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Báleyr

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  1. Báleyr

    Nigromancia

    No habían rituales iguales. Habían rituales que usaban los mismos ingredientes, los mismo conjuros e inclusive los mismos símbolos eran dibujados. Pero en aquella similitud es en donde radicaba la diferencia. El cántico que Báleyr había entonado estaba lejos de ser inmutable. Si una persona estaba lista para comprender la muerte, si había sido instruida en los peligros y en todas las bondades que jugar con la dimensión de las almas en pena podrían entender e imitar el sonido. Sin embargo, lo que ellas escucharían -en su lengua materna- sería completamente al significado original de las palabras. Báleyr estaba demasiado obsesionado con el saber. Había explorado el mundo de formas que pocos (incluso otros Arcanos) habían logrado en el pasado. El mismo sonido surgía de sus labios siempre que acudía a lo que él llamaba Nigromancia Egipcia. Pero nunca su cerebro traducía un mismo significado. En ocasiones eran frases mediante las cuales se debilitaba el manto de los dos mundos. Aveces los muertos eran los que usaban sus labios para recitar el cántico y le transmitían antiguos y poderosos secretos sobre el mundo. Otras simplemente su cerebro refrescaba el sonido original del cántico. No estaba documentando, ni siquiera en el Grimorio, el significado real de aquel cántico egipcio. -Ten cuidado - habló únicamente en la mente de Mistify -. Tu camino ha sido el de la lucha. Deberás encontrarla forma de burlar todos los obstáculos para llegar al alma del cuerpo que elegiste. Recuperé este cuerpo de una barbarie muggle, un tiroteo. Todas esas almas son las que murieron aquel día -agregó. Se proyectó en un nuevo lugar. Taurogirl. La bruja estaba siendo engañada por el alma que debía traer al mundo de los vivos. -Tu camino es el de los engaños y las trampas. Igor era tramposo, usaba su magia para crear ilusiones. Busca en la realidad que te ha mostrado algo ilógico, algo que te haga comprender que todo es una farsa. Recuerda que una alma es localizada de formar distintas a la que es colocada -habló en la mente de Taurogirl
  2. Báleyr

    Nigromancia

    Un nuevo golpe en el suelo con la vara de cristal. La mazmorra comenzó a vibrar ligeramente. Lo primero en desaparecer fue el cadáver. Los libreros, las mesas, y absolutamente todo lo demás dejaron de verse de forma clara. Se volvieron opacos en un comienzo y borrosos transcurridos un par de segundos. Aquello era producto de la magia que el Arcano estaba invocando. Magia muy antigua, una magia que haría ver color de rosas a los hechizos más perversos que usaban los mortífagos. Aunque claro, aquella magia no era para hacer daño (la mayor parte de las veces) sino para moverse de un sitio a otro de manera más cómoda. No era como desaparecer, en absoluto. Aquel conjuro, por el que había pagado un gran precio, le permitía mover junto a él a varias personas e incluso una habitación o casa completa. Pasaban por un ínfimo segundo por la dimensión a la que iban las almas. Si él así deseaba, podía dejar en aquel lugar a cualquiera de los viajeros y estos jamás volverían a ser vistos. —Estamos justo ahora en un lugar que no existe. Los cuatro. Mientras estemos aquí no pasará el tiempo, nos tomará un segundo en nuestro mundo llegar a nuestro destino. Eran solamente los cuatro en un vacío desagradable. Un vacío que hacía que incluso Báleyr sintiera como si la nada soplara en su nuca. Estaban en aquel mundo de los muertos, si, pero envueltos en el aura que el hechizo emitía. Aquella sensación extraña que seguramente las tres brujas también sentirían se debía a las almas tratando de romper la barrera que los protegía. —Seguramente han oído hablar de los horrocruxes. Tom Riddle llegó a abusar de su alma a niveles nunca antes vistos. En vida la partió en varios recipientes conservando apenas un vestigio de su humanidad. Lo mismo pasa con la nigromancia. Cada persona tiene límites diferentes. Pero conforme le devuelves la vida a una persona su alma se va deteriorando y ese daño será menor cuanto mejor control sobre el alma tenga el nigromante. Le gustaba nombrar a magos oscuros recientemente caídos. Riddle había sido el último y él personalmente se había encargado de destruir la casi inexistente alma de aquel mago oscuro. El consejo había decidido no intervenir mientras aquel mago vivía. Pero cuando muerto, él había sido seleccionado para desterrar los vestigios de humanidad que quedaban de Tom. No había costado mucho, se había gastado el alma en actos banales mientras vivía. —Riddle, por ejemplo, jamás podría ser devuelto a la vida. Kingsley Shacklebolt fue listo y confió su cuerpo a un servidor. Pero he de decir que los Arcanos fuimos más listos que él. Para mi era casi seguro que lo que quedaba de su alma no sería suficiente para traerlo a la vida. La destrucción de los horrocruxes fue su final. Pero nadie en el mundo se quería arriesgar. Lo que quedaba de su alma fue destruida, su esencia dejó de existir. Como si fuera el momento adecuado para hacer una pequeña demostración de su poder movió la vara de cristal y una pequeña abertura apareció en el manto que los protegía. Pasó una alma que había estado intentando llegar a ellos. Movió la vara con mucha agilidad, como si la juventud aún acompañara a su cuerpo. Aquella alma se quedó quieta, pues en aquella dimensión era visible sin utilizar ningún tipo de magia, y comenzó a evaporarse como si de un poco de agua se tratara. —Esta es otra forma de evitar que alguien recite, Sagitas. Me lo preguntaste ayer pero no estaban listas para conocer aquel saber. Solo una persona conoce aquella magia, y solamente su muerte puede causar que esta sea transferida. Poco a poco. La realidad comenzó a formarse nuevamente frente a sus ojos. Se podía ver lápidas y unos cuantos arbustos alimentados con los cuerpos de las personas que allí descansaban. Aún estaban atravesando la dimensión, con mucha lentitud tal cual el Arcano quería. Mientras menos tiempo perdieran hablando en la realidad más tiempo tendrían para atrapar una alma. —Cuando las crea aptas para adquirir estos saberes tendrán que pasar una prueba. Aún no deben conocer los detalles. Pero si logran hacerse con este poder, se vincularán con magias tan poderosas y antiguas que será imposible que puedan enseñar la nigromancia a ninguna persona. Él había utilizado, el día anterior, la palabra aprendiz en su explicación de las maldiciones imperdonables. Pero en realidad se trataba de dos nigromantes. Uno más hábil que el otro, el primero ayudando al segundo a mejorar el control en aquellas habilidades. Solo el anillo de un Arcano permitía la enseñanza. Golpeó el suelo con la punta de la vara y la totalidad del manto que los cubría desapareció. Estaban en el cementerio de Hangleton. Riddle en aquel sitio había conseguido recuperar un cuerpo. Era un lugar especial en donde convergían el mundo de los muertos y el de los vivos. Aquella ruptura había aparecido precisamente cuando Pettigrew terminó de elaborar la poción que le dio un cuerpo nuevo a Tom. —Espero que conozcan este lugar, las he traído aquí por un motivo. En todos los panteones del mundo las almas pueden cruzar. Pero en este precisamente habitan los espíritus de personas que ni siquiera han muerto cerca, y cuyos cuerpos están a muchos kilómetros de distancia. Aquí la barrera es más débil, pueden escapar con más facilidad. Las brujas debían estar ya acostumbradas a ver su vara golpear contra el suelo y no escuchar palabra alguna. Así lo hizo. Tres cuerpos inertes aparecieron sobre camillas. Invocó además hechizos protectores, los muggles no se acercarían ni por asomo. Su valija se abrió, salieron flotando tres frascos. Uno con un polvo rojo: Sangre de unicornio deshidratada. Otro con un polvo negro: pelaje de thestral molido. Polvo blanco: huesos de hipogrifo triturado. —Aprenderá un método para controlar las almas. Luego dependerá de ustedes pagar el precio de asimilar nuevos saberes. La Sangre de unicornio representa la pureza, de esta forma proteges tu propia alma. El pelaje de un Thestral representa a la muerte misma pues este se presente solo ante ella y la muerte se presenta solo ante él. Los huesos de un hipogrifo son la seña del orgullo que debe ser superado. Una persona que no le muestra respeto a la muerte será consumido por esta. Destapó los frascos. La vara se encogió en sus manos dando paso a una varita de abeto. Dibujó, con la varita, un círculo de pelaje de Thestral en donde cabía sentado. Colocó dos montones de polvo: un rojo y un blanco delante de él y comenzó a recitar cánticos en egipcio antiguo. Las brujas sabrían como repetirlos. Los jeroglíficos que representaban a Anubis se dibujaron en una mezcla de aquellos polvos blancos y rojos. —Los cuerpos están preparados por mi. Están en perfectas condiciones así que no deben repararlos. Sus almas viven en este cementerio. Siempre queda en un cuerpo una pizca del alma, elijan un cuerpo. Si estás listas podrán repetir el cántico a Anubis. Sigan el ritual. Cuando los jeroglíficos aparezcan delante de ustedes intenten -depende de ustedes el como- encontrar en primer lugar la esencia en el cuerpo muerto. Cuando lo hagan lo sabrán. Cuando así lo hagan aprenderán el nombre secreto de el humano. Así pues llamaran a su alma. Deben ser firmes, o esta las consumirá. Desdibujen los jeroglíficos si sienten que pierden la batalla. Yo las ayudaré si algo sale mal.
  3. Báleyr

    Nigromancia

    Báleyr sacudió la cabeza de forma negativa. No precisamente porque le pareciera negativo que una de las alumnas se quedara atrás. Era normal, muchas veces sucedía. Sino que siempre que eso pasaba no hacía el más mínimo esfuerzo para que los rezagados se unieran al grupo. Estaba en su naturaleza. Él iba a insistir siempre solamente lo justo, ni más ni menos. Era algo que quizá debía cambiar, pero aveces los años podían más que la razón. Era un viejo de costumbres ¿Cómo se cambiaba eso de un día para el otro? Era casi imposible. Las otras dos mujeres salieron de la estancia en cuanto la puerta se abrió. —Claro que puedes intentarlo, Tauro. No me gusta presionar más de la cuenta. Son ustedes quienes deben presionarse y exigirse más cada día. Pero lo harás hoy mismo, no mañana. Agitó la varita mágica nuevamente. El mismo cadáver se hizo presente sobre la vieja mesa. Parar sorpresa, seguramente, de la bruja el corazón del que habían quitado la metralla estaba como nuevo. Lleno de metralla, si, pero sin heridas aparentes. Ya sabrían, quizá en un futuro, como dejar un cuerpo en perfectas condiciones para que este sufriera mucho menos. —Tendrás que hacerlo sola. Sacar la metralla. Las preguntas que tengas no te las puedo responder ahora. Puedes hacerlas, si. Pero las contestaré cuando estén las tres presentes. No me gusta tener que repetirme. Se quedó de pie, a la espera de que la bruja hiciera lo suyo. Cuando hubo terminado, observó el trabajo y la despidió con una seña sin comentar nada al respecto. *** Le gustaron los resultados de sus tres aprendices. Todas estaban listas, al menos en lo que cabía, para la experiencia que tendrían aquella noche. Pasó toda la mañana revisando los artilugios que guardó en la valija el día anterior. Fue ese el motivo por el que decidió aplazar la visita al lugar de muerte porque sintió una presencia desconocida rondando en los instrumentos o quizá en la misma valija. Desmembró a aquella alma en pena y solamente se estaba asegurando de que no hubiera quedado rastro en los materiales que iban a utilizar. Esperó sentado, con su único ojo abierto enfocado en la puerta de entrada a las mazmorras. Irían a un sitio que, por su historia y perversidad, solía atraer muchas almas en pena. Por eso ese día había convertido su varita en un báculo de cristal que potenciaba sus poderes. Lo sostenía con firmeza en la mano izquierda. Negruzco como la noche, como las almas, y como el arte que se dedicaba a enseñar. Coronado simplemente con lo que parecía ser una punta de lanza con brochazos color sangre. Golpeó la vara contra el suelo y la puerta de la mazmorra se cerró de golpe. —Antes de que emprendamos este enriquecedor viaje haremos una pequeña ronda de preguntas. No deben tener dudas, las dudas son malas si pretender atrapar a una alma. Si alguna cree no estar lista, puede quedarse aquí comprendiendo de mejor forma a la muerte. Golpeó el suelo nuevamente con la vara, el mismo cadáver del día anterior apareció sobre la mesa. No tenía rastro de las heridas que le habían propinado.
  4. Báleyr

    Nigromancia

    Escuchó las preguntas desde el oscuro rincón en el que se encontraba. Eran demasiadas preguntas delicadas, algunas que estaban justo entra la pequeña línea que separaba lo que las dos brujas podían conocer y aquello que posiblemente las destruiría. Iba a confiar en el control que habían demostrado, estaban preparadas para conocer todo lo que en ese preciso momento querían saber. Soltó la valija no sin antes agregar algunos artilugios metálicos con forma desconocida. La cerró con magia. Ya sería otro día, habían tardado demasiado tiempo en aquella pequeña práctica y él necesitaba ir... ir a pagar el precio del saber. Se acercó nuevamente a la mesa en donde habían estado diseccionando al cadáver. Un ser sin posibilidad alguna de volver a la vida, cuya alma (casi en su totalidad) descasaba en el interior de un dementor consumiéndose poco a poco con el pasar del tiempo. Suspiró. Báleyr había trabajado por varios años en lograr precisamente eso: arrancar las almas consumidas por un dementor y devolverlas al cuerpo de sus víctimas. —Veo que han logrado culminar la primera asignación. Movió la varita mágica y el cuerpo se perdió tras una explosión de luz que lo encandiló por un segundo. —No te disculpes por querer conocer, arrepiéntete por no quererlo y por insistir en conocer cosas para las que no estás preparadas pues el precio a pagar será mucho más alto que lo normal. Quizá fuera un tanto anticuado, pero le gustaba tomar el grimorio sin utilizar magia. Caminó varios pasos y tomó aquel viejo libro. Lo abrió en una página. Aunque pareciera que lo hizo al azar no fue así. Conocía tan bien el libro que sabía exactamente como abrir la página que buscaba. —Puedes traerlo por los motivos que desees. Depende de ti decidir si estás dispuesta a soportar los remordimientos causados por ir en contra de tus propias convicciones. Yo, en lo personal, creo que el conocimiento merece cualquier precio a pagar En efecto, así era. ¿Qué podía ser peor que haber quedado tuerto? ¿Perder su otro ojo quizá? Eso era lo único que no estaba dispuesto a perder. Él necesitaba todos sus sentidos, un ojo perdido era suficiente. No se corrigió, sin embargo. —Hablas de tu marido muerto como si habitara el mundo terrenal. Y estoy seguro que así es. Ves la muerte de forma diferente, no has sido capaz de encontrar aquella línea que separa lo vivo a lo que aparenta estar vivo. Un fantasma es la propia alma de la persona que ha decido no perderse, que se aferra al mundo de los vivos. No busques una alma cuando debes centrarte en encontrar el cuerpo. No hay registros de fantasmas que hayan logrado volverse uno con su cuerpo. Hay rumores, historias antiguas que no se han registrado en el grimorio durante los siglos que lleva con nosotros. Pero se dice que si que es posible pero muy complicado. Un fantasma tiene voluntad propia, es una impresión del alma y de la personalidad de la persona viva Estuvo tentado a no responder directamente aquella palabra de un cuerpo suplente. Creyó haberlo dicho implícitamente. Pero era mejor ser claro ¿Para que darle falsas esperanzas si no había pillado la referencia? —El cuerpo y el alma están demasiado relacionados como para que esta pueda ser aceptada por otro cuerpo. Los horrocrux podrían ser la excepción, solamente que para ello se utilizan partes vivas del alma. Por lo que no es precisamente un acto de nigromancia. Y sobre la última pregunta. Puedes crear bloqueos. Construir murallas nigromáticas con variaciones que solo tú conocer. Pero un nigromante habilidoso podría sortearlas ¿Recuerdas lo que dije sobre porque se creó el avada kedavra? Estos nigromantes creaban esos bloqueos, pero otros nigromantes podían romperlos. Destruye el alma en pedazos tan pequeños que se imposible unirlos y ese cuerpo jamás podría ser habitado. Otro movimiento de la varita y toda la mugre desapareció. Las dos brujas estaban preparadas para la siguiente etapa. Visitarían un sitio de muerte, conocerían el lugar en donde penaban muchas almas muy cerca de sus decrépitos cuerpos que día con día iban perdiendo solides. Pero debían descansar. Sagitas había mostrado la convicción para dejar de lados algunos aspectos morales de su orden; Mistify había mostrado un gran nivel de control al seguir trabajando inclusive con su aparente fobia a toda la suciedad que la muerte representaba. —Ha sido demasiado por hoy. Vayan a descansar. Piensen en todo lo que hoy les he dicho pero sin obsesionarse. Descansen. Las espero mañana en cuanto el sol se ponga. Los espíritus, las almas y los seres de la muerte están mucho más activos cuando tienen tinieblas en donde esconderse. Hizo un conjuro y la puerta de la mazmorra se abrió estrepitosamente.
  5. Báleyr

    Nigromancia

    A las brujas les gustaba preguntar mucho. Eso le gustaba. Había llegado a tener aprendices de lo más variopintos. Algunos eran atentos, otros irrespetuosos, unos tantos irradiaban sus deseos de poder. Habían algunos que tenían miedo de preguntar, y no precisamente porque Báleyr tuviera fama de tratar mal a sus alumnos o que estos desaparecieran misteriosamente. Todos los que temían a preguntar era porque sabían que muchas de las respuestas que no serían agradable, que posiblemente el precio a pagar por el saber sería demasiado grande. De nuevo hizo un además de pasar la mano por su ojo izquierdo. —Responderé a las cosas que están preparadas a conocer. Hay verdades que no comprenderán si son dichas demasiado pronto. Saberes que las destruirán si las conocen antes de hora. Mistify, se debe evitar romper los enlaces ya que la reconstrucción de los nervios es dolorosa. Así que eviten extirpar los órganos. Aquella era una pregunta fácil. Extraer un órgano era dañar mucho al cuerpo humano, eran más cosas por reparar, más tiempo de sufrimiento: más dolor. El dolor era bueno, si, pero poco recomendable cuando apenas estabas unido a la vida. Aunque claro, eran lecciones que se aprendían con el paso de los años, con los experimentos fallidos. Pero él podía hacer que sus alumnas pagaran un precio no tan alto por el conocimiento. —Hay algo que debes saber de la muerte. Hay historias muy recientes que dicen que los muertos no sufren, que no quieren regresar al mundo de los vivos. Lo dijo Albus Dumbledore cuando destruyó la piedra del hechicero, lo dijo Harry Potter cuando usó las Reliquias de la Muerte para ver a sus padres. Y estas historias han sido reforzadas con aquella antigua historia en la que el dueño original de la piedra de la Resurrección se suicidó porque su prometida no quiso. Pero te digo, Sagitas, que nadie te odiará si es que le permites caminar de nuevo entre los vivos. Si, te agradecerá. Posiblemente por poco tiempo, pero lo hará. Aquella había sido una de las primeras lecciones que aprendió: todas las almas desean vivir. Nadie te odiará por darle vida. Tampoco te amarán, simplemente sentirán gratitud (en diferentes grados) aunque posiblemente querrán estar muy lejos de ti. —Regresamos de nuevo a cuestionamientos morales. Se dice que Dumbledore murió con anticipación. Que tenía una maldición que tarde o temprano acabaría con su vida debido a que esta estaba destruyendo su cuerpo. Hay males que no podemos reparar. Si tu cuerpo tiene algo incurable, algo que no se puede arreglar ¿Merece la pena traerlo de vuelta para verlo morir en poco tiempo? Eso depende del nigromante y de quien solicite su ayuda. Se alejó de las brujas viendo que estaban, o al menos intentaban, cooperar con la labor que realizaban. Tomó un viejo libro cuyas páginas parecían que iban a caerse con la menor fuerza ejercida sobre ellas. Se trataba de un antiguo grimorio en el que se habían escrito un sin fin de saberes sobre la muerte. Había pasado de nigromante en nigromante, de maestro a aprendiz, por hurto o por asesinato. Regresó hacia el sitio en que se encontraban sus aprendices. Abrió el libro. —Las palabras del grimorio contienen más que información mucha magia. Podría recitarlas de memoria, pero prefiero siempre leerlas. Es mucho más místico. "De entre los lugares frecuentados por las almas el más frecuente es el lugar en donde esta murió. El siguiente lugar en el que debes buscar es donde descansan sus restos terrenales. Si no están en esos lugares entonces es improbable que esté en otro sitio. Es casi seguro que sea un fantasma o que su alma haya sido consumida por algún ser de las tinieblas" Cerró el libro con fuerza. Un libro normal de esa antigüedad se normalmente se hubiera convertido en polvo. Pero el Grimorio del Nigromante estaba lleno de magia. Él encontró el libro en la Biblioteca de Alejandría en cuanto asumió como Arcano. Lo reclamó como suyo, no era seguro que cualquier persona lo leyera. —Hay otra frase que si la diré de memoria, pues jamás debe ser leída en voz alta directamente de Grimorio. "Pues las almas en pena de este mundo son atraídas por lugares de muerte y pueden propinar muerte. Son controlables por nigromantes que conozcan el cántico adecuado. Pues las almas en pena son peligrosas. Pues no debes jugar con ellas. Pues estas no pueden volver a la vida" Movió su varita y el libro brilló. Se transportó en un segundo hacia su lugar en las estanterías. El libro estaba protegido con maldiciones que el Arcano mismo había inventado. Maldiciones relacionadas con el alma, con el dolor, con la muerte. Solamente él, su dueño, podía acceder a todos los secretos del Grimorio. —Cuando terminen con este cadáver inservible iremos pues a buscar el alma de alguien que merezca acompañarnos en el mundo de los vivos. No tarden. Se retiró a una de las zonas oscuras en donde comenzó a llenar una valija con varias pociones, con tintas y pinturas y varios pergaminos.
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    Nigromancia

    —Las interrupciones que aporten con este proceso de aprendizaje son bienvenidas. Estar muerto no se supone que duela. Pero cuanto más dañado estés más dolor sufrirás cuando el alma trate de reparar tu cuerpo —respondió Báleyr. Aquella pregunta era muy frecuente. Él mismo la había formulado cuando tocó con la navaja a su primer cadáver. El dolor era algo que en la actualidad no le preocupara. Habían cosas más terroríficas y catastróficas que él dolor. Si que las habían. Por acto reflejo, atisbo del pasado al que se encontraba invocando, intentó mover su inexistente ojo. Recordar. Aquello le preocupaba mucho más que el dolor. —La nigromancia y la magia oscura tienen puntos en común. La historia de la nigromancia ha estado siempre vinculada con ritos satánicos, paganos y demás mitos que los muggles han popularizado. Pero incluso entre nosotros, lo magos, siempre se ha sostenido que la nigromancia es una rama perversa de la magia. Se fundamenta en sacrificios, en atraer a fuerzas de la naturaleza desconocidas para muchos. Era imposible que el tema no surgiera. El alma como un papel clave en la nigromancia había sido el fundamento de sus estudios. Descubrió muchas cosas maravillosas pero otras tantas que podían causar escalofríos hasta a la persona más poderosa y apática del mundo. Y es que el alma de las personas era tan compleja que pocos podían llegar a entenderla del todo. —La maldición asesina surgió en una lucha interminable de dos nigromantes, o eso es lo que cuentan algunos escribas. ¿Cómo matas a tu enemigo si este tiene un aprendiz que le devolverá la vida? Encuentras una forma que impida que eso pase. El Avadakedavra no causa ninguna afectación a nivel físico. No hay heridas, no hay órganos destruidos. Pero fragmenta tu alma a un nivel tan ínfimo que es imposible que esta pueda ser reconstruida para devolverte la vida Observó el trabajo que estaba haciendo Sagitas mientras hizo una seña con la mano indicando a Mistify que esperara un momento por su respuesta. Agitó su varita mágica dibujando sobre el cuerpo unas marcas que en un segundo emitieron el típico hedor a quemado. Las incisiones fueron limpias. Una corte en "Y" se formó sobre el pecho del sujeto de pruebas. —El dementor es una criatura verdadera aterradora. Hay leyendas, muy antiguas, que apuntan a varios experimentos de personas tratando de liberar el alma de las personas de los dementores. Es imposible, como se ha demostrado. En un principio se pesaba en los dementores como una caja de un solo sentido. Lo que dentro iba no podía salir. Pero yo creo, y con mucha frecuencia mis suposiciones sobre el alma tienen mucho sentido, que los dementores volatizan el alma en cuanto logran atraparla. Deja de existir, se convierte en una parte más de aquella despreciable criatura Se dio cuenta de que, quizá, le faltó explicar un poco sobre la forma en que el alma reparaba un cuerpo destruido. Y era probable que al menos una de las brujas no comprendiera como el alma podía crearte un cuerpo y no reparar un órgano dañado. Si que podía hacerlo, pero no servía de nada si el causante del daño seguía presente. —Cuando traes a alguien a la vida su cuerpo comenzará a recuperarse. Si alguien muere por un sectusempra no tienes nada que curar. Las heridas se cerrarán y la sangre regresará. Pero si tus pulmones están llenos, por ejemplo, de agua es muy probable que vuelas a ahogarte en cuanto vuelvas a la vida. Tu cuerpo se recupera, se cura, pero no puede quitar de su objetos extraños, agentes que volverían a destruirlo. Si alguien muere envenenado y ese venenos prevalece en la sangre ¿No sería lógico meter un bezoar por la garganta de esa persona? Mientras hablaba se había alejado unos pasos del cadáver a por unas pequeñas bandejas metálicas que servirían para la primera parte realmente práctica de la clase. —Mientras más tenga que reparar el cuerpo más dolor sentirá en cuanto vuelva. Este hombro murió porque dejó de comer mucho tiempo después de que fuera besado. Pero me he permitido hacer algunas modificaciones en su anatomía. Cuanto ahora mismo tres dagas con la de la bandeja. El corazón y pulmones de este hombre tienen varios fragmentos de un metal altamente tóxico cuando entra en contacto directo con la sangre. Deben causar el menor daño posible y extraer los cuerpos extraños. Aunque este no pueda revivir, lo prepararemos como si fuera un candidato probable. Como si tuviéramos localizada su alma.
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    Había vivido demasiadas lunas como para soportar el comportamiento tan infantil de sus aprendices. Aún no estaban del todo preparadas para entender el precio de la muerte. Eran demasiado orgullosas, y buscaban que sus palabras fueran escuchadas incluso si no era oportuno decirlas. Al menos dos de ellas lo eran. ¿Acaso pensaban que él estaba para escuchar sus est****as discusiones? En absoluto. Su obligación era enseñar, evaluar si estaban lo suficientemente listas y ofrecerles someterse a la prueba cuando así lo estuvieran. —Interpretan mi silencio como vía libre para decir cuanto se les plazca. Tratan temas de la muerte sin tener la más mínima idea de como funciona. ¿De verdad tendré que aguantar una discusión de donde está en alma? ¿Tendré que soportar sus ataques de ansiedad porque no soportan la mugre? Si siguen así ténganlo por seguro, esta no es la habilidad que debieron tomar. La muerte no es limpia, en absoluto. Es sucia, repulsiva y traicionera. Dejó de hablar por algunos segundos. Su mirada había cambiado, se podía tonar su enojo inclusive a mucha distancia. ¿Entenderían el punto que él trataba de transmitir? Paciencia. Buscar el momento exacto en que debían lanzar un conjuro, en que era oportuno utilizar una poción o cuando era preciso invocar a una alma. Parecía que no lo supieran. Pero si deseaban comunicarse con los muertos y obligarlos a volver a sus cuerpos debían entender eso. —La boca es el punto de salida y de entrada. El beso del dementor no se llama así para asustar a los niños. El cerebro es la guía del alma, es el medio por el cual esta aprende. El corazón es el centro del alma. Es el órgano encargado de mantenerla fresca y llena de vida. Y es el corazón el que está unido al resto de la esencia de la vida. Es aquella parte del alma la que te mantiene con vida. Lo demás, el complemento, es lo que te convierte en persona. Báleyr estaba lejos de haber dicho todo lo que tenía planeado decir. Pero era preciso no acribillar a nadie con ideas y conceptos que aún no debían escuchar. En ese momento habría sido capaz de recitar de memoria todo lo que sabía de alma: como destruirla, como estrujarla, como hacerla mutar o como reunir los pedazos. Pero no era aquello temario de la habilidad, se necesitaban muchos sacrificios para obtener aquellos conocimientos. Recordó la cicatriz que atravesaba su rostro. —El conocimiento del alma ha llevado a la gente a idear maldiciones horripilantes. Las maldiciones imperdonables fueron elaborados por magos oscuros que han logrado entender el alma al nivel en que solo un nigromante experimentado lo hace. El maleficio imperio doblega a aquella porción de alma residente en la cabeza. Cruciatus ataca al alma del centro de dolor, también en la cabeza, y la maldición asesina hace añicos a la fracción de alma en tu corazón y comienza una reacción en cadena. El beso del mentor no puede quitarte toda el alma, solamente la parte racional. Esa que te hace pensar, que te permite tomar decisiones. Movió la mano de forma extraña a una velocidad imposible para un anciano común. En su mano apareció otra daga idéntica a la anterior. En aquella clase se iban a ensuciar, entenderían como funcionaba un cuerpo y las tres brujas debían encontrar la forma de seccionar aquel cuerpo. —El tiempo para que una muerte sea reversible es impreciso. No todas las personas funcionan de la misma manera. Todo cuerpo consta de carne, de hueso y de cartílago. Estos comienzan a deteriorarse en cuanto el alma desaparece del cuerpo. Cuando el alma regresa el cuerpo comienza un proceso de reparación que puede durar horas o días según el estado. Por eso es recomendable mantener el cuerpo en buen estado. La ética es la de cada persona. ¿Están dispuestos a ver un montón de ceniza convertirse en hueso, en carne y en cartílago? ¿Le devolverían el alma a una cabeza y soportarían ver un cuerpo formarse? Es poco probable además que el alma sobreviva a tal dolor. Báleyr no quería entrar en muchos detalles, al menos en ese momento. Él había sido ignorante en el pasado y su única finalidad era el aprender. En una ocasión, muy desagradable, logró encontrar la esencia vital de un cuerpo que era ya casi solo hueso. El esqueleto se reanimó, se retorció. El alma escapó de su cuerpo poco después víctima del dolor. —Deben conocer el cuerpo humano si es que pretenden devolverlo a la vida. Sagitas puedes llamarme Báleyr. Este hombre no llegará jamás al otro lado, al paraíso, al infierno o a donde sea que estaba destinado a ir. Su alma vive ahora en el interior de un Dementor. Sin la parte de alma del cerebro jamás podrá seguir el camino. Toques su cuerpo o no. ¿Resucitarías a una persona que aún tiene perforado un pulmón metralla? ¿A una que no ha sido limpiada porque se le reventó el apéndice? Debes ensuciarte, partirlo, arreglar a mano lo que está mal y solo luego pretender traer su alma de vuelta. Así que he de insistir, utilicen la herramienta que utilicen, que al menos comiencen con una pequeña incisión en nuestro inerte sujeto de pruebas. Ya se acostumbrarán
  8. Báleyr

    Nigromancia

    Una corriente de aire hizo sonar un junco ahuecado que colgaba de uno de sus armarios. Sonó grave y débilmente, como una voz profunda que hablaba en susurros. La mazmorra no tenía ventanas y la puerta estaba cerrada, pero de igual manera había sombras que oscilaban en las paredes de forma acompasada, como si una ligera brisa agitase las llamas de las velas o las cuentas de los amuletos que caían del techo. Báleyr escuchaba atentamente mientras sostenía el viejo libro entre sus dedos alargados, la oscuridad se cernía sobre él. Escuchó y comenzó a mover los labios, leyendo en silencio las runas de una página, pronunciando sin emitir ni un sonido aquellas vetustas oraciones. Tardaron lo que le pareció siglos en averiguar cómo funcionaba el complicado sistema que abría una puerta, pero en cuanto el picaporte se movió, la habitación se volvió a iluminar y las enormes sombras desaparecieron. Dejó que entraran sin abrir la boca ni levantar demasiado la vista, más concentrado en el dibujo de una estrella de su libro y en consumir el tabaco de su pipa que en presentarse. Les daría más tiempo, unos segundos valiosos para escucharlas y seguir evaluándolas; había sido interesante ver quién era la primera en entrar y tomar la iniciativa. - ¿Maese Baléyr? - una señora sonrió nerviosa ante él - Porque veo el humo que sale de su pipa, sino diría que este Arcano está tan muerto como los libros que atesora. ¿Creéis que está en condiciones de enseñarnos algo? - ¿Estará usted en condiciones de aprender algo? -farfulló Báleyr con la pipa entre los labios. Dejó el libro sobre el escritorio con suavidad - Aunque con todo el ruido que hacen al entrar en una habitación podrían despertar a todos los muertos del infierno sin mi ayuda. Se levantó del sillón de madera tosca ayudado por su bastón y se enderezó todo lo que podía un hombre de más de quinientos años. - No creo que esos libros le puedan servir de mucho, señora Malfoy. Dudo que esté buscando adquirir la voz de un cantante de ópera muerto o coser a su cuerpo las garras de un águila imperial. Sí, se escriben libros de cualquier hazaña anodina. Vengan conmigo, comenzamos la clase. Los libros de nigromancia eran una rareza, difíciles de encontrar incluso para él que los había buscado toda su vida. Caminó con lentitud hasta una gran mesa de trabajo que se encontraba en medio de la mazmorra. Sobre ella había un gran bulto cubierto por una sábana de lino crudo. Una vez que se ubicó a la cabecera de la mesa, las invitó a acercarse. Las miró detenidamente, a las tres. Eran brujas de ciudad, jóvenes, muy diferentes entre sí. ¿Alguna de ellas sería merecedora de dar la prueba? ¿La rubia? ¿la peliazul? ¿la nerviosa? - ¿Qué quieren obtener aprendiendo nigromancia? ¿Comunicarse con los muertos? ¿descubrir el velo del futuro? ¿sumergirse en las verdades del pasado? ¿revivir seres queridos, viejos amantes quizá? o -hizo una pausa y tiró de la sábana-... ¿la vida eterna? Sobre la mesa reposaba el cadáver de un hombre mayor. En sus setenta años, con la mandíbula desencajada y los ojos hundidos, la piel amoratada arrugada y llena de vellos grises. Desnudo sobre la madera, no era más que cualquier hombre, nada lo diferencia de otros muertos. Desprendía un olor nauseabundo que comenzó a inundar toda la mazmorra. El Arcano ni se inmutó ante el hedor, estaba demasiado acostumbrado a él. - Primera lección, pueden considerarla una advertencia si son lo suficientemente listas. La muerte es ineludible, no existen argucias que nos permitan escapar de ella. A menos que estemos dispuestos a hacer grandes y terribles sacrificios...y aún así jamás nos dejaría de perseguir para pedir más. Se detuvo y levantó una navaja muy afilada. - ¿Quién hace los honores?
  9. Báleyr

    Arcanos

    Ficha de Báleyr ARCANO DE NIGROMANCIA ____________________ Nombre: Báleyr. Sexo: Hombre Nacionalidad: Noruego. Raza, grupo étnico: Caucásico Edad: Incierta, más de 300 años. Anillo: Porta el Anillo de la Nigromancia. Está asociado a la prueba que se exige realizar a todos los aspirantes para conseguir la habilidad y también a la prueba para iniciarse como Arcano. Al ser la reliquia original, acumula en él todas las propiedades mágicas asociadas al resto de los anillos de nigromancia. El de Báleyr, es una antigua reliquia de oro con runas talladas. Un halo negro parece rodear el anillo en una inconstante e informe neblina. Se dice que la misma contiene el poder de la Muerte, dándole al arcano la Magia del Cambio y de la Mutabilidad, lo que entre otras cosas, le otorga velocidad y reflejos extraordinarios. Objetos y Posesiones: Posee pocas cosas, ha aprendido a viajar y vivir de manera ligera y sencilla. En un baúl aparentemente pequeño guarda el anillo de su maestro y único amigo, la varita de este partida en dos, ramas de los abetos del bosque negro, rollos de pergaminos, un pensadero de plata y poco más. Sus más grandes tesoros están en su mente. Vara de Cristal: Cuando la invoca es un largo bá cu** de cristal negruzco, opaco. En la parte superior acaba como la punta de una lanza del mismo material -asemejando a la lanza de Odín-, con tintes rojizos en su interior. Sin tallados ni adornos de ningún tipo, simple y recto hasta el final. Originalmente la varita es de madera de abeto, 30 centímetros con núcleo de fibras de corazón de dragón. Conocimientos y habilidades mágicas: Se le conoce como un mago erudito y un experto nigromante, de los más importantes del último tiempo. Ha dedicado toda su vida al desarrollo y perfección de esta disciplina, adquiriendo profundos conocimientos en las llamadas artes oscuras. Hábil en la invocación de espíritus y en su control, como en la reanimación. Su gran pasión es la búsqueda de la vida eterna. Además de ser un hábil nigromante y ser un gran maestro de las artes oscuras, su gran interés por el estudio de la magia lo ha llevado a instruirse en los campos de las transformaciones, las runas antiguas y la adivinación. Aspecto Físico: Su apariencia es la de un hombre octogenario, de rostro surcado por las arrugas y las cicatrices -la más evidente le cruza la mejilla izquierda, desde la ceja hasta el mentón-. Tuerto, su pequeño y frío ojo azul derecho se esconde bajo unas espesas y largas cejas grises. Sus cabellos y barba entrecanos, que suele llevar muy bien peinados, le caen hasta la cintura; a veces lleva la barba atada al cinto, sobre todo cuando da clases prácticas. Posee una figura espigada, de casi dos metros de altura, que le confiere un aire solemne. Se viste más bien con sencillez, con prendas sin adornos ni bordados de ningún tipo, de colores oscuros y sobrios. Comúnmente lleva túnicas de fina lana negra o gris, que arrastra al caminar. Y si la ocasión lo amerita, usa un sombrero puntiagudo que ensombrece más su rostro y endurece su mirada. Lleva siempre consigo el anillo que adorna sus largos y huesudos dedos. Características psicológicas: Serio y misterioso. De espíritu más bien rígido y taciturno. Es un hombre que no suele enredarse en conversaciones banales o que considere de poco valor académico, aunque si el tema le apasiona, puede ser un gran y elocuente conversador. Ordenado y pragmático, es un viejo reconocido por ser perfeccionista y mañoso. Es mordaz y claro en sus opiniones, estricto consigo mismo y con los demás, tiene en alta estima el valor y el honor de los magos, sobre todo de aquellos que poseen grandes habilidades. A pesar de que le agrada la soledad y de que pasa largas jornadas en su vivienda, a veces gusta de caminar en silencio por la biblioteca o por los pasillos de la Universidad, observando a los alumnos. Su talante reservado generalmente se confunde con enfado, sin embargo, pocas cosas lo enojan. Debe ser el arcano más serio y respetado de la universidad. Pocas veces se le ha visto reír (y no ha sido placentero, dicen). Su dura personalidad y su comportamiento le han valido el temor de sus alumnos y el trato distante del resto de los arcanos. Vivienda en la Universidad: Habita una de las estancias dedicadas a los Arcanos. Son tres plantas orientadas al norte, al final del ala, aisladas del resto. Lo primero que se ve al abrir la gruesa puerta de madera oscura, es una habitación pequeña que utiliza como recepción. Las estanterías inundan la habitación y apenas dejan ver las paredes rojizas, incluso bordean la pequeña y única ventana, casi devorándola. Están llenas de libros de lomos oscuros y desgastados, de aparatos extraños y rollos de pergaminos. Un espejo de plata sin reflejo cuelga en un hueco de las estanterías. La recepción no tiene, realmente, nada fuera de lo normal y apropiado, sillones de cuero para recibir a otros arcanos o a los alumnos que se atreven a traspasar su umbral. En una esquina, casi oculta bajo la sombra de los muebles, se encuentra otra puerta que va a dar a una angosta escalera. Hacia arriba, en la planta superior, está su dormitorio, sencillo. Una cama, un escritorio y un sillón cercano a una ventana. Allí es donde guarda sus más preciados libros y objetos. Más estanterías que se elevaban peligrosamente hasta el techo, repletas de tomos con títulos ilegibles, en runas antiguas o idiomas perdidos. Y solo un pequeño baúl en el que guarda trozos de su larga y errante vida antes de ser Arcano. Hacia abajo, una mazmorra. La puerta está protegida por numerosos encantamientos para evitar que curiosos indaguen más allá de lo prudente. Esa habitación subterránea es su lúgubre lugar de trabajo e investigación, en ella se suceden los extraños aparatos y los frascos de cristal o cerámica, todo muy bien catalogado y organizado en altas repisas cerradas con llave. Allí es posible encontrar desde entrañas y sangre de criaturas mágicas, hasta las más raras piedras, metales y vegetales. Historia: Se sabe que nació durante el invierno, en Lago Bondhus, hace más tiempo que cualquier mago vivo y menos de lo que a él le gustaría. Dio sus primeros pasos entre el barro y la pobreza, como el menor de los siete hijos traídos al mundo por una pareja de magos mediocres que se dedicaban a recolectar hierbas medicinales. La familia no podía sobrevivir en esas condiciones, por lo que sus padres decidieron entregar a sus hijos menores al cuidado de otras personas, como siervos de señores de la guerra, de herreros o curanderos. Así se desprendieron de él. Una tarde, un viejo brujo pasó a pedir alojamiento durante una tormenta de nieve especialmente devastadora. Tendría apenas cuatro años pero recordó ver como a la mañana siguiente, por cuatro monedas de oro, tuvo que abandonar su casa y partir de viaje con aquel anciano de extravagantes vestiduras. No tardó mucho en comprender lo que había ocurrido, ni tampoco en darse cuenta que su dueño era algo más que un simple mago, era un nigromante en busca de un aprendiz. Creció bajo el alero de su protector, Meister Fjöln, quien lo educó con rigor en distintas disciplinas del conocimiento, como historia, filosofía, herbología, runas, adivinación, entre otras. Labró su personalidad con exigencia, inculcándole valores ya olvidados. No tuvo una infancia típica, los juegos de niño se vieron relegados ante las largas y extenuantes horas de estudio y práctica mágica, forjando de esta manera un carácter serio, retraído y perfeccionista. Hasta que acepta la plaza en la universidad su vida es un misterio. Aparece de vez en cuando en distintas épocas y situaciones, como un respetado, temido y poderoso hechicero, curandero, consejero o tutor; y bajo diferentes nombres y apodos, tales como "El viejo", "El Oscuro", "El Tuerto" (Báleyr) y durante los últimos cien años, como "el Nigromante". A pesar de sus inclinaciones y excentricidades, de su afán e interés por las artes prohibidas, su meta no es la mera acumulación de poder, sino que la búsqueda de la sabiduría y la vida eterna. Son muchas las historias que se cuentan de este brujo errante. Como que tiene cuerpos momificados en las mazmorras o que realiza sórdidos rituales durante el Samhain. La historia que más se repite entre los alumnos de la universidad es acerca del sacrificio de su ojo izquierdo y su maestro en un ritual para obtener profundo conocimiento de este mundo, un conocimiento maldito y oscuro por el que debe sufrir día a día. Hay quiénes dicen que está en contacto permanentemente con los muertos. Otros, simplemente que está demente y habla solo cuando cree que nadie lo ve. Lleva más años enseñando en la universidad que la mayoría de los Arcanos actuales y no suele compartir con ellos.
  10. Báleyr

    Nigromancia

    Báleyr ARCANO DE NIGROMANCIA ____________________ Yacía sobre la nieve fresca, tirado mientras los copos iban sepultando su viejo y gastado cuerpo. Tenía los músculos agarrotados y doloridos, cada aliento requería un gran esfuerzo; cada exhalación parecía ser la última. No podía moverse y tenía la vista nublada, no lograba percibir más que el ulular del viento y el frío. ¡Oh el frío! Esas espadas que rasgaban su carne, que se clavaban sin piedad hasta los pulmones con un dolor punzante. A pesar de haber tratado con la muerte casi a diario desde su infancia, esa vez era diferente. Se sentía desnudo ante una victoria que le sabía a amarga derrota ¿Cuántas vidas había sacrificado para llegar hasta ahí? ¿Acaso lo merecía? Sí, aunque... Débiles rayos de luz comenzaron a romper el oscuro horizonte, primero con una suave delicadeza y luego con una violencia tal que parecían quemar todo a su paso, revelando colores tan brillantes que le hacían daño a su maltrecha vista. El alba no solo traía un nuevo día, también claridad a su mente apesadumbrada. La eternidad que había pasado en las penumbras del corazón de esa montaña habían despertado en él algo nuevo. Ahí, en la agonía de sus últimos instantes, comenzaba a arrepentirse de la vida que había llevado. De las vidas que se había llevado. Lo que sentía no era temor a la muerte ni a lo que le sucediera después, más bien era la amargura de las victorias vacías, la desazón de saber que estaba en la cima de una gran tumba que él mismo había llenado. Había subido llevado por una codicia sin límites, cegado por un ego absurdo y la imprudencia más propia de un adolescente imberbe que de un mago como él. Había ganado, sí, si podía llamar a su actual situación una victoria. Había perdido un ojo, a su maestro, y ahora tal vez su vida. ¿Para qué? Para encumbrarse como el amo de la muerte, para presumir de un poder que escapaba al entendimiento. Caminó por el umbral del mundo y vio más allá del velo gris. Él, hijo de campesinos y un aprendiz embustero que había utilizado todo su conocimiento con egoísmo para procurarse una vida de caprichos banales. Estaba asqueado y avergonzado por primera vez en sus largos años. Al parecer no solo había derrotado el mal que habitaba dentro de la montaña, sino que había acabado con sí mismo. Esa fue la noche en que decidió aceptar la invitación de la Universidad para realizar la prueba. Desde ese momento su objetivo sería enseñar las artes más oscuras y peligrosas solo a aquellos que entendieran los sacrificios que conllevaban aquellas prácticas. Soltó una bocanada de humo que se llevó sus recuerdos y se acomodó en la silla de madera de la mazmorra, entre paredes de barro y estanterías llenas de frascos de vidrio, cerámica, gruesos libros, pergaminos y distintos objetos extraños. Amuletos en la entrada y una mesa central. ¿Este año habría algún alumno que mereciera dar la prueba? El futuro se presentaba incierto, el traslado de la universidad y el pacto con el Ministerio les obligaban a aceptar a estudiantes que en Egipto no habían tenido que soportar. Pero en la ambigüedad del futuro existía algo que escapaba a las predicciones: siempre había una mente ávida de conocimiento y de despertar al mundo. Se llevó la pipa a los labios y perdió el rostro detrás de un libro.

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