Llegaba tarde y sabía que era algo que la tía Sagitas no soportaba, a pesar que ella a menudo también se retrasaba en las citas. Así que salí de la Vladimir a medio arreglar, poniéndome los zapatos planos de color azul oscuro, como el vestido que llevaba puesto, sin mangas , a pesar del frío. Me puse la capa de un tirón y tuve que acomodar el cabello pues la capucha lo pillaba y me tiraba un poco.
Por el camino, me puse los guantes y una bufanda, también azul un poco más claro, para que resaltará como el color de mis ojos. Después, desaparecí rumbo al Circo. Cuando llegué, pude respirar tranquila, pues no llegaba tan tarde. Caminé por el borde de las carpas para no ensuciarse los zapatos nuevos. Abrí la puerta del comedor del Staff. Apenas había nadie y un elfo me miró con cara agria.
- ¿Aún no llegó la tía Sagitas?
Cuando me dijeron que ella estaba en la otra cafetería, la del parque, casi grité de rabia por el error. Salí corriendo y aparecí junto al muelle del lago. El fantasma de la chica rusa y se movía por allá y la saludé, pero no me detuve. A través de la cristalera la vi, sentada en una mesa junto a Lisa. Sonreí al verlas juntas. También estaba Helike. Entré en el local y fui directa a las tres.
- ¡Hola a todas! Casi no llego tarde. ¿De qué hablais? ¿Por qué tanta urgencia?
Esperaba que no fuera grave. Al menos, desde que no era Ministra podía descansar más. O eso esperaba.