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Oniria

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Todo lo publicado por Oniria

  1. Oniria: ––S-sí... sí que estoy aquí ––musité, tartamudeando––. Lo siento. Aquello fue todo lo que pude decir durante un largo tiempo. Y lo más sincero que salió de mí. Porque realmente lo sentía. Sentía haber desaparecido sin explicación, abandonando a mis amigos, a mis viejos amores. Todo porque mi cabeza era incapaz de gestionar ciertas cosas. Maldita inestabilidad. De repente, algo me sacó de mis pensamientos. Aquello que Leah portaba en su mano era... ¿una alianza? ––¿Te has casado? ––Pregunté en un susurro, entre intrigada y triste. Cuántas cosas habrían sucedido en mi ausencia. Leah casada. ¿Arya? ¿Qué sería de Arya y Allen? Y de Juv, de Tau... todos ellos, disolviéndose en mis recuerdos como puñados de ceniza. Sentía el fuerte impulso de abalanzarme sobre aquella chica rumana y abrazarla como si fuésemos a dejar de existir. ––Creo que soy yo quien está soñando. ––Sentencié. Mi nombre volvía a cobrar sentido. @
  2. Ya es 28 de agosto, así que ahora sí puedo pedir el cambio, ¿no? :> Necesito la actualización del campo Cualidades psicológicas Dice así: Debe ser: Necesito la actualización del campo Historia Dice así: Debe ser:
  3. Sísifo. En el templo. Afortunadamente, Maida me había salvado de aquella situación. No tenía ni la más remota idea de cómo actuar. Definitivamente, no había llegado en el mejor momento. Sacudí la cabeza, lamentando mi mala suerte. La chica alzó su varita, adentrándose en el bosque. El crujido de las ramas parecía el de huesos finos rompiéndose. De pronto, un templo emergió entre el follaje. Las huellas del oso, de Orión, conducían hasta allí. Había gente cerca. ¿Dónde narices estaba Evedhiel? ¿Por qué aquel hombre se había transformado repentinamente? ––Lumos. Una luz blanca nació de la punta de mi varita, iluminando las paredes de piedra con extraños símbolos grabados. Continuamos caminando durante un rato, subiendo escaleras, recorriendo tortuosos pasillos. La melodía líquida del agua derramándose se hacía cada vez más intensa, hasta que finalmente apareció una fuente que despedía brillos azulados. Un ciervo en el centro, cubierto de destellos plateados. Parecía un paisaje lunar. ––Dios mío. ––Musité, abrumado por tanta belleza, olvidando por un momento el motivo por el que estábamos allí.
  4. Oniria: El cartel de neón pronosticaba levemente cómo sería el interior del local. Nunca, nunca había estado tan nerviosa como en ese momento. Llevaba años fuera de Londres. Había desaparecido repentinamente, sin avisar a nadie, después de averiguar ciertas cosas sobre mi pasado que me habían asustado hasta el punto de sacarme de quicio. Cómo había llegado a aquella situación, cómo había conseguido desestabilizarme tanto, cómo había hallado aquella información... me era imposible darle respuesta. Había decidido volver, enfrentándome a todas las consecuencias, porque sabía que él estaba aquí. Era el momento de vencer mis miedos, llegar al fondo de la cuestión, entender qué significaba todo aquello. Mientras tanto, también tenía que encargarme de que darle una explicación a mis viejos amigos. ¿Qué reacciones encontraría? Probablemente enfado, incomprensión. También alegría, esperaba. Atravesé la puerta de vidrio del Hell Moon con el corazón en un puño. ¿Me esperaría Leah tras aquel muro de cristal? ¿Habría cambiado con el paso del tiempo? Los colores vivos, nocturnos, me aturdieron. Pedí un Tequila Sunrise en la barra, antes de dirigirme al patio exterior y situarme junto a la cascada. El murmullo del agua me tranquilizaba, ahogaba mi ansiedad. Di un largo sorbo a mi bebida. Estiré mi chaqueta negra. Mi estética no había cambiado. Conjuntos sobrios negros y blancos, por entre los que asomaban mis tatuajes, y mi cabello blanco como la nieve depositándose sobre mis ojos violetas. @
  5. Necesito una actualización de toda la ficha (es por una cuestión meramente estética realmente), ¡muchas gracias! Dice así: Debe ser:
  6. Nombre del Personaje: Insomnia Sexo: agénero Edad: progresiva Nacionalidad: británica Raza: vampiro Personajes principales a los que está asociado: Sísifo. Leah Ivashkova. Relación con los personajes principales: Hija de Sísifo. Hijastra de Leah. Aspecto Físico: Niñez: Es físicamente muy parecida a su madre, con las mejillas redondas y levemente ruborizadas. Su palidez no es enfermiza como la de su padre. Parece más bien que su piel es del tono de las perlas. Tiene el pelo blanco, muy lacio y suave, y unos ojos grandes de color violeta ennegrecido. Adolescencia: Mide aproximadamente 1,65 metros, siendo bastante alta para su edad. Es muy delgada, pero conserva un tono salubre de piel. Tiene grandes ojeras y viste con ropa ancha para disimular las curvas en desarrollo de su cuerpo. Tiene el pelo blanco, aunque a veces le gusta teñirse de colores fantasía. Edad adulta: No creció más después de la adolescencia. Continúa siendo muy delgada, pálida y con largas ojeras. Su cuerpo es muy andrógino, sin curvas pronunciadas, pudiendo desconcertar a quienes la tratan por primera vez, ya que podría ser un chico o una chica. Tiene el pelo corto, rapado a lo mohicano, blanco como la nieve. Sus ojos, violeta apagado, como ennegrecido. Cambian al rojo cuando tiene sed o se enfada. Facciones angulosas, mandíbulas muy marcadas, expresión entre furibunda y melancólica. Tiene un piercing en la nariz (septum) y dos anillas en la oreja derecha. Viste con camisas de flores, tribales, mezclando colores que no combinan, con calcetines largos que sobresalen de sus deportivas y pantalones remangados. Cualidades Psicológicas: Niñez: Es una niña risueña, extrovertida y traviesa, la contraposición de su hermano. Le encanta correr y observar las estrellas. Se comunica con Baleiro mediante gestos que sólo ellos entienden. Sus emociones son muy marcadas, y es muy dependiente del cariño y atención de los demás. Adolescencia: Se enfada con facilidad, es irritable y de lágrima fácil. No está conforme con su género pero no sabe bien cómo expresar su identidad, así que tiene constantes dilemas internos sobre ello. Su dependencia hacia los demás ha aumentado hasta volverse problemática. Puede sentirse abandonada y vacía por causas aparentemente irrelevantes. Adora a su hermano pero tiene un sentimiento tan grande de inferioridad que empieza a sentir envidia de él. Edad adulta: Tiene una personalidad muy marcada, intensa y contradictoria. Por un lado, quiere complacer a sus padres, sus ideales, ser su “hija predilecta”. Pero por otro aborrece las normas, las imposiciones, los prejuicios y satisfacer a los demás, así que se balancea en un constante ser-para-los-demás y rebelarse contra ellos. La manifestación más evidente de esto es que aparenta detestar los principios de La Marca Tenebrosa, e incluso defiende los de La Orden del Fénix, aunque interiormente no tiene nada claro a qué bando pertenece su corazón. Tiende más al relativismo moral que a la defensa a ultranza del Bien o del Mal, pero desea romper los cánones de su familia. Siente un vacío enorme, que a veces la absorbe y la vuelve impulsiva. Lo canaliza mediante drogas, rabia y autodestrucción. Por eso su actitud habitual es profundamente melancólica. Cree que los roles de género son absurdos y artificiales, y no se siente acorde a ninguno de ellos, así que ha optado por considerarse no binaria. Le apasionan las matemáticas, la astronomía y la filosofía. Historia: Nació en Londres, por sorpresa. Su concepción es un misterio, ya que sus padres pensaban (ambos) que eran estériles. Como son doppelgängers, ella es su vivo retrato y guarda una conexión inexplicable con su hermano, Baleiro. Su madrastra es Leah, por la que siente un afecto incluso mayor que hacia sus progenitores. Todos han formado una familia fuera de los márgenes sociales que se mantiene muy unida por sus ideales de libertad y su profundo amor entre ellos. Supuestamente odia a su hermano, pero realmente es sólo inseguridad, porque siente que él es más querido y admirado por todos, más acorde a lo que su familia espera de ellos. En el fondo siente aprecio por él hasta el punto de depender emocionalmente de sus actos, pero es más sencillo para ella expresar rabia que ser sincera acerca de sus miedos. No puede sudar. Le cuesta mucho dormir. Cuando lo consigue siempre sueña con su madre. En sus primeros años de vida sólo podía conciliar el sueño junto a ella. Tiene un tatuaje de la constelación de Orión en el omoplato. Baleiro tiene la de Escorpio, porque ambas constelaciones dependen la una de la otra. Sísifo. Leah Ivashkova.
  7. Sísifo: Sonreí, y antes de que pudiese terminar la frase, la besé yo. Suavemente. Se me podría considerar una persona bastante dulce en ese sentido. Llevé la mano hasta su nuca, y hundí mis dedos donde nací su cabello azabache. Aunque en realidad era bastante evidente que aquello iba a pasar, no dejaba de sorprenderme. Apenas nos conocíamos, éramos primos políticos... pero me daba bastante igual. ––Menos mal que lo has dicho ––confesé–– estaba un poco preocupado porque a lo mejor esto estaba mal y era feo lanzarse. Seguí entrelazando algunos mechones de su pelo entre mis manos, hundiendo mi mirada en sus ojos grises. ––Eres como el final de una tormenta. Oscuramente bello. ––susurré, contemplando las tonalidades melancólicas de su rostro–– ¿quieres ir a algún lugar más privado? Aquello ya era, indudablemente, una proposición indecente, pero lícita porque era ella al fin y al cabo la que había dado el primer paso. Tampoco nos comprometía a nada, pero era incómodo besarse en mitad de la gente como dos adolescentes. Prefería un espacio silencioso donde poder charlar y... cualquier cosa que surgiera. @
  8. Sísifo: Me percaté de que acercaba su taburete al mío. Esbocé una suave sonrisa. ––Bueno, a nivel laboral... me he postulado para el Ministerio, a ver si cobro algo ––expliqué, riendo. Realmente necesitaba el dinero–– pero en mis ratos libres, dibujo y hago fotos, escribo... cosas intensas. Puedes venir a mi habitación a que te fotografíe algún día, o por los jardines de la Manor. ¿Habría sonado a proposición indecente? ¿Lo era? Quizá inconscientemente sí. Antes Zoe me había besado en la comisura del labio. Había sido la oportunidad para lanzarme, pero seguía frenándome la duda de si moralmente aquello sería aceptable para mi familia. ––¿Y tú, qué haces? Mientras preguntaba, había movido la mano hasta un mechón suelto de su pelo negro, para colocárselo tras la oreja con delicadeza. @
  9. Nick: Oniria ID: 118083 Conocimiento: Runas Nivel de Magia: 2 Link a la Bóveda: http://www.harrylatino.org/topic/102591-boveda-de-oniria/ Link a la Ficha: http://www.harrylatino.org/topic/102572-ficha-de-oniria-haughton/ No entiendo muy bien si ya puedo cursar un conocimiento o no pero yo por si acaso lo intento, ¡gracias!
  10. Sísifo: Reí. La botella se quedaba con nosotros. Eso significaba, indudablemente, más gestos como aquellos. Zoe sabía cómo jugar. ––Me parece algo bueno por lo que brindar... ––confesé, chocando el vaso contra el suyo para llevármelo a los labios–– yo también me alegro de haber venido. Ya no me voy a sentir tan solo en la Manor. La contemplé con atención. O cada vez me parecía más atractiva, o cada vez estaba más borracho, o cada vez era más obvio que estábamos ligando y la posibilidad me parecía sugerente. Sacudí la cabeza para apartar aquella idea de mi cabeza. Era mi prima. ¿Primastra? Prima al fin y al cabo. ¿Podrían echarme de la Yaxley por aquello? No sabía cuán amplio era su concepto de libertad. Cogí la botella para ahogar mis pensamientos y serví uno para cada uno. Estaba nervioso. ––A ver cómo termina esto... ––murmuré, pensando en voz alta. @
  11. Sísifo: Escuché su explicación sobre el lema de la Yaxley, mientras la joven pedía unos shots. A este paso, íbamos a acabar emborrachándonos. Eso implicaba más impulsividad todavía, pero llegados a ese punto, tampoco me importaba tanto, y Zoe parecía encantada con la situación. El tabernero llegó con nuestros chupitos. Anhelaba aquel ardor en mi garganta. De repente, Zoe se acercó peligrosamente a mí rostro, hasta rozar mi nariz. Contemplé sus ojos a centímetros de los míos, sus pestañas. No había aliento ni respiración, tampoco el calor de algo vivo, pero su frialdad era agradable. Entrecerré los ojos, esperando que me besara. Y se apartó. Me sentí realmente est****o, pero sonreí ampliamente. ––Ya entiendo a qué te refieres. ––Susurré, recogiendo el vaso que me ofrecía y bebiéndomelo de un trago sin apartar la mirada de ella. @
  12. Sísifo: Apretó mi mano y sonrió. Suspiré aliviado. Al menos aquel gesto imprudente no tendría malas consecuencias. Existía una bonita química entre los dos, eso era innegable, pero no sabía hasta qué punto podía llegar considerando que éramos familia. ––Sí, puedes llamarme así ––respondí entre risas––, y a decir verdad, no lo sé. Sólo ser libre como predicáis, pasar tiempo con Evedhiel, conoceros más profundamente, ganarme un hueco en vuestras vidas... Realmente tenía grandes expectativas respecto a la familia Yaxley. Su lema se había ganado mi corazón, y sus integrantes, aunque apenas los conocía, me llamaban poderosamente la atención. Era una sensación nueva para mí, la de pertenencia, habitar un hogar, ser parte de algo. Toda mi vida había estado solo, como una bacteria unicelular aislada en un medio extremo que sólo se relaciona consigo misma. Ahora era una fracción de un organismo. ––Es raro para mí, tener un apellido, familiares... ––musité–– me da miedo, pero me siento afortunado. @
  13. Sísifo. Sonreí sinceramente. Hacía mucho que no sonreía tan sinceramente. Fotografié a Tauro desde varios ángulos, ella posó de distintas formas pero no perdió su naturalidad. Esperaba que la luz fuese la adecuada para aquella película. Estaba deseando llegar a mi laboratorio para poder revelarlas y contemplar cómo aquel cabello azul se imprimía en el papel fotográfico al introducirlo en el tanque de revelado con los diversos líquidos, en aquella habitación de luces rojas que no estropeaban el negativo. Era un proceso lento y precioso, muy artesanal. Odiaba a los muggles como personas, pero admiraba sus inventos. ––Oh, no puedo enseñártelas hasta que las revele ––respondí–– pero prometo avisarte en cuanto estén listas. Te las regalaré. Hice un par de fotos más, hasta casi gastar el rollo. Suspiré. Me pasaría la vida haciéndole fotos a las personas que me gustaban. Era uno de los momentos más íntimos que podían existir. ––Puedes venir conmigo al laboratorio. Te enseñaré cómo se hace y lo verás tú misma. Es bonito. @
  14. Sísifo: Escuché atentamente su historia. Muchos de los habitantes de Ottery cargábamos sobre nuestros hombros con un pasado de terrible soledad. Habíamos experimentado en nuestras propias carnes el abandono, el desamparo, la añoranza, la ausencia de lazos familiares. Quizá ese era el motivo de que muchos acabásemos consagrados a las artes oscuras. ––Crecí en un orfanato... Y Evedhiel venía a hacer los chequeos médicos. Conectamos enseguida. Por primera vez me sentí querido por alguien, arropado ––expliqué sonriendo, volviendo a aquellos tiempos, instalado en una sensación de cariño–– cuando desapareció... volví a sentirme vacío. Alguien me adoptó anónimamente, así que puede abandonar aquel tugurio. Al cabo de los años descubrí que fue Evedhiel, aunque siempre tuve la sospecha. Su cabello negro contrastaba con la palidez de su piel, que tenía la textura de un pétalo. Debía ser extremadamente suave. Ambos nos sosteníamos la mirada como si se fuese a terminar el mundo. Alcé la mano casi sin percatarme, y llevé un dedo a su mejilla, justo donde ella se había rascado minutos antes. ––Lo siento ––me apresuré a añadir, retirando la caricia––, no me he dado ni cuenta. Es que pareces tan... seda. @
  15. Creo que como ya es agosto (otro mes) puedo solicitar un cambio, así que a ello que voy <3 ¡gracias! Necesito la actualización del campo Historia Dice así: Debe ser:
  16. ¡Hola! ¿Tengo que avisar en algún lado de que he creado una ficha de personaje secundario? Es que eso no me quedó muy claro y nunca he registrado uno... yo por si acaso aviso :> ¡Espero que esté todo bien en la ficha! Gracias
  17. Nombre: Oniria Edad: en torno a 25 años. Nacionalidad o procedencia: rusa. Raza: vampiro. Personaje principal al que está asociado: Sísifo Relación con el personaje principal: son doppelgängers Aspecto Físico: Ni alta ni baja, aproximadamente 1,70 metros de altura. Complexión muy delgada, sin curvas pronunciadas exceptuando las de las caderas. Tiene el pelo corto, por la nuca, casi siempre despeinado, la patilla derecha más larga que la izquierda, de color blanco nieve. Los ojos pequeños y hundidos, de un tenue color lila que se torna rojo cuando le aumenta la sed. Los labios voluptuosos y prominentes, pálidos, y la nariz chata. Facciones ovaladas y mejillas angulosas, que le confieren un aspecto amenazador. Cuando está sedienta le crecen uñas y colmillos y se le marcan las venas a través de la piel. Tiene dos aritos negros como pendientes y otras tantas anillas esparcidas por el cartílago de la oreja. Una fina trenza le crece debajo de la oreja y le llega hasta el hombro. Tiene varios tatuajes: la constelación de Orión en la costilla izquierda, la constelación de la Osa Mayor en tinta ultravioleta en la muñeca, un lobo en la pierna (en honor a su Husky, Coh), un búho por encima de la muñeca (bajo el que está escrito, en griego antiguo, la famosa máxima socrática de “conócete a ti mismo”), un árbol en el pie, un reloj sobre el pecho, la huella de una mano en la costilla derecha (la huella se corresponde con la de Irina, la vampiresa que la convirtió). Siempre viste de forma sencilla, sólo con negros o blancos. Es bastante andrógina, pero atractiva. Cualidades Psicológicas: Es cínica e irónica. Ocasionalmente disfruta del mal ajeno, pero no le gusta considerarse una persona de malas intenciones; oscura, indudablemente, pero no malvada. Obsesionada con la muerte, la venganza y los sueños, que desea poder interpretar. Es incapaz de perdonar la traición y su objetivo es perseguir a todo aquel que se atreva a practicarla. Es consciente de sus limitaciones, pero a veces peca de cierta soberbia intelectual por creer que su experiencia vital la hace superior al resto. Normalmente es silenciosa, tímida y lacónica, fría, reflexiva y pesimista. Atesora caprichosamente su sensibilidad bajo una fachada de indiferencia. Es en sí misma una antítesis donde conviven fuego y hielo, humildad y arrogancia, bien y mal, arte y violencia. Fiel a los suyos, que son pocos, pero a los que aunque odie reconocerlo ama irracionalmente. Le fascinan las personas frágiles, los artistas, los líderes, y en especial todo aquel que sea opuesto a ella y pueda complementar sus carencias. Ama escribir por encima de todo. Puede pasarse horas sumergida entre sus letras, desangrándose en el papel. Poetiza su realidad, la versifica. Su inspiración nace de la tristeza y es por eso que se recrea en la melancolía y la nostalgia, que le permiten empaparse en su universo donde todo arma es la palabra. Tiene fobia a las arañas y a las aglomeraciones y espacios abiertos (agorafobia) cuando está sola rodeada de desconocidos, nictofilia (gusto por la oscuridad), y fue mitogénica en el pasado. Es sigilosa y discreta, nadie la oye llegar. Medita sus decisiones y construye su vida sobre una compleja filosofía que alimenta con su saber, sus experiencias y sus años. Es una admiradora de los modales aristócratas, que gracias a la observación ha terminado por imitar. Se regodea en las exquisiteces, exhibe su educación delicada y artificiosa y se desenvuelve cómodamente entre las clases altas de la sociedad, a la que ha analizado minuciosamente. Historia: Infancia: Nació en la antigua URSS, en las cercanías de un gulag soviético siberiano, en un invierno de los más fríos que se recuerdan. Jamás conoció a su padre ni a su madre, y tan sólo conserva de estos una foto del primero, arrugada y envejecida. Fue recogida por un kulaks llamado Lievin que estaba siempre malhumorado y que no se molestó ni en ponerle un nombre. Creció por lo tanto sola, rodeada de amigos imaginarios y la constante presencia de la muerte que se respiraba a su alrededor, en el campo de trabajos forzados. Durante su infancia frecuentaba la verja electrificada del gulag, manteniendo conversaciones pasajeras con los escuálidos prisioneros que en la mayoría de los casos jamás volvía a encontrar. Una tarde un soldado ruso la sorprendió tratando de colarse por debajo de la valla y la reprendió a bofetadas. Se quedó muerta de miedo y también furiosa, herida en el orgullo. Sucedió por primera vez. La AK-47 del soldado reventó en sus manos y el hombre, aterrorizado, la persiguió a pesar de haber perdido casi todos los dedos. Desde entonces fue consciente de su poder. Adolescencia: Cuando contaba con apenas 14 años Lievin falleció en mitad de la noche, abandonándola sin herencia ni bienes. Ella desvalijó la casa, se apoderó de todo objeto de valor que pudo hallar, cargó un macuto de comida deshidratada y se marchó acompañada del Husky de Lievin, Coh, con el que tenía un fuerte lazo afectivo. Durante aproximadamente dos años vivió del robo y de mendigar en las calles. En varios ocasiones estuvo a punto de morir de hambre o congelada, pero siempre siguió adelante, con la seguridad de que algún día sería alguien y de que tendría nombre e identidad propias. Con 17 años conoció a una anciana que la había descubierto pasando las páginas de un libro sin las manos. La vieja la acogió en su casucha y le reveló que era una bruja, lo que explicaba todos los extraños fenómenos que se producían a su alrededor. Ella ni siquiera se sorprendió, llevaba tiempo intuyendo que en su sangre fluía algún extraño poder. La anciana también le narró una bonita historia sobre sueños. Ella nunca había soñado, y esa noche, acompañada del crepitar de las llamas, lo hizo primera vez. Desde entonces sueña siempre en blanco y negro. Decidió bautizarse como Oniria, en honor a aquella mujer la había empujado a imaginar y que la hizo conocedora de su magia. Edad adulta: Una década después de la muerte de Stalin, cuando contaba ya con 20 años, se mudó por fin a Moscú. Allí conoció a un enigmático joven inglés llamado Jared, que derrumbó su muro de frialdad y trajo el verano a su vida. Fue su primer amor. Jared la documentó acerca de astronomía, de la batalla entre el bloque comunista y el capitalista, de los avances científicos que estaba trayendo consigo la carrera especial. Juntos fueron testigos del lanzamiento del satélite Sputnik 4, que sería el primer prototipo de nave espacial. Jared se la llevó de Rusia y pudo escaparse a conocer mundo. Se asentaron en un pueblecito de Inglaterra, a unas horas de Londres. Allí vivieron apaciblemente los siguientes 3 años, acomodados, enamorados y jóvenes. Aun así Oniria estaba intranquila. Quería encontrar alguna forma de explotar sus habilidades mágicas, por si podían oxidársele. Una noche, en un bar de copas, se le presentó una muchacha de unos dieciocho años. Era extremadamente bella, casi tentadora. Su simetría resultaba irreal, y Oniria percibía un peligro, una sombra oscura en su mirada. Todos los viernes acordaban una cita en el mismo local, y paulatinamente iban conociéndose la una a la otra. Oniria llegó a olvidarse de Jared. Ya no sentía esa pasión cuando lo besaba, y su mera presencia le resultaba casi incómoda. Se había enamorado de una chica más joven, Irina, y para colmo, ¡una mujer! Cuando se lo confesó, ella se mostró muy comprensiva y la acompañó a su casa. Una vez allí depositó un suave beso en sus labios, y acto seguido le desgarró el cuello de una dentellada. Oniria nunca recordaría los instantes siguientes al ataque, pero sí que despertó una mañana en mitad de un callejón, apestando a sangre, a hierro y a polvo. Cuando quiso dar un paso al frente, hacia la luz, sintió su piel arder. También sentía un fuego insoportable en la garganta. Esperó hasta el crepúsculo para abandonar la seguridad del callejón, y tambaleándose por la quemazón que ya le recorría el pecho, volvió a su casita, con Jared. Lo encontró en su butaca, en su postura habitual. La embargó un aroma dulzón. Se le abrieron las fosas nasales y no pudo evitar lanzarse hacia el que había sido el amor de su vida. Cuando contempló el cuerpo inerte, vacío de Jared, rompió a llorar, y reconstruyó la coraza que años antes el joven había conseguido derrumbar. Se tatuó ella misma la constelación de Orión en el bajo vientre, uniendo con tinta sus lunares, y juró que se vengaría de Irina. Los años ya no volvieron a pasar por ella. Se instruyó en el arte del vampirismo, y descubrió que cuando bebía sangre sus poderes de percepción disminuían, junto a la quemazón de la garganta, la intolerancia al sol y el monstruoso aspecto físico que empeoraba conforme no se alimentaba. En el año 2000 hizo las maletas y compró un piso en Londres. Obcecada en su plan de venganza, investigó acerca del paradero de la vampiresa que la había convertido y había robado su humanidad. Cuando la hubo localizado estuvo acechándola durante meses, hasta que se aprendió todos sus pasos. La atrapó en el camerino de un actor en el Albert Hall. Le clavó una estaca de plata en el corazón. Disfrutó de verla gritar, aullar reduciéndose a cenizas. Posteriormente retomó la búsqueda del conocimiento mágico, y halló el Ministerio de Magia de Londres. Decidió inscribirse en la Academia y desarrollar así sus dotes que bajo ningún concepto utilizaría para hacer el bien. Fue allí donde inesperadamente se cruzó por primera vez con Mónica Malfoy Haughton, a la que enseguida reconoció como melliza de su padre, pues su rostro era exactamente igual al de la foto que conservaba de éste. Amablemente Mónica accedió a convertirla en su protegida e integrarla nuevamente en su antigua familia, los Haughton. En la misma Academia conoció a su futura mejor amiga, Arya Lockhart, con la cual posee un vínculo y una conexión que van más allá de lo físico para adentrarse en lo espiritual. Su alma, de cierta forma, está enlazada a la de la joven, por lo que la adora y la antepone a la misma muerte. Su relación con ella está salpicada de emotivos episodios que no hacen sino reforzar su unión. De hecho Oniria está, en cierto sentido, enamorada de ella. Tras finalizar sus estudios inicia sus pasos en la Marca Tenebrosa, el bando oscuro del mundo mágico londinense que la acogerá con los brazos abiertos. Allí conoce a grandes magos de los que aprenderá importantes lecciones, con los que saciará su espíritu vengativo y acrecentará su cinismo y maldad. Juramentada y en acuerdo con sus principios se compromete a prestar su vida por el ideal al que defiende. Conexión con Sísifo: Abasi, un antiguo mago egipcio y uno de los primeros vampiros de los que se tiene constancia, estaba cansado de vivir, pero no quería que sus pensamientos y recuerdos se perdieran. Quería dejar un legado tangible, no en forma de simples libros o memorias. Quería perpetuarse, clonarse de tal forma que pudiese consumar la inmortalidad sin padecerla él mismo. Para ello se exilió a una cueva, y durante meses estuvo comunicándose con dioses oscuros en lenguas desconocidas, perfeccionando un rito que se creía extinto y que le permitiría dividir su alma en varias partes y de ésta forma mantenerse deficitariamente, como una bruma, un silencio, un latido incorpóreo. Horrocruxes. Para llevar a cabo su deseo, debía realizar crímenes sangrientos contra seres queridos. Aquel era el precio que Ammyt, diosa “devoradora de los muertos”, le había impuesto. Jamás lograría la inmortalidad en el Juicio de Osiris, pero podría eternizarse terrenalmente. El asesinato desgarraría su alma, de tal forma que podría introducirla en otros cuerpos u objetos. En aquella cueva, y haciendo único uso de su magia y conocimientos de biología, creó dos cuerpos casi idénticos, un varón y una hembra, que despertarían de su letargo cuando él decidiese terminar con su existencia material. En uno de ellos colocó la semilla del mal, y en el otro la semilla del bien, para hacerlos complementarios. Sísifo fue el primero en cobrar vida, a principios del siglo XX, y Oniria apenas unos 20 años después. Ellos, sin saberlo, eran doppelgängers conectados mental y físicamente, fragmentos de alma de un milenario hechicero egipcio que había acabado con su vida (aparentemente) consumido por el tedio. Oniria fue la primera en llegar a Ottery, deseosa de aumentar sus conocimientos. Sísifo llegó tiempo después, buscando a la mujer que había salvado su infancia. Relación con Sísifo: Cuando llegó a Ottery, algunos antiguos amigos de Oniria se acercaron a Sísifo y encontraron refugio a su nostalgia en él. En cierto modo, consiguieron sustituir aquella pérdida con su doble. Por eso, cuando Oniria apareció, sorprendiéndolos a todos tras años de silencio, los vínculos entre Sísifo y aquellos miembros de Ottery se tambalearon, creando un enorme conflicto entre ellos. A raíz de este primer encuentro problemático, desarrollaron una relación de dependencia, basada en el odio. Pero sus sentimientos eran tan intensos, y sus personalidades y gustos tan similares, que el odio a veces parecía manifestarse en forma de amor desesperado. Así, Sísifo y Oniria se odiaban y se amaban. Podían matarse o abrazarse durante noches enteras, como siameses con los que se hubiera cometido un horrible crimen al separarlos al nacer, tratando de extirpar su conexión. No podía saberse si eran hermanos gemelos, amantes o enemigos. Esta relación fue evolucionando gracias a Leah, que se convirtió en parte fundamental de ambos. Los tres se comprometieron en mantener un vínculo basado en la libertad y el respeto. Sus dos mejores amigos son Arya Lockhart y Allen Joe Walker Tiene el acento ruso poco marcado Vio morir a su Husky durante una ventisca en Siberia. Se llamaba Coh, derivado de Krov (кровь), “sangre” en ruso Sólo sueña en blanco y negro Sólo viste en blanco y negro Es pésima en el duelo, y diestra en el arte de la elocuencia Sólo se alimenta de sangre humana. Le gusta el alcohol. Puede ingerir comida muggle pero le resulta repugnante En sus horas libres se dedica a escribir y a estudiar filosofía No puede llorar salvo que sienta un dolor/emoción visceral. Sus lágrimas se forman con la sangre de la que se alimenta Su temperatura corporal es muy fría, de aproximadamente 28º No le crecen el pelo ni las uñas (salvo a causa de la sed) naturalmente. Asimismo su aspecto físico se mantiene inalterable desde el momento de su conversión. El vampirismo sólo mantiene activas ciertas glándulas (las salivares o las de las mucosas, por ejemplo). No suda Tiene la capacidad de regenerarse. Sólo las cicatrices por armas de plata se mantienen eternamente sobre su piel Puede morir mediante magia, por decapitación, por incineración y por herida de plata (en el corazón o la cabeza) No puede engordar, adelgazar ni muscularse Sus animales favoritos son los búhos y los lobos Su canción favorita es Oniria e Insomnia, compuesta para ella por un muggle catalán que la descubrió en una azotea y al que estuvo conociendo durante exactamente tres noches, que él creyó después un sueño Toca la guitarra y el clarinete, pero no públicamente porque considera que su sensibilidad artística es una señal de debilidad Su patronus es una lechuza Conserva bajo su muñeca una marca con forma de dragón, que demuestra que perteneció a la antigua casa de los Dragones de Lancashire Sólo por el usuario principal (Sísifo).
  18. Dios, gracias, espero que ahora esté bien, creo que nunca he comprado en el Mall y estoy más perdío xddd. ¡Gracias! ID: 118083 Nick (con link a la ficha): Oniria Link a la Bóveda Trastero: (en caso de poseerla): -- Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: Bóveda de Oniria Link al Premio obtenido (en caso de gala/concurso): -- Fecha: 2018-08-12 Objeto: Cámara de Fotos Mágica VA Puntos: 20 Precio: 1000 G Objeto: Monedero de Piel de Moke Puntos: 10 Precio: 500 G Total de puntos: 30 Total de Galeones: 1500 G
  19. ID: 118083 Nick (con link a la ficha): Oniria Link a la Bóveda Trastero: (en caso de poseerla): -- Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: Bóveda de Oniria Link al Premio obtenido (en caso de gala/concurso): -- Fecha: 12/08/18 Objeto: Cámara de Fotos Mágica VA Puntos: 20 Precio: 650 G Objeto: Monedero de Piel de Moke Puntos: 10 Precio: 200 G Total de puntos: 30 Total de Galeones: 850 G
  20. Sísifo: Muchas caras nuevas, muchas presentaciones, explicaciones extrañas. Zoella, Maida, un señor en bata que debía ser el patriarca de la familia y un joven que había cerrado la puerta a mis espaldas como si fuese a asaltarles. El que parecía el líder de aquella peculiar reunión lanzó unas piedras para determinar la situación de Evedhiel. Y momentos después estaba contrayéndose sobre sí mismo y transformándose en un oso gigantesco de color rojizo. Se tambaleó atravesando la puerta que daba al jardín, y con un rugido rompió la tensión del ambiente. Empezaba a marearme. Demasiada información que procesar. El chico de ojos grises, que no me quitaba la vista de encima, me indicó que avanzase en primer lugar. Quería vigilar mis pasos, asegurarse de que era de fiar. Suspiré. –Tranquilo... voy. –Respondí, siguiendo las huellas del animago. Saqué mi varita del bolsillo, preparado para cualquier contratiempo–, ¿hacia dónde?
  21. Sísifo: Contemplé cómo Tauro se quedaba pensativa mirando el lago y sentí que estaba inmersa en sus propias cuestiones metafísicas. Sonreí levemente. –Sí, también fotografío a personas. Sobre todo cuando siento algo por ellas, no necesariamente romántico. Algo a secas. Al cabo de los años he construido una auténtica galería de las personas que han marcado mi vida... gracias a las fotos sé que pasó de verdad. Me rasqué la nuca. Volví a sonreír, y decidí atreverme a sacar mi cámara, una Canon AE-1. La joven seguía con la vista perdida en el agua. Su pelo parecía estar absorbiendo la tonalidad del cielo y su ropa permanecía húmeda. La razón por la que quería fotografiar a Tauro era sencilla. En cierto modo ya me había transformado. A veces sucedía así. Alguien cruzándose casualmente por tu camino, diez minutos de conversación profunda, soledad interrumpida... y algo había cambiado. –Quédate así. @
  22. Sísifo: Sonreí. –Lo siento –me apresuré a decir por la caricia, apartando la mano–, y sí, la soledad es una tortura. Me quedan millones de años en este planeta viendo morir a personas a mi alrededor. Disimulé mi expresión de tristeza, porque realmente aquel pensamiento me angustiaba. Y yo nunca sería capaz de convertir a un ser querido para que me acompañase en el camino de la inmortalidad. La joven terminó su bebida y sostuvo mi mano con firmeza, mirándome a los ojos. No era ilógico preguntarse quién corría más peligro en aquella situación. –Confío en ti. –Musité. Sentía un ardor extraño en la tripa, nerviosismo, ansiedad. Fuera lo que fuese lo que Nasha tenía preparado, iba a sorprenderme. Sus ojos color café recogían amablemente los destellos de las luces. Tenía una mirada envolvente que no sabía descifrar. –Llévame ya. No soporto esta intriga. @
  23. Sísifo: En pocas ocasiones yo conseguía desinhibirme hasta el punto de bailar, pero en ese momento sentí que no podía parar. Nasha, descalza, me acompañaba. Parecía que habíamos vivido siempre dentro de aquella escena, o que llevábamos muchos años ensayándola. Quizás éramos los únicos en el pub que conocían a Tarantino. Cuando la canción llegó a su fin, la chica hizo algunas reverencias. Me sorprendió la flexibilidad de su cuerpo, como si tuviese control sobre cada uno de sus movimientos. Aquella delicadeza que era a la vez tan desenfadada. Volvimos al sofá. Me explicó cuáles eran sus planes. Yo aproveché para robar un sorbo de su whisky, mientras la miraba entornando los ojos con una expresión ensimismada. –Suena bien. Me gusta el silencio. Y me apetece estar a solas contigo. –Confesé, con un deje de timidez, balanceándome entre la impulsividad y la vergüenza por mostrar mis sentimientos actuales. Dejé caer mis labios sobre su hombro, un breve segundo, sin escatimar en sensualidad. @
  24. Sísifo: Me respondió con otro beso, esta vez más húmedo, más comprometido. Era una buena señal. Jugábamos en la misma liga. Sonreí para mis adentros. La arrastré a una zona más apartada del local. No me parecía cómodo mostrarle todo aquello al barman. Un sofá con la tapicería de un Cadillac y una mesa baja de cristal. Hice un gesto para sentarnos. Uno junto al otro, su aliento parecía inundarlo todo, como si fuese su piel misma la que exhalase aire caliente. El sonido de sus latidos se solapaba con los acordes de Ain't No Sunshine. Mi deseo oscilaba entre desgarrar su cuello y acariciarla con dulzura. –Cómo hemos acabado aquí... –Pensé en voz alta–, tengo curiosidad, ¿adónde piensas llevarme? Justo al terminar mi frase, comenzó a sonar You Never Can Tell. No pude evitar romper en una sonora carcajada, recordando aquella fantástica escena de Pulp Fiction. Cogí la mano de Nasha con fuerza, levantándola y llevándola al centro de la estancia. Realmente, aquel lugar guardaba muchas similitudes con el de la película en cuanto a decoración. –Vale, si no conoces esto vamos a tener un problema que solucionaremos después, y en ese caso simplemente improvisa... –comencé–, si sabes de qué se trata, ya conoces los pasos. –Sentencié, imitando aquella extravagante coreografía de Mia Wallace. @
  25. Sísifo: Con una mano me aferraba a la barra de madera gastada para soportar aquel vértigo, mientras que en la otra recibía la dulzura de la caricia de Nasha. Percibí cómo su pulso se aceleraba. Me tranquilizó saber que ella también estaba nerviosa, o lo que quisiera que significase que su corazón bombeara más rápido. Agarré su muñeca y me impulsé suavemente hacia adelante para situarme frente a frente contra ella. Mi nariz casi rozando con la suya. Su aliento caliente como el humo que desprenden las ascuas de una chimenea azotó mi piel. –"Escribo final para que no termine." –Susurré. Aquello era una declaración de intenciones. Pero en la vida no valían palabras de amor sino pruebas de amor. No es que yo estuviese enamorado de Nasha, no al menos en el sentido literal de la palabra. Pero yo creía en los amores fugaces, en los "asteroides" que pasaban brevemente por tu vida, quizá una sola noche, una semana, una vez al año. Era una persona contraria a las convenciones, a los mitos occidentales del amor romántico. Mi impulsividad me forzaba a ser un idealista, y realmente era capaz de sentir emociones sumamente intensas por aquella completa desconocida. Hacía años aquellos rasgos de mi personalidad me avergonzaban, ahora había conseguido integrarlos de tal forma que sabía sacarles partido, exprimirlos para hacer de mis días una experiencia inolvidable. La besé casi sin darme cuenta. Pruebas de amor. O simple atracción sin precedentes. Cuando besaba a alguien tenía que esforzarme para canalizar mis instintos vampíricos y que no terminase en una masacre. El contacto era demasiado directo. Me separé bruscamente, escrutándola. Una sonrisa torcida iluminaba mi rostro. –La pregunta correcta es... ¿hasta dónde eres capaz de sentir tú? @

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