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Xell Vladimir Potter Black

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Mensajes publicados por Xell Vladimir Potter Black

  1. En la cárcel:

    Me fue difícil mantener firme la cabeza y no agacharla cuando Matt reaccionó antes que la tía Sagis, preguntando por los niños. Tenía la garganta seca, no me salieron las palabras al principio, tuve que hablar dos veces para que me oyeran, pues la voz no me salía.

    - Pensé que os alegraría tener ayuda extra en París.

    Sonó a susurro desesperado, así que lo volví a probar de nuevo, intentando justificar mi presencia en la cárcel francesa.

    - No, no, los niños están bien, muy cuidados... No tendrán ningún problema porque están con...

    ¿Cómo lo había adivinado? Aunque pensándolo bien, tampoco tenía mucho donde elegir para avisar a una niñera, habría sido muy difícil encontrar una con el tiempo tan justo y ya no quedaban familiares con los que contar.

    - No... Sí... Los niños estarán bien, te lo prometo, primo.  Sí, sí, es Babila, pero vamoooos, es el mejor cuidador de niños que tenemos a nuestra disposición. Le avisé que no usara ninguna de sus pociones en la merienda.

    El primo parecía enfadado, aunque reconozco que temía más a la tía y su reacción. Cuanto más estuviera en silencio, peor sería su respuesta.

    Crucé las dos manos sobre la boca cuando el primo dijo que alguien entró en la mansión. ¡Los niños estaban en peligro! ¡La tía iba a matarme por desobedecer la!

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  2. En la cárcel:

    Aquellos funcionarios franceses eran muy mal educados, no atendían a razones, no querían escucharme. Me llevaron hacia un vehícul.o que lucía unas discretas banderas francesas a cada lado. Nos metimos todos dentro, como 10 personas en el interior, sin estar apretujados.

    - ¿Esto no llamará la atención a los muggles? - Era puerto sarcasmo pues ellos también hacían gala de la magia al lado de muggles, pero era yo la detenida.

    No contestaron, ¿para qué? Así que me crucé de brazos y llegamos a destino en un momento. Entramos por una puerta que se abrió de la nada y bajamos varios niveles. Salimos del coche y me hicieron preguntas, pero soy algo malvada, si ellos no me habían contestado a mí, yo decidí hacer lo mismo. Rememoré a la tía Sagis y me hice la tonta:

    - Mi no hablo su idioma, mi ingleso. Mi tener derecho a lechuzo.

    Creo que no les gustó mi estrategia pero me llevaron a las mazmorras. Ahora tocaba lo peor, buscar ayuda. Si la tía Sagis se enteraba que había ido a París sin su permiso, me mataría dos veces como mínimo. No me esperaba la compañía que había en la celda contigua y casi lloro al reconocerles.

    - Primo Matt... Tía Sagitas... ¿Habéis venido a sacarme de este lío?

    Creo que la sonrisa no funcionó con la cara que puso la tía.

     

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  3. En París:

    Iba tan feliz que ni me acordaba que mi primo Matt casi me pilló en la casa antes de escaparme; había hablado con Babila y yo había aprovechado para escabullirse rumbo a Francia. Es algo terri le pensar en ese tiempo menor de un segundo en el que tú cuerpo desaparece en un lugar y aparece en otro. No conocía la teoría dela Aparición, pero había visto algunas desparticiones y eran muy desagradables.

    Fue en lo primero que pensé cuando se suponía que aparecería delante de la Tour Eiffel, tras mi salida de Inglaterra, que había sufrido una despartición, pues llegué con dolor a un amasijo de piedras. ¿Cómo podría haberme equivocado tanto y no llegar a destino?

    Muy desorientada, con dolor de cabeza y mucha tos por el humo, me pareció ver un amasijo de hierros y un sonido alarmante de fricción de material desgarrándose. Al instante, comprendí que si había llegado a destino, aunque no con el glamour que esperaba. Aquello era el mayor monumento de París a punto de derrumbarse. Olía a explosivo, como a cuerno de erumpent. En el circo de la tía Sagis teníamos varios y reconocía ese aroma agrio, ácido.

    Sin pensarlo dos veces, saqué mi varita y apuntalé la base del monumento, tal como me había enseñado Amaya en mi época de novata en el Departamento de Accidentes. Después de reforzarlo, arreglé las diferentes áreas de manera que la Torre Eiffel se iba enderezando y reconstruyendo sobre sí misma. Cuando la punta afiladita quedó en su sitio, me autoaplaudí. Era una buena revertirá, seguro que @ Matt Blackner  se sentiría orgullosa de mi nivel de reparación. Ni se notaban las grietas de minutos antes.

    Hasta ese momento no noté que sangraba de la cabeza. Mi varita salió volando y unas manos me sujetaron a pesar de mis protestas.

    - Si ha quedado perfecta!!!

    Eran aurores franceses y, por lo que decían, había violado el Estatuto del Secretismo de la Magia en mi actuación.

    - Oigan, es un error. De las excusas muggles siempre se encargaban las tías Amya An y @ Sagitas .

    Atada con grilletes mágicos, me llevaban a la cárcel mágica en el Ministerio mágico. ¡Adiós a mis vacaciones en Francia! Seguro que me iban a deportar.

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  4. ID: 112814
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    Fecha: 2021-12-25
    Nivel Mágico: 31

    Objeto, Poción o Criatura: Mackled Malaclaw
    Puntos: 40
    Precio: 2000 G

    Objeto, Poción o Criatura: Shrake
    Puntos: 40
    Precio: 2000 G

    Total de Galeones: 4000 g

  5. ID: 112814
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    Fecha: 2021-12-25
    Nivel Mágico: 31

    Objeto, Poción o Criatura: Kappa
    Puntos: 80
    Precio: 4000 G

    Objeto, Poción o Criatura: Yeti
    Puntos: 80
    Precio: 4000 G

    Total de Galeones: 8000 g

     

    Desde el móvil aparece raro, espero que no haya códigos raros.

  6. Me disgusta mucho tu marcha,  Cye, hace tanto tiempo que has estado con nosotros que tú marcha es una pena muy honda. hace tiempo que no roleamos juntas, pero a pesar de ello, siempre  te he llevado dentro, fuiste mi mentora como sacerdotisa en la Orden... Todo esto lo digo porque me pone muy triste comunicarte que, de acuerdo a esta petición, te borro del árbol de la familia. Nos seguiremos viendo y espero que roleando.

     

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  7. En el Circo:

    El Enano Gruñón me avisó que la tía Sagis había llegado al Circo momentos antes que la furia entrará en el despacho de Dirección y casi acabará tapada con su abrigo de invierno. El frío de aquella prenda acarició la mano con la pluma y provocó que hiciera un rayote en el pergamino que estaba escribiendo en el momento en que ella llegó.

    Esperé en silencio. Conozco a la tía y sé que le gusta desfogarse sin que la interrumpan. Así, la oí despotricar contra la navidad y contra el actual Ministro mágico y religioso a la vez.

    Me atreví a moverme cuando mencionó que harían una reunión en el circo para hablar del tema. Por muy lugarteniente de La Marca que era, debía contar conmigo cuando metiera el negocio en el ámbito del bando. Ella se sentó a escribir a Matt sin decir para qué, momento que quise aprovechar para meterme en su monólogo.

    Pero no me dio tiempo pues se puso a ordenar disposiciones, como si aún fuera la Ministra de Magia y yo su secretaria. Solté un suspiro y esperé a que acabará de hablar sobre sus planes maléficos. Encontré un hueco que tampoco pude aprovechar, pues al momento entraron la prima Helike y un desconocido.

    Como guardaron silencio ante la entrada del extraño, me levanté y me apoyé las manos en la mesa.

    - ¿Me dejáis hablar ya? También soy dueña del Circo, claro que puedes usarlo para esa reunión que quieres hacer, pero avísame antes o nos pillaras en medio de una actuación. Necesitamos programarlo, mirar la calefacción, víveres, no querrás tener a los compañeros a base de pan y agua. Además, se supo e que deberemos poner medidas de seguridad para saber si puede entrar cualquiera. Este señor lleva máscara, pero... ¿Es de los nuestros?

    Y puse la mano encima de la varita, presta a usarla si no se presentaba.

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  8. La lucha que mantenía la tía Sagitas con las mollas de pan me hacían reír. Las perseguía con la l dedo cuando se movían por el viento, se concentró tanto en ellas que llegó a olvidar de con quién estaba y de qué estábamos hablando. Estallé en una risotada cuando agarró una migaja móvil y consiguió comérsela.

    - Muy bien, tiita, lo has conseguido. - no sé si era bueno animarla en esa pequeña "fechoría"; pero estaba Ran mona que parecía una niña pequeña algo arrugada, pero niña al fin y al cabo. Había que tener paciencia con ella, a estas edades...

    Fue el primo Matt quién le contestó sus dudas sobre los niños, parecía no recordar quiénes eran; eso me producía un leve encariñamiento y pena a la vez. ¿Así me vería yo en unos años, sin memoria, después de tanto como habíamos vivido todos juntos.

    - ¿ Qué intentó el primo Matt, tiita? ¡Tia Sagitas! Vuelve a tu conversación.

    Imposible, ya se había vuelto a perder en la persecución de otra miga de Donuts. Tal vez era mejor dejarla, como decía el primo Matt, era mayor para ir prohibiendole las cosas dulces, que le habían gustado de siempre.

    - Hola, prima Helike.

    La prima acababa de llegar con un regalo para ella de parte de su nieta. Mientras ambos primos hablaban (nunca me acostumbré a su divorcio) me levanté y acerqué a Sean. Tapado con aquella manta para el frío y dormido apoyado en la silla, parecía estar incómodo.

    - Ssssshh, prima, que lo despiertas. - Le puse un cojín entre la cabeza y el respaldo de la silla para que no le diera dolor de cuello al despertarse. - ¿Tan viejo está que no lo reconoces? Te aseguro que sigue siendo tan piropero como siempre.

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  9. Me daba algo de pena que la tía estuviera en aquel lugar, con lo que había sido ella de activa, de mandona, de controladora en todos su negocios... Había tenido miles, estaba segura. Eso me llevó a preguntarme cuánto tiempo llevaba son ir al Circo, creo que era de los pocos que le quedaba pues los otros los tenía arrendados, creo (😂).Su memoria había ido a menos y no me reconocía. Al menos, recordaba que fue ministra del país.

    - Sí, tía, fuiste una buena Ministra de Magia. Y esto no son golosinas, no te van bien para el azúcar alto.

    Detrás de mí, apareció la prima Perenela, con una cestita de Donuts, negué con vehemencia porque , aunque quisiera mimar a su madre anciana, no podía saltarse las reglas de los sanadores que la cuidaban.

    -Estupendo, prima, ahora tendrán que subirle la medicación de insulina por tu culpa.- la entendía, las pocas veces que la tía Sagitas estaba lúcida y hablaba más de dos frases seguidas mejor que las pasará feliz.

    Sean pareció revivir con la llegada de su antigua esposa y de su hijo. SJ era clavadito a él. Matt se acercó a mí para ayudarme con las bebidas fresquitas. No tardamos casi nada en volver. La tía hablaba de un secuestro de la prima Ada. Me senté a su lado y le tomé la mano.

    - no te conviene comer más Donuts, has de estar muy guapa cuando vayamos a la fiesta de SJ por el fin de sus estudios.

    Echaba de menos Accidentes, pero ahora era la directora del Circo. Debía llevar a la tía de paseo por el parque para que viera las mejoras.

    Me giré hacia Sean, para preguntarle:

    - ¿ Por qué secuestraste a Ada? si lo recuerdas....

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  10. No me esperaba el recibimiento de la tía Sagis. Bueno, sí, ella es así, una bronca por llegar tarde aunque sea temprano, sólo si ella está ya sentada de antemano. Lo contrario no puedes hacerlo, siempre tiene una excusa. Por eso, no me molestaban su palabras de riña. Aunque esta vez sí, puesto que había dos  personas en la cita y me produjo cierta desazón que lo hiciera delante de Lisa y de Helike.

    - Tú siempre tan amable, tía Sagitas. Me confundí y te fui a buscar al Circo, no esperaba que fuera aquí, en la cafetería del Parque. Para otra vez, sé más clara en tus instrucciones

    Ya no era la niña que se quedaba callada. Había aprendido de la vida en el pueblo, a base de golpes, de corajes y alguna que otra escena alegre, eso no lo voy a negar. Ahora no me dejaba reñir como si fuera una chiquilla despistada.

    - A ver, cuéntanos qué quieres en vez de reñirnos. - Le hice un guiño a @ Helike R V PB por su comentario con la tia sobre fumar, algo que a ella no le agradaba nada.

    Escuchamos lo del objeto importante en el Ministerio; su petición extraña era de ayuda, aunque no sonó a eso sino más bien a obligación de ayudarla. Sagis era así, por lo que no le di mayora importancia. Los que la conocíamos sabíamos que ni se daba cuenta de que era una mandona. La prima me dejó anonadada con su petición a cambio de la ayuda:

    - ¿Te compraste el barco? A mí no me llegaba el dinero. Debes de ser muy rica, prima. Claro que te lo dejamos poner en el lago, sería maravilloso. No hace falta el permiso de la tía. Yo también soy dueña de la mitad del negocio y te dejo ponerlo, ¿lo  sabías?

    Helike le daba a todo una impresión de facilidad que casi me entraron ganas  de ir al Ministerio y recoger lo que fuera sin más, como si fuera entrar, coger lo que fuera y salir. Sin embargo, si la tía no lo había hecho es que no era tan fácil como lo presentaba la prima.

    - Espera, prima, pienso lo mismo que @ Lisa Weasley Delacour  - un leve hormigueó me hizo bajar la cabeza hacia la mesa para darme cuenta que no tenía vaso, no había pedido nada de beber al entrar. Hice un gesto al camarero y señalé la taza de chocolate de la rumana para que me trajeran otra a mí. - ¿De qué se trata? No puede ser cualquier cosa si la quieres en vez de comprarla de nuevo en el Magic Mall.

    Casi salté de la silla cuando Lisa pareció exaltarse, casi había olvidado lo rápido que podía pasar de ser amable a estar tensa por algo. Pero tenía razón, Helike había dicho "mover a tu gente", ¿a qué gente? ¿Se refería a los mortífagos? ¿A los miembros del Staff del circo, a la familia...?

    - ¿Y si dejamos escapar algunos bichos en el atrio, para causar alboroto? - intenté decir con algo de  recelo. Seguro que decían que no era buena idea.

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  11. Desde mi tienda de la librería sentí varias veces aquella campana que entorpecía el silencio de los que estaban en la biblioteca, estudiando para sus deberes escolares. Aunque  cerré la puerta, el sonido seguía repitiéndose una y otra vez, de forma tan insistente que acabé perdiendo la cabeza. Dejé a un elfo al cargo de la librería por si acaso, aunque no había ningún cliente desde hacía días. Se notaba el peso de la inflación y que la gente no estaba para compras, habiendo tantos problemas en la distribución de comida, ¿para qué comprar libros o revistas? Salí de la tienda tranquila porque sabía que él se haría cargo y no habría ningún problema. Si no volvía a tiempo, él mismo se encargaría de cerrarla.

    Seguí el ruido de la campanilla molesta. Caminar por Diagon daba pena, muchos negocios cerrados y, los pocos vacíos, apenas con gente que se parara en sus escaparates. El ruido se hacía cada vez más cercano a medida que me acercaba a la única tienda abierta de ese lado de la calle: la tienda de varitas de la tía violeta, o sea, de Sagitas. Suspiré, tenía que habérmelo imaginado. Sólo ella metería tal ruido cada vez que se abriera su puerta.

    Abrí la puerta con algo de fuerza y casi dio contra la pared del impulso. En el interior estaba la prima @ Helike R V PB  junto a la  tía Sagitas, parecían cuchichear algo ininteligible. 

    - ¿Otra vez bebiendo, tía Sagitas? Desde que frecuentas cierta taberna en La Marca, que te has olvidado de la bebida natural - dije, tras haber cerrado la puerta e impedido que entrara nadie, ni el viento ni una oreja de esas que podían escuchar cualquier cosa. - ¿Por qué hacéis tanto ruido? Os oía desde allá mi tienda, y estoy bien lejos de ésta. Creo que deberías de ser más considerada con los otros negociantes y no dar tanto escándalo, tía Sagitas.

  12. Preparando el viaje a París:

    Harpo espero con paciencia que la tía Sagis acabara de tomarse aquellos potingues que parecían saber a rayos, al menos por el olor que hacían. Seguro que Babila era el autor de ellos, pues solía  hacer de este tipo de mejunjes. La tía confiaba en él como pocionista, a saber porqué puesto que no había  pasado por ningún colegio de magia, pero la tía decía que todo lo que él sabía era natural y muy antiguo y que debíamos aprender de él. Bueno, ella se lo tomó y pareció más contenta, así que debían de funcionar. Aún así, sus ojeras eran bien visibles bajo el maquillaje que llevaba encima.

    Intentaba entender a qué se refería con todo lo que estaba soltando de corrillo, como lo de matar a Sean.

    - ¿Otra vez? ¿Qué  hizo esta vez, tiita? - No la creía, decía tantas veces que lo iba a matar, pero nunca lo hacía , que sus amenazas caían en un tiesto vacío. Así que no le hice caso. Al menos a ésto, pues su forma de decir que él sabía quién era a quien había estado buscando todo el año pasado para salvar al Ithilion del futuro... - ¿Quieres decir que Sean conoce al... Nigromante?

    Eso era nuevo y me interesó. 

    Sin embargo, no siguió con eso y tuve que preguntar de forma muda a Matt, con la mirada, para ver si él soltaba algo de información. 

    - Te ayudo en lo que quieras - me apresuré a contestarle. Aunque salté de inmediato. - ¡Oyeeee! Yo quiero acción, no hacer de niñera. Sabes que soy una buena... - casi suelto que era una buena compañera en La Marca, donde había demostrado más de una vez que se podía confiar en mí. - ... Sobrina.

    Hubiera pataleado un poco porque me mandaba quedarme como niñera y como secretaria, para mandar lechuzas, pero es algo que no funciona con la tía.

    - De acuerdo - accedí a regañadientes. - Le mandaré la lechuza a la prima Ada, la Reina Mágica de Francia. Sé buen francés, pues estudié en Beauxbatons.

    Casi di un portazo al salir, algo enfadada. En mi dormitorio, mandé la lechuza a @ Ada Camille Dumbledore para informarle de la visita de la tía Sagitas y el primo Matt en el Arco de triunfo, más o menos en una hora (sabía perfectamente que cuando Sagis dice 40 minutos, por lo menos tarda media hora más). Después me dirigí a la habitación de los niños y esperé un rato allá, para notar si se movían. No, seguían dormidos.

    - Ser niñera, un gran trabajo. Gracias, tía Sagis - me dije, enfadada, por mi gran aporte en aquella misión que parecía interesante. Volver a París era siempre bienvenido.

    Entonces, choqué con Babila, quien parecía pasear sus pies desnudos por el pasillo. Era el ser más bonachón del mundo y yo había aprendido a ser algo más mala, así que me aproveché enseguida de su bondad.

    - ¡Babilaa! Qué bueno verte. Tengo que ir a París, con la tía Sagitas y el primo Matt, y nos preguntábamos quién podría quedarse con los tres niños... Akira, Ithilion y Elentari.

    El mayordomo cayó en mi trampa así que me juro que se encargaría de los niños. No me lo pensé dos veces, me vestí para el viaje, para el frío que debía de hacer en París en Navidad, ¡Navidad en los Campos Eliseos, iba a ser maravilloso! Todo iluminado, con las ferias... Pero tuve la precaución de no aparecer con el traslador  en el mismo sitio que ellos. Lo haría en otro punto, la Gran Torre Eiffel. Estaba tan feliz que me embarqué sin pensar en el traslador. En minutos, estaría en la capital de París. ¡Estaba tan orgullosa de mí misma?

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  13. Había tardado en encontrar el zapato que hacía pareja con el que llevaba puesto. El escarbato de la tía Sagitas me lo había robado porque tenía una linda hebilla dorada. A punto de lanzarle un rayo que le diera una lección, vi el zapato que sobresalía de un hueco de la pared, donde escondía mi diario secreto, con una cerradura en clave de color dorado. El animal estaba tirando de él, para sacarlo de su escondite.

    - ¡Te cacé! - mi grito apenas le asustó. Estaba acostumbrado a los gritos de todos en la casa. Lo cogí del cuello como a un gatito travieso. No sabía qué hacer con él, segura que, si le dejaba irse, volvería a las andadas en cuanto me diera la vuelta. No podía hacerle daño, puesto que la tía se enfadaría conmigo, pues era una magizoóloga estricta en el trato con los animales. - Te voy a dejar en el horno, la próxima vez que me robes algo. ¿Has entendido bien?

    Sé que no doy el pego como mujer furioso y pocos me hacen caso cuando me enfado. Parecía más una muchacha dulce que acababa con una pataleta si las cosas no salían a su gusto. Menos mal que en el bando mortífago, valoraban mis palabras y mis actos. Sabían que se podía contar conmigo como yo contaba con ellos.

    Un relámpago alumbró la habitación y el sonido estalló muy cerca. El animalito se acurrucó en mis brazos, levantando un sentimiento de ternura en mí. Le acaricié y le dejé que se moldeara en el cuello, dándome calor. La tormenta del exterior prometía que sería una noche muy fría. Le acaricié y me hizo cosquillas en el brazo. Pronto me di cuenta que no era él sino el barco que crecía en él, el tatuaje del clan de los Senescales, que se había puesto en movimiento. Me quedé paralizada un momento, con cierto temor. Si la propia Asra acababa de llamarnos, es que algo muy malo ocurría.

    - Pequeñíto, quédate en esta cesta y pórtate bien - le dije al pobre animalito, quien pareció protestar por alejarse del calor de mi cuello.

    Yo también sentí su vacío, así que me vestí con ropa de abrigo y me puse una bufanda polar alrededor del cuello. Mis botas de agua sustituyeron a los zapatos que llevaba momentos antes. Después, salí rumbo a la llamada de la Comandante del Clan. Supuse que sería el puerto pero me aparecí en otro lugar, desconocido por mí. Frúncí el ceño y me pregunté si me había equivocado. Pero sentí voces en el interior y alguna me sonaba conocida. Así, abrí la puerta y la cerré rápidamente tras de mí. Allá dentro hacia calor, así que abrí la chaqueta y me quité la bufanda.

    - ¡Hola! - Los que estaban allá, parecían preocupadas. Además, pocas veces había visto a los tres comandantes de clanes reunidos en aquel lugar. No quise preguntar sobre el dueño de la cabaña, aunque el contenido me dio una idea. - Creo que me habéis... Me han llamado... 

    No estaba seguro  de qué decir, así que esperé a ver si alguien decía algo más. La líder, los tres Comandantes, La amiga de la tía Sagis (Cissy) y Jeremy. Y yo. ¿Nos estarían probando para alguna misión?

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  14. Ingredientes y Reliquias Disponibles

    Ingredientes Normales:

    Nombre: Ajenjo
    Cantidad: 24 + 2= 26

    Nombre: Antimonio
    Cantidad: 24 + 2 = 26

    Nombre: Azufre
    Cantidad: 24 + 2 = 26

    Nombre: Escamas de basilisco
    Cantidad: 36 + 3 = 39

    Nombre: Escamas de dragón
    Cantidad: 36 + 3 = 39

    Nombre: Espinas de rosa
    Cantidad: 3

    Nombre: Hierba de plata
    Cantidad: 3

    Nombre: Hoja de peonia
    Cantidad: 24 + 2 =26

    Nombre: Ojo de tritón
    Cantidad: 3

    Nombre: Pelo de gato
    Cantidad: 3

    Nombre: Verruga de sapo
    Cantidad: 3

     

    Ingredientes de rareza media:

    Nombre:
    Cantidad:

     

    Ingredientes raros:

    Nombre:
    Cantidad:

     

    Reliquias:

    Nombre: Flor Lunar de Nueva Zelanda
    Cantidad: 1

    Nombre: Hilo de Luna
    Cantidad: 12 + 1 = 13

    Nombre: Huevo de Ashwinder ciega
    Cantidad: 1

    Nombre: Plata Maldita
    Cantidad: 12 + 1 =13

     

    • Me enluna 1
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    Mi laboratorio no era muy grande pero el espacio estaba muy aprovechado, por todas partes había botes de pociones y libros de magia, alquimia antigua, pociones... Lo había encontrado muy barato en una zona tranquila de Ilvermorny, de un antiguo alquimista que se había retirado por la edad demasiado avanzada. El Sr. Misericord no tenía descendencia y su vista no era la adecuada para reseguir los renglones de los libros muy usados, aunque en muy buen estado de conversación. No lo pensé dos veces. Necesitaba un local urgente, pues tenía que guardar ciertas especies de plantad; me urgía el lugar y éste tenía casi de todo. Poco más podría aportar al lugar, tal vez un lugar donde colocar los calderos y poco más. Era un lugar precioso y sus vistas eran altas, muy altas, que daban a un hermoso jardín boscoso.

    Y el precio me salió tirado, así que... ¿Qué más podía pedir?

     

    • Me enluna 1
  16. Llegaba tarde y sabía que era algo que la tía Sagitas no soportaba, a pesar que ella a menudo también se retrasaba en las citas. Así que salí de la Vladimir a medio arreglar, poniéndome los zapatos planos de color azul oscuro, como el vestido que llevaba puesto, sin mangas , a pesar del frío. Me puse la capa de un tirón y tuve que acomodar el cabello pues la capucha lo pillaba y me tiraba un poco.

    Por el camino, me puse los guantes y una bufanda, también azul un poco más claro, para que resaltará como el color de mis ojos. Después, desaparecí rumbo al Circo. Cuando llegué, pude respirar tranquila, pues no llegaba tan tarde. Caminé por el borde de las carpas para no ensuciarse los zapatos nuevos. Abrí la puerta del comedor del Staff. Apenas había nadie y un elfo me miró con cara agria.

    - ¿Aún no llegó la tía Sagitas?

    Cuando me dijeron que ella estaba en la otra cafetería, la del parque, casi grité de rabia por el error. Salí corriendo y aparecí junto al muelle del lago. El fantasma de la chica rusa y se movía por allá y la saludé, pero no me detuve. A través de la cristalera la vi, sentada en una mesa junto a Lisa. Sonreí al verlas juntas. También estaba Helike. Entré en el local y fui directa a las tres.

    - ¡Hola a todas! Casi no llego tarde. ¿De qué hablais? ¿Por qué tanta urgencia?

    Esperaba que no fuera grave. Al menos, desde que no era Ministra podía descansar más. O eso esperaba.

  17. El ardor del tatuaje aún duró un poco más, pero se hizo tolerable, así que pude dedicar mi atención a ver la situación en la que estábamos todos. La mayoría parecía haber sentido, como yo, aquel ardor con el que nos había recibido la nueva líder del bando. Otros compañeros, como la prima Helike, parecían no haberse dado cuenta, solo asomándose y saludar. Yo mantuve la mirada en aquella Tríada que componía el poder del bando y me sentí muy orgullosa de la mirada de reojo de la tía Sagis.

    De repente, Arya levantó su varita y los dos lugartenientes la imitaron. Sentí un temblor en el suelo, como si la mansión estuviera sufriendo un estirón. Al principio, no entendí nada, pero pronto saqué mi varita para imitar a otros que hacían lo mismo y mantenían aquel hechizo elevador con los tres AR que sacaban la mansión de su cimientos.

    Perdí el equilibrio un par de veces, aunque pude compensarlo moviendo los pies, son caerme y sin bajar la varita para sujetarme. 

    - Semper Fidelis - repetí con todos, muy satisfecha de ver que lo conseguimos. La mansión salió a la luz y hubiera aplaudido, pero nadie más lo hizo.

    Supongo que aquel tipo de ceremonia había acabado pues empezaron a moverse, unos salían de la mansión, otros entraban... Reconocí a unos cuantos compañeros e iba saludando a medida que me movía lentamente. Vi la mirada de la tía Sagitas hacia la puerta, donde entraba un joven muuuuuy apuesto, con ojos azules y capa de slitherin. Solté un "guau" y me sonrojé. Miré para otro lado.

    La tía pasó por mí lado y ni me vio. Di dos pasitos largos hacia ella y la abracé:

    - ¡ Felicidades, tía! Vaya ascenso. Te lo merecías. ¿Lo celebramos? ¿A qué me invitas?

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