Jump to content

Nate Weasley

Moderadores
  • Mensajes

    7.301
  • Ingresó

  • Última visita

  • Días ganados

    44

Mensajes publicados por Nate Weasley

  1. @ Ludwig Malfoy Haughton  Perfecto. Asumí que era por eso, pero con los posts anteriores que decían Julio/Agosto y varios nombres repetidos, no me quedaba muy en claro qué pertenecía a qué. De tanto en tanto les pedimos que pasen por aquí a clarificar, sobre todo para evitar inconvenientes con el otro bando. Muchas gracias!

    Descuentos Realizados

    • Love 1
    • Me enluna 1
  2. @ Ludwig Malfoy Haughton  @ Mica Gryffindor  @ Ellie Moody  Los etiqueto a los tres para que alguno me clarifique, porque no entiendo lo que han hecho con las órdenes y las inscripciones de cada mes. En la orden anterior de Ludwig veo tres personas anotadas, sin embargo cuando veo la Misión de Octubre hay unos cuantos más anotados; veo, sin embargo, más arriba, que se unificaron las inscripciones de dos meses para una sola misión y que arriba hay descuentos que parecen abarcarlos, pero aún así no se entiende.

    Les recuerdo que, para evitar problemas, las órdenes tienen que ser extremadamente claras y condecirse con lo que se muestran en las misiones. Algo que pueden hacer es evitar hacer los cobros hasta que la misión comience, es decir, hacer un cobro a "misión vencida".

    ¿Me podrían aclarar la situación? 

    Gracias chiques /o/

  3. @ Anthony Ryvak Dracony  Hola Anthony, ¿cómo estás? Respondo tus dudas:

    1. Las inscripciones estarán abiertas hasta el Viernes 29 de Octubre, inclusive.
    2. Sí haremos inscripciones tardías, será una suerte de tópico para que encuentren alguien más para hacer grupo.
    3. Podrás elegir del listado de países disponibles (aquellos que no se llenen durante la fase inicial de inscripciones).

    Cualquier cosita me dices, saludos!

    • Love 1
    • Gracias 1
  4. image.png

    – No seas insensible, Moody. – medio gruñe, medio bromea ante el comentario de su compañera. Momentos atrás, Madeleine ha logrado deshacerse del mural de piedra maciza con magia Oscura. Le sorprende, ciertamente, que aún sea capaz de utilizar aquella magia en el estado en que se encuentra: ¿qué tanto es muy débil como para no poder hacer magia para ella? No quiere conocer la respuesta, pero es que la muchacha no conoce de límites, y algo de intuye que no le ha pedido a él hacerlo por mero orgullo. No obstante, el resultado es el mismo, y a pesar de que Moody tiene cada vez más dificultades para mantenerse de pie, han logrado su cometido.

    Toloveus Clearandbrighty yace vivo, hecho un ovillo, al fondo de un cubo de metal. Incluso con la poca luz que se cuela desde el techo, puede ver que está severamente deshidratado, y que a pesar de que no parece que Laura Nielsen lo haya lastimado físicamente, está visiblemente deteriorado: ni siquiera se esfuerza por mirarlos, sus ojos permanecen cerrados y su pecho se mueve tan sólo débilmente con su respiración. Por un momento, Nathan intercambia una mirada con Madeleine, preguntándose verdaderamente cuál es el mejor camino a seguir: ciertamente, contactar a la Ministra de Magia no parece una buena idea – después de todo, ni siquiera se ha aparecido aquella noche, como tampoco lo ha hecho nadie de su Gabinete. 

    – Expecto Patronum – murmura, esta vez sin querer protegerse de nada. La figura plateada e incorpórea se materializa frente a él, reposando en sus cuatro patas para oír sus instrucciones. – Ve a buscar al resto al departamento de Misterios, diles que nos vean en el Atrio. – la figura corretea unos segundos en la habitación antes de desaparecer por el pasillo y perderse por una pared que, de alguna manera, lo llevará hacia donde Hobbamock, Richard, Kaori y los demás están.

    Nathan mantiene la mirada donde su Patronus ha desaparecido por unos segundos, y luego la vuelve a Madeleine. Ahora sí, la magia Oscura parece haber decimado sus últimas fuerzas: puede verlo en su pálido rostro, su semblante vulnerable y el tono de sus músculos, que en definitiva han visto mejores días.

    – Morbilicorpus – dice, con su varita apuntada hacia Toloveus. Un rayo blancuzco sale expedido de su varita en dirección al viejo y, tras impactarle, su cuerpo se alza en el aire fuera del cubo y junto a ambos magos. De a poco, el hechizo hace lo posible por enderezar aquel cuerpo, aunque puede ver en el rostro de Toloveus que incluso aquello le resulta doloroso. De repente, tiene una idea, y a pesar de que su mano hábil le pide a gritos que no lo haga, toma el Cetro de Investidura por una última vez. Una energía lancinante le atraviesa la mano, justo donde tiene las quemaduras, apenas entra en contacto con el material. Nathan se aguanta el dolor, sin poder evitar derramar una lágrima, mientras lo coloca entre ambas manos del señor.

    El efecto es instantáneo: el cetro emite un esplendor dorado por unos segundos, y el cuerpo entero del Clearandbrighty parece rejuvenecerse en instantes: su cuerpo se endereza completamente, su respiración se vuelve más profunda y armónica, y su piel comienza a adquirir cada vez más y más turgor. Por alguna razón, aún permanece inconsciente, y aún bajo los efectos de su Morbilicorpus, Nathan lo envía hacia el Atrio ministerial.

    Con Toloveus un par de metros por delante de ellos, Nathan se acerca a Moody y, algo temiendo que le pegue una bofetada,la ayuda. Coloca uno de los brazos de la muchacha por encima de sus hombros, y él pasa uno de sus brazos por debajo de la axila libre de Madeleine. Con prácticamente todo el peso sobre el cuerpo de Nathan, espera que así pueda caminar.

    – Vamos Madeleine, creo que dejaremos los tragos para mañana. – le dice, mientras ambos emprenden la marcha detrás de Toloveus hacia el Atrio Ministerial.

    @ Ellie Moody  @ Mackenzie Malfoy

    • Love 1
  5. image.png

    – Indeed, you do. – admitió, contemplando cómo la acromántula se retorcía en dolor estando atrapada contra la pared, intentando librarse de las semillas de hielo que Madeleine ha librado para deshacerse de la criatura. – Buena idea, Moody. Aún demacrada eres lista, sigue así y te unirás al grupo de los Demon Hunter. – acertó, sonriendo perspicazmente: no había muchos Demon Hunter en la Orden del Fénix estos días, de hecho podían contarse con los dedos de una mano, y sin embargo ninguno de los actuales estaba particularmente cuerdo, o en el mejor estado de salud física. El cómo Moody, con su experiencia y su capacidad, aún no era Demon Hunter iba más allá de su entendimiento de las cosas, pero sobre eso no podía hacer nada – Sigamos.

    Ambos caminaron a lo largo del pasillo que, pocos metros después, llegó a su fin para abrirse en una enorme estancia. El techo estaba tan alto que no era visible, y en cambio se perdía en una suerte de nubes artificiales y grisáceas que le conferían a la habitación un aspecto sombrío.  Lo único que había en la habitación era un enorme rectángulo de piedra maciza negra, que relucía bajo una luz blanquecina que venía desde el techo. El cetro, milagrosamente, se había quedado quieto. Nathan sólo podía suponer que aquello significaba que finalmente habían llegado a donde Toloveus, y sin embargo no había rastro de él.

    ¿Crees que esté dentro de esa cosa? – inquirió, pasando el centro hacia su otra mano. Allí donde momentos antes había estado había una gran quemadura que sangraba profusamente. No estaba seguro de si era una herida maldita, o bien un objeto mágico con tanta energía que terminaba incidiendo sobre quien lo tocase con piel desnuda. – Más vale que el viejo esté vivo, o usaré este cetro para matarlo. – refunfuñó, acercándose cada vez más al rectángulo de piedra. 

    Nathan resistió el impulso de tocarlo. Si de Laura Nielsen se trataba, no podia descartar que la piedra también esté maldita.

    ¿Qué opinas, Moody? Recuerda que tenemos tragos luego de esto.

    @ Ellie Moody

    • Love 1
  6. La puerta de su oficina se abre súbitamente más con cuidado, y Waldo se aparece detrás de ella cargando una bandeja con dos tazas de café. Aquel conocido más deleitante aroma inunda sus sentidos en un periquete, e instintivamente lleva sus manos a una de las tazas y la envuelve, regocijándose en aquel calor comfortante. Da un sorbo sin molestarse en endulzarlo: por alguna razón, siempre le ha gustado amargo – va contigo, solía decirle una vieja amiga, haciendo referencia a su obstinado sentido del humor – aquello no necesariamente era cierto hoy en día, había cambiado mucho desde entonces, pero sus gustos permanecían idénticos. Mantuvo la taza entre sus manos mientras escuchaba las palabras del muchacho.

    – Pues, en principio, la contratación duraría lo que dure mi cargo. – comentó, a sabiendas de que podía no ser la respuesta que el muchacho esperaba. – La naturaleza de este trabajo es extremadamente impredecible, por lo que precisaré de sus servicios muy frecuentemente. Entiendo, por supuesto, si ustedes no pueden acomodar tales prestaciones. Básicamente, y por el momento, estaremos viajando por toda Europa intentando reanudar algunos lazos internacionales, por lo que deberías acompañarme a donde sea que vaya, hoteles, reuniones, un poco de turismo, y cualquier trayecto entre ellos. Sé que puede sonar un poco abrumador al principio, pero no estoy buscando alguien que me defienda como quien defiende a un niño, sino alguien que esté atento ante cualquier amenaza.

    Mientras más hablaba, más creía estar metiendo la pata. Ciertamente, y pensándolo desde una tercera perspectiva, dudaba que a alguien le entusiasmase estar detrás de una figura política la mayor parte de sus días. Sin embargo, eso era lo que necesitaba en aquellos momentos, por lo que debería buscar la forma de convencerlo.

    – Por supuesto los viajes y el alojamiento estarían cubiertos para tí también, podemos arreglar para que tengas días libres y recibirás una compensación por demás generosa. – hizo una breve pausa y, meditando bien sus próximas palabras, atinó – Sin embargo, y si aceptas, me gustaría conocerte un poco más. No es nada personal, pero si voy a tener a alguien conmigo veinticuatro siete, pues preferiría tener una buena relación. – sopesó aquellas palabras mientras evaluaba el rostro del muchacho. Aún no lograba descifrar qué le llamaba tanto la atención, aunque por alguna razón mirar aquellos oscuros ojos lo hacía sentir a salvo. De alguna manera, y sin poder explicarlo realmente, sabía que podía confiar en él.

    @ Marcellus Allan

    • Me gusta 2
  7. image.png

    Con cada segundo que su mano permanece en contacto con el Cetro, el deseo de soltarlo es cada vez mayor: de a poco, la vibración se vuelve en corrientes intermitentes de electricidad que en un principio le resultan dolorosas pero eventualmente le producen quemaduras que el Weasley siente a flor de piel. El olor a carne quemada hace poco por ayudar la situación, más el mantiene el agarre sobre lo que puede llegar a ser su única salvación mientras se adentran en el Departamento de Misterios. Sin poder hablar, escucha el silencio roto por el sonido de los pasos de ambos, acompañados de un zumbido casi imperceptible que debe venir desde el mismísimo cetro.

    Éste los conduce hacia los tribunales del Wizengamot, y antes de adentrarse en ellos Nathan casi espera ver a Toloveus encadenado a la silla donde descansan los acusados durante sus respectivos juicios. Años atras, el temió terminar allí, luego de que se mostrase como un miembro de la Orden del Fénix en pleno Atrio Ministerial. Mucho había llovido desde entonces, y las amenazas de llevarlos a Juicios Mágicos se habían evaporado con el tiempo, incluso para las mismísimas líderes de entonces quienes hoy estaban desaparecidas. Procuró no pensar en ello, y se vió distraído por un estrado vacío. 

    El cetro, sin embargo, vibraba cada vez más fuerte. Nathan rogaba que aquello significase que estaban cada vez más cerca, y no que el bastón fuera a autodestruirse al reconocer que quien lo sostenía no era su legítimo dueño. Algo le decía que Madeleine pensaba lo mismo que él: era prácticamente un objeto mágico legendario, y el estar sosteniéndolo bien podía ser la peor idea que había tenido en toda su vida. Supuso que el tiempo le enseñaría la respuesta, mientras se dejó guiar por detrás de las tribunas y a lo largo de un minúsculo pasillo que curiosamente estaba dentro de la habitación pero cuya longitud excedía con creces el tamaño de ésta.

    Siente el frío antes de que Madeleine diga algo, y sin embargo no está seguro si es el miedo o el frío lo que le congela el corazón: la habitual sensación de angustia e infelicidad que ya conoce por demás se apodera de él, y a duras penas logra hacerse con su varita con su mano no hábil. Sabe que Moody no está lo suficientemente fuerte como para conjurar un Patronus, por lo que ruega que sus quemaduras no sean un impedimento para que él los salve a ambos de lo que de lo contrario será una muerte horrible.

    – ¡Expecto Patronum! – grita, canalizando parte del dolor de su mano en aquel hechizo. Una mueca entre el sufrimiento y la alegría se traduce en su rostro al ver la figura incorpórea perlada formarse frente a él y echar a andar a lo largo del pasillo. Nathan aguarda unos segundos, y la sensación de a poco se desvanece. ¿Acaso estaban a salvo? Niega con la cabeza, sin verdaderamente hablar con nadie más que consigo mismo, duda que Laura no haya dejado más de un centenar de obstáculos y protecciones a lo que era, entonces, su única verdadera amenaza.

    Ambos continúan avanzando, y no llegan a hacer ni cincuenta metros que un ruido perturbador resuena a lo largo del pasillo: un clic intermitente, áspero y casi palpable. Nathan ha escuchado ese ruido sólo una vez en su vida, y ruega con todas sus fuerzas que no se trate de acromántulas como si lo fue la última vez.

    @ Ellie Moody

    • Me gusta 1
  8. image.png

    El Weasley no puede evitar soltar una risotada ante el comentario de su compañera. Era más que evidente que la Moody no tenía idea de las condiciones en las que él había vivido durante los meses de su Exilio, o quizá sí lo sabía y su comentario era irónico en consecuencia e igualmente gracioso. Pensándolo mejor, aquella era la alternativa más probable: ambos se habían reencontrado semanas atrás en el MACUSA para discutir algunos proyectos, y si bien no los había puesto al día con todo, no había que ser ningún genio para llenar los vacíos que él intencionalmente había dejado en su relato. Sin dejar de sonreír, echa a correr detrás de su amiga siguiendo a Seere.

    Durante el trayecto hasta el Atrio del Ministerio, Nathan mantiene la retaguardia cubriendo a Madeleine. Sabía que era demasiado orgullosa como para pedírselo, pero años de amistad lo habían entrenado en identificar cuándo su amiga estaba débil. Durante su trayecto, las consecuencias de la batalla contra Laura Nielsen son más que evidentes: él mismo no ha estado presente para la mayor parte de ello, pero ver tanta desidia y destrucción es un triste recuerdo del costo de la justicia que acababan de conseguir. Procura no concentrarse en lo que sus ojos ven y, en cambio, intenta mantenerse alerta a cualquier amenaza. Por fortuna, no tiene que hacer uso de su varita y minutos más tarde llegan hasta el Atrio. ¿A dónde los llevaría Seere?

    Le sorprenden las palabras de Madeleine, que destilan una vulnerabilidad inusual de la Moody, un lado de su personalidad que sólo ocasionalmente ha visto a lo largo de los años. Nathan asiente en concordancia, y aminora la marcha a medida que Seere comienza a moverse más lentamente.

    – Los precios que pagamos por hacer lo que hacemos a veces son demasiado altos. – comenta, pensando en todo lo que han hecho y destruído para intentar reconstruir lo que ellos añoran con devolver a Gran Bretaña. Las imágenes de las vidas que ha tomado para ello lo toman desprevenido. – Pero merece la pena, vivir sabiendo que se pudrirá en su propio odio.

    Quiere decir algo más, pero Seere los interrumpe. Antes de desaparecer, el príncipe les da una última instrucción. 

    Nathan y Madeleine caminan por las sombras hasta encontrar el 'tesoro' al que Seere los ha guiado: una caja de volumen significativo, tapizada con cuero rojizo, que se mueve frenéticamente y a intensidad creciente a medida que ellos se acercan. Asiente ante el pedido de su compañera, y se arrodilla junto aquel cofre. Por un segundo, teme que la caja ofrezca resistencia a abrirse, pero se sorprende al ver que su tapa se despega con suma facilidad revelando su contenido: el cetro de investidura. Mira por encima de su hombro a Madeleine, preguntándose si aquel es el famoso cetro del mismísimo Clearandbrighty. 

    Contemplándolo unos segundos, nota que es el cetro el que vibra en su estuche, ansioso por ser liberado. Tras pensárselo unos segundos, toma el bastón por su mango y este, súbitamente, permanece estático por unos segundos. Poco a poco comienza a vibrar, cada vez con mayor intensidad, hasta que una extraña energía eléctrica recorre su cuerpo y, de repente, éste se mueve automáticamente.

    – No sé que está pasando, pero sígueme. – le dice a Madeleine, quien lo mira atónita.

    @ Ellie Moody

    • Love 1
  9. La montaña de obstáculos que tenía por delante de sí era demencial: con tan sólo unas horas de la mañana, cientos de lechuzas se habían comenzado a apilar en un rincón de su oficina, todas ellas con caligrafías y mensajes varios: la mayoría era de trabajadores de clase y estirpe diversa rogándole por deshacer el Edicto #5 que les limitaba severamente el acceso a su bóveda personal, pero había algún que otro mensaje ofreciendo personas para contratar en su oficina y, en menor medida pero en un porcentaje aún significativo, amenazas de muerte. Weasley no era ingenuo, desde el momento en que aceptó el trabajo supo que aquel tipo de mensajes comenzarían a aparecer, aunque ciertamente no había esperado que lo hicieran en su primer día en la oficina cuando nisiquiera había tomado ninguna medida.

    Para entonces, Nathan ya había adoptado un sistema de clasificación de su mensajería. Los mensajes del público iban a parar a una primera pila, las ofertas de trabajo a una segunda, y las amenazas o cartas menos bonitas iban directamente al fuego que crepitaba en la chimenea en un rincón de su oficina. Pronto tendría que idearse otra cosa, puesto que las pilas estaban creciendo a ritmos agigantados: ¿cómo se suponía que haría las otras partes de su trabajo, si las horas se deslizaban leyendo una y otra carta? De alguna manera tendría que apañárselas, y necesitaría que Waldo trabajase en la mejor de sus capacidades si quería tener siquiera una chance de mantenerse a flote.

    – ¡Waldo! ¡Consígueme un informe de la inflación y las reservas del último año, por favor! ¿Sabes si Rory ya ha nombrado un responsable para los Servicios Administrativos del Wizengamot? – en las pocas horas que llevaban trabajando juntos, Nathan y su asistente ya habían encontrado un sistema de comunicación efectivo: con la puerta de su oficina entreabierta, ambos gritaban preguntas y respuestas. De esa manera, Waldo no perdía tiempo moviéndose de un lado a otro constantemente, y Nathan no era interrumpido por gente aleatoria como lo haría si tuviese la puerta abierta de par en par.

    En lo que pareció ser una hora más tarde durante la cual el Weasley reordenó papeles y anotó pendientes en un trozo de pergamino que cada vez se volvía más largo, escuchó un tumulto fuera de su oficina: Waldo estaba hablando con alguien. Momentos más tarde, alguien tocó la puerta de su oficina. Sus hombros se tensaron instintivamente por unos segundos, temeroso de que ya hubiese un primer escándalo que resolver como Secretario – como si los que tenía no fueran suficientes – más se relajó al ver que se trataba de un representante de los servicios que había contratado esa misma mañana.

    – Vaya, qué rapidez. Tome asiento, mucho gusto, Nathan Weasley. – dijo, estrechándole la mano firmemente. – Muchas gracias por venir tan rápidamente, ¿puedo ofrecerle algo de beber? – consideró su nombre por unos segundos, dado que éste le sonaba familiar, hasta que recordó que el muchacho recientemente se había unido a la Orden del Fénix, aunque aún no había tenido oportunidad de conocerlo.

    Nathan se sentó del otro lado del escritorio y, por unos segundos, contempló al recién llegado. Era un muchacho joven pero con un cuerpo fornido, acorde a las demandas que su trabajo supondría. De voz gruesa y mandíbula bien definida, sus rasgos faciales eran una amalgama entre asiáticos y alguna otra procedencia que no podía definir. Si bien se mostraba serio, Kenzo tenía la apariencia de alguien que eventualmente y bajo las circunstancias concretas, podía ser ameno. Había algo de su rostro que le llamaba la atención, y aunque aún no podía precisar bien qué, procuró llenar el silencio para evitar incomodidades.

    – Verás, Kenzo, ¿puedo llamarte Kenzo? – preguntó, apoyando su peso sobre el escritorio. – Te seré por demás sincero. Soy nuevo en este trabajo, apenas llevo un par de horas en esta oficina y ya he sido amenazado unas cuántas veces. No es ningún secreto que soy miembro de la Orden del Fénix, por lo que sé defenderme, pero aún así necesito alguien que, literalmente, me guarde las espaldas. Nos estaremos moviendo mucho por toda Europa en los próximos meses y necesito un resguardo, un par de ojos extra, una varita amiga.

    Hizo una breve pausa, volviendo a mirarle a los ojos, tratando de precisar qué de su rostro le llamaba tanto la atención.

    – Entonces, ¿crees que puedes ayudarme? 

    • Me gusta 2
  10. Los resultados de las recientes elecciones habían barrido a Inglaterra como una cachetada de aire fresco y un trago de agua luego de lo que parecían años con sed. En cuestión de horas luego de su elección, el nuevo Ministro de Magia comenzó a algunas de las medidas instauradas por su antecesora, incluyendo la orden de captura que caía sobre su cabeza. Para entonces, el Weasley había estado enfrascado ya varias horas en una compleja pieza de croché, pasatiempo que había aprendido de su abuela años atrás, en un refugio del MACUSA y no fue hasta que la lechuza entró por su ventana con una carta para él que salió de su ensimismamiento. 

    Apenas horas después, y con un permiso internacional de Aparición conferido por el mismísimo nuevo ministro, se encontro a sí mismo – un hombre en libertad – en la suprema oficina del Ministro de Magia. Despard era, la mayor parte del tiempo y en su humilde opinión, un señor bastante irritable. No sólo era su interminable sarta de referencias hacia la religión que predicaba lo que le traía al Weasley los pelos de punta, pero también la manera en que tenía de afrontar la vida. Sin embargo, debía admitir, demostraba una excelente capacidad de liderazgo: tras un año al frente de la Orden del Fénix, ahora había sido elegido por la comunidad Inglesa para reinstituir cuanta paz, orden y estructura fuera posible a una sociedad demolida por dos períodos completos de destrucción, desidia y segregación.

    Independientemente de sus prácticas, y de cuán limitada su mente podía parecerle al Weasley, Despard tenía también una gran visión de lo que quería lograr y a dónde quería llevar sus proyectos. Así fue como Nathan se marchó, apenas treinta minutos más tarde, de una reunión interrumpida por múltiples lechuzas y comunicados con la enorme responsabilidad de reconstruir la confianza en el sistema financiero y económico de Gran Bretaña. Para ello, tenía a su disposición fondos bastante generosos, su propia oficina y un equipo de trabajo; era, oficialmente, parte del nuevo Gabinete de trabajo del Ministro.

    * - *

    La mañana siguiente, se apareció en su nueva oficina justo antes de que el sol asomase en el horizonte. Para entonces, el Ministerio ya era un caos: decenas de nuevos trabajadores y jefes de planta habían tenido la misma idea que él y asistían para poner en marcha procesos que estaban en el tintero hace años, deshacer otros recientemente instituidos e idear nuevas propuestas para demostrar que la nueva gestión a cargo tenía una única meta por delante: devolver la confianza al Gobierno. Ciertamente era una tarea extremadamente complicada luego de lo que la sociedad había atravesado en los últimos años y, sin embargo, intentarlo era la opción no sólo más obvia sino también la única.

    Los periódicos y la voz del público no habían tardado en emitir sus opiniones. Mientras las noticias de las nuevas nominaciones para el Gabinete del Despard salían a la comunidad mágica, varios de sus miembros salieron a expresar sus opiniones a viva voz: periódicos mágicos de variado renombre sacaron números a velocidad récord: en su camino al trabajo, Nathan incluso había visto ejemplares de periódicos extranjeros comentar sobre el recientemente electo Ministro y cómo aquello cambiaría la dinámica europea e internacional. Tuvo que resistirse de echarles un ojo, cuestionándose su utilidad, más optó por llevarse un ejemplar de El Profeta bajo el brazo.

    Apenas llegó a su oficina y tomó asiento en su escritorio, llamó a su asistente. 

    – Waldo, por favor, consígueme una cita con Ragnok. Es el líder de los duendes del Banco Mágico de Gringotts. – pidió, mientras dejaba a un lado el ejemplar de El Profeta y rebuscaba en su portafolio por unos formularios que Despard le había dado la noche anterior. – Dile que le hablas de mi parte, y que quiero hablar con él para volver a poner las cosas en orden. – agregó, finalmente encontrando los formularios y poniéndolos en su escritorio  – Ah, y conciértame una cita con la Directora del Fondo Monetario Internacional Mágico.

    El joven, al parecer igual de entusiástico que él, asintió frenéticamente y abandonó la oficina. Nathan resopló, ya bajo los efectos del estrés, preguntándose que le deparaban los próximos días. Apenas diez minutos en la reunión él ya le había cuestionado al Despard acerca del futuro de los Edictos, particularmente el número cinco que no sólo dejaba Gringotts a manos del Ministerio sino que también sometía a sus Duendes a una suerte de esclavitud moderna. El Weasley no tuvo la respuesta que esperaba de parte del Despard, sin embargo procuró respetar su filosofía como de quien venía: su jefe.

    Fuera de lo que concernía al Banco Mágico de Gringotts, la tarea que el Weasley tenía por delante era abrumadora: ¿cómo podía hacer para que magos y brujas de toda Inglaterra volvieran a confiar en Gringotts para administrar sus fortunas? ¿cómo podía hacer para convencerlos de que las políticas públicas que él implementaría de ahora en más eran pura y exclusivamente en beneficio de ellos? ¿cómo podía hacer para convencer a sus aliados internacionales de que todos los tratados de libre comercio serían respetados nuevamente? Esperaba que el FMI pudiera ayudarle en eso.

    Estaba a punto de dedicarse a sus formularios cuando un anuncio en la contraportada de El Profeta llamó su atención. De fondo completamente negro y con un ojo que parpadeaba intermitentemente, anunciaba un Servicio de Seguridad privado. El Weasley lo contempló por unos segundos, y estaba a punto de hacer caso omiso de él y volver a concentrarse en lo que tenía por delante cuando recordó como el mismísimo Ministro de Magia Yaxley había intentado asesinarlo el año anterior. ¿Cómo podía estar seguro luego de eso? Ciertamente, las cosas se pondrían peor de ahora en más. Recortó el anuncio, lo llenó con sus datos personales, y lo metió dentro de un sobre. Bastó un toque de su varita para que el mismo se perdiese en el sistema de correspondencia del Ministerio: una lechuza lo llevaría a su destinatario.

    • Me gusta 4
    • Love 1

Sobre nosotros:

Harrylatino.org es una comunidad de fans del mundo mágico creado por JK Rowling, amantes de la fantasía y del rol. Nuestros inicios se remontan al año 2001 y nuestros más de 40.000 usuarios pertenecen a todos los países de habla hispana.

Nos gustan los mundos de fantasía y somos apasionados del rol, por lo que, si alguna vez quisiste vivir y sentirte como un mago, éste es tu lugar.

¡Vive la Magia!

×
×
  • Crear nuevo...

Información importante

We have placed cookies on your device to help make this website better. You can adjust your cookie settings, otherwise we'll assume you're okay to continue. Al continuar navegando aceptas nuestros Términos de uso, Normas y Política de privacidad.