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Báleyr

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Todo lo publicado por Báleyr

  1. Báleyr

    Nigromancia

    Antes de conseguir la sangre de Hades para poder realizar el ritual, una mujer irrumpió en la mazmorra. Báleyr mantuvo la mirada fija en Hades a la espera del siguiente paso, sin hacer caso de la bruja que esperaba a escasos metros de ellos. Le tendió la daga y comenzó a recitar un conjuro mientras su pupilo dejaba caer la sangre en el caldero para forjar un nuevo cuerpo que albergara el ser que debían revivir. La voz ronca del Arcano inundó la habitación con un cántico antiguo y poderoso que hizo que del caldero comenzaran a salir unos humos oscuros que caían pesadamente sobre el suelo de piedra para expandirse por toda la habitación, por todos los rincones. La temperatura cayó y junto con ella, la luz que emanaba de las velas desapareció, como apagada por una ráfaga de viento imperceptible. Desde el fondo, entre los vapores, una masa de carne gris apareció. Llena de furúnculos, de abscesos y llagas purulentas y sangrantes, pero sin una forma definida. Nada en ella parecía humano. El tuerto, como solían llamarle, alzó la voz y la masa de carne comenzó a crecer a medida que las palabras salían de su boca, elevándose entre el humo para salir del caldero. Un grito desesperante salió de algo que parecía una boca, pero eso no evitó que el Arcano siguiera con el ritual. El cuerpo, cada vez más definido se retorcía en el dolor ante los ojos de Hades. Hades podría reconocerlo, una figura de su pasado comenzaba a materializarse con cada vez mayor claridad ante él ¿recordaría su nombre? Ahora le tocaba a Hades terminar con el conjuro, o de aquella masa de carne no saldría nada con vida. El Arcano giró el rostro para encarar a la bruja que llevaba varios minutos esperando. Avanzó hacia ella con la varita aún entre los dedos. - Malfoy. Otros Malfoy habían pasado por esa mazmorra. - Bien, comencemos. En la habitación contigua vas a encontrar un cadáver, lo primero que tenes que hacer es encontrar las causas de su muerte. Después, tendrás que intentar reparar sus heridas. Para finalizar, tendrás que quitar con sumo cuidado sus órganos y ponerlos en frascos. Le señaló la sala con la mano, donde una mesa de piedra le esperaba con un cadáver. Se volvió sin perder más tiempo con su nueva alumna para poder dedicarse a Hades, quien estaba en medio de un acto importante. Si todo salía bien, en unos minutos tendrían una criatura traída por ellos a la vida desde las cenizas. @@Hades Ragnarok @Beltis
  2. Faltaban pocos minutos antes de que los primeros rayos de sol rompieran la oscuridad de la noche, era ese instante en el cual el silencio parecía pender de un hilo antes del amanecer y las sombras se alargaban pesadamente sobre toda la tierra. El nigromante se encontraba todavía de pie, erguido como una estatua incansable con su ojo azul indagando el infinito, apoyado en el bastón con ambas manos, a unos cuantos pasos del portal cuyas lenguas de llamas negras se batían de forma arrebatadora hacia él, sin alcanzarlo. Dentro, Leah Ivashkov llevaba horas enfrascada en una guerra que solo ella podía librar y ganar. El portal podía llevar hasta la magia más profunda y despertar los secretos de cada persona con una facilidad abrumadora, jugar con la mente y los limites de los magos hasta llevarlos al borde de la locura, e incluso de la muerte. Por eso, a cada estudiante se le entregaba un anillo especial que trazaba un vínculo durante la prueba entre Arcano y pupilo con el fin de evitar ese tipo de sucesos. Él veía lo que ella veía, sentía lo que ella sentía como si estuviera a su lado, como si él estuviera haciendo la prueba. Sin embargo, las precauciones muchas veces no habían sido suficientes, no siempre habían podido salvar a todos los alumnos de las garras de una muerte cruel y solitaria. Parte de los riesgos que se corrían al examinarse para habilidades tan difíciles y avanzadas. ¿Entrar o no? Leah parecía fatigada y perdida. La prueba estaba comenzando a hacer mella en su energía, sobre todo en su confianza. Un paso al frente y la habilidad que tanto ansiaba la Ivashkov se le escaparía entre los dedos. ¿Lo haría? No. Se mantuvo firme en su puesto como un guardián seguro de que si entraba le haría más daño. Tendría que resolver la prueba sola. Estiró los dedos sin pestañear, seguía con la mirada fija en un punto invisible, con el rostro inmutable y ensombrecido. Los cabellos grises y las arrugas eran lo único que delataba su avanzada edad, por lo demás, parecía un hombre en la flor de la vida, fuerte y ágil capaz de aguantar sin problemas esa larga espera de horas. Lo llevaba haciendo tanto tiempo que casi era un ritual al que se consagraba con total disposición. No había nada más importante para él que los nuevos nigromantes que salieran de la Universidad fueran magos realmente preparados y aptos. No iba a arrojar al mundo ineptos llevando consigo sus preciados conocimientos. Las llamas frente a él se avivaron con especial luminosidad. La estancia de la estrella de las siete puntas se aclaró por completo mientras el portal se abría, dejando salir un cuerpo envuelto en llamas azules que fue cayendo al suelo a medida que avanzaba. - Leah Ivashkov -el anciano extendió su mano sobre ella, sin agacharse. Las llamas desaparecieron-. Comenzaba a impacientarme. El portal volvió a la calma cuando el sol del amanecer comenzó a colarse en la estancia. - Lo has hecho muy bien. Enséñame tu anillo. El Arcano se acercó para inspeccionar con su único ojo el anillo de aprendiz, enseguida, posó su mano sobre él. - La magia te reconoce como Nigromante. Desde ahora portas el anillo de la habilidad con el cual quedas vinculada a la prueba y a la habilidad para siempre. No podrás enseñar nada de lo que has aprendido ni de lo que aprendas, pero podrás seguir aprendiendo y practicando por tu cuenta. Para ti el camino acaba de comenzar. El Arcano soltó su mano para que Leah pudiese ver el cambio que había sufrido el anillo que debía llevar con orgullo. Ahora ambos podrían marcharse de ahí después de una noche larga y extenuante. - Cuando me necesites, ya sabes donde encontrarme.
  3. Báleyr

    Nigromancia

    Examinó la oscuridad que los rodeaba con aquel ojo pequeño y brillante. Como si el azul frío de su pupila fuera capaz de cortar y traspasar las sombras para desvelar lo que se escondía detrás de se manto de miedo y caos. Con todo su poder y con todos los años todavía le quedaba algún otro truco que aprender ¿Cuánta vida necesitaría? Había tomado prestado más años de los que un mortal poseía, se había apoderado de otras vidas para alargar la suya y así conseguir un conocimiento mayor. A su lado, Hades había tomado la iniciativa y había comenzado a adentrarse en el mundo de los muertes. Ese sitio en el que iban a parar almas malditas, medias vidas y destellos de lo que alguna vez fuese un mago, un hombre o una mujer. El viejo se enderezó dejando caer el peso de su cuerpo cansado sobre el bastón, que continuaba resplandeciendo en medio de tanta oscuridad. Siguió con la vista a su alumno, mientras atraía un alma hacia sí. ¿Que pasaría cuando le dijera que no había cuerpo al que regresar ese pobre eco de una vida? Llegaría el momento de ver su reacción, ahora, tenían que salir de ahí. - Nos vamos. Un último repaso y golpeó el suelo con el bastón. El sonido sordo del golpe rompió en mil pedazos la oscuridad que los rodeaba, dejando entrar una claridad cegadora. Pronto, los colores volvieron a teñir el entorno, definiendo de a poco muebles, paredes y estanterías. El Arcano inspiró con fuerza como si saliera a la superficie luego de pasar demasiado tiempo bajo el agua. Así se sentía, algo atontado y pesado, como si recuperara el adecuado funcionamiento de su cuerpo. Lo había hecho mil veces y de mil formas distintas, aún así no había logrado acostumbrarse del todo al cambio. - Tengo malas noticias. O tal vez sean buenas. Los retos nos obligan a ser creativos. Alzó el brazo y le indicó un gran caldero en medio de la habitación. No había rastro del cuerpo que con anterioridad había reparado Hades. Solo un gran caldero y una estantería llena de frascos con órganos y trozos de carne flotando en diferentes líquidos. El Arcano hizo el amago de una sonrisa, pero los labios se torcieron en un gesto extraño sobre la piel arrugada. Se giró y atravesó la habitación, haciendo que bastón pasara a ser una simple varita entre sus largos dedos grisáseos. - La parte más fácil de la nigromancia es traer a la vida a alguien cuando tenemos un cuerpo. No es un gran reto, lo podría hacer cualquier mago con algunos conocimientos avanzados sobre magia oscura y algo de suerte. Tal vez esa vida no sea capaz de sobrevivir más que un par de horas. Ese ya es otro tema. Pero ¿Qué pasa cuando solo quedan restos? ¿Cuando no queda nada? Puede un alma, por decirlo de alguna manera -Báleyr seguía encontrando difícil definir la entidad como alma-. ¿Puede ocupar otro cuerpo? ¿Podemos reconstruir un cuerpo desde los despojos de otros cuerpos con algo de magia oscura? Ahora avanzaban en un terreno incierto y peligroso. - Se puede, se ha hecho antes y no por alguien especialmente diestro en el arte de la nigromancia. Aunque fue guiado por alguien mucho más hábil. Lord Voldemort regresó gracias a un antiguo rito, reconstruyó un cuerpo desde las cenizas, los restos y los huesos de sus antepasados. Por lo que eso nos demuestra que es algo que se ha realizado. El trozo de un alma volviendo a ocupar un cuerpo físico creado mediante magia. Cualquiera que lo escuchara se llevaría las manos a la cabeza. Esperaba que Hades no fuera de esos ¿Qué dirían los directores o las autoridades inglesas? El Arcano se remangó y se anudó la barba al cinto sin preocuparse por aquellas nimiedades. No traerían a Voldemort de regreso ni a otro mago oscuro. Solo era aprendizaje. O eso esperaba. Se acercó a los frascos y comenzó a sacar algunos. - Hueso, sangre y carne. ¿Estás dispuesto para el sacrificio? Dio media vuelta y encaró a Hades con una daga en una mano, y un frasco de porcelana en el otro. Tenía los huesos y la carne, le faltaba la sangre. Abrió el frasco y los restos de unos huesos cayeron al fondo, resonando como si se trataran de canicas. Abrió otro frasco y sacó lo que parecía un pie remojado y arrugado y lo arrojó al caldero. Era el turno de Hades. Todavía no sabía qué alma había atraído al mundo. @@Hades Ragnarok
  4. - ¿Lista para entrar? La prueba se estaba alargando más de lo necesario, más de lo que otros alumnos habían tenido que soportar. Leah estaba arrodillada frente al viejo, cerca de la puerta para enfrentarse a la prueba final, aquella en la que Báleyr no podría asistirla a menos que su vida corriera peligro, e incluso entonces sus acciones estaban limitadas. De la oscuridad del umbral comenzaron a salir brazos fantasmagóricos, lenguas llameantes de fuego negro avivadas por la sola presencia de la alumna. La llamaban desde lo más profundo de la pirámide, invitándola a entrar con su fuerza invisible. El Arcano extendió el bastón hacia la puerta y las llamas se separaron. - Lo único que te puedo asegurar es que la prueba no va a ser fácil. Mis barreras eran un mero preámbulo para lo que está por venir. He aquí la verdadera prueba final, ¿estás lista para encontrarte con tu destino, Leah Ivashkov? Báleyr en su vida había visto dos pruebas iguales. Cada uno de los alumnos que había preparado se habían tenido que enfrentar a retos diferentes, tan personales y distintos que no se atrevía a hacer conjeturas acerca de lo que viviría Leah. Allí dentro se tendría que enfrentar con una magia antigua, oscura y mucho más poderosa que la que Báleyr poseía. ¿Sería capaz de salir con vida? Inspiró hondo. Pocas veces podía albergar alguna esperanza. - Estaré esperando aquí afuera - le tendió un anillo, similar al que llevaba puesto- con este anillo podré estar en contacto contigo en todo momento mientras realizas la prueba, aunque no puedo intervenir. Me temo que todo va a depender de ti una vez cruces el portal.
  5. Báleyr

    Nigromancia

    - Estoy listo, la verdad hace mucho tiempo baje al mismísimo inframundo y volví, estuve perdido en laberintos muy peligrosos donde cualquiera podría perder la cordura y ser torturado por las sombras invocadas de los demonios oscuros, también creo que tengo prohibido ir al mundo de los espíritus y para ser sincero, hace mucho fui engañado y torturado por una ilusión hasta que fui rescatado, así que si me pregunta que si podría saber que es real o no, creo que lo descubriremos una vez que estemos allí, conozco los riesgos y no daré un paso atrás, será mi responsabilidad pase lo que pase –dijo Hades en tono seguro. El Arcano, aparentemente inmutable en su seriedad, enarcó una ceja y sonrió con una mueca torcida, fría y espantosa. No era un hombre hecho para reír, menos para dar palmaditas en la espalda. - Enhorabuena, todo un portento de la magia. Y a mí que me cuesta a veces hasta regresar del retrete cuando está muy oscuro. Báleyr se removió entre su capa y comenzó a avanzar entre la espesa oscuridad que los rodeaba, apoyando sus cientos de años sobre el bastón de cristal que los guiaba con una tibia y rojiza luz. Toda aquella parafernalia no era tan necesaria ¿debían ir en busca de almas perdidas a un mundo extraño y venenoso como aquel? No, claro que no era necesario, sin embargo, ese paseo tóxico y nauseabundo no era más que una pequeña prueba de habilidad, de fuerza y de sentido común. Algo de lo que carecían muchos de sus alumnos y casi todos los magos. Creían conocer los secretos de aquella magia prohibida y peligrosa como el más diestro de los Nigromantes, hacían pasar pequeñas e insignificantes victorias sobre cualquier magia oscura como una demostración de sus capacidades. Y no eran más que insensatos jugando con algo complejo completamente alejado de su comprensión. - Cuando dejes de alardear sobre tus peripecias con espíritus, tal vez puedas centrarte para encontrar un alma, la chispa de vida y memoria que le daremos a esa cáscara vacía que nos espera en el cementerio. Aunque si tienes prohibida la entrada a este mundo, igual te metes en un problema... El tuerto golpeaba su vara de cristal contra el suelo pero ningún sonido se producía, el silencio era sepulcral. A pesar de eso, el viejo sentía mil ojos observando cada uno de sus movimientos, no estaban solos. Se había acostumbrado a esa sensación de estar bajo una permanente vigilancia, de nunca estar solo, ni en el mundo de los vivos. Otro paso y otro golpe ahogado. De pronto, una risita casi como un chillido explotó a lo lejos. - Y son los espíritus los que nos encuentran. El viejo se detuvo esperando a que su alumno tomara la iniciativa. @@Hades Ragnarok
  6. A sus muchos años había aprendido a cultivar la paciencia, y el tiempo, aquel terrible enemigo, se había convertido en un simple compañero. Había abandonado la angustia de descontar los años temeroso de la muerte para apreciar todo cuanto existía desde una perspectiva diferente. No fue fácil volverse paciente, ni mucho menos dejar atrás el miedo a perecer como todo ser vivo, esa evolución le había costado mucho más de lo que le gustaba admitir. Por eso se mantenía inmutable durante las pruebas de habilidad, el tiempo realmente no le importaba, a menos que se malgastara. Ciertamente, no le gustaba perder el tiempo. Golpeó el suelo con el bastón de cristal y un ruido terrible sacudió la tierra, un estruendo que pareció quebrar la isla y azotar con temblores todo aquello que los rodeaba. El sismo hizo que las palmeras y los árboles se doblaran y espantó a las aves incluso de la otra orilla. Los cimientos de la pirámide rugieron, como despertando de una largo sueño. Dentro de ella había una magia antigua que esperaba ansiosa a la Ivashkov. El golpe del bastón no solo desató los viejos encantamientos de la isla, sino que apremió su pequeño batallón de no muertos dentro del laberinto para que atacaran a su alumna. Sacó la pipa y se puso a fumar. Leah estaba a punto de enfrentarse al ejército de no muertos que esperaban en el laberinto, por lo que le quedaba muy poco para poder presentarse ante él en la pirámide. El viejo Arcano observaba desde el umbral, erguido como una estatua y expulsando perfectos anillos de humo por la boca, disfrutando cada paso que su alumna daba mientras saboreaba el cálido sabor del tabaco. @
  7. Báleyr

    Nigromancia

    El viejo se volvió hacia Hades y se quitó de la boca la pipa, saboreando antes una cálida y tostada bocanada de tabaco como si tuviera todo el tiempo del mundo para contestar. Detrás de la neblina fantasmagórica, los surcos de las arrugas y las cicatrices se incrustaban con oscuras sombras en un rostro adusto e imperturbable, horadado por el paso de cientos de años. - Tienes muchas cosas que saber antes de atravesar el portal, de hecho, hay muchas cosas que deberías saber antes de intentar realizar los viejos ritos. Por eso estamos aquí y por eso estás tomando la clase. Se giró y se puso en marcha hasta alcanzar una lápida sin nombre, quebrada y olvidada en lo más profundo del cementerio. Se detuvo frente a ella, allí donde a maleza crecía a sus anchas. A un costado, el cadáver que había restañado Hades el día anterior yacía sobre una camilla invisible, levitando sobre la hierva cubierto por una manta de lino crudo. El Arcano hizo aparecer un cirio negro para dar algo de luz y varios frascos y osarios de marfil tallado. - Los antiguos ritos son de sangre y óleos, de cenizas y menjunjes de huesos y tripas. Son cánticos de sacrificio y muerte, de control. Hizo un movimiento seco con la varita e inmediatamente apareció un círculo perfecto dibujado en la lápida de piedra con una tinta hecha de llamas negras. - Existen muchos mitos rodeando la Nigromancia, empañando y tergiversando su real alcance y significado. Se nos ve como adoradores de la muerte, como profetas malditos e incluso, como siervos de un dios maldito, un ángel caído. Las creencias populares han acompañado a esta disciplina, me atrevería a decir, desde sus comienzos. La muerte no se suele comprender y cualquier cosa que intente desvelar lo que hay más allá se suele prohibir. - Sin embargo, no servimos a ningún otro propósito más que al conocimiento y al poder. Ha sido la constante búsqueda de respuestas la que ha moldeado esta disciplina, que apunta al desarrollo de medios para expandir nuestro conocimiento y manejo de la magia. A pesar de eso, ¡queda tanto por explicar! ¡tanto por alcanzar y comprender! Y el mundo de las sombras esconde una parte inmensa e inexplorada de nuestra propia existencia. Tomó un frasco que contenía un óleo grisáceo, abrió la tapa y untó un dedo en él. El aroma que desprendía era nauseabundo, como a podrido, a muerte. Le tendió el frasco a Hades para que siguiera su ejemplo. - Existen muchas formas de abrir un portal, en el Grimorio verás que casi cada cultura tiene alguna manera de generar un puente entre ambos mundos. La forma más fácil es el rito egipcio. En cambio este rito es diferente, requiere el conocimiento de una lengua extinta y la preparación de un aceite hecho en base al tejido de los moribundos. Vamos allá. Cerró el ojo azul y posó el pulgar derecho con óleo sobre la frente, marcando un punto, se acuclilló, sacó una daga y se hizo un corte en el otro pulgar. Con ambos pulgares comenzó a dibujar extrañas runas sobre la piedra, rodeando el círculo mientras recitaba en un idioma prohibido un conjuro. Su sangre y el óleo se mezclaron en lo que parecía una danza infernal coreada por la dura voz del Arcano. A medida que repetía las frases, marcaba cada sílaba como si cada una escondiera una orden. La novena vez que repitió el conjuro, una nube negra cayó sobre ellos, apagando toda luz y todo sonido, dejándolos inmersos en una frío tan gélido que parecía quemar la piel. Báleyr alzó la varita e hizo que creciera hasta convertirse en una poderosa vara de cristal negra, que arrojaba una tenue y fría luz sobre ellos. Más allá del círculo iluminado, las sombras acechaban como almas que vagaban en una eterna soledad y caos. - "El mismo aire será una plaga para la humanidad. Y las criaturas de la noche surgirán y se alimentarán" -el viejo rompió el silencio con su voz ronca y profunda, y comenzó a caminar -. Este sitio no tiene jerarquía ni orden, está sumido en la anarquía más absoluta. Las almas corrompidas y los demonios se mueven llevados por caprichos e ideas viciosas. La muerte los mantiene atados en este sitio, más no les impone ningún orden, no hay tiempo ni espacio. El aire enrarecido parecía quemar las vías respiratorias. En todo este tiempo, no lograba encontrar nada natural para los vivos en ese sitio. Mientras más tiempo pasaran ahí, más difícil sería volver. Al menos para Hades. No por la toxicidad, sino porque ese mundo ejercía un poder especial sobre los magos; los más débiles podían ser engañados por almas corrompidas, los más fuertes se verían a sí mismos como jueces y verdugos, como dioses en un mundo inestable. - Ten cuidado, Hades. Como te dije, es un sitio caprichoso y las almas te intentarán alcanzar para lograr salir de aquí. O para retenerte. Como sea, se pueden presentar en diferentes formas ¿podrás saber qué es real y qué no? Probablemente Hades diría que podía, así como tantos otros lo habían creído antes que él. Sin embargo, la experiencia indicaba que no todos podían salir ilesos de esa situación, encontrar un alma no era fácil, menos cuando había cuentas pendientes o se arrastraba un pasado sin resolver. - Busca un alma para regresar a la vida, la que te convenza. El viejo golpeó el suelo con su bastón de cristal, produciendo un ruido sordo que rompió la burbuja de luz en la que se encontraban. Ahora, Hades podría moverse con libertad.
  8. La primera vez que se adentró en el umbral el mundo de las sombras le pareció un sitio siniestro y anárquico. Tal vez esa misma carencia de orden y propósito era lo que le parecía más antinatural y lo que, a la vez, convertía a los mismos nigromantes en seres poderosos. Tenían la habilidad -o don- de ser juez y verdugo, de penetrar en esa pestilente y enmarañada red de oscuridad para otorgar sentido y dirección a las almas perdidas, de erigirse como amos de un poder sin parangón alimentado por esas extrañas fuerzas del inframundo. En un mundo caótico, el nigromante se convertía casi en un dios de la mano de la muerte. Recordó aquella sensación que lo embriagó la primera vez, el cosquilleo en la punta de los dedos y el agitamiento de sus sentidos. El primer bocado de lo que para muchos se convirtió en una droga desquiciante que los llevó a perder la razón. Por algo durante la edad media los cultos y ritos de nigromancia se asociaron a la locura ¿Cómo no iba a serlo? Una mente poco preparada podría sucumbir a la violenta belleza del poder de los muertos. No todos estaban hechos para soportar la soledad y el dolor de ese camino, menos para manejar el poder y los conocimientos disponibles detrás de ese velo mortal. Vida eterna, longevidad, grandes batallones de cadáveres, devolver a los amados a la vida, sanar las enfermedades más raras o simplemente utilizar la muerte y sus secretos como armas y conjuros tan terribles como grandiosos. Sabía lo que atraía a los magos querer dominar la muerte y abrirse paso al mundo de las sombras como señores de la oscuridad ¿podía juzgar sus razones? No estaba ahí para hacerlo, no podía evitar el abuso de la habilidad, solo podía enseñar las luces y sombras que rodeaban a los nigromantes y dejar que la prueba final valorara a cada alumno. Se arrebujó en la capa cruzando los brazos a la altura del pecho, alzándose como una estatua gris inmutable al otro lado de la orilla, a la espera de Leah.
  9. Báleyr

    Nigromancia

    - Un sanador. Repitió sin sorpresa en su voz. Como si fuera cualquier profesión. - ¿Crees que la nigromancia te va a convertir en un mejor sanador? La Nigromancia no es primeros auxilios, ni enseñamos a curar enfermedades raras. Se giró sobre si mismo y se dirigió a la otra sala, esperando que Hades lo siguiera. La noche se iba tornando cada vez más clara, recibiendo los rayos del sol en un tibio amanecer. - Me temo que esta clase ha terminado. Leah ya se había marchado y él tenía una prueba que preparar. Sin contar que le habían prohibido encerrar días y noches a sus pupilos, porque ese tipo de enseñanza era medieval y cruel. Bufó por lo bajo, contrariado. Tenía que seguir unas pautas, o al menos pretender seguirlas para no poner en riesgo la vida de sus pequeños alumnos. Con la mano señaló la salida a Hades y lo guió hasta la puerta, para asegurarse de que al fin se quedaría solo. - Mañana nos vemos a media noche en el cementerio del Valle de Godric. No llegues tarde o comienzo sin ti. Cerró la puerta de un golpe, dejando a Hades afuera. --------------------- A las doce menos diez el anciano apareció en un callejón al lado de una vieja taberna. La capa de viaje se batía en el viento, dando latigazos en el aire mientras Báleyr caminaba hacia la calle principal, sumida en la neblina. El pueblo del Valle de Godric era pequeño y se encontraba apartado, perdido en el tiempo como testigo olvidado de la historia mágica. Pasó por la estatua dedicada a los Potter sin detenerse, caminaba con calma y con los brazos cruzados en la espalda, como si tuviera todo el tiempo del mundo para pasea a esas horas de la noche por un pueblo dormido. La noche era lo suyo, cuando no tenía que cruzarse con otros magos, cuando no tenía que saludar ni entregarse a conversaciones superfluas. Así que podría decirse que disfrutaba de ese pequeño paseo de diez minutos hasta el cementerio. Entre la espesa neblina, las verja del cementerio y las lápidas difícilmente se podían ver. El Arcano se detuvo en la entrada, para esperar a su alumno. Respiró profundamente y aprovechó los últimos minutos que le quedaban para sacar su pipa y fumar. - Has llegado, bien. Acompáñame. Dijo con la pipa en la boca, aunque sin dificultad para vocalizar. Luego de saludar a Hades con un gesto de la cabeza, se giró y se adentró en el cementerio. - Puede parecer un cliché, pero un cementerio es donde podemos realizar ritos de nigromancia con mayor facilidad. Aquí se congregan no solo los restos mortales, sino que muchas veces las almas o sus reflejos se acercan y se quedan rondando. En una espera que suele ser eterna. - ¿Estás listo? Supongo que ya sabes por qué estamos aquí. Ya aprendiste una de las cosas más básicas de esta disciplina, ahora utilizaremos el cuerpo que has reparado para regresarlo a la vida. Sacó la varita de entre las mangas e hizo aparecer un grimorio. él no lo iba a necesitar, pero Hades sí. Era el libro que concentraba la mayoría de los conocimientos de nigromancia, muchos de los cuales estaban prohibidos y eran completamente ilegibles. - Esta es la primera vez que haremos un portal que nos lleve al otro mundo. Lo que debes saber es que no es fácil hacer uno, y que cualquier acto de nigromancia va a pedir algo a cambio, un sacrificio. Mientras más terrible y poderoso, más debes sacrificar. Por lo que debes estar seguro de querer avanzar en esto. Señaló la falta de su ojo como ejemplo. Aunque era una pequeña muestra de todo lo que había tenido que sacrificar para obtener conocimiento y poder. No se arrepentía, pero no podía obligar a que otros siguieran sus pasos, menos enseñarles sin mostrar las consecuencias de ese tipo de magia.
  10. La luna en lo más alto del cielo se reflejaba sobre el lago en calma, iluminando con fantasmales destellos plateados el camino que llevaba a la isla y a la pirámide. Un camino recto y aparentemente inofensivo que Leah no podría seguir para llegar a su prueba de Nigromancia. No, ella tendría que probar sus conocimientos antes de poder pisar la pirámide, tendría que demostrar sus habilidades para pasar varios obstáculos antes de presentarse ante el portal. El Arcano se hallaba de pie en la orilla del lago, envuelto en una túnica negra, lisa y sencilla, con su barba gris larga y cuidada cayendo sobre su pecho. - Es una noche perfecta. Lo era, apenas viento, apenas frío. Iluminada por una gran luna llena y rodeada de pequeñas estrellas que destellaban en la inmensidad del universo. Era una noche perfecta para salir a caminar ¿pero sería tan perfecta para abrir la puerta al mundo de los muertos? La pirámide al fondo parecía lejana e intocable, recordaba cada vez que se había presentado ante ella. como alumno y como profesor. Recordaba la ansiedad de la noche previa a la prueba de nigromancia como si hubiese sido ayer, ese miedo inconfesable que disfrazó de confianza y fanfarronería. Había sido tan joven y tan insoportable. - La prueba se llevará a cabo dentro de la pirámide, en la isla que está en el centro del lago. Es la única prueba que cuenta para obtener el anillo de Nigromancia. Sin embargo, para poder llegar a la pirámide vas a tener que pasar algunos obstáculos. Cuatro en total ¿Qué pasa si fallas? Podrías no estar preparada para presentarte a la prueba, pero todo puede pasar. Trata de no morir. - Existe un puente que une esta orilla y la orilla de la isla, pero no está en este mundo. Deberás abrir un portal para poder encontrar el puente y comenzar tu viaje. Abrir un portal era parte del conocimiento básico, a pesar de la gran cantidad de formas de hacerlo. Algunos portales eran más duraderos y seguros que otros, dependiendo de la cantidad de energía que requirieran para abrirlos. Leah podría atravesar al otro mundo siguiendo el rito que quisiera, egipcio, mesopotámico, griego, nórdico, magia negra, oriental. Báleyr quería -y esperaba- sorprenderse. Le daba completa libertad para enfrentarse a los obstáculos. - El segundo obstáculo se presentará dentro del portal, mientras atraviesas el puente de las ánimas. En ese momento en el que eres más vulnerable a las almas y a sus manipulaciones. Te harán creer en ellos y en sus vidas pasadas, te van a convencer de cosas que jamás han sucedido o te culparán de sus pesadillas. O serán amables y te darán la bienvenida. Quién sabe. - La tercera prueba se presentará al salir del portal y volver a este mundo. En la orilla de la isla encontrarás diez cadáveres que podrás utilizar para pasar el tercer obstáculo: El laberinto. Un pequeño ejército de no muertos tratarán de impedir que entres en el laberinto y que salgas de él. No te equivoques, no les importa nada, ni tu vida ni la de nadie, ya que su naturaleza les impide sentir compasión. Solo siguen las órdenes de su creador. Que no era otro que Báleyr. Los no muertos, a veces como inferis, no eran más que cuerpos sin almas, muertos que se reanimaban mediante una magia tan antigua, oscura y poderosa que no necesitaba de un alma para hacer el rito. Realmente no estaban vivos, no en el sentido habitual de la palabra, estaban animados, eran títeres que obedecían a su creador sin miedos, temores y, por supuesto, sin compasión ninguna. El ejército de no muertos de Baleyr constaba de cuarenta legionarios, soldados expertos que se abalanzarían sobre Leah en cuanto la vieran. - Puedes enfrentarte a ellos como prefieras, te dejo esos cuerpos para que tengas otras opciones. Podía reanimarlos para tener su propio batallón. - Al salir del laberinto, encontrarás un cuerpo que tendrás que sanar, encontrar su alma y volver a la vida, si te parece lo correcto. El Arcano avanzó sobre la arena, por la orilla del lago en calma, con los brazos cruzados en la espalda. - Una vez pases los cuatro pequeños obstáculos, podrás presentarte dentro de la pirámide. Al otro lado, la pirámide seguía viéndose como algo inalcanzable, era el último objetivo para Leah y sería allí donde encontraría a Báleyr, quién la guiaría desde la otra orilla para dejarle espacio. El viejo se giró sobre sí mismo y le dedicó una última mirada fría antes de desaparecer.
  11. Báleyr

    Nigromancia

    El sonido del bastón de cristal contra el suelo los devolvió a esa luminosa dimensión donde el calor y los colores alborotaban los sentidos. El viejo, porque después de tan agotadora experiencia se sentía un viejo de cientos de años, hizo un esfuerzo por mantenerse erguido contra la pesada carga invisible que caía sobre sus hombros. El portal se cerró y ambos quedaron envueltos en una ambarina luz provenientes de las antorchas, concentrados en pensamientos antiguos, contemplando en silencio el despacho al que habían regresado indemnes. Habían pasado horas en un mundo que no era el de ellos y volvían para contarlo. Una gran hazaña para un principiante. - Leah Ivashkov -su voz gruesa rompió el silencio sepulcral entre ambos - ¿Estás lista para presentarte a la prueba de la habilidad? Se volvió hacia su alumna, más crecida después de pasar por aquella experiencia, había comenzado a recorrer un camino del que difícilmente existía retorno. Una vez se pagaba el precio, no había vuelta a atrás. El Arcano aguardó la respuesta sin quitar la vista de Leah ¿cuántas veces había hecho esa pregunta en su vida? Pocas veces un alumno llegaba a esa instancia, y muchos menos lograban salir airosos de la prueba final. La habilidad era una forma de vida, un compromiso que requería más que el mero interés. Requería sacrificios que no todos estaban dispuestos a hacer. Por eso Báleyr había dedicado su vida a la docencia. Siendo un mago exigente no podía dejar en las manos de cualquier nigromante aquella tarea tan delicada. Al fondo estaba Hades, quien había acabado su tarea y esperaba la corrección del Arcano. Hizo un movimiento de la varita, que otra vez poseía el tamaño normal, e hizo aparecer un bezoar sobre la mesa de piedra. Estaba sorprendido, esperaba que aquel alumno hubiese abandonado la clase al ver que el Arcano no estaba en el despacho, o que lo dejaba a solas con un cadáver que no olía nada bien. La mitad huían en ese primer contacto. Pero no, él seguía pacientemente esperando. La paciencia era una virtud que valoraba mucho. - Has averiguado que existe la posibilidad de que una toxina haya acabado con su vida. Si quisiéramos traer a la vida su cuerpo, no podemos hacerlo si hay rastros del veneno en el cadáver, porque se volvería a intoxicar. Para eso es el bezoar. Una vez vuelva a la vida, hará efecto. El Arcano se giró y se encaminó hacia Hades, arrastrando la túnica gris por el suelo. - ¿Por qué quieres estudiar Nigromancia? ¿Qué te ha traído hasta aquí? ¿Por qué mereces que te enseñe algo? Posó su ojo azul y solitario en el mago que tenía en frente, como si pudiese perforar su ser y rebuscar en su memoria. Báleyr a través de los muertos había logrado reconocer en los magos vivos todos aquellos patrones que se repetían una y otra vez, sus gestos que ocultaban intenciones, las palabras que callaban, los deseos que los movían. Llevaba cientos de años enseñando y durante ese tiempo había aprendido a leer a los magos, desde los más inocentes hasta los más perturbados.
  12. Báleyr

    Nigromancia

    La puerta se abrió con un chirrido luego de los tres golpes de Hades, dejando el paso libre al despacho del Nigromante. Las velas de los candelabros estaban a punto de consumirse por completo, la luz era tenue y las oscuridad teñía las paredes de barro con largas sombras. La habitación estaba abarrotada de grandes estanterías de madera llenas de libros y pergaminos que ocupaban casi por completo las murallas, antiguos tomos de lomos anchos, algunos incluso sin título, otros con marcas de símbolos casi ilegibles. A un costado, el escritorio de madera tallada del Arcano se encontraba vacío. El despacho estaba en completo silencio y al parecer el Tuerto, como era conocido Báleyr entre alumnos y profesores, no se hallaba para darle la bienvenida a su nuevo alumno. Sin embargo había dejado instrucciones por si eso llegaba a ocurrir. Si Hades era lo suficientemente valiente como para entrar se daría cuenta de que el despacho era más grande de lo que parecía y que el frío era casi insoportable, como si de pronto aquella habitación no fuese parte de la Universidad y se encontrase en medio del ártico. Pero también se daría cuenta de que el anciano no dejaba nada al azar. Al poner un pie dentro, una nota flotaría hasta las manos de Hades. La mazmorra contigua era lo opuesto al atiborrado despacho del viejo Arcano. Las paredes estaban desnudas, decoradas solo con un par de antorchas que se iluminarían en el momento en que Hades pusiera un pie dentro del sitio. En el centro, una gran mesa de piedra labrada con jeroglíficos egipcios en tonos dorados y azules que servía como uno de los elementos principales para las clases. Lo que más llamaba la atención era el bulto que se encontraba sobre la mesa, tapado con una sábana de lino sin teñir y de la cual solo sobresalían un par de pies ennegrecidos, con otra nota colgando desde uno de los dedos. Ahora solo dependía de Hades hacer lo que el Arcano le pedía o darse media vuelta e irse. ... Con Leah Leah no daba señales de entender lo que estaba ocurriendo, por lo que el viejo volvió a atacar con la vara de cristal, embistiendo cada parte y trozo de viejas almas que componían aquella monstruosidad. No era la primera vez que trabajaba solo, pero esperaba que su alumna interviniese algo más para que aprovechara esa oportunidad única. Estaba deseando ver ese brillo en los ojos que veía en los Nigromantes que salían airosos de la prueba, en los que merecían el anillo de la habilidad. ¿Sería otra más de los muchos que no habían podido con la exigencia? Volvió a golpear para sacar los residuos de otro retazo corrupto, ahora con más fuerza y sin dejar de repetir un cántico en un extraño idioma. Con el paso de las horas, las miles de voces se fueron apagando hasta convertirse un grato silencio. Sin embargo, a pesar de haber acabado con esa sombra, sus vidas comenzaban a peligrar. Ese no era un sitio para los vivos y menos para pasar tantas horas. El viejo se incorporó apoyando el bastón contra el suelo, dejando caer el peso de su cuerpo cansado sobre él y se acercó a Leah. La tomó de un hombro y golpeó el suelo con una fuerza brutal. Ese gesto bastó para espantar la oscuridad y llevarlos de regreso al despacho. La primera bocanada de aire fresco le supo a Gloria.
  13. Báleyr

    Nigromancia

    Deslizó los dedos por la barba al repasar los frascos de la estantería. Hacía mucho tiempo que no se enfrentaba a un criatura como aquella, se comenzaba a acostumbrar a aquella vejez en calma y dedicada solo al ámbito académico, casi puramente teórica adornada de vez en cuando por algún extraño experimento o sus propias investigaciones. Tal vez se había dejado consumir por esa vida pacífica de los últimos años, acostumbrado a los días tranquilos y seguros, los paseos por la biblioteca, las clases y las asesorías al Ministerio de Magia. ¿Estaría olvidando lo que era la acción? Un Arcano como él no podía dejarse vencer por la monotonía de los días y la rutina diaria, menos cuando la Nigromancia en ninguna de sus formas era algo como para dar por sentado. Hizo acopio de algunas pociones y se acercó a Leah, quien ya había comenzado a realizar el conjuro que los llevaría hasta su enemigo. Báleyr desde que había comenzado su camino como Arcano había cambiado su misión, dejando de lado esa visión egoísta tan presente en sus primeros años. Se sentía responsable de las atrocidades que sus propios alumnos cometían. Él les entregaba conocimiento y aunque ellos decidieran realizar horribles, pero a la vez grandiosos, actos ¿podía hacer algo? Apretó los labios al ver la negrura apoderarse de toda la habitación y dio un paso para ubicarse en el centro del círculo de runas. La habitación desapareció como si los muebles y las paredes se volvieran humo en un fondo negro, allí donde había estantes, ahora había una extensión infinita de oscuridad llena de voces y gritos que se clavaban en la sien con un toque gélido, era un sitio donde se podía respirar el olor putrefacto de la muerte y se saboreaba el miedo y la amargura. Habían viajado hasta lo más profundo de un mundo que no era natural para ellos, no podían perder el tiempo o sería fatal. El Arcano sacó su varita y la convirtió entre sus dedos en la vara de cristal, cuyo extremo resplandecía con una tenue luz. - ¿Preguntas? Su alumna hasta ahora había demostrado una destreza y conocimientos dignos de un buen estudiante, sabía escuchar y progresaba a pasos agigantados, pero no sabía si tenía dudas sobre todo lo que estaban viviendo. Le hizo un gesto con el rostro surcado de cicatrices y le indicó que lo siguiera. A cada paso, los gritos y las estridentes carcajadas eran más claras, como si se acercaran a la fuente. Sin embargo, a pesar de la luz del bastón, parecían caminar en un mundo vacío que no tenía fin, no había puntos de referencia ni nada que les indicara el camino. Solo frío y voces. Muchas voces. El viejo Arcano se abrió paso sin dificultad, a pesar del aire enrarecido y el frío que comenzaba a ser insoportable. De pronto, una carcajada estalló junto a una llamarada que rompió con la oscuridad frente a ellos, y el suelo bajó sus pies tembló con una fuerza increíble que casi los tira al suelo. Ante la rojiza luz de las llamas, apareció una espantosa mole oscura, hecha de jirones y partes deformes pegadas a unos ojos centelleantes como dos soles. Media casi cinco metros de alto y avanzaba con desesperante lentitud hacia ellos, mientras no dejaba de reír y hablar a la vez a través mil bocas deformes. Báleyr apretó el bastón entre sus dedos nudosos y lo sostuvo en alto, dirigido a la monstruosa criatura hecha de trozos de almas perdidas y en pena que habían olvidado su propia esencia al unirse. - Podremos destruirlo si logramos desintegrarlo. Cada parte, cada alma está atada porque ha sido corrompida hasta tal punto que se comportan solo como una, con un único fin: volver a la vida como una entidad única. Para eso van a buscar tus debilidades para manipularte y utilizarte. Las voces le taladraban el cerebro como aguijones, cada una contando su propia historia. Y ahí la vio, en un abrir y cerrar de ojos, como un espejismo de belleza entre tanta oscuridad. Como una pequeña luz de esperanza al final de sus días, un bálsamo dulce para su cansada vista y rígido corazón. Dejó de hablar y dejó de prestarle atención a Leah, viajando a otro mundo y a otro tiempo. Los álamos bailaban al son del viento, danzando con sus hojas plateadas al sol mientras la risa infantil calentaba su corazón. Allí en la hierba se volvía a sentir joven y vivo, ilusionado como un adolescente embelesado ante el primer amor. Todo parecía simple gracias a esa pequeña risueña que jugaba entre las flores, aprovechando el corto verano. Aquel último verano de su vida. - Podríamos regresar y jugar otra vez. El viejo sonrió ante la niña de ojos azules que le hablaba con una infantil y fría voz. - Podríamos, pero no serías ella jamás. Y yo ya no soy aquel. - Podríamos volver, podría perdonarte. - Podríamos, pero no tienes nada que perdonarme ¿quién eres? - ¿No te acuerdas de mí? -unas gordas lágrimas comenzaron a bajar por sus mejillas sonrosadas. El cielo de verano se oscureció-. Soy lo único bueno que tuviste en tu vida, soy... - ¡No te atrevas a decir su nombre! -la voz del Arcano rompió como un trueno el cielo. Los álamos desaparecieron y la dulce niña de ojos azules comenzó a reír con una voz atronadora. - Viejo est****o, jamás te perdonaría el daño que me hiciste. - Dime tu nombre. Elevó el bastón con fuerza y lo esgrimió ante una deforme criatura que se desprendía del costado de la mole de oscuridad. No dejaba de sonreír ante la mirada fría del Arcano. - Beyacid. - Beyacid -una vieja alma perdida, una parte de lo que alguna vez fue un asesino. Baleyr pronunció unas palabras en un extraño idioma con una voz profunda y calmada mientras presionaba la punta de su vara contra los ojos de la criatura. Una menos si el cántico la hacía desaparecer. Lo había hecho otras veces, la última lo había hecho cuando tuvo que encargarse de los últimos rastros de Voldemort. - ¡Leah, vamos!
  14. El viejo se acercó a Zack acompañando sus paso con el bastón de cristal, haciéndolo resonar sobre el suelo con un ruido seco y potente. Su alumno salía del portal con un halo distinto, la prueba había obrado un cambio en él aunque fuese muy difícil de ver. Ahí estaba, en lo más profundo y oculto de su ser un destello que había cobrado vida bajo la prueba. ¿Lo percibiría con tanta claridad como el Arcano? Su ojo estaba acostumbrado a observar el desarrollo de sus pupilos, pero a ellos les costaba más tiempo definir, abrazar y comprender las vivencias de una prueba capaz de marcarlos por toda la vida. - Creo que ya sabes la respuesta -Báleyr pasó su vieja y manchada mano sobre el anillo de Zack - Desde este momento estás vinculado al anillo de la habilidad, has logrado probar tus conocimientos y habilidades como Nigromante. Felicidades. Se arrebujó en la capa de lana gris y acomodó la barba con los dedos. La tormenta seguía sin amainar y el gélido viento se colaba en la pirámide sin cesar, batiendo con violencia sus ropas. El arcano posó su ojo en Zack. - No podrás enseñar la Nigromancia, pero tendrás el poder de practicarla. El camino es muy largo y duro, lo que has vivido hoy solo ha sido una prueba de las muchas que te quedan, pero estoy seguro que sabrás enfrentarte a todos los obstáculos que se te presenten. Mi despacho siempre va a estar disponible. Puedes irte como Nigromante, Zack Ivashkov. Báleyr mantuvo su rostro serio y lejano, aquella postura que lo hacía parecer un mago intocable y distante, demasiado viejo como para comprender la vida contemporánea. Se había ganado la fama de gruñón e intratable por aquella poca disposición a las conversaciones triviales y sus extrañas aficiones. Sin embargo, aunque prefiriese la vida solitaria, jamás se negaba a asistir a sus viejos alumnos. De alguna manera se sentía responsable de ellos y de su desarrollo.
  15. Las negras llamas salían del portal como sendos brazos humeantes que se alzaban tratando de alcanzar al Arcano, quien seguía tan calmado y firme como siempre, en el mismo punto como una estaca, azotado por la brisa fría que se desprendía del portal, como si el infierno respirara a través de esa puerta. La vara de cristal entre sus manos le servía como apoyo y aumentaba su percepción sobre la prueba. Siempre eran diferentes ¿Cuánto tardaría en salir? ¿unas horas, una noche entera o varios días? Pocas veces había estado esperado días completos, como un guardián estoico y entregado a su deber. hora estaba viejo y comenzaba a sentir el peso de los años sobre sus huesos, no le divertiría pasar tantas horas de pie. Cerró el ojo y volcó sus pensamientos en Zack, estableciendo una conexión con él para saber por qué de pronto estaba tan perturbado y débil. Sin embargo, no intervino. Mantuvo el ojo cerrado y las manos cerradas en trono al bastón, pero no movió ni un músculo para sacar a su alumno porque la puerta no había acabado con él.
  16. Báleyr

    Nigromancia

    "Ahí viene" Si en el mundo existieran los dioses ¿se parecerán a ellos? ¿Acaso utilizaban esas mismas artes para satisfacer sus caprichos? Doblegar la muerte y manipular la vida para servir solo a sus instintos y deseos, incluso cuando eran anhelos aparentemente inocuos y elevados como mantener con vida a un amado o poseer el entendimiento sobre la vida y la magia. ¿Qué estarían dispuestos a sacrificar por unos años más de vida? ¿por más conocimiento? ¿por un ejército? ¿por el poder? Báleyr conocía el precio de la práctica de la nigromancia y todos sus alumnos lo aprendían tarde o temprano. El cadáver exhaló con un ruido grotesco justo después de que Leah saliera del portal. Lo había conseguido. No había tiempo que perder, todo la calma y normalidad que habían gozado sus clases estaba a punto de acabar. En Londres había tenido que cambiar su cátedra para no poner en peligro en ningún momento, al menos de forma intencional, a sus alumnos. Sin embargo, no había forma de enseñar secretos tan oscuros y una magia tan antigua sin correr riesgos, cada vez que realizaban un ritual se adentraban en un terreno donde las leyes de la naturaleza se torcían por completo. No podía controlar todos los ejercicios y era algo que sus alumnos debían tener en cuenta. Se ubicó junto al cadáver, respirando con tanta fuerza que los pelillos blancos del bigote se movían de forma brusca con cada inspiración y exhalación. Esa noche obtendría respuestas. - Has aprendido a controlar un alma. Cada alma es diferente, así que cada una supondrá una exigencia distinta. ¿Podría confiar en Leah? El arcano la observó con el rostro altivo y su ojo centelleante, clavado en su alumna como una flecha. Mantuvo la mirada durante varios segundos con una dureza propia en él. Después de lo que pareció una eternidad, se giró hacia el hombre que comenzaba a abrir los ojos. - ¡¿Qué hiciste?! -la voz del Arcano sonó como un látigo en el silencio. Báleyr tenía la varita en la mano, fuertemente apretada entre sus delgados y machados dedos, apuntando la sien del hombre que había regresado a la vida. En ese momento el tuerto parecía un hombre amenazante, mucho más joven e imponente que durante sus clases, con un ojo terriblemente azul y las horribles cicatrices profundas surcando su pálida piel. - A...Arcano, esperaba que me encontraras - la voz del hombre era rasposa, parecía que le costase hablar y respirar. Báleyr bajó la varita. - Te hice una pregunta. El tuerto estaba frente a esa clase de hombres que repudiaba. Era un antiguo alumno que había pasado por su clase hace demasiados años y que no había logrado acabar la prueba. - Fue un experimento que salió mal. Otro nigromante ¿Agua? Necesito agua, tengo un dolor muy fuerte... - Leah te ha traído a la vida, y no para quejarte. Sigue, habla. - Quería dividir su alma, yo era su ayudante. Salió mal, el trozo del alma no se adhirió al objeto y fue...-tosió y escupió sangre. - Fue a adherirse a una monstruosidad, una amalgama de almas. ¿Qué pasó con el nigromante? - Murió...lo...lo maté- El experimento salió mal y la división lo sumió en una peligrosa locura, su cuerpo ¡Perdió la mitad de su cuerpo! Báleyr mantuvo el rostro imperturbable ante la confesión. Lo esperaba, solo necesitaba una confirmación como la que estaba obteniendo para trazar un plan. Finalmente se giró para hablar con Leah. - Vamos a volver a las mazmorras. En ese sitio el velo que separa los mundos se ha ido debilitando por las prácticas necrománticas que se han realizado durante todos estos años. Puede que el traslado a Londres haya acabado con la frontera natural, convirtiendo esa habitación en un portal permanente que comienza a ser un peligro. Convirtió su varita en el bastón y golpeó la arena. En un abrir y cerrar de ojos, volvían a estar en la habitual sala de clases, con sus antorchas titilantes sobre las paredes de barro, con las estanterías de libros y frascos con partes de cuerpos momificados. Pero ahora eran tres, uno de ellos medio moribundo, recuperándose de las heridas que lo habían matado hace unas semanas. - Leah, te va a tocar ser mi ayudante. Lo que buscaremos no es un alma tranquila y débil como la que has traído a la vida. Es algo muy diferente. Y digo algo porque perdió todo signo de humanidad, es una sombra que repta en las profundidades desde la antigüedad, se comporta como un imán de trozos y restos de viejas almas que han sido tocadas por las artes oscuras, como si se alimentara de cada gota de maldad. ¿Qué quiere? Pasar a este mundo, al menos es lo que creo. Se ajustó el anillo y miró de reojo a su antiguo aluno, que se había acuclillado en una de las esquinas, sumido en dolor. - Probablemente la parte del alma del nigromante se haya adherido a la sombra, despertándolo con un nuevo propósito. No tiene cuerpo, pero podría volver a partir de restos de alguno de los cuerpos que le han pertenecido a lo largo de la historia. Y los restos del cuerpo del Nigromante todavía podían servir. Un hueso, parte de su piel y un sacrificio. - ¿Estás lista? Haz un portal a partir de runas antiguas. El Arcano se hizo a un lado y dejó el espacio suficiente para que Leah dibujara un círculo en el suelo con la varita y realizara un conjuro escrito en runas antiguas, como en el Grimorio. Mientras, él se prepararía.
  17. Desde su posición, vio como Zack se perdía entre las oscuridad que emanaba del portal, entre lo que parecían unos tentáculos de una materia negra como la noche que lo llevarían hasta lo más profundo de su ser para poner a prueba su habilidad como nigromante y mago. Cientos de años presenciando la prueba y todavía no dejaba de sorprenderse ante la infinidad de caminos que seguía la magia ni a las miles de formas en las que un mago podía demostrar su valía. La magia que residía en la Pirámide era antigua, fuera del alcance y comprensión incluso de los propios Arcanos, quienes solo servían durante sus cortas vidas lo mejor que podían, nada, en comparación con aquella fuerza inagotable. Báleyr podía enseñar todos los secretos de la nigromacia a sus alumnos, pero era finalmente aquella prueba la única que convertía a magos comunes en extraordinarios. Era imposible de engañar. Dentro de la prueba no servían los trucos ni los atajos, tampoco servían las barreras mentales ni los conocimientos por sí solos. Había visto a tantos buenos alumnos fracasar, a otros volverse locos, y a unos pocos no volver jamás. Nada era seguro ahí dentro, se estaba desnudo frente a uno mismo. Recordaba su prueba como si aún pudiera sentir sobre la piel el frío abrasador en el que estuvo sumido durante días y noches, luchando con las sombras, la muerte y contra sí mismo. Creyó morir tantas veces, que comenzó a ver el final de la vida como algo reconfortante y deseable ante la idea de continuar luchando; jamás volvió a sentir un dolor como aquel. Sin embargo esa experiencia no la volvió a ver en ningún otro alumno. Se acomodó el anillo disipando los viejos recuerdos de su mente para centrarse en Zack. Aquel anillo lo mantendría comunicado con su alumno en caso de extrema necesidad. Ahora los obligaban a sacarlos a todos con vida, y algo de cordura de ser posible, por lo que el tenía que estar pendiente en todo momento como si fuese una niñera ¿Qué le importaba si el portal se cobraba una víctima? ¿Por qué tenía que irrumpir ante esa magia para salvar el cuello de un mago?. El Ministerio les había obligado a cambiar muchas cosas de su cátedra y a eso tampoco se iba a acostumbrar.
  18. Báleyr

    Nigromancia

    Báleyr dejó que su nueva alumna comenzara su tarea. Se alejó del cuerpo lo suficiente como para poder supervisar el cuerpo sin ser un estorbo, estaba ahí para guiarla, no para hacer todo por ella. Así que se dedicó a mirar en silencio y a pasear por la estancia, que se iba volviendo cada vez más fría. De vez en cuando podían escuchar una voz susurrar algo apenas audible. Las primeras veces se podía confundir con el murmullo del viento a través de la puerta, pero cada vez sonaba más clara y cercana. - Muy Bien. Revivir a alguien nunca es fácil. Requiere conocimientos que no están al alcance de todos y un poder que pocos tienen, además de que es magia muy oscura que siempre, siempre, está ligada a sacrificios. Incluso el ritual más simple va a pedir algo a cambio. ¿Por qué quieres estudiar esta habilidad? Báleyr posó su azul ojo, eléctrico, sobre el rostro de Leah. Luego, se acercó al cuerpo y lo inspeccionó con detenimiento, sin mostrar el más mínimo gesto de aprobación. - No estamos jugando con simples encantamientos, tenemos que estar dispuestos a ver el rostro de la muerte y pagar el precio que nos pida -El Arcano no levantó la vista del cadáver-, por eso es más simple revivir a alguien si tenemos su cuerpo, y será mucho más simple si podemos establecer una conexión con el alma, si lo conocemos o sabemos algo de su muerte. Se enderezó y sacó su varita. Con un gesto la varita se convirtió en un bastón de cristal negro con el que se acercó a su alumna. El Nigromante de pronto pareció más alto e imponente tras el simple gesto, como si se hubiese quitado un peso de encima. En un abrir y cerrar de ojos, golpeó el suelo con su bastón produciendo un ruido seco que hizo vibrar toda la habitación, enseguida, las paredes y los muebles comenzaron a desvanecerse en un oscuro manto negro que no parecía tener fin. Todo lo que los rodeaba, los libros, los instrumentos, el cuerpo, los ladrillos, todo, se fue disolviendo como fina arena en un mar de oscuridad. Estaban solos iluminados solo por el brillo que se desprendía del bastón. El frío era casi insoportable y la sensación de angustia crecía, incluso en el propio Arcano, como si el aire se fuera haciendo cada vez más difícil de respirar y fueran observados por cientos de ojos. Había invocado una magia muy oscura y antigua que le permitía acceder al otro mundo junto a su alumna. Parecía simple, pero jamás lo era. - Tenemos suerte, en esta ocasión esta alma no se encuentra muy lejos. Alargó el brazo y con la punta de la vara de cristal cortó con pulso firme el aire, produciendo que se desprendiera parte del manto oscuro que los cubría. Frente a ellos comenzaron a materializarse sendas rocas y las suaves curvas de las dunas de arena bajo la noche estrellada. Estaba en los terrenos de la Universidad, alejados del pequeño pueblo y las salas de clase. - Hay ciertos lugares en los que establecer comunicación con las almas es más simple. Puedes atravesar el portal donde quieras, pero es un mundo de los muertos es infinito ¿cómo sabes dónde buscar? Por lo que acudir al sitio de su muerte, o los lugares que solía habitar suele ayudar en esa tarea. El Arcano hundió sus botas de cuero en la arena y sacó una pequeña bolsa de terciopelo. De ella sacó un gran y pesado libro y se lo tendió a Leah. Enseguida, hizo aparecer el cuerpo que antes había reparado. - Este es un Grimorio, una copia básica de los conocimientos de Nigromancia. A lo largo de la historia en todas las culturas ha existido una obsesión por poseer las armas para detener y controlar la muerte, algunas con más éxito que otras. Sin ir más lejos, los magos egipcios hicieron avances asombrosos. Todo eso está resumido en estas páginas, cada ritual en sus idiomas originales. Báleyr sacó una daga y un caldero y los puso en el suelo. Había tantos ritos y canciones para tantas cosas que era imposible abarcar todo ese conocimiento en una sola vida, ni siquiera sus años le permitían acercarse a el poder que tanto anhelaba. - Realizarás el ritual de Ereshkigal, diosa babilonia de los muertos. Para conjurar el portal y establecer la conexión con el alma, usaremos cabello del cadáver -Báleyr arrojó un mechón dentro del caldero, y una llama azul lo consumió-, y un poco de tu sangre. Le tendió la daga. El Arcano cerró el ojo y comenzó a recitar en un extraño idioma un cántico mientras su alumna vertía una gota de su sangre en el caldero, para que la llama consumiera el pago. - Continúa recitando y veamos hasta dónde nos lleva. Se abrirá un portal, busca el alma y convencela para regresar. Es más difícil de lo que suena. Ten cuidado, es un mundo de sombras y te pueden engañar. Cuando regreses doblegaremos el alma juntos. Adelante. Tomó la vara y esperó, sabiendo que ahora faltaba lo más importante. ¿Sería capaz de atravesar el portal, encontrar el alma y doblegarla? Doblegar un alma requería dar algo a cambio ¿qué haría Leah en ese caso?
  19. Desde el centro de la sala, parado en medio del Ouroboros, el Arcano vigilaba cada paso de su alumno, desde el instante en que apareció para comenzar la prueba hasta que se abrió paso entre las barreras mágicas que le había puesto dentro del laberinto. Eran simples pruebas en las que tenía que aplicar los conocimientos que había aprendido en clases. Nada más. Sin embargo, en la última fase, el exceso de confianza le jugó una mala pasada al enfrentarse al cuerpo. Ni siquiera se había parado a pensar en que la Nigromancia no se servía de un simple ennervate para traer alguien a la vida cuando había sido asesinado, hacía tiempo, por un Avada Kedavra. Naturalmente el cuerpo no se movió, el hechizo apenas le hizo cosquillas y el alma volvió a la más oscura profundidad del mundo del más allá. Lo había hecho como si estuviera en una clase de encantamientos introductoria y no en presencia de la misma muerte. Zack tenía el camino libre para entrar en la pirámide, Báleyr no lo iba a detener, porque sería la prueba de habilidad la que tendría la última palabra acerca del valor del mago para portar el anillo. Dentro de una de esas puertas estaba la respuesta. - Muerte 1, Zack 0 - La voz del arcano resonó con seriedad - ¿Estás seguro de que has aprendido algo, Ivashkov? Deja de jugar ¿O solo tengo que esperar esto de ti? ¿Estás seguro que quieres presentarte a la Prueba de Nigromancia? Podía retroceder o tomar el anillo que el Arcano le tendía con el anguloso rostro ensombrecido. - No sé lo que te vas a encontrar detrás de esta puerta del portal, lo que sí sé es que va a ser una prueba dura y extenuante ¿Estás listo? Zack tenía el camino libre para entrar en la pirámide, Báleyr no lo iba a detener, porque finalmente sería la prueba final la que pondría a prueba al estudiante.
  20. Báleyr

    Nigromancia

    - Bien. Repasó los órganos, perfectamente separados y agrupados según sus antiguos propietarios. En viejo maestro se llevó una mano a la espalda y leyó entre dientes el trozo de pergamino que Leah le había dejado, moviendo la cabeza de vez en cuando. Al acabar, dedicó unos minutos a dar vueltas al rededor de la habitación, con semblante meditabundo y reflexivo. - Bien- volvió a decir en ese tono grave y suave que parecía esconder algo más detrás de cada sílaba- Buen trabajo, Leah. Ahora podremos seguir La estancia se iba iluminando de a poco con rayos pálidos. De pie, su nueva alumna lo seguía con una mirada cansada, pero que aún detrás de sus ojeras, no podía esconder el interés y la expectativa que despertaba en ella el resultado de su arduo trabajo. - Has tenido errores, algunas causas que llamas naturales pueden ser el resultado de algún hechizo o de un problema en otro órgano. Sin embargo, para ser tu primera vez has obtenido más aciertos de los que me esperaba. Es normal que te cueste en un comienzo establecer un vínculo con las víctimas o muertos, requiere un trabajo constante y conocimientos. Báleyr le hizo una señal para que lo siguiera hasta la habitación contigua, donde se encontraba Zack dormitando. - Ve a casa y descansa. La clase de mañana por la noche será mucho más exigente. Si quieres seguir siendo mi alumna debes cuidarte. Un Nigromante necesita energía para poder realizarse. El viejo Arcano le mostró la puerta impasible, sin mostrar un ápice de compasión por su nueva alumna, cansada y sucia. Para él la clase había acabado y por mucho que le gustase la idea de enseñar todo en el mismo día, tenía muchas cosas que hacer antes de medianoche. ----- Báleyr tomó la sábana de lino y la deslizó con cuidado sobre el cuerpo desnudo de un hombre. El cadáver yacía sobre la piedra labrada, la misma que anoche había servido a Leah como mesa quirúrgica. Era un cuerpo joven aunque maltrecho. Le faltaba una oreja, tenía la cuenca de los ojos vacías y el pecho lleno de profundas y oscuras cicatrices. Bajo la tenue luz, su piel lucía grandes áreas negras donde la piel parecía resquebrajarse por la presión del pus. El Arcano acabó de tapar los despojos y fue hasta la puerta de madera. Le había mandado una nota a Leah pidiéndole que llegara a medianoche, por lo que no tardaría en aparecer. - Señora Ivashkov, la estaba esperando. Saludó en cuanto vio asomar el perfil de su alumna por la puerta. - Espero que la clase de hoy sea interesante. Buscaremos la forma de revivir a este hombre.- El tuerto cruzó los brazos a la espalda e hizo que la bruja lo siguiera hasta la mesa de piedra-. Como podrás ver, trabajaremos con un cadáver, que es una de las formas más fáciles de traer a la vida a alguien. Quiero que prepares este cuerpo, reparando sus tejidos, reconociendo aquello que lo mató, cerrando heridas hasta que hayas cubierto cada centímetro. El mago hizo aparecer una bandeja de peltre llena de instrumentos y pequeños frascos con pociones. - Cuando regrese a la vida necesita tener un cuerpo en buenas condiciones, o al menos, un cuerpo sin problemas letales, como venenos u objetos extraños como podría ser una flecha. Con un golpe de su varita hizo aparecer 3 de los frascos que tan bien conocía Leah. - Corazón, ojo e hígado... - señaló - Tendrás que volver a ponerlos en au sitio ¿Por qué crees que tener el cuerpo nos hace má fácil traer a la vida a alguien?
  21. Era casi medianoche y la oscuridad se cernía sobre la universidad y sus terrenos. El cielo estaba oculto por una capa impenetrable de negras y amenazantes nubes de tormenta que resonaban en la lejanía. Cada cierto tiempo, muy de vez en cuando, el clima se tornaba inestable y les regalaba una tormenta como la que se dejaría caer en minutos, un bálsamo para combatir los secos y calurosos días típicos del desierto. Báleyr se cubrió la cabeza y parte del rostro con la capucha de lana negra para evitar las cortinas de polvo y arena que el viento frío levantaba entre las callejuelas. Un trueno rompió de ponto. El Arcano avanzaba con tranquilidad y en completa soledad por unas callejuelas que conocía a la perfección, recordando la noche que llegó. Habían pasado cientos de años pero esa noche, como aquella fría y tormentosa, seguía viva en su memoria, como un recuerdo que encendía un extraño fuego dentro de sí. Casi podía verse aparecer entre las sombras. Llegó envuelto en los restos de su túnica y malherido, un despojo sangrante que respondía al llamado que había dado sentido al resto de su vida. Hasta entonces, no había pensando en convertirse en profesor. Hasta que no se enfrentó a los terrores de una magia incontrolable y oscura no fue consciente de quién era y de todas las cosas que podía ser. Siguió el mismo camino que antaño hasta llegar a la orilla del lago. Sacó la varita de entre su manga y se quitó la capucha, las primeras gotas de fresca lluvia comenzaban a caer sobre el lago, revuelto. Desde allí iba a conjurar los diferentes obstáculos que tendría que pasar su alumno para poder encarar la prueba final. Confiaba en que estuviera preparado, había visto en él algunos trazos de sí mismo, por eso lo azotaba cierta desazón. ¿Qué camino escogería? Primero, debería encontrar el puente que lo llevaría hasta la isla. Iba a estar escondido y solo podría llegar a él si abría un portal. A esa altura esperaba mayor destreza a la hora de traspasar el velo que separaba los mundos, como nuevas propuestas. Confiaba en sus conocimientos y habilidades como mago, así que seguro lograba encontrar el camino correcto. Báleyr recorrió el puente y se adentró en el laberinto trazado con árboles y arbustos. Con cada paso asestaba un golpe suave con su varita en diferentes puntos hasta llegar a las altas paredes de setos perfectamente cortados, que lo llevaron hasta la imponente pirámide. Siempre que llegaba hasta ahí recordaba los días que pasó haciendo su prueba y todo lo que dejó dentro de esas puertas. Se ubicó en el centro de la estrella, en medio del ouroboros. - Zack Ivashkov -su voz resonó en la orilla del lago, como si estuviera junto al mago y no en medio de la isla-. Este es el momento en el que debes dejar de lado toda pretensión banal y todas tus inseguridades, porque te enfrentarás a una de las pruebas más duras de tu vida. Antes de estar habilitado para presentarte a la prueba de Nigromancia, tendrás que sortear cuatro obstáculos en los que tienes que demostrar lo que has aprendido en clases. Un relámpago encendió el cielo y se reflejó en las aguas vivas del lago. - Primero debes encontrar la forma de atravesar el lago. Para eso, deberás abrir un portal en el sitio que te he marcado con una runa. Al atravesar hacia el otro mundo podrás ver el puente que te traerá hasta la isla. Ahí te estará esperando tu segundo obstáculo. El lago estará formado por almas errantes que usarán todo su poder para evitar que cruces ¿qué te vas a encontrar? No lo sé, solo te puedo adelantar que te conocen. - Si logras cruzar, llegarás al laberinto, para poder cruzar te vas a tener que enfrentar al tus pecados antes atravesar. Te cerrará el paso alguna criatura en la que te podrás ver reflejado, un alma del otro mundo que deberás convencer para volver a la vida, si lo merece. Finalmente, antes de poder acceder a la pirámide, tendrás que preparar el cuerpo de esa alma y devolverlo a la vida. Te estaré esperando en la Pirámide. Se calló y la tormenta se desató sobre ellos. Ahora solo quedaba esperar.
  22. Báleyr

    Nigromancia

    - No siempre se van a presentar como entes deformes, aunque en el fondo lo sean. Ni todas las veces buscan usurpar un cuerpo que no les pertenece -el Nigromante se detuvo unos segundos ¿era necesario explicarle todo eso?¿a esa altura?-. La Nigromancia sería una habilidad muy limitada si siempre dependiera de cuerpos en buen estado para poder devolver a la vida a alguna criatura ¿no te parece? Para enseñarte lo básico hemos recurrido a un cuerpo, pero ¿qué pasa si no hay cuerpo al que regresar?. Volvió a beber, el fuerte licor ahora sabía a un té negro con especias, muy cargado. Siempre le sabía diferente. - Supongo que habrás escuchado acerca de Voldemort, Tom Riddle -su ojo azul brilló con un extraña luz, como si supiera la respuesta sin siquiera preguntar-. Los horrocruxes son un ejemplo de cómo la nigromancia puede servir incluso sin un cuerpo. Pero aquello ya corresponde a un nivel mucho más avanzado, necesitas amplios conocimientos y la capacidad de sacrificarte en pos de una media vida, una vida maldita. Recuerda que siempre sacrificas parte de ti cada vez que recurres a las artes más oscuras y peligrosas. En lo que le daba la última charla a su alumno, entró en la habitación una joven que se asemejaba de forma sorprendente a Zack. El anciano se acomodó en el sofá y dejó la copa en una mesa para seguirla con su único ojo, analizándola. La mujer ingresó con confianza y seguridad, tratando de no fijar sus ojos inquietos en los abarrotados estantes. El Arcano apretó los labios y se alisó la barba con sus nudosos y largos dedos pálidos. - Mi nombre es Leah Ivashkov, señor, y quería probarme con usted en la habilidad de Nigromancia, si me lo permite. - ¿Tengo opción? -respondió con sequedad, para luego levantarse -. Puedo enseñarte pero eso no te asegurará pasar a la prueba, ni obtener la habilidad. El viejo avanzó hasta la habitación contigua, después de hacer gala de su usual sinceridad y tan conocida forma de enseñar. Las antorchas de las paredes de lo que parecía una mazmorra abovedada de ladrillos de barro rojizo se encendieron en cuanto Báleyr cruzó el umbral. Las paredes estaban desnudas y al centro solo había una gran piedra labrada, llena de jeroglifos pintados en oro. - Leah, pasa, comenzaremos -se cruzó de brazos frente a la mesa de piedra-. Zack, estás listo pero puedes quedarte todo lo que quieras. Tu prueba comenzará mañana. Sacó la varita e hizo aparecer sobre el mesón un montón de frascos mortuorios, eran diez en total, cada uno tenía forma de un animal diferente: un chacal, un águila, un gato, serpiente, un toro, etc. Estaban revestidos en oro y en piedras preciosas, sin embargo, desprendían un aroma nauseabundo. Ni toda la riqueza era capaz de enmascarar los humos que desprendían los muertos. - Para comenzar tendrás que sacar los órganos, o lo que queda de ellos. De alguna manera debes encontrar aquello que los ha enfermado o matado. Como también averiguar si eran de la misma persona ¿Cómo? -el Anciano sonrió con un gesto torcido y horrible- No es fácil. Puedes usar el hechizo "Memoria Aeterna" aunque no te va a dar todas las respuestas. Báleyr hizo aparecer un corazón putrefacto en una de sus manos, sin inmutarse ante el pus verdoso que salía del músculo ni arrugar la nariz por el olor. Lo giró ante su ojo azul y lo acercó a centímetros del rostro de Leah y volvió a sonreír. Enseguida dejó el corazón sobre la roca y posó la punta de su varita sobre el tejido muerto. - "Memoria Aeterna"-susurró deslizando la varita lentamente, al compás de cada sílaba sobre la superficie del corazón. El corazón se comprimió sobre sí mismo y las luces titilaron a la vez que un extraño susurro surgía de la nada. Eran palabras en otro idioma que a duras penas podían escuchar ¿Era una mujer? Eso parecía. - Como vez, este es un complicado conjuro que revela parte de la memoria que subyace detrás de estos órganos. Pueden ser la respuesta que necesitas o pueden convertirse en un acertijo adicional. Depende de tu concentración y lo bien que puedas descifrar esos extraños mensajes. Pero de nada te va a servir si antes no estudias el órgano y estableces un lazo con el sujeto. - Bien, tienes toda la noche para hacer esto. A las 7 de la mañana debe estar hecho para poder seguir.
  23. Báleyr

    Nigromancia

    - ¿Seguimos? -golpeó el suelo con el bastón-. Hemos perdido un tiempo precioso. El viejo se encaminó hacia el cuerpo del joven que habían regresado a la vida, sus labios morados a causa del veneno se iban volviendo rosados con cada segundo que pasaba. - ¿Alguna pregunta sobre lo que acaba de ocurrir? Báleyr miró a su joven aprendiz elevando una ceja, clavando con firmeza su inquisitivo ojo azul en los del Ivashkov. Con un gesto, transformó el bastón en su varita y la acercó a la frente del hombre que volvía de a poco a la vida. Le quitaría sus recuerdos, los últimos minutos serían como un lejano y confuso sueño. - Hablaremos sobre esto en la Universidad, nos marcharemos para que este mago siga con su vida, como si nada hubiese pasado. El Arcano se acercó a Zack, lo tomó del hombro y desaparecieron juntos. Una espesa cortina de humo negro los envolvió y los hizo aparecer en las estancias de Báleyr. - No te preocupes, te recordará en sus más profundos sueños, cada vez que te vea sentirá una extraña sensación de gratitud y miedo. Como Nigromante puedes influir en sus vidas, quedarte y reclamar lo que crees que es tuyo, reclamar ese agradecimiento como servidumbre. O puedes dejarlos vivir de forma libre. El viejo se alejó de su pupilo, para ir a sentarse a una butaca de cuero cerca de la chimenea. Se quitó el sombrero y se dejó caer. - Durante milenios se ha utilizado esta habilidad con diferentes fines. Muchos han buscado el simple poder de vencer a la muerte como un trofeo, otros han visto en ella la posibilidad de crear hordas de fieles guerreros. Algunos buscan la vida eterna, como lo hizo Voldemort y tantos otros. Hizo aparecer una botella con un licor de color verdoso. Le ofreció un vaso a Zack. - Lo que viste hoy era una pequeña y débil parte de un alma que se ha corrompido, sin cuerpo ¿Se puede regresar a la vida sin cuerpo? Bebió un sorbo de licor de su copa, se aclaró la garganta y suspiró. Tratar con ese tipo de criaturas malditas siempre era un poco agotador. - Zack ¿Estás listo para prestentarte a la prueba de Nigromancia? - Adelante Señora Ivashkov, bienvenida.
  24. Báleyr

    Nigromancia

    Báleyr sintió un escalofrío descender por su espina dorsal que lo obligó a enderezarse. Respiró profundamente sin dejar de observar a su pupilo mientras realizaba el ritual. La temperatura se desplomó de tal manera que ambos podían ver cada exahalación como una blanquecina nube suspendida. El suelo se empezó a congelar, al principio era solo una ligera capa de hielo, luego, se fue haciendo más gruesa. El Nigromante agudizó sus sentidos. Al principio percibió un suave olor a flores, luego un potente olor a sangre que lo inundaba todo. No le quitaba la vista de encima a Zack comprendiendo que el ejercicio podía complicarse más de lo que esperaba. ¿Era la misma sombra que lo acechaba en la Universidad? Era posible que lo hubiese encontrado nuevamente. O tal vez era otra cosa. No importaba, fuera lo que fuera, Zack aprendería algo más aquella noche. El Arcano hizo aparecer su varita y entró en el portal junto al Ivashkov. Avanzó siguiendo al joven mago en silencio, bajo una total y completa oscuridad, guiados solo por el sonido de una voz masculina. El viejo se detuvo para que su alumno tuviera espacio para encontrar lo que buscaba, sabía que no tardaría en convencer el alma para que regresara a su cuerpo. Había sido un joven lleno de vida, ávido de aventuras, el llamado sería música para sus oídos. Sin embargo, no era el único, en lo más profundo de aquel sitio, se escondía un ente que se arrastraba en las profundidades buscando una salida. Báleyr extendió su varita y salió del portal para acabar el ritual que Zack había iniciado. Se acercó al cadáver que yacía sobre el suelo, preparado para recibir el aliento de la vida. Cortó un mechón de cabello del muchacho recitando en voz baja un antiguo hechizo y lo arrojó dentro de un caldero el llamas, acto seguido, alzó una daga y se descubrió el antebrazo izquierdo. Pero se detuvo al ver que Zack no regresaba. Bajó los brazos y se acercó a su alumno, quien seguía en el suelo. Se acuclilló a un costado e hizo que su varita se transformara en un bastón de cristal negro, pasó un extremo sobre la frente del joven mago y volvió a adentrarse en el portal. Cayó envuelto en un espiral, tan frío que le quemaba la piel, hasta los pies del Ivashkov. - ¿Quién eres? Di tu nombre -su voz era como un rugido en el silencio, apuntó el bastón a la criatura deforme que se aferraba a las piernas de Zack. - Mi nombre ya no existe -un hilo de voz salió de lo que parecía un enano sin piernas, ennegrecido y desfigurado-. Zack Ivaskov -susurró aquella cosa- sé lo que buscas ¿poder? yo puedo dártelo. Solo debes hacer algo por mí y podrás tener todo lo que quieras. - ¿Qué le podrías ofrecer tú que no eres más que un trozo, las sobras, desfigurado y sin poder alguno? - No escuches a ese necio, no sabe lo que tú puedes hacer, Zack. Pero yo sé, yo te conozco, puedo ver tu grandeza. Te ofrezco más poder de lo que nunca has imaginado, más de lo que nadie puede ofrecerte. El Arcano mantuvo su bastón en alto pero no dijo nada más. Tarde o temprano Zack se iba a enfrentar a ese dilema y tal vez encontraría la respuesta a una de sus preguntas acerca de volver a la vida a alguien sin cuerpo. Aunque eso de ahí no era una criatura completa. - Zack -Báleyr se fue acercando de a poco-, debemos regresar, aún tienes mucho que aprender y de nada te van a valer los atajos. @@Zack Ivashkov
  25. Báleyr

    Nigromancia

    - Claro que no se vería bien, hay que saber llevar las cicatrices. La vanidad no te va a llevar muy lejos en esta disciplina -sentenció con su átona voz, mientras se ajustaba el sombrero con toda la calma del universo-, aunque espero sinceramente que no debas llevar una marca como esta. Antes de contestar a la lluvia de preguntas de su alumno, dio media vuelta y se adentró en una oscura callejuela, con su andar encorvado y pausado. El callejón se iba enangostando a medida que lo atravesaban, volviéndose casi asfixiante. El Arcano dobló a la derecha hacia otra callejuela, igual o más estrecha, completamente vacía. - Veremos si lo que harás esta noche te deja con ganas de seguir asistiendo a esta clase. Estás listo para atravesar el velo que existe entre ambos mundos. Giró a la izquierda para adentrarse en un pequeño callejón sin salida. Bajó las escaleras que llevaban al subterráneo de un edificio abandonado de lo que parecía pertenecer al callejón Knockturn. - Podríamos practicar donde quisiera, realmente, pero no me gusta cómo salgo en las imágenes de los periódicos ni tengo tiempo para dar explicaciones a las autoridades. Con un toque de su varita la pesada puerta de hierro cedió un un crujido metálico, dejando salir una nube de polvo desde su interior. Desde afuera, no se veía nada. Parecía ser el subterráneo de una casona que llevaba varios años cerrada, y que en apariencia no presentaba grandes diferencias con todos los viejos edificios abandonados de Londres. El viejo entró primero, dejó pasar a Zack y cerró la puerta tras de sí con un sonoro golpe que retumbó en la oscura habitación. - Lumos. La luz de su varita develó una amplia bodega, repleta de hileras de pilares de hierro fundido y cajas apiladas. El aire estaba enrarecido, cargado de humedad y polvo, como si llevara años sin ventilarse de forma adecuada. El tuerto se agarró la barba con decisión y avanzó hacia el centro. - Bien ¿Tienes idea de por qué estamos aquí? -su voz hizo eco en el subterráneo- ¿Por qué no en un desierto o en la Universidad? ¿Qué tiene este sitio de especial? Dirigió su varita hacia el suelo, iluminando una mancha marrón rojiza que se había secado sobre la madera. Un nigromante entrenado no necesitaría aquella señal para saber que ahí había ocurrido algo. - ¿Te acuerdas del cuerpo de la otra noche? Aquí murió. A pesar de que no es necesario acudir al sitio de la defunción, nos facilitará este primer encuentro. Los portales se pueden abrir donde sea, en cualquier momento y mediante varios ritos, desde ellos podemos ingresar al mundo en el que habitan las almas y buscar la que nos interesa. Hizo aparecer el cuerpo del muchacho de la noche anterior y lo hizo flotar cercano a ellos. - Ayer me hiciste varias preguntas, esta noche espero poder responder a muchas de ellas. Esta noche vas a revivir un muerto. De entre su túnica gris sacó un bolsito de cuero encantado, lo abrió y comenzó a sacar diferentes frascos y dos libros. Le hizo un gesto a Zack para que se acercara. - En este grimorio -sostuvo el libro entre sus huesudos dedos- se encuentran varios de los secretos de la Nigromancia. No siempre es fácil seguir esta habilidad porque la mayor parte de sus conocimientos han sido escritos en lenguas olvidadas, en runas cuyos significado se han perdido en el tiempo. Este tomo es una recopilación que hemos ido haciendo entre varios eruditos y ha ido pasando de mano en mano durante cientos de años. En sus páginas hay canciones tan oscuras que no se pueden entonar, rimas enrevesadas que no se pueden leer puesto que su significado está fuera de nuestro alcance. En mis largos años me he dedicado completamente a su estudio e incluso así, muchas de estas páginas están fuera de mi poder. "Todavía", pensó. - Necesitarás este tomo si quieres ahondar en la habilidad -le tendió una vieja copia de parte del Grimorio principal-, verás que es introductorio, pero será suficiente para comenzar. Dejó el pesado tomo sobre el suelo y se acuclilló. - Como iba diciendo, hay varias formas de abrir un portal. La más simple es a través de estos diferentes polvos. Son tres -puso delante de sus rodillas tres frascos de vidrio- El polvo rojo es sangre de unicornio, que simboliza la pureza. El polvo negro es pelaje de Threstal y simboliza la muerte. Este último, el blanco, es polvo de huesos de Hipogrifo, simboliza el orgullo que debe ser superado ante la muerte. - Es simple pero a la vez es inestable. Es la manera más fácil de abrir un portal, no requiere demasiada energía ni magia, sin embargo, es un puente que puede caerse ante la más mínima vibración. Rápido y eficaz si sabes donde encontrar lo que buscas. ¿Cómo se ejecuta? De esta manera. Con una tiza dibujó un círculo perfecto sobre la madera, entorno a él. Frente a sus rodillas puso tres montoncitos de cada polvo. - En cuanto estés listo, invocas el portal recitando el conjuro. Pero no usaremos este método. Creo que estás listo para aprender algo más difícil. Con un movimiento de la varita hizo desaparecer el círculo y los frascos. - Lo que te acabo de enseñar sirve cuando sabes donde murió, o puedes hacer uso de un cementerio, sitio en el que es fácil contactar con un alma, si su cuerpo ha estado descansando en ese sitio. ¿Qué pasa si no lo sabes o si no puedes acceder al sitio de la muerte? No siempre vas a querer realizar el rito de la nigromancia en un cementerio. - Construyes un puente más fuerte, aunque sea mucho más complicado pues requiere una gran concentración y entrega. Recuerda que la muerte pide algo a cambio cada vez que nos adentramos en su territorio. El conjuro es una canción que te ayudará a buscar en la oscuridad del otro mundo. Nuevamente comenzó a dibujar un círculo blanco con la varita. Esta vez no era una línea simple, sino que era una cadena de runas. Mientras dibujaba sobre el suelo con el ojo cerrado, sus labios se movían para susurrar un idioma desconocido un hechizo que le permitiría acceder al otro mundo. Antes de terminar, se calló. Se puso de pie y volvió a borrar con un gesto de la varita todo lo que había escrito en el suelo. - Es tu turno. Confío en que podrás tender un lazo entre ti y el joven, seguramente te estará esperando al otro lado, pero sé precavido que las sombras engañan ante cualquier atisbo de luz. Debes convencerlo para que vuelva a ocupar su cuerpo. Entraré ante cualquier problema, estaremos comunicados durante todo el ejercicio. El Arcano, vestido con su impecable túnica gris, se cruzó de brazos a la espera de que su pupilo comenzara con el rito. Parecía algo sencillo, pero nunca lo era. Ni el método más simple les aseguraba un paso ni el retorno. Además, algo estaba asechando en las sombras, una cosa que todavía no tenía nombre ni voz, una figura descompuesta que lo rondaba y buscaba cada vez con más ahínco. Respiró hondo. Probablemente esa noche no pasaría nada, pero ¿y si llegaba a atravesar el manto que separaba los mundos?

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