— El buen juicio suele nublarse, cuando los sentimientos se anteponen a la razón—sonreía detrás de su máscara. El hacerse con esa clase de información, no era tan complicado y menos cuando algunas personas pertenecientes a la marca, rondaban tan de cerca a los Malfoy y miembros de la Orden del Fénix. Al parecer portar una máscara, no solo se aplicaba a la que los mortifagos empleaban, para mantenerse en el anonimato. Sino que iba más allá de usar pantallas que lograban engañar algunos, pero a otros les daban las armas necesarias contra personas que tenían sus días contados dentro de la comunidad mágica.
— Lamento no regirme por las actuales reglas de etiqueta, pasando por alto los nexos que algunos miembros de la marca tienen con los Fenixianos. No suelo tolerar la traición, si estuviéramos en los tiempos de antaño—carraspeó con suavidad— Ya todos ellos estarían debajo de la torre negra, encarcelados y siendo sometidos a las peores vejaciones. Lo que solía llamarse “vieja escuela”—añadía escuchando con atención las palabras de Zenin. A ella no le temblaba el pulso a la hora de elevar su varita contra los que consideraba enemigos de su causa o la causa que siempre defendería.
Aunque actualmente esa causa se confundiera con otra muy distante a lo que era la verdadera esencia de la Marca Tenebrosa. La idea no le sonaba del todo rebuscada, aunque su recelo hacia los muggles iba en aumento— Yo tengo algunos dragones que desean un poco de acción. En especial uno que espera ansioso acabar con objetivos que ya tiene en la mira—saboreando el veneno que era expulsado por sus labios miraba a Denebola. Sentenciaba de ese modo a todas las familias relacionadas con la Orden del Fénix o sus aspirantes.
— Para salvar a unos cuantos deben morir miles, no se puede ir contra las leyes de la naturaleza. El destino suele ser lapidario, cruel, lacerante y mutilador—sujetando el mango de su espada del invierno, no dudaría en usar la misma combinada con el poder del Hielo del Averno. Ansiaba ver como se congelaban los huesos del Ministro Ingles, verle suplicar por su existencia y rogar porque no se acabará con su dinastía. Respetaba a Crazy, agradeciéndole todas las enseñanzas que le legará hace años.
— Vayamos por esos odiosos muggles, si ellos sirven como carnada. Pues bienvenido sea, aunque eso no me quita la potestad de atacar cuando y como yo quiera—indicaba observando con frialdad el amuleto dragón que llevaba en su cuello. Jamás atacaría a un camarada, nunca seria capaz de usar el poder que poseía contra los verdaderos mortifagos que aun quedaban dentro del sitio que consideraba su hogar. Dejándose llevar por ese instinto asesino que dominaba cada una de sus acciones, pasando por alto el tener que rendirle cuentas a alguien en particular.
—Infundir Alma—imbuyendo pedazos de su alma en su espalda del Invierno, creando un vinculo más profundo y poderoso entre ella y el afilada arma. Usando todo su poder en el momento justo, dándole una cucharada de folor interminable a los traidores.