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Bridget Wenlock

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Mensajes publicados por Bridget Wenlock

  1. Cuando el mago le respondió, decidió aferrarse más a él y lo acercó hacia ella, buscando su calor, el calor que sabía que él despedía por naturaleza, y ella no. Otros ruidos despertaron su atención nuevamente hacia el pasillo fuera de su celda. Alguien le daba explicaciones a otra persona, pero no reconocía las voces, de manera que perdió interés casi de inmediato, hasta que se encontró oyendo la respuesta perdida de Sammuel. Lo observó con curiosidad, y se dispuso a pensar en lo fuera de lugar que resultaban ambos en ese momento. Ella no estaba siguiendo la línea de sus principios, y él estaba contradiciendo los de su bando, o al menos, los que predicaba una de sus compañeras.

     

    Intercambió una mirada con su hermano, que dándose cuenta de las interrogativas de la D'Aubigne, decidió revolver las cosas entregándole un nuevo vaso con agua. Bridget lo tomó después de devolverle la sonrisa. Tomó un sorbo y el líquido entró de una manera tan fresca, calmando la sed que había estado ignorando y volviendo a mojar sus labios, que rápidamente tomó otro sorbo. Sus ojos volvieron a encontrarse con los del mago, que parecía mirarla fijamente. Ella frunció el ceño. ¿Qué pasaba por sus pensamientos?

     

    ¿Qué estás pens...? —inició, con la voz notoriamente mejorada, sin embargo, sus palabras fueron interrupidas por el muchacho, que le arrebata su vaso para hacer algunos cambios. Se lo entregó lleno de un líquido oscuro y cremoso, sospechoso bajo la poca luz en la que se encontraban—. Gracias —soltó, cuando reconoció el fuerte olor a café. Sonrió, desviando la mirada al grisáceo suelo.

     

    Tomó un sorbo de la bebida, disfrutando lentamente del dulce que se esparció en su boca. Recorrió unos centímetros hacia Sammuel y apoyó su cabeza en su hombros, como un movimiento casual, nada que tuviera dobles intenciones.

  2. Oyó paso a lo lejos y paró su cantar, quedándose inmóvil en posición fetal, todavía apoyada sobre el muro y cubierto casi por completo por la oscuridad. Quiso voltearse a verificar que se trataba de él, pero prefirió aguardar, paralizada, a la expectativa de que fuera por ella. Unos sonidos más, un chirrido metálico y una presencia casi imperceptible que se acercó a ella. Negándose a mirar de frente, Bridget sintió como una de esas luces que utilizaban los guardias para proteger su identidad, la iluminaba parcialmente, para luego de pronto, apagarse.

     

    Sammuel —susurró, y esta vez si lo miró, al tiempo de oír sus palabras y cuestiones—. No lo sé. Yo...—soltó, todavía ronca, sin saber que decir—. No recuerdo nada.

     

    Obedeció a la orden de comer, confiando en lo que le había traído en la bandeja, a diferencia del bulto que recibió en el plato un par de minutos antes. Se echó los bocadillos de forma apresurada y una sonrisa se abrió paso en su lastimado rostro cuando el fenixiano mencionó el tono de su cabello, que todavía estaba mágicamente pintado de rubio. Tosió después de tragar un trozo de algo que le raspó la garganta y volvió a apoyar la cabeza en el muro.

     

    No te vayas —inquirió, mirando con disimulo hacia fuera, a través de la reja que había sido abierta. Tomó de la muñeca al chico y la apretó con los huesudos dedos.

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  3. Movió la capa para cubrirse uno de sus brazos y a la vez apoyarse sobre ella del otro lado, pues el frío del muro ya se le estaba colando por todo el cuerpo, y el empapado vestido no ayudaba demasiado. Miró de reojo el plato, encima una sustancia sospechosa que parecía paté de algo que Bridget prefería ignorar. Cerró los ojos de nuevo y se dejó invadir por la oscuridad, pero un espasmo de escalofrío la arrancó de su tranquilidad. Presionó sus labios y enredó sus rodillas con sus brazos, buscando calor en su moribundo cuerpo.

     

    Give me love...like.. never before —murmuró, con la voz tan ronca que solo ella podía escuchar. Una melodía que le encantaba había ocupado su atolondrada mente, y ahora cantaba sus estrofas favoritas—, 'cause lately I've been craving more —continuó, haciendo círculos con el dedo—. And it's been a while but I still feel the same —seguía escuchandose de su boca, la voz apagándose lentamente—. Maybe I should let you go —concluyó, con una nota melódica y el sonido apagado entre los muros y los barrotes de su celda.

     

    Siguió haciendo figuras con los dedos en el muro, abriéndose espacio entre las partículas de polvo pegadas en el. Ya no cantaba, pero su garganta seguía produciendo la melodía mientras tarareaba, de una forma ciertamente nostálgica. Apegó más sus pies a su cuerpo, y en sus ojos brillantes se notaba la facilidad con la que caía en la locura.

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  4. Un tipejo con luz en el rostro al igual que la otra bruja se aproximó a la celda. De seguro estaba bastante oscuro, pues no notó que la pelirroja ya estaba despierta, aunque no lo suficiente fuerte como para dar verdaderas señales de vida con movimientos bruscos. Le mandó otro ennervate que le causó un cosquilleo en el estómago a la muchacha, pero no se movió de su sitio, sino que mas bien se quedó paralizada, bañándose en la oscuridad del rincón. Le molestaba ser vista por esos ojos ajenos, que no tenían ni un poco de honra para conocer su hermosura (???).

     

    El chirrido de algo contra el suelo llamó su atención y sus ojos buscaron como linternas el origen del sonido. Se trataba de un plato y un vaso que acababan de ser ingresados a su celda. Los miró de soslayo pero no se movió. Apoyó la cabeza en el frío muro que tenía detrás de ella y cerró los ojos, como buscan tranquilidad en la inexistencia de imágenes frente a sus ojos. Estaba deseando que fueran por ella, pero ciertamente aquello era tan improbable como que alguien le pasara una manta en tan desolado lugar.

     

    ¿Dónde estás? —preguntó al aire, buscando a la incógnita presencia de la única persona con la que soportaría estar en esa clase de momento.

     

    Se arrastró hacia adelante y tomó con desagrado el vaso que parecía lleno de agua. Metió el índice dentro del líquido y mojó con el residuo sus labios resecos. Hecho aquello, volvió a apoyarse en el muro, parpadeando lentamente y buscando el sueño, su cuerpo le indicaría cuando fuera la hora correcta y pudiera volver a casa.

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  5. El fantasmilla de Bridget flotaba alrededor de las celdas, como un alma alegre que va por ahí esperando encontrarse con el amor de su vida (?). Desde aquella mañana había tenido el mal presentimiento de que visitar a una de sus amigas del bando contrario no era lo correcto. Ahora que no podía sentir los barrotes y muros que atravesaban su cuerpo blanquecino, estaba convencida de que había sido la peor de las ideas. Por delante, Jessie cargaba con su cuerpo completamente inconsciente, aparentemente en silencio, hasta que soltó un par de palabras que la brja fantasma no pudo dejar sin responder.

     

    ¿Hacer qué? —gruñó, entornando los ojos—. ¿Uno ya no puede ir de visita al hogar de sus amigas? —gimió, haciendo un falso pucherito con la boca y cruzándose brazos como niña caprichosa. Estaba segura de que al ser solo un espíritu, era imposible que la oyeran, sin embargo, no iba a quedarse sin una defensa pronunciada.

     

    Entorpeciendo la escena que sola se estaba montando, su cuerpo aspiró la esencia y regresó a la vida en un parpadeo, recuperando todos los dolores que dejaba de sentir estando muerta. Tenía todo el cuerpo magullado, y aunque le costó un esfuerzo enorme, se echó hacia atrás y dio un par de pasos medio sentada, buscando alejarse por completo de aquella extraña y a la vez conocida bruja, que tenía escondida su identidad a través de la luz blanca que iluminaba su rostro y cubría sus facciones.

     

    ¿Una temporada? —repitió, después de oír las "consoladoras" palabras de la chica. Soltó una ronca carcajada y retrocedió de nuevo, buscando el resguardo del rincón más oscuro de la celda. Su capa estaba rota, y empapada de su propia sangre, pero no le importó al momento de cubrirse el cuerpo herido con ella. Como aquella bruja quisiera atarla, literalmente se pondría como una fiera.

  6. Ffkgasdkfgasdkfgaskd —soltó molesta, y gruñó cuando sintió la lengua atada y que las cuerdas habían dado con sus extremidades inferiores. Buscó con la mirada un nudo en estas. Por fin sus ojos azules ubicaron un cruce de las tres cuerdas y apuntando a ellas con la varita (pues tenía las manitas libres), decidió librarse—. Evanesco —dijo, apuntando al cruce de las cuerdas, haciendo que estas desaparecieran— Avada Kedavra—añadió con rapidez, cuando observó que el mago le mandaba también un rayo que impactó en ella al llegar el suyo al corazón de Zack, donde había apuntado.

  7. Zack ya había tenido la osadía de mandarle uno de sus bichos raros, pero antes de que el expetro ese llegara a tiempo, Bridget conjuró otro hechizo.

     

    Vitae —soltó, apuntando a la roca que antes había observado (esa que era gorda (?)). De la roca brotaron patas, ojos, orejas y una nariz de canguro. La especie de animal se acercó a saltos a Bridget y se interpuso entre la bola de fuego y la chica, dejándola así libre de neuvos daños. Pero el mago tampoco se iba a dar por vencido. Había rodeado el muro para alcanzarla y se disponía lanzarle otro hechizo. Al observar como atisbaron 3 cuerdas por la varita del mago, Bridget chilló:— Evanesco —y las cuerdas desaparecieron antes de alcanzarla y poder separarse siquiera—. Ya te confundiste. Yo no soy soy prisionera de nadie —canturreó.

  8. Decidió alejarse un poco de la batalla y se quedó tontenado con sus uñas por un momento. Lo que más odiaba de ese tipo de situaciones era que el cabello se le dañaba y las uñas se le rompían (?). Tenía un buen tiempo sin mantener una buena manicure, y lo más probable era que al llegar a casa, su elfina estuviera soltando improperios por el trabajo que le dejaba siempre para vovler a ponerle su estado normal, la piel lisa y el cabello brillante.

     

    Notando que había vuelto a quedar sin defensa, buscó una roca ahora, para variar, y se aproximó a una bastante grande, que le llegaba a la cintura y era lo suficientemente gorda como para no poder rodearla con los brazos.

     

    Fortificum —recitó, ocasionando que un muro de hierro se levantara frente a ella, tenía 4 metros de altura y 10 de ancho, por lo que alcanzaba a cubrir a Etoile. Una vez más, fue con bastante suerte, pues una vez creado, el seccionatus enviado por Zack impactó en él, de la misma forma que las llamaradas púrpuras que mandó el mismo mago. Los ataques en contra de Etoile también fueron frenados por la muralla. <<Episkey>>, aprovechó de decir la pelirroja, apuntando a su muñeca herida.

  9. Pero nunca era suficiente. Zack había mandado también a su extraño animal en su contra, de manera que tuvo que pensar en otra forma de defenderse del animal, que ya le estaba haciendo daño otra vez. Antes de poder hacer algo, se vio obligad aa cambair de mano la varita, pues le habían roto la muñeca de la diestra. <<Necrohands>>, se oyó en la mente de la muchacha, y manos inmensas salieron del suelo, para agarrar a la criatura por el cuello y alejarla de la pelirroja, que ya necesitaba curarse de los daños causados. <<Episkey>>, dijo, sintiendo de nuevo el alivio de las heridas que se cerraban. La sangre había manchado su reluciente piel, y ahora se sentía pegajosa con cada movimiento que hacía.

     

    Voy a necesitar una buena ducha —comentó consigo misma, mientras levantaba un brazo para despegarlo de su torso. Dejó ver una mueca de asco en su rostro, que también se encontraba cubierto de sangre.

  10. El tronco que había convertido con anterioridad en un extraño animal ya no tenía vida, y aunque nunca quisiera admitirlo, de esa forma se sentía insegura. Buscó con la mirada otro objeto que pudiera servirle, y encontró que a un par de pasos de ella se encontraba otro tronco seco, de mayor grosor que el anterior. Apuntó hacia allí y en su mente intentó recordar las características mas llamativas de un león.

     

    Vitae —dijo, apuntando con firmeza al tronco, que en cuestión de segundos tenía cuatro fuertes y musculas patas peludas, una especie de melena y unas faúses enormes y con colmillos que podían hacer bastante daño. También le habían salido ojos y unas orejas que podían servirle para orientarse por sonido. En el hocico estaban las fosas de nasales, que le llevaron frente a Bridget, con el único pensamiento en su microscópico cerebro de que tenía que protegerla.

     

    Por suerte, había logrado hacer el hechizo a tiempo de que el extraño animal que creó se interpusiera entre las medias lunas mandadas por Zack y ella, quedando así libre de nuevas heridas (como si no fuera suficiente con las que ya tenía). Sin embargo, tenía que terminar de curarse, de manera que volvió a pensar: Episkey, sanando por completo sus heridas, y luego regresó su atención a lo anterior.

  11. Al parecer, Zack ya había perdido el interés en defenderse de sus ataques, de manera que Bastian lo hizo en su cuenta, que aunque no lo defendió (los ataques impactaron en el distraído vampiro), mandó dos ataques a Bridget. El primero fue un rayo que impactó en la pelirroja, que había estado más ocupada quitándole la voz al Black. Como se trataba de un sectusempra, las heridas que se abrieron en todo su cuerpo no demoraron en supurar sangre a chorros, debilitándola lentamente.

     

    Avis —soltó Bridget con algo de dificultad, y una docena de pajarillos salió de su varita para repelar el animal de fuego que iba a atacarla. el tigre desapareció en una bocanada de humo. <<Episkey>>, pensó después, sanando parte de sus heridas. Tendría que volver a curarse pronto si no quería morir.

  12. Dio un par de patadas al suelo. Estaba comenzando a indignarle que los malditos ataques no le llegaran de ninguna manera a Zack, que con tanta forma de esquivar y deshacerse de sus hechizos y de los de sus compañeras, parecía que tenía poderes mágicos (?) (dah). <<Fuego Púrpura>>, pensó con rabia, sabiendo que al estar más cerca de Zack (pues se había acercado de nuevo a él, para estar a 5 metros de distancia), sería más seguro que las llamas esta vez si lo dejaban inconsciente. Había tenido mucho, mucho cuidado de apuntar al Black.

     

    Séneca —soltó, casi escupiendo el hechizo. Como había apuntado a Zack otra vez, estaba segura de que a este se le deshidrataría la garganta, limitándolo de cierta forma en sus ataques.

  13. Se ocupó de matar un poco más de distancia de Zack (hasta estar a 6 metros de distancia -.-), con temor a quién sabe qué, pues algo en su interior le hacía notar que el mago que tenía en frente era mucho, mucho más poderosa que ella, y claro, también tenía bien claro que tenía habilidad y buen manejo de todos los hechizos en su poder. Su brazo estaba aún elevado frente a ella, pero ya no tensado y firme, como acostumbraba a ponerlo en asaltos en contra de los sujetos de rostro iluminado, con los que no tenía ni una pizca de temor en enfrentarse.

     

    Expelliarmus —dijo, no perdiendo las esperanzas de hacer que al menos un desgraciado ataque impacte en el chico (?). El rayo fue a toda velocidad hacia Zack, buscando desarmarlo—. Fuego Maldito —insistió, esta vez formando un águila de fuego con la varita, que salió volando hacia Zack, con todas las intenciones de comérselo a picotazos de lava.

  14. Había perdido unos cuantos segundos enredando y desenredando un mechón que no pudo sostenerse en su peinado, y aquello había significado dar opción a los enemigos de atacarla, como ya estaban haciendo con sus compañeras. Por suerte, la capa gaseosa que la protegía se ocupó de repeler---. Como en tantas otras ocasiones, conocidas de memoria por ella, no faltó el que le lanzaran un séneca, de manera que la garganta comenzó a secársele irremediablemente. Se llevó la zurda al cuello para calmar un poco el malestar y luego regresó a los ataques.

     

    Silencius —gruñó, en dirección de Zack, de manera que si ella no podía hablar, él tampoco, al menos por unos minutos. <<Fuego Púrpura>>, pensó, no pudiendo ay ser capaz de soltar una palabra más. La llama de fuego morada siguió el curso que el animal de fuego antes y sus últimos dos rayos: hacia Zack.

  15. Infló los cachetes en signo de impaciencia (un extraño signo de impaciencia), y se cruzó de brazos, esperando a que algo interesante pasara. Por suerte para ellas (o para incrementar su diversión del momento), los contrincantes ya iban llegando. Bridget comenzó a morderse el labio, mirando uno a uno los sujetos, para escoger un nuevo objetivo. Cambió el peso de su cuerpo de una pierna a otra y por fin se dicidió por el compañero que quería torturar aquél día.

     

    Sectusempra —se oyó decir con firmeza, y una sonrisa traviesa brotó de su interior cuando el rayo que salió de su varita se dirigió a toda velocidad hacia Zack—. Fuego Maldito —añadió, casi riendo por lo entretenido de la situación (?). Su varita despidió una buena cantidad de llamas que formaron un venado de fuego, que trotó directamente hacia Zack, al igual que había hecho el rayo anterior, que de impactar en su objetivo, regaría el lugar de sangre.

     

    Hasta mientras, el tronco viviente todavía cuidaba de ella y por si acaso, la masa gaseosa aún la envolvía.

  16. Dio un par de vueltas a su varita entre sus dedos. Avanzó, teniendo cuidado de donde pisaba con sus pies descubiertos. No era buena idea presentarse así, pero tendría que ir acostumbrándose, pues la experiencia le había enseñado que llevar buenos calzados la ponía en riesgo (?). Colocó su varita entre los dientes y elevó ambas manos para trenzarse el cabello, pues aquellos molestos mechones que se le metían en los ojos ya le estaban agotando la paciencia. Una vez tuvo todo su cabello en un moño sobre la nuca, volvió a tomar su varita para conjurar el primero hechizo.

     

    Detritus —soltó con voz cantarina, blandiendo su varita con elegancia. De ella fluyó una especie de capa gaseosa, bastante oscura y espesa, que rodeó a la bruja a manera de protección—. Vitae — añadió, apuntando esta vez a un tronco seco que estaba muy cerca de ella. A este le crecieron fuertes y musculosas patas, que le permitirían saltar e interceptar cualquier hechizo. También le salieron ojos y sentido del olfato, así como dos grandes orejas e la parte superior. La bestia se paró delante de la bruja, empezando a cumplir ya su tarea de protejerla.

  17. Un short de jean y un top rojo sangre eran toda su vestimenta. Su cabello alborotado y el ir descalza le daban un aspecto muy parecido al de una vagabunda, con la única diferencia de que ella estaba completamente impecable y despedía un fuerte olor a rosas con cada movimiento de su cabellera ocasionado por la apenas perceptible brisa. Apareció poco después que sus compañeras, que ya se encaminaban al tercer encuentro que se daba lugar a causa del Torneo de Morgana. Se sonrió y enredó con mayor fuerza sus dedos alrededor de su varita, que tenía bien sostenida con la diestra.

     

    Suspiró y deleitó a sus ojos azules con el paisaje, que todavía se encontraba bastante desolado. Sus compañeras ya habían dado rienda suelta sus defensas, todo tipo de ella, como pudo observar, de manera que ella tendría que hacer lo mismo ahora.

  18. Pero no había sido suficiente, al parecer alguien se estaba empeñando en dejarle obsoleto el sentido de la vista. Gruñó al darse cuenta de que todavía no podía ver y buscando a tientas de donde sostener, volvió a posar su varita en sí misma, como había hecho las dos ocasiones anteriores en que se curó del malestar en los ojos. <<Episkey>>, dijo una vez más, mientras cerraba los ojos con fuerza para calmar de alguna forma el picazón que le causaba tan fuerte dolor y le impedía ver.

     

    <<Episkey>>, murmuró de nuevo, y esta vez sintió que la calma le invadía. Por fin el dolor parecía desaparecer por completo de sus oculares. Respiró con mas tranquilidad, y se frotó los ojos aguados, para poder ver de nuevo con claridad. La mala suerte fue que en el tiempo que se distraía recuperando su vista, muchas cosas habían sucedido.

  19. Aunque no llevaba su reloj de bolsillo encima, podía sentir los segundos palpitar en el interior de su cabeza. Cada desgraciado minuto contaba, se decía, mientras trataba de enfocar su mirada en la figura de Aimé, que estaba siendo todavía atacada por su colchón enmohecido en forma de pantera (?). Al parecer acababa de intentar rescatar a su compañera, ocasionando que los hechizos de la pelirroja impactaran en ella. Heridas sangrantes se abrían en el cuerpo de la chica, y por desgracia, la prisionero que liberó si había quedado libre.

     

    <<Episkey>>, pensó, cuando se sintió de pronto ciega. Su vista comenzó a volver a la normalidad, pero un agudo dolor todavía le estaba martirizando. <<Episkey>>, repitió, disconforme, mientras la negrura que cubría sus ojos se disipaba lentamente.

  20. Avanzó ahora seguida de la extraña criatura que había formado para su defensa. Esta la seguía de cerca, atenta para saltar en cualquier momento por delante de ella, con aquellas ágiles patas de pantera. Bridget llegó hasta la celda de una de las prisioneras. Miró con asco en su interior y se acomodó en el muro contiguo, esperando por la persona que fuera a rescatar a aquella mugrienta fenixiana. Se puso a juguetear con su varita, mientras tarareaba una melodía pegajosa en su mente. La distracción no duró demaisado porque se oyó con claridad el eco de pasos que se acercaban.

     

    ¡Ataca! —le ordenó al animal, que saltó sobre la chica (Aimé), abriendo las fauces de pantera que también le habían brotado. No podría arrancarle un brazo (?), pero si ocasionarle heridas sangrientas—. Sectusempra —soltó, apuntando a Aimé, su rayo fue directamente hacia el corazón de la chica—. Séneca —añadió con rapidez, sin dejar de apuntar a Aimé. el efecto sería inmediato y la bruja de rostro iluminado quedaría sin voz.

  21. Pero no podía quedarse en medio de los pasillos sin hacer nada. Tenía dos opciones, salir al exterior y tratar de frenar el avance, o buscar las celdas de los supuestos prisioneros rescatados, para así evitar el principal propósito de la visita de los sujetos de rostro iluminado. Se decidió por la última, pues mientras sus compañeros no llegaran, no tenía mayor opción enfrentándose a todos por su cuenta (?) Lo más probable era que de esa forma terminara pasando una noche en San Mungo.

     

    Se topó con una celda vacía, en la que dentro se enmohecía un colchón viejo. Apuntó con la varita al colchón y en su mente se formó la imagen de una pantera, de la misma masa y tamaño que el objeto tendido sobre el suelo de piedra.

     

    Vitae —dijo, de manera que la pelusa del colchón pareció absorverse mientras este adoptada la forma más parecida que pudo a la pantera que imaginó la pelirroja. Le salieron patas, incluso una larga cola negra, también unos finos ojos amarillos y un apenas notorio sentido del olfato en combinación a unas orejas peludas y pequeñas.

     

    La especie de bestia se aproximó a paso elegante (dentro de lo que podía considerar elegante a un colchón enhomecido), dispuesta a proteger a la matriarca D'Aubigne de cualquier ataque.

  22. No había llegado ni a observar una sola celda, cuando escuchó ruidos cercanos. Se paró en seco y giró sobre sus talones con rapidez, dándose cuenta de lo tétrico que se veía el resto del pasillo cuando se desconocía lo que sea que habitara su oscuridad. Frunció el ceño bajo la máscara y tomó su varita con más firmeza, apuntando a tientas por delante de ella. Avanzó un par de pasos, tratando de mantenerse casi unidad al muro gris, que le transmitía su frío contacto, ocasionando que se le pusiera la piel de gallina.

     

    Demonios —gruñó, por no soltar otro tipo de maldición más dañina (?). Se pegó aún más al muro y observó mientras se elevaba sobre la punta de sus pies descalzos.

     

    Podía distinguir apenas las siluetas apenas marcadas de unas cuántas personas, que llegaban apenas hacia los límites de la prisión mortífaga. Debió suponer que los prisioneros no se quedarían mucho tiempo allí, especialmente si eran tantos. Era demasiado bueno para ser verdad, se dijo, mientras negaba con la cabeza y posaba con delicadeza la punta de su varita sobre el tatuaje de la marca tenebrosa. Siseó un par de cosas, en susurros inaudibles, y las punzadas comenzar a deformarle la boca en muecas de dolor. Esperaba que sus compañeros no demoraran en llegar.

  23. Wiiiiii *.*

     

    Extrañaba pasar por acá, rolear en Nurmen y venir a dejar reporte *.*

    Pero estoy re-surgiendo lentamente y esto es parte del proceso (?)

    Así q acá me tienen (???)

    *corre y se lanza sobre Zack* ♥

     

    En fin, recién llegué a Nurmen de nuevo (siempre llego, nunca me voy), así q, ahora q tenemos una buena cantidad de prisioneros, a ver a quien torturo, wajajajaj xD

     

    Nombre de la Somnbra (Mortífaga): Bridget Wenlock

    Actividad: Guardia Post #940

    Prisionero: ---

    Resultado: ---

    Fecha: 31/05/13

  24. Tenía un día entero aguantando las ganas de visitar la prisión mortífaga. La noche anterior habían quedado tantos caídos en el asalto, que era evidente que Nurmengard iba a estar a rebozar de nuevos visitantes, con los que divertirse unos minutos. Lo cierto era que no tenía demasiada intención de hacer daño a alguien ese día. Tal vez solo se pasearía por ahí, observando la desdicha de los prisioneros detrás de sus barrotes, botados y ensangrentados sobre los sucios camastros. Y quizás, solo quizás, se cruzaba con algún compañero o compañero suya que quisiera divertirse con alguien (?).

     

    Apareció a un kilómetro y poco más de la prisión mortífaga, pues había cogido la costumbre de deslizarse entre las ramas hasta la imponente construcción gris, que en ese momento albergaba una buena cantidad de magos. Tenía puesto un short deshilachado de Jean, una blusa de tirantes y los pies descalzos, que se le habían embarrado cuando aterrizó en un fango. Se limpió las manos en su remera y sacó su varita de en medio de sus cabellos enredados, un simple hechizo desilusionador.

     

    En su rostro desentonaba con su apariencia la máscara de cobre envejecido que utilizaba para ocultar su identidad. Avanzó con agilidad hacia los pasillos que ya se abrían paso frente a ella. Elevó la mirada hacia el cielo nocturno y se dejó encantar con la luz de la luna. Inspiró y expiró con fuerza y luego se adentró entre los fríos muros grises, mezclando su silueta con las sombras que bailaban en las paredes, titilando a la tenue luz de las velas flotantes que iluminaban el camino de lo guardias de la prisión.

  25. Pero no era suficiente, el animal seguía dañandola, y tenía que hacer algo de una vez por todas. Trató de aclararse la garganta, pero esta estaba todavía reseca e imposibilitada de soltar alguna palabra. Como si no fuera ya demasiado, se dijo la pelirroja, tratando de alejar al animal con manotazos en vano. <<Fuego púrpura>>, pensó, apuntando al animal, que quedó inconsciente cuando la llamarada morada que se formó de la varita de la pelirroja, la alcanzó. <<Episkey>>, pensó esta de nuevo, curando las quemaduras que restaban de su cuerpo.

     

    Se observó el cuerpo, pero como tenía todavía la mente algo perturbada, no supo si seguía siendo necesario curarse una vez más o no. Lo haría una vez más por si acaso.

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