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Tauro M.

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Mensajes publicados por Tauro M.

  1. La agradecí que me hubiese ignorado y pegara el pedazo de nieve en la herida que según yo no me dolía y lejos de enojarme le sonreí. Lo observé curiosa en su labor con la sábana, sin tener idea sobre lo que pretendía hacer y lo cierto es que aunque me lo hubiese imaginado, jamás iba a acertar. Negué con la cabeza cuando preguntó por su sombrero y empecé a buscar alrededor, pero no había rastro del sombrero ni de sus restos. Quizás siguiera en el pueblo o en el bosque, cualquier cosa era posible.

    -- ¿Que no has hecho el qué? --Mi respuesta llegó más rápido de lo que pensé, porque ¡estábamos surfeando en la nieve! ¿Cómo lo había hecho? Con Sherlock aprendí que habían cosas que no valía la pena forzar ni insistir para entenderlas, simplemente dejarlas él y como con él todo era impredecible... Bueno, me agarré como pude deseando que esa travesía llegara pronto a su fin. Llegamos al pueblo donde un grupo de personas nos recibieron y nos trasladaron hacia una vivienda más alejada, en lo que yo estaba siendo cargada por varios hombres semidesnudos y no me quejaba, pero ya me estaba dando un poco de mareo.

    Ahora ya teníamos una idea más clara sobre lo que estaba pasando y el siguiente paso sería ir a las Montañas Heladas donde pediríamos ayuda a los gigantes de escarcha. Intercambié miradas con Sherlock, quién esperaba que yo tomara la decisión. Me aparté el rastro de nieve y ya con más calma usé la varita para que la herida se terminara de cerrar. Pedí a mis ayudantes que me bajaran y me dejaran en el suelo.

    -- Opino que vayamos. No tiene sentido que nos regresemos ahora.

    La völva junto con el Pueblo de la Nieve nos llevaron hacia las Montañas Heladas, ellos conocían perfectament el camino, por lo que no nos tuvimos que preocupar. Al llegar nos encontramos con una escena que hizo que sacara nuevamente mi varita, pero esta vez preparándome para una batalla. Un grupo de bárbaros se encontraba atacando a los gigantes.

    -- ¡Cuidado! --grité cuando una enorme bola de nieve cayó junto a nosotros.

    -- Espera, ¿que no es ese tu sombrero? --le dije a Sherlock, señalando el Sombrero en la cabeza de uno de los bárbaros.

  2. Ahí si que estuve de acuerdo con Sean, ojalá se nos hubiese escapado un desmaius extra para Lucrezia que no hacía más que dar problemas. La runa había sido exitosa, pero nos quedaban varios gigantes más para controlar, de todos modos no importaba ya que la varita de cristal desapareciera, con la runa que había hecho podía copiar la original y simplemente duplicarla con los mismos efectos en los demás.
    -- ¿Alguno aquí tiene oficio de bombero? --no podíamos tener un segundo de paz y yo la verdad no tenía ganas de tratar de ir a controlar a la Italiana que me hacía perder la paciencia con solo respirar --De todos modos necesito salir de aquí para seguir con esto de la runa, mientras ustedes pueden intentar derribarla y ojalá esta vez se golpee fuerte la cabeza --dije seriamente. Me levanté de un solo salto, justo a tiempo para ver a la gigante ponerse en pie y por primera vez habló nuestro idioma.
    -- Gracias --fue lo único que dijo, lo único que sabía decir.
    -- No hay de qué, tenemos trabajo por hacer --le respondí, pues íbamos a necesitar su ayuda con los de su clase.

     

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  3. Me sorprendí de muy buena manera de la actitud de Alejandro, se escuchaba tan seguro de sí mismo que de haber estado en un lugar rodeados de mucha gente, estaba segura que todos habrían volteado a escucharlo, pero lo más importante era que las dos reinas presentes lo hicieran, o bueno, por lo menos la original aunque la otra se notaba ejercía mucha influencia. Durante ese mismo instante él compartió la historia de su país y lo cierto es que Inglaterra no se quedaba atrás, ninguna guerra había sido buena, ni siquiera para el país ganador porque pérdidas siempre las había.

    -- ¿No le preocupa su gente? La misma que ha confiado en usted ciegamente. ¿No le preocupa arrastrarlos hacia su propia destrucción? --Yo estaba empeñada en que reflexionara, en que se diera cuenta del error y parecía que poco a poco empezaba a ceder, a tener conciencia de que quizás esta vez había ido demasiado lejos. Intenté mantener a Enfado controlada, que no le siguiera metiendo esas ideas absurdas en la cabeza, pero me caí en cuenta que Enfado era parte de la reina, así como las otras personalidades, simplemente que ahora representaban a una sola persona.

    -- Está bien enfadarse, pero eso no es excusa para no obrar bien. Sé que en algún momento las dos quisieron que las cosas fueran diferente. Podemos ayudarles --alegué, aunque no tenía claro como, quizás Alejandro tuviera una idea. Pensé en todo lo que sabíamos ahora, en el camino recorrido, en la enseñanza de los gigantes, el la gente del pueblo de la nieve e incluso pensé en los miembros del consenso que ahora eran conscientes de la problemática. No podía prometer hacerlos entrar en razón, pero al menos en mí tenían una aliada, alguien que no dudaría en defenderlos. Ahora, si la reina no cedía, tampoco estaba dispuesta a dejarla cumplir su cometido.

  4. Me costó un poco despertarme, sentía la voz de alguien hablandome a lo lejos y que poco a poco esa voz se hacía cada vez más fuerte hasta que volví en sí. Habíamos sido capturados por los gigantes de escarcha, también conocidos como hrímþursar. Mientras abría mis ojos recordaba de a poco lo que había sucedido y es que cuando aparecimos en las Montañas Heladas un par de esos gigantes se acercó violentamente a nosotros, que al querer defendernos terminó por lanzarnos como si nada de un manotazo, aun me dolía la cabeza de ello y seguía botando sangre por la cortada. Abrí la boca para decir algo, pero vi que nos observaban.
    -- Sherlock... --fue lo único que alcancé a susurrar, porque un ave blanca y azulada llamó mi atención. Miré hacia el cielo cuando la ave pasó volando sobre nuestras cabezas y después de eso se fue a posar encima de una rama. En ese momento el ave empieza a hablar, sí, a hablar y nos cuenta el motivo por el cual fuimos traídos hasta allí. Nos explica que la gente del pueblo de la nieve necesita ayuda y pronto, pero para eso es necesario que los ayudemos. De paso nos pide disculpas por haber sido capturados por los gigantes, que también explica son sus aliados pero que no terminan de querer a los magos. De todos modos tenemos que escapar y como Sherlock es el más creativo y audaz cuando de planes se trata, le dejo la tarea a él.
    -- No sé si quieres que los distraigamos y no te preocupes por esto --dije señalando mi herida --, después me curo, por lo pronto debemos encontrar una manera de salir de aquí. Me senté como pude sintiendo de nuevo el dolor de cabeza, pero cada vez era menos. El ave se ofreció a guiarnos si lográbamos escapar y una vez allí, tendríamos más detalles sobre nuestra misión.

     

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  5. Nuestro cometido había sido cumplido, ahora recibiríamos la ayuda de los gigantes luego de demostrarles que eramos personas capaces y competentes. El viaje de regreso nos tomó menos tiempo del pensado, ya conocíamos el camino y la verdad es que viajar con los gigantes nos daba mucha ventaja, cualquier obstáculo grande que encontrabamos en el camino ellos se ocupaban. Ya en el poblado Otkatla nos cuenta el plan para salvar el pueblo de la Nieve a partir de su visión y para empezar, Otkatla le pide a los gigantes que hagan que la nieve de las Montañas Heladas se extienda por todo el lugar.


    -- ¿Qué pretendes con eso? --la cuestioné de inmediato. Ella me aseguró que era necesario, que lo iría entendiendo una vez empezara a efectuarse el plan. Yo no me sentía muy cómoda con eso, después habíamos sido arrastradas (Nicole y yo) en contra de nuestra voluntad hacia una misión que no pedimos. Pero ya estábamos allí, arrepentirnos carecía de sentido, además de que no estaba del todo segura que la mujer fuese a seguir siendo amable si le decíamos que no, además de que gracias a nosotros tenía a los gigantes de su lado.


    -- Si esto es un plan para acabar con ellos... No me preocupan los bárbaros, sino la demás gente. ¿Existe la garantía de que ellos no se vean afectados?


    -- No, pero lo vamos a intentar. Solo queremos que se detengan, que jamás se les ocurra volver a hacer algo igual y si helarlos hasta que crean que no pueden más, entonces es lo que haremos.


    Tal como lo interpretaba lo que se buscaba era darles algo como un buen susto, en eso me vuelvo a Nicole.


    -- ¿Qué piensas de todo esto? ¿Qué quieres hacer? --Yo no era la única implicada, por lo que a mí respectaba lo que la bruja decidiera hacer yo la apoyaría, sin rechistar, le tenía más valor y estima a ella que a cualquiera de los presentes y eso era decir mucho. Me quedé en silencio por unos minutos y pude notar que los gigantes empezaban a ponerse en sus posiciones para iniciar con lo que les había sido encomendado.

  6. La recomendación de la tercera reina fue un tanto diferente, al parecer nos quería dar un mensaje de esperanza y según ella bastaba con recordarle a la reina original su niñez, cuando los fríos y magos podían vivir en armonía, cuando todo era mejor. Yo sabía que no iba a ser tan sencillo, quién está lleno de odio y resentimiento no cambia de un día para otro y menos por una simple historia que a su vez utilizan para seguir alimentando esa rabia. La verdad no estaba encontrando de mucha utilidad a ninguna de ellas, es como si solo quisieran confundir mi mente y tal vez ese era su plan. Pero de nuevo es la reina triste quién nos habla de algo que no pensé que fuese a ser tan valioso y es ahí cuando escucho por primera vez sobre el hechizo ''Delirio''.


    Se trata de un antiguo conjuro que nos ayudará a invocar a cualquiera de las versiones que se encuentra delante de nosotros, lo cual es difícil porque todavía no estoy segura sobre cual de ellas es la más apropiada. Por un lado tenemos a la versión enfadada, que a mi parecer solo empeorará las cosas. Luego tenemos la versión desesperanzada, que probablemente le haga ver a la original como ya nada tiene sentido o no que no se puede dar marcha atrás. Finalmente está la versión más optimista, que es la más tentadora, pero su exagerada actitud positiva puede llegar a ser también un fastidio. Tenemos una decisión que tomar y de nuevo consulto con Alejandro.


    -- El momento ha llegado --dije seria --Hemos aprendido mucho, recorrido un largo camino y cruzado con seres excepcionales. Dominamos un nuevo idioma, aprendimos incluso una nueva magia, pero creo que ahora más que nunca es cuando necesitamos unir nuestras fuerzas --tomé aire --Necesitamos un puente de hielo, pero mientras uno cruza el otro debe esperarlo, para mantenerlo firme y lo mismo hará el que acabe del otro lado.


    Yo fui la primera en cruzar, mientras Alejandro usaba toda su magia para mantener firme el puente. Al llegar, hice lo mismo por él. Pudimos acceder a la Torre de la Reina sin llamar mucho la atención, era una sala amplia con el suelo transparente y desde donde podía observarse la Montaña. Yo estaba confiada en que nadie había notado nuestra presencia, pero claro, la reina estaba allí y de inmediato nos pidió que nos identificáramos.


    -- Hemos venido a ayudar, que todo esto pare. Vamos a terminar todos destruidos, nosotros, tú gente, esto no puede continuar así --pero ella se negaba a escuchar de razones. Al ver que no podíamos congeniar con la reina no nos quedaba de otra que recurrir al hechizo ''Delirio'' para hacernos con una de las versiones que esperaba fuese la mejor.

  7. El reencuentro con Alejandro fue emotivo, le correspondí el abrazo de buena gana y me entero de las últimas noticias que él me cuenta. El grupo de guerreros se dirige hacia donde nosotros vamos, por lo que decidimos seguirlos. Llegamos hasta la puerta de la fortaleza y ahí me doy cuenta de que me siento diferente y me pregunto si mi compañero también, era como si estuviésemos vinculados con la magia del lugar, que por andar tanto tiempo por esas tierras ya la magia empezara a correr dentro de nosotros. La verdad es que se siente maravilloso, parecía como si todo se estuviera alineando a mí favor porque desde hace tiempo anhelaba sentirme viva nuevamente.


    Al final ocurre un pequeño cambio de planes, no es tan astuto si decidimos entrar por la puerta grande y darles ventaja para que nos tomen como prisioneros. Entramos, en cambio, a una habitación abandonada cuyos cuatro extremos son perfectos. No tiene nada adentro, lo único que marca la diferencia es la pequeña ventana semiabierta por la cual se puede ver una torre donde se encuentra la Reina. Hago señas a Alejandro para que también vea lo mismo que yo.


    -- ¡Mira! ¡Es la reina! --le dijo emocionada, sintiéndome cada vez más cerca. Por suerte la Reina se encuentra de espaldas así no nos nota, luce demasiado tranquila, como si nada le preocupara. Ahora la tarea es cómo llegar hasta donde ella sin ser descubiertos. Debemos salir de aquella habitación y al parecer el único modo posible es a través de la ventana.


    -- AAAAH --. Pego un salto alarmada y sobresaltada. Volteó rápido para ver de quién se trata, son gritos femeninos, de eso no hay duda. Retrocedo dos pasos chocando mi espalda con Alejandro, quién se encuentra detrás de mí. Sin querer lo tomo de la mano y la aprieto al ver lo que está delante de mí.


    -- Es la Reina


    No, no es solo eso, ¡sino que hay tres versiones de ella! La primera de ella es la que peor expresión tiene y nos amenaza con que si queremos seguir con vida lo mejor para nosotros es salir de ahí sin mirar atrás. La que más me preocupa, sin embargo, es la Reina protagonista del grito, esa luce triste y deprimida, nos implora por ayuda pero dice que es muy tarde para ellas, para todos.


    -- ¿Tarde por qué? --me atrevo a preguntar, pero hay una tercera reina también, que hace una petición un tanto particular a mi Alejandro.

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  8. Con la mochila a mis espaldas me sentía lista para partir, estábamos muy bien provisionadas para enfrentar casi que cualquier eventualidad. Agradecí de buena manera el gesto y simplemente esperé instrucciones. Por dentro tenía un sentimiento que no alcanzaba a expresar bien, pero pronto deduje que era ansiedad por lo que sea que nos esperara. Miré a Nicole e intenté buscar en ella seguridad, la cual me transmitió de inmediato. Le sonreí aunque ella no supiera lo que estaba pasando por mi cabeza.

    No me había equivocado, Nicole estaba muy preparada y además pensaba en el bienestar del grupo. Ajusté bien la cuerda a mi cintura y los zapatos me dieron más seguridad, así no resbalaría echando a perder el ritmo que debíamos llevar. Por ahora ese era el único modo de llegar hasta la locación de los gigantes, porque aparecerse sin nosotras conocer la ubicación era la peor de las ideas y en eso estuvimos de acuerdo luego de conversarlo. Me agrada la constante comunicación que teníamos, esa para mí sería la clave del éxito de nuestra misión.

    Seguíamos subiendo por la montaña y el frío se hacía cada vez más insoportable, esta vez fue mi turno de actuar, por lo que saqué mi varita y cambié la ropa de todos por una más abrigada pero al mismo tiempo ligera, ya que el peso no nos favorecería en la escalada. Pasaron tres largas y duras hora y nuestros cuerpos ya reclamaban un descanso, así que nos detuvimos en la primera saliente que encontramos luego de comprobar que podía aguantar nuestro peso.

    Llegamos a la guarida de los gigantes, lo supe por instrucción de la völva. Allí nos explicó el por qué la ayuda de los gigantes era tan importante.

    -- Es necesario neutralizar al espíritu de fuego y eso lamentablemente está fuera del alcance de cualquier bruja o mago, pero ustedes son fuertes y confiables, además confío en la visión que tuve --sino se neutralizaba el espíritu de fuego entonces la amenaza de deshielar a los gigantes y las montañas se cumpliría. En eso escuchamos pasos, fuertes pisadas. Eran ellos.

  9. Con la gigante ya desmayada era más fácil intentar dibujar en ella las runas, Sean tenía razón, aun así a veces se movía suponía yo que porque le causaba molestia, pero estando en ese estado era menos probable que reaccionara violentamente. Le seguí dibujando la runa con cuidado, tratando de hacerla lo más prolija posible, delicada, que apenas y se notara para que al mismo tiempo quién sea que les hubiese puesto las otras, no la notara y creyera que aun seguían bajo su influencia. Me tomó bastante tiempo terminar, porque incluso me tocó repintarla un poco más hasta que no desapareció más. Ahora teníamos que esperar hasta que la gigante despertara y solo allí podríamos saber si había funcionado, si todo el esfuerzo y el sacrificio de Sherlock habían dado sus frutos.

     

    Me retiré cansada y me lancé en el suelo, volví a tomar de la petaca que antes Sean me había dado y busqué con Heliké algo de pan y queso. Si lográbamos salir de allí con vida, iba a dormir como por tres días enteros.

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  10. Intercambié miradas de preocupación y desconfianza con Nicole, no todos los días se presenta alguien así a decir que haces parte de una visión y que además debes ayudarle a hacer no sé qué cosa. Era bastante normal que no creyéramos del todo lo que la anciana decía, pero tal como estaban las cosas no teníamos muchas opciones. Lancé un largo suspiro antes de asentir y aceptar la propuesta, pero eso no significaba que no iba a permanecer alerta. Siendo guiadas por la Otkatla llegamos al pueblo de la Nieve, allí nos llevó hacia su vivienda que estaba aislada de las otras, para más privacidad o porque le gustaba vivir así.


    Ingresamos a la vivienda, la cual nos ofreció una calidez que contrastaba completamente con el frío de afuera, lo más curioso es que no había ninguna chimenea ni luz que estuviera proporcionando calor. La Otkatla se sentó y nos ofreció las sillas delante de ella, junto con un té y algunas galletas. Al menos estaba siendo hospitalaria, pero eso no hizo que confiara más en ella, más si la iba a escuchar ahora sí. La völva nos empezó a contar sobre la problemática que estaban viviendo con los magos bárbaros y el papel de las montañas que rodeaban y protegían a su vez el pueblo. Ahí fue cuando nos hizo la segunda petición.


    -- Quiero pedirles que viajen conmigo a las Montañas Heladas, allí podré pedirle ayuda a los Gigantes de Escarcha.


    Después de escuchar la historia mi opinión sobre ella y la gente del pueblo de la nieve en general había cambiado, ahora entendía el por qué de muchas cosas y no podía creer lo que los magos bárbaros habían hecho contra ellos. Era normal que quisieran defenderse, cuando muchas cosas les habían sido arrebatadas y se sentían amenazados. No era de extrañar que se mantuvieran alejados, pero ahora debían actuar, ya se habían cansado de esconderse, de perder, era momento de que ellos también devolvieran el golpe.


    -- Está bien, te ayudaré --en eso miré a Nicole, esperando su respuesta.

  11. Nada me preparó para lo que sucedió a continuación. El tornado gigantesco nos elevó a ambos por los aires y por más que intentamos permanecer unidos, era tanta la fuerza que tenía que terminó por separarnos. No había sentido temor hasta ese momento, porque con Alejandro me sentía fuerte, él me transmitía seguridad y mucha paz, sobre todo en los momentos difíciles cuando creía que no lo iba a lograr, bastaba con mirarlo para saber que podía contar con él. Lo vi alejarse y desaparecer a quién sabe donde. Solo esperaba que estuviera bien y que nos volviéramos a encontrar.


    Yo caí de espaldas, chocando contra un tronco. Me levanté adolorida y me revisé para ver si tenía otras heridas, pero no, o al menos nada grave, aunque seguramente al día siguiente encontraría varios moretones. Me doy cuenta de que no estoy sola y siento el peligro. No puedo revelar mi ubicación, ni tampoco quedarme allí para siempre, pero debo ser lo suficientemente astuta. Me toma menos de un minuto dar con la solución y es ahí cuando decido transformarme en Serval, una de las habilidades aprendidas en el Ateneo, de este modo cualquiera que me vea pensará que solo soy un animal perdido.


    En mi forma de Serval me es fácil desplazarme y no llamar mucho la atención. Después de caminar varios kilómetros me encuentro con que los habitantes se están preparando para la lucha, crean armas y además montan criaturas que hasta el momento consideraba que ya no existían, entre las cuales habían varios mamutes. Si hubiese podido hablar seguramente habría dicho un grande ''WOW''. Pero eso no era todo, sino que dentro del grupo también había quiénes se dedicaban a invocar espíritus de las montañas y ahí es cuando me doy cuenta de que ellos son los responsables del tornado. Alcanzo a escuchar lo que dicen, pero todo eso ocurre en mi mente ya que se están comunicando telepática mente. Esa clase de poder me deja sin habla. Me quedo quieta para seguir escuchando su platica y así descubrir el motivo por el cual están tan enfurecidos.

  12. -- Sí, definitivamente es un buen plan --le respondí a Sean, pero ¿qué podía ser tan fuerte como para dormir a un gigante? Me llevé la mano a la cien y no se me ocurrió más que una sola idea --Necesito que todos le apuntemos y le lancemos un desmaius, de ese modo podemos garantizar que caerás dormida, ¿me entiendes? --esta vez le hablé fue a la gigante --Lo hacemos por tu bien. Confía en mí.
    Y en medio de mi discurso, sin saber cómo me había rastreado, Arianne llegó a unirse a nuestro pequeño grupo, pero justo a tiempo para ayudarnos con el hechizo.
    -- ¡Ariane! Me alegra verte, aunque al mismo tiempo lamento que hayas venido, ahora estás encerrada con nosotros --le expliqué brevemente la situación y entonces apunté mi varita hacia la gigante.
    -- A la cuenta de tres... Uno.. dos.. ¡tres! ¡Desmaius! --una vez el rayo impactara la gigante caería, por lo que mejor era hacerle lugar. En eso Sherlock reaccionó.
    -- Sí, sí, ya voy, aguanta un poco más.

     

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  13. Al caer la noche en el poblado el leño de Yule está ardiendo, las viviendas están adornadas con muérdago, las ventanas están iluminadas con velas y todos están reunidos en una planicie helada, apartada de las casas. La aurora boreal ilumina el cielo nocturno y es entonces cuando algo extraño sucede: los miembros de la Orden del Fénix son tocados por las luces azuladas y verdosas, y desaparecen del lugar.

    --¡Ay! --exclamé cuando me tropecé con algo, o más bien con alguien. Me limpié la nieve de la ropa y busqué a ver de quién se trataba --¿Cabeza dura yo? --pregunté ofendida, ¡él se había cruzado en mi camino! --O más bien deberías tener más cuidado y mirar por donde vas, debes saber que jamás debes interponerte en el camino de una mujer --pero al verlo todo sucio también le devolví la sonrisa, ya con el golpe que se había dado era suficiente castigo divino.

    -- Las noticias corren muy rápido en el bando --le comenté --Te agradezco que me hayas traído hasta aquí --dije mirando a lo lejos las luces que llamaban mi atención --Es hermoso --no me podía resistir a aquel lugar que a mi parecer tenía algo mágico, aunque eso era obvio, pero yo me refería a algo mucho más fuerte, más poderosos que lo que hubiese visto jamás.

    --Ya ya, ya voy --le dije cuando me metía prisa y le seguí el paso. Ya anochecía y en el poblado el leño de Yule ardía, las viviendas se encontraban perfectamente adornadas con muérdago, debía mantenerme lejos de ellas. Las velas iluminaban las ventajas y ya el grupo se encontraba reunido en la planicie helada. La aurora boreal proyectaba la mayor iluminación en el cielo nocturno, pero de repente, esa misa aurora y sus luces azuladas y verdosas, se acercaron tanto hasta tocarnos que desaparecimos.

  14. Estuve de acuerdo con Nicole para caminar un poco, ya yo había recorrido el lugar aunque todavía me faltaban sitios que no había visto, además que hacerlo en compañía siempre proporcionaba una experiencia diferente. Sin embargo, la pregunta que me hizo la bruja cambió un poco el ambiente, de hecho me detuve en mi andar y después me excusé conque creí que algo se me había caído. Sabía que esa pregunta llegaría tarde o temprano y yo había estado practicando la respuesta apropiada. No le quería mentir, de hecho ella me caía bien, así que escogí sabiamente mis palabras.

    -- Para serte sincera aun no siento que conozca mucho de la Orden --empecé diciendo --, excepto claro por contadas personas con las que me he encontrado, pero nada más --Eso fue más fácil de lo que pensé y debía ser porque consideraba a la Evans como una persona transparente, sabía que no tenía malas intenciones y no podía sino pagarle con honestidad. Nunca me preguntó sobre mi pasado y eso se lo agradecí --Lo cierto es que sí, ingresé recientemente en busca de aventuras y de Magia --pero entonces la platica fue interrumpida por algo totalmente inesperado, tanto ella como yo fuimos absorvidas por la aurora boreal, fue cuestión de segundos, como un abrir y cerrar de ojos porque de inmediato aparecimos en una planicie verde y soleada.

    -- ¿Donde estamos? Espera... --me tomó tiempo reconocer donde estábamos, pero no estábamos solas.

    -- Soy Otkala, völva del Pueblo de la Nieve --se presentó la anciana mujer que tenía el cabello blanco como la nieve, pero a pesar de sus arrugas se veía como una mujer dura, ella era la perfecta ejemplificación de la experiencia y sabiduría. Otkala nos explica sobre la visión que tuvo, motivo por el cual nos había trasladado hasta allí. En dicha visión nos veía ayudando a su gente y el canto galdr que habíamos escuchado antes también hizo parte de la visión, así fue como nos atrajo.

    -- ¿Nos ayudarán? Prometo llevarlos hasta el pueblo.

  15. Escuché que Alejandro me llamaba para escuchar algo que era de gran importancia. Fui hacia él y los exploradores tenían algo muy importante que decirnos. La Reina estaba furiosa y ahora se desquitaría con nosotros, con todos, y quién sabe de lo que sería capaz. Bueno, ya yo me hacía una idea después de lo sucedido con los gigantes de hielo y sabía que eso apenas había sido una pequeña muestra de su verdadero poder. Pero lo hecho, hecho estaba y no había vuelta atrás, lo que estaba haciendo estaba mal, sus acciones estaban teniendo consecuencias muy graves y el que los del consenso no hubiesen prestado atención desde el principio... lo hacía mucho peor. La imprudencia nos había empujado hasta allí y todos éramos responsables, al menos lo eramos delante de los ojos de ella.


    -- Tenemos que volver e intentar encontrarla --dije por fin, con absoluta determinación. Lo que le estaba proponiendo podía considerarse casi que una misión suicida y no esperaba que Alejandro me acompañara, no lo podía arrastrar hasta allí en contra de su voluntad --Entiendo sino quisieras venir, pero... yo debo hacerlo. No puedo permitir que nos congelemos sin siquiera haber luchado. Además, tenemos valiosa información por parte de los exploradores sobre como llegar a su ubicación, eso debería servir de algo.


    El tiempo apremiaba y cada minuto que pasaba ponía en riesgo nuestras vidas. Me acerqué a Alejandro para sacarle la mochila de encima, el pobre debía estar cansado de cargar con todo ese peso. Rebusqué en ella si había algo de comer, pues no había comido en horas y encontré un par de sándwiches, tomé uno y el otro se lo entregué a él. Lo devoré muy rápido y sentí como de a poco volvía a recuperar energías. Miré hacia el cielo, incluso temblé un poco por el frío, pero apenas empezara la caminata y sentir la adrenalina, ese sería el menor de mis problemas.


    -- Tenemos que irnos.

  16. Pude ver el desespero en el rostro de Sean, pero nada salía de su boca, ya la segunda vez si fue peor y temí estar matándolo y luego la muerta iba a ser yo si este no llegaba al matrimonio. Estaba bien que no me gustaran las bodas, pero nunca había sido mi intención evitar una, yo prefería que él se diera cuenta de su error y eso lo haría en la misma despedida. Eso, si me lo pedían.

     

    -- ¿Pero qué ha pasadooo? --yo también me había desesperado aunque quería aparentar calmar. De inmediato solté el brazo de Anne antes de que se me fuera la mano y mi querida hermana tuviera que sufrir el mismo destino que mi amigo. Cuando Sean explicó lo sucedido supe que podía funcionar, que lo que él había experimentado, esa sensación de estar atrapado sería lo ideal para que la magia que ataba a los gigantes durmiera, ya que sabía que no se podía erradicar.

     

    -- Yo creo que funciona, a menos que quieras hacer otra prueba --bromeé. Me volví hacia la gigante.

     

    -- Bien, debemos intentarlo ahora contigo y después veremos la forma de hacerle estas runas a los gigantes descontrolados de allí afuera. ¿Vale?

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  17. El camino de regreso junto con Alex había sido todo menos tranquilo, de hecho noté como se hacía cada vez más frío y ya ni el abrigo que me había puesto antes de salir del colegio me protegía. Por un momento temí haber molestado a la Reina que tenía sometidos a los gigantes y que había hechizado a los humanos, pero ¿qué otra cosa podíamos hacer? No nme podía negar a pedir ayuda cuando se habían portado tan bien, aunque bueno, eso se lo debíamos a Yara, quién además había compartido parte de su magia con nosotros y enseñado su idioma. Ahora teníamos un mapa, uno que nos aseguraba mostrarnos el camino directo a la Reina para así intentar hablar con ella y quién sabe, hacerla entrar en razón acerca de lo que había hecho porque aun habían gigantes que sin estar bajo los efectos de las runas cumplían sus órdenes porque querían y estos estaban desatados.


    Llegamos a las puertas de Dumstrang junto con los exploradores descongelados anteriormente, las ventiscas allí eran más fuertes y por más que intentaban protegerse invocando fuegos mágicos para combatir la temperatura ningún hechizo surgía efecto. Además tampoco podían salir, nadie podía. Ni la desaparición, ni los trasladores, es que ni los polvos flu funcionaban porque el frío era más fuerte que cualquier otra cosa. La magia a la que se habían enfrentado con los gigantes se había traslado hasta ahí, ahora el consenso no podía hacerse de la vista gorda y no les quedaría otro remedio más que aceptar que se habían equivocado al no querer escuchar a los exploradores al principio. En eso me volví hacia Alejandro.


    --¿Crees que nos escuchen esta vez? Bueno, al menos tenemos que intentar ayudarlos o van a morir congelados --Por suerte había traído alguno de los amuletos en caso tal de que los llegaramos a necesitar. Corrí hacia la escuela todo lo que pude y aunque sabía que el fuego estaba siendo inútil, al menos ayudaba a que el efecto de la ventisca no fuera peor.

  18. Nada me gustaba más que aprender de otras culturas, de su lengua, de sus costumbres, su comida y por sobre todo, de su magia. Desde pequeña he sido así, siempre curiosa por todo lo que no sé, por todo lo que me parece más grande que yo pero que no dudaré ni un minuto en devorarlo porque nunca me sacio. Esa es una de las razones principales por las cuales decidí unirme al grupo de la Orden, porque la magia del bando anterior que representaba y del cual fui líder, ya no me satisfacía en ningún aspecto. Mi familia todavía desconocía esa parte de mí, no se los había contado y la verdad es que no sabía cómo iba a ser su reacción. Por otro lado no me gusta mentir y aunque soy muy buena en ello prefiero ser auténtica. Por eso, cuando recibí al invitación lo vi como una oportunidad para reflexionar y tomar una decisión hacia el final.

     

    Me gustaba estar en medio de los miembros del pueblo de la Nieve, ellos eran muy cordiales y hospitalarios, no se negaban a compartir sus historias y si querías volver a escucharla ellos la contaban. Se suponía que ese día ocurriría el gran evento, uno para el cual se habían estado preparando y querían que nosotros fuésemos parte de ello. ¿Qué tratos podría tener el líder de la Orden para recibir tan grande honor? Probablemente les ofreciera protección, yo aun no estaba al tanto de los asuntos del bando en ese sentido.

     

    Muy temprano por la mañana salí a recorrer los alrededores, quizás me encontraría con alguien conocido porque hasta el momento todos seguían siendo extraños para mí, de hecho me llevaba de las mil maravillas con la gente del pueblo y ya hasta me sentía parte de ellos. Recorrí el bosque y pasadas un par de horas regresé, tenía que prepararme para lo que ocurriría. Cuando voy regresando alguien llama mi atención y al voltear para ver de quién se trataba me doy cuenta que es Nicole. Me acerco a ella, devolviendole la sonrisa por todo el camino hasta que al fin estamos cerca.

     

    -- ¡Nicole! Yo misma me estaba haciendo esa pregunta, eres la primera que veo. La verdad estoy encantada con el lugar, me pregunto si nos dejarán quedar un poco más o si podría venir de vacaciones --le comenté --¿Emocionada por el solsticio de Invierno?

     

    @@Nicole Evans Crowley

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