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Vladimir Karkarov

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Todo lo publicado por Vladimir Karkarov

  1. —No te preocupes, joven amiga, no pasa nada. — comenté mientras observaba la vestimenta de mi amiga. —¿Sabes? se te ve muy bien el vestido que llevas—dije, tratando de no sonrojarme, pero me gustaba darle un elogio a mis amigas de vez en cuando, era esa parte esencial de hacer sentir bien a mis amigos. —Gracias por lo de la cerveza, es una formula que inventé yo. Espero que de verdad te guste.—le respondí de forma tranquila mientras observaba hacia ahora del local de forma pensativa. —Antes si.. antes venía mucha gente... ahora casi nadie se pasa. Me he sentido solo y con el accidente que tuve pues estoy solo y golpeado.— comenté, con un deje de nostalgia en mi voz, sin embargo tomé un suspiro y volví mi mirada hacia Mary. —¿Qué hay de ti? La última vez que te vi... bueno, ya sabes donde fue.— dije, tratando de referirme a la Fortaleza Oscura lo más cauto posible. Sabía que las paredes tenían oidos, así que más vale ser cautos.
  2. —¿Caccius, sientes eso?— le pregunté mientras observaba a mi elfo con una mirada de duda, en lo alto de la Torre Sur del Castillo Karkarov. Sabía muy bien de donde procedía y del porqué. Me temblaban las manos, y no sabía realmente como reaccionar. —Caccius, por favor... vete a ayudarle a mamá... necesito estar solo un momento.— suspiré, cuando por fin se había retirado el elfo. El sonido provenía de un amuleto que vibraba contra una caja de madera, emitiendo un sonido parecido al de un escarabajo penetrando la madera, además, se iluminaba en una infinidad de colores cambiante. —Jessie... mi vida, ahora qué está pasando...— me pregunté a mi mismo, como un tonto, como si la respuesta fuera a caer dentro de mi por arte de magia. Sostuve el amuleto que en ese instante alumbraba con un tono rojizo, indicándome furia y peligro dentro del corazón de Jessie. Entonces esto era un encrucijada, ¿realmente debía correr a donde ella luego de que me dejara plantado en la boda (solo porque la secuestré)? medité unos segundos, tomando valor para saber exactamente que hacer. El amor, ganó. Escogí el atuendo de siempre, el habito de sacerdote color azul que debía vestir siempre para que mis poderes pudieran salir dentro de mi. Y sobre mi cabeza, solamente el largo cabello cayendo hasta los hombros, aunque cabe mencionar que no me sentía muy bien, mi barriga había crecido gracias a los litros de cerveza y mi retiro en los confines de la torre, aún así, seguía en buena forma y presentación. ¿Nervioso? Sí un poco, iba a irrumpir en una mansión sencillamente porque una joya me lo decía. Pero sin ella, moría, moría por ella y por el amor en si. No podía estar separado de ella, porque sin ella, muerto estaba. Un incesante deseo de correr a abrazarle me invadía con cada paso que daba sobre el jardín, cada latido de mi corazón solo decía su nombre, dejando afuera toda maldad. Toqué la puerta con los nudillos, con golpes suaves pero a la ves lo suficientemente audibles para que me escucharan. Sabía que el brazalete que llevaba puesto se iluminaría como un faro al sentir cerca la presencia de su segunda parte, la parte que la completaba, su otra costilla. Tenía la leve esperanza que fuera ella quien me recibiera en el portico, pero sabia que la vería esa noche y nada me hacía más feliz que eso, aunque fuera en momentos de peligro para ella. @
  3. —¿Jessie?¡Vaya pero que coincidencia la del destino!— Respondió a su saludo de forma tranquila, recordando la última vez que la había visto, realmente le parecía encantadora, inteligente y sobre todo una bruja de varita tomar. Le abrazó, rodeando su espalda con suavidad y esbozando una pequeña sonrisa. —Bueno, solamente veía a preguntarle a algún encargado sobre los requisitos para poder comprar acá... ya que tengo algunos galeones de sobra- ¿Tu que consigues por estos rumbos, joven hermosa?— preguntó, mientras le agradecía con una reverencia al intendente y se alejaba junto con Jessie a una de las bancas. Ahora le parecía más sencillo que antes el comprar algunas cosas. —Espero que no estés planeando una poción multijugos, jovencita.— inquirió una ceja enarcada y una pequeña sonrisa cuando finalmente se habían sentado tranquilos.
  4. —Hoy será un gran día Caccius!— se acercó al largo ropero de madera oscura y dos puertas al frente, de donde sacó un traje normal con una pequeña sonrisa en su cara, viendo lo hermoso que había quedado la prenda recién cosida y tintada en su nuevo hogar, el castillo Karkarov. Luego de colocárselo con ligereza, se encaminó hacia su escoba, en donde volaría hasta el Concilio de Mercaderes. Al llegar al lugar, encogió su escoba con la floritura de su varita para luego echarla el bolsillo de piel que colgaba de su hombro y en el cual llevaba todos sus galeones. Se acercó con paso lento hacia uno de los intendentes, en donde en primer instancia le saludó con una leve reverencia. —Disculpe mi ignorancia, joven.—le dijo con cortecía —¿Pero puede usted darme los requisitos para poder comprar en la planta?— le preguntó, con una pequeña sonrisa en su cara.
  5. Era otro día normal en el local, el ambiente se sentía tranquilo gracias a que no había un solo cliente, era un poco temprano para que comenzaran a llegar. Volteé a ver el reloj de reojo y me di cuenta que eran ya la una de la tarde, el día se estaba pasando demasiado rápido, pero eso no me importaba, entre más rápido mejor, así podría ir a dormir antes, que mis huesos me lo estaban pidiendo a gritos desde el interior de mi suave carne magullada debido a las contusiones de la caída. Limpié un poco la barra de por sí ya limpia hasta que quedó reluciente como un espejo, luego no lo soporté más y me dirigí hacia la cocina, para inspeccionar que todo estuviera limpio y comprobar el inventario. —Jefe, hay una señorita buscándole en una de las mesas.— le respondí al elfo con un movimiento leve de cabeza, para luego suspirar. Me encontraba sentado en un banquillo y lo último que quería era caminar de más. Aún así, tomé fuerzas para impulsarme y caminar hacia la gran sala, adornada por las pequeñas luces color miel y el ambiente hogareño que lo rodeaba. —Vaya, vaya... pero mira quien apareció.— comenté, luego de haber recorrido el trecho entre la barra a la mesa que se encontraba junto a la ventana más grande, adornada con unas cortinas blancas, con la madera tallada en forma de flores y plantas. Tomé asiento justo en frente de la joven, luego de propinarle un cálido beso en la mejilla. —Veo que ya probaste la especialidad de la casa. ¿Qué te parece la aguamiel?— pregunté, mientras observaba lentamente a la Croft en frente mío en la hermosa mesa de madera rústica. @
  6. Se adelantó a la madrugada, extendido en la suave cama tintada de colores oscuros y unas pequeñas sombras que se movían sobre la superficie de ésta gracias a la ondeante llama de una taciturna vela. Vladimir se levantó, dando un largo bostezo conforme colocaba los pies en el frío suelo de piedra, sus huesos y extremidades sonaban al ritmo de cada paso. Su mente aún dormida le ordenó caminar desnudo hasta la fría ducha, donde lavó su cuerpo entumecido con una fría agua que caía sobre su piel cual agujas afiladas, despertando en el momento. Se encontraba en su habitación, sobre lo más alto de la Torre Sur del Castillo Karkarov, en una única y especial decoración que le hacía parecer una inmensa cúspide de arboles dentro de una bóveda, bañada con los rayos finos del sol. La brisa matutina refresca el ornamento dorado y verde de las distintas salas, manteniendo un aire liviano que le ayudaba a oxigenar mejor el cerebro. Luego de contemplar un poco el escenario de su habitación salió dando un golpe a la portilla que se encuentra en el techo, justo en ese momento arribó un halcón portando una carta en su pico para no desequilibrar su delicado vuelo, alzó su mano izquierda y se posó sobre su ante brazo con firmeza, entregándole la carta la cual rompió en el acto para leerla. —Gracias— Le dijo finalmente, viéndolo desaparecer por el cielo teñido de hermosos tonos azules y naranjas. Llevaba su abito azul oscuro como de costumbre, el pelo por detrás de sus orejas, la mirada fría y penetrante. Se preparó mentalmente para hacer frente a la continuación de sus poderes en las artes oscuras que estudió en el Instituto Durmstrang. Pensaba que su arte debía perfeccionarse y utilizarlo como defensa contra sus enemigos, para algo se habían creado maldiciones tan poderosas y antiquísimas. Se dejó caer en el vacío, para luego transformarse en una oscura y voluminosa bola de humo negro, viajando hasta la Universidad en un par de minutos, aterrizando con ligereza en una zona poco transitada, donde no llamaría la atención. Recorrió los pasillos de adoquines, ondeando la capa que llevaba sobre sus hombros, regido como un roble y mostrando su orgullo en la mirada. Dobló sobre su tacón en la puerta de madera característica, la cual se encontraba cerrada a cal y canto. Tocó la puerta con dos movimientos secos de sus nudillos, esperando que le abriese quien vaya a ser su instructor.
  7. Era extraño que el joven ruso caminara a esas horas por el callejón, tan lleno de luz y de gente. Pero ahí estaba, deambulando como un alma en pena luego de salir del castillo Karkarov rumbo al callejón. Sus pasos distraídos le guiaron hasta un local que recordaba ya haber pasado, hace mucho tiempo ya, en sus tiempos de cuando pertenecía a la orden del fenix. Encontró algo de melancolía, decidió entonces entrar, lentamente, sin que nadie lo viera. Haber entrado al lugar le traía muchos recuerdos, tanto buenos como malos, pero principalmente buenos, así que decidió sentarse en una de las mesas sin compañía, solamente con el recuerdo de su pasado, sintiendo nostalgia sin embargo su semblante serio no lo expresaba, al final era humano. Fue entonces que pasados los minutos reconoció una cara, se trababa de Ariane, una chica a la cual había conocido en la orden hacia ya varios años. Estaba inseguro de ir a hablarle, por dos razones, la primera que seguramente no lo reconocería y la segunda que a lo mejor lo había olvidado. Se levantó, dando pasos despacio y se acercó hasta ella, dándole una leve reverencia. —¿Eres Ariane, verdad? Le preguntó, con un poco de pena mientras se sonrojaba levemente. @
  8. Buenas Pues una vez más, trato de reactivarme y poseer este conocimiento que le llevo ganas desde hace tiempo XD Nick: Vladimir Karkarov ID: 116055 Conocimiento: Artes Oscuras Nivel de Magia: 2 Link a la Bóveda: Link Link a la Ficha: Link
  9. —No pasa nada hermosa—. Dijo, respondiendo el comentario de su querida Ariadna. Se acercó a ella, dándole un cálido abrazo, rodeando con sus fuertes brazos la cintura de la chica, mientras que se acercaba a su mejilla para darle un tierno beso de bienvenida. La tomó de su mano, con una sonrisa de oreja a oreja, observando lentamente el vestido de la peli-azul, las facciones de su rostro y ese brillo esencial que emanaba de su cálida sonrisa. Se acercó a ella de nuevo, quedando ambos cara a cara, él con un poco de tensión en sus músculos del pecho, dijo: —Hoy estás espléndidamente radiante... hoy deberías ser la novia, ¿sabes?— Luego de su ultima frase, se sonrojó un poco. Observó a su alrededor, habían muchas personas y la mayoría de ellas se les hacía familiares u a otras las conocía por completo como en el caso de su ex novia. Sonrió de nuevo y sintiéndose más tranquilo guió a la joven con su brazo hasta quedar cerca del altar, donde vio primeramente a Leah acercarse, realmente se veía hermosa, además de tensa y nerviosa, totalmente algo valido para ser el día más especial de su vida. Sacó su varita y de ésta brotaron cientos de mariposas y chispas de colores que acompañaron al alto rango al altar, todo tomó más color del que había, sin saber quién las había convocado. Notó la sonrisa de la joven y la felicidad que brotaba de su ser. Volteó a ver en ese momento a su querida Ary y no pudo evitar pensar e imaginar el momento en el que algo de eso le ocurriera, no podía imaginar la felicidad que podían sentir Tauro y Leah en ese momento. Sin más, cruzó su brazo por detrás de la espalda de Ariadna y tomó su mano derecha con la misma mano, quedando ambos juntos sintiendo el cariño que se emanaban el uno al otro. Si bien Ariadna no se caracterizaba por ser cálida y cariñosa al inicio, el Karkarov se ganó el aprecio de su corazón y sentía exactamente lo que ella pensaba. Besó de nuevo su mejilla. —Oye, vamos, más cerca.— se desplazaron aún más hacia al altar, quedando muy cerca de éste, viendo exactamente lo que hacían las dos, las palabras de Beltis resonaron con poder y autoridad en la instancia y por fin, el matrimonio se consumaría. Por dentro, Vladimir solo les deseaba un duradero matrimonio. —Espero que tengan buen vodka...— dijo, finalmente, mientras observaba a la pareja. @
  10. Buenas Vengo a dejar unos cambios en la ficha... (prácticamente toda) Gracias.
  11. -Esto es triste...- comenté a mi elfo enarcando una ceja al ingresar a los terrenos del castillo. -¿De verdad tengo que venir?- -Cállate y anda, las bodas no muerden.- -Pero...- -¡Shhh, callate!- -¬¬ *berrinche*- Si bien mi elfo me trataba como si fuera un padre, le tenía mucho aprecio, aunque a veces sinceramente me desesperaba. ¿Extraño no? pues en sí, no, él es un elfo libre y me sigue solo por convicción propia y por la protección que le daba, así es como Caccius me seguía a todo lado y como en esta ocasión hizo quitarme mis harapos hermosa túnica para colocarme un feo bonito traje como éste. -¿De verdad tengo que ponerme esto?- -¡Deja de renegar y pontelo, que ya vamos tarde!- -Pero yo... yo quiero mis trapos de siempre - -No vas a ir vestido como un mendigo a la boda de tu líder, Vladimir. - <<Uhgmmm maldito anciano, no entiende la moda victoriana>> Y así, transcurrimos todo el tiempo, las cosas más sencillas, se vuelven triviales para ambos. -¿Pero que c******?- (sí, Caccius es español) -¡¿Que?!- -No pretendes llevarle un pulpo de de 20 metros de largo como regalo... ¿o sí?- -Qué tiene de malo, le gustan...- Hace una seña de clara frustración.-Que voy a hacer contigo...- -Ok, ya entendí. - Es una lastima, ese pulpo le habría caído bien a Tau y viceversa y a lo mejor a Leah también, aunque pensándolo bien, se parecía a Cthulu. En su ausencia, le regale un aburrido, bonito perrito y una gran anaconda. *tose* Perdón, me equivoqué de anaconda. -Tengo que serte sincero, Caccius, la bichereja ésta, parece que tiene vida propia...- -Es que la tiene. Solo debes saber hablar parcel.- -¿Y si cuando se la damos hace un alboroto?- -Por tu bien será mejor que no, no querrás arruidar la boda un alto rango y la líder mortifaga.- -Tienes razón...*petrificus totalus*.... buenas noches, querida.- Y así es como por fin, cargando una cesta de madera conteniendo una serpiente gigante y un cachorro... -¿Espera qué?- -¿Qué?- -Dime que no se te ha ocurrido meter al cachorro junto con la serpiente...- -¿Yo? ahm... no, claro que no, ¡que va!-*cara inocente* -Cuando usarás el sentido común, Vladimir. - U.U Y una vez rescatado el cachorro nos adentramos aún más en los jardines del castillo, hermoso por cierto, aunque le hacía falta algunas cosas, más arboles por ejemplo, le daba un 9 de 10. -Hay tanta gente... soy alérgico a la gente.. ¡pasame mi mascara mortigata!.- -No seas dramático... andando. - Ambos nos situamos en la puerta, requeríamos de la invitación previamente dada por Taurogirl, así que una vez dispensada ésta, podíamos seguir nuestro camino hacia el interior del castillo. -Vaya que ser un líder deja pasta, tío.- comentó, admirando las cosas y la decoración del castillo. Codee su espalda y le hable al oído -No lo digas tanto alto... pueden pensar que eres un lad.... ¡¡¡Qué!!!, ¿en que piensas, nos vas a meter en problemas?, ¡devuelve esa katana ahora mismo!- todo en susurros. Si bien le llevaba ganas a la katana, el solo hecho de que me vieran con ella supondría una expulsión del bando y seguramente mi muerte. Nos instalamos cerca de la chimenea, esperando a la gran hora o a ver si alguien se acercaba a saludarnos. @ @ off: ¡Felicidades chicas! *apapachos* espero que la esten pasando genial *-* y que esto sea una boda inolvidable para uds dos :3 me alegra muchisimo esto, porqué sé que hay faje, digo, amor Disfruten chauuu!
  12. -En seguida joven- Comenté mientras observaba lentamente a la recién ingresada cliente, al mismo tiempo preparaba con rapidez un tarro con cerveza como me había pedido, además del acompañamiento, unos pastelillos dulces horneados por la elfina domestica. La verdad estaban deliciosos, su color y su textura eran inigualables, canela, manzana y pedazos pequeños de esta fruta a su al rededor, era toda una obra de arte por parte de las finas pero precisas manos de la cocinera. -Aquí tiene, que le aproveche- Moví mi mano para que la música de fondo comenzara a sonar tranquilamente, se atizara el fuego para que los pocos clientes que habían se comenzaran a sentir como en casa, aunque no hacía falta el fanfarrón que comenzaba una pelea dentro, la cual terminaba con mis propios puños. Al observar de nuevo a la recién integrada bruja, supe de inmediato que se trataba de una Mcnair y no de cualquiera, sino de su propia matriarca, lo sabía por su postura, su atuendo y sus joyas, pertenecía a la nobleza mágica, sin embargo no quería interrumpir su bebida y me posé sobre mi hombro en una pared , observándole desde el final de la barra. Mi vestimenta era la misma de siempre, me sentía una fotografía, usando lo mismo todos los días, al menos así, me evitaba tener que lavar tanta ropa y tan seguido, porque a diferencia de otros magos, no podía dejarle mi trabajo a lo pobres elfos que ya de por si tenían mucho. El atuendo azul de hechicero y la capucha me daban un aire místico y trascendental, o al menos, así lo pensaba y por eso es que escogía tanto este atuendo, además de sus diversas utilidades como su impermeabilidad, sus dos bolsillos moka cosidos a los lados y próximamente estaba trabajando en un hechizo para activar su invisibilidad. Mientras pensaba todas estas cosas, observaba lentamente a la joven, curioso, preguntándome quien es. @
  13. Mi consciencia regresó con un sabor amargo en mi boca y la textura de unos suaves labios rozando los míos. La lengua de Cissy empujaba el antídoto a mi boca y con este mi conocimiento y recuerdos iban tomando consistencia, ahora recordaba el lugar en el que estaba y el por qué estaba ahí. La llamada de un amigo, el cuerpo de un licantropo y la moneda acuñada del Concilio de Mercaderes. Ahora recuerdo el por qué llame a Cissy, amiga dentro del bando y ahora fuera de él. Ya podía hablar, pero mi cuerpo aún no reaccionaba al antídoto. A como pude, moviendo la lengua empujé la mezcla amarga hacia una de mis mejillas para no tragarla y poder hablar con la bruja que me ayudaba. Hasta entonces, no se había separado de mis labios, al parecer le gustaban. O eso me hacía pensar. Moví la boca y abrí los ojos como pude con miles de esfuerzos, es entonces la primera vez que la veo fuera de las murallas de Nurmengard, la primera vez que la veo sin su mascara, me parecía hermosa, con un tono de mejillas y un color de ojos cálidos y abrasadores que inmovilizan mi alma. -Ese ha sido un hermoso beso... con sabor amargo, pero beso al fin.- me sonrojé un poco, pero igual tampoco podía tener muchos movimientos gracias a la parálisis. -¿Qué hago ahora mi salvadora? No puedo mover el cuerpo en los absoluto.- intenté moverlo nuevamente, igualmente sin resultados positivos. me comenzaba a sentir frustrado, pero al menos estaba ya consciente. Algo de lo que estaba agradecido. -Oye y como hiciste para despertarme... está claro que no solo fue el beso.- sonreí, luego botaba los restos del antídoto que quedaban en mi boca. -No sé si ya viste la moneda que encontré junto al cuerpo del lobo, se me cayó de las manos cuando me desmayé. Sentí que lograría salir de aquí, pero luego solo vi oscuridad luego de eso. Es extraño ver una moneda de esas ya que fueron las primeras de los antiguos corsarios mercaderes provenientes de Noruega y Finlandia.-Extrañamente hablaba más de lo que podía mover el cuerpo. Esperaba no cansarle de tanto hablar. Al cabo de un momento, mi dedos del pie y de la mano comenzaron a reaccionar, podía sentir como cerraba la mano tomando algunas hojas del suelo y las apretaba, estaban frías y casi descompuestas, de un color marrón. Sentía la tierra bajo mis manos, la sentía latir bajo mi cuerpo, irradiando su energía sobre mi alma. Pero la presencia de Cissy me daba cierta seguridad, el estar inmóvil en el suelo no me ayudaba demasiado en lo que buscaba hacer. -Ya puedo mover la cabeza bien.- dije mientras alzaba la cabeza para buscar a mi compañera de bando que se encontraba sentada sobre una piedra llena de musgo verde. La notaba molesta, a lo mejor no esperaba hacerse cargo de un paralitico este día. Pero nada podía hacer, hice un intento más de mover todo mi cuerpo y funcionó. Me levanté del suelo bastante mareado y con dolor de cabeza y un poco desubicado. Había trasladado mi cuerpo a otro lugar, lejos del cuerpo. -Hola de nuevo joven hermosa-. hice una pequeña reverencia.
  14. -¿Espeluznante no?- comentó el Karkarov mientras observaba el cuerpo descompuesto de un licantropo a la par de un arrollo. Acercándose más, notó como algo brillaba debajo de las manos de la bestia, removiéndola con una rama seca pudo sacar lo que se veía como una moneda de oro con el sello de los mercaderes. Solo pudo pensar en alguien cuando vio dicha escena. -Llamaré a Cissy... no te preocupes, resolveremos esto amigo.- le dijo mientras palmeaba la espalda de su amigo, mientras este se daba media vuelta y se regresaba. Mientras tanto, Vladimir se quedó en el lugar sintiendo la magia negra que deambulada por el lugar. Dando pisadas suaves por las hojas de otoño en el suelo. Miró una vez más la escena y acto seguido desenfundó su varita. -Patronus: Dile a Cissy que necesito su ayuda... tengo que resolver un misterio.- Aunque seguramente la joven bruja no reconocería a Vladimir, estos ya se habían visto en otras actividades extra oficiales. Por lo que sabía con certeza que acudiría a su llamada. Esperó sentado en una piedra hasta que la bruja pudiera llegar al lugar en el que se presentaron los hechos. Al cabo de un rato, el pelinegro cayó profundamente dormido, sobre las suaves hojas color café. Al parecer en horas de la tarde se liberaba una sustancia química de los arboles que hacía caer en profundo sueño a quien se encontrara y del cual solo podía ser despertado con un beso en sus labios. El destino de Vladimir ahora quedaba sellado con el accionar de su salvadora, Cissy. @
  15. @@Mia Black Lestrange -Bueno, si mi presencia te resulta incomoda con gusto me iría de la mesa, solo debes decirlo...- Sonrió, amablemente por supuesto, pero no sin sentir un cierto ácido recorriendo su esófago. ¿Quién se creía ser para llegar tan fanfarrona a hablar con alguien que solo quería saludarle? alguien con dinero, seguramente, pensó para sus adentros el pelinegro. Sin embargo, tratando de dejar atrás estas primeras impresiones se levantó del asiento y asido a la delicada mano derecha de la joven la besó, tranquilamente. -Vladimir Karkarov, para servirle, mi reina.- Dudaba que diciéndole su nombre lo recordara, pero al menos sabría como se llamaba. Pensó que su error había sido tratarla con tanta confianza pensando en que ella lo reconocería. -Bueno, no me extraña de los impuestos, que por cierto están bastante elevados si los comparas con la cantidad de ingresos netos brutos que obtiene cada local de sus clientes, a eso rebajale servicios y demás, notarás que el banco nos está dejando en quiebra a los dueños... pero bueno, imagino que no saliste de esa jaula a seguir hablando de dinero e impuestos.- sonrió, lentamente, mientras acomodaba el abrigo que llevaba puesto de color negro y observaba cerca de la barra para comprobar que estuviera todo en orden. -Aparte de beber... ¿tienes algo más en mente?- preguntó mientras tomaba asiento de nuevo y con su varita avivaba las llamas del fuego que se encontraba en el medio de la sala, iluminando toda la estancia y proveyendo de calor también a los clientes que se encontraban en ese momento. La flauta comenzó a sonar nuevamente, tocando una linda sinfonía, suave y llevadera, apasionante como las melodías de Hagrid.
  16. 12/02 @@Akiza Ravenclaw H. Se acercó lentamente a donde se encontraba Akiza, luego de decirle a su socio que regresara el día siguiente a hablar de los negocios que tenían que tratar. Se encontraba en una transición en su vida en la cual las cosas comenzaban a alinearse de nuevo, dejando tiempo para todas las actividades que debía atender, justamente como una vida ordinaria y aburrida debía de hacer, así se sentía, por eso en cuanto podía escapaba del mundo mágico y se internaba en el bosque a vivir de la naturaleza, lejos de las personas. -Disculpe la demora, joven, debía atender al caballero, pero ya se fue.- respondió el Karkarov con su acento ruso, mientras que con su varita movía los restos de comida y los utensilios que se habían ocupado para comer, dejándolos de nuevo en la cocina. -Por cierto, ¿Qué estabas leyendo?- preguntó, sin tomar asiento, ya que había escuchado la pregunta de la joven, lo cual le pareció bastante interesante, al notarla interesada en su sótano y sus antigüedades. Al terminar de responder, Vladimir extendió su brazo en dirección a una puerta debajo de unas gradas de madera oscura y gruesa, por donde entrarían a ver el sótano luego de bajar una décima de escalones. -Lo primero que verás...- dijo mientras sacaba su varita -Lumus....- -Como decía, lo primero que verás, será esta armadura, del siglo XV... fue utilizada por un pariente lejano.- apuntó en dirección a la armadura dentro de una vitrina. Observó a lo largo con algo de pereza, sabiendo que le esperaba un largo recorrido, ya que contaba con cien metros de largo para guardar cosas. -Tengo de todo un poco aquí, espejos, armas, plantas, pinturas, utensilios, varitas, en fin, lo que puedas imaginar, casi que recojo todo lo que veo en mis viajes.- dijo tranquilamente mientras esperaba la decisión de saber que quería ver la joven de primero. Se sentía orgulloso de tener en su poder una buena colección y ademas feliz de poder compartirla con alguien que le gustara. 13/02 @ @VioletteMoon Amenice atendiendo a Sean y Violette. -¡Buenos días, jóvenes magos!- respondió la amable elfa ante la entrada de una nueva cliente en el local, la cual no se hizo esperar para pedir lo que tomaría. La elfa, con un chasquido de sus dedos, hizo aparecer un barril con vodka, el cual sentó en la barra, luego hizo aparecer unas copas y colocó una frente a la chica, justo después de que el caballero le dirigiera unas palabras. -¿Usted también desea tomar algo joven maestro?- preguntó amablemente mientras limpiaba con una fina y limpia tela la barra del local, donde se encontraban los tres. 30/03 @@Mia Black Lestrange Vladimir se apuró a abrir el local de nuevo, un nuevo día comenzaba y con el nueva gente se asomaba a aquellos lugares, las cosas habían cambiado bastante en un mes, ahora el local parecía mas amenizado por las personas curiosas y sedientas de un trago que se pasaban a charlar o simplemente escuchar el show en vivo de un bardo. No eran muchos los locales del callejón que contaban con aire tan hogareño y a la vez tan personal, ni tan personalizado para hacer sentir al huésped en un aire medieval. El Karkarov, luego de enviar unas cuantas lechuzas, bajó a una de las mesas a pasar sus horas leyendo libros de magia. Al caer la noche, la cantidad de gente disminuyó, pero fue entonces que por la puerta del local la presencia de una bruja pasó, con paso firme y decidido. Vladimir la observó, posando su mirada por encima del libro y determinó que sería mejor atenderla el personalmente, por lo que con una leve negación de cabeza le indicó a la elfa que no la atendiera. El joven de mirada purpura escuchó claramente el pedido de la rubia que recién ingresaba, por lo que dejando el libro en la mesa se levantó, dando unos pasos en seco sobre el peso de piedra pulida hasta llegar a la barra de olmo, donde consiguió un vaso fino y dos botellas de whisky, caminó hasta la mesa de la joven y se las colocó con delicadeza. -Aquí tienes guapa...- Vladimir observó detenidamente la figura de la joven, sus rasgos faciales y sin duda alguna sintió un gran asombro al reconocerla, se trataba de su ex jefa en el banco mágico. -Vaya vaya... justo cuando pensé que no vería mas duendes te encuentro... ¿No vendrás a cobrarme un nuevo impuesto o sí?- sonrió, amable ante ella, pensando en que seguramente no se acordaría de él, lo más probable, pero lo más seguro era que no, así que se preparo para responder quien era, al instante que tomaba asiento frente a ella, con un ademan de desinterés.
  17. holaa /o/ vengo a reclamar mi premio *o* ID de usuario: 116055 Nick Actual: Vladimir Alexae Nick Nuevo: Vladimir Karkarov Premio obtenido: firmas de pareja SV Subtitulo deseado: oO| Cyka Blyat Vodka |Oo Premio obtenido: firmas de pareja SV Gracias ♥
  18. -¿En serio?- comenté sorprendido, ¿cómo era que un mago podía vivir durante tanto tiempo rodeada de muggles apestosos? no me puedo imaginar el infierno que la hicieron pasar a la pobre, esas criaturas no tienen compasión o magia alguna. Por eso los magos somos superiores. Me quedé pensando en esto y la cabeza comenzó a darme vueltas. -Eh Mauricio, ¿Qué demonios le has echado a la cerveza?- comenté comenzando a ver todo algo borroso. Controlé lo que sentía al escuchar las palabras que me decía y como colocaba su mano en mi hombro, sonreí inesperadamente y los efectos se terminaron de mitigar al enfocar su bello rostro. -¡Por el desamor!- me volví hacia para responder lo que anteriormente me dijo. -Claro que me gustaría, pero... teniendo en cuenta que nos acabamos de conocer, sería... demasiado interesante.- comenté mientras relamía la cerveza en uno de mis labios y le observaba fijamente su parte delantera. ¿Que me pasaba? no lo sé, no era tan lanzado de buenas a primeras. -Bueno, ya tenemos algo más en común, a ambos nos gusta beber.-comenté mientras echaba un trago más de cerveza en mi boca y lo saboreaba y mientras escuchaba toda la historia que la chica me decía, era bastante interesante y la joven hablaba bastante, es algo que aprecio, mas viniendo de un desconocido al cual acabo de conocer. Su tono de voz se me hacía cada vez más lento, tal vez era el efecto del alcohol en mi sangre pero aún así le seguí tomando mucha importancia. -Bueno, puede ser malo, pero yo solo disfruto de la vida... la verdad siempre fui bueno en la academia, era algo así como el chico malote pero a la vez aplicado. Me encantaban las clases de duelo, era lo mejor que hacía.- sonreí al recordar tantas cosas que había pasado. Tantos duelos y tantos desafíos que en mi mismo había puesto, las cicatrices en mi cara lo recordaban a cada momento. Esas cicatrices que brillaban de un color rojizo cuando el peligro andaba cerca. -Pues hay varios trucos que puedo enseñarte.- dije mientras sacaba un maso de cartas, de las cuales dije que escogiera una, al hacerlo, revolví las demás, sin ver la que ella tiene en la mano, al terminar de moverlas por el aire, me levanté del tabure y me acerqué hasta su cara, con intensión de darle un beso, pero en lugar de eso, saqué una carta de su oreja y se la mostré. -¿Es esta tu carta?- pregunté mientras le mostraba la carta y la miraba emocionado. @@Alba Ryddleturn
  19. Vladimir sonrió de medio lado, sintiendo que al fin tendría un duelo de verdad y no uno de practica como los últimos que había realizado. Aunque no tenía su rango ni sus hechizos, los que aún podía controlar le hacían excelentemente bien. Soltó la capa de su cuello y con una ráfaga de viento esta se fue volando por los aires hasta perderse en el blanco eterno de las nubes. Tomó su sombrero y lo soltó de igual forma, viéndose volar hasta perderse con el infinito. -Yo no quiero que te mueras, Juliene, sería una gran perdida para el bando... Ademas no me gustaría lastimar a una hermosa dama como vos... no mucho.- volvió a sonreír y le hizo una pequeña reverencia. Al terminar este pequeño dialogo se percató que la joven no perdía ni un momento de su valioso tiempo, ya no quedaban magos o brujas con educación en aquellos días, había que seguir demostrando por qué los magos seguían siendo mejores que las demás criaturas por medio de su educación y cortesía. -Zancadilla.- pronunció rápidamente mientras veía el rayo viajar hacia él y justo antes de que terminara de decir su segundo hechizo (intercala su segundo hechizo), por lo que sus doce medias lunas salían disparadas hacia el aire al ser Juliene derribada por el lazo mágico en su tobillo y perder el control de su brazo en su caída. Al ser su zancadilla un efecto de aplicación instantánea, apuntó su varia hacia adelante. -Protego- musitó triunfante y aún ileso, ya que el resplandeciente escudo color ámbar y violeta bloqueó el rayo (sectusempra) que Juliene lanzó en primera instancia y que gracias a la distancia que había entre ambos duelistas le daba tiempo para defenderse. Un sectusempra le habría dado muchos problemas, aunque claro está, no lo habría matado. -Hmm... baia baia...- dijo mientras entrecerraba sus ojos y le observaba aún en el suelo, llena de nieve hasta las orejas. -Mi caballo no te lo dejas ni aunque muera.- alzó sus hombros y sus manos de forma desinteresada, importando poco la palabrería necia que podía decir Juliene. Pensó para su más recónditos adentros, que no siendo de su mismo bando, ya le habría dicho hasta de lo que se iba a morir (?) sin embargo, por más que pudiera molestarle su lengua venenosa, como toda buena Slytherin, recordó mantener su perfil y su fidelidad al bando que había jurado defender.
  20. Carraspeó su garganta ante un trozo demasiado grande pastel que había ingerido. Se trataba de pura y genuina negligencia o simplemente de tensión. Sonrió además ante las cosas que decía el chico y sus comentarios le parecían algo extraños, aunque no les prestó del todo mucho atención, porque mientras descansaba las mandíbulas de masticar su pastel, Jessie posó su mano sobre la de él, lo cual le hizo dar un sobre salto con el pie. Luego de eso escuchó la conversación que tenía con su prima y volvió a tomar asiento. -Siempre es un placer conocer la familia. Es un gusto señorita Lilian.- le dijo dedicándole una cálida sonrisa mientras se levantaba de nuevo por más café. -¿Puedo?- la pregunta era tonta, pero al instante siguió hasta donde se encontraba la maquina, Jessie se acercó a la barra donde se encontraba él mientras le hacía una pregunta a su prima. Una vez estuvieron los dos en el mismo lugar, Vladimir posó su mano sobre la de Jessie como un acto reflejo, le miró a sus ojos contemplando una vez más su belleza y se acercó a ella para abrazarla. Los movimientos fueron torpes y en el transcurso de lo que pasaba el vaso con café de Vladimir cayó al suelo, rodando como la maleta de una chica en el aeropuerto al ver a su novio, al ruso no le importó sentir el café en su pie, era más reconfortante sentirse de nuevo en los brazos de la chica que amó tanto tiempo y que por circunstancias extrañas ambos habían desaparecido. La abrazó tan fuerte que en un momento dado pensó que la dejaba sin aire, mas no se detuvo, sentía que sus partes volvían de fundirse bajo el calor de ambos cuerpos. Se separó de ella, no sin sentir una necesidad de seguir abrazado a ella, pero no era el tiempo ni el lugar todavía, en un ágil movimiento con su zapato empujó el vaso hacia arriba para luego sujetarlo con la mano, lo volvió a colocar en la maquina de café y mientras se llenaba de nuevo, tomó la mano de Jessie y se acercó a ella con la intensión de besarle, inclinó su rostro levemente y esbozó una pequeña sonrisa al sentir el rojo cabello en su cara y así fue como ambos labios chocaron en un acto de pura dulzura, ¿Qué iban a hacer todos los dulces reunidos ante tal acto? Simplemente no tenía precedentes, aunque para él fue raro actuar de esa manera luego de tanto tiempo. -Te amo...- le susurró al odio al terminar su apasionado beso. -Espero que eso conteste tu pregunta...- carraspeó su garganta una vez más y al instante un timbre sonó indicando que el café estaba listo. El mago se separo de Jessie mientras le hacía un sonrisa disimulada y regresaba a la mesa para seguir conociendo a la familiar de la bruja, la cual le interesaba demasiado, no conocía muchas personas, tal vez Sagitas, Amya, Reena, Matt... pero con los que estaba sentado en ese instante nunca los había escuchado mencionar, así que se sentó a esperar un poco de la historia del mago y la bruja. @
  21. -Es bueno saberlo... ahora que estás aquí, puede que sigamos colaborando entre nosotros y... hacerle alguna invitación a alguien más.- dije mientras le observaba comer, parecía que tenía hambre de verdad. Al cabo de un instante recordé todo lo que había pasado y de las razones del cierre del negocio, pero eso era tema aparte. -Bien, si te interesa abriré un club cerca de las tres escobas, donde las personas interesadas en entrar a nuestro... Clan, puedan pasarse y vean las reglas que hay.- suspiré pensando en como reformar de nuevo el clan, y comenzar a ganar algunos galeones de más, haciendo cumplir los deseos de nuestros clientes. Me senté en uno de los bancos a meditar mientras veía a Sean comer. Me levanté, tranquilamente me dirigí a mi despacho y traje un sobre lleno de diamantes que había conseguido en mi camino a casa. Se lo di a Sean en la mano y le dije en voz baja: -Has lo que sea, pero consigue más miembros para el grupo. Comenzaré a construir un nuevo lugar, más privado que el local y así podremos entrevistar a los nuevos como para ponerlos a prueba. Claro, si aún estás interesado en el negocio... sino... puedes irte tranquilo.- le hizo una pequeña reverencia con la cabeza en forma de saludo y me devolví hacia donde estaba Akiza, dejando a Sean que terminara de disfrutar su comida y si quería algo más, simplemente se lo pedía al elfo. No podíamos hablar tan abiertamente en el día y menos con clientes. ​-Pues sinceramente no lo adiviné... solamente vi el futuro por medio de los números... me di cuenta que una chica con un oscuro pasado, amante de las cosas antiguas me visitaría, solamente tuve que probar suerte a que fueras tu. Al parecer di en el clavo....- dije tomando asiento de nuevo y mientras sorbía mi cerveza- Es una de las ventajas de la aritmancia... hay que saber hacerlo muy bien y no siempre resulta.- Aproximé hacia mi un pedazo de pan con queso y especies y lo mojé en una sopa de verduras, las cuales ingería de forma rapida, estaba con mucha hambre y hacia meses no comía nada tan nutritivo y sabroso. El pollo estaba partido en pequeños pedazos por lo que los cardenales en mi boca no se resentían. Era bueno una cena tan suculenta a la par de una hermosa mujer. @@Akiza Ravenclaw H.@
  22. Muy buenas, dejo mi ficha para cursar mi próximo conocimiento. Nick: Vladimir Alexae ID: 116055 Conocimiento: Artes Oscuras. Nivel de Magia: 2 Link a la Bóveda: Link. Link a la Ficha: Link. Espero que todo esté en orden. Saludos.
  23. Elfo del local, atendiendo a Sean -¡Muy buenas, señor!... ¡De inmediato traigo su orden!- el hacendoso elfo se apresuró a llegar a la cocina donde mantenía a unas aves al fuego lento, cocinándolas a la leña. Tomó una de esas aves y la colocó en una bandeja, rociándola de cerveza fresca y colocando ketchup en un recipiente a la par. Luego de eso tomó un barril pequeño de cerveza y lo condujo hasta la barra donde sirvió las pintas que salieran. -Aquí tiene, noble cliente, que se de su agrado!- le dijo haciendo una pequeña reverencia y un instante después recogía los galeones que el cliente dejaba sobre la barra. Se aseguró de dejarle un cubierto y un cuchillo para que se ayudara a partir la carne tan suculenta que le había puesto, o bien, podía usar sus propias manos para servirse y comer a gusto. Luego de estar servido, el elfo se encaminó con dos pintas de cerveza hacia la pareja de brujos en el fondo del local, colocando las bebidas para su disfrute. -El nuevo cliente invita.- se limitó a decir y desapareció entre la nada. Vladimir Alexae Me sorprendió ver llegar al elfo con dos pintas más de cerveza al lugar, pero me sorprendió aun más ver quien las estaba pagando. Nada más y nada menos que Sean, ex socio de un turbulento y fracasado negocio oscuro que se quería llevar a cabo hacia un año más o menos. Podía, incluso, ser Sean el colaborador de mi secuestro, aunque era poco probable, no le debía nada. -Akiza... dame un momento, por favor, ya regreso.- me dirigí hacia el lugar donde se encontraba Sean. -Vaya, vaya... mira quien apareció...- dije con un deje de ironía en mi voz, no sin una carga de reclamo por haber desaparecido. -¿A que se debe el placer, Sean?- pregunté mientras acariciaba mi barba y le contemplaba disfrutando de su comida y bebida. Al parecer las recetas que le enseñé al elfo habían funcionado de lujo, cosas que se aprenden con el viajar de los años solamente. @
  24. -Bueno... ante tu insistencia me quedaré. Solo porque sabes como conquistarme.-dijo mientras le señalaba hacia uno de los tantos pasteles que tenía, ése se veía rico, con centro acaramelado y recubierto de tres capas de chocolate. -¿Sabes?... Mejor dame todo el pastel.- le ayudó a cargarlo hasta la mesa donde se sentarían los tres magos, y depositó algunos galeones en la mesa antes de sentarse. No podía simplemente aprovecharse de la amabilidad de nadie. Aunque sentí un nudo en la garganta, no dejó que nadie se percatara de sus sentimientos. Escuchó atentamente las palabras del mago, Divied, por lo que levantándose de su asiento cortes mente, le invitó a sentarse a la mesa. -Por favor, joven, será un placer que nos acompañe. Creo que será una bonita charla...familiar.- no pudo ocultar su deje de expectación en su voz pero aún así se volvió a sentar en la silla, tomando una gran rebanada de pastel para comenzar a comerla con un tenedor. -Bueno... Como soy el nuevo acá, me presento, soy Vladimir Lockhart, hijo de Cye e Ishaya. Puede que los conozcan. Aunque soy hijo ilegitimo, me han cuidado desde casi que nací. Mi procedencia natal es rusa y en cuando lo supe a la edad de ocho años, huí de casa para encontrar respuestas.- hizo una pausa para tomar un sorbo de esa bebida tan caliente y deliciosa, luego de respirar y tragar, continuó. -...Al haber perdido parte de mis años buscando respuestas, me hallé en lugares peligros, con gente peligrosa, pero también con gente sabia. Me enseñaron a usar mi varita, cortesía de mis padres adoptivos... luego de eso, a los doce años entré a Durmstrang y salí al cabo de cuatro años.- Resopló ante tanta historia, y eso que no sería ni la cuarta parte. Se dio cuenta que intercalaba cada palabra con una bocanada de pastel y al terminar no tenía mas en su plato, por lo que tomó otro pedazo de pastel, que este si comenzaría a comer más despacio mientras escuchaba las historias de sus acompañantes. -Pero en fin... eso no es toda mi historia, de como llegué a Londres y como cursé la Universidad... Ahora me gustaría saber algo más de ustedes, uno nunca termina de conocer a las personas, y por experiencia propia me he dado cuenta que tampoco dejan de cambiar.- miró de reojo a Jessie en esa frase y esbozó una pequeña sonrisa, tratando de disimular el dolor que sentía. Aún así, era bueno verla de nuevo, aunque no estuviera seguro de que ella sintiera lo mismo. En ese momento, apareció otra joven bruja por la puerta, preguntó por Jessie y comenzó a adentrarse hasta donde estaba la pequeña reunión de brujos, el la saludó levantándose del asiento y estrechando su mano mientras hacia una reverencia. -Buenas, soy Vladimir.- volvió a sentarse, para seguir disfrutando de su pastel y escuchar la historia que le podían contar los brujos en esa tarde especial, llena de viento y hojas, ademas, moviendo su varita hizo acercarse otra silla a la mesa, para que la recién llegada tomara asiento junto a ellos. @@Lillian Potter Evans@@
  25. Comenzó a agradarme cada vez más la compañía que me brindaba Akiza, su linda sonrisa me incautaba grandes suspiros y ganas de besar sus labios rosados y elegantes. ¿Qué me estaba pasando? el chico en pañales y flechas de corazones me estaba jugando una mala pasada con eso. Aunque no podía negar que estaba guapa y... jugosa. Pero retomando el curso en el que iba mi mente divagadora en asuntos menos importantes, presté atención a lo que decía. -La verdad es un poco dificil no prestar atención al daño que te hacen... cuando ha ocurrido tanto tiempo. Pero supongo que tienes razón, es tiempo de superarlo y comenzar mi cacería.- Ahora mismo no encontraba un lugar exacto al que ir, pero me encantaba la idea, solo que no tenía aún preparado el local para que fuera autosuficiente. -Bueno... me encantaría, de verdad, pero ahora mismo tengo algunas preocupaciones con mi local, y la verdad me gustaría tener un poco de ayuda. ¿Te gustaría?- comencé a pensar que le daba un poco más de confianza de la usual, pero algo en mi interior y en el aura de la chica me hacía que confiara en ella. Ademas, de las caídas se aprende, prueba y error era mi lema. -Oh, pues bueno, si no te interesa, podemos dar un lugar por el local, podría llamar de nuevo al bardo para que invente una canción en tu honor. Apuesto que te gustaría. Hay más cosas allá abajo....- hice una pausa al proposito -Abajo en el sotano, algunas antiguedades que pueden interesarte.- sonreí amablemente, esperando a saber cual de todas mis ofertas aceptaría Akiza. Tomé un sorbo de cerveza y sentí como se calmaba mi estomago. Estaba sudando de verdad. @@Akiza Ravenclaw H. off: no te preocupes XD

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