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Albus Renaldi Macnair

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Todo lo publicado por Albus Renaldi Macnair

  1. El tiempo, cómo siempre, había sido sumamente gentil conmigo, pues no me afectaba en lo más mínimo. El aire topaba en mi cara alborotando mi cabello mientras me dirigía a aquél lugar dónde sabía que podría encontrar a mi tan querida Ada. Llegué a la puerta del local y la empujé, pero no encontré a Ada oara recibirme. Me sacudí un poco el abrigo y me lo quité para colgarlo en el perchero que se encontraba junto a la puerta. Mi traje habitual de color negro contrastaba con mi piel blanca cómo hoja de papel. Los tacones de mis zapatos atacaban en suelo del lugar mientras me adentraba poco a poco. — Hola... ¿Hay alguien aquí? — Creí haber hablado lo suficientemente alto para que alguien pudiera escucharme. @ Ada Camille Dumbledore
  2. El viaje desde París hasta Rumania había resultado algo... Agitado. Y es que entre los nervios por la situación, nuestra relación algo reciente y 6 horas de vuelo confinados en una pequeña cabina... Era claro que algo tenía que pasar. Tuvimos que tomarnos algunos minutos antes de bajar del coche para arreglarnos y estar totalmente presentables. Nos habían recibido con cortesía, con todos los modales y la parafernalia que requerían los actos diplomáticos. Seguía a Ada pegado a ella cómo una sombra. La gente parecía no prestarme mucha atención, o si lo hacían sólo decidían ignorarme. Para mi resultaba más cómodo. Entramos en la sala e inmediatamente pude reconocer el olor de mi madre. ¿Que hacía ahí? Tomé mi puesto de vigía justo detrás de Ada, cómo me gustaba hacerlo siempre para poder tener una mejor visión en caso de cualquier eventualidad. El olor a licántropo llenaba el sitio, pero no identificaba bien de dónde provenía, hasta que una criatura enorme se presentó justo al lado de una de las que parecían ser las anfitrionas de la reunión. Instintivamente me acerqué a Ada, casi poniendo mi mano en su hombro. Mis ojos violetas recorrían de un lado al otro la sala, pendiente de cualquier movimiento. Mis colmillos saltaron y tuve que abrir un poco mi boca para evitar lastimar mis labios. ¿Sería que ésto podría salirse de control? No. Estábamos ahí por ser aliados. Una batalla sería muy poco probable... Pero si sucedía estaba listo para defender a Ada con uñas y dientes. Me agaché un poco hasta que mi boca quedó justo a la altura de su oído. -Vaya, si que saben organizar bienvenidas, cariño.- Me encontraba tenso, cómo si en cualquier momento fuera a saltar encima de alguien. @ Ada Camille Dumbledore @ Rhiann Macnair R. @ Lisa Weasley Delacour @ Kamra Ashryver D.
  3. Me separé de Ada un poco y acomodé su cabello por detrás de sus orejas. Estaba tan hermosa, aún preocupada conservaba su belleza... Pero no era tiempo para el romanticismo. -¿Porqué? ¿Que tienen contra los vampiros? ¿Crees que deba alertar a mi familia en Italia?- Todo el asunto comenzaba a ponerme nervioso. Solté con delicadeza a la pequeña bruja de ojos bellos y sonrisa encantadora y me puse a caminar por todo su despacho. Mis colmillos querían salir, me sentía en peligro y preocupado por Ada, pero estaba seguro que no dejaría que nada le pasara. - Claro que iré contigo, no le confiaría tu seguridad a nadie que no sea yo, preciosa.- Sonreí para tranquilizarla pero los tacones de mis botas no hacían más que atacar el suelo con cada zancada terminando en un sonoro "clack". -Pues yo estoy listo, ¿que sigue? ¿Necesitas que vaya a buscar algo a la mansión? Estoy a tu servicio, cómo siempre, cariño.- Me acerqué nuevamente a ella y tomé sus manos entre las mías, clavando mis ojos de amatista en los suyos. Su olor llenaba mis pulmones y el olor a sangre corría por mi cuerpo hasta llegar a la parte de atrás de mi cuello en un electrizante efecto que no hacía más que mantenerme alerta. Tenía que comer pero prefería esperar por cualquier cosa que pudiera pasar. -Cielo, necesito fumar, ésto me tiene tenso. ¿Dónde puedo hacerlo?- Tomé dulcemente su mentón y le di un corto beso en los labios. @ Ada Camille Dumbledore
  4. La carta que me llevaba el elfo doméstico de la mansión me arrancó de mis pensamientos de golpe. ¿Era real lo que estaba leyendo? No solo implicaba un ataque contra Rumania y su soberanía, si no que era un ataque contra mi raza también. Me puse en pie rápidamente y cambié mis ropas por algo que pudiera servir para el combate. Había optado por un traje de cuero ceñido al cuerpo. Me permitía moverme rápido y también ofrecía cierta protección. Muñequeras de cuero a juego dónde podría sujetar mi varita y algunos cuchillos. Botas de combate y decidí que sería momento para ir sin guantes, en caso de ser necesario usar las garras. Tomé mi capa de viaje del armario y me cubrí hasta el cuello. Primero tendría que ir a ver a Ada para ver de que manera procederíamos cómo nación. Esperaba que no se me hubiera adelantado y estuviera ya en camino. Definitivamente no me perdonaría si algo le pasara, menos ahora que existía aquello entre nosotros. Salí hasta los jardines de la mansión y ahí fue dónde el espacio se dobló para permitir mi aparición justo afuera de la oficina de Ada. Entré apresurado, sólo para encontrarme con ella ahí, preocupada. -Disculpa la tardanza, vine tan rápido cómo he podido.- Caminé hasta dónde se encontraba y la apretujé en mis brazos. Estaba feliz de que no se hubiera adelantado. -¿Que está pasando? ¿Lo de la carta va en serio?.- Hablaba sin soltarla, no quería pasar un sólo momento lejos de ella. Sin permitirle ninguna respuesta me separé un poco y me apresuré a besarla. Los próximos eventos podrían resultar desastrosos y no quería perder aquella oportunidad. Sentía mis pies elevarse del suelo, olvidé todo el asunto y me dejé llevar por un momento. @ Ada Camille Dumbledore
  5. La noche resultaba estar calmada. Me encontraba en la azotea de la mansión, con los pies colgando de la cornisa, contemplando la majestuosidad de lo que era aquella comunidad. Sin duda era bonito, pero seguía prefiriendo las vistas de mi hogar en Italia. Cigarro tras cigarro los pensamientos fluían mientras el humo se vertía en el cielo estrellado. En alguna ocasión me dijeron que los podían padecer de enfermedades por fumar, pero la verdad es que no me importaba. Pude distinguir bien aquella figura cuándo entró a los terrenos de la mansión y mientras atravesaba el jardín acompañada de majestuoso animal. Lobo huargo, supuse. La escuché tocar la puerta y darle indicaciones a la bella bestia que le acompañaba. Era Ada. No esperé a que abrieran la puerta y de un pequeño empujón mi cuerpo se apresuró hasta el suelo a unos metros de distancia de dónde se encontraba mi jefa. -No esperábamos visitas a éstas horas, pero buenas noches.- Mis colmillos quisieron salir cuándo el olor férreo de la sangre invadió mis fosas nasales. Su lobo me observaba con las orejas en alto, en posición de ataque. De frente era aún más majestuoso. -Espero no haberte asustado. Estaba fumando en la azotea cuándo te vi llegar.- Me acerqué poco a poco de manera muy lenta para evitar que su lobo saliera disparado contra mi. @ Ada Camille Dumbledore
  6. Me levanté de la mesa excusándome con la señorita que estaba conmigo aquella noche. No había cruzado palabras con Ada y supuse que sería un momento perfecto, ya todos se empezaban a mezclar cotilleando. -Señorita Rambaldi, es un placer.- Le dije mientras tomaba sus manos y la observaba de arriba a abajo. Sí que era bella. -Debe disculparme un momento señorita, ya vuelvo.- le ofrecí una sonrisa mostrando mis colmillos y me levanté de la silla con parsimonia. Recorrí todo el salón con una copa en la mano y llegué hasta dónde se encontraba mi pequeña jefa. -Mucho trabajo diplomático?- Me paré justo detrás de ella. El contraste era grande. -Te he visto hablando con mucha gente, todo bien?- Mi tono era de auténtica curiosidad. Mis hombros cómo siempre demostraban que estaba alerta. Acomodé un mechón de cabello que salió de su lugar justo detrás de mi oreja y le di un pequeño sorbo a la copa que tenía en la mano @ Ada Camille Dumbledore @ Hannity Ollivander Evans
  7. La gente seguía llegando y llegando, abaratando el salón. Todo estaba en su lugar, todo listo en caso de alguna emergencia. Con mis ojos violetas recorría las caras de cada uno de los invitados, sin dejar de tener ubicada en el lugar a @ada. Existió un momento extraño al recorrer un sector del lugar y descubrir a una mujer observándome. Sus ojos de un verde intenso me veían fijamente. Si hubiera podido sonrojarme en ese momento hubiera pintado mi rostro de mil colores, pero me limité a observarla de regreso y sonreír con un poco de pena. La bella dama levantó una copa, brindando conmigo en la distancia y yo sin nada para brindar. No me quedó más opción que levantar mi mano y bajar un poco la cabeza en señal de respeto. En ese momento Ada indicó que los asistentes debían pasar a la otra sala, dónde la ceja estaba por servirse. Fuera de mi ser caminé hasta la señorita que me había estado observando y le ofrecí mi mano. -Por favor, señorita, la escoltaré a su lugar". Delicadamente tomé su mano y comenzamos a caminar con toda la gente. Elegí uno de los lugares de la esquina más lejana a todas las personas importantes para poder tener un buen ángulo de visión por si algo pasaba. La silla de al lado la destiné a la señorita de la cuál aún no conocía su nombre. La ayudé a sentarse y me acomodé en mi asiento justo a su lado. Mis manos comenzaron a recorrer a los presentes y pude ver a mi hermana Idylla, con una química algo extraña con un chico. Apreté un poco los dientes dejando ver una sonrisa irónica y clavé mis grandes ojos en ella. -Una disculpa, señorita, no me he presentado aún. Albus Renaldi Macnair, a su servicio.- Mis palabras eran bien escogidas y siempre con un tono de amabilidad extremo. -¿Usted es...?- Volví mi rostro y le dediqué una amplia sonrisa a mi acompañante, dejando ver mis filosos colmillos. @ Hannity Ollivander Evans @ Idylla Macnair T. @ Ada Camille Dumbledore
  8. Me encontraba inquieto mientras me daba una refrescante ducha en agua de rosas con la tina llena hasta el tope. Me gustaba oler a rosas todo el tiempo, era algo muy mío, una marca personal. Mientras el agua lavaba mis pecados con el polvo mi mente corría a mil por hora, pensando en si la invitación había llegado, en si ella asistiría en caso de que si. No me quedaba muy claro que tipo de situación buscaba, pero quería que ella estuviera ahí para descubrirlo. Salí de la tina con el cabello pegado a mi espalda y parte de mi cara, por lo que decidí secarlo rápidamente con magia. Ya era tarde, la fiesta debía estar empezando y el jefe de seguridad se encontraba en la tina aún, que apropiado. El traje que recién había llegado de Italia recordaba a los trajes usados en los 1800 en Francia pero con algunos toques modernos y satinados. Resaltando lo obvio, mi sastre conocía de primera mano los trajes de 1800 porque había vivido más de 600 años. Ese hombre seguramente cosió para gente importante de Francia. La sobriedad sería un aliado indispensable aquella noche, aunque la embriaguez pudiera llevarse por dentro. El traje de 3 piezas era totalmente negro, los zapatos a juego y nos guantes negros de cuero me hacían parecer casi una sombra. Si no fuera por mi color de papel que resaltaba del cuello de la camisa y mis blancos cabellos parecería un auténtico cuervo. Até mi cabello con un listón de un color verde profundo y lo dejé un poco suelto para que pudiera revolotear. Me puse la indumentaria completa y decidí llevar un pequeño colgante que había adquirido recientemente con una esmeralda facetada... Me recordaba sus grandes ojos, era cómo tenerla conmigo siempre. Una vez listo salí a los jardines de la mansión y aparecí justo afuera del sitio dónde se llevaría acabo la celebración. La gente se encontraba llegando y ya había algunas personas dentro. No me detuve a saludar ni a ver si alguien conocido ya se encontraba ahí. Sin duda eso podría hacerlo dentro una vez que se me informara de la lista de asistentes y que mis grandes ojos violetas pudieran recorrer aquellas caras de propios y ajenos. Al parecer nadie se había dado cuenta que al entrar una pequeña brisa caía sobre todos los invitados. Un método muy eficaz para poder disolver pociones multijugos o algún otro método para hacerse pasar por alguien más. En todas las esquinas del lugar había guardias apostados en sus lugares y expectantes ante cualquier amenaza. Había 5 guardias más escondidos entre la gente, a plena vista y 2 guardias más entre los muebles del sitio. Toda una obra de arte en cuanto a seguridad se refiere. A lo lejos pude ver a Ada cotilleando con gente, por lo que decidí dejarla disfrutar de aquél momento mientras yo recorría el lugar, esperando poder ver a Maida por aquél sitio. Manten los ojos bien abiertos, no queremos perder a la pequeña bruja de vista si estamos aquí, ¿Verdad?. Maldita Rita con sus comentarios tan puntuales que dolían. @ Ada Camille Dumbledore
  9. Sonreí ante las palabras de mi jefa. Si bien la diversión no era lo mío siempre se me veía en asuntos sociales, aunque no precisamente por gusto. De la bolsa interior de mi saco extraje un pequeño frasco, mismo que al abrir desprendió en el aire un aroma dulce y especial. Era la colección de mi padre, al parecer esa en especial era de una joven llamada Esmeralda que ofreció su sangre por voluntad, es por eso que no había miedo en su sangre. Bebí el contenido de un trago y sentí cómo mis ojos púrpuras se encendieron en llamas y de pronto pude ser consciente de todo mi alrededor. -Debo trabajar, uno no sabe si hay algún loco por ahí que quiera hacerte daño, pequeña dama.- Le di 2 palmaditas en la frente y sonreí, mostrando los colmillos. -Debo decir que me sorprende que todo esté aconteciendo con tanta... Paz. Maida no... Está por aquí, verdad?- Tenía que preguntar. -Y tu, ¿Haz asistido sola?- Rápidamente traté de buscar a algún acompañante enojado que tuviera ganas de liarla, pero al parecer no había ninguno. @ Ada Camille Dumbledore
  10. Mi aparición en la puerta principal de la mansión debía ser algo normal para mi pero había pasado tanto tiempo que sentía que estaba en algún lugar desconocido. ¿Debía tocar? Di unos cuántos pasos hasta la puerta y las hojas que quedaron detrás de mi rápidamente se convirtieron en una fina arena que se disipó en el aire. Llevaba a cuestas una pequeña bolsa de viaje de cuero, llevaba todo lo necesario para hacer la vida en otro lado, aunque esperaba no tener que volver a irme. Empujé una de las hojas de las puertas y cedió ante la fuerza, dejándome ver el amplio recibidor. Al parecer nadie se encontraba en casa. Cómo siempre, sólo y tranquilo. A rita le encantaba escuchar solamente mis pensamientos, así no se perdía de nada. Dejé caer mi maleta a mi lado y esperé alguna respuesta. -Hay alguien?.- Esperaba ver por lo menos a alguna de mis hermanas.
  11. Hice una leve reverencia ante las personas que Ada me había presentado y decidí que lo mejor sería dejarlos solos, así podrían ellos discutir de sus cosas sin tanta incomodidad. Crucé de manera rápida el amplio salón bordeando la pista de baile para apostarme en una de las esquinas, siempre vigilante. Recuerda que no estás de servicio, vienes a una fiesta. Rita era cómo tener una madre siempre dentro de tu cabeza. -Lo sé, Rita, pero tengo que estar al pendiente de cualquier situación, Ada está aquí.- Sabía que no era necesario hablar para que Rita me entendiera pero de alguna manera me hacía sentir un poco menos loco, o un poco más cuerdo, no lo sabía todavía. Tomé mi cigarrera y saqué uno de los cortos cigarrillos, lo encendí con parsimonia dejándolo colgando de mis labios, dando cortas caladas y exhalando el tibio humo por las comisuras de mis labios mientras mis ojos color amatista bailaban entre la gente, hasta que vi a Ada acercarse a la mesa de bebidas. Inmediatamente apagué aquél cigarrillo y me acerqué a ella por su espalda. -Vaya que se han montado una buena fiesta... Aunque sabes que no estoy muy acostumbrado a estar entre tanta gente.- Comenzaba a sentir la necesidad de comer, pero por el momento todo se encontraba bajo control. -¿Cómo ha ido todo por aquí? Supongo que me haz extrañado.- Dije la última frase con una sonrisa en el rostro mientras me estiraba un poco para tomar una copa de vino espumoso. @ Ada Camille Dumbledore
  12. La invitación había aparecido delante de mi, resultaba un poco extraño pero sabía quién y porqué la enviaba. Con un movimiento de mi varita la hice arder sin dejar rastro alguno, sólo el olor tan peculiar del papel ardiendo. Pensé mucho antes de decidir asistir. No sabía si realmente tenía los ánimos para asistir a una mascarada, pero definitivamente tendría que hacerlo por Ada. Llegado el día decidí estrenar uno de esos trajes para ocasiones especiales... El que usarías en tu boda, probablemente. Cómo siempre Rita tan puntual e incisiva. Usaba un antifaz de color rojo que subía por el lado izquierdo formando un cuerno enroscado hacia la parte de atrás de mi cabeza. Mis cabellos de plata se encontraban perfectamente recogidos en una coleta que a su vez se doblaba sobre si misma. El traje era algo impecable, de un color negro azulado que podía hipnotizar a cualquiera y la textura podría hacer que quisieran quedarse tocando mi ser por horas. Unos guantes del mismo color cubrían mis cadavéricas manos, denotando claramente mis afiladas garras. Después de un baño en la tranquilidad de mi tina con una infusión de agua de rosas me vestí con el ajustado atuendo, me puse la máscara y caminé hacia el exterior de la mansión para poder aparecer en mi destino. Aquél vórtice me escupió en la calle frente a la mansión Moody, dónde seguramente Ada ya se encontraba. Caminé desde la calle, pasando por los jardines y podía ya ver la concurrencia, gente que llegaba y se retiraba del lugar, algunos andando por ahí. Me preguntaba si sabrían de mi presencia o Ada sólo se había tomado el atrevimiento de invitarme. Al llegar a las grandes puertas me quedé en el umbral tratando de localizar el olor o la voz de mi querida jefa. @ Ada Camille Dumbledore
  13. Sentí su olor en el ambiente a pesar de que nos separaba la puerta, pero pude sentirlo desde que se asomó por la ventana. Llené mis pulmones tanto cómo pude, cómo si fuera algo necesario para mi el respirar. Me abracé al recuerdo por un momento cuándo vi su pequeña figura al abrir la puerta. -Perdón por llegar sin avisar... Supongo que debí haber enviado una lechuza en todo éste tiempo.- Traté de esbozar una sonrisa pero me salió una mueca algo extraña. Si hubiera podido llorar mis ojos se hubieran convertido en válvulas vertiendo cada "te extrañé" sobre mis mejillas. No sabía que esperar, pero algo me decía que su furia caería sobre mi y lo aceptaría sin rechistar, lo merecía. -Debo disculparme... - No pude decir nada más. Sólo me limité a bajar la cabeza y esperar su respuesta. Cada músculo de mi cuerpo se encontraba tenso, esperando por su parte alguna maldición, algún hechizo incapacitante, y aunque lo esperaba también estaba consciente de que no haría nada por evadirlo o evitarlo. @ Maida Black Yaxley
  14. Había pasado tanto tiempo desde la última vez que la ví. ¿Habría cambiado? Esperaba que siguiera cómo siempre, tan pequeña, con su carita misteriosa y sus ojos que cómo dagas se clavaban en mis orbes escudriñando cada rincón de mi maltrecha alma. Recordaba su voz, era sencillo ya que había tomado el lugar de la voz de mi conciencia. Recordaba la forma de sus dedos, de sus labios, recordaba la forma en que cada uno de sus cabellos caían sobre sus hombros y a veces se volvían una maraña que cubría su bello rostro tan pequeño. Caminar por aquellos sitios me volví a llevar a hacía un tiempo, cuándo todo parecía estar bien. Justo me acostumbraba al estilo de vida del mundo mágico cuándo todo se vino abajo en la familia. Tuve que salir huyendo sin avisar nada a nadie. La única que tenía el conocimiento de mi paradero era Ada ya que nos habíamos comunicado varias veces. Mi mente vagaba entre las palabras que quería decirle y los recuerdos que golpeaban mi pecho con cada paso que daba. Mis cabellos de plata volaban al compás de mis pasos y se convertían en una ola de blanco y gris que parecía más una joya que mi propia cabellera. Recorrí aquél largo camino entre la verja de la entrada y la puerta principal con mis piernas temblando y la larga capa gris ondeando tras de mis largos y sonoros pasos. Definitivamente tenía miedo y no podía recordar cuándo fue la última vez que lo había sentido antes de ese momento. Al llegar hasta la puerta una parte de mi me gritaba que me fuera, que era lo más sensato, pero otra parte me rogaba que me quedara y le explicara las cosas a la pequeña bruja, y decidí quedarme... Era lo mínimo que ella se merecía. Apreté mis nudillos y golpeé 3 veces aquella puerta esperando que el destino pudiera depararme cosas buenas. @ Maida Black Yaxley
  15. Regresar me resultaba un tanto extraño después de ausentarme por tanto tiempo. Ada sabía el porqué de mi ausencia y era lo que importaba. Al parecer ella creía que el evento ideal para mi regreso era una subasta ilegal, vaya jefa. Llegar al lugar me resultó un tanto complicado, supuse que así sería, por lo ilegal, pero al llegar pude ver a un puñado de gente, todos con trajes y finos vestidos y máscaras muy bien diseñadas... Casi me olvidaba de ponerme la máscara y pude hacerlo en el último segundo antes de entrar por el umbral y que pudieran ver mi rostro, aunque ver mis ojos y mi cabello era suficiente para reconocerme si me habían visto anteriormente. Cómo siempre me había gustado ir presentable esa noche no podía ser la excepción: Levaba un traje ajustado de color hueso, con el cabello recogido en una coleta y mis largas uñas tan relucientes cómo siempre. La máscara era de color hueso a juego con el traje y cubría sólo el lado derecho de mi cara... El perfil malo, obviamente. Justo llegué en el momento en que subastaban un ¿huevo de dragón? Claro que lo necesitaba. Decidí sentarme junto a la señorita que recién había ofertado por el huevo. Una lastima que se fuera esa noche sin aquél objeto, ya que sería mío. -1200 galeones- No lo pensé mucho, simplemente lo quería y estaba dispuesto a pagar más por aquél huevo. -Espero que no le moleste la competencia, señorita.- Clavé mis grandes ojos color amatista en aquella pequeña mujer. @ Ada Camille Dumbledore
  16. Nick en hl.org: Albus Seeverus Potter Peverell Nombre: Albus Renaldi Macnair Casa de Hogwarts: Slytherin. País: México.
  17. Estar en el ojo de huracán me resultaba, cuándo menos, incómodo. Buscaba refugio en los ojos de mi hermana o en la pequeña figura de Maida. Escuchaba sonidos ir y venir, eran palabras pero me resultaba casi imposible poner atención a lo que comentaban las personas presentes. Maida se levantó a buscar algo en la alacena, platos y tazas suponía yo, aunque quién sabe. La escuché dirigirse a mi hermana y no pude evitar sonreír al pensar en cómo se daría el encuentro entre Maida y Cissy, incluso me resultaba más gracioso pensar en nuestras familias cenando juntas. Me acerqué para ayudarle con los platos cuándo de pronto alguien no esperado llegó. Ese olor resultaba inconfundible, era sangre. Poca, pude adivinar, pero lo suficiente cómo para dejar a alguien vulnerable. El olor férreo llenaba el ambiente mientras los anfitriones estaban en el salón con los recién llegados. Mis colmillos se mostraron por completo. ¿Hacía cuanto que no bebía? Maida me había dado aquella infusión que parecía sangre pero no lo era, y cómo siempre los instintos llaman. Aguanté la necesidad de ir corriendo y simplemente evité tomar bocanadas prolongadas de aire. Mis manos se pusieron tensas. No sabía si aquella persona era un atacante o sólo un pobre malherido que había llegado ahí por error. Al parecer Maida quería brindar su ayuda, y no dudaba que pudiera hacerlo, pero me puse delante de ella, sólo en caso de que fuera algo o alguien que quisiera dañar a los presentes. ¿Por aquí nunca tenían una comida o una cena sin novedades? Resultaba interesante la vida del mundo mágico. @@Maida Black Yaxley @Gatiux @Orión Yaxley @@Idylla Macnair T.
  18. La observé girar sobre su mismo eje mostrándome lo bella que estaba. Sabía que para Maida implicaba cierto esfuerzo dejar sus túnicas y ponerse tacones, y que lo hiciera para la fiesta me sacaba una sonrisa enorme. Mi gratitud creció cuándo la vi ofreciéndome un estuche aunque pensé que ya no se acostumbraba dar regalos en las fiestas. Al abrirlo me encontré con unos gemelos sumamente lindos con sus iniciales grabadas en ellos. ¿Marcar territorio? Me gustaba. -Pero querida, acabas de llegar, quédate un rato más. Prometo que no te dejaré sola.- me acomodé el cinturón y la camisa, estirando un poco más de lo normal mi cuerpo y quedando muy por encima de lo pequeñita que resultaba ser mi brujita. Sentir su tacto sobre mi piel era cómo quedarse un día tirado al sol abrazador en un caluroso desierto, me quemaba, pero también me agradaba sentir su tibia piel contra mi frío cuerpo, sentir cómo su piel tan tersa danzaba sobre mi cuerpo corroído por el tiempo y sobre mi piel tan tensa... ¿Que sentiría ella? -Todo está perfectamente bien, aunque debo decirte que voy llegando. Creo que Ada ha preparado algún tipo de juegos o algo así, y obvio tenemos que participar juntos, son las reglas o algo así.- Puse mis manos sobre su cintura y la elevé un poco por los aires, haciéndola girar. No me costaba ni el más mínimo esfuerzo y resultaba hermoso ver su cara de espanto. -Entonces... ¿Te quedas un rato más?- Detuve las vueltas y la puse con suavidad en el suelo, apretando su cuerpo contra el mío. Me acerqué a centímetros de su cara y sentí su aliento que resultaba tan embriagador. -Alguien podría raptarme, o cometer algún otro acto de malicia contra mi persona si su merced no se encuentra aquí. @@Maida Black Yaxley
  19. La gente abarrotaba la cocina, y aunque estaba en una situación nada cómoda para mí tenía que sonreír. Gatiux, ¿Idylla? Y claro, reconocí claramente su voz, Aarón, primo de Maida. Atendí con una sonrisa al recibimiento y a la advertencia de la señora Malfoy. Supuse que era normal que siendo Maida su pequeña sobrina recibiera ese tipo de advertencias. Luego vino un comentario incisivo de parte de Aarón. ¿Que buscaba? Pelear no creo, tal vez sólo eran simples celos de primo. -Estoy al tanto de lo que pasó en la guerra, señor. Viví cerca de aquí por aquél tiempo, pero sigo prefiriendo las bellas campiñas italianas. No se preocupe, estoy aquí por Maida, y supongo que lo estaré por mucho tiempo.- Mostré mi mejor sonrisa y esperaba dejarle claro que la vería seguido... Después de todo pensaba casarme con su prima. Maida había tomado asiento y yo me coloqué detrás de ella, poniendo mis manos sobre sus hombros. Mis sentidos tan afilados se encontraban listos para cualquier cosa, pero ¿Porqué? Relajé un poco mis hombros y posé mis ojos de amatista sobre mi pequeña hermana. -No esperaba verte por aquí Idylla, ni por asomo. Cómo siempre, un gusto verte hermanita. Supongo que es buen momento para presentarte a mi novia, Maida. Creo que nos viste juntos en la boda de nuestra madre. Me sentía un tanto extraño, cómo si todas las miradas estuvieran sobre Maida y sobre mi. Sentía la mirada de Aarón cómo tratando de escudriñar en cada parte de mi cuerpo. Alguien más llegó, alguien desconocido, y cómo era la costumbre en mi tierra decidí esperar a que me presentara mi querida novia. @@Aaron Black Yaxley @@Maida Black Yaxley @@Idylla Macnair T. @Gatiux @@Orion Yaxley
  20. El abrazo de Idylla me sorprendió y fue en ese momento cuándo noté que también abrazaba a Danny, aquél joven lobo que había llegado a ver en la boda de mi madre. Idylla me entregó un regalo muy lindo, un cáliz antíguo con más peso del debido, tal cómo me gustaban las cosas. -Mil gracias pequeña! Me encanta, ya podré beber la sangre de mis enemigos con más estilo.- Besé su frente y agradecí nuevamente con una reverencia. Escuché su pregunta pero había localizado a mi pequeña dama, por lo que decidí que lo indicado sería dejarlos solos, suponía que algo tenían aquellos 2. -Jovencitos, deberán disculparme, debo encontrar a mi pequeña dama.- Me despedí de ellos con una sonrisa y caminé en camino a Maida con el cáliz en una mano y la rosa dorada en la otra. Nos encontramos de frente y sus lindos ojos azules desnudaron mi alma con un sólo vistazo. -Te ves hermosa hoy, más que de costumbre... Y te traje algo.- ofrecí la pequeña rosa dorada viendo a la brujita a los ojos. -Espero te guste pequeña.- Besé su cabeza y espere a que tomara la pequeña rosa para poder abrazarla. -¿Tienes mucho aquí? Justo ahora me di cuenta que ya estabas aquí cariño.- Acomodé mis ropas y mi relamido cabello de plata esperando alguna palabra de su parte. @@Danny Lestrange @@Idylla Macnair T. @@Maida Black Yaxley
  21. Me había vestido para la ocasión cómo acostumbraba pasear por todos lados, con un traje totalmente negro, camisa negra, zapatos negros y cinturón negro. Además de mi habitual disfraz de cuervo llevaba un antifaz que cubría mi frente y bajaba por mi mejilla derecha, cubriendo mi nariz pero dejando al descubierto el lado izquierdo de mi cara, dónde mi afilado pómulo sobresalía. Me ajusté un poco la corbata y salí de la mansión con destino al chatteau Dumbledore, dónde me esperaba mi anfitriona y jefa. Sabía que odiaba las tardanzas y a las personas impuntuales pero torturar a alguien por información es un arte, lleva su tiempo y el artista se pierde en la tarea. Apenas me encontré en la calle y desaparecí en un jirón que dejó algunas hojas secas que al poco tiempo se volvieron en arena que el viento se encargó de barrer. Al aparecer frente al chatteau caminé la distancia hasta dónde se encontraba la recepción esperando que Maida no hubiera llegado aún. Trataba de caminar con prisa pero sin perder nunca el porte y la elegancia. Mis manos, cubiertas por guantes, llevaban una pequeña rosa de oro, a modo de prendedor. Pensé que si ella iría vestida de blanco algo dorado resaltaría muy bien en su bella persona. -Ada, cariño, que gusto verte! Disculpa la tardanza, el asunto de México tomó un poco más de tiempo de lo normal, pero todo bien. ¿Sabes si ha llegado Maida? Era fácil reconocer a los festejados, ya que todos íbamos de negro, pero a los invitados no tanto, además de que no conocía a la mayoría. Y de pronto sentí su olor y me di cuenta de que ya estaba ahí, pero no lograba identificar dónde... @@Maida Black Yaxley
  22. Definitivamente odiaba las apariciones. Siempre había preferido viajar largas distancias de modo que pudiera ver sus páramos y lugarcitos ocultos y las apariciones eran sólo pff y pff. Cuándo tomé aire nuevamente me encontraba parado en quién sabe dónde, de la mano de Maida. La solté un momento y me acomodé las ropas y los cabellos después de lo que había sentido cómo si fuera un torbellino que me succionaba y después me escupía en otro lado del mundo. ¿Más personas? Ok, todo bajo control. Eres un vampiro, ¿Que puede salir mal? Aunque bueno, ellos eran brujas y magos que podían acabar con mi vida en segundos. No había tiempo para pensar nada, o al menos Maida me lo había quitado y ya me llevaba caminando hasta la cocina, literalmente, dónde se encontraban algunas personas. Me puso detrás de ella y no supe si era un gesto de protección o de querer esconderme ¿Que tan bien visto era salir con un vampiro en el mundo mágico? Pronunció mi nombre y me presentó ante todos, sin dirigirse a nadie en particular. -Un gusto, Albus Renaldi Macnair, cómo indica la jovencita.- Mis manos casi temblaban y busqué la mano de Maida. Quería apoyarme en el marco de la puerta pero sentía que sería de mal gusto. La tensión casi se podía cortar con un cuchillo y esperaba por lo menos alguna palabra de alguien. @@Maida Black Yaxley
  23. Tomé el bocado que me ofreció tan gentilmente y tenía en la mano el brevaje que había preparado en algún momento. Tomar algo que no era sangre humana me resultaba un tanto extraño, es por eso que la reserva de mi familia siempre se encontraba lista para poder brindarnos litros y litros de aquél hermoso líquido. Tragué casi sin masticar el pescado, que sabía muy bien, y di un pequeño trago a la bebida. Sabía... Bien. Mis ganas de tomar sangre se calmaron, aunque existía todavía el deseo de morder. Supongo que siempre sería así. La escuchaba hablar y hablar y eso me encantaba, me fascinaba que la pequeña bruja me contara de sus cosas, de su pasado, sin duda sería el primer paso para estar en su futuro, además de que me encantaba que compartiera su presente conmigo. -Es curioso lo de los humanos, pero una vez que te mezclas con ellos entiendes ciertas cosas. Claro que la guerra es algo que nunca pude entender, y vaya que me tocó vivir 2 guerras de los humanos.- Amargos recuerdos volvieron a mi mente e hice una mueca torcida que borré al instante dando un largo trago a la bebida. -Tu profesor hizo bien en elogiarte, ésto casi es sangre. Deberás darme un poco para enviarle a mi familia, quedarán fascinados. Claro que Cissy se debe haber dado cuenta, si no estaba con Ariadna no podría estar con nadie más y después nos vieron juntos y tomados de la mano... Lo tomará bien.- Tomé el tenedor de su delicada mano y llevé un bocado hasta su boca, casi obligándola a comerlo. Nuevamente reí y me pegué a ella, cómo deseando fundir nuestros cuerpos en uno solo para que no pudiera separarse de mi. @@Maida Black Yaxley
  24. Abracé su cuerpo con mis brazos cuándo se sentó en mi regazo. ¿Que pensaría su familia si llegara alguien y nos encontrara así? Maida no era una niña, pero al parecer sus familiares eran... Celosos. -Claro que me quedo a cenar, si a la novia le parece bien.- Me encontraba plenamente feliz y quería dejarlo ver. Se había ya insertado en su mente la imágen que precisamente quería que tuviera, se había llamado ella misma "la novia". -Sybilla puede ser... Complicada, pero no sería capaz de dejar a su protegido sin su... Novia. Si me haces feliz no tendrás ningún problema con ella.- Apreté un poco su estómago y le di un beso en la frente. Resultaba fácil manejarla ya que era muy pequeña. -Tienes que venir a la mansión para que conozcas a mis sobrinos, a mis gatos y a Sybilla de una manera más personal, te va a encantar.- -Me he enterado ya que existen 2 familias de Italianos en Ottery, aunque no los conozco de ningún lado. Mi familia es un poco... Peculiar. Nunca buscamos el poder ni la riqueza, pero cuándo se vive mucjo tiempo se adquieren las 2 sin buscarlas. Espero que algún día puedas acompañarme para que conozcas la abadía Renaldi, cariño.- Le guiñé un ojo y le di un pequeño beso en los labios. Vi mi vida pasar por sus hermosos ojos, toda mi vida en un destello y me di cuenta de que no quería nada más ni a nadie más. La quería a ella y estaba dispuesto a renunciar a mi vida por un día más con ella. @
  25. Lo que había logrado presenciar desde la puerta resultaba totalmente impresionante. Insubordinación, gritos, ¿fuego maldito? *****, eso se estaba saliendo de control muy rápido. Poco a poco fui dejando la protección que me brindaba la lejanía y comencé a dar pasos lentos mientras observaba a cada uno de los presentes, estudiando sus movimientos y analizando la amenaza que pudiera representar para Ada y para mi. La gente ahí parecía ignorar mi presencia, cómo si fuera una simple proyección que pudiera ser atravesada e incluso desterrada en cualquier momento. Saqué mi varita con un movimiento parsimonioso esperando no tener que usarla, ya que lo mío siempre había sido lo furtivo, ataques nocturnos y cobijados por el silencio y la oscuridad, nunca me había gustado pelear abiertamente y de día, pero si era necesario para poder sobrevivir lo haría con gusto. La ministra de magia, siendo escoltada por órdenes de Aaron... de pronto silencio. Gritos y órdenes fueron dadas mientras la gente reflejaba la incredulidad en sus caras. Yo por mi parte seguí avanzando, varita apuntando al suelo, con rumbo a dónde se encontraba Ada. Mi cabello se encontraba peinado a la perfección, formando 2 cortinas de plata que llegaban un poco más abajo de los hombros. En esta ocasión se encontraba completamente lacio, los medios rizos habían desaparecido, y en la parte de atrás llevaba sujeto un poco de mis cabellos. Vestía un traje entallado de color negro, ideal para pelear pero también para cualquier cena importante. Entonces la pude ver, sentada en la silla junto a Ada, ahí se encontraba Maida, tan linda cómo siempre. Era una lastima que los ánimos estuvieran tan caldeados cómo para poder tener una conversación que no fuera meramente de lo que pasaba. Al llegar hasta dónde se encontraban ambas mujeres me agaché un poco entre ambas. -Lamento molestarlas.- Le dediqué una cálida sonrisa a Maida y me acerqué un poco más a Ada. -Mi señora, todo se encuentra listo. La desmemorización de los mandatarios de Austria. Nos encontramos listos y esperando ordenes, mi señora.- Mis palabras habían sido claras, no requería de otra explicación, requería ordenes para poder ejecutar mi trabajo. ¿Que pensaría Maida en esos momentos? Ella no sabía exactamente en que me desempeñaba en el mundo mágico... y tal vez era momento de que lo supiera. @@Ada Camille Dumbledore @

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