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Lawan Nguyen Thanh

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Todo lo publicado por Lawan Nguyen Thanh

  1. Juve, así se llamaba, de alguna manera ignoró a Linh y encontró la manera de encontrar el Bungalow donde habitaba Lawan, eso al anciano no le gustó, cuando se trataba del respeto a sus serpientes era demasiado exigente y es cuando podía volverse cruel y olvidar las responsabilidades que tenía al ejercer el papel de Arcano. Sin embargo, aguardó y escuchó la historia que la mujer le contaba con un aire prepotente que parecía ser muy típico de ella y una vez terminó el relato la apuró para que ingresara a la casa donde Nymeria la esperaba. Si Juve pensaba que las cosas debían hacerse a su manera estaba muy equivocada y para que lo entendiera Wootang debía darle una pequeña lección. A pesar de que la puerta estaba cerrada Lawan podía hablar y su voz se escucharía en el interior claramente, como si él estuviera allí. — Como ya lo había explicado, Wootang es una boa que sólo me obedece a mí, así que de nada vale que hablen pársel que igual no les va a obecer. Espero que entiendan que el hablar una lengua desconocida no significa sumisión por parte de ellas, pero sí entendimiento y reconocer que el mundo ni los habitantes de la tierra están ahí para hacer lo que nos plazca. No me importa a lo que se dediquen, pero de mí depende que los próximos hablantes de pársel sean personas respetables —. Detrás de la duerza en las palabras del Vietnamita, se notaba el disgusto por la actitud de la recién llegada y eso no sólo lo había molestado a él, sino a todas las serpientes habitantes del lugar con las cuales se encontraba emocionalmente conectado. — Espero que piense seriamente por qué se encuentra aquí, señorita Juve, lo mismo para usted Nymeria. No deseo que me hagan perder el tiempo —. Como si le hubiesen mandado una orden mental, el anfibio de cuatro metros se encargó de roder el cuerpo de Juve, apretándolo un poco cada vez más, de seguir así la asfixiaría —Dígame, ¿a qué ha venido exactamente? ¿Por qué desea ser una hablante pársel si al parecer ya lo domina? Y ni se le ocurra mentirme, porque creámeme que lo sabré —del mismo modo, a pesar de que la otra joven se había portado bien al principio, otras cuatros serpientes de menor tamaño se enroscaron en las extremidades, dispuestas a clavar los colmillos en ella. Dependía de ellas demostrar su respeto hacia las criaturas y así mismo ganarse el de ellas. «Estas personas no aprenden». Susurró en pársel.
  2. Para Lawan los apellidos no significaban algo relevante, en cambio el nombre en sí podía decir algo de una persona y Nymería le recordaba a una vieja amiga serpiente que conoció en uno de sus viajes. Lo primero que notó de la joven fue sinceridad, si bien el motivo por el cual se encontraba allí no era muy elaborado, el que ella creyera que podía comunicarse con las serpientes porque algo en su interior se lo decía no le parecía ninguna locura, sino que por el contrario Lawan le encontraba mucho sentido, pues se daba cuenta de que era una persona que se dejaba llevar por sus instintos; de ahí a que fueran acertivos o no dependía de ella, pero al menos había logrado captar su atención y despertado su curiosidad. La historia de Nymeria con el basilisco no sonaba tan interesante como la que contaba respecto a su mascota más reciente. Todo parecía indicar que el aprendizaje de una habilidad estaba bloqueando otra que había logrado desarollar poco a poco y eso representaba un reto. De nuevo vino un largo rato de silencio que para el Arcano parecieron segundos. Varios siseos se propagaron hasta llegar a su ubicación y Linh, la serpiente marina, hizo su aparición. «No me hace más feliz que a ti, te lo puedo asegurar» «Al menos déjame morder a esta» «Quizás al final. Nunca se sabe si volveremos a encontrarnos con alguien como aquellas dos» La conversación en pársel entre Arcano y serpiente terminó muy pronto y Linh, tal como al principio, partió en búsqueda de la nueva aprendiz. Al llegar a donde la mujer se encontraba, la serpiente se enrroscó rápidamente en su pierna y de ahí subió hasta llegar a su cuello amenazando con morderla. Linh no tenía un veneno mortal, pero eso la recién llegada no lo sabía y el único modo para que el animal la soltara sería si le demostraba que no estaba allí para lastimarla y si lo lograba, la llevaría hasta el río. — Al parecer no estarás sola, vamos a ver si es capaz de llegar hasta aquí, pero mientras tanto quisiera que me contarás qué sucedió exactamente cuando te comunicaste con aquel basilisco. ¿Estabas en peligro? ¿O qué fue lo que sucedió? —. No era muy usual que precisamente él quisiera entablar una conversación con alguien, pero al menos eso le daba tiempo para pensar en el por qué la Metamorfomagia tenía algo que ver con el bloqueo —. Ven, es momento de volver al Bungalow —para cuando la nueva aprendiz llegara al río Lawan y Nymería habrían tomado otro camino de regreso, lo que pondría de muy mal humor a Linh, quién tendría que nuevamente guiarla hacia la vivienda del Arcano y eso, si es que la mujer lograba convencerla de ello. — No todas las serpientes que aquí habitan son amables, mejor dicho, ninguna lo es... El vínculo que formamos con ellas no es de amo y esclavo, sino que es más profundo, el vínculo con estas criaturas se basa principalmente en el respeto —Lawan empujó la puerta a su vivienda y esperó a que Nymeria ingresara, pero en lugar de seguirla esperó a que se sintiera lo bastante cómoda dentro del lugar. Desde un rincón, unos ojos amenazadores observaban a la muchacha, ojos que adquieron más vida cuando la boa constrictor a la que representaban se ubicó delante de ella — Como te decía, ninguna lo es, en especial Wootang que es de muy mal caracter y siempre ha querido probar carne humana, aunque le he dicho que le hará mal a su dieta —para Lawan sus acciones no eran malas ni crueles, después de todo ¿qué se podía esperar de un vampiro? Encerró a Nymeria con la peligorsa serpiente que no la dejaría pasar, con eso esperaba que lograra componer al menos una frase que hiciera que Wootang la dejara salir sana y salva. Lo único que había olvidado mencionarle a propósito, era que la boa le respondía únicamente a él, lo que la hacía tan especial y cercana... y la favorita. — Oh, también has llegado. ¿Nombre? —en medio de todo se había olvidado que estaba esperando a alguien, por lo que decidió de una vez ponerla a prueba antes de hacerle las mismas preguntas que a Nymeria — Necesito que hablemos de algo antes de continuar, pero tendrá que ser adentro así que apresúrate a entrar —con la boa de 4 metros bloqueando la entrada le resultaría imposible prestarle atención a la otra joven y para cuando lo hiciera ya sería demasiado tarde, pues Lawan la habría empujado y encerrado, bloqueando la entrada con magia que no serían capaces de deshacer con su varita. Si alguna resultaba lastimando a Wootang no sólo se terminarían ganando una buena reprimenda, sino que serían expulsadas y jamás podrían volver a tomar la habilidad.
  3. La serpiente escuchó, o por lo menos percibió un balbuceo de parte de la muchacha. Si Linh hubiese podido mirarla de alguna forma, lo habría hecho sin duda de manera despectiva. Deben entender que la mayoría de las serpientes son malhumoradas y sólo con quiénes hablan su lengua llegan a ser respetuosas, lo que le daba más de un motivo para querer clavar sus colmillos en el tobillo y darle una lección a la bruja, pero los silvidos de Lawan desde la lejanía la hicieron detenerse con un –No lo hagas. Decidida a caer en la tentación y desobedecer al Arcano, Linh retrocedió y en cambio guió a la muchacha arrastrándose sigilosamente por entre los árboles hasta que dieron con el paradero del Viejo Vietnamita, quién parecía seguir dormido. Un siseo del anfibio fue suficiente para que despertarle. –Llegaste –dijo con desgana. A él no le agradaban las visitas, ni las personas, únicamente se entendía con los anfibios que vivían con él, por lo que era perfectamente normal que al inicio no mostrara ningún interés en los aprendices, pero si lograban demostrar que merecían aprender pársel, el anciano podía poner todo de sí para ayudarles, aunque al final quiénes decidían eran las propias criaturas con las que la joven iba a aprender a comunicarse. –¿Nombre? –agregó tras una larga pausa de la que no fue completamente consciente. –Entonces… ¿por qué estás aquí? A qué has venido exactamente y en busca de qué? –sus preguntas solían ser directas y con ellas buscaba saber con qué tipo de persona estaba tratando. –Toma asiento –para ese momento Lawan estaba sentado a la orilla del río, simplemente mirando hacia el horizonte, mostrándole un sitio vacío a su lado para que fuera ocupado por ella. –¿Cuando te diste cuenta de que quizás podías hablar pársel? –cada pregunta tenía un motive y una razón de ser que ayudaban a Lawan a saber qué camino en particular debía seguir con cada uno. –¿Te ocurre frecuentemente? –agregó refiriéndose al hecho de si era usual que a veces se sorprendiera a sí misma hablando con las serpientes.
  4. Regresar de su tierra le dejaba un sabor amargo, a pesar de su avanzada edad no dejaba de recordar a sus padres y a su mentor, siendo que el único recuerdo vivído y palpable que tenía de ellos era la boa constrictor que lo acompañaba, a quién había cuidado desde que era una cría respondiendo al nombre de Wootang. Sin embargo, esos viajes cada cierto tiempo lo ayudaban a reconectarse con su cultura y más ahora que se encontraba tan lejos, además de que siempre lograba traer consigo una que otra serpiente con la cual se hubiese encariñado. Sus brazos lucían más bronceados que de costumbre, eso se debía a los externas jornadas bajo el sol mientras relizaba su actividad favorita: pescar. Lo único que no había cambiado era su humor y el saber que de nuevo debía tratar con esos personajes del Ateneo, sumado a los aprendices, hacían que se replanteara su posición allí, pero al recordar los motivos de su permanencia se conformaba con asustarlos y ponernos el situaciones de peligro que les hicieran desistir de la idea de aprender la habilidad o al menos amenazarlos con ser el alimento de Wootang. — Seguro no tarda en llegar —, dijo el Vietnamita en perfecto parsel mientras degustaba un cuenco de arroz a la orilla del río. Una serpiente habitante se subió por el brazo del anciano hasta su hombro, mientras Lawan tomaba un poco de arroz con los palillos para alimentarla —Las tengo muy malacostumbradas —comentó con desgana arrastrando las palabras —. Por hoy prefiero que me busquen —. Echándose hacia atrás Lawan recostó su espalda sobre la hierba, ajustó su Nón Lá de tal manera que le tapara los ojos y se dispuso a tomar una corta siesta, no sin antes darle una pequeña orden a la serpiente que recién había alimentado —Ya sabes qué hacer —agregó. Linh debía buscar a Shalyit, la nueva aprendiz de Lawan que no tendría idea de cómo comunicarse con ella, por lo cual sería muy difícil para la bruja lograr que Linh le indicara el camino hacia el Arcano, pues primero debía ganarse el respeto del reptil y discernir entre las buenas intenciones que ésta tuviera.
  5. — ¡¿Pero cómo es posible que hayan regresado?! De nuevo el Arcano había guardado las esperanzas de que se quedaran atrapadas en cualquier dimensión con tal de no volverlas a ver o lidiar con ellas una vez más y aunque no ocurrió él no dudaba de nadie que habiese regresado como un vencedor, tal como eral el caso de esas dos. Las miró de arriba a abajo cerciorándose de que no hubiesen dejado algo de sus cuerpos en el portal, asi fuese un pedazo de oreja y cuando terminó su revisión suspiró mirándolas por largo rato antes de decir algo. — Yo no decido qué pasa allí adentro —comentó mientras tomaba las manos donde portaban sus anillos de aprendices —, pero aquí están, como unas verdaderas hablantes de Parsel —. Una floritura de su vara de cristal selló la habilidad dentro de los anillos y no existía magia que pudiera romper ese sello —. No olviden lo aprendido, confíen en ustedes, pero no demasiado, respeten a las serpientes así como a toda criatura, ellas huelen el miedo y las malas intenciones. El trabajo de Lawan había terminado, ya no tenía nada más que hacer por ellas y lo que más deseaba era regresar a su Bungalow en compañía de las demás serpientes. — Pueden marcharse —El Vietnamita hizo un gesto de que podían irse en paz y cuando desapareció no las llevó consigo, después de todo él las había llevado hasta allí y si eran tan listas podrían arregrárselas para regresar.
  6. Una vez Taurogirl atravesó el portal, Lawan podía observar todo lo que hacía por el anillo que los conectada, de este modo no tendría problema alguno para estar pendiente de las otras dos que aun no llegaban. El Arcano temió que el basilisco se las hubiese tragado entera, ¿y si se enfermaba? Nada era peor que cuidar a un basilisco cuando no podía dejar de vomitar, por lo que decidió ir a espiarlas fuera de la pirámide y allá en la lejanía fue que pudo verlas. Como no quería que lo encontraran ahí espiándolas, volvió a ingresar a la Pirámide, si acaso llegaban con vida él las estaría esperando. — ¡Veo que por fin han llegado! Estaba a punto de irme —empezó a decir sin hacer caso a las súplicas por el agua y sólo hasta que Sagitas se acordó de que podía hacer magia, el vietnamita le lanzó dos chorros de agua en la cara a cada una para ver si se despertaban. — De pie, no van a entrar arrastrándose a la prueba, ¿o me van a decir que el haber pasado tanto tiempo con las serpientes las ha hecho actuar como ellas? —viniendo de esas dos no le extrañaría que de ahora en más empezaran a arrastrarse — ¡Y más vale que dejen de pelear! No tengo a Wootang aquí, pero sí un basilisco que estaría encantado de llevarse una pierna de cada una —las amenazó. — De nuevo acérquense —en sus manos ya tenía los dos anillos que les entregaría — A partir de este momento todo lo que suceda dependerá de ustedes y yo no estaré ahí para cuidarlas —expresó con alivio —Una vez crucen esta puerta serán llevadas a cualquier lugar del mundo, al pasado, presente o futuro, incluso a otros universos y planetas que en otras circunstancias no conocerían. Es momento de que se prueben a sí mismas si merecen o no portar el anillo de Hablante Parsel, por lo que una vez más les pregunto. ¿Están listas para la prueba? —ni bien terminaron de responder, Lawan hizo un ligero movimiento de su mano derecha, lo que provocó que una fuerza invisible las empujara a ambas a través de la puerta y así como Sagitas y Amya desaparecían, Taurogirl regresaba. — Tú también has vuelto —hizo una pequeña pausa —Esto demuesta que eres merecedora de la habilidad y si la puerta te permitió volver es porque demostraste lo necesario. Mi trabajo contigo aquí culmina, el tuyo continúa —dicho esto, Lawan tocó el anillo de la muchacha con la vara de cristal, de este modo terminaba de sellar la habilidad —Felicidades, puedes marcharte.
  7. La paz del Arcano no duró demasiado tiempo y hasta podría decirse que el propio grito de Sagitas fue el que alertó a la criatura escondida en el lago. No entendía como era que estaba comportándose como una loca y de nuevo recordó la primera vez que las conoció a ella y a su hermana. Lo único que faltaba es que ambas volvieran a ponerse locas. — ¡SILENCIO! —gritó antes de que la de pelos morados despertara a todas las criaturas que allí habitaban —¡¿Qué le dije acerca de gritar?! ¿Acaso quiere que vuelva a traer a Wootang y se la lleve en su estómago de regreso a casa? —su molestia era muy evidente, pero él sabía que ya no había marcha atrás y que aunque no quisiera la prueba debía seguir. Tomó aire hasta calmarse y con toda la paciencia del mundo les explicó nuevamente lo que tenían que hacer. — ¿Ahora sí lo entendieron? No quiero verles la cara en los próximos minutos, así que márchense. Y para asegurarse de que no le volvieran a molestar, Lawan cruzó sin problema el lago caminando sobre él, aunque más bien parecía levitar. Taurogirl fue la primera en llegar hasta el Basilisco y obtuvo el veneno utilizando una técnica bastante audaz, logrando que la enorme serpiente creyera lo que ella le decía y hasta dudara de sí misma. — Acércate —adentro todavía tenía un poco del veneno del basilisco, Lawan acercó los dientes de su vara de cristal insertándolos en la piel de la bruja que sentiría un pequeño ardor —Ahora sí estás a salvo. Mientras las demás llegan, entremos a la pirámide —una vez adentro se dirigirían hacia el salón circular, el piso de este era una estrella de cinco puntas rodeada por una serpiente que se muerde la cola y con la presencia del Arcano Parsel ésta cobró vida moviéndose alrededor de ellos —Estas son las 7 puertas, cada una con el distintivo de cada habilidad y ésta de aquí es la nuestra —acotó señalando hacia la izquierda. — Te lo pregunto una vez más, ¿crees estar lista para la prueba? Una vez cruces esa puerta, dependerá totalmente de ti, ni yo mismo sé qué podría pasar o qué mundos visitarás. Recuerda muy bien lo que has aprendido, aferrate a eso y ten confianza, pero no en exceso, ese es mi consejo —. La boca de la serpiente de su vara de cristal escupió un anillo similar al del Arcano, que cayó en la mano de Taurogirl —Con esto podré observar lo que suceda allí adentro, pero no podré intervenir. Si por algún motivo no quieres continuar, el anillo te traerá de vuelta, pero no podrás volver a tomar la prueba.
  8. @ Problema solucionado, espero no haber entorpecido demasiado su aprendizaje.
  9. Sin perder el tiempo y mientras cada una se subía a la barca, Lawan se sentó a la orilla del lago cruzando las piernas y con el movimiento de su vara de Cristal hizo aparecer una caña de pescar. La prueba tomaría tiempo, él lo sabía, así que ¿qué mejor momento para relajarse con lo que más le gustaba hacer? Tomó una lombriz que pasaba junto a su pie, la amarró a la punta del anzuelo y de este modo la convirtió en carnada para los peces que probablemte no atraparía, pero fue así como logró llamar la atención de la serpiente marina que se encontraba en el fondo del lago. — No vamos a estar aquí todo el día, así que apresúrense, tengo una hora exacta en la cual debo comer y alimentar a mis niñas que se encuentran en casa —su paciencia era limitada cuando se lo proponía y si no se daban prisa en cruzar el primero de los obstáculos, él mismo las tiraría con la fuerza de su Vara de Cristal y que se defendieran como pudieran. La de cabello color azul escandaloso fue la primera en tomar la delantera. Lawan observó muy disimuladamente lo que hacía, como si de verdad no le estuviera prestando atención y cuando la serpiente marina la atrapó ni se inmutó, sino que estiró los brazos y las piernas mientras lanzaba un bostezo. Pasaron más de un par de minutos, muchos más, cuando la irreconocible cabellera de la bruja sobresalió y supo que estaba bien, pero ¿esto alegraba o decepcionaba al Vietnamita? Sólo él lo sabía. — Quizás olvidé mencionarles un pequeño detalle, todo eso que dominaban a la perfección en clases desapareció —dijo muy bajito como para que nadie lo escuchara con claridad. Otro detalle sin importancia.
  10. Lawan apareció en el borde del lago que los separaba de la isla junto con las tres aprendices de Hablante Pársel, ajustó su Nón Lá que se había resbalado hasta la nariz volviéndolo a subir y suspiró. Era la tercera vez que se encontraba en ese punto y todavía dudaba que un conocimiento tan poderoso como el suyo pudiera pasar a manos tan inexpertas como las de ellas. ¿Estarían preparadas? No lo sabía, pero el único modo de descubrirlo sería a través de las pruebas que estaban a punto de pasar. Sin darse cuenta Lawan había permanecido en silencio por más de cinco minutos, solo el ruido de una de ellas lo sacó de sus pensamientos. — Oh, siguen aquí —dijo con verdadera sorpresa —A ver extiendan su mano izquierda hacia mí —esperó a que lo hicieran y con un sólo movimiento de su mano, los ojos de la serpiente brillaron cegando a las tres mujeres, pero en cuanto los abrieran se darían cuenta de lo que ahora sostenían en sus manos, tres huevos de basilisco no más grandes que los de una gallina —Seguramente saben lo que son. »Cuenta la leyenda que sólo se pueden agarrar con la mano izquierda, si por algún motivo éstos se rompen por accidente, deberán tener un gallo a la mano y hacerlo cantar, de lo contrario... ya saben lo que estos pequeños animales pueden causar —dijo muy divertido, probablemente pensando en todas las consecuencias catastróficas —. Ahora, si los sostienen con la mano derecha y los rompen con o sin intención, la desgracia será desatada sobre toda su familia por infinitas generaciones, no habrá nada que los libro de esto. Su tarea consiste en llevarlos consigo hasta el final sanos y salvos, mientras que al mismo tiempo intentan librarse de cualquier obstáculo que se encuentren en el camino. ¿Entendido? Tres barcas que tenían lugar para una sola persona fueron acercándose poco a poco hasta la orilla. — Esta será la única ayuda que tendrán de mi parte, de aquí en adelante dependerá de ustedes —. En este ocasión él permanecería junto a ellas, quizás desde varios kilómetros detrás para seguir su proceso, pero nunca intervendría ni para salvarles la vida y de hacerlo las mandaría de regreso a sus casas. Para llegar a la pirámide debían primero atravesar el lago, seguido del bosque que tenía todas las particularidades de un laberinto casi imposible de atravesar, sumado a todos los peligros que incluía caminar por una zona de tan abundante vegetación que se hacía más evidente mientras más se adentraban. Pero como era de suponer, no iba a ser una tarea fácil y de eso ya se había encargado el propio Lawan. Mientras estuvieran cruzando el lago a mitad de camino se encontrarían con una serpiente marina de dos metros de largo, el animal volcaría sus barcas lanzándolas al agua y sujetándolas de las piernas con su cuerpo, las llevaría hacia abajo con la clara intención de ahogarlas. El único modo para librarse de la criatura, sería hacerle entender que no estaban allí para hacerle daño. Lo que no sabían es que el brillo de los ojos de la vara de cristal de Lawan no sólo les había dado los huevos, sino que también les había hecho olvidar parcialmente lo aprendido en el Bungaló, por lo que no tendrían esa fluidez verbal demostrada el día anterior; sería como empezar de nuevo. Si lograban liberarse de ese primer obstáculo y atravesar el lago, cada una se encontraría con un camino para ingresar al gran laberinto. En esta ocasión irían separadas, allí seguirían las indicaciones de las serpientes que se encontraran en el camino y aunque estas fueran verdaderas en gran medida, lo cierto es que las estaban llevando hacia un nido nada amigable de cobras donde resultarían envenenadas, pero ni el anillo anti-veneno ni los trucos les servirían más que para controlar el dolor, pues el veneno era tan potente que iban a requerir sí o sí de un antídoto que sólo encontrarían si lograban escapar del nido y llegar al final del laberinto donde se levantaba la pirámide. El antídoto estaba en ''manos'' del basilisco que protegía la entrada, pero a cambio exigía los huevos que las tres traían. En ese punto era probable que las tres brujas llegaran al mismo tiempo o no, pero la cantidad no era relevante para convencer al gran rey de las serpientes. Si les entregaban los huevos podría ser que el basilisco se negara luego a entregar el antídoto, que consistía en una gota de veneno de uno de sus colmillos. Debían ser astutas y encontrar la manera de que el basilisco no faltara a su palabra, después de todo si partían los huevos ellas saldrían perdiendo y si mataban al basilisco, también, pues el veneno-antídoto sólo servía si el animal estaba vivo. — ¡Espero que se sepan una buena historia! A los basiliscos les encantan —gritó Lawan como último consejo y ellas pensarían que les estaría tomando el pelo. Las serpientes que habían llevado a su residencia y eran propiedad de las brujas podrían acompañarlas y ayudarlas.
  11. Lawan observó o más bien escuchó atento todo cuanto pasaba dentro de su vivienda, pues sólo él tenía la capacidad para saber lo que decían cada una de las serpientes y escuchar cada uno de sus pensamientos sin perderse. Wootang estaba imparcial, como siempre, pero pronto, al igual que los demás, se entretuvo mirando los movimientos de las serpientes de Amya y al rato estaba también moviendo su cola para imitarlas. El Arcano sonrió. De vez en cuando le gustaba que entretuvieran a sus serpientes para mantenerlas felices, además de que eso le había dado más tiempo para seguir pescando. «Es suficiente» siseó, haciendo que la boa se apartara de la puerta para dejarlas salir. «Debo decir que ha dado un buen espectáculo, así que a cambio de dejarla tomar la clase, le pediré que venga una vez al mes a darnos un show y puede venir acompañada si así lo desea». Se podría pensar que Lawan no hablaba en serio, pero sus palabras no sonaron así. «Dicen estar preparadas para la prueba, pero antes una enseñanza más. Las serpientes, si bien son criaturas muy difíciles de controlar, si llegaran a tener una conexión tan fuerte como yo la tengo con las mías, les obedecerá únicamente a ustedes. Esto quiere decir que si la serpiente de Taurogirl le obedece sólo a ella, Sagitas, a pesar de dominar el idioma, no podrá más que intercambiar algunas palabras con ella, pero nunca controlarla. Eso explicaría por qué al inicio Wootang no hizo caso cuando le pediste soltar a Amya» explicó «Aunque claro, yo sí podría controlarlas todas, pero ese soy yo»agregó con una sonrisa de medio lado. — Ahora acérquense únicamente con las serpientes que trajeron —dijo cambiando al idioma normal. La varita de Lawan pronto fue cambiando de forma, estirándose por todo su antebrazo hasta convertirse en una serpiente cuya cabeza se asomaba por encima de la muñeca —Una vez más les pregunto, ¿están listas para enfrentar la prueba? —como estaba convencido de que las tres dirían que sí, los ojos de la serpiente de su vara de cristal se iluminaron, dejando todo alrededor como un rayo de luz tan potente que no les permitía ver donde estaban o a donde estaban siendo transportados.
  12. Fue Wootang quién lo despertó. —¿Qué, qué? —el somnoliento Lawan se resistía a despegar el ojo para poder seguir con su plácido sueño, pero cuando la boa vio que esto no iba a funcionar se acostó sobre él, descargando todo su peso en el vientre del Arcano que al no querer morir aplastado no le quedó más remedio que levantarse. «Ya estan aquí», le indicó Wootang. — ¿Tan rápido? Qué fastidio —Lawan de verdad creyó que no volverían, que mientras estuvieran en sus hogares se lo pensarían, pero nunca había conocido estudiantes tan testarudas e insistentes como esas tres. Bostezó desperezándose, subió un poco su Nón Lá destapándose los ojos y miró alrededor. Tenía tantas cosa que hacer, tanto que ordenar que entonces se le ocurrió algo. — Wootang, ve allá y diles que entren a mi casa, luego les cierras la puerta y no las dejas salir hasta que todo esté medianamente limpio. Su siguiente desafío será hacerte reír o encontrar otro modo para que las dejes salir. Quiero que usen a sus propias serpientes para persuadir al resto. Cuando la boa se marchó, Lawan se dispuso a ir al río para capturar algunos peces con sus pripias manos. La gigantesca serpiente se apareció frente a las tres mujeres, apenas mirándolas, como si no le importaran, como si fueran poca cosa delante de el. «Las está esperando dentro de su casa». Una vez entraran, Wootang cerraría la puerta con su cola y se quedaría allí erguida para que ninguna se atreviera a pasar. Sus ojos brillaron con malicia y nada podía ser peor para ellas que varias serpientes con hambre. Cuando Lawan hubo terminado de pescar para alimentar a sus pequeñas cachorritas, caminó de regreso al Bungaló y afuera las esperó. «¿Estarán preparadas para la prueba?» siseó y las serpientes que estaban adentro con ellas también dijeron lo mismo.
  13. Las tres brujas lo habían hecho espléndido, la mismas serpientes se lo decían y es que Lawan nunca las dejó de observar, pues en cada rincón de su morada se ocultaba una serpiente que las vigilaba de cerca y le comentaba todos los aciertos y desaciertos que tuvieron en el camino, pero lo que más le soprendía es que pese a la dificultad ellas seguían allí, dispuestas a hacer lo necesario para ganarse el respeto de una criatura que probablemente no dudaría en burlarse de ellas o engañarlas. Para su pregunta no había una respuesta única, cada experiencia era diferente y nada podía ser más diferente que la personalidad de aquellas tres mujeres. Si algo sabían hacer las criaturas en general, pero en especial las serpientes, era oler el miedo de las personas y aprovecharse de sus debilidades. Que Sagitas pudiera hablar en pársel cuando no lo estaba pensando tenía sentido, ya que de alguna manera entre toda su habladuría había podido encontrar la forma de superar esos pensamientos y reemplazarlos por uno nuevo; Amya por su lado estuvo un poco más llena de tropiezos y a lo que se refería con ''suerte'' en realidad era al talento innato que algunos poseían y sólo debían explotar; finalmente Tauro debía aprender a controlar sus emociones y no volverse tan dependiente de ellas, o al menos aprender a usar las correctas. — Mejorarán con el tiempo, hoy han logrado un gran avance —dijo finalmente el Arcano — No intenten imitar el método que empleó la otra para mejorar, deben entender que cada quién tiene su propio camino y yo no voy a ser quién les diga que deben aprender a base de copias. Con esto no estoy diciendo que compartir las experiencias que cada una ha tenido sea malo, para nada, tan sólo quiero que no se desvíen de lo que cada una ha estado haciendo por separado. «Chong Duy, Hyuna y Symmetra, vengan aquí» siseó a las tres serpientes encargadas de dirigir la caminata. Para ese punto estaba segura que las tres le habían entendido. A partir de allí les hablaría únicamente en pársel, esperando que entendieran la mayoría de cosas que les decía «Han hecho muy buen trabajo» agregó, y como de costumbre les acarició la cabeza, dejando que se perdieran entre el bungaló. «Quiero que mañana vengan muy temprano, apenas salga el sol. No estaré aquí, por lo que deberán preguntar a alguna serpiente donde me encuentro, pero antes de marcharse...» se les notaba el cansancio, se notaba que deseaban marcharse realmente, pero Lawan no era ningún vampiro benevolente, así que les dejaría algo con lo que ocuparse mientras él se dedicaba a descansar «Las tres serpientes que han sacado del río irán con ustedes, por lo que deberán cuidarlas y ver que están bien. Espero que tengan un buen estanque en casa y las alimenten, les encanta la sopa y el postre de maracuyá, pero no intenten darles peces, hoy están especialmente están cansadas y las podrían morder». «Pero no, no solo quiero que sean sus niñeras. Sé que todas tienen alguna serpiente en casa, quiero que practiquen con ellas y las traigan aquí mañana junto con las demás. Y no, no puedes traer al basilisco» dijo especialmente a Sagitas «No tengo espacio para uno de ellos en estos momentos» casi podía decirse que su mirada escondía cierto brillo malicioso al que no le dio ninguna importancia. — Pueden irse, mañana les haré una pregunta muy importante —dijo, esta vez usando el lenguaje propio de los humanos —Quiero ver qué pueden lograr hacer con sus propias serpientes. ¡Si logran hacer un show propio de un circo tendrán puntos extras! —en realidad sólo quería divertirse imaginando lo que podrían llegar a hacer. Dicho eso les dio la espalda y caminó hacia su recinto, donde otro bowl de arroz estaría esperando a ser deborado. Al día siguiente Lawan estaría acostado de espaldas en la orilla del río junto con su caña de pescar y su Nón Lá cubriéndole los ojos para que el sol no interrumpiera su sueño.
  14. Lawan no podía dejar de observar por el rabillo del ojo lo que hacían sus pupilas mientras disimulaba un exagerado interés por el recipiente vacío. Sabía que no sería difícil para ninguna de ellas lograrlo en el primer intento, pero verlas esforzarse tanto era algo que lo entretenía, por eso cuando la desmayada por fin despertó, no dudó en mandar su tercera serpiente hacia ella, llamada Chong Duy. Al menos así había encontrado una forma de hacerlas callar, tal como a un niño, dándoles un juguete con el cual entretenerse por las próximas 2 horas hasta que se hubiesen cansado y marchado a dormir. Ninguna de sus serpientes cederían tan fácilmente, no si no veían que de verdad se esforzaban, que las respetaban y entendían que no eran sus esclavas y a diferencia de los juguetes para niños, ellas podían morder y envenenar en un santiamén. — SI se siguen tardando no podrán encontrar a ninguna serpiente del río, ellas suelen ocultarse junto con el sol, así que apresúrense —para ese momento habían hecho un gran avance todas y tan sólo una de ellas, la de cabello azul, partió luego de que les diera la advertencia. Cuando el resto se hubo marchado, Wootang se acercó a Lawan y le susurró algo al oído. «Ya pronto estarán listas, mi querida Wootang y la tranquilidad volverá a nuestra morada. No me gusta que nos molesten, pero debíamos venir aquí. Quizás hasta les haga un favor y dejen de ser simples personas que vienen a robar el aire de la naturaleza». Ahora que estaban solos podía hablar con mucha tranquilidad, era el único modo de que no los escucharan. — Por fin veo que han regresado. Con lo oscuro que está no nos dará tiempo para seguir con la clase, por lo que las esperaré mañana por la mañana, pero antes, quiero que me digan que aprendieron y qué les enseñó todo esto. Mañana hablaremos de lo que les han contado estas pequeñitas.
  15. A pesar de no soportar a las personas, Lawan era un hombre paciente y sabía escuchar, por eso cuando la primera de ellas habló guardó silencio y no la interrumpió, dejando que la segunda explicara su historia. Le llamaba mucho la atención que la de cabello morado pudiera lograr por sí misma ese tipo de comunicación, aunque por lo que contaba creía que eran visiones. Lawan sonrió para sus adentros, pensando que si las cosas salían bien, pronto la bruja sería consciente de sus conversaciones con las serpientes sin dudar de su habilidad. Era más fácil nacer con un don y desarrollarlo a lo largo de los años, tener en la sangre esa habilidad aumentaba las posibilidades de dominarla a la perfección y si tenías un buen maestro que te ayudara, tal como le había ocurrido a él, el camino al éxito sería inevitable. — Sus experiencias me demuestran que en ustedes hay algo de talento —empezó a decir. La mujer que había encadenado aun no se recuperaba del todo, por lo que decidió darle un poco más de tiempo para que se sumara a la platica —Me sorprende que tú, Sagitas, hayas logrado tanto por ti misma, pero eso también puede deberse a que al pasar tanto tiempo cerca de estas criaturas te lleva a crear una conexión tan fuerte hasta el punto de que logran entenderse. Lo mismo pasa contigo, Taurogirl, aunque en tu caso fue una situación de peligro la que activó tus mecanismos de defensa —guardó silencio. El Arcano se tomó unos minutos para meditar lo que había dicho, pensando la manera en cómo podía terminar de desarrollar las habilidades de sus pupilas a partir de sus debilidades. — Sin embargo, —continuó diciendo, como si nunca se hubiese detenido —, no es suficiente. Por un lado, Taurogirl, tienes que aprender a hablarle a las serpientes sin estar en ninguna situación de peligro y Sagitas a aquellas con las cuales no tengas ninguna relación. No todas son amigables y aunque hables su lengua te pueden saltar al cuello y morderte —al decir esto, Wootang empezó a sisear inquieta. El viejo tomó asiento. — Ellas son Hyuna y Symmetra, ambas son venenosas y están acostumbradas a mí únicamente —Lawan tenía sus manías, por lo que acostumbraba a acariciarles la cabeza cada vez que se dirigía a alguna de sus serpientes y a darles un beso. Al fin y al cabo ellas eran como sus hijas. — Vamos afuera... Si pudiera ayudar a su hermana, quizás el aire fresco la ayude a volver en sí —en ningún momento movió un dedo por ayudarla, si la bruja no era capaz de recuperarse de un simple golpe, la mandaría a la enfermería luego de terminar y no la dejaría regresar. El vietnamita fue el primero en salir, disfrutaba mucho pasar su tiempo allí, rodeado de los árboles y de sus serpientes. — Hace un momento les pregunté qué aspectos debían tener en cuenta para comunicarse con ellas y lo cierto es que no hay un manual, ustedes mismas lo averiguarán y empezarán ahora mismo —Hyuna fue hacia donde Tauro se encontraba y se puso enfrente, siendo imitada por Symmetra que se situó frente a Sagitas; una tercera serpiente estaría esperando por Amya —Su tarea consiste en ganarse la confianza de estos maravillosos ejemplares, ambas venenosas, por lo que si no las tratan bien, no dudará en morderlas —dijo despreocupado, aunque dejando en claro que no mentía —Una vez lo hagan, les pedirán que las lleven hacia el río que se encuentra cerca de aquí, donde encontrarán serpientes acuáticas y con ellas quiero que hagan algo muy especial. Quiero que estas les cuenten alguna historia, una pequeña, o una simple pregunta que les diga cómo es su estancia aquí. No es necesario que entiendan todo, pero si quiero que al menos logren entender algunas palabras, ellas me dirán si lo que dicen es cierto, así que no se olviden de hacer que las acompañen de regreso hasta aquí. Lawan quería que dejaran atrás las situaciones por las que normalmente lograban entenderlas y hacerse entender, quería que su comunicación no fuera forzada, sino que surgiera de forma muy natural como para alguien que manejaba muy bien la habilidad. Sabía que no conseguirían ese nivel de confianza de inmediato, pero por lo menos un gran esfuerzo de su parte haría que completaran aquella pequeña tarea sin demasiados contratiempos. — No está demás decirles que no quiero que ninguna salga lastimada, ninguna de mis serpientes. ¿Está claro? —su semblante se puso más serio y amenazador, pues no dudaría en hacer que su boa se las tragara enteras si eso llegaba a ocurrir. En lo que las brujas regresaban, Lawan tomó el cuenco de arroz con apenas unos granos y se los fue comiendo uno a uno, con toda la lentitud del mundo, sentado de piernas cruzadas sobre el escalón de su vivienda.
  16. Lawan no se mostraba para nada contento con la actitud de ninguna de las dos brujas, sin embargo, recurrió a toda la tranquilidad que guardaba muy dentro de su ser para no perder los estribos y dejó que hicieran lo que quisieran simplemente para probar lo que ya sabía. Error. Lo que la bruja del cabello morado pretendía hacer con su boa constrictor era un acto lamentable, empezando porque la criatura le era fiel únicamente a él y sólo seguía sus órdenes, además de que recién habían empezado y no sabían siquiera pronunciar las palabras correctas, o más bien los silbidos correctos. «No te muevas» el siseo fue casi que imperceptible. Wootang, la boa, ignoró la orden de Sagitas de inmediato y siguió cerca del rostro de Amya que aun seguía atada a las cadenas. Bastó un sólo movimiento del Arcano para que las caderas desaparecieran dejando libre a la prisionera, que cayó estrepitosamente al suelo. — Espero que ahora sí hayas aprendido la lección y esto va para usted también —dijo tranquilamente. —Puede atender a su amiga mientras yo termino de comerme esto —en ese instante alguien llamó a la puerta. Lawan dejando a un lado el cuenco de arroz sin terminar y fue a ver quién era. — ¿Quién es y a qué ha venido aquí? —la mujer de cabellos azules (¿es que acaso era una nueva moda ir por ahí con los pelos pintados?) que respondía al nombre de Tauro, le explicó que estaba allí debido a que era su nueva aprendiz y sólo así la dejó entrar. Él ni se molestó en explicar el escenario que había adentro. — En vista de que creo que nadie más va a llegar, me presento nuevamente. Mi nombre es Lawan Nguyen Thanh, pueden utilizar cualquiera de los nombres, sólo asegúrense de pronunciarlo bien, de lo contrario díganme Arcano —explicó con seriedad —Hace poco he sido testigo de un débil intento por dominar a Wootang, pero les falta todo un largo camino por recorrer si quieren evitar que al menos los devore de un solo bocado —y para nada estaba bromeando. — Antes deben tener muy en cuenta que las serpientes son criaturas delicadas, no les gusta que las manden ni les ordenen hacer cosas, por eso la clave para una buena comunicación es ganarse su respeto. Sí, así tal cual lo hacen con un Hipogrifo, eso para empezar. Una vez superen todas mis pruebas no necesitarán de todo este procedimiento, pues ellas sabrán su poder y les será fácil comunicarse con ellas. Sólo recuerden, una cosa es que ellas los entiendan y otra que ustedes las entiendan, además de que difícilmente podrán ordenarles como si fueran sus sirvientes. »Ahora díganme, ¿alguna ha tenido una previa experiencia con las serpientes? Muchas veces creemos que nos entienden y puede que sea así y quiénes lo experimentan tienen más posibilidades de convertirse en Hablantes de Parsel. Sin embargo, no es el único determinante —en ese momento la Boa dejó en paz a Amya, se alejó y se ubicó alrededor de Lawan, permaneciendo enroscada en sus pies. Las otras dos serpientes que vigilaban a Sagitas, Hyuna y Symmetra, también se alejaron. — Y por último me gustaría saber si creen que existen aspectos básicos a tener en cuenta para comunicarnos con ellas. De ser así, ¿cuáles son? —Lawan no pretendía ser un típico profesor común y corriente, pero antes de avanzar quería saber con qué tipo de personas estaba tratando; de ninguna manera perdería el tiempo con ninguna de ellas.
  17. El Arcano Lawan era un hombre paciente. Es un don que se adquiere con el tiempo y la convivencia con las serpientes, los animales más leales que él nunca había conocido. Sin embargo, mantener ese estado le estaba costando ante las dos alumnas que habían invadido su espacio personal. El vietnamita había logrado mantener su forma de ser, silenciosa, tranquila, solitaria, dentro del espacio que le habían permitido construirse en el recinto universitario, una vivienda que le recordaba su aldea natal. Sus únicos compañeros, las serpientes que le acompañaban a todas partes. Su hábito relajante, la pesca que practicaba en el río artificial en el pequeño oasis de árboles que le proporcionaban una sombra agradable. Sabía que tendría que sacrificar mucho ante la obligación que había aceptado de enseñar la Habilidad a los magos y brujas que quisieran aprender de él. ¿En verdad pensaban esas dos muchachas que estaban preparadas para conseguir Hablar Parsel? Tuvo que adentrarse mucho en su interior para no explotar ante las dos mujeres que, intuía, tenían una cuestión personal que las enfrentaba. Pudo encontrar la paz interior a la que aferrarse antes de aplacar el escándalo que estaban haciendo en su casa. ¡Si parecían mil moscardones parlantes que le rondaban sin dejarle descansar! Hizo una inspiración profunda antes de levantar la mano derecha, imponiendo silencio a ambas féminas. - Los Dioses me ponen a prueba con dos pupilos tan poco dignos. Hablar era algo a lo que no estaba acostumbrado. El Arcano disfrutaba siempre de un agradable silencio y de una tranquilidad que estabilizaba su paz interior. Conocía lo que podía hacer si perdía los estribos, algo que hacía mucho que no sucedía; algo que podía estallar en cualquier momento si no lograba acallar a aquellas dos mujeres. - Hacéis tanto ruido que se os podría oír desde la jungla más profunda y acertaros a distancia. Sus frases eran cortas y precisas. No había necesitado nunca pronunciar grandes parrafadas; esto, sin embargo, debía cambiar si quería que estas dos alumnas llegaran, como mínimo, a superar las pruebas de acceso a la Gran Pirámide. - Pido silencio - No estaba en su naturaleza el pedir las cosas por favor. Era el Arcano y exigía respeto y atención a sus cuidadas palabras. - Si queréis libraros de vuestras incómodas situaciones, preguntarles a ellas. Habéis venido a aprender la Respetable Habilidad de Hablar Parsel. Empezar a hacerlo. Se sentó en el único escalón de acceso al bungalow, con un cuenco de arroz blanco, sin mirarlas, como si su única preocupación fuera comer los granitos blancos que cogía con los o-hashi, los palillos de madera que requerían una pericia especial para su manejo. Les dio expresamente la espalda. Los occidentales eran una raza extraña para él, no entendían las señales que la propia naturaleza le indicaba, los indicios de los animales, las normas básicas de comportamiento con las serpientes. Por lo que había entendido, las dos mujeres estaban enfadadas por una lagartija... Negó varias veces con la cabeza. No estaban preparadas ni por asomo. No les hacía falta verlas para notar que ambas tenían un carácter especial, demasiado orgullosas para ayudarse entre ellas. - Hablar con las serpientes, que se conviertan en vuestras compañeras. Pedirles opinión. - Se lo pensó un momento antes de añadir algo más. - Ellas son más inteligentes que vosotras dos juntas. Preguntarles como salir de vuestra situación. Y, por favor, preguntarle cómo se pronuncia bien mi nombre. Después siguió comiendo en silencio, a la espera de que sus palabras iniciaran un cambio en la postura de las mujeres o tendría que ser más contundente. ¡No se llamaba Taiwan ni Wantán! El poco respeto por el nombre que le acompañaba a su condición de Arcano le ofendía. Cuando se ofendía, perdía la compostura y la paciencia que le caracterizaban; las consecuencias para sus pupilos no solían ser positivas. Y eso no le convenía, si quería seguir respetando las normas impuestas por los Directores del Ateneo.
  18. Lawan bajo la mirada hacia su té suspirando resignado, cuando de pronto una nueva mujer apareció en su sala. La cual empezó a hablar ignorando al anciano, Lawan volvió a suspirar y dar un sorbo a su té mientras hizo un movimiento con la mano derecha. La mujer de cabello morado tropezó y cayó de bruces sobre el suelo donde, un par de serpientes más la amenazaron los ingleses llamaban aquel hechizo zancadilla por algo. El hombre aun con su misma expresión miro fijamente a la mujer que se encontraba encadenada. Movió sus dedos una vez más, Lawan no solo era el arcano de los hablantes sino que también era un poderoso mago y muy hábil en el campo de las transformaciones, cerrando la boca de Amya de una sola vez con ayuda de su magia y apretando un poco más las cadenas que sostenían las manos de la mujer. -Usted parece más tranquila que su molesta amiga.- Dejando la varita de Amya sobre la mesa, para dar un nuevo sorbo. Lawan no era tan amable como lo eran otros arcanos quizá por eso vivía rodeado solo de serpientes, no soportaba a ese tipo de personas. -Primera regla, aquí nadie grita. – Lanzándole una fulminante mirada a la que se encontraba en el suelo, y después a Amya la cual no podía hacer ningún ruido. – Están en mi territorio y yo mando por aquí. – - Lo que significa que no es libre de nada señora, que modales son esos. – Lawan suspiro, había conocido humanos revoltosos y molestos, pero nunca se había topado con una mujer tan grosera Wootang la serpiente del vietnamita tenía un semblante divertido en sus ojos ambarinos, como si se estuviera riendo. – Seria tan amable de sentarse conmigo y explicarme la situación.- La voz del arcano era tranquila y sus palabras se dirigían a Sagitas la cual estaba amenazada por Symmetra y Hyuna, dos de sus cobras más venenosas. Las serpientes cerraron la boca y se alejaron un poco, parecía que estaban permitiendo que la mujer de cabello purpura se acercara a la mesa enana y se sentara en el piso. -Recuerde que se encuentra en mis aposentos, así que muestre un poco de esa educación europea y no grite, a menos que quiera terminar como su amiga. – El tono de voz de Lawan era serio y siseo algo hacia Wootang. - ¿Por qué no utilizo la puerta como todos los mortales? – Pregunto el anciano señalando la puerta de madera que comunicaba ese lugar y la universidad. – ¿Quién es usted, y que vino a buscar a mi vivienda? – Las dos serpientes restantes se acercaron a la espalda de Sagitas mostrando sus colmillos mientras la Alder seguía moviéndose y gimiendo en silencio sin poder salir de su prisión de cadenas. Las mujeres habian conseguido una terrible primera impresión por parte del anciano hombre.
  19. Movió su cabeza con curiosidad al notar a la bruja salir del portal, Lawan no era precisamente un mago muy animado, en realidad podría decirse que era demasiado serio pero una tenue sonrisa se dibujó en su rostro, podría ser un poderoso hechicero pero aun no dominaba ese carácter de humanidad que algunos de sus alumnos entre ellos Catherine presumían. El arcano cerro los ojos, bajo la cabeza e hizo una formal reverencia, mostraba su respeto a su alumna, algo que solo hacía con los que lograban salir del portal. Me alegro de volver a verte en este mundo.- El anciano se levantó. – Demostraste que eres capaz de superar las pruebas físicas más duras tu sola, y afrontar al portal. – El hombre hizo un ademan con la mano derecha donde se encontraba su anillo plateado. – El portal te juzgo, y juzgo bien.- Levanto su varita de cristal sincronizando su anillo con el de Catherine, un aura celeste giro al contorno de la mano de su alumna, y esta transmuto el anillo, haciendo que la piedra que poseía adquiera un color rojizo. – Nuestros anillos están ahora conectados, con esto me complace decir. – El anciano respiro. – Catherine, felicidades por adquirir el aro de la habilidad. – Lawan había susurrado todo en Pársel, para Catherine ya no debería presentar ninguna duda, ella ya era una hablante desde hacía años, pero ese día había sido juzgada por lo mismo. -Felicidades nuevamente, estoy agradecido con tu sabiduría.- El anciano giro y sonrió. Apunto con la mano la salida del lugar y camino hacia allá. – Nos volveremos a ver, eso espero y cuida bien a Zoe- Cuando el viejo desaparecía, se encontraba bastante satisfecho Catherine había sido una alumna memorable.
  20. Lawan miro con detenimiento el anillo en su mano. Podía casi ver a la enorme serpiente alada, un extraño juego del portal para su alumna. En el tiempo que había compartido con Catherine había descubierto que era una mujer con una visión muy particular de las cosas, aquella misma mujer que había aceptado el castigo por llegar aquel día sin aviso. Solo habían transcurrido unos días y Lawan podía sentir que la mujer había cambiado, al menos en la sintió más relajada, era una bruja excepcional. El vietnamita cerro sus ojos, Catherine Stark sería un nombre que recordaría por muchos años, una bruja que había trabajado mucho y que estaba muy cerca de vencer el juicio del portal. Podía sentirlo, casi en sus huesos, ella saldría pronto por aquella puerta. Lawan espero. Siseo lentamente a Zoe que lo acompañaba esperando a Catherine, estaba bastante agradecido con aquella serpiente, tanto Catherine como ella habían madurado un poco bajo su tutela. - No debe tardar.- Lawan le sonrió y sus dientes amarillentos se hicieron presentes.
  21. Las serpientes miraban con curiosidad a la mujer, entre los susurros se escuchaba la palabra “intruso” pero ninguna se movía, conocían las reglas y respetaban las normas impuestas por el viejo hombre, y la primera de todas las reglas, no matar humanos hasta que Lawan lo permita. Una gran serpiente se le planto enfrente del rostro a la mujer, la cual no dejaba de gritar. Siseo algo y se lanzó sobre su cuerpo, haciéndola perder el equilibrio. Wootang era una boa de 5 metros y casi 250 kilos, así que fue una tarea fácil para ella derribar a la mujer. Casi instantáneamente una vez que la mujer callo sobre el piso, las demás víboras se abalanzaron sobre la víctima, si la mujer deseaba gritar, las serpientes le enseñarían que debería mantener silencio. Todo termino en la oscuridad. -- -Lawan laoshi, la intrusa ya despertó.- Siseo una serpiente de coral, cuando Amya abrió los ojos. El bungaló de Lawan era el escenario, la mujer estaba atada con un par de grilletes de metal sobre sus manos y sus piernas inmovilizandola por completo, mientras colgaba de una viga del techo. A unos metros, sentado en el suelo, enfrente de una pequeña mesa enana, un pequeño viejo tomaba té plácidamente en un cunco y analizaba con detenimiento una varita de madera, exactamente analizaba la varita de aquella mujer . -Primero, aquí, nadie grita. – Dándole un sorbo a su te, ignorando que había secuestrado a la mujer y la tenía como prisionera en su propia sala. – Es de mala educación gritar, y sobretodo invadir la propiedad privada. – La voz serena del asiático era calmada, no era la primera vez que recibía alumnos de esa forma. Los enormes colmillos de Wootang, la serpiente que se había encargado de darle la bienvenida estaban a solo centímetros del rostro de la mujer. – Entonces, sin gritar. – Dio otro sorbo a su cuenco, Lawan se encontraba siempre tan tranquilo. - ¿Quién eres? ¿Y qué buscas aquí?
  22. Lawan miraba con detenimiento el Ouroborus en el suelo su mirada se había clavado en la serpiente tallada cuando una voz familiar lo distrajo de sus pensamientos. Estaba un poco preocupado por Wootang, la serpiente podia ser algo testaruda y no quería ir a buscar un cuerpo con ella, por si algo llegaba a salir mal, pero sus ojos sonrieron: Catherine por fin había llegado. Hizo una pequeña inclinación, sabía que Catherine acababa de llegar de una tarea difícil. – La primera parte, pone a prueba tu sentido de supervivencia y sirve para fortalecer los lazos.- Acercandose a la mujer Apuntando con la vara del portal dentro de la habitación de los siete portales, donde el símbolo de los hablantes de Pársel se hacía presente. – Como sabes, la parte final se acerca, el juicio del portal. Tras esa puerta se encuentra el reto final Yo no controlo al portal y sus pruebas, la encargada de esto eres tú. – Mirándola a los ojos, para extender su varita. Dibujando un círculo en el aire, un destello verdoso rodeo el círculo imaginario creando un aro de luz, el que fue encogiéndose hasta alcanzar un tamaño de unos centímetros de diámetro. – El anillo del aprendiz, este anillo será parte clave de tu desempeño en este camino. -Atraviesa el portal.- Usando la vara para que las puertas donde el símbolo se abrieran lentamente, mostrando una oscuridad azabache. –Es mi deber como Arcano de los hablantes de Pársel, preguntante finalmente si deseas enfrentar la prueba. Entonces, Catherine Stark, ¿Deseas enfrentar la prueba de los hablantes?- - Toma el anillo, este artefacto te mantendrá conectada a este lugar y con mi anillo. – Mostrándole el anillo en sus arrugados y delgados dedos. – La prueba puede ser en esta época, puede llevarte al pasado, al futuro, alguna pesadilla, una fantasía o incluso un deseo, eso depende de como te juzgara el portal. – El anciano abrió las puertas, era la última parada de tan ostentoso viaje en los hablantes para la mujer.
  23. Lawan miraba el cielo en silencio, la mañana transcurría lentamente y con ella las horas. El hombre tenía confianza plena en su alumna, sabría qué era lo suficientemente hábil para darse cuenta del veneno en los remos, así que ese no sería problema. Lo que realmente le preocupaba era el poner a Wootang de guardián, la boa no era precisamente una serpiente amable, todo lo contrario quizá por eso lo eligió, sabía que para que Catherine pudiera convencerlo tendría que usar todos sus trucos, una serpiente gruñona y déspota, pero asi como era la personalidad de Wootang, entre los humanos, mago o muggles existían personas iguales. Lawan suspiro bajando su mirada sobre su huesuda mano derecha, podía observar el laberinto de setas, allí se desarrollaría la última parte del recorrido. El sol aun no llegaba al punto más alto del cielo el anciano seguía esperando en la entrada del salón donde se desarrollaría la prueba final. Era un hombre paciente sabría esperar a Catherine terminara el recorrido, pero una vez más Wootang apareció en su mente. –Ojala le muestre el camino correcto. – Se escuchó decir entre los muros, mientras daba media vuelta y entraba al salón, quería estar listo para cuando su alumna apareciera.
  24. Con los ojos cerrados y encorvado sobre el borde del estanque que se encontraba en sus aposentos, Lawan dormía a la sombra de un árbol. Al final de cuentas era un anciano y no era tan fuerte como aparentaba, al menos para sus alumnos existía una brecha dimensional entre sus poderes y los de Lawan pero los años ya le pesaban. El agradable clima del lugar y la cálida sombra habían derribado al viejo el hombre el cual descansaba tranquilo. Muy mundano para ser un respetado arcano, quizá pero Lawan sobretodo era humilde y no le molestaba mostrar su humanidad, o lo que quedaba de ella. -Lawan laoshi.- Un siseó lento interrumpió la paz de aquel lugar, aguzando el oído se podía escuchar claramente que el recinto estaba lleno de estos siseos, más de treinta especies de serpientes habitaban con el anciano, el cual abrió un ojo lentamente. -La directora Anne, aviso que vendría un alumno. – Una pequeña serpiente amarilla se acercó al hombre, sus silbidos retumbaban claramente dentro de la cabeza del anciano. Un par de serpientes más se acercaban para enterarse de primera mano quien sería el invitado. -No estoy dormido. – Siseo el hablante, Lawan vivía en paz con sus serpientes por lo que era muy raro que no hablara en Pársel cuando se encontraba solo. Algunas rieron por las palabras del viejo el cual claramente acababa de despertar. Aun sin abrir los ojos, y recostado al lado del árbol, Lawan señalo con su enorme vara de cristal el cielo. – Díganle a Wootang, que si llega alguien lo reciba. – La enorme boa llamada Wootang no solo era la más grande de todos los amigos del arcano, si no que el más fuerte y el del peor carácter. El anciano se arrastró como pudo al borde del estanque y se lavó la cara con la cristalina agua. Hacía tiempo que no tenía visitas.
  25. Se alzaba con la mirada altiva, fiera y peligrosa. Wootang siseaba el nombre de Catherine. El arcano había elegido a la boa como guardiana de la entrada del laberinto de setas, sabía que el último encuentro entre ellos dos había sido tenso, por lo que Wootang sería el perfecto guardián, intentaría sabotear a Catherine. Lawan miraba el cielo tranquilamente, imaginando figuras con las nubes la prueba apenas tenía unas horas de haber iniciado. Confiaba en la alumna sabía que ella habría descubierto el envenenamiento, y que con ayuda de la pequeña coral, sería capaz de construir un bezoar. Muchos magos estaban tan acostumbrados a usar su magia para todo, que un poco de trabajo duro con sus propias manos resultaba un castigo enorme para algunos. El vietnamita anciano confiaba que no fuera el caso de Catherine. El único problema real que Catherne afrontaría sería la mala actitud de Wootang, la boa de casi 3.5 metros de largo sentía un extraño desprecio por la mujer; Lawan ni siquiera entendía el por que del oído del reptil. Convencer a la serpiente que la dejara entrar al laberinto y que le regresara sus pertenencias era una tarea difícil. ¿Qué haría la Stark en esa situación? No podía dejarse vencer por la mala actitud de una serpiente. Catherine necesitaría usar sus poderes de convencimiento para doblegar a la serpiente la cual estaba armada de un fuerte cuerpo y un par de peligrosos colmillos.

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