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Mahia Black

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Mensajes publicados por Mahia Black

  1. Mahia mordió su labio inferior para reprimir un quejido de placer y abrazó a Gabrielle, apretando la tela de su vestido con sus manos. Quería más, mucho más. El aire que cada vez se hacía más difícil de inhalar provocaba su respiración agitada. La cabeza le daba vueltas y su cadera se acompasaba a los movimientos de la rubia, buscando el contacto más de lo que creía que estaba haciendo. Era una sutil tortura que le llevaba a lo más alto y que su hermana no se preocupaba en acelerar.

     

    Las manos de la otra Black le hacían estremecer. Entre temblores y tenues sonidos buscó los labios de la otra chica, aumentando la pasión. Permitió que la Delacour terminara de bajar sus shorts y con premura tiro del borde del vestido que le cubría, dejando que sus manos recorrieran el camino que las telas dejaban. Quería sentir el calor de la piel, los roces, la suavidad. Miró a sus ojos con deseo, como perdiéndose en la miel que brillaba ante ella.

     

    Acarició el vientre plano, subiendo por su pecho. Maravillada se detuvo unos instantes allí, acariciando con la punta de sus dedos, bordeando y circundando cada borde, cada pliegue, lizo o rugoso, que sus manos encontraran. Sentía los escalofríos que provocaba, quería que se prolongaran lo más posible. ¡Cuánto la había extrañado!

     

    Envolvió con una de sus piernas la cadera de Gabrielle y dejó su labor en su pecho, tomando la mano de la ojimiel para llevarla a su boca. Mordisqueó sus dedos sin dejar mirarla a los ojos y luego la volvió a hacia donde estaba anteriormente, pero sin nada que la pudiese detener.

     

    Su corazón no dejaba de latir con fuerza, y su espalda se arqueaba ante cada toque, amoldando su pecho al de Gabrielle de forma natural. Los movimientos se hacían más rápidos y los besos y caricias no dejaban lugar sin recorrer, probar o lamer. Dos cuerpos emanando calor, respiraciones agitadas y voces entrecortadas y jadeantes completaban aquel momento tan especial, llegando al clímax de lo pasional. Entre sentimientos y sensaciones, tan vehemente como afectuoso, Mahia dejó escapar una suave proclamación, un leve susurro entre tanto jaleo. Te quiero -

  2. Mahia bajó el rostro hasta el de su hermana y besó su frente en un principio, descendiendo luego la propia hasta la de la rubia. Nunca iba a dejarla sola. Quizás era un poco posesivo pensarlo, pero ella era suya, y la iba a proteger del frío, de las personas, y de hasta ella misma. Apretó más el agarre de la mano que la sostenía y se alejó un paso de Gabrielle, estirando el brazo. Soltó una pequeña carcajada de emoción y le hizo dar una vuelta sobre sus propios pies, desapareciendo las dos del jardín en un segundo.

     

    Era un poco ostentoso tal vez llevarla a su propia recamara, sobre todo cuando hacía tiempo que ella misma no la usaba. La última noche sólo había dormido allí, pero no había acomodado nada a sus gustos. Prácticamente era una habitación vacía de todo lujo.

     

    Recogió la toalla que había tirado al suelo luego de bañarse y la colgó sobre el espejo que había frente al ropero empotrado en la pared. El cuarto era de tamaño mediano, pero tenía un gran ventanal del lado derecho del que sobresalía un pequeño balcón de concreto en donde la Black solía acurrucarse a mirar la noche cuando esta era fresca y estrellada. Del otro lado se encontraba el guardarropa y en medio una gran cama de sábanas blancas y un edredón rojo sangre. Por último, a un lado de la puerta tenía una mesita cuadrada donde guardaba su bodega de vinos personal.

     

    Invitó a tomar asiento a su hermana sobre la cama todavía sin armar, sintiéndose algo avergonzada de ello. Le hizo un gesto con la mano y le pidió que se diera vuelta. Volvió a insistir sin emitir una palabra cuando la francesa la miró entre desconcertada y divertida, y esperó paciente a que le hiciera caso. Se giró hacia la despensa y sacó una botella de vino blanco, la cual enfrió al instante con su varita, e hizo aparecer dos copas y una cubeta metálica colmada de hielo. Colocó allí el alcohol y volvió hacia su cama.

     

    Se acercó a paso lento hacia la espalda de Gabrielle y se sentó detrás de ella, colocando la mano sobre sus hombros para luego comenzar a bajar lentamente hacia los codos. Colocó su peso sobre la espalda de su hermana, indicándole que fuese recostándose poco a poco, apoyando su pecho contra ella mientras dejaba que su aliento le rosara el cuello al hablar.

     

    - ¿Confías en mí? – Le prenguntó al oído. La voz ronca pero serena profería seguridad. Antes de que ella pudiese contestar se incorporó despacio, arrastrando nuevamente las manos a los hombros. Le dejó estirar las piernas y se colocó sobre ella pero sin permitir que su peso la agobiara, sosteniéndose con las rodillas a cada lado del cuerpo de Gabrielle y comenzó a masajear su espalda, de manera delicada y con amor.

     

    Cada vez que llegaba a la parte superior descendía a dejar un beso sobre la base del cuello, o mordisquear la parte blanda de la oreja, sintiendo la respiración ir en aumento. Se levantó un poco y la hizo darse vuelta, mirándola a los ojos con la suficiente pasión para que ella entendiese qué era lo que buscaba. Colocó las manos en el abdomen de la rubia y subió por él sin quitar el azul intenso de su mirada del ámbar que la atisbaba.

     

    - Tu turno – Le dijo casi en un susurro, besando sus labios y tomando sus manos para llevarlas al borde de su remera. – Soy toda tuya. -

  3. Estaba feliz. El calor de los brazos de Gabrielle y el contraste con los escalofríos que los suaves dedos le provocaban era una sensación bastante estimulante. Aceptó su beso con ternura, separando un poco sus labios para que ella los volviera a buscar y deslizó una pierna entre las de ella, aplicando un poco de presión cuando la rubia rodeó su cintura. Bajó su mano derecha hasta el borde de su vestido, evitando la tela, y acarició directamente la piel debajo de él.

     

    Estaba por decirle cuánto la deseaba, pero antes de que pudiera terminar la acción oyó el ruido de la puerta y se maldijo por dentro por no haberla cerrado antes con llave o un hechizo. Escuchó la palabrería de Gatiux y sintió el vacío entre sus manos cuando Gabrielle se separó para contestarle y seguidamente marcharse del lugar.

     

    Con un sonoro golpe dejó caer la frente contra la pared en la que la Delacour había estado apoyada y, golpeando los puños contra la misma, profirió unos insultos en lo bajo. ¡Justo cuando la tenía entre las garras! Giró la cara para mirar a la mujer de Orión, si eso es lo que era. Su hermano las elegía, definitivamente.

     

    - Entiendo tus quejas, pero podrías haber esperado. En última instancia, si no te gusta el modo de la gente de este castillo, creo que tienes otro. – Musitó, sabiendo que se arrepentiría por sus palabras. Le caía bien la Malfoy, y el asunto entre su hermana y ella no era problema de Mahia, pero en ese momento se sentía frustrada. Suspiró y la miró como pidiendo disculpas – Lo siento, olvida lo que dije.

     

    Antes de que pudiese responder, salió de la cocina a paso decidido. Casi corriendo pasó cruzó el recorrido hasta los jardines para alcanzar a su hermana. Si bien el ambiente se había roto, no la podía dejar sola, no con el carácter que conocía de ella. Quizás sólo podría acompañarla por un rato, luego iría a practicar algo de ejercicio.

     

    - ¡Gab!, ¡Espera! – Estiró la mano cuando la rubia se frenó y luego se agachó un poco, apoyando las dos manos sobre las rodillas – Estoy falta de estado. -

     

    Levantó la cara y le regaló una media sonrisa a la cara seria que estaba frente a ella.

     

    - No dejes que nos arruine el momento. ¿Sabes cuántos años hemos estado separadas? Aunque bien sé que han sido culpa mía jaja – Se incorporó y se puso junto a ella, tomándole la mano mientras hacía aparecer un sweeter verde que hacía juego con su vestimenta y se lo ofreció para que ella pudiera ponérselo. Estaba haciendo un poco de frío para que sólo vistiera ropas holgadas– ¿Permíteme que te acompañe, esta bien? -

     

    Levantó la mano de Gabrielle y la colocó sobre su mejilla, rozando el borde de la cicatriz que surcaba su ojo izquierdo mientras le guiñaba el ojo esperando ver nuevamente a su hermana sonriendo.

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  4. Sabía que Gabrielle estaba probando su paciencia, y aquello le encantaba. Tragó saliva cuando sintió la mano en su rodilla, pero en vez de apartarla acercó la pierna a la silla de su hermana para facilitarle la tarea y se estiró para tomar un panecillo mientras la escuchaba hablar. O por lo menos fingía hacerlo. La verdad era que no estaba prestando en absoluto algo de atención a la charla que se estaba dando en la mesa entre los familiares presentes. Procuró rozar como quien no quiere la cosa su pecho contra el brazo que Gabrielle estaba usando para acariciarla y sonrió con malicia.

     

    - ¿Cómo te va, Akiza? - Ignoró su tono de voz ronco y le regaló a su sobrina una sonrisa que pretendía ser encantadora.

     

    - Espero que estés a gusto en el castillo. Puede ser algo solitario a veces pero últimamente el panorama es bastante - Esperó un segundo para continuar - Excitante -

     

    Miró de costado a la rubia un segundo y bajó la mano hacia la de ella, subiéndola un poco más de lo que ella se había animado a hacer. Esta es la última vez que me pongo pantaloncillos cortos en vez de falda, pensó para sí misma, ahogando un quejido de placer cuando sintió los labios y las palabras de Gabrielle en su oreja.

     

    El azul de sus ojos se había oscurecido más de la cuenta con esa última acción, denotando que ya había llegado al límite de su control. Se levantó apartando suavemente la mano de su hermana de su pierna y, recomponiendo la postura, dejó su taza en la mesa.

     

    - Si me disculpan, -Musitó con un falso tono de elegancia en la voz. - Tengo algunos asuntos pendientes que resolver en la cocina. Ya que estamos todos presentes, me gustaría preparar el almuerzo del mediodía. Gabrielle, ¿me acompañas por favor? Me gustarías que apruebes el menú.

     

    Aquello último lo había dicho mirándola directamente a los ojos, ofreciéndole su mano para ayudarle a levantarse. El mensaje que quería transmitir era claro: esta vez no dejaría pasar la oportunidad. La había extrañado tanto desde aquella ultima vez estando juntas... Pasó su brazo por sobre los hombros de la Delacour de manera protectora y se dirigieron hacia la cocina.

     

    Una vez dentro, Mahia soltó a su hermana y se dirigió a los elfos domésticos que se ocupaban de sus comidas, pidiéndoles que se tomaran aquella mañana libre a partir de ese momento. Los vio desaparecer entre murmullos de reproche y se giró nuevamente hacia la pequeña rubia que la había vuelto loca. Encontró su expresión divertida mirándola con un poco de curiosidad, y sonriendo la alcanzo nuevamente, poniendo una mano a cada lado de su cintura mientras la hacia apoyar contra la pared más cercana.

     

    La pegó un poco más a su cuerpo y sin decir una palabra hundió su cara entre el hombro y el cuello de la bruja menor, olisqueando su aroma con gusto. La sintió estirar el cuello para facilitarle el trabajo, por lo que aprovechó para probar entre suaves mordisqueos aquella piel que tanto deseaba.

     

    - Ahora dime, ¿Como pinsas solucionar esta situación, mi mortifaga preferida? - le dijo al oído con la respiración un poco agitada, rozando la piel con la punta de su lengua de una manera muy delicada para luego dibujar un camino de tiernos besos hasta terminar justo de lado a la comisura de los labios de Gabrielle.

  5. Sonrió con malicia y suspiró ante el tacto frío de la máscara en su cuello. El corazón le daba vuelcos constantemente. Esto de hacer de loca y volver a las andadas de cuando era joven era totalmente excitante, pero también desgastante. No recordaba el efecto que la adrenalina le hacía a su cuerpo. A todo eso había que sumarle las Manos de gabrielle tocando su cuerpo, que ya estaba como había venido al mundo.

     

    - Sí, a casa. Creo que aquí ya está todo terminado. - Musitó mientras veía las llamas consumir algunos muebles y pilares, mientras otros se habían convertido en animales que utilizaban el lugar como baño. Quizás eso lo hayan aprendido de Orión, pensó la Rubia.

     

    - Además, creo que tenemos algunas cosas que pueden ser interesantes en casa para poder hacer – Le dijo con la voz ronca, tirando el cuello hacia atrás para verla a los ojos. – Puedo demostrártelo en cuanto lleguemos. Esto me ha dado muchísima energía. ¿y a tí?

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  6. El frenesí y descontrol de la visita a la mansión Gryffindor había agitado el interior de la Black. Se sentía llena de energía, como si no pudiese cansarse nunca. Volvió a la entrada del lugar y pateó las puertas. Todo era un completo desastre. Excatamente como tenía que ser el hogar de los miembros de la orden del fenix.

     

    - Ahora se parece más a un gallinero. - Pensó para si misma.

     

    - Oh... - Mahia sonrió al sentir las manos de su hermana sobre su cintura y se giró para mirarla a los ojos. Estiró los brazos a su cuello y la atrajo un poco para susurrarle algunas cosas al oído. Sonrojada, se separó un poco y le guiñó el ojo - Tú eres lo más hermoso que yo he visto. ¿Quieres ir yendo a casa?

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  7. ¡PUM! La ventana mas cercana a la entrada en la mansión Gryffindor fue despedazada en un segundo por Orión, dejando el camino libre para que Mahia ingresara al interior del lugar. Antes de que pudiera realizar cualquier otra acción la rubia musitó un sonoro Avis, apuntando con la varita hacia arriba, para poder generar doce pajaritos de tamaño considerable que la protegieran de cualquier fenixiano que osara aparecer.

     

    Una vez segura, se limitó a destrozar cada uno de los muebles que podía alcanzar con su varita, rompiendo, quemando y transformando cualquier objeto no viviente que se le cruzara en el camino. Dejó algunos intactos para poderlos usar luego como objetivo de algún hechizo que se le ocurriera, y se dedicó a correr como loca por el lugar, soltando carcajadas sonoras e insultando como si estuviese en el patio de su casa.

     

    Mientras daba vueltas y saltaba se despojó totalmente de la poca ropa que le quedaba y, mientras tanto, sin previo aviso, sintió una mano golpeando su trasero y se giró rápidamente para ver quién era. Una mujer enmascarada había aprovechado el momento para manosearla, aunque la Black no se había hecho ningún problema. Le guiñó un ojo, le tiró un besito, y la vio partir hacia otro rumbo.

     

    - Morphos – Dijo luego, apuntando a una de las pocas estanterías que quedaban en pie. Esta tenía el tamaño de una moto de las grandes en largo y un metro de alto aproximadamente. Poco a poco vio cómo se iba transformando en un lobo con feroces dientes y afiladas garras. - Esto se va a descontrolaaaaaaaar

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  8. La emoción de un nuevo asalto, luego de tantos años, tenía a Mahia al borde de los nervios. Pero no era una mala sensación. Su varita vibraba ansiosa entre los dedos y la Black sentía la sangre hervir deseosa de un encuentro con los fenixianos. Todavía era neutral, aunque esperaba que eso cambiase pronto, pero para proteger su identidad tomo una buena cantidad de poción multijugos, generando que sus facciones cambiaran de una manera radical, nada parecidas a ella. Se aferró al brazo de su hermano Orión, quien la hizo desaparecer del castillo Black.

     

    Cuando aparecieron en la verja de la Mansión Gryffindor, la rubia ex mortífaga miró al peliazul antes de soltar su brazo, bajando la mirada a su entrepierna. Por extraño que pareciera, los dos estaban vestidos en paños menores, y para ella esa era la primera vez viendo los atributos de su hermano Mayor. Aunque de mayor no sólo tenía el título de hermano, pensó la Black, quitando la vista mientras reía.

     

    - Oye, hermanito, creo que deberías sacarte la media de los Boxers, ¿no te da vergüenza? – Canturreó mientras se separaba de él y acomodaba su corpiño. No es que la Black tuviese dos montañas en lugar de senos, pero tampoco era poco agraciada. Sus curvas eran moderadas y su cuerpo estaba plagado de cicatrices de lucha, pero aun así podían verse los músculos desarrollados en años de entrenamiento.

     

    Avanzó lentamente hacia la ventana de la mansión mientas escuchaba a una de las altos rangos dar las instrucciones sobre la tarea a realizar y a quien debían capturar. También escuchó cómo el mayor de los hermanos musitaba unas palabras en alusión a la sensualidad de las tres muchachas Black, ignorando el comentario sobre su falso relleno en el calzoncillo. Riendo, preparó su varita para destrozar todo aquello que estuviese a su alcance, incluidos los calzones de Orión.

     

     

    http://i.imgur.com/NfYKXN3.png

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  9. - Orión y la p*** que te p****. Vos y tu wisky barato. Se quejó la Black, dando vuelta sobre su costado para estirarse en la cama. La cabeza le dolía y cada movimiento que hacía traía consigo una oleada de mareo. No quería abrir los ojos, puesto que el simple hecho de imaginar el malestar que eso le traería le hacía querer vomitar.

     

    Si bien había escuchado que el cuerpo no recuerda el dolor, había olvidado esa simple pero cierta afirmación y se había largado a beber la noche anterior como si nunca antes hubiese despertado con resaca. Disfrutó de la compañía de su hermano y dejó que vaso a vaso la botella que Orión había llevado consigo al Living del castillo fuera disminuyendo su contenido y subiendo el ánimo de Mahia hasta que sus mejillas quedaron sonrojadas.

     

    Con pesar deslizó un pie fuera del colchón y retiró por completo las mantas. Dio zancadas grandes, tratando de reducir al mínimo la posibilidad de un tropiezo y se metió en la ducha, abriendo el agua helada para espabilar un poco su mente.

     

    Al salir dejó su pelo mojado y suelto, inclinando la mayoría de los mechones dorados hacia un costado y se vistió con ropa holgada; una camiseta blanca sin mangas y pantalones cortos. Recogió su varita y salió hacia el pasillo que le conducía a las escaleras. Bajó las escalinatas de dos en dos, con cuidado de no caerse, y se aventuró hacia el living, desde donde provenían sonidos de voces, cubiertos al chocar y sillas arrastrándose.

     

    Cuando ingresó a la sala le sorprendió bastante el panorama. Casi toda la familia estaba reunida, cosa que desde su infancia no veía. Lo único que era común era la ausencia de Fernando. Ya estaba resignada a no verlo casi nunca.

     

    - Buen día familia Saludó al pasar. Haciendo un gesto con la mano para generalizar, pero puso más énfasis en sus hermanos.

     

    Se acercó a Orión para besar sutilmente su mejilla, dejando una caricia con la mano derecha sobre la otra. Luego se dirigió hacia donde estaba sentada Gabrielle e hizo el mismo gesto, deteniéndose un poco más de lo debido en su rostro. Se separó, miró a sus ojos unos segundos, y, esbozando su característica sonrisa de costado, acercó la boca al panecillo que su hermana sostenía entre los dedos y lo comió sin pensar, alejándose con alegría hacia una silla continua para sentarse a disfrutar su desayuno.

     

    - Hay gente nueva por lo que veo. Tantos años sin pisar por aquí, nos hemos multiplicado Dijo mientras hacía aparecer una taza de té.

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  10. La sorpresa de la Black habia sido muy grande al sentir el golpe en su espalda por una de las estatuas que habia mandado mei. Los solidos cuerpos no estaban frente a ella, sino que se habian situado a su espalda para poder hacerle daño. A pesar del dolor, mahia sonrio complacida. Si estaban a su espalda, nada podrian haber hecho para evitar su anterior sectusempra.

     

    - Episky - *penso la black, reparando su columna a la vez que se incorporaba, alejandose dos pasos de las estatuas. Medio de costado, mirando hacia su oponente y a la vez apuntando a sus agresores, murmuro - Fortificum, creando una muralla de 4 metros de largo y 8 de alto que separaba a las estatuas de ella misma. Luego, se giro para enfrentarse a mei.

  11. Una vez superados los primeros obstaculos, Mahia se apresuró a subir a la primera balsa que estuviese a su alcance. Bajo las ordenes de Taurogirl, una de las mortifagas de alto rango, tomo una espada de las que habian disponibles en la barcasa y comenzo a cortar las flechas que se interponian a su paso. Algunos de los pedazos mutilados de madera pasaban peligrosamente por su lado, pero la Black no se amedrentaba, termino con su labor y bajo de la balsa de un salto, cayendo con la mirada en alto mientras apoyaba una mano en el suelo.

    Rápidamente, procuro ingresar a la prision para ubicarse a 10 metros de cualquier adversario que suponiese un riesgo para ella, no sin antes ver como sus compañeras terminaban de sortiar las defensas de la prisión. - Sectusempra - Murmuro, habiendo elegido anteriormente a su oponente. Se trataba de Mei, una odefa que habia ingresado hacia unos minutos. El rayo salió directamente hacia ella, pasando entre las dos estatuas que habia creado la mujer anteriormente, pues así lo habia dirigido la Black, justo despues de el tripio sectusempra que habia realizado la odefa.

    Luego, mahia volvio a apuntarle a la misma mujer, diciendo en voz alta - Adsorvere- por el cual la mano con la que mei sostenia la varita se quebro antes de que pudiese hacer su levicorpus

  12. Mahia no entendía aún como habia terminado allí. Casi media década había pasado desde la ultima vez que se habia molestado en participar de un rescate. Esa actividad ya no formaba parte de sus quehaceres diarios, ni siquiera lo consideraba un pasatiempo que le resultase recreativo, y sin embargo, al sentir ese pequeño zigzagueo en su brazo izquierdo sólo bastó un segundo para que la Black se sumergiera en el humo negro que suponía su desaparición de su cómoda alcoba para aparecer en el estado de Falcon, en un lugar llamado Médanos de Coro, al noreste de Venezuela.

    Se encontraba vestida con el atuendo típico mortífago: una túnica negra de tela fina, de la más delgada que pudiese haber, su máscara plateada con la marcada grieta que cruzaba el ojo izquierdo y la varita de acebo oscuro con mango carmesí que tanto la identificaba. En los pies apenas llevaba unos borsegos que eran separados de su piel por una fina capa de metal. Su cabello estaba cubierto por la capucha azabache que acompañaba a su uniforme, la cual debaja escapar unos cuantos mechones dorados por los costados.

    La joven base sonrió de gusto al recordar la sensación de adrenalina que años atrás le recorria el cuerpo al estar en esa situación. Se sorprendió sintiendo la necesidad de acercarse más a aquel grupo de mortífagos que la rodeaba, queriendo pedirles que comenzaran de una vez. Pero aquello le resultaba incómodo, ya no era quien solía ser, y los hechizos todavia le parecian algo desconocido, por lo que aún dependía de los demás.

    Paciente, esperó a que las personas que habian sido asignadas para derribar los sortilegios que protegian a la prición de Abaddon terminaran su trabajo, y luego se acerco al lugar de la acción con su varita en alto. Era hora de rescatar a sus compañeros, a pesar de que lo mas probable era que no los conociese, pero si eran mortifagos valía la pena arriesgar su vida por ellos.

  13. Después de terminar con la bienvenida inicial, los profesores habían decretado que era hora de pasar a la siguiente faceta: decorar el gran salón por navidad. ¿Qué clase de tarea era esa? Ellos no eran elfos. Casi con resignación, un suspiro desganado escapó de de entre sus labios al tiempo que llevaba la mano izquierda a su nuca para frotar y masajear su cuello. Tenía la ligera sensación de que ya se había hecho muy vieja para estas cosas.

     

    Levantó la cabeza para ver cómo el resto de la clase se incorporaba de sus asientos con el fin de seguir a sus profesores y decidió hacer lo propio para no quedarse atrás. Con un ágil y pequeño salto había abandonado su lugar y puesto en marcha hacia el gran salón, sacando su varita del bolsillo interior de su chaqueta para tener algo con que jugar en el camino.

     

    Se sentía bastante rara en esa clase, pues esperaba otro tipo de trato y de desafíos. No era que le disgustase, simplemente no estaba acostumbrada a la forma en la que por allí llevaban las cosas.

     

    En su época los profesores eran un poco más apáticos. De hecho, ella lo había sido con sus respectivos alumnos. De cualquier forma, las circunstancias eran diferentes. En aquellos tiempos era mucho más usual que quien impartía clase en representación de cada bando pusiera en claro cuáles eran los valores y actitudes de cada legión, evidenciando así a donde pertenecían y qué esperaban de cada estudiante. Esto era distinto. Podía sentirse en el ambiente un avasallante aire a neutrlidad, lo cual a Mahia le ponía un poco nerviosa.

     

    Sus ojos zafiro se desviaron a la imagen de las dos jóvenes personas que encabezaban el grupo y prefirió no seguir pensando en ello.

     

    -Qué se le va a hacer – Murmuró para sí misma, encogiéndose de hombros mientras se ocupaba de hacer girar la varita entre sus dedos.

     

    Unos minutos después habían llegado al Gran Salón, encontrando allí las cajas que anteriormente había mencionado el profesor. El sitio era inmenso, tal como su nombre lo indicaba, y estaba preparado para que ellos pudiesen cambiar su imagen. Normalmente la transición de una época a la otra se hacía en cuestión de segundos, por arte de magia, y sin necesidad de la acción humana. Las largas mesas despojadas de manteles acostumbraban ser las portadoras de grandes centros de mesa con motivos acordes a la situación, mientras que en las paredes sólo se encontraban las antorchas de cuyos mástiles colgaban los escudos de las casas y los listones con sus colores. El cielo, por su parte, se acoplaba a la época del año que correspondía a la fecha festiva y mostraba el exterior tal como se lo imagina en los mejores cuentos.

     

    Pero esa vez no había nada de eso, lo habían limpiado de forma total para que los alumnos pudiesen hacer lo que quisieran con el lugar.

     

    La mayoría lo tomó con una gran alegría, desenvainando sus varitas para comenzar a decorar. Algunos conocían hechizos de sobra para no tener que hacer ningún tipo de esfuerzo físico, mientras que otros preferían utilizar la forma muggle. Mahia, sin embargo, sólo se quedó a un costado viendo cómo los otros realizaban la tarea.

     

    -¿Mahia? ¡Hola! – Una muchacha frente a ella se le había acercado, sorprendiéndola al entregarle una especie de prendedor de oro en forma de halcón, cosa que a la pelinegra le sorprendió. Lo tomó entre sus manos y observó como la chica tenía el mismo gesto con otra compañera que se encontraba a su lado.

     

    Antes de que pudiese agradecer el presente, la muchacha ya se había retirado para entregar el presente a otro de sus compañeros, dejando a Mahia en compañía de Misha, quien también partió luego de regalarle una sonrisa a la Black. Aquello le dejó un mal sabor de boca. Era la única que no se había acoplado a los deberes navideños y eso no hablaba bien de ella. Quizás era hora de dejar atrás el pasado y concentrarse en el momento que estaba viviendo.

     

    Se acercó a Misha, quien había casi acabado de decorar el árbol que había sacado anteriormente de una de las cajas y contempló cómo la muchachita le daba los últimos toques conjurando nieve artificial. La Black sonrió y apuntó a unos cuantos listones que habían quedado en el suelo, los cuales tenían la masa suficiente y la longitud adecuada para convertirse en unas bonitas luces navideñas, de aquellas que centellaban con varios colores.

     

    -Morphos - Siseó apresuradamente, provocando que las telas comenzaran a retorcerse y cambiar a gusto de la ex Mortífaga. Luego, con un sencillo movimiento de su varita, las colocó alrededor del árbol.

    ******

     

    Olvidé el MSN xDD ... anto_perez9@hotmail.com

     

    Aunque no lo uso nunca. Lo dejé de usar luego de que dejé el foro. xDD pero vamos a hacer el esfuerzo.

     

    PD: disculpen el rol, es que me es difícil sacarme las mañanas que tenía cuando usaba a Mahia como mortífaga. No me acostumbro a rolear con ella algo como esto. T_T Sucio personaje, es tan... ella.

     

    Saludos! xD

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  14. -Tch, otra vez en el mismo lugar –. Susurró la Black, de pie frente a la puerta que contenía la lista de nombres encabezada por el titulo “Generales 81”

     

    Tanto tiempo había pasado desde la primera vez que se había encontrado en esa situación. En ese entonces tan sólo con 13 años había reposado su cuerpo de costado en el marco del pórtico, cruzando sus brazos para parecer más seria y confiada de lo que era, aunque en realidad sus piernas temblaban ligeramente ante la perspectiva de aquel nuevo reto. Quería impresionar; ser la preferida y el ejemplo a seguir.

     

    Cuánta inocencia. Todavía recordaba con cariño cómo había formado su pequeño grupo, haciendo guerra con los demás para demostrar quienes eran los mejores, cuando todos eran exactamente iguales de inexpertos. Pero aquel circo había durado realmente poco. Bastó el ingreso y unas cuantas palabras de su profesora para que quedase claro que quien lograría el éxito no sería el que más intimidara al resto, sino quien más aprendiese.

     

    Una pequeña mueca poniendo los labios de costado aparentó ser una sonrisa de nostalgia. Qué lejos había quedado aquel Generales 3. Era momento de regresar a la realidad. Ahora, quince años después y convertida en toda una mujer debía volver a recorrer ese camino luego de tantos años sin ejercitar su magia. El peso del vacío en su antebrazo izquierdo la obligaba a ello.

     

    Sin perder aún más tiempo, Mahia ingresó en el recinto donde se impartirían las clases, eligiendo una butaca al azar para sentarse mientras esperaba que llegasen los demás. Dirigió una pequeña mirada hacia el frente para reconocer a sus profesores y pensó en retirar la campera de cuero negro de su cuerpo, pero prefirió dejársela puesta ya que allí portaba su varita mágica, una costumbre que sabía que debía sacarse de encima.

     

    No se había vestido acorde a la situación, supuso, reparando que la mayoría allí adentro llevaban atuendos con motivos navideños. Olvidando las fechas festivas, la Matriarca Black había seguido su patrón habitual de vestimenta: una musculosa blanca ceñida a su cuerpo, cubierta o no por alguna sudadera, y pantalones a la cintura preferentemente negros. Era consciente de cuán siniestra y poco alegre debía parecer, pero el paso de los años dentro de la Marca Tenebrosa la habían mal acostumbrado a llevar siempre ese color.

     

    -Esa cosa llega a generar hábitos demasiado extremos -. murmuró para sí misma. Llevando la mano a su rostro para hacer un ligero ademán frente a él, recordando cómo era el hacer aparecer una máscara frente a sus facciones. Por supuesto, ya no podía hacer eso. Tan sólo podía tocar la cicatriz de frente a su ojo izquierdo, que cruzaba desde un poco más arriba de la ceja hasta la mitad de la mejilla.

     

    Movió la cabeza de un lado al otro de forma discreta para salir de su ensimismamiento justo a tiempo para ver cómo las puertas del aula se cerraban y el profesor McGonagall comenzaba con la bienvenida, realizando una breve presentación de si mismo que a Mahia le sonó a poco. Luego llegó el turno de la mujer. La misma había invitado a todos a presentarse, desafiando a quien se creyera más valiente para comenzar.

     

    El primero había sido un chico llamado Gaspard, de apellido algo complicado de recordar, y a él le siguieron unos cuantos más.

     

    Los ojos azules de la Black recorrían el rostro de sus compañeros con cada presentación, observando sin ganas las distintas reacciones que cada uno tenía a la hora de hablar frente a la clase. Muchos se ponían nerviosos y olvidaban tomar un adecuado respiro entre oración y oración, otros, sin embargo, se mostraban muy confiados y orgullosos de lo que decían. Por último, estaban aquellos que, como ella, preferían controlar sus emociones y no mostrar rastro alguno de emoción en sus palabras.

     

    Al llegar su turno, Mahia pensó en sólo decir su nombre y apellido, no obstante se explayó un poco más para así no tener que volver a repetir nada en algún momento futuro.

     

    Mi nombre es Mahia Black. Soy Matriarca de la familia, aunque realmente no sé si ya me habrán desterrado o no, pues hace años que no paso por allí. En cuanto a lo académico, ya he hecho este curso anteriormente, claro que en un tiempo y situación muy distintos. Debido a la falta de práctica debo pasar nuevamente por la academia por ciertos asuntos que no es necesario aclarar aquí. Mmm ¿qué más? Oh, sí, la edad. Tengo 27 años –. Culminó por fin, volviendo a tomar su lugar en el asiento para darle paso a otro estudiante.

     

    No había querido mencionar su paso por el lado oscuro, pues no sabía si alguno de los dos profesores era del bando de la luz. Quizás los dos lo eran, o ninguno. Tal vez eran Mortífagos los dos. No lo sabía, pues nunca había visto sus rostros en sus épocas de actividad.

     

    ******

     

     

    Antes que nada, debo pedir disculpas por la tardanza. Sé que allí dice que sólo tenemos hasta el 26 para el post. Pero es que sino hasta hace unas horas me apareció el “1” en el perfil que te avisa de un MP. Por eso recién lo veo. Será decisión de ustedes si puedo seguir, pero si no, no hay problema. Gracias igual.

     

    Mi nombre es Antonella, soy de Argentina. Estudio abogacía y ahora estoy trabajando para atención al cliente en un Call center. T_T es una mugre, lo odio. *-* Pero te da plata. Tengo 19 años. Ya he estado en este foro, aunque vengo de una inactividad enorme y considero que debo aprender tooodo nuevamente porque, aunque estuve cuando se creó el ministerio, nunca me interesó ni aprendí nada de eso. Creo que debo tener mi ficha por ahí… Poooor ahí xD La edité una sola vez.

     

    Bueno eso es todo. Gracias por la molestia.

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  15. Hades

     

    La varita llega a manos de Only ya que la definición dice que va hacia sus manos, no es necesario verla. Vos podrías haberla recuperado después, pero roleaste que se le caía de la mano según tu punto de vista. Por lo que, si se ve como lo correcto, la varita ya está en la mano de Only cuando intentas recuperarla.

     

    Él gana el duelo.

     

    Ahora, un reto para los dos. El tablón no es un sitio para discutir ni hacer debates sobre las cosas. Si tienen algo que decirse opten por la mensajería privada. No se puede hacer una pregunta si ya el contrincante la ha hecho en el tablón, ni alegar cosas a su defensa. Para eso estamos los moderadores y nosotros decimos cómo son las cosas.

     

    Romper las reglas del tablón es considerado Spam y es motivo de Advertencia.

     

    Les dejo el primer post donde están las reglas, para que no vuelva a pasar.

     

    ¡Suerte muchachos! Y gracias *toma las cosas que le dejaron y se va corriendo*

     

    Reglas del Tablón de Dudas.

  16. Keaton

     

    En realidad no entiendo qué quisiste hacer en tu último post. Te adelantas a los hechizos de Sara y el Morphos tuyo de todas maneras no sale. Los de ella están bien puestos, intercalados, ya que ella tiene las intercalaciones. Sí es un abuso de rol romper la varita, pero por lo que veo el duelo no tiene mucho más para seguir. Yo daría a Sara como ganadora, aunque según creo todavía podes hacer un post.

  17. NykOo

     

    ¡Hola! Bien. Primero que nada, NykOo, hay ciertas cosas en este duelo que estaban mal desde un principio. Te dejo los tiempos.

     

    I: Sectusempra – 1 acción; 1 turno

    N: Protego – 1 acción; 1 turno

    I: Morphos - 1 acción; 2 turno

    N : Zancadilla – 2 acción; 1 turno

    I: Sectusempra – 2 acción; 2 turno

    N: Avis – 1 acción; 2 turno

    I: Morphos – 1 acción; 3 turno

    N : Sectusempra – 2 acción; 2 turno

    I: Protego – 2 acción; 3 turno

    N: (consume bezoar) Expeliarmus – 1 acción; 3 turno

    I: Protego – 1 acción; 4 turno

    N: Incárcerus – 2 acción; 3 turno

    I: Evanesco – 2 acción; 4 turno

    N: Seccionatus (A la serpiente) / (consume bezoar) – 1 acción; 4 turno

    I: Morphos – 1 acción; 5 turno

    N: Expeliarmus – 2 acción; 4 turno

    I: Protego – 2 acción; 5 turno

     

     

    La trampa de oso que Ishaya hace con tu bota es abuso de rol. La cantidad de cuero que tiene una bota no es la suficiente para crear una trampa de acero que tiene que quebrar un pie. Pero como la aceptaste, se convierte en válida. Aunque digas que no tiene filo, alguna herida te causa, aunque más que nada lo que hace es romperte los huesos. El sangrado es demasiado leve y deberías curarte al tercer turno. Si no te has curado para entonces, te desmayas. En este caso tu tercer turno para curarte de la trampa concluye cuando haces el Seccionatus a la serpiente.

     

    Por otro lado, me cabe aclarar que vos también hiciste un abuso de rol importante. Cuando llevas bezoares a los duelos, debes rolearlos en el primer post descriptivo, cuando puedes hacerlo. Ya luego no puedes rolear que los llevas cuando estás envenenado, porque lo haces a favor de tu turno y es abuso.

     

    Además, tendrías que tener en cuenta que ingerir un bezoar cuando lo llevas desde el principio consume acción (En vez de hacer morphos gastás la acción consumiendo dicha piedra), por lo que la segunda acción del turno tres y cuatro no deberían salir. No obstante, tu contrincante aceptó esto, por lo cual también es válido hasta el momento.

     

    Traten de cuidar los abusos de rol chicos.

     

    Ishaya gana el duelo.

  18. Kris

     

    Tu movimiento excede los límites del rol, Kris. Agregas un abismo cuando el escenario ya había sido descripto en su mayoría y lo haces en función de tu Expeliarmus, beneficiando tu acción. Martín hace bien en no seguir tu línea de rol, aunque el Expeliarmus impacta y el crece-uñas no sale.

     

    Y con respecto a tu “rinoceronte bebé”, para usar el morphos tienes que tener en cuenta la cantidad de materia y volumen. Y, seamos francos, ese animalejo no puede salir de un par de pantalones, por muy bebé que sea. La tela de los pantalones es demasiado fina y poca en materia para eso. No sale.

     

    Diego

     

    Te dejo los tiempos primero

     

    D: Disparo de Flechas – 1 acción; 1 turno

    A: Evanesco – 1 acción; 1 turno

    D: Silencius – 1 acción; 2 turno

    A: Sectusempra (no sale) – 2 acción; 1 turno

    D: Sectusempra – 2 acción; 2 turno

    A: Avis – 1 acción; 2 turno

    D: Sectusempra (impacta) – 1 acción; 3 turno

    A: Rictusempra (impacta) – 2 acción; 2 turno

    D: Finite incantatem – 2 acción; 3 turno

    A: Episkey – 1 acción; 3 turno

    D: Morphos – 1 acción; 4 turno

    A: Incárcerus – 2 acción; 3 turno

    D: Evanesco – 2 acción; 4 turno

    A: Opuggno – 1 acción; 4 turno

    D:

    A: Desmaius – 2 acción; 4 turno

    D:

     

    Ella tiene hasta su próximo turno, osea el 5º turno, para hacerse el próximo Episkey, o muere. Ya que se hizo el de emergencia, si no se hace el último, se diría que queda débil para seguir luchando por la pérdida de sangre en el próximo turno, pero normalmente lo calificamos de muerte.

     

    Una herida grave como la del Sectusempra necesita el Episkey inmediato y uno a los dos turnos. Osea, el turno del Episkey (en este caso el 3º turno), el próximo (4º, en este caso) sin necesidad de hacer Episkey obligatorio, y el último donde debe hacer el Episkey obligatorio para no morir (otra vez, en este caso, el 5º turno de ella)

     

    ¿Me di a entender?

     

    Boss

     

    Alex se encargará de tu duda.

     

    ¡Saludos!

  19. Al principio fue medio caótico esto. Llegué y no entendía nada de nada. Y dije oh por dios ¿Qué es estooo? xD Pero ahora que he tenido el tiempo de darle las vueltas, me ha agradado mucho el estilo del nuevo foro y las posibilidades que nos brinda. Gracias por este trabajo Admins, moderadores y diseñadores. Se ve genial *-*

     

    PD: Hagan un skin parecido al HP7 porfa *-* me ofrezco a ayudar si necesitan xD

     

    PD2: ME GUUUUUUUUUSTA lo de "votar bien este mjs, votar mal este mjs" ... es lo que venía queriendo desde hace rato *-* xD evitará tener que hacer un posteo para decir que me gusta y rellenar luego con lineas basura.

     

    :love: ains, gracias xD

  20. Martín, más tarde veremos tu duelo con Kris, o Alex o yo. Pero si estás viendo que Kris ya pasó a pedir un veredicto para el duelo, debes esperar a que uno de los dos moderadores responda y recién allí si no te parece apropiado lo que se dijo, mandar un MP a los líderes de rol o a los moderadores para pedir la revisión del duelo.

     

    Lo que has hecho es considerado spam y lo sabes. Me veo en el atrevimiento de decir que tú no eres nuevo en el tablón y sabes bien cómo son las reglas.

     

    Queda también prohibido discutir en el propio tablón un veredicto dado por cualquier líder o moderador, si estás en desacuerdo habla con otro líder para que revise el caso y, si él lo considera necesario, haga las gestiones pertinentes. Pero discutir veredictos será considerado spam.

     

     

  21. Avril-Black

     

    Hola Muchacha ^^

     

    Para cualquier clase de veneno tienes que usar un bezoar, introduciéndole en tu garganta como antídoto. Normalmente se usa el hechizo Morphos para convertir una piedra común o cualquier otro objeto vivo de la misma masa en este objeto mágico. A partir de la picadura del escorpión tienes dos turnos para hacerlo, o mueres.

     

     

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