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Mackenzie Malfoy

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  1. Mackenzie Malfoy

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    Nick: Mackenzie Malfoy ID: 12497 Libro de Hechizos: Libro del Equilibrio Justificante de compra del Libro (Link al post del Concilio de la bóveda trastero): aquí Rango Social: Órden del Caduceo Nivel de Magia: XXXVII (37) Fecha aproximada de aprobación EXTASIS o de salida de la Academia (versión anterior): 2008, primera generación de la primera versión de AMYH. Link a la Bóveda: http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=72468 Link a la Ficha: http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=77601
  2. Nick: Mackenzie Malfoy ID: 12497 Conocimiento: Estudios Muggles Nivel de magia: 35 Link a la bóveda: http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=72468 Link a la ficha: http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=77601
  3. ID: 12497 Nick: Mackenzie Malfoy Link a la Bóveda Trastero: 31070 Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: 72468 Link al Premio obtenido (en caso de gala/concurso): --- Nivel Mágico: XXXV Fecha: 2019-03-25 Nombre del producto: Libro del Equilibrio Consumible o Libro de Hechizo: Libro de Hechizo Nivel (del libro): 10 Precio: 10000 G Precio total: 10000 G
  4. @ Gracias por la aclaración y la verdad que te iba a explicar lo mismo que ha dicho Mia, pero ya lo hizo ella y suscribo todo lo que ha dicho. No lo tomes tampoco como un drama, a todos nos ha pasado alguna vez que nos rechacen algún trámite. Yo por eso es que siempre procuro fijarme en ejemplos similares al que yo intento hacer, porque si no, ocurren estas cosas. Y aún fijándome, a veces también se me despistan las cosas, es completamente normal.
  5. Lo siento Jank, pero tengo que contradecirte. Las cosas no son así. Los reclamos los tiene que resolver Gringotts, en primera instancia, tal y como estaban haciendo. Creo que son perfectamente capaces de juzgar este tema en justicia y con la consideración necesaria hacia los usuarios. Si después de que ellos resuelvan, los usuarios todavía piensan que tienen base para reclamar, entonces sí será nuestro turno. Pero nuestro trabajo aquí no empieza hasta que no acabe el de Gringotts. Jeremy, siendo duende, esta situación me sorprende. Entiendo lo que dices de que las reglas pueden interpretarse de distinta manera, pero sólo tenías que tomar un ejemplo de los anteriores para ver cómo iba el tema. Y me sorprende porque si todos hacemos eso en cualquier trámite, con mayor motivo cuando trabajas aquí, pero bueno, ya Mia resolverá lo que proceda.
  6. Cambios realizados. Solicitud de galeones en curso.
  7. Traigo 3 más y no edito para evitar riesgo de corte. Recuerdo que siguen pendientes los de mi post anterior. Nick del usuario: Apolo Granger Id: 120710 Link a la bóveda del usuario: http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=109217 Galeones a depositar: 11700 Nick del usuario: Evedhiel Id: 50395 Link a la bóveda del usuario: http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=78322 Galeones a depositar: 5188 Nick del usuario: Jeremy Askar Triviani Id: 121222 Link a la bóveda del usuario: http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=110739 Galeones a depositar: 2000
  8. ¡Así que la pelirroja que a quien su saludo había dejado en trance o estado catatónico, más bien, era después de todo la profesora! Mackenzie enarcó una ceja. Aquello no empezaba bien. La educación era un principio básico para ella y ningún estado catatónico, ni siquiera uno tan patológico como intuía que era aquel, justificaba no devolver el saludo. La Malfoy se acarició la mano que había tendido y que la pelirroja se había negado a estrechar y al instante sus ojos cambiaron de color al violeta intenso. Cerró los ojos, respiró hondo y evitó que los poderes arqueománticos la asaltaran sin control, fruto de una de las cosas que más la crispaban. La falta de educación. Kyttara Rambaldi ex Gryffindor siguió hablando y explicando cómo iba a ser la clase. Poco a poco el enfado de Mackenzie fue esfumándose y hacia el final de aquella exposición de intenciones tuvo que hacer serios intentos por contener la risa. Cuando terminó, los ojos de Mackenzie chispeaban llorosos de tanta hilaridad contenida, apenas podía reprimir la carcajada, cuando la profesora se empeñó en tener a dos su derecha y dos a su izquierda. Era tan absolutamente divertido que la Malfoy sintió que los años desaparecían de ella y volvía a estar en Hogwarts. Pero, ahora, podía compartir las travesuras con su propio padre. Aquello era genial. Pocas veces se le había presentado en la vida una oportunidad igual. Sin poderlo evitar, tomó un papel de su cuaderno de notas, lo encantó para hacerlo una bolita, y luego lo hizo flotar para que fuera dando en las cabezas de todos los presentes, incluida la profesora. Ping, Pong, Ping, Pong .... la bolita de papel recorría el aula de una frente a otra, provocando manotazos para apartarla, risas escondidas y también, como era de esperar, algún gesto de enfado. A Mackenzie no le preocupaba, el encantamiento era de arqueomagia, totalmente inrastreable. Por mucho que la profesora quisiera saber de quién había partido aquella travesura, no tendría modo alguno de averiguarlo. Muy pocas veces en la vida a Mackenzie la habían tratado como una niña. Desde muy joven tuvo tantas obligaciones y responsabilidades que su niñez se vio truncada. El que alguien la tratara como una niña para ella era el mejor regalo que podían hacerle, porque le daban permiso para comportarse como tal. - Papá, ¿te acuerdas de cuando las sabias le pusieron las trenzas a Egwene, sin darse cuenta de que en lugar de ningunearla, en realidad, bajo las costumbres de Egwene, la estaban ensalzando? Esta clase me lo ha recordado jajajaja -rió Mackenzie, mientras consultaba y estudiaba atentamente sus notas para responder a la profesora-. Qué pena que nuestra profe sea la antítesis de Sorilea. - ¿Qué es el poder, profesora? ¿Se lo ha preguntado alguna vez? - Inquirió Mackenzie a la Rambaldi, mientras seguía tomando notas sobre leyes mágicas. Prefería ir repasando mentalmente todas las leyes, para hacer la tarea lo antes posible y, de paso, daba tiempo a responder a los demás a la última pregunta de la profesora. Al fin y al cabo, ella ya la había respondido, durante el estado catatónico en el que se había sumido la peliroja. Mackenzie seguía sin poder contener la risa. Pero se mordió el labio y siguió con sus notas. En serio, era genial. Aquella cara que había puesto la peliroja, mientras miraba a Demian que, hasta donde Mackenzie había visto, no había hecho un sólo gesto todavía. Pero la profesora parecía haber deducido alguna emoción inexistente en el pobre empleado. A saber lo que le esperaba al pobre, si la profesora torcía el gesto ante él, sin que éste le hubiera dirigido palabra o mirada alguna. Le hacía tanta gracia y le provocaba pensamientos tan divertidos, que si no hablaba ya, iba a empezar a reír sin descanso, así que finalmente decidió ser la primera en responder. - Pues empezaré yo, si nadie más se anima a romper el hielo -anunció Mackenzie. En realidad, yo no he nombrado en ningún momento a los grupos clandestinos y el Señor Luxure, si mis sentidos no fallan, tampoco. Él habló de los simpatizantes del caos y desorden. A mi modo de ver, ladrones, extorsionistas, proxenetas, asesinos y, en definitiva, todo tipo de criminales. En cuanto a las artes oscuras, tampoco el Señor Luxure las mencionó, aunque yo sí. Como ya dije, desde mi punto de vista, legalizar las artes oscuras iría en contra de la Primera de las Leyes Fundamentales de la Magia, dado que, en mi opinión, el sentido de las leyes es crear un orden armónico que proteja y de seguridad a los ciudadanos. Legalizar el uso de las artes oscuras sólo provocaría atentar contra dicho orden de las cosas y causar la desprotección de los ciudadanos. Y, en cuanto a los grupos clandestinos, que usted cita, no el Señor Luxure, ni yo misma, le diré que, si tiene pruebas de la existencia de dichos grupos clandestinos, las presente en el departamento ministerial correspondiente. E igualmente, si tiene conocimiento, de magos y brujas que hacen uso de magias prohibidas por ley, hágalo saber a las autoridades ministeriales. Eso es lo que siempre han dicho las leyes mágicas que hay que hacer. Evidentemente no iba a caer en una trampa tan burda. Mackenzie era mortífaga, su familia era mortífaga y las fuentes de Mackenzie decían que la profesora era miembro de la Orden del Fénix. ¿Qué absurda trampa era aquella? ¿Acaso pretendía aquella mujer que el Ministerio cayera sobre todos los presentes por decir a viva voz que todos ellos pertenecían a grupos clandestinos? Desde luego, no tendría ninguna gracia que todos los allí presentes acabaran en Azcabán por pertenecer a la Orden y a la Marca. Al menos, ahora estaban en clara ventaja. Hubo un tiempo en que sólo los mortífagos habían sido un grupo prohibido, mientras que la Orden del Fénix, -aurores se llamaban entonces, por más que no fueran empleados ministeriales-, operaba a cara descubierta y bajo la protección de toda la sociedad mágica. Después la Orden había insistido en ser también un grupo clandestino. ¿Porqué? Mackenzie jamás se lo había explicado. Pero para los mortífagos era mucho mejor así. Ahora ya no eran sólo los mortífagos los perseguidos por la justicia. Desde hacía varios años, todos los miembros de los grupos clandestinos eran eso, clandestinos, fuera de la ley. Una situación altamente interesante de la que Mackenzie, la primera, había sacado grandes beneficios. Que así fuera. No movería un sólo dedo en contra de los bandos. ¡Larga vida a los grupos clandestinos!
  9. Se alegró al ver que Armand desaparecía tan repentinamente como había llegado. No descartaba que volviera pronto a atornillarles la cabeza con sus gritos y carcajadas, pero de momento reinaba una relativa paz, apenas interrumpida por el sonido de la lluvia al caer entre las ramas desnudas de los árboles y la cantarina voz de Clemente el Demente, que seguía a lo suyo, un poco más allá, repitiendo una y otra vez, datos y números sin sentido. Sumida en sus pensamientos y un tanto aletargada, escuchó aquel Maldición de Sagitas, sin prestarle demasiada atención, hasta que ella expresó en voz alta sus temores acerca de los enemigos de su padre y les pidió utilizar la Daga para protegerlo. Jocker se la adelantó y Mackenzie suspiró aliviada. Aquella era una buena medida, corrían tiempos complicados y los enemigos parecían salir de debajo de las piedras y multiplicarse por doquier. Sagitas ya no parecía tan interesada en huir y aquello era también un motivo para poder relajar la mente y pensar. Mackenzie dudada de que aquello pudiera ser algún tipo de futuro. Las cosas no terminaban de encajar en ese sentido. La mansión tenía aspecto de ser muy vieja. No sólo estaba en ruinas, también la notaba añeja, como si hubiera estado dejada de cuidados durante mucho tiempo, antes de terminar completamente destruida. Pero si eso daba a entender que el tiempo había pasado por la casa y el jardín, no sucedía lo mismo con el cuerpo inerte de Mackenzie Malfoy suspendido de una soga en medio del patíbulo. Ella parecía tener la misma edad que ahora y, a juzgar por la escasa descomposición del cadáver, no daba la sensación de que hubiera pasado mucho tiempo desde su ahorcamiento. Pero si aquello no era el futuro y tampoco era una broma macabra de Sagitas, ¿qué significaba todo aquello? ¿Acaso era una visión? — ¡Eh! No tendríais mascotas peligrosas en la mansión, ¿verdad? Sólo nos faltaba, para líarla más, que salieran basiliscos o arácnicos gigantescos a lametearos porque os reconocen. — La voz de Sagitas interrumpió sus pensamientos. — ¿Mascotas? ¿Te refieres a dragones, basiliscos, acromántulas, kelpies....? — Mackenzie prefirió no seguir por no asustar más a Sagitas, pero la lista de criaturas peligrosas de la Mansión Malfoy era interminable. Eso sin contar con las estatuas, que no eran criaturas peligrosas, sino algo bastante peor. Mackenzie ya no podía estar segura de que todas las criaturas y seres peligrosos siguieran ligados a la mansión y a la familia. De cualquier manera, de seguir por ahí en algún lugar, más probable era que obedecieran a un Malfoy que a la propia Sagitas. — Creo, Sagitas, que mejor es que hagamos otro hechizo protector para ti. No es que vaya a pasar nada, seguro que no, pero siempre es mejor prevenir. — Mackenzie invocó su Daga del Sacrificio y pronunció las palabras del hechizo, me sacrifico para proteger. — Immolo ad protegendum Sagitas. Tras el hechizo de Jocker y el suyo, dos estarían protegidos y dos probablemente acabarían tan tiesos como los cadáveres que se balanceaban sobre el cadalso. —¿Cómo hiciste para meternos al interior de un boggart y no darte cuenta que las cosas que temes se vuelven realidad pronto? —La afirmación de Jocker la dejó asombrada. Aunque extraño y raro, aquella posibilidad ofrecía respuestas lógicas a lo que estaba pasando. — ¿De verdad es eso posible, Jock? Nunca oí que nadie pudiera estar dentro de un boggart. Y supongo que el común encantamiento —Riddikulus —probó mientras seguía hablando- no servirá de nada. —Esperó a ver si sucedía algo, antes de concluir —efectívamente, no sirve de nada. ¿Qué podemos hacer?
  10. Estaba feliz. La clase aún no daba comienzo, pero la presencia de su padre siempre provocaba en ella esa dulce sensación de protección, cariño y seguridad. Daba igual que lo hubiera visto el día anterior, no era añoranza ni nada parecido. Era un efecto que producía su presencia en ella, con independencia del tiempo que llevaran sin verse. - ¿Crees que aprenderemos cosas interesantes en esta clase, Padre? Parece que la profesora no tiene mucha prisa por enseñarnos. Justo en ese momento se abrió la puerta y apareció una mujer con aire enigmático, vestida con una capa y con un parche en el ojo. Mackenzie la esperaba, pues había visto las listas de los asistentes al curso, pero aún así no pudo contener un gesto apreciativo. - Creo que no nos conocemos -dijo la recién llegada - Soy Beltis. - Encantada, Beltis. Yo tampoco creo que hayamos coincido en persona nunca antes. Me alegro mucho de conocerla -respondió Mackenzie estrechándole la mano, a la vez que le daba un beso en la mejilla. La conversación siguió mientras esperaban que la clase empezara y tomara su rumbo. Boss aún no había llegado, pero Mackenzie dudaba mucho de que apareciera. Probablemente no se habría atrevido a enfrentarla de nuevo. Mackenzie suspiró y siguió escuchando la conversación. Ahora era Demian quien hablaba. Se sobresaltó al escuchar las palabras del empleado ministerial. ¿De verdad pensaba que podía expresar en voz alta y clara todas aquellas ideas sobre las artes oscuras? - Mi querido Demian, esto es un curso, no una revolución. -Rió Mackenzie guiñándole un ojo y tomándose a broma las palabras del empleado ministerial. No podía permitir que nadie considerara ni por un momento que aquello podía llegar a estar dicho como una petición directa al Ministro de Magia para legalizar las artes oscuras. - Pero dado que la clase no comienza, bien podríamos comenzar a estudiar nosotros las leyes mágicas y, en ese sentido, resulta muy interesante su proposición de estudiar si, a un nivel teórico, resulta o no resulta adecuado prohibir las artes oscuras o si, por el contrario, debería estar su uso regulado. Mackenzie esperaba haber derivado el tema lo suficiente, de forma que todo el mundo tuviera claro que aquello sólo era una discusión teórica sobre leyes mágicas. Con ánimo de sacar partido de aquel curso, además de llevar la pregunta de Demian al plano de la erudición, sacándola de cualquier contexto revolucionario que alguien le hubiera podido dar, se acercó hacia un estante de libros que había en la clase y tomó en sus manos uno que conocía muy bien. - Supongo que conocéis este libro, Teoría Mágica de Adalbert Waffling -dijo abriendo el grueso volumen y releyendo algunos pasajes que conocía bien. -Adalbert formuló las Leyes Fundamentales de la Magia y son precisamente de estas leyes fundamentales de las que emanan, en sucesión, todas las demás. La primera ley dice lo siguiente: Métanse con los misterios más profundos - la fuente de la vida, la esencia de uno mismo - sólo si está preparado para las consecuencias de la forma más extrema y peligrosa. A mi modo de ver, antes de abordar la cuestión teórica de si las artes oscuras deberían seguir ilegalizadas o, por el contrario, si sería conveniente legalizar su uso, deberíamos realizarnos dos preguntas. ¿Están todos los ciudadanos preparados para afrontar consecuencias extremas y peligrosas o no lo están? ¿Deben las leyes proteger a los ciudadanos de dichas consecuencias extremas y peligrosas? Si juzgamos que no todos los ciudadanos están preparados para afrontar dichas consecuencias y, a la vez, que las leyes deben proteger a los ciudadanos, a mi modo de ver, legalizar las artes oscuras, que en muchos casos inciden sobre los misterios más profundos, incumpliría la Primera Ley. ¿Qué opináis? Mientras lanzó su pregunta, dejó abierto el libro de Teoría Mágica encima de un pupitre y se acercó a la biblioteca de la clase, extrayendo varios tomos sobre leyes mágicas, que dispuso encima de las mesas, para que todos pudieran consultarlos. Ella misma comenzó a tomar notas de varios de ellos.
  11. La pelirroja se tomaba su tiempo en responder. Mientras tanto, Mackenzie seguía con la mano tendida hacia ella, esperando que le devolviera el saludo y la presentación, pero los segundos pasaban y la puerta se abrió para dar paso a un chico alto, de unos veinte años, de aspecto tosco, pero sin duda atractivo. Él sí se presentó y Mackenzie supo que trabajaba en la Oficina del Ministro y en los Servicios Administrativos del Wizengamot. Era Demian Luxure. - Hola Demian. Me alegro de verte. ¿Tu también te apuntaste al curso? Mackenzie se sentó en un pupitre al lado de Demian y sacó un cuarderno y una vuelapluma para tomar notas durante la clase. Junto a la puerta, en un tablón de anuncios, estaban escritos los nombres de los alumnos que tomarían la clase. El nombre de Demian estaba allí, junto al suyo. Pero también vio el nombre de Beltis, una misteriosa Malfoy que había llegado a ser Warlock, y cuyas influencias parecían ir mucho más allá de lo aparente. Y lo más increible, allí había también otros dos nombres que a Mackenzie la dejaron tan estupefacta que tuvo que volver a releerlos tres veces, antes de darles crédito. Su padre, Crazy Malfoy y su infame esposo Boss también atenderían la clase. O eso, al menos, era lo que rezaba aquel cartel. - ¿Cómo van las cosas en la Oficina, Demian? Intentó entablar conversación con el chico, mientras esperaba a que llegasen el resto de los alumnos y a que comenzara la clase. No sabía muy bien cómo tomarse el hecho de que Boss fuera uno de los alumnos o de que su padre y él tuvieran que volverse a encontrar precisamente en un curso de leyes mágicas. Aquello prometía, cuando menos, diversión.
  12. - Obedire -Había pronunciado Sagitas. Trastornada como estaba por la visión de su propio cuerpo colgando inerte de una soga, la Mackenzie que aún vivía no pudo hacer nada por evitar el hechizo. - Mackenzie Malfoy, levántate y sígueme. Vamos a buscar a Jock y nos vamos de aqu... - La primera orden fue muy clara, por lo que la Malfoy se levantó como una autómata y camino sin prisas y sin voluntad hacia donde estaba Jock. Fue por ello que sus sentidos no pudieron captar el ataque de Chávez a su padre. Cuando recobró su voluntad, se encontraba junto a un atribulado Jock, de rodillas en el suelo, su daga y su varita aplastadas, su libro de la sangre llenándose de barro y su cara con un gesto que indicaba que algo muy grave le acababa de suceder. No supo cuál de todos los hechos que estaban sucediendo al mismo tiempo le provocó la emoción más fuerte, cuando recobró su voluntad, si la visión de su preocupado medio-hermano tirado en el suelo, la certeza de que Sagitas la había manipulado con un Obedire o la estupefacción de ver a su padre en el suelo, cubierto de sangre. ¿De verdad lo había atacado Chávez? ¿El elfo más fiel de la familia? Lo primero era lo primero. Mackenzie adivinó miedo en el rostro de Sagitas. Tal vez no había planeado todo aquello, pero se veía a las claras su intención de salir de allí a toda velocidad. Obviamente, no iba a ser fácil salir fácilmente de allí y no sólo por las estatuas que les cortaban la huida. La bruja aún podía recordar claramente la segunda orden, que se había quedado interrumpida en aquel Obedire. No, nadie iba siquiera a pensar en salir de allí, antes de que pudieran descubrir qué había sucedido. No le hacía ninguna gracia utilizar la Magia de Sangre con una amiga que tanto la había apoyado en el pasado, pero lo primero, era lo primero. Disimuló un leve desvanecimiento, con la única intención de tocar la piel desnuda de Sagitas. Algo normal que necesitara agarrarse a algo en unos momentos tan complicados como aquellos. - Obedire -Pronunció, con su mano tocando la piel desnuda de Sagitas y, simultáneamente, con su daga del sacrificio en la otra mano, cortando levemente su piel y la de su amiga. -Repite conmigo: No nos iremos de aquí hasta descubrir qué ha sucedido - Fue la orden que Mackenzie, a través del Obedire a Sagitas. Era una pena que aquel hechizo, la Marca de Sangre, no fuera un conjuro múltiple que pudiera afectar a varios magos a la vez. De haber sido así, ahora todo ellos, y no sólo Sagitas, estarían ligados a un Juramento de Sangre realizado con la Daga del Sacrificio. Un juramento que vinculaba a todas aquellas personas a las que la daga cortara, atándolos a una promesa pronunciada en ese mismo momento. Una vez que Sagitas hubiera cumplido la orden del Obedire y hubiera pronunciado, por tanto, la promesa de no irse de allí hasta descubrir lo sucedido, si Sagitas incumplía su promesa, el juramento de sangre haría que recibiera un doloroso y prfundo corte en su cuerpo, que comenzaría a sangrar profusamente. Asegurado aquello, las siguiente preocupaciones de Mackenzie eran Jock y Crazy. - Episkey - La varita de sauco apuntó hacia su padre, haciendo que la sangre se detuviera y Mackenzie esperaba que fuera suficiente para curar sus heridas. Luego se inclinó hacia su medio-hermano, revolviéndole el cabello oscuro y tratando de sonreir para aminorar el gesto de preocupación que aún tenía Jock pintado en el rostro. - ¿Estás bien, Jock? ¿Qué te sucede? Mientras esperaba a que su hermano respondiera, tratando de no sentirse tan impotente, decidió que era momento de interrogar a Chávez y preguntarle qué había querido decir con aquello de que Crazy había matado a sus hijos. Sí, Mackenzie estaba muerta allí delante, -todavía se estremecía al recordar aquella repugnante visión-, pero era imposible que su padre la hubiera matado. Eso era totalmente absurdo. El sonido de una voz conocida interrumpió sus intenciones. - Dos, tres, cuatro, cinco... cadáveres fritos.... seis, siete, ocho, nueve.... ninguno se mueve. -Un hombre de mediana edad, pelo canoso e intensos ojos azules, detrás de unos gruesos anteojos de culo de vaso, se pasaba entre los cadáveres colgados de sogas que engalanaban aquel macabro patíbulo a las puertas de la mansión Malfoy. Iba vestido con un atuendo muggle con pajarita, completamente pasado de moda, y en sus manos sujetaba varios pergaminos desordenados y cubiertos de garabatos. Algunos pergaminos eran tan grandes que casi rozaban el embarrado suelo y todos ellos parecían estar escritos con números y letras en un complicado galimatías que únicamente aquel muggle chiflado sería capaz de entender. Mackenzie dudaba de que Clemente el Demente fuera a ser de gran ayuda. Qué lástima que no fuera uno de los colgados. Se dispuso otra vez a interrogar a Chávez, pero de pronto el sonido de una macabra carcajada reverberó en el viento, opacando el rugido de la lluvia. - ¡Jajajajaja! ¡Indignos! ¡Indignos! ¡Fuera de mi mansión! ¡Largaos! ¡Es mía! ¡Siempre fue mía! ¡Crazy! ¡Crazyto! ¡Jajajaja! ¡Tus investigaciones no sirvieron de nada! ¡Mis secretos están a salvo y ahora la mansión es MIA! ¡SOLO MÍA! ¿Ya viste a tus indignos hijos ahorcados? ¡Tu serás el siguiente! ¡Jajajaja! La impronta de un chico rubio, larguirucho y desgarbado, seguía a un eufórico Armand que sobrevolaba sobre ellos en círculos, su transparente y espectral figura vestida con ropajes del siglo X y en su mano una enorme espada de acero, orgullo de cualquier cruzado.
  13. Cambios realizados hasta aquí. Solicitud de galeones en curso.
  14. Dejo los galeones a depositar por los cambios de puntos. *chocolates y corazones a quien lo haga* + like Nick del usuario: Jock Id: 34473 Link a la bóveda del usuario: http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=78194 Galeones a depositar: 16280 Nick del usuario: Leah Snegovik Id: 114477 Link a la bóveda del usuario: http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=95010 Galeones a depositar: 3000 Nick del usuario: Dennis Delacour Id: 121288 Link a la bóveda del usuario: http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=111072 Galeones a depositar: 15081 Nick del usuario: Zoella Triviani Yaxley Id: 121273 Link a la bóveda del usuario: http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=110969 Galeones a depositar: 3200 Nick del usuario: Darla Potter Black Id: 34050 Link a la bóveda del usuario: http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=78114 Galeones a depositar: 7000 Nick del usuario: Gatiux Id: 35 Link a la bóveda del usuario: http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=77626 Galeones a depositar: 20250 Nick del usuario: Bel Evans Id: 111484 Link a la bóveda del usuario: http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=90386 Galeones a depositar: 3186 Nick del usuario: Anne Gaunt Id: 29567 Link a la bóveda del usuario: http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=95415 Galeones a depositar: 11000 Nick del usuario: Gabrielle Delacour Id: 4721 Link a la bóveda del usuario: http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=78303 Galeones a depositar: 10000 Nick del usuario: Orión Yaxley Id: 46902 Link a la bóveda del usuario: http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=78333 Galeones a depositar: 23000 Nick del usuario: Mackenzie Malfoy Id: 12497 Link a la bóveda del usuario: http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=72468 Galeones a depositar: 50000
  15. OMG cuánta acumulación Pongo los míos y me paso luego a hacer todos. ID: 12497 Puntos: 50.000
  16. Cuando Mackenzie cruzó el portal, una lluvia torrencial caía desde unos oscuros nubarrones que cubrían todo el firmamento. El paisaje era desolado y oscuro, más propio de un cuento de terror, que de una clase sobre un libro de hechizos, aunque éste fuera el Libro de la Sangre, uno de los conocimientos más oscuros que poseía el Pueblo Uzza. La bruja sabía, porque así se lo había contado Darajman, el Nahm Uzza que custodiaba aquel libro, que el Conocimiento inscrito en el mismo procedía de un Contrato que el Pueblo Uzza firmó con un clan de vampiros centroeuropeos en el Siglo XVII. Los descendientes de Vlad Tepes, antiguo príncipe de Valaquia y poderoso Vampiro, habían pedido ayuda al Pueblo Uzza para proteger su conocimiento de la Magia de Sangre. Nuevos clanes de vampiros de Transilvania y Moldavia amenazaban al, por entonces, debilitado, clan Tepes. Los Uzza prestaron un gran servicio a los Tepes, al punto de destruir a los incipientes clanes y de unir a todos los vampiros de lo que hoy es Rumanía bajo un único clan. Fruto de ello, incluso, es la asociación que hoy en día todavía se hace del Conde Drácula con Vlad Tepes, cuando, si se analiza la historia con cuidado, se deduce que Drácula, en realidad, no pertenecía a este clan. A través del rugido del agua torrencial, a Mackenzie le pareció oír el eco de un grito desgarrador. Era como si un augurey acabase de cantar y hubiera dejado su letal melodía impregnada en el viento que arreciaba y amenazaba con derribar los árboles y arbustos que crecían entre casas y mansiones derruidas. Levantó la mirada al firmamento, mientras realizaba un encantamiento impermeable con su varita y observó a la criatura alada girando en círculos en medio de aquella lluvia. De pronto, se lanzó en picado hacia abajo y fue a posarse sobre un cartel semi oculto por la vegetación, en el que la bruja no habría reparado a no ser por aquel vuelo del augurey. Un escalofrío recorrió su cuerpo cuando leyó lo que alguien había impreso con un Flagrate sobre él: "Ottery St. Catchpole. Población 0 habitantes". ¿Adónde les había llevado aquel portal? Mackenzie empezaba a estar recelosa, el Fulgura Nox que había utilizado Sagitas no creaba portales a dimensiones desconocidas. ¿Qué clase de broma era aquella? Con un ligero golpe de la varita, hizo que se subieran las botas por encima de los tejanos y dentro del forro de la cazadora negra emergió una tela térmica que la protegía del frío y la humedad. Se ajustó la mochila, repasando mentalmente su contenido. Allí estaba el Libro de la Sangre recién adquirido y, por supuesto, su Daga del Sacrificio. Un filo levemente curvado de acero de Valaquia, con empuñadura de plata de Silesia y 5 rubís engarzados en cada punta de un pentagrama labrado en la plata. Mackenzie sonrió recordando su viaje a Rumanía, poco después de que el Nahm Uzza Darajman le hablara de aquel libro, mucho antes de que los Uzza llegaran a Inglaterra a enseñar en la Universidad. No había sido complicado encontrar a Anatoli Tepes, descendiente directo y heredero de Vlad Tepes. Pero comprarle la daga original del legendario vampiro... eso sí había sido harina de otro costal. No sólo galeones había tenido que pagar por aquella reliquia del Siglo XVII. Se apresuró hacia donde estaban su medio hermano y Sagitas. Desde luego aquello tenía toda la pinta de que iba a ser una reunión familiar, más que una clase. A saber qué aventura les esperaba. Casi empezaba a dibujarse una sonrisa en su rostro, emocionada ante la perspectiva de nuevas emociones, cuando las pocas palabras que alcanzó a oír de lo que la pelivioleta le estaba contando a Jock, la hicieron torcer el gesto en una mueca de disgusto. - ... Esto parece estar bien muerto. ¡Dioses! Aquella es... Era la Malfoy, ¿verdad? .... - Fue lo poco que alcanzó a oir, pues al instante Mackenzie levantó la vista horrorizada para comprobar la espantosa visión de la otrora magnífica Mansión familiar, ahora completamente en ruinas. - No puede ser. ¿Dónde estamos? ¿Algún teatro nuevo de mágica realidad virtual? ¿Qué clase de broma es ésta? - Se sentía verdaderamente enfadada. Ver aquella casa en aquel estado era como ver toda su historia pisoteada y olvidada. Apartándose de los otros dos corrió hacia la desvencijada Mansión y penetró en sus jardines, ahora abandonados y convertidos en un manojo de vegetación desordenada y anárquica, que crecía por doquier, borrando senderos y tapiando las antiguas marquesinas. Multitud de estatuas estaban diseminadas y rotas por el suelo. Mackenzie sentía un nudo en la garganta y una congoja en el alma. Siguió avanzando con la sangre helada y el alma en vilo hasta la puerta de la mansión, pero lo que vio allí la dejó clavada en el sitio, sin ser capaz de avanzar un paso más. En la plazita delante de la puerta de la mansión, que antaño había servido para la recepción de distinguidas personalidades, se levantaba ahora un viejo tablado de madera carcomida y desvencijada. Encima de aquel tablado, colgando de viejos soportes de hierro oxidado, varias cuerdas se mecían violentamente entre el torrente de lluvia, que seguía cayendo implacable sobre la mansión. Algunas cuerdas estaban vacías. De otras, en cambio, colgaban cuerpos inertes desde tétricos lazos corredizos. Mackenzie se llevó una mano a la boca y ahogó un grito al reconocer su propio cuerpo, vestido con una túnica verde esmeralda, colgando inerte, pálido y frío en el centro de aquel cadalso. Muerta. Ahorcada. Todo su aplomo se vino abajo y calló al suelo, vencida, perdida, incrédula.... - Armand... -Llamó con la voz sofocada por el terror. - ¡¡¡Armand!!!! - Chilló en un grito de rabia desesperado.
  17. Mackenzie se encontraba en su habitación de la Mansión Malfoy, totalmente inmersa en la lectura de un libro sobre política que le había prestado su amigo y compañero arqueomago, Sebastian Crowld, tres noches atrás. Había enarcado una ceja y ocultado una sonrisa escéptica, cuando el mago le había puesto aquel libro, compuesto de tres volúmenes, encima de la mesa de El Caldero Chorreante, donde se habían parado a charlar y tomar un café juntos. - Sebastian, tus gustos por lo muggle empiezan a rayar lo inaceptable. A pesar del reproche, Mackenzie tomó los tres libros en sus manos, los olió con devoción y luego empezó a ojear sus páginas con curiosidad. Estaban escritos por una muggle llamada Hannah Arendt y se centraban en los principales movimientos totalitarios que habían tenido lugar durante el siglo XX en el mundo muggle, el nazismo y el estalinismo. La trilogía se llamaba Los orígenes del totalitarismo. - Bah, Mackenzie. Eso son tonterías y prejuicios de niña mimada Malfoy -Sebastian le guiñó un ojo. Se conocían lo suficiente para lanzarse puyas sin que éstas llegaran a ofender. - Sabes perfectamente que eso es un cliché, querido Sebastian, así que no te lo tendré en cuenta -sonrió Mackenzie con malicia. Su gesto prometía, por supuesto, una pronta venganza dialéctica y una defensa a ultranza de su familia. - Es evidente que tu erudición es, en un ochenta por ciento, un logro de mi familia, a juzgar por las horas que has dedicado en los últimos diez años a leerte todos los libros de nuestra Biblioteca, que me reconocerás que es única en el mundo. Y, por cierto, supongo que sabrás que todos esos libros no salieron de la nada, ¿verdad? - Mackenzie bajó el tono, dando a sus palabras un tono de misterio y secreto. - Cruentas batallas, peligrosas aventuras, incontables e innombrables luchas políticas en las que mis "mimados" antepasados se ganaron su honor y su posición en el mundo, así como todos esos libros que tanto te gustan. - Vale, vale, tú ganas - rió Sebastian. - Pero hazme el favor de leer ese libro, verás que te va a gustar. Y allí estaba ahora, en la mansión Malfoy, todavía en bata y camisón, sin haber podido prácticamente pegar ojo durante las últimas tres noches, pues la lectura la había atrapado en sus redes y no había podido dejar de leer durante los tres días que habían pasado desde que Sebastian le prestó los tres tomos. Terminaba de leer las últimas páginas del último volumen, mientras desayunaba tortitas con miel en la cama y escuchaba el Dies irae del Requiem de Mozart. No lo había planeado, la música se seleccionaba de forma aleatoria, pero era realmente una música apropiada para ambientar el final de aquella interesante lectura. El maldito Sebastian había tenido razón. Le había encantado. Recordó que aquel día tenía que acudir a un curso de Leyes Mágicas. Solían ser tediosos aquellos cursos de reciclaje, pero ella misma era consciente de su necesidad. Además se encontraba de buen humor, aunque no hubiera dormido en toda la noche. Seguro que iba a poderle sacar partido a aquel bendito curso. Se levantó de la cama y se encaminó al vestidor, todavía recordando citas del libro. La acción revolucionaria, muy a menudo, fue una concesión teatral a los deseos de las masas violentamente descontentas más que una batalla real por el poder. ¡Era tan genial! Mackenzie se sonreía sin poder evitarlo, mientras descolgaba una túnica verde esmeralda del ropero. Nada demasiado elegante, sólo una simple túnica con bordados blancos en las amplias mangas, no quería parecer fuera de lugar en el curso. La calidad teatral del mundo político se había tornado tan patente, que el teatro podía aparecer como el reinado de la realidad. Esta vez, la cita le provocó una intensa carcajada. Realmente la autora muggle resultaba incisiva y hasta provocadora. El hecho es que, tanto Hitler como Stalin, formularon promesas de estabilidad para ocultar su intención de crear un estado de inestabilidad permanente. Ya vestida, se miró en el espejo y se peinó con cuidado el ondulado cabello castaño claro, que ahora le llegaba hasta casi la cintura. Los primeros rayos de sol que entraban por el amplio ventanal de su habitación despertaban brillos rojizos en su cabello, al punto que era difícil definir su color, entre brillos rojizos, dorados y marrones terrosos. Se disponía a salir de la habitación, rumbo a la Universidad, cuando recordó otra cita del libro y se acercó presurosa a la mesita donde había dejado los volúmenes, releyendo una última vez, antes de salir. El factor inquietante en el éxito del totalitarismo es más bien el verdadero altruismo de sus seguidores: puede ser comprensible que un nazi o un bolchevique no se sientan flaquear en sus convicciones por los delitos contra las personas que no pertenecen al movimiento o que incluso sean hostiles a éste; pero el hecho sorprendente es que no es probable que ni uno ni otro se conmuevan cuando el monstruo comienza a devorar a sus propios hijos y ni siquiera si ellos mismos se convierten en víctimas de la persecución, si son acusados y condenados, si son expulsados del partido o enviados a un campo de concentración. Al contrario, para sorpresa de todo el mundo civilizado, pueden incluso mostrarse dispuestos a colaborar con sus propios acusadores y a solicitar para ellos mismos la pena de muerte con tal de que no se vea afectado su status como miembros del movimiento. * * * * * * * Ya en el Ateneo, se encaminó al aula 105 donde tendría lugar la clase. La profesora sería Kyttara Gryffindor Rambaldi. No la conocía, por lo que repasó las notas que había tomado previamente de los registros ministeriales. Una vampiro de unos 25 años, delgada, rubia, ojos verdes... originaria de la familia Gryffindor, pero se ve que había fundado su propia familia, la Rambaldi. Los registros oficiales no decían mucho sobre ella. Los archivos secretos tampoco eran explícitos, pero se sospechaba que, en algún momento, había formado parte de la Orden del Fénix. Mackenzie entró en la clase. Pensaba que la profesora se encontraría allí, apenas faltaban cinco minutos para el comienzo de la clase, pero el aula se encontraba casi vacía y la única persona que la ocupaba era una chica pelirroja que no encajaba con la descripción de la profesora. Quizás fuera metamorfoga, aunque a Mackenzie no le había parecido leer tal cosa en los registros. De cualquier manera, ya fuese alumna o la propia profesora, las normas más elementales de la educación le decían a Mackenzie que lo oportuno era presentarse. - Hola, me llamo Mackenzie Malfoy. ¿Y usted es...? - Le tendió una mano a modo de saludo a la peliroja.
  18. Mackenzie Malfoy

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  20. Mackenzie Malfoy

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    Nick: Mackenzie Malfoy ID: 12497 Libro de Hechizos: Libro de la Sangre Justificante de compra del Libro: Certificación Rango Social: Órden del Caduceo Nivel de Magia: 34 Fecha aproximada de aprobación EXTASIS o de salida de la Academia: Primera generación (2008) Link a la Bóveda: Bóveda Link a la Ficha: Ficha
  21. Aunque las postulaciones no están cerradas y seguimos valorándolas, hemos seleccionado ya a tres candidatos. Os damos las gracias a todos los que os habéis postulado por vuestro interés y ganas de aportar al foro. Tener que seleccionar a unos pocos entre tantos candidatos válidos es un proceso difícil y muchas veces tenemos que conjugar factores de muy diversa índole, como si estuviéramos armando un puzzle. En primer lugar, no se trata de valorar un candidato de forma aislada, sino como parte de un equipo. Pero sobre todo un proceso de selección como éste es complicado porque necesita poner en equilibrio las necesidades propias del foro, con las necesidades del equipo y con las capacidades de cada uno de los candidatos. No pretendáis compararos unos con otros, porque esto no funciona así. Así que no os sintáis mal si, una vez que pase todo este proceso de selección al que aún le queda, no resultarais seleccionados. Los nuevos moderadores son: Candela Triviani Jank Dayne Binny Evans Esperemos que les deis una calurosa bienvenida y mucha reputación Un aviso más. Dado que los nuevos moderadores están ya inscritos a la Gala de San Valentín, hemos decidido no perjudicarles en su participación y dadles vía libre para que participen como cualquier otro usuario de las actividades que quieran. Es por ello que también queremos informaros que sus permisos no serán del todo completos hasta que la organización de la Gala de San Valentín termine y no tienen acceso de ninguna clase a la oficina de organización de galas. Y esta es también la explicación del puntito detrás de Moderadores.
  22. Nick: Mackenzie Malfoy ID: 12497 Conocimiento: Leyes Mágicas Nivel de magia: 34 Link a bóveda: http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=72468 Link a ficha: http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=77601
  23. ID: 12497 Nick: Mackenzie Malfoy. Link a la Bóveda Trastero: 31070 Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: 72468 Link al Premio obtenido (en caso de gala/concurso): --- Nivel Mágico: 34 Fecha: 2019-02-05 Nombre del producto: Libro de la Sangre Consumible o Libro de Hechizo: Libro de Hechizo Nivel (del libro): VII Precio: 7000 G Precio total: 7000 G
  24. Dejo los galeones que corresponde depositar por los cambios de puntos en galeones. Pongo las ID también, por si se producen cambios de nick durante estos días. Nick del usuario: Dennis Delacour Id: 121288 Link a la bóveda del usuario: http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=111072 Galeones a depositar: 10588 Nick del usuario: Fiamma Phoenix Id: 77608 Link a la bóveda del usuario: http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=78281 Galeones a depositar: 3000 Nick del usuario: Oriánthi Id: 121060 Link a la bóveda del usuario: http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=110171 Galeones a depositar: 1000 Nick del usuario: Alegna Black Id: 120250 Link a la bóveda del usuario: http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=108453 Galeones a depositar: 3358 Nick del usuario: Bel Evans Id: 111484 Link a la bóveda del usuario: http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=90386 Galeones a depositar: 1922 Nick del usuario: Zoella Triviani Yaxley Id: 121273 Link a la bóveda del usuario: http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=110969 Galeones a depositar: 2800 Nick del usuario: Melrose Moody Id: 110981 Link a la bóveda del usuario: http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=90471 Galeones a depositar: 2808 Nick del usuario: Garry M. Ollivander Id: 118247 Link a la bóveda del usuario: http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=103154 Galeones a depositar: 2005 Nick del usuario: Eileen Moody Id: 113619 Link a la bóveda del usuario: http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=94381 Galeones a depositar: 1710 Nick del usuario: Emily Karkarov Id: 89984 Link a la bóveda del usuario: http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=83743 Galeones a depositar: 2130 Nick del usuario: Jank Dayne Id: 115890 Link a la bóveda del usuario: http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=97390 Galeones a depositar: 1020 Nick del usuario: Cye Lockhart Id: 73553 Link a la bóveda del usuario: http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=78480 Galeones a depositar: 741 Nick del usuario: Felicity Malfoy Id: 52221 Link a la bóveda del usuario: http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=78326 Galeones a depositar: 1707

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