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Samy Lestrange

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Todo lo publicado por Samy Lestrange

  1. La pelirroja atrapó en medio de su salto a la vampira, contenta de poder darse el lujo de aplastar y apachurrar su amiga, como en los viejos tiempos. Estar lejos del mundo hacía que la nostalgia a veces llenara sus días con recuerdos y anhelos que la apartaban aún más del resto de la gente, ya que desear que las cosas fueran como antes era inútil y sólo la frustraba; había perdido a mucha gente en el camino y hoy por hoy sólo le quedaban sus pequeñas brujas para alegrarle los días y mantenerla feliz. - No necesitas graduarte de cama, cariño, yo te doy el título de sofá premium, eres muy cómoda - le respondió la joven aplastándola con la efusividad alocada que caracterizaba a la pequeña Lestrange. Estaba tan feliz de verla en su casa que no le importaba que la sacudiera como si fuera un juego de pinball, a pesar de que comenzaba a ver girar las paredes a su alrededor. - Yo no me he metido en ningún lado, sólo he estado perdida para el mundo. Y la señorita aquí presente andaba de parranda, se ha vuelto famosa y se ha ganado el título de "fiestera del siglo", ¿puedes creerlo? Negó con la cabeza con gesto serio e hizo un ademán con su mano para quitarse del rostro los mechones de cabello que entorpecían su visión. Se levantó para dejar respirar a Hayame, y luego lanzó una cantarina carcajada que sobresaltó a Asturion, que parecía mirar con preocupación hacia la Lupin, que seguía viéndose tan pálida y cansada como si hubiera pasado meses sin dormir. - Bueno, no es cierto. Ha estado pasando tiempo con los muggles y se ha pegado alguna cosa extraña que la ha dejado de cama. Pero me gusta más mi versión de los hechos. -La bruja arrugó la nariz y frunció el ceño, como si la idea le fuera repugnante y extraña. -De hecho, pienso atenerme a esa versión. Su reputación como recatada fiestera de la familia será una bonita anécdota para contar a nuestros descendientes algún día... Bueno, eso si conseguimos que la línea familiar no muera con nosotras. La Lestrange apoyó las manos en sus caderas y miró hacia Poly, pensando en cómo lograr que la bruja se sintiera mejor. Ya había dicho que los jarabes y cosas raras de Haydie no habían funcionado, por lo que necesitarían probar algo nuevo y diferente. ¿Quizás emborracharla hasta que se le pasaran todos los males? O sumergirla de cabeza en el lago... Necesitaba ayuda, definitivamente, ya que ella no era medimago ni sabía nada de malestares muggles. - Tienes que ayudarme a arreglar a Poly, Haya. - Dijo mirando hacia la vampira con un puchero de niña pequeña en los labios. - Tenemos que intentar algo, lo que sea. -La bruja se paseó en círculos haciendo muecas mientras intentaba pensar en algo que pudiera ser útil. Sacando la varita del bolsillo de su pantalón, se enderezó y se volteó hacia la cama donde la pelinegra descansaba. - Empecemos por rehacer la cama, quizás más cojines ayuden un poco -dijo mientras apuntaba hacia las mantas y almohadas haciéndolas volar por la habitación y dejándolas caer en un rincón. - ¡Arriba! Vamos, reharemos tu cama, traeremos un rico almuerzo, y cuando te sientas mejor saldremos a pasear al lago, para que tomes un poco de aire fresco.
  2. Haydie La vieja elfina reapareció frente a la joven arrebolada que esperaba en la entrada, contenta de poder cumplir con sus servicios y de ver que por fin el castillo recibía visitas nuevamente. - Señorita Vladimir, por favor, adelante. Las jóvenes amas la esperan arriba, será un placer acompañarla a los aposentos de la ama Polyxena, que se encuentra algo indispuesta, en compañía de la ama Sam. Haydie hizo una nueva reverencia ante la bruja y la adelantó para guiarla escaleras arriba, su paso rápido y acompasado apenas hacía ruido al pisar las pocas alfombras que habían sobrevivido a la "remodelación" anteriormente realizada. ------- Samy - No te ves engripada -dijo la joven mientras buscaba la mirada de la pelinegra que la esquivaba con facilidad. Si seguía haciendo eso, se sentaría sobre ella hasta que le dijera por qué se negaba a salir de ese claustro asfixiante que era su habitación donde ni siquiera habían descorrido las cortinas. Llevaba sólo unos minutos allí, y ya comenzaba a sentirse asfixiada entre aquellas paredes. - No hay ningún problema, Haydie debe tener alguno de esos horribles brebajes que pueden curarte en un instante, y entonces podremos ir de paseo y darte un poco de color en las mejillas. -La pelirroja frunció el ceño y se dio golpecitos en la barbilla con su dedo índice, mientras se acomodaba sentada sobre sus piernas entre las coloridas mantas de su prima. - ¿Sabes? Creo que esto puede venir de esos muggles tan extraños con los que has estado conviviendo el último tiempo. Tal vez te han pegado alguno de esos virus o parásitos o esas cosas raras que ellos siempre parecen atraer. No deberías exponerte tanto sin precauciones, tonta, ¿ves? Ahora ni siquiera puedes salir de la cama, y todo por intentar conocer cosas extrañas y huir de la familia. La bruja se mostraba muy orgullosa de sus conclusiones, contenta de poder hallar una respuesta al estado indispuesto de su prima, a pesar de que esto arruinaba completamente sus planes de un picnic en el lago. Al oír los pasos que ascendían por las escaleras principales, la bruja se puso de pie sobre la cama y dio un brinco para posarse sobre el sillón que había junto a la puerta, preparada para hacer a Hayame un recibimiento como correspondía, con apachurración y aplastación incluida. Haciéndole un gesto a su prima para que guardara silencio, espero impacientemente a que la puerta se abriera y a que la vampiro se mostrara.
  3. Haydie La elfina empujó las pesadas puertas para abrirlas, aquel castillo era tan grande que apenas había logrado oír la puerta cuando la pequeña ama de la casa había lanzado un grito capaz de despertar a los muertos de su largo sueño. Del otro lado, una bruja que la miraba con ojos grandes y sorprendidos parecía muda de repente, a lo que la vieja elfina respondió con una pronunciada reverencia como muestra de respeto. - ¿La señorita desea ver a alguna de las amas? -preguntó al sostener la puerta invitando a la joven a ingresar al castillo de la familia a la que servía. Sabía que la joven no estaba en la lista de los "no-invitados" hijos de su ama, ya que no había traído a nadie más aquí en un largo tiempo, y que no era una vendedora, ya que no traía más en las manos que una varita de mago que sujetaba con fuerza. ------ Samy La pelirroja pasó de largo las primeras puertas de las que no salía un solo sonido, hasta llegar a la gruesa puerta oscura que guardaba la habitación de su prima. Abriendo ésta sin llamar primero, la bruja paseó su mirada por la extraña escena que había en el interior del cuarto. No porque hubiera algo más extraño que una habitación con sus respectivos muebles y un elfo a los pies de la cama, sino por la extraña apariencia que tenía Polyta en medio de las mantas con un libro en la mano, unas ojeras que ocupaban medio rostro y los ojos húmedos y brillantes. - ¿Te encuentras bien, Poly? ¿Has oído esos ruidos extraños? - preguntó la joven lanzándose sobre la cama de la pelinegra para curiosear el libro que tenía en las manos, justo cuando un ligero ¡Plop! resonaba en el cuarto precediendo a la aparición de Haydie en la estancia. - La señorita Vladimir desea ver a las amas - anunció con su voz cascada. - Pues... ¿por qué la dejas esperando abajo? ¡Dile que suba! Y quizás esta vez sí podamos ir a hacer un picnic al lago... Muchos sándwichs y aire libre, ¿qué te parece, primita? Creo que necesitas un poco de luz del sol, te ves aún más pálida que la última vez que estabas pálida, y eso ya es decir mucho.
  4. Silencio. Y del tipo extraño, de ese que te hace pensar en un lugar polvoso y abandonado, tan profundo que ni siquiera los pájaros osaban piar para romperlo. Algo completamente extraño, sobre todo en un lugar que normalmente relucía lleno de vida, o al menos del barullo que venía de la convivencia entre gente a la que definitivamente le faltaban uno o más tornillos, y que se dedicaban a romper y destrozar sin igual a sus alrededores. Una tosesita molesta interrumpió la monotonía del silencio, seguida de una especie de estornudo. En el medio de la sala, sobre un sofá casi a medias destrozado, una pila de telas multicolores comenzó a moverse de lado a lado antes de derrumbarse por completo, dejando a la vista un vivo color rojizo que coronaba una cabeza con expresión enfurruñada. Un bostezo le siguió a la sacudida, antes de que el montón de telas salieran despedidas de encima del cuerpo de la bruja que se escondía debajo. La joven Lestrange se desperezó en su lugar, sus manos en puños frotando sus ojos adormilados intentando adivinar cómo y cuándo había llegado a ese sofá en medio de la sala del castillo. ¿Y por qué estaba bajo ese montón de cortinas? ¿No se supone que todas habían perecido en la remodelación? Tal vez estaba perdiendo algo de memoria... ¿O no? Un golpe interrumpió su intento de razonamiento, alguien llamando a la puerta mientras que un ruido parecido al que hacían los gatos al intentar escupir bolas de pelo sonaba escaleras arriba. Mmm... ¿Puerta o escaleras? ¿Dónde ir? Se suponía que en la casa no había ningún gato... Al menos la última vez que había revisado. A menos que su madre o su prima hubieran adquirido una de esas horrendas criaturas peludas. Ir o no ir... El ruido se repitió de nuevo, esta vez más fuerte, el sonido a arcadas la alertó de que no era precisamente un gato lo que había allí arriba. Saltando del sofá y mirando hacia las escaleras y a la puerta seguidamente, se puso en jarras antes de decidir. - ¡Haydie! ¿Qué ya no hay nadie en esta casa que haga lo más mínimo por el mundo? ¡Has el favor de abrir la puerta y ver quién es! Si es alguien conocido, mándalo arriba. Si es un vendedor, dile que en esta casa no vive nadie, como de costumbre. Y si es algún pretendiente de mi madre o alguno de sus extraños hijos, les dices que aquí no hay más lugar, que acampen en el bosque si no tienen dónde ir a molestar. Aunque daba igual si fuera hubiera un vendedor, un familiar no-bienvenido, un huracán o un terremoto, la voz de la pequeña de la familia no era precisamente sutil, así que por el momento la mitad de sus vecinos ya se había enterado de que era demasiado perezosa para abrir por ella misma una puerta. Aunque teniendo en cuenta sus vecinos, no sería la primera ni la última de este pueblo. Viendo la pequeña cabeza de la elfina de su madre que ya se acercaba hacia la entrada, la bruja corrió escaleras arriba para buscar la fuente de esos extraños sonidos que no dejaban de intrigarla.
  5. La pelirroja arqueó una ceja, observando la incomodidad de su madre ante la situación y el recelo de su prima que observaba con desconfianza al recién llegado. Al menos éste no se escondía detrás de la morena a lloriquear por las actitudes hostiles de las Lestrange, como los invitados de Sol normalmente hacían. ¿Y qué diablos era un poodle rosa? ¿De dónde sacaba Sol a tanta gente extraña para traer a la casa? Frunciendo el ceño ante la pregunta del extraño, la bruja observó a su madre esperando respuesta. ¿Otro hermano? ¿De verdad? A veces Sam se preguntaba de dónde sacaba Sol tiempo para poder engendrar a tantos hijos. Tendría que comenzar a indagar sobre la vida secreta de la Lestrange mayor, para no llevarse más sorpresas desagradables. Ya había suficientes manchas borradas en el árbol de las Lestrange como para seguir añadiendo ramas que sobraban. -Y cuando una cree que lo sabe todo sobre esta familia... Siempre sale algo de debajo de las piedras, ¿cierto? - Bajando las escaleras de dos en dos y acercándose a la Lupin, la joven le sacudió los cristales que ésta tenía aún enredados en su cabellera negra y se encaminó hacia la cocina, tirando de Poly para la siguiera lejos de aquella extraña escena. - ¿Qué tal si vamos a ver si Haydie ha acabado nuestro almuerzo? Ya debe estar listo, nunca tarda demasiado con eso. Quizás podamos armar un picnic de última hora, dado que ahora Sol tiene visitas y no creo que quiera llamar a los masajistas cuando tiene gente a la que atender. Luego podemos continuar la redecoración de tu habitación. -Sacudiendo la mano en despedida hacia su madre, se alejó y se paró antes de llegar a la cocina, sin darse la vuelta. - Tal vez quieras poner periódicos en el suelo mientras tanto, ma, me gusta esa alfombra y no necesitamos manchas de barro ni una fuga de tu mascota en medio del salón, si no le has enseñado aún a hacer sus necesidades fuera.
  6. Bueno, creo que mi ficha sigue en el formato del siglo pasado, así que paso a dejar la edición correspondiente (con mucho atraso, claro, pero más vale tarde que lo que sea...) FICHA DE PERSONAJE http://i.imgur.com/kgZiky6.jpg?1?9453 Datos Personales: Nombre del Personaje: Samantha Lestrange. Sexo: Femenino. Edad: Joven [18 años]. Nacionalidad: Británica. Familia(s): * Lestrange Lupin [Matriarcado compartido con Sol Lestrange Black R Padre(s) Sanguíneo: * Sol Lestrange Black R Padre(s) Adoptivos:-- Trabajo: -- Poderes Mágicos: Rango Social: Unicornios de bronce Bando: Neutral Rango dentro del Bando: -- Nivel de Poder Mágico: -- Puntos de poder en objetos: Puntos de poder en criaturas: Habilidades Mágicas: -- Conocimientos Especiales: * Leyes mágicas * Encantamientos Perfil del Personaje: Raza: Humana. Aspecto Físico: 1.70 de estatura, complexión delgada, de piel blanca. Cabello pelirrojo, largo y lacio hasta la mitad de la espalda. Ojos cafés almendrados, grandes y expresivos. Suele usar vestidos largos hasta la rodilla y sin tirantes, y botas de caña alta y tacón alto, aunque puede llegar a vérsela en jeans y zapatillas cuando no está en su humor más sociable. Sus colores preferidos para vestirse son el púrpura, verde, negro y rojo. * Tiene un tatuaje de ying-yang en el hombro derecho, producto de una maldición que la mantiene unida a su hermana Liliana. Cualidades Psicológicas: Su carácter varía entre el de la adolescente traviesa e infantil y el de la bruja decidida y perseverante. Es muy apegada a su familia y puede ser decididamente molesta cuando alguien o algo no le cae bien. Le molesta conocer gente nueva, así que intenta hacerlo lo mínimo posible e indispensable. Tiene lo que en su familia llaman “la elegancia Lestrange”, aunque sus formas sociales se ven algo empañadas por su infantil comportamiento y su extraña capacidad de lógica. Sus pensamientos usualmente divagan entre locuras. No tiene, a drede, un conocimiento exhaustivo de lo que son el bien y el mal. Dado que se crió sin importarle mucho el asunto, su razonamiento es básico e inquebrantable, lo que es bueno para los suyos debe ser bueno sin duda. *Tiene la invaluable afición de hacer todo lo contrario a lo que los demás piensan/dicen/esperan de ella. *Detesta los relojes, así que suele ser impuntual ya que mide el paso del tiempo según cosas completamente arbitrarias, como la hora de la comida o de la puesta de sol. *Piensa que una dieta correcta debe incluir abundantes manzanas y chocolates. No cree en la comida saludable, una comida sólo es adecuada si hace que te sientas alegre después de ingerirla, como es el caso del chocolate. *Le gusta destruir cosas, y lo hace constantemente usando como excusa la "redecoración" de su hogar. Historia: Samantha nació en el seno de la familia Lestrange Lupin, hija de Sol Lestrange Black R. La identidad de su padre aún es desconocida. Cuando su abuelo, Lord Alexandre Lestrange, se enteró de que su única hija había dado a luz, se apropió de la pequeña, alejándola de su madre. Lord Alexandre envió a la pequeña con una nueva familia, en un lugar donde su hija jamás podría encontrarla. La niña se crió a cargo de una algo psicópata pero adorable madre adoptiva. Conoció allí a la que se convertiría luego en su hermana y mejor amiga, una hija también adoptada por aquella familia, Liliana McDougall. Junto con la lugat, compartieron durante años el resto de su infancia y adolescencia, pasando juntas por los momentos más importantes que marcaron sus cortas vidas: la Academia de Magia, su graduación, su entrada a la Marca Tenebrosa, la muerte de su madre, su salida del bando, sus travesuras, las tardes de galletas, y los innumerables días en la cabaña de la familia. Años más tarde, la joven se enteró de la jugarreta realizada por su abuelo, después de la muerte de éste. Enfadada e irracional como de costumbre, la pelirroja montó un soberbio escándalo en su hogar, hasta que fue informada sobre el paradero de su familia y los demás detalles que necesitaba saber. Desde entonces y después de que su familia de crianza decidiera dispersarse y viajar por el mundo, Sam vive en el castillo de la familia Lestrange Lupin con su madre, donde comparte el matriarcado con ella y donde destruye y redecora incansablemente el lugar. Pertenencias: Objeto Magico Legendario: -- Objetos Magicos: Objeto 1: Varita de sauce, veintiséis centímetros de largo, núcleo de nervios de corazón de dragón. Clasificación: AA Puntos de poder: 20 Mascotas y Criaturas: Criatura 1: -- Clasificación: -- Puntos de poder: -- Criaturas en la Reserva: Criatura 1: -- Clasificación: -- Puntos de poder: -- Elfos: * Elfo 1: Asturión Licencias, Tasas, Registros: Licencia de Aparición: Licencia de Vuelo de Escoba: Registro de XXX: Otros Datos: Otros datos: -- Cronología de cargos: -- Premios y reconocimientos: Links de Interés Referentes al Personaje: Link al Perfil de Comprador MM: -- Link a Bóveda Personal: Samy Lestrange Link a Bóveda Trastera: -- Link a Bóveda de Negocio: -- Link a Bóveda Familiar 1: Bóveda de la familia Lestrange Lupin
  7. - ¡Genial! - gritó la pelirroja animadamente mientras se balanceaba sobre los escalones al ritmo de una canción que sólo ella parecía oír. Tal vez la idea de su madre de poner en venta la araña no fuera tan mala, pero eso le quitaría la diversión al asunto. Aunque si la araña valía lo suficiente, quizás podrían reconstruirla luego con magia y sacar de allí dinero suficiente para irse de vacaciones con un equipo de masajistas completo. Después de todo, la diversión era diversión, aquí o en una playa en medio del Mediterráneo. - ¡Fueeeeera abajo! - advirtió antes de concentrarse en el enorme armatoste decorativo que atrapaba la luz en medio de la estancia. Haciendo un amplio arco con su varita, la observó estremecerse y contraerse como si fuera un ser vivo, antes de estallar en un millón de pequeños trozos de cristal que salieron disparados hacia todas partes desde el centro de la araña, como fuegos artificiales dentro del castillo. Antes de comenzar a bajar las escaleras para volver al salón a buscar algo más que destruir, vio a su madre salir corriendo repentinamente, con una mano intentando acicalar su cabello y la otra alisando su vestido. ¿Y ahora qué le había dado? Si esperaran visitas, su madre no las habría dejado seguir con la destrucción: primero las hubiera regañado y luego hubiera vuelto todo a la normalidad para mantener la imagen del castillo. ¿Visitas inesperadas? - ¿Has comprado una nueva mascota, ma? - preguntó cuando la vio llevar de la mano a alguien a través del caos y los cristales del suelo. - Deberías pedir el ticket de canje - le avisó mientras apoyaba sus codos en el barandal de la escalera y se inclinaba allí para observar el salón. Realmente no le gustaban los extraños en su casa, sobre todo cuando llevaba tanto tiempo lejos de su familia. Prefería pasar el tiempo con sus niñas y divertirse haciendo cosas que conocía, no conociendo gente nueva cada vez que su madre traía a alguien al castillo. A veces no sabía de dónde le venía a la Lestrange su supersociabilidad, ya que no era algo que viniera en los genes de la familia: eran una curiosa mezcla de ermitaños gruñones que amaban las fiestas, a excepción de Sol.
  8. Nick: Samy Fatale Nombre: Bárbara (.__.) Edad: 22 Fecha de cumpleaños: 28 de noviembre País: Argentina Skype: bby1291@hotmail.com
  9. - Wiiii, ¡así se habla, mamy! Sabía que no pondrías peros a que desbancáramos un poquito tu cámara de Gringotts para darle una nueva imagen al castillo - gritó Samy con una sonrisa antes de comenzar a toser por el agrio humo que comenzaba a rodearlas. - Hum, creo que ese sofá no es muy bueno para arder, apesta - dijo observando a la masa de fuego que antiguamente era el sofá de dos cuerpos junto al que estaban desparramadas ellas. La joven se desenredó como pudo de las piernas de la pelinegra y se puso de pie de un salto, sujetando las manos de las otras dos brujas para ayudarlas a ponerse de pie. Era bueno estar en casa otra vez, y compartir uno de estos momentos tan frescos y locos con las personas que más amaba en el mundo. ¿Qué podía ser mejor? - ¡Vale! -dijo dando saltitos alegremente y echando un vistazo a su alrededor con curiosidad. - ¡A trabajar, señoritas! Tenemos mucho que hacer. Sobre todo con las ventanas... ¡Necesitamos muchas! Tenemos las mejores vistas de Ottery, ¡hay que disfrutarlas! Y no me gusta ese cuadro, ni ese, ni ese - comenzó a enumerar mientras apuntaba con su varita hacia los cuadros de la pared este, cuyos moradores comenzaban a alarmarse y a correr de un cuadro al otro dando alaridos con pánico creciente. La pila de cuadros fue haciéndose mayor a medida que iba recorriendo cada una de las paredes y luego las escaleras y lanzando los cuadros que no la complacían hacia el centro del salón de manera desordenada. Se detuvo por unos minutos cuando la pintura de una dama con un antiguo vestido verde oscuro ribeteado con plata, con miriñaque y un muy lindo moño intentó convencerla de que su cuadro añadía glamour y elegancia tal como estaba. - Mmm... ¿y qué más haces además de aportar glamour y elegancia a la pared? ¿Sabes contar chistes, cantar, hacer algún baile divertido? - preguntó con las cejas arqueadas y una mano en su cadera, antes de que algo brillante captara su atención y la hiciera darse la vuelta, sujetándose a la barandilla perfectamente pulida y lustrosa de la escalera casi al borde de tropezarse y caer rodando. - ¡Niñas! ¡Alguna está demasiado encariñada con la araña del techo? - gritó hacia abajo con una traviesa sonrisa jugueteando en su rostro.
  10. Sam parpadeó al oír una nueva voz a sus espaldas, el sexto cojín que tenía en sus manos cayendo inerte al suelo cuando halló a su madre en la puerta, observándolas con las manos en la cintura y una de sus brillantes sonrisas adornando su rostro. - ¡Mamy! - gritó con alegría, saltando sobre la bruja justo cuando ésta se acercaba abrazarlas, acabando las tres enredadas una sobre otra sobre el ahora destartalado sofá. - Estábamos esperándote, pero creí que estarías en uno de tus sueños de belleza, no sabía que andabas en la calle. ¿Me trajiste algo? - preguntó de repente haciéndole ojitos con expresión inocente. La pelirroja se apoyó sobre su codo sobre el brazo del sofá, con medio cuerpo sobre su madre y sus piernas enredadas con la de Poly. No era una posición lo que se dijera cómoda, pero tendría que desenredar primero a Poly para poder comenzar a enderezarse ella misma. - No nos regañes, ma, ya sabes cómo somos. ¡Y mira, te he traído tu manzana diaria! - le dijo escarbando entre los cojines para sacar una fruta grande y roja, que relucía bajo la luz que ingresaba por el ventanal.
  11. La pelirroja chasqueó la lengua ante el atrevimiento de su prima al pensar que los genes Lupin la salvaban de la desfachatez de ser una Lestrange. Quiérase o no, las Lestrange eran una, y hasta donde ella sabía, ninguna del gran tercio de brujas podía profesar de inocencia y pureza, aunque la pelinegra insistiera en ello. Se encogió de hombros en respuesta y comenzó a incendiar las cortinas, que necesitaban un cambio definitivo para renovar el estilo del salón. - Para ti, todas mis conjeturas son extrañas y extravagantes. No importa si son demasiado cuerdas o demasiado dementes, todas te parecen extrañas viniendo de mí. No me conoces hace quince minutos, Polyxena de las Mercedes, acostúmbrate. Soy toda una, no una loca cuerda ni una cuerda loca: soy sólo yo. La bruja empujó un par de jarrones que la disgustaban sobremanera, ya que se veían muy poco favorecedores junto a la lámpara del rincón. Disfrutó del sonoro estruendo cuando éstos fueron a dar al suelo, convirtiéndose en trozos y astillas desparramados por doquier. - ¡Ten cuidado con los vidrios, cariño! Ahora, ¿crees que ese sofá debería perecer en manos del sagrado fuego de nunca jamás, o deberíamos descuartizarlo primero para darle una sorpresa a mi madre? Ya puedo ver la cara de Haydie cuando se asome por aquí... Con una mirada soñadora, Sam fue hacia el sofá, levantando uno a uno los cojines para comprobar que fueran suaves y acolchonados, y rasgándolos luego cuando no pasaban su prueba de calidad. Cuando el quinto por fin dio positivo, echó su brazo atrás y lo arrojó hacia Poly, apuntando hacia la pelinegra cabeza. - ¡Piensa rápido! O no pienses, hoy da igual... Podemos seguir con tu habitación si quieres, y luego seguir aquí abajo. Aún hay mucho por hacer.
  12. - ¿Autocontrol? Quién necesita de eso? No es algo que venga incorporado en los genes Lestrange - le dijo con un guiño mientras caminaban por el vestíbulo, la pelirroja arrastrando a la pequeña morena. - Y si no viene incorporado desde el inicio, es porque no es algo necesario para la supervivencia. Es simple lógica - la instruyó meneando su dedo índice frente a los ojos de la Lupin, a pesar de que Samy no era conocida exactamente por su lógica... ni por su sentido común, o de supervivencia, o cualquier otro sentido en general. La bruja se arremangó suavemente las mangas de su vestido color púrpura, deteniéndose en medio del salón con las manos en sus caderas, para poder tener una visión completa antes de comenzar a decidir exactamente qué cosas eran prescindibles y cuáles merecían ir a la hoguera. Después de todo, la etapa de destrucción anterior a la redecoración era definitivamente su favorita y la que más disfrutaba. - Y no te trato como a una niña - contestó recordando la protesta más repetida de su prima. - Que no sepas lidiar con las críticas o las quejas de la familia no quiere decir que te trate como a una niña. A mí siempre me tratan como a una niña y no me ves por ahí quejándome a cada rato. Sólo intentaba ser de ayuda, no intentaba molestarte. La joven sacó su varita del bolso que llevaba cruzado sobre su pecho y luego lanzó éste a un rincón, aplaudiendo una vez ante la creciente animación de Poly. Era bueno volver a casa, y sobre todo poder recuperar una actividad tan bonita como redecorar en familia. - Sólo tenemos que buscarla, mi madre debe estar por aquí... quizás en su habitación, aún es demasiado temprano para que esté levantada. ¿Qué tal si hacemos todo eso a la vez? Tenemos todo el día para echar abajo todo lo que necesite un cambio. Y si hacemos el suficiente ruido, tal vez atraigamos a la Sra. Black para que almuerce con nosotras y consiga el número de los masajistas.
  13. - El amor no necesita un sentido, no es algo a lo que puedas buscarle un significado. Si la gente puede hacer cosas raras por cualquier otra razón sin sentido, ¿por qué no se pueden hacer locuras por amor? Al menos nadie ha incendiado el castillo por amor... Bueno, eso creo. Aún no estoy del todo segura de las causas del último incendio, pero es tan buena excusa como cualquiera. La joven se acabó su manzana con un suspiro feliz y luego arrojó los restos al bote de basura, pensando en las extrañas prioridades de la pelinegra, que eran aún más extrañas que las suyas. Acercándose a ella para darle un abrazo, le dio unas palmaditas en la espalda con gesto conciliador. - No te preocupes, cielo, si quieres torturar muggles o convertirlos en sapos feos y gordos, yo me ocuparé de llevarte paletas y chocolates todos los días para que no sufras demasiado. Después de todo, no deberías negarte un poco de diversión sólo por pensar en las consecuencias, hay que dejar que tu libertad de expresión se explaye a su gusto. O te convertirás en una anciana rodeada de gatos, gritándoles a los pobres hasta que tu voz se ponga ronca y fea y tu gusto en ropa empeore y comiences a vestirte como una persona mayor e indecente - le dijo negando con la cabeza, imaginando la situación con tristeza. La pelirroja puso los ojos en blanco ante la tonta idea de su prima sobre la "comida saludable". Nunca entendería los discursos sobre comida saludable y comida insaludable, la comida era comida, no debería ser clasificada según su contenido, sino por su sabor y por lo bien que podía hacer sentir a uno después de comerla. Ergo, las manzanas, el chocolate y el helado eran la base de la pirámide alimenticia de un Lestrange, y ella no cambiaría aquello por nada. Después de todo, no había llegado a su edad para comenzar a comer "saludablemente" y a envolverse en hojas de lechuga, como la pelinegra. - Vale, vamos a ver qué lugares de la casa necesitan una remodelación completa mientras esperamos a que el almuerzo esté listo - Sam atrapó el brazo de su prima y la obligó a levantarse de su taburete, jalándola hacia las partes de la casa que sí podían ser remodeladas. Si un día decidía remodelar la cocina, probablemente sería apaleada por una montaña de elfos gruñones. No, eso le gustaba tal como estaba. - Quizás podamos cambiar la decoración del salón y el vestíbulo y organizar una fiesta, ¡o una pijamada! Hace mucho que no tenemos una de esas.
  14. - No te regaño por deporte... te regaño porque te quiero. ¿Has visto acaso que yo vaya regañando a la gente por la calle, así, al azar y por gusto? No, mis regaños son especiales. Además mis regaños son, a duras penas, casi anuales, así que ya podrías dejar de quejarte y disfrutarlos en vez de estar quejándote de mí - la pelirroja bajó su cabeza pegando el mentón a su cuerpo y abrazando sus rodillas. Cuando la pelinegra se volteó para hablar con la elfina, Sam saltó de la mesada, acercándose a Poly y robándole su manzana. Le dio un mordisco mientras se alejaba tranquilamente, saboreando la dulce fruta, placer de los Lestrange desde tiempos inmemoriales. - No soy extravagante. No me parecen normales, sólo mortalmente aburridos. Son sólo una pérdida de tiempo, ya ni jugar a perseguirlos es divertido. Los muggles de ahora son la mar de latosos, no se puede vivir con ellos ni entre ellos, deberían encerrarlos en un corral. La bruja se dio la vuelta y observó a su prima, sus ojos brillando traviesamente luego de lograr picarla con su edad. La Lupin era absolutamente susceptible cuando se trataba de su edad y su tamaño, lo que era divertido para Sam ya que era la manera más rápida y eficaz de molestarla. - Y no somos unos glotones. - Señaló hacia la manzana robada en su mano, que ya tenía dos grandes mordidas en su haber. - ¿Desde cuando las manzanas no son saludables y parte de una dieta equilibrada? También el helado es saludable: los lácteos son necesarios. Y el chocolate y las galletas son parte importante de la dieta de las niñas en etapa de crecimiento, como es nuestro caso - la amonestó con una brillante sonrisa.
  15. - Por supuesto que te regaño. Estoy en mi derecho. No busques excusas extrañas amparándote en mi conducta. No soy un modelo a seguir y lo sé, y nunca lo seré. Y eso no te justifica. Una lechuza de vez en cuando sigue siendo necesaria y se agradece... Y no sé cómo soportas el aburrimiento de lo predecibles que haces sonar a los muggles. Si no puedes hacerlos volar a través del muro una tarde que estés aburrida, ¿qué utilidad tienen? Y no me mires de esa manera, Haydie, no hemos tirado ningún jarrón por el camino ni nada por el estilo, no es necesario que me mires como si estuviera caminando con las botas llenas de barro sobre la alfombra. La pelirroja le sacó la lengua a la vieja elfina a la que su madre era tan apegada, pero que parecía no tener mucha paciencia cuando la Lestrange destrozaba todo a su paso. Aún respiraba rápidamente por la carrera mientras se acercaba a buscar un vaso de zumo y se aupaba a sí misma para sentarse sobre la mesada de mármol, balanceando sus piernas distraídamente. - No te vendría mal sumar un poco de carne. Y con esa ropa te ves aún más niña. Así que deja de quejarte, que si hay algo que hagamos bien en esta familia es comer, además de otras cosas, y lo harás quieras o no. - La joven sacudió su mano desestimando las protestas de la Lupin, y abriendo los ojos ampliamente cuando una idea cruzó por su desordenada cabecita de loca. - ¿Podemos comer helado de chocolate? ¿Tienes galletas ya hechas, Haydie? Mataría por un postre en este mismo instante - la bruja hizo un puchero infantil, esperando que al menos su madre no apareciera en ese instante para prohibirle comer dulces antes de la comida. Un helado merecía la pena si podía comerse antes que un almuerzo, después de todo.
  16. - Duh, tampoco es que yo me pase demasiado tiempo por aquí últimamente... - murmuró la bruja con aire culpable. Sabía que pasaba mucho tiempo fuera del castillo, pero era reconfortante saber que siempre tenía un lugar al que volver cuando lo necesitaba. - Pero cualquier ayuda es buena, desde luego - Estiró su mano libre para rozar aquellas paredes que habían visto tanto de aquellos que allí moraban, tantas peleas, incestos, regaños, incestos, abrazos, incestos, locuras y más incestos... Tal vez habían visto demasiado, decidió Sam. Frunció el ceño al oír la explicación de la Lupin, la idea de vivir entre muggles le parecía aún menos atractiva que vestirse con prendas salidas de un contenedor de basura. ¿Qué podría encontrar de divertido su prima en vivir con ellos, que no encontraba aquí? Si ni siquiera podía depender de las lechuzas para comunicarse... O quizás esa fuera una conveniencia si quisiera mantenerse alejada de e incomunicada de la familia. - No tengo idea de qué hacen los muggles cuando se alborotan... Si un pájaro yendo y viniendo a través de la ventana los afecta, entonces no entiendo qué hacen con sus vidas. ¿Qué hacen cuando ven a su vecino tirar platos por la ventana, o lo escuchan en medio de una sesión de sexo vespertino, o ven a un hipogrifo correr por el parque? - preguntó la Lestrange, pensando en que ya había visto todo eso en el castillo una y otra vez. Sacudiendo la cabeza para despejar sus pensamientos, la pelirroja se dio la vuelta y con una sonrisa meneó su paleta frente al rostro de su prima. - ¡Una carrera hasta la cocina! Echándose a correr antes de que la pelinegra pudiera reaccionar, Sam llegó a su destino justo cuando Haydie estaba preparando un bonito centro de mesa inclinada sobre éste. - ¡Haaaaaaydieee! -gritó alegremente, riendo cuando vio a la gruñona elfina dar un brinco y dejar caer las velas que estaba manipulando. Probablemente ésta no esperaba volver a ver a la más revoltosa de las Lestrange durante los próximos diez años por lo menos. - ¿Cuánto tiempo demoras en armar un almuerzo completo y nutritivo? Necesitamos lograr que la señorita Lupin recupere algo de carne y crezca un par de centímetros, parece que los muggles no saben alimentar a una bruja hecha y derecha.
  17. - No me quedaré sin voz, tengo mucho de eso. Además, si yo no les grito a las paredes. ¿quién lo hará? Alguien debe hacerlo, para evitar que se sientan solas y se caigan de pura tristeza - La joven tomó la paleta de manos de su prima/sobrina y se dio vuelta como un pequeño tornado, atrapando a la Lupin en un asfixiante abrazo de boa. Al menos, esta vez la pequeña bruja estaba vestida. La última vez que Samantha había visto a la joven, ésta tenía un vestido más apto para lucirse en un contenedor de basura que en el pueblo de Ottery... No que ella fuera la mayor adepta a la moda de aquella casa, pero al menos no salía casi desnuda a la calle, mucho menos en harapos. Aunque la Lupin seguía viéndose algo ojerosa y pálida, tal vez podrían resolver aquello con unos cuantos días llenos de manzanas y almuerzos suculentos. - ¿Dónde has estado, pequeña mensa? - preguntó con una sonrisa la bruja, revolviéndole el oscuro cabello como si tratara con una niña. - ¿Y por qué te pasas tanto tiempo sin enviar siquiera una lechuza? Sabes, no cobran envíos por comunicarse con la familia. Un hola de vez en cuando no te volverá más pobre. La castaña apartó un mechón de cabello de su rostro y abrió el envoltorio de su paleta, tomando la mano de Poly mientras la jalaba hacia el interior del castillo, pasando el vestíbulo para dirigirse al comedor. Si tenían suerte, quizás habría alguna bandeja de galletas recién horneadas o algún postre esperando a ser degustado, como solía suceder en los viejos tiempos.
  18. La castaña siguió el camino tan conocido que bordeaba el lago, su mirada recorriendo con nostalgia aquel familiar paisaje. Había tantas cosas que le despertaba a la vez el simple hecho de estar aquí, tantos sentimientos encontrados que la hicieron detenerse un segundo para poder regrabar en su memoria cada piedra, árbol y trozo de césped que podía divisar frente a ella. Sam apresuró el paso, necesitando ver más de cerca aquel refugio propio, aquella ancla a su escasa cordura que se alojaba entre paredes de piedra y bellas cortinas. Esos abundantes desayunos, deliciosos almuerzos en el lago, la cesta de manzanas en la mesa, siempre repleta para los miembros de la familia... La bruja esperaba que al menos hubiera alguien allí para darle la bienvenida, al menos alguien más aparte de los omnipresentes elfos y la regañona de Haydie... Si no lo estaban, ya se ocuparía ella de atraerlos de alguna manera, a fuerza de zapes si era necesario. - ¿Hoooola? - canturreó una vez que atravesó las puertas del castillo, su voz alegre desparramándose a través del desierto vestíbulo. - ¿Hay alguien aquí?
  19. La joven le dio la bienvenida a la nueva integrante de la familia, un instante antes de que otra muchacha se hiciera presente con un saludo. La bruja les sonrió a ambas y con una inclinación de cabeza les indicó el sofá, no sabía cuanto tiempo llevaban aquí pero al parecer ambas eran hijas de... ¿Kytta? Tendría que interrogar más tarde a Haydie para hacerse una idea de quien era quien antes de perderse en su propio salón. - Bienvenidas ambas, espero que les agrade el castillo... cuando deseen pueden escoger cualquier habitación que prefieran y ya los elfos de la familia se ocuparán de acomodar todas sus cosas. Aunque no había visto ningún equipaje con las dos mujeres, probablemente alguno de los pequeños sirvientes estaría ocupándose ya de ello. Confusa, la pelirroja miró hacia las escaleras para ver a su madre bajando las escaleras. Encogiéndose de hombros lo más disimuladamente que pudo, le sonrió alegremente, la verdad era que no estaba para nada acostumbrada a actuar de anfitriona ni a ser quien diera las bienvenidas en el castillo, no tenía ninguna práctica en ello y su madre era mucho mejor en esos asuntos. Además que no entendía mucho del comportamiento de las otras chicas, aunque a los comportamientos extraños sí que estaba acostumbrada, no por algo se había criado en la sede central de la rareza del mundo mágico, algo que extrañaba con locura a cada día que pasaba. - ¡Buenos días, mamy! - cuando Sol llegó al final de las escaleras, Sam se acercó a ella de un salto y le dio un abrazo y un beso en la mejilla y jaló un mechón del cabello castaño de su madre que había quedado fuera de su peinado. A pesar de que en su familia siempre habían abundado las formalidades y el comportamiento correcto y adecuado para cada ocasión, ella solía huir de todo eso y procuraba evitarlo lo más que podía, por lo que no tenía tendencias a ser seria ni formal a menos que la situación lo requiriera... pero era algo que la aburría sobremanera. - ¿Cómo has dormido? ¿Me trajiste algo de tu hotel? ¿Una hamaca, una flor, un mango? ¿Un chocolate?- preguntó con voz ilusionada mientras daba vueltas a su alrededor, dando brincos y haciendo pucheros infantiles al mismo tiempo. -------------------------------------------------------- Bienvenida también Shanna
  20. La pelirroja se apresuró a bajar las escaleras casi a saltos, iba canturreando en voz baja y pensando ya en un gran y delicioso desayuno para empezar el día. Ayer se había divertido mucho en el lago pero se había visto obligada a salir en cuanto su piel se había arrugado por tanto tiempo sumergida allí, y se había dado prisa en coger uma toalla para poder salir e ir a cambiarse de ropa. Su madre tenía razón en algo: la ropa que llevaban era muy poco apropiada para nadar, ya que sus jeans se pegaban a la piel y se volvían pesados con el agua, lo que se volvía molesto después de un rato. Al parecer ese día el buen tiempo había decidido abandonarlos, ya que la lluvia había comenzado por la noche y aún seguía atizando sin descanso. Lo único que podía ver por las ventanas era nubarrones grises y una cortina de agua, tan poco atrayente si lo comparabas con el calor acogedor del castillo. Como ese día no tenía previsto salir a empaparse, sólo se había puesto un vestido morado oscuro de mangas largas y que caía hasta sus rodillas, aún andaba descalza como era su costumbre cuando correteaba por toda la casa. La bruja detuvo su canturreo al ver a alguien sentado en el sofá frente a la chimenea, era raro encontrar gente por aquí, tan acostumbrada como estaba a las muchas ausencias de los miembros de la familia. Supuso que la nueva presencia en el hogar se debía a la escueta nota que había encontrado entre sus cosas la noche pasada, en la que su madre le avisaba que se molestara alguna vez en ver el árbol de la familia, ya que había nuevas incorporaciones a la familia y ella se había ausentado por tantos días que ni siquiera sabía cuales eran. Había interrogado a Haydie al respecto, pero la elfina de su madre había mencionado a un nuevo hijo adoptivo de su madre y aquella persona en el sofá no tenía pintas de ser un chico, aunque la capucha sobre su cabeza le impidiera adivinarlo con seguridad. A menos que hubiera algo sobre el tal Fokker que ella no supiera... - ¿Disculpa?- dijo a la vez que ladeaba su cabeza, sus ojos cafés se centraron en la figura de la desconocida esperando a que se diera la vuelta para confirmar sus sospechas. - Mi nombre es Sam, soy una de las matriarcas de la familia... ¿Quién eres tú? -preguntó con voz calmada intentando no espantar a la recién llegada, como siempre la acusaban de hacer con las personas que cruzaban las puertas del castillo. -------------------------------------------------------- Off rol: Bienvenida a la familia Linnette, siéntete como en tu casa ^^ lo mismo para Kytta y Fokker [me debes un rol, extraño xD] Espero verlos seguido por aquí o acabarán en el lago u.ú xDDD
  21. Tras divisar a su prima sentada dentro del local, la pelirroja se movió rápidamente hacia donde se encontraba, impaciente por averiguar de qué se trataba todo aquel extraño comportamiento de la bruja. Sabía que Poly necesitaba sus momentos a solas y que a veces se extendían demasiado, pero había sido demasiado esta vez y necesitaba saber que se encontraba bien y que no volvería a desaparecer al menos por un tiempo largo. No le gustaba perder a su familia, y últimamente sentía que había perdido ya a demasiadas personas queridas como para tolerar una más. Mientras estuviera en sus manos, nadie más volvería a escaparse de su vista para desvanecerse en la nada otra vez. - ¿Tal vez algo más fresco? -preguntó con una sonrisa mientras se estiraba para abrazarla antes de tomar asiento. -Sospecho que no será una breve historia sobre una estancia en un spa, no deberíamos arriesgarnos a que el café acabe helado... Mirando a la bruja a los ojos para intentar adivinar qué se traía entre manos tras su sonrisa inocente, apoyó la cabeza en sus manos y sonrió pícaramente ante el repentino deseo de declarar sus aventuras que parecía tener la Lupin. Bastante raro teniendo en cuenta que lograr una confesión de cualquier miembro de la familia generalmente requería de más alcohol y persuasión. -Así podrás empezar a contar detalle a detalle qué has estado haciendo todo este tiempo... y qué fue diferente esta vez.
  22. Cuando se hundió sin previo aviso en el lago, la pelirroja miró hacia donde provino el tirón que había notado, viendo las figuras borrosas figuras, a causa de las burbujas que habían ocasionado, de Poly a su lado intentando hacer una poco creíble imitación de un pez respirando bajo el agua, y a Akiles que sostenía a ambas por el tobillo donde las había jalado. Se dio cuenta de que se había concentrado en el peligro potencial que representaba su prima, pero había olvidado prestar atención a los demás en el agua. La joven bruja pataleó hasta lograr sacar la cabeza del agua, a tiempo de ver a Haydie junto a su madre, con expresión gruñona y mirada de reproche, observando hacia el lugar donde ella se encontraba. Al parecer ése era el día de "matar a Sam con la mirada" y se había olvidado de mirar el almanaque otra vez. No era de extrañar, ya que sabía que no era una de las personas favoritas en el escueto mundo de Haydie. A la elfina le gustaba mantener el orden en la casa, y la pelirroja era absolutamente contraria a esa palabra. Dado que prácticamente había criado a Sol cuando su abuelo la había traído al castillo, Haydie tendía a olvidar cualquier falta de su ama, no así con Sam, que siempre era un torbellino yendo y viniendo del castillo, desordenando, redecorando y volviendo a desordenar a su paso. Haciéndole una mueca a Haydie, le lanzó un saludo militar con la mano en su frente antes de sumergirse nuevamente en el agua. -Maaaaaaamy -canturreó cuando volvió a salir un minuto después. - ¿Me abandobarás en el agua tan rápido? ¿No quieres nadar un ratito? -preguntó haciendo pucheros mientras atrapaba la manzana de Poly que seguía flotando en el agua y comenzó a lanzarla y atraparla en el aire con aire distraído aún intentando tentar a su madre. Aunque sabía que era muy poco probable que Sol regresara al agua, siempre valía la pena intentarlo. - ¿No estás congelándote ahí fuera tú sola? Nadar un rato más no te matará... ¡Lo prometo! -le dijo cruzando los dedos a la vista con su mano libre, para intentar sacarle al menos una sonrisa. En cuanto notó las otras dos cabezas a su alrededor saliendo para tomar aire, lanzó la manzana a la cabeza del invitado con una carcajada y le frunció el ceño a la Lupin, que parecía intentar alargar su vestido muy disimuladamente con los dedos. Lanzándose sobre la pelinegra, le dio un zape rápido antes de volver bajo el agua y alejarse intentando evitar la probable represalia.
  23. Sus ojos se abrieron como platos al sentir el fuerte tirón hacia abajo cuando la pequeña pelinegra la jaló hacia abajo con ella, atrapada entre sus brazos y directo al lago. ¡No debería haber confiado en la "inocente" de su prima, ahora tenía que mantenerse a flote en la superficie del agua mientras intentaba quitarse el largo cabello mojado de los ojos. Estirándose hacia la Lupin cuando logró despejar sus ojos por fin, la zapeó en venganza. - ¡Mira lo que has hecho! -le dijo mirando hacia abajo. - ¡Acabas de mojar mi blusa favorita! - la pelirroja hizo un puchero y le lanzó agua a su prima, un gesto sumamente infantil dado que todos estaban completamente empapados de pies a cabeza. Impulsándose alrededor de la bruja, flotó sobre sus espaldas mientras miraba hacia arriba. - Eres un repollo malo... malo muy malo - canturreó sacándole la lengua a Poly. Cerrando los ojos en las ahora tranquilas aguas, hizo oídos sordos a las palabras de su madre mientras flotaba a la deriva. A veces no entendía por qué su madre tenía tanta necesidad de disculparse... por ella. No es qyeue fuera impulsiva, sino que a veces sus ideas iban demasiado rápidas para que alguien las siguiera, o los demás iban demasiado lentos para ellas. -Además, ser "impulsiva" es más divertido...- murmuró en voz baja. Definitamente nadie podía negar eso, dado lo ridículos y graciosos que debían verse todos allí en el agua...
  24. En una de las habitaciones del castillo Lestrange Lupin... Un grito sonó de repente interrumpiendo el silencio que ponderaba hasta ese momento en los aposentos de la más joven de los vástagos de la matriarca. El pobre elfo que había irrumpido de repente en la habitación se vio obligado a saltar hacia atrás cuando unas almohadas, dos zapatos y todo lo que estaba al alcance de la mano de Samy fueron lanzados contra él. - ¡Asturión! ¿Se puede saber por qué diablos quieres matarme de un susto de esa manera tan atroz? -gritó la pelirroja mientras intentaba calmar su respiración y los acelerados latidos de su corazón, que habían adquirido un ritmo frenético al abrir los ojos de su siesta y encontrar una sobra bajita y narigona a centímetros de su rostro, en su propia habitación. - ¿Qué no puedes llamar a las puertas como cualquier elfo decente? -Ama... Asturión llamó a la puerta, pero la señorita no contestaba... y la ama Poly desea verla, pidió que la llevara con ella y Asturión llevaba ya mucho tiempo esperando... - ¿Dónde está Poly? - frunció el ceño mientras bostezaba y se frotaba los ojos, aún adormilados y pesados por el sueño. Se levantó lentamente mientras se dirigía al armario para buscar algo de ropa decente y un peine en el tocador. - ¿Y dónde se supone que está en este momento? -preguntó pensando en que no tenía idea de hacia dónde iba, por ende no sabía cómo debería vestirse para salir. - La ama Poly... -El elfo bajó la voz a un susurro, abriendo los ojos como platos -está en un bar... Esperándola, ama. -Bieeen... eso fue realmente muy esclarecedor, Asturión, gracias -respondió la bruja aún con el ceño fruncido, pensando en que dada la cantidad de bares y demases que había en Ottery y los lugares extraños que solía visitar su prima... eso no le daba una pista exactamente de qué vestir. Escogiendo un vestido corto de un bonito color morado oscuro y sus sandalias, se apresuró a peinarse sin prestar demasiada atención al reflejo que le devolvía el espejo empotrado a su armario. Si quería enterarse de dónde había estado su prima y qué había estado haciendo en todo este tiempo, no tendría una mejor oportunidad que esta. El elfo la transportó rápidamente frente a un bar, que en su exterior parecía exactamente como los demás... Comenzó a caminar hacia allí lentamente mientras pensaba en qué cosas extrañas podría encontrar en un lugar escogido por la Lupin, pero decidió preocuparse por eso después, cuando encontrara a la pequeña escurridiza y pudiera apachurrarla a gusto.
  25. -Según yo... ese vestido es la definición exacta de exhibicionismo, según las normas de tu padre... ¿dónde has dejado la burka? ¡Por Merlín, puedo ver tus tobillos desde aquí! -La pelirroja fingió horrorizarse, haciendo que su voz sonara más aguda mientras se cubría los ojos con ademán infantil. Entreabrió un poco los dedos para poder observar a su prima y le sacó la lengua. -Además... puedo no saber absolutamente nada de moda, pero al menos voy vestida adecuadamente... -señaló hacia los jeans cómodos y desgastados, sus sandalias bajas y la blusa roja. -Da igual si esta temporada están de moda las túnicas amarillo patito con bordes verde apio o los sombreros con plumas de hipogrifo o faisán, no es para nada relevante para mí. Y, mi querido vegetal de granja... la última vez que me fijé, tú no eras precisamente una obsesa de la moda -dijo mientras tomaba una manzana de la canasta y le daba un rápido mordisco. -Así que, no intentes poner más polvos en mi chimenea, no servirá para huir de mí -le sacó la lengua una última vez, para concentrarse al fin en su preciosa manzana. Se distrajo rápidamente observando los árboles que rodeaban el lago, sus ojos cafés seguían una y otra vez el movimiento perezoso de las ramas cuando las pequeñas aves se posaban en alguna de ellas. Se dedicó a comer su manzana en silencio mientras oía distraídamente las presentaciones y la charla ligera de los demás, no recordaba cuando había sido la última vez que se habían dedicado a pasar el rato fuera, en un picnic o en cualquier otra cosa. Su madre siempre tenía visitas y había gente en el castillo que iba y venía de vez en cuando, parientes o no parientes, pero habían sido tiempos extraños y difíciles para el castillo... Una idea pasó volando por su mente cuando escuchó retazos de la conversación entre su madre y su prima. Fingiendo observar el horizonte, dio un último mordisco a su manzana y luego la dejó caer con un grito de horror. Poniéndose de pie y corriendo hacia el borde del lago, comenzó a señalar hacia abajo mientras gritaba llamando a los demás. El aire frenético y la expresión asustada de la bruja parecieron surtir efecto de inmediato, ya que en segundos tenía a los demás pisándole los talones justo al borde del agua. Llevándose la mano a la garganta y negando con la cabeza, comenzó a retroceder hacia atrás mientras los demás seguían observando hacia las profundidades del lago, buscando alguna cosa horrible o asquerosa que pudiera divisarse desde allí. Sonriendo de repente a las espaldas de Sol y su invitado, saltó hacia adelante empujando a ambos al lago y cuidando de no caerse en el intento. Su risa se escuchó claramente cuando los dos cayeron al agua, la Lestrange se volteó hacia su prima y puso las manos en las caderas e hizo un pequeño ademán hacia el agua. -Ahora... ¿vienes por las buenas, o tengo que llevarte por las malas? -preguntó con una sonrisa antes de comenzar a perseguir a la pelinegra llevándola más y más cerca del lago y hacia un largo chapuzón.

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