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Lawan Nguyen Thanh

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Todo lo publicado por Lawan Nguyen Thanh

  1. El Arcano era paciente pero no condescendiente. Por ello, que una de las alumnas cuestionara tanto la orden recibida le causó cierto desazón que se tradujo en un gesto de rechazo en el rostro del Vietnamita. La Vampira estaba siendo demasiado preguntona. Lawan no estaba acostumbrado a que le cuestionaran. A pesar de ello, sólo arrugó levemente el entrecejo y observó a la mujer, quien llevó el recipiente en sus labios. Su compañera accedió a beber sin tantos aspavientos aunque se quejó del sabor del líquido que tragaba. Cerca, se oyó el crujido de la madera al pasar algo cerca de allá, murmurando palabras contra las mujeres por su atrevimiento. Era el Basilisco, siempre cerca del Arcano, a quien protegía de cualquiera que le llevara la contraria. El Encantador de Serpientes chasqueó la lengua y le ordenó que no se acercara. Aún no... - Beber - volvió a ordenar sin pronunciar ahora ninguna palabra. - ¿Qué es? Un brebaje. ¿Para qué sirve? Lo sabrán enseguida. No hay discusión a mis órdenes si quiere seguir bajo mi techo, señorita. Lawan era educado y no añadió nada más que pudiera sonar embarazoso para las dos mujeres. Lawan también era un hombre muy independiente y no le gustaba aquello que sonaba a norma social. Era el profesor de las muchachas pero... ¿por qué debía esperar a su lado a que recordaran cuando podía pescar allá fuera? Él sabía que ambas entendían el parsel, a juzgar porque ninguna protestara aunque estuviera siseando y salivando al aire que las esperaba fuera, junto al río artificial, para disfrutar de la hermosa y apacible tarde. Cuando tuvieran lo que necesitaban, vendrían a él. Eso le comunicarían sus amigas las serpientes que habían quedado a su cuidado, las que le llamarían si algo se salía de lo habitual. Lawan sabía que, en este momento, cada una necesitaba de cierta intimidad para recordar su primer momento, que tal vez compartirían a la otra o tal vez no; eso dependería de su relación que, a simple vista, parecía cercana. Lo que era seguro es que, después, él les ayudaría a vincular ese recuerdo con el entendimiento y la relación franca que necesitaba un reptante para confiar en un humano. Sonrió a ambas. La señorita Gaunt fue la primera en reaccionar al recuerdo vivido. Le saludó con una inclinación cortés de condescendencia y complacencia mezcladas en el gesto. También la vampiro se recuperó de su propia experiencia. Si lo que había visto le sorprendió de alguna manera, no lo dejó entrever cuando la contempló en la convulsión que le producía... El Arcano sabía que su dolor no derivaba de saber que tenía la habilidad del Parsel desde jovenzuela sino porque eso había despertado experiencias conflictivas, más bien negativas, que ella creía que podría haber evitado. Lawan reconocía que ambas tenían un potencial fuerte que merecía la pena desatar. Recogió el sombrero típico de su país natal, una caña de pescar y un buen surtido de cebos y las abandonó allá, tal vez interpretaran que se iba sin preocuparse por ellas, aunque no era cierto. Después de lo vivido, seguro que a las dos les convenía un poco de paz en el exterior. ¿Y dónde mejor paz que pescando? Allá seguirían hablando con las serpientes. El Arcano había decidido que, al fin y al cabo, sí podría enseñarles algo.
  2. La búsqueda por las serpientes que debían acompañarlas a su bungalow continuaba para las brujas, observando desde la distancia Lawan permanecía casi inmóvil, excepto por la respiración paulatina que era a penas perceptible por el ligero movimiento de su pecho. Considerando, la posibilidad de ayudar a las mujeres con su misión, negó con lentitud, habían conseguido que al menos una de sus dos niñas accediera a dirigirlas por el Oasis, faltaba una... la que sin duda, siempre representaba un reto para todos los alumnos que inexplicablemente terminaban acercándose a ella. --Vengan... no se lo pongan más difícil a las mujeres. --siseó en voz casi tan baja que parecía un susurro pero que las víboras sin lugar a dudas comprenderían-- Tenemos que continuar con la lección.--añadió más para sí mismo, que para la boa que aún permanecía casi sobre sus pies. Mirando el interior de su vivienda, se encaminó hasta uno de los estantes y tomó entre sus manos un pequeño frasco con el contenido azul, el cual sin duda ayudaría a la siguiente fase de su aprendizaje. Si bien, inicialmente había tenido el interés de ayudar a Anne a vencer su fobia por las serpientes, parecía que la mujer lo estaba haciendo bastante bien sin su ayuda, por lo que confiaba en que no representará peligro alguno lo que estarían por hacer. En cuanto a Darla, la mujer había demostrado cierto respeto por las criaturas y no temor, sino, un tanto de desconcierto porque no tenía muy desarrollada su habilidad, por lo que tendrían que trabajar en ese momento para conseguir una mayor fluidez y reconocimiento de su poder interior para que todo fuese mucho más sencillo para la bruja en un futuro, si es que pretendía vincularse con la habilidad de manera exitosa. Colocando el líquido azul, en dos palanganas y posteriormente añadió un poco de leche de coco, consiguiendo que el color azul se transformara en un aqua que sin duda, pretendía emular cierto parecido con el fondo marino. Asimismo, la leche con sabor a coco, disfrutaba bastante bien el sabor del brebaje, permitiendo que fuese ingerido sin problemática alguna por las dos brujas que en ese momento, se encontraban dirigiéndose hasta su posición. --Es momento de continuar, espero que estén listas para lo siguiente --comenzó con su explicación, tomando asiento en una pequeña silla delante de la mesa--. ¿Lograron comunicarse con mis hijas? --soltó sin siquiera esperar-- Beban el brebaje. Sus últimas palabras, sin duda fueron una orden. El contenido de los recipientes, conseguiría que las féminas, entraran en un pequeño trance, en el cual les permitiría notar cuando había sido el momento exacto, en el que se habían dado cuenta que poseían el don de hablar la lengua de los bífedos, y de cómo se habían sentido en ese momento, para posteriormente, poder exteriorizarlo y tomarlo como punto de partida, así como la conexión que tenían con las criaturas, se acentuaría un poco más. Mirándolas, espero con un poco de impaciencia a que siguieran sus órdenes.
  3. Las observó a la distancia. No se había equivocado al mencionar que aquellas dos mujeres algo comprendían del vocablo del Pársel, o al menos al estar en contacto con cuanta serpiente había por sus rumbos mantenían cierta empatía. Aunque no demostraran total agrado, algo que tendría que variar un poco con el tiempo pues tamaña habilidad va ligada con la convivencia con aquellas criaturas, y si se quiere mantener como algo vigente tendrán que hacer uso de vez en cuando de ella. Pero eso será algo que cada una tendrá que evaluar para el futuro. Por el momento el arcano las deja moverse libres. Puede deducir que las demás serpientes las conducen hasta la zona más selvática, lugar del que varias han hecho su sitio favorito ya que les recuerda su lugar de origen, desde donde siguieran a Lawan. Es una zona peligrosa pero donde seguramente encontrarán a las dos que buscan. Tal como les ha mencionado convencerlas no será cosa sencilla. Ellas son juzgadoras y críticas, y solo se moverán para seguirlas si las consideran optimas aprendices. Ese será el parte que tomará para inculcarles sus conocimientos más profundos, los que seguramente ellas están deseando aprender con bastante ahínco. —Largui, no dejes que las más grandes les hagan daño...—Siseó hacia un costado en donde una boa constrictor estaba. —Pero tampoco debes dejarles el camino en bandeja. Lo mejor era también cuidarle un poco las espaldas. Ese sitio era peligroso y no todas eran siempre cooperadoras, con algo de suerte les tomaría alrededor de una media hora encontrar lo que buscaban y darles suficientes motivos como para que viniesen con ellas al encuentro del Arcano.
  4. Cualquiera diría que le habían comido la lengua las ratas, pero no, Lawan estuvo en silencio y siempre concentrado en lo que ambas aprendices hacían. Ciertamente aún no había decidido si valía la pena enseñarles; a Anne por su reconocido miedo hacia las serpientes y a Darla porque apenas la estaba conociendo y aún no podía juzgar sus ánimos. De modo que prefirió hacer un seguimiento silencioso, ver de que eran capaces. Por los menos decidieron moverse por sus terrenos un poco, aunque no lograban dar con ninguna de las serpientes que pululaban por el lugar. Las había de todo tipos, tamaños y colores. También con diferentes personalidades, tal cual cada individuo de las especie humana. Las observó de cerca pero sin emitir palabras por largos minutos. No era demasiado común que el Arcano tuviese esos lapsus, eso hasta que Potter Black pareció quedar ensimismada por algo. Fue claro que él lo escuchó a la perfección, y también logró identificar a quien pertenecía la voz. Tal vez no sería mala idea avanzar un poco más, ver hasta dónde lograrían llegar en el afán de dominar una habilidad tan complicada como lo es la lengua Pársel. Porque no se trata de solo hablar, hay que sentirlo. Se acercó a ambas mujeres. —Nailah y Hyuga son dos de mis pequeñas que habitan por aquí, y por lo general son algo reacias a la convivencia con quienes vienen a este sitio para tomar lecciones. Si hay algo que caracteriza a las serpientes es su carácter poco cooperador con otras especies, sobretodo si se sienten amenazadas o si ven a quien las enfrenta como una amenaza. —Advirtió. —He notado que ambas poseen cierta facultad para entender cuando les hablan, quizás puedan buscarlas y convencerlas de que vengan con ustedes a mi bungalow. Estaré al pie de las escaleras. Debo ser sincero, no son tarea fácil. Ciertamente esas dos eran pesos pesados. Si tanto Gaunt como Potter Black no conseguían comunicarles algo asertivo encontrarían poca respuesta por parte de ambas serpientes. Les daría un tiempo prudente para que lo consiguieran, tampoco sería tan estricto en este primer encuentro más decisivo.
  5. En general los arcanos estaban rodeados por un halo de misterio y misticismo únicos en la comunidad mágica, pero Lawan entre los suyos era especialmente reconocido como ermitaño al no salir mucho de sus humildes aposentos. Sin embargo, alguna que otra vez salía al Guardián del Lago, siendo la última, cuando había llevado a su alumna a buscar una seta mágica que la regresara a la normalidad, misión que había sido un fracaso. Pero en los últimos días el vampiro se encontraba pensativo por lo que en vez de quedarse fuera viendo como las aguas caían en forma de cascada del jarrón del gigante, se había decidido a entrar en las instalaciones secretas. No para ponerse a investigar o leer, sino para visitar la hermosa cueva cuyas aguas se tornaban de un color azul-verdoso y podían encontrarse unos seres inigualables: serpientes acuáticas. Para él, aquellas eran como las musas de entre las serpientes, tenían una gracilidad única que no tenían sus compañeras de tierra y unos colores vibrantes. En especial su favorita, una sumamente delgada de un color lila y ocre, parecía que danzara en las aguas del lago. Había sumergido sus piernas en el agua fría mientras mantenía una tranquila plática con sus hermanas marinas sobre temas filosóficos. Quizá, era lo que necesitaba para apaciguar el estrés que había tenido en el último tiempo y así poder retomar su trabajo en la universidad con tranquilidad. Cuando sintió sus inquietudes mermadas, Lawan salió del lago sin importarle que hubiera mojado parte de su Áo dài. Acariciando su anillo con el dedo pulgar de su mano pensó en que debería continuar con aquella investigación que había abandonado hace tanto tiempo por sus problemas personales. Ya que estaba allí, podría aprovechar para consultar unos cuantos códices. Llegando a una de las salas más grandes de aquella especie de templo subterráneo, no pasó desapercibida para él la presencia de Aailiah Sauda. —Buenos días –le dijo cortésmente a la tanzana mientras avanzaba por el lugar. Pero sus calculadores ojos se dieron cuenta al momento de la faltante. Si bien tenía tiempo de no haber pasado por allí, conocía el lugar muy bien y su memoria visual era bastante precisa. Prestando más atención, comenzó a sentir con su naturaleza vampírica, la baja respiración de la arcana que luego pasaba a un ritmo rápido, casi taquicárdico. Abrió los ojos como platos y la miró como esperando respuestas. —Sauda, no necesito entrar en tu mente para ver la desesperación que traes. ¿Qué ha pasado? –hace un momento de silencio para replantear su pregunta- Más bien… ¿Sabes quién ha hecho esto? Y esperaba que sí, más que nada porque si no… Tendrían que ir a buscar al resto.
  6. Lawan se había acostado en regazo del enorme basilisco que secretamente se guarecía entre la vegetación de aquel oasis y que pocos se imaginaban que por allí pululaba. Era un ser tranquilo generalmente (ya que no venían muchos visitantes) por lo que pocas veces extendía su cuerpo totalmente hacia adelante dejándose ver. Los magos se pensaban que los arcanos eran personas casi legendarias o divinas y que seguramente pasarían todas las horas del día practicando habilidades secretas, investigando o entrando en comunión con el planeta atisbando energías mágicas. Concretamente Lawan, popular era entre los estudiantes que solía estar pescando mientras… ¿Meditaba? Pero la verdad era que ellos tenían problemas como cualquier otro mago del mundo. Aquella mañana se había tumbado sobre el rey de las serpientes con el Nón Lá de paja sobre su rostro pálido. Con los brazos cruzados tras su cabeza le daba vueltas a ciertos inconvenientes que había sufrido en el Ateneo de la Universidad. Él no era lo que se podía caracterizar como una persona “social”, pero con el tiempo había acabado por sentir preocupación por otras de las personas que por allí habitaban. “¿Debería disculparme?” pensaba para sí. “Es un arcano, debería ser fuerte de mente” criticaba molesto por la sensibilidad de los demás. En eso una voz conocida irrumpe sus pensamientos haciendo que abriera los ojos a la par que llevaba una mano al sombrero para retirarlo. Era ella… Sin duda. ¿Tan rápido volvía? Realmente no estaba seguro de cuánto tiempo había pasado, era una persona tranquila que no se preocupaba mucho por los calendarios, pero le había parecido ayer cuando la joven había entrado en un profundo estado de shock cuando le había realizado aquella mini prueba. No quedándole de otra, decidió bajar del basilisco para ir a su encuentro. Iba con paso firme muy seguro de lo que iba a hacer… Nada de discursos de nuevo intentando que se largara de sus dominios. Si la Gaunt estaba tan convencida de que estaba lista para volver la pondría a prueba en esos momentos. El vietnamita salió de entre la maleza y caminó con paso firme hacia Anne también notando que no estaba sola, pero de eso se encargaría luego. Se paró delante de ella con mirada escrutadora y le dijo: —¿De verdad? –respondiendo a sus palabras- En ese caso dame tu varita. Tan pronto como la bruja hizo amague de sacarla el arcano se la arrebató y la arrojó con mucha fuerza. El arma mágica trazó una curvatura importante sobre el recinto y cayó en alguna parte del oasis del arcano. —A ver si la puedes recuperar –se cruzó de brazos mientras dio por finalizado el tema con un tono retador. Porque sobraba decir que la bruja debería caminar unos cuantos metros en los que se toparía con más de un ser escamoso. Ellos ya se habían visto antes y ya se conocían, no tenía sentido que empezaran como si no se hubieran conocido nunca. Lo único que Lawan quería ver, era que de verdad no le hiciera perder el tiempo de nuevo antes de que la llevara a una prueba más complicada. Si no notaba una ligera mejora, no se iba a molestar. Luego de aquel acto sorpresivo se giró para mirar a la otra estudiante que había llegado al lugar. Lo notó en varios rasgos de la pelirroja, no era una humana ni ninguna otra cosa; era una vampira. Tenía rato sin ver a otro como él, pero eso no iba a despertar favoritismos en Lawan. Tomando un respiro y relajándose le pregunta: —¿Y usted quién es? –casi escupe un comentario hilarante, pero la mujer no tenía por qué saber que había tenido un mal día y lo que fuera que había pasado con Anne- Elija con cuidado cada una de las palabras que va a utilizar –le recomienda.
  7. Ocasionalmente le daba igual cuánto hubieran invertido los alumnos o cuántas ilusiones se habían hecho en su cabeza para llegar allí. Él no era como Amara Majlis; no era flexible por naturaleza. Él había visto la crudeza de la vida de primera mano, apenas le parecía unos cuantos días en el pasado cuando había sido el asedio de su pueblo, casi parecía poder oler los antiguos campos de flores. No todo se conseguía a la primera y mucho menos con facilidad. No obstante… “Enséñeme a entender por qué a veces entiendo cosas entre los siseos... y por qué no debo tenerles miedo.” Escuchó el casi llanto de la bruja desesperada por no querer irse y traer el suspenso más rápido que hubiera tenido en su vida. No sería la primera y última vez que le fueran a suplicar para que viera un supuesto talento escondido que todos decían tener, pero de verdad sintió algo en la bruja que por lo menos le hizo llamar su atención. Volteó la mirada, dejando a un lado el tema de la pesca, para ver a la estudiante que intentaba avanzar con suma precaución reprimiendo sus instintos de temor. La miró de manera escrutadora sin parpadear, cual serpiente acechando a una presa. Pero solo analizaba su mirada… ¿Veía decisión real en sus ojos?, ¿voluntad? Sin apartar sus orbes de ella, flexionó una pierna y apoyó un brazo en la rodilla. Con esa mano pasó sus pálidos dedos por la escamosa piel de su cobra, sintiéndola floja. Le entraron ganas de preguntarle si andaba en días de muda de piel, pero sin duda sería incómodo para la chica que aún aguardaba una respuesta esperanzadora. —Cuando nací, mi familia creía que conmigo había muerto el parsel –le dice de repente- Que se había perdido la ‘herencia’ como dices tú. No continúa el relato; el resultado era más que obvio y tampoco necesitaba conocer los detalles. —El parsel no es un idioma como cualquier otro, no es como el sirenio o el monstrués. No se puede aprender sin más… El parsel es un vínculo; es una conversación no solo fonética, sino que también mental. Si quieres encontrar tu vínculo, tienes que entrar en sintonía con ellas. Tienen que ser una y nada; algo más que la suma de todas las partes en el momento que vayan a hablar. Podría ponerme a hablar durante horas sobre la historia y las propiedades del parsel… Pero tú no necesitas eso, ¿verdad? No. Anne lo tenía todo; herencia mágica, conocimiento, cierta predisposición… Pero tenía fobia. Intentaba caminar en la oscuridad sin conocer el lugar, dando manotazos a ciegas. Era como la paradoja del sanador graduado en Primeros Auxilios que le tenía fobia a la sangre… Lawan se pone de pie y deja a su cobra en el suelo para tener cierta movilidad. Él no le aplicaría lecciones de auto hipnosis para controlar su miedo; era más de la idea de que ella misma debía dar con su propia respuesta. Tenía el plan perfecto —Espera aquí –le ordena. Aunque no hacía falta; no es como si de repente quisiera atravesar la espesura con sus amigos reptilianos. El arcano va hacia el bungaló y allí recurre a una pequeña caja de madera que tenía guardada en uno es uno de los estantes. Tenía pocas pertenencias y las que poseía yacían casi siempre bajo una capa de polvo y pieles secas que demostraban su desuso. Sopló un momento para ahuyentar el polvillo y dentro encontró varias botellitas pequeñas, sabiendo cuál era la que buscaba concretamente. Al regresar con la estudiante, quedando frente a ella le tendió un pequeño vial de no más de tres centímetros relleno de un líquido verdoso pareciendo zumo de lima o algo similar. No olía a nada ni sabía a nada tampoco, pero provocaría un efecto muy curioso. —Vamos a ir junto al Guardián del Lago así que guarda ese vial para cuando lleguemos –donde teóricamente no habría serpientes y ella podría estar más tranquila- Con un poco de suerte, no tendremos visitas innecesarias de los Guerreros Uzza y solo habrá otros estudiantes o arcanos. O nadie, quién sabe. Sonaba demasiado bonito para ser cierto, pero no le mintió. ******************* Lawan llegó con la Gaunt al lago donde estaba la impresionante estatua rocosa de diez metros de altura. De las aguas emanaban pequeñas formas que asemejaban ser pequeñas hadas dándole a todo un aspecto único y místico. Un aroma frutal envolvía el paradisiaco sitio proveniente de varios árboles que rodeaban los pies del gigante y el sonido de la catarata se mezclaba con algunas voces humanas. Algunos alumnos de otros arcanos se encontraban allí seguramente para practicar las habilidades correspondientes que estuvieran aprendiendo. —Bébete eso –refiriéndose a la pócima. Por el momento nadie se había percatado de la presencia de los dos recién llegados y era mejor así. En cuanto Anne terminara de digerir aquella sustancia sentiría como su cuerpo se encogía peligrosamente y perdía el contacto con sus extremidades. Su visión se alteraba de manera significativa y sentía un gran peso tras ella… Era… ¡Era una serpiente! “Te ves mucho mejor así, sinceramente” –comenta Lawan en aquella lengua susurrante que de repente ella podía entender “Pero seguramente quieras volver a ser quien eras… Pues buena suerte. Solo un trozo de Ganoderma te puede regresar a la normalidad. Es una seta que crece por aquí… aunque se esconde muy bien.” Y así sin más… sin más reparo, se aleja de ella para ir a sentarse a otro lado dejando a la bruja, ahora serpiente, a su suerte. ¿Podría ella sola?, ¿necesitaría ayuda? El vietnamita se encontraba intrigado. Aquella tarea definiría muchas cosas. Acarició con un dedo su anillo mágico mientras pensaba en las reacciones que se podrían desencadenar en los otros estudiantes, quizá igual de miedicas que ella.
  8. —Hablas demasiado. –respondió tajante. Su mirada se encontraba clavada en la joven envuelta en varias capas de pánico. No era el simple miedo a la incertidumbre; era fobia. ¿Acaso debía perder su tiempo en ello?, ¿acaso incluso sus amigas deberían? Con la mirada oculta ensombrecida por su Nón Lá se mantuvo en silencio un rato que para la bruja seguramente hubiera sido un siglo de tortura, sobre todo cuando la serpiente constrictor había decidido seguir subiendo por su cuerpo al no recibir ninguna orden más. Lawan solo escuchaba una mezcla de siseos viperinos, gimoteos de la mujer, el tenue sonido del agua y una pequeña brisa que traía un poco de arenisca que a pesar de sus años allí, aún consideraba molesta. Finalmente, aburrido y pensando que no valía la pena emitió un suave susurro que casi se confundía con la corriente: “Déjala, Siza, no vale la pena” La boa no parecía satisfecha con aquello, pero no dudó en reprimir sus ganas de ahorcar a la bruja. Por su parte, Lawan, echó a andar hacia el río que tenía donde había dejado apoyado en la orilla con anterioridad una caña de pescar y una caja donde tenía diferentes utensilios relacionados con tal afición. Ignorando olímpicamente a la traumatiza joven, se sentó bajo la sombra de los árboles y lanzó el anzuelo de su caña al agua con intención de refugiarse en el silencio de la naturaleza. Teniendo la espalda encorvada contra el tronco de un árbol, comenzó a sentir como su fiel cobra real se deslizaba por uno de sus hombros para realizarle compañía. Antes de cerrar los ojos, el arcano se da cuenta que ella sigue allí. Insistente… ¿pero cuánto más? —Será mejor que te marches. Has tenido valor para llegar hasta aquí… Pero no tiene sentido que pierda mi tiempo contigo –le dijo crudamente sin mirarla– Los conocimientos hay que sentirlos, vivirlos; son experiencias. ¿Por qué gastaría mi tiempo en alguien que repudia a mis amigas?, ¿acaso tú te molestas en intentar hablar con tus enemigos? El anzuelo reposaba sobre las aguas del río con tranquilidad. El vietnamita estaba separado de la estudiante por unos ocho metros y en el medio se deslizaban algunas de las serpientes que lo acompañaban. —Incluso si eres una lengua viperina, eso no quiere decir que tengas la habilidad suficiente para afrontar esto.
  9. Siendo tan delgado, no era ninguna sorpresa que se confundiera entre las delgadas ramas y los cuerpos de las serpientes, que se movían o colgaban parsimoniosamente por toda la playa. Él también se movía de forma similar, tan lento que a veces costaba creer que no lo hiciera a propósito. Sin embargo, el sonido alarmado de los cascabeles de algunas y el siseo amenazante de otras hizo que el hombre reaccionara con la velocidad de un humano, echando su cuerpo hacia atrás para ver hacia el lugar donde había empezado el alboroto. Sus ojos vidriosos dieron con una mujer, una muchacha que parecía paralizada por el miedo y que, a juzgar por la forma en que se había detenido en seco, no había sido capar de ver a la constrictor que descendía de una rama hasta su cuerpo. Lawan, sin apurarse demasiado, terminó de alimentar a las serpientes que estaban llamando su atención con siseos de reclamo y salió detrás del delgado árbol cuando la cabeza plana de la serpiente empezaba ya a tocar el hombro de la muchacha. Si ésta corría o sufría un infarto, parecía sin traer sin cuidado al vietnamita. Su interés estaba en los ojos de Anne, viendo su terror, pasando a través de él como si fuese una serpiente más, acercándose como si también quisiera enrrollarse en su cuello como la constrictor. Bajar levantamente y apretar, despacio, como ella lo estaba haciendo. —¿Qué hace usted, intrusa, en mi playa? El hablar del Arcano era como un rumor, bajo, como un siseo. De no ser porque hablaba fuerte y claro, habría sido difícil determinar si era Parsel o, lo que era, inglés. —A juzgar por su rigidez, por sus ojos tan abiertos y la escasa respiración, puedo imaginar que no siente amor ni aprecio por mis niñas —esbozó una sonrisa torcida—, entonces, ¿por qué debería usted entrar en mi playa? El miedo no es respeto, antes de que lo use como excusa. Pero, francamente, Lawan no estaba seguro de si la muchacha llegaría a decir nada en ese estado. Rodando los ojos, estiró la mano hacia la constrictor, que lo miró indiferentemente con la cabeza ya a la altura de las piernas de la Gaunt. Era una bestia de animal, de todas, la peor que pudo haber decidido enroscarse en el cuerpo de Anne. Compórtate, Siza, dejemos que se explique. Dijo en Parsel, a lo que la serpiente respondió con un siseo similar. Cinco minutos. Cinco minutos serán... —¿Y bien? —preguntó en inglés a la chica, cuando la constrictor se retiró.
  10. Lawan mira, taciturno, al joven Benjamín quien parece decidido a seguir su prueba. Presiente en él un carácter rebelde, guerrero, al expresar su duda antes de atravesar la puerta. El Arcano permanece en silencio porque contestar ahora, que no le oye, es una pérdida de tiempo. Lawan sabe que, si regresa, no le hará falta saberlo. Si no regresa, tampoco lo sabrá porque se habrá perdido antes de saber que el Portal tiene la fuerza suficiente para borrar cualquier recuerdo de que una vez supo hablar Parsel, más fuerte que cualquier Obliviate de esos que lanzan los magos mundanos de aquella sociedad en la que habita ahora, en el Ateneo. Pero allá, en la pirámide, en el salón circular cuyo suelo tiene la imagen del Ouroboros, perdería el don de entender el pársel por mucho que lo tenga en su sangre y ahora su mente lo entienda. Lawan no contesta y permanece impertérrito, con la mirada perdida en otra dirección alejada del Portal. ¿Para qué mirar si no podrá ver nada? Lo que ocurre le es opaco para el Arcano. Benjamín está ahora sólo, a su suerte. Lo que ocurra allá dentro supondrá su regreso como Hablante de Parsel o su no regreso, perdido en uno no-lugar. No parece afectarle la espera pero el vampiro respira con la boca semiabierta por la incertidumbre que no quiere mostrar, enseñando la punta de sus colmillos. Espera, toqueteando el anillo blanco que está vinculado a todos los anillos de Hablantes de Parsel. Tal vez le gustaría estar pescando en su casita del Ateneo para tranquilizar su ánima. El muchacho no sale. Aún no sale. Pescar le aliviaría la espera. Pero sabe que su deber es estar ahí, esperando. Si Benjamín se siente en peligro, el anillo lo notará y él obligará al Portal a que lo devuelva, a pesar que eso supondría el fin de los recuerdos, de aquellos recuerdos, para el joven. Pero tampoco llega la señal de apremio. Lawan Nguyen Thanh supone que es buena señal aunque aún no sale. No, aún sigue en la prueba. Espera. De una manera u otra, saldrá y él tendrá que estar allá, esperándole.
  11. Observa el avance de Benjamin de pie junto al portal. Recuerda cada una de las pruebas de sus aprendices anteriores, recuerda como sortearon cada obstáculo puesto y la forma en que aveces tenían que poner en riesgo su propia vida para salvar a sus compañeras o para continuar con su aprendizaje. Sabe que Ben está cerca pues así se lo comunican las serpientes que están dispersas por toda la isla. —Te estaba esperando, sabía que llegarías. Siente la presencia de Ben incluso antes que la de la serpiente de compañía se anunciara. Sabe que es una buena señal por las experiencias pasadas. Aún no se voltea, tiene la varita mágica apuntando hacia el portal que gira a mucha velocidad, mostrando por tiempos la puerta de cada habilidad. Dice palabras más antiguas que el pársel, palabras llenas de magia. El portal deja de girar para mostrar únicamente la puerta correspondiente a la habilidad de pársel. Pasa unos segundos, la puerta comienza a brillas y finalmente se abre dando paso a las realidades del portal. Chasquea los dedos y en consecuencia la puerta vibra, el anillo del aprendiz se desprende de la puerta y se acerca flotando a la mano de Lawan. —Tengo que preguntar ¿Seguirás con la prueba? Si estás de acuerdo acéptalo y llama al anillo, él se acercará a tus manos y cuando cruces comenzará la prueba real.
  12. Se mantiene de pie, nuevamente esperando. Con los ojos cerrados, concentrado, observa lo que sucede en los alrededores de su vivienda. No puede descuidar a las serpientes mucho tiempo o estas intentarás alejar de cualquier forma a los jóvenes que tomó como aprendices. Pero también observa a Benjamin acercándose con una pequeña serpiente enroscada en su brazo izquierdo. Se voltea y abre los ojos. Observa el lago, observa la isla y muy en el fondo -con un brillo un tanto fantasmagórico- la pirámide en dónde el Portal espera diseñar una nueva prueba. Levanta ambas manos, sosteniendo la varita en una, y comienza a recitar un cántico en dónde cada palabra está imbuida en magia. Las dice en pársel, porque de esa forma los hechizos son incluso más poderosos. Le presenta su respeto a la isla, le da indicaciones sobre las pequeñas pruebas que Benajamin deberá sortear antes de enfrentarse al Portal. Sabe que su aprendiz está cerca, que le quedan pocos minutos de camino. Aunque no ve lo que sucede en la isla, los cambios que suceden para cumplir con sus requerimientos, siente cada movimiento y la aparición de cada nueva criatura. Se dibuja en su cabeza el nuevo camino del laberinto e inclusive le parece sentir el movimiento perpetuo del Portal. —Benjamin Karkarov, acudiste —hace una seña con la mano: no hables, escucha —. El día de hoy demostrarás que eres digno y que estás preparado. Mueve la varita mágica abajo mientras apunta en dirección del lago, dibuja también varias florituras en el aire. En el momento en que el pequeño barco, y el embarcadero, se hunden comienza la primera prueba para Benjamin. —Tienes tiempo, no se cuanto. Imagino que el suficiente. Antes de cruzar el portal tienes que demostrarle a la isla que eres digno y que estás preparado. Hay dos barcos en el lago, que pronto saldrán de las profundidades. Cada uno está custodiado por una serpiente guardiana. El un barco se hundirá en la mitad y morirás, el otro te permitirá cruzar. El un guardián siempre dice la verdad y el otro siempre miente. Elige sabiamente. Deja de hablar por un momento pues el agua del lago comienza a reventar en pequeñas burbujas que no tardan en desaparecer. —La isla intentará arrebatarte a tu compañera, mientras luchas con los peligros de la isla debes protegerla o consideré que eres indigno y no te dejaré continuar. Finalmente te vas a enfrentar al laberinto. Hay un pequeño basilisco, su mirada no es aún mortal. Solo él conoce el camino seguro, si logras que te crea y confíe en ti te guiará. Te espero en la pirámide. Sin decir otra palabra desaparece.
  13. —Me gusta como piensas Lawan interrumpe la pequeña charla filosófica que Benjamin tiene con la serpiente. Preguntar sobre como se comunica con las serpientes incluso cuando ellas están lejos, o incluso con más de una al mismo tiempo, es una pregunta trampa. Cualquier respuesta por parte de los alumnos puede ser correcta aunque nunca lo son del todo. Algunos se acercan mucho y otros están muy lejos. Ben está en el grupo de aquellos que no están cerca pero tampoco lejos. Tiene idea de como lo hace pero no es totalmente acertada. —Tienes razón en algo, y es que solamente yo conozco exactamente como funciona mi capacidad de estar y no estar. Hemos llegado a un punto en que ya no puedes estar más aquí. Debemos irnos, tengo preguntas que hacerte. Mueve la varita mágica con su cuerpo real, en el mundo en dónde se encuentra físicamente, alejado de las ilusiones y visiones. En cuanto Benjamin abre los ojos mueva la varita nuevamente, haciendo que las bayas que antes dejó caer desaparecieran. —Aunque ahora conoces como funciona el pársel quizá aún te cueste entender algunas cosas, en especial si se dicen muy rápido. Sin embargo no es algo que yo pueda enseñarte ya, sabes todo lo que necesitas saber. Aún así tendrás que practica. ¿Estás dispuesto a atravesar el portal? Si es así, dímelo. Dímelo y vete, vete a practicar por dos semanas. Ve a algún lugar en dónde solamente puedas usar pársel. Entonces en dos semanas te esperaré en la isla.
  14. Aunque es paciente y le gusta esperar, también prefiere que las cosas continúen lo más rápido posible cuando ello depende de él. Lawan mantiene parte de su concentración en la serpiente que está junto a la nueva aprendiz, pero también en la pequeña serpiente que guía paso a paso a Benjamin en el camino que debe seguir hacia dominar el pársel. Comer de la baya sin morir no es una forma milagrosa de entender a las serpientes. Todo lo contrario, solamente aquellos que tienen el pársel en la sangre pueden comerla sin morir teniendo la más dolorosa de las muertes existentes. La baya permite, entre otras cosas y otras formas, mantener a quien la come en una estado semiconsciente en dónde es mucho más sencillo moldear su cerebro para que entienda lo que se niega a entender. —Ahora podemos hablar de la forma en que me gusta hacerlo... Apenas mueve los labios, pues es en realidad su lengua la que toquetea con las palabras. Abre o cierra la boca levemente solamente cuando necesita decir algo más complejo o elaborado. En general, la experiencia le ha llevado a poder pronunciar cualquier palabra moviendo únicamente la lengua para darle su sonido característico. —Imagino que ella explicó como funcionan las cosas aquí. Hemos dicho pocas cosas pero en la realidad han pasado ya un par de horas. Tu cerebro trabaja a nivel más primitivo, mucho más lento de lo normal. Si despertaras ahora podrías repetir y entender cada una de las palabras que hayas dicho o escuchado. Si permanecemos más horas llegará un momento en que tu cerebro acepte que el pársel forma parte de su propia estructura y deje de negarse a entenderlo. Pero, por su puesto, estar aquí tiene un precio. Tienes que pedirle que te deje estar, que no te mate. Estaré yendo y viniendo, más siempre estaré aquí. Dile como es que lo logro y te dejará estar con vida hasta que vuelva, que será cuando nuevamente te pedirá una prueba de merecer este lugar. La serpiente, que está enrollada en el brazo de Benjamin, aprieta más hasta casi hacerle daño. —¿Cómo lo hace? Lawan, aunque presta atención, ya no está en aquella visión pues espera que en la realidad Mónica esté ya lista para comenzar con el entrenamiento.
  15. Intenta comprender no lo que Benjamin dice, puesto que eso lo hace ya a la perfección, sino lo que siente. Odia a todos aquellos que pretenden obligar a las serpientes a hacer cosas que ellas jamás harían por voluntad propia. Entender el significado de una palabra en cualquier idioma es sencillo; lo complicado es entender todo lo que conlleva decir una palabra. El pársel es, según lo ha estudiado, una lengua bastante antigua. Una lengua que no necesita del lenguaje corporal para expresarse; es o no es, significa o no. Pero aún así, los años que lleva enseñando le han dejado también enseñanzas: es capaz de encontrar diferencias en como distintas personas dicen una misma palabra. Y por eso sabe que puede confiar en Benjamin, sabe de alguna forma que el mago no está mintiendo. —Aunque no los use en tu contra deberías temer al veneno. Respeta siempre a una serpiente, más siente pavor por su veneno. He decidido que te enseñaré, y probablemente use métodos que no te gustarán. Lo primero que debes hacer es comer la baya que tienes en tu mano. Si la comes bien lograremos abrir tu mente, en caso contrario su veneno te matará. Debes convencer a la serpiente que rodea tu brazo que te enseñe, depende totalmente de ti. Cierra los ojos y deja de escuchar. Ya no depende de él, depende del joven ruso. Es él quien debe encontrar el camino hacia el saber, es él quien debe convencer a la serpiente (que probablemente será su eterna compañera) que le indique como consumir el fruto sin peligro. No recuerda un número exacto, pero sabe que muchos han muerto en esa prueba, ya sea porque no han sacado palabra a sus compañeras o porque ellas mintieron. Espera que Ben avance, no le gusta dar explicaciones, le parece que es bastante aburrido. Con la mirada perdida detrás de los párpados, envía palabras inteligibles a las serpientes que vigilan a la bruja. Aún está un poco alejada, pero la distancia es suficiente como para que él pueda intervenir. Varias serpientes aparecen aparentemente de la nada. Algunas logran envolverse al rededor de las piernas Mónica; amenazantes. -¿Quién eres? ¿Qué haces aquí?
  16. Sonríe mientras observa, desde la realidad fuera del portal, como avanzaba la prueba en la que Ishaya estaba inmerso. El portal juzgó positivamente el desenvolvimiento del mago en las pruebas de aquella otra realidad mezclada con ficción y deseos propios del pensamiento del mago que está siendo juzgado. Él recuerda aún su prueba y cada una de las complicaciones que sufrió. El portal brilla nuevamente y él escucha sus palabras. Son notas en parsel, son pequeñas palabras que indican hechizos primitivos que es mejor no conocer; palabras que puede entender únicamente por el vínculo que tiene con el portal. Son los inicios del pársel, el punto inicial dónde la magia decidió que era buena idea que algunos magos elegidos pudieran comunicarse con las serpientes. Las palabras callan, dejan de retumbar en su mente. De forma inmediata, lo que parece real en el portal deja de serlo. Se difumina, se corrompe en cuanto el viento deja de soplar y el agua deja de moverse; esa realidad alternativa creada para poner a prueba al mago deja de existir y lo escupe hacia el mundo del que proviene. —Ishaya Triviani. Felicidades por superar la prueba del Portal. Recuerda que la magia no es buena ni mala, no es perversa ni bondadosa. Usa sabiamente tu habilidad o las serpientes te repudiarán.
  17. Permaneció aun quieto, observando de la forma en que él sabía observar. Pero aquella posición de aparentemente no hacer nada no duró por mucho tiempo. Comenzó a moverse luego de que soltó la caña de pescar. De la misma forma en que la serpiente envuelta al rededor de Benjamin escuchó la respuesta él lo hizo. No es una respuesta que termine de complacerlo, sin embargo si que sintió fue suficiente para avanzar, para dar el siguiente paso en el camino de aprendizaje de su aprendiz. —Por ahora no te mataré La serpiente esperaba asustar un poco a quien pensó sería su víctima. Ella entendió las palabras de Benjamin, porque aunque él no lo sabía, la gran mayoría de las palabras que dijo salieron de su boca en una lenguaje bastante complejo y primitivo: el pársel. Aflojó el agarre que tenía al rededor del pecho del joven mago pero no se apartó. Aún Lawan estaba indeciso, aún estaba considerando teniendo en cuenta variables que solo él conocía. —Conozco venenos capaces de aflojar la lengua, venenos que son mucho más poderosos que el veritaserum. Tengo venenos que te harán suplicar la muerte, venenos que causar más dolor que la maldición cruciatus. Son estos venenos los que correrán por tus venas si me mientes, son esos venenos los que te matarán si tus palabras tiene un solo ápice de falsedad ¿Estás dispuesto a tomar el riesgo? No esperó una respuesta, él conocía la respuesta por el brillo en los ojos de Benjamin. Conocía la repuesta por como respiraba el mago, por como pasaba la saliva en incluso por como olía su sudor. —Déjalo ir Mientras esperaba que la serpiente cumpliera con su orden, que lo iba a hacer pero le gustaba hacerlo esperar, volvió a sentarse pero ahora sobre una roca musgosa. Dejó caer una pequeña funda de tela en el suelo y observó como varias bayas se extendían por el suelo y algunas se llenaban de tierra y suciedad.
  18. Aunque desde la perspectiva de su aprendiz la continuidad del tiempo no se ha visto afectada, Lawan observó como con el pasar de los segundos las fuerzas de la naturaleza inherentes al portal crean cada uno de los detalles de la realidad alternativa en dónde la prueba como tal se desarrollará. Parte de los místico del portal consistía en que tenía la capacidad de formar historias y cuentos a partir de los pensamientos de la persona a quien estaba evaluando. Así, Lawan vio caras que que no le interesaban en lo más mínimo. Para él la interminable batalla entre la orden del fénix y la marca tenebrosa era algo sin importancia y carente de sentido real; algo apenas significativo comparando con la inmensidad de caos que podía venir por parte del portal en caso de que algo fuese mal. Para su tranquilidad y la del mundo, era algo que jamás había sucedido. Aún de pié, chasqueó los dedos justo delante de sus ojos. Prefería olvidar, prefería no conocer nada de aquello que no le importaba. Sonrió en cuanto las cosas retomaron su curso, en cuanto el tiempo comenzó a transcurrir en el mundo elaborado por el portal.
  19. Está sentado sin hacer absolutamente nada, esperando que algo suceda. Le gusta decir que una de sus mejores cualidades es la paciencia. Se pone de pie. A ojos de cualquier observador Lawan se levantó porque se cansó de esperar. Pero no, él sabía lo que estaba por suceder, lo que pronto pasaría. Y lo sabía porque los sonidos provenientes de sus serpientes llegaban a él junto al viento, porque golpeaban en sus oídos anunciando la presencia de alguien que aún se encontraba a unos pocos minutos de distancia. Está esperando de nuevo, pero de pie. Un par de minutos más, minutos en los que simplemente se dedicaba a escuchar. Y entonces sucedió, escuchó que alguien lo llamaba, escuchó la llegada de su nuevo aprendiz, del nuevo mago que tenía que descubrir su vínculo con las serpientes, un nuevo aprendiz cuyo principal objetivo sería entender la magia de las palabras, la magia de una de las lenguas más antiguas y rudimentarias pero al mismo tiempo una de las más complejas. - Ve La serpiente que antes estaba oculta abandonó su escondite. Se trataba de una cobra, bastante venenosa y grande, que se enroscó al rededor del cuerpo de Benjamin, el nuevo alumno. - ¿Qué buscas? ¿Qué es lo que quieres? El vampiro aún estaba de pie, quieto, a la espera de que algo sucediera producto del encuentro del mago y la serpiente.
  20. Fuera Dijo una sola palabra y fue suficiente. Las serpientes que estaban al rango de aquella palabra dejaron de hacer todo lo que hacían en ese momento. Las que estaban unidas se separaron y las que se acercaban dieron media vuelta. Todas las serpientes, absolutamente todas, comenzaron a alejarse. Dejaron a los dos magos solos, la parte más importa de aquella prueba estaba por comenzar. Era el momento en que Ishaya demostraría realmente su control de la lengua con más magia conocida. Se volteó sin decir nada, su silencio demostraba de alguna forma su aprobación. Durante el recorrido en la isla lo hizo bien, demostró cierto control no solo con el pársel. Poder decirle cosas a las serpientes no era suficiente para hacer que estas obedezcan, era necesario de alguna forma comprender la naturaleza de los reptiles. —Ishaya Triviani, la isla te ha aceptado. ¿Estás listo para demostrarle al portal el dominio de tu habilidad? Si decides continuar no te podré ayudar, si das media vuelta el portal jamás se volverá a abrir para ti. Toma este anillo si quieres continuar, el anillo del aprendiz—le dijo al mago en pársel. No esperó una respuesta, no por el momento. Ishaya debía contestarle al portal, debía hacerle conocer su decisión dando media vuelta y huyendo a la seguridad o por el contrario continuando y sorteando los peligros que podían haber al otro lado. Dijo palabras antiguas, palabras que solamente él podía comprender. Palabras que compartían una raíz común con el pársel aunque eran mucho más primitivas. Las puertas dejaron de girar, dejaron de desaparecer y aparecer. Un último siseo hizo falta para que la puerta de los hablantes de pársel se abriera.
  21. Conforme Ishaya y las tres serpientes se alejaban era mucho más probable que algún pes se acercara y mordiera la carnada. Se puso de pie en cuanto algo picó. Tiró suavemente del hilo con la mano libre, haciendo un poco de fuerza para que el pes se enganchara bien. Repitió aquel movimiento un par de veces más hasta que finalmente con un fuerte tirón sacó al animal del agua. Lo desenganchó y luego de curarlo lo liberó de vuelta al agua. Mientras lo hacía no dejó de estar pendiente de su aprendiz, por el momento lo estaba haciendo bien. Caminó por unos minutos sin dejar de observar. Fue cuando logró vislumbrar que el mago estaba atascado, o quizás no. Sin embargo, decidió brindar ayuda, una pequeña ayuda. No le facilitaría las cosas, en absoluto, sino que intentaría hacer que Ishaya sacara a flote todo lo que aprendió todas las veces que recorrió aquella isla. Recuerda Dijo una sola palabra en Parsel, una palabra que llegaría a su pupilo a través de todas y cada una de las serpientes de la isla. Cualquiera que escuchara aquella palabra la transmitiría a la serpiente más cercana, y esta a su vez a la más cercana hasta finalmente comunicar el mensaje a Ishaya y sus acompañantes. Ishaya debía recordar que los lenguajes humanos eran débiles y contenía muy poca magia. También debía recordar el vínculo que creó con cada anillo. Seguiría sin poder usar su varita, sin embargo, el vínculo creado entre un anillo de habilidad y un mago era capaz de trascender.
  22. Superar la primera prueba no era fácil pero la segunda no requeriría de mayor esfuerzo que el dialéctico. Era el mejor momento para demostrar que tenía facilidad de comprensión de la lengua Parsel. Era difícil hablarla pero también era más difícil entenderlo cuando lo usan para hipnotizar y convencer... Esa era la misión de una de las serpientes que custodiaban el laberinto. Sería una gran prueba que demostraría el nivel de conocimiento del muchacho. Lawan permanecía en silencio y presublimente ajeno a lo que sucedía pero no perdió ni una sola de las palabras que le decían y las argumentaciones que se expresaban en aquella segunda prueba. Era merecedor de elogio que no sólo escuchara a las dos serpientes que le susurraban que las siguiera sino que también pidiera la opinión de sus propias acompañantes. Era un hombre sin par, no cabía duda... - Bien hecho, sr. Tonks Triviani... Bien hecho... Esa voz fue un susurro parseliano que se extendió, sin darse cuenta, por entre los matojos y los árboles que rodeaban el Laberinto. Tal vez el muchacho lo oyera; tal vez no... Pero en ese apoyo había un cierto orgullo por la forma en la que aquel hombre iba enfrentándose a su destino. Si seguía así, si superaba la tercera puerta, iba a ser un auténtico candidato para vincularse al anillo ante el Portal de la Habilidades. Permaneció atento a lo que sucediera ahora... Iba a ser una prueba casi insalvable.
  23. Se podría acusar al Arcano de Parsel de no temer por la vida de su pupilo. Su pose tranquila parecía imperturbable ante las aventuras del muchacho se mantuvo hasta el final. Sin embargo, Lawan era un vampiro y, por tanto, estaba al tanto de todo lo que sucedía en el lago. Su oído captaba hasta el último susurro que la criatura marina emitía, hasta el último golpe de las gotas de agua al salir despedidas entre las violentas olas provocadas por su ataque, hasta el mínimo ronquido de las serpientes que acompañaban al hombre en su ruta hacia la otra orilla. Aunque era imposible la pesca en aquellas aguas turbulentas, Lawan permanecía allá, con el rostro impasible, cazando en la orilla del lago. Sus nervios estaban preparados para una reacción rápida si ocurría algo anómalo. Si fuera necesaria su intervención, el Arcano llegaría al lugar en un instante. Escuchaba la conversación; era curioso que las serpientes se hubieras enrollado en el hombre en busca de protección. Era algo anormal en ellas puesto que no solían tomar tanta confianza con una persona. Era mejor no intervenir. Estaba seguro que él podría sólo. Al menos de momento. Al menos, en esta primera fase de la prueba. Si las serpientes buscaban su refugio... Si la Bestia del agua entendía que él quería protegerlas, aún a costa de su propia vida... Pasaría la prueba sin ningún tipo de problemas. Esperaba que pudiera solventar su siguiente fase con la misma soltura. Lawan siguió impasible y movió levemente el anzuelo de su caña de pescar. Le esperaba una dura jornada de espera mientras el pupilo avanzaba rumbo a la pirámide para conseguir su Gran Prueba.
  24. El muchacho Ishaya era valiente. O tal vez un iluso. Aseguró que quería continuar. No se hizo esperar, empezó la prueba y se alejó del Arcano. El Vietnamita le vio alejarse, con las tres serpientes dentro de la barca. La distancia era amplia y la profundidad del lago era inmensa. Sin embargo, el joven mago encontró la forma de morphosear algún objeto oculto en las aguas y convertirlo en sauros. Lawan observó con desagrado cómo empujaban la barca hacia la orilla opuesta. No le gustaba. Estos reptiles podrían comer cualquier tipo de animal que se encontrara en su camino y él temía por las tres serpientes a las que el mago debía proteger. Esperaba que supiera lo que hacía. Además, no duraría demasiado ese tipo de hechizo, sobre todo cuando fueran atacados por la bestia marina que descansaba en el fondo y que destrozaría el bote. El Arcano era prudente, sabía esperar. En un momento estaba a este lado y, al instante, apareció en el otro lado. Se sentó a la orilla y en sus manos apareció una de sus cañas de pescar. La escena ocurriría más arriba, esperaría con calma a que todo sucediera y, mientras, pescaría un rato. Lo que sucediera allá dependería del joven Ishaya y él no podía evitarlo. En realidad, no quería evitarlo. Su deber era enseñar a los aprendices para que llegaran hasta la prueba. El valor para conseguirlo eran obra de ellos; Lawan no podía intervenir, excepto en casos de extrema necesidad, para llevarse al imprudente que hubiera intentado cruzar el Portal sin estar preparado. Entonces sí, se levantaría, dejaría su caña y ayudaría a aquel muchacho rubio de piel muy blanca a salir de aquello. Hasta entonces, seguiría pescando, acompañado de su cobra real que le acompañaba a todas partes.
  25. Los aprendices del viejo Arcano eran muy rápidos para aceptar que estaban listos para la prueba, incluso superaban con éxito los osbtáculos que iban encontrando en el camino, pero todo parecía cambiar una vez cruzaban el portal, pues allí ni el mismo Lawan sabía que les podría estar esperando, pero fuese cual sea el escenario, todos caían en la tentación de apretar el anillo de aprendiz que les acompañaba para que así el Arcano fuese a su rescate. Hasta ahora nadie lo había hecho, pero él sabía que ese día pronto llegaría. ¿Sería Ishaya? Eso estaba por verse. —Bienvenido —dijo sin ninguna sorpresa, realmente lo esperaba. Su mirada se mantuvo neutral hasta que vio a los tres reptiles que lo acompañaban, sólo en ese momento Lawan dejó ver una paternal sonrisa —Me complace ver que vienes acompañado, no sólo porque veo que las has cuidado bien, sino porque las vas a necesitar. A unos pocos metros de donde se encontraban, un pequeño bote de madera con capacidad para una sóla persona se balanceaba por el movimiento del agua. Lo primero que Ishaya haría sería cruzar el río, pero no había remos ni tampoco podía hacer uso de la magia enseñada por Uzzas ni otros Arcanos, allí lo único que tenía a su favor eran los pocos hechizos neutrales que su varita podía conjugar. Sin embargo, arreglárselas para cruzar el río no era problema, el chico podría hacerlo nadando si quisiera intentarlo, pero a mitad de camino se le habrían cansado los brazos y moriría ahogado. Además, tampoco podía olvidar de las tres serpientes que tenía a su cuidado, a ellas también debería cuidarlas. —Sé que este paisaje no es desconocido para ti, sin embargo tengo que advertirte que el río es más profundo de lo que parece y más extenso de lo que cualquiera puede pensar, existe el rumor de que dependiendo del día podría hacerse interminable, esperemos que hoy no sea uno de esos días —hizo una pausa. —Pero el gran peligro se oculta en las profundidades, donde una gran criatura marina no tardará en subir para hacer añicos el bote y llevarte con ella hasta su hogar, a menos que de verdad te ganes su simpatía, a menos que le demuestres que no eres un hombre destructor y que le demuestres que tus intenciones son buenas. Un hablante de pársel no es inofensivo y yo confío en que esa criatura marina sabrá mejor que yo si tienes o no buenas intenciones. Si Ishaya terminaba con esa primera prueba, lo siguiente que se encontraría serían dos entradas a un laberinto tan grande que era imposible de rodear. En cada entrada dos serpientes de cascabel le esperaban, tan sólo una le diría cuál era el camino correcto, la otra mentiría mandándolo hacia su propia muerte. Discernir cual decía la verdad era su tarea. Si lograba identificar el camino correcto, se encontraría con una alberca llena de las serpientes más venenosas y letales del planeta, pero el único modo de seguir avanzando era sumergirse. Para que el veneno de una mordedura de serpiente actuara podía llevar tiempo, dependiendo del tipo, pero cuando eran demasiadas apenas la persona podía durar 5 minutos respirando. Sin embargo había un modo de que Ishaya saliera ileso, si realmente había aprendido algo utilizaría su ingenio y astucia para averiguarlo. Finalmente, en el pequeño espacio que lo separaba de la entrada a la pirámide, la figura de un hombre alto, con aspecto asesino lo estaría esperando. Pese a tener el rostro cubierto por una bufanda, en su mirada se notaba que sus intenciones no eran buenas y aunque Ishaya seguramente fuese un gran mago, allí su magia no tendría efecto alguno. Lo único que el extraño hombre le pediría a cambio sería a sus tres serpientes, de lo contrario no se movería y de querer enfrentarse a un duelo, él saldría ganando, pues tenía en su poder todos los anillos y libros que pertenecían a Ishaya. — Te lo preguntaré una última vez.. ¿Estás listo?

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