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Oniria

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Todo lo publicado por Oniria

  1. Sísifo: Ajusté aquel nudo y sentí que las manos me temblaban. Cerré los ojos para concentrarme en las sensaciones que llegaban a mi cuerpo. Aquel calor tan orgánico, fiero. ¿Se me estaba insinuando o jugaba con mi perplejidad? De Nasha podía esperar cualquier cosa. Eso era precisamente lo que la hacía tan atractiva, y a la vez amenazante. Era est****o: un vampiro asustado por una humana que parecía haberse adueñado completamente de la situación. Donna Summer aderezó el momento con su I Feel Love. No pude evitar sonreír. A veces las canciones eran más sinceras que nosotros mismos. –La verdad es que no había estado nunca aquí... –confesé, desilusionado por no tener ninguna historia interesante que ofrecer–, pero quizá ahora cobre un significado especial para mí. Me había atrevido a sugerir aquello. Estaba resultando obvio, pero empezaba a darme igual. Me hundí en sus ojos. No quería parpadear para no perderme ni un detalle. Si no podía sentirlo todo no quería sentir. –Me alegro de que no huyeras, Nasha. @
  2. Sísifo: –No, nací en Estados Unidos –dije, tras escuchar su breve historia, remontándome a aquellos oscuros años–, de ahí este acento. Terminé mi copa y pedí otra exactamente como había hecho la Yaxley. La recibí de buen gusto y di un largo trago como si el alcohol fuese a borrar la ansiedad que crecía en mis entrañas. No me gustaba recordar mis años en el orfanato. –Mi familia me abandonó porque se asustó. Era un niño complicado, supongo. Ya sabes, cuando me cabreaba sucedían cosas extrañas, se rompían objetos... –expliqué–, sí, mi familia era muggle. –Confesé, encogiéndome de hombros. Esperaba que la joven no me juzgase, porque dentro de la Marca había muchas reticencias respecto a la pureza de sangre, que yo mismo, con los años, había acabado por desarrollar. Me avergonzaba de mis raíces. A veces culpaba a mis antepasados de los males que me azotaban. Llegué a estar tan obsesionado que odiaba a los muggles hasta el punto de acosarlos. Había conseguido suavizar mi rabia con los años, pero seguía albergando un profundo desprecio por los no-mágicos en mi interior, que yo sabía que no era más que una proyección de mis inseguridades. –¿Por qué sabes tan poco de tu pasado, si puedo preguntar? @
  3. Sísifo: Nos aparecimos frente a la entrada de aquel pub del que había escuchado hablar a algún compañero. Ahora frente a la puerta, yo sostenía su brazo y estaba algo mareado tras aterrizar. El contacto físico nuevamente me hizo encogerme. –Claro que puedes llevarme donde quieras. –Respondí con cierta tardanza, dejándome llevar por la impulsividad que me caracterizaba y que tantos buenos y malos momentos me había brindado. La arrastré por el pasillo que conducía a aquel local de tonos oscuros, negros y rojos predominantemente. Aparté la cortina que nos separaba del interior. La decoración tenía relación con el mundo automovilístico, coches, motos, caucho, tubos de escape y colores metalizados. La música, excelente, inundaba la estancia. Solté su mano, no sin antes mirarla algo avergonzado. Realmente no hubiera sido necesario conducirla hasta allí como a una niña pequeña, y podría sentirse ofendida. Era una actitud de lo más paternalista pero yo no me atrevía a pronunciar una disculpa. Lo cierto es que simplemente me gustaba sentir su calor corporal. –Voy a por algo de beber. –Comenté, desviando la atención a la barra. Ni siquiera esperé a escuchar si ella también quería algo. Estaba tan nervioso que corrí hasta al barman y le rogué un whisky solo, atragantándome con las palabras. Me giré sobre mí mismo, apoyando la espalda sobre aquella superficie que parecía darme sostén entre todo aquel vértigo, y contemplé cómo Nasha se dirigía hacia mí. Su piel oscura recibía los brillos de las luces como el agua de un río en la noche refleja las estrellas. @
  4. Holiii, me paso para pedir unos cambios, ¡gracias!
  5. Bueno personitas bellas, vengo a dejar de nuevo mi registro, ahora que tengo mi cuenta definitiva <3 ¡gracias por todo! ¡abrazos!
  6. Sísifo: Sonreí. Parecía realmente interesada en conocerme en profundidad, y no tenía predisposición de juzgarme. Las personas oscuras somos así, nos sentimos atraídas por nuestros semejantes. Clavé mis ojos grises en los suyos, de un tono similar, como un cristal un día de lluvia. –Estaré encantado de escucharte. –Señalé, derrotado por fin, liberándome de mis defensas. Ahora, siguiendo su metáfora, era un libro abierto, a la espera de sus preguntas para revelarle los secretos recónditos que se escondían entre mis páginas. Me rasqué la nuca, aquel gesto que me perseguía cuando estaba nervioso o cuando sentía que alguien estaba viendo a través de mí. La Yaxley prometía una conversación repleta de altibajos y referencias a recuerdos que no sabía si quería desenterrar, pero yo era una amante de lo trágico. Mi identidad se construía en base a la tristeza. –¿De dónde vienes? @
  7. Sísifo: –Me alegro de que no te haya molestado el comentario... –Confesé, azorado. Levanté la mirada desde el suelo para observarla sutilmente. Escuché atentamente su comentario acerca de su nombre, con esmerada curiosidad, y sonreí. En otra época de mi vida me había interesado mucho por la astrología. –Yo no me llamaba Sísifo. Pero elegí este nombre por su historia. Siento que habla de mí y de mi estar-en-el-mundo. –Comenté, encogiéndome de hombros. Aquello me transportaba a un pasado que no quería recordar, pero que en algunos momentos afloraba azotándome la entrañas como cientos de puñales ácidos. Descubrí en Tauro muchos puntos en común con mi personalidad, algo que me sorprendió gratamente. Los dos éramos, en cierto modo, amantes de la soledad. Empaticé con sus palabras, dejé que el silencio me traspasara como a una lámina translúcida. –Me gusta escribir, y la fotografía analógica. Aprendí a revelar en un laboratorio en Francia, en uno de mis viajes. Suelo llevar una cámara encima para congelar instantes, porque sé que algún día querré volver y algo habrá cambiado. Si mañana regreso a esta misma sombra junto a la orilla del lago el agua no será la misma. Este instante está muriendo justo ahora... –Musité, ensimismándome en mis pensamientos heracliteanos–. "Nadie se baña dos veces en las mismas aguas de un río.". @
  8. Primero de todo, muchas gracias por ayudarme a recuperar esta cuenta <3 dicho esto me paso a dejar la ficha de Sísifo para que me la actualicen, e intentaré hacer de Oniria un pj secundario o algo, a ver cómo se hace eso... ¡Un abrazo, gracias de nuevo! Ficha actual: Dice así Ficha actualizada: Debe ser:
  9. @@Monica Malfoy Haughton ¡hola de nuevo! ^^ Me alegro de que hayas vuelto definitivamente (eso leí, creo). Verás, es que he pensado cambiar un poco la historia de mi personaje, y como no la tengo clara todavía, pues prefiero poner adoptiva y no arriesgarme. Me encantaría que me adoptases tú, la verdad, que así aunque Oniria no sea la sobrina de Mónica pues x) Ay, tengo ganas de empezar a rolear. ¡Gracias y nos leemos!
  10. He vuelto al foro y quiero volver a la familia (creo que no estoy, a lo mejor me equivoco), así que bueno, ¡aquí tenéis! FICHA PARA NUEVOS MIEMBROS
  11. Cuando recibí la lechuza, el nombre del lugar donde nos citaba nuestra profesora (firmaba Helike) me impactó y llamó tanto la atención que me vi obligada a adelantar la partida. Me desaparecí de mi cuarto, dejando la pluma entitada sobre una hoja de pergamino -ya inútil- y una lámpara encendida que causaría estragos en la inquebrantable oscuridad de la habitación una vez la madrugada, con sus olores ceñudos a sombra y nada, se esparciese sobre el mundo. El ronroneo de un río habló en idiomas que precedían a lo humano. Lenguas del origen sentenciado, supeditado a la llegada del simio; pruebas irrefutables de la antropomorfización de la historia de la Naturaleza. Traté de descifrar aquellos fonemas que me transgredían, aquel choque tibio de dientes, algas y peces de colores contra el cauce bizcochado. La puerta de entrada tenía forma de un dragón de hierro, e imaginé que bien podrían ser sus llamas congeladas por el silencio. Aquella puerta me olió a Rusia y a zares. Me vino un extraño efluvio de mi patria a uniforme militar, teatro, sociedad, ropa triturada sobre los raíles de un tren, tragedia, sensualidad, adulterio. Entré en el recinto, rascándome la nuca y dejándome invadir por el verde de los árboles. Si me hubiera detenido un instante... sí, hubiese bastado un instante para convencerme de que me crecían hojas, me hacía rama y savia. Caminé unos metros por un sendero de tierra que me condujo hasta el río, donde los castores habían construido sus presas. Todo se fusionaba con las rosas que crecían inmensas hacia el cielo, encapsulando sangre o fuego en el recipiente de sus pétalos. Las barcas eran la huella que la humanidad había impreso en aquel paraje intacto. Se mecían como el cabello de un pensador ausente. Decidí hacer tiempo allí, explorar el parque hasta el día siguiente. La ropa no sería problema. Había salido de casa con una sudadera y unos pantalones de pitillo negros, prendas que al menos yo consideraba cómodas. * * * Cuando llegaron las ocho menos diez me apresuré a incorporarme y a recorrer la distancia que me separaba de la puerta. Aproveché la velocidad con la que me había dotado el vampirismo para deslizarme entre las plantas más rápido de lo que un ojo humano podría procesar. Llegué a la puerta. Una mujer con una chupa fumaba tranquilamente. Leí en su semblante la expresión de la paciencia y supuse que sería nuestra profesora. Eché un vistazo a mi alrededor antes de revelar mi presencia. Recaí en que las hojas ya amarilleaban. Embebida por el paisaje, di un paso al frente, el rostro dulce de belleza. —Buenas. —Evalué el tono de mi voz, para que no desentonara en aquella atmósfera. Cuando calculé cuál sería el apropiado, proseguí—. Encantada, soy Oniria. Conforme transcurría la hora iban presentándose más alumnos, caras conocidas que sin embargo mi memoria había decidido eclipsar, sustituir su espacio con el de recuerdos más recientes.
  12. ¡Hola! Pues aquí estoy para ganar conocimientos. Espero que el nivel ni influya, si no la llevo clara xDDDD ¡Un saludo!
  13. @ ¡lo siento! Está claro que no he estado pendiente de todas las reformas xDDD no sé si ahora estará bien... cuelgo la ficha entera para que aparezcan todos los apartados (los que se supone que tienen que rellenar los moderadores los he copiado y pegado de la actual, supongo que no importa). Ficha actualizada:
  14. ¡Hola! Vengo a pedir un cambio. Gracias de antemano, ¡un saludo! Necesito la actualización del campo: Perfil del Personaje. Dice así: Debe ser:
  15. @@Aine Malfoy perdón, eso me pasa por no leer las normas x) ¡Un saludo y gracias!
  16. Felicidades a todos los ganadores :3 qué felicidad x) ¡Un saludo! Cambio de subtítulo
  17. Un poema muy moñas, muy cursi dentro de mi cursilería antirromántica xDDDD y muy en línea con el momento. Feliz San Valentín (atrasado), aunque sea un día de marketing más que de amor (en nuestras manos está, por lo menos, aprovecharlo). ¡Un saludo! Oficina de Pesos y Medidas: Detesto la esperanza de creer en el amor Cuando muchas tardes Al pasear acidificando el dolor de mis átomos llegué a la conclusión de que el amor -Como esa barra de un metro De platino e iridio (curiosa aleación gélida parecida a la de mi lengua) Que está en el pabellón de Breteuil en Sèvres, Oficina de Pesos y Medidas O de mentiras necesarias para no caotizar- Era ficticio. Soy una teórica del amor Aunque se recrimine, Voy buscando la libertad, (mi libertad con ojos enlodados…) No creo en físicas ni en químicas Y las reacciones son, Para variar, ficticias. El problema viene por las noches Al deslizarme entre las sábanas Cuando parecen el Nilo persiguiendo desesperadamente -fuera de sí mismas- A Sirio y su corte estelar, que Quiero atarlas a mi cabeza De tal forma que me cieguen por completo Para creer, confiar Tener esa ilusión. Y creo… creímos todos, todos engañados imitando Representando la gran obra del amor. Así que, ya que tengo que aceptar Que voy a sentir esto por ti, que te echaré de menos, Ya que me quedaré aprehendida entre los muebles Esos Los que cobran vida en la oscuridad, Ya que arrastraré la roca de tu amor Una y otra vez por culpa de mi romanticismo sísifico, Y te recitaré versos creyendo Que son originales Cuando en realidad el hombre nunca ha dicho nada diferente, Ya que me avergonzaré de haberme Perdido en nuevas cárceles, Otra piel pagada con el precio de la mía, Ya que renunciaré a enamorarme de mil Cuerpos cada madrugada, Pero se expandirán nuestros olores nocturnos En el mismo cuarto Y podré conocer algo de ti a través De la salinidad de tu sudor, Ya que compartiremos canciones, libros Intimísimos, a mi pesar… Ya que me compartiré entera o no me compartiré Y me daré como títere a tus cuerdas, No seas un amor métrico De la Oficina de Pesos y Medidas Sino una inundación jurásica del Nilo De las que puedan devastarlo todo Para dejar el limo hirviente tras de sí.
  18. —Pero, verdaderamente... son cuestiones de trabajo. —Suspiré resignada, sabiendo que no lo comprendería. Y era natural... no es fácil para una hija prescindir de su madre, pero Mónica era una mujer independiente y, por desgracia, comprendía demasiado bien su situación. Escuché su explicación atentamente para enterarme de dónde provenía aquel desencanto por la humanidad. Aunque hacía un esfuerzo por buscar puntos en común, yo, un vampiro acostumbrado a los goces y ventajas de la inmortalidad, conocía demasiado bien el sufrimiento que ésta conllevaba. Una existencia sin término, atroz, que poco a poco te descubría la miseria que había hecho del mundo su campo de batalla. Había formas de suicidarse, por supuesto. La inmortalidad era muy relativa, una falacia. Cualquier vida, incluso una de aquellas congeladas en la eternidad, podía aplastarse con la misma facilidad con que una suela aplasta a las cucarachas. El problema no eran los métodos, sino que también nuestra dichosa sobre-naturaleza nos preparaba para soportar la enorme carga dramática del universo, nos enfrentaba a su dolor, lo deshumanizaba de tal manera que un día nos convertía en predadores impasibles, indiferentes ante la muerte. Sí, efectivamente una mañana despertabas consciente de la insignificancia del tiempo, de su arbitrariedad... y cualquier cosa quedaba despojada de su importancia inicial. Los vampiros, los seres inmortales... éramos una mezcla de románticos frustrados y de parásitos de la tristeza inherente a la vida. No podíamos deshacernos de ella aunque la padeciéramos, no queríamos, pero el hecho de que nos aferrásemos tan ciegamente a su sustrato... no la mejoraba. Estábamos atados a un devenir cruel, insustancial, absurdo e infinito. Caminábamos y sentía la mirada de Galery desahuciada de sus propios pensamientos, como perdida en aquel bosque o quizás en la complejidad de sus relaciones familiares. De vez en cuando se fijaba en mí y agudizaba el oído como a la espera de ser capaz de recrear el sonido de los pálpitos de mi corazón. —Creo que el vampirismo... te defraudaría. @
  19. Su tono de desdén me sorprendió. No parecía soportar el carácter soberbio de los Malfoy. Me apiadé de ella. Ciertamente se trataba de una familia cuanto menos peculiar, tremendamente individualista y tan acomodada que los chasquidos metálicos de sus bolsillos conseguían que me estremeciera. Me limpió la barbilla y evité mirarla directamente a los ojos. No sé qué ocurre cuando las miradas de dos personas se cruzan a escasos centímetros de distancia pero me siento legible, desnuda, como si se activara un primitivo mecanismo de conexión. No escuché bien su respuesta, estaba concentrada en diseminar mi vista sobre las hojas de los árboles. Seguidamente me mostró sus muñecas. Yo retrocedí instintivamente por temor a cometer un crimen. En esta ocasión sí me armé del valor suficiente como para contemplarla fijamente. —Poco debes de apreciar tu vida por lo que demuestras con ese gesto —mascullé, algo molesta por su irresponsabilidad. Relajé los hombros para serenarme, pero mantuve (aunque agonizante) la alerta—. ¿Qué tienes en contra de... la humanidad? Es lo más preciado que posees. Mónica tiene, a decir verdad, una agenda muy ocupada incluso para su familia. Pero no deberías... desanimarte. No te conduce a ninguna solución. @
  20. Olisqueé un perfume que me resultaba familiar y me dispuse a rastrearlo. La caza estaba siendo fructífera. Algún excursionista extraviado había acabado entre mis fauces, y sin embargo, el monstruo que residía en mi interior aullaba clamando sangre, insaciable, arañando las paredes de mis pulmones como un gato rabioso. Había perdido la noción del tiempo y del espacio. No sabía qué hora era ni dónde me encontraba. Las coordenadas geográficas eran cifras incomprensibles que brillaban débilmente en mi cabeza, como un ascua languideciente a punto de apagarse. Crucé pisando ramas rotas, raíces tortuosas, e incluso me peleé con algún que otro arbusto entrometido en mi camino hacia aquella fuente de olor que había despertado a mi memoria. Precisamente una de aquellas veces que maniobraba con las espinas de una zarza fue cuando caí estrepitosamente hacia adelante, quedando a unos metros de una joven a la que reconocí al instante. Mi boca abierta del asombro mostró al cielo abierto los colmillos, a modo de amenaza. La miré directamente a los ojos, desde aquella distancia que se anulaba en mi imaginación. Su cuello despedía los aromas de las flores del paraíso. Sacudí la cabeza y apreté con fuerza los párpados para apartar aquellas tentaciones de mi mente. Traté de convencerme de que me había alimentado lo suficiente. —H-hola... Lamento si he invadido una propiedad privada. Necesitaba... comer. —Me disculpé balbuceante, con la respiración agitada del esfuerzo por contener a mis instintos. Poco a poco el monstruo se adormecía y mis pulmones dejaban de doler. Observé la expresión templada de Galery, su ceño levemente fruncido, sus labios apretados. Su apariencia era la de una sacerdotisa india que hubiera escapado de una recopilación de cuentos orientales. Sus gafas le daban un aspecto de intelectual que me resultaba francamente simpático, como si las aguas apacibles de un pozo de sabiduría se reflejaran en sus cristales. —¿Ocurre algo? —Inquirí, intuyendo que la chica no se encontraba del todo bien. Esbocé una sonrisa tímida que pretendía ser encantadora a pesar de las manchas de sangre que habían coagulado sobre mi barbilla. @
  21. Oniria

    Día tras día ayer

    ¡Hola! Me alegra que hayáis comentado, incluso que se esté sometiendo a discusión esto de los recuerdos xDDDD A ver, creo que quizás no me expliqué bien. Mi texto iba mucho más enfocado a lo que dijo @Crazy Malfoy , considero que una relación que es incapaz de producir nuevos recuerdos y que está constantemente alimentándose del pasado para estabilizarse, incluso cuando es más que obvio que los sentimientos languidecen y que el amor es más rutina y costumbre, más miedo a la soledad que amor en sí, está más que destruida, es ficticia y sobre todo, absurda. Lo que intenté describir fue ese momento en el que es palpable la indiferencia, en que implícitamente sabemos que la relación no da más de sí, que se ha agotado aunque se trate de mantenerla sosteniéndose en recuerdos de tiempos más felices y en el cariño mutuo que ambas personas se profesan tras haber compartido su intimidad, y, cómo no, su memoria. Coincido en que los recuerdos son importantes en el amor, quizás lo aviven, quizás lo dulcifiquen, pero no pueden convertirse en el amor en su totalidad. No pueden sustituir en ningún momento al presente, porque en ese caso sí que creo, fervientemente, que dos personas no tienen nada que decirse. No dudo de mi equivocación. Tampoco dudo de la tuya. Solamente son distintas perspectivas. Muchas gracias por los comentarios, me han emocionado y todo. JSJSJSJSJS.
  22. Oniria

    Día tras día ayer

    JAJAJAJAJAJAJA soy una dramática hecha y derecha, y a orgullo de ello Muchas gracias por el comentario<3
  23. Desde que entré en este foro siempre envidié a los que tenían la posibilidad de publicar un blog. Parecía estético, ahí a la derecha de la página de inicio. Blogs. Creo que lo primero que intenté fue ingeniármelas para escribir... hasta que me advirtieron de que no podía. Ahora también yo puedo alimentar mi narcisismo (siempre hambriento) y ver mi entrada a la derecha de la página. Así que no he podido esperar más para hacer uso de mis derechos como EMINENCIA. Ouh yeah. Seguramente poco interese lo que voy a escribir. Ya desprendo azúcar por diversos tópics del Mundo Mágico a la vez. Pero... pero... bueno, yo lo cuelgo. Me basta. Para hacer un balance... es una pequeña historia basada en insomnios reales. Y con insomnios reales me refiero a un día que era ayer y de verdad. Día tras día ayer: "Si dos personas hablan de recuerdos es que no tienen nada que decirse." Caminamos cogidas del brazo, estrechando el abrazo de la carne blanda que recubre la continuación del codo. Alguna intuición extraña nos dice que precisamente en esa zona, contextualmente erógena, las partículas vibran de un modo distinto. Te miro a los ojos y veo charcos que un día pisé con ganas, charcos que apuñala el ángulo mortífero del sol de la mañana. Ahora un rayo desperdigado ha ido a incidir sobre tu coronilla, donde se te empieza a rizar el pelo hasta construir todos esos complicados tirabuzones. Tú le devuelves la caricia en forma de destello cegador. Y seguimos agarradas del brazo, más por rutina que por necesitemos nuestras pieles. Es como todo tan mágico, tan inalterable, tan estático, un recuerdo que se revive eternamente en la ironía del presente, pero que, al fin y al cabo, en otra dimensión más incomprensible pertenece ya a un pasado triste. Dos personas que sólo hablan de recuerdos no tienen nada que decirse. Dos personas que viven en un perpetuo resurgir de sus pretéritos no deberían pasar un minuto más en compañía. Pero la mañana prosigue, castiga los adoquines de la calle con su luz incandescente y se infiltra en los cristales de la calle para nublar nuestro reflejo, la representación enmascarada del olvido. Y no soy capaz de soltarte aunque toda la tormenta contradictoria que embota mis sentidos me lo exija. Y supongo que tampoco tú te atreves a dar un paso tan violento, tan tremendo y significativo. Sería un auténtico antes y después para ambas, y en el vientre no nos cocinaron para el riesgo. Es la conclusión más triste a la que he llegado jamás. Para justificarme trato de encontrar un principio de causa, alguna excusa, un malentendido y su posible solución. Pero todos los caminos que comienzo recorren el mismo trayecto tortuoso hacia una meta bien sabida, bien desalentadora. Es que nos hemos ido olvidando poco a poco, pero sin ser conscientes de que hasta la nostalgia se nos ha pegado a la boca y nos apesta junto al tabaco entre los dientes y en los dedos y nos oprime cada una de las arterias que perforan nuestro cuerpo. Mirando sin ver, besándonos para compartir saliva y nada más, queriéndonos por buena conducta. Y ahora el peso del mechón broncíneo de tu frente me parece pasajero, y la insignificante distancia un molesto intruso, una fuerza cohesiva que nos retiene en el interior de una burbuja infranqueable. Me das la mano. Es un gesto incómodo. No rechisto. Noto que toco a un fantasma de niebla o agua, y que no puedo atraparlo entre los dedos. Pongo a Love of lesbian en el altavoz de mi móvil, que es siempre una vía de escape para rellenar silencios. Y nuestras canciones suenan menos intrínsecas y más a música ambiental a la que nadie atiende. Dices que me quieres, imprimiendo notable indiferencia a las palabras aprendidas de manual. Respondo: y yo. Tajante. No reflexionaré sobre las múltiples lecturas del "y yo". Ninguna es buena. Somos dos extrañas que se desnudan noche tras noche en la seguridad que ofrece la oscuridad del cuarto. No queremos vernos y reconocer la influencia de nuestro paso en un lunar que abandonamos, en una cicatriz envuelta en telarañas de sudor. Somos dos recuerdos... Recuerdos ambulantes, muelles fustigados que han superado el límite de su elasticidad. Pero seguiremos bebiendo café y fingiendo y destrozándonos, y daremos calor a las brasas de esta farsa, y nos aferraremos a un gusano escurridizo con tal de que se llame "Esperanza", y nos seguiremos disparando con "y yoes" hasta que no quede espacio ni en los huesos de trasnochar derramando nuestros ojos en el techo, y repetiremos fórmulas prostituidas del lenguaje romántico, y contemplaremos el crepúsculo de la ciudad agarradas del brazo. No hay verdad más amarga que ésta.
  24. En fin... Mi nick es intocable, pero cómo odio no poder gastar el cambio x) ¡Un saludo!
  25. Sus manos chapoteaban en mi cabello blanco, húmedo, cubierto de los rastros de vaho que dejaban nuestras respiraciones. Era como si me apretara cada mechón por separado y a la vez, como si tironease de ellos y a su vez de toda mi cabeza. En esos instantes me daba cuenta de hasta qué punto los humanos somos arlequines, marionetas al uso de algún titiritero. Mientras llegaba a la cumbre de su éxtasis se esforzó en mirarme a los ojos y se lo agradecí infinitamente. Sentí cómo el magma ascendía por mi cuello y se asentaba en mis mejillas encarnadas. Rezumaba fuego por las fosas nasales y las pupilas. Su cuerpo se hundía en mi mano como si la atracción fuera insuperable, difusión de carne. Sus caderas y mi muñeca igualaron velocidades y la aumentaron hasta sus máximos, justo antes de que un grito más alto que las demás desmoronase el mundo a mi alrededor. Nos estábamos derritiendo. Leah se multiplicaba y vertía en mi interior. Aflojé la mordaza improvisada que constituían mis dedos. Me entretuve en pasearlos por sus labios entreabiertos. Susurró a centímetros de mi boca, y en su voz pude percibir el tono de una sonrisa. Yo emití una risilla relajada. Estaba como flotando, mi piel levitaba fuera de mí. —Desde luego que sabes poco —afirmé, bromeando—, porque llevabas ese molesto vestido, desatendiendo a tus propios consejos. Me gustan las personas coherentes. Y acto seguido le di un beso más pausado, como para absorber la paz que habían adquirido sus miembros. Toda sensación me parecía suave, sedosa, paciente. —Estás invitada a hacer un inventario de los muebles del castillo cuando quieras. Podemos estudiar las propiedades y resistencia de cada uno. Como habrás podido comprobar, tiempo no me falta. Busqué la camiseta y me la puse directamente, sin sujetador. Cogí su vestido e hice ademán de acercárselo, pero en lugar de eso me dediqué a agitarlo frente a sus ojos y a retirarlo velozmente cada vez que intentaba atraparlo con sus manos huesudas, tan diestras. Me reía con naturalidad, intentando retrasar el momento de salir fuera y enfrentarme a la cotidianidad de mi hogar, y quizás a la riña de mis familiares escandalizados.

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