no daba paso sin antes meditar con calma las consecuencias o beneficios que eso le acarrearía. Pero ver el amor desde otra perspectiva, jamás le había pasado por la cabeza. No al menos como deseaba plantearselo el Australiano, reconocer que la magia y el amor, iban de la mano no era del todo descabellado. Sabía que no se rendiría hasta que la rubia aceptará esa teoría y comprobarla ante sus ojos parecía ser su única finalidad de momento.
— Tienes razón, apareció ahí por causa de la magia que se desató cuando nos vimos en la gala de Halloween—sonrió al recordar ese momento—Sin embargo, apareció en la de Navidad y está terminando de formarse con cada encuentro que tenemos. El amor puede ser tan mágico como lo creas, pero como todo posee un lado sombrío y cruel—agregó mirándolo fijamente a los ojos. Era diferente a todas las personas que habían estado dentro de su vida, algunas se evaporaron como lo hace el agua al estar sobre una hormilla y otras simplemente fueron abrazadas por la muerte.
— Tema cerrado, la has aceptado y no hay más que decir sobre tu guardarropa nuevo—sonrió fingiendo molestia. Eso era lo genial de estar con el Tempestad, poder cambiar de humor sin necesidad de dar una explicación o tener que disculparse por ello. Empezaban a conocerse bien, pero no del modo que muchos esperaría, pero bastaba con que ellos se sintieran cómodos con todo lo acontecido desde que se conocieron. La idea de ir de compras con su pareja, no hizo más que aumentar la alegría que les rodeaba al estar juntos.
— La propuesta de las estatuas me parece genial, creo que podemos dejarlo para después. Pero se me ocurre que sería un regalo de San Valentin increíble, cada uno lanzando fuego como el de la hoguera que te enseñe en aquella visión. Pero este par formarían un corazón que al desvanecerse dejaría nuestras iniciales visibles en el firmamento—dejaba volar su imaginación sin darse cuenta. Estaba siendo contagiada por el entusiasmo del castaño y eso le causaba sensaciones que jamás había experimentado con nadie en el pasado.
— A quién lo pida, créeme que recibirá una negativa como respuesta—adoptaba una postura seria por un breve instante. Relajándose poco a poco recobraba esa chispa que le hacia mantenerse centrada en compartir un momento inolvidable dentro de esas playas. Esas palabras eran una promesa y ella jamás las rompía, entregar por completo esa parte de ella, no le había costado demasiado en realidad— No eres diferente, sino único en mi vida. El pasado es pasado y el presente somos tu y yo, al igual que el futuro—asentía segura de afirmación. Había vivido demasiado dentro del mundo mágico, sinsabores que supieron como tumbarla al suelo, pero del mismo modo se levantaba mucho más fuerte y poderosa.
— Ambos podemos pedir cosas fuera de lo común y te aseguro que nadie más las solicitado. Yo no suelo hacer nada por nadie, pero tu eres la excepción a la regla—se sinceraba al dedicarle esa confesión. Por él iría al mismísimo infierno de ser necesario, si su vida corriera peligro, no se pensaría dos veces el utilizar todo el poder que poseía para impedir que el menor daño le afectará de alguna manera— Reto o no, ya esta hecho—limpiaba un poco de sangre que manchó su abdomen plano y marcado por unos coquetos cuadritos. Buscaba sacarla de su zona de confort y o había conseguido con creces, pedirle matar era igual a decirle que saltará de un acantilado sin posibilidad de sufrir daño alguno.
— Al menos te gusto el espectácu.lo, no iba a defraudarte con una función de segunda mano. Creo que me he lucido y quedo hecho pedazos—dejando una caricia en su rostro se perdió en sus ojos una vez más— Era el hijo del primer ministro de algún país muggle. No me preocupa que busquen al culpable, porque existe dentro del mundo que ellos habitan y yo no seré fichada por un cretino como este—se mofaba de lo desgraciados que eran algunos seres humanos. Sacándose ese tema de la cabeza, prestaba atención a lo dicho por James—Lo hice porque me importas más de lo que te imaginas y si, por amor. Te lo dije hace unos instantes, pero parece que las dos palabras se que escaparon o no pudiste pillarlas—reía jocosamente dándole un toque divertido al momento.
— Es una magia sumamente poderosa, pero si no se sabe controlar. Puede causar daños irreparables, romper corazones o acabar con la vida de cualquiera que no sepa reaccionar a las sorpresas que suele dar—miraba al firmamento dejando una caricia en la mano de su pareja con un roce delicado— Te hace cometer actos fuera de la razón, pierdes todo sentido y solo te dejas llevar por tus instintos. El amor saca lo peor o mejor de las personas, yo solo he matado una vez por amor—sonreía sin sacarlos ojos del cielo—Creo que sabes cual fue—guardó silencio para escucharlo.
— Algo así me imaginaba, no sueles ensuciarte las manos. Pero ten por seguro que muy pronto lo harás—buena idea contar con un grupo de mercenarios. Sin embargo ella prefería hacerlo con sus propias manos, sujetar el cuello de una persona presionándolo hasta que la luz de la vida escapara por sus ojos—Estás en lo cierto, poseemos modos diferentes de matar y si, no hay duda de que juntos seriamos un equipo letal y efectivo. Algo así como un dúo imparable, no puedo negarlo—su siguiente pregunta no le tomaba desprevenida.
— Si, prefiero matar de una forma más personal. Creo que es algo intimo y muy cercano a la victima. Me seduce la idea de verlos suplicar por su vida, suelo usar toda clase de instrumentos de tortura y pena capital—recordaba su amplia colección—Deseo saber algo, ¿Qué serías capaz de hacer si yo me encontrará en alguna clase de peligro o predicamento?—le miraba discretamente. Jalándolo hacia abajo lo hizo sentarse en la arena, colándose por en medio de sus piernas se sentaba apoyando su espalda contra su pecho— No hay sillas cerca, además me agrada sentir el calor de tu pecho contra mi espalda. Planeo llevarte de compras, justo hay un centro comercial en este lugar y luego de eso podemos comer algo—tomando las manos del Tempestad las entrelazaba con las suyas.

 

@@David James Dumbledore

Cuando eres tan grandiosa como yo, es difícil ser humilde

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Básicamente ya eres la mitad de una maldición

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"Querido Albus:


Tu madre y yo estamos muy contentos de que estes en Griffindor aunque, como ya te dije, estaria igual de feliz donde te hubiesen puesto.


Respecto a tu amistad con Scorpius no tenemos nada que objetar, tu tio Ron se puso un poco borde con eso pero tu tia Hermione le ha devuelto a la cordura. De todas maneras Rose recibira una lechuza al respecto.


Me alegra que los alumnos confraternicen entre si eso es señal de un buen ambiente. Portate bien con tus profesores y, si Hagrid te invita a comer, cuida tus dientes.


Besos de tu madre y mios, ah y de Lily que te echa mucho de menos"



El mismo dia Rose tambien recibio carta.



"Querida Rose:


Nos alegra que compartas casa con tu primo y que te integres bien. No tengo nada que decir sobre tu relacion con Scorpius, si bien tu padre se ha puesto medio histerico con ello pero ya lo he "reconducido" a su sitio.


Espero que se conozcan ambos y asi no pondra tantas pegas. Hugo te echa de menos.


Besos,


Mama"

http://i.imgur.com/kNMDvWi.png


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¿Ves? Eso también ocurre en la magia. —sonrió. Desconocía si la estaba convenciendo lentamente de que las dos cosas estaban más relacionadas de lo que se creía o, sin embargo, solamente le estaba dando la razón para conseguir que se callase. En todo caso, al australiano no le importaba demasiado. Como la fecha más romántica del año se estaba acercando sus niveles de romanticismo estaban más altos que en cualquier otro mes. Claro que eso era en condiciones normales, ahora que tenía una persona a la que quería de ese modo puede que esos niveles nunca descendiesen.

 

El amor tenía un lado oscuro, sombrío y cruel. Hacer daño a través del amor podía ser efectivo y dañino. Gracias al amor se podía destruir por completo a una persona. El ex-jugador de Quidditch lo sabía de primera mano, en más de una ocasión lo había utilizado a su favor para conseguir sus objetivos sin importarle quién pudiera sufrir. En aquella ocasión era diferente, todos los sentimientos que tenían eran verdaderos y reales. Su pecho era la muestra de ello. Si lo que sentía no fuese real no hubiese podido aparecer tan hermoso tatuaje en su pecho. Era la prueba de que esta vez no mentía.

 

Hizo un gesto con la cabeza para indicarle que lo entendía. El tema estaba cerrado. No era importante que estuviesen molestos o fingiesen estarlo. Estaba empezando a comprender que no iban a ser de esas parejas que se marchaban enfadados uno por cada lado. Incluso cualquier clase de enfrentamiento entre ambos, fuese por el motivo que fuese, podía solucionarse de mil maneras. Y si no, siempre podían hacer alguna clase de competición por ver quién llevaba la razón, teniendo que disculparse por sus errores aquel que acabase perdiendo en el juego que propusiesen.

 

¿Crees que nos dará tiempo? —preguntó con curiosidad. Lo de las estatuas sonaba increíble, aún más con aquellas ideas que había aportado la Nigromante.. El australiano, por desgracia, no tenía muchos conocimientos acerca de la construcción de esa clase de cosas así que sería algo para hacer con mucho tiempo, asegurándose de que quedaba todo bien. No quería hacerlo demasiado rápido y que las estatuas fuesen aberraciones. Nunca pensó que pudiera interesarse por la fabricación de estatuas, pero había pocas cosas que cambiaban más a una persona que el amor.

 

Con las palabras de Hasani una sonrisa de autosuficiencia iluminó su rostro. No podía ocultar que su ego era altísimo, pero la mujer que tenía a su lado hacía que llegase a límites insospechados. El Dumbledore siempre se había sentido especial, alguien digno de ser admirado por las masas, pero nunca hasta ese momento había tenido a alguien tan especial que le dijese las cosas buenas que sabía que tenía. Nunca dejaba de sorprenderle que la mortífaga tan sanguinaria que tenía al lado también pudiese ser la misma que de vez en cuando le soltaba algún que otro piropo inesperado.

 

Por su parte, también haría cualquier cosa para demostrarle a la rubia todo lo que sentía por ella. Había tantas cosas que haría para poder estar a su lado, que ni siquiera podía pensar en todas en ese momento. La mejor pregunta que le podrían hacer era; ¿Qué haría por ella? Y su respuesta, como ya había dado en algún lugar, sería todo. Sin más, no había excepciones de ningún tipo. No había límites. Haría absolutamente todo lo que fuese necesario para poder seguir con ella, para poder hacerla tan feliz como pudiese. Eso era algo que la Hasani debería saber, siempre sería así.

 

Me gusta como suena la palabra amor salida de tus labios. —comentó con una sonrisa mientras sujetaba su mano con delicadeza. Nunca se hubiera imaginado encontrarse en una situación así, con una mujer que había matado por el amor que le tenía. La vida de otras personas le era insignificante, la única vida que le importaba era la de su acompañante. Era bien cierto que el amor sacaba lo mejor y lo peor de los demás. Muy posiblemente, el peor lado de James saliese a la luz por esa razón. Acabaría con una población entera si fuese necesario. Quemaría el mundo entero si se lo pidiese.

 

Asintió brevemente mientras la miraba directamente a los ojos, perdiéndose en ellos.

 

Tienes razón, lo haré. —desconocía si era una suposición o había utilizado los poderes de videncia que tenía para pronosticarlo, pero llevaba mucha razón. —Mi época de no mancharme las manos ha terminado. No es que me gustase quedarme en un sitio seguro mientras otros se jugaban la vida, pero era lo que tenía que hacer. Tengo que comenzar a hacer todas esas cosas en primera persona. Y no sólo es que tenga, es que además me apetece... —admitió. Su forma de ver la vida iba cambiando. Quería tener un protagonismo más activo en las guerras que estaban por venir.

 

Y sí, siempre su mayor preocupación había sido mantener su identidad completamente protegida. No quería que nadie supiese cuáles eran sus verdaderos propósitos o sus intereses, pero no hacía muchos días que se le había ocurrido una idea para poder compaginar la vida de un guerrero y la vida de un político. Seguramente más pronto que tarde le contaría aquello a la mujer, era la persona en la que más confiaba del mundo y quería hacerla participé de todas sus ideas tanto en el ámbito personal como en el laboral. No quería que entre ambos hubiera secretos.

 

Fue una fortuna que lo jalase para abajo. En el tiempo que demoró en sentarse en la arena pensó en la respuesta que iba a darle.

 

Sería capaz de hacer todo lo que fuese posible para salvarte de esa situación. —lo primero que hubiera dicho no hace mucho tiempo sería acabar con todo lo que la pusiese en peligro, pero un Arcano le había hecho comprender que en esas situaciones cuando la vida de un ser peligro estaba en riesgo era mejor pensar con calma y dejar la impulsividad para otros momentos donde fuese más inteligente. —Lo primero que haría sería ponerte a salvo, ayudarte a librarte del peligro costase lo que costase. —y después, de ser posible, acabar con todo aquello que le hiciese daño.

 

La rodeó con sus manos y le dejó un beso en el cuello nada más que terminó de responder a esa cuestión. Tenerla ahí, en esa posición y con vistas al mar era una de las mejores situaciones en las que estaba desde hacía mucho tiempo.

 

¿Tú harías lo mismo por mí? —preguntó. Por lo que acababa de comprobar hacía solos unos minutos cuando terminó con la vida de aquel muggle hijo de un hombre importante, se imaginaba la respuesta. Sin embargo, quería escucharla salir de su propia boca. Aunque uno supiese muchas cosas, nunca estaba de más asegurarse de ellas para no olvidarlas nunca. Había muchos ejemplos de ello. Apegó su pecho a la espalda de la fémina para que sintiera con fuerza todo el calor que emitía su tatuaje. Tan intenso por la cercanía en la que se encontraban los dos.

 

¿Hay de todo por aquí? —cuestionó con sorpresa al descubrir que también había un centro comercial. Mientras esperaba la respuesta acercó su nariz al cabello de la rubia para inhalar el aroma que emitía. Embriagador.

 

 

@@Juv Macnair Hasani

Editado por David James Dumbledore

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