Él eligió contradecirla, pero no de un modo grosero como podría haberlo hecho en otra situación o con otra persona frente a él, sino con tranquilidad, con la intención de explicarse de un modo tranquilo. Poco a poco lo veía mejor, más entero, parecía estar acomodándose a su nueva condición.
No pudo evitar asentir ante cada palabra que él, que disipaban de a poco las dudas que se habían forjado en la mente de Mica. Poco a poco, sus pensamientos se iban apagando, al menos aquellos que solo le provocaban temor. Su corazón pasaba a tomar protagonismo, volviéndose el protagonista total del momento, alimentado por los dichos de aquel hombre que estaba junto a ella. Aquel “te amo” fue mágico. Una sonrisa se instaló enseguida en su rostro, pues llevaba mucho tiempo esperando escuchar tales dichos por su parte.
Claro que estaba de acuerdo, con la libertad que proponía, con la confianza que ya estaba conformada entre ambos y que pensaba sostener, así como con que podrían hacer cosas magníficas juntos. Lo creía, lo sabía. Estuvo a punto de responder, pero los labios de Mael se apoderaron de los suyos, haciéndole olvidar todo.
Se entregó a aquel beso, suave, cálido, y a las caricias que sus manos improvisaban con timidez. Sonrió en sus labios, sin separarse ni un segundo de él, intensificando un poco el jugueteo con su boca. En ese momento, ya nada más existía para ella, tan solo podía ser consciente de disfrutar, pues había esperado ese beso por mucho tiempo.
-Te amo -susurró, apartándose apenas, necesitando expresar ese sentimiento que parecía no caberle en el pecho.
@ Mael Blackfyre