Me sentí muy mal cuando nos ataron las manos a la espalda. La cuestión es que confíe en la tía Sagitas, esperaba que ella no lo permitiera, que se enfrentará a la muchedumbre que nos acusaba de ladronas, de traidoras al bando. Pero nos llevaron atadas a la Torre Oscura, en un trato vejatorio que tardaría en olvidar
Allá, nada mejoró; lo contrario, los ataques, los gritos furibundos contra dos mujeres indefensas, arrodilladas en el suelo, parecieron sonar más fuerte haciendo eco contra el alto techo de la Torre. Miré de reojo a la tía Sagis, intentando no echarle en cara que no me hubiera dejado defenderme. Sin embargo, su cara de odio y la mirada de soslayo a alguien, me sorprendió; parecía estar acatando alguna orden a mala leche, haciendo de tripas corazón, algo que sabía que le estaría costando horrores.
Era Asra Boswell, alguien a quien yo no conocía casi nada. Sabía quién era, la más sabía del clan de los Senescales, quién lo dirigía. Fruncí levemente la frente y una de arrugas aparecieron en ella. Sagitas solo obedecería una orden directa de ella, sólo esa mujer la haría tragarse el orgullo y permitir ser maltratada por los miembros del bando.
Bajé un poco la cabeza, pensativa, mientras ella levantaba la cabeza de forma altiva. Era una situación de muy mal gusto que se estaba cargando mi deseo de seguir en el bando. Si así nos trataban siendo inocentes, no me mantendría muy fiel a...
La voz de la tía Sagitas, de pie, me sacó de mis pensamientos. El jorobado tocaba el instrumento de tres cuerdas y murmuraba frases que yo no entendía. Escuché sus palabras y asentí. Apreté los dientes mientras me esforzaba en un hechizo nuevo que había aprendido, el Círculo Astral. El tiempo pareció pararse fuera de nosotras dos, ralentizándose para todos los que estaban fuera de nuestro radio.
- ¿Estás loca? - me levanté para estar a su altura, pateando las cuerdas que habían caído al suelo. - ¿Te quieres unir a quienes nos han insultado? No pienso dejar que me acusen de ladronas, ni de traidora. Nadie nos acompañó cuando las encontramos, la Luz de las Sacerdotisas, nadie se jugó la vida por ella. ¿Ahora nos acusan de robarlas?
Sabía que los otros no podrían entender lo que decíamos en el interior protegido del círculo. Sagitas se había convertido en la Lugarteniente de la nueva líder y, tal vez, se sintiera obligada a una unión de grupo. Yo, sin embargo, les odiaba por haberme humillado de aquella manera.
Pero entonces caí en lo que acababa de decir. Me desconcentré y el círculo Astral desapareció.
- Es cierto, había una tercera persona cuando encontramos la Luz. Del clan de Nosferatu...
Eso lo oyeron todos.