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Samy Lestrange

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Todo lo publicado por Samy Lestrange

  1. Por un segundo, la joven creyó que el cielo se abriría allí mismo y comenzarían a caer rayos sobre todos los presentes. Las palabras de su madre hicieron que se congelara, ya que la hicieron ver que había olvidado un pequeño detalle: sí, aquella sorpresiva noticia le había caído como un baldazo de agua fría y no era algo que le encantara precisamente, pero no había tenido en cuenta cómo se sentiría su madre respecto a eso ni a las reacciones de ellos. Se mordió el labio inferior inquieta, aquella era una faceta de Sol a la que no estaba acostumbrada y que la inquietaba. Se sintió culpable por cuestionarla y haberla molestado, pero no por detestar a Fokker. Eso era algo ya inevitable y no pensaba que tuviera solución, tampoco quería buscar una. Pero su madre... jamás de los jamases le haría daño voluntariamente, y le dolía habérselo hecho sin querer. - Bueno... creo que no puedes culparnos por intentarlo - murmuró entre dientes, poco dispuesta a ceder su posición. - Supongo que la cabezonería y la testarudez la sacamos del mismo lugar - haciendo una mueca ante esa admisión, se cruzó de brazos con gesto malhumorado. - Creo que no pensarías igual si un día trajeran a tu peor enemiga y la pusieran frente a ti para decirte que es tu hermana, melliza o no melliza... Nadie puede responder como una dama ante algo así, que yo sepa. Y ella nunca se había caracterizado por ser así. Era demasiado temperamental e intentar retener sus emociones y dosificarlas a la hora de expresarse podía ser demasiado agotador para su gusto. Simplemente, se limitaba a mantenerse lejos de toda persona que le disgustara para no tener que vivir fingiendo algo que no era. Ahora el mundo se lo ponía bastante difícil si comenzaban a aparecer más "familiares secretos" selectamente escogidos de la élite de gente que le caía mal. Esperaba que Fokker fuera sólo una excepción y que entre los secretos de su abuelo no se escondieran más indeseables. Uno solo bastaba. Pero no estaba dispuesta a perder a su madre o a hacerla sufrir sólo por aquella tontería. - ¡Mamy! - corrió tras la bruja, alcanzándola antes de que pudiera llegar adentro. - Lo... lo siento. No quería hacerte sentir así - sintiéndose como la peor hija del mundo al ver las lágrimas en su mirada, tiró de ella para poder acercarla hacia sí y abrazarla contra su pecho. - Es sólo que... a veces se me da mejor vivir en negación que afrontar cualquier realidad, sea cual sea, supongo.
  2. La joven dudó si era buena idea que hablaran de aquello en ese momento. Después de todo, hacer que su madre añorara aún más a su tío muerto era, de alguna manera, muy cruel. Pero nunca habían tenido ni la oportunidad ni los ánimos para hablar de aquellas cosas. Y sabía que, aunque su madre jamás lo mencionara, no había día en que no pensara en Farkas... A pesar de todo, le parecía que era aún más cruel tener que sufrir en silencio aquella pérdida y no poder hablar de nadie con ello. Revivir un recuerdo día tras día no era sano, pero ¿realmente importaba, cuando los recuerdos vivían en uno? A veces se preguntaba cómo su madre había aguantado tanto, no sólo las pérdidas que había sufrido, si no también aquella soledad opresiva que su propio padre le había impuesto. Incluso la persona más cuerda podría perder la razón ante aquello, pero su madre seguía allí, demostrando su fortaleza a cada respiro. - Creo que me hubiera gustado ver a esos dos de bebés - dijo con mirada pensativa, apoyando el mentón en sus manos. - No hay ninguna foto que haya podido encontrar de esa época, excepto algunas tuyas... Sonriendo traviesamente, la pelirroja deslizó una de sus manos en su bolsillo y toqueteó un pequeño paquete que mantenía oculto y que, esperaba, sería una bonita sorpresa para su madre. Alargando un poco el momento de entregárselo, decidió que era momento de cometer otra locura, después de todo, ¿no había otro momento como el hoy, cierto? - Hablando de bebés y fotos desaparecidas... hay algo sobre lo que nunca hablamos y que jamás te he preguntado - jugando con la cucharilla en su vaso, la bruja capturó un trozo de fruta y la paladeó por unos segundos antes de comérsela. - Después de toda la ronda de confesiones acerca de mellizos desaparecidos y demás... - dijo con una mueca al recordar que el dueño de aquel antro era el tan indeseado hermano que su madre insistía era su mellizo. - Hay una pieza que falta en el rompecabezas y que aún no has mencionado, y supongo que sabes cuál es. - Sam observó seriamente a su madre, observando sus cambios de expresiones antes de soltar la pregunta del millón: - ¿Quién es mi padre? Menos mal que ya no tenía nada en su boca con lo que pudiera asfixiarse, ya que intentar mantener la seriedad mientras hacía una pregunta tan ridícula como aquella era realmente difícil. Observó a su madre dudar y ponerse de diferentes tonos de pálido antes de sacar de su bolsillo el pequeño paquete que traía guardado y colocarlo en la mesa, empujándolo hacia su madre. Sólo en ese momento permitió que una alegre carcajada escapara de sus labios ante aquella tontería. - En realidad, sólo estaba molestando. Ese dato no es algo que me quite el sueño ni que me interese en demasía... - agitando la mano para restarle importancia a aquel asunto, sonrió con picardía. - Y teniendo en cuenta las últimas noticias de nuestro árbol genealógico, realmente no me apetece para nada saber quién es el responsable de esta extraña mezcla genética. Sobre todo, basta con un solo Fokker en esta vida, Merlín me libre de tener algo que ver con dos. Por mí, me ha traído la cigüeña hasta tu puerta y se ha muerto luego. Sonriendo a su madre y haciéndole gestos para que abriera su regalo, se inclinó hacia adelante con impaciencia, esperando su reacción. Como de costumbre, la joven Lestrange pasaba horas y horas escarbando entre los viejos papeles y las antiguas fotografías guardadas en el castillo. Solía usar aquellas fotos como decoración algunas veces, cuando eran bonitas. Había encontrado aquella en particular hacia un tiempo... y había decidido que sería un regalo perfecto para su madre. No había podido entregárselo para navidad ya que primero quería convertirla en algo que fuera especial. Una foto de una adorable niña con rizos castaños besando la mejilla de un pequeño bebé rubio con carita de sorpresa. Había colocado la foto en un antiguo relicario de la familia, algo que probablemente la regañarían por hacer, pero aquello no era importante... - Como decía antes... No encontré fotos de bebé, excepto una. ¡Feliz navidad, mamy!
  3. La joven no pudo evitar comenzar a reír cuando la idea de la escasa (o mucha) visión de futuro de su abuelo la hizo pensar en la locura que era su familia, al menos cuando estaba recompuesta. ¿Podría ser? - ¿Realmente crees...? - Sam dudó un momento mientras pensaba en aquello. - ¿Crees que fue por eso que los mantuvo separados? Digo, me dijiste que él siempre insistió en que era por el bien de ustedes... pero, ¿por qué? ¿Por qué era más seguro que él estuviera lejos y se volvía loco si tu te alejabas? Pero, de ahí a que supiera... Negó con la cabeza intentando pensar con claridad acerca de ese asunto, pero era difícil. Era muy complicado ponerse en el lugar de una persona a la que odiaba para intentar saber por qué hacía lo que hacía, sobre todo cuando esos actos afectaban a sus seres queridos. Y cuando llevaba años muerto. Observó distraídamente el resto de las mesas mientras jugaba con una servilleta, haciendo pliegues consecutivos sin ver muy bien lo que hacía. - ¿Cómo podría? Mamy, apenas tenías edad para ir a Hogwarts cuando él decidió separarlos... ¿Cómo adivinar algo así cuando eran tan pequeños? Se que siempre tuvieron ese tipo de química entre ustedes, pero... No creo que Alexandre pudiera saber en lo que se estaba metiendo cuando lo hizo. Pensó por un momento en sus palabras, intentando encontrar la manera más sutil de explicarse, pero no dio con una. Sabía que a su madre le costaba mucho hablar de aquello, aún con su propia hija, pero como todos ella había sido testigo de esa relación y le había dado mil vueltas en su cabeza, aún cuando no quería pensar en las actividades que su madre llevaba a cabo puertas adentro y entre las sábanas. Después de todo, era su madre y no quería quedarse ciega con tales detalles. - Quizás haya tenido otros motivos o algún otro tipo de sospecha acerca de Farkas, pero creo que, si él hubiera sabido que ambos... que se convertirían en amantes en el futuro... no se habría limitado a mandarlo lejos, lo habría matado, hijo suyo o no. Después de todo, su intención había sido conservar siempre la pura inocencia de su niña. Ya todos sabían que no tenía reparos en enviar lejos a todo aquel que le estorbara, como con ella misma y sus tíos. Y eso que ella no había hecho nada más que cometer el gran crimen de nacer... Pero que su propio hijo, un vástago demonio, se atreviera a tocar a la luz de sus ojos... No quería imaginar lo que habría hecho en ese caso. - Mamy... no puedes sentirte eternamente culpable por eso - dedicándole una sonrisa triste, le dio un apretón a sus manos intentando reconfortarla. - ¿De verdad crees que Farkas no sabía lo que sentías por él? Ay, bruja... Puedes considerarte todo lo buena actriz que quieras, pero no lo eres. Cuando estaba frente a ti... eras tan transparente como un cristal. Créeme, ni siquiera un ciego podría haber pasado por alto el amor en tus ojos cuando lo mirabas. Y el tío Farkas podría haber sido un cabeza dura, testarudo, soberbio y tan expresivo como una roca cuando se encerraba en sí mismo, pero, que yo sepa, no estaba ciego ni era tonto.
  4. ¡Hola! Vengo, como siempre, a quejarme(?) Pero primero lo primero: ¡Felicidades mamy! Los cuadritos de arriba quedaron bonitos (se llamaban banners o cómo??) Y lo segundo: Gracias por la poda, me siento más tranquila sabiendo que mi bello árbol no tiene ramas contaminadas xD Tercero (y ahora sí la queja) ¿por qué discriminas a Asturión? Yo se que nunca lo uso porque es el elfo de Poly y Mel los anotó mal, pero eso no es excusa para excluirlo del árbol. ¡Quiero a mi no-elfo registrado! Salen los elfos de Litah y de Farkas pero no Asturión ni Haydie... ¡Injusticia! Haydie se enterará de esto(?). Cuarto... Supongo que tendríamos que re-editar la historia porque es la misma de cuando fundamos esta bella familia y, no es que hayamos aumentado el el número de los tres gatos locos que la componemos, pero sí han cambiado algunas cosas (me has anexado un mellizo, entre otras). Por cierto... (quinta) ¿quiénes son tus dos hijos varones? Y (sexta) ¿por qué Farkas sale en la historia pero no en el árbol, y Akiles al revés, sale en el árbol pero no en la historia? (Bueno, creo que Akiles es posterior a la fundación de la familia, de ahí que no salga en la historia original y Farkas es un vago que abandona sus raíces...) Eso demuestra que necesitamos una reactualización... estamos desfasados xD Esto... bueno, yo sólo venía a sacar esto a la luz y quería llenar las líneas para no hacer spam, pero ¡mira! Ya conseguí siete motivos para pasarme y tareas para el hogar *empieza a sacar las telarañas y a cortar las malas hierbas para dejar el árbol bonito* Octavo: Tal vez podríamos empezar a añadir nuestro decálogo a medio terminar... (algún día lo terminaremos, o será un tricálogo(?) de por vida así como lo veo xD) Y como soy una vaga, no pienso llegar a los diez. Me gusta el ocho, es un número bonito. *deja manzanitas para su madre*
  5. - No veo en qué podamos ser tan parecidos, más que en el blanco de los ojos o en lo mucho que nos detestamos el uno al otro. Y era cierto. No se parecían absolutamente en nada. Bueno, de por sí en su familia no tendían a ser calcos unos de otros... hasta ahora el mayor parecido que había encontrado entre familiares había sido el de Alexandre Lestrange, su nefasto abuelo, con su tío Farkas, lo que había comprobado en los retratos que aún quedaban en la casa ya que había tenido la suerte de no conocer a su ascendente. Ella compartía los rasgos con su madre, pero no conocía a ningún otro pelirrojo en su familia, hasta donde había podido averiguar. Sam suponía que si de verdad fueran mellizos Fokker y ella, tendrían algo más en común físicamente, pero no había nada a la vista que delatara el menor parecido, ni siquiera buscando con lupa. Ella era algo más alta que su madre, diferencia que quedaba salvada por la tendencia de la bruja a los tacones, pero Fokker era bastante más alto que ellas. Sus ojos eran algo más oscuros que los de Sol, pero tampoco del mismo tono que los del susodicho, y en cabello iban todos definitivamente en direcciones opuestas. - Difícilmente podamos representar alguna vez el cuadro de la gran familia feliz, no hay suficiente alcohol en el mundo para lograr algo así - poniendo los ojos en blanco, la pelirroja volvió atrás en sus pensamientos cuando algo de lo que Fokker había dicho la hizo darse cuenta de algo. Siguió caminando de un lado a otro, intentando poner en orden sus ideas. - Un momento, una vez dijiste que este... - haciendo una pausa para evitar usar alguno de los epítetos que venían a su mente, buscó algo menos drástico - hijo tuyo, te recordaba muchísimo a su padre ya que eran muy parecidos. Entonces... creo que aún tiene muchas explicaciones que dar, Sra. Lestrange, porque hay mucho aquí que no cierra. Intentaba encontrar alguna explicación lógica, ilógica, irreal, fantástica, milagrosa, extraña o surrealista que hiciera que aquello que su madre intentaba hacerles asumir fuese una mentira o un error. Alguna explicación debía existir, no podía tomar como real aquella locura, era algo que superaba con mucho sus peores pesadillas. - Porque si Fokker es idéntico a su padre que, dado que dices que somos mellizos, es de suponer que será el mismo para ambos... entonces yo no me parezco en absoluto a dicho padre, cosa que no explica el por qué no tengo ni tus ojos ni tu cabello, ni los del supuesto padre, ni siquiera los del abuelo... - Así que, asúmelo y dinos la verdad: no podemos tener el mismo padre, entonces no somos mellizos, entonces... Quizás hayas tenido algún roce de más con algún escocés extraño en Francia y no quieras admitirlo, o no lo recuerdes... Podemos intentar hacer una regresión o algo así y eso demostrará que no puedo ser melliza de alguien tan viejo como Fokker. ¡Creo que hasta preferiría ser hija de un Weasley!
  6. - Siempre seremos unas sentimentales. Si seguimos así, probablemente inundaremos el bar - sonrió y se apartó el cabello para evitar que se pegara su rostro. Su madre era la única persona en el mundo que podía verse bonita incluso después de haber llorado. Ella probablemente tenía los ojos rojos y la nariz mocosa después de aquello como una niña pequeña. Pero ni siquiera las piedras podrían haber evitado llorar en medio de esa conversación. - Lestrange jamás escuchó nada más en su vida que las voces en su cabeza. Quizás ese sea el por qué de su comportamiento tan extraño - dijo pensando en los actos de tal tirano. - Sólo esperemos que la esquizofrenia no venga con nuestros genes. Somos testarudas y hacemos todo a nuestra manera, sí, pero creo que la única voz en mi cabeza es la mía... Y hasta ahora sólo ha ordenado matar a Fokker, no a nadie importante para la familia - sopesó escondiendo la sonrisa tras su trago para evitar molestar a su madre. Se sentía alegre por haber resuelto su duda y por saber que algo tan importante como su nombre no había sido arrojado al azar si no decidido por la bruja que había sido responsable de traerla al mundo. Podía parecer irrelevante, pero era algo que arrastraría a lo largo de su vida, para siempre, y algo que la representaba. Pensar que su nombre había sido escogido por su abuelo o por alguien desconocido le habría dado ganas de cambiárselo. - Yo nunca te juzgaría ni te condenaría... Al abuelo, tal vez, probablemente si no estuviera muerto yo me sentiría demasiado tentada a asesinarlo un par de veces y a arrancarle cada trozo de piel del cuerpo antes de hervirlo en aceite, pero a ti jamás - expresó como si hablara de preparar sandwiches para la merienda. - Pero supongo que algo bueno hemos sacado de esto. Quizás si todos permanecíamos en el castillo como familia, dados nuestros temperamentos, hubiéramos acabado matándonos entre nosotros. Seguramente tarde o temprano habríamos acabado en la portada de El Profeta y pasando unas hermosas vacaciones en Azkaban - intentó bromear y sonrió, pensando en su extraña familia. - ¿Cómo crees que se habría tomado el abuelo todos esos extraños incestos posteriores a su deceso?
  7. Uf sabía que algo se me escaparía, con la edad esto se pone cada vez más confuso xD A ver el segundo intento jajaja. Gracias Adryanie :3
  8. Dos años después ._. ¡Hola! xD Vengo a dejar un par de cambios en mi ficha, más que nada adición de familia y retoque de la historia. Puntos de poder en criaturas: Habilidades Mágicas: -- Conocimientos Especiales: * Leyes mágicas * Encantamientos Perfil del Personaje: Raza: Humana. Aspecto Físico: 1.70 de estatura, complexión delgada, de piel blanca. Cabello pelirrojo, largo y lacio hasta la mitad de la espalda. Ojos cafés almendrados, grandes y expresivos. Suele usar vestidos largos hasta la rodilla y sin tirantes, y botas de caña alta y tacón alto, aunque puede llegar a vérsela en jeans y zapatillas cuando no está en su humor más sociable. Sus colores preferidos para vestirse son el púrpura, verde, negro y rojo. * Tiene un tatuaje de ying-yang en el hombro derecho, producto de una maldición que la mantiene unida a su hermana Liliana. Cualidades Psicológicas: Su carácter varía entre el de la adolescente traviesa e infantil y el de la bruja decidida y perseverante. Es muy apegada a su familia y puede ser decididamente molesta cuando alguien o algo no le cae bien. Le molesta conocer gente nueva, así que intenta hacerlo lo mínimo posible e indispensable. Tiene lo que en su familia llaman la elegancia Lestrange, aunque sus formas sociales se ven algo empañadas por su infantil comportamiento y su extraña capacidad de lógica. Sus pensamientos usualmente divagan entre locuras. No tiene, a drede, un conocimiento exhaustivo de lo que son el bien y el mal. Dado que se crió sin importarle mucho el asunto, su razonamiento es básico e inquebrantable, lo que es bueno para los suyos debe ser bueno sin duda. *Tiene la invaluable afición de hacer todo lo contrario a lo que los demás piensan/dicen/esperan de ella. *Detesta los relojes, así que suele ser impuntual ya que mide el paso del tiempo según cosas completamente arbitrarias, como la hora de la comida o de la puesta de sol. *Piensa que una dieta correcta debe incluir abundantes manzanas y chocolates. No cree en la comida saludable, una comida sólo es adecuada si hace que te sientas alegre después de ingerirla, como es el caso del chocolate. *Le gusta destruir cosas, y lo hace constantemente usando como excusa la "redecoración" de su hogar. Historia: Samantha nació en el seno de la familia Lestrange Lupin, hija de Sol Lestrange Black R. La identidad de su padre aún es desconocida. Cuando su abuelo, Lord Alexandre Lestrange, se enteró de que su única hija estaba embarazada, exilió a la bruja a Francia para, luego del parto, hacer desaparecer al bebé alejándola de su madre. Lord Alexandre dio en adopción a la niña creyendo que nadie jamás podría relacionar a ese pequeño bebé pelirrojo y sonrosado, fruto del pecado, con su respetable familia. La cedió, sin mirar atrás y sin arrepentimientos, a una familia que poco y nada tenía que ver con la suya y con la que sabía que nunca tendrían relación él ni su preciosa hija, por lo que jamás tendría que volver a preocuparse por su existencia. La niña fue consentida y protegida en la familia Ragnaventus por su hermano adoptivo, Hades Ragnarok, que se hizo responsable de darle todo lo que necesitaba para que creciera sin mayores preocupaciones, sin conocer nada de su pasado ni de la triste historia de su nacimiento. Pasaron años antes de que, lamentablemente, la profesión y las ansias de conocimiento del patriarca lo llevaran a seguir con sus viajes de investigación, lo más importante de su trabajo. Demasiado pequeña para ser dejada al cuidado de otra persona, Hades decidió que un internado sería la mejor opción para su hermana y buscó el mejor que podía encontrar, confiando en que Samantha se divertiría con otras niñas de su edad y estaría segura en aquel lugar. No muchos tiempo después, el internado en el que la pequeña pelirroja había sido alojada sufrió un accidente terrible, donde el fuego había destrozado buena parte de las instalaciones del lugar. Contando sólo ocho años, ella como tantos otros niños fue llevada a un hogar de acogida mientras los responsables de la institución se hacían cargo de intentar encontrar a los familiares, pero en su caso no hubo nada de suerte. Nadie podía dar señas ni lograba encontrar a alguien que pudiera responder por la niña. El hogar de acogida acabó convirtiéndose, poco a poco, en su nuevo hogar. Su nueva madre adoptiva, una algo psicópata pero adorable bruja, se hizo cargo de su educación y de su crianza. Conoció allí a la que se convertiría luego en su hermana y mejor amiga, una hija también adoptada por aquella familia, Liliana McDougall. Años más tarde, la joven se enteró de la jugarreta realizada por su abuelo, después de la muerte de éste. Enfadada e irracional como de costumbre, la pelirroja no lograba hilar los detalles que iba conociendo ni encontrar las suficientes pistas para dar con la verdad. Conservaba muy pocos recuerdos de sus primeros años y ninguno de su familia biológica. No sabía por qué, al parecer, estaba destinada al abandono. Su abuelo se había librado de ella, no había vuelto a ver a su hermano... y tras un trágico evento en la familia, tanto su madre adoptiva como su adorada hermana siguieron los mismos pasos, desapareciendo o huyendo sin mirar atrás. Encontrar a su familia biológica fue duro y difícil, pero la búsqueda fue recompensada con el reencuentro en el castillo Lestrange, aquel que nunca había pisado por culpa de Alexandre. Desde entonces, Sam vive en el castillo de la familia Lestrange Lupin con su madre, donde comparte el matriarcado con ella y donde destruye y redecora incansablemente el lugar. Pertenencias: Objeto Magico Legendario: -- Objetos Magicos: Objeto 1: Varita de sauce, veintiséis centímetros de largo, núcleo de nervios de corazón de dragón. Clasificación: AA Puntos de poder: 20 Mascotas y Criaturas: Criatura 1: -- Clasificación: -- Puntos de poder: -- Criaturas en la Reserva: Criatura 1: -- Clasificación: -- Puntos de poder: -- Elfos: * Elfo 1: Asturión Licencias, Tasas, Registros: Licencia de Aparición: Licencia de Vuelo de Escoba: Registro de Elfo Doméstico: Asturión Otros Datos: Otros datos: -- Cronología de cargos: -- Premios y reconocimientos: Links de Interés Referentes al Personaje: Link al Perfil de Comprador MM: -- Link a Bóveda Personal: Samy Lestrange Link a Bóveda Trastera: -- Link a Bóveda de Negocio: -- Link a Bóveda Familiar 1: Bóveda de la familia Lestrange Lupin Link a Bóveda Familiar 2: Bóveda de la familia Ragnaventus
  9. Durante los segundos que siguieron al disparate que Sol acababa de soltarles, podría haberse oído incluso el aletear del búho más pequeño que se encontrara al otro lado del pueblo. Sólo oía el crepitar del fuego a su lado, ya que incluso el pequeño Urian guardaba silencio observando todo a su alrededor con sus enormes ojos. Incluso él parecía presentir que algo no andaba bien allí. Ni siquiera un hipogrifo bailando cancan en medio del castillo hubiera provocado semejante efecto. ¿Qué se le había pasado por la cabeza a su madre? ¿Cómo se le ocurría sugerir que...? Aquello estaba completamente fuera de lugar. Era... ¡era inaudito! Una descabellada locura. ¡Ultrajante! ¡Ofensivo! ¡Injurioso! ¡Insultante! Mientras una decena de palabras flotaban en su mente como lechuzas espantadas, su cuerpo comenzó a sacudirse sin poder evitarlo, la risa aflorando de sus labios ante semejante giro de la noche. Despacio y sin hacer movimientos bruscos, mordiéndose los labios para evitar que sus risas escaparan, se acercó a su madre y pasó la mano frente a sus ojos varias veces, como queriendo ver si seguía allí con ellos o se encontraba en una especie de trance. Se puso de puntillas y tanteó su frente con delicadeza para comprobar la temperatura, mientras analizaba sus ojos con atención. No, no parecía haber nada extraño con ella, excepto sus llorosos ojos de miel y su patente nerviosismo. Quizás volvía de alguna fiesta y había corrido demasiado alcohol por su sangre... - Sí, estoy segura de que somos algo más que hermanos, mamy - le dijo intentando seguirle la corriente, poniendo las manos en sus caderas con una mueca de disgusto, mientras caminaba entre los dos magos aún riéndose. - Somos enemigos mortales, somos agua y aceite, somos lo más opuesto que puedas encontrar en todo el mundo mágico y el muggle también. -enumeró con sus dedos con paciencia. - Además de tan parecidos físicamente... -jaló un mechón del cabello negro del muchacho, absolutamente diferente al de su madre y al pelirrojo suyo - que la gente se pasa la vida confundiénse entre uno y el otro. De hecho, si Fokker no tuviera la expresión de tonto pasmado que tenía en ese momento, sospecharía que esto no era más que un plan suyo para divertirse. Pero no, sólo a su madre podría ocurrírsele algo.así. O quizás su madre tuviera razón y había dado a luz mellizos hace años, pero su verdadero hermano andaba por ahí vagando, sin saber quién era o dónde estaba su verdadera familia. Esa idea le estrujó el corazón pero cualquier cosa era mejor que la idea de haber compartido el útero de su madre con Fokker. La sola idea de ser su hermana ya le ponía los pelos de punta. Lo de ser enemigos mortales no era ninguna subestimación, ninguno podía tolerar al otro desde el primer momento en que se habían visto. No necesitaban razones, era sólo una antipatía a primera vista que había degenerado en hostilidad con el tiempo. - No podemos ser mellizos, mamy - le dijo con toda la seguridad del mundo, sonriéndole alegremente. - Si lo fuéramos, seguramente habría encontrado en nueve meses la manera de perpetrar en su lado del útero y ahorcarlo con su propio cordón umbilical. Y no estaríamos teniendo esta conversación en este momento... ¿verdad?
  10. Le pelirroja le sonrió con tristeza a su madre y tomó las manos de la bruja entre las suyas, pensando en todo lo que había sufrido su madre a manos de quien debía cuidarla, amarla y protegerla. No sólo había perdido a un hijo, había perdido, sin saberlo, a dos. Y también a sus hermanos, de los que sólo supo de su existencia hasta que aparecieron en su puerta ya crecidos. No entendía la necesidad de Alexandre de apartar del lado de su hija a todo aquel que debería estar a su lado. ¿Qué ganaba él? ¿Qué conseguía aislando a una niña, a una joven, a su propia hija, de todo el mundo excepto de la compañía de una fiel y amorosa elfina? Sí, Mel había intentado matar a sus hijas y a media clase una vez y gracias a su "amigo especial" casi lo había logrado, pero sabía que lo había hecho sin intención. Bueno, eso creía, ¿no? No los habría puesto allí si no supiera que podrían salir ilesos y triunfantes de esa aventura... esperaba. No era lo mismo que ser deliberadamente cruel y traicionero con su propia sangre... - Lo siento, mamy, no quería ponerte triste - lanzando los brazos alrededor de su madre, la apretó con fuerza contra sí, contenta de tenerla en su vida, de que a pesar de haber pasado gran parte de sus vidas separadas, hoy tuvieran un amor tan puro e incondicional como el que compartían, algo que las unía tan firmemente como siamesas. - Supongo que pudimos comprobar que Lord Lestrange no era tan perfecto como él suponía - le dijo secando con suavidad las lágrimas de las delicadas mejillas de la castaña, sin importarle que las suyas corrieran libremente por su rostro. - Nunca supo que la tenacidad y el coraje de su preciosa hija podían vencer su telaraña de mentiras. Su peor error fue subestimarte y creerse todopoderoso. Pero por suerte no hay nada lo suficientemente poderoso en el mundo como para evitar que nos encontráramos la una a la otra. Sam sonrió con tristeza al pensar también en la pequeña elfina y el instinto de protección tan férreo que ejercía con su madre. Haydie sería capaz de mentir, encubrir e incluso matar por su ama. Pero incluso la fuerte determinación de la criatura no había bastado para derrotar las argucias de Lord Lestrange. Quizás el haber "fallado" en esa ocasión era lo que la volvía una leona cuando de Sol se trataba. Pero no habría nada que Haydie hubiera podido hacer y todos lo sabían. - Al menos no pensaste en ponerme el nombre de tu "madre" postiza - soltó la pelirroja en un tonto intento de aliviar el ambiente. - Aunque supongo que sería más fácil encontrar a una Haydie que a una Samantha... - La bruja frunció el ceño al pensar en esa locura, luego alzó la vista hacia Sol con los ojos completamente inundados de lágrimas y llenos de amor. - Gracias, mamy - le dijo con la voz ahogada, apoyando la cabeza contra su hombro. Supo entonces que no necesitaba decir a qué se refería con esa simple palabra, porque Sol lo entendería. Tantos significados en sólo esas siete letras... "Gracias por buscarme. Gracias por encontrarme. Gracias por nunca darte por vencida. Gracias por ser mi madre"...
  11. - Claro que está todo bien mamy, no era para que te asustaras. Es sólo que... - antes de que pudiera terminar de hablar, el mesero regresó con su orden y se distrajo ubicando primorosamente todo sobre la mesa, más concentrado en comerse con los ojos a Sol que en lo que hacía. - Todo está perfecto, gracias - le soltó la pelirroja para despedirlo antes de que el joven siguiera jugueteando con la cristalería y ocurriera un accidente. Entonces sonrió y miró a su madre con complicidad. - Oh, lo siento, hablé sin pensar... ¿necesitabas algo más de él, mamy? - preguntó arqueando sus cejas con intención, intentando no reírse pero sin lograrlo. Con una sonrisa ausente, jugueteó con la yema de su dedo sobre el borde del vaso, mirando hacia cualquier sitio y evitando los ojos de su madre. ¿Por qué le resultaba tan difícil? ¡Vamos! Parecía que estuviera a punto de pedirle a su madre que se rapara la cabeza y donara todo su dinero a San Mungo y no de hacerle una simple pregunta. - Cuando tú... quiero decir, hace años. Cuando supiste... - inhalando lentamente para lograr reencontrar las palabras, levantó la mirada y se concentró en los preciosos ojos de la bruja que la miraban con preocupación. - Cuando supiste que estabas embarazada... ¿escogiste algún nombre para tu bebé? - preguntó con indecisión. Dándose cuenta de lo rara que sonaba la pregunta, apoyó su mejilla sobre su mano libre y lamió la condensación azucarada de su dedo. - Me refiero, a antes de que Alexandre nos separara, cuando aún estaba dentro de ti. Nunca supe, en realidad, quién había escogido cómo llamarme. Sólo se que siempre me han llamado Sam, desde que tengo uso de razón. Se que Mel no escogió ese nombre, probablemente me habría llamado Calabaza o Hipogrifo, si de ella hubiera dependido. Suspiró con nostalgia al recordar a su madre adoptiva y sus rarezas. La mayor parte del tiempo, Mel no tenía puestos los pies sobre la tierra... Y el resto del tiempo, tampoco. Realmente había sido una experiencia extraña haber crecido en su hogar y una completa hazaña haber sobrevivido a sus tiempos de estudiante con ella como profesora. Curiosamente, ambas madres tenían eso en común y habían dedicado parte de sus vidas a enseñar. - En fin, creo que era sólo eso -le dijo con una sonrisa entre triste y pensativa. - Siempre tuve esa duda...
  12. Joooo soy el primer post del año(?) Bueno de este y del pasado xD Vengo a adoptar un unicornio :3 eeehh digo al patriarca xD FORMULARIO DE REGISTRO Nombre: Bárbara (ñac) Edad: 24 País: Argentina Link a la ficha de personaje: Ficha de Samy Lestrange Mascotas, elfos, aves mensajeras aprobadas por el MM: Sólo el elfo Asturión... prestado porque no era mío, mi madre los inscribió al revés y así quedó xD Si perteneces a otras familias aclararlo aquí: Mi familia sanguínea es la Lestrange Lupin. Algo que deberíamos tomar en cuenta en el rol (Algún tipo de característica especial): Mmm qué poner aquí...Piromaníaca, destructora, adorable, amante de las manzanas, pelirroja, adorable, loca, consentida, con muchos fantasmas familiares, una buscapleitos adorable, puede encariñarse con la gente u odiarla con la misma facilidad(?) No se si ya llené los renglones necesarios pero ya no puedo seguir poniendo "adorable" xD
  13. Se rió al escuchar el comentario de su madre y le dio un sonoro beso en la mejilla en agradecimiento. Sol siempre la veía con ojos de madre, así que siempre encontraba perfecta cualquier cosa que hacía. Excepto por intentar prenderle fuego a Fokker, a Sol ni siquiera le molestaba que destruyera el castillo una y otra vez, sólo reía y la ayudaba a escoger la nueva decoración para las "refacciones". - Pobres chicos, no deberías hacerles eso cada vez que sales, un día no tendrás tanta suerte y acabaremos en San Mungo con heridos de gravedad - soltó entre risas al ver al mesero irse. Asintió distraídamente a la elección de la bebida, acomodándose en su silla y recorriendo el lugar con la vista. Su madre creía que ella no sabía a quién pertenecía el lugar, pero ella ya se había enterado de quiénes eran los dueños. Pero por una vez lo había dejado pasar para no tener que seguir buscando un lugar apropiado... así, al menos, Sol se sentiría cómoda y no huiría de ella. - ¿Dos magos guapos y exóticos? ¿De dónde sacaremos eso? ¿Consultamos en la fábrica? - le preguntó fingiendo recorrer todo el lugar a la expectativa, revisando incluso bajo la mesa. - Oye mamy... - tanteó indecisa, buscando las palabras para lo que quería preguntar. Sabía que quizás debería esperar a que su madre hubiera bebido un par de copas antes de comenzar con las preguntas, pero había algo que quería saber y que era difícil quitar de sus pensamientos. Decidió que estaría bien preguntarlo en ese momento, de todas maneras no era algo que pudiera molestar a la bruja, sólo una inquietud suya que la carcomía hace mucho tiempo. - ¿Puedo preguntarte algo? aparte de esto, claro - indagó sin poder evitar morderse los labios con indecisión.
  14. La pelirroja sonrió al sentir las suaves manos de su madre cubriendo su rostro, aunque era realmente innecesaria la pregunta. Podría reconocer su voz donde fuera, e incluso su perfume era fácilmente detectable entre cientos para la Lestrange. - ¿Una bruja extraviada, tal vez? - preguntó con una risita antes de descubrir sus ojos y ponerse de pie de un salto para estrujar a su madre. A veces le resultaba difícil creer que fueran madre e hija, ya que al lado de Sol se sentía una especie de fantoche mal arreglado. Incluso con el vestido borgoña de mangas largas que se aferraba a su cuerpo como un guante, con la falda plisada y con poco vuelo, al que adoraba, se sentía como si le faltara un buen repaso parada frente a la impecable figura de la bruja. Sol poseía ese aire elegante y femenino del que la joven carecía, pese a ser una copia que parecía diferir sólo en su cabello. - Eres mala con las excusas, mamy - le dijo sonriendo mientras la veía girar sobre sus altos tacones. - Seguramente logras el mismo efecto sólo en quince minutos, las dos horas restantes son para apreciar los resultados. Al menos esta vez sólo han sido minutos extras. Le hizo un gesto a su madre para que se sentara con ella a la mesa. Definitivamente el salir del castillo había sido una excelente decisión. Era mucho más fácil relajarse allí, en un lugar cualquiera del mundo, antes que en la cuna de los Lestrange. Amaba su hogar pero, a veces, sentía que la atmósfera estaba tan cargada de secretos y mentiras que resultaba opresivo. Después de tantas remodelaciones y destrozos, aún le parecía sentir la presencia infame de su abuelo tras las cortinas. ¡Estás loca! se dijo con una sacudida de hombros para intentar borrar esos pensamientos tan oscuros. No dejaría que aquel recuerdo agriara su vida o su salida con Sol. Recuperó la sonrisa en un instante, convencida de que ese sería un día divertido y feliz. Mientras no dejara que Sol bebiera demasiado y bailara sobre las mesas(?) todo iría bien. - ¿Quieres que pidamos algo de beber, mamy?
  15. - Jock jamás viene al castillo, eso no cuenta - la bruja hizo una mueca infantil cuando su madre volvió a prohibirle lo mismo de siempre. Era injusto, pero sabía que nada podría hacer para doblegarla, al menos por el momento. Entonces sorpresivamente dedicó una sonrisa alegre e invitadora al recién llegado. - No tiene por qué ser un viaje en balde, hermanito, siempre puedes acercarte a la hoguera para calentarte y, sin querer, caerte dentro. Sabía que a Sol no le gustaban nada sus pullas, pero se había acostumbrado a vivir con ellas. Había aprendido con el tiempo que era prácticamente imposible que ambos magos estuvieran en la misma habitación sin gruñirse uno al otro, y al parecer lo había aceptado como algo natural. Al menos Fokker no iba a acusarla con su madre cada vez que lo miraba mal, como ya le había pasado antes con otra gente. La aburría mucho la farsa que la obligaban a montar cada vez que tenía que disculparse y darse las manitas para hacer las pases con alguien sólo porque la regañaban. ¡Horrible! Esa actitud cobarde le daba ganas de arrancarle los ojos a la gente. - Si trajeras más como nosotros al mundo probablemente te demandarían, mamy. ¡Yo la primera! - Le dijo negando con la cabeza con vehemencia, haciendo que su cabello se agitara hacia ambos lados. Se alejó hacia la hoguera arrojando otras hojas de papel hacia el fuego, como si fueran pequeños avioncitos. Sol parecía cada vez más nerviosa a medida que hablaban, lo que era excesivamente sospechoso. En muy pocas ocasiones había visto nerviosa a su madre, muy contadas y sólo en momentos especiales, como sus bodas o embarazos. Si no estaba embarazada, entonces... ¿por qué la ansiedad parecía escapar por sus poros? -Yo tampoco recuerdo nada parecido. Si estamos afuera y ya me da claustrofobia... Y era cierto, aunque era inexplicable, pero juntar a esos dos en un espacio reducido sería como lanzar un misil al lugar. Sol jamás entendía por qué ella no quería más hermanos, pero ella ya tenía una hermana. La mejor hermana del mundo, aunque llevara años desaparecida. Y ella no quería más que eso. Quería que su hermana mayor volviera y que estuvieran juntas de nuevo, como un equipo, como las mejores hermanas del mundo mundial, para siempre. No quería sucedáneos para llenar el vacío. Sentándose junto al fuego cuando observó a Haydie llegar, la pelirroja miró hacia las llamas mientras la elfina se amañaba para traer aperitivos y bombones para asar. Sí, detestaba la idea de tener hermanos, pero también sabía que la inquina contra Fokker tampoco era muy coherente. Daba igual, era ver al chico y detestar su presencia. Difícilmente podrían haber compartido cualquier espacio, por grande que fuera, cuando el castillo les quedaba chico. - ¿Nos dirás qué sucede, mamy, o tengo que recurrir a Haydie y al whisky para que confieses? Se que algo pasa, pero no podemos ayudarte si no hablas... ¿Piensas casarte de nuevo? - preguntó horrorizada, con la peor hipótesis frente a sus ojos. No es que no quisiera que su madre se casara y fuera feliz con el amor de su vida, cuando lo encontrara, pero después de tantos años había aprendido a temer las bodas como al infierno.
  16. La joven pelirroja sentía que había pasado horas caminando antes de llegar al lugar que su madre le había señalado. Podría haber usado algún otro método de transporte que no fueran sus pies, pero necesitaba ese tiempo a solas para pensar y poner en orden sus ideas. Había sido difícil encontrar algún lugar donde reunirse para pasar unas horas con su madre, pero al final había terminado por pedirle consejo a ella. Las pocas veces que se había pasado por Diagon había estado en lugares a los que poco o nada le apetecía llevar a Sol. Necesitaba un lugar tranquilo y divertido y, sobre todo, limpio para llevar a la bruja sin que le diera un infarto por ensuciar los carísimos tacones que tanto adoraba. Podía sonar un poco presuntoso, pero necesitaba que la Lestrange estuviera del mejor ánimo para una tarde de chicas y un interrogatorio... Había algo que le preocupaba a su madre y ella quería saber qué era. Además, era un buen momento para poder conversar sobre tonterías y disfrutar la tarde sin preocuparse por otras cosas que no fueran ellas. Era raro, pero muy pocas veces hacían aquello de la "tarde de chicas" y pocas veces se reunían fuera de la casa. Sabía que en parte era culpa suya por ser casi una ermitaña la mayor parte del tiempo, pero no veía la necesidad. En el castillo tenía mucho verde, una excelente comida, una bodega completa y muchas cosas que incendiar... ¿qué más podría querer? - Sólo espero que no abuses de la demora - se dijo en voz baja mientras pensaba en las veces había visto a su madre demorar dos horas frente al espejo hasta que su cabello se veía tal como quería, aunque no lo necesitara.
  17. La pelirroja se rió ante el comentario de su madre, intentando quitarse de encima su preocupación. Sí, claro, el espíritu de Merlín... Lo creería si no fuera porque los Lestrange tendían a nacer del "viento" o por ósmosis; ningún miembro de su familia que ella conociera tenía idea de quiénes habían sido sus progenitores... Su madre y sus tíos eran hijos del "caldero", dado el secretismo de su abuelo que siempre hacía todo a su macabra manera. Al igual que Polyxena y, recientemente, el pequeño Urian. La pelinegra se negaba a mencionar al padre de la criatura, por alguna extraña razón parecía ser un tema tabú para los que sabían que había dado a luz. Ella misma no tenía idea de quién sería su padre, su madre jamás lo había mencionado y no se había molestado en preguntar. Pensándolo bien, quizás la locura de su abuelo fuera algo hereditario ya que toda la familia parecía seguir sus erráticos patrones. Esperaba que sólo fuera una pésima coincidencia, ya que no deseaba tener nada que la uniera a ese hombre, su apellido y su sangre eran suficientes. - Somos demasiados ya, mamy. No necesitaríamos tantas hogueras si no hubiera sobras que arrojar- le dijo frunciendo la nariz al recordar a ciertos indeseables que habían profanado el santuario que era su hogar. Una sensación extraña provenía de su madre, pero no la presionó para largarlo todo. La preocupaba y la inquietaba, ya que si no era un nuevo pretendiente o un nuevo embarazo lo que la preocupaban, no sabía qué más podría ser. Esperaba que con un poco de tiempo Sol se sintiera lo suficientemente cómoda para contarlo todo, como siempre lo había hecho. La irrupción de otro miembro de la familia al que no le molestaría nada arrojar a la hoguera hizo que pusiera los ojos en blanco. Lamentablemente, su madre le había prohibido quemar/ahogar/encerrar en el sótano/dañar a Fokker... Pero algún día conseguiría que le diera permiso y dejara de regañarla por su intolerancia. Esperaba ese día con impaciencia. - ¿Quién dejó la cerca abierta para que se metieran las alimañas? - preguntó mientras arrojaba más leños a la hoguera para mantenerla viva y brillante. Se rió al imaginar el rostro del insoportable de su hermano en cada trozo de madera. - ¿Lo ves, ma? ¿Para qué quieres más niños? No deberíamos arriesgarnos a que alguno salga así... como él -Le dijo señalando con un gesto de su mano al recién llegado. - Deberías dejarme echarlo al lago para que se lo coma el calamar -le dijo haciendo un puchero infantil. -O a la hoguera, ya que está lista. Luego nos comemos los bombones - le pidió con su mejor carita de súplica.
  18. La pelirroja suspiró con alivio al ver que la pequeña criatura no se había roto, pero aún así no dejó traslucir ese sentimiento en sus facciones. Estaba un poco cansada de la actitud altanera de la pelinegra, que últimamente parecía haberse acrecentado. Quizás fuera consecuencia del cercano embarazo, no tenía idea si eso cambiaba en algo la forma de ser de las brujas. Sabía que la Lupin no era una pedante ni una altanera, o al menos no por naturaleza, pero por su cara uno podría decir que haberla obligado a retornar a su hogar con una inocente artimaña había sido la cosa más atroz del universo. ¿Era un pecado extrañar a su familia y querer que regresaran? Hace poco más de diez años que había descubierto que era una Lestrange... - Toma, pequeño - la pelirroja rebuscó en la bolsa que había dejado junto a la hoguera y sacó de ella una roja manzana que procedió a pelar y a cortar en trocitos para el niño. -No dejes que tu madre meta cosas raras en tu cabeza, eres un Lestrange y debes comportarte como tal- le aclaró con expresión seria, pese a que el bebé se limitaba a mirar la manzana y parecía ignorarla completamente. Tal vez no hablara el mismo idioma, quién sabe. Al menos entendía que las manzanas eran deliciosas, eso era universal para todo el mundo mundial. Aún recordaba el momento en que había descubierto por fin sus orígenes. Sabía, como todos los hijos de Mel Black, que era adoptada... A diferencia de los demás, ella no sabía absolutamente nada acerca de sus padres. ¿Estaban vivos? ¿Habían muerto? ¿Se habían librado de ella porque no querían una hija? No existían registros ni ninguna pista que pudiera seguir que la llevara a la verdad. Era como si hubiera aparecido en el mundo de repente, de la nada, en esa destartalada choza de Little Haughton... Aún con todas sus dudas e incertezas y esa pesada carga en su corazón de sentirse no querida por las personas que la habían traído al mundo, había tenido una vida feliz y llena de amor con su familia adoptiva. Un poco demente tal vez, pero no podía esperar nada más, siendo una Gaunt. Hasta que la tragedia había llamado a su puerta y había alejado para siempre de su lado a la única familia que conocía... Por fortuna, tiempo antes de que todo se fuera al caldero, había descubierto por fin su verdad, esa tan esquiva. Y había odiado con todas sus fuerzas a la persona responsable de alejarla de su mundo, de considerarla sólo un ingrato error que había que suprimir. Por suerte no guardaba ningún recuerdo de su abuelo, sólo conocía sus fechorías por su madre... Pero suponía que le debía el haber conocido a una madre y a la mejor hermana del mundo... así que no podía odiarlo tanto. Siempre sería una espina en su pecho, sin embargo. - ¿Va a quedarse ahí parada con cara de enojada toda la noche, miss Lupin? ¿O ahora debería llamarla Mrs. Lupin? - le sacó la lengua con expresión juguetona antes de lanzarle una manzana sacada de su bolsa. -No he quemado aún ninguna de tus cosas, si eso es lo que te preocupa. Y tampoco he leído tu diario... Creo -con una sonrisa traviesa, pensaba en algo más con que molestar a su prima pero entonces notó la mirada perdida y casi adolorida de su madre, que miraba embobada al bebé. - ¿Mamy? - preguntó preocupada acercándose a la bruja que le había dado cobijo y amor desde el primer momento en que habían descubierto que eran la una de la otra. - ¿Estás bien? ¿No vas a decirnos que estás embarazada de nuevo, verdad? -con una mueca llorosa, Sam se colgó de su brazo, enredando sus dedos en los suaves rizos de su madre, que lamentablemente ella no había heredado.
  19. Las llamas se avivaron alegremente cuando Sam comenzó a arrancar las hojas de un viejo libro polvoroso. Juntó varias bolas de papel antes de arrojarlas una a una al fuego mientras reía dando volteretas, descalza y en puntas de pie, alrededor de su fogata. Se giró con una sonrisa de oreja a oreja al escuchar una voz más que conocida y adorada voz cercana a sus espaldas. Sólo le tomó medio microsegundo pegar un brinco lo suficientemente largo para lograr atrapar a su madre en un abrazo constrictor y asfixiante. - ¡Mamy, viniste! -soltó con una carcajada feliz. -Son sólo un montón de tonterías. En realidad, estoy de cacería. -Sus ojos brillaron con gesto malicioso a la luz de las llamas. -Este es el cebo, por supuesto -dijo señalando hacia la pila de objetos secuestrados. -Y una de mis presas acaba de hacer su aparición estelar... La pelirroja comenzó un ataque de cosquillas sin piedad ni cuartel, hasta que la bruja de ojos miel estuvo sin aliento y con los ojos brillantes de tanto reírse. Entonces algo de lo que había dicho hace un momento se registró un cerebro, como un pequeño click. - ¡Qué buena idea, madame Lestrange! ¡Definitivamente una genialidad! -halagó con una grácil reverencia y unas alegres palmadas. - Pero... ¿a quién podríamos lanzar a la hoguera? ¿Tenemos más herejes en la casa? ¿Será muy tarde para que secuestremos a Sunev y lo unamos a la fiesta? - O tal vez podamos echar a uno de tus... ejem... "hijos" extra, de esos que siempre te sobran. -La bruja frunció la nariz al hacer la oferta, con una mirada molesta que evidenciaba lo mucho que la molestaba la idea de la existencia de esos pseudohermanos. Un horroroso ruido hizo que su gesto de molestia se convirtiera en una mueca. Al dirigir la mirada hacia el origen del escándalo supo que era su prima la culpable, montada en una fea motocicleta. No sabía cómo la Lupin podía mostrarse tan digna y orgullosa al desmontarse de esa cosa, ella tendría que ocultar su rostro con una máscara el día que se viera obligada a subirse a algo así. Imitando el gesto malhumorado de la bruja, la pelirroja se colocó las manos en las caderas y se acercó hacia su prima. - ¿Buenas noches? ¿¿Buenas noches?? No apareces, ni siquiera una lechuza, ¿y sólo se te ocurre decir buenas noches? ¿Pero es que vives en una calabaza? ¿Crees que es justo que tenga que colarme en cada habitación para lograr que pongas un solo pie en el castillo? Eres una bruja escurridiza, Lupin. El ceño enojado de la bruja se derritió en un segundo al convertirse en uno pensativo. - Aunque probablemente lo hubiera hecho de todas maneras... A saber la de cosas que guarda la gente bajo llave, es muy raro. -Entonces recordó que llevaba sin ver a su prima casi más tiempo del que llevaba sin ver a su madre, con el asunto de la maternidad y rarezas que sólo ella entendía. Sam saltó sobre Polyxena para poder estrujarla con fuerza porque pese sus malos modos y su tendencia al ostracismo, la adoraba. El pequeño bodoque que parecía pegado a los brazos de su prima permanentemente soltó un chillido entonces, lo que hizo que la soltara con prisa, con miedo de que comenzara a lanzar vómitos o babas de repente... o algo peor. Sólo esa sería su suerte. - ¿Se rompió?
  20. La llama chisporroteó frente a sus ojos, con un alegre bailoteo que le resultó difícil de entender. La pelirroja observó fijamente esa fuente de luz tan pequeña y voluble... con tanto potencial, pero tan fácil de extinguir... con sólo un soplido podía acabar con su existencia, y luego... ¿quién recordaría esa pequeña llama? Sólo ella sabría de su fugaz paso por el mundo... y quizás un día la olvidara. - Y entonces será sólo otro recuerdo, tan volátil como ahora... - Sam acercó los dedos al fuego, sintiendo el calor que bañaba su piel. Observaba la vela tan atentamente que parecía esperar una señal o una respuesta, algo que jamás llegaría. Por supuesto que nadie más la recordaría. ¿Quién más la vería? En esa habitación sólo se encontraban la vela, el polvo y su respiración que agitaba suavemente la llama. Quizás debería regañar a los elfos por el asunto del polvo pero, ¿para qué? El polvo no le importaba, si ellos descuidaban sus labores no era su trabajo castigarlos, otro lo haría. Tal vez era hora de comenzar con la decoración navideña, ya que este año se había perdido Halloween. Tampoco es que la divirtiera mucho, ella podía disfrazarse y pedir dulces a todos cuando quisiera, pero la navidad era importante. Aparte de recibir muchos regalos y de comer galletas, también se trataba de la familia, que aunque desapareciera en el plano astral, seguía siendo lo más importante. Con un plan trazándose en su mente, olvidó su vela y sus reflexiones y salió disparada a buscar las cosas que necesitaría. Aunque esta vez no incluía cortinas ni adornos, esta vez sería diferente. ---------- Pasaron un par de horas hasta que pudo reunir todo lo necesario en el jardín, para la hoguera inaugural. Era justo lo que necesitaba para reunir a todos en un solo lugar: podía destrozar la casa sin que nadie parpadease siquiera, pero ningún Lestrange permitía que nadie tocara sus tesoros. Era justo lo que tenía allí: libros, vestidos, algunos colgantes y cartas viejas, cosas que los demás guardaban celosamente y con las que jamás la dejaban jugar. No importaba, si no se equivocaba, las lechuzas ya habían sido entregadas y en poco tiempo tendría unos furiosos Lestrange alrededor de su hoguera. La encendió con expectación mientras se sentaba a revisar tranquilamente todo su botín secuestrado. Si decidan ignorar su lechuza... bueno, para algo estaba el fuego.
  21. Oscuridad... oscuridad... ¿desde cuándo su habitación estaba tan oscura? Forzó la vista intentando ver algo, pero sólo logró que le dolieran los ojos. Estiró su mano buscando algo que la ayudara a orientarse, pero lo único que pudo sentir fue una superficie dura a unos centímetros por encima de su cuerpo. ¿Su habitación se había encogido? ¿O había llegado sin darse cuenta a una caja? intentó recordar lo último que había hecho antes de despertar allí, pero sólo veía una nebulosa oscura en su mente. Respiró hondo y profundamente, pero sólo consiguió que su boca se llenara del desagradable sabor a polvo. Un repentino ataque de hipo la sacudió y la desagradable sacudida la hizo recordar el por qué estaba allí, encajonada y empolvada, debajo de la cama de su madre. Había pensado darle una sorpresa a la bruja escondiéndose allí y sorprendiéndola en cuanto apareciera, esperando que ese día Sol no decidiera meter a alguien en su cama cuando ella se encontraba debajo, pero se había quedado dormida antes de lograr llevar a cabo su misión. Otra sacudida de hipo resonó en su interior y se cubrió la boca con enfado. ¿Su madre estaría ya en su habitación? ¿La habría oído? ¿Qué hora sería? ¿Por qué no se habría llevado un sandwich a su paseo bajicamil? Intentando ser silenciosa, levantó un trozo de la manta que caía por el borde de la cama para poder espiar los alrededores y confirmar si había moros en la cosa. Su pésimo intento de silencio acabó en la nada cuando un estornudo se mezcló con el hipo en una horrible combinación. ¡Felicidades, Lestrange, sí que eres una experta en esto! Ya podía tachar "espía" de la lista de cosas en las que jamás podría desempeñarse como Merlín mandaba.
  22. Cuando la cosa que Poly sostenía en sus brazos comenzó a mover sus extremidades como un pequeño pulpo acompañando esos sonidos, la bruja retrocedió dos pasos detrás del sofá y se mantuvo a cubierto, ninguna cosa de menos de medio metro de largo la tomaría por sorpresa, jamás. El ruido apagado de la puerta del frente al abrirse y cerrarse llamó su atención, haciendo que se diera vuelta para ver la visión más bonita que el castillo podía ofrecer. - ¡Mamy! - con una rápida carrera la pelirroja alcanzó a su madre y con un brusco salto se aupó a los brazos de la extraviada bruja que la había traído al mundo. -Tú sabes que nuestras reuniones familiares nunca son planeadas... es cosa del azar y la remolacha, así de impredecibles. - Apretó a la bruja entre sus brazos con todas sus fuerzas, contenta de ver aquellas mujeres a las que amaba más que a su vida, aunque a veces fueran un poco estrafalarias o hicieran cosas inentendibles para ella. -Y acerca de las sorpresas, no eres la única, nadie me avisa nada -le dijo aflojando un poco el abrazo de boa y haciendo un puchero con sus labios. -Yo siempre les cuento todo lo que decido y hago, en eso no tengo secretos. Ayer se me ha caído una pestaña, hoy he desayunado un muffin y he decidido que deberíamos hacer remodelaciones más exhaustivas esta vez. He encontrado cosas que tienen ya un par de años aquí y aún no han perecido -negando con la cabeza, se frotó la frente con gesto preocupado. -Eso es imperdonable. Ah, y Poly es madre de un bebé, o eso dice, aunque no me ha dicho quién es el padre ni por qué quería un bebé- miró a la bruja pelinegra intentando conseguir respuestas más certeras que antes. Con su madre aquí, sería mucho más fácil conseguirlo: la Lupin no podía mentirle a Sol, eso simplemente no se hacía. -Creo que esas son todas las actualizaciones pertinentes a este año. Al menos por mi parte, pero aún no me has dicho: ¿dónde has estado, mamy? ¿Con quién? ¿Me has traído algo?
  23. - Tu... ¿qué? - la pelirroja casi gritó al oír a su prima, que sólo se mantenía ahí quieta, sosteniendo a la pequeña cosa y esquivando su mirada. ¿Por qué la gente siempre insistía en tener hijos, hijos y más hijos? Si de la alta tasa de bebés se tratara, este castillo debería parecer una guardería o una sucursal de China en Londres. Menos mal que normalmente la gente huía de allí o los mocosos iban a parar a otros sitios, o este silencio incómodo entre ambas brujas habría sido imposible. Y pensar que había creído que la Lupin era la única bruja "normal" en la familia... Ahora resultaba que tenía las mismas aficiones que el resto de personas que conocía: tener niños y ser una adulta cargando con una criatura que sólo sabía babear y pedir comida. Bien, había otras personas en la familia que sólo sabían babear y pedir comida y no eran bebés; su tía Neter, por ejemplo, pero nadie debía cargarla en brazos (por lo general) y ella sí sabía usar el baño (por lo general...). No entendía esa fascinación que el mundo tenía por unas cosas lloronas que no podían hacer nada más por ti que llorar y despertarte en mitad de la noche. - Aaahhh - fue lo único que se le ocurrió decir en ese momento, que no ofendiera a la pelinegra. Solían decir que las mujeres Lestrange eran peligrosas cuando se cabreaban durante o después de un parto... aunque también lo eran antes; las mujeres Lestrange podían ser peligrosas desde el momento de su misma concepción. Y ya que pensaba en embarazos... - ¿Y de dónde lo has sacado? Digo, aquí no has presentado ningún pretendiente formal ni informal, que yo recuerde. ¿Quién es su papá? Porque tiene un padre, ¿cierto? Y no te molestes con el cuento de los repollos y los supermercados, mi mamá ya me dijo de dónde venían los bebés, y no creo que te dediques a robar bebés ajenos por la calle. Entonces... ¿de dónde ha salido el pequeño... Urian? Me gusta ese nombre, aunque suene demasiado bien para un bebé. Cuando la cosa que Poly sostenía en sus brazos comenzó a emitir sonidos extraños, Samy saltó de su asiento y se refugió detrás del sofá, temiendo una avalancha de vómitos o algo peor. Nunca sabía cómo interpretar esos extraños sonidos, ¿Se reía o lloraba? Tal vez le había dado hambre... - Si quieres puedo buscar a Haydie para que le prepare una hamburguesa, no deberías dejar que BebeBoo pase hambre, o podría comerte a ti mientras duermes.
  24. La bruja continuó observando una a una las fotos, recordando momentos que creía haber perdido hace mucho tiempo. Había incluso una foto de su madre profundamente dormida, con algunos pequeños rizos de su ondulado cabello esparcidos por la almohada y su cara pintada como la de un pitufo azul. Haydie la había vigilado durante dos meses a sol y a sombra después de eso, e incluso le habían prohibido usar las tijeras para evitar cualquier otro accidente de peluquería con el cabello de su madre. Sonriendo, deslizó sus dedos por una foto que había sido tomada en la casa Gaunt. Detrás de las caras sonrientes de su hermana, su madre Mel y ella, podía ver unas cuantas calabazas gigantes, de un extraño color naranja-verdoso. Calabazas de Halloween. En pleno abril. No era de extrañar su aspecto, y aún peor era su olor... Muy pocas veces la decoración de la casa iba de acuerdo con el calendario, lo que degeneraba en extraños decorados para su hogar. Samy levantó la cabeza oír un ruido detrás suyo. Sonrió al ver a su prima en lo alto de las escaleras y levantó una mano para saludarla, antes de recordar que había algo que quería enseñarle a Polyta. Recorrió las páginas rápidamente hasta llegar a una en particular, la que sacó del álbum y envió flotando hacia las manos de la pelinegra. - ¡Mira! Tengo algo para tí. ¿No es preciosa? - La pelirroja sonrió encantada, pero parpadeó confusa al notar el silencio estupefacto de la Lupin. Aquella foto era una toma oscura en la que sólo se veían algunos destellos blancos y un poco de movimiento rojo, pero Samy pensó que estaba bastante claro lo que era. - ¡Esa eras tú de bebé! ¿No lo recuerdas? Intentaste comerte la cámara de fotos y el disparador se lanzó sólo... Casi pierdes medio cerebro por el humo, pero fue una imagen muy tierna... ¿cierto? La Lestrange observó con cautela esta vez a su prima, preocupada por la notable inquietud de la muchacha. Cuando la gente se andaba con cuidado a su alrededor, generalmente significaba que tenían que decirle algo que no quería escuchar. Volvió a fruncir el ceño, confundida por la extraña elección de su prima por su vestuario, y por la pequeña cosa rosada y balbuceante que sostenía en sus brazos como si fuera a romperse. - Cariño, sabes que si necesitas dinero sólo tienes que pedirlo. No tienes que buscar trabajo de nana o de paseadora sólo para conseguirlo, ¿para qué está la familia?
  25. Se sentía extraño encontrarse de nuevo sobre ese sofá, en medio del silencioso castillo de su familia, con un álbum de fotos en sus manos. ¿Cuántas tardes había pasado allí sentada, suplicándole a su madre que le leyera un cuento o la dejara comer palomitas antes de la cena? Bueno... ese no era exactamente el mismo sofá. Habían ido cambiando el mobiliario a medida que las distintas remodelaciones e incendios habían arruinado a sus antecesores, pero la ubicación era la misma. Samy suspiró y recorrió con la mirada la sala vacía, antes de bajar la vista de nuevo a su álbum. Últimamente su vida parecía estar llena sólo de recuerdos y añoranzas. En la primer foto del álbum, podía ver a dos niñas pequeñas frente a un árbol navideño en llamas. Podía verse a la mayor dándole un zape a la pequeña pelirroja, que se frotaba los ojos con gesto regañado. Aún recordaba ese día, aunque no podía precisar cuántos años habían pasado exactamente. ¿Diez? Todavía tenía frescos en la memoria los regaños de Liliana, y la galleta que le obsequió después de que habían logrado apagar el árbol. Una galleta con forma de hipogrifo, con chispas de chocolate. La siguiente foto mostraba un menjunje de brazos, piernas y cabezas. El pobre árbol de navidad parecía inclinado hacia un lado, no sabía si por causa del peso de las decoraciones o porque estaba a punto de caerse. Las cabezas de su madre y de Poly asomaban por encima de la de sus tíos, con la suya coronando la aplastación típica de los Lestrange. La cara de espanto de Haydie al ver el árbol le decía que eso no había terminado demasiado bien. - ¿Dónde se han metido todos esta vez? ¿Tengo que salir a buscarlos?

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