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Addison Evanik Haughton

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Mensajes publicados por Addison Evanik Haughton

  1. Oficina Creadora de Hechizos y Pociones

    Oficina de Addison Evanik Haughton

     

    <<Eso espero>>, pensó la castaña al escuchar las palabras de la Black, aunque simplemente le dedicó una sonrisa a la mujer que tenía frente a ella. De verdad esperaba eso mismo de Brardolla, que era lo mismo que esperaba de sus compañeros de trabajo y de ella misma. Aún a pesar de que fuera jefa de esa oficina, antes de poder exigirles a los que en ese momento actuaban como sus empleados, prefería exigirse a ella misma, por ello siempre procuraba estar al pendiente de todo lo que rondaba en torno a la oficina creadora de hechizos y Pociones.

     

    Escuchó la respuesta de la chica respecto al juramento, y dejó que su recelo la invadiera por un breve momento, era lógico que estuviera al tanto, no por nada el Departamento de Misterios era conocido por su enorme discreción, más la curiosidad por saber si de verdad aquello era todo lo que sabía o conocía más de lo que aparentaba. Tal emoción no la reflejo, se mantuvo seria y prestó atención ante las palabras de la Black, si ella sabía algo más en un futuro se enteraría.

     

    La pregunta de la recién llegada no la tomó por sorpresa, en realidad era la que estaba esperando, por lo que se limitó a asentir y a dibujar una sonrisa en sus finos labios antes de responder.

     

    —Así es, eso tienes que hacer, un juramento con el Departamento de Misterios y es algo bastante simple —murmuró mientras abría la caja de terciopelo negro que se encontraba frente a ella, la giró dejando que el contenido diera la cara hacia Brardolla y Kritzai. En el centro de la caja se mostraba una reluciente daga de plata que servía como conducto entre los empleados y el Departamento de Misterios— tienes que tomarla y ponerla contra tu pecho, en cuanto lo hagas yo te diré las palabras que debes de decir —le indicó.

     

    Tras decir aquello sintió una calidez en el estómago, misma calidez que había sentido cuando Kritzai había hecho el juramento y la misma que había sentido cuando tiempo atrás ella misma había atravesado por el mismo proceso. Era una sensación de emoción que le invadía, como si fuera una niña pequeña con un juguete nuevo, sólo que ese juguete nuevo era un empleo que a ella le daba la sensación de estar en una especie de cápsula en la que nadie la podría tocar.

  2. Se había cruzado de brazos mientras escuchaba las respuestas s las preguntas de Gaby, la chica había hecho demasiadas preguntas para su gusto y algunas de las respuestas eran bastante obvias, o eso pensaba la castaña, pero finalmente aquello servía más para aclaración y así se evitarían errores innecesarios, aunque eso no dejaba de lado que les estuviera quitando el tiempo. Debían de actuar rápido, aquella fugitiva no era más que eso y en cualquier momento podía salir, si es que se atrevía, aunque la Evanik dudaba que lo hiciera, si no lo había hecho ya era porque estaba lo suficientemente asustada como para salir.

     

    Cuando escuchó la última respuesta hacia las preguntas de Gaby levantó la mirada y prestó más atención, era lógico que no se evidenciaran como inefables, y tal y como había dicho la Malfoy, eran un apoyo para ayudar a atrapar a la fugitiva. La información que poseían era demasiado valiosa como para andar divulgando que eran inefables siendo la situación en la que se encontraba la comunidad mágica, a lo único que se arriesgaban era a empeorar las cosas.

     

    El asunto de por si ya era bastante escabroso, el toque de queda que se había implementado, todas las cuestiones de seguridad que el Ministro de Magia habían impuesto era algo que le exasperaba más que le preocupase. No le preocupaba el ataque frustrado, ni siquiera la idea de ser atacada le preocupaba, lo que en realidad la hacia sentir un dejo de frustración era no poder moverse con la libertad de siempre, pero al comenzar a participar ese sentimiento comenzaba a desaparecer.

     

    Su turno había llegado y su abuela comenzaba a responder, la observó fijamente mientras hablaba y asintió al escuchar las órdenes. Le tocaba trabajar con su abuela y sabía perfectamente que ambas estaban lista para poner manos a la obra. Observó como la mayoría salía al instante, entre esas personas vio a Leah con la cual cruzó la mirada por un instante para enseguida retirarse.

     

    —Todo ha quedado claro, manos a la obra—comentó caminando hacia la puerta para esperar a un lado de esta y con ella irse con la directora hacia la Mansión Potter Black.

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    Por instinto arqueó las cejas intentando comprender que significaba aquello, tal como decía Leah, aquello era frecuente en fumadores con poca higiene pero en una niña aquello parecía ilógico, ni siquiera era una idea que se alcanzara a concebir dentro de algo factible que pudieran demostrar para su investigación.

     

    Observó lo que la Ravenclaw hacía, y comprendió al instante lo que estaba queriendo hacer, por instinto esperaría que en la jeringuilla apareciera un poco de sangre pero no era así, no había aparecido ni una sola gota y el diente, parecía una simple pieza de juguete que se había alojado en la cavidad bucal. Aquella niña parecía que se desbarataba ante ellas, no comprendía como lo habían pasado por alto, pero a ellas les estaba brindando respuestas.

     

    Asintió ante la afirmación de Leah, ella misma pensaba lo mismo, si se les ocurría abrir por completo el cuerpo de la niña encontrarían lo mismo que habían encontrado en la boca y en su extremidad, prácticamente el mutágeno se la comió en vida.

     

    —Sí... entiendo lo que dices y te doy toda la razón, es la única explicación lógica que encuentro dentro de este rompecabezas, fue la comida del mutágeno, aunque en ella fue menos obvio —comentó —se acabó convirtiendo en un simple envase al fin y al cabo —chasqueó la lengua y observó la cavidad bucal, no acababa por comprender como el mutágeno había actuado en la irlandesa.

     

    Antes de poder responder la pregunta de Leah meditó sus palabras, su instinto le decía que el hombre había muerto más rápido, pero lo que tenía ante sus ojos le indicaba todo lo contrario. La niña tenía que haber muerto antes, por su simple tamaño cualquiera lo deduciría, aunque estaba claro que su sufrimiento había sido más prolongado que el del hombre.

     

    —Me atrevo a decir que ella murió más rápido, aunque sufrió más, a este hombre trataron de “inhibir” su dolor, pero sin embargo… —hizo una pausa al notar algo —además del tiempo creo que hemos pasado algo por alto, este hombre ha reflejado el efecto del mutágeno en su piel, principalmente por lo que dice el informe. La niña, por lo que dice el mismo informe se pudo propagar de un modo similar, ya que no podía caminar y lo podemos atribuir a que su hueso prácticamente se desbarataba de a poco —calló un momento y señaló el bulto más lejano a ellas —y ella mostró una alergia en la piel, todo se relaciona con la misma, nuestro órgano más grande al parecer es el medio perfecto para que el mutágeno se desarrolle —le comentó.

     

    Aquello no lo había notado, ni siquiera lo había llegado a concluir hasta ese momento y probablemente sonaba bastante rebuscado, pero ello y aunado al tiempo desde que se habían presentado hasta su muerte podían llegar a ser un indicio de cómo funcionaba el mutágeno.

  4. Caminaba de un lado a otro dentro de su oficina, de cuando en cuando se recargaba sobre su escritorio pero no duraba demasiado tiempo en esa posición y volvía a su recorrido. Miró sus manos y estas temblaron por un momento, enseguida formó un puño con las mismas y las ocultó, intentaba buscar una rápida solución a todo ello, pero esta parecía muy lejana. Sabía que no encontraría esa solución por ningún lado y ella no era capaz de pedir ayuda, prefería cargar con su malestar sola.

     

    Soltó un suspiro y paseo su mirada por su oficina, todo se encontraba en absoluto orden, exceptuando por las carpetas amontonadas que había sobre el escritorio. A un lado de estas había un par de libros abiertos y unos cuantos pergaminos con notas que había hecho la misma castaña, guardando el registro de los avances que de a poco se realizaban dentro de la oficina.

     

    Optó por mejor continuar con sus responsabilidades ¿qué sentido tenía ya preocuparse? Se dirigió de nuevo hacia su lugar y comenzó a escribir de nuevo, dejando que el único sonido que inundara la habitación fuera el rasgar de la pluma contra el pergamino y su respiración. Cada cierto tiempo levantaba la mirada y cuando lo hacia observaba un reloj, el tiempo pasaba demasiado rápido estando ahí, parecía encontrarse en otra dimensión.

     

    Hubo un momento en el que dejó su trabajo de lado, había levantado la mirada al escuchar como un papel entraba por la rendija que había por debajo de la puerta y caía delante de ella, se trataba de un memorándum y tan solo observar lo que decía el mismo dejó todo y salió de su oficina en dirección a la sala de reuniones.

     

    Parecía ser que llegaba un poco tarde, pues la directora apenas comenzaba a hablar cuando la castaña se internó discretamente por la puerta y se quedaba en la parte más alejada de la oficina. Se cruzó de brazos y escuchó con suma atención lo que su abuela decía, había escuchado lo del ataque, más su información era escasa, pero estaba dispuesta a ayudar, ir a patrullar y en el mejor de los casos atrapar a la atacante que había tenido el descaro de perpetuar contra el ministro de magia.

     

    Por un momento una risita apareció en su mente, no sabía si la chica que había atacado al ministro y a su familia lo había hecho en estado consciente o se encontraba en un estado de ebriedad, pues nadie en su pleno juicio atacaría a uno de los hombres más importantes en la comunidad mágica Londinense, a sabiendas que tan solo terminado el ataque tendrían en contra a más de media comunidad mágica.

     

    —¿Los sitios de patrullaje por quién serán asignados?— preguntó a la Malfoy cuando otra chica hubo planteado una pregunta. —Y... ¿cuándo podemos comenzar?— una sonrisa maliciosa se dibujó en su rostro al pronunciar esa última pregunta, sonrisa que disimuló mordiendo su labio.

     

    Aquello era una especie de cacería, aunque con un toque mucho más formal, pero eso no quitaba el hecho de que fuera una cacería y de que ella quería participar en ello.

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    Las muestras recabadas de un sólo cuerpo eran ya bastantes, habían obtenido las suficientes suposiciones, pero era sólo uno, tenían aún dos cuerpos a su disposición con el que podrían comprobar como actuaba el mutágeno. Observó el cerebro con mayor atención y lo removió segundos después de que Leah tomara las respectivas muestras, fuera de lo que ya habían observado todo parecía normal,no había nada más fuera de lo común.

     

    Miró a su lado y de la bandeja de instrumentos tomó lo que parecía ser una pequeña espátula y tomó una parte de aquella especie de gelatina, quizás aquello en específico sirviera de algo, pero más de las muestras que ya se habían tomado no creía. Se giró para observar a Leah, ya se encontraba con la infante y revisaba su cuerpo, ella no presentaba signos de infección a simple vista, pero en el interior no lo sabían, era algo que estaban por descubrir.

     

    —Bueno, debería de seguir la misma línea, pero no todos los cuerpos responden igual, quizás la infección esté presente en ella pero de otro modo—murmuró mientras tomaba una jeringa y se acercaba al pequeño cuerpo. Justo cuando llegaba Leah había comenzado a abrir la pierna sin piedad alguna revelando una realidad contraria a la que se mostraba.

     

    Levantó un poco las cejas y por primera vez mostró sorpresa, todo lo que había mostrado el hombre a nivel cutáneo la niña lo mostraba en su interior. La imagen era desagradable, pero no por ello se detuvo. Con ayuda de una jeringa tomó una muestra de sangre y con ayuda de otros instrumentos fue removiendo la carne hasta dar con una minúscula parte de la estructura ósea. El hueso ya mostraba grandes daños, los signos de la infección eran severos.

     

    —Ahora sabemos porque no caminaba—comentó— siguen la misma línea hasta el momento, puede que sea normal que haya variantes en el modo en que se presenten, son de nacionalidades distintas y se puede esperar que las reacciones sean diferentes, pero presentan la misma especie de infección por lo que se ve, sólo que en el caso de la niña, era en sentido contrario—comenzó a decir.

     

    Caminó en torno a la niña y se dirigió hasta su cabeza, miró su gesto adolorido por una fracción de segundo hasta que observó algo extraño en sus dientes. Tomó con cuidado la mandíbula y descubrió los dientes, en algunos dientes, a la orilla de las encías se podía observar lo que era una pequeña coloración negra, aunada a unas encías con aspecto hinchado.

     

    —¿Habías visto alguna ves esto?—le preguntó a Leah—en lo personal nunca lo había visto...—comentó.

     

    Aquello era cierto, pero probablemente eso se debía más a su ignorancia que a algo que pudiera ser relevante. Esperó a que Leah emitiera su veredicto respecto a ello y mientras tanto continuó examinando la cabeza de la irlandesa, observó sus ojos, parecían estar teñidos de sangre, pero su cuerpo se encontraba hinchado, de modo que lo dejó de lado.

  6. Una nueva generación se graduaba de la Academia de Magia de Hechicería, la cual había formado magos que se encontraban preparados para enfrentar casi todo lo que se presentara al mundo exterior. Ella misma recordaba su ceremonia de graduación, la presencia de sus familiares cuando ella ni siquiera les había mencionado que se había graduado había sido su mayor sorpresa. Pero aquello no era un simple papel y un objeto, lo que significó el diploma y el prendedor que le habían entregado fue el hecho de poder pertenecer a un mundo totalmente diferente, poder unirse a la élite mortífaga para formar parte de aquel selecto grupo.

     

    No se había presentado a una graduación después de un periodo de tiempo amplio, sus diversas ocupaciones la habían consumido, pero había asistido a las primeras ceremonias de graduación de los alumnos a los que ella había impartido clase, y tras la abierta invitación de una chica decidió que era momento de abrirse tiempo en su apretada agenda y asistir.

     

    Se había ataviado con un sencillo vestido entallado de color negro, que delineaba su delicada figura y resaltaba sus atributos. Había sido una elección rápida y que no pensó demasiado, se pretendía ver formal pero no demasiado. Su cabello caía ondulado sobre sus hombros, y el único adorno que había sobre su cuello era una cadena de plata que le había regalado su madre adoptiva en el pasado.

     

    Se hacía tarde y tan sólo encontrarse en la Academia supo que se había retrasado más de lo que había pensado, al llegar al comedor decidió entrar a hurtadillas, pasando desapercibida para cualquiera y tomando su lugar en la mesa como correspondía. Mostró una sonrisa casual, aparentemente sincera, aunque sus ojos no alcanzaban a reflejar esa felicidad que mostraban sus labios, aplaudió cuando fue debido y sintió una pizca de orgullo al ver a los que habían sido sus alumnos en algún momento, al igual que celebró al escuchar los nombres de los nuevos prefectos.

     

    Por primera vez en la velada sonrió con añoranza, extrañaba los momentos vividos en la Academia de Magia, rondar por los pasillos para llegar a clase y cumplir con las tareas, entrar a la sala de los tritones y perderse en el camino, convivir y de algún modo llegar a la casa de los centauros por la misma invitación abierta de los miembros de esa casa. Extrañaba esos momentos, en los que el mundo parecía al alcance de su mano, recién llegada de otro país y reencontrándose con su familia parecía ser que nada iba a salir mal, pero ya habían pasado meses desde que se había dado cuenta que aquello había sido solo una ilusión.

     

    Borró esa sonrisa y se paró, en busca de los que habían sido sus alumnos. Buscó primero a Adr., por la invitación de la chica había decido asistir al evento, de modo que ella sería la primera a la que dirigiría sus felicitaciones. Tardó varios minutos en encontrarla pero finalmente la encontró entre un mar de gente. Esperó a que se despejara un poco y se acercó hasta la chica.

     

    —Que gusto me da verte con tu diploma Adr., muchas felicidades, espero sigas un buen camino o al menos el camino que creas que más te conviene, allá afuera las cosas son bastante diferentes—hizo una pausa y meditó un poco—bueno, quizás un poco diferentes de lo que vivimos en clase, pero al final diferentes—comentó mostrando una sonrisa y le entregó una caja de terciopelo negro que había aparecido en las manos de la castaña segundos—un pequeño presente, espero te guste—dijo.

     

    Dentro de la caja de terciopelo reposaba un anillo de plata en el cual por dentro tenía el nombre de Adr. y la fecha en la fecha de aquel día, era un momento digno de recordar y no lo debía dejar de pasar desapercibido.

  7. Oficina de Addison Evanik Haughton

    Kritzai & Brardolla Black

     

    La castaña depositó sus ojos grises sobre la figura que se había internado a su oficina. Había recibido el informe de quienes eran los nuevos empleados y ella junto con Kritzai eran los únicos que habían faltado en presentarse. La castaña soltó un suspiro y junto sus manos sobre el escritorio mientras escuchaba las palabras de la Black, aquello le causó un poco de gracia, aunque su rostro se mantuvo imperturbable, simplemente esbozó una sonrisa seca.

     

    —Sí... digamos que parece ser que aquí nunca descansamos —murmuró en respuesta. Con un gesto despreocupado invitó a la joven a sentarse. —Bueno, eras la única empleada que faltaba de presentarse y era de mi interés conocerte, además tienes que hacer algunas otros "trámites" internos antes de poder comenzar a laborar en el departamento—comentó—pero antes de ello, me gustaría darte la bienvenida a la Oficina Creadora de Hechizos y Pociones, espero que el lugar llene tus expectativas—sonrió con amabilidad.

     

    Su mirada viajó por un momento hacia Kritzai, el chico ya había cumplido con aquel "trámite" interno con el que todos los empleados, sin excepción alguna, debían de cumplir, y ahora era el turno de Brardolla si accedía. Tan sólo terminado eso, les mostraría las tareas que realizaban dentro del departamento y los incluiría dentro de la investigación que se llevaba a cabo en ese momento.

     

    —Lo único que tienes que hacer para poder comenzar a laborar de lleno dentro de esta dependencia es hacer un juramento para con el Departamento de Misterios, como sabrás, lo que aquí hacemos no es de conocimiento de casi nadie, más que de los inefables—dijo con una sonrisa de satisfacción dibujada en el rostro—y qué dices, ¿estás dispuesta?—preguntó.

     

    Sus manos viajaron hasta la caja de terciopelo que aún se encontraba sobre el escritorio y la atrajo hacia sí, parecía que se estuviera preparando para la respuesta de la Black, en caso de que esta fuera afirmativa abriría el cofre, si se negaba, la caja volvería a guardarse bajo llave.

     

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    La castaña negó un poco con la cabeza y sonrió con un gesto juguetón dibujado en el rostro al tiempo que se hacia a un lado para dejar que Leah se acercara hasta el cráneo del hombre. A la Ravenclaw no le agradaba le idea, pero parecía ser que prefería cumplir con su deber antes de dejarse llevar por la repulsión que le producía ese hombre. A la castaña no le molestaba la idea de tocarlo o abrir su cráneo en dos para ver su cerebro, al contrario, por alguna extraña razón el cerebro humano le cautivaba, deseaba saber qué clase de cosas había relacionadas con este.

     

    Observó con atención los movimientos de la joven a su lado, no sabía si la chica había realizado el procedimiento con anterioridad, pero fuese como fuese sus manos se movían con fluidez y mostraban una experiencia que ella no creía igualar. Esperó pacientemente y mientras la chica continuaba con lo suyo dejó la muestra de sangre sobre una bandeja y continuó examinando el cuerpo del hombre sin encontrar nada relevante al momento.

     

    Levantó la mirada cuando la Ravenclaw preguntó algo, y se acercó a ver para entender a que se refería, sus palabras le habían resultado confusas, pero al ver el cerebro expuesto del hombre hizo un gesto de asco y negó con la cabeza, aquello se salía de los límites de lo normal.

     

    —En absoluto, ni siquiera se acerca a la coloración normal—murmuró. Se mordió el labio inferior y enseguida con cuidado acercó su mano hasta tocar aquella pieza, se sentía viscosa, no parecía ser una sustancia completamente estable —espero que no sientas asco en este momento, y si lo sientes, será mejor que no mires—le comentó a Leah mientras acercaba un recipiente y cuando lo tuvo a su lado, introdujo ambas manos dentro de la cavidad para sacar el cerebro del hombre.

     

    Era una masa gelatinosa de color violáceo, pudo notar que las áreas más afectadas eran aquellas en la que el color predominaba más. Enarcó un poco la ceja y tras dedicarse a observar notó que el hemisferio que se mostraba más dañado era aquel al que habían atinado a señalar mientras intentaban sacar conclusiones.

     

    —Parece que se va a deshacer, aunque puede que sea lo que necesitemos, esta zona está más dañada y es obvio que lo que sea que lo afecte es lo suficientemente agresivo como para hacer un cambio notorio en la materia gris—comentó.—Y si encontramos esto mismo en la niña y en la cubana, puede que tengamos nuestra causa, aunque no sabríamos que lo desata aún

     

    Soltó un suspiro y meditó un poco, aquello era bastante complicado, quería encontrar la respuesta ya, pero de a poco iban encontrando una solución. Tan sólo faltaba analizar aquella materia gris y ver qué encontraban, debía de haber una solución o al menos un indicio de algo que las guiara hacia el camino correcto.

     

     

    Perdonen la tardanza y el mal rol, pero ando en exámenes con la escuela y trabajos y lo siento u.u

     

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    Levantó la vista hacia Leah al escuchar hablar sobre una bacteria come carne, alguna vez había oído hablar sobre la misma, más nunca se había interesado sobre ella, se había quedado en un simple nombre con un poco de información elemental, la información suficiente para saber que era. Observó con mayor atención aquel resto de pierna, se había comenzado a presentar necrosis en los alrededores, más esta era apenas notoria.

     

    —Sí... no es normal, en realidad es demasiado extraño—murmuró y enseguida se destapó ya sin mucho cuidado los brazos del hombre.—Aunque mira las lesiones, se estaba diseminando por todo su cuerpo, quizás por adentro no se ha presentado.

     

    Miró los brazos con atención, no tenía ninguna infección aparente, pero había lesiones que marcaban que probablemente, de no haber muerto, la infección hubiera continuado. Palpó con cuidado los brazos del fallecido, estos parecían normales, aunque de cuando en cuando encontraba alguna zona que parecía un poco más blanda de lo normal, aunque no podía confirmar nada, los guantes que cubrían sus manos le estorbaban para poder hacer el análisis.

     

    —Me pregunto si...—no terminó la frase y acercó la bandeja de instrumentos, tomó un bisturí y enseguida lo clavó con seguridad sobre la piel del hombre. Había abierto una herida de al menos diez centímetros de largo en uno de los brazos, de la cortada salió un poco de sangre, pero eso no le impidió ver el interior, claramente había más rastros de infección en el interior que en el exterior. —Parece que esta bacteria lo estaba comiendo por dentro, puede que esto haya sido lo que lo haya desatado todo en él, una bacteria que incluso haya llegado hasta su sistema nervioso, lo haya afectado de tal modo que haya perdido hasta la cordura—murmuró.

     

    Aquello podía ser posible, había escuchado de alguna enfermedad en muggles causada por algo mucho más fuerte que un simple virus que mataba a la gente rápidamente. Aquello era una posibilidad, más si era una bacteria su mecanismo parecía ser bastante complejo, aunque aquello era sólo una teoría, aún quedaban dos cuerpos más por analizar.

     

    —Es sólo un factor más, habrá que ver a la niña y a aquella mujer cubana para saber si llegan a coincidir en algún punto—comentó.

     

    Mientras tanto tomó una muestra de la sangre del hombre. Tenía la curiosidad por saber que pasaba en el cerebro del hombre, ya habían concluido que el verdadero problema de todo ello radicaba en que lo que fuera que causara esas muertes afectaba el sistema nervioso, por lo tanto podrían ver algo dentro de este. Se acercó con cuidado hasta la cabeza del hombre y la observó con detenimiento, tomó entre sus manos enguantadas su cráneo y enseguida observó a la Ravenclaw.

     

    —¿Gustas hacer los honores?—le preguntó dibujando una sonrisa de satisfacción en su rostro.

  9. Primera Planta

    Box siete — Con Ginevra, Bodrik, Aland, Soamily, Emery y Kailey

     

    La preocupación por su amiga era demasiada, al grado que había olvidado por completo agradecerle a la Black, esta le había atendido desde un principio y le había permitido acompañar a Ginevra en todo momento, pero por sobre todo, había encontrado una solución para acabar con aquel ser que había habitado en el cuerpo de la Black por algunos años, de modo que a su parecer, le debía mucho a Kailey.

     

    —Lo lamento, entre todo esto se me pasó por alto, pero muchas gracias por todo—dijo.

     

    Sabía que un simple gracias no abarcaba lo agradecida que estaba, pero no encontraba otra palabra para agradecer a la sanadora. No esbozó ninguna sonrisa ni en su rostro apareció otro gesto mientras transcurrían los minutos, pero cuando su sobrina le mencionó la simple pregunta de a dónde llevarían a Ginevra no pudo evitar morder su labio y fruncir el ceño. Lo primero que se le había venido a la cabeza era su propio hogar, pero enseguida lo pensó un poco mejor.

     

    —No tengo idea, pero será mejor que la veamos—comentó—no se me ocurre nada, la única opción es llevarla a casa, pero creo que será mejor que ella decida, después de todo, esta en pleno uso de sus facultades—murmuró.

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  10. Primera Planta

    Box siete — Con Ginevra, Bodrik, Aland, Soamily, Emery y Kailey

     

    La castaña había salido del box junto con su sobrina cuando se lo indicaron, el procedimiento por fin se haría y finalmente se desharían de aquel ser que había acosado a su mejor amiga durante años. Había hecho todo mecánicamente, se había dejado llevar por Boo y se había sentado a esperar afuera en espera de algún resultado positivo. Sólo esperaba que todo saliera bien, no le preocupaba el procedimiento que ocuparan, en realidad era lo que menos le interesaba, sólo quería librarse de Gilbratair de una buena vez.

     

    —No nos queda más que esperar—murmuró a su sobrina.

     

    Le alegraba tenerla ahí, al parecer ellas dos serían el único apoyo de Ginevra en ese momento, la situación era bastante difícil ya, cómo para que la atravesara sola, pero a partir de ese momento todo cambiaría, y no necesitaría estar internada en el hospital todo el tiempo para poder mantenerse a salvo de ella misma y de los demás.

     

    Los minutos pasaron rápidamente cuando Kailey salió del box para encontrarse con ellas, la castaña se paró y escuchó sus palabras con tranquilidad. En su rostro no se reflejaba sentimiento alguno, permanecía neutro, sin vida alguna en él. Todo había salido bien y sólo se encontraba cansada, después de eso, al parecer la vida continuaría como debía de ser una vida normal para Ginevra.

     

    —¿Cuándo podremos llevarla a casa?—le preguntó la castaña a la sanadora.

     

    Antes de poder entrar sabía que la tendrían que la Black tendría que descansar, pero prefería informarse acerca de todos los detalles antes de que pasara algo por alto. Quería devolverle a Ginevra la vida normal que no había podido tener después de que se habían separado, ya era merecedora de poder vivir feliz y tranquila, como lo había hecho en el pasado, y para ello tendría que estar fuera de San Mungo.

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  11. Esperó, el tiempo parecía pasar lento, pues no pasó ni un sólo minuto cuando sintió como alguien más se unía a ella. Se giró al escuchar aquella conocida voz y enseguida en sus labios apareció una sonrisa de satisfacción, saludó a la Black Lestrange con un beso en cada mejilla, se comenzaba a preguntar la razón de su visita a aquella oficina, pero algo era seguro, la dos buscaban al director.

     

    —Que sorpresa verte por aquí Mía—expresó con tono casual—¿de verdad? No sabía que se trataba de Neos... en fin.—dijo y enseguida tomó aire para poder decirle la razón de su estadía en aquel lugar.

     

    Visitar aquella planta no le era nada grato, prefería su sombría oficina en el Departamento de Misterios, donde reinaba el silencio y la calma, aquel sitio en que las paredes guardaban algunos de los secretos más oscuros, pero estaba ahí. Se había presentado para denunciar un robo, en su hogar habían robado el refrigerador que yacía en su cocina, no le preocupaba la pérdida material, aquello era algo que fácilmente podrían reponer, pero habían robado algo de propiedad de su familia y no permitiría que el bribón que había osado a entrar en su hogar quedara impune.

     

    —Spectum—saludó al mortífago y le dirigió una sonrisa que no alcanzó a llegar a todo su rostro—un gusto encontrarte, como siempre. Busco al director, o bueno, buscamos al director—comentó y observó a Mía, la cual comentaba que también le habían robado. La Evanik enarcó una ceja y soltó un suspiro, como si se tratara de una total barbaridad—¿de verdad? ¡Qué horror!—expresó con fingida voz horrorizada—en la mansión de mi familia también ha ocurrido tal cosa, han osado a hurtarnos

     

    Antes de que pudiera continuar con la pantomima que había comenzado a armar con la Black Lestrange un elfo les indicó que Neos las recibiría, junto con otra chica que recién llegaba. La castaña se cruzó de brazos y miró con arrogancia a la criatura.

     

    —¿Vamos?—preguntó a Mía para enseguida caminar el dirección a la oficina del Marshbone.

     

    Cuando se hubo encontrado frente a la puerta de la oficina del director observó a la otra chica que también esperaba para entrar, le dirigió un simple y seco "buenas tardes" y enseguida tocó la puerta del despacho, el director ya las esperaba y ella no estaba para que la hicieran esperar de modo que abrió la puerta y dejó que las otras dos chicas observaran el interior.

     

    —Buenas Neos, un gusto verte—saludó al director desde la puerta con una amabilidad aparente.

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    Al tiempo en que Leah se ponía el traje, la castaña hizo lo mismo, en ese momento se internó en su mente, intentando no pensar si quiera en lo que estaba haciendo. Comprendía que era lo mejor para ella, pero eso no significaba que tenía que gustarle, era algo simplemente desagradable, no por el hecho de dónde prevenía, más bien era el hecho de que se sentía que había perdido y la habían metido en una prisión hecha a la medida.

     

    Tras soltar un suspiro terminó de ponerse el traje y se observó a si misma, sintió que había perdido toda la clase que había poseído desde su nacimiento, todo dejo de superioridad y arrogancia se vinieron abajo, cómo si le hubieran arrebatado aquella coraza que había erigido para mantenerse a salvo.

     

    Le tomó unos minutos mas reponerse, no era algo que la fuera a matar, pero si era suficiente para hacerla sentir mal, pero de su boca no saldría ninguna queja o reclamo, acallaría sus pensamientos y volvería a ser la misma persona condescendiente que era todo el tiempo.

     

    Con gesto decidido se acercó a la puerta y la abrió de un tirón, Leah ya se había colocado el traje, de modo que esperó a que la misma ingresara a aquella pequeña área para cerrar la puerta tras de sí. Frente a ellas había otra puerta la cual abrió y enseguida se encontró con lo que había estado esperando durante varios días.

     

    Los cadáveres estaban frente a ella, sobre la mesa metálica y todo su cuerpo estaba cubierto con una manta blanca, no podían observar nada de ellos, de modo que sin pensarlo mucho dejó que sus pies la llevaran ante aquellos muggles muertos. Con cuidado descubrió el rostro del que tenía enfrente, se trataba del hombre japonés del que tenían su registro, el cuerpo estaba bien conservado de modo que el olor era apenas notorio.

     

    —¿Qué es lo qué tienes para decirnos?—preguntó en un susurro mientras iba hasta sus pies y los descubría.

     

    Se encontró con un sólo pie y el resto de la otra pierna, observó con cuidado la última, justo en el área donde había sido amputado su pie, lo observó con cuidado. La herida no se había curado en ningún momento, se podían observar aún rastros de la infección que había invadido tal extremidad. La observó con mayor cuidado, era bastante peculiar, aquello no podía tratarse de un simple virus que había atacado, quizás alguna bacteria en el organismo, algo extraño.

     

    —¿Qué serás?—preguntó en voz alta y luego observó a Leah—¿qué crees que lo haya provocado? Una infección así en tan poco tiempo no es muy común...—susurró.—Dudo que haya sido un virus, una bacteria quizás, más podría ser una poco común ¿no crees?— preguntó a la Ravenclaw.

     

    *****

     

    Oficina de Addison Evanik Haughton

    Kritzai & Brardolla Black

     

    No despegó su mirada de Kritzai hasta que el dio su respuesta final, había aceptado hacer aquel juramento inquebrantable y con ello le daba la pauta para comenzar con todo. De un cajón, cerrado bajo llave y bajo algunos otros encantamientos extrajo una caja de terciopelo negro, mientras lo hacía una sonrisa de satisfacción apareció fugazmente sobre su rostro, podía sentir los nervios del chico, los mismos que ella había sentido en algún momento al hacer ese mismo juramento.

     

    Abrió la caja con sumo cuidado y de ella extrajo un daga de plata reluciente, parecía nueva, como si nunca hubiera pasado por varias manos para hacer lo mismo que estaba por hacer justo en ese momento. La tomó entre sus delicadas manos y se paró, para enseguida pararse frente a Kritzai, con un movimiento de su mano le indicó que se parara y cuando el chico lo hubo hecho le pidió que extendiera su mano, dejando la palma hacia arriba. Colocó la daga sobe esta e hizo que cerrara los dedos en torno a ella y que llevara su mano hasta su pecho, justo sobre su corazón. Aún a pesar de que apretara con fuerza la daga no lo cortaría, únicamente derramaría la sangre de los traidores.

     

    —Repite después de mí—le indicó con calma— "yo Kritzai juro por mi vida rendirle fidelidad al Departamento de Misterios—comenzó a decir esperando que el mago contestara—juro por la sangre que corre por mis venas guardar los secretos y la información que me sea revelada—calló para dejar que Kritzai repitiera y cuando lo hubo hecho continuó—juro por mi alma y por mi honor velar por la información y los misterios que envuelven el Departamento de Misterios. Juro fidelidad y compromiso por el departamento y en caso de no cumplirlo pagaré con mi vida para enmendar mis errores—terminó de recitar y observó al D'Aubigne mientras este terminaba de hablar.

     

    Conforme iba recitando aquellas palabras el lazo que unía a Kritzai con el departamento se volvía más fuerte, la daga era el puente que había entre el Departamento de Misterios y los inefables, era la misma arma que mataría a los que osaran a traicionar aquella dependencia.

     

    Estiró la mano para tomar la daga que le extendería Kritzai, y cuando la tuvo de nuevo en su poder la tomó con sumo cuidado, como si fuera una fina pieza de porcelana a punto de caerse en pedazos, y la colocó de nuevo en su estuche, donde reposaría hasta que un nuevo empleado llegara, o hasta que alguien traicionara a la oficina.

     

    —Ahora que ya has hecho el juramento puedes saber varias, cosas, la Oficina Creadora de Hechizos y Pociones tiene diversas funciones, el nombre dice mucho, pero vamos más allá de eso, no se trata sólo de experimentar, se trata de buscar soluciones para que esos hechizos y pociones se vuelvan algo útil, te podría enlistar cada una de las cosas que se hacen aquí, pero creo que será mejor que las descubras por ti mismo—le comentó mientras se sentaba. Con un gesto le ofreció de nuevo asiento.—¿Hay algo en especial que quieras saber sobre esta oficina? ¿Alguna duda antes de poder continuar?—preguntó.

     

    Antes de que el aprendiz pudiera responder tocaron la puerta y enseguida una mujer de tamaño pequeño, cabello negro azabache, facciones finas y de figura delgada asomó su rostro. La castaña la miró con frialdad, no deseaba interrupciones en ese momento, pero la mujer enseguida le informó que había otra chica esperando, al parecer había llegado una nueva empleada. La Evanik le indicó a la mujer que hiciera pasar a la Black y cuando esta estuvo frente a la puerta le saludó.

     

    —Brardolla has el favor de pasar, te estábamos esperando— dibujó una sonrisa en sus labios que no alcanzó a invadir todo su rostro.

  13. Cuando el ascensor se hubo detenido en la segunda planta, la figura de una joven envuelta en una capa de color negro salió, la joven Evanik llevaba el rostro descubierto, mostrando sus finas facciones y el cabello castaño que caía suavemente sobre sus hombros. Su mirada parecía indiferente, pero se podía notar apenas un atisbo de enojo en ella.

     

    Su llegada a aquel lugar parecía poco habitual, y es que lo era, nunca bajaba a alguna otra planta que no fuera en la que ella misma laboraba. Rara vez lo hacía, y cuando lo hacía era para realizar algún trámite importante, pero en aquella ocasión, a juzgar por su gesto y lo que pasaba por su mente estaba ahí por razones totalmente diferentes.

     

    Caminó por el pasillo con paso tranquilo hasta que se topó con un letrero que tenía por leyenda "Escuadrón para la Aplicación de la Ley Mágica", negó con la cabeza y bufó molesta, había encontrado una nota en su hogar con la situación más ridícula posible, pero eso no dejaba de molestarla, era su deber para con su familia ir a realizar un reclamo, no dejaría que el culpable fuera sólo por ahí sin recibir su merecido a cambio.

     

    Recorrió el largo pasillo que había tras la puerta y acortó la distancia entre las oficinas que había al final y la puerta por la que había entrado con rapidez. Ignoró por completo los cuadros que estaban colgados, en ese momento no le interesaban, simplemente se dirigió a lo que le pareció sería la secretaria del lugar. Observó a la mujer con arrogancia y enseguida comenzó a hablar.

     

    —Buenos días, me gustaría hablar con el director del departamento por favor—dijo mostrando una sonrisa hipócrita en su rostro—y por cierto, no aceptaré un no por respuesta, de modo que aquí esperaré—espetó con voz fría.

  14. Primera Planta

    Box siete — Con Ginevra, Bodrik, Aland, Soamily, Emery y Kailey

     

    La castaña se había perdido en algún momento, había observado a Ginevra y las distintas reacciones que había tenido respecto a todo aquello, dejó a las sanadoras hablar y buscar una solución, quería contribuir, pero en ese momento se sintió incapaz. Veía demasiada gente, demasiada información la que tenía en su cabeza, su vida se había vuelto un embrollo y aquello era una situación más que se aumentaba a su lista de preocupaciones.

     

    Tenía que priorizar y en ese momento, su mejor amiga se había vuelto algo más que una prioridad, por primera vez, después de tantos años, estaban buscando una solución a su problema. Al fin acabarían con el sufrimiento de la chica, aquello que la acosaba en lo que parecía ser cualquier momento.

     

    De un momento a otro, sin saber cómo ni cuando su sobrina se encontraba a su lado, dio un respingo al verla, aunque nadie lo notó. En ese momento Kailey les solicitaba a ambas que le dieran toda la información acerca de Ginevra. Su sobrina, por consiguiente, respondió que en realidad lo único que las había unido era su madre, que no había demasiada información de por medio, pues la convivencia no había sido demasiada.

     

    La castaña observó a Bodrik y asintió, estuvo a punto de decirle algo a la sanadora, más no hubo tiempo pues esta se dirigió hacia dos sanadoras al exterior del box, probablemente le sugeriría algún tratamiento para la licántropo.

     

    —No sé que más decir Boo, en realidad creo que he dicho lo más importante sobre su caso, casi todo lo que se—murmuró.

     

    Cruzó sus brazos y observó a su amiga, había alcanzado escuchar como esta le pedía a su sobrina que la matara, ella simplemente negó con la cabeza y soltó un suspiro, la respuesta de Bodrik había sido acertada, más sabía que eso no calmaría del todo a Ginevra, se aferraría a esa idea hasta que le plantearan una nueva situación.

     

    —Nadie te matará en este momento ¿de acuerdo?—dijo con voz firme.—Se hallará una solución, no permitiré que mueras, así ese ser me asesine, no permitiré que te mate a ti—le dijo mientras con su dedo índice recorría la cicatriz que tenía en su mano.

     

    Observó a Bodrik y desvió la mirada hacia el exterior, donde se encontraban las sanadoras, ella no tenía cabeza ya, ya no quería pensar en el asunto, pero sabía, o al menos esperaba, que pronto les plantearan una solución, o al menos alguna posibilidad sobre cómo controlar aquello.

     

    —¿Crees que ellas lo solucionen?—le preguntó a su sobrina en un murmullo que sólo ella alcanzó a escuchar.

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    Había sido la primera en ingresar y tras aquel juego de palabras que le había dedicado a los dos mortífagos se internó de lleno en el lugar. No se acercó a las mesas, simplemente se acercó hasta el vidrio que separaba los cuerpos de ellos y posó su mano sobre este mientras sus ojos grises viajaban hasta el otro lado. No tenía ni la más mínima idea de que verían ahí, había recibido fotografías en los informes, más no se comparaba con lo que tendrían enfrente.

     

    La curiosidad comenzaba a aparecer de un modo peculiar en la Evanik, comenzaba a dominar cada una de sus células y pronto estaría interesada de lleno en aquello, no había nada mejor que estar ahí en ese momento.

     

    Desvió la mirada y se volvió hacia la Ravenclaw y el Haughton, quitando la mano del vidrio, el cual tenía una textura bastante peculiar, no parecía frágil, al contrario, era lo suficientemente grueso y resistente, podría aventar una silla contra aquello y no se rompería. Sonrió para sus adentros, esa sala era como todo en ese departamento, tan enigmática para engañar incluso a sus propios ojos.

     

    —No estamos en la misma sala—respondió a Derek y se giró de nuevo hacia los cuerpos.—Estamos sin estarlo, este lado de la sala está completamente aislado del otro lado, detrás de esa puerta—señaló la puerta metálica que se encontraba a un metro de distancia de donde se encontraba—hay una especie de cámara, procedemos a esta con los trajes puestos, cerramos la puerta y abrimos la otra y entramos a ese sitio.

     

    La castaña no había esperado aquello, le había parecido bastante simple, pero no podía negar que era efectivo, podrían trabajar dentro del mismo lugar sin estar expuestos en realidad a nada. Posó de nuevo su mano sobre el vidrio y pegó con sus nudillos en él, como si quisiera asegurarse de que fuera real.

     

    —Cuando los veamos, sabremos por donde comenzar—murmuró en en respuesta a la pregunta de Leah.

     

    La frase que le había dicho una conocida aún resonaba en su mente <<Hay que comenzar por el principio>>, le había dicho, y eso planeaba hacer, apenas tenía una idea, pero sabía que su instinto le diría que debía de hacer. Una sonrisa fugaz apareció en su fino rostro y enseguida desapareció, pues se vio sustituida por una mueca al ver el traje que debía de ponerse.

     

    No le quedaba de otra, tendría que resignarse a que debía de usarlo de modo que tan sólo verlo frente a ella y tomar una bocanada de aire comenzó a ponérselo, estaba decidida.

     

    —Al mal paso darle prisa—murmuró en voz lo suficientemente baja para sólo escucharla ella misma.

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    Ninguno de los tres mortífagos pronunció palabra alguna durante algunos minutos, parecía ser que para los tres era un debate mental entre su orgullo y lo que probablemente era el apreció por su propia vida, ella aún ni siquiera se encontraba segura de qué método elegir, nunca se había encontrado ante esa encrucijada y estaba hiriendo su orgullo, pero ¿qué más opción tenía? Aquello no era algo que debía de pensar demasiado, se trataba de su propia seguridad y la de sus empleados.

     

    Antes de que pudiera continuar Derek el cual se mostraba dispuesto a usar un método muggle, le daba la razón por preferirlo y aunque fuera interesante probar un método mágico para poder desarrollarlo y mejorarlo, ese momento no era el indicado para hacerlo, se debían de limitar a ver por su bienestar.

     

    Tan sólo el Haughton hubo terminado Leah comentó también su decisión, aunque ella mostró una clara aversión contra su elección, sonrió un poco al mostrar su desagrado ante la palabra "muggle", eran mortífagos, tenían una aversión natural contra ellos, aunque siempre a los magos les podían ser útiles algunas cosas que ellos habían osado a inventar, aquello no lo negaba. Muchas veces había apreciado el arte, joyería e incluso moda de aquellos, pero ellos no le agradaban, simplemente le parecían insoportables.

     

    Se tomó unos segundos más para meditar su respuesta y enseguida accedió, no era más que un artefacto más, nada que pudiera herir su orgullo.

     

    —Bien, en ese caso la decisión está tomada, utilizaremos el método muggle, el laboratorio ya está preparado para nosotros así que...—la Evanik se levantó y tomó su carpeta—será mejor que vayamos—dijo y se dirigió al otro lado de la habitación, donde se encontraba otra puerta.

     

    La abrió y esperó a que tanto la Ravenclaw como el Haughton la siguieran y enseguida se encaminó por el tan conocido pasillo, se encontró con otra puerta al final de este y al abrirla se encontró con una especie de laboratorio que se asemejaba a una morgue. A comparación con el resto del departamento aquella sala parecía bastante diferente a lo que estaban habituados, el suelo era de color negro y las otras cuatro paredes eran de un color blanco impecable, la habitación era amplia y estaba dividida en dos por un cristal que dejaba ver todo lo que había al otro lado.

     

    Pegados a la pared se podían ver mesas metálicas con todo el equipo necesario para trabajar, del lado derecho de la habitación, sobre el cristal, había una puerta metálica para poder acceder al otro lado. A un lado de esta se podían ver los trajes de color blanco que ellos utilizarían en esa ocasión para su seguridad. En la otra sección se podían ver tres mesas largas metálicas, sobre cada una de ellas se podía observar un bulto tapado con una manta blanca, eran los cuerpos. A un lado de estas mesas se encontraban los instrumentos que los auxiliarían para el análisis.

     

    —Bien, esto es lo que tenemos—les comentó a Derek y a Leah mientras ingresaba al laboratorio.

     

     

    Oficina de Addison Evanik Haughton

    Rol con Kritzai

     

    Posó sus ojos grises sobre el aprendiz y lo observó fijamente, analizó cada movimiento del chico, podía sentir el nerviosismo que lo había invadido al entrar y cómo, conforme iba planteando su situación comenzaba a sentirse más calmado. La Evanik en su interior sonrió satisfecha, más su rostro no mostraba expresión alguna, continuaba sin mostrar algún indicio de interés en la situación.

     

    Tras haber escuchado el planteamiento del D'Aubigne soltó un suspiro y negó ligeramente con la cabeza, dejando así que sus cabellos castaños cayeran sobre sus hombros. No le interesaba conocer muchos detalles en ese momento sobre el chico, con el paso del tiempo los conocería, en ese momento le era mucho más importante que el aprendiz realizara el respectivo juramente para poder mostrarle lo que implicaba trabajar en ese departamento.

     

    —Quizás, cómo habrás escuchado el Departamento de Misterios se caracteriza por eso, por ser todo un misterio, la información que se maneja aquí debe ser manejada con cautela, no cualquiera está al alcance de esta—comenzó—es un privilegio estar aquí y sí, ya has completado un trámite más, pero aquí dentro las cosas no son parecidas a las demás plantas.—Hizo una breve pausa y enseguida continuó—para poder comenzar a laborar en esta Oficina debes de realizar un Juramento con el Departamento, pues la información que te sea revelada no puede salir de aquí, si rompes ese juramento el precio será tu muerte...—comentó.

     

    La última palabra la dijo con frialdad, sin ningún rastro de emoción en su voz. Para la Evanik la traición se debía de pagar con sangre, y de ese mismo modo parecía verlo el Departamento de Misterios. Observó con atención a Kritzai en espera de alguna respuesta, era algo que debía de pensar, tenía que estar dispuesto a hacerlo o las consecuencias podían ser grandes.

  17. Oficina de Addison Evanik Haughton

    Ron con Kritzai

     

    Los papeles se encontraban desparramados en torno al escritorio, la castaña los leí con atención, consultaba uno y enseguida viajaba a otro y volvía al mismo para consultar otro, era un ir y venir, la información era vasta y nunca se acababa, siempre llegaba más y más y para la Evanik nunca era suficiente. Si por ella se tratase, toda su vida giraría en torno al conocimiento del mundo, conocer acerca de todo lo que la rodeaba, lo que sucedía, cómo sucedía, simplemente quería saber todo.

     

    Pero no podía tenerlo todo, aunque trabajar en esa oficina era casi como tenerlo todo, información clasificada llegaba al Departamento de Misterios y esa planta se podía ver en constante movimiento la mayoría de las veces. Aquella ocasión no era la excepción, las investigaciones continuaban, seguían con su curso y sólo se daban algunas pausas deliberadas porque era absolutamente necesario, porque no había otra opción.

     

    Después de un rato se alejó del escritorio y ordenó los papeles con un movimiento de varita, habían pasado varios minutos desde que el informe de que llegaba un visitante a su oficina le sorprendió un poco, aunque después de saber el nombre de tal personaje dejó la sorpresa de lado, había estado esperando la llegada de Kritzai desde hacia algunos días y al fin había llegado.

     

    Guardó los papeles en un cajón de su escritorio y para cuando hubo terminado, el sonido de los pasos que se acercaban a la puerta hicieron que sonriera son satisfacción. Se levantó y abrió la puerta, afuera encontró a un joven, parecía nervioso y no lo culpaba, más a su parecer no había nada de que preocuparse, a menos que ocultara sus verdaderas intenciones y sólo estuviera ahí con fines poco ortodoxos.

     

    —Pasa por favor Kritzai—dijo con voz suave, invitándolo a pasar a su oficina. Ella volvió a su lugar, detrás del escritorio de caoba, y se sentó en la silla de piel de color negro. Cruzó las manos y esperó a que el aprendiz pasara para finalmente ofrecerle asiento con un movimiento de su mano—veo que has tardado un poco en venir—dijo con voz fría.

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    No le importaba a donde se dirigía y mucho menos saber que pasaría con ella, muy en su interior sabía que tenía que ir a San Mungo, más la parte que controlaba en ese momento su cerebro no estaba de acuerdo con eso ni con nada, ella sólo tenía deseos de venganza, de matar, de ver correr sangre de aquellos que se interpusieran en su camino, todo aquel que le estorbara debía de morir.

     

    Se encontraba en un pasillo, había un escritorio vacío y sobre este se encontraba una caja de chocolates, era casi idéntica a la otra, de la cual había tomado el chocolate, con la ligera excepción de que la caja esta vez era de color rosa. Sonrió con cierta malicia y se acercó lo suficiente a la caja cuando sintió que alguien tomaba su brazo y la hacía girarse.

     

    Fulminó con la mirada a Derek al verlo y enseguida se deshizo de su mano, como si el contacto con el Haughton la fuera a quemar. Escuchó sus palabras y por un momento estuvo tentada a echarse a reír sin razón aparente, ni siquiera ella estaba segura de qué era lo que estaba pasando, sólo sabía que era provocado por los chocolates que habían llegado.

     

    —Si tanto te gustaría tenerlos entonces creo que tengo una sorpresa para ti...—murmuró e invitó a Derek a acercarse y acompañarla.

     

    Su tono de voz había cambiado, y se había vuelto del tipo que habitualmente ocupaba cuando trabajaba o siempre que asistía a algún evento social, aquel que simplemente no reflejaba absolutamente nada, simplemente deseos de continuar con su trabajo como habitualmente lo hacen las personas "normales".

     

    Cuando se hubo acercado el Haughton lo observó por un momento y enseguida abrió la caja de chocolates que tenían al frente, dentro de ella había poco más de diez chocolates, el olor era exquisito y era imposible resistirse a ellos, pero Derek ya lo había hecho, y no iba a permitir que lo hiciera otra vez, en esa ocasión se encargaría de que todo eso terminara de una buena vez.

     

    —Aquí está la solución... son distintos pero, es algo por donde comenzar, probablemente tengan efectos similares y tengan efectos en el comportamiento de las personas pero habrá d verse—comentó tranquila. Tomó un chocolate y lo acercó a su nariz, como quien no quiere la cosa, y enseguida con un movimiento ágil su mano fue a parar a la boca del Haughton y se mantuvo contra la misma, obligándolo a tragar el chocolate—es una lástima que no lo hayas querido hacer por las buenas...—susurró.

     

     

     

    Perdonen la tardanza, pero ah tengo miles de trabajos y ni siquiera se que día es T-T pero me di un tiempo para hacer esto pero vuelvo a lo mío T-T Kritzai lamento la tardanza, pero mañana te respondo, una enorme disculpa por favor pero escuela me mata D:

     

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    —¿Acaso tienes habilidades? Me sorprende bastante...—murmuró fingiendo sorpresa.

     

    Tras ese comentario la castaña escuchó en silencio las palabras de la sanadora, la sonrisa maliciosa no se quitaba de su rostro y de cuando en cuando ponía los ojos en blanco. Se estaba hartando de ella y de sus palabras, parecía que intentaba darse aires de grandeza por su conocimiento, pero no lo había logrado, o al menos no con la castaña, todo lo que había dicho le había parecido enteramente aburrido e inútil.

     

    ¿Tratarse de un envenenamiento? Vaya que eso no se podía ni siquiera acercar a un veneno, o eso opinaba la castaña, aquello era algo mucho más complejo, algo que aún a pesar de poderse encontrar en una poción no era tal, algo tan parecido a la amortentia pero que podía ser todo lo contrario, y eso no se curaba como un envenenamiento. Si aquello se tratara de un envenenamiento Ethiane ya ni siquiera estaría con ellas y tanto Juve como Addison se encontrarían en la misma situación.

     

    —¡Bravo! Brillante deducción!—dijo en tono sarcástico—¿ahora podrías proceder a decir algo mejor? Digo, si no es mucho pedir—espetó.

     

    Desvió su mirada mientras la sanadora le hablaba a la Black como si esta fuera una niña pequeña que huye de los doctores, bufó intranquila y con varita en mano se dirigió hacia la puerta, nadie la detendría y si lo hacían dudaba mucho que lograran hacerle algo. Cuando hubo recorrido los escasos metros de distancia que la separaban de la puerta observó a Lestat que aún se encontraba en el piso.

     

    El chico tenía los ojos llorosos debido al dolor producido por la cortada producida por la katana, la Evanik puso los ojos en blanco y con un aspecto aparentemente inocente, levantó la varita y murmuró.

     

    —Déjame ayudarte...—comentó tranquila. Ya la herida se había curado pero el dolor perduraría, un dolor apenas perceptible. La castaña al acercarse al chico transformó su rostro, sonrió con malicia y murmuró "sectusempra" una sola vez y con ello basto—espero que te encuentres mejor.—dijo.

     

    Sonrió de nuevo y enseguida salió por la puerta con tranquilidad, deseaba perderse entre los pasillos y por esa misma razón se dirigió hacia el hall principal para enseguida entrar en alguna de las puertas y comenzar a serpentear entre los pasillos.

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    La joven Evanik se recargó en una de las sillas y se cruzó de brazos, mirando a todos con aire de superioridad, la mayoría de los que no habían comido el chocolate comenzaban a actuar con desesperación, parecía ser que su mente se había bloqueado y no eran capaces de pensar en mejores palabras, o quizás en mejores ataques físicos. La situación le comenzaba a aburrir y si no veía nada interesante pronto comenzaría a atacarlos.

     

    —Ni lo aceptarán, parecen que en su pequeña mente no hay lugar para lo que se llama realidad—dijo en respuesta hacia la Malfoy tras su discurso.

     

    Sabía bien a que se refería y no podía estar más de acuerdo, en algún momento se encontrarían verdaderamente solos, morirían sin compañía alguna, sin amor, sin absolutamente nada de lo que apreciaban. Todo aquello por lo que luchaban era por nada, simplemente eran tonterías infantiles, cosas tan infantiles como el amor, que era lo peor de todo, algo tan burdo que le producía arcadas a la Evanik de sólo pensarlo.

     

    —Eso nunca cambiará, siempre hemos sido intachables y aún a pesar de muchos eso no cambiará—dijo en un susurro mientras sus ojos viajaban de un rostro a otro.

     

    Observó a Lestat y casi se echaba a reír por lo que hacía y decía, ni siquiera comprendía como era que habían pasado tales cosas por su cabeza, simplemente era ridículo. Negó con la cabeza mientras lo observaba con malicia, cada error, cada palabra, estaba hundiéndose a sí mismo sin necesidad de que alguno le echara tierra. La castaña simplemente sonreía con satisfacción, aquella poción corría por sus venas con rapidez y parecían hacer que su lado demoníaco saliera, era consciente de que debía de controlarse, pero una parte de ella no quería hacerlo y esa parte comenzaba a tomar ganancia.

     

    —¡Bravo!¡Brazo!—comenzó a decir en tono burlón tras el discurso del Rambaldi—deberías hacernos el favor de continuar hablando, quizás así me pueda divertir un rato más, por favor, continúa, sigue diciendo esas tonterías—dijo en tono sarcástico.

     

    Osar a hablar de libertad, como si algunos la merecieran, muchos magos y brujas se rebajaban a un nivel que simplemente era más digno dejarlos morir o encerrarlo porque no podían predicar tales boberías, era simplemente indigno. No dudaba que aquel chico que había hablado como todo un liberal fuera un traidor a la sangre, pero eso no le importaba. Ya la varita de Juve había salido volando por los aires y una sanadora atacaba a la misma.

     

    No pudo evitar el ataque a su jefa, pero si no se tranquilizaba a ella también la llevarían y aquello no era algo que le agradase. Una minúscula parte de su cerebro que aún era racional le decía que dejara las cosas por la paz, que se tranquilizara y se dejara llevar, que dijera que ella también había ingerido el chocolate, pero otra le decía que ya venía siendo hora de destilar todo el odio que se iba acumulando en su interior.

     

    —¡Por favor! ¿A eso le llamas mantener las cosas bajo control? ¡He visto bebés que parecen más preparados que tu! Y si quiera ¿cómo sabes que es seguro? Ni siquiera deberías de estar aquí, así que si vas a hacer algo, va siendo hora de que hagas tu trabajo bien ¿no querida?—le dijo con desdén a la Potter Blue.

  21. PRIMERA PLANTA, BOX 7

    Con Kailey, Ginevra, Aland y Rita

     

    Antes de que pudiera continuar dándole más información a la sanadora sobre el caso de Ginevra un aullido proveniente del box siete que irrumpió aquella tranquilidad que se había instalado en la planta. En el acto la Malfoy se dirigió al box e hizo callar a Ginevra, para enseguida inhibir el proceso de transformación y asegurar las cuerdas que ataban a la Black.

     

    La castaña había sacado la varita, no pretendía hacer nada, pues la experta ahí era Kailey, más nunca estaba de más estar preparada. Observó el cuerpo de su amiga mientras la sanadora enviaba lo que probablemente era un memorándum, pero enseguida el cuerpo de Ginevra volvió a reaccionar, aunque no era realmente ella.

     

    Su mirada se había fijado en la Evanik y esta mantuvo la mantuvo, su rostro ya no reflejaba expresión alguna y sus ojos grises parecían sin vida, las palabras de aquel ser le habían dejado de afectar y no lograría que la castaña se intimidara. Había recibido mejores amenazas y las mismas se habían vuelto algo sin importancia, lo único que le preocupaba era el bienestar de Ginevra y que esta respondiera bien.

     

    No sabía que sucedería con la Black, una sanadora de otra planta había llegado, no tenía idea de qué planta pero aquello era un indicio de que al menos tratarían de encontrarle una solución a aquello. No dijo nada y se mantuvo en silencio mientras la Malfoy y la Triviani hablaban, ella no tenía mucho derecho a opinar en ese momento, sólo era una familiar más.

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    Observó a su abuela desde donde se encontraba y sonrió con malicia, sabía exactamente lo que estaba pensando y sin dudarlo la apoyaría, tenían los mismos ideales y la misma sangre corría por sus venas, podían ser imparables con el grupo de mortífagos que se encontraba a su lado. Observó la situación, Leah se había comido el chocolate, más Derek no, de cierto modo lo comprendía pero en su interior eso no importaba, simplemente puso los ojos en blanco y dejó que la Ryddleturn se encargara de ello, al fin y al cabo ya lo dejaba en sus manos.

     

    Con la varita en mano observó los hechos, Lestat no quería cooperar y había acabado encerrado por unas enormes manos fantasmales que ya bien conocía y enseguida, antes de poder notarlo la Slytherin se encontraba intentando arrebatarle la varita de la mano. La Evanik no se dejó y se aferró a su arma, si la mujer creía que aún estando en una condición desfavorable era más débil estaba muy equivocada, había sido mortífaga por un largo tiempo y aún ante las adversidades se había mantenido en pie, había estado en situaciones peores y se conservaba entera, no porque ella intentara algo ella se rendiría.

     

    Finalmente ganó la batalla sin ninguna herida de por medio, conservó su varita y tras la indicación de Juve se dispuso a atacarla. Se encontraba dándole la espalda pero ella no era así, aún a pesar de que la ira había aumentado en contra de la Slytherin por el hecho de haberla atacado era lo suficientemente temeraria para no hacerlo, era cuestión de honor y nada más, nunca atacar por la espalda, eso era traición.

     

    Mientras escuchaba los gritos de la Slytherin se liberó con rapidez y cayó al piso después de que lo había hecho Derek, el chico aún no comía el chocolate, pero no sentía ira contra él, sus furia se había canalizado hacia Ethiane, aunque no por ello dejaba a un lado Derek. De menos, para su satisfacción propia el chico había sangrado por un poco, aquello se lo merecía por no acatar órdenes.

     

    —¡Calla!—le gritó a la Slytherin—no sabes absolutamente nada... eres simplemente una persona más, te comportas como ese montón de muggles que están ahí afuera sin ambicionar nada, sin querer nada, en este mundo lo único que existe es el poder, entiéndelo bien querida—le dijo.

     

    La miraba con repugnancia, le daba asco pensar en la gente que era como ella, parecía no tener ambiciones, no desear todo ese poder por el que los mortífagos como ellos luchaba, la sed de poder era lo que movía a muchos. En ese estado, entre todos y cada uno de los presentes podían volverse fuertes, pero eso que más daba, la Slytherin ya había entrado de nuevo en un estado catatónico y nada le importaba en ese momento.

     

    Se giró hacia los demás y observó a Lestat y a Derek, se podía notar la ira en sus ojos, no los iba a atacar físicamente, hace mucho tiempo había aprendido que las palabras podían herir mucho más que cualquier otra cosa física, sentir ese dolor que corría por las venas del enemigo y que la hacia sentir satisfecha, como si todo en ese momento tuviera sentido y una verdadera razón de ser, no había nada mejor que eso.

     

    Off: ._. se me acabó la inspiración y ya no sabía que hacer, lo siento u.ú

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  23. http://i.imgur.com/8rMc20s.png

     

    Su varita voló por los aires y no había podido evitarlo, observó a la Slytherin y sonrió con malicia, no estaba bajo el efecto de ningún chocolate pero aquella adrenalina que solía recorrer sus venas cuando quería luchar se había disparado. Retó con la mirada a Ethiane, en espera de que hiciera algo mejor que quitarle la varita pero ni siquiera tuvo la dicha de disfrutar de una pelea para poder salir herida.

     

    La chica se llevó las manos a la cabeza y cayó al piso sufriendo de espasmos, se estaba convulsionando frente a ella. Addison la miró con desdén por un momento, no le importaba verla sufrir después de haberla atacado, pero recordó que tenía que aparentar ser una persona con principios como los de los demás y ayudarla. Sin inmutarse y sin cambiar esa expresión despiadada de su rostro estabilizó el cuerpo de la Slytherin, colocó sus manos a ambos lados de su cabeza sosteniéndola con firmeza, evitando que esta pegara contra el suelo y que su cuerpo se moviera demasiado.

     

    Finalmente los espasmos cesaron y una espuma salió de la boca de la Slyherin, la castaña tuvo el cuidado de quitar sus manos para no ensuciarse. Al menos ya habían cesado las convulsiones, pero no despertaba, con sus dedos buscó el pulso hasta encontrarlo, era un tanto débil, pero lo suficientemente fuerte como para que la Evanik no tuviera que preocuparse.

     

    Al tiempo en que había hecho eso escuchó a Lestat decir que debían llevarla a San Mungo, no comprendía porque la reacción de la Slytherin, al parecer era lo suficientemente emocional como para dejarse llevar entre una lucha interna, a ella no le importaba tener un poco de maldad en sus venas, al contrario, le parecía de lo más interesante y gratificante. Se paró y colocó sus manos sobre su cintura, enseguida Derek irrumpió en la oficina y las preguntas aparecieron.

     

    Agradecía la aparición de su empleado de sobremanera, ahora sólo necesitaba que Artemis y Leah llegaran, los necesitaba a ellos ahí.

     

    —Digamos que el chocolate le hace un efecto bastante extraño a Ethiane, debemos de hacer algo con ella, llevarla a San Mungo a que se hagan cargo de ella y ponernos manos a la obra—respondió mientras el Haughton enviaba un vociferador a Leah. Enseguida tomó su varita y agradeció con un ademán y enseguida, tras hecho eso apareció Leah. Agradecía también su presencia y asintió tras haber escuchado sus palabras —así es...

     

    De momento tenían que poner manos a la obra y no sólo llevar a Ethiane si no también a su abuela, la cual se habían mantenido en un inusual silencio. Posó su mirada sobre la Black y la escrutó con la mirada para enseguida escuchar todo su repertorio, se encogió de hombros y se alejó del cuerpo de la Slytherin en cuanto escuchó las palabras de Juve. Parecía restarle importancia, como si aquel asunto en verdad no le importara, y aunque sabía que era delicado, lo mejor era mostrarse tan arrogante e indiferente como siempre.

     

    —Bueno, yo no tengo problema con dejarla aquí, sigue con vida así que no es mi problema—espetó con frialdad. —Aunque claro, si deseas matarme Juve no tengo ningún problema, es una lástima que yo no tenga un mundo color de rosa, al menos así las cosas serían más "felices" y tienes razón, ni que fuera a morir, sólo quedará probablemente con algunos daños neurológicos, quizás...—dijo con malicia haciendo énfasis en la última palabra.

     

    Su vida no era para nada de color de rosa, pero era feliz así, la maldad corría por sus venas, en su interior habitaba un viejo demonio, el cual le gustaba seducir y matar a cada una de sus víctimas. No podía evitar ser así, aquello ya estaba implantado en su ser.

     

    Aquello no había servido de nada, pues enseguida, tras no haber reaccionado con rapidez y haberse comido el chocolate, su abuela la elevó por los aires, estaba boca abajo y parecía que la sostenían por el tobillo. Bufó molesta y enseguida con la varita en mano hizo que uno de los chocolates saliera de la caja levitando y se acercara hasta ella.

     

    —No era necesario esto, pero si a eso vamos, ya que—murmuró en tono sarcástico. Ella se lo hubiera comido sin rechistar, le gustaban los enigmas y quería saber la reacción que tendría el chocolate en ella. Abrió la boca e introdujo el chocolate en su boca, se dejó invadir por las sensaciones que este producía, el sabor le era exquisito y era un deleite para su paladar, pero enseguida sintió una oleada de ira creciendo en su interior.

     

    Sus ojos grises adquirieron un brillo bastante peculiar, en el se podía ver la maldad que había en su interior, y una sonrisa maliciosa se dibujó en su fino rostro. En ese momento, por su mente pasaban mil y un cosas para poder deshacerse de sus empleados y de sus compañeros, pero al observar a Derek, Leah y a Juve lo pensó mejor, la última ya había comido el chocolate y los otros dos estaban por hacerlo, si entre ellos unían sus habilidades podían acabar con el Ministerio e incluso con la misma humanidad.

     

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    Observó a ambos mortífagos, ya venía venir esa pregunta, lo había meditado mucho tiempo atrás, en cuanto había aceptado esa investigación intentó buscar un método mejor, pero en realidad sus opciones eran muy limitadas y un método mágico por desgrada, no era del todo seguro. Incluso uno muggle podía parecer mucho más fiable que el mágico, aquello era un mero experimento que no podía garantizar que conservaran su salud.

     

    —No puedo mentirles, el método mágico no es demasiado seguro, es apenas una prueba... —comenzó—digamos que es algo parecido al encantamiento casco-burbuja, es como una especie de barrera que nos protegiera, pero en vez de que nos proteja de agua, es de algo desconocido, pero es apenas un experimento, no está definido, y para el manejo de todas las muestras se usarán los habituales guantes de piel de dragón—comentó.

     

    Hizo una pausa y se quedó meditando por un momento más en el que meditó intentando encontrar otro método, había agotado todas sus ideas intentando encontrar una solución a ese problema. A cada una de las posibilidades que surgía en su mente le encontraba algún fallo y hacía que simplemente le quedaran algunas pocas e inútiles opciones.

     

    —Sobre el método muggle supongo que no hay mucho que decir, aunque me atrevería a agregar que parece que este método es un poco más seguro que el mágico, este es un poco más experimental y al menos, ningún muggle que haya estado en contacto con los cuerpos con estos trajes ha resultado enfermo—les comentó.

     

    Aquello era razón suficiente para que meditaran, tenían dos posibilidades, una de cierto modo más segura que otra, la castaña no se sentía dispuesta a probar la segunda, prefería probar la primera antes de herir su orgullo propio.

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  24. Primera Planta

    Con Kailey, Ginevra y Emily

     

    No tuvo que esperar demasiado para que la Malfoy le explicara a Addison acerca de la futura situación de su amiga. Había comprendido la razón para mantenerla atada, sabía bien que a Ginevra aquella situación le desagradaba, pero ella no veía un mejor remedio, siempre se acababa dañando a sí misma y ya había tenido la dosis necesaria de sufrimiento.

     

    Sobre lo demás, había comprendido a la perfección, se había criado con sanadoras y además el efecto de las pociones las conocía bien, eran una de sus más grandes pasiones y dedicaba parte de su vida a investigarlas para saber más de ellas y poder crear nuevos remedios. Lo que le preocupaba era la pérdida de sangre que había sufrido la Black, muchas veces había perdido sangre, pero no la suficiente como para llegar a ese extremo.

     

    —No, todo ha quedado claro...—respondió ante la pregunta de la Malfoy.

     

    Por unos momentos permaneció en silencio para organizar sus ideas y meditar acerca del origen de todo aquello, era una historia bastante extraña, ella no la había visto, pero su amiga le había contado con lujo de detalle lo que había sucedido. Probablemente al contarle los hechos a la sanadora su amiga la odiaría, pero era hora de ponerle fin a todo eso, estaba harta de ver a su amiga sufrir, se sentía frustrada de no poder hacer nada aún a pesar de que no lo dijera ni lo demostrara.

     

    —Sí... pero este problema no es reciente, lleva un largo tiempo siendo así—comenzó a decir en respuesta—ella comenzó a tener este problema después de una estancia en Egipto, ella me contó todo esto, estaban en un campamento, y una manada de licántropos al parecer atacó a todo el campamento, muchos lograron huir, la mayoría, pero Ginevra no lo logró... bajo ningún encantamiento logró defenderse pues la encontraron.—hizo una pausa y prosiguió—pero no quedó en eso, de cierto modo el licántropo la poseyó a ella, su nombre es Gilbratar y él es el licántropo, siempre ha resultado muy agresivo, en algún momento atacó a toda mi familia y sólo la logramos controlar utilizando hechizos hasta dejarla inconsciente y dándole poción matalobos—dijo.

     

    Recordó cuando había atacado a su hermana y todos habían estado presentes, sus recuerdos eran confusos, pero tenía esa vívida imagen grabada en su mente.

     

    —Nunca he encontrado el modo de calmarla lo suficiente, siempre he tenido que atarla del mismo modo, pues se daña a sí misma cuando se transforma. Es una constante lucha en su interior para saber quién ganará, pero al final el ganador siempre es el mismo como probablemente pudo notar—finalizó.

  25. Primera Planta

    Con Ginevra, Kailey y Emily

     

    Miró a Ginevra y colocó su mano derecha sobre el borde de la cama, sabía que se sentía desesperada y lo comprendía, pero antes de poder decirle incluso alguna palabra de aliento tenía que informarse acerca de su estado. Miró y escuchó atentamente a la Malfoy, analizando cada una de sus palabras y recordando todo lo que Ginevra le había contado acerca de Gilbraltar.

     

    Asintió tras haber escuchado la explicación de la sanadora, ellos no sabían y tampoco tenían idea de a que se enfrentaban, y no era para menos, ni ella misma estaba segura de que era Gilbraltar, pero algo había quedado descartado desde un principio, desde que la Black le había contado la historia de lo sucedido, aquello no era un demonio, aquello era un alma que la había poseído de algún modo.

     

    —Sí... ya han habido muchos accidentes por la misma razón de que se intenta lastimar a sí misma, es algo difícil en algunas ocasiones —comentó—enseguida la acompaño, sólo quiero decirle una cuantas palabras para que se sienta acompañada y se tranquilice un poco—le dijo a la sanadora.

     

    Enseguida la sanadora salió del box y la Evanik se acercó hasta Ginevra, colocó su pálida mano sobre su hombro, con delicadeza, quería que sintiera su presencia, pues dudaba mucho que la viera. Fue en ese momento en que escuchó las palabras de su amiga, Gilbraltar seguía vivo y eso lo había supuesto de tan solo verla ahí en la cama.

     

    —Sí, lo sé, tranquila, ya encontraremos una solución—dijo con voz suave—pero ahora descansa, seguiré aquí, no me alejaré, pero debo hablar con la sanadora. Debes descansar así que hazlo, más tarde hablaremos, yo esperaré aquí—finalizó.

     

    Le dio un ligero apretón en el hombro a su amiga y enseguida la soltó y salió del box, afuera la esperaba la sanadora, probablemente esperaba que le dijera algo más de Ginevra y no era para menos. Nadie más se había presentado y para Addison la joven que se encontraba atada en la cama era más una hermana que una amiga, habían pasado gran parte de su infancia juntas y ya habiéndose instalado en Londres, ambas se reencontraron.

     

    —Supongo que, es mejor una charla en privado, creo que hay varias cosas que debe de saber de Ginevra y de su condición...—comentó.

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