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Anna T. Ryddleturn

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Todo lo publicado por Anna T. Ryddleturn

  1. El día de trabajo en San Mungo estaba resultando tranquilo, muy pocos pacientes habían llegado para ser atendidos y no había nada del otro mundo, por lo que había aprovechado para adelantar el trabajo de oficina, siempre que comenzaba un nuevo mes suponía revisión de salarios y actividad de los empleados. A continuación quizás habría que hacer llamados de atención. Tras dejar a un lado la carpeta de una de las aprendices, de la que no estaba muy segura si contaríamos al mes siguiente a causa de su graduación, vi una carta de parte de la Universidad. Las clases ya habían dado comienzo y la profesora nos estaba esperando. Miré el reloj, iba a llegar un pelín tarde, pero llegaría. Recogí la mesa, guardé los papeles y me quité la bata y de ahí a la Universidad. No tardé mucho en encontrar la clase, ya había asistido el mes anterior a otra y me había dado tiempo de reconocer el lugar. Además, no podía evitar sonreír, me libraría del turno de noche y podía que tuviera tiempo de descansar al llegar a casa y darle de desayunar a mis hijos, seguro que se llevarían una grata sorpresa. Con cada paso, mi capa se ondeaba. Mi cabeza se encontraba oculta bajo la capucha, no me gustaban las noches frías de Londres, nunca me acostumbraría a pesar de todos los años que llevaba viviendo ya allí. - Buenas noches - saludé a modo de respuesta a la profesora. No tardé en reconocer a mis otros dos compañeros, ambos eran compañeros de bando, Jessie además hacía años que trabajaba conmigo en San Mungo, y a Jock lo conocía desde que habíamos empezado juntos la academia, hacía ya demasiados años. Miré con un poco de desconfianza la mano de Adryanie, sabía lo que aquello significaba y odiaba las desapariciones conjuntas, desde que yo podía aparecerme y desaparecerme por cuenta propia, siempre era preferible. Respiré hondo, coloqué mi mano sobre la de ellos y cerré los ojos. En ese momento noté como el suelo desaparecía bajo mis pies y segundos más tarde volvía, hasta que no lo sentí, no volví a abrirlos. No pude evitar contemplar con admiración el laberinto que se alzaba a nuestro lado, me encantaban aquellas construcciones antiguas y majestuosas, y lo que más me gustaba era el que la iba a poder ver por dentro e inspeccionarla. Los comentarios que me hizo la profesora no me asustaron, estaba acostumbrada a tratar con objetos oscuros y conocía las maldiciones imperdonables, pero esta vez no podría defenderme con magia oscura, tendría que ser única y exclusivamente con magia buena. Tendría que tener mucho cuidado, aunque el trabajar en San Mungo me había enseñado a controlar esos instintos. - No te preocupes Jessie, seguro que puedes con todo, te he visto enfrentarte a cosas peores.- animé a mi compañera antes de volver la mirada a la profesora. - Yo si estoy lista, ¿entramos ya?
  2. El profesor parecía estar satisfecho con la velocidad y la forma en la que estaba haciendo la tarea, me resultaba mucho más agradable terminarla cuanto antes y así no tener más preocupaciones que rondaran mi mente. Los casos eran la mayoría conocidos por mi, por lo que no tenía que pasar demasiado tiempo pensando en ellos, ya los había tratado en más de una ocasión. Asentí levemente cuando él me dijo su puntualización con respecto a lo que yo había puesto en el pergamino, se lo agradecí y esperé a que les hiciera las correcciones al resto de mis compañeros de clase. Íbamos para largo, no iba a ser sencillo terminar el curso sin un poco de esfuerzo. Tenía miedo de la última tarea, ya estaba un poco cansada, pero tenía que terminar, de echo, estaba pensando en apuntarme a otra asignatura para el siguiente mes, me había gustado volver a estudiar algo que me gustaba. Estuve bastante atenta a las correcciones que les estaba haciendo a los demás compañeros, debido a que así podía aprender muchas más cosas. No sabía exactamente que casos les habían tocado a ellos, pero cuando tenían fallos el profesor los explicaba en alto para que todos los conociésemos, cosa que agradecía. Tras estar todas las tareas respondidas y resueltas el profesor propuso que expusiésemos nuestros casos ante la clase, sería una forma adicional de la tarea que nos iba a proponer, y aún no tenía del todo claro que la fuera a cumplir o no, eso lo pensaría más tarde, después de atender a la lección de los hechizos. A pesar de que los conocía todos, no siempre los ponía en práctica, era reacia a usar hechizos cuando no fuera absolutamente imprescindible, rara vez paralizaba a un paciente si podía evitarlo, pero era cierto que dentro de San Mungo siempre había otros medios menos radicales para hacer que se calmaran, si no siempre me quedaba la opción de amenazarles con alejarles de su ser querido y no dejarles verle hasta que se calmaran, era algo que solía funcionar en la mayoría de los casos. La práctica que el profesor nos planteaba ahora era la de realizar curaciones exclusivamente con hechizos. Yo ya no estaba tan acostumbrada a ello, siempre había ido más por libre realizando las curaciones, me sentía mucho más cómoda curando a mi antojo, según tuviera el día, pero la tarea era para practicar aquellos hechizos, y debería hacerlo lo mejor posible. El maniquí que había aparecido ante mi tenía nada más y nada menos que catorce flechas y mucha sangre. Estaban en malos lugares, dos en la cabeza y una en el corazón, esas eran las que más me preocupaban. Muchos seguramente preferirían estar con maniquíes, obviamente eran mucho más silenciosos que los pacientes de verdad, pero sus quejas te ayudaban a orientarte por si algo no estaba yendo bien. Me coloqué unos guantes, saqué mi varita y comencé a trabajar. No retiraría todas las flechas de primeras, puesto que no quería que se desangraran. Empezaría por la más complicada de todas, por la que tenía en el corazón. Tenía cierto reparo en activar el corazón, saldría más sangre del resto de sus heridas, aunque teniendo en cuenta que las flechas taponaban las salidas..., no sería peligroso, no se desangraría, por ello tenía que enfrentarme a las heridas una a una, y la que más me importaba en aquel momento era la del corazón. - Evanesco- murmuré haciendo que la flecha del pecho desapareciera. Realmente yo no necesitaba ya nombrar los hechizos, tenía demasiada práctica con ellos y con solo pensarlos tenían su efecto, pero en aquel momento quería hacerlo todo paso a paso, como una novata. La sangre comenzó a emanar a borbotones, por lo que rápidamente tuve que emplear un "Episkey" sobre el corazón. Uno solo sabía que no serviría, pero tenía que hacer que la hemorragia fuera mínima. La repetí por segunda vez, ya casi no salía sangre a través de la herida, pero necesitaba limpiarla bien. - Tergeo- con aquel sencillo hechizo limpié mi visión de la sangre que había estado saliendo de su pecho. Hice un tercer "Episkey" en su corazón, sanándolo por completo, ya se le veía fuerte, para luego realizar un "Episkey" más sobre su pecho, curando por completo esa zona. - Vale, ahora que su corazón está sanado toca curar las otras trece heridas, primero las del cuerpo, necesita contener la sangre que le queda para poder soportar una intervención más larga en la cabeza.- tras aquellas palabras todo estaba prácticamente listo, fue muy rápido el momento de sanar cada una de las heridas, haciendo desaparecer las flechas con el hechizo "Evanesco" y finalmente cerrarlas todas con uno o dos "Episkeys" por herida. Me enfrenté a ellas una a una, a excepción de las que estaban demasiado cercanas y me ahorraban trabajo curándolas a la vez. Ahora me tocaba la parte más peligrosa de toda aquella operación, la cabeza. Debería de tener mucho cuidado con lo que iba a hacer, puesto que una mala ejecución podría suponer la muerte del paciente por un derrame cerebral, o que alguna de sus capacidades se viera afectada. - Petríficus totalus- dije apuntando al maniquí, al quedarse los músculos inmóviles, la sangre se movería mucho más lenta, por lo que se evitaría algún problema. Ahora tenía que actuar muy rápido y sobre todo sin miedo, pronto estaría la práctica finalizada. Eso si, en ningún momento me había dado por levantar la cabeza mirando lo que hacían mis compañeros, tenía que centrarme como siempre en la víctima. Sonreí al darme cuenta de que no le había afectado ninguna zona peligrosa, ni siquiera le había roto el nervio ocular, aunque había pasado muy cerca. - Diffindo - dije cortando con mucho cuidado las flechas para que no me molestaran al trabajar pero sin sacarlas, después hice un corte con el mismo hechizo al rededor de la zona para poder ver mejor. Comprobé que ambas podían sacarse sin peligro para la víctima, ni siquiera estaban muy profundas, pero tendría que actuar rápido. - Evanesco, episkey.- una flecha retirada y la hemorragia cortada, de inmediato volví a emplear el hechizo "episkey". A continuación volví a emplear el mismo procedimiento para retirar la otra fecha, el trabajo ya estaba finalizado, ahora debería de escribir el procedimiento en la pizarra, para que se supiese todo lo que había echo, paso por paso. Puse los ojos en blanco, odiaba los informes. - Ennervate- dije al final, haciendo que volvieran de aquella manera las fuerzas al paciente, si hubiera sido un humano, hubiera recuperado la consciencia. Por fin había terminado mi trabajo, estaba cansada, y no sabía que más nos quedaría por hacer, si había alguna tarea adicional, y aún dudaba si realizar la tarea adicional o no. Bufé, tenía que empezar cuanto antes. -Bueno, voy a exponer los casos que me tocaron en el ejercicio anterior para mis compañeros, pero la verdad no se me da muy bien explicar estas cosas, soy de poco hablar.- dije con una leve sonrisa, preparada para empezar. Me puse en pie, delante de todos, preparada para contar por encima los dos casos que el profesor me había propuesto en la segunda tarea. - Mi primer caso se trataba de un niño que había sido alcanzado por una maceta en la cabeza, había perdido el conocimiento. La madre le había lanzado la maceta, se sabe porque no es la primera vez que sus hijos ha llegado herido, con heridas que no son explicables por accidentes normales. >> Lo primero que deberíamos hacer es separar a la madre del niño. Un golpe en la cabeza donde se pierda la consciencia no es algo que debamos de pasar por alto así como así. Son muy peligrosos. Como el paciente está inconsciente nos será un poco más complicada la atención, pues no tendremos ayuda por su parte. Deberíamos cortar la hemorragia y limpiar la herida. Habrá tierra dentro de ella, por lo que sería fácil que hubiera una infección. Fregoteo sería un hechizo muy útil. Al final como siempre emplearemos episkey o costuras mágicas si la herida es demasiado alargada. También se le realizarán unas placas, para comprobar que no hay derrame y tendrá que pasar la noche en observación, despertándole cada dos horas para asegurarnos de que no pierde la consciencia y cae en coma. También llamaríamos a un defensor al menor que estudiara el caso al mandarlo a casa.<<- dicho aquello tomé un trago de agua. No sabía si debería de tomar un descanso o dejar que algún compañero hablase entre medias, pero viendo que nadie se animaba seguí con el segundo caso. - El segundo caso que tuve que resolver es el de una pelea entre dos magos, era un caso muy sencillo, pues solo había sido afectado por el hechizo Lusentium, primero el tacto y luego la vista. Cuando ingresó ya tenía prácticamente el sentido del tacto recuperado, y solo teníamos que esperar pacientes a que recuperase la vista, su efecto se pasa en un rato. Por fin había terminado toda la tarea que tenía pendiente, creía que quizás me había excedido y no me había explicado bien, pero esperaba no tener ningún problema. Regresé a mi sitio y esperé que continuara la lección.
  3. Hola, vengo que ya pasó el mes para pedir que se añadan unos datos en mi ficha. Donde pone familias poner --> Familia Ryddleturn (Sanguínea) Y abajo de todo, donde pone Link a bóveda familiar 1 poner ---> Bóveda nº 77616 - Familia Ryddleturn Muchas gracias por todo.
  4. Paso a dejar mi inscripción para el mes de marzo, tengo que ser una buena estudiante para ponerme al día con los conocimientos dignos para mi nivel(?) Nick: Anna T. Ryddleturn ID: 46696 Conocimiento: Defensa contra las Artes Oscuras Nivel de Magia: XVI (16) Link a la Bóveda: http://www.harrylatino.org/index.php/topic/78416-boveda-de-anna-t-ryddleturn/ Link a la Ficha: http://www.harrylatino.org/index.php/topic/78399-ficha-de-anna-t-ryddleturn/ Creo que eso es todo, saludos.
  5. Comprendí que mis compañeros no sabían por donde empezar. A mi me había costado bastante trabajo encontrar dos buenos casos sobre los que escribir, y pasaba los días y días trabajando con los enfermos, viendo día tras día los distintos casos. De todas formas me sorprendió que se demorasen tanto tiempo en entregar la tarea, se les habría ido el santo al cielo, pero estaba segura que para la siguiente tarea se pondrían las pilas. Para evitar el aburrimiento tomé un trozo de pergamino, anotando ciertas cosas que tendría que hacer durante el trabajo, dudas que les surgirían a mis empleados con los nuevos cambios, y anotando como les respondería. Odiaba perder el tiempo. Obviamente no pude evitar sonreír al darme cuenta de que todos mis compañeros habían terminado con su trabajo, ya podríamos continuar con la lección. Cuanto antes terminásemos antes podría regresar a casa y al trabajo. - Gracias profesor Keaton- le respondí al ver la nota que me había puesto. Poco a poco los distintos pergaminos fueron llegando al resto de mis compañeros, cada uno con su nota y calificación. Ahora tocaba seguir con el temario, el profesor no parecía muy contento por el retraso a la hora de entregar la tarea, por lo que haría la tarea en cuanto nos la diera, era mucho mejor que no le diéramos más motivos para que se enfadara con nosotros y nos bajara de aquella manera la nota. Por orgullo necesitaba terminar el curso con una buena calificación. Me senté correctamente, prestando atención a la nueva lección que estaba impartiendo el profesor. Aquella clase era sencilla, ya la había puesto en práctica en una infinidad de ocasiones. De todas formas, el último paso solo lo tenía en cuenta si había acumulación de pacientes, para saber por cuál de ellos comenzar a atender. De todas formas copié la lección tal cual en un trozo de pergamino para tenerlo a mano, sería importante para las prácticas, en ellas mi método no era importante, si no el suyo, sería sobre ello sobre lo que me calificarían. A continuación el Ravenclaw propuso un ejemplo de como atender a un paciente que llegara a nuestras manos debido a un envenenamiento. Un niño, al que le costaría trabajo estarse quieto y no quejarse, aquel envenenamiento, como la mayoría era bastante desagradable y yo sabía bastante bien que no se podría tratar bien a alguien que estuviera nervioso. De todas formas no pude evitar mostrar una leve sonrisa cuando comentó el método que emplearía él. Yo por lo general siempre empleaba el contrario a no ser que ese no surtiera el efecto deseado. En el segundo caso Keaton difería de lo que yo había propuesto, era cierto que la poción reabastecedora era más rápida, pero siempre era complicado hacer que alguien la tragara si no estaba consciente, por lo que en muchas ocasiones me había acostumbrado a una transfusión, además que solía tener más existencias en San Mungo. Pero era bastante claro que la solución del docente era mejor. Ahora comenzaba la segunda tarea, para lo que el profesor nos entregó una tarea distinta a cada uno de nosotros. Leí lo que me tocaba, tenía que diferenciar si se trataba de una emergencia o una urgencia y darle un tratamiento adecuado. Tenía treinta minutos para ejecutarlo, miré mi reloj, tocaba ponerse manos a la obra. Tras terminar de rayar el papel con aquellas palabras, dando mi opinión se lo entregué al profesor. Siempre se me daba mal explicar las cosas, era más de llevarlas a cabo y no quería escribir más de la cuenta. Tenía que aprovechar el tiempo libre para seguir ordenando mis asuntos, y no quería que se me pasara el tiempo de entrega de la tarea.
  6. Anna T. Ryddleturn, Directora de San Mungo. Con Juve. Los nuevos puestos ya habían salido, iba a conservar mi puesto de Directora de San Mungo, lo que suponía un gran esfuerzo y muchas horas de trabajo, tenía que acostumbrarme al nuevo cambio, enterarme de como sería todo exactamente y sobre todo, enseñarle a mis empleados como deberían de moverse para que el caos no nos ganara la partida y pudiéramos volver a tener nuestra marca de buenos sanadores. Rápidos y eficientes. Antes de que pudiera encargarme de aquellos asuntos una carta de mi hermana llegó ante mi, necesitaba con urgencia consejos médicos y no se fiaba de nadie que no fuera yo, quería mantener oculto el incidente lo más que pudiese, al menos hasta estar segura de lo que realmente le ocurría. Aparecí en las calles de Ottery, cerca de la vivienda de mi hermana. Hacía una eternidad que no pisaba la mansión Malfoy, prácticamente desde que había decidido dejar de vivir allí. ¿Habría cambiado mucho el lugar? Seguramente si, los castillos y mansiones no solían durar mucho tiempo igual debido a los asaltos y redadas, era renovarse o morir, bueno, o mejor dicho vivir entre escombros. Me acerqué a la puerta, y la golpeé con el dorso de mi mano. Luego esperé pacientemente hasta que uno de los elfos domésticos atendió a mi llamado, abriéndome la puerta e invitándome a pasar mientras se disculpaba, avisándome de que iría a buscar a Juve. Probablemente mi hermana ya le hubiera avisado de que estaba esperando mi llegada.
  7. Otto notó mi nerviosismo por recibir noticias a cerca de en qué trabajaría a partir de aquel momento. Lo que más me preocupaba no era precisamente el que yo fuera directora o no, aunque en gran medida algo dentro de mi lo necesitaba. Trabajar en San Mungo era algo importante para mi. Pero justo en ese momento llegó la carta donde estaban apuntados los puestos de cada uno de los empleados del nuevo ministerio. - Mira, si me aceptaron en el puesto, y a ti en el departamento de misterios, me da que no tuviste suerte de entrar en la oficina de Inquisidores. Lo siento.- le dije al chico pasándole el papel, no sin antes asegurarme de quienes serían mis nuevos empleados. - No me metieron ningún sanador ajeno a San Mungo, solo a los aprendices, así que a ver que tal se da el trabajo de todos juntos y con el nuevo plan, creo que eso será lo que más nos costará, volver a la rutina. Me recliné en mi asiento mientras miraba a mi compañero, leer la lista de los nuevos empleos. Yo por otra parte estaba tomando un buen trago de mi bebida para aclarar la voz, así me iba acomodando poco a poco. - Tranquilo, no me preocupa el dinero, de momento creo que tengo para vivir cómodamente, e incluso para darle algún que otro capricho a mis hijos, que no está nada mal, pero con mi puesto de trabajo, me da que no voy a tener ningún inconveniente. ¿Y desde cuando yo soy mala? Siempre he sido un cacho de pan, solo que un poco..., como lo diríamos..., inquieta. Pero tienes razón, me gusta cuando tienen esa edad, me hacen reír mucho. Cuando preguntó por si era mejor la niña tuve que ponerme pensativa, porque la verdad es que eran distintos. - Bueno, si te refieres a que hace menos trastadas si que es más buena. ¿Y entonces no sabes que aconsejarme tomar?- le pregunté.
  8. Contemplé como el profesor me prestaba bastante atención durante mi presentación. Tenía la costumbre de ser bastante observadora, mi trabajo me había obligado a ello, y suponía que todos tendrían la misma curiosidad en saber porqué estaba en aquellas clases. Siempre me había gustado ser más autodidacta que realizar las cosas de manera oficial, pero si quería seguir conservando mi puesto de trabajo debería de seguir las normas preestablecidas. Mostré una leve sonrisa cuando el profesor pareció estar contengo con la explicación que le había dado de las diferencias entre urgencia y emergencia. Agradecí sus palabras con un leve asentimiento y presté mucha atención a lo que tendrían que añadir mis compañeros. Siempre había algo que añadir, aunque fuera alguna cosa leve a la que se había llegado por experiencia personal, y mis compañeros así lo hicieron. Era muy bueno que hubiese más personas en clase, así también podría renovarme con distintos puntos de vista que ya tras tantos años podría llegar a pasar por alto o darle menos importancia. Mientras se presentaba Ästartèa, pude percatarme de la cara de asco del profesor cuando esta empezó a relatar lo que había visto entre los muggles. Yo obviamente prefería sanar con la magia y sobre todo hacer mis pociones, pero era cierto que en alguna ocasión me había visto obligada a emplear sus métodos, por lo que ya hacía bastante tiempo que no ponía cara asqueada y no podía quejarme de esos métodos de sanación, una persona tenía que adaptarse a las circunstancias y en ocasiones no había desmemorizadores disponibles en la zona como para poder usar la medicina mágica delante de los muggles. Tras las presentaciones el profesor volvió a tomar la batuta y continuó con la clase, por ello intenté borrar cualquier distracción de mi cabeza desde aquel instante. Al entrar por la puerta de clase tenía que dejar fuera los problemas de San Mungo, como confiar que mis sanadores no se metieran en lios. Sabía que no sería algo sencillo, además, llevaba días esperando saber si podría seguir trabajando en el Hospital y saber cuales de mis compañeros seguirían conmigo, de todas formas me forcé a atender al Ravenclaw. El ejercicio estaba lanzado, y ahora era el turno de los estudiantes de responder. Con mucha calma tomé una pluma, me retiré el pelo dejándolo caer sobre uno de mis hombros y que no me molestara y mojé la pluma en el tintero, apoyándola posteriormente con suavidad sobre el pergamino nuevo, realizando trazos que se convertirían en letras, y estas... en palabras. Tras releer lo que había escrito en varias ocasiones y comprobar que la tinta estaba ya seca, me levanté de mi sitio y me dirigí hacia la mesa del profesor para dejar la primera tarea sobre su escritorio. Odiaba la parte teórica, odiaba expresarme, lo único que me gustaba de la medicina en si era la atención al paciente y investigar por mi cuenta, sobre todo haciendo pociones, cosa que allí no se realizarían.
  9. Tocaba volver a los estudios, ahora tendría que demostrar todo lo que había aprendido durante mucho años convalidando mis estudios. Había decidido comenzar con Primeros Auxilios. ¿Quién se pondría si no bajo mi curación en San Mungo si no tenía un título impreso en papel que lo demostrara? Obvio la mayoría de personas me conocía y sabía que bajo mis cuidados estarían a salvo, pero siempre era mejor guardarse las espaldas. Había tomado unos cuantos pergaminos, mi pluma y me había puesto en marcha tras haber besado la frente de mis hijos y marcharme. No sabía si estaba aún preparada para estudiar, no sabía ni si tenía tiempo, pero tenía que intentarlo, no podía quedarme atrás y me gustaba la idea de aumentar mi currículum con estudios. Respiré hondo, estaba nerviosa, pero tenía que lograr entrar como fuera en esa clase sin que me temblaran las piernas. Se supone que para mi tendría que ser sencillo, no había motivos para estar nerviosa. - Buenos días.- dije al entrar en la clase. El profesor ya se encontraba dentro, pero ninguno de los alumnos. No sabía si estaría sola o habría más compañeros, tendría que esperar para comprobarlo. El lugar era precioso, bien iluminado, con las mesas de operación. Por lo visto realizaríamos las prácticas en el mismo lugar en el que se darían las clases. Me acerqué hasta una de las mesas, dejando mis cosas sobre la placa metálica. Los demás compañeros hicieron lo mismo conforme fueron llegando. Cuando había pasado el suficiente tiempo y todos estábamos listos en nuestros lugares el profesor comenzó a hablar presentándose. Tras él era nuestro turno. Como parecía que nadie se animara aclaré mi garganta y comencé a hablar. - Hola a todos, yo soy Anna Ryddleturn. Como algunos sabrán soy Directora de San Mungo, por lo que supongo que os parecerá un poco extraño que esté en esta clase, hasta hace poco tenía este conocimiento, pero con los nuevos cambios me he visto obligada a convalidarlo asistiendo a clase. Mi vida es curar y cuidar a la gente, por ello mi prioridad de ser este conocimiento el primero que convalidara.- dejé de hablar durante unos segundos para tragar saliva y seguir respondiendo a lo que el profesor nos había pedido para nuestra presentación. - La Emergencia y la Urgencia son términos muy similares, puesto que ambos son momentos de peligro para la salud de una persona de forma inesperada, pero en el caso de la emergencia debe ser atendido en el momento, en una urgencia también es importante al atención temprana, pero se puede esperar incluso horas sin que el paciente fallezca, puesto que no se encuentra en peligro su vida.- respondí. No sabía si era exactamente lo que el profesor estaba pidiendo, pero si quería ser escueta en mi respuesta y no marear a nadie y hacerme entender, esa era la única manera que tenía de hacerlo. Mi presentación había llegado a su fin, y ahora tocaba esperar a que mis compañeros realizaran su aportación a la clase.
  10. Miré mi reloj mientras que Otto dijo que estaba esperando al igual que yo conocer en que puesto de trabajo estaría a partir de ahora. Mis dudas eran entre dos lugares, o volver a mi puesto de Directora de San Mungo o estar en paro. San Mungo era mi vida, y no me veía en otro lugar. - Queda muy poco tiempo para que den las listas definitivas y sepamos en que puesto destaremos, al menos si seguimos como antes..., deberían estar en nada los puestos.- le dije a mi amigo, seguramente podríamos respirar más tranquilos cuando supiésemos donde trabajaríamos. - ¿Y como que te ha dado por cambiar? Se que algunos cambiaron porque sus puestos desaparecieron con la nueva norma, pero por lo general casi todos decidieron regresar a sus antiguos empleos. Lo que me sabía mal de aquella situación era que tendría que despedirse de mucha gente con la que había estado trabajando hombro con hombro. No se acostumbraría nunca a todos los cambios que aquello supondría, pero tendría que empezar a hacerse a la idea. - Es renovarse o morir, tenemos que seguir estudiando día a día. Menos mal que tengo dinero para pagarme los estudios, sería algo incómodo que alguien tuviera que pagármelos, el haber estado trabajando tanto tiempo ha sido una buena idea.- le respondí al Black en aquellos momentos. - ¿Y yo que corazón voy a romper? Nunca rompí ni uno, no creo que vaya a empezar ahora. Otto parecía solo recordar que tenía un niño, pero no que tenía también una niña pequeña, aunque probablemente es porque nunca me había llegado a ver con ella, pasaba demasiado tiempo en casa, no me había gustado sacarla cuando era demasiado pequeña. - Valen está muy bien, como siempre revoltoso. Ahora que regresamos a casa se pasa tirando de las orejas a los elfos domésticos. Además, anda molestando a su hermana pequeña, aunque de los demás la protege muy bien como buen hermano mayor. ¿Y qué pasó con el bebé que esperabas?- le pregunté. Desde que me había contado aquella noticia no sabía nada más. - Yo si quiero también tomar algo de comer, me ruje el estómago, ¿qué me recomiendas de este lugar? Nunca había venido.
  11. Hola, vengo a pedir un cambio en mi ficha, donde pone padres sanguíneos poner - Es decir, no poner nada. Eso es todo por ahora, ya el mes que viene supongo que vendré a meter la familia de nuevo cuando me acepten y aprovecharé para arreglar un poco las cosas, que hace un siglo que no pido cambios en la ficha y habrá que actualizarla. Saludos y gracias.
  12. - Menos mal, porque además, con las reformas y demás..., ya sabes que todo está patas arriba, y cualquiera sabe si de un momento a otro pueden estar llamándome para una urgencia. ¿Te imaginas que tuviera que presentarme tambaleándome de un lado para otro? Sería demasiado cómico y me terminarían perdiendo el respeto, más teniendo en cuenta que no tengo mi puesto de trabajo para nada asegurado.- le conté al Black. La verdad es que aquella situación me tenía un poco de cabeza, aunque me habían asegurado que mi puesto no corría peligro, si el de varios de mis empleados, puesto que los recortes de plantilla serían considerables. Mientras me quitaba la capa y la dejaba reposando sobre el respaldo de la silla Otto me contó que a él también le tenía algo desorientado todo lo que estaba sucediendo. Él incluso se había atrevido a pedir un cambio de planta. Según había escuchado algunos de los departamentos iban a desaparecer, y no sabía si el suyo se vería afectado o simplemente eligió un cambio de aires. - Yo, como comprenderás después de tanto trabajo pienso quedarme en San Mungo, e incluso me he atrevido a estudiar en la Universidad para aumentar mis conocimientos y mejorarlos. Se que es una locura más teniendo en cuenta el poco tiempo del que suelo disponer, pero no me quiero quedar atrasada, los estudios siempre hacen bien.- comenté - Fuera de eso no tengo mucho que contar, estuve casi un mes fuera, perdida un poco, necesitaba desconectar y encargarme de arreglar ciertos asuntillos en la península, y ni te imaginarías la sorpresa que me llevé al regresar a Londres y encontrarme con tanto cambio. Tuve suerte de que mi hermano me avisó por una lechuza para que no estuviera tan asustada con mi vuelta, pero aun así..., no es sencillo de asimilar. En ese momento uno de los camareros se acercó a nuestra mesa, instante que aproveché para pedir que me sirvieran un Nesteé, con eso estaba segura de que se me calmaría la sed y me dejaría un sabor agradable. - ¿Qué tomarás tu?
  13. Le dediqué una leve sonrisa a mi amigo cuando llegué a su lado, hacía una eternidad que no habíamos tenido oportunidad de quedar, vernos y hablar, el trabajo en San Mungo era agotador, saber que los negocios iban mal no ayudaba aunque tampoco es que perdiera mucho mi tiempo pensando en ellos, y luego estaban los niños, a los que tenía casi todo el día encerrados en La Torre del Dragón, pero muy pronto los llevaría de nuevo a la Ryddleturn, cuando lograse ordenar las cosas, ponerme al día con todo. Ya tenía noticias de que todos estaba volviendo al orden en el castillo, ahora solo quedaba que yo me acomodara, pudiera respirar un poco y volver allí, o eso esperaba. - Ala, no digas eso, yo no te dejaría plantado, no al menos sin un buen motivo y avisándote, como que me hubiera atropellado el autobús noctámbulo o algo así.- bromeé. Asentí con la cabeza ante su invitación de pasar al interior del establecimiento y evitar que nos congelásemos. La verdad es que era de agradecer el calor del interior del local, odiaba el frío de Londres en aquellas fechas, y tanta humedad, días nublados, lloviendo..., no era lo mio, por ello me había criado en el sur de España, amaba el sol y el buen tiempo. Era la primera vez en mi vida que me adentraba en el Elviris Pub, de echo hacía siglos que ni siquiera pisaba un Pub. - Habrá algo más que bebidas alcohólicas aquí, ¿no? todavía es un poco temprano como para empezar ya con unas copitas.- le pregunté a Otto mientras tomaba asiento. - ¿Qué ha sido de ti en todo este tiempo que no te he visto?, ¿cuantos hijos secretos tienes ya desperdigados?
  14. Me inscribí en el otro lado, pero como vi que eso es del antiguo y tal vengo aquí a inscribirme de nuevo para que no haya problemas luego ni confusiones. Nick: Anna T. Ryddleturn ID: 46696 Conocimiento: Primeros Auxilios Nivel de Magia: 16 Link a la Bóveda: http://www.harrylatino.org/index.php/topic/78416-boveda-de-anna-t-ryddleturn/ Link a la Ficha: http://www.harrylatino.org/index.php/topic/78399-ficha-de-anna-t-ryddleturn/ Creo que eso es todo, saludos.
  15. Creo que radicalmente van a decender mi número de conocimientos, pero ya estudiaré en la academia algunos para cuando salga de mis exámenes v.v, que creo que por ahora tengo suficiente con estudiar en mi día a dia como para estudiar aquí también. Enlace a Ficha: http://www.harrylatino.org/index.php/topic/78399-ficha-de-anna-t-ryddleturn/ Conocimientos: Conocimiento de Maldiciones y Pociones. Creo que eso es todo, ahora me voy a intentar conservar mi trabajo *huyo*
  16. Un elfo había llegado a mi local mientras estaba escondida entre los libros de cuenta, desde luego el año no iba a cerrar con un resultado demasiado positivo. Tendría que hacer un último esfuerzo, quizás una fiesta de fin de año animara a la gente a pasarse, o unos pases especiales, bonos regalos..., tenía que plantearme una idea, pero en aquellos momentos..., no podía pensar. Me vino bien aquella visita, una invitación para ir a tomar algo. Me quedé un poco pensativa tras escuchar el establecimiento en el que mi amigo me había citado, no lo había escuchado antes, y tuve que pedir indicaciones. Al parecer no tenía ninguna pérdida, se encontraba junto a Gringotts, así que hacia allí me dirigí tras ponerme la capa y la capucha, hacía demasiado frío en la calle, Londres en diciembre era un congelador. Al menos podía agradecer que en ese momento no estuviera lloviendo. Clavé mis ojos verdes en la entrada, por el nombre no me había extrañado en absoluto la decoración, pero me había parecido extraño no haberlo visto antes, aunque era cierto que hacía meses que directamente me aparecía dentro de mi establecimiento y que no paseaba por aquellas calles. Miré el reloj. Llegaba con un poco de retraso, había tenido que ir a casa a ducharme y cambiarme, acostumbraba a ir al local después de mi turno en San Mungo y la verdad es que estaba echa un autentico asco. No podía acudir así, sería irrespetuoso por mi parte. - Espero que no lleves mucho tiempo esperando.- le dije a Otto mientras me quitaba la capa y la dejaba en una silla vacía para luego acercarme y darle dos besos.- ¿Qué tal estas?
  17. Me resultaba mucho más sencillo ignorar las palabras del Malfoy, como quería hacer creer a su hija que yo no era agradable como parecía, aunque realmente, cuando alguien me parecía que era buena persona y se lo merecía, siempre era buena con ella, pero me era tan fácil ser buena con alguien que me odiaba, mucho menos con su padre que cada vez que hacía algo estaba buscando la maldad en mis actos. Estaba segura que no tenía ni la menor idea de como comportarse conmigo desde mi última visita y que le resultaba mucho más sencillo molestarse y mostrarse a la defensiva ante mi presencia. Quizás era mejor que nos terminásemos alejando un poco, aunque era cierto que me caía muy bien su hija, suponía que no habían pasado demasiado tiempo juntos con los distintos que eran. - Bueno, mejor me marcho Lizzie, no quiero que tu padre se termine estresando por tenerme aquí.- le informé a la Malfoy mientras le daba un beso en la mejilla - Mándame una lechuza cuando tengas tiempo libre y quedamos para hablar o ir a tomar algo, o si quieres ven a visitarme a la Ryddleturn siempre que desees. Dicho eso me giré hacia su padre - Adios Malfoy.- Aquellas fueron mis últimas palabras antes de marcharme lejos de los dominios de los Malfoys.
  18. Lizzie le contó a su padre lo que estaba haciendo, teníamos el sofá un poco hecho un desastre, con los cojines tirados en el suelo, apoyados en la cercanía. La chica realmente era buena, era normal que nada más verla no me hubiera imaginado en ningún momento de que él era su padre, temperamentos demasiado distintos. Sonreí al escuchar el comentario de Lizzie cuando le comentó a su padre que dejara que me quedara un ratito más, justo cuando por fin dio con mi pendiente. En ese momento dejé de buscar en el sofá, dejando el cojín que tenía en la mano en su sitio para volver a junto a la chica y comprobarlo. - Muchas gracias Lizzie, eres un amor- le dije mientras recuperaba mi pendiente y le daba un abrazo y un beso en la mejilla a la Malfoy. - Suerte que no tienes la misma actitud que tu padre. Bueno, ¿entonces quieres que me marche?- pregunté en esta ocasión mirando a Alexander.
  19. Puse los ojos en blanco, realmente nunca terminaría de llevarme bien con aquel chico, no me caía bien, y cada vez que abría la boca me caía aún peor si es que se podía, realmente me daba igual lo que dijera, no me iba a ir de allí solo porque él me lo pidiera mientras tuviera algo que hacer dentro de la mansión. Por consecuencia ignoré sus palabras, como si no le hubiera escuchado. - ¿Tienes algo en contra de mi forma de ser?- pregunté finalmente - Yo no necesito ser el centro de atención para ser feliz, no necesito que la gente me de palmaditas en la espalda por cualquier cosa que haga como si fuera una niña chica. Quizás él necesitara hacerse notar, pero para mi no era algo fundamental precisamente, de echo me agobiaba en gran medida que la gente me mirara o se fijase en mi en cada momento. De todas formas el Malfoy terminó cediendo y llamando a uno de los elfos domésticos de la familia para que me ayudara a encontrarlo. - Es un pendiente sencillo, con una circonita, he encontrado la parte de atrás del pendiente, que es lo más difícil, pero no el resto.- le expliqué al elfo doméstico para que me ayudara en la búsqueda, quizás ya lo habían localizado y lo tenían guardado.
  20. Mientras esperaba una respuesta por parte te Lizzie seguí buscando en el sofá, tuve que quitar los cojines, los cuales fui amontonando en el suelo, parecía que si los dejaba sobre la mesa no terminaría de avanzar con la búsqueda del pendiente. Al quitar el tercer cojín encontré la tuerca del pendiente. - Bueno, encontré lo más difícil- le dije con una sonrisa a la chica mientras le mostraba la parte trasera de pendiente y me lo guardaba en el bolsillo del pantalón. Antes de poder continuar con mi búsqueda escuché la voz del recién llegado, con lo que se me cayó el alma a los pies, estaba esperando poder haber encontrado el pendiente y poder haberme ido mucho antes de que el Malfoy pasara por el salón y evitar aquel incómodo momento. - Que hospitalario, ¿no?- le respondí al Malfoy - Que yo sepa siempre había sido bienvenida en la Malfoy, de todas formas tranquilo, no pensaba quedarme mucho rato, solo venía a buscar un pendiente que se me debió de caer el otro día.- le respondí antes de ponerme a rebuscar de nuevo. En aquel momento me di cuenta de que fuera como fuese Alexander y Lizzie eran familiares, no sabía como de cercanos, pobre niña tener que encontrarse con aquel hombre cada día. - Si quieres que me marche antes podías preguntarle a alguno de tus elfos o ayudarme a buscar.- le sugerí al rubio.
  21. Lizzie parecía una chica agradable ya que no le resultaba extraño que apareciera en el lugar así como así, me presentara brevemente y me pusiera a rebuscar entre los almohadones del sofá, incluso se ofreció a echarme una mano para tardar menos tiempo en dar con lo que estaba tratando de localizar. - La verdad es que te agradecería la ayuda, estoy buscando un pendiente, es pequeño y con una circonita, quizás también esté la tuerca por aquí.- dije mientras seguía rebuscando, colando la mano por los huecos del sofá hasta el mismo fondo. – Entonces eres de cerquita, aunque es preciosa esa isla, pero hace mucho que no me dejo caer por allí. Echaba leves miradas hacia ella mientras tanteaba a ciegas el sofá, hasta que saqué la mano tras tocar algo. - Bah, es solo una miga de pan dura.- dije mientras la lanzaba lejos de mi. Tuve que regresar a revisar en los huecos, parecía que los elfos hacía bastante tiempo que no lo limpiaban, seguramente terminaría alguno que otro torturado por no realizar de la forma más adecuada su trabajo. - ¿Tienes amigos o familia dentro de la Malfoy?- le pregunté, tendría que haber alguna razón por la cual la chica se quedara allí a residir.
  22. No hacía demasiado tiempo que había visitado aquella familia, pero tenía que regresar, había perdido uno de mis pendientes y estaba segura que había sido allí, en uno de los sofás. Ya suponía que Leandro no se encontraría en la mansión, no había respondido ninguna de mis lechuzas, probablemente aun no las hubiera leído a causa de su trabajo. Habían dejado pasar más tiempo de la cuenta antes de regresar, esperaba no volver a encontrarme con el Malfoy, poder tomar lo que había ido a buscar y salir a toda prisa sin cruzarme con el chico, algo que no tenía porque ser extraño, no creía que el joven estuviera a todas horas dentro de la mansión. Desde que golpeé la puerta no tardé demasiado en recibir una respuesta por parte de un elfo que me invitó a pasar, ya era conocida en aquella familia y me aceptaban, sabían que era una amiga y no había que temerme. Le informé la razón por la que estaba allí y me indicaron el camino. Al llegar a la sala pude ver a un grupo de personas, una de ella acababa de anunciarse diciendo su nombre. - Hola Lizzie, soy Anna.- me presenté muy levemente estrechándole la mano antes de nada.- Nunca antes te había visto por aquí, ¿llevas poco tiempo en Londres?- pregunté a la chica mientras empezaba a buscar entre los cojines del sofá. - Disculpa mi actitud un poco extraña, pero el otro día perdí una cosa aquí.
  23. No respondí a su pregunta, realmente mi juego era distinto al que él se estaba refiriendo, pero no podía darle más pistas, era probable que ya se hubiera dado cuenta a esas alturas de que no era nada bueno lo que pasaba por mi cabeza cuando empecé a intentar seducirlo. ¿Sería que él tenía pensado exactamente lo mismo que yo? Lo que si me había dado cuenta era que el Malfoy estaba muy seguro de si mismo. El giró la cabeza hacia donde había lanzado la camiseta, pero yo no aparté la mirada de él, estaba pensando a donde nos iba a llevar aquello. No podía perder la confianza en mi misma, o al menos permitir que él lo notara. Sabía que él me estaba analizando, y no me extrañaba, yo también habría desconfiado si él se hubiera comportado de la misma manera que yo. De todas formas Alexander no parecía sentirse incómodo teniéndome encima, porque ni siquiera había dejado de agarrar mis piernas con sus manos, aunque hubiera querido ni siquiera podía separarme de él por la presión que él ejercía sobre mi cuerpo. -¿Perder el tiempo?- le pregunté frunciendo el ceño mientras tomaba asiento en el sofá, ya separada de su cuerpo. La verdad es que aquello era toda una ofensa, aunque sabía que ni él mismo se creía esas palabras. Quizás si tenía que hacer más cosas, pero no pensaba que estar conmigo fuera una pérdida de tiempo. - No, por favor, no hace falta, no vayas a perder tu tiempo visitándome.- le respondí. Observé como el chico se marchaba, poniendo los ojos en blanco, reclinándome sobre el sofá y sentándome con los pies sobre el mismo. ¿Había pretendido ofenderme? Se veía que ese odio siempre estaba latente en nosotras. Cuando pasaron varios minutos e intenté saber que había sucedido me levanté rumbo al exterior del casillo para desaparecerme. Estaba sumamente desconcertada, no me había desagradado precisamente el haber pasado aquel tiempo con él y eso me hacía enfadarme conmigo misma.
  24. Al parecer el Malfoy estaba bastante seguro de lo que estaba haciendo, realmente no esperaba que me temiera de verdad, pero si esperaba tenerlo desconcertado, inseguro de lo que estaba pasando allí, pero él se mostraba muy tranquilo y sereno y aquello me preocupaba, las cosas no estaban marchando precisamente como yo quería y había pensado. Sentí como sus brazos me atraían hacia él y fue cuando comencé a ponerme algo nerviosa, no me gustaba nada que mis planes se torciesen. No le devolví el beso, pero tampoco me retiré, seguía algo desconcertada por la actitud que estábamos teniendo ambos, ni siquiera cinco minutos antes me hubiera podido imaginar que estaríamos tan juntos sin que ninguno estuviera deseando matar al otro. Para nada tenía pensado echarme atrás tan fácilmente por lo que bajé mis manos hasta su cadera, levantándole la camiseta y arrebatándosela, dejándola caer al suelo. - Cambiaste de opinión entonces.- dije mientras jugaba con mis dedos sobre su pecho, sin mirarle en aquellos momentos a los ojos, por lo que se veía las ideas podían cambiar en unos segundos. A pesar que el ojiazul me había propuesto que si quería me fuera si era lo que quería el se aferró a mi, haciendo que mis defensas bajaran, más aún con su beso. Pegué mi cuerpo al suyo al sentir sus labios sobre los míos, jugando con él mientras lo besaba. Deslicé mi mano por su nuca, enredando mis dedos en su cabello. De repente detuve el beso, colocando mi frente contra la suya, mi nariz con la de él mientras respiraba de forma algo agitada mientras intentaba tranquilizarme y recuperarme. - ¿Cuándo dije yo que quisiera jugar?- le pregunté clavando mis ojos verdes en los suyos, sin separarme demasiado.
  25. El Malfoy dijo que podría tirarme, quitarme de encima de él, pero no notaba en su voz un tono de convencimiento, parecía más una amenaza para que yo me echara hacia atrás, retrocediera y lo dejara tranquilo, quizás sería una buena estrategia, pero a demasiado largo plazo y no tenía suficiente paciencia, así que tenía la segunda opción, mostrarme segura. Me quedé inmóvil sobre él mientras lo miraba, sin retroceder ni un solo milímetro, aunque poco después él intentó sentarse de nuevo, incorporarse, pero yo aun así seguía sobre él. A la vez que él retrocedía yo avanzaba. Por un segundo temí que el chico se estuviera dando cuenta de mis intenciones y rectificara, haciendo que me echara atrás. Omití responder a su pregunta dándole un beso en la comisura de los labios, sabía que si respondía con palabras era bastante probable que reconociera en mi voz la mentira, pero así no notaría absolutamente nada, me era más sencillo ser convincente así. - ¿Habría algún inconveniente en ello? – le pregunté - Estaríamos en igualdad de condiciones, tú ya me quitaste la camiseta una vez.- dije recordando el enfrentamiento que habíamos tenido tiempo atrás. - ¿Qué quieres que te diga? Le pregunté colocándome mejor sobre él, sentándome en su regazo, abrazándole. - ¿Tienes miedo de mi?

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