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Aailyah Sauda

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Todo lo publicado por Aailyah Sauda

  1. @ Goderic Slithering Sauda mantuvo sus ojos cerrados, con los brazos en jarra bajo su cabeza y su mente proyectándose a la pareja de magos que pretendían proteger un recuerdo. La historia que podía ver en la mente de ambos magos parecían situaciones complejas de la seguridad. Sí, que hubiera habido una persona muerta por no tener las habilidades de la oclumancia resultaba algo doloroso, cuando al cerrar tu mente o proyectar a la mente del legilimántico una imagen falsa de la realidad hubiera podido hacer que Anabelle continuara con vida. Su voz se escucha una vez más, pero esta vez en la mente de cada uno de sus alumnos, no quiere que Emily sepa lo que le pide a Goderic, ni viceversa. Comprende la carnal unión familiar que hay entre ambos pero esa misma familiaridad podría hacer que uno de los dos perdiera su concentración por salvaguardar al otro y eso, en la vida diaria, podría implicar que tuvieran que lamentar una pérdida irreparable, uno podía ser el talón de Aquiles del otro. —Quien te dijo esa frase tenía toda la razón del mundo Goderic, todos nosotros debemos saber manejar nuestras mentes, tú al querer entrar en las mentes de los demás sí dejas resquicios, un oclumante tiene esa ventaja, no abre puertas, muestra ventanas y muchas veces tras esas ventanas no hay un tapial, sino un escenario montado para que quien espía sea confundido por nuestra falsa realidad. Cambia la historia, no dejes que yo vuelva a ver la imagen real, no porque la ocultes, sino porque ahora transformaste el escenario en una obra distinta para mí —los ojos de Sauda se abrieron de golpe y la arcana empujó sin preguntar dentro de la mente del mago, buscando encontrar en él, no solo los recuerdos de lo ocurrido con Anabelle sino toda la información del líder del SMS y la información que estuviera en la mente del Slithering y que él había obtenido de las mentes invadidas durante sus misiones al SMS. Dependía de él poder frenarla mostrándole un hecho distinto del que había ocurrido en realidad y dejando a un lado los recuerdos que él había robado. @ Emily Karkarov Esa era una de las habilidades de Aailyah, no solo era capaz de cerrar su mente y sus recuerdos, no solo se trataba de una mujer que horneaba y tomaba el té, ella era capaz de colar en la mente de los demás las imágenes de ella y de lo que quería que viesen o aprendiesen. Por eso su mente se relaja al leer la mente de Emily, en cierta forma es menos compleja que la tensionada mente de su tío. Sin embargo en ella está la semilla que no ve en él. —¿Crees que hubieras podido cambiar el objetivo? ¿Crees que la debilidad física te provocó la debilidad mental que casi abre tu mente junto a la de Zhao? ¿Crees que el simposio estará feliz solo porque logres tu objetivo de aprender la oclumancia? La verdad los hará libres, pero ¿qué es la verdad? Tres ciegos se acercan a un elefante y uno toca su trompa, para él un elefante es largo como una serpiente y parece estar hueco y tener dos agujeros en la punta, otro toca su cuerpo y dice que es como un barril rugoso y grande, el tercero toca la cola y dice que es como una manguera, fina, larga y con pelos en la punta. ¿Cuál es la verdad? La que tú hagas que sientan y vean. La oclumante hizo una pausa, la sonrisa se dibujaba en sus labios, la mente de Emily era tan simple, y tenía tantas posibilidades de proteger sus secretos. —Manéjalo como una “ilusión” muéstrame que es lo que no debo conocer de ti, muéstrame lo que no eres, muéstrame que eres capaz de desdibujar lo que veo de la historia de Zhao, el simposio de ladrones… y muéstame lo que no es tu clan de los oscuros —como con Goderic Sauda cierra los ojos y comienza a hurgar en los pensamientos de Emily, esperando que ella también sepa cambiar su historia y mostrarle lo que no es, convenciéndola de que sí es la realidad. @ Azrael Lycan En el otro plano Sauda se concentró por un momento, manteniéndose callada, solía ser compasiva pero también podía ser dura con quien no respetara cada expresión de la vida, y por momentos sentía que eso estaba pasando allí. Cerrada su mente como la era capaz de mantenerla, había algo que también había aprendido y era a introducir en la mente de los demás aquellas imágenes que deseaba que creyeran, esas ilusiones tan difíciles de distinguir de la realidad eran las que poco a poco fue la oclumántica lanzaría contra la mente del Lycan. —Tendrás que demostrarme que no buscas el poder Azrael, y sí, puedo intentar llegar a tu alma, pero son tus recuerdos y no tus sueños, porque aún nadie de los tuyos tiene derecho a caminar por ellos, nadie. Muéstrame —ordenó Sauda —o yo te mostraré a ti. En la mente de Azrael comenzaron a aparecer imágenes, su padre y su madre, ingresando a su habitación, acompañados ahora por ella. Uno de ellos llevaba un cuchillo en su mano, podía verse el destello. —Hijo —una voz deformada por el tiempo se dirige al pequeño Azrael que jugaba solitario en su habitación, las voces se deforman mientras Sauda sigue buscando en los recuerdos del Lycan —No deberías hacerlo —susurra alguien . En ese momento Azrael parecía que comenzaba a cambiar, pero algo detuvo el cambio y no pudo transformarse en jaguar, una mano poderosa lo sostenía, Anubis mismo impedía que el niño pudiera atacar a sus padres y lo sostenía de sus brazos. —Es la hora de tu sacrificio para llenar de poder a tu familia, tú no eres digno de ser el portador —dijo el chacal mientras la madre se a acercaba puñal en mano a su hijo. Aailyah cerró sus ojos y buscó más profundo en la mente del Lycan, el mago debía detenerla o ella cambiaría todos sus recuerdos. Alguna vez la oclumántica había convencido a un hombre violento de que había muerto y su espíritu solo respondía a las voces pacíficas que acudían a él para buscar consejo, hasta que aprendió a dominar su violencia. Ahora hacía algo similar con Azrael, ya que el mago pensaba que lo que ella hacía no era acorde a su nivel, irían al nivel que fuera acorde. La oclumántica comenzó a moverse en recuerdos, un partido de quidditch y un par de magos moviéndose en sus escobas, uno de ellos era el propio Azrael. Pero la buscó cambiarlo, no dejando que fuera era él sino un títere, una cáscara vacía que apenas portaba un rastro del alma de Azrael, un alma herida y adolorida, que buscaba amor en un rincón de aquel cuerpo sin encontrarlo con claridad. —¿Cuál es la realidad? —susurró mientras abría de nuevo los ojos y los clavaba en los del Lycan, esperando que él la frenara, que dejara que sus recuerdos se movieran y variaran. Debía aprender que ser oclumante no era lo que él esperaba, si no la convencía de que podía utilizarlo para el bien y no solo para tener más poder ella no lo dejaría avanzar hasta que él le mostrara o mejor dicho, dejara de mostrar su historia.
  2. Sauda sonrió frente al lago, observando al otro lado la isla en que estaba la gran pirámide, se sentía más que satisfecha, veintiún veces se había encontrado en aquel lugar con anterioridad. Y veintiocho magos y brujas habían logrado vincularse al anillo de la oclumancia, cerró sus ojos y pudo sentirlos a todos y cada uno de ellos. Para algunos había sido sencillo, a otros les había costado más. Cuando volvió a abrir sus ojos había dos fantasmas a su lado y ella los observó con una sonrisa, saludándolos con una inclinación de cabeza, ellos le correspondieron y se desaparecieron para ir a preparar las dos pruebas al otro lado del lago. Cuando Sean llegó a donde ella estaba la bruja no se giró para mirarlo, su mirada seguía fija en el lago y una brisa se elevó como envolviéndolo todo y haciendo flotar por unos segundos en el aire su falda de kanga de un colorido en la gama de los naranjas, el gorro sobre su cabeza le daba un aire formal con el trenzado de la tela con el mismo motivo que la pollera. —Bienvenido Sean, ha llegado la hora de que me demuestres que no me equivoqué contigo —no había necesitado girarse para saber que era él. —Me alegro que estés aquí —extendió su mano y su varita de baobab se materializó en ella, con un suave movimiento hizo aparecer un cesto frente al mago —esta prueba será sin magia, espero que dejes allí tus objetos mágicos, todos, incluyendo tu varita —Sauda esperó pacientemente que el mago hiciera lo que le había indicado. —Ahora empiezan las últimas pruebas antes de llegar a la pirámide donde te enfrentarás a la prueba final… vara de cristal —susurró Aailyah haciendo que su varita cambiara la forma a lo que parecía una simple vara de pastoreo de dos metros de largo y color rojizo opaco que no dejaba traslucir más que la tormentas de arena que parecían desarrollarse en su interior, con delicadeza tocó el agua y ésta se volvió cristalina y calma como un espejo —Cuando atravieses los pilotes a lo largo del lago no pierdas la concentración, recuerda que tu mente podrá mostrar cosas pero también deberás ocultar otras —hizo un silencio y se volvió hacia Sean clavando sus oscuros ojos en los de él —si llegas al otro lado, como espero, lo próximo que debes hacer es atravesar el bosque y luego el laberinto, te prometo que no será imposible, pero tampoco sencillo, luego te espero en la pirámide —Sauda sonrió y desapareció junto a la cesta con los elementos mágicos de Sean. De ahora en más él estaba solo, aunque ella lo vería desde la pirámide. Unos diez pilotes de madera sobresalían del lago. Con apenas espacio para dar una zancada y mantener el equilibrio entre uno y otro en un espacio en el que apenas podría posar el pie. El agua se había transformado en el "espejo de lo que siempre fue", reflejaría un recuerdo doloroso de su infancia que, al rememorarlo, le haría desear dejar todo de lado y huir. Entre los diez pilotes que servirían de puente de madera para llegar a la otra orilla, debería evitar caerse y sobreponerse. El agua mágica del lago reaccionaría al dolor que sintiera y se revolvería, intentando engullirle. Debería evitarlo y ocultar sus sentimientos para que el agua no le leyera. Si no lo hacía bien, el pilote desaparecería, haciéndole caer. Debería conseguir poner un muro entre su mente y el agua cristalina y calma para evitar la muerte. Una vez que llegara al otro lado atravesar el bosque sería un poco más complejo, el primero de los fantasmas había sido enviado por la arcana para que hiciera aparecer en él unas exóticas plantas cuyo aroma era dulce y atrayente pero que producían unas toxinas que nublarían la mente del mago si no cerraba su mente para evitar olvidar a qué venía y dirigirse hacia otro lado que no fuera la pirámide. Sauda estaba segura que luego de lo que había visto en la mente de Sean aquello sería un simple paso para él. Al llegar al laberinto ya era otra historia, la otra fantasma proyectaría voces a la mente de Sean que le susurrarían que regresara, que no era digno de la habilidad, que no estaba preparado para aquella prueba y cuando llegara al final y estuviera a punto de ingresar a la pirámide tomaría la forma de la persona que más importante era para él apareciendo frente a su persona, intentando disuadirle, atacaría su mente y Sean tendría que demostrarle que se equivocaba y mostrarle en su mente por qué debía dejarle pasar y enseñarle el ingreso a la pirámide. Sauda observaba todo desde la habitación circular rodeada por las siete puertas, en aquel portal se encontraba de pie, sobre la estrella atrapada en el oruroboros. En su diestra sostenía su vara de cristal y en la siniestra el anillo de aprendiz que le entregaría a Sean cuando llegara hasta ella. Luego de eso él tendría que atravesar la puerta de oclumancia y Sauda confiaba en que la prueba a la que se enfrentaría lo haría salir victorioso y vincularse al anillo. O tal vez no. Era cuestión de esperar lo que le deparaba el destino, pero si había leído bien la mente de su discípulo, había un buen prospecto de oclumante en él. @ Sean -Ojo Loco- Linmer
  3. La Arcana dejó repentinamente de acariciar su anillo y clavó sus ojos en los de Lycan, que por fin estaba hablando, siendo un poco más claro con sus palabras. Si Sauda había aprendido algo en todo aquel tiempo era a reconocer cuando alguien hablaba con la verdad, cuando disfrazaba intenciones y cuando mentía, todo aquello era tan claro y transparente como el agua, porque ese era el poder que ella dominaba en contraparte con el que enseñaba. La Legeremancia y la Oclumancia iban de la mano, y no bastaba sólo con desearlo muy fuerte, había que practicar para aprender a crear las mejores barreras que impidieran el paso a los pensamientos. Y, aún sabiendo crearlas, esconder los gestos que uno emitía con el cuerpo era un tema completamente aparte. - Ya veo - fue su único comentario cuando Azrael mencionó que se casaban entre las siete familias pura sangre egipcias. Era como si se casaran entre primos, tarde o temprano iban a acontecer anomalías genéticas. Pero antes de que dichas anomalías los atormentaran, iban a ser presas de su propia locura... por algún motivo las tribus que permanecían aisladas poseían tantos miembros con problemas anatómicos y mentales. Aailyah lo pensó un momento pero decidió no trasponerlo en palabras, porque quizás sería demasiado ofensivo para su alumno-. Entonces obtener la habilidad, para usted, es una cuestión de poder... ¿y de pertenencia? - la Arcana no comprendía qué tenía que ver el águila del escudo de armas con la Oclumancia, le parecía que su pupilo quizá devariaba un poco. -Muy bien - Sauda dio dos palmadas-. Puede que no confíes ni en mí ni en mis pares, pero igual acudes a nosotros por conocimiento y, para ello, deberás comenzar a ceder o me temo que te estancarás - fue tajante con sus palabras-. Ahora ya no vamos a charlar sobre tu vidas o tus intenciones, vamos a comenzar a practicar el cierre y apertura de la mente, colocar barreras, hacer caminos nuevos y también cerrarlos a nuestro antojo. Pero para ello deberás estar dispuesto a dar todo de tí mismo - su mirada continuaba fija en el rostro de Azrael, esperando a que dijera qué tan dispuesto estaba a verse vulnerado por alguien en quien él no confiaba y, aparentemente, no pensaba entregarle nada a cambio por los servicios que exigía. @ Azrael Lycan ----- El tramo final del duelo mental con Sean estaba en pleno proceso y la Arcana podía ver a su discípulo sudando como si estuviera parado en la boca de un volcán activo. La concentración de éste era tal que la mujer pensó que le estallaría alguna vena del cerebro y tendría que utilizar algún hechizo de emergencia para evitar que muriera. Pero no, no era eso lo que estaba sucediendo. Aunque por fuera Sean estaba casi rojo de concentración, por dentro era un mar en calma que parecía llevarla con el oleaje hacia donde él quería que ella fuera. La dejaba entrar, luego le cerraba el camino y la apartaba hacia otro lado. Le mostraba muros falsos, ventanas pintadas, corredores interminables de pensamientos e imágenes que parecían fluir a una velocidad vertiginosa a su alrededor. Sauda era experta en ahondar en esas encrucijadas, se había entrenado durante años para ello y su título de Arcana así lo demostraba, pero si en vez de ser una Arcana hubiera sido una intrusa con un poco de astucia y mucho coraje, ahora mismo estaría completamente perdida en aquella enredadera de pensamientos. - Puedes hacerlo mejor - lo instó. Y, en efecto, así fue. Una oleada de recuerdos, olores, imágenes, sensaciones, gustos, la golpearon fuertemente y Sauda sintió una puntada en la nuca. Luego otra. Luego otra. Luego otra. Sean estaba atacándola con todas sus fuerzas y su estrategia era muy buena, tanto que la Arcana tenía que reconocer que posiblemente era uno de los mejores estudiantes que había tenido. Apenas alcanzaba a procesar el aluvión de recuerdos y pensamientos que él ya le enviaba otro, más grande, más potente... Era imposible de manejar. Era un coche sin frenos. - ¡Lo hiciste! - gritó entonces la mujer, dentro de la cabeza del chico y también en voz alta, tan alta quizás que habría llamado la atención de quienes pasaran cerca de su residencia. Bloqueó, entonces, su propia mente para prevenir daños a largo plazo y volvió a la realidad, no sin tomarse un momento la nuca y presionar allí donde le había dado la puntada. - Lo hiciste Sean, creo que estás listo para tu prueba... ¿qué dices? -. @ Sean -Ojo Loco- Linmer
  4. @ Azrael Lycan Si algo que Sauda podía reconocer en Azrael, era su persistencia y su orgullo, dos cosas claves cuando te enfrentabas a personajes como los que impartían las habilidades arcanas. No estaba de acuerdo con sus métodos de evadir los propios, no lo sentía ni sincero, ni especialmente apasionado, que tenía una lista de supermercado que completar y que debía hacerlo de esa manera para lograr algo, ¿el qué? Sólo él podía saberlo. A lo mejor, en algún momento del camino decidía mostrarse cómo era y entonces, tendría acceso a una mejor educación para la habilidad que comentar querer dominar. Sin notarlo demasiado, acaricio el anillo en su mano, ella lo apreciaba demasiado. — Azrael proviene del pueblo judío, correcto, muchas costumbres judías y egipcias se mezclaron con ese período de esclavitud tan prolongado —murmuró entonces la arcana—, ser Archimago de la Muerte o el título que me comenta usted que tiene, debería contar con sus ventajas, no sé yo si mentales o aristocráticas, pero no logro averiguar cuáles son. Si tengo que ser completamente sincera con usted, quizá también sea falta de interés de mi parte, es decir, siempre he buscado la información que me parece pertinente, importante, relevante, generalmente cosas de la mente y sus misterios. Se preguntó si a él realmente le interesaba la Oclumancia, o si nada más era una raya más al tigre, un check adicional en su lista de supermercado. Eso la estremecía, tenía miedo. ¿Podía alguien como ella sentir algo así? Sí. No debía, una de sus responsabilidades era no entregar algo tan poderosos como la Oclumancia como si fueran dulces en fiesta de brujas. Eso no debía suceder, tenía que descubrir a Azrael, se lo debía a ella misma. — Seth, que fue el nombre que le dieron los griegos a Sutej, es alguien tan relacionado con el caos que es probable que todo lo relacionado a él, incluso sus descendientes o creyentes, sean tan volubles como a él se le describía —eso lo dijo con voz más alta, sin embargo, no parecía que se dirigiera a su alumno, sino que quizá estaba pensando fuera de la cabeza. Estaba en una disyuntiva fuerte. ------------------- @ Sean -Ojo Loco- Linmer La respuesta de Sean era de esperarse, por completo. La Arcana estaba satisfecha incluso de ver su frente perlada, de la intención que todo aquello ocultaba, era importante que sintiera esas ganas de hacer las cosas bien, de dejarse llevar de organizar todo a partir de una mente en blanco. Concentrarse. Movió ligeramente los dedos y se decidió a ponerle una última traba a los conocimientos que intentaba tener. Utilizó lo que sabía de Sean, lo que sabía era real, además. Y lo colocó en su mente, con fuerte, con conocimiento de su parte de que Sauda sabía lo que estaba viendo de su niñez, él tenía que echarla como pudiera, como quisiera si cabía el término. Si Sean lograba largarla de su mente, se habría ganado el derecho a ser el siguiente alumno en intentar la prueba de Oclumancia. El pecho de Sauda se henchía de orgullo de pensar que pronto su círculo de oclumantes tendría dos nuevos integrantes, uno más especial que otro, pero el sentimiento de tribu estaba ahí, y ella lo agradecía al universo. — No es sencillo siquiera intentarlo Sean, y me sentaría muy mal que no lo lograras, tienes que estar seguro que este es el camino que desear seguir —musitó entonces, aún intentando forzar la mente del hombre—, cien por cien seguro.
  5. La arcana bebió otro sorbo mientras sopesaba la respuesta de su pupilo, no había respuestas incorrectas, tampoco las había incorrectas, lo que existía sí, era la sinceridad y el camino sencillo. Lo que uno pudiera creer que querían los arcanos oír de uno, si le sumábamos la respuesta acotada al final, se podía inferir que Azrael estaba cansado del juego de los arcanos, que no estaba acostumbrado a escuchar negativas a sus requerimientos y que no iba a encontrar nunca, respuestas a sus conversaciones con una pared. Ejercicio que, aunque parecía inútil, resultaba todo lo contrario cuando uno se concentraba en lo importante. Un sorbo más. - Azrael —pronunció con suavidad la mulata—, ¿qué significa tu nombre? ¿Sabes por qué te lo pusieron? ¿A qué pretendías estar destinado? ¿Se cumplió ese propósito? ¿Estás en el camino de saberlo? No esperaba respuestas sinceras, pero de todas formas pondría todo su empeño en que se convirtiera en un buen oclumante, si estaba destinado a serlo, esa era su misión como miembro del Consejo de Arcanos, no iba a negarle a alguien que claramente quería obtener el conocimiento. Merecerlo era otra cosa, y ambos estaban en el rumbo indicado de descubrir ese detalle. A veces, uno no contesta las cosas no porque no tenga el conocimiento, sino por no tener las ganas de decir en voz alta, los temores que nos aquejan. Resopló antes de dejar la taza de té sobre la mesa, no quedaba mucho líquido ya y para su gusto, se había enfriado. --------------------------------- Sean era un alumno “particular”, por decir algo. Podía engañar a cualquiera, ahora quería hacerlo a nivel mental, una ambición bastante inusual para una personalidad como la que presumía, desinteresado, despreocupado. Sauda era de las que pensaba que había que sacrificar algo muy personal en aras del conocimiento que ellos podían brindarles, pero no parecía ser ese el caso, poco a poco, podía sentir que el aprendiz se hacía merecedor de las preguntas que lo acercarían a la prueba final. Sobretodo ahora que durante segundos, no había logrado ver nada o leer nada en la mente de Sean, una perfecta mente en blanco. Y finalmente, una escena que no concordaba en lo más mínimo con lo que proyectaba el mago, ¿sería realmente un recuerdo falso? Lo era, pero estaba tan bien construido que podía hacer dudar a cualquiera que no estuviera familiarizado con el arte, con la ciencia que ella impartía. — Buen trabajo, Sean, realmente admirable —musitó la arcana a un segundo de emitir una sonrisa de lado—, sin embargo, permíteme un consejo. A la hora de liberar la mente y proteger tus pensamientos o recuerdos con unos falsos, no los hagas tan distantes a lo que proyectas o terminarás cayendo en tu propia trampa. ¿Crees que estés listo para volverlo a intentar? Se cruzó de brazos y caminó frente a su aprendiz unos momentos después.
  6. Sauda miró a Azrael, prestándole toda su atención, algo que hacía con todas las personas que buscaban el conocimiento, la sabiduría de la habilidad en la que poseía experticia. La vanidad, ese tufillo de superioridad con el que el egipcio la había buscado tiempo atrás era lo que le había impedido llegar más lejos, merecer la invitación a formar parte del exclusivo círculo de los oclumantes. Era evidente que aquello no había desaparecido en este tiempo, es más, podía decirse que ahora había que sumarle una actitud desafiante que contrastaba muchísimo con la calma que era habitual describir en la bruja. — Los galeones de su matrícula, bueno —Sauda encogió los hombros—, si realmente cobraran lo que merece el conocimiento de Arcanos o, consideremos también a los Uzzas, no podrían pagarlo, señor. Lamento que no desee conversar, es una actividad que yo disfruto muchísimo, ayuda a despejar la mente, liberarla de las ataduras para así concentrarnos justamente en lo que dijo, en el aprendizaje del arte de la Oclumancia. La arcana dejó de dirigirse a él y se acercó en cambio a la tetera, sirviéndose una taza de té, humeante, que inundó un poco el ambiente con su aroma. Finalizó el preparado con unas gotitas de limón, a lo mejor sus antioxidantes era el secreto de su simulada juventud. Quiso reírse, pero se contuvo, no quería que el aprendiz se sintiera burlado por un tema que ni siquiera era de su incumbencia, según sus propias expresiones. — Lamentablemente para usted, señor Azrael, en esta humilde morada, aunque yo no puedo negarle el aprendizaje si puedo permitirme sentarle las bases sobre las cuáles, se dará uso al anillo de aprendiz —culminó mientras le daba la espalda—, soy yo quién pregunta, quién dirige, quién fomenta. Hagamos un segunto intento y cierre los ojos, cuando lo haga, mencione por favor, cuáles son los própositos por los cuáles busca la Oclumancia, me temo que aún no lo he comprendido del todo. Había sido extensa, tenía que prevenir que se le secara la garganta, bebió un sorbo del caliente brebaje y esperó, quizá un sorpresa. ----------------------------- @ Sean -Ojo Loco- Linmer — Cierra tu mente, Sean —sugirió Sauda, los pensamientos de su aprendiz, su vida, eran un libro abierto, casi como si fueran tan charlatán como él—, concéntrate. Lo lograste con el tema del vestuario, podrás hacer lo mismo con tus pensamientos, déjala en blanco. Prohíbe nombres, lugares, fechas, céntrate. Pero la arcana fue más allá, movió la varita, lo dejó mudo, una especie de silencius que esperaba, llegara a concentrarlo en algo más allá de las bragas, algo que realmente quisiera ocultar de los ojos del mundo. Sauda estaba divertida, expectante de lo que pudiera ofrecerle la mente de Sean. La Oclumancia era útil, pero era difícil, todos parecían querer una habilidad como aquella, sin embargo no se atrevían a algo importantísimo: ser vulnerables. ¿Cuántos golpes recibía alguien antes de aprender a esquivarlos? ¿Cuántos duelos perdidos existían en la vida de los magos antes de comenzar a ganarlos? ¿Cuántos pensamientos se estaban dispuestos a sacrificar antes de poder cerrarlos a intrusos? Se sentó en el suelo, faltaba poco, sus aprendices poco a poco completarían el círculo de oclumantes que la arcana de Videncia le había prometido. ¿Quién le iba a decir que terminaría dándole la razón?
  7. Con @ Matthew Black Triviani Se tomó unos segundos, los suficientes para intuir que el niño que le permitían ver, era Matthew, utilizando su magia original para convertir los frutos caídos de un árbol en algo que él apreciara más. ¿Era creíble? ¿Era suficiente? Desde el inicio, el contacto con el Triviani había sido algo cómo un conocimiento imposible de negarse, si bien era cierto que no era lo calmado que lo había obligado a estar, Sauda creía que ese era el camino correcto para despertar sus habilidades oclumantes. Y aunque ella supiera que ese recuerdo era falso, era creíble. Matthew era de esos aprendices que no necesitaba mucha más guía, sino retos, estaba listo para ponerlos a prueba, aunque ella no se lo dijera con esas palabras. Quizá nunca. — Cambiar los alimentos parece ser una práctica común entre nosotros, los magos —sonrió—, que feliz sería esta tierra si nos quedáramos con esa sencilla solución el resto de la vida, ¿no crees? Aailiyah se acercó a él y lo tomó con ambas manos, haciéndose muy pequeña a la visión de cualquiera. Como si fuera una abuelita que busca apoyo en su nieto favorito, clavó sus ojos en él. — Estás listo —sentenció con una muy ligera sonrisa—, sin embargo, debo preguntar, ¿te sientes listo? Podía parecer que ella misma le estaba dando las respuestas, pero no era así. Sauda podía creer en ese mismo instante que Sean, Azrael, Matthew y Hess estaban listos para engrosar la lista de oclumantes en el mundo de la magia, empero no servía de nada si ellos mismos no se sentían listos, al primer atisbo de duda podían fallar en la prueba. El joven Triviani tenía mucho material mental que esconder, según sus propias creencias y determinaciones, ¿sería capaz de hacerlo bien delante de un arcano? ¿Delante de un mago legeremante? Le liberó las manos y caminó dándole la espalda, muy pausadamente, en espera de sus respuestas. ------------------------------- Con @ Sean -Ojo Loco- Linmer El ejercicio que le había planteado al aprendiz podía terminar en una divertida anécdota para cualquier tarde con tazas de té. Por lo menos ya habíamos dejado atrás el negligé que ella no se pondría ni perdiendo una apuesta con Bakari, por otro lado, ella no apostaba. Se vio con una batola un poco más acorde con sus gustos, aunque no dejaba de insinuar las formas que según la mente de Sean, la arcana tenía. Era imposible sonrojar a Sauda, si algo tenían los arcanos y los Uzzas en común, era el control de sus emociones. Cruzó sus brazos por sobre el abdomen y se dedicó a observar el rostro del mago. — Digamos que tu estrategia te servía como coartada perfecta en tus tiempos delictivos con Alicia —seseó de pronto, sin mirarlo directamente a los ojos—, pero que no es precisamente un pasatiempo del que disfrute la mujer con la que te casaste, ¿no? No hacía falta recalcarle, que podía derribar sus barreras mentales, sus recuerdos con casi simplemente quererlo. Un aspirante a donjuán tenía que tener historias interesantes para contar, corazones rotos, quizá el propio; pero sin duda alguna no podía ser ese el motivo real de su vida, ¿coleccionar lencería? Buen pasatiempo para alguien tan abierto de mente como Sean, sin embargo, no podía ser el centro. Que lo dijera él mismo quizá sería lo más divertido, después de todo, seguramente ella iba a mal pensar de todas formas. ------------------------------ Con @ Hessenordwood Crouch Un teatro combinado, o mejor puesto, bajo las luces y los juegos visuales de los atardeceres en París, sin da podían ser las delicias de algún escritor romántico, y la situación en la que presentaba con el aprendiz a oclumante no era la excepción. Aunque ella no tuviera ese tipo de intenciones, el cuadro a la distancia podía protagonizar cualquier portada, necesitando de al menos un par de datos más para dar por inaugurada la dramatización necesaria. Los teatros tienen esa particularidad de desprender nostalgia, aun si estuviera bien construidos y en noche de estreno, contrario a ese caso en particular. — Siempre el pasado suele gustar un poco más en nuestros recuerdos que cuando lo visitamos —musitó ella amablemente—, pero París no es único en el mundo, ningún lugar lo es. Lo que los vuelve únicos son las experiencias que guardan entre sus muros, entre los tiempos. Los verdes son verdes aquí y en los campos de Nueva Zelanda. Resopló con paciencia. — Una biblioteca ordenada será una biblioteca ordenada, aunque sólo tuviera papiros de viejas construcciones uno, y los tomos ancestrales de los Uzzas el otro —se separó un poco y caminó—, ¿Qué es lo que buscas volviendo aquí? ¿Con qué dejarás que tu mente me entretenga y qué dejarás escondido en el mejor de los anaqueles? Pronto encontrarás tú mismo el camino que originalmente viniste a buscar conmigo, pero, ¿te sientes preparado para ese momento? Cerrar al completo las cosas de la mente, sin olvidar dónde dejaste la llave. Sauda estiró la mano y una bola de cristal, aparecida básicamente de la nada, le mostraba a su aprendiz, como podía ver cosas similares en distintas partes del mundo. ------------------- Con @ Azrael Lycan La arcana apareció en una voluta de humo, delicada, en medio de la estancia que se suponía era su morada. Era una proyección porque tenía aprendices en distintos páramos mentales. Ver que un alumno volvía a intentarlo era algo que la calmaba por dentro, como si una llamarada de esperanza se abriera, la luz en medio de la oscuridad. El conocimiento antes de la ignorancia. — Azrael —saludó—, no ha pasado tanto tiempo como el que pensé que podía sucederse. Lo guío con la mano a lo que podía suponerse como una salita de estar y movió las manos para que el juego de té, comenzara a preparar unas infusiones para una tertulia, que era lo que se debían ambos luego de tan estremecedor viaje mental que tuvieron la primera vez que se conocieron. Té verde, mezclado con hojas de limón y un poco de azahar. Calmar los sentidos, calmar las ansias. Porque las tenía. Nadie regresaba por un conocimiento si no tenía las ansias de poseerlo, la ambición. Algo que sin duda alguna no faltaba en el Licaón. — Por favor, cuéntame que has hecho los últimos meses, pongámonos al día.
  8. Esta vez la sensación es diferente, ya no hay imágenes dibujadas con reflejos sutiles que los cambian y le hacen ver como en un sueño, descubriendo para una mente entrenada que es un simple falso recuerdo. No, esta vez el movimiento sutil del aire ya no refleja una imagen ni una escena del pasado, solo hay vacío. Vacío y la sensación de estar encerrada tras una fina lámina flexible, redonda, brillante pero opaca a la vez. Por un momento piensa en las esferas del obsistens pero no, aquello es más como una piñata inflable. Pegajosa al cuerpo. Extraña sensación en realidad. Busca indicios, pero Hessenordwood se impone, escucha apenas susurros ahogados de voces, ni la de él le llega. Es consciente de que da órdenes y ordena, pero no logra sentirlo hasta que él la deja. Se sorprende, no le ha cerrado del todo la puerta pero la ha dejado fuera, en el límite, como cuando atiendes a alguien en el jardín de tu casa, pero sin abrirle la verja para que ingrese a él. Su oscura mirada lo ve como por primera vez, lo observa, lo estudia una vez más y descubre un hombre rehaciéndose a sí mismo, lo está logrando. Una sonrisa de satisfacción se asoma apenas en su rostro de labios carnosos y una señal de aceptación la lleva a asentir. —Podrías, sin dudas —sus ojos se abren, lo observa y estudia con una lejana sonrisa que parece no haber estado nunca sobre sus labios antes de agregar con tono misterioso —siempre nos quedará París —extiende su mano y la posa sobre el hombro del mago —vamos allí. Espera con paciencia que él entienda que ha aceptado, estar en París los lleva a un nuevo nivel, él se ha criado allí, ahora será cuestión de que le enseñe sus rincones, los más íntimos y los más conocidos por todos. Es tiempo de explorar. —¿Dónde exactamente estamos? —pregunta al mago, descendiendo su mano por su brazo, hasta tomarse de él, como una anciana del brazo de su nieto para pasear por la calle. Espera una vez más paciente a que él le cuente a dónde la ha llevado y luego pregunta una vez más. —¿Cuál es el lugar más íntimo para ti, el de tu mejor recuerdo de París o el de más intenso? Llévame allí —no se sabe si ordena o solicita, aunque parezca que ha puesto todo en manos del mago desde que la ha dejado trasladarla con la fuerza de la aparición conjunta a aquel lugar. Espera otra vez, él se muestra confiado o tal vez no, y le enseña aquel lugar, y ahora, cuando al fin están relajados, su mente se proyecta, dura, fuerte, mostrándose cual un nuevo espejo que refleja al joven Hessenorwdood a los 17 años, buscando en su mente el recuerdo más duro de aquel París de antaño ¿será él capaz de detenerla o quedará frustrado con un recuerdo más revelado? @ Hessenordwood Crouch
  9. —No me dejes verlo —susurró Aailyah mientras poco a poco su presencia real se manifestaba como la joven veinteañera frente al mago. —Sí, eso lo vi, tú eres casi ya un oclumante, es innato, pero son tus sentimientos, esos que más ocultas los que te dejan al descubierto, por eso ella llegó hasta ti, por eso yo, puedo verte —siguió susurrando la arcana, con una expresión tan neutra que recordaba a la bruja que había sido retratada en la Gioconda. Sauda observó en silencio toda la escena, ambos jóvenes parecían compatibilizarse en cierta manera, la decoración y la altura indicaba que era una torre, la de Ravenclaw seguramente. Había algo en la relación de los dos jóvenes que le sorprendía, no era el que llevaba la voz cantante el que realmente dominaba la situación, podías creer en un principio que él era el alfa de los dos, pero no, no era así. Volvió a observar, buscando algo a su alrededor, sintiendo el calor del ambiente, el verano estaba cerca, debería sentirse el aroma de las flores de estación. Cuando el recuerdo terminó la arcana se vio sorprendida por la amable invitación a salir de la mente. Sin dudarlo dio un paso hacia atrás y se cruzó de brazos, observando al hombre frente a ella con una curiosidad que le parecía lógica ante la situación. Él había logrado por fin una conexión, poner una barrera, pero ¿qué más había sido todo aquello? —Allí está —susurra Sauda, como si no quisiera que algo o alguien se espantara y huyera, sin pensarlo se acerca al hombre y posa su mano sobre donde está su corazón —tú debes aprender a controlarlo aún mejor que eso, tú puedes tener tu propio castillo interior, una biblioteca, o un cuarto seguro, como quieras darle forma, o tú estás dentro y él afuera, o construyes una mejor prisión para ser tú el que libremente vagues en tu castillo de memoria pero —siempre hay un pero —no debes dejar que la locura domine en algún momento tu mente, tú tienes la fuerza y el poder de crear barreras, pero mantenlas firmes —la arcana se llama a silencio, ha dicho muchísimo, más de lo que está acostumbrada a decir, pero ¿cómo no hacerlo? Podía ver una vez más lo que podía ser una lucha entre una mente serena contra una desquiciada, una mente contenida contra una completamente libre. Podía ver su pasado volver. Sauda lo escucha, observa su mirada y su sonrisa, clava su mirada oscura en lo claros ojos de su aprendiz, sopesando lo que él le dice, escuchando sus palabras —Podría serlo, pero no, no hubiera sido diferente —la voz de Sauda ha tomado una entonación diferente, parece más gruesa, más masculina, sus labios se tensan en el momento que vuelve a hablar. —¿Qué es París? —pregunta la oclumante y una vez más atacó la mente de su joven aprendiz, esperando que esta vez él le impida entrar en ella. Sabe que sus sentimientos están a flor de piel, pero son esos a los que ha hecho referencia momentos antes, esperando que él, aún con las sensaciones tan vívidas sepa descubrir cómo detenerla. @ Hessenordwood Crouch
  10. @ Hessenordwood Crouch Los labios de la arcana se habían curvado en una imperceptible sonrisa, el sentimiento, a flor de piel, había dejado un resquicio para que ella pudiera espiar en su mente, no forzarla, no desnudarla, pero sí notar aquella sensación, ese alivio que pretendió ocultar pero que dejaba entrever casi sin darse cuenta. La arcana se preguntó si habría encontrado al menos lo que buscaba en su interior, pero el momentum había pasado y él se concentraba en sus nuevas palabras, había podido notarlo en su rostro. Aunque no le sorprendió, él parecía ya aplicar eso en su vida, había más en aquel “ser” de lo que mostraba a simple vista. La bantú levantó una ceja, el tono de voz del mago sumado a que estaba acostumbrado a rehuír a ese punto en particular, de evitar lo negativo. Sauda asintió. —Son "escalas", a medida que te perfeccionas pasas de una barrera a una imagen no real a un trasfondo totalmente armado para quien intenta entrar en tu mente, pero eso es más avanzado, una vez que logras dominar los sentimientos llegas a dominar los pensamientos. Sauda se mueve alrededor de Hessenorwood, le estudia, escucha su voz y nota el cambio, la presencia, no están solos, no se trata solo de él. La arcana siente el poder y por un momento sabe que debe cuidarlo todo, no acostumbra hacer aquello pero dos cosas la mueven, la necesidad de que su alumno aprenda y la necesidad de estar segura de a quien le está dando ese poder. Y así, antes de que pueda detenerla se empuja un poco más dentro de la mente del Crouch, buscando un recuerdo, un pensamiento, la idea original. Sauda siente el cambio, es una variable extraña, pero aún puede ver como los hilos se entretejen la furia se convierte en preocupación, lo que oculta de pronto se vuelve visible y vuelve a cambiar, pero no antes de que ella lo vea y lo reconozca. Siente ese pequeño resabio y antes de salirse lo ve, la nueva imagen que parece dibujarse como real. —Bien hecho —murmura mientras recobra su forma anterior, esperando que el mago se relaje y le sonríe, dándole confianza. —¿Pudiste encontrarte antes? —la voz de la arcana suena suave y antes de que él pueda responder fuerza su mente hacia la del Crouch, buscando los recuerdos de su adolescencia, a los dieciséis años, cuando debía cursar su penúltimo año en Hogwarts, buscando descubrir qué es lo que movía al joven Hess en ese momento. Sauda no se lo había dicho pero esperaba que el Crouch evitara esa nueva intromisión en su mente que la llevaba a un recuerdo en particular en su vida.
  11. Proyección de Sauda con Hessenordwood Crouch – flashback – @ Hessenordwood Crouch Sauda notó un leve movimiento en el aire, era casi imperceptible, pero ahora podia volver a sentir al Señor Crouch reaccionando y dejándose llevar. Extendió su mente hasta tocar la del mago y se sorprendió de que él se considerase un ser sin importancia. Grave error, eso haría que se descuidase y, aunque quisiera crear una barrera para protegerse pensara que lo que tenía no valía como para ser profanado y la verdad es que todos, siempre tenemos, sin saberlo, algo que es valioso para los demás. —Esfuérzate —susurró mientras seguía buscando en aquel mar de pequeños pececillos cuáles eran los más coloridos o llamativos, notando como después de todos ellos buscaban unirse formando un cardumen mayor que se protegía mejor de los ajenos, así que después de todo sí se consideraba alguien valioso, interesante muy interesante y contradictorio a la vez. Finalmente el mago parece salir de ese trance involuntario en el que se ha visto envuelto y la busca, Sauda puede sentir su nombre y sin dudarlo la proyección de la arcana se aparece con su aspecto algo más rejuvenecido que cuando se vieron por primera vez, aparece en el páramo con unas ropas en tonos naranjas y marrón con brillantes detalles de hojas verdes. —Aquí estoy, no te he dejado, tú te dejaste atrapar por tus pensamientos, ten cuidado con ello, no es bueno solo centrarnos en nosotros mismos sin ver más allá de lo que somos, un caleidoscopio de ideas y recuerdos —la arcana hizo silencio durante un breve momento antes de continuar. —No dejes que los sentimientos adversos te dominen, transfórmalos, modifica tus puntos negativos para volverlos a tu favor —escuchó las palabras que surgían de a boca del mago y acomodó con gesto cansino el kanga que cubría su cuerpo —la oclumancia es más que modificar tu memoria, no somos desmemorizadores que jugamos con obliviates, no cambiamos nuestros recuerdos, cambiamos la percepción que los demás pueden tener de ellos, los ocultamos, los camuflamos, los transformamos en espejos deformados que no les dejan ver la realidad y hacen creer a ese indeseable observador que lo que ven es lo real cuando no hay nada para ser visto sino nada más que los reflejos de sus propios deseos. ¿Entiendes? Sauda hizo un movimiento delicado con su diestra y su vara de cristal se materializó en ella tras un susurro apenas audible. —Dime, ¿qué fue lo que sentías cuando esa mujer te robo lo que no querías entregarle? ¿Por qué te fiaste de que la fuerza era más útil que la destreza y la astucia de tu mente? —y antes de que el mago respondiera Sauda se “empujó” hacia su mente, tomando la forma de la mujer en el callejón —¿qué ves? Detenme pero sin tocarme —su voz había cambiado y era ahora como la de la mujer en que él había pensado. Proyección de Sauda con Sean Linmer -en el presente- @ Sean -Ojo Loco- Linmer Sauda hizo un suave movimiento con la mano y en la habitación aparecieron dos cómodos sillones con forma de semicírculo alrededor de una mesa redonda sobre la cual podían apreciarse dos tazas blancas sobre platos con pétalos rosas pintados y una tetera o cafetera junto a ellas con el mismo detalle en su porcelana blanca. —Tome asiento —invitó Sauda mientras hacía lo propio frente al joven mago cuyos colores iban subiendo de de un sonrojado a un rojo casi ardiente en sus orejas —mis conocimientos estoy dispuesta a transmitírselo si usted abre su mente o más bien dicho la cierra de la manera que yo le iré guiando. La bantú no pudo evitar sonreír al ver en la mente del Linmer su figura vestida con un negligé negro de gasa casi transparente con detalles de seda sobre un conjunto de ropa interior que hubiera escandalizado hasta a la meretriz más experimentada de su pueblo. De verdad el hombre era, tal cual él decía un pervertido, al menos tenía la decencia de dejar con ropa a sus “víctimas” aunque esa idea llevó a la mente de la arcana una imagen de varias prendas femeninas guardadas no exactamente en el lugar que uno hubiera esperado encontrarlas. —Interesante estrategia —dijo Aailyah mientras el mago imaginaba el outfit de mujeres sexys en lencería, tenía razón, nadie querría meterse en las ideas pervertidas del mago y su obsesión por la ropa interior parecía ser una imagen inteligente para ocultar sus ideas más importantes. —Señor Linmer, le agradezco su sinceridad y más aún su percepción de mi persona, pero en verdad no creerá que las mujeres de mi raza solemos andar vestidas de la manera que usted acaba de imaginarme ¿verdad? Inténtelo, busque llegar a mi mente y ver qué es lo que realmente luciría yo —desafío la mujer —y recuerde otra cosa, no deje que sus mejillas o sus orejas le delaten.
  12. Sauda con @Matthew B. Triviani Saka escuchó la propuesta del Black Triviani a la vez que le observaba dejar a un lado la fruta que había mordido segundos antes. Esa idea le trajo a la mente una anécdota de su niñez que estaba segura podía divertirle al muchacho. —Inteligente refrán, aunque hay hoy muchos muggles y magos también, que subestiman a los de más edad ¿no lo crees? Podría luego compartir algo de mi experiencia contigo, veamos cómo sales de esta pequeña prueba, luego tú podrás probar si mis historias son tan reales o son solo un reflejo de las sombras. La morena centró su mente mientras acomodaba su ropa, más bien un pliegue imaginario en su colorida kanga, luego de tomar asiento en una roca a unos metros del mago. Una sonrisa jugó unos segundos sobre sus carnosos labios ante el interés del cíngaro, le parecía divertido su querer saber más sobre ella. No era el primero y estaba segura no sería el último en tener dicho interés. Mientras él se concentraba, con los ojos cerrados e inhalando aire, comenzó a estudiar sus gestos y a auscultar en silencio sus pensamientos. Parecía interesante, él daba la sensación de querer dejarle a ella su mente en blanco, curioso, hubiera jurado que había visto por unos segundos el rostro de la arcana brasilera. —No hay nada de malo en que la pasión engendre amor o frutos dulces en vez de amargos, yo de niña solía hacer que los árboles me dieran el fruto que quería —dijo en voz alta Sauda tras unos minutos. —Nadie debería nunca sentirse condenado a vivir atado a su origen, al contrario, como yo, es más fácil no dejarse afectar sobre todo si descubres que se posee un gran poder —la sonrisa de la oclumante se amplió, —hay un dicho también de que un gran poder conlleva una gran responsabilidad, aunque no es tan malo robar para la corona y mucho menos para la familia ¿no crees? La arcana se puso de pie y se acercó a Matthew, sus oscuros ojos se clavaron en los de él mientras sus mentes comenzaban un pequeño baile. Aailyah sondeaba despacio, buscando en esos recuerdos, la figura de un hombre de ojos grises, un rubio, una joven sin cabellos, un árbol familiar, una zíngara. —Concéntrate Triviani, si no me pones frenos en tu mente podría llegar a tu verdadero esencia, pon una barrera ante mí, recuerda, no solo me detienes, me debes hacer creer que lo que veo es la realidad, no me dejes llegar a tus verdaderos recuerdos —la voz de la arcana se había vuelto firme y empalagosa a la vez, buscando entrar por los intersticios que el recuerdo del mago había dejado sobre sí mismo y sus relaciones familiares. Claro que la arcana no utilizaba todo su poder, sabía el daño que podía producir eso, solo hurgaba lo suficiente para obligar a Matthew a desarrollar el suyo propio. ¿Podría el mago intentar detenerla antes que pudiera llegar a lo más íntimo de él? Proyección de Sauda con @Sean -Ojo Loco- Linmer en sus habitaciones en Mahoutokoro La sonrisa en el rostro de Sauda era amplia, aquel era un espécimen particularmente interesante, tenía enfocadas algunas ideas que no estaban tan lejanas de la realidad, aunque sí lo era la imagen que él veía de la joven tanzana que tenía frente a él, de apenas unos 24 años y a la cual no le llevaba más de cinco centímetros de altura. —Muy sabia decisión, cuidar el templo de tu cuerpo, aunque, no estás muy acostumbrado a cuidarla absolutamente en todo ¿verdad? —clavó sus negros ojos en los grises del mago y sus labios carnosos se curvaron en un suave movimiento como si fuera a decir algo más, pero se quedó en silencio, como si escuchara atenta lo que la mente de Sean le decía. —Me halagas jovencito, ¿así que estás a mi disposición? ¿Para aprender todo lo que te enseñaré? —volvió a guardar silencio un momento antes de agregar —¿podrías decirme qué es lo que logras ver en mí que te interesa, Sean? –una sonrisa parecía flotar en la proyección de la bruja frente al Linmer, a ella no le había pasado desapercibido su mirada, por más que él hubiera tratado de hacerla “discreta”. Después de todo, el mago aún no sabía ocultar ni sus emociones ni sus pensamientos y mucho menos a ella. —Recuerda que puedes intentar ocultármelo, pero no creas que lo lograrás tan fácilmente si no haces algo más que poner tu mente en blanco, eres como un libro abierto para mí, es cuestión de que sepas poner tus hojas en blanco o aprender a dibujar una imagen que no sea la verdadera para mí y no te confundas, no hablo de mentir, ser oclumante es más que eso, es hacer creer como realidades las imágenes que tú quieres proyectar, pero no abusar de ello para que la gente caiga a tus pies, un poder tan grande conlleva una responsabilidad aún mayor, —Sauda repetía aquello como un eco de sí misma en el otro extremo donde estaba con su otro alumno —tú puedes cerrarte y no dejar entrar a los demás o puedes hacerles entrar en una escenario armado, pero siempre debes cuidar de no abusar de esa capacidad. Así que vamos, te escucho —la bruja dio unos pasos alrededor del mago, como evaluándolo, pero a la vez mostrándose, dejando que su figura atrajera su mirada, mientras la sutil y colorida tela del kanga flotaba a su alrededor. De esa manera ella buscaba descubrir lo que él era capaz de mostrar e imaginar y qué podía ocultar y cerrar para sí o mostrar falsamente a su mirada. Claro que él cometería un error si pensaba que ella lo podía ver solo con sus ojos.
  13. Un nuevo alumno le permitía a Sauda relajar un poco la mente, aunque claro estaba lejos, allá en su casa, por lo que tuvo que proyectarse frente a su puerta y disfrutar verlo estirarse un poco, se veía relajado. Algo que podía darle una ventaja cuando de cerrar la mente se trataba, ella siempre había considerado esa desfachatez en algunas personas como una ventaja, una versión más tangible del dicho "el que nada debe, nada teme". — Estas paredes no han visto ejercicios desde mis años más jóvenes y eso cuenta ya algunas décadas, Sean —saludó entonces la arcana sin intentar una sonrisa y entrando, como si fuera la invitada a su propia casa—, ¿a qué se debe tanta energía? ¿o tantas ganas de estirar? ¿hay una maratón de la que no me haya enterado? Claro que no, él venía, como todos, en busca de la habilidad que le permitiría ocultar sus pensamientos del resto de magos. Un poder que sonaba simple pero que resultaba muy útil, tanto como preveer el futuro o revivir muertos, una habilidad que había servido a los más ambiciosos magos a lo largo de la historia. Azrael, Goderic y Emily pronto retomarían su atención, estaba segura, porque ya lo estaba haciendo Mathew. Volvió a preguntarse qué sucedería si los juntaba a todos, a lo mejor eso acelereba sus procesos, puesto que tendrían que poner a prueba la seguridad de sus mentes para no ser descubiertos. Una idea de dinámica se estaba gestando en la mente de Sauda, pero aún no tomaba la suficiente forma para juntarlos del todo. No todos iban en el mismo nivel. — ¿Qué tendrá el amor de pareja que a todos nos marca de alguna manera? —preguntó Aailiyah antes de responderle a Mathew— No tengo problema alguno en comentarte cosas de mí, sin embargo no son ni la mitad de interesantes que puedas imaginarte. Lo más lindo de mi es mi gente, la tribu dónde nací y crecí, las historias de los pueblos africanos o pueblos aborígenes en general, de cualquier parte del mundo se llevarían premios al ingenio y creatividad. Yo, y no pretendo hacerme la interesante, soy sólo una mujer que ha vivido demasiado. Movió la varita en un gesto bastante infantil para desaparecer la serpiente en un segundo y ladeó la cabeza varias veces, como si con su sien pesara las respuestas de Mathew. — Las personas que superan el mes de vida han pasado ya por mucho. Padres primerizos, padres expertos, padrez abandonadores, tantas cosas, todo lo que le sigue es un reto aún mayor —continúo—. Es cierto que sería más sencillo hurgar en la mente de los que me buscan, pero no es más interesante, en la mente yo veo los hechos, pero las interpretaciones de los recuerdos son lo que deberían importarte más. Si pudieras adentrarte a mi mente verías muchas navidades con regalos, todos recibidos con un sincero agradecimiento y una sonrisa, pero, ¿conocerías cuál fue mi favorito? Siempre vienen para ocultar o descubrir cosas de la mente, porque claro, no todos quieren ser completamente abiertos con algunos recuerdos, pero a veces, todo es mejor descubrirlo preguntando. Sonrió de lado. — Cuando dije que el amor de pareja nos marca de alguna manera, en mi caso por ejemplo, lo hizo ausentándose. Jamás he sentido lo que describes que sentías con ese vampiro. Hagamos un ejercicio, cierra los ojos y construye dos recuerdos, el final que quisieras para esa historia y el real. Muéstrame ambos y veremos cual me convence más. O si escondes la realidad en ambos recuerdo impidiéndome pasar en tu mente, tú escoges.
  14. Goderic & Emily Las cosas iban bien para este par, es decir, aunque sus respuestas no eran las que la arcana hubiera dado, no estaban mal. Ninguna persona es igual a la otra, como ningún oclumante tiene porque tener las mismas raíces para la obtención de la habilidad, o las mismas habilidades. Sauda respetaba y valoraba aquello, los escuchó a los dos con suma atención, sin atreverse a interrumpir, quería entenderlos, quería valorarlos como a sus iguales porque, de pasar la prueba, eso serían de ella en cuánto a la habilidad de la Oclumancia: sus pares. Les había permitido, además, estar juntos en estos momentos, porque podía leer en sus mentes que se necesitaban, que el trabajo en equipo, la sinergia que podía derivar de esto, era algo que buscaban con mucho ahínco. Minutos más tarde lo comprobó con cada una de sus respuestas. La arcana podía creer que estaban listos para bajar al inframundo y hacer una performance de circo, pero, ¿querrían ellos hacer eso? Ella podía continuar hablando y hablando una década entera, pero, ¿les estaban haciendo sentir que estaban listos? ¿Que tenían lo que se necesitaba para pertenecer a este íntimo y pequeño grupo de Oclumantes? Aailyah tomó una de las almohadas y se recostó sobre ella con ambos brazos en jarra, de soporte adicional para su cabeza. — Relájense chicos, estamos muy cerca —sugirió entonces con una sonrisa al cielo—, protejan un momento en sus mentes en el que algún miembro de sus grupos, subordinados o superiores haya puesto en riesgo su integridad en alguna operación. Es momento de saber si están listos o no. Y entonces Sauda cerró los ojos. Mathew B. Triviani Le resultaba muy gracioso a Aailyah tener a dos seguidores de la Marca Tenebrosa y dos de la Orden del Fénix, cuatro personas en caminos tan distintos y convirtiéndose aquel día en gentes tan similares. ¿Qué pasaría si los juntaba y terminaba confrontándolos? Intentó no reírse, imaginaba que sin una explicación de por medio, Mathew pensaría que lo enviaba a una situación desventajosa, ya que tendría de compañero a un jaguar, y seguramente un hechizo sobre el reptil le haría sentir más seguro. — Poder mantenerle la confianza a algo que te ha traicionado es sumamente poderoso, aunque me temo que muchos de tu línea lo verían como una debilidad —comentó la bruja con un ligero encogimiento de hombros—, ¿Cómo fue tu relación más especial? ¿Con quién? ¿Por qué se terminó? ¿O no se ha terminado aún? ¿Con quién es? ¿Una mujer, un hombre? ¿Familias, amigos? Apareció unas manzanas y le lanzó una al mago. Luego procedió a morder una, se moría de hambre, es lo que le ocasionaba la concentración. Para ella le resultaría demasiado sencillo contestar todas esas preguntas, pero prefería, con Mathew, realizarlas y hacer la verificación correspondiente, si el aspirante a oclumante le dejaba. Contestar y concentrarse era algo que debía perfeccionar antes de la prueba. No había manera de pasar la prueba si no dominaba aquello. — Sé que la relación con tus padres no es la mejor, pero quizá me esté equivocando —sugirió—, también forma parte de la Oclumancia generar falsos recuerdos y a lo mejor, es una habilidad nata que ya tienes, por eso veo tanta distancia y soledad en tu vida. Soledad física, me refiero, emocionalmente no creo que te sientas tan solo como realmente estás, me tienes muy curiosa, Mathew, y para una vieja como yo no hay nada mejor que una charla interesante.
  15. Supongamos que cada persona tiene un símbolo, bueno, Orión era un taiji. Un círculo, un ser en constante movimiento y aún así, poseía la calma de tener la mayoría de cosas equilibradas, quizá por eso la prueba se le revelaba con rapidez y él la abrazaba de tal manera, que las respuestas le llegaba a la mente de forma más clara que a la mayoría. La arcana casi se echa a reír cuando le vio caminar sobre el agua. Se tomaría, seguramente, el tiempo que necesitaba para interiorizar todas las cosas que podía encontrarse cuando se adentrara al lago, era un oso viejo. Sauda lo acompañaría solo hasta un determinado punto, bien sabía él que no podía avanzar mucho más, pero permanecería unida a él en otro plan durante lo que durara su prueba, y él también era conocedor de eso. — La Oclumancia en sí es un peligro, Orión —respondió paciente—, pero siéndote sincera de la persona que más miedo he tenido que invada mis pensamientos, he sido yo misma. En determinado momento he cerrado tanto la mente que he olvidado personas importantes en mi vida, el dolor en los recuerdos es una fuerza que te hace cerrar todo con llave y tirar la misma en el fondo de un lago, he caído en eso un par de veces. Aunque estuviera a punto de anotarse en la lista de Oclumantes, no podía perder una sola oportunidad de enseñarle lo más que podía, quería ayudarlo. Había algo en su forma de ser que se podía desprender como alguien que no necesitara ayuda, pero bien sabía la arcana, lo que le esperaba en ese bosque espeso eran un par de situaciones para las cuáles ningún mago o bruja se preparaba lo suficiente, nunca. Miró su anillo de habilidad, encerrada en madera y onyx, sencilla, podía pasar desapercibida como una simple bisutería, contenía todo el poder de la Oclumancia, encerraba en esa pequeña circunferencia todos los secretos de los oclumantes del mundo y todos, ayudaban de manera energética a todos los que escogían ese camino.
  16. Sauda pensó por unos instantes que dejarlo descansar, tal cómo había hecho el otro alumno no era una mala idea. Había sido un día demasiado largo, incluso para ella que ya había perdido la noción del tiempo, del día y la noche, de los meses y años. El jaguar le brindaba una sensación de dormir luego de cazar y en cierta forma poética, lo había hecho. Azrael era como un gato persiguiendo su propia cola y le estaba tomando demasiado tiempo darse cuenta que jamás la alcanzaría. Estaba claro ahora mismo que ni Sauda se iba a rendir con él, ni él lo iba a hacer en su lucha constante de supremacía innecesaria e intangible. La calma antes de la tormenta, eso es lo que era su actuar en este instante. Estar tan ensimismado con su yo salvaje que sólo se limitaba a lamerse, había logrado lo propuesto desde el inicio, desprenderse de su mente. La arcana estaba satisfecha. En cuanto a Goderic y Emily, los sentía bastante más relajados, obviamente la compañía mutua les proporcionaba la sensación de seguridad que necesitaban para afrontar la interiorización de la Oclumancia. Aunque ahora estuvieran charlando, cada palabra que salía de sus labios tenía un significa especial, importante y significativo. — La exposición es sinónimo de vulnerabilidad, tienes razón, Emily —le contestó con una sonrisa—, espero me disculpes la libertad de tutearte, me siento en confianza luego de saber que quieren compartir semejante habilidad conmigo. Había algo en los Arcanos que les impedía ser todo claros con sus pensamientos, no era por egoísmo ni nada parecido, a lo mejor eran los años que les impedían ya comunicarse de manera clara y concisa con los magos, o esa distancia y aislamiento al que se habían decantado tanto tiempo atrás. No quería que sus siguiente palabras salieran de ella sintiéndose pesadas o cómo a modo de reclamo, pero era que quería dejar bastante en claro. — Es comprensible que no quieran delatar a sus compañeros en alguna misión de importancia, y lo es aún más que no quieran sentirse al desnudo, pero a ver, ¿todos pueden ser oclumantes? No. ¿Todos deben serlo? Tampoco. Entonces, ¿por qué es tan buscada esta habilidad? Siempre aconsejo a las personas en no dejar de ser humanos —sí, estaba a punto de pedirles que se vayan, aunque sabían que tendría la respuesta contraria—. Controlar sus mentes a tal punto de decidir qué se expone y qué no, no es humano. Puede llevarlos a la locura, una cosa es ser vidente, animago, controlas tu alrededor, miras el futuro, juegas con tu forma. Legeremante u Oclumante es manipular la mente propia y de extraño, ahí radica su importancia, su fuerza y su deshumanización. ¿Se la merecen? No, no es cuestión de merecimiento por alabarlos, lo que digo es, ¿se merecen una habilidad que puede llevarlos a perderse por completo? Resopló un tanto agotada por los eventos del día, tenía tres estudiantes ahí, dispuestos a recibir las preguntas tan ansiadas, el acceso a las pruebas para volverse oclumantes, ¿quería Sauda otorgarles la Oclumancia aún sabiendo el riesgo que corrían por sencillamente atreverse a quererla? — Lo que buscan como habilidad podría terminar convirtiéndose en una debilidad. @@Emily Karkarov @@Goderic Slithering @@AZRAEL Licaón
  17. Emily y Goderic — Bien, pueden hacerlo juntos, no tengo problema alguno —asintió Sauda mientras los pedestales hechos de suelo descendían convirtiéndose en una caída lenta y suavizada por almohadones llenos de plumas bajo sus pies. La arcana era buenísima en cambiar con facilidad los escenarios para sus alumnos y les gustaba, como también le gustaba entra en confianza y sentirlo merecedores de uno de las habilidades más complejas de mundo, ya sea mágico o no. Para cuando estuvieron a la altura del suelo, lo que antes era césped era un colchón de almohadas, ella se sentó en uno de ellos y los invitó con sus manos a hacer lo mismo. Era divertido sentir al final del día algo así. — Supongo que deben estar confundidos, la mayoría de arcanos confundimos a los magos y brujas cuando nos conocen —comentó como si fuera a comenzar una historia—. Y tienen razón de sentirse así, pero mucho depende del momento en el que nos buscan. Verán, cada habilidad esconde una dificultad, puede parecer que la Oclumancia es algo muy difícil de hacer o muy fácil, pero no depende de la habilidad misma, sino del mago/bruja y del momento en el que lo busca. Pongamos un ejemplo sencillo, imaginemos que Emily aquí presente se ha decepcionado terriblemente del amor hace apenas unas cuarentaiocho horas, y viaja a una ciudad nueva, lo quiere borrar todo, lo quiere esconder, lo ansía con desesperación. Y se encuentra con un legeremante. Mala suete, ¿no? La bruja resopla cerrando los ojos, imaginando la situación, sin conocer, ni meterse en la mente de la aprendiz y verificar su ejemplo teórico. Luego de un momento, abre los ojos y le sonríe, cálidamente. Como una madre suele hacerlo cuando le explica por vez número mil, el porqué no debe uno colgarse de las escobas cuando es niño y vuela alto. — ¿Creen que sería un buen momento para aprender Oclumancia? —esperó unos segundos para ver en sus rostros si lo habían entendido a la primera, pero no los iba a poner en evidencia tan rápidamente— La respuesta es SI y NO. Claramente es un buen momento porque ella quiere esconder cosas, cosas que la lastiman y que están demasiado frescas, nuestra naturaleza humana nos hace querer protegernos, es instinto básico. Pero claramente tampoco es un buen momento, porque no será capaz de relajar la mente y esquivar el hechizo punzante que tiene un legeremante, sus emociones la traicionarían y terminaría haciendo un blanco fácil para cualquiera. Creo que es momento, de hacer una pregunta clásica... ¿Por qué me buscan? Sauda miró fijamente los ojos grises del mago, era uno importante, de tintes políticos poco afianzados, inteligente a grandes proporciones y temeraio, había que decirlo. Y Emily, la sobrina, con aquellos ojos color claro que se antojaban demasiado transparentes para cualquiera. Integrantes ambos de la noble Orden del Fénix, protectores de la magia y de todo el bien que esta pudiera crear, con razones loables para enfrentarse a los supremacistas mortífagos. Sauda no tenía inclinación hacia ningún bando, pero apreciaba la vehemencia de sus integrantes, y este par la tenía. — Tienen lo que necesita, muchachos —y si, le estaba diciendo muchacho también a Goderic, porque a pesar de sus décadas, era un niño al lado de la arcana—, sólo necesitan tener las razones y el tiempo adecuados y tendremos el mejor de los tiempos aquí —comentó—, si tienen dudas, si tienen preguntas, si tienen algo que decir, por muy pequeño que sea, es el momento. Azrael Licaón El ying y el yang, la paz con sus demás pupilos, y la guerra que este otro aprendiz estaba forjando con su propia mente, sólo por no querer abrazar su naturaleza. Los magos y brujas debían desprenderse de todo, antes de lograr el cúmulo de habilidad que se pretendía. Perder para ganar, si había que ponerlo en una frase. Azrael luchaba con su naturaleza más primitiva y esta había ganado, convirtiéndose sin poder evitarlo, en un jaguar. A lo mejor como un felino liberaba antes la mente, ¿quizá tendría hambre? Le apareció un plato lleno de leche fresca al frente, le parecía un poco insultante darle carne fresca, después de todo, era una persona, primordialmente. No se es primero jaguar y luego mago, ni licántropo y luego mago. Funciona al revés, y no quería que al evocarlo todo, sintiese que la arcana le había tratado como un animal cualquiera. — Duerme Azrael, relájate y quizá entonces encuentres el final de esta visión —murmuró mirándolo—, abraza lo que sientes, busca una razón válida para ser un oclumante y la habilidad te liberará a ti. Aún cuando parecía que no, en algún momento el mago estaría listo para las pruebas. O al menos, era lo que esperaba Sauda, después de todo, esa cabeza tenía, al igual que sus otros aprendices, todas las cualidades, sólo debía ordenarse, desprenderse, relajarse, perder para ganar. Doblegarse antes una habilidad que era mucho más que él, al menos de momento.
  18. Sauda podía ponerse a recitar cánticos tribales en medio de la Segunda Guerra Mundial, así de calmada resultaba ser. Quizá por eso ahora mismo parecía una diosa budista con múltiples manos entretejiendo el destino de sus aprendices de turno. Sólo Emily y Goderic estaban unidos, el resto debería llevar el camino por su cuenta. ¿Por qué lo había decidido así la arcana? Tenía sus ventajas poder indagar la mente y conocer las verdaderas intenciones de cada uno, si necesitara separarlos en algún momento, tampoco dudaría en hacerlo, no siempre se estaba listo para la prueba al mismo tiempo. Lo acabamos de ver entre dos alumnos que comenzaron casi simúltaneamente. Azrael Licáon Por fin unos recuerdos aparentemente sinceros, aunque preocupantes. Todo ser humano que pretendiera desvincularse del todo de las emociones estaba destinado al fracaso, uno no debía tratar de contener lo incontrolable. No sintió pena por la pérdida que había sufrido el mago, sintió lástima por verlo aguantarse durante tantos días, por verlo rodeado de una familia que tanto parecía querer y ser incapaz de demostrarlo. Sauda no era, ni pretendía ser, terapeuta de nadie, sin embargo, de haber podido, lo habría sentado frente a ella sin relojes ni premuras, hasta que rompiera el frasco de vidrio dónde pretendía encerrar su esencia. Podía ver en su rostro la confusión de sentirse tapado por las arenas movedizas, aunque la situación real no fuera tal, pero le vio reconocer la desesperanza de saberse hundido hasta el cuello. Era mortífago, lo había sido, había pagado los precios por un juramento de lealtad a la sangre que ahora no sentía. Lo veía mover las manos, intentar blandir la varita, pero sin resultado alguno. Azrael se conectaba consigo mismo y eso era lo importante, encontrar lo esencial. La mente del mago volvió a extraviarse entre recuerdos poco importantes hasta detenerse en uno que compartía con su abuelo, en el mismo día en el que le explicaba sobre la reliquia familiar y le imponía la carga tan pesada que suponía su herencia. Se preguntó entonces Sauda, ¿qué sucedería si Azrael no era quién suponía que era? Blandió la mano y el efecto de estar hundiendo en arenas movedizas se interrumpió, esta vez, el mago había perdido toda memoria posible. Sólo tenía en la cabeza, tres preguntas, ¿quién soy? ¿quién esa mujer frente a mí? ¿dónde estoy? Mathew B. Triviani — Un trato mucho más que justo —comentó la arcana comenzando la caminata con el joven—, además, bastante refrescante, nadie me lo había hecho en todo este día. La Oclumancia es el arte de ocultar tu mente a alguien, pero eso ya lo sabes. La pregunta siempre es, ¿por qué ocultar algo de alguien? Generalmente las respuestas son por poder, por ambición, por guardar secretos que podrían resultar en la debilidad de uno mismo y, aunque casi siempre anticipo las respuestas de mis aprendices, nunca me canso de formular la pregunta. El atardecer le daba unos matices muy curiosos a la serpiente que Mathew había recogido del páramo, un brillo especial sobre sus escamas. Parecía estar muy cómodo con ella al cuello, algo normal para un seguidor de la Marca Tenebrosa. La arcana se dirigió a los juncos y luego de pasarlos, tomó asiento en el borde de uno de los estanques. Cerró los ojos, como si así pudiera absorber la energía de los últimos rayos de sol, agradeciendo los minutos de paz que tenía con ese alumno antes de comenzar los ajetreos de las pruebas y las preguntas, quizá, incómodas. — Si esa serpiente te mordiera ahora, ¿dejarías de confiar en los reptiles? —Sauda seguía con los ojos cerrados, esperaba que Mathew entendiera que no se refería a la serpiente que llevaba de adorno en su cuello, sino a las decisiones que había tomado en la vida, que identificara quién era la serpiente y quiénes los reptiles—. ¿Confías en ellos ahora? Escoger un lado para proteger la magia no era una decisión equivocada, aunque Sauda y los arcanos en general, estuvieran muy por encima de eso y no tuvieran que definirse. El problema siempre radicaba en los porqués, las motivaciones eran lo que finalmente mantenían al mundo en constante rotación. Era por esas decisiones que los magos y brujas venían en busca de mayor conocimiento, de poder que los ayude a sortear la vida con un poco más de ventaja. Mathew era ambicioso por naturaleza, sin embargo, no dejaba de tener lazos afectivos que lo mantuvieran cableado a tierra, ¿eso cambiaría si su padre lo traicionaba? ¿o lo esperaba? Emily Karkarov y Goderic Slythering La arcana caminó entre los dos podios viendo al suelo, sintiendo. Dejando que su cuerpo sintiera lo que sentían ellos, esa anticipación, esas ansias de defenderse varitas en alto y finalmente, la calma de saber que nada malo les había pasado. La relación tío-sobrina que representaban la llevó a sonreír con calma, cruzó sus brazos por debajo del busto y detuvo la caminata. — Así que dos legeremantes —susurró, aunque ellos la oían perfectamente, como si estuviera al lado de cada uno—, claramente una conversación entre ustedes podría convertirse en todo un partido de ajedrez muggle, ¿alguna vez lo han jugado? Sauda los imaginó como estaban, siendo dos peones atascados en una jugada, la legeremancia, podía decirse, era la habilidad complementaria de la Oclumancia y una conversación entera podía llevarse en el más absoluto silencio. Él le otorgaba antigüedad y por tanto, experiencia a su sobrina en el arte, pero nada tenía que ver el tiempo con la destreza que se lograba o no en una habilidad. Sino las destrezas, las capacidades individuales. Chasqueó la lengua. — Deja de jugar —regañó con cierto tono de dulzura—, veamos, ¿qué puede darles esta vieja bruja a cambio de sus pensamientos más oscuros? Si, estaba bromeando un poco, pero es que luego del pequeño susto inicial, era justo que ella misma los invitara a relajarse. — Tomen una decisión, ¿estarán juntos en este período de aprendizaje? Y no, no lean sus mentes para conocer las respuestas del otro o terminaré enfadándome —advirtió con el dedo índice en alto, aunque no estaba segura de ser vista con claridad—, y puedo resultar bastante incómoda cuando me enfado, hasta pierdo destreza al hornear.
  19. Pocos alumnos tenían la fortaleza mental de enfrentarse a la prueba con tanta rapidez, sin embargo, había algo en la línea de tiempo de vida del Yaxley que lo hacía conectarse raudamente a lo que Sauda buscaba en uno de sus pupilos. A lo mejor era esa afición extraña por las runas y el querer conocer el futuro gracias a su Videncia. Eso tenía, obligadamente, que ponerlo en contacto con lo más etéreo de su mente y le abría puertas de manera sencilla. Ya le había realizado la pregunta, y no había sentido necesidad de reformularla porque el Yaxley se mostraba férreo en sus respuestas. — Bien, supongo que hemos llegado —comentó la morena, a orillas del lago que los separaba de la última prueba. La isla donde se encontraba, sólo el universo sabía desde hace cuánto, la Gran Pirámide—, ya conoces este punto clave, Orión. Suspiró un tanto agotada. — Sabes también que este tramo del camino lo tendrás que recorrer sólo, sin embargo, si realmente te nos unes al sendero de la Oclumancia, siempre estaré para ti, de ser necesario —comentó cruzándose de brazos, justo después de señalar con la mano la isla. Frente al rostro de Orión se conjuró un anillo similar al suyo, flotando frente a sus ojos. — No intentes tomarlo desde ahora —explicó—, primero llévanos a la Isla y entonces, veremos si realmente respondiste con sinceridad y estás listo para la prueba de Oclumancia. La arcana podía sonar severa, pero tenías grandes expectativas para el Yaxley, alguien con sus habilidades que pudiera ser capaz de proteger sus pensamientos y recuerdos era invaluable, eran pocos los que se aventuraba a esa rama de la magia, aunque, a juzgar por los últimos momentos, se andaba haciendo popular. Miró la isla, si todo salía bien, volvería a ese mismo punto unas cuatro veces más en el corto plazo. Si todo salía bien. Era claro para ambos que no era su primera vez ahí, Orión sabía que al llegar a la isla debía lidiar con el espeso y por tanto, frondoso bosque, antes de llega a la Pirámide . El camino podía parecerse sencillo, pero la habilidad de la Oclumancia reclamaba su ventaja, y antes de llegar a la Gran Pirámide, él se enfrentaría con ilusiones demasiado vívidas, tanto que le harían suponer que algo había cambiado en su pasado. Dos recuerdos de cuándo había salido victorioso de las fauces de la muerte se voltearían contra él, moriría sin remedio alguno, dejándolo vagabundeando para siempre en el bosque si no lograba escabullirse de ellos. Pero Sauda tenía fe, en él, particularmente. Llegaría a la Gran Pirámide cansado más emocional y mentalmente que en lo físico, pero con la tenacidad suficiente para afrontar cualquiera de las pruebas del portal. Había sido un entrenamiento rápido, pero esperaba y confiaba que eficaz. Cada prueba era distinta y ni siquiera ella era capaz de atreverse a cuestionar lo que vería o afrontaría el Yaxley luego de adentrarse a alguna de ellas. Cuando estuviera al borde de su elección, podría tomar el anillo del aprendiz de Oclumancia y ponerse a prueba.
  20. Sauda movía muy, muy sutilmente las manos, como si buscara que la brisa se colara entre sus dedos, aunque se le veía distraía, su mente controlaba que Azrael no estuviera en peligro real. Estaba mínimamente satisfecha con la conexión, que aunque él no quisiera, había logrado con sus emociones. De haber podido, habría chaqueado la lengua cuando le vio realizar el hechizo, la gente con poderes podía volverse muy presumida, pero de todas maneras, no le serviría de mucho, la realidad alterna que le había planteado la arcana, sólo desaparecería cuando se hubiese logrado el objetivo, las arenas movedizas harían sus estragos dentro de poco, porque el cuerpo de Azrael ya se encontraba sumergido hasta las caderas. Algunos recuerdos eran dolorosos, si, pero lo hermoso era terminar teniéndolos como hitos de aprendizaje en la vida, ojalá todos los seres mágicos o no mágicos comprendieran eso. Se encontraban en el mismo claro, por lo que era fácil encontrarlos, ya había tenido juntos a Orión y Azrael, quizá con estos nuevos pupilos no sería lo adecuado. Aaliyah se proyectó para aparecerse frente a Mathew Triviani, un espíritu curioso que tenía los ojos entrecerrados en búsqueda de la bruja que tenía en la espalda. — Sé que vienes por la habilidad, sin embargo, te siento más interesado en disfrutar del atardecer —comentó a modo de saludo—, estoy muy tentada a acompañarte a hacer justamente eso, he tenido un día largo. Para que él pudiera experimentar sus pensamientos, parecía simplemente necesitar un lazarillo que lo guiara por el inmenso lago que siempre resultaba la mente humana. Pero claro, recibir a Mathew la distrajo de alejar a Emily y a Goderic del lugar dónde aún se encontraba Azrael. Lo invisibilizó para ellos, por un tema de privacidad, no debían mezclarse, sin embargo, el último par parecía un tanto contrariado y a lo mejor si necesitaban el apoyo mutuo, aquello no fastidiaba a la arcana quien respondió con una sonrisa a Emily. Pudo verlos jugueteando con la Legeremancia y quedando exhaustos en medio de sus travesuras. — Buenas —saludó girando sobre sus talones y caminando hacia la dirección opuesta de dónde estaba ellos—, vamos a jugar un poco, ya que veo que su energía se inclina más a eso. Cuéntenme, ¿quién de ustedes es el legeremante? Bajo los pies de Emily y Goderic se armó un círculo de piso de piedra que los separó en al menos ocho metros, eso los obligaba a hablar fuerte o a usar un sonorus para hacerse sentir, y cuando se sintieron cómodos en sus nuevos "podios", estos se elevaron a cinco metros del suelo. Mientras esperaba sus respuestas, Sauda sonrió con tranquilidad, Orión estaba listo para la prueba. A lo mejor después de eso, se tomaría unos minutos para hornear en casa, se sentía un tanto cansada. @@Emily Karkarov @@Goderic Slithering @@AZRAEL Licaón @@Matthew B. Triviani
  21. — Me temo, señor Licaón que ha deseado jugar tanto con sus memorias que se ha encerrado usted mismo en una serie de fantasías sin sentido —la voz de Sauda retumbaba en los oídos de Azrael aunque él no pudiera verla, imposibilitado como ella lo había dejado, la oscuridad para él era absoluta y sólo podría sentir la arena movediza bajo sus pies y el agua que constantemente le golpeaba el rostro, no era una visión agradable para Sauda, pero necesaria para que el alumno despejara su mente de cualquier movimiento cuadriculado que pretendiera hacer—, me temo, que debo pedirle explícitamente, se ciña a las indicaciones que sólo intentan ayudarlo a este proceso de descubrir si tiene lo que se necesita para ser un Oclumante de prestigio, o no. El mal manejo de las habilidades que influyen en la mente, podría causarle daños irreparables, daños a los que quizá usted no tema, pero yo, sí. La arcana movió las manos para que sólo se quedaran activadas las arenas movedizas, por si él deseaba hablar, después de todo, lo que sí había demostrado el pupilo era tener vocación de dicharachero. Sauda resopló un tanto resignada, había tenido una mayor expectativa cuando le vio llegar con tanta pompa al recinto. Dejó de preocuparse entonces por el señor Licaón y centró su atención en un mago (Orión) que aún lucía un rostro confundido, aunque hubiera respondido con tanta certeza su pregunta de si estaba listo o no para la prueba. Sacó su varita de cristal, dudosa. El alma de Orión, aunque tuviera algunas muertes en su haber, le resultaba un tanto cristalina, eso, la tenía dudando. ¿Cómo es que sus intenciones para la habilidad parecían ser benignas si los ideales que representaba eran totalmente contrarios? Sauda se vio a sí misma comprobando una vez más que no todo en el universo era blanco o negro, no podía negar la escala de grises que se le presentaba en aquella manera, no podía. Blandió la varita y desapareció a Orión de dónde estaba para colocarlo un segundo más tarde, a las orillas del lago. Su voz se mezcló con la brisa e indicó, mientras tomaba asiento en el césped. — Último oportunidad, osito, sólo ingresa si te sientes del todo confiado —frente al mago una voluta pequeña de humo bailoteaba, intentando persuadirlo—, de igual manera, si algo se saliera de tus manos, estaré cerca. Despeja la mente.
  22. Aaliyah bufó lo más quedamente que pudo, por sus manos había pasado varios alumnos que tenían, como el señor Licaón un irrespeto total por las habilidades que sus compañeros y ella impartían. Claramente lo que su mente mostraba eran fraudes burdos para una bruja de su envergadura, lo que era peor, la tenía como una simple maestra de mentiras y no existía nada más alejado al concepto de Oclumancia que debía mostrar. Por supuesto que, llevada la habilidades a superioridad un podía confundir a los intrusos mentales, pero no era tan sencillo como lo intentaba Azrael, quién claramente creía que su mente era una especie de reproductor muggle de dvd que podía cambiar a placer y al son que tocaban sus nudillos. Se alegró de sumirlos en la oscuridad más espesa que se le ocurría, era imperativo no gesticular ni con las manos ni con el rostro, como quería hacerlo ahora. Lo de Orión es un tanto presuntuoso, pero era justamente el ejercicio mental que había solicitado, así que se encontraba frente a un Vidente. Si, a lo mejor para el Yaxley era una buena opción tener la habilidad de la Oclumancia, los videntes eran personas que tenían la mente demasiado llena y dispersa, un poco de orden no le iba a venir mal. Aunque la arcana no pudo reconocer al anterior Ministro de Magia, supo que tenía una gran arma entre ese par de ojos, sólo había que canalizarla mejor. — La Oclumancia, señor Azrael no es un curso sobre cómo mentir con facilidad, por favor no lo reduzca a tan mínima expresión, aunque es, de cierta medida, libre de hacerlo, como Arcana de la habilidad, me ofende un poco, me hace sentir como una profesora de mentiras para un domingo a la tarde —dijo mientras les regresaba la iluminación natural del recinto y le regalaba una sonrisa—, tiene la madera para ser un buen oclumante, sino, no estaría aquí, pero la prueba puede ser muy peligrosa si no se le toma con el respeto correspondiente. Y, acto seguido para el egipcio tanto Sauda como Orión desaparecieron de su rango visual, colocándolo nuevamente en la penumbra absoluta, y esta vez, imposibilitado de usa cualquier tipo de magia. Lo que el mago sentiría era su cuerpo hundiéndose en unas arenas movedizas y cada vez que intentara salir de semejante enredo, una ducha de agua helada le golpearía el rostro. No pretendía lastimarlo, era claro, pero quería descubrir su mente, que dejara de querer controlarlo todo de manera tan burda y se entregara a la habilidad que solicitaba aprender. En cuánto al mago Yaxley, la arcana negó con la cabeza y le imposibilitó ver a Azrael y lo que él pudiera hacer. — Creo que en este momento, usted es muy afortunado de no ser Legeremante —comentó sonriendo pues, el recuerdo plantado de Azrael estaba aún muy fresco en su cabeza—, responda con honestida Orión Yaxley, ¿cree que realmente podría enfrentarse a la prueba para ser un Oclumante? Siento que lo toma como un paso natural en su línea de vida y no sé si realmente ese sea el caso, pero me entretiene oír las apreciaciones de alguien inusual. @@AZRAEL Licaón @Orión Yaxley
  23. Tenía dos estudiantes, tres si contábamos aún al ensimismado señor Crouchs, muy diferentes entre sí, Aaliyah decidió no responderles lo último, pero sí mostrárselo. La Oclumancia era una habilidad muy difícil de explicar con palabras, era más de decisiones y control de emociones, hizo uso de sus poderes como Arcana, de sus habilidades y sumió a sus alumnos en la más absoluta oscuridad, como si alguien, de pronto les hubiera vendado. Aunque seguían en el mismo lugar, se verían obligados a quedarse un rato a oscuras. — Agudicen lo más que puedan los sentidos restantes y limiten el uso de la varita —susurró, al oído de cada uno—, no está prohibido, pero será mejor para ustedes dejarse llevar. Siéntate, échate, cómo te sientas más cómodo y escucha. Blandió una mano, provocando una ráfaga de aire que golpeó las copas de los árboles e hizo hablar a sus hojas, quería que lograran un determinado nivel de relajación, uno para que ellos mismos ordenaran sus pensamientos y decidieran en cuál debía entrar ella y en cuál no. La Oclumancia sí necesitaba de un don especial, sobretodo para hacerse con el Anillo que les otorgaba poder sobre la habilidad, desarrollarla bien o mal era tarea de los portadores a lo largo del resto de su vida. — Sé que puedo sonar como una simple lectora de manos en alguna feria muggle, pero tomálo con diversión —les hablaba en singular para que lo primero que olvidasen era que tenían compañía, experimentar la libertad de elegir como había planteado Orión y quizá, si existía el talento, plantar un recuerdo falso, como quería hacer Azrael—, recuerda y muéstrame un recuerdo de tu infancia, lo que sea que escojas estará bien. Podía resultar muy sencillo para Sauda simplemente ingresar a sus mentes, una y otra vez, como para que intenten protegerse cada vez más, pero no creía mucho en eso de "aprender a los golpes", así que les permitiría escoger y poco a poco alistarlos para la prueba, ya no faltaba mucho. Existía en este par, una voluntad inquebrantable que seguramente les haría pasar sin demasiadas dificultades la prueba de Oclumancia. La mujer se sentó sobre el césped, colocándose en posición mariposa, en espera de disfrutar lo que ellos decidieran mostrarle. — Recuerda que al elegir un recuerdo, puedes negarme el acceso a los demás momentos, todo depende de ti —dijo—, y ojalá puedas hacerlo, porque soy muy curiosa una vez que tengo ingreso a una mente tan interesante como la tuya.
  24. Era casi un deber tatuado en su alma prestarle mucha atención a cada uno de los seres que venían a aprender de ella, por eso le hincaba tanto en la cabeza que el señor Crouchs se hubiese ensimismado tanto. A lo mejor no había sido la mejor de las ideas mantenerlos a los tres en el mismo plano de aprendizaje, todos tenían su propio ritmo y estructura para aprender las habilidades que los Arcanos podían ofrecerles. Decidió continuar dándole su espacio personal, pero lo vigilaría con el rabillo del ojo mientras disfrutaba de lo parlanchines que habían resultado Orión y Azrael. Pudo percibir, sin necesidad de usar la legeremancia, que había algo de incomodidad en ambos estudiantes. La sabiduría a veces podía ser confundida fácilmente con arrogancia, aunque no tuviera ella la intención de presentarse de esa manera. Ella no era más que un instrumento del arte de la Oclumancia, y a ese conocimiento milenario se entregaba lo mejor que podía. Por mucho que pudiera hacerlo, no se pasaba la vida en laberintos mentales cada vez que le llegaba un alumno, pero, rememorando sus palabras, concluyó que sí, pudo haberse interpretado. — Azrael, lamento su pérdida, aunque he aprendido cosas de usted al simplemente conocerlo, ninguna mente es un libro enteramente abierto como para conocer los detalles exactos —se explicó de pronto—, verá, para saber eso con exactitud, habría tenido que buscarlo, y eso conlleva un poco de tiempo. Así que como usted no ha pretendido ofendernos con su vestimenta, yo tampoco he pretendido hacerlo con mis cuestiones. Sonrió de lado, no pretendiendo extenderse sólo en él, pero su respuesta valía para todos. — Ninguna habilidad es cien por cien precisa, si bien es cierto que enseñó Oclumancia, le aseguró que para hornear soy mucho mejor, aunque eso no parece interesarle a ninguno de mis discípulos. Muchos de ustedes vienen para protegerse de los Legeremantes, sin embargo, el nivel que logren en esta destreza de ocultar su mente y sus pensamientos, dependerá de cada una de sus aptitudes y desarrollo de las mismas. — resopló tranquila mientras se sentó sobre la hierba—. Tomemos a Orión como ejemplo, está tan desatado de algunas cosas terrenales, que sospecho, se preocupara cada vez menos por proteger su mente, y si desarrolla bien la destreza, sus pensamientos de manera autónoma se ocultaran sin requerirle demasiado esfuerzo. Mientras que para una persona más metódica y cuadriculada, será un interminable ordenar de anaqueles de biblioteca... la Oclumancia no es la misma en ninguna mente. Iba a continuar, pero pronto llegó Orión, y no estaba segura si la había oído o no, pero se detuvo a escucharlo acerca de su pequeña tarea. Parecía un niño pequeño con juguetes en Navidad, y no lo culpaba. Su mente realmente era un libro abierto, aunque no estuviera del todo bien decirlo, algunos lo tomaban como ofensa. Él había sido ese hombre de cuadrículas y anaqueles ordenados a la perfección, tuvo que deconstruir todo para volverlo a construir aunque fuera de a pocos, por eso se encontraba tan "libre de tensión", tan encandilado ante el sinfín de posibilidades. — No tengo una respuesta buena o mala para ti, Yaxley, pero me alegra que te agrade la labor encomendada —dijo entonces—, en lo que sí te voy a dar la razón, es en aquello de que si buscas algo, terminarás encontrando un infinito de descubrimientos, algunos que ni siquiera deseabas encontrar. La Oclumancia, chicos, si bien sirve para esconder cosas, deben tomarlo como algo para organizarlo. Sería fácil poner un recuerdo en una botella y luego tirar esa botella al mar, nadie podría quitarles ese pensamiento, ya no lo tienen en la mente, entonces ... ¿para qué la Oclumancia si todo puede resolverse con un procedimiento de Pensadero? Eso es lo que deberían preguntarse en cada minuto que tienen aquí. ¿Vale la pena? ¿Los hace más fuertes? ¿Es necesario? @Orión Yaxley @@AZRAEL Licaón @@Hessenordwood Crouch
  25. — Parece que se le han extraviado los modales— la serenidad en la voz de la Arcana era inquietante. Sus ojos se fijaron en el hombre que se atrevió a profanar sus terrenos, destilando una excesiva riqueza. Lamentaba que no todos pudieran vivir con lo que la suerte les legaba o al menos intentar no alardear de todo el poder que ostentaban, buscando causar una impresión errada sobre su persona. Antes de proseguir se tomo un instante, encontrando infinidad de huecos en la mente de Azael. Descuidada era la forma en que trataba a su mente, causando que esta se resquebrajará un poco más con cada mala decisión que el hombre tomaba. El ser prudentes la mayor parte del tiempo, derivaba en dar pasos seguros y no exponer secretos que podían enroscar una soga en el cuello y permitir que al tirar de está quedará suspendido en las arenas del tiempo, abandonando de ese modo el mundo de los vivos. Los tres hombres poseían cualidades muy dispares, no encontraba la más mínima similitud entre ellos. — Es sabio intentar cubrir su rostro. Pero, ¿Qué deja expuesto al mostrarse con esos aires ante mi persona?— la mujer se introdujo en los pensamientos de cada uno de sus alumnos. Era como mirar un río cristalino, plagado de peces que nadaban sin miedo a ser cazados o devorados por algún depredador. Eran demasiado permeables, absorbían toda clase de información, pero no eran capaces de bloquear los ataques que cualquiera deseará lanzar contra ellos y hurtar esos datos sin tener que esforzarse demasiado en esa tarea. — Vean dentro de ustedes, reflexionen a conciencia que es lo que realmente desean obtener de la Oclumancia. Sólo una barrera mental que los proteja del exterior o de ustedes mismos—seguía dentro de sus pensamientos. Ninguno se pudo dar cuenta de las acciones de la Africana, nadando a sus anchas en un inmenso mar plagado de inseguridades, recuerdos, fracasos e infinidad de pensamientos que ahora le pertenecían a ella. No los soltaría tan fácil, la red de pesca fue lanzada y los peces cayeron dentro de ella, quedando sometidos a los deseos de la Oclumante. Sauda aprendió como bloquear los ataques de un hechicero legeremantico. Deseaba el mismo fin para sus alumnos, aunque para concretar dicho proceso tuvieran que experimentar toda clase de pesares. El poder era sabiduría, pero la misma arrastraba responsabilidades que no todos estaban preparados para adquirir, el poner una sencilla prueba para los tres, abonaría el terreno para que los frutos que cada uno cultivará dieran los resultados anhelados. Cortar la maleza era el primer paso, limpiar de toda mala hierba o raíz que complicará el trabajo a la hora de la siembra, hender la tierra donde las semillas serían depositadas, dándoles el espacio necesario para echar raíces. Mirando con atención el rostro de Hessen, el daría el primer paso, secundado por Orión y después de les uniría Azael— Señor Crouchs, le sugiero que se esfuerce por armar una barrera a prueba de todo, no olvide que su mala experiencia sigue siendo una espina clavada en su costado—señaló con su dedo incide la sien del caballero. —Usted Señor Yaxley, parece un ave de paso por este mundo. Es admirable la forma en como se toma las cosas, ligeras y sin demasiada presión. Busque como una barrera con esas cualidades, le ayudará con lo que le viene en contra— la pasividad reinaba dentro de Saka era de admirar, sellando con esa expresión todo nexo con los dos primeros hombres. El tercero estaba ahí delante de ella, cubriendo quien sabe que con esa tela oscura, sombras que recorrían la faz del mago, le susurraban el profundo dolor que este ocultaba en su interior. —Azrael le aconsejo que antes de querer caminar o correr, aprenda a gatear. Verá que en este proceso, puede que adquiera las herramientas necesarias para preparar el terreno y sembrar lo que tanto anhela—haciéndose a un lado, les permitía recorrer su hogar—Una advertencia para los tres, no puede destruir nada de mi hogar, no profanen terrenos que no les den confianza y ante todo, respeten la vida de los animales que viven aquí— acomodándose sobre una roca les daba la potestad para comenzar con sus tareas. @@Hessenordwood Crouch @Orión Yaxley @@AZRAEL Licaón

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