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Oniria

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Todo lo publicado por Oniria

  1. La conversación daba unos giros escalofriantes, y constantemente auguraba un mal final, uno de revelaciones gélidas que más me valía la pena no escuchar. Podía percibir la tensión en el ambiente. Arya callaba elementos esenciales de su discurso, y yo creía comprender por qué. En la graduación ya nos lo habíamos dejado todo bastante claro, a base de indirectas, miradas de dolor. Todavía no podía asegurarlo a ciencia cierta, pero... ¿Lo necesitaba? Me bastaba cruzar dos palabras con la Lockhart para averiguar de qué lado se decantaría. Aparté aquellos molestos pensamientos con una sacudida de cabeza y volví a concentrarme en desmenuzar los enigmas que encerraban las palabras del Walker. Su lenguaje era, en ocasiones, verdaderamente encriptado. Se me escapaban detalles, las frases perdían contexto, y aunque exprimía a mis neuronas en un intento por enterarme, todo intento era en vano. Lo mío no eran los demonios, no tenía ni pajolera idea de su naturaleza, de sus problemas. Inmersa entre tanta inseguridad y desconocimiento me sentía desnuda y desprotegida, aunque la mano de mi amiga conseguía salvarme, sosteniendo la mía bajo la mesa. —Eres muy amable, Allen. Sin embargo aprecio demasiado mis sueños, y mis pesadillas, como para aceptar tu ofrecimiento. —Respondí, intranquila. Aquella afirmación era quizá la máxima más cierta de todas cuantas hubiera dicho en mi vida. No pude evitar recordar la primera noche que conseguí soñar, cómo cambió aquel hecho el transcurso de toda mi vida. Un ramalazo de emoción me encogió los pulmones cuando vislumbré en mi cabeza el fuego de la chimenea, a una chica sin nombre dormitando sobre el suelo que llegaba moribunda desde las nieves de Siberia, congelado el corazón y el alma, familiarizada con la muerte. Una chica sin nombre que nunca antes había tenido el placer, el gusto de soñar, y que durante aquella velada descubrió ese otro mundo, menos cruel y a pesar de todo igual de gris, donde su imaginación tenía el poder de vencer al tiempo, las ventiscas y el hielo. Me quedé embobada unos minutos, la mirada perdida, posada e inmóvil sobre el cristal de la ventana. ¿Seguiría siendo un fantasma sin nombre si no hubiese encontrado a aquella anciana, si no me hubiese permitido refugiarme en su casa? ¿Sabría de mi magia a estas alturas, o estaría muerta y pisoteada como una vulgar humana muggle? Oniria, Oniria... Nadie sabía la historia detrás de aquel extraño seudónimo. Ni siquiera yo, en realidad, pues no tenía constancia de otro. Cuando quise prestar atención a mis dos amigos se encontraban enfrascados en su conversación sobre demonios, y yo había vuelto a perder el hilo. Casi sonreí. Mi ignorancia era inevitable.
  2. Apreté la mano de la Lockhart con mucha fuerza, haciendo acto de presencia. Me había quedado embobada contemplando al demonio y había perdido la noción del tiempo y el espacio, por lo que en un principio ni siquiera me había dado cuenta de que la pelirroja entrelazaba sus dedos a los míos bajo la mesa. Comprendí que Allen se había percatado de mi incomodidad ante su peculiar forma de observarme, de registrar en su mirada cada pequeño movimiento. Me alivió que concentrase sus esfuerzos de inspección en Arya, que parecía realmente consternada, preocupada por sus pesadillas. También yo quería ofrecerle mi apoyo, pero no conocía otro método que no fuese el del cariño y las palabras. Una ayuda real, el remedio efectivo... Estaba fuera de mi alcance. De repente, la chica me soltó y comenzó a relatar alguna extraña situación que le había acontecido recientemente. Escuché con atención, frunciendo el ceño. Sólo imaginarme a mi amiga enfadada me producía escalofríos, porque Arya, bajo toda su dulzura, tras la melena pelirroja y la sonrisa angelical... Encerraba oscuridad. Yo lo sabía. La veía acechar tras el azul de sus ojos, y al igual que ella era capaz de percibir la luz que fluía en mi interior, yo era consciente de que en el corazón de la joven todavía se removían las tinieblas. Quizás esa era la razón por la que nos entendíamos tan bien. Ambas teníamos... Muchas máscaras, personalidades. Contemplé al peliblanco, esperando ansiosa su respuesta.
  3. —¡Ya tendrás tiempo para dormir, quejica! —La reprendí, alzándola ligeramente entre mis brazos y contemplando ilusionada su rostro. Era mágico, especial y precioso sentirme de aquella manera, tan acompañada... Como si Arya tuviese una mano siempre encima de mi corazón y lo cubriese de toda sombra. A veces eran mis propias tinieblas las que la engullían. Entonces escapar era una utopía desesperada y me veía irremediablemente sumida en la oscuridad que proyectaba mi propia naturaleza. Otros días, en cambio, me sentía libre, protegida de todo peligro, ligera y flexible como una pluma a merced del viento, desprendiendo luz propia. Todo gracias a mi amiga. No encontraba palabras para confesarle mi secreta admiración por sus habilidades empáticas, pero en lo más hondo de mi ser atesoraba cada uno de sus gestos y sonrisas para poder recurrir a ellos cuando los cielos se pusiesen grises y la bruma volviese a cubrir toda mi atmósfera. Otro detalle sensacional de nuestra amistad era la constante impresión de novedad. Siempre que la saludaba era como una nueva carta de presentación en la que debía dar el máximo de mí, superarme y demostrarle mi valía. Ni una sola vez me había aburrido a su lado, ni habíamos caído en la clásica rutina tan enfermiza. Era como conocernos cada día y nunca terminaba de aprender de ella. Ahora que Allen se había unido a nuestro grupo y podíamos considerarnos un trío de amigos se me hacía un poco extraño expresar mi emoción al encontrarme con Arya, pero era imposible de esconder. Me senté nuevamente. El demonio había dado buena cuenta de los bombones y nos observaba con ojo crítico. En ciertas ocasiones me ponía nerviosa y su inspección me sacaba de quicio. No podía decir que me molestase, pero tampoco me sentía cómoda cuando me desnudaba el alma con aquellos ojos fríos que parecían leerme por dentro. Para una persona soberbia no hay nada peor a que alguien conozca sus flaquezas, y yo sabía que el peliblanco era capaz de profundizar en mí de un vistazo y descubrir cada una de mis debilidades. Podría desconstruirme con un comentario y prenderme como al papel. La expresión se me había endurecido sin querer. La suavicé con una suave sonrisa y ofrecí los chocolates a la Lockhart. —Me alegro de veros a ambos aquí, chicos.
  4. —Te perdonaré, por esta vez. —Refunfuñé, bromeando. Aunque detestaba la oportunidad, últimamente no conseguía enfadarme con Allen, sino todo lo contrario. Sonreí, restándole importancia a la impuntualidad, que afortunadamente había sido mínima. Arya se demoraba, y mis pies comenzaban a cobrar vida propia bajo la mesa, golpeando intermitentemente el suelo. —¿Cómo va todo? —Inquirí despreocupadamente mientras me repasaba la carta por quinta vez. Paseé el dedo por el precio de unos cuantos pastelitos, apenada por las restricciones de mi dieta, que me impedían disfrutar de aquellas delicatessens—, puedes pedir cuanto desees... Corre de mi cuenta. —Ofrecí, haciendo gala de mi educación. Forcé una sonrisa, porque realmente era una rusa antipática y huraña que rehusaba a pagar gastos ajenos. Con mis amigos podría cometer una excepción. Eché una ojeada por el local, escudriñando cada centímetro. No había ni rastro de la pelirroja y su tardanza me preocupaba -e irritaba-. No podía evitarlo, era superior a mí, me ponía enferma. Pero era Arya. A Arya no podía recriminarle nada. Cuando apareció por la puerta suspiré, aliviada, y me levanté para recibirla con un abrazo breve y colmado de sentimiento. —Por fin estamos todos.
  5. Cuando entré por las puertas de aquel reconocido establecimiento me azotó el aroma del café tostado, la pastelería y el té. Se respiraban aires de París y croissanteries francesas. Los dulces estaban dispuestos por todos lados, a la vista del consumidor, y lucían verdaderamente apetitosos. La decoración era tan elegante que yo misma me sentía desentonar. Las minúsculas mesas de madera encogidas ante las largas lámparas de araña eran de un diseño exquisito y hasta el uniforme de los camareros parecía digno de portada de revista, un elemento más del mobiliario. Las conversaciones se mezclaban unas con otras, y a mis oídos llegaban sin querer las habladurías de todo el mundo mágico. Pero la atmósfera era encantadora. Me senté lo más alejada del resto de comensales posible y comprobé la hora en mi reloj de pulsera. No acostumbraba a controlar el tiempo, porque para un ser inmortal poco sentido tenía... Pero hoy debía ser puntual. Había quedado en aquella cafetería con Allen y Arya, y estaba impaciente por verlos de nuevo. Para amenizar la espera desplegué una carta que captó mi atención por la caligrafía impresa en su portada. Era una interminable lista de los más variopintos sabores de macarons. Me entretuve leyéndolos por encima. Mis amigos acudirían de un momento a otro.
  6. Recorrí nuevamente las dependencias selváticas de la planta, con una sonrisa en los labios y el afán consumista recorriéndome las venas como una peligrosa infección. La primera vez mi compra había sido denegada por razones que prefería obviar. Había pasado una vergüenza terrible cuando el encargado me había comunicado que no tenía fondos suficientes como para permitirme una mascota. Estaba en bancarrota, y aunque normalmente no me hubiese importado, llevaba meses dándole vueltas a la idea de hacerme con un nuevo compañero de aventuras, en memoria al husky que había dado la vida por mí durante mi infancia. Caminé a paso veloz la distancia que me separaba de Vrael, el encargado, y apartando la timidez alcé la voz para dirigirme a él. —Hola de nuevo. Quisiera comprar un lobo albino, el más blanco que encuentren, de ojos rojos y a ser posible buen carácter, dócil y leal. Ya sabe... Es la segunda vez que vengo esta semana. —Anuncié, colorada como un tomate. Agaché la cabeza, esperando las indicaciones del Myrddin.
  7. Parecía que había puesto un pie en la selva. Hasta el clima cambió súbitamente y se cargó de humedad y calor. Agradecí el no poder sudar, porque de lo contrario ya estaría chorreando. Me sorprendió comprobar que los animales campaban a sus anchas por el complejo, lo cual me dio que pensar que de alguna forma que pasaba inadvertida a nuestros ojos, los encargados de la tienda se las habían ingeniado para separarnos por muros invisibles. La atmósfera era sensacional, y habría merecido acudir allí sólo por echar el rato y embriagarse de la belleza natural. y aunque a mí me movían motivos muy distintos, no podría negar que estaba disfrutando enormemente de la visita. La sección de criaturas muggles estaba atestada de fauna de lo más diversa. Desde gatos a caballos o rinocerontes. Manadas de leones acechaban entre el pasto dorado de una imitación hiperrealista de sabana. Algunos -los más peligrosos- descansaban sus garras tras los barrotes de una jaula. Me inspiraron lástima y sentí el profundo deseo de liberarlos, pero me abstuve y me obligué a seguir observando. Tras dedicar tres horas a una exhaustiva inspección de las instalaciones, me dirigí a la que supuse sería la encargada del lugar y le tendí un formulario. —Buenas, querría comprar un lobo albino, el más blanco que encuentren. A ser posible que sea hembra y con los ojos rojos y buen temperamento, nada de una bestia o una fiera. Pero bueno, dejo en sus manos la elección, sólo espero que atienda estas peticiones en la medida de lo posible... —Rogué, muy educadamente.
  8. Buenas noches. Me gustaría que modificasen un campo de mi ficha. Gracias de antemano<3
  9. 1.- Link al tópico de su ficha de personaje: Oniria 2.- Link de las bóvedas de negocios que posea el personaje: Negocio cerrado Bóveda N° 111813 Negocio La Feria de Mayo3.- Link del tópico de registro de sus familias: Familia N° 1: Yaxley Familia N° 2: Snegovik (matriarca) 4.- Link a las bóvedas de sus familias: Bóveda Familia N° 1: Bóveda Familia Yaxley. Bóveda Familia N° 2: Bóveda N° 111885 Familia Snegovik Saldo en Bóveda previo a la Migración 2021: 33105 G
  10. ¡Hola! Bueno, he decidido unirme, después de meditarlo mucho, por fin al juego. Acabo de postear la ficha, así que supongo que estará pendiente de moderación e.e ¡Tengo ganas de empezar! Espero tener mi ficha aprobada cuanto antes<3 ¡Un saludo a todos!
  11. Nombre del Personaje: Sísifo. Sexo: masculino. Edad: alrededor de 25 años. Nacionalidad: estadounidense. Familia(s): * Familia Yaxley * Familia Snegovik (Patriarca) Padre(s) Sanguíneo: Lo abandonaron a los dos años de edad. Padre(s) Adoptivos: -- Trabajo: Cuartel de Inquisidores, empleado. Rango Social: Unicornios de Plata. Bando: Neutral Rango dentro del Bando: -- Hechizos adicionales: -- Criaturas controlables en asaltos y duelos: -- Habilidades Mágicas: * Habilidad 1 * Habilidad 2 * Habilidad 3 Conocimientos Especiales: * Artes Oscuras * Conocimiento en Maldiciones * Herbología Medallas: * * * Raza: vampiro. Aspecto Físico: Complexión: atlética. Altura: 1,80 metros. Rostro: tiene la cara ovalada, con las mandíbulas muy marcadas, los labios gruesos y los dientes bien alineados aunque no perfectos. Pestañas muy largas. Tiene el cabello rapado al 2 salvo el flequillo. Tiene un corte en una ceja, sobre el que no le crece pelo. Aspecto físico sin transformar: ojos grises, pelo blanco, piel muy blanca y tersa, labios ligeramente amoratados, como entumecidos. Aspecto físico transformado: piel ennegrecida, uñas y colmillos afilados, ojos rojos y brillantes. Ropa: suele vestir con tonos muy oscuros, negros y grises, y con estilo vintage. Cualidades Psicológicas: Melancólico y pesimista, cree que la vida es absurda, a menudo se pregunta qué sentido tiene existir. Impulsivo. Parece que siempre está intentando seducir, es su manera de relacionarse. Esto le lleva a ser muy promiscuo. No cree en los mitos del amor romántico ni en la monogamia. Prefiere las uniones libres y anárquicas. Es muy sensible e intenso. Puede sentir afecto por alguien en cuestión de horas. Pensamiento dicotómico, ve las cosas blancas o negras y le cuesta relativizar. Lleva la tristeza en el interior, pero se muestra irónico, sarcástico y a menudo bastante alegre con los demás. Es muy autodesctructivo. Como sus padres eran muggles y lo abandonaron, y en el orfanato donde creció los niños muggles lo trataron fatal por ser diferente, ha desarrollado un profundo odio por estos, y un sentimiento de superioridad, aunque admira sus inventos, su ciencia y su arte. Atribuye todos sus males a ser un "sangre sucia", aunque en el fondo sabe que es sólo una proyección de sus inseguridades, alejada de la realidad. Historia: Infancia: Caleb S. Seward nació en Estados Unidos, en Anchorage, Alaska, en el seno de una familia muggle. Su padre era ingeniero y trabajaba duramente en la construcción del ferrocarril que más tarde conseguiría que aquella pequeña ciudad del norte prosperase. En sus dos primeros años de vida, dado que su familia apenas podía hacerse cargo de él por su apretada economía, se sentía muy abandonado. Cada vez que tenía un berrinche, un extraño suceso ocurría a su alrededor. Se rompían cristales, se incendiaba un papel… Sus padres, asustados, decidieron abandonarlo creyendo que aquel niño estaba poseído. De esta forma, Caleb llegó a un orfanato de la Costa Este, donde pasó gran parte de su oscura infancia y parte de su adolescencia. Dentro del orfanato apenas se relacionaba. Sabía que era diferente, pero también desarrolló un sentimiento de superioridad por esa diferencia. Aprendió a controlar sus ataques de rabia para utilizarlos exactamente cómo y cuando quería, y de este modo asustar y manipular a sus compañeros para obtener favores. Su vida en aquel antro consistía en leer horas y horas, sentarse en el césped del patio a contemplar las hojas de los árboles, odiar a su familia, memorizar la evolución de los colores del cielo. Detestaba su nombre y sus apellidos, hasta el punto de que pronto quiso deshacerse de ellos. Eligió a un personaje de la mitología griega para constituir su nueva identidad: Sísifo, y ordenó a todos llamarlo así bajo la amenaza de terribles consecuencias. Sísifo había sido castigado por su soberbia a arrastrar una enorme piedra por una colina, para que cuando llegase a la cima esta cayera y tuviese que repetirlo hasta el infinito. Su vida, por tanto, era absurda. Un sinsentido. Adolescencia: Sísifo no tenía absolutamente ningún amigo en el orfanato, por decisión propia. Estaba deseando cumplir la mayoría de edad para salir de allí y empezar una nueva vida lejos de aquella escoria de sociedad. En esta época conoció a Evedhiel, una joven que se encargaba de realizar los chequeos médicos. Aunque las primeras semanas fue incapaz de cruzar una sola palabra con ella, sintió que conectaron enseguida. Finalmente los chequeos se convirtieron en una especie de terapia psicológica, y más tarde en una charla entre amigos. Era la primera persona de su vida con la que se sentía identificado, con la que intimaba. Aquella sensación en un principio le desbordó hasta el punto de llorar por las noches, los días que ella le faltaba sintiéndose terriblemente solo. Sísifo por primera vez había experimentado el amor, el calor de un vínculo familiar. Evedhiel le reveló que realmente no estaba poseído, que sus problemas, sus “poderes” tenían una explicación mucho más compleja: era un mago. Podía controlarlo, entrenarlo, desarrollarlo. Los meses pasaron y las visitas acabaron, y Sísifo no pudo despedirse de su única amiga en el mundo. Al cabo del tiempo, la directora del centro le anunció que había sido adoptado, pero que su nuevo tutor quería permanecer en el anonimato. Sólo tenía una pista: la familia Yaxley. Eso significaba que Sísifo era libre de una vez por todas. Edad adulta: Sísifo viajó a Europa, a Inglaterra, para investigar un poco más acerca de aquella familia. Pero una vez allí, abrumado por la cultura, sus nuevas posibilidades, el bullicio que lo rodeaba… decidió enfrascarse en el estudio de la psiquiatría y la filosofía, y consagrarse a la medicina, a la vez que perfeccionaba sus dotes como mago. Durante este tiempo viajó por toda Europa, apenas con una mochila, libros y cuadernos, bebiendo vino en pensiones sórdidas en las que escribía durante toda la noche. Acabó convirtiéndose en un revolucionario psiquiatra, odiado por muchos de sus compañeros por sus teorías innovadoras sobre la salud mental y su concepción de la mente humana. Se ligó a la escuela psicoanalítica y se hizo defensor de algunos de los postulados del recién nacido movimiento de la Antipsiquiatría, como por ejemplo que en algunos casos la enfermedad mental era una simple etiqueta impuesta para controlar toda desviación de la convención social. En un momento dado, realizando investigaciones sobre la histeria y la psicosis maniaco-depresiva, tropezó con una paciente especialmente fascinante. Llegó al manicomio atada de pies y manos, con una camisa de fuerza, retorciéndose en terribles convulsiones. Lo que más le sorprendió fue el tono de su piel, similar al de un muerto en las primeras fases de descomposición, surcado de venas grises. Sus ojos inyectados en sangre giraban hacia todos lados, alucinando, tratando de librarse de los enfermeros. Habían tenido que atornillarle un bozal a la mandíbula para defenderse de sus mordiscos. Sísifo era contrario a las terapias de electroshock y a las lobotomías, pero su cargo no era tan importante como para ejercer presión contra sus otros compañeros, así que tuvo que aceptar que aquella paciente fuese sometida a todo tipo de vejaciones en un intento desesperado por curarla de su “psicosis”. Era extremadamente violenta, atacaba al personal y a otros pacientes, no comía ni bebía, tampoco parecía dormir. Algunos se plantearon deshacerse de ella. Sísifo propuso encargarse particularmente de su caso, con la excusa de estar realizando unas investigaciones sobre la histeria. La encerró consigo en un ala privada del manicomio, casi abandonada, donde él tenía su habitación y su despacho. La encadenó debidamente a una silla metálica, y le quitó el bozal. Intentó tratarla con sesiones de psicoterapia e hipnosis, sin obtener resultado alguno. Al principio, su paciente no pronunciaba sonido, más allá de extraños gruñidos. Finalmente forjaron un extraño vínculo basado en el silencio y la compasión. Después de algunas semanas, Sísifo estaba convencido de que aquella mujer no padecía de ninguna enfermedad. Su naturaleza, simplemente, no era humana. Había recogido toda la información posible en sus cuadernos, y se había prometido que la liberaría de aquella prisión. De madrugada, cuando casi todo permanecía en calma, buscó la salida por los pasillos que conducían al alcantarillado de la ciudad. Arrastraba a la joven con unas cadenas, a una distancia prudencial. Cuando llegaron al exterior, Sísifo le rogó que no le hiciese daño, antes de proceder a soltarla. Cuando la había desatado por completo, la chica se quedó petrificada frente a él, bañada por la luna. La luz plateada caía sobre ella como un manto de agua. Sus ojos brillaron y se tiñeron de rojo antes de que se lanzara sobre su cuello. Despertó en un cuarto desconocido, completamente a oscuras. Había perdido la noción del tiempo. Sentía un profundo ardor en el pecho y una punzada en las uñas y los colmillos. Su visión se había transformado, era capaz de detectar el calor de los organismos vivos, de escuchar a muchos metros de distancia hasta el menor de los ruidos, de distinguir con nitidez las motas de polvo flotantes. La joven del manicomio se encontraba en cuclillas frente a él, mirándolo fijamente. Le explicó que ahora era un ser de la noche, un vampiro, y que necesitaba alimentarse de sangre para subsistir, o que de lo contrario ardería bajo la luz del sol o consumido por su propio fuego interior. Desolado por su nueva condición, que suponía una contradicción moral con respecto a su profesión como médico, decidió que era el momento de localizar a su familia adoptiva y a su protector, la persona que lo había salvado del orfanato. Viajó hasta la Yaxley Manor, donde descubrió que había sido Evedhiel la que años atrás lo había liberado de sus cadenas. La buscó desesperadamente hasta encontrarla y unirse definitivamente a ella, apoderándose de su nuevo apellido y del lema de su casa, “Noble y Salvaje Libertad”, que defendería a capa y espada. Abandonando definitivamente los últimos rastros de su vida como humano muggle que practica la magia a escondidas, se mudó a aquel castillo en mitad del bosque para iniciar su nueva travesía. Una vez en Ottery, fue reclutado por el grupo clandestino "La Marca Tenebrosa". Su odio hacia los muggles, su condición de vampiro y el odio que albergaba en su interior lo condujeron a formar parte de aquellas filas de asesinos despiadados pero, también, familiares siempre dispuestos a tomar una copa en una taberna polvorienta. Conexión con Oniria: Abasi, un antiguo mago egipcio y uno de los primeros vampiros de los que se tiene constancia, estaba cansado de vivir, pero no quería que sus pensamientos y recuerdos se perdieran. Quería dejar un legado tangible, no en forma de simples libros o memorias. Quería perpetuarse, clonarse de tal forma que pudiese consumar la inmortalidad sin padecerla él mismo. Para ello se exilió a una cueva, y durante meses estuvo comunicándose con dioses oscuros en lenguas desconocidas, perfeccionando un rito que se creía extinto y que le permitiría dividir su alma en varias partes y de ésta forma mantenerse deficitariamente, como una bruma, un silencio, un latido incorpóreo. Horrocruxes. Para llevar a cabo su deseo, debía realizar crímenes sangrientos contra seres queridos. Aquel era el precio que Ammyt, diosa “devoradora de los muertos”, le había impuesto. Jamás lograría la inmortalidad en el Juicio de Osiris, pero podría eternizarse terrenalmente. El asesinato desgarraría su alma, de tal forma que podría introducirla en otros cuerpos u objetos. En aquella cueva, y haciendo único uso de su magia y conocimientos de biología, creó dos cuerpos casi idénticos, un varón y una hembra, que despertarían de su letargo cuando él decidiese terminar con su existencia material. En uno de ellos colocó la semilla del mal, y en el otro la semilla del bien, para hacerlos complementarios. Sísifo fue el primero en cobrar vida, a principios del siglo XX, y Oniria apenas unos 20 años después. Ellos, sin saberlo, eran doppelgängers conectados mental y físicamente, fragmentos de alma de un milenario hechicero egipcio que había acabado con su vida (aparentemente) consumido por el tedio. Oniria fue la primera en llegar a Ottery, deseosa de aumentar sus conocimientos. Sísifo llegó tiempo después, buscando a la mujer que había salvado su infancia. Relación con Oniria: Cuando llegó a Ottery, algunos antiguos amigos de Oniria se acercaron a Sísifo y encontraron refugio a su nostalgia en él. En cierto modo, consiguieron sustituir aquella pérdida con su doble. Por eso, cuando Oniria apareció, sorprendiéndolos a todos tras años de silencio, los vínculos entre Sísifo y aquellos miembros de Ottery se tambalearon, creando un enorme conflicto entre ellos. A raíz de este primer encuentro problemático, desarrollaron una relación de dependencia, basada en el odio. Pero sus sentimientos eran tan intensos, y sus personalidades y gustos tan similares, que el odio a veces parecía manifestarse en forma de amor desesperado. Así, Sísifo y Oniria se odiaban y se amaban. Podían matarse o abrazarse durante noches enteras, como siameses con los que se hubiera cometido un horrible crimen al separarlos al nacer, tratando de extirpar su conexión. No podía saberse si eran hermanos gemelos, amantes o enemigos. Esta relación fue evolucionando gracias a Leah, que se convirtió en parte fundamental de ambos. Los tres se comprometieron en mantener un vínculo basado en la libertad y el respeto. Objeto Mágico Legendario: -- Elfos: * Elfo 1: * Elfo 2: Licencia de Aparición: Obtenida Licencia de Vuelo de Escoba: Obtenida Registro de XXX: * Registro de Inmigrante, certificado por el Departamento de Cooperación Mágica Internacional * Registro de Raza: Vampiro, certificado por el Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas. * Registro de Pasaporte, certificado por el Departamento de Cooperación Mágica Internacional * Registro de Lobo ártico (Liot), certificado por el Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas *Registro de Criaturas: Enlace Personajes Secundarios: Oniria, doppelgänger Insomnia, hija de Sísifo OTROS DATOS: Hobbies: escribir, fotografía analógica, filosofía. Fobias: agorafobia. Patronus: lechuza. Siempre que conoce a alguien por primera vez recita un poema que asocie con él. Sísifo no es su nombre real. Sólo sueña en blanco y negro. Es estéril. No suda. Sólo algunas glándulas de su cuerpo se mantienen en funcionamiento. No le crecen ni las uñas ni el pelo de forma natural desde su transformación. Su temperatura corporal es de 28º. Puede morir mediante magia, de sed o por incineración. No puede engordar ni adelgazar. Cronología de cargos: Premios y reconocimientos: Link al Perfil de Comprador MM: 221 Link a Bóveda Personal: Bóveda N° 102591 Link a Bóveda Trastero: Bóveda N° 112074 Link a Bóveda de Negocio: Bóveda N° 11813 Negocio La Feria de Mayo(cerrado) Link a Bóveda Familiar 1: Bóveda Familia Yaxley. Link a Bóveda Familiar 2:
  12. ¡Buenas, me encantaría unirme! Saludos :3 Nick: Oniria Nombre: Andrea Edad: 15 Fecha de cumpleaños: 25/12 País: España Skype: AndreaPinto25
  13. Ya está editado :3 Muchas gracias<3 ¡Estoy deseando empezar a rolear, jo! Un saludo
  14. ¡Yo quiero formar parte de la familia! Ficha para la inscripción: • Nick: Oniria • Fecha de Nacimiento: 25/12/1997 • Bando de preferencia: ¡MORTÍFAGO! • Lugar en la familia. (Por quien se desea ser adoptado si se tiene preferencia): no tengo preferencia • Mascotas y/o elfos: -- • ¿Esta será tu familia sanguinea o adoptiva?: ¿QUÉ SE SUPONE QUE PONGO AQUÍ? • Link a la ficha de personaje (Si se tiene): -- • Link a la bóveda personal (si se tiene): -- • Link a una imagen que te represente (Solo si se tiene): • Link a la imagen de tu habitación o en su defento, descripción del dicha estancia: http://brookegiannetti.typepad.com/.a/6a00e554d7b8278833016302e24b06970d-800wi • Piso/lugar en el que se quiere la habitación: no tengo preferencias para esto Espero que me aceptéis jeje *--* ¡Saluditos!

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