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Báleyr

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Todo lo publicado por Báleyr

  1. Báleyr

    Nigromancia

    La conversación entre la Triviani y el joven pecaba de superficialidad y era, cuanto menos, inútil. Báleyr negó levemente con la cabeza mientras trataba de mantener la calma y rebuscaba un repertorio de palabras que lo ayudasen a guiar a su alumna hacia su cometido; a veces se le olvidaba que, para la mente novata en aquella disciplina, el objetivo y los propósitos de la Nigromancia no eran tan claros. Suspiró, ansioso, mientras una terebrante impaciencia le llevaba a preguntarse qué demonios sucedía con la Malfoy, quién se había pasado la mayor parte de la clase ansiosa por acceder a la prueba y ahora se rehusaba a responderle la pregunta más importante. << Candela. Tu rol como Nigromante, si algún día llegas a serlo, será muy claro. Tu objetivo será servir de nexo entre la muerte y cualquiera que quiera entrar en contacto con ella. En este caso, te has encontrado con un joven que por alguna razón no puede soltar el mundo de los vivos. Hay algo de su esencia o de su historia que lo ata a nuestro mundo y que él se niega a soltar.>> Meditó si aquello era suficiente, o si de por sí ya estaba dándole a la mujer demasiadas pistas respecto de cómo debía ser su accionar. Pausó unos segundos. << Debes indagar en la historia de este muchacho y luego negociar con la muerte a ver si le permite el acceso al mundo de los muertos; es tu responsabilidad entrar en contacto con ella. >> Decidió ser más justo con su nueva alumna, y tras recordar que la Malfoy había recibido el mismo tipo de asistencia de su parte, se apresuró a agregar: << Cuando llegues el momento, y te consideres lo suficientemente preparada, cierra tus ojos. Bloquea tu mente a cualquier influjo externo, y nada más deja la puerta abierta para que la muerte se acerque a ti. Una vez que sientas su presencia, hazle saber la razón por la cual decidiste contactarlo, preséntale el caso de este muchacho y media para que le otorgue la entrada al mundo de los muerto. Entonces, será tu responsabilidad que sea capaz de descansar allí por el resto de su existencia.>> Carraspeó, algo inaudible para la Triviani, quien solo percibiría una pausa. << Mucha suerte. >>
  2. Báleyr

    Nigromancia

    Candela avanzaba a paso lento pero decidido, ratificando su compromiso con el aprendizaje de aquella noble arte. Báleyr, a pesar de estar presencialmente junto a la Malfoy, no le quitó el pensamiento de encima en ningún momento y, por el contrario, evaluó escrupulosamente su accionar prestando especial atención a la forma en que procesaba las pruebas que aquel místico bosque decidía ponerle en frente: la magia que habitaba entre aquellos árboles era centenaria y constituía un parámetro inequívoco de la capacidad de sus aprendices. Báleyr podía permitirles, e incluso esperaba, cierta duda y vacilación respecto de las implicancias de aquella arte, siempre y cuando esas dudas no llevasen a la incapacidad de actuar. La observó enfrentarse valerosamente contra aquellas almas inquietas que, ansiosas por tener otra persona viva en sus terrenos, habían escapado de sus escondites terrestres para salir a su caza. Por supuesto, no todos ellos recibirían la bendición de ser potencialmente salvados por un aprendiz, más bajo las órdenes del arcano volverían a descansar una vez que la noche menguase y diese tregua al día: era allí cuando la magia del bosque se agotaba. Inconscientemente arqueó una ceja al ver el alma que eligió ayudar la mujer: todavía recordaba el día que aquel muchacho había llegado a sus aposentos y, aún con mayor nitidez, podía retro-traer a su consciente la razón por la cual todavía no descansaba en paz. Candela había hecho, sin saberlo, una decisión muy importante. << ¿A dónde lo llevas? >> le inquirió el Arcano a la mujer, asegurándose de que ella podría oírlo. No quería verdaderamente una respuesta, sino que la mujer tuviese por seguro la manera en que quería lidiar con aquella alma inquieta. Si la mujer optaba por devolverlo al mundo de los muertos y tratar de resolver su conflicto allí, debería aprender a abrir un portal hacia el mundo de los muertos pero, antes de hacerlo, tendría que aprender un poco más sobre el chico y su historia para así entender sus motivaciones y hacerse una idea de como ayudarlo. Después de todo, la muerte no le permitía la entrada a cualquiera.
  3. Báleyr

    Nigromancia

    Con cada camada de alumnos que pasaba bajo su tutela, le resultaba menos y menos difícil centrar su atención en varios alumnos a la vez. Su cerebro parecía volverse cada vez más adepto a la compartimentalización de los influjos que llegaban a su mente de parte de sus alumnas y eso hacía significativamente más sencillo el proceso de evaluación y el seguimiento de su progreso a lo largo de la clase. Beltis y Candela eran dos mujeres completamente distintas, por más que inicialmente pudiesen darle a uno una impresión similar, más conforme avanzaban en la clase ambas dejaban ver más y más rasgos de sus personalidades diferenciándose tajantemente la una de la otra. Seguía con cautela cada uno de los movimientos y vivencias de la Malfoy en lo que parecía ser su último retazo de la fase preparativa de la clase: si todo culminaba de manera satisfactoria, estaba dispuesto a ofrecerle la entrada a la prueba. De ahí en más, todo quedaría claramente librado a la capacidad de la muchacha, siendo que el Arcano tenía poca inferencia sobre lo que el portal decidía hacer con ella. Mientras tanto, se degustaba al descubrir una faceta de la personalidad de Beltis que hasta entonces solo había raspado: una determinación inamovible que parecía ser capaz de llevarla hasta el fin del mundo si de ello se tratase. Silenciosamente, y sin que ella lo notase, la instó a avanzar y a tomar las decisiones que ella considerase oportunas. La vió flaquear momentáneamente y no pudo sino esbozar una media sonrisa (que más que tranquilizar, atemorizaría a cualquiera) al verla avanzar prudente y correctamente. Contrario de lo que muchos pensaban, el dudar y el verse intimidado por la adversidad no era sino lo más natural y propio del ser humano; la valía no estaba en no temer, sino en actuar a pesar de los temores y saber cómo salir victorioso independientemente de las presiones externas. Por otra parte, y concentrándose en la escena que la Triviani tenía delante de si, esperó pacientemente a que realizará algún movimiento, más al verla tan quieta e inmutada no pudo sino negar con lentitud. Esperaba que no fuese demasiado para ella, y dudó momentáneamente respecto de si sería prudente interrumpirla para tratar de asesorarla en busca de una salida de la situación en la que se encontraba. Finalmente decidió en contra de ello, a sabiendas de que sería mejor forzarla a valerse por sus propios medios desde un principio, tal cual el portal lo haría al final (si llegaba a ello). No quería interrumpir su aprendizaje, y mucho menos interferir en sus pensamientos. Poco tiempo pudo centrarse en su alumna más novata, dado que percibió un portal fulgura nox aparecer delante de él. La luz que el portal expedía lo cegó momentáneamente, iluminando sus toscos rasgos faciales y la cicatriz que se adivinaba en su rostro. Beltis se materializó en medio de su arquitectura: había conseguido satisfactoriamente volver hasta él, algo que verdaderamente pocos lograban. En efecto, era hora. El anciano utilizó su báculo para ponerse de pie, y con su dedo índice la instó a seguirlo mientras avanzaba hacia la punta del claro. — ¿Cómo es que tomaste la decisión de no ayudar a traer del otro mundo al hijo de la mujer? —preguntó primeramente mientras avanzaban en dirección a la lune, necesitaba que la bruja estuviera tranquila— Cuéntame, ¿cómo te sentiste? Para cuando la bruja había terminado de hablar, ya habían llegado al borde del claro que se abría a un inmenso abismo en el fondo del cual había un quieto río cuyas aguas oscilaban hacia un destino incierto. Incluso desde la altura podía percibir la luna reflejada en la superficie del líquido. Báleyr asintió ante las palabras de la joven y, tras pensárselo una última vez, continuó. — ¿Te encuentras lista para realizar la prueba? Piénsalo bien. —la respuesta de la Warlock no sólo sería definitiva sino que además tendría serias repercusiones: una vez comenzada la prueba, y de fallar, la mujer no podría devenir una nigromante nunca jamás.
  4. Báleyr

    Nigromancia

    A la Triviani le había costado trabajo descubrir que podía emplear más que la fuerza física, pero entendía la situación. Enfrentarse ante los cadáveres de aquellas personas, había sido un shock y una pequeña prueba, para saber si realmente estaba preparada para continuar con su formación. Aún sentado sobre una piedra, continuó concentrando en la escena, esperando el momento adecuado para interferir y darle el siguiente obstácu.lo, mientras dentro de su mente, buscaba un vínculo con Beltis, para saber cómo iba su avance. En cuanto comprobó que la bruja hacía un buen trabajo, acompañando a la mujer. Volvió su atención a Candela, quien estaba casi completamente recuperada del ataque, era momento de continuar con su formación. Los cadáveres le parecerían una simple niñería, a comparación de las almas que se encontraría en el siguiente trecho del camino. Sí, una serie de diez almas se le presentarían, pidiéndole su ayuda para volver al plano de los vivos y poder continuar con sus vidas justo en donde las habían dejado, sin embargo, no podría colaborar con todos, tendría que elegir solamente uno. «Bien hecho, continúa con el camino» solicitó a la bruja, usando el vínculo que compartía por el momento y durante toda su formación. «No tengas miedo y ninguna duda, puedes hacerlo» la ánimo, recordando como minutos atrás había dudado sobre si seguir o no con su formación. «Tienes que elegir solamente a una de las almas y ayudarla, pero esa alma que escojas, tendrá que significar algo para ti, y me lo explicarás más adelante» esperaba que la elección que hiciese fuese la correcta, porque eso la marcaría toda su vida. Intentando ponerse un poco más cómodo sobre la roca, descansó su espalda sobre el tronco de uno de los árboles. Necesitaba relajarse un poco, porque estaba cansado y adolorido por la edad, pero eso no hacía que menguara su interés por continuar trasmitiendo sus conocimientos a las magos y brujas que acudían hasta él. Disfrutaba de hacerlo y esperaba poder seguir haciéndolo mucho tiempo más, por lo que usando su vara mágica, evocó la imagen de Beltis y la mujer. «Tienes que escuchar sus motivos y considerar si son válidos, y solamente si lo son... puedes considerar la posibilidad de devolverla al mundo de los vivos» comunicó a la Malfoy con serenidad. La decisión era totalmente de ella, el momento de usar su juicio había llegado «Confía en ti y en tu poder, eres capaz de hacerlo, pero recuerda que todo tiene un costo.» añadió como advertencia. Era momento de que la bruja meditará, y si algo no iba bien intervendría, porque no podía mantenerse al margen, por más que lo deseará. Disfrutaba enseñar, pero también estaba seguro de que la mejor manera de aprender, era que los estudiantes participaran como principales generadores de sus conocimientos para de esa manera fortalecerse como seres humanos. Por lo que continuó observando con su único ojo la situación que vivía la bruja, sin dejar de chequear a la Triviani, de vez en tanto y asegurarse de que podría con la nueva prueba.
  5. Báleyr

    Nigromancia

    Sus ojos permanecían cerrados desde el momento en que su alumna cruzó el portal. Cualquiera que llegase al pequeño claro y, sin saber de quien se trataba, encontrase al anciano Báleyr detrás del árbol descansando contra su tronco, juzgaría que el pobre viejo se sentó a descansar en el momento en que la tarde menguaba y que, sin querer, cayó dormido. Nada mas lejos de la realidad: a pesar de los años y el cansancio que últimamente lo perseguía y achacaba, el Arcano se encontraba despierto y vigil, siguiendo cada uno de los movimientos de su alumna. De tanto en tanto erguía la espalda para tratar de menguar el dolor que desde la mañana lo aquejaba y aprovechaba la quietud y el agradable clima nocturno para meditar el ritmo de su respiración. A pesar de su quietud, estaba alerta a cualquier cosa que pasase a su alrededor: a pesar de ser una institución muy respetada, no faltaban aquellos que buscaban trasgredir sus terrenos en busca de recompensas no merecidas, y el estar en el medio del bosque lo exponía a la fauna local que por las noches salía a recorrer los terrenos en busca de alimento. Sin embargo, no fue ningún trasgresor ni animal el que lo sacó de su ensimismamiento, sino la pequeña alerta que se despertó en su mente de que alguien más había hecho acto de presencia en sus terrenos. La distancia no le impedía identificar a la muchacha, pudo vislumbrar parte de los contenidos en su mente en un santiamén, y la reconoció como la misma joven que varias horas atrás (cuando él, la Malfoy y Goderic se encontraban cerca de sus aposentos) se había acercado a sus terrenos. En ese momento pareció como que la muchacha quería iniciar sus estudios en la Nigromancia, más pareció pensárselo mejor y marcharse por donde había venido. Adelantándose a horas más tarde, Báleyr no sólo había perdido a una prospecta pupila, sino también a Goderic, quien extrañamente había abandonado su educación a mitad de jornada. La verdad era que esperaba verlo de vuelta, pero entendería si el muchacho deseaba discontinuar sus estudios en caso de que no le convenciese del todo; sólo esperaba que lo hiciese por las razones correctas, o de lo contrario le sería muy difícil al mago recaer sobre las instrucciones del arcano. << Candela >> habló el Arcano en la mente de la muchacha; su voz resonó ligeramente en aquella especie de intermisión en el espacio << En este momento no me encuentro en mi hogar. Hazme el favor de seguir por el sendero que está en el bosque a tu derecha; si caminas lo suficiente, llegarás a un claro bastante espacioso. Deberías ser capaz de encontrarme allí. >> Las instrucciones eran exquisitamente vagas, pero no a falta de propósito, siendo que tras interrumpir la comunicación y con un sólo movimiento de su báculo, una serie de obstáculos aparecieron en el transcurso del camino que separaba a la muchacha del Arcano. Sólo para empezar, al inicio de su camino se encontraría con una decena de no-vivientes que intentarían acabar con ella. Si la muchacha era prudente, recurriría a algo más que la violencia física para deshacerse de ellos. La muerte era considerada, pero no toleraba de aquellos que quisiesen manejarla un pragmatismo desmedido para hacer frente a la adversidad. Se admitió a sí mismo que había iniciado la instrucción de la joven con un obstáculo considerablemente difícil de vencer, más el Arcano había podido percibir tanta duda en la mente de la mujer que, creía mejor, era mejor cortar el problema de raíz de ser necesario.
  6. Báleyr

    Nigromancia

    A pesar de que los años lo habían avejentado y el tiempo le había pasado factura a su cuerpo, lejos estaba él de perder la concentración sobre su alumna. Al contrario: su mente analizaba cada movimiento y procesaba cada pensamiento de la mujer; muchos creían que los Arcanos sólo realizaban una evaluación parcial de las competencias de sus aprendices, y si bien quizá aquello era cierto para algunos de sus compañeros de trabajo (con los que muy poco tiempo compartía, a decir verdad), lejos estaba de ser ese el caso para el nigromante. No. La única forma de que sus alumnos accediesen a la prueba del portal era que le demostrasen que poseían las competencias necesarias para lidiar con la muerte. En ocasiones, cuando el tiempo le sobraba y no tenía otra cosa con que distraerse, recordaba sus tiempos como aprendiz de aquella disciplina y, aún más frecuentemente, se comparaba a sí mismo con su propio instructor. No era algo que le confesaría a nadie alguna vez, mucho menos a quien lo había instruido a pesar de haber fallecido hacía ya varias décadas, pero muchas veces el criterio final para darle el visto bueno a un alumno era preguntarse si, de estar él presente, coincidiría en cederle acceso al portal. Decenas de aprendices habían pasado ya por su tutela, con una amplia gama de resultados. A pesar de algunos ser mucho más duchos que otros, y a pesar de que un gran porcentaje no había alcanzado a devenir un Nigromante hecho y derecho, todos los alumnos representaban un desafío. Beltis no era la excepción: su carácter y determinación traslucían un alma inquieta, sedente de conocimientos, ansiosa por asir todo el poder que la magia pudiese otorgarle. Algo le decía a Báleyr que no debía preocuparse demasiado por ella, pero no por ello sería laxo. Una pícara sonrisa se curvó en su rostro al observar a su alumna conjurar un portal en el medio del aire. Con el tiempo ella aprendería que las características físicas del portal permitían una evaluación superficial de la calidad de los mismos: el brillo, la consistencia del material que lo constituía, su tamaño, la temperatura que irradiaba. Todos aquellos eran parámetros que determinaban cuán bueno era el portal. Desde aquí podía ver que el portal, si bien opaco, era más brillante que varios de los primeros intentos de sus anteriores pupilos. Para ser su primera vez, no estaba nada mal. - Buen viaje, señorita. - comentó Báleyr, tras verla ingresar en el portal. Procedió a sentarse sobre las ramas del árbol, cerrar los ojos, y acompañar a la muchacha en su jornada.
  7. Báleyr

    Nigromancia

    Báleyr no se había quedado quieto desde el momento en que centró su atención en la Malfoy. Por el contrario, se había quedado dubitativo unos segundos mientras meditaba los primeros fragmentos de la conversación para luego emprender la marcha en dirección al bosque por el cual la bruja se había perdido mientras seguía el hilo de la charla entre la mujer y la muerta. Orgulloso de su pródiga memoria, no le fue difícil encontrar el camino que su aprendiz había seguido, y a pesar de que su maltrecha espalda le pedía a gritos que se sentase por un rato, permaneció de pie aguantando el dolor escondido detrás de un árbol prestando suma atención a lo que ocurría a tan solo unos metros de él: había encontrado a Beltis y a la misteriosa mujer. - Ya sé donde está. Lo he seguido por un tiempo. - confesó la no-viva, clavando sus orbes traslúcidos en Beltis - Está en una porción del inframundo a la cual yo no tengo acceso, una especie de recoveco reservado para las almas que han perecido impuras pero con la excepción de no ser culpables de ello. Mi hijo falleció por culpa mía, y es por mea culpa también que el está donde está. De no ser por mí... oh.... de no ser por mí estaría en algún lugar mejor. Quizá estuviese vivo todavía.. aunque no lo creo, la humanidad hizo desastres en la época en que el nació. En fin, ¿puedes abrir el portal? Báleyr arqueó las cejas sorprendido por lo repentino y directo de la petición: la mayoría de los no-vivos oscilaban un poco antes de efectuar tal petición, a sabiendas de que la mayoría de los magos desconocían como abrir un portal hacia el inframundo y aún aquellos que sabían hacerlo eran por demás reticentes a hacerlo salvo en ocasiones necesarias. Incluso la muerte y sus jurisdicciones tenían reglas, y los nigromantes no eran más que invitados allí y tenían que seguirlas a rajatabla. Sin embargo, la desesperación de la mujer era tal que, evidentemente, la Malfoy representaba su única esperanza en mucho tiempo... no podía echarla a perder. El Arcano, sin embargo, sabía que Beltis no estaba entrenada en el arte de abrir portales, todavía no se lo había enseñado. Meditó unos segundos, haciendo un rápido balance entre dos métodos de aprendizaje, decidiendo cuál era el más beneficioso para su alumna. Optó por quedarse detrás del árbol y permanecer oculto, supervisando su hacer, sin que ella advirtiese que el anciano mago estaría evaluando cada movimiento que hiciese. Desde luego, instruirla en el proceso de la "portalización" no sería fácil, pero magos con menos destreza que ella lo habían logrado, por lo que intuyó que eventualmente sería capaz de hacerlo. << Beltis. Para abrir el portal solo necesitarás tu varita mágica y una gran capacidad de concentración. >> comenzó el Arcano, habiendo previamente establecido la conexión mental que le permitiría hablar con su alumna << Por favor cierra los ojos y tu mente a cualquier estímulo externo, salvo a mí, por supuesto. Tienes que lograr que la muerte entre en contacto contigo a través de tu alma, y para ello la muerte demanda que tu mente esté libre de cualquier distracción. Una vez que hayas hecho contacto, debes pedirle permiso para entrar; te pedirá que justifiques las razones, y si lo considera prudente, te cederá el hechizo para abrir el portal. Sé cauta, sólo tienes una oportunidad para presentar tu causa. >> @Beltis
  8. Báleyr

    Nigromancia

    Báleyr no se había olvidado de su tercer alumna, quien a pesar del leve altercado se mostraba todavía más entusiasta por formarse en las artes de la Nigromancia. La había observado mientras se perdía entre los árboles del bosque, quizá pensando que la sombra que éstos proyectaban y el hecho de que se alejó demasiado la protegían de la mirada del nigromante. Lejos de ser aquella la verdad, el anciano podía verla claramente en su mente mientras se aventuraba por un sendero inexistente siguiendo una curiosa melodía. Ciertamente le sorprendió la génesis de aquella canción (varios años de experiencia le habían enseñado que aquel tipo de melodías rara vez venían de alguien que luciese como aquella mujer) más no dejó que aquella sorpresa circunscribiese su juicio final y decidió aguardar a que la Malfoy manejase la situación. Goderic y la recién llegada no emitieron palabra por un buen tiempo, lo cual contribuyó a que Báleyr centrase su atención en ella mientras lidiaba con uno de los tantos retos que le tenía preparados antes de acceder a la prueba final. Atestiguó la conversación que se desarrolló entre ambas mujeres, Báleyr gratamente sorprendido por el trato de su alumna hacia la no-viva el cual oscilaba entre compasión e indiferencia pero parecía ser la receta justa para exprimirle los detalles que el le había encomendado encontrar. Ciertamente la Malfoy poseía recursos que, detrás de aquella fachada beligerante y su fuerte carácter, constituían un buen potencial para convertirse en una Nigromante. Lo único que debía hacer era encausarlos hacia buen puerto. La mujer le confesó lo grueso de su historia y hasta quizá le dio el anzuelo para entender la razón por la cual todavía no podía abandonar aquel mundo. En efecto, el abandonar a su hijo había sido una experiencia de lo más traumático, incluso cuando ya estaba muerta. Pero aquella no era enteramente la razón por la cual parte de su esencia permanecía ligada al mundo de los vivos. Beltis debía excavar un poco más en sus motivaciones y tratar de entender el trasfondo de las mismas. - Eso le prometí. Pero no cumplí. - dijo la mujer - Tienes que ayudarme, ayúdame a cumplir mi promesa.
  9. Báleyr

    Nigromancia

    A pesar de la oscuridad prácticamente impenetrable de la noche, algo llamó su atención por el rabillo del ojo: un movimiento. En efecto, una figura humana caminaba por el tramo final del sendero que daba paso a su humilde morada. Le llamó atención el peculiar horario en el que la mujer había decidido acudir, más le generaba aún más curiosidad cual era el motivo de su visita. Difícilmente se tratase de una simple visitante: verdaderamente pocos eran aquellos los que se dignaban a visitarlo sin otro propósito más que el conversar (muchos menos eran aquellos a los que efectivamente invitaba dentro de su vivienda) y ninguno de ellos había acudido alguna vez a estas horas de la noche. La mujer no pareció advertir su presencia a tan sólo unos metros de la cabaña, dado que llamó a la puerta y aguardó inútilmente a que alguien le abriese. Báleyr mantuvo la mirada en la mujer, esperando que ésta notase la presencia del Arcano, más se vio obligado a sacudir el báculo levemente para producir un haz fugaz de luz blanquecina para convocar a la muchacha. Se puso de pie desde el pedestal en el cual se había acercado y comenzó a caminar, a paso lento para evitar que sus rodillas se quejasen demasiado, en dirección a la muchacha. No quería que ésta interrumpiese la actividad en que la Malfoy y Goderic se encontraban inmersos. La muerte nunca debía ser interrumpida. - Buenas noches, señorita. - dijo Báleyr en cuanto llegó junto a ella, tratando de no pensar en la imagen que debía tener de él: aquella enorme cicatriz que cruzaba gran parte de su rostro y el ungüento grisáceo que relucía a la luz de la luna, su mirada opacada por aquel enorme parche y su ojo sano que la miraba fijamente sin pestañar. - ¿Puedo ayudarla en algo? @@Candela Triviani
  10. Báleyr

    Nigromancia

    No le sorprendió en lo absoluto ver que fue Goderic quien, tras escuchar sus instrucciones, fue el primero en poner sus manos a la obra. Acercándose con cautela al no-vivo recientemente convocado, entabló con éste una conversación de manera tan natural que Báleyr no pudo sino mirar asombrado preguntándose si en aquel joven de humilde apariencia y personalidad tan escuetamente sencilla podía haber verdaderamente potencial para la Nigromancia. El rostro del anciano se iluminó a la luz de la fogata conjurada por Goderic, enseñando sus poco placenteras facciones, entra las cuales resaltaban su ojo tuerto y su enorme cicatriz en la mejilla, cubierta por un ungüento grisáceo que le recordaba su presencia por un fuerte picor al cual había dado por acostumbrase. Báleyr se acomodó y se sentó sobre una roca cercana a donde estaba, resposando su báculo contra su falda. Desvió unos segundos la mirada hacia su otra alumna, quien permanecía en su lugar, más no emitió comentario al respecto recordando el carácter prepotente de la joven. A pesar de sus varios años de edad y de la distancia que los separaba, el Arcano podía escuchar con toda claridad la conversación entre Goderic y no-vivos. Ciertamente este último se comportaba como la mayoría: apático, severamente indiferente y algo distraído (la muerte tenía un efecto tan obnubilante que verdaderamente pocos de aquellos que eran traídos desde la muerte eran capaces de tener un contenido de la consciencia lo suficientemente lúcido. - Eso es, en efecto, imposible. - le respondió el hombre, a quien Goderic había bautizado como William - Verás, incluso cuando mueres, es menester tener algo que te ate a quien eras anteriormente. La muerte te llevará, sin otra vía posible, a perder todo o casi todo sobre tu anterior vida, te despojará de lo bueno y de lo malo, pero hay algo que debes entender. La muerte quiere que recuerdes que estés muerto, y para hacerlo, tienes que seguir siendo tú, en cierta forma. Hay partes de la cruz que cargo que son imposibles de soltar pero... creo que tú puedes ayudarme. William hizo silencio por unos segundos. Y luego ofreció: - ¿Puedes llevarme al inframundo? En ese momento, y por arte de magia conjurada por Báleyr, quien permanecía atento a la conversación, aparecieron diversos elementos en el suelo al costado de la fogata: un caldero, un hueso y una daga. Todavía no había dado por enseñarle a su pupilo un ritual de envío ni como abrirle un portal hacia el Inframundo, pero quizá esta situación sería lo suficientemente desafiante como para poner verdaderamente a prueba sus dotes naturales. Báleyr chasqueó la lengua entretenido, carraspeó, y se dedicó a observar la situación. @@Goderic Slithering
  11. El ruido del goteo continuaba incesantemente en el fondo, como música de ambiente para aquellos dichosos de visitar el Inframundo sin haber muerto. En ese, y en tantos otros sentidos, la Nigromancia no era más que un enorme privilegio. ¿Quién, sino, podía hablar con aquellos que ya no estaban? ¿Quién, sino, podía mirar la muerte tan de cerca y al mismo tiempo permanecer protegido por el velo de la vida? ¿Quién, sino, podía torcer parcialmente el brazo de la muerte bajo la premisa de un respeto inacabable? La Nigromancia era intrínsecamente superior al resto de las habilidades; no por su dificultad, a pesar de que también influía en ello, sino por lo que implicaba. Observó a su alumno afrontar la situación que se le presentaba: su temperamento calmo y claro a la hora de pensar, en las mismas líneas de las tantas otras situaciones que el portal había decidido ponerlo. No podía sino sentir una leve efervescencia de orgullo por el accionar de su pupilo quien, ducho desde un principio, se había perfeccionado con diligencia en la Nigromancia y ya estaba en los últimos pasos. Por supuesto, de ahora en más, sólo restaba práctica y aprendizaje. ¿Cuánto mejoraría? ¿Qué tan bueno devendría? Eso estaba en sus manos. Con palabras calmas y a través de la plegaria justa, Hades escoltó a aquella persona fuera del inframundo y devuelta al lugar que él quería llevarla. Báleyr nunca supo quién era aquella persona y a dónde la llevó, a pesar de que quizá podría haberlo hecho si hubiese rebuscado lo suficiente en la mente de su alumno; sabía mejor que entrometerse en sus cosas personales y, a fin de cuentas, no era necesario que lo supiese; el veredicto final ya había sido dado y el portal frente a él refulgió intensamente por unos segundos, devolviéndole al Ragnarok. - Enhorabuena, Hades. - comentó Báleyr, poniéndose de pie y tomando su báculo para luego acercarse al muchacho - Has superado la prueba y te has convertido en un Nigromante. - el viejo Arcano lanzó un leve carraspeo y, con la respiración agitada, señaló con su dedo el de Hades, donde el Anillo del Aprendiz sufrió una rápida metamorfosis para transformarse en el anillo definitivo de la habilidad.
  12. Báleyr

    Nigromancia

    ¿Qué les pasa a los niños de hoy? pensó, contemplando a su alumna. Finalmente y tras un largo silencio, la mujer se había dignado a responder las preguntas del Arcano quien, lejos de entender su comportamiento hasta ahora, no podía sino intentar adivinar qué pasaba dentro de la cabeza de aquella muchacha. La fulminó con el ojo que le quedaba, más recurrió a todas sus fuerzas para mantener la calma y se esforzó por acompasar su respiración a un ritmo que le proveyese tranquilidad. Meditó incluso, por unos segundos, excusarlos y hacerlos volver al otro día. - No le permitiré que me falte el respeto, señorita. Es una mujer adulta, si no tiene la decencia de hacerse cargo de sus actos, al menos tenga la del respeto. Merlín sabe que ustedes - y lo dijo haciendo referencia no a su familia, sino a todos sus congéneres magos - han sido criados sin él, pero no toleraré la falta de respeto. - quizá podría haberle respondido contándole sobre los familiares de su misma familia que habían pasado antes por su templo, quizá podría haberle dicho unas cuantas otras cosas más. Se limitó, sin embargo, a cerrar los ojos por un momento y a invitarla con un gesto a que se colocase al lado de su compañera. Báleyr alzó sus manos y, con una serie de movimientos bien coordinados, generó que el cadáver sobre la mesa se alzase en el aire y rotase sobre su eje longitudinal, de modo que cuando volvió a apoyarse lo hizo boca abajo. Todavía quedaba mucho para enseñarles a sus alumnos: era preciso que fuesen capaces de recabar evidencia sobre la muerte en cuantos aspectos fuese posible. La muerte nunca era silenciosa, contrario de lo que muchos pensaban, siempre dejaba rastros detrás de sí para aquel que fuese lo suficientemente observador y supiese donde mirar. - En efecto le será muy difícil dominar, per se, la muerte. Su carácter ingobernable es algo de lo que más nos llama a aquellos que nos dedicamos a estudiarla. Sin embargo, ha venido al lugar correcto si lo que quiere es entenderla. - contestó a su alumna tras haberla escuchado, sin olvidar que todavía le debía una respuesta a Goderic. Báleyr tomó la daga y realizó un corte sobre el eje longitudinal de la espalda del cadáver, justo a un lado de donde se encontraban las apófisis de las vértebras subyacentes. Apoyó el dedo sobre una de las vértebras y, con un simple encantamiento, la hizo desaparecer. Había escogido un lugar de la columna vertebral hasta el cual la médula espinal no se extendía. Lo que veían, por el contrario, era una cubierta de color blanquecino hinchada por la gran cantidad de líquido que tenía dentro. Volvió a tomar la doga y presionó con su punta contra aquella cubierta, generando que un líquido purulento y algo decaído se asomara hacia la superficie e impresionase sus sentidos. - Este hombre falleció producto de, entre otras cosas, una infección en su sistema nervioso. Este tipo de líquido es la prueba de ello. - comentó, enseñándole la daga llena de pus a sus alumnos. Depositó la daga a un lado del cuerpo y le instruyó a sus alumnos que lo siguieran. A paso lento y algo complicado por su dolor de espalda, Báleyr los escoltó fuera de su mazmorra, subiendo las escaleras y hacia el jardín que rodeaba su vivienda. La noche se alzaba impertérrita en el cielo, acompañada de una temperatura lo suficientemente fría como para obligarlos a mantenerse en movimiento. Caminaron por algo menos de un minuto hacia una parcela de tierra oculta entre varios árboles. - Retomaremos eso que me has dicho sobre inferis y vampiros en tan solo un momento, Goderic. - dijo, mirando a ambos alumnos, su ojo sano reflejándose con la luz de la luna- Ahora, por ser su primera vez, haré yo los honores y os convocaré a dos personas desde el inframundo. Quiero que converséis con ellos, y que veáis que tienen para deciros, que averigüéis que los trae por aquí, ademas de esta clase, por supuesto. Dicho esto, golpeó el suelo con su báculo y, detrás suyo, dos montículos de tierra comenzaron a surgir desde las profundidades.
  13. La tensión de aquella escena era un crescendo inacabable, tanto que el arcano se encontró a sí mismo manteniendo la respiración y sintiendo como su frágil y amedrentado corazón latía con furia. Todos y cada uno de los muertos se acercaban a Hades, recortando la distancia entre ellos y él, mientras su pupilo luchaba contra sí mismo para encontrar la respuesta a aquella misteriosa escena. ¿Cómo haría para escaparse de aquella situación? Báleyr se encontró a sí mismo meditando, por un segundo y sin perder el ojo sobre la fortuna de su alumno, qué haría el en caso de encontrarse en los pies de Hades. Llegó un punto que el propósito de aquella prueba se tornó obvio y evidente, pero no por ello sería fácil. El más indispensable requisito para convertirse en un nigromante era la capacidad de entender y acceder a los sacrificios que la muerte, invencible, demandaba de sus aprendices; si Hades lograba realizar el sacrificio y obtener el perdón de los restantes miembros de la tripulación, no sólo demostraría contar con una gran cualidad sino también forjaría un elemento inolvidable de su propia historia. El Arcano se llevó inconscientemente su mano hacia su ojo tuerto, con cuidado de no tocarse el ungüento, y recordó casi en carne viva los sacrificios que él había tenido que hacer. Observó la continua lágrima de sangre que se deslizaba hacia el piso del barco y lo teñía de un color rojo vino hasta que perdió la visión de Hades entre tantos muertos que terminaron por rodearlo. Unos cuantos segundos de expectativa sucedieron a esa escena hasta que, de la nada, la escena se oscureció y no quedó nada más que una negrura absoluta. Toc. Toc. Toc. Pac. Pac. Pac. Un goteo resonó a la distancia y la mismísima imagen del inframundo apareció entre los ojos de su alumno. Este debía de ser el último obstáculo. - ¿Hades? ¿Puedes ayudarme a salir de aquí? - no sabía a quien pertenecía esa voz, pero dudaba de que no fuese de alguien importante.
  14. Poco podía hacer Báleyr para razonar acerca de lo que estaba viendo: el portal le confería un acceso limitado a los pensamientos del Ragnarok, los suficientes para que tomase consciencia de las emociones que este atravesaba y para que pudiese captar, harto vagamente, su línea de pensamiento. De un momento a otro el paisaje cambió rotundamente. Un pestañear bastó para que no se encontrasen más en medio del violento y sangriento paisaje donde una jirafa y un león yacían inertes; ahora se encontraban en una especie de barco que flotaba sobre el temperamento del oleaje, meciéndose de manera incontrolable a su merced. Báleyr percibió el aire de duda en la mente de su pupilo: si bien reconocía el lugar como parte de su pasado, no estaba del todo seguro respecto de cuál era su propósito allí. El Arcano reposó su cabeza contra la pared de la Gran Pirámide y suspiró largo y tendido, harto cansado, deseando más que nada marcharse a su mazmorra y dormir. Cerró los ojos y volvió a concentrarse en las vivencias de su alumno, manteniéndose lo suficientemente concentrado y alerta como para no perder la conciencia. Sólo volvió a erguirse cuando el propósito del Ragnarok en aquella faceta del portal quedó explícito. Encontró a su alumno, unos cuantos años más joven, sentado junto a un moribundo cuya cercanía a la otra vida era evidente; su frente perlada de sudor, su cuerpo tenso y tiritante, su semblante pálido. El hombre se estaba desangrando y su cuerpo luchaba precariamente por adaptarse a aquellas condiciones; inútilmente, claro. Falleció unas horas después. Su alumno comenzó a cerrar las cortinas y proteger con encantamientos mágicos la habitación, y para entonces la frustración del arcano era más que evidente si alguien llegase a verlo. - ¿Qué? ¿Otra vez? - soltó, azotando uno de sus pies contra el suelo y despertando una fina capa de polvo - ¡Vamos! Usa tu magia, ya lo has visto hacer un ritual de sanación; la Nigromancia es más que eso. - No estaba seguro de por qué se quejaba. El portal no tomaría en cuenta su opinión y, de cualquier manera, probablemente sabía que tenía que evaluar otros aspectos. Sin embargo el cansancio lo impulsaba a quejarse y la repetitividad de la prueba lo había puesto de malas. Casi como si hubiese hecho caso de su sugerencia, la escena cambió rápidamente. El Ragnarok se encontró de repente en la proa del barco, en el seno de una tormenta que no solo desperdigaba lluvia por todos lados sino que también bamboleaba el barco de un lado para otro. La visibilidad estaba seriamente limitada dado que el día estaba dando paso a la noche, la iluminación provista únicamente por las pocas farolas que iluminaban la proa y por la intermitente luz de los relámpagos. De todas direcciones, casi en trescientos sesenta grados, comenzaron a acercarse al Ragnok todos sus compañeros de flota, el moribundo entre ellos. Sin embargo, no eran sus compañeros de flota. Ya no se encontraban en su pasado; este había sido distorsionado: Todos sus compañeros estaban muertos, y se acercaban a él en reproche por ser el único vivo. ¿Qué era lo que querían ¿Asesinarlo? ¿Vengarse de él por haber resucitado al moribundo? Hades tendría que averiguarlo pronto o safarse de la situación de alguna manera; sus habilidades de Nigromante estaban siendo puestas a prueba una vez más. - A veces.. sólo a veces... eres genial. - dejó salir, jocoso, Báleyr mientras entrecruzaba sus piernas y se disponía a disfrutar del espectáculo. @@Hades Ragnarok
  15. Báleyr

    Nigromancia

    La actitud de su alumna Malfoy le resultaba ya molesta; Báleyr era un hombre de significativa tolerancia más el desinterés por su asignatura y la falta de compromiso eran cosas que no soportaba. La mujer pasó unos cuantos minutos en silencio, los suficientes para que su otro alumno, Goderic (quien en cambio se mostraba significativamente más predispuesto a aprender de él y cuya forma de pensar le agradaba en demasía al Arcano) se marchase a hacer su tarea y volviese luego tras haberla realizado. Báleyr controló con su ojo sano cuanto tiempo le había tomado y supo enseguida que no había sido lo suficientemente minucioso, sin embargo pocos eran aquellos que tenían su ojo lo suficientemente entrenado como para hacer suficientes observaciones que llegasen a satisfacer al anciano. Éste, sin embargo, se demostró impasivo y escuchó atentamente todos y cada uno de los comentarios del Slithering. Estos pecaban de superficialidad, más tiempo les sobraba y Báleyr estaba deseoso de expandir los campos de conocimiento del muchacho. -Ven conmigo, Goderic. - le instó, dejando a la Malfoy a un lado y dirigiéndose a la habitación a donde se encontraba el cuerpo; la mujer podía sumárseles luego, si eso deseaba. Finalmente llegaron frente al cuerpo. Báleyr se colocó de manera tal que cada uno quedó a un lado de la mesa donde se encontraba el cadáver, de manera que quedaron enfrentados. Con un simple gesto, convocó de la nada una profunda daga y la enterró en su hipocondrio izquierdo, justo por debajo del reborde costal, apuntando hacia arriba y a la izquierda. Su objetivo era claro, perforar el bazo y deplorarlo de la gran cantidad de sangre coagulada que este probablemente albergaba. En efecto, cuando el Arcano retiró el cuchillo, este salió impregnado de un líquido rojizo y espeso. - Ahora - continuó el arcano, y se acercó el cuchillo a su boca para probar con su lengua la sangre - Quiero que pruebes la sangre y notes un detalle fundamental. Cuando pruebas sangre de una persona viva, notarás que esta tiene un gusto metálico propio del hierro que contiene la sangre, más en el caso de una persona muerta es perceptible un fuerte gusto ácido producto del metabolismo anaeróbico que antecede a la muerte celular. Había más signos que le interesaba que su alumno conociese, más eso podía esperar, dado que quería también hacerle otras preguntas. - Dime, Goderic, ¿cómo harías para diferenciar este cadáver de un inferi o de un vampiro durmiente? @Goderic Slithering
  16. El Arcano no tenía control alguno sobre los obstáculos que sus alumnos debían atravesar; probablemente era aquello lo que más le llamaba la atención de aquella antigua forma de magia, dado que a pesar de sus múltiples exposiciones a su funcionamiento todavía no llegaba a entender del todo cómo era que funcionaba. Desde su primer momento como profesor y a lo largo del tiempo, portal y Arcano habían forjado una relación donde la función de Báleyr no era otra que la de volver a sus alumnos lo suficientemente buenos como para afrontar la prueba. Naturalmente, el veredicto final lo tenía el portal, quien las más de las veces coincidía con el anciano tuerto. Había excepciones, claro, pero hacía ya tiempo que no lidiaba con una de ellas y en verdad prefería enfocarse en su pupilo actual. Hades apareció en una vasta extensión de tierra que el Arcano no reconoció pero que percibió como familiar y emocionalmente significativa dado que así lo percibió él. No entendió cuál era el propósito de llevarlo allí hasta que vio la sanguinolenta masacre de la cual el muchacho participó. Sin ser consciente de ello, Hades poco a poco estaba demostrando su aptitud en determinadas pequeñas características que hacían a un buen Nigromante. Por poco se pierde la oportunidad de verlo acabar con la fiera de un solo saque por una arremetida de tos que lo sacudió de la nada, más pudo presenciar el evento a medias luego de recuperarse y lanzar un escupitajo al suelo de la Gran Pirámide. Lo contempló una milésima de segundo cuando impactó contra el suelo, asegurándose de que no tenía sangre y de que sus flemas no estaban causándole demasiado problema. - Van a tener que darme vacaciones, nada de pupilos nuevos o se quedarán sin maestro. - comentó quejoso para luego disponerse a observar como su alumno realizaba casi completamente a la perfección un ritual de resurrección que devolvió a la vida a uno de los perecidos bajo la masacre. Su trabajo había sido, en verdad, impecable dado que el no-muerto-ni-vivo demostraba características bastante creíbles. Todavía quedaba más. El portal estaba contento con lo que había visto, podía sentirlo, pero no le era suficiente. Su alumno debía enfrentar el próximo obstáculo.
  17. Contempló seriamente a su alumno por un momento, mirándolo a través de su único orbe intacto mientras sentía un casi irresistible impulso de rascarse la fuerte picazón que el ungüento sobre su cicatriz le provocaba; odiaba en demasía aquella crema más era lo único que le aliviaba el intenso ardor que tendría de no aplicársela, y a pesar de los años y de haber tolerado torturas mucho peores encontraba que prefería la picazón antes que el ardor. Buscó cualquier retazo de duda en la mirada del muchacho, un hábito que había tomado desde hacía tiempo y para el cual se valía de su instinto para determinar si estaban listos o no para ingresar en la gran pirámide. No tenía motivo alguno para demorar más tiempo su entrada al portal, por lo que le indicó que lo siguiese con un gesto y comenzó a caminar, con ayuda de su báculo, en dirección a la pirámide. Sus puertas se abrieron para darles paso sin tener que tener él que interceder: aquella ancestral construcción tenía una magia que Báleyr solo podía soñar con entender y con la cual sentía que había establecido algún tipo de conexión. Era una teoría reciente de él, pensó mientras ingresaba en la pirámide que estaba agradablemente iluminada por un par de antorchas, que toda la energía mágica no era más que un continuo en el espacio y tiempo y que, a pesar de estar distribuida en decenas de millones de magos, plantas, criaturas y objetos, era la suma de las partes la que verdaderamente componía a la magia. Salió de sus cavilaciones en cuanto el haz de luz del portal los iluminó tanto que por poco los obliga a cerrar los ojos: el portal estaba listo, su alumno también. - Pues muy bien, si estás seguro, es hora de que leas este pergamino antes de proceder, la sección que habla sobre la prueba del portal de las siete puertas bastará. -si bien esperaba que ya hubiesen leído el pergamino de antemano, prefería prevenir antes que lamentar y el que avisa no traiciona. Aprovechó a tomar asiento dentro de la pirámide mientras su alumno realizaba la lectura obligatoria. - Ten en cuenta que yo no tengo influencia alguna sobre la prueba, será el portal quien decida cuándo estás listo y será el portal quien elija los obstáculos que tienes por delante. Mucha suerte, Hades. Estaré esperándote aquí a tu regreso. - agregó mientras tomaba la mano de su alumno y le colocaba en el dedo índice el anillo de la habilidad, éste no se encontraba en su estado final, por supuesto, era un mero anillo de aspirante que sólo se transformaría debidamente si él superaba la prueba. Cerró los ojos para sumirse en un profundo estado de meditación, dando por zanjada su conversación con el joven. Lo único que debía hacer era atravesar el portal y, desde entonces, todo quedaría en sus manos: él mismo determinaría su destino.
  18. Báleyr

    Nigromancia

    Su alumna Malfoy parecía por fin demostrar interés en la clase. Inmutada desde que había llegado y hasta entonces, había hecho caso omiso de las preguntas del Arcano y se había limitado a permanecer en silencio mientras Goderic hablaba. En un principio Báleyr había aceptado su silencio, justificándola con que quizá estaba divagando dentro de su cerebro por una respuesta lo suficientemente convincente como para satisfacerlo a él, quien seguramente dentro de sus pensamientos no era más que un anciano soberbio, creído y gruñón. No fue hasta que la muchacha se puso de pie y se dirigió hacia las estanterías que descansaban contra las paredes que le quedó claro que los estaba ignorando. - Disculpe, señorita Malfoy. - dejó salir Báleyr, tras callar momentáneamente a Goderic de un gesto - Quizá esté acostumbrada a recibir trato especial por ese apellido que usted porta, créame que he tenido otros de su familia en esta misma mazmorra y todos ellos se pasean con el mismo aire altanero que usted, pero ha estado aquí desde el comienzo de la clase y sus actividades previas a este día no la dejan exenta de esta parte teórica. Quizá se crea que no la necesita, pero le aseguro que el no conocer a la muerte es el peor error que un aprendiz de nigromante pueda cometer. Así que venga aquí, por favor y espere a que su compañero termine. Fulminó a la mujer con la mirada por unos segundos, para luego retornar su ojo no-tuerto hacia Goderic y, tras un corto asentimiento, le permitió continuar. Alzó las cejas sorprendido en más de una ocasión, gesto que pasó desapercibido gracias al parche que le cubría la mitad de la frente y a su larga cabellera platinada cuyos flecos oscilaban por su rostro como olas en el horizonte del mar. No dejó que ninguna otra parte de su rostro expresase la leve admiración que sentía por la claridad de los pensamientos del muchacho, se mantuvo en cambio impasible y serio. Si bien las respuestas del muchacho seguían siendo, para su gusto, vagas y algo circunstanciales, dejaban trasver que dentro de él mismo sí que había un verdadero motivo para presentarse allí. A lo largo de su experiencia como Arcano, había visto varios magos acercarse a él con quizá el mismo o mayor entusiasmo que su actual pupilo; la mayoría de ellos, sin embargo, habían fracasado en el intento de aprender la habilidad por no tener sus motivos lo suficientemente claros o no tener la determinación suficiente para actuar en base a ellos. Sus labios se curvaron, por una fracción de segundo, en una corta y pícara sonrisa al recordar los bufidos y rechistares de varios magos 'pródigos' quienes eran echados de la clase por no ser lo suficientemente competentes. Si bien no podía prever el futuro de Goderic en la habilidad, el joven versaba de una manera prometedora que le despertaba una ilusión que hacía rato no sentía. - ¿Sabes por qué más le tememos a la muerte? - aventuró en cuanto su alumno concluyó - Por que la muerte es la prueba irrefutable de nuestra vulnerabilidad. La especie humana se ha construido, con el paso del tiempo, una idea de egolatría por ser la especie superior o por que estamos dotados de una inteligencia racional. Incluso nosotros los magos nos creemos mejores que los muggles por tener la magia en nuestra sangre. Sin embargo, la muerte no se fija en las especies ni en las razas ni en si poseen magia o no. La muerte no sabe de excentricidades. Con un simple ademán, invocó su báculo. Éste se materializó en el aire y su cristal opaco refulgió levemente a la luz de las antorchas que había en la mazmorra. Báleyr lo sujetó fuertemente con su mano derecha y realizó un ademán que provocó que una de las puertas, ubicada en la mitad de la pared a su derecha entre dos estanterías, se iluminara levemente con un resplandor violáceo. Dejó que la larga vara mágica descansase apoyada en su falda y la tamborileó levemente con sus dedos, esperando unos segundos para decidir con qué parte de la clase debía continuar su pupilo. - Por favor, Goderic. Pasa por esa puerta. Encontrarás un cadáver allí dentro; quiero que lo examines bien y que me digas todos y cada uno de los detalles que a tí te indican que esa persona está muerta. Vuelve aquí cuando hayas terminado. - sin más, redirigió su mirada hacia la Malfoy - Muy bien, ahora sí que es tu turno, espero no aburrirte demasiado si te pregunto ¿qué es para tí la muerte? y ¿por qué quieres dominarla?
  19. El viejo arcano permaneció sentado en la piedra mientras tamborileaba con los dedos su largo báculo de cristal opaco y hacía uso de la conexión con su alumno para evaluar su progreso. El enorme laberinto que los separaba a ambos magos se alzaba delante del Ragnarok, quien llegó a su entrada para encontrarse con los múltiples calderos y una misión cuya evidencia era tan grande que sólo un tonto no hubiese sabido qué hacer. Contuvo la respiración por unos muy pocos segundos, lo máximo que su frágil cuerpo aguantó sin ceder ante la presión de sus desesperados pulmones que rogaban a gritos una renovación del aire, mientras Hades comenzaba con el ritual. Un brote mínimo más presente de orgullo surgió dentro de su pecho al ver como su pupilo realizó el ritual con suma confianza y destreza; en cuestión de minutos, donde antes habían trozos de cadáveres mal irrigados y algo putrefactos, ahora había personas en un estado de semi-vitalidad. Sin saber, pero a la vez sabiéndolo, el joven se había creado su propio ejército para la inminente batalla que le aguardaba dentro del laberinto. Sin saberlo, estaba sometiéndose aún a otra prueba, dado que si bien muy pocos eran capaces de devolver los muertos a la vida, aún menos eran aquellos quienes podían constituirlos con el poder suficiente como para batirse a una lucha. Y así avanzaron por el laberinto, algo más lento de lo que el Arcano hubiese querido, pero a paso seguro. No era un hombre al cual paciencia le faltase, al contrario, más su cuerpo exclamaba a gritos un descanso en su cabaña por unos cuantos días y no estaba ni cerca de contestarse con el pequeño descanso que el anciano se había tomado al sentarse sobre la roca. Sin embargo, para cuando el momento de la batalla llegó, todo dolor y cansancio desapareció en respuesta a la arremetida de adrenalina que recorrió todo su cuerpo. Jugueteó incómodamente con su parche, luego con su cabello y por último con su báculo mientras observaba la contienda; su alumno se manejaba con una destreza sorprendente lo cual daba cuenta de sus habilidades mágicas. Apenas había entrado en su cerebro producto de aquella conexión, había sensado una gran oscuridad, más sólo ahora era realmente evidente cuando la canalizaba en encantamientos mágicos. Gruñó con disgusto al verlo utilizar uno de los encantamientos de aquellos malditos Uzza, más se decantó por dar como aceptable la resistencia que los no-vivos ni muertos que había reencarnado habían opuesto. Solo dos de ellos acompañaron al Ragnarok hasta el final del laberinto y la entrada a la pirámide, más estos murieron al instante cuando, tras carraspear levemente, el anciano chasqueó sus dedos y estos cayeron al suelo desmembrándose inmediatamente. Se puso de pie y recibió a su alumno, para luego comenzar a caminar lentamente hacia la puerta de la Gran Pirámide que, tras instrucción del arcano, se abrió de par en par para darles acceso. - Hades, es mi obligación preguntarte una vez más. - dijo el Arcano, tras lo cual tomó su báculo y pronunciando un extraño encantamiento ancestral, abrió el famoso portal que le daría acceso a la prueba - ¿Estás listo para tomar la prueba? De decir que sí, no debería hacer más que sumergirse en lo que sea que el portal le tuviese preparado. Desde ese entonces, el Arcano no sería más que un expectador.
  20. Báleyr

    Nigromancia

    - En efecto, la muerte es incorruptible, Goderic. No existe nada ni nadie que pueda escapar a ella, quizá existan algunas personas, como yo, con el poder suficiente de postergarla indefinidamente; pero al final de la historia, nadie es capaz de la inmortalidad. Llevo mucho tiempo buscándole la vuelta a eso, pero creo que es lícito admitir que la muerte en sí es el destino final de cualquier tren que decidas tomar en esta vida. Tienes que reconocer a la muerte no como algo ajeno, sino como algo intrínseco. Es parte de tí y de tu ciclo de vida. Báleyr contempló atentamente, a través de su ojo sano, a Goderic por unos cuantos momentos. No estaba del todo seguro a qué se refería cuando hablaba de un "bien mayor", después de todo los bienes mayores eran cuestión de subjetividad y al Arcano verdaderamente no le importaban las subjetividades ajenas; magos mucho más poderosos que su pupilo, e incluso más poderoso que el Arcano (cosa que no admitiría), habían perdido la razón en el medio de relatividades propias y por aquello mismo no aceptaría aquella respuesta como suficiente. - Necesito saber a que te refieres con ese bien mayor, Goderic. - el anciano podía notar lo dubitativo del joven; había en efecto algo que no quería contarle, pero el no hacerlo constituiría motivo suficiente para cortar la clase en ese entonces - No debes tener miedo de tus motivaciones para aprender esta disciplina, joven. La Nigromancia es un arte oscura por excelencia, pero eso no quiere decir que aquellos que la dominan sean malas personas. Si quieres conocer la muerte, debes dejar que ella te conozca primero y hacerlo bajo la sabiduría de que es una relación dispareja, dado que ella siempre sabrá más de tí que lo que tú sabes de ella. La Malfoy permaneció en silencio, sin emitir palabra o realizar gesto alguno. - Cuéntame, además, ¿por qué crees tu que la muerte está tan mal vista? ¿por qué los seres humanos tenemos tanto miedo a la muerte y no queremos que nos llegue, a pesar de que entendemos que es parte de nuestras vidas?
  21. Báleyr

    Nigromancia

    El silencio le ofrecía una paz inamovible. Era como un vacío que nunca llegaba a llenarse del todo, una especie de trance temporal y transitorio que lo sumía en una calma de la cual podía disfrutar sin limitaciones. Su gran edad le había permitido, a lo largo de los años, disfrutar de los pequeños y grandes placeres de la vida, pero a pesar de sus triunfos y conquistas, de sus pérdidas y sus caídas, sus viajes y sus estudios, siempre encontraba un extraño retazo de placer sublime en el silencio. Era una de las creaciones perfectas: siempre estaba allí, esperando a que el ruido cesase para retomar su protagonismo. Sumido en el silencio y la prácticamente impenetrable oscuridad que caracterizaba su mazmorra, aguardaba sentado, con los ojos cerrados y sus manos entretenidas jugueteando con su larga cabellera, un hábito que había adquirido últimamente pero del cual extrañamente no se podía desligar. Pacientemente esperaba el momento en que sus alumnos hiciesen acto de presencia en el lugar, dos pupilos que buscaban de su instrucción para iniciar su viaje en las artes de la Nigromancia y para, intentar siquiera, convertirse en aunque sea nigromantes novatos. No les haría las cosas fáciles, desde luego que no, ni su propia personalidad ni la habilidad en si podían permitirse semejante ultraje. Su pupila mujer, una de los tantos Malfoy que habían pisado su mazmorra, ya había establecido contacto con él y había atravesado una de las fases del entrenamiento. En su momento la había excusado con el propósito de examinar cuidadosamente su labor pero también con la idea de descansar un poco tras las agotadoras sesiones de entrenamiento que había tenido que realizar para con Hades; no quería admitirlo, una parte de su terqueza no se lo permitía, pero en días como aquellos todos los años y aventuras que había vivido parecían cobrárselas, tanto que a duras penas podía levantarse de la cama. Tras comprobar que la mujer había hecho un trabajo que raspaba lo aceptable, volvió a citarla a su mazmorra al mismo tiempo que al más reciente de sus pupilos. Poco sabía sobre él, más que su nombre, que en ese momento no recordaba. Ciertamente no llevaría el mismo progreso que la Malfoy, pero quizá si se probase lo suficientemente apto podría alcanzarla y juntos progresar hacia la prueba de la habilidad. Después de todo, si algo había aprendido en sus varios años como profesor, era que cada alumno era un mundo separado del resto y cada uno tenía sus propios tiempos para aprender. Báleyr no era un profesor piadoso ni que sintiese lástima por los débiles, pero sí sabía premiar a aquellos que a pesar de las dificultades mostrasen la perseverancia necesaria para terminar triunfando. - Bienvenido, Goderic. En efecto es aquí donde intentarás de iniciarte en la Nigromancia. - dijo el anciano tras recibir a su alumno, quien se presentó en su mazmorra acorde a lo pactado. Carraspeó sonoramente, y luego prosiguió - Déjame advertirte que nada de lo que te espera es fácil, muchos otros se han presentado aquí como tú para aprender de mí y han fracasado en el intento. Nada de lo que aspires a realizar conmigo o gracias a mí será sencillo, pero si aún así estás dispuesto a intentarlo, entonces haré lo mejor que pueda para enseñarte. Sólo restaba a esperar a su alumna Malfoy. La última vez que la había visto se había mostrado extasiada por aprender y hasta furiosa por las labores que el anciano le había asignado. ¿Dónde estaba ahora? - Empezaremos con algo sencillo. Déjenme decirles algo - dijo, tras un largo silencio de varios minutos, una vez que la mujer se hizo presente - la única forma de dominar las vicisitudes y secretos de la muerte es conocerla y conocerse a ustedes mismos lo mejor posible. Verán, la muerte es, quieran o no, inexorablemente parte y, a su vez, dueño de ustedes; si quieren dominarla, deben aceptarla como es y deben entender el propósito de su existencia. La razón de ser. No cualquiera es capaz de semejante hazaña, pero quizá yo pueda guiaros hacia la respuesta. - miró a sus dos alumnos a través de su ojo sano, percibiendo en sus miradas el temor que su figura les infligía - Quiero que busquéis dentro de ustedes y me digáis cuál es la verdadera razón, no importa cuan vergonzosa, profunda o terrible sea, por la cual queréis aprender la Nigromancia. Me gustaría también que me digáis que representa la muerte para vosotros, que figura os hacéis de ella, que os inspira." @Goderic Slithering @Beltis
  22. A medida que las volutas de humo se perdían ascendiendo hacia el cielo nocturno, fue sintiendo como su conexión con su pupilo se iba fortaleciendo poco a poco a medida que se acercaba a la orilla del lago. Ni toda su experiencia como Nigromante, ni todos sus años de estudio, ni todo su tiempo como catedrático le habían bastado para comprender la verdadera naturaleza de aquel extraño vínculo que se formaba entre profesor y alumno cuando estos progresaban hacia las fases más avanzadas de la habilidad; lo más que había llegado a comprender, quizá también con una pizca de suposición, era que la magia misma establecía entre ellos un canal de comunicación que se consolidaría verdaderamente luego de que la prueba del portal fuese superada, lo cual constituía requisito indispensable. Para cuando su discípulo se paró frente a las aguas del lago, ya podía sentir todo aquello que él percibiese o pensase, lo que bastaría para observar su progreso desde allí hasta que terminase por salir del portal (si es que lo lograba, claramente). Consciente de que pasaría un buen rato hasta que llegase a la puerta de la pirámide y de que sus articulaciones no tolerarían el peso de su cuerpo por tanto rato, ni siquiera con la ayuda del bastón, se valió de su vara de cristal para encantar una roca de superficie superior lisa, lo suficientemente cómoda para que el anciano tomase asiento y colocase su báculo sobre su falda. Acto seguido, se entretuvo jugueteando con la pipa entre sus labios para luego cerrar los ojos y concentrarse plenamente en la vivencia de su alumno. Comenzó a acariciar su larga cabellera por encima de su hombro y arqueó su ceja sorprendido al ver la destreza con la cual su alumno abrió el portal hacia el mundo de los muertos; ciertamente no esperaba que lo hiciese tan rápidamente y a juzgar por sus hilos de pensamiento, no le tomó demasiado trabajo, más no dudaba de las habilidades de Ragnarok y estaba seguro de que era capaz de eso y más. Su pupilo no sólo se mostraba notablemente ducho hacia la disciplina, sino que tenía dentro de sí una auto-exigencia y una perseverancia que le recordaban un poco a sí mismo. Aquellos rasgos eran apreciables en cada pensamiento, cada acción y cada palabra del mago y no bastaba con que los desafíos que tenía por delante fuesen difíciles, sino que él mismo se complicaba aún más las cosas por su propia personalidad. Las imágenes y recuerdos que se sucedieron a continuación y se desplegaron por la mente del Ragnarok no tenían demasiado sentido para el arcano, quien solo podía comprender una parte de todo ello. Lo único que podía inferir, por la totalidad de la experiencia, era que eran recuerdos importantes y de gran valor sentimental para su alumno, quien por un momento pareció estar al borde de perderlo todo para luego recomponerse valientemente y encontrar su camino fuera del mundo de los muertos y hacia el otro lado de la orilla. El Arcano permaneció con los ojos cerrados, carraspeó sonoramente y se mantuvo expectante a lo que haría su alumno a continuación mientras resistía el constante impulso de rascarse el ungüento que llevaba por encima de la cicatriz en su rostro. @@Hades Ragnarok
  23. Salió de la mazmorra media hora antes de medianoche, caminando lentamente con ayuda del bastón para disimular la tomara de la pierna izquierda. Sobre la mejilla llevaba una profunda cicatriz abierta cubierta por un extraño ungüento gris que brillaba bajo la luz de la luna. Unas profundas ojeras destacaban sobre las facciones angulosas de su rostro, y llevaba el ojo malo oculto bajo un parche. Esa noche los años habían aflorado y en cada paso demostraba su avanzada edad. Esa noche se sentía como el viejo que era, como el saco de huesos y memorias centenario que se hacía pasar por profesor. De vez en cuando, como esa noche, sus incansables batallas le pasaban factura para recordarle que no era más que un rufián. Poderoso, sí, pero de naturaleza mortal. Antes de salir, envió una lechuza a Hades para indicarle la hora y el lugar de la prueba, hacia donde se dirigía con parsimonia. Cruzó las callejuelas de arena y roca, entre las pequeñas casas y edificios de ladrillo cocido. De vez en cuando se encontraba con algún alumno que apresuraba el paso al avistarlo, sin siquiera dedicarle una mirada de soslayo. El Arcano de Nigromancia siempre había sido un puesto de respeto que imponía al alumnado y a la sociedad mágica en general. No solo por el halo de misticismo y leyenda negra que rodeaba la materia, sino porque los propios Arcanos eran magos de conocida y dudosa reputación. Sus habilidades en las artes oscuras no dejaban indiferentes a nadie. Se detuvo al llegar a la orilla y elevó el brazo derecho con la vara de cristal. Con la punta hizo una floritura precisa sobre el aire, dibujando un corte desde donde se comenzó a abrir un portal. En el agujero desaparecía toda luz y todo sonido de este mundo, absorbiendo incluso el calor y la humedad de esa noche en la que se avecinaba una tormenta. Bajó el bastón y se adentró en el mundo de los muertos. Esa sería el primer obstáculo. Para pasar al otro lado del río y llegar a la isla, Hades tendría que abrir un portal hasta el otro mundo y atravesarlo. Parecía sencillo pero no lo era. El viejo se desplazó por una profunda oscuridad, iluminado apenas por el brillo rojizo que desprendía la vara, tiñendo sus barbas grises con destellos sanguinolentos. La luz de la vara y su mera presencia le hacían fácil el viaje en un mundo que no era apto para los vivos; él era quien era después de haber luchado cientos de años contra los demonios de las profundidades y los suyos propios. Caminar por el caótico mundo de las almas en pena podía ser un suplicio para un ser de mente débil. El aire enrarecido y tóxico, el excesivo frío y las ilusiones de las desdichadas almas podían tumbar incluso al más valiente de los magos si dejaba espacio en su mente para la duda, para el recuerdo y para el dolor. Por eso sería la segunda barrera: salir indemne de ese mundo y llegar a la Isla. Báleyr golpeo el suelo con la vara y un sonido atronador rompió los lamentos que susurraban a sus oídos. Otro golpe en el suelo y abrió otro portal desde el que se podía ver la orilla del río, los juncos mecerse al compás de viento y la pirámide al fondo de todo, brillando con destellos plateados. La tercera barrera la encontraría antes de entrar en el laberinto, junto a las cajas de madera apiladas al lado de los setos. En ellas encontraría, cadáveres, partes humanas en frascos, así como calderos y una daga. Esta vez no iba a traer almas de vuelta al mundo sensible y terrenal, sino que iba a darles vida a esos cuerpos inanimados para hacerse su propio y pequeño ejército de no vivos. Todo estaba anotado en la nota que le dejó sobre la mesa de sacrificio de piedra. ¿Para qué iba a necesitar eso? El Arcano ingreso en el laberinto y a cada paso se fue encontrando con cuerpos inanimados, cadáveres grisáceos y repugnantes dispuestos como soldados a cada metro, en cada recoveco y esquina hasta el final de las callejuelas angostas. Esos seres, al menos cincuenta, iban a cerrarle el paso a Hades, por lo que le vendría bien la ayuda de más de un no vivo para hacerle la labor más fácil. Esa era la última barrera antes de encontrar al otro lado la pirámide. El viejo se ubicó junto a la puerta de la pirámide, dándole la espalda a la estrella de siete puntas. Nadie se convertía en amo de la muerte tras pasar esos obstáculos, ni tampoco al pasar la prueba. Aquello era solo el inicio de un proceso muy largo que le costaría a Hades más que unas pocas gotas de sangre. - Las barreras están dispuestas, Ragnarok. Primero has de abrir un portal para atravesar al mundo de los muertos. Luego, deberás salir vivo y cuerdo de las fauces de la muerte, sin perderte en sus trampas e ilusiones, te van a seducir con sueños de viejas primaveras, te ofrecerán el poder de dioses inexistentes para amarrarte a ellas. La voz del anciano llegaba hasta la otra orilla, hasta su alumno, como una advertencia en medio de la tormenta que comenzaba a desatarse sobre la Universidad. - Si eres capaz de sortear los dos primeros obstáculos, tendrás que hacer frente a otros dos en la otra orilla. En la isla te esperará tu destino si eres lo suficientemente hábil como para darlev ida a tu propio ejército de no muertos y para, finalmente, enfrentarte a los terrores que acechan dentro del laberinto. Solo entonces, podrás acceder a la prueba final de la Habilidad. Éxito. Báleyr sacó su pipa y comenzó a lanzar volutas de humo a la noche. @@Hades Ragnarok
  24. Báleyr

    Nigromancia

    Las eras cambian ante los ojos del anciano, de forma casi imperceptible el tiempo transforma la misma vida que rige, como las lluvias horadan la roca; poco a poco, sin prisa, jugando con la eternidad. Mientras él percibe los matices en el aire, en la luz o en el agua como una estatua que se mantiene vigilante y se asombra ante el resultado. La fuerza de la naturaleza, con la magia como su centro, es de una potencia abrumadora que no tiene otra maestra más que sí misma, con sus normas inquebrantables ordena la vida y la muerte, imponiéndose con férrea voluntad a los seres vivos. ¿Cómo no iba a desear ser un nigromante? Solo para participar activamente del ciclo, doblegar las leyes naturales y dominar aquello que nadie jamás ha podido dominar. Para hacerse con el poder que escapa a los mortales, para llevar una vida que no se extinga en la insufrible ceguera de la vejez y la muerte inevitable. Incluso aunque ello significara, tal como era, dar su vida. Se removió entre la túnica y se acomodó la barba al cinto con el ojo fijo, como una estaca de hielo, en Hades. Lo que tenía frente a él era un forma que desafiaba las leyes de la naturaleza, una forma que no estaba viva ni estaba muerta, para algunos maldita, una media vida vacía y sin sentido. Y no les falta razón. La muerte significa un cambio para todos, incluso para los que solo la rozan con los dedos y regresan a la tierra aparentemente indemnes. - Hades ¿Estás dispuesto y listo para presentarte a la Prueba de Nigromancia? La voz vieja del Arcano se coló en todos los rincones de la mazmorra. Era de esas voces entrañables, graves y sedosas como el tacto de un libro antiguo, como el viento de otoño. Potente pero calmada, pacífica. A veces terrible como un trueno, otras veces como un bálsamo ante la desesperación. - No te puedo asegurar el resultado, porque será una prueba dura, extenuante que pondrá a prueba tus conocimientos, habilidades y tu carácter. Descansa estos días y preséntate ante mi llamado. El Arcano movió la vara de cristal y cortó el aire con la punta, creando un portal al más allá. Con su voz atronadora pronunció un par de frases ininteligibles que sonaban a una orden, avanzó un paso y golpeó el pecho de la criatura que habían creado hasta que el círculo del portal la absorbió completamente. El portal se cerró y la vara de cristal se convirtió en su usual varita entre los dedos. - Buenos días Hades - dijo a modo de despedida, mostrándole la salida con una mano. Avanzó detrás del mago hasta que estuvieron frente a la puerta. Desde allí se dio media vuelta y se quedó mirando a la bruja de cabellos blancos que leía cómodamente en su sofá. - Espero que el libro sea de tu agrado. La clase ha terminado, puedes marcharte. Revisaré la tarea que te dejé, si todo está en orden recibirás instrucciones para asistir a la siguiente clase. De lo contrario, te aconsejo que busques un nuevo pasatiempo. La puerta se abrió junto a él para dejar el camino libre a la mujer. - Deja el libro donde estaba antes de irte. @@Hades Ragnarok
  25. Báleyr

    Nigromancia

    Después de dejar a su nueva alumna perdiendo el tiempo con el cadáver, Báleyr fue a comprobar los avances de Hades. Guardó la varita y caminó arrastrando la túnica por el suelo de piedra con las manos cruzadas ocultas en las mangas. A simple vista, no parecía un mago de quinientos largos años. -¿Cómo es que esta aquí? ¿Qué es esto? - Creo que sabes mejor que yo la respuesta -el Arcano hizo un amago de sonrisa- Tú mismo le dijiste que no era su momento. ¿Por qué habrá sido tan fácil convencer a esa alma? ¿Qué ocurre que no puede marcharse? ¿Qué es tan fuerte como para hacer que soporte el dolor de este ritual? Porque si no lo sabes, para volver a la vida mediante este rito tan terrible es necesario no solo los ingredientes que te señalé, hace falta algo más. Algo muy importante. Voluntad. No solo del nigromante, sino de la vida que vas a traer de regreso. De otra forma, si no tuviera esa fuerza, que puede ser un deseo o una misión de gran importancia, venganza, odio, cualquier cosa que dé un poderoso sentido a su regreso, no sería capaz de soportar el dolor que implica volver a nacer de la nada. Báleyr se acercó a la figura semi humana mientras los últimos detalles se iban formando. Los pies descalzos descansaban sobre el frío suelo de piedra, mientras que el pecho subía y bajaba de forma agitada con cada respiración. De su boca salían débiles gemidos a la vez que tiritaba. Sacó la varita y cubrió su cuerpo desnudo con una manta de lana negra. - Hades, tu has hecho esto -le indicó al cuerpo que había cobrado vida-. Ahora deberás hacerte responsable. Un Nigromante conduce la muerte, pero tiene en mente un propósito, un orden ¿Qué harás? ¿Vas a utilizarlo con algún fin? ¿Serás capaz de soportar lo que sea que lo ha traído de regreso? ¿Le ayudarás para que resuelva sus asuntos? ¿O lo enviarás otra vez a la muerte? Se fue alejando del cuerpo recién vestido y se acercó a Hades, quien seguía perplejo ante la figura, reconociendo en sus detalles la identidad que se le había ocultado durante tanto tiempo. El Arcano posó su ojo azul en su alumno, evaluando cada gesto. - Acaba aquí y podré decidir si eres apto para presentarte a la prueba de Nigromancia. @@Hades Ragnarok

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