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Valentina Ricci Yaxley

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Mensajes publicados por Valentina Ricci Yaxley

  1. Asintió mientras el profesor hablaba y hablaba sobre las cualidades de los objetos que recibirían tras pasar por el curso, claro está, si es que aprobaban. Como buena Ravenclaw, sí que había hecho una lectura preparatoria a la clase, pero aún así siempre dudaba cuando se enfrentaba a un conocimiento tan novedoso para ella. Miró a Maida. Parecía bastante segura, incluso más que ella. Por lo poco que la conocía, le parecía una mujer dispuesta a enfrentarse a todo. Tanto era así que fue la primera en introducirse por uno de los dos portales que Keaton hizo aparecer delante de ellas.


    Pero profesor... si no he escuchado lo que se supone que me debía interesar, ¿cómo se que me interesaba?


    Estaba algo confusa. Sus recuerdos parecían haberse borrado, pues ninguna situación como la que había descrito el docente se le venía a la cabeza. Aún así, suponía que la magia de esos portales provocarían irremediablemente que la muchacha se trasladara a algún lugar donde escuchar algo interesante. Tampoco le hacía demasiada gracia meter las narices en asuntos del pasado: si los viajes en el tiempo pueden desencadenar acontecimientos terribles, algún efecto negativo tendría que tener ese "viaje", aunque fuera más bien una visión.


    Bueno, allá vamos —dijo conforme abría la puerta de la izquierda.


    Nada más introducir su cuerpo allí, notó como si cayera al vacío. Un viaje en el espacio-tiempo oscuro y dinámico. No fue hasta que notó sus pies sobre terreno firme cuando el negro fue difuminándose gradualmente hasta revelar una imagen de lo más familiar. No había nadie y no recordaba haber hablado de algo importante en aquel almacén, por lo que su instinto la animó a colocar en el dedo corazón de su zurda el Anillo de Escucha. Deslizó sobre él los dedos que se le indicaron en el Ateneo y anduvo entre las estanterías. Tan solo escuchaba el caminar de sus pies sobre los listones de madera, hasta que...


    Te estoy diciendo que no. ¿Cuánto lleva esta chica aquí? ¿Tres días? ¿De verdad nos va a pisar alguien con tres días de antigüedad?


    Una voz grave sonaba, pero ningún hombre estaba alrededor.


    Tienes razón, no podemos permitirlo —contestó otro muchacho—. Debemos aliarnos, hacer algo para tratar de impedir que la seleccionen. Además, no es una bruja tan poderosa.


    Las voces parecían venir de algún que otro piso más arriba. Eran reconocibles, muy reconocibles. Además, ¿quién sino un par de empleados estarían en las oficinas del Magic Mall? Pero no alcanzaba a entenderlo. ¿Acaso esos recuerdos eran reales? No tenía sentido. Igual era un simple encantamiento hecho por el profesor, o igual no. Pero desde luego, si eso había ocurrido, no le hacía ninguna gracia escucharlo.


    Y por estas cosas es mejor no husmear —susurró.


    Le preocupaba, pero a fin de cuentas, la realidad era favorable para ella. Una parte de ella prefería olvidar ese suceso, pero otra la animaba a continuar pegando la oreja. Estaba segura de que esa conversación continuaría y la curiosidad inclinaba la balanza a su favor. Sin estar demasiado segura de lo que pretendía conseguir, salió del almacén en dirección a las escaleras. Tal vez si se acercaba más, oiría incluso más cosas. Empezó a subir escalones hasta que decidió que estaba a una distancia prudente. Se sentó en un escalón de la entreplanta, pero la conversación no se sucedió, sino que todo se volvió bastante difuso.

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  2. ¡Diantres!
    Aquel estruendoso sonido terminó por completo con la lectura de Valentina. La muchacha lanzó el libro al suelo cuando el rayo cayó en el alféizar de la ventana del dormitorio antes de desaparecer, dejando como único rastro un pequeño trozo de pergamino. Se levantó de la cama y abrió la ventana de par en par. Una suave brisa acarició sus mejillas sonrosadas.

    "Estimada Srta. Ricci:

    Su clase del Libro de la Fortaleza empezará a las 14:00 horas de este día cinco de noviembre. Deberá encontrarme en el ala norte del Ateneo de Poderes y Magias Guerreras. No olvide traer el ya mencionado libro y su varita.
    Atte.: Prof. Ravenclaw"

     

    Parecía que ya habían encontrado sustituto o sustituta parala profesora Rouvás, cuyo reciente ascenso había provocado unos cuantos días de retraso del inicio de la clase conforme al calendario académico de la Universidad. La verdad es que no se imaginaba quién sería su nuevo docente, ya que eran varios magos los pertenecientes a dicha familia, aunque recordaba haber leído ese apellido hacía relativamente poco. Miró el reloj de péndulo que colgaba sobre la pared de enfrente.
    Es la una... —pronunció.
    Apenas quedaba una hora para el inicio, así que debía apresurarse si quería ser puntual. Abrió el armario y optó por unos vaqueros cómodos, botines, una blusa de entretiempo y un cárdigan algo grueso. Como no sabía muy bien qué material era el que se utilizaba para ese tipo de lecciones, decidió también introducir un libro de hechizos en la cartera, algunos frascos y un par de amuletos. Una vez lista, salió a las afueras de la Manor para desaparecerse en dirección a la Universidad.
    El Ateneo de Poderes y Magias Guerreras le resultaba muy novedoso, aunque también poseía un montón de zonas verdes. Anduvo por un camino que conducía hacia lap arte trasera del edificio principal bajo el sol de la media tarde. De repente, un enorme recinto de lo más vistoso apareció frente a sus narices. El Coliseo Romano estaba allí mismo, aunque redimensionado. Eso le llamó la atención, pero más lo hizo el hecho de encontrarsecon su compañero del Magic Mall como profesor: Keaton Ravenclaw.
    Vaya, Keaton. No sabía que fueras profesor. ¿Cómo es que no dijiste nada? —dijo sorprendida—. Ah, por cierto, la próxima vez avisa con un poquito más de antelación. Casi no me dio tiempo ni de asearme.
    Junto a él se encontraba Maida, una chica de la familia con la que ya había coincidido en alguna que otra ocasión. Pero, si no estaba mal informada, correspondía a la parte adoptiva de los Yaxley. Le dedicó un gesto de amabilidad mientras la saludaba.
    Buenas tardes, prima. Parece que vamos a cursar este libro juntas. Me alegro —terminó sonriendo.
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  3. ¡QUÉ!


    Un grito salió de su boca y automáticamente se echó las manos sobre la misma. Miró hacia los lados, pero eran los únicos situados en aquella especie de trastienda. Esperaba no haber llamado la atención de nadie, sobretodo por las declaraciones de su progenitor.


    Ni de coña. O sea, ¿vas en serio?


    De haber estado hablando con cualquier otra persona, se lo hubiera tomado a cachondeo. Pero tratándose de Orión, estaba claro que sus intenciones eran reales. Y es que sabía que el Mago Oscuro cumplía con su palabra y era lo bastante codicioso como para intentar llevar a cabo el plan.


    Pero... estos son los planos del Mall. ¿Cómo demonios tienes esto? Ah... no se ni por qué me sorprendo —colocó una mano sobre su rostro.


    Miró la maraña dibujada sobre pergamino. Ni tan siquiera ella podía reconocer todo lo que había allí pintado. No se imaginaba que los conductos de ventilación fueran tan liosos. Probablemente los constructores del Mall buscaran defender el lugar de planes como el que estaba proponiendo Orión.


    A ver, espera que piense dónde estaré el sábado... uhm... ¡Ah, sí! Durmiendo en casa —dijo seria—. ¿De verdad pretendes que te ayude? ¿Qué quieres, que me despidan? Te diré una cosa: si me quitan el único sueldo que me ingresan en la cuenta, tu hija no se va a independizar hasta los treinta.


    No lograba concebir la idea. Los Yaxley no eran de los más ricos en Ottery, pero tampoco iban mal servidos. ¿Por qué correr ese riesgo entonces? Un edificio ministerial, controlado por agentes del ministerio. Varios departamentos dedicados a mantener el lugar en calma. ¿Qué pena le podría caer al presunto ladrón?



  4. No era demasiado buena compartiendo sus sentimientos. Casi siempre se lo guardaba todo para sí misma, para su mundo interior. Cuanto más supiera alguien sobre ella, mayor facilidad tendría para hacerle daño, y por eso se había ido volviendo más dura con el paso del tiempo. Pero, aún así, no podía evitar que todo el mundo no detectara su melancolía.


    Bueno, no es nada importante... supongo.


    Pero la muchacha no pudo evitar esbozar una leve sonrisa tras el intento de su madre por adivinar cuál era la causa de su congoja. Le resultaba gracioso, en cierto modo, ver cómo su madre intentaba conocer un poco más sobre ella. Apenas había sido un referente materno para la pelirroja, pero prefería centrarse en su relación actual y en su forma de demostrarle que se preocupara con ella. Mejor tarde que nunca.


    No, no te preocupes. Zurin y yo estamos bien. No es nuestro mejor momento, pero ahí vamos.


    Y tanto que no era su mejor momento. El warlock apenas le dedicaba tiempo. Llevaban una racha bastante torcida en ese aspecto. La falta de comunicación empezaba a cansar a la joven y la relación iba estancándose. Eso influía inevitablemente en el estado anímico de Valentina, pero no era el motivo principal del insomnio. Nunca había hablado sobre relaciones amorosas con su madre, y no sabía si era un buen momento. Pero antes de continuar con el tema, Gatiux hizo algo más divertido.


    Anduvo tras la pelivioleta hacia una llanuraque no recordaba haber visitado con anterioridad. Para no ser una mansión, los terrenos del hogar familiar no estaban nada mal. Pero lo que le sorprendió no fue la dimensión del jardín, sino la enorme criatura que se intentó abalanzar sobre ella.


    ¡Dios mío!


    No pudo evitar elevar el tono de voz. Al grito, se le sumó un rostro miedoso. ¿De dónde demonios había salido eso?

    Instintivamente, se colocó detrás de su madre, quien se dedicaba a rascar al "perrito" como si de un chihuahua se tratara.


    Va-vaya. No sabía que hubiera mascotas tan peligrosas en la manor.


    Aunque por la manera en la que se dejaba tocar, no parecía nada peligroso, de no ser por las tres enormes cabezas con sus respectivas tres enormes bocas a la vista. Cuidadosamente, acercó su mano a una de las cabezas. Ésta la olisqueó unos segundos y le dio un lametón. La enorme lengua empapó la mano de la muchacha, quien intentó limpiarse en el lomo del animal con cierto disimulo.


    Parece que le gusto —sonrió.


    Pero Gatiux decidió ir hacia la casa. Valentina aguardó unos minutos intentando "jugar" con el cancerbero. Pretendía que el animal la reconociera, al menos, para que no le pegara un bocado si se lo encontraba sin su madre. El sol se alzaba mientras tanto, y el ruido de su estómago hizo que la pelirroja fuera también hacia el interior de la casa a por algo de comida.

  5. La camarera @ era una rubia bastante atractiva. Se encontraba atendiendo tras la barra a todo el que llegaba, ayudada también por otra elfina. Para acabar de abrir lo notaba bastante concurrido. Aunque, pensándolo bien, era normal que todo el mundo acudiera para ver la novedad.


    Vaya, es una suerte encontrarse a una chica tan agradable atendiendo tras la barra —contestó a la sonrisa de la muchacha—. ¿Eres hábil con los cócteles? Te dejo sorprenderme —añadió mientras se apoyaba con los brazos sobre la barra.


    Pudo ver a @ andar por allí dentro, aunque parecía algo ocupada hablando con unos y con otros. Se hacía ver como alguien popular en el local. De hecho, pudo ver como uno de sus conversadores era @, antiguo compañero de Valentina en el Magic Mall. Su repentina desaparición le llamó la atención, sobretodo teniendo en cuenta que se trataba del marido de su jefe. La curiosidad le indicaba que fuera a preguntarle sobre lo ocurrido, pero por el momento lo dejó estar para concentrarse en la rubia que tenía enfrente.


    Y dime... ¿llevas mucho en la ciudad?

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  6. Su curiosidad podía más que sus ganas de trabajar. Y es que el trabajo en el almacén era de lo más monótono: colocar stock, mover cajas, volver a mover cajas, desempolvar, sacar productos... y así una y otra vez. Casi que los empleados destinados al turno de almacén deseaban que alguien se equivocara o que lo cambiaran todo de sitio para darle un poco más de "emoción" a algo tan regular y tranquilo. Por ello, no podía evitar indagar en la vida de ese hombre.


    Es usted un señor de lo más enigmático, no se si se lo habrán dicho antes. Al igual que su sobrino el desaparecido —mencionó—. Pues es una pena que estén distanciados. A fin de cuentas, la familia siempre es familia.


    Y tanto. Aunque, desde luego, en muchos casos la familia inoportuna más que otra cosa. Por suerte, la mortífaga se estaba abriendo un hueco entre los Yaxley.


    Oh, vaya. Se rumorea que la Universidad ha perdido un profesor de Magias Guerreras. De hecho, yo misma estoy a la espera de que me avisen del Ateneo para cursar. Lo mismo tiene algo que ver con ese cargamento de libros...


    Apoyó una de sus manos sobre el hombro de su compañero.


    ¡Pero no se preocupe, buen hombre! No hay que estar tenso —intentó consolarlo o, al menos, relajar la tensión—. Si quiere, podemos quedarnos conversando un rato para desconectar —terminó con una sonrisa.


    @

  7. La calma parecía haber amainado los sucesos de días atrás. Sucesos en los que la joven no había participado, pero sí que era consciente de lo que significaba. Sus padres habían estado en peligro y su impotencia la había debilitado hasta el punto de no mover un dedo por ellos. Apenas estaba intentando mantener una relación con ambos y casi los pierde de un instante a otro. Era triste, pero más triste era que se hubiera confinado en su trabajo y hacer caso omiso de lo que estaba ocurriendo en la Manor mientras ella despachaba compras. Pero, por suerte, eso ya había quedado atrás y estaba segura de que todos querían guardarlo en el pasado bajo llave.


    Pero su mente inquieta no la dejaba dormir. Cerraba los ojos y su mente comenzaba a divagar entre los tantos problemas a los que tenía que hacer frente. Ni tan siquiera intentando descansar, podía hacerlo, lo cual era más que un fastidio. Estaba demasiado activa, teniendo en cuenta que ya durante la noche su elfina había bajado a la cocina a prepararle una infusión de hierbas relajantes. Lo único que consiguió con eso fue ir al baño un par de veces.


    Era temprano. Ese día podía permitirse no madrugar, ya que era su día libre en el Mall. Sin embargo, su estado de alteración no la iba a permitir disfrutar de ello. Estaba cansada de dar vueltas y más vueltas en la cama, así que optó por levantarse. Salió a la terraza de su habitación. Una ligera brisa se hacía notar. Cogió una pashmina para cubrirse los hombros y miró al cielo. Ya empezaba a clarear. Los primeros rayos de la mañana querían terminar con la oscuridad de la noche. Miró el césped y pudo ver cómo una figura de pelo violeta permanecía sentada en el jardín.


    Calzó sus zapatos antes de bajar al vestíbulo. Abrió la puerta y se dirigió al jardín trasero. Su madre continuaba allí, acomodada sobre el césped y abrazándose a una manta. Procuró no hacer demasiado ruido y se sentó a su derecha. No sabía muy bien qué decir, así que se limitó a contemplar el paisaje junto a ella.


    No podía dormir —terminó diciendo tras un breve lapso de tiempo.



  8. Apenas había visitado la mansión Malfoy desde que vivía en Ottery. Tan solo en contadas ocasiones por alguna mascarada u otra fiesta mortífaga de similares características. Justo se apareció tras las horripilantes verjas de hierro que se transformaban en un rostro feo que preguntaba por su identidad. Por suerte, la dejó acceder, dado que su madre sí que pertenecía a esa antigua y noble casa y, por tanto, ella también.


    Decoración propia de Halloween... —dijo en voz baja tras esquivar el rostro.


    El camino de grava blanca la condujo hasta la puerta principal. Desde él, se dejaba ver de lejos alguna que otra parte de los terrenos. Seguro que guardaría muchas cosas interesantes, pero no era momento para hacer una excursión. Cuando llegó a las grandes puertas de roble, detuvo el paso. Eran robustas y bastante imponentes. Sujetó una de las argollas de bronce con su diestra y golpeó firmemente sobre la superficie barnizada.


    Pasaron varios segundos hasta que el crujir de la madera la avisó de que el portón estaba en movimiento. Sonaba un poco arrastrado, como si quien estuviera abriéndola no tuviera suficiente fuerza. De un hueco bastante estrecho, salió un elfo de aspecto mayor. Su ceño fruncido y su semblante de pocos amigos no inspiraba demasiada confianza. Se limitó a extender el brazo para indicarle que entrara, y así lo hizo.


    ¿Hola? —preguntó.


    Su voz rebotó por el hall haciendo que sonara repetidas veces. La majestuosa escalinata de mármol la tentaba a subir, pero no quería cotillear más de lo necesario. Esperaría sentada en el escalón mas bajo a que alguien acudiera al escucharla.



  9. Bueno... hasta en las mejores familias siempre hay alguna que otra peleilla —intentó amainar las palabras de @—. Al menos se os ve... unidos. Yo ni siquiera me hablo con los Yaxley.


    Ese pensamiento hizo que Valentina se sintiera algo nostálgica. Estar allí, buscando a su suegra, no era más que una excusa para entretenerse en el tiempo que no pasaba encerrada en el Magic Mall. Solía ser una persona alegre, pero el hecho de estar viviendo en una manor en la que no conocía ni a sus propios progenitores era algo que la apenaba profundamente. Miró hacia abajo, intentando disimular sus emociones.


    Oh, lo siento. No pretendo importunaros con mis problemas personales. Además, he venido aquí a charlar con gente y pasarlo bien —dio un sorbo al té negro que tanto le gustaba—. Podéis serviros un poco de mi tetera, si queréis. Esa elfina ha hecho bebida como para cuatro o cinco personas.


    Cogió un poco de azúcar y la introdujo en su taza. Con una cucharita plateada, se puso a dar vueltas para que el dulzor se extendiera por todo el líquido. Los gritos se iban sucediendo, y no pudo evitar soltar una leve carcajada cuando escuchó un insulto de lo más ocurrente. Esperaba que las chicas continuaran la conversación, pero como no lo hacían, siguió ella.


    Y decidme. ¿Tenéis alguna actividad pensada para vuestros departamentos por Halloween? Si no recuerdo mal, ambas trabajáis ahora juntas en Criaturas, ¿cierto? —miró también a su amiga @@Ashura Lestrange—. Qué genial, familia y trabajando en el mismo sitio.


    No siempre pasar tanto tiempo juntos era positivo, pero sabía que Amelie y Ashura mantenían una buena amistad, por lo que aquello no sería un comentario incómodo.

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  10. La nota que había recibido de Orión no especificaba el lugar concreto de la reunión. Más bien eran unas indicaciones a seguir. Pero conforme les hacía caso, se dio cuenta de que abandonaba el Callejón Diagón para dirigirse a otro más oscuro y siniestro, más propio para una reunión de mortífagos. Cuando llegó a su destino, pudo ver el nombre del negocio junto a la puerta principal:


    Borgin y Burkes. No se por qué me sorprendo.


    La muchacha abrió la puerta cuidadosamente. El crujido de las visagras resonó por todo el interior. No engrasar la puerta de entrada era una manera económica de que los dueños se percataran de la entrada de nuevos clientes sin la necesidad de poner una campanita. No anduvo demasiado cuando un señor se acercó a ella.


    El señor Yaxley la espera en la trastienda.


    ¿Le habría hablado Borgin o Burkes? La verdad es que nunca había visto ni a uno ni a otro. Ni tan siquiera había tenido la necesidad de visitar esa tienda con anterioridad. No le encontraba mucho sentido a reunirse en esa transtienda. ¿Por qué no un bar? O incluso el mismo Caldero Envenenado, que tantas visitas mortífagas recibía. Tal vez el Mago Oscuro tuviera que decirle algo importante, algo que ocultarle a los oídos de personas ajenas.


    Corrió la cortina que separaba la zona de ventas de aquel habitáculo todavía más cochambroso, si cabe. ¿Acaso los seguidores de la Marca Tenebrosa no entendían de limpieza? Tal vez el no limpiar fuera un mandato obligatorio para entrar en las filas y ella no se hubiera enterado.


    Orión —dijo al ver a su "anfitrión"—.


    Notaba cómo se generaba cierta tensión en el ambiente. Cogió un taburete viejo y lo situó cerca del Yaxley.


    Tú dirás.



  11. Tuvo que aguantarse las ganas de atar a su... ¿prima?, pues la rápida actuación de ésta hizo que las cuerdas no llegaran a impactar. Pudo ver cómo esas sogas sintéticas desparecía difuminándose con el cielo azul hasta quedar en nada. Pero eso no era un gran problema, o eso rezaba. Aunque justo después, Maida fue directa a hacerle daño, concretamente en su muñeca derecha.


    ...


    Prefirió aguantarse el gemido, pues no quería quedar como una debilucha. Pero el dolor que estaba sintiendo era de lo más deesagradable. Apenas podía sujetar la varita, por lo que contraatacar con un rayo sería inútil. Como mucho, conseguiría estampar un Sectumsempra o algo parecido a las hojas del cocotero situado metros atrás. ¿Qué conseguiría, sacar savia de las hojas? No, tenía que pensar. Pero el dolor le impedía pensar con claridad. Intentó calmarlo, sosteniendo la zona afectada con la mano izquierda. Por suerte, solo se habían quebrado un par de huesecitos de la zona más cerca del dedo meñique, o eso creía. No se gangrenaría hasta varios turnos después, más de uno y de dos.


    Y yo que pensaba que me dejarías ganar.


    Con la mano izquierda, sujetó la varita. Ni siquiera le hacía falta, pues tan solo con pensar en un Seccionatus, las doce medias lunas cortantes de diez centímetros de diámetros se abalanzaron sobre Maida, dispuestas a clavarse en diferentes partes de su cuerpo para hacerla sangrar. Acto seguido, pensó en un Episkey. Su efecto curativo repararía por completo su muñeca derecha, devolviéndole la movilidad necesaria para poder usar su varita.


    ¿Qué pretendías? ¿Dejarme manca para darme el yoghurt del postre tú misma? —dijo algo indignada.


    Podía incluso tratarse de una escena cómica. Su prima alimentándola como si se tratara de un bebé lactante. Casi que pretendía no llegar a esa situación, por el bien de su orgullo. Hubiera dejado escapar una breve sonrisa cuando ese pensamiento sobrevoló su cabeza de no ser porque no era el momento más apropiado para pensar en tonterías.

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  12. La verdad es que sí. Nadie se animó a venir. Los empleados del Mall son bastante sosos —afirmó—. Bueno, no se si es que la economía está bastante estancada, o bien que nuestros productos son una mie... quiero decir, que no son lo que los compradores están buscando. Pero qué se yo, no he estudiado psicología del mercado ni nada por el estilo.


    Bebió un poco de su copa. Candela también había sido compañera de trabajo, aunque por poco tiempo. Apenas acababa de ingresar en el Magic Mall cuando ella ya estaba poniendo rumbo a Gringotts. Todo había sido tan deprisa que solo lo había escuchado por rumores, pues no había sido la única empleada en solicitar dicho puesto. Pese a que no tenía una pinta muy digna en aquel momento, sí que era una buena empleada. Si no, ¿de qué le habrían dado el puesto más codiciado de la comunidad mágica?


    Hay rumores de que te han dado el puesto de duende. ¿Es cierto? ¡Vaya privilegio! De Logia a Duende, no está mal, nada mal.


    No sabía muy bien de qué hablar con la bruja. Además, no conocía ni sus gustos ni nada parecido. Tampoco es que viviera demasiadas aventuras diarias como para compartirlas como algo grandioso. Lo único que había hecho durante los últimos días era mover productos del almacén a la tienda y viceversa. Decidió limitarse a sonreír, esperando que ella tomara las riendas de la conversación. Mientras, pudo ver cómo otra gente se dirigía también a la barra. Entre ellas, se encontraba su amiga @, aunque parecía que no se había presentado precisamente para beber. Seguramente sería por algún mandato del Ministerio o algo similar.



  13. Escuchó entre sus amistades cercanas rumores sobre un nuevo local que abriría sus puertas esa misma noche. Un bar nocturno más que haría competencia con todos los que ya existían en el Callejón Diagón. Se preguntaba qué tenía de atractivo este tipo de negocio, ya que la inmensa mayoría de los habitantes de Ottery tenían o habían poseído uno de ellos, ya fuera de manera total o como socio parcial. Parecía que hubiera una ley no escrita sobre la obligación de abrir un negocio de restauración para ser un mago o bruja conocido.

    No tenía nada que hacer durante esa noche, y no le apetecía quedarse tumbada en la cama. La jornada había sido cansina, pero no tanto como para hacer que Valentina no pudiera dirigirse a buscar un poco de fiesta aprovechando la llegada del fin de semana. Por ello, se puso un vestido color violeta, unos tacones oscuros a juego y partió mediante la habilidad de aparición hasta un local que recordaba que quedaría cerca de la ubicación de su destino real.

    Hell Moon... —leyó para sí misma el cartel luminoso que había en la puerta.

    Con las mismas, entró. Pudo ver que la sala principal era enorme, mucho más que la de cualquier bar que recordara por la misma zona. Era como muy fiestero, con equipo de música y pista de baile, todo en colores rojo y negro. Se dirigió a una de las barras para pedir la primera de la noche.

    Ponme una cerveza. O mejor, ponme un buen cócktail. ¿De qué los tienes? —preguntó al camarero de turno.

    La verdad es que tenía buena pinta el sitio y ya había más de un mago consumiendo por allí, pese a ser su primer día de apertura. Desde un taburete en la barra pudo distinguir a Saori (@), la hija de su amiga Amelie. Lo sabía porque le sonaba haberla visto junto a ella en la mansión de los Black Lestrange, su futura familia política.

     

     

  14. ¡Oh! Bueno, no le estaba pidiendo una opinion concretamente de nuestro director, sino de qué opina del catálogo y de cómo se está atendiendo a los intereses de la clientela. Pero bueno, ya que lo menciona...


    Obviamente no quería hablar de su jefe. Pero, ¿para qué existe la figura del jefe si no es para cotillear sobre él? Además, Valentina era ya de por sí de alma cotilla. Tal solo bastaba hacer poca mención sobre algo o alguien para que su cabeza se centrara en descubrir más y más. Aunque también hay que mencionar que más de una y de dos veces este interés le había causado algún que otro problema, sobretodo con las personas sobre las que chismeaba.


    Las palabras del lord causaron en Valentina cierto asombro. Apenas conocía al hombre con el que conversaba. Lo poco que sabía es que era egipcio y que era el tío de Demian, su otro compañero del Magic Mall. O ex compañero, no estaba muy segura. Y eso lo sabía de charlar con el resto de empleados durante el momento de descanso para beber el café matutino. Pero, realmente, no sabía nada más de él, y eso le producía cierto interés.


    Oiga, ¿y cómo es eso? Creía que, ahora que Emmet y usted son familia política, su relación sería de lo más agradable. Quiero decir, ¿se conocían de antes, o lo conoció en la boda? Por cierto, ahora que lo menciona, hace mucho que no veo a su sobrino por aquí. ¿Dónde anda?


    Pero mientras preguntaba, la cabeza del hombre andaba en otros asuntos. Concretamente, en la sección J-12 del almacén.


    No creo que nos hayan robado, ¿no? Se abrían desencadenado encantamientos de seguridad o algo por el estilo. ¿No se trata de la reapertura del negocio? Pues habrán hecho hincapié en la seguridad, digo yo. Probablemente haya sido simplemente eso, una orden extraviada. Si quiere podemos comprobar cuáles eran los productos que tenían que llegar y no lo han hecho, tranquilo —enunció mientras lo calmaba apoyándose sobre su brazo—. Relájese, lo noto algo... tenso.


    @

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  15. Mi primera vez *O* veamos qué tal

     

    Nick: Valentina Ricci

    ID: 119766
    Libro de Hechizos: Libro de la Fortaleza
    Justificante de compra del Libro (Link al post del Concilio de la bóveda trastero): Justificante
    Rango Social: Unicornios de Oro
    Nivel de Magia: V
    Fecha aproximada de aprobación EXTASIS o de salida de la Academia (versión anterior): 17 de Febrero de 2016
    Link a la Bóveda: Bóveda nº 107218
    Link a la Ficha: Ficha de Valentina

  16. Valentina se encontraba fumando un cigarrillo a escondidas. Había encontrado un hueco bastante acertado en la primera planta del Magic Mall, destinada a la venta de objetos mágicos no peligrosos. Allí, entre un par de estanterías y tapándose con una cortina, la pelirroja se asomaba a una de las ventanas para poder darle al vicio sin ser descubierta. Técnicamente, no le habían dado una restricción sobre fumar o no durante el trabajo, pero, aprovechándose de ese vacío legal, prefería no ser vista para seguir aprovechándose de la situación. No había detector de humos, así que, un golpe de varita y el ambiente olería a rosas, vainilla, o el olor que ella misma eligiera. Y por supuesto, las cortinas no suponían problema, pues para evitar problemas domésticos de ese tipo ya existía el aguamenti.


    Señorita Ricci.


    La mujer dio un respingo. Suponía que nadie la buscara en esa hora tan extraña, pues a esa hora la gente solía echarse la siesta. Tiró la colilla por la ventana y salió de su escondite.


    Sí. Todo en orden por aquí. Ah, eres tú —sonrió algo forzada cuando vio al elfo—. No te esperaba por aquí. Dime, ¿qué ocurre?


    El señor Brenson la ha mandado llamar para hacer unas cuantas entregas a domicilio.


    Vaya. Desconocía por completo que ofrecíamos ese servicio. Sí, en seguida voy. Gracias por el aviso.


    La empleada tomó el ascensor y se presentó en la oficina del jefe del Mall, Ernest Macnair. Pero, en su lugar, estaba Brenson Smith, su... ¿sustituto?


    Hola, Brenson —saludó amablemente—.


    No se conocían de mucho, pero le sonaba de verlo merodear por las plantas. Tamién estaban en la sala Zahil, la tía del ex empleado Apolo y Athena. Al parecer, tendrían que pasearse por el Callejón Diagon para entregar mil y un productos. Definitivamente, los haría levitar con su magia, pues se negaba en rotundo a ir cargando como si se tratara de una mula de trabajo.


    Pero... nos va a llevar mucho rato. ¿No crees que las plantas quedarán desatendidas? —pero, por la mirada que le devolvió, prefirió no discutirle a su compañero—. Okey, creo que Vulcanización Mágica es un taller de mecánica que... bueno, no se a qué altura se encuentra exactamente, pero seguro que, si andamos por la arteria principal del callejón, veremos algún cartel.



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  17. Oh, pobrecitos —mencionó cuando vio a un grupo de pájaros de diferentes colores dirigirse hacia su final—. ¿Sabes? Podrías venir a crear bolas de navidad cuando montemos el árbol en el Atrio del Ministerio. Parece que se te dan bien los encantamientos —sonrió—.

     

    A fin de cuentas, eran familia y se trataba de un duelo de ensayo. Leah no podía pedirles que se hicieran daño. No, al menos, un daño irreparable como un mutilamiento o herir de gravedad. Por ello, prefería guardar cierto toque amable con la muchacha. No quería que posteriormente tomaran represalias contra ella.

     

    Se oyen cosas sobre ti, Maida. Parece que fuiste la mejor mortífago base de tu promoción, ¿cierto? Eso está bien, parece que eres bastante prometedora. Pero, ¿qué cara opuesta nos ocultas? —preguntó con descaro.

     

    Valentina caminaba de un lado a otro mientras intentaba mantener la conversación, en la medida de lo posible. La pelota estaba en su tejado y sabía que la demonio no atacaría antes que ella. Pensaba en qué acción podría llevar a cabo para causarle cierto estorbo. Tal vez unas cuerdas para atarla contra la palmera de atrás, o quizá un rayo que le provocara algo más de dolor. Cuando supo qué hacer, volvió a pronunciarse.

     

    Oye... ¿por qué no disfrutamos un poco del ruido de las olas? Nos estamos perdiendo el hecho de disfrutar de un entorno muy embriagador... ¡Silencius!

     

    Aquel efecto dejaría muda a su contrincante, pues esa era la consecuencia de usar dicho hechizo.

     

    Así tendrás un poco más de tiempo para sacarme un tema de conversación interesante —sonrió—. Incárcerus.

     

    Finalmente, se decantó por la opción de dejarla atada al cocotero. Tres sogas bien gruesas aparecería para dejarla bien atada al árbol. Una soga la dejaría sin poder utilizar las manos, otra le ataría los pies y la tercera le oprimiría el cuello sin llegar a hacerle daño ni a asfixiarla.

     

     

     

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  18. @Leah Yvashkov Ando desde el móvil, espero que esto se postee bien. Se que anda escrito en algún lado, pero no lo encuentro. Se supone que el duelista B puede contestar al primer turno del A solo con un hechizo, no? Entonces deduzco que si yo soy el A, no puedo hacer la intercalación. La cosa es... podría responder solo con un hechizo en mi siguiende post? Es que técnicamente si no perdería las intercalaciones y no se cómo recuperarlas xD (supongo que con la regla 10 dichosa, tendría que ver cómo).

  19. Oh, disculpe. A veces mezclo mis dos idiomas confundo los fonemas.


    Y era cierto. La mestiza había pasado prácticamente más de la mitad de su vida hablando en italiano. Su padre era bilingüe, al igual que ella, pero prefería comunicarse en la lengua oficial de la región, teniendo en cuenta que se crió en Verona. Aún así, dominaba perfectamente el inglés, dado que llevaba en Reino Unido desde que se matriculó en Hogwarts hacía ya casi una década.


    No se si por aquí habrá té de pétalos, pero podemos buscarlo. De todas formas, hay varias teterías por esta zona que no están lejos, aunque si anda ocupado con el inventario, mejor dejarlo para cuando termine.


    Dio un sorbo a su bebida. Estaba aún caiente, pero era muy reconfortante. El café era de las bebidas favoritas de Valentina, si no la que más. Su aroma le hacía transportarse a sitios lejanos y paradisíacos. Aunque debía reconocer que el café barato que importaban allí era de bastante mala calidad, pues los ingleses eran expertos más bien en té.


    ¿Una compra extraviada? ¡Qué me dice! —se sorprendió—. Pues eso es un problema bastante grave. Qué sería de nosotros si se nos atribuye una mala fama por ello. En cuanto aparezca alguien de la Logia por aquí, se lo comentamos. Si no, puedo intentar ayudarle. Tal vez ande por algún lado de este enorme almacén.


    Aquel sitio era monstruoso. Cientos y cientos de productos, supuestamente ordenados, que a veces estaban y a veces no. Desde luego, el cambio habitual de plantilla no beneficiaba para nada esa situación, pues, como dice un dicho popular: "Cada maestrillo tiene su librillo". Obviamente, era difícil poner a tanta gente de acuerdo para que usaran un único "librillo", ya que en cuanto el director no estaba pendiente, sus compañeros volvían a las andadas.


    Pues... —volvió a retomar la conversación— no tengo ni idea, la verdad. Ten en cuenta que siempre vendemos lo mismo. A lo mejor simplemente la gente tiene en casa ya todo lo que podemos ofrecerle. Por eso le dije a Emmet de ampliar el catálogo, pero tú sabes. Soy nueva aquí y no tengo autoridad como para hacer nada —suspiró—. Pero no me quejo, a fin de cuentas es lo que toca. Una no puede llegar a un sitio y al mes pretender cambiar las cosas. ¿Usted qué piensa?


    @ (Yo te dejé más abandonado antes, no te preocupes xD)

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  20. Oh, muy amable por tu parte, Ashura —contestó mientras recibía a la mascota de su amiga—. ¡Qué hermosa está! Parece que se acuerda de mí y todo. Estos animales tienen una memoria ejemplar, incluso mejor que la mía —bromeó—.


    La muchacha acarició a la gatita color azabache. Las caricias sobre el cuello siempre eran perfectas para amansar a cualquier animal, y así ocurrió, pues automáticamente comenzó a emitir un ronrroneo de lo más profundo. Valentina sonrió y continuó masajeándola de arriba a abajo.


    Son una fábrica de pelos, pero también son de lo más adorable. Mi próxima compra en el Mall será un cruce de gato con kneazle. Quién sabe, incluso podrían jugar juntos —sonrió—.


    Mientras, una sucesión de personas pasó por allí. Era normal, pues la sala quedaba equidistante con la entrada y las escaleras, ambas zonas muy transitadas por cualquier miembro de la familia que entrara o saliera de la mansión. El primer muchacho contestó a las miradas de ambas mujeres con un tono bastante cortante, por lo que decidió ni tan siquiera dar pie a una conversación. Pero esto no fue problema, ya que parecía que él tampoco tenía muchas ganas de quedarse.


    Qué borde —dejó caer en cuanto atravesó la puerta—.


    Otras dos muchachas se aparecieron. La primera tan solo se limitó a saludar antes de poner rumbo a las cocinas. La segunda era Amelie, buena conocida de Valentina. Ya se le olvidaba que prácticamente todas las personas con las que mantenía relación eran miembros de la Black Lestrange. Esbozó una sonrisa para saludar a la recién llegada.


    Hola, Amelie. ¿Todo bien? Estaba aquí esperando junto a Ashura. Venía a presentarme a Mia como novia formal de su hijo, pero parece que hay otra noticia más que vamos a recibir. Ven, toma asiento con nosotras.


    Justo en ese momento, el elfo encargado de servir el tentempié retornó a la sala. Portaba una bandeja plateada muy elegante con la tetera para Valentina y los aperitivos de Ashura. Éste lo colocó todo sobre la mesa y sirvió un poco de té sobre un taza de porcelana.


    Tenga cuidado con no quemarse, está recién hecho. Aquí le dejo terrones de azúcar y miel por si los necesita.


    Gracias —contestó la italiana—. Ahora que lo pienso, se me han antojado también unas pastas para acompañar el té. ¿Tú quieres algo, Amelie?


    De pronto, unas voces procedentes de la habitación colindante llamaron usu atención. Dos muchachas vociferaban sin saber por qué. Esto le pareció extraño, pues la mansión era demasiado elegante como para contener peleas barriobajeras, aunque teniendo en cuenta el carácter de los Black Lestrange, nunca se sabía.


    Vaya. Parece como si estuvieran discutiendo justo aquí al lado, ¿no creen?



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