Jump to content

Báleyr

Magos Expertos
  • Mensajes

    453
  • Ingresó

  • Última visita

Todo lo publicado por Báleyr

  1. Báleyr

    Nigromancia

    La clase comenzará a las 23 horas, junto al Caldero Envenenado. Sé puntual. Báleyr. Firmó la nota con un extraño símbolo rúnico, selló el pergamino con lacre negro y lo anudo en la pata de una vieja lechuza. Se acercó al ventanal de la lechucería del ala de Arcanos, la zona en la que residían la mayoría de los sabios y decrépitos profesores que enseñaban las diferentes habilidades. Una vez el ave se fue volando en busca de Zack Ivashkov, el tuerto se acercó al marco de barro cocido. Unos pocos rayos de luz del atardecer iluminaron su pálido rostro e hicieron que el profundo azul de su ojo refulgiera. Los surcos de unas profundas arrugas le recorrían la piel, perdiéndose entre cicatrices y manchas cetrinas. Pero nada destacaba tanto como el hueco del ojo que había perdido hacía tanto tiempo. Lo llevaba descubierto a pesar de las insinuaciones y delicadas indirectas de sus compañeros. Lo llevaba como quien lleva una advertencia, una forma gráfica de dar a entender que la Nigromancia dejaba cicatrices visibles e inevitables. Y una de las primeras cosas que debían aprender era justamente a aceptar todos esos peligros, a mirar al Arcano a la cara, sin miedo ni condescendencia. También, en cierta manera, le divertía ver a algunos alumnos mirarse los pies cuando hablaban con él. Le había ocurrido esa misma mañana, mientras salía de la biblioteca un grupo de chicas desviaron su camino horrorizadas al encontrarse con él de frente, como si fuera la peste o algo peor. Sabía perfectamente que no era agradable de ver, pero tampoco entendía que algunos solo se fijaran en esas cosas. Jamás comprendería la superficialidad y la banalidad en la que vivía gran parte del mundo mágico en esos tiempos. El mundo estaba en un estado deplorable. Paso las horas que le quedaban en su despacho, ultimando los detalles para la clase de esa noche. Envolvió el cadáver en gasas limpias, guardó las pociones necesarias en un pequeño bolso de piel de dragón, y escogió algunos textos de su propia biblioteca. Zack esa noche necesitaría de toda su ayuda para adentrarse en el portal por primera vez. A las once menos cinco se puso su sombrero puntiagudo y desapareció. Un leve gritito le indicó que estaba en el lugar adecuado. Un joven de aspecto insulso lo miraba boquiabierto desde el otro lado de la acera. No podía dejar de mirar el hueco que había pertenecido a su ojo. - ¿Te gusta? ¿Quieres uno igual muchacho? -gruñó y se ubicó bajo la luz de una farola, para darle más dramatismo a las cicatrices que cruzaban todo su rostro. El chico, de unos once años hizo una mueca de espanto y se marchó apresuradamente, sin mirar atrás.
  2. Báleyr

    Nigromancia

    - Piensa otra vez ¿Cómo se curan los venenos? El joven había hecho buenas observaciones y había enumerado con facilidad las causas de sus heridas y los posibles ataques recibidos. Sin embargo había hecho una pregunta sencilla a la que podía responder por sí mismo si observaba la bandeja. A veces la solución era más simple de lo que pensábamos y estaba frente a nuestros ojos, y esa vez, entre las pociones se encontraba una pequeña piedra: un bezoar. - Si alcanzó a eliminar el veneno de su cuerpo antes de morir no tendríamos que preocuparnos por él. Al volver a la vida, la sangre estará limpia. De lo contrario, si quedan restos del veneno de basilisco, cuando despierte encontrará otra vez la muerte a menos que hagamos algo. Supongo que no querrás hacer todo el esfuerzo de traer su alma a este mundo para perderlo por ese detalle. Le acercó la bandeja. Enseguida se ató la barba al cinto y sacó la varita. La temperatura comenzó a bajar, la habitación perdía grados con rapidez y el frío hacía que se cristalizara el vapor sobre la vieja piedra. Un leve y casi imperceptible susurro los rodeó. El tuerto hizo caso omiso y continuó con su perorata. - Es fundamental trabajar con precisión y delicadeza aunque sea un cadáver. En el momento en que lo devolvamos a este mundo, el cuerpo resentirá cada cicatriz, cada costura, cada hueso roto. Mientras más más intervengamos, más dolor sufrirá al volver. Será como salir de una operación. Claro, si lo que te interesa es hacerle placentero su renacimiento. Hizo una mueca bajo la espesa barba, algo similar a una sonrisa malévola. - La maldición imperdonable no deja huellas físicas, es cierto. Lamentablemente hace nuestro trabajo casi imposible. Elimina la chispa de la vida, o alma, como quieras llamarle, casi en su totalidad. La separa completamente del cuerpo y la hace añicos -suspiró mientras abría los párpados del cadáver-. Ese enlace entre el cuerpo y la vida, el alma o la esencia, es lo que nos permite regresar a alguien a este mundo. Jamás diría que algo era imposible. Su propia vida estaba orientada en hacer de lo imposible, posible. Si no ¿Qué hacía enseñando una disciplina como esa? Todo podía suceder, solo que a veces significaba realizar sacrificios que podían acabar en la propia muerte, o lo que era peor, en el descenso irremediable a las sombras. - Si ese puente se rompe, parte de la esencia se pierde. Más cuando la causa de la muerte es la maldición asesina, que provoca no solo la ruptura entre cuerpo y alma, sino que ataca directamente el alma. Los trozos se reparten como granos de arena en un mar infinito. ¿Se puede reparar? ¿Será posible revertir el daño tan terrible de esa maldición? ¿Qué crees? Le indicó a su aprendiz que utilizara el bezoar, bastaría con ponerlo en su boca para que hiciera el efecto esperado. - ¿Sabe que estamos observando sus heridas y reparando el daño que le infligieron? Es probable ¿Has notado el frío que recorre tu espina dorsal? ¿El olor a flores que ha reemplazado el olor a descomposición? Son señales inequívocas de que no estamos solos, pero aún no sabemos quién nos observa. Puede ser él, ansioso por regresar. Puede ser alguien más...O algo más. Añadió con seriedad y voz de ultratumba. - Has hecho un buen trabajo con el cuerpo. Pero se nos ha hecho tarde y me temo que lo que se aproxima a través del portal está lejos de lo que podrías manejar por ahora. Retomaremos la clase mañana a la misma hora y descubriremos si su alma está intacta o ha sido aniquilada por un Avada Kedravra. Tapó el cuerpo con la sábana de lino y acompañó a su alumno hasta la salida. Debía irse, el Arcano tenía que reparar el manto que separaba los mundos antes que aquella cosa acabara colándose en un cuerpo vacío.
  3. Un estremecimiento recorrió todo su brazo, desde al anillo que portaba hasta el pecho, era una sensación fría que había sentido una o dos veces antes con diferentes aprendices. Sabía lo que significaba, era en parte un eco de su propia prueba y parte del enlace que mantenía a través del anillo con Juv. Todos los que salían airosos del portal lo hacían de forma diferente, algunos magos hacían grandes sacrificios dentro de los propios límites éticos del bien y del mal, mientras que otros -pocas excepciones- se sacrificaban sin miramientos, entregando parte de su alma con el fin de borrar esas barreras. La habilidad no entendía de bondad, ni de bien común, el conocimiento por sí mismo era ajeno a las leyes de los magos. Le era entregada a unos pocos, sin importar sus motivaciones ni lo lejos que estuviesen dispuestos a ir para avanzar en la nigromancia, solo era necesario pasar una de las pruebas más duras de su vida Lo sabía bien, reconocía el sacrificio de su aprendiz como un recuerdo muy lejano del suyo. Juv había derribado aquellos límites que constreñían el saber y la práctica de la habilidad. Se alisó la barba con los dedos pensativo y con su ojo fijo en el portal. Juv tendría que vivir con ello, no había vuelta atrás. Volvió el rostro ajado hacia Cye, quien parecía sentirse mejor. Veía en sus ojos una luz que era poco común, probablemente producto del avanzado estado de gravidez o de una bondad que rara vez veía en sus alumnos. - Ya sabes dónde está mi despacho, siempre estoy disponible para mis aprendices. Nunca acabamos de aprender. Hizo un gesto con la cabeza como respuesta a Cye y la vio partir. Los brazos de oscuridad seguían engullendo la luz pero no veía rastro de Juv. Cerró el ojo para acercarse a ella, si no salía tendría que entrar por ella. La prueba había sido especialmente violenta esa vez, dura y llena de una energía arrebatadora. Pero confiaba en sus aprendices, Juv venía en camino. La lenguas hechas de sombras se hicieron a un lado y del centro salió a duras penas la Malfoy, con el pecho ensangrentado y un hilillo de sangre que le corría hasta los pies. Avanzó tambaleando y cayó pesadamente sobre las rodillas frente a él. El tuerto se quedó quieto y en silencio, evaluando cada gesto. - La prueba se ha acabado -la sangre se iba acumulando en un charco a sus pies- y has pagado un alto precio. Lo que has atado no se puede desatar, lo que has matado no renacerá, ahora es parte eterna de las sombras. Tu vida y todo lo que has hecho te ha traído hasta aquí; has tomado tu decisión, Juv Malfoy. Espero que estés lista para lo que aguarda fuera del portal. Estaba pálida, con el puñal sobre su pecho. - Desde hoy estás vinculada al anillo de la habilidad -el Arcano extendió sus dedos nudosos sobre la mano de la mujer, dejando que su anillo imprimiera la magia más antigua sobre el anillo de su alumna-, debes estar tan orgullosa como lo estoy yo. Lo que has hecho requiere un compromiso y una valentía sin igual. Vas a tener que vivir con las consecuencias, me temo. Sacó nuevamente la varita y la transformó en sus dedos en la vara de cristal negro. Extendió su punta sobre el pecho de la nueva Nigromante. El puñal comenzó a salir de a poco, de forma dolorosa, de su cuerpo. La herida se iba cerrando con un ardor abrasador. La herida nunca le dejaría de molestar, se había infligido un daño permanente e imposible de curar completamente. El recuerdo de su sacrificio se estaba imprimiendo en una blanquecina cicatriz. - Levántate como Nigromante. Mi despacho estará siempre disponible para ti. Enhorabuena
  4. Percibió a través del anillo que Cye había concluido su prueba. El portal seguía desplegando grandes lenguas de energía, unos monstruosos brazos de oscuridad que parecían querer alcanzar al viejo mientras esperaba a su alumna. Pero ella seguía sin salir y parecía que el portal no tenía intenciones de liberarla. De pronto, el mismo anillo que portaba y que le había indicado que Cye había terminado, le mostraba que sufría grandes dolores. Los gritos invadieron su mente. - ¡Báleyr, Báleyr! Dio un paso al frente sin temor y elevó aquel amenazante ojo azul hacia el vértice del portal. Invocó el bastón, que comenzó a desprender un brillo cegador en cuanto el viejo comenzó a pronunciar palabras en una lengua olvidada. Las lenguas de oscuridad se apartaron, dejando que el Arcano se internara con seguridad en el portal. El dolor y los gemidos no cesaban. Podía sentir que ese momento de debilidad de su alumna sería una oportunidad para la energía de ese sitio. En esas condiciones Cye no les podría hacer frente. El anillo lo guío en la oscuridad hasta ella, quien estaba tirada bajo las sombras, que se cernían sobre ella como gigantes. El anciano se acuclilló junto a Cye, la tomó de una mano mientras recitaba en voz baja su cántico y desaparecieron los tres del portal. Una vez fuera, dejó a la mujer recostada sobre el suelo y le hizo beber una poción. - Te reanimará, pero no va a evitar que des a luz. Me temo que tendrás que ir a San Mungo a menos que te encuentres muy mal y no puedas esperar. Avisaré para que te lleven. Pero antes... Le tomó la mano y pasó su anillo sobre ella. - Desde ahora estás vinculada al anillo de la habilidad - murmuró-. Has pasado la prueba, has sido muy valiente al enfrentarte al portal en estas condiciones. Lo que has vivido te acompañará el resto de tu vida, este es tu inicio. Le tocó la frente con preocupación. Parecía que todo había sido solo un susto y podría tener a su bebé en mejores condiciones que en esas. Miró el portal, las lenguas seguían avalanzándose sobre la luz y Juv seguía sin salir.
  5. Báleyr

    Nigromancia

    Se remangó e hizo aparecer sobre la mesa una bandeja plateada con pinzas, agujas, paños de lino limpios y varios otros instrumentos que servirían para comenzar la siguiente lección. Mientras su pupilo contestaba, el anciano se dedicaba a atraer diferentes frasquitos con pociones, que flotaban por el aire hasta el mesón de piedra. De vez en cuando, fijaba el ojo azul en el rostro y manos del mago, estudiando aquello que sus palabras no decían: Ivashkov era un mago tenebroso, sus alumnos casi siempre lo eran. La clase había comenzado desde antes de que él se diera cuenta. - Muy bien - comentó acariciándose la barba con los dedos-. No se puede entender la vida sin aceptar la muerte, por lo que la Nigromancia nos puede dar otra perspectiva, mucho más amplia, de lo que significa nuestra propia existencia. Lo que has aprendido hasta ahora sobre la vida es solo una ínfima parte de todo lo que hay que aprender. El conocimiento es infinito, me atrevería a decir, y ninguna disciplina por sí sola es capaz de abarcar todo ese conocimiento. Hizo aparecer un delantal por si su alumno era demasiado quisquilloso con las manchas. - Quiero que me vayas haciendo todas las preguntas que tengas en mente, aunque solo contestaré aquellas que sean pertinentes. Cuando crea que estás listo para saber más, te diré más. Había cosas que podía enseñar y otras que era mejor dejar para más adelante. Y algunas que eran demasiado peligrosas como para siquiera nombrarlas. Era una clase de Nigromancia, no de aritmancia para principiantes. - ¿Es posible disfrutar de la vida eterna utilizando la nigromancia? Buena pregunta. En principio no se puede -elevó el ojo celeste y miró con él a Zack de forma penetrante-. Veamos, la vida eterna es uno de los asuntos sin resolver de esta disciplina. Muchos se han dedicado en cuerpo y alma solo a buscar esa remota posibilidad ¿Y dónde están? Bajo tierra. O lo que es peor, más de alguno se encentra en un sitio terrible, ni vivo ni muerto. Un sufrimiento eterno. Meditó unos segundos, con los brazos cruzados sobre su pecho y apretando los labios, el bigote se movía con su respiración. - Irás aprendiendo con los días, que esta es una disciplina de sacrificios. Tienes que estar dispuesto a entregar parte de ti para obtener algo a cambio. Y no suele ser poco. No volverás a ser el mismo -sentenció con dureza. La primera barrera de la clase era el nivel mágico, tener algún tipo de conocimiento y experiencia como para poder acercarse siquiera unos milímetros a un saber tan peligroso. La segunda barrera era ese cuerpo inerte, no temer a la muerte. La tercera, era estar dispuesto a efectuar grandes sacrificios para obtener, muchas veces, poco a cambio. - En esta primera clase tienes que averiguar las causas de muerte de este joven, sin dañar demasiado su cuerpo. Tienes que ser preciso en todos los cortes y atenderlo como si estuviera con vida. Una vez hayas determinado lo que provocó su deceso, tendrás que hacer lo posible para sanarlo. "Sanar" un cuerpo inerte era una locura en muchos sentidos. - Tienes que aprender a preparar un cuerpo para que reciba la vida, porque al revivirlo las mismas causas que le provocaron la muerte pueden matarlo por segunda vez. Las heridas son lo más sencillo de reparar, el propio organismo con un poco de ayuda se encarga de regenerar el tejido dañado. Aunque antes hay que limpiar coágulos o atender grandes heridas en órganos internos. Por otro lado, los venenos, enfermedades sanguíneas, objetos extraños, pueden ofrecer problemas. ¿Si un cuerpo ha sido envenado y regresa a la vida, que pasa? Se vuelve a envenenar. Se alejó unos pasos de la mesa. - Comienza.
  6. Báleyr

    Nigromancia

    - ¿Vas a ayudarme? ¿Por favor? Podría darte todo lo que buscas. Volvió a susurrar a su espalda con esa voz melosa y suave como la seda, sus súplicas sonaban como una melodía tentadora en ese mundo de dolor. Pero detrás de aquella hermosa e inocente sinfonía notaba una nota discordante, un chirrido apenas perceptible que hacía eco en sus oídos. La voz parecía salir de las profundidades, de la penumbra que invadía toda la habitación. Mientras la luz de las velas se extinguía, las súplicas cobraban fuerza. Alguien menos ducho habría sucumbido ante ella y sus promesas de poder a cambio de un pequeño salto al mundo de los vivos. - Sé que me necesitas -tocaron la puerta pero ni eso hizo acallar a esa voz-. Me necesitas tanto como yo a ti. Quieres saber lo que soy. Lo que somos. Era insoportable. No despegó el ojo de la vasija que tenía frente a él, sobre el escritorio. Estaba acostumbrado a tener visitas de ese estilo de forma constante; a que ciertas almas se aferraran a él e intentaran interactuar para regresar. Sin embargo, pocas tan amenazantes e inquietantes como aquella, que seguía escondida en la penumbra. Se puso de pie y dio un golpe seco en el suelo con su vara de cristal. Enseguida la luz de las velas cobraron fuerza y la voz se apagó. Cerró el portal con solo un gesto, pero sabía muy bien que no tardaría en regresar. El velo que separaba ambos mundos se había debilitado en la mazmorra. - ¿Vas a quedarte parado ahí toda la vida? - su voz rasgada resonó entre las paredes. La vara de cristal se redujo en su mano hasta convertirse en una varita de ébano y con ella abrió la puerta de un golpe. Posó su ojo bueno en el joven, analizando cada detalle. Solo tenía un aprendiz, volvía la calma a la clase. Casi lo embriagaba la felicidad. - ¿Comencemos? Sin esperar respuesta, avanzó con inusual facilidad para un hombre de su edad hasta la sala contigua, separada por un gran arco. El aire estaba enrarecido y desde algunas vasijas salían unos humos extraños. En medio, sobre una gran mesa de piedra rectangular se encontraba el cuerpo de un joven muerto. - Señor Ivashkov, si no me equivoco -no se equivocaba-. ¿Por qué ha decidido aprender nigromancia? ¿Por qué quiere ser un nigromante? o mejor dicho ¿Para qué? Preguntó en cuanto se hubo ubicado en la cabecera de la mesa, sin quitarle el ojo de encima a Zack. El cadáver amoratado despedía un hedor casi insoportable.
  7. El Nigromante seguía la prueba con atención desde la puerta de la Gran Pirámide. Era inevitable recordar todas aquellas pruebas que había presenciado en su vida e incluso la suya propia. De pronto, todos los años que fácilmente olvidaba, cayeron sobre sus hombros, como pesadas rocas. Inspiró profunda y lentamente, y se apoyó en el bastón durante unos segundos, luego se enderezó y volvió a abrir los ojos. La muerte era inexorable, todos sucumbían a ella, antes o después. Era algo que los magos solían perder de vista mientras más poder y conocimientos acumulaban. La eternidad no estaba hecha para sus cuerpos. A él le quedaba un hilo de vida que podría durar tanto como unos minutos como otros varios lustros. Si algo había aprendido de la Nigromancia era justamente a enfrentarse a la muerte y a tratarla con respeto, jamás con arrogancia. Entre los vivos su conocimiento era casi ilimitado e inigualable. Frente a la muerte, solo podía pedir permiso como un mero aprendiz. - Memento Mori - susurró desde la puerta de la Gran Pirámide. Sus alumnas continuaban viajando entre los mundos que sus propias mentes construían, su más grande prueba, el mayor obstáculo. Comenzaba a preocuparse ¿Necesitarían de su ayuda? Si no pasaban la prueba, entonces, el error no sería de ellas, sino de él y su mal juicio al creerlas listas. Les había enseñado bien y poco a poco le habían convencido de sus propias aptitudes. Pero nunca se sabía lo que podía suceder en esa última prueba. Báleyr solía calar muy bien a sus alumnos, de hecho le costaba aceptar nuevos estudiantes y a pocos soportaba durante las clases. Solo unos cuantos eran los que lograban llegar hasta esas puertas como Juv y Cye. Así que les daría más tiempo. La muerte reconocería su habilidad y por eso la prueba sería más larga. La de él duró una eternidad. Extrañamente, no sentía que el portal se hubiese corrompido como aquella vez. Mejor así.
  8. La nigromancia no consistía únicamente en dar vida a otra persona. El poder de un Nigromante llegaba al punto en que podía salirse de control. El Tuerto lo sabía, y sabía también el precio que se podía llegar a pasar si se cometía la imprudencia no tomar decisiones correctas. Cada mago era un mundo, por su puesto. Para uno traer de vuelta a alguien podía ser un sacrilegio mientras que para otro traer a esa misma persona podía significar su salvación y el clímax de su magia como nigromante. Por eso él no salía juzgar las decisiones de sus aprendices, al menos no la mayor parte del tiempo. Ellos eran libres de forjar su propio camino y de pagar el precio que eso significaba. Tampoco era tan mundano ni banal como para llegar a pensar que la vida se dividía en blanco y negro. Era todo, de nuevo, cuestión de las decisiones que se tomaban. —Han tomado decisiones que forjarán su destino. No teman a la muerte, pero tampoco crean que esta las tratará de buena forma si llegan a descuidarse. En su mano se podía ver aquella negruzca vara de cristal que le permitía agudizar su poder mágico. Hacía falta en situaciones como esa, situaciones en que debía romper la realidad y dejar que El Portal se hiciera presente en su máxima expresión de poder. Aún no lo activó, quedaba tiempo. —Los anillos del aprendiz me permitirá estar al tanto de su prueba y también podré de esa forma salvaros la vida. Recuerden que siempre deben buscar una ancla con la realidad. Si se sienten en peligro y quieren desertar deben encontrar esa ancla y yo podré traerlos. Por su puesto, el Portal jamás lo dejará volver por esa puerta. No sabrán que se enfrentan a una prueba pero muy en el fondo encontrarán la fuerza necesaria para continuar. Colocó en el suelo, en frente del portal, los anillo del aprendiz que preparó para aquella ocasión. —Hasta tres veces puedo preguntar, nunca más de tres. Si tres veces pregunto y obtengo negativas El Portal se cerrará para siempre. Más si creen no estar preparadas, negativamente pueden responder y volver en otra ocasión. Los actos, como espero hayan comprendido hoy, son mucho más valiosos que las palabras. ¿Desean enfrentarse al Portal de la Nigromancia? Tomen un anillo y estarán vinculados a la prueba que definirá si obtienen o no el poder dela Nigromancia de forma definitiva... Golpeó el suelo siete veces, como siete son las habilidad y siete las puertas de El Portal. Como siete fueron los horrocruxes que Voldemort creó con la finalidad de vencer a la muerte. Acto seguido tocó en siete puntos diferentes de El Portal haciendo que una puerta de sombras absolutas se hiciera presente. —El Portal las transportará al pasado o al futuro, a un mundo real o a uno de fantasía. Tomará de sus mentes fragmentos de importancia y recreará aquello que él crea que es la mejor forma de probar su valía con la muerte.
  9. Observó el avance que las dos alumnas estaban teniendo con los obstáculos que él mismo había preparado. Reposaba su peso sobre la vara de cristal que le permitía, entre otras cosas, poder observar todo lo que estaba sucediendo en aquella isla. Para ello usaba una especie de espejo de sombras que rompía la percepción y la realidad en un solo sentido. Faltaba poco, muy poco, y él estaba preparado para entregar a las dos brujas el anillo del aprendiz. Más aún no era momento. No estaban cerca de llegar a la pirámide aunque les quedara una sola prueba. Vencer al puente de almas sería relativamente sencillo frente a adentrarse en el mundo de los muertos y de las almas al nivel en que lo harían. El Tuerto recordaba casos del pasado, de aprendices que había llegado hasta ese punto. Muchas veces no podían afrontar la locura que un nigromante debía observar "al otro lado" Muchos regresaban con vida y otros tantos no llegaban a regresar. Pero incluso de aquellos que sobrevivían había un número significativo de magos y brujas que volvían con su mente destrozada, consumidos por la desesperación, por la desesperanza y por la impotencia.
  10. Báleyr

    Prueba Nigromancia #5

    La cita, como les había dicho, era en el Lago que rodeaba la isla de la Gran Pirámide, donde se encontraba la famosa sala circular donde estaban las puertas de las habilidades. Al caer la noche, ambas muchachas iban a tener que encontrarse en la orilla del lago y estar listas para comenzar su reto, porque, antes de poder entrar en la Gran Pirámide, iban a tener que sortear cuatro pruebas. La primera prueba consistía en atravesar un puente fantasmagórico donde habría almas que intentarían tentarlas o llamar su atención para que se apiadaran de ellas. Algunas podrían ser incluso peligrosas, así que tendrían que andar con cuidado y doblar su ser, su voluntad y su propia esencia para poder atravesar el puente y salir intactas. Podría ser que antiguas víctimas o seres amados muertos aparecieran, todo dependería de cada una de ellas. La segunda prueba iba a comenzar al llegar a la isla. Mediante el uso de su elemento, iban a tener que encontrar afinidad con los setos que se alzan en la puerta del laberinto para impedirles la entrada y, utilizando su grimorio y recientes aprendidos conocimientos, iban a tener que abrir un portal entre mundos, atravesarlo y llegar a salvo al interior del laberinto. Una vez dentro del laberinto, la maleza y enredaderas vivientes les harían daño para intentar retrasar su camino y, a mitad de camino, se encontrarían con una mesa de piedra donde un cuerpo espera para que lo sanen completamente. También habría un portal dentro del cual deberián encontrar el alma que corresponda al cuerpo e intentar convencerla para que regrese, aunque puede que la tarea no sólo no sea sencilla, sino casi imposible. Devolver el alma, de todos modos, no les garantizaría haber superado la prueba, así que tendrían que decidir si el alma merece volver o no. Para la cuarta y última prueba, ambas se encontrarián frente a frente con una imagen suya que ha utilizado la Nigromancia de forma desmedida. Ambas tendrián que enfrentarse con la imagen de "en lo que se pueden convertir" si llegasen a hacer abuso de la habilidad. Vencer a ese ser o aceptarlo seriá parte del reto final, antes de dar con la puerta de la Gran Pirámide, donde Báleyr las estariá esperando para comenzar la prueba propiamente dicha. Báleyr iba a esperar a las chicas dentro de la pirámide, parado justo en medio del Ouroboros que representa el infinito, además de la estrella que se encuentra grabada en la piedra. Junto a él, un pedestal donde descansan dos anillos de la habilidad esperan a las chicas. Los mismos serán dados por el Arcano cuando las muchachas decidan entrar dentro del portal, así Báleyr podrá estar en contacto con sus mentes y ver y sentir lo que ellas.
  11. Báleyr

    Nigromancia

    —Nunca es demasiado lo que puedes perder en el proceso, recuérdalo—advirtió Báleyr a Cye.—A veces perdemos una parte de nuestra propia esencia y no hablo del alma, sino de quiénes somos. Otras, podemos perder alguna parte de nuestro cuerpo si lo que intentamos hacer conlleva un riesgo mucho mayor— se señaló el hueco del ojo.—En todo caso, cada que pienses en devolver un alma a su cuerpo, piensa primero si es eso lo que el alma quiere, lo que tú quieres o lo que las leyes de la naturaleza querrían— gruñó por lo bajo, aunque no se supo si era porque estaba siendo sarcástico con lo último que había dicho o porque utilizar esas palabras lo molestaban. Báleyr, después de todo, no parecía una persona a la que le importara la naturaleza si su magia intentaba cambiarla. Se volvió, entonces, hacia Juv, que en aquel momento aseguraba encontrarse lista para la prueba y además formulaba algunas preguntas. —A su debido tiempo, la persona que has traído a la vida de nuevo recuperará sus costumbres y rutina. Mientras tanto, permanecerá conmigo para asegurarme de que no haya "efectos secundarios" de su regreso. Aún así, él te deberá algo a tí, quieras o no— era parte de lo que les había enseñado sobre la intencionalidad de traer a alguien a la vida. Acto seguido, se giró hacia Cye, que en aquel momento estaba dándole agua a la mujer que había regresado satisfactoriamente a la vida y le hizo una seña para que se acercara.—También estás lista para la siguiente etapa. ¿Tomarás la prueba de la habilidad?—preguntó, esperando que la respuesta de la joven Lockhart fuera también afirmativa. Ya si Cye decía que sí, entonces él las citaría a ambas en el lago que rodeaba la isla de la Gran Pirámide. Si Cye decía que no, entonces sólo Juv seguiría aquel camino.
  12. Báleyr

    Nigromancia

    Vio a Juv tomando el Grimorio y leyéndolo a conciencia. ¿Cuántos cánticos diferentes había escuchado por parte de cada uno de sus pupilos? Ya no podía decirlo. Podía ser que hubiera una sola forma de realizar el ritual, con aquellos símbolos que incluso él mismo había colaborado a inventar alguna vez, hacía mucho tiempo, pero el cántico, la intención, dependía puramente de quien estuviera invocando al alma y lo que resultara de ello sería puramente producto de lo que su invocador deseara. Asintió con aprobación cuando Malfoy terminó de recitar los cánticos a medida que dibujaba los símbolos. La precisión era algo fundamental y a ella no se le había pasado por alto la advertencia del Arcano, así que cuando el alma se introdujo dentro del cuerpo y comenzó a chillar por el dolor que le ofrecía la mortalidad nuevamente, Báleyr pensó que aquella muchacha tan oscuro quizá estaba destinada a saber las cosas que él le estaba enseñando. Miró al muchacho cuanto éste recobró la conciencia, un momento más tarde. No poseía cicatrices y nada que indicara que había estado en el más allá. —Bien hecho, ahora veremos cómo puedes manejarte para explicarle lo que ha sucedido sin revelarle nada importante— dijo, dirigiendo su ojo bueno hacia el portal, desde donde podía percibir a Cye regresando, sola. Frunció levemente el ceño, porque había escuchado a medias la conversación que la joven había tenido con un alma perturbada y esperaba que comprendiera que no sería bueno que también aquella alma del hombre los acompañase. Pero, finalmente, la muchacha a la que Cye intentaba devolver a la vida cedió y ambas salieron del portal.—Muy bien, señorita Lockhart. Dentro del grimorio encontrará anotadas los símbolos y el cántico que debe llevar a cabo para regresar ese alma a su cuerpo. Le recomiendo tener precisión al entonar los versos y dibujar los símbolos, ya que cualquier error podría acarrear efectos no deseados—. Acto seguido, se volvió nuevamente hacia Juv Malfoy. —¿Cree que esté lista para el siguiente escalón de su aprendizaje?— preguntó.—Si su respuesta es afirmativa, este muchacho se quedará conmigo durante el tiempo que dure su prueba. ¿Va a tomarla?—preguntó, observándola con su único ojo celeste. Cuando Cye terminara con el ritual, le propondría también hacer la prueba de una vez. La chica ya había demostrado ser más que eficiente en su labor y, además, tenía una curiosidad que iba más allá que cualquier otra. Juv, por su parte, poseía la oscuridad suficiente como para que no le importase perder su esencia. Dos caras de una misma moneda. El mejor equipo que había conocido Báleyr hasta el momento y la idea de verlas trabajar juntas casi se hizo sonreír. Era curioso como ambas representaban la vida y la muerte.
  13. Siguió a Axel mientras éste se introducía dentro del portal al más allá. Bueno, realmente Axel no se estaba metiendo dentro del portal porque, de otro modo, Báleyr no habría podido seguirlo, pero, de alguna forma, era lo que la prueba le estaba mostrando: que Axel quería salvar a su amigo. Lo escuchó convencerlo, rogarle para que volviera y se quedó mirando a los dos conversar mientras Axel perdía los estribos. ¿Estaba llorando? Báleyr hubiera reído si aquello no le hubiera parecido algo conmocionante. La gente siempre lloraba cuando perdía a alguien, cuando se daba cuenta de que esa persona no iba a formar más parte de su vida ni de la vida de nadie más, que ya no cambiaría nada más en el mundo. Pero el Arcano había aprendido que eso podía ser diferente, pues la muerte podía generar cambios significativos justo como la vida. Apoyó una de sus manos en el hombro de Axel, aunque sabía que éste no lo vería ni lo sentiría, de alguna forma Rexemort sabría que había alguien más con él. Finalmente, Regner se negó a regresar y aquello era lo más duro que podría haberle pasado a Axel, pues parecía que era alguien muy importante para él, aunque Báleyr no llegaba a comprenderlo del todo. ¿Habría, el portal, quebrado a Axel del todo? ¿Sería aquella la más grande pérdida que podría sufrir? Al final, Regner partió y Axel explotó en llanto. Así que esa era su prueba más difícil: dejar partir la única familia que tenía. Báleyr se tomó la barbilla nuevamente, volviendo a pensar sobre el amor y, finalmente, el portal envolvió a Axel y lo devolvió a la sala circular, cerrándose la puerta tras él. —Axel Rexdemort— respondió el Arcano.—Has completado tu prueba con éxito— le indicó con un gesto que extendiera la mano donde tenía el anillo y pasó la mano sobre él, donde un aro oscuro cubrió por completo la joya central.—Ahora debes usar este poder con conciencia y nunca por impulso. Es una magia muy grande la que te estoy dando y espero que no me decepciones— su ojo azul miró fijo al muchacho y al final, puso una mano sobre su hombro. No lo había hecho con ninguno de sus discípulos hasta el momento, pero de alguna forma se había sentido conectado con Rexdemort.—Recuerda que la muerte no es más que la siguiente gran aventura— hizo un mohín con la boca, como si hubiera querido sonreír y luego le dio la espalda para salir de la Gran Pirámide.
  14. El Arcano miraba a Axel directo al rostro pero el joven Rexdemort no podía verlo, allí, dentro del portal. En realidad, Báleyr no estaba dentro del portal, sino de otro modo podría haberse encontrado con el chico e, incluso, hablado con él. A los Arcanos ya no se les permitía atravesar los portales una vez hubieran adquirido la habilidad, era una norma que se había impuesto mucho antes de que él supiera que alguna vez iba a llegar a ser un Nigromante. Concentrando sus pensamientos en Axel, Báleyr vio como el chico intentaba reparar a su amigo, que había sufrido hasta morir, pero aún estaba su alma por allí. ¿Usaría Axel los poderes de la Nigromancia para devolver al joven Regner a la vida? ¿Era aquello una imagen del pasado, presente o del futuro? ¿Sería algún plan alternativo en la mente del joven? Báleyr pensaba que Rexdemort, quizá, había perdido a ese amigo en el pasado y ahora su mente le llevaba a ese tiempo, pensando en lo que podría haber hecho para salvarlo o devolverle la vida de haber poseído la habilidad. No era la primera vez que uno de sus alumnos tenía una visión similar. Bastian había devuelto a su padre a la vida, Mei lo había hecho con el amor de su vida. Incluso Cissy, quién había parecido dubitativa, había querido regresar a su esposo muerto a la vida. Todos ellos se dejaban llevar por el más antiguo y fatal de todos los poderes del mundo: el amor. El mismo podía hacer caer naciones, salvar miles de vidas o condenarlas de igual manera. Báleyr bien sabía que era el principal sentimiento que promovía ambas cosas: dar vida o dar muerte. ¿Quién no había matado por amor o pensado en hacerlo? Alguna vez, él mismo había pensado en que aquello era algo banal, que el amor realmente no existía pero después de ver todo aquello, todo lo que sus alumnos le habían mostrado, Báleyr pensaba ahora que el amor era algo que debía estudiar. —Una magia diferente— pensó en voz alta, tomándose el mentón con una mano.
  15. Báleyr

    Nigromancia

    Báleyr cerró los ojos al escuchar el llamado de Cye y se giró hacia donde creía que estaba la mujer. Podía ser que el portal pareciera lineal, pero una vez dentro, estabas en todos lados al mismo tiempo, como si estuviera literalmente caminando por el cementerio, a su alrededor. Así fue que centró su mente en la joven mujer y se preparó para su pedido pero, a último momento, Cye decidió continuar sola. El Arcano aún seguía pendiente de ella, aunque también lo estaba de Juv Malfoy, quien se había acercado hasta salir el portal. —Comienza con el ritual— dijo simplemente, sin contestar ni a las acusaciones ni a las increpaciones de la mujer, todavía su vista fija en el portal, donde Cye se debatía entre responder sinceramente a la duda del alma de la mujer o no.—En una de las páginas de tu grimorio, convenientemente encontrarás los símbolos que debes dibujar en la tierra alrededor del cuerpo y el cántico que debes hacer. Si tan sólo haces un símbolo mal o recitas mal una estrofa, te aseguro que el resultado no va a ser lo deseado— puso su único ojo celeste en ella y gruñó por lo bajo algo indescrifrable, antes de retroceder para dejarle espacio a Malfoy de poder hacer lo que le pedía. Oh, él no era de amedrentarse y la falta de respeto de Malfoy sería, a su tiempo, devuelta. Por el momento, la arrogancia de una brujita que creía que podía jugar con sus palabras y pasearse por el mundo de los muertos a gusto, no era algo de lo que tuviera que preocuparse en lo más mínimo. El tiempo le recordaría a la mujer por qué estaba allí y qué era lo que buscaba de él. Además, que él le propusiera hacer la prueba o no dependía no sólo de sus facultades para manipular la magia que le estaba enseñando, sino también la capacidad de darse cuenta de lo que estaba haciendo. Ser seducida tan fácilmente porque era incapaz de dejar el orgullo de lado, tarde o temprano, con o sin la habilidad de Nigromancia, Báleyr apostaba su otro ojo a que Juv Malfoy no llegaría realmente lejos. —Debes aprender a jugar bien tus cartas— gruñó en dirección a la rubia, sin pestañear una sola vez. —Cye, dile la verdad a la mujer y ofrécele algo para que se calme—le sugirió el mago.
  16. Báleyr

    Nigromancia

    <Cye> pensó, mientras la joven terminaba de anotar algo en su grimorio. Sí, sería un viaje para ambos pero él lo presenciaría desde la comodidad que le daba el mundo de los vivos. Esperó, mientras observaba detenidamente a la mujer, hasta que ésta entró dentro del portal y comenzó su búsqueda. El alma pura y buena de Cye la llevaría a ser más susceptible a que las almas quisieran aprovecharse de ella para que las devolviera a la vida, tanto las buenas como las malas. Pero su elemento, el fuego, los mantenía a raya. Quizá fuera la pureza misma, quién podía decirlo. Por otro lado, el viejo contempló las maniobras de Juv Malfoy y reprimió una palabrota. ¿Cómo había podido ser tan tonta? ¿No le había dicho él sobre las almas en pena? Pero claro, si Malfoy quería jugarse el pellejo para demostrar que era digna de conseguir la habilidad, sólo podría hacerlo si salía viva del portal. ¿Es que no les había dicho qué...? Oh, no, no les había dicho que podían morir dentro del portal si se dejaban convencer para quedarse. Quizá no pareciera, pero el tiempo transcurría en ondas diferentes dentro del Mundo de los Muertos. Tan pronto podían ser horas como convertirse en años, aunque hasta ahora no había podido comprobarlo eficientemente, él tenía la certeza de que podía ocurrir. También sabía que si el alma de un vivo se perdía en el Mundo de los Muertos, era probable que la conexión que esa alma había hecho con el portal actuara de puente para otra que encontrase el camino. —Es como un laberinto— le había dicho su propio maestro—. Tan pronto crees que conoces la salida como te encuentras atrapado entre cuatro paredes y no puedes recordar quién eras... o qué ibas a hacer allí. Hasta te parece tan natural encontrarte dentro— y jamás iba a olvidar aquellas palabras, así que iba a tener que recordárselas a sus alumnas para que no cometieran ninguna clase de estupidez como la de Juv, de involucrarse tan profundo dentro del portal en búsqueda del alma del chico, que había toca "el límite" del mundo astral. —Hora de salir, Malfoy— musitó, mientras buscaba la esencia de Juv dentro del portal para incitarla a seguirlo. Por otra parte, Cye parecía un poco más segura donde se encontraba. Báleyr esperaba que ella no cometiera la misma estupidez que su compañera de clase y se mantuviera lejos de la tentación de ver más allá de lo que le daban los ojos.
  17. El único ojo del viejo mago estaba firme en la negrura del portal, que emanaba lenguas oscuras a ambos lados, como queriendo atrapar la poca luz que se filtraba en la sala circular. Parecía un ser vivo, ansioso por tomar lo que le dieran. Y entonces, el portal "escupió" algo de sus entrañas y Báleyr dio un paso hacia atrás mientras una tambaleante Cissy Macnair por fin concluía con su prueba. Había sido algo difícil, podía verlo en su semblante, pero la mujer había tenido éxito. —Ahora estarás vinculada al anillo de la Habilidad— musitó, mientras pasaba una mano sobre el anillo de Cissy y un aura oscura lo envolvía, como una especie de campo de fuerza.—Recordarás, con el tiempo, lo que has vivido allí dentro, sean cosas del pasado, el presente o el futuro y te acompañarán el resto de tus días, te ayudarán en tu aprendizaje. Dentro tuyo está la fortaleza— casi susurró, como temiendo que aquellas palabras se colaran hacia el interior del portal. Estuvo tentado de colocar una mano sobre la cabeza de su aprendiz, envolverla en un poco de la magia que había presenciado, pero decidió que ella debía emprender su propio camino de conocimiento y crecimiento sola, tal como él lo había hecho. Ya la había acompañado demasiado, más de lo que podía esperarse de un Arcano como él. Quizá se estaba volviendo blando, pensó. Enseguida soltó un gruñido. Luego, dejó que la joven se marchara de la Gran Pirámide y volvió su atención nuevamente al alumno que aún permanecía dentro, el joven Rexdemort. Podía ver la escena con claridad, como si él mismo se encontrara parado junto al refugio de los muchachos y el agua incesante de la lluvia lo cubriera y enfriara sus huesos. Podía escuchar la respiración pesada del llamado Regner, así como sentir la incertidumbre y el cansancio en el cuerpo de Rexdemort. Báleyr miró hacia el cielo oscuro, tan negro como si aún fuera de noche y se preguntó, en aquella escena, a dónde habrían ido a parar los rayos del sol y el canto de las aves. No sabía si era un recuerdo o si el portal estaba mostrando algo más a Axel, así que Báleyr simplemente se concentró en esperar a que todo continuara, ansioso por ver el resultado de lo que le había enseñado.
  18. Báleyr

    Nigromancia

    El Arcano le vio reconocer su elemento a Juv y sintió un pequeño tirón en la espalda, como si alguien le estuviera pinzando la piel. "Metal" pensó, mientras observaba la esencia de Juv ir hacia el portal y desfilar entre las almas. No le parecía increíble pero sí un poco irónico el hecho de que bruja de tan negra aura fuera capaz de tener afinidad con almas en pena. —Deben tener cuidado con las almas en pena, aquellas que se aferran a artimañas temibles para volver al mundo de los vivos. Sólo los nigromantes más diestros en estas magias pueden manejar almas en pena. Témanles, es mejor temerles que subestimarlas— dijo, algo que Juv llegó a oír antes de que sus sentidos se encontraran totalmente dentro del Portal. Al menos el Arcano podía sentirla y escucharla en caso de que algo saliera mal, sacarla de allí de ser necesario. Se giró, entonces, hacia Cye. Sus dudas habían resultado ser entretenidas. Miró el cuerpo de la mujer embarazada que yacía sobre la mesa de piedra y cruzó las manos sobre el bastón. —El alma es la esencia de compone a una persona. Es su inteligencia, su tosudez, su valentía, su solidaridad. Cada parte de un ser humano (y de un animal también), componen su alma. Los hijos son extensiones de la persona, comparten su adn y también comparten la esencia hasta que el bebé está fuera del vientre de su madre— hizo una mueca, como si estuviera pensando una mejor forma de explicar aquello.—Nunca he intentado traer a una mujer embarazada a la vida, pero te aseguro que la esencia de ese hijo que estaba engendrando estará ligada a la suya; su alma y la de él serán una sola— concluyó. Eso quería decir que si Cye encontraba a la madre, había grandes posibilidades de que el bebé también volviera a la vida. Pero debía recordar lo doloroso del proceso de regresar, sería peor que un trabajo de parto. Podría ser, aunque Báleyr no podía asegurarlo, que el bebé muriera mientras la madre se esforzaba por volver a la vida. O podía ser que sobreviviera, que ambos volvieran a tener una vida. —Hay algo que no les dije: las almas no siempre son agradecidas— agregó. Luego, se hizo a un lado para que Cye comenzara el proceso de meterse dentro del portal y traer el alma.
  19. Báleyr vió cómo Axel tomó el anillo, aunque preocupado por el muchacho que había devuelto a la vida. Esperó a que Rexdemort entrara en el portal y luego movió su bastón e hizo desaparecer al jovencito, llevándolo directo hacia su mazmorra. Allí también se encontraba la muchacha a la que Cissy había revivido, aunque ella no poseía recuerdos de su vida anterior, no como el muchacho de Axel. Observó a ambos magos atravesar sus propias memorias, recuerdos, visiones del futuro, del pasado o estar dentro del cuerpo de otra persona. Ninguna de esas cosas les iba a resultar extraña porque ellos no notarían que era una prueba, que no eran quienes creían ser. No tendrían conciencia de ellos mismos como otro ente fuera de aquel mundo, sino que asumirían que todo lo que el portal les mostraba era absolutamente cierto y no lo cuestionarían, siguiendo así el hilo de la prueba que el portal mismo les quisiera imponer. A veces, Báleyr recordaba su propia prueba. La vez que había ingresado en el portal, con el viejo Arcano de Nigromancia, su maestro, alentándolo para seguir adelante. Claro que el aliento que él había recibido distaba mucho del que le daba a sus alumnos. Podía ser serio, frío, un poco presumido y egoísta, pero tenía bien en claro que sólo así lograría que los magos y brujas que pasaban por sus manos dieran lo mejor así. De esa forma había logrado demostrarse a sí mismo (y a los otros Arcanos) que sus estudiantes eran los mejores, que merecían aprender la habilidad. No les ponía pruebas blandas, no, siempre los hacía desafiarse más y más a sí mismos. —Porque se darán cuenta que la única manera de llegar al final, es seguir adelante, sin importar qué— susurró, como si se lo estuviera diciendo a alguien. La puerta de la habilidad continuaba abierta, mostrando a Báleyr el rumbo de sus dos aprendices. Cissy, más avanzada, casi concluía su travesía. Ahora enfrentaba el dolor de la pérdida. Axel, por su parte, se encontraba en un bosque acompañado por un viejo amigo. Aún le costaba ver a dónde llevaba aquello, pero lo presentía. El portal le decía cosas, siempre le susurraba. La negrura que parecía tener vida se contorsionó y Báleyr vio algunas formas dentro, formas que prefirió ignorar.
  20. Báleyr

    Nigromancia

    Ah, la joven Cye Lockhart, aquella bruja rubia de esencia tan limpia. Y, con su único ojo, enfocó a Juv Malfoy, la bruja con el aura más oscura que hubiera entrenado hasta aquel momento, aunque a ella no parecía perturbarle el que él pudiera verla tal como era. Si no le costara un horror esbozar una sonrisa, lo hubiera hecho, sólo para demostrar lo mucho que disfrutaba aquel momento. ¡Y eso que había pensado que sería un desperdicio! Pero no, aquellas dos mujeres, tan opuestas, eran una delicia de saberes y, al mismo tiempo, un libro en blanco que él deseaba escribir. —Los Nigromantes somos egoístas por excelencia, señoritas. Quizá alguno, en su altruismo, piense que devolver un alma a un cuerpo dependa de si el mago es merecedor o no, pero la verdad reside en la siguiente pregunta: ¿quiénes somos nosotros para juzgar eso? Nadie, desde luego. ¿Merecemos nosotros manipular la vida y la muerte más de lo que un alma volver a su cuerpo? No, pero aún así, poseemos el poder y, como poseedores, podemos decidir. Eso nos convierte en jurado, jueces y verdugos al mismo tiempo. Sencillamente, el único mérito que necesita poseer un alma para regresar a un cuerpo es: ¿nos servirá de algo? Si decidimos que sí, entonces la devolveremos. Si decidimos que no, ¿es una condena para el alma? No, no lo es. Ellos ya dejaron de ser lo que eran, así que no pueden reclamar—explicó, sintiéndose libre de hablar con ellas tal como él pensaba las cosas —Respondiendo a su última duda, señorita Malfoy y a su primera pregunta, señorita Lockhart: sí, a muchos. He sido arrogante al creer que podría moldear a cualquiera para que siguiera mis pasos pero no todos los magos y brujas poseen la misma fortaleza que ustedes o los pocos magos que han podido realizar la prueba con éxito. Y algunos, incluso luego de pasar la prueba, han perecido en su búsqueda de absurdos— aunque no mencionó de qué absurdos hablaba ni tampoco de quiénes había perdido, sólo algunas cosas contaría sobre él, lo suficiente. Luego, se señaló el agujero del ojo.—Como les dije antes, también perdemos un poco de nosotros persiguiendo nuestros ideales—. —¿Usted cree que mi alma está perdida, Lockhart?—preguntó, aunque no esperaba una respuesta realmente.—Los cuerpos no están hechos para perdurar para siempre, así que cuando un cuerpo es irrecuperable (créanme que puede serlo), el alma puede meterse en otro cuerpo pero no más en el propio. Cada alma que regresa, sufre a medida que se recompone, que vuelve a tomar posesión de la vida. Renacer puede ser sumamente doloroso y, en algunos casos, imposible. Un alma que sufra más de lo que puede soportar, no volverá nunca—finalizó, caminando lentamente hasta el portal, pasando entre medio de las mesas de las chicas.—Sólo hay un intento, señorita Lockhart. Si el alma es débil, no podrá volver jamás. ¿Y qué pasa con las almas que han perdido su cuerpo? Si el alma está entera, siempre se le puede conseguir otro cuerpo. Pero si el alma está dividida, primero hay que juntar los trozos o de ninguna forma soportará volver y será destruída— concluyó su explicación.—Y con respecto a otra de sus dudas, el alma es la esencia de la persona, mientras que el espíritu está más asociado con la forma corpórea del alma: el fantasma. Colocó el bastón delante de él y lo hizo sonar una vez contra el suelo. El portal se ensanchó y el brillo azulado inundó el cementerio delante de él. —Tendrán que reconocer cuál es su elemento para poder introducirse en el portal. Con ésto, me refiero a que cada una de sus ustedes ha sido dotada con una afinidad sin igual con alguno de los elementos y, no se equivoquen, hay seis elementos y no cuatro: agua, tierra, fuego, aire, metal y madera. Cada elemento es sensible a ciertas cosas: el agua tiene que ver con eso mismo, con las tormentas y las mareas, además está asociada a la luna; la tierra es la conexión con los seres vivos y la naturaleza, el fuego está asociado con eso mismo, con el sol; el aire con los vientos (además de que quien posea como elemento el aire, tiene más desarrollado el oído y el olfato), el metal está asociado con la videncia y las experiencias extrasensoriales y, la madera, con las ondas corporales y la empatía—explicó, esperando que las chicas anotaran todo.—Cuando sepan cuál es su elemento, lo utilizarán para "doblar" su voluntad e introducirse en el portal. Allí, buscarán el alma que corresponde al cuerpo que han sanado—.
  21. Báleyr

    Nigromancia

    Báleyr movió su pie un centímetro hacia un lado y lo giró para observarlo mejor. A simple vista no podía percibirse nada, absolutamente ninguna señal de que algo raro ocurriera con su pie. Pero claro, nadie más que él y experimentados Nigromantes podrían percibir que había un alma ceñida allí, mirándolo con deseo y suplicante, intentando convencer al Nigromante de que lo devolviera a la vida. Cuánto detestaba las almas en pena que le rogaban, que ofrecían cosas que luego no podrían cumplir. Báleyr movió el bastón que hacía a la vez de varita mágica y el alma se desprendió con un quejido, yendo de nuevo dentro del portal que había abierto en el cementerio. Otro movimiento del bastón y ahora un campo potente de magia rodeaba el portal, para que las escurridizas almas no pudieran volver a molestarlo. Giró su ojo bueno y lo estampó en el rostro de Juv Malfoy, quien había aparecido cinco minutos antes, según dictaba el extraño reloj que el Arcano utilizaba muy de vez en cuando, lleno de planetas, constelaciones y con extraños símbolos rúnicos y druidas. —Es temprano, señorita Malfoy— gruñó.—Esperaremos un momento a que aparezca su compañera antes de continuar con la siguiente lección. Mientras tanto, por allí está el cuerpo que estaba arreglando ayer y encontrará un grimorio en blanco que quiero que utilice para anotar todo lo que le diga— le señaló una mesa de piedra donde descansaba un cadáver cubierto por una sábana. En uno de los lados había un Grimorio, un libraco de tamaño estándar con encuadernación de cuero negra y cierre metálico. No poseía ninguna inscripción visible.—Comience anotando todo lo que hablamos ayer sobre la re composición del cuerpo—. Junto a la mesa de Juv había otra igual, donde descansaba el cuerpo de la mujer encinta que había estado curando Cye. Era exactamente la misma situación, con un Grimorio con encuadernación negra a un lado del cuerpo, esperando para ser llenado con los conocimientos que el Arcano volcaría en las mentes hambrientas de sus dos nuevas discípulas. Había pensado en ello luego de que hubiera comenzado a ejecutas las pruebas de Cissy y Axel, a quienes les daría objeto semejante cuando la finalizaran. —¿Tienes alguna duda que evacuar? Este es el momento. Hoy aprenderán cómo manipular un portal al mundo de los muertos y también cómo manipular un alma para atraerla hacia su cuerpo— dijo, observando con su único ojo y señalando con el bastón el portal que había abierto él mismo momentos antes de que Juv llegase.
  22. El Nigromante tenía la vista fija en un punto sobre la pared de la sala, indescifrable de cuál se trataba. Su visión iba desde la lucha de Rexdemort contra los inferi hasta Cissy y sus recuerdos o sus temores, todo pasaba junto pero él podía distinguir de quién era cada cosa. Tanto así que apenas se movió de su sitio cuando Axel entró en la Gran Pirámide cargando al pequeño muchacho que había revivido. Báleyr hizo sonar su bastón en el suelo sin dirigir una palabra al mago y el muchacho que llevaba con él cayó dormido sin más. —Estará bien, Axel. Ahora es momento de que te pregunte, ¿estás listo para enfrentar la prueba final?— musitó, su voz fría y apagada preguntaba a Rexdemort pero su ojo celeste estaba anclado en lo que pasaba dentro del portal con Cissy. La puerta de la habilidad de Nigromancia giró junto a las otras y se detuvo frente a Axel, abriéndose de par en par y mostrando aquella oscuridad absorbente cual agujero negro. Las sombras atraían la magia, la doblegaban y Axel podría sentirlo sin más pero, no obstante, no actuaría su magia sino hasta que él volviera a responder a su pregunta, pues así lo demandaban las leyes de la Universidad y de la magia que allí se impartía. —Si eliges entrar, usarás este anillo que estará unido al mío. De modo que yo podré ver y sentir lo que veas y sientas dentro del portal. No se me permite entrar, pero seré capaz de intervenir en caso de que necesites mi ayuda—claro que el Arcano esperaba que eso no ocurriera.—Si te quedas encerrado en la prueba o decides no continuar, entonces no podré volver a recibirte en mi mazmorra. Así que este es el momento decisivo, señor Rexdemort— apuntó y por fin clavó su ojo celeste, frío y calculador, en el rostro del mago danés.—Una vez que atravieses el portal, la prueba comenzará. Verás futuro, pasado y presente, mundos alternativos, decisiones no tomadas. Serás otra persona o quizá tú mismo, eso no te lo puedo decir porque el portal actúa con tu mente. Todo lo que veas allí no afectará tu estancia aquí... o al menos eso se presume— hizo una mueca, un atisbo de sonrisa que no lo fue.—No serás consciente de que es una prueba como tal, creerás que todo lo que sucede es real. Cuando estés listo, el portal te devolverá a esta sala y entonces, por fin vincularás tu ser al anillo y al aro de la habilidad— levantó el dedo para mostrar el anillo propio. Movió la mano sobre el pedestal y tomó el anillo que antes le había señalado, el que sería de Axel. Luego, extendió su mano y esperó a que el joven tomara la decisión.
  23. Báleyr

    Nigromancia

    Báleyr observó a las muchachas mientras realizaban el trabajo que les había impuesto y dirigió sus ojos hacia Juv Malfoy, quien ahora se había presentado y procedía a cerrar las heridas superficiales del cuerpo. —¿Ha determinado la causa de la muerte? Bien, entonces trabaje para devolver sus órganos internos al mejor estado posible, curelo Malfoy. Necesitamos tener ese cuerpo en perfectas condiciones— especificó el Arcano, mientras rodeaba a Cye para echar un vistazo a su trabajo.—¿Sucede algo, señorita Lockhart?— preguntó sin segundos miramientos cuando notó que Cye se detenía en el vientre del cadáver de la joven muchacha y exclamaba, entre sorprendida y, bueno, no podía decir bien qué era aquella expresión en el rostro de la rubia aprendiz. ¿Tristeza, miedo? Le parecía que quizá un poco de ambas. Dio un rodeo por la derecha de Cye y se colocó junto a Juv, observando mientras realizaba lo que le había pedido un momento antes: verificar bien que los órganos internos estuvieran correctamente sanos a pesar de que su paciente estaba muerto. Luego, echo otra ojeada a Cye, quien estaba satisfactoriamente trabajando con el cuerpo de la mujer. Se sintió más que satisfecho con el trabajo de ambas brujas y consigo mismo, pues había estado en lo cierto en que Lockhart era una sacerdotisa pero, además, descubrió que tenía dones de sanadora. Por otro lado, Malfoy era excepcionalmente hábil con los instrumentos muggles y muy precisa también con sus diagnósticos. —Brujas calificadas, qué regalo me ha enviado la universidad— comentó en un susurro apenas perceptible, en modo un poco jocoso. No podía demostrarles, ni siquiera con un guiño, que lo que ellas estaban haciendo era mucho mejor de lo que cualquier otro de sus pupilos hubiera hecho en sus clases. Eran brujas realmente buenas. Bueno, de todos modos, aunque guiñara un ojo ellas no iban a darse cuenta del detalle.—Veo que no le temen a los cadáveres, menos a ensuciarse las manos. Muy bien, porque entonces tendremos que ensuciarnos un poco el alma— su ojo celeste se dirigió por instinto hacia Juv, a quien ya había percibido cuando entrase en la mazmorra; ella ya poseía algo sucia el alma pero no hacía falta que se lo dijera. —Nos encontraremos mañana, a las once de la noche, en el cementerio de Ottery St. Catchpole para comenzar a trabajar con las almas. ¿Qué son, cómo son, cómo se manipulan? Piensen en eso y quiero que mañana traigan todas sus preguntas, porque no quiero lidiar con sus dudas cuando estemos llevando a cabo uno de los rituales más emblemáticos de los nigromantes— y esperaba que diciendo eso quedara claro que no le gustaba que lo interrumpieran con tonterías en medio de una explicación.—Sean puntuales, señoritas— finalizó. Chocó el bastón contra el suelo una vez y se abrió un portal que atravesó sin mirar nuevamente a ninguna de sus dos alumnas. Las esperaría en el cementerio justo al otro día, así que esperaba puntualidad.
  24. Báleyr había estado observando mientras los dos chicos avanzaban. Cissy le había parecido decidida hacia el final, mientras que sabía que al comienzo, cuando había tenido que cruzar hasta la isla, la había hecho dudar sobre lo que estaba haciendo, para qué estaba aprendiendo aquello. El Arcano no se había preocupado por ella, sabía que podía llegar hasta allí y, si no lo hubiera hecho, Báleyr hubiera estado seguro de que ella no merecía la habilidad. Por otro lado estaba Axel, a quien había estado observando también. El joven tenía muchos secretos guardados, muchas cosas en su cabeza y temía que aquello pudiera retrasarlo, pensar dos veces lo que estaba haciendo y, quizá, tirarse atrás. Pero ahora, mientras lo veía intentando curar el cuerpo del chico en el laberinto, sabía que Rexdemort seguiría hacia la prueba final, pasara lo que pasara. El Nigromante se giró y encaró a Cissy Macnair, observando su rostro casi derrotado. Había algo oscuro en ella, algo que no le costaba percibir pero que prefería no verbalizar. —¿Estás lista para afrontar tu prueba final?—preguntó con voz ronca, apagada, mientras hacía un paso al costado para que ella pudiera colocarse frente a la puerta de la habilidad. Junto a él, los anillos de la habilidad esperaban ansiosos a poseer un dedo donde descansar al fin. Báleyr tomó uno y se lo tendió a Cissy, mirándola espectante. —Una vez que decidas comenzar, la prueba sólo se detendrá cuando termines con ella o cuando te rindas. Te recomiendo no hacer lo último, pues no podrás regresar nunca más por aquí—explicó—. Ya has estado aquí, así que sabes que el portal cambiará, te mostrará cosas que podrían ser de tu presente, de tu pasado o de tu futuro. Mundos reales, mundos alternativos, cosas que quizá nunca lleguen a ser, cosas que tu mente cree o creyó alguna vez. No puedo decirte cuánto de eso será real y cuánto producto de tu mente, pero el portal sabrá la forma de hacerte pensar de nuevo si este es el camino que deseas seguir. El poder siempre conlleva una gran responsabilidad—terminó el viejo, mirando a su aprendiz y esperando para que tomara el anillo o diera media vuelta y se fuera de la Gran Pirámide.
  25. Báleyr

    Nigromancia

    Báleyr decidió guardarse para sí las respuestas a las preguntas de Cye sobre cómo sabía él que ella era sanadora o, siquiera, sacerdotisa. Podría haberle explicado que se debía al aura blanca que la rodeaba, llena de esperanza, fuerza vital y bondad. Podría haberle dicho que se debía a su forma de hablar, poco condescendiente y con la verdad como primera arma. Podría haber alegado que se debía a su capacidad de utilizar la habilidad de Legeremancia o a su instinto como viejo mago, pero decidió callar todo eso y simplemente darle paso hacia el interior del portal. Su ojo celeste se clavó en el semblante de la recién llegada, aquella joven rubia curvilínea que se jactaba de algo que él no podía descifrar pero tampoco le importaba demasiado. Quitaría esa sonrisa de suficiencia de su rostro o la acrecentaría, cualquiera de las dos le daría una dicha que no demostraría con gestos. Siempre había rebeldes en sus clases, innovadores, emprendedores y moralistas, pero tarde o temprano ellos terminaban viendo las cosas de modo diferente y era, en ese momento, donde Báleyr se daba cuenta que había cambiado el interior de sus aprendices para abrir sus mentes a cosas que estaban más allá de la comprensión de la media de los magos y brujas. Metió su cuerpo en el portal, último en la fila y los tres aparecieron sin más en San Mungo, justo en el ala de la morgue, donde solían dejar los cuerpos de magos y brujas desconocidos, muchas veces extranjeros, que sufrían algún tipo de accidente en el país y nadie los reclamaba. No sucedía a menudo pero parecía haberse hecho más común desde que el Ministerio había dejado ingresar las reformas de la Universidad; muchos magos extranjeros veían más accesible ir a Inglaterra que a Egipto por lecciones avanzadas de magia y era la consecuencia de tanto tránsito turístico en el país. —Lo primero que haremos será buscar dos cadáveres frescos para trabajar— dijo el Nigromante, caminando no sin cierta dificultad hacia la puerta de la morgue, vacía ahora, para abrirla y dar paso a sus dos alumnas.—Su trabajo consistirá en, haciendo el menor daño posible a los cuerpos, reparar aquello que esté mal. Buscarán la causa de muerte, heridas internas, heridas previas a su muerte y todo lo que sirva para mejorar el cuerpo y hacerlo "funcional"— hizo un movimiento con la mano que no sostenía la puerta para invitar a las dos mujeres a pasar.—Usted, la recién llegada. Dígame su nombre y sus dudas, no quiero que se interrumpan mientras estén trabajando sobre el cuerpo. Una herida grave podría arruinar el trabajo que haremos posteriormente— su ojo celeste volvió a la bruja con expresión se suficiencia un momento. —Podrán utilizar medios muggles o mágicos, allí tienen dos equipos de guantes y material quirúrgico para empezar. Recuerden, mientras menos dañado dejen el cuerpo, mejor para ustedes y para el pobre individuo al que traeremos de vuelta— finalizó, cerrando la puerta de la morgue tras las dos chicas.

Sobre nosotros:

Harrylatino.org es una comunidad de fans del mundo mágico creado por JK Rowling, amantes de la fantasía y del rol. Nuestros inicios se remontan al año 2001 y nuestros más de 40.000 usuarios pertenecen a todos los países de habla hispana.

Nos gustan los mundos de fantasía y somos apasionados del rol, por lo que, si alguna vez quisiste vivir y sentirte como un mago, éste es tu lugar.

¡Vive la Magia!

×
×
  • Crear nuevo...

Información importante

We have placed cookies on your device to help make this website better. You can adjust your cookie settings, otherwise we'll assume you're okay to continue. Al continuar navegando aceptas nuestros Términos de uso, Normas y Política de privacidad.