Litah Black Lestrange

La verdad es que descubrir aquellas fallas en la seguridad de la mansión habían sorprendido ingratamente a la pelinegra que ahora se encontraba caminando escondida bajo una capucha. Sabía perfectamente que no corría ningún riesgo de nada en el Ministerio, esta vez era su sentido común por no toparse con gente odiosa el que le había dictado que se escondiera lo necesario. La directora de aquel Departamento era su hija Mía y lo cierto es que llevaba un par de meses sin verla. Sin duda alguna aquel día sería un reencuentro épico, si es que ella laboraba fuera de su importante cargo y decidía ayudarla.

Si corría con buena suerte, no se toparía con ella y algún otro funcionario podría ayudarla. Resopló dejando caer la capucha hacia atrás, liberando una cascada de rizos negros por sus hombros y encaró al primer encargado que vio con una dulce sonrisa.

- Buenos días, mi nombre es cAsCaBeLiTaH Black Lestrange Marshbone Lóriryen y vengo a pedirle que me ayude con unos documentos —comenzón sin perder la compostura, ni la sonrisa en sus casi translúcidos labios—. Quisiera poner un hechizo antiapariciones a mi residencia, a mi negocio y conectar ambos a la red flu.

Escondió su risa y prosiguió desviando sus ojos hacia otros lados.

- Son demasiados trámites, ¿verdad? —dijo casi a modo de disculpa.

La figura encapuchada se encaminó hacia la fuente de Cooperación Mágica con prisa, como si algún tren en King's Cross se le fuera a perder aunque la verdad era que recién andaba llegando. Un delicado ruidito de tacones chocando contra el piso empedrado era lo único que delataba su feminidad, el resto de su figura estaba resguardado por la peada tela tela y sus rizos negros por la capucha del mismo tono; dejó caer un par de galeones a la fuente y se retiró hacia el revisador de varitas de una buena vez.

Sacó entonces de una liga de encaje una varita con empuñadura de plata, delgada, de pino, 28 cms con núcleo de nervio de dragón peruano y la depositó en la mesilla que tenían al frente del regordete funcionario, quién luego de examinarla, le dedicó una sonrisa a la bruja que permaneció imperturbable.

- cAsCaBeLiTaH Black Lestrange —seseó mientras ella asentía recibiendo nuevamente su varita—, que tenga una agradable estancia en el Ministerio y los trámites le sean leves.

Ella se limitó a asentir y dirigirse a los elevadores invertidos que la llevarían al Departamento de Transporte Mágico.

Bueno yo vengo a inscribirme por estos lares porque bueno, debo de ponerme las pilas con algo que realmente me gusta que es el tema de socializar y rolear. Así que nada, a las órdenes y futuras ideas *O* ...dejo mis datitos y me quedo al pendiente.

Nombre: Litah Black Lestrange
Skype: cascabelitah
Motivos: Pues es una forma que me gusta de colaaborar y en la que puedo esquivar a la vez el tema de los duelos ...de todas formas se colabora sin necesidad de ensuciarme la túnica, o los tacones.

PD.- Besos mijaaaaa

Hola, si vengo a corroborar lo que dijo Elizabeth, la verdad es que rolear ha sido una odisea, cada vez que lo intenté, entraron odefos ._. Y bueno, lo que pasó en la BL es que cuando entré, debía un rol con uno de mis hijos y no sé si contaba como guardia xD ...es que siendo de la familia. Elizabeth, siento muchísimo no haberme comunicado U_U ...ahora mismo te escribo.

Tomó las gafas que la sanadora le estaba dando, aún estaba muy aturdida y la verdad era que no sabía ni siquiera dónde se encontraba con exactitud. Instintivamente dirigió sus ojos negros a los pies, sus hermosos zapatos de tacón azules seguían embelleciendo su anatomía. Les dedicó una sonrisa de satisfacción, eso era algo que no le hubiera perdonado a ningún odefo. Tomó las pastillas que le dieron y sintió que la sensación de confusión se iba a retirando de su cuerpo minuto con minuto.

Cuando cogió el pergamino de su alta, notó que estaba desnuda. Ni siquiera lo había notado cuando ella le puso las manos encima para verificar el cráneo debajo de aquel colchón infinito de rizos negros.

- Gracias, si, supongo que haré lo que indique —respondió finalmente cuando el vestido se volvía a ceñir a su cuerpo y se ponía de pie.

La vio irse por una puerta, y practicamente la siguió. En su cabeza intentaba rememorar con exactitud lo que la había llevado a San Mungo, un lugar que en realidad jamás había pisado, pero todo eran sombras. La redada que más parecía asalto, los fenixianos que más parecían aurofagos, la prisión asquerosamente iluminada, los guardias más sosos del mundo, los prisioneros más callados de la historia y finalmente, ella en San Mungo. ¿Habría sucedido alguna rebelión de la que no sabía ella? Quizá simplemente no la recordaba.

Se retiró del hospital mágico escuchando resonar sus zapatos contra el frío suelo, recuperando paso a paso la confianza que normalmente tenía en su andar.

Rió en cuanto la escuchó. No se imaginaba presentandole a Sean.

- Digamos que de cuando en cuando bajaba al bar del hotel donde me aloje y por si te lo preguntas, no hicimos nada en Paris. Es un chico divertido, interesante y la verdad sea dicha con mucho mundo.

Resopló intentando esconderle su mirada triste,si, sin duda alguna era imposible no dejarse llevar por los recuerdos. Aqurlos jardines tenían impregnados en el smbiente ese aromz dulzón.

- Tienes razón, todo lo que suma, sirve.

La escuchó en silencio mientras se sentaba a su lado y recordó con picardía que mientras ellos invadían su casa, ella disfrutaba de una grata compañía de Sean.

- Razón llevas, Rachel -tenemos que ponerle una nana. Por cierto, en la casa le di alojamiento a un mago amigo mío. Lo conocí en Francia en el último viaje que hice y no tenía donde quedarse. Le di la habitación a mi lado.

Lo dijo mirando los pies de su hermana, ahora ella también edtaba descalza y a su lado.

- Te imaginabas todo esto cuando nos vimos por primera vez?

Sonrió al verla radiante y saltando frente a ella. Rachel había vuelto.

- Supongo que no, no puedo librarme de ti —resopló fingiendo cansancio y volteando los ojos—, ¿qué tal te ha ido? No nos vemos desde aquella invasión extraña en la casa. La verdad es que entre tanta tontería, me enteré luego y por Delos, que estabas en la casa. ¿Qué modales te enseñaron de niña que ni siquiera fuiste a saludar?

Le había tomado la mano, era una de aquellas raras muestras de afecto que a veces las hermanas Marshbone se permitían, lo cierto es que jamás había sido tan cercana con una hermana, y de hecho también extrañaba a Vane, ¿Dónde se había metido esa bruja?

- ¿Sabes algo de Vane? Tanta ausencia la verdad comienza a preocuparme.

Hacía mucho tiempo que no pisaba ese césped, que no sentía aquella brisa añeja acariciar su rostro. Cosa rara en ella, se deslizó de sus tacones y se permitió disfrutar del rocío golpeando en las plantas de sus pies, cogió los preciados accesorios con una mano y se encaminó rumbo a la laguna del centro, respirando pausada y pesadamente.

La última vez que había estado ahí las cosas habían sido tan distintas, parecía que los Jardines Sumaes siempre guardaban un pedazo de la pelinegra. Ahora llevaba entre sus manos el anillo que rezaba sus iniciales ML, debía dejar de pensar en él. Sobre todo ahora que no tenía otra salida.

Resopló agotada, si su padre había confiado en ella, no tenía porque dudar de su criterio y debía dejar de pensarlo con tanta nostalgia. Él había tomado su decisión y debía respetarlo, aunque no estuviera de acuerdo. Alisó la falda por detrás antes de tomar asiento y ver el reflejo de las columnas en el agua. Los Jardines normalmente la relajaban, ahora más bien parecían haber perdido todo efecto en ella.

es en serio? Que flojera ...lod e las firmas y lo de ir a conciliar lo siento, lo de ser diplomática no me va xD, me da flojera andar negociando nada xD ... ¿Neftis está libre? Si lo está, por favor, colocala a mí nombre ...

Neftis, Nebet-Het "Señora de la casa" –de Horus. Simboliza la oscuridad, la parte invisible, la noche, la muerte. Representa lo opuesto a Isis

Ah ver, si ahora si ...

Observó con sincera curiosidad las formas que tenía la sanadora para acercarse a ella, ver su cuerpo manipulado de aquella manera resultaba un poco extraño pero dada su afinidad por las pociones, lo dejó pasar de lado. Por otro lado, tampoco era demasiado lo que podía hacer flotando ahí en el aire, así que continuó observando impasible.

Siendo espectro sonrió al ver que sus tacones permanecían en el lugar de siempre, la piel de cordero era demasiado fina para las celdas de Abaddon y hubiera regresado por sangre al verlos manchados aunque fuere algún rayón ínfimo. Primero la sangre, luego sus tacones y finalmente sus ideales. Definitivamente la Marhsbone necesitaba un reordenamiento de prioridades.

Sumida en sus pensamientos estaba cuando se sintió absorbida y pegada a su cuerpo nuevamente, pero no tuvo demasiado tiempo para reaccionar, su pecho se hinchó recibiendo un cálido aire lleno de vida.

- ...demasiada luz -murmuró llevando pesadamente su mano a los ojos, tratando de ignorar lo pesado de la luz en las mazmorras-...

El cuerpo de Litah Black Lestrange apareció lánguido sobre una camilla en las mazmorras de San Mungo, cualquiera que pudiera verla notaría su estado, sin embargo, uno que la conocía del día a día podía haberse confundido, su tez siempre había sido tan níveo que se confundía fácilmente con la lividez mortuoria que ahora reinaba en sus mejillas.

Su pecho, aunque escotado no se movía pausadamente como cuando respiraba, aquella era la gran diferencia entre la Marshbone viva y la Marshbone muerta. Vanidosa, como ella sola, su incorpórea esencia pululaba cerca de sus piernas, vigilantes de que ningún sanador decidiera robar aquellos tacones azules de diseñador. Eran un reciente regalo y como todo su calzado, era más importante aquello que cualquier cosa que pudiera perder.

Lo que si sorprendió al espíritu era la actitud del broche de esmeraldas que normalmente centelleaba en el centro de su escote, aunque sabía que era alimentado por sus lágrimas, yacía opaco y casi sin brillo sobre la tela del vestido. Cómo si realmente hubiera desaparecido.

Mirando el techo de la pequeña celda la pelinegra se preguntaba una y otra vez que estaría haciendo su pedacito de cielo, si se habría preparado lo suficiente para recibirla en casa o tendría nuevamente que resolverle sus problemas de existencia. La entaconada mujer sabía que faltaba poco o nada para que pudiera descansar de la mediocridad de Abbadon y aquello hacía que su respiración se normalizara.

Sólo había que aguantar, respirar, recordar en su cabeza el sonido melodioso de sus tacones chocando con el suelo de piedra y respirar.

Extrañaba ese pequeño pedacito de cielo, luz era aquello y no lo que predicaban estos delincuentes que lejos de promover sus ideales los manchaban con ataques furibundos y llenos de trucos rastreros, pero que sabían fingir lo suficiente para aparecer en la portada del Profeta como legendarios defensores de la justicia.

“Justicia, ¡já!”, pensó la rizada pelinegra, justicia era que la magia se quedara entre los magos, y no regalarla en defender a los muggles. Mucho menos si los defendían con trompetas de maldad.

Distinto a lo que creía, en lugar de acercarsele el tabernero, se le acercó un mortífago visiblemente afectado por el alcohol, logró escuchar sus argumentos contra el tabernero y luego le vio extender su mano hacia ella, con una cordialidad de la que no le creía capaz. Lo había visto hace unos meses cuando era aspirante, pero tras su última huida de Ottery, era imposible recordar todo con claridad, al parecer, lo mismo le sucedía a él porque se había vuelto a presentar.

Lucía desastroso, como si un troll le hubiera atacado camino a la taberna, y eso, sumado al rostro compungido por el alcohol hacían una mezcla poco agradable de ver, pero su comportamiento era impecable con ella. Que extrañas eran algunas borracheras cuando comenzaban.

- Litah Black Lestrange —mencionó indicándole que podía acompañarla—, ¿puedo ayudarte en algo? La verdad es que pareciera que necesitas ayuda y mucho.

Le sonrió aunque por dentro si sentía cierta preocupación por el estado de Andy Greyback.

Luego de tanto memorizar el suelo de su celda, otra figura iluminada volvía a acercarse a su celda, una mujer. “Genial”, pensó deteniéndose en su curiosa y corta caminata para escuchar lo que su guardia tenía que decir.

- ¿Marca Tenebrosa? —Seseó mirándola directamente a pesar de la luz que emanaba de su rostro— Digamos, querida, que te emborrachas en un sitio y tienes la mala pata de toparte conmigo, y se me ocurre tatuarte una calavera con una serpiente… ¡y voilá! Aparecen dos de los tuyos y te apresan…

Contaba su pequeña historia con un tonito de profesora de jardín de infantes que podría llegar a irritar a su padre, el viejo e inescrutable Jock que detestaba el tonito de suficiencia que la entaconada mujer solía usar cuando quería esquivar su culpa.

- No conozco a nadie de la Marca Tenebrosa, preciosa —continuó con una sonrisa mientras se ataba los rizos en una cola alta—. Pero estoy segura que no lancé un solo hechizo mientras tus compañeros irrumpían de forma tan molesta en mi habitación. Verás, humildemente creo que mortífaga, fenixiana o bruja sin rumbo…habría tenido todo el derecho del mundo de asestarles un buen golpe en el trasero. Creo que toda persona mágica debe tener un cierto nivel de educación.

Se sentó en el borde de la litera que amablemente le habían proporcionado y se dedicó entonces a acariciar el broche de esmeraldas que coronaba el escote de su verde oscuro vestido.

- Ya que han mostrado tanta hospitalidad, ¿crees que podrías brindarme un poco de zumo de alguna fruta? Los alimentos me hacen daño —pidió soltando el tono socarrón de su voz por uno un tanto más sincero—, y créeme que ya puestos en camino, prefiero que me lances un sempra a caer desmayada por falta de alimento apropiado.

Entre sus pensamientos, la pelinegra escuchó una voz que se le hizo familiar, pero estaba tan abstraída que no logró reconocer si la voz venía de fuera o de las prisiones fenixianas. No fue sino hasta que un sonido seco llegó a sus oídos que detuvo su caminata corta, alguno de sus compañeros estaba tratando de pasar el tiempo conversando con los guardias.

- Eso, que se pongan a fregar los suelos, a ver si para eso sirven —dijo en un tono de voz más alta intentando no reírse. Las estadías en lugares tan cerrados la ponían realmente nerviosa, se felicitó internamente por dejarse capturar sin ofrecer ninguna resistencia, no se imaginaba estar gravemente herida y agotada en semejantes condiciones, se habría suicidado con la bandeja de comida sin pensárselo demasiado.

La prisión fenixiana sin duda alguna tenía dejos de prisión muggle abandonada, pero guardaba cierto y lejano encanto mágico que no extrañaría una vez que estuviera en una cama como Morgana mandaba y señalaba. Porque lo cierto era, que así y ahí no deseaba permanecer un segundo más.

La rizada mujer caminaba por los senderos de la Marca (?) un poquito perdida para su gusto, llevaba tanto tiempo sin pisar el lugar y encima con el problema de la amnesia, no recordaba casi nada. Su hermana brillaba por su ausencia, apenas unos cuentos mensajes enviados con lechuza y nada más. Decidida a olvidar las cosas que le agobiaban se adentro a la Taberna de la Marca.

Así que prontamente sus altos tacones forrados en tafetán negro inundaron con su sonido las oscuras instalaciones de la Taberna. Sintió que el cantinero la miraba, quizá reconociera su apariencia, pues era bien sabido que toda su familia pertenecí a las filas mortífagas, de todas formas intentó relajarse escuchando el sonido dulce de sus precioso zapatos negros chocando con el suelo firme del lugar.

Llegó hasta una mesa pues no quería tener los ojos del cantinero metidos en el profundo escote que se veía coronado casi como siempre, por el broche de esmeraldas que formaba las iniciales de los Black Lestrange. Ató sus negros rizos en una cola alta y espero pacientemente a que alguien se acercara a solicitarle su pedido.

Los cuchicheos entre guardias y otros prisioneros eran más de lo que ella podía tolerar, por lo que volvió a retomar su caminata corta en la celda logrando que la melodía hueca de sus tacones la llevaran a sitios más gratos que ese cuchitril. Recordó con grandes lagunas, que alguna vez había visto aquellos dijes fenixianos muy cerca de su familia, aunque no lograba descifrar ningún rostro o voz. Sacudió su cabeza de lado a lado haciendo que sus rizos saltaran graciosamente por todos lados.

Había pasado tanto tiempo desde su estadía en Nueva York que la sensación de sentirse abrumada por recuerdos que no entendía se le hacía extraña. Ya se había adecuado al tema de su nueva familia, de regresar con los Black Lestrange, haber conocido a Neos, compartir tanto con Rachel. Alzó el rostro altivamente, como si hubiera alguien de su pasado observándola aunque bien sabía que no era así.

- Basta... —seseó para sí misma—...maldito cuchitril.

La voz del fenixiano le llegó como susurro a los oídos mientras seguía observando los bocados de la bandeja de comida.

- Jueguecito, entretenimiento, como tú quieras bombón —seseó mirándolo—, aprecio los detalles que tienen para con nosotros pero honestamente, no suelo comer esto.

La figura iluminada se alejó de la celda dejándola en una oscuridad en la que podía tolerar el tiempo que seguía pasando lentamente en aquel pequeño lugar. Se preguntó cruelmente porque no tenía una daga sobre el cuello de los fenixianos para no aburrirse tanto, es decir los hechizos eran lindos, pero nada como ver la sangre deslizarse por el piso.

Sería un buen decorativo para el lugar.

La silueta de un mago iluminado despertó su curiosidad, logrando que se levantara de la cama, se trataba sin ninguna duda de un hombre, sin embargo aquella luz sobre su rostro le hacía más afeminado de lo que le habría gustado. La voz grave inundó la estrecha celda y ella le echó un ojo a la bandeja de comida, apetecible seguramente para otras brujas, pero no para la Marshbone Lóriryen.

- Gracias —masculló tomando la bandeja del suelo y revisando los bocados que la Orden le enviaba—, no te preocupes, intentaré estar sana y fuerte para cuando comiencen sus jueguecitos.

Dejó la bandeja en la mesita y se dedicó a verle el lado positivo a aquella comida. Ella no ingería nada que no fuera zumo de frutas frescas, desde que tenía uso de razón había sido de aquella manera. Ni siquiera el hambre que comenzaba a escocerle el estómago le obligaría a llevarse esa comida a la boca.

La entaconada mujer comenzó a oír murmullos y otros sonidos alrededor, por lo que asumió que no eran sólo las dos prisioneras. El dulce sonido hueco que hacían sus zapatos de tacón la distraía y tranquilizaba haciendo que el tiempo pasara más lento por su mente, como si llevara pesadas cadenas que en realidad se sentían ligeras cerradas en sus muñecas. Se acercó a la mesita y se sirvió un vaso de agua.

El líquido bajó por su garganta rápidamente calmando el calor de la rabia que aún escocía su nívea piel.

"Parece que en Abaddon falta un toque de gusto, ¿no?" pensó mentalmente al repasar una vez más su celda fenixiana, la verdad es que Nurmengard tenía mayor comodidad para sus prisioneros, y es que había que torturar, pero incluso para eso hay que tener estilo.

- Y pensar que se supone que ustedes son los buenos —murmuró dejando el vaso en la mesita y dirigiendo sus pasos a la cama para sentarse un rato.

La prisión fenixiana no tenía nada de espectacular, la rizada pelinegra ponía los sentidos a punto para reconocer cada espacio que su silueta ocupada. La parte encantadora era que no tenía que pisar casi nada del lugar, aquel par de tacones eran un obsequio de bienvenida, azules, hermosos y espigados, Tau por fin le había dejado de dar zapatos por la mitad, y entonces, los lucía hoy, aunque presa.

La mujer que la llevaba en hombros la dejó depositada en un lugar demasiado estrecho para sus gustos, con apenas una litera, y una jarra con agua para beber.

- Tan hospitalarios ustedes —masculló estirando los brazos ligeramente porque ella había tenido la amabilidad de desaparecer las cuerdas antes de irse a otra celda.

Con tres cortos pasos completaba una y otra vez el espacio que tenía en aquella celda, pero no dejó de hacerlo, el piso de piedra resonaba gratamente con la punta de plata de sus tacones y la melodía la relajaba, necesario en estos momentos. Su sangre parecía hervir en sus venas, le había interrumpido uno de sus momentos más sagrados, habían irrumpido en su lugar más sacro y así sin más, como ladronas a medianoche, la habían sacado de la comodidad de su familia.

Bueno, he de venir a votar xD ....primera primera vez! Pues, yo considero que el más chevere es el de Hogwarts xD ...y no es que los otro estén feos, eso sólo que no me llaman la atención del todo xD ...Sería divertido volver a ser alumna Slytherin aquí en el foro xD ...

¿Tengo que evitar el spam? Esto es todo tan injusto T_T ....hace mucho que no voy a una gala de los foros como Morgana manda, pero intentaré portarme a la altura (?) xD ...Digo yo, si hay gala mortia, solo van mortios o tambien Minis? ...y neutrales? ...digo yo.

Bueno, igual que Caroline, venía a inscribirme, pero digo yo ...este igual va a seguir siendo el topic de Escuadrón de Neutrales, no? xD ...Quiero estar en ambos, porque son de rol en su mayoría xD ...pero el de Aspirantes no lo vi T_T ....

En conclusión, si resulta que esto sirve para inscribirme en el de Neutrales, solicito ingresar y si no ...ehmz, pues ...Annuky, hazme visita guiada por la Marca, porque tengo todo blanco y la verdad tanta luz me marea ¬¬ ...y no es por eso de los fenix, sino porque no hallo el cambio de skin -.-'