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Litah Black Lestrange

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Mensajes publicados por Litah Black Lestrange

  1. Se le había escapado lo sosa que podía ser la vida en Ottery si no se estaba involucrada en los líos de varitas habituales, que si la luz, que si la Marca. Litah había probado de ambos lados, uno por convicción y el otro, el otro por huir de aquello en lo que creía que le hacía daño. Cerró los ojos con fuerza y se obligó a si misma a pensar en otra cosa, eran esos recuerdos odiosos los que la alejaban cada vez más de Ottery, hasta practicamente volverla a una muggle. Una muggle sospechosamente rica a la que jamás veían trabajar o lo falta algo, todo lo contrario, le sobraban tanto residencias como sirvientes, la gente a veces murmuraba y ella se hacía invisible en las villas muggles dónde se había recluido en los últimos años. Tenía sus ventajas gozar de la pensión de los Black Lestrange y la herencia materna, por supuesto. Sin embargo, había decidido volver, sin tener mayor motivación que la de recoger sus propios pasos, la madurez la estaba poniendo muy nostálgica. 


    Se dispuso a caminar por Diagon, esperando ver por encima del hombro a Leandro escondiéndose o a Sean ingresando a un hotel, a lo mejor ver a Adam confiándole tareas a Asturión. Decidió no continuar tampoco por ese camino, ninguno de esos hombres merecía un recuerdo tan impreso en su memoria. Chocó los talones de sus botas y se encaminó a House of Books, capaz que leer la animaba un poco. 


    Dicho y hecho, apenas entró, el olor a páginas nuevas la llenó los pulmones, pero lo que realmente la animó fueron los sillones de cuero que se podían ver en el segundo piso. Como pocas veces, caminó de puntillas, evitando el ruido natural de sus tacones, silenciarlos era otra opción, pero no era para tanto, minutos después estaba sentada en uno de los muebles, acariciando la fina cubierta de piel. Sacudió la varita para escoger algún libro y pasar tranquila la mañana. Notó algunos ojos sobre ella, pero no esperaba que nadie la reconociera, después de todo, habían pasado demasiado años sin ella en el pueblo y no es que fuera Ministra de Magia, ni nada. 

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  2. La pelinegra se veía bastante ceñuda, sacudía en sus manos una cosita cuadrada y luego la levantaba en el aire, pero nada parecía quitarle el mal humor. Estaba tan distraída con eso que no se percató que estaba por pisar un charco, sin embargo y como si sus tacones contaran con un radar incorporado, lo esquivó magistralmente. No podía manchárselos, eran forrados en terciopelo negro, unos stilletos hechos a medida —como la mayoría de los de su closet—, por un diseñador alemán que había conocido en uno de sus últimos viajes. Uno que quedó fascinado por la destreza con la que la mujer combinaba hasta los atuendos deportivos con zapatos que la elevaran al menos diez centímetros del suelo.


    Desistió por fin de intentar señal en su celular y lo botó a mitad de la calle, enfurruñada aún. Vio las verjas del castillo Lestrange y sonrió de lado. Era alucinante como le era más sencillo llegar a la casa de Sol, que a su propio hogar, pero así sucedía cuando tu familia más parecía preocupada por el poder que podían adquirir que por lo que pasaba a su alrededor, a lo mejor Litah tenía más genes de su madre que de su padre, sin duda alguna. 
    Ingresó al jardín un poco dolida de no escuchar sus propios pasos sobre el césped, pero recobró la postura una vez estuvo en el vestíbulo frente a alguno de slos sirvientes de la mansión. Escudriño con la vista si Sol se encontraba en casa y escuchó voces un tanto cercana, pero decidió portarse bien, por una vez en la vida. Estando ahí era imposible no recordar a un par de... noches que disfrutó de los placeres de quedarse en la mansión Lestrange. A lo mejor el pecado y los tacones se llevaban mucho mejor de lo que le gustaba admitir.


    Segundos después, decidió que había esperado demasiado. Sacó la varita del liguero que sobresalía a su minifalda y se apuntó la garganta.


    — Solecito, es de pésima educación dejar esperando a la familia —musitó cantarina y volvió a guardar la varita, aunque esta vez en el escote. Su voz había retumbado en todas las habitaciones del castillo Lestrange, y por supuesto, esperaba que Sol la reconociera. 

  3. Oír la voz de su hermano mayor era más de lo que había esperado cuando iba a camino a la boda, aunque sonara como la siempre presumida y presuntuosa bruja que era, sus deseos de felicidad si eran sinceros, ya había corrido demasiada agua debajo del puente y tampoco era el momento de ponerse tan melancólicos, sobre todo si eso iba a terminar en pleito como antaño. Terminó de acomodar el nudo de la corbata y hecho un vistazo a los lados del novio, sus acompañantes eran algo que definitivamente llamaba la atención, chasqueó la lengua antes de verse envuelta en el un abrazo corto y fraterno, uno que correspondió como debía. 

    — ¿Qué puedo decirte? El colágeno es un gran aliado para las chicas como yo —bromeó palmeando sus hombros y alzándose un poco para plantear un beso en la mejilla—, no te lo mereces, pero te deseo un largo un fructífero matrimonio Illidan, te desearía los hijos más lindos del mundo pero esos... —susurró sobre su oído—, ya te los di yo.

    Se río, una broma entre ellos era el broche ideal para una ocasión como aquella, después de todo, había seguido el camino de los de su familia casándose con alguien que llevaba un apellido de linaje puro. Esas cosas, aunque un tanto obsoletas, importaban en lo que a los Black Lestrange se referían. Se separó del mago sonriéndole sinceramente.

    Prometo que me portaré bien, una vez que encuentre a Ashley —murmuró de pronto y girando a ver si la encontraba—, deja los nervios, la novia es la que debería estar temblando, no sé que clase de amortentia le diste, pero te daré la mitad de mi herencia paterna si te aguanta unos, ¿tres años? Son muchos galeones, Illidan, piénsatelo y compórtese. 

    Luego de aquello se separó, dejando que la estela del sonido de sus tacones acompañara unos segundos más a Illidan. Buscó un asiento pegado al pasillo pero a medio camino del altar, luego continuó con el movimiento de su cuello en busca de su hija, ella tenía que aparecer en determinado momento, ¿no?

    @ Illidan Black Lestrange  @ Ashley Emily Black Lestrange M.

    Off: Gracias! @ Mica Gryffindor

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  4. Eran pocas las ocasiones que convencían a la pelinegra de volver al pueblo mágico, no había absolutamente nada ahí que pudiera anclarla nuevamente, pero Asturión y Cloxxx no dejaban de intentarlo cada tanto. Hacía unos meses había recibido la noticia del regreso de su hija Ashley, junto con la notificación de que su hermano mayor también lo había hecho. No tenían comunicación alguna hace años y decir que la relación entre ellos era distante, podía resultar cuánto menos, una mentira blanca. 

    Había llegado una noche antes, pero como siempre, la bruja de los tacones se había distraído en la taberna del pueblo, ¿Cuándo se había detenido frente a un vaso de vodka? Bien sabía ella que ahora Illidan moraba en la mansión Black Lestrange, pero ella tampoco quiso pernoctar ahí, el Darl Palace había sido mucho más apropiado. Enterándose de la boda de su hermano, no pudo resistirse a una travesura más en la vida. Además era un paso importante en la vida del mago, alguien de su familia debía acompañarle, no solo Ashley. 

    - Ve y avísale a mi hija que volví y que voy a la boda de su padre -ordenó a Asturión antes de desaparecer frente a su reflejo y aparecer cerca a los jardines del castillo Burke.

    Para algunas podía resultar algo incómodo posar los zapatos en el césped, eso no sucedía con ella, incluso con los tacones aguja que había escogido para la ocasión. De cuero tratado en tonos verdes y negros, alzaban el cuerpo de la mujer en al menos doce centímetros, formando un diseño exclusivo de dos serpientes engarzadas al talón. 

    El vestido sin embargo era sencillo, para ella. Negro, en strapless cubriendo su silueta solo en las partes dónde su larga cabellera rizada no alcanzaba. Miró con una sonrisa la opulencia mostrada por Illidan al tener tantos sirvientes para la ocasión, definitivamente lo presumido no les iba a ir nunca, el orgullo Black Lestrange siempre sabía cómo relucir al sol. Caminó entre los invitados intentando no fijarse demasiado porque podía reconocer en algún invitado alguna noche que no valía la pena recordar y bueno, solo pasaba a dejar sus respetos.

    Le tomó a la bruja al menos unos diez minutos llegar al lugar de la ceremonia y unos tres más, colocarse justo detrás de la figura del novio.

    - Mira quién ha decidido dejar la soltería -murmuró a su espalda antes de colocarse frente a él y mostrarle la mejor de sus sonrisas-, casarte y no invitar a la mejor de tus hermanas, debería estar ofendida.

     Alzó sus manos a la altura del nudo de la corbata y fingió arreglarla un poco, debía dejarle asimilar la sorpresa, esperaba que agradable.

    @ Illidan Black Lestrange  @ Ashley Emily Black Lestrange M.

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  5. Litah se río al escuchar las cosas que decía de los elfos domésticos. Ella sin duda alguna no se imaginaba a sí misma fregando pisos o intentando ordenar su armario de zapatos, eso era impensable -Son útiles, Leandro, yo ni siquiera sé dónde están los cuchillos en está casa- iba a proseguir pero escuchó eso de que él estaba hospedado en un hotel de Diagon.

     

    Hace mucho tiempo ambos se habían encontrado ahí mismo, cuando Litah se escondía hasta de los Black Lestrange. Aquella vez lo halló completamente alcoholizado, ahora no estaba tan echado a perder.

     

    - Mandaré traer tus cosas si así lo deseas, no pretendo ir y venir de Londres quinientas veces, la verdad es que me siento cómoda en casa -ofreció indiferente-, si quieres, duermes aquí o en todo caso, puedes usar una de las habitaciones de invitados. ¿Puedes con sentirme ese capricho al menos?

  6. La rizada mujer se permitió disfrutar de aquel beso como hace mucho no lo hacía, los meses y años lejos de Leandro le pegaban con fuerza a las intenciones y sus labios querían cobrar cada segundo de ausencia apenas permitiéndose unos segundos para recuperar el aliento. "Por Morgana, cómo te he extrañado", susurró apenas separándose unos milímetros.

     

    Casi pudo oír un gruñido de su parte cuando se obligó a separarse de él. Gateó, quizá más coqueta de lo que debería dado que estaban sobre una cama y se alejó de él para tumbarse entre grandes almohadones. Antes que Ele pudiera decir nada, un simple "plop" anunció la aparición de su elfo doméstico, Asturión.

     

    - Trae un poco de fruta, piña y papaya en trozos. Algo que refresque.

     

    Las mejillas de la pelinegra estaban inusualmente rosadas, producto de la temperatura de aquel beso recientemente compartido. Le sonrió a su ahora novio y, le lanzó divertida un beso volado.

     

    - ¿Qué? No quería que mi servicio me viera en una situación incómoda -se excusó-, tienen que tenerme algo de respeto, digo. A todo esto, ¿dónde estás viviendo ahora?

  7. ¿Cuándo aprenderás? Se preguntó Litah a sí misma mientras escuchaba atónita algo que jamás esperó de la boca de Leandro, el nunca se había diferenciado por los detalles románticos, bueno, no en público en todo caso. Y Litah en su interior ya le había contestado, aunque en su dedo anular una punzante sensación le dijera que contestara con una negativa, era incapaz.

     

    - ¿Sabes la de veces que he caído ante la promesa de amor eterno? Demasiadas para que mi orgullo lo pueda reconocer Leandro, y las mismas veces he sido decepcionada -sentenció sosteniendo su mano entre las suyas-, ¿por qué está vez sería distinto?

     

    Era cierto, la pelinegra era incapaz de creer en semejantes palabras, aunque eso nada tuviera que ver con sus sentimientos. Ella siempre había querido a Leandro, se había permitido a si misma enamorarse una vez más aún sabiendo lo solitario de su carácter. Tal vez era más inteligente amarlo en silencio y responder con una negativa, ofrecerse a sí misma como una amiga incondicional y no como una amante de turno.

     

    - Nada me haría más feliz que llamarme tu novia -sonrió, demostrando que en asuntos del amor ella no era del todo brillante, se entregaba una vez más, está vez, plenamente consciente de salir lastimada-. Novia de un licántropo, ¿quien lo diría?

     

    Se recostó en su regazo incapaz de sostenerle la mirada y entonces le susurró un "te amo".

  8. La pelinegra no pudo hacer más que reírse luego de las palabras de Leandro, no era burla, era que sin pensarlo, él le había dejado una duda revoloteando en la cabeza y bueno, debía calmarse un poco antes de formularla. Su mano en el hombro la quemaba, la temperatura de él siempre había resultado mucho más alta a la que el cuerpo de la ella estaba acostumbrada. Calmó su risa y ladeó un poco la cabeza para así rozar el dorso de su mano.

     

    - Primero confirmarme algo, eso de limitarte a las acciones, ¿es una amenaza o una invitación? -susurró cerrando los ojos para invadirse en paz por los recuerdos con el lycan- No tengo mucho que decirte, más que bienvenido.

     

    Segundos más tarde tomó su mano separandola de su cuerpo y jugueteando con sus dedos. A diferencia de otras oportunidades, con Leandro, Litah se permitía a sí misma mostrarse vulnerable, e incluso hasta sensible. Eran distintos los tiempos en los que se habían conocido y a pesar de jamás formalizar un status entre ellos, se conocían lo suficiente para no ser invasivos. O al menos, eso creía ella.

     

    - ¿Deseas comer algo? -preguntó doblando suavemente los nudillos de Ele con los suyos, mirándolo como si fuera una niña jugando con el niño que le gusta- Siento mucho si no fui dulce y tierna al recibirte, digamos que últimamente no me llevo muy bien con los hombres y si, ya sé que eso es raro en mí.

  9. Leandro había vuelto a tomarla entre sus brazos, gesto que está vez no debilitó a la pelinegra sino todo lo contrario, la hizo sentirse dueña de la situación. Talvez no eran sus brazos, sino el lugar donde se encontraban, él jamás había estado ahí. La rizada mujer cerró el pestillo de la puerta sabiendo que quizá sea uno de las últimas veces que podría apartar las narices de los patriarcas de la familia. Y finalmente, acaricia los hombros de Leandro.

     

    - "Vosotros los hombres sois siempre tan confiados" -dijo imitando un español regional que hace mucho no usaba- "Se ufanan de lides que aún no hais ganado"

     

    Lo separó un poco, pero con cuidado y le invitó a tomar asiento en el borde de su cama. Ella hizo lo mismo.

     

    Su escote se sentía vacío sin el broche de esmeraldas pero confiaba en que la conversación con El no la haría derramar ninguna lágrima. No quería mostrar ninguna debilidad ante él, o bueno, ante nadie. Los tiempos de Litah buscando al príncipe azul, por fin habían terminado.

     

    - Si te traje aquí, es porque no quiero que nadie tenga que oír mis asuntos, ni yo tener que fingir que me importan los de ellos -le sonrió-, pocas personas en el mundo me importan. Tú eres una de ellas.

  10. Leandro había vuelto a tomarla entre sus brazos, gesto que está vez no debilitó a la pelinegra sino todo lo contrario, la hizo sentirse dueña de la situación. Talvez no eran sus brazos, sino el lugar donde se encontraban, él jamás había estado ahí. La rizada mujer cerró el pestillo de la puerta sabiendo que quizá sea uno de las últimas veces que podría apartar las narices de los patriarcas de la familia. Y finalmente, acaricia los hombros de Leandro.

     

    - "Vosotros los hombres sois siempre tan confiados" -dijo imitando un español regional que hace mucho no usaba- "Se ufanan de lides que aún no hais ganado"

     

    Lo separó un poco, pero con cuidado y le invitó a tomar asiento en el borde de su cama. Ella hizo lo mismo.

     

    Su escote se sentía vacío sin el broche de esmeraldas pero confiaba en que la conversación con El no la haría derramar ninguna lágrima. No quería mostrar ninguna debilidad ante él, o bueno, ante nadie. Los tiempos de Litah buscando al príncipe azul, por fin habían terminado.

     

    - Si te traje aquí, es porque no quiero que nadie tenga que oír mis asuntos, ni yo tener que fingir que me importan los de ellos -le sonrió-, pocas personas en el mundo me importan. Tú eres una de ellas.

  11. Sus tibios brazos la estremecieron, no había forma de negarlo, si bien era sabido que la Black Lestrange no era ninguna candidata a santa de nada, pocos eran los que ella se había planteado recordar, uno de ellos, claro estaba justo en ese instante volviendo a Ottery, quizá por ella. Aquellos meses en idas y vueltas con el licántropo la habían incluso doblegado a su cuidado, allá cuándo se transformaba y pretendía estar solo.

     

    - Leandro -seseó esbozando una sonrisa hasta que esté la soltó, y por supuesto, la magia se rompió. Algunas ideas nuevas surgieron en la mente de la Black Lestrange.

     

    Le dio la espalda ignorando sus palabras y tratando de componerse a sí misma, sólo entonces, enrumbó sus tacones negros y forrados en terciopelo hacia las escaleras.

     

    Todo con Litah era truco con maña, sabía perfectamente que el movimiento sinuoso de sus caderas lo tendría ligeramente hipnotizado, a él, sus piernas siempre le habían llamado la atención sobremanera. Los recuerdos harían el resto.

     

    - Sígueme -sentenció al fin, cuando casi llegaba al segundo piso, sin mostrarle más que la espesa cabellera negra y enmarañada cubriendo el escote de su espalda.

     

    En cuestión de segundos, Leandro estaba en su habitación, con ella.

  12. El descaro en las palabras de Leandro encendió las usualmente pálidas mejillas de Litah. ¿Así que había intentado olvidarla con muchas? Su ego en el interior se regodeaba y claro, el hecho de saberse dueña de sus pensamientos la incendiaba por dentro. Aunque él se hubiere cruzado con mil mujeres.

     

    - Oh, vamos ¿es Tab difícil seducir a un lobito como tú? - le dijo acercándose lo suficiente para tener que mirarlo a los ojos y sonreír con ellos- a mí no me costó tanto convencerte.

     

    Tomó uno de sus dedos y lo pasó por el rostro de Leandro, se raspó un poco con esa barba mal crecida y sólo luego de un par de minutos comtemplandolo y oyendo el retumbar de su corazón, lo soltó.

     

    - No has cambiado nada, Ele -susurró antes de alejarse-, para tu mala pata yo sí y la verdad es que el simple hecho de ver hombres me pone de mal humor.

     

    Río retrocediendo unos pasos, haciendo sonar sus zapatos de tacón.

     

    - Me contagiaste tu espíritu indomable.

  13. Habitación de Mía

    Discutiendo para variar

     

     

    La rizada pelinegra se quedó de impacto cuando escuchó el precio que tenía deshacer el hechizo copia de Sean. Y claro, la sonrisa dibujada en su rostro casi era un poema. ¿Así que iba a ir en contra de un hechizo impuesto por el mismísimo Jock Black Lestrange simplemente por darse el gusto de humillar a su madre?

     

    No, no le iba a dar ese gusto.

     

    Su negras pupilas brillaron y se acercaron a Mía lo suficiente para que ambas escucharan sus respiraciones. Sacó el broche de su escote y lo lanzó a la cama.

     

    - Mi broche está encadenado al de mis hijas, si saben mi ubicación, saben la tuya y no creo que sea conveniente para la Directora de Gringotts, ¿no?

     

    A estas alturas de la conversación, hasta las aletas de la nariz de Litah se temblaban de algo similar a la rabia.

     

    Se despegó de ella y encaminó su figura a la puerta.

     

    - Tienes hasta la cena para decidir.

     

    Y dando un portazo se fue.

     

    ----------------

     

    Horas más tarde

    Vestíbulo de la mansión

     

     

    Litah caminaba de un lado a otro pensando en la manera de solucionar su dilema sin tener que cederle a Mía su capricho. Durante años había intentado, sin frutos, arrebatarle los privilegios de los que ella gozaba en la mansión y está parecía la oportunidad perfecta.

     

    Se sujetaba los rizos y volvía a soltar los impaciente cada dos minutos. Se miraba en los elegantes espejos de la morada y no pronunciaba palabra, hasta que alguien estuvo lo bastante cerca de la puerta.

     

    Abrir y casi se va de espaldas. ¿Es que acaso querían volverla loca? Frente a ella estaba Leandro, el viejo "amigo" con el que alguna que otra vez compartió alcoba, eso claro hasta que él se esfumara.

     

    - Vaya, parece que te has divertido mucho en otros lares -comenzó sin atreverse a mirarlo a los ojos- ¿alguna consiguió al menos borrar mi perfume de tu almohada?

     

    Se dio pasó, para indicarle que conociera por si mismo la mansión Pater. Iba a conversar con él aunque terminraran aquel encuentro entre tacones y gritos. Él se veía descuidado, pero debajo de aquella barba de tres días.

     

    - ¿Vienes por hospitalidad, Leandro?

  14. La Black Lestrange se cruzó de brazos mientras escuchaba las palabras que iba arrastrando Mía, se preguntó concienzudamente si alguna vez ambas tendrían una conversación como Morgana mandaba, pero claro, una voz en la cabeza que recordaba al ojimiel patriarca de los Black Lestrange, le dijo "Si, claro, justo como las conversaciones conmigo, pequeña". Era cierto, Jocker se llevaba tan mal con Litah como ella con la rubia que tenía al frente. A lo mejor todo era parte de una maldición, ella encogió los hombrs resignada.

     

    Si, te voy a dar la razón en eso, yo no debí meterme con Sean —concedió mientras caminaba un poco en la habitación, como inspeccionando cada rincón que sus aterciopelados tacones negros pisaban—, pero el tema es que ha hechizado mi viejo broche y sabes muy bien lo pegada que soy a esa joya, preferiría matar al ladrón ese, antes de tener que deshacerme de las esmeraldas.

     

    Claro, eso y tendría que aceptar volver a verlo, algo, que definitivamente no estaba entre sus planes, ella no quería volver a cruzarse con el Limner en su vida. Mucho menos aceptar, que a partir de ese instante, las lágrimas que siempre había convertido en joyas, rodarían por sus mejillas.

     

    — Una Black Lestrange no llora —susurró escapandosele de los labios su pensamiento, sacudió su melena oscura dejando todos los rizos por detras de sus hombros—. Bueno, ¿qué podría ganar con eso la Matriarca de los Black Lestrange? No lo sé, supongo que no hay nada que pueda ofrecerte, pero si deseas pedir algún favor especial, lo tomaré en cuenta, esta vez, sólo por la magnitud de lo que pido —la primogénita de la casa se dirigió a una de la ventanas aun sin darle cara a su hija—, ¿hay algo por pequeño que sea que pueda darte yo, Mía Black Lestrange?

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  15. — Tienes que reconocerle algo a tu padre, te heredó el genio de porquería que diariamente cargas encima, pequeñina —comentó la pelinegra una vez estuvo en el umbral de la puerta de Mía, ver temblar a su pobre y querido elfo doméstico logró que la bajara del borde de su ventanal y caminara los pasos que separaban su habitación de la de la matriarca, cruzada de brazos observó la mitad de la perfección que había engendrado con Illidan, su medio hermano, la otra mitad, andaba vagando por el mundo, como ella misma—, los rizos que coronan tu belleza, esos, son míos —comentó casi burlonamente, no había nada que sacara de quicio a Mía, como el recordatorio de sus pocos parecidos.

     

    La habitación de la matriarca y ahora Directora de Gringotts poseía el lujo que le permitían años de trabajos de Jocker Black Lestrange, el mismo que las había inundado de gustos costosos y un descaro sin freno por las exclusividades. Litah y Mía lo sabían bien. La pelinegra se adentró a la recamara sin esperar la invitación de su hija, dejando que el sonido amortiguado de sus tacones al chocar con el alfombrado, la relajaran un poco.

     

    Necesito que ubiques a personas conocedores de artes oscuras —seseó en clara alusión al bando en el que estaba segura, su hija aún pertenecía—, y liberes mi broche de un maleficio o un hechizo. Sean es capaz de encontrarme en cualquier parte del mundo por una copa que hizo hace mucho tiempo y bueno, no quiero que me ubique.

     

    Se giró sobre su propio eje para inundarse de los ojos verdes de Illidan, puestos en su hija, y le pareció imaginarse el sermón que vendría a continuación.

     

    — Y no, no es porque tenga una nueva pareja —sentenció—, es más, antes que digas nada, permiteme recordarte por enésima vez, que yo te di la vida y aunque no lo consideres así, merezco respeto.

  16. Un broche que plata que enlazaba las dos iniciales de la familia, incrustado en finas y pequeñísimas esmeraldas comenzó a brillar sobre la mesa de noche en una de la habitaciones. Aquella reliquia había sido un regalo para la primogénita de Jocker Black Lestrange, un artilugio que le inculcó cada uno de los valores que corrían por sus venas. "Nadie nunca debe ver llorar a un Black Lestrange, recuérdalo siempre, mi pequeña Litah", le habían dicho en aquella ocasión. ¡Y vaya que esas palabras estaban tatuadas en la cabeza de la hermosa pelinegra que usualmente se escondía en esas cuatro paredes.

     

    Como Cascabelitah, que era su nombre completo, había sido al crecer, el vivo retrato de la adorada Penélope de Jocker, este le había consentido cada uno de sus gustos y caprichos, incluido claro el sostener una relación con su medio hermano. El gusto de la rizada mujer se plasmaba en cada detalle de la habitación, el techo encantado con una eterna noche de estrellas, los amplios ventanales y las pesadas cortinas azul oscuro que sellaban el recinto. Era poseedora además de un encantador hechizo que impedía a los patriarcas aparecerse a gusto y paciencia en su espacio privado, privilegio concedido en su momento por su padre y casi resquebrajado por Mía, su propia hija.

     

    Lo cierto es que nadie podía saber si la pelinegra se encontraba en los terrenos o no. Sólo sus elfos domésticos y claro, el broche de esmeraldas que en ese mismo instante estaba siendo tomado por unos delgados y níveos dedos para ser colocado en el centro de un llamativo escote en V.

     

    Litah Black Lestrange había vuelto.

     

    — Asturión, necesito que ubiques a Mía y le informes que necesito hablar con ella —sentenció antes de girarse a ver como el elfo comenzaba a temblar, ponerse en medio de aquellas dos brujas no era cosa de juego, ni cosa para celebrar, no para los elfos al menos—, .y deja de parecer una hoja en medio de tormenta, ¡Por el amor a todos los mortífagos! Mía no te matará por enviarle un recado mío.

     

    O tal vez sí, a lo mejor los meses la habían vuelto aún más intolerante a todo lo relacionado con su madre.

     

    La primogénita de los Black Lestrange se sentó entonces en el borde de uno de sus ventanales y apoyó sus piernas en el borde lateral, dejando ver un par de zapatos de tacón negro envueltos en fino terciopelo, quince centímetros de elegancia que jamás debía olvidar usar.

     

     

    @@Mia Black Lestrange

     

    Off: Mija besha *O*

  17. Si, soy algo así como la coneja de los BL (?) No, es broma....es que tengo mucho amor por dar (?) xD

     

     

    Yo te acepto Vicky, y bueno, en MP, seguimos viendo lo de tu ficha ...así que no te preocupes, una BL de pura cepa :P

     

     

    Ehmz, mijaaaa (Mía) o papi ...alguno puede añadirla de una vez al árbol :3 ...así se siente ya recibida xD ...Dios! Mi boda tendrá más hijos míos que invitados xD ...(aun no pongas si es hija de Adam o no, que no he hablado con él, por fa! xD)

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  18. Ooooow peque nuevi :love: ....papá merezco esa taipán por darte tantos nietos :rolleyes: digo nomás.

     

    Katie, sobre tu personaje, me parece genial ...Litah también es así y salvo Elizabeht y Ashley que son las más buenitas (?) ...todos mis hijos son como los describes xD ...orgullosos de su sangre limpia. De hecho Litah y su medio hermano tuvieron hijos para mantener la pureza de la sangre en la familia (si, claro, fue por eso xD >_> ) ...así que todo bien con tu perfil ....si necesitas ayuda, me avisas.

     

    Igual Adam es un Slytherin pura sangre (suena a caballito pobre padre xD) ...pero en fin...ya ves, coincidimos contigo peque :love: Nos vemos por ahí.

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  19. Ingresamos a la oficina de Esmeralda y entonces me sentí un poco más aliviada, distraer mis ojos con los juegos infantiles de Selena me confortaban. La palabra de "papeleo" sin embargo, aún se conservaba amenazante en una esquina de mi mente, agazapada y dispuesta a desgarrar los pocos nervios que le quedaban a mi estado de ánimo.

     

     

    — A Selena le vendría bien quedarse en casa, podría incluso prescindir de uno de mis elfos domésticos para que tú estés más libre, o conseguirte uno, las bóvedas aún conservan el oro que necesitamos —comentó al darse cuenta que la pequeña tenía que distraerse con las cosas que tenía su hija en el escritorio—, por otro lado. Creo es que es tiempo que conozcas a tus hermanas, las Black Lestrange, me refiero.

     

     

    Esmeralda era la única de mis hijos que portaba el apellido de los Marshbone Lóriryen y aunque en realidad me sentía orgullosa por ello, nunca le había tomado demasiada importancia al tema de presentarle a los demás hermanos con los que podría contar siempre. Incluso Ashley había regresado de su autoexilio sólo por acompañarme en el día de mi enlace. Lo lógico era que se conocieran; Mía, Ashley, Zeth, Elizabeth, Theo y finalmente, Esmeralda. Sacudí mis rizos divertida ante la idea y lo similares en algunas cosas que eran todos sus hijos.

     

     

    — ¿Y bien? ¿Tengo que llenar demasiado formularios? —espeté sin dejar de lado el fastidio en mi voz—, estoy a punto de cancelar todo gracias a toda esta cantidad de preparativos Esmeralda, será mejor que comencemos cuanto antes y luego, decidirás cuando puedes ir a casa a conocer a Adam, se está quedando unos días en la mansión así que, no habrá problema en compartir una cena o algo.

     

     

    Me crucé de piernas mientras comenzaba a rebuscar en mi bolso para sacar un par de plumas a vuelapluma y tintero, nada más útil para una bruja como yo, que buscaba las maneras de simplificarme las cosas, siempre.

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  20. Si, definitivamente eso de hacer trámites no era lo mío, ¿por qué los elfos domésticos no estaban autorizados para tramitarlos en mi ausencia? Eso definitivamente me ahorraría un tiempo precioso en el que podría estar, no sé, quizá atendiendo los detalles de la boda. Recordaba con claridad que Esmeralda trabaja aquí, y en realidad me habría gustado verla, a ella, o a la pequeña que pronto me llamaría abuela. ¡Por Morgana! ¿Es que todos se empecinaban en hacerme sentir anciana? Bueno, no había lugar alguno para quejas, yo le había hechizo exactamente lo mismo a mi padre con la llegada de Mía y Ashley a mi vida.

     

    Suspiré.

     

    ¿Dónde estaría Adam en ese precios instante? A mí no me molestaría tener un poco de ayuda con el tema de organizar la boda, vale que podría solicitar ayuda a mis hijos, pero no tenía intención alguna de incomodarlos con una situación a la que aún no sabía como iban a reaccionar. Ni siquiera con Rachel o Vanessa podría adivinar su reacción, habían reaccionado tan mal a mi regreso con el Slytherin, que siendo honesta conmigo misma, temblaba de sólo pensar en lo que mi viperina hermana descalza pudiera añadir a sus comentarios.

     

    Afortunadamente, una voz que conocía me sacó de mis turbulentos pensamientos. Preciosa como siempre, la salida de las oficinas de mi hija Esmeralda hizo que notara la presencia de una pequeñita. Le sonreí, los bebés siempre podían conmigo y aunque Selena ya casi era una niña, para mí seguía siendo un pompón rosa.

     

    —Puedo decir con seguridad que es cincuenta por ciento y, cincuenta por cierto. Parece ser que si no es por obligación, no puedo ver a mis hijos —sonreí acercándome a ella para plantarle dos besos en cada mejilla. Sólo me permitía esas muestras de cariño y gracia con mis seres más queridos, ella lo sabía—, Adam y yo, finalmente pusimos fecha a la boda. ¿Crees que pueda realizarse desde el dia 1ero al 15 de Agosto?

     

    Bueno, quise prevenir y por eso hablé volando, a lo mejor, así ella no decía algo malo en contra de mis decisiones. ¡Por Morgana! Estaba demasiado nerviosa. De pronto, 1ero de Agosto me sonó demasiado lejos, necesitaba ser la esposa de Adam antes de eso o me volvería loca. Intenté respirar, a ver si así me calmaba un poco pero no funcionó del todo.

     

    — ¿Y bien? ¿Podrás ayudarme o tendré que viajar a América para casarme en Las Vegas? —bromeé con ella, me giré a ver a la pequeñita que seguía intentando llamar nuestra atención. Seseé un hechizo no verbal y aunque seguía haciendo señas, nada podía oírse ya— Está hermosa Esme.

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  21. Katie, en la BL escasean los hombres (lo siento Papi xD pero es cierto) xD ...pero si quiereeees, puedo ser tu madre sanguínea con Adam Slytherin (qeu creo, tiene ojos azules xD) ...ty entonces todo solucionado (?) ....xD ...Digo no sé.

     

    Dentro de los estándares de la familia, soy activa (?) jajaja nah, es broma, ibntento serlo, lo más posible, pero no sé, depende enteramente de ti! xD ...De todas formas un besazo.

     

    Besitos a todos, PD.- Jock ¬¬ suficientes hermanos, gracias, de nada ....

  22. Bueno, Aaron nos había hecho aparecer cerca del Ministerio y me zafé de su agarre en cuanto pude, sacudí la falda de mi vestido con volandas negras ahora, y me encaminé hacia las oficinas de Servicios Administrativos del Wizengamot, pensando, y pensando muchísimo. No eran exactamente pies fríos los que tenía, estaba segura del paso que estaba por dar, sin embargo no pude evitar sentir que el anillo de compromiso que tenía en la mano izquierda me pesaba cien kilos.

     

     

    Pensé en él mientras caminaba, en su cuerpo apoyado a ese árbol de cerezos en los Jardines Sumaes, en su sonrisa cuando me miraba y en sus manos revoloteando su maraña de cabellos. Claro que estaba segura de querer casarme con él, pero la sola idea me tenía vuelta en pánico, y en eso ambos éramos igual, nos gustaba tener el control y cualquier situación que nos desbordara terminaba desesperándonos.

     

     

    Mientras llegaba por fin a la oficina buscada, me pregunté si le había perdonado la ausencia, respondí sonriéndome mientras intentaba localizar con la mirada si había alguna persona para atenderme cerca.

     

     

    - ¡¿Alguien por aquí?! —seseé taconeando un poco, quizá solo para divertirme— Necesito iniciar los trámites para una boda.

  23. Flashback


    ¡Ay por Morgana! Fengari se había dignado a aparecer y encima de todo, con dementores, es que a veces esa niña parecía estar loca, la pelinegra se maldijo mil veces por haber obedecido el llamado de Rada y ponerse una máscara en el rostro, ahora no podía acercarse a ella sin identificarla como mortífaga también.


    Sus ojos fuerons distraídos por un hechizo que golpeó de lleno a Aaron, no lo conocía demasiado bien, y en realidad, le importaba muchísimo más lo que sucediera con su nieta, pero estaba tan cerca. Apuntó la varita hacia él y sentenció sin pensárselo demasiado.


    - Episkey —chilló antes de terminar de acercarse a él para evitar que cayera, lo cogió de la túnica en el mismo instante en que Fengari cegaba todo a su alrededor— ¿Qué demonio...? —pero se detuvo de decir algo cuando sintió algo en la boca del estómago y las llamas de una chimenea activada por polvos flu la consumía, poéticamente hablando, claro.



    ¿Es que acaso Aaron intentaba huir herido como estaba? ¿Sería suficiente un Episkey? Volvió a apuntar la varita hacia donde sabía que estaba Aaron.



    - Episkey —susurró aunque el hechizo le pegó de lleno a Mayz. Luego de aquello no supo nada más.



    Si, claro, que sentía algo de culpa por dejar a Fengari adentro, pero después de todo ella no estaba con máscara mortífaga, así que seguramente estaría todo en orden para su nieta. Y obvio, ella saldría a dónde quiera que Aaron hubiera dirigido esos polvos flu.



    Off: Por fin, out. :P

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  24. Necesitaba órdenes, con urgencia. Cuando estaba por alabar en el escondite mortífago, la compostura que todos habían demostrado durante el escándalo de los fenixianos en el Ministerio de Magia, decidían ahora aparecerse y lanzar hechizos. El único que agradeció fue el de su nieta, porque claro, de no haber impedido la salida de Adryane, ya escuchaba sus quejas, puesto que la salida de visitantes contaba ahora con un maleficio y todo aquel que quisiera huir del Ministerio, caería abatido por él.



    Pero claro, pedir tranquilidad a esas alturas era demasiado, y la verdad es que los jefes tampoco daban ninguna muestra de ponerse más firmes. Una explosión la sacó de sus cabales, pronto magos y brujas corrían de un lado a otro, una de ellas, desconocida totalmente cayó casi a sus pies.



    - ¡Por Morgana! ¿Es que se han vuelto locos todos? -gritó mientras tomaba a la bruja entre sus brazos y salía hacia los pasillos más oscuros cercanos al Atrio, la dejó a un lado y por fin sacó la varita que tenía escondida en la liga de encaje negro. La desmayó. No necesitaba testigos de semejante alboroto en el Ministerio.



    Pronto, sus súplicas fueron atendidas y un ardor se sintió en su antebrazo, la Marca Tenebrosa ardía y en su rostro se materializaba una máscara de plata con ligeras esmeraldas en el borde, su vestido hasta hace unos segundos negro, cambia a una túnica larga azul y los tacones se alzaban ahora en plateados fierros. Empujó a la bruja desmayada y se se enfiló de nuevo al Atrio, lista para lo que podía fijarse con una masacre.



    - ¡Me parece que el Ministerio ha sido o claro! —pronunció alzando su voz lo más que podía—, nadie sale, nadie entra. Los que han ingresado ahora, portando luz o máscara ...debieron estar ya bien escondidos en el Ministerio sin que lo noten nuestras autoridades.



    Y entonces se colocó de tal forma que estuviera a buena distancia de los odefos, a quienes no quería cerca más por desprecio que por precaución. ¡Que líos! ¿Por qué no habría solicitado puesto de trabajo en San Mungo o en Gringotts? En fin.


    Penso un Zancadilla, lo que inmediatamente la hizo ver como Bel Evans caía de bruces en el piso de piedra del Ministerio.


    - Cuidado, el piso está resbaladizo con tanta pluma suelta de pollo queriendo ser gallo —se burló negando lentamente.

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