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Valentina Ricci Yaxley

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Mensajes publicados por Valentina Ricci Yaxley

  1. @@Mia Black Lestrange Hola, Mía! Verás, tengo dudas sobre cuánto duran los efectos de algunos hechizos. Por ejemplo, el sacrificio de protección y el de ataque... ¿Cuánto sería? ¿Todo el rato? Siguiendo lo que dice el manual, en duelos se puede usar hasta tres veces, pero si es como efecto en un rol normal no dice nada. Tengo también la misma duda con el juramento de sangre. ¿Hasta qué momento se continuaría el juramento?

  2. ¿Acaso aquel salón no tenía límite de aforo? No paraba de llegar gente y más gente. Por suerte, cada vez había más elfos atendiendo a los allí presentes, ofreciéndoles bebida y algunos entremeses para degustar. Por supuesto, hasta el plato más simple como podía ser un bollo de pan, había sido tratado con extrema delicadeza. De hecho, mientras caminaba hacia delante, pudo fijarse en una cesta de pan que contenía panecillos blancos con forma de corazón. Giró tanto la cabeza que no se dio cuenta de que chocaba con un camarero.

    ¡Lo siento! ─se apresuró a decir.

    No te preocupes, no ha sido nada.

    El amable camarero intentó quitarle hierro al hecho de que lo había bañado con una de las copas de champange que no superó el balanceo sobre la bandeja producido por el placaje que le había propinado al joven. Su perfecta e impoluta camisa blanca quedó empapada por los bajos, así como parte de la chaqueta negra que formaba parte del uniforme. De hecho, había restos de la bebida sobre el empeine de los mocasines en forma de gotitas pequeñas.

    Enseguida me cambio y no hay ningún problema ─comentó.

    No, no, yo misma me ocupo. Por favor, suelta la bandeja y dame un segundo.

    El joven dejó la bandeja sobre una de las mesas vacías y se apresuró al lugar donde estaba Valentina, una esquina un poco más retirada del centro del meollo.

    Será mejor que te quites la camisa ─dijo sin pensar demasiado en la frase que acababa de soltar por la boca─. ¡Quiero decir! Bueno, da igual, está bien así ─añadió muerta de vergüenza.

    El hombre soltó una leve carcajada mientras que Valentina sacaba su varita para apuntar a la camisa que vestía. Con un movimiento de varita, pronunció el hechizo "Fregoteo" y la camisa volvió a tomar su color blanco original.

    Bueno, parece que ya está. Lo siento mucho, de veras. Nos vemos luego... ¡adiós!

    Y aprovechó que iba a por la bandeja para salir corriendo. No muy lejos de esa esquina, se encontraban varias caras conocidas. Numerosas mujeres de su familia, sumadas a su padre, habían acudido al lugar, así que no dudó en acercarse para saludarlos.

    ¡Hola, chicos! ─comenzó alegremente─ Creo que acabo de vivir uno de los momentos más embarazosos de mi vida...

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  3. Lo siento, no lo sabía ─contestó tras escuchar lo ocurrido con la pareja sentimental de su sobrino segundo.

    Un sinfín de gente se deslizaba de un lado a otro, todos miembros de la comunidad mágica. Verdaderamente daba la sensación de que en algún momento no cabrían más personas dentro del salón.

    Madre mía. Parece que esto sea la entrega de los Osc... quiero decir, de algunos premios de cine muy importantes para los muggles.

    ¿Acaso Matthew, quien acababa de tratar a un elfo de forma despectiva, sabría algo del mundo muggle?

    Lo conozco porque ahora trabajo en Accidentes Mágicos. Estuve revisando casos sonoros de accidentes con muggles y precisamente uno ocurrió durante la gala de 2008. Unos escarbatos salvajes que se habían instalado cerca del lugar de celebración consiguieron colarse en el recinto. Estuvieron toda la noche robándo las joyas de todo aquel que se encontraba. Todas las señoras enfadadas, gritándole a otros compañeros de haber cometido el robo... ¡qué risa! Aunque bueno, también hay casos más graves que ese, por supuesto.

    Cambió la copa de mano. Cuando quiso darse cuenta, ya iba por la mitad. Aprovechó para coger un canapé de otra bandeja que estaban paseando. Era una especie de base de hojaldre con algún tipo de crema de queso y trozos de salmón coronando la parte superior. Se lo comió de un bocado mientras que Matthew investigaba esa bebida que tan novedosa le resultaba.

    Pues... la verdad es que no estoy muy segura. Supongo que en algún momento me pareció buena idea venir, pero tampoco recuerdo haber quedado con nadie de manera oficial. ¡Qué raro! Pero bueno, siempre es bueno presentarse en un lugar con comida y bebida gratis, ¿no?

    ¡TÚ! ─el grito de Candela se escuchó perfectamente por el lugar.

    Oye, ¿esa no es tu madre? Parece un poco... enfadada.

    Había entrado cual erupment en celo al sitio. De hecho, arrasó un elfo y tiró varias de las copas vacías que portaba en la bandeja metálica al suelo, provocando un fuerte estruendo que atrajo la atención de los presentes más cercanos al lugar.

    Bueno... esto... creo que voy a saludar un poco mientras hablas con tu madre. Te veo en cuanto acabes.

    Se sentía un poco mal por dejar a su sobrino en la estocada, pero acababa de ver a ciertos miembros de su familia y prefería ir a saludar que tragarse la bronca de una mujer de temperamento tan fuerte.

    @

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  4. Déjalo ya o termina con él rápido —aconsejó a su primo—. No sabemos si podrían ver más y estamos demasiado a la intemperie como para que nos convirtamos en objetivo fácil.

    Aún estaba en shock, pues lo último que esperaba cuando se alistó a aquella clase es que tanto su vida como la de sus compañeros fuera a correr peligro. Estaba magullada tras el ataque y mostraba algunos rasguños leves sobre su cara, así como el pelo totalmente alborotado y las manos cubiertas de una mezcla de tierra y paja. Las restregó sobre el vaquero para quitarse la mayor parte de suciedad posible. En aquel momento, la higiene personal era lo que menos importaba.

    Hay calma, pero probablemente no por mucho tiempo. Será mejor ponerse a cubierta. Ya.

    El claro se había quedado de lo más tranquilo. Tan solo se escuchaba un breve hilo de quejidos lastimeros de alguno de los animales allí presentes que se fundían con el ruido de los árboles y las aves nocturnas. Era el momento de huir.

    Valentina no dudó en tomar el camino por el que previamente su compañero de lección se escabulló. Podía notar casi cómo su corazón iba a salir disparado de su cuerpo de un momento a otro. Acalorada, sudada y asfixiada, se valió de su poca forma física para huir hacia el interior del bosque, buscando encontrar a alguno de los demás integrantes de tan escalabrosa sesión de aprendizaje. No se detuvo en darse la vuelta, así que esperaba que Aaron hubiera tomado la misma decisión que ella.

    Lumos.

    Estuvo varios minutos corriendo entre tanta vegetación alumbrada por una tenue luz sobresaliente de la punta de su varita. Por fortuna, ninguna criatura la sobresaltó, pero tampoco lo hizo su primo.

    Mi.erda, Aaron... ¿dónde narices te has metido?

    Se había perdido. No escuchaba las pisadas de su primo. Ni siquiera escuchaba nada más que no fuera el leve susurrar del viento. Metió la mano en su cartera para obtener de ella el Anillo de la Escucha que portó en uno de sus dedos de la mano contraria a la varita. Se sentía bastante fatigada de tanto andar.

    ¿Esa era la voz de Eobard?

    No podía confirmarlo al cien por cien, pero estaba casi segura de haber escuchado al Black Lestrange no muy lejos de allí. Más bien se asemejaban a quejidos. Tomó rumbo hacia la dirección de donde provenía la voz, esta vez sin correr, pues prefería ser más cautelosa. No tardó mucho en encontrarse la escena: un centauro semi desvanecido por los suelos seguido de Eobard y Mia, una en mejores condiciones que el otro.

    ¡Cielo santo! —exclamó al ver en qué circunstancias se encontraba su compañero.

    Estaba tendido en el suelo. Su brazo izquierdo se encontraba francamente mal. Más que a un brazo, se asemejaba a una fuente de vino tinto.

    ¿Pero quién te has hecho eso? ¿Ha sido tu madre? —preguntó con cierto aire de agresividad.

    No daba crédito. ¿Acaso la clase era más importante que las atenciones primarias a su propio hijo?.

    Pero no tenía tiempo de clases sobre moralidad, pues Eobard no podía esperar más. Se acercó a él y lo recostó entre unos arbustos. Quitándose el jersey, le preparó una almohada para que su cabeza quedara mejor colocada y así evitara pincharse con más maleza de la cuenta. Acto seguido, aplicó un Episkey sobre el brazo, pero no parecía suficiente. Volvió a pensar en un hechizo, esta vez Curación. Esperaba que, al menos parara de sangrar. Y así fue, pues la herida del muchacho tomó un mejor aspecto, pareciendo que la herida llevara días sobre su cuerpo.

    Está débil. Si sigue recibiendo daños, podría acabar mal. Es más, debería ir a San Mungo. Yo no poseo el conocimiento de Primeros Auxilios y no puedo hacer más que simples curaciones. O... espera, creo que tengo una idea que quizá lo ayude.

    Tragó saliva. Sabía que esa acción le perjudicaría desde aquel momento en adelante, pero la compasión se apoderó de ella. No podía dejar al compañero en la estocada, así que, en apenas unos segundos, la idea de sacrificarse por él se convirtió en realidad.

    Perdona si te duele... —la muchacha hizo una raja lo más fina posible sobre el otro brazo del muchacho— Immolo ad protegendum —pronunció para terminar el hechizo.

    Ambos sabían lo que eso significaba...

    No te preocupes, todavía tengo aguante —sonrió.

    ...lo que no había tenido en cuenta es que Aaron ya había usado ese hechizo sobre Valentina.

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  5. Ah, no te preocupes —contestó mientras Matthew se agarraba de ella—. Espera, no te vayas —le indicó al elfo que acababa de servir al chico—. Gracias.

    Hasta la cosa más simple como un vaso había sido elegido con sumo cuidado para decorar el lugar. Sujetaba una copa en forma semitriangular que contenía vermú rosado en su interior. Movió el recipiente realizando círculos con su mano derecha, de forma que el líquido comenzó a formar pequeñas olas sobre las paredes de cristal del recipiente.

    Mira, ¿ves el vaivén de este líquido? Pues así estaba mi estómago hace un rato —bromeó— Por suerte, ya estoy mejor. Sería una desgracia sufrir de mareos estomacales teniendo a nuestra disposición tan amplio servicio de comida y bebida.

    Debía tener especial cuidado en no manchar el vestido, pues incluso con el mejor de los hechizos de limpieza, sería complicado tratar con una pieza tan delicada. La tela de tul color verde esmeralda y adornada con pedrería en su totalidad formaban un vestido de gala de lo más acorde al evento. Le había costado mucho encontrar un vestido largo con esas características: una manga, escote asimétrico y falda larga con cola incluida. Todo ello acompañado por unos pendientes en forma de lágrima que colgaban levemente y un recogido bajo con cierto toque informal. Por eso, cuando su compañero alagó su vestimenta no pudo evitar sonrojarse, pues ese día se sentía toda una princesa de cuento de hadas.

    No recordaba muy bien si el servicio de restauración estaba cubierto al completo para los empleados ministeriales. Últimamente los presupuestos estaban tan ajustados que no le extrañaba que el Ministerio les pasara la factura más adelante, o al menos eso se tenía entendido. De hecho, por un momento tampoco recordó cómo diantres había llegado al barco. Aunque teniendo en cuenta que se había pasado buena parte del tiempo mareada hasta adaptarse a ese nuevo medio, no le dio mayor importancia a su aturdimiento.

    La verdad es que no tenía muchas ganas de celebrar San Valentín este año. Ya sabes, me trae... recuerdos.

    Parecía casi irónico que hubiera acudido a una gala dedicada a la celebración del amor cuando un fuerte desengaño amoroso invadía sus emociones. Aún quedaban abiertas las heridas del desamor con su expareja, Zurin, el cuál probablemente estaría acompañando a los presentes durante la fiesta pues, siendo Warlock, era más que lógico pensar que no sólo habría sido invitado, sino que probablemente disfrutaría de privilegios que a más de uno le gustaría tener.

    Sólo espero pasar el día tranquilo y no tener que encontrarme a personas con las que no me gustaría cruzarme —sentenció.

    No podía evitar sentir nostalgia y mostrarse melancólica hacia los demás. Tampoco se culpaba por ello, pero sabía que los demás no tendrían ganas de escuchar semejantes asuntos como si de una tertulia entre adolescentes se tratara. Así pues, acercó la copa hacia sus labios y bebió un largo trago. La copa quedó marcada con la forma de unos labios color arándano.

    Cardamomo, canela y ajenjo. Buena elección. Estos elfos sí que saben hacer un buen vermú. Pruébalo, te gustará —le aconsejó a Matthew—. A propósito, tú también te ves muy elegante con ese traje de chaqueta —sonrió desviando la mirada.

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  6. ¿Has visto eso? —preguntó sobresaltada.


    No estaba segura si la imagen que se estaba produciendo a su alrededor era producto de su imaginación, de un hechizo o algo real. Cruzó los dedos deseando que la respuesta correcta fuera la última opción pues, si no, los muchachos allí presentes tendrían ciertos problemas.


    Pero el movimiento de ramas fue más que evidente para confirmar las sospechas.


    ¿Lo has oído?


    El comentario de la profesora le dio mala espina. Mia abandonó la cercanía de la fogata para dirigirse hacia el interior del bosque, probablemente en busca de su hijo. Desde que la rubia desapareció de su vista, empezaron a aparecer ciertas bestias procendentes del bosque. Tres lobos de aspecto sarnoso, seguidos de otros tantos, tomaban carrerilla para rodear a los primos. Por el tamaño de sus cuerpos, parecían más bien osos.


    Por favor, Aaron. O actuamos, o podemos salir mal parados de aquí.


    Rápidamente, sujetó la daga y, remangando la manga de Aaron, apretó lo justo sobre el trozo de piel que quedó visible hasta que provocó un corte no demasiado grande. La raja se teñía de rojo conforme la hoja de la daga recorría la superficie.


    Yo juroOoOoOoOoOo***.


    ¿Qué demonios había sido ese berrido? Se quedó paralizada. Miró a Aaron buscando alguna reacción, pero él tampoco parecía entender por qué en vez de su voz, lo que había emanado de su boca había sido algo semejante al lenguaje de las cabras. Tragó saliva y volvió a conjurar el hechizo, aún con la punta de la daga en el brazo de su primo.


    Yo te prometo que bailaré toda la noche a la pata coja vestida con un albornoz.


    Su cara se volvió más roja que la sangre. ¡Valiente estupidez acababa de soltar! Miró alrededor, esperando que su profesora no hubiera escuchado nada o probablemente la echaría de clase por burlarse fuertemente de la magia de sangre. ¡Pero es que no había podido evitar decirlo!


    Fuera como fuese, de repente estaban rodeados por una decena de bestias pardas que enseñaban sus enormes colmillos en busca de carne fresca. Sabía que , en cuanto hiciera algún movimiento, se lanzarían a por ella, y Aaron no parecía muy dispuesto a cooperar. Tendría que ser más ágil que aquellos seres. Pensó en desaparecerse, pero obviamente eso hubiera sido de una deslealtad mayúscula hacia su primo.


    Gruñían. Ella se concentraba en mantener la posición y evitar que olieran el miedo.


    «Orbis Bestiarum». Las palabras se sucedieron por su mente y, al tiempo que terminaba de pensarlas, un anillo dorado envolvió a una de las bestias que, por orden de la ejecutora, se lanzó sobre el lomo de uno de los lobos de aquella jauría. Parecía que aquel movimiento los había desconcertado un poco, pero un lobo color cobrizo aprovechó para lanzarse sobre la muchacha, placándola de forma que ambos cayeron rodando por los suelos.


    Mediante gritos de esfuerzo, Valentina intentaba evitar que las fauces de la bestia le hicieran daño a base de desviar su cabeza y de patadas en el estómago, pues la varita se encontraba en el suelo. Durante el forcejeo, aceleró para poner su palma derecha sobre el lomo del animal antes de pronunciar:


    O... ¡Obedire!


    En seguida, la bestia acometió la orden de dejar a Valentina en paz y, casi por arte de magia, las bestias que los rodeaban bajaron su grado de intensidad. Seguían gruñendo, pero sin atacar e incluso abrieron un poco el círculo casi invitándolos a abandonar el lugar.


    Ahora o nunca, ¡corre!


    La muchacha cogió carrerilla para correr hacia el interior del bosque. Esperaba que su compañero corriera tras ella.

  7. De pronto, se dio cuenta de que quizá a su profesor no le importaba demasiado su vida y milagros contada en verso. Empezar a hablar y no parar era una de las características de la muchacha, y es que protagonizar un monólogo sobre sí misma era algo tentador para su ego.


    Oh, perdona. Pensarás que desayuné lengua de banshee antes de venir —se disculpó un tanto avergonzada.


    Emmet la invitó a caminar de frente. No muy lejos de donde se habían encontrado se situaba un invernadero, el primero que conocería durante esa mañana de clase. ¿Acaso el anfitrión irlandés estaría dispuesto a mostrarle todas y cada una de las zonas verdes? Tragó saliva nada más de pensarlo.


    Estoy de acuerdo con esa afirmación. Los pocionistas a veces no nos damos cuenta de que la importancia no recae en la elaboración del brebaje, sino en el buen trato que se le de a los ingredientes y los conocimientos sobre los mismos. No toda, al menos.


    En ese momento brilló su espíritu de alumna Ravenclaw empollona y repelente. No quería parecer una pelota, pero ciertamente era una opinión muy sincera. Ese comentario en su época de estudiante le habría costado más de una mala mirada entre sus compañeros de clase. Y, hablando de compañeros...


    ¿No debería haber alguien más por aquí? —preguntó.


    La verdad es que tampoco le importaba demasiado la ausencia del otro inscrito en la lección. Ni siquiera recordaba su nombre, sólo que era nombre de muchacho. Lo pudo ojear en el tablón del Ateneo. Mejor, así podría disfrutar de una clase particular entera para ella sola.


    Mientras llegaban al lugar al que se habían desplazado, el profesor realizó una pregunta. La joven se quedó un tanto desconcertada, pues no era muy diestra extrayendo flujos de plantas que escupen pus "aleatoriamente", por lo que solía dejar dicha tarea para los expertos y prefería comprar ese tipo de productos directamente en el mercado, ya fuera en tiendas del Callejón Diagon o fuera de ella. Sin embargo, sabía que esta respuesta no sería válida, así que optó por pensar algo más acertado que decir.


    La verdad es que no tengo una muy buena relación con ese tipo de plantas —confirmó—. Ya sabes... el bubotubérculo todavía tiene un pase, pero con la Mimbulus Mimbletonia hay que tener mucha mano diestra. Alguna vez he intentado extraer su flujo... bueno, el pus, y recuerdo haber terminado duchada de cabeza a pies —rió—. A este tipo de cosas me refiero cuando digo que tengo interés en estudiar herbología. Bueno, lo más fácil es que la planta sea tuya. Ya sabes, que te considere tu amiga, pues como bien sabrás de primera mano, se altera a la mínima. Por lo que me he podido informar, hay gente que las paraliza mediante hechizos y luego aprieta los forúnculos con sumo cuidado y con guantes, por supuesto. Pero unos guantes más finos que los de piel de dragón, a ser posible, para mayor sensibilidad al tacto. También he oído que se suelen regar unos días antes con valeriana para atontarlas. Y bueno, los más perspicaces consiguen ordeñar a la Mimbulus a la par que las acarician y empiezan a ronronear, pero eso ya es otro nivel.


    Aún continuaban prácticamente bajo el marco de la puerta del invernadero, así que decidió avanzar un poco más. Pudo observar un montón de plantas, como era de esperar. La luz se hacía cada vez más presente, atravesando los cristales que cubrían el recinto. Hacía cierta humedad en el ambiente.


    El bubotubérculo es más fácil —continuó—. Quiero decir, se mueven como si estuvieran bailando, pero no te rocían el cuerpo entero. Básicamente se aprieta sobre los bultitos de la superficie y se conduce hasta el recipiente de vidrio vacío. Con ellos sí que he tratado en más de una ocasión. Por supuesto, es obligatorio trabajar con unos guantes bien gruesos y que cubran hasta casi la mitad del codo, a ser posible. Si no...

  8. Así que... ¿todo esto es de tu propiedad? ¡Vaya!

    La verdad es que quedó bastante sorprendida con todo el territorio que se encontraba alrededor de ambos magos. No sólo el castillo era grande; también los terrenos ocupaban una longitud considerable. ¡Y eso que solo había visto una de las partes!

    Caray, Emmet. No tenía ni idea de que fueras herbólogo. Con todas tus obligaciones en Londres será un caos a la hora de sacar tiempo para atender todo esto, ¿no? Aunque, por otra parte, podrías hacer hasta negocio en el Magic Mall con tus cultivos —bromeó.


    ¿Seguía Emmet siendo el director del Mall? Esperaba que sí. Si no, acababa de meter la pata nada más empezar la clase. Ni eso, pues todavía estaban esperando la llegada de un segundo compañero para empezar.

    Anduvo un poco por el jardín en el que se encontraban. Cerca de ellos vio un banco de madera donde acomodarse a esperar, así que no dudó en sentar. Si tenían que caminar por tantísimos sitios por donde había nombrado su profesor, sería mejor descansar antes de que fuera necesario comenzar la marcha.

    Espero que nos podamos aparecer y desaparecer dentro de este sitio o, al menos, usar una escoba. Este lugar parece inmenso —replicó—. Respecto a tu pregunta, la verdad es que mi verdadera pasión son las pociones. De hecho, hace unos tres años, aproximadamente, estuve trabajando en el Ministerio gracias a mi... bueno, no "talento" —entrecomilló con los dedos de sus manos—, pero sí habilidad. Me encantaría ponerte un ejemplo de algo de lo que hacíamos, pero ya sabes, en Misterios está prohibido abrir la boca y, de hecho, al dejar el trabajo, modifican algunos de tus recuerdos por medio de hechizos desmemorizadores para asegurarse de tu silencio. Puede que incluso las cosas que recuerdo no sucedieran tal y como creo que ocurrieron —sonrió—. Oye, hace un poco de calor aquí, ¿no?


    Aprovechó que tenía lugar donde dejarla para quitarse la túnica morada. De paso, sacó una botella vacía del interior de su cartera, cogió la varita y apuntó sobre ella.

    Aguamenti.

    Una vez ésta se llenó hasta la mitad, pudo dar unos cuantos tragos de fresca agua recién invocada.

    Vale... ah sí, como te decía. La gente se cree que las pociones es sólo seguir unas cuantas recetas. ¡Ni que fuera hacer un cocido! Pero es mucho más complejo que eso. Si fuera así, cualquiera podría hacer pociones, ¿no? En fin. Claro está que, si quiero hacer pociones, necesitaré tener ingredientes y de todos es sabidos que las plantas son una fuente muy importante de ingredientes para pociones —pronunció—. Esa es mi principal motivación, la verdad. Además, hace poco tuve cierto accidente en mi laboratorio porque me equivoqué seleccionando unas plantas silvestres y créeme que no quiero volver a pasar por ahí.


    Aún recordaba cómo había quedado todo: el caldero calcinado, un agujero en el techo tras la pequeña explosión que se produjo cuando se mezclaron los gases de unas y otras plantas, la pintura de la habitación desgastada, los tres días ingresada en San Mungo por si había inhalado algo potencialmente peligroso para la salud...

    Ugh, ¡aún tengo ese horrible fétido olor en el cerebro!



    @@Emmet Haughton Gaunt

  9. Vaya, parece que entonces me equivoqué con el parentesco. Si Mahía es tu madre, entonces nosotros somos primos —provocó una sonrisa forzada, intentando ser de su agrado al otro Yaxley de la reunión, pero éste no parecía demasiado interesado en hacer amigos.

    Sus dos compañeros habían hecho una intervención muy buena. Ambos parecían hombres decididos y seguros de sí mismo o, al menos, esa era la sensación que pudo entreleer tras sus respectivos discursos. Únicamente faltaba una tercera persona por pronunciarse: un muchacho joven, alto, quizá más alto que sus compañeros, moreno y de complexión neutra. ¿Por qué todos los jóvenes magos de su quinta eran tan parecidos?

    Pero Mia no tenía ganas de seguir esperando y comenzó a hablar, completando la explicación sobre los diferentes poderes que caerían sobre la mano de aquellos manos una vez completaran su entrenamiento. La explicación de la profesora se sucedía mientras las piernas de Valentina prácticamente la obligaron a tomar asiento en uno de los troncos situado junto a la hoguera. Atendía con todos sus sentidos a toda la información que estaba recibiendo.

    Significa eso que... ¿debemos herirnos entre nosotros? —preguntó atónita— ¿Pero qué tipo de clase sádica es ésta?

    No quería parercer tonta, ni mucho menos, pero eso de clavarse dagas entre sí para herir a los propios compañeros eran palabras mayores.

    Yo creía que...

    «Que la prueba se haría experimentando con animales», terminó mentalmente la frase. Sabía que rechistar era lo último que podía hacer en esa situación. Ya no sólo por respeto a la profesora, sino por no ser una deshonra para su familia, y menos teniendo a su primo justo al lado. ¿Qué dirían sus padres si se enteraran?

    Eobard, por su parte, tomó la iniciativa, cosa que agradeció bastante. No tenía ganas de ponerse a acuchillar sin necesidad a ninguno de los presentes... a no ser que le dieran un buen motivo. Sólo alcanzó a verlo acercarse a su madre y pronunciar no se qué de la familia y, una vez terminó se fue hacia un árbol, momento que aprovechó para iniciar una nueva conversación.

    Oye, Aarón... —comenzó algo dubitativa—. Ahora que Eobard no nos escucha. ¿Qué te parece si...? Bueno, si hacemos un pacto de no agresión entre nosotros —sentenció—. Ya sabes, un Juramento de Sangre —susurró acercándose a su oído—.

    No le parecía mala idea, en absoluto. Y es que, puestos a tener que elegir a quién beneficiar y a quién perjudicar, Aaron sería su persona estimada. Como bien dijo al inicio de la clase: entre los miembros de una unidad familiar se espera lealtada y protección. ¿Qué sería de sus principios si los traicionara a la primera de cambio?

    Esperó la reacción de @ allí sentada. En el caso de que contestara afirmativamente, harían uso de sus respectivas dagas para hacer la promesa de no herirse entre sí. Mientras tanto, aprovechó para hacer uso de algo que poseía desde hacía ya tiempo pero que no le había dado la importancia que realmente tenía... hasta hoy. Así pues, introdujo la mano en la cartera para sacar cierto Anillo Detector de Enemigos y colocárselo en el dedo índice de su mano izquierda. Esperaba que realmente aguardara el poder para el que había sido confinado.

    «Igual el pobre Eobard sale un poco mal parado de ésto.»

  10. Título de la canción: Me Quedo Contigo
    Nombre del cantante/grupo: Rosalía (versionando una canción original de Los Chunguitos)
    Genero musical: A ver... si tomamos la canción como flamenco, pues flamenco, pero si me pongo purista sería algo así como flamenco-fusión, flamenco-pop (?) Y ya esta versión no sé dónde encuadrarla xD
    A quién la dedicas:
    Al mundo entero. Esta mañana he tenido un impulso muy fuerte por compartir esta obra de ARTE. Ella es arte en sí misma y la calidad del coro es ES-PEC-TA-CU-LAR. Y la versión añadiendo un nuevo tipo de armonías para darle un toque más misterioso (con tantas quintas paralelas rollo gregoriano y tantas disonancias que se te meten en el coco).
    La actuación es de la gala de los premios Goya de anoche, una gala de cine (¿la más importante?) de España donde pues se ensalza el cine español y se reparten galardones.
    Esta muchacha que lo está rompiendo en el panorama musical es mmm... ¿graduada? ¿Licenciada? (no sé muy bien a qué leches equivale un título de las EEAASS). Bueno, es flamencóloga por la ESMUC de Barcelona, un conservatorio que es la leche y super tochísimo y saca músicos de pata negra. Hace poco publicó "El Mal Querer", su segundo disco. Ese disco es su segundo trabajo y es su Trabajo Fin de Estudios de la carrera. La tipa se ha sacado un género nuevo del sobaco, experimentando con su especialidad, el flamenco, y con técnicas de producción de sonido nuevas. De hecho, ese disco es que es TAN variado que te encuentras de todo en él.
    Me hace mucha ilusión que Sagitas haya compartido el análisis de Jaime Altozano (divulgador musical en YouTube) el cuál, además, ha hecho un análisis de la BSO de Harry Potter y tiene unos cuántos más por ahí. Si tenéis tiempo, echadle un vistazo porque merece la pena.
    (Por cierto, la letra de la canción es también lo más)
    Letra:
    Si me das a elegir
    Entre tú y la riqueza
    Con esa grandeza
    Que lleva consigo, ay amor
    Me quedo contigo
    Si me das a elegir
    Entre tú y la gloria
    Pa que hable la historia de mi
    Por los siglos, ay amor
    Me quedo contigo
    Pues me enamorado
    Y te quiero y te quiero
    Y sólo deseo
    Estar a tu lado
    Soñar con tus ojos
    Besarte los labios
    Sentirme en tus brazos
    Que soy muy feliz.
    Si me das a elegir
    Entre tú y ese cielo
    Donde libre es el vuelo
    Para ir a otros nidos, ay amor
    Me quedo contigo
    Si me das a elegir
    Entre tú y mis ideas
    Que yo sin ellas
    Soy un hombre perdido, ay amor
    Me quedo contigo

     

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  11. Nunca había sido demasiado fan de las plantas ni de la naturaleza, en general, pues su espíritu cosmopolita la había llevado a desenvolverse en grandes ciudades, todo lo contrario al ámbito rupestre y sus características. Pero sabía que era necesario alcanzar la maestría en la rama de herbología si no quería vivir por siempre atada a gastarse los galeones en ingredientes para sus pociones.


    No es que se considerara una experta pocionista -bueno, un poco sí- pero sí que podía presumir de haber trabajado ejerciendo incluso en misiones bastante complejas dentro del Departamento de Misterios. Y es que, la famosa creencia popular de que en dicho departamento ocurren cosas de lo más e xtrañas no difiere de la verdadera realidad.


    Lo que más le agradaba era poder ir a la Universidad por la mañana y no trasladarse durante la noche a algún lugar remoto por capricho del docente de turno. Y es que parecía que últimamente se podían enseñar las maestrías llevando a los alumnos a lugares de lo más extraños. Eso había llevado a Valentina a hacerse en más de una ocasión la siguiente pregunta: ¿Por qué la dirección de la Universidad permitía acudir a los alumnos a lugares potencialmente peligrosos?


    Pero bueno, no parecía ser el caso, ya que la lechuza del profesor había citado a los alumnos en uno de los invernaderos universitarios. Hacía mucho que no veía a Emmet, su antiguo jefe del Magic Mall. Esperaba que todo hubiera seguido correctamente después de su partida sin previo aviso y que éste no le guardara rencor.


    La muchacha terminó su café matutino y se vistió de ropa cómoda para la ocasión: botas, vaqueros, un jersey y una túnica morada, además de su cartera con cierto hechizo de expansión indetectable para poder llevar consigo sus más apreciados bienes.


    Una vez se apareció en los terrenos de la Universidad, se dirigió hacia la zona de los invernaderos. Los rayos de sol se reflejaban en su rostro, dando un calorcito de lo más agradable en contraposición al típico frío de la época. Cuando vio un cartel con un "uno" grande y dorado sobre una de las puertas, se detuvo.


    Toc, toc... —pronunció mientras percutía la superficie de la puerta con sus nudillos.


    No hubo respuesta. Volvió a tocar y se dio cuenta de que la puerta estaba entreabierta. La empujó para entrar. Las mesas estaban despejadas a excepción de una, en la que se encontraba un cubo de color verde. Giró la cabeza para ver si había alguien más, pero tenía toda la pinta de estar sola. Se acercó al recipiente verde para examinarlo más de cerca. En cuanto apoyó la mano sobre el mismo, un torbellino la hizo desaparecer para transportarla hasta la entrada de un castillo.


    ¿Dónde estoy? —preguntó mientras observaba a su alrededor.


    Bienvenida —un par de elfos aparecieron justo delante de la joven—. El señor Emmet la espera para la clase.


    Decidió no hacer muchas preguntas y limitarse a seguir al par de elfos que caminaban hacia unos jardines que se extendían por la parte trasera de un imponente castillo donde una figura se encontraba de espaldas, acomodando una serie de plantas.


    Hola, Emmet. Cuánto tiempo —sonrió.

  12. ¿Nervios? ¿Emoción? ¿O más bien miedo? Aquel torbellino de sensaciones invadía el cuerpo de Valentina. Era consciente de que, pese a los últimos acontecimientos sucedidos en su vida, necesitaría canalizar sus sentimientos antes de acudir a su cita. Pero es que, el hecho de acudir nuevamente a la Universidad para continuar su formación en algo tan sensible como los poderes y las magias guerreras hacían que su estado de ánimo se agitara aún más, si cabía.


    Hacía demasiados meses que, no sólo no acudía a adquirir nuevos estudios a ese templo de conocimiento que era la Universidad Mágica de Gran Bretaña, sino que tampoco se había dejado ver por el país. Y es que, dado su temperamento, es difícil hacer que Valentina se acostumbre a instaurar su residencia en un lugar y que perpetúe por varios años. Pero ese afán por las aventuras le había salido bastante caro, y nunca mejor dicho, pues el principal motivo por el que tuvo que regresar fue precisamente el dinero. El maldito dinero. Por ello, la familia Yaxley la había estado presionando desde su regreso para que en el día de hoy, precisamente, se presentara a tomar clases junto a la bruja de renombre que sería su profesora durante la sesión.


    Espero no llegar tarde —le comentaba a su micropuff rosa momentos antes de partir.


    Siempre igual. Siempre justa de tiempo para cualquier ocasión. Corriendo, se apresuró a calzarse unos tenis cómodos, abrochó el botón de su vaquero y se introdujo en un suéter oscuro de lo más calentito.


    ¡La capa!


    Cogió una capa negra y se la colocó encima de la cartera. En ella llevaba diversos objetos de su propiedad que, por supuesto, no dudó introducir en ella mediante un hechizo de expansión indetectable. Ya pagó la novatada cuando fue estudiante del Libro de la Fortaleza y no pudo tener acceso ni a su monedero de piel de moke. Esta vez no le pillaría por sorpresa.


    No iba a volar. Primero, porque la oscura noche estaba a punto de llegar. Segundo, hacía bastante frío. Así, pues, desapareció de la Manor de los Yaxley para aparecer nuevamente en el bosque.


    Anduvo siguiendo unos leves sonidos hasta visualizar un claro. En él se encontraba la profesora, acompañada de un muchacho bastante alto. Al momento, también se unieron a la reunión otro par de compañeros. Uno de ellos sí que le sonaba de alguna que otra lejana ocasión y otro era su... ¿hermano?


    Hola a todos —saludó—. Yo soy Valentina, pero la gente me suele apodar Val.


    Se acercó hacia el chico que sabía que era miembro de su familia para presentarse.


    Eres Aarón, ¿verdad? El hijo de Orión, si no me equivoco. Creo haberte visto alguna que otra vez por casa, pero muy de pasada. Yo soy hija de Orión y de Gatiux, así que parece que somos medio hermanos —sonrió.


    Apenas le dio tiempo empezar la conversación cuando Mia les lanzó una pregunta. Valentina se quedó en blanco intentando recordar algo de lo que estuvo ojeando por algunas hojas del Libro de la Sangre. Definitivamente, tenía que haber estudiado antes de acudir a la sesión. Por suerte, Eobard rompió el hielo, momentos que le valieron para recordar algún que otro dato.


    Bueno... para mí la sangre es como una unión con aquellos con las que se comparte, ¿no? Me refiero a la familia, a los lazos de sangre que se forman con ellos y lo que eso lleva implícito. Para todos es importante sentirse miembros de una unidad familiar y se espera lealtad y protección de los mismos, al igual que ellos esperan lo mismo de tí. Es una unión muy importante para mí.


    Paró de hablar, pero la mirada de la profesora y sus compañeros le indicó que aún le faltaba una pregunta por responder.


    Respecto a los hechizos, básicamente lo que ha dicho Eobard antes, aunque mi favorito es el Juramento de Sangre —y el que más nítidamente recordaba—. Soy partidaria de no romper una promesa y ese poder me parece de lo más práctico.

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  13. Jajajajaja.


    No podía evitar reír, y eso que la conversación no era precisamente graciosa. Aún así, cualquiera hubiera pensado que aquel chico le estaba contando chistes y chistes. La joven se sentía como si hubiera retrocedido a su época de quinceañera adolescente, allá por el tercer o cuarto curso en Hogwarts, esa etapa de la pubertad comúnmente conocida como "edad del pavo".


    No parece que me esté haciendo cosquillas, pero me estoy divirtiendo un montón yo solita —reía.


    Parece que acabas de descubrir por qué el agua alegre recibe ese nombre —pronunció el joven.


    Se había quedado tan atontada hablando con el camarero que casi no notó la presencia de las demás mujeres de la familia que habían ido entrando poco a poco en el local. Cuando se quiso dar cuenta, pudo ver que su madre, su tía y su prima estaban ya prácticamente acomodadas en una mesa bien servida de jarras como la que ella tenía en la mano.


    Perdona. No es que no me quiera quedar conversando, pero me esperan en esa mesa de allí —señaló al grupo de mujeres allí presentes— Hasta otra ocasión —terminó, sonriendo.


    Valentina se levantó de la banqueta, cogió su bebida y se dirigió tímidamente hasta uno de los laterales de la mesa donde se encontraba su familia. Apoyó el recipiente de cristal sobre la misma antes de saludar.


    Buenas noches, chicas. Disculpad que me quedara en la barra, pero no estaba muy segura de si erais vosotras o no. ¡Hola, tía Lu! Hacía mucho tiempo que no veía a mi tía favorita.

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  14. Y dime... ¿lleváis mucho por aquí? —preguntó mientras agarraba el mango de la jarra con su mano derecha.


    Bastante, la verdad. Creo que llegamos a Diagon por el dos mil trece, si no recuerdo mal —contestó el camarero—. Así que sí, llevamos ya un tiempecito. ¿Nunca nos habías visitado?


    Pues, siendo sincera, creo que no. Aunque quizá estuve alguna que otra noche y lo olvidé —rió.


    Giró la jarra para observar bien a través del vidrio el líquido que contenía en su interior. Dependiendo de cómo se reflejara la luz de local sobre él, parceía que su tono de color cambiase. Acercó su nariz hasta el canto del recipiente y lo olisqueó. No parecía un cóctel como los que había probado anteriormente, y eso que ella había conocido más de un brebaje cuanto menos curioso tras sus viajes por Sudamérica. Casi parecía saber más de bebidas alcohólicas que de pociones, su especialidad.


    Oye, ¿qué se supone que es lo que me has servido? —volvió a dirigirse al guapo camarero.


    Es agua alegre —afirmó.


    Agua... ¿qué?


    Alegre.


    Ahá...


    ¿No sabes qué es? —preguntó sorprendido— Viene de los Estados Unidos. Allí es muy famosa. Esta marca se llama Pinnock y es de las más consumidas porque es la más rica, por supuesto. Allí se bebe mucho.


    Vaya, entiendo... pues no. ¿Y por qué tiene un nombre tan raro? ¿Qué te hace, cosquillas?


    ¡Bueno! Pruébala y en un rato me cuentas —rió.


    Dubitativa, mojó sus labios en la bebida alcohólica.


    Hum... está bastante rica. Me recuerda a una mezcla entre hidromiel especiada y el Berry Ocky Rot que venden en el Caldero.

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  15. La importancia de un local no reside en su ubicación dentro del Callejón Diagon. La vía peatonal más concurrida de la comunidad mágica británica aguardaba negocios de lo más pintorescos en cada uno de sus rincones. Algunos llevaban allí toda la vida, ya fuera por éxito, tradición familiar o ambas cosas. Otros, eran algo más modernos y otros estaban todavía por arrancar. Eso sí: todsos y cada uno de ellos aguardaba una historia propia entre sus paredes y, ¿qué mejor ejemplo que el de una librería?


    Ese olor inconfundible a papel, a encuadernación nueva y a tinta, impregnado en cada una de las paredes de aquella casa de la cultura: Requiem, el negocio que había fundado una de sus amigas más íntimas de la infancia. Y es que el interés de aquella bruja por preservar el arte y difundirlo entre las nuevas generaciones era digno de admiración. Todo un alma perteneciente a la casa Ravenclaw.


    Si ni siquiera se había molestado en visitar a su familia, mucho menos iba a hacerlo con conocidos o viejos amigos -que, por otra parte, teniendo en cuenta lo poco familiar que es Valentina, tampoco hubiera sido de extrañar que hubiese visitado antes a sus amigos que a sus parientes, pero no era el caso-.


    No sabía muy bien a dónde dirigirse. Ni siquiera estaba segura de que su amiga estuviera allí en aquellos momentos o en el Ministerio de Magia. ¿Trabajaba como funcionaria? ¿Se estaba dedicando por entero a producir su propio arte? Desde luego, tenían mucho de qué hablar para ponerse al día la una sobre la otra. Así, pues, decidió subir a la sexta planta: la tienda de pinturas.



  16. ID: 119766

    Nick (con link a la ficha): Valentina Ricci Yaxley

    Link a la Bóveda Trastero: (en caso de poseerla): B. Trastero No. 108196

    Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: Bóveda No. 107218


    Link al Premio obtenido (en caso de gala/concurso): ---

    Fecha: 2019-01-25


    Objeto: Capa "Camaleón"

    Puntos: 40 P

    Precio: 2000 G


    Objeto: Navaja Mágica Multiuso

    Puntos: 80 P

    Precio: 4000 G


    Total de puntos: 120 P

    Total de Galeones: 6000 G

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  17. Era la primera vez que pisaba aquel lugar. Casi parecía sorprendente, teniendo en cuenta que precisamente se trataba del prototipo de local que solía frecuentar. O quizá hubiera estado alternando alguna que otra noche sin ni siquiera saber que dicho sitio se trataba de "The Caving Crown", espacio de reunión para amantes de la buena música.


    No sabía muy bien cuál era su cometido, o mejor dicho, qué narices pintaba allí. Sí, la invitación a las chicas de la familia Yaxley había sido genérica e incluía a la propia Valentina pero, ¿cuánto tiempo hacía que no tenía contacto con las féminas de su casa? ¿O con los chicos? O, mejor dicho, ¿acaso había tenido contacto con algún miembro de su familia en los últimos meses?


    La respuesta, claramente, era un no. Ni un patronus. ¡Ni siquiera una lechuza! Ella había cogido un rumbo de vida directo hacia el anonimato (anonimato respecto a lo que viene siendo la comunidad británica, claro). Eso sí, tampoco parecía que nadie la hubiera echado demasiado en falta. Quizá el poco apego en ciertas ocasiones por parte de la familia podría considerarse hasata una cualidad positiva, o al menos en los casos en los que se quiere evitar una reprimenda por desaparecer seis meses y sin dar señales de vida.


    Suspiró. El sonido de The Strokes se esparcía por toda la primer planta, invitándola a avanzar desde el recibidor hacia la barra del fondo. Y así lo hizo. El sonido de las pisadas de sus botas de tacón se difuminaba entre la música y la gente charlando. Una vez llegó, agarró un de los taburetes de la barra para sentarse en él. El camarero se encontraba justo detrás de la barra, limpiando con un trapo los restos que se habían derramado al preparar una docena de cócteles.


    Disculpa, ¿podrías servirme una de esas?


    El camarero asintió, dejando que una de las jarras de cristal se deslizara hasta la mano de Valentina. Esta le contestó con una sonrisa. Cruzó las piernas y se giró de perfil para observar la escena. No estaba muy segura de si las otras jóvenes de su familia estarían ya por el lugar. Ni siquiera estaba segura de a quién estaba esperando.

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  18. Buenaaaaaas, vengo a dejar la inscripción para mi siguiente libro :3


    Nick: Valentina Ricci Yaxley

    ID: 120710

    Libro de Hechizos: Libro de la Sangre

    Justificante de compra del Libro (Link al post del Concilio de la bóveda trastero): http://www.harrylatino.org/topic/108196-boveda-trastero-de-valentina-ricci/?p=5237710

    Rango Social: Dragones de Bronce

    Nivel de Magia: VII

    Fecha aproximada de aprobación EXTASIS o de salida de la Academia (versión anterior): Marzo 2016

    Link a la Bóveda: Bóveda nº 107218

    Link a la Ficha: Fichita

  19. ID: 119766

    Nick: Valentina Ricci Yaxley
    Link a la Bóveda Trastero: Bóveda nº 108196
    Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: Bóveda nº 107218
    Link al Premio obtenido (en caso de gala/concurso): ---
    Nivel Mágico: VII
    Fecha: 2019-01-22

    Nombre del producto: Libro de la sangre

    Consumible o Libro de Hechizo: Libro de Hechizo

    Nivel (del libro): VII

    Precio: 7000 G


    Precio total: 7000 G

  20. @@Ashura Lestrange Hola +.+

     

    Vengo a pedirte firma e imagen a juego. Pues imagen así rectangular y larguita como las típicas y firma pues lo mismo xD Como mi personaje es pelirrojo pues que haya una chica pelirroja. Me da igual que sea foto que dibujo, por eso no te pongo nada.

     

    Imagen: Libre

    Texto: Valentina Ricci Yaxley

    Avatar: Sí

    Observaciones: Puede tener movimientoooo???

     

    Gracias +.+

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